Las campañas políticas y gobiernos en las redes sociales

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Es inevitable: los ensayistas con complejo de Nostradamus suelen quedar en ridículo. En afán de parecer visionarios vanguardistas, emiten teorías concluyentes sobre el rumbo que tomarán los vientos y al final los caprichos de la aleatoriedad acaban por escupir en sus caras. Hay una suerte de Ley de Murphy que pesa sobre aquellos que se atreven a jugar al profeta. Es imposible no reír a carcajadas cuando uno lee serios libros futuristas de 1950 o 1960 en los que imaginaban el año 2000 como parte de un capítulo de Crónicas Marcianas con carros volantes sobre ciudades robóticas en donde la gente vestiría como astronauta e iría a hacer turismo vacacional a Marte y compras a Saturno.

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En materia de tecnología la historia suele correr con la velocidad de un tren bala sin frenos, por lo que hacer pronósticos y tratar de jugar a ser un Nostradamus capaz de anticipar el futuro es siempre una empresa de lo más arriesgada en donde existen elevadas posibilidades de fallar.

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LA RUTA DEL TREN BALA. HACIA DÓNDE AVANZA EL CUARTO DE GUERRA DIGITAL.


Los futurólogos fallan casi tanto como los economistas y si la idea es tomarlos como punto de referencia y apoyo para hacer apuestas, la recomendación es no arriesgar el dinero, pues hay altas probabilidades de perder.

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En la historia de las redes sociales tres años pueden representar una eternidad. Pensemos por ejemplo en el gran salto que se dio de las elecciones federales de 2009 a las de 2012 en lo que a cuartos de guerra digitales se refiere. En 2009, algunos actores políticos optaron por hacer campaña en Facebook y Twitter motivados por el efecto Barack Obama, que había demostrado el potencial de la red en el proceso electoral estadounidense en 2008. Pese a ello, los candidatos mexicanos que operaron redes sociales en 2009 fueron una absoluta minoría. Visto desde la óptica del 2012, cuando los cuartos de guerra digitales se consolidaron como una parte fuerte e importante de las campañas, la elección federal de 2009 puede ser contemplada como una suerte de prehistoria del uso político de Facebook y Twitter. En tres años pueden cambiar muchísimas cosas y quien no se suba al tren bala está irremediablemente condenado a rezagarse. Es cierto que una elección no se gana ni se define por entero en redes sociales, pero también es real que cualquier político moderno que aspire a competir en una elección abierta debe contar con una estrategia de comunicación digital. Por ejemplo, las del 2010 fueron las primeras elecciones bajacalifornianas en las que todos los candidatos operaron redes sociales, aunque sus cuartos de guerra digitales estaban en pañales. Lo cierto es que los candidatos y sus tesoreros se dieron cuenta que las redes sociales pueden resultar para sus campañas un gran ahorro en propaganda. Sufriendo siempre por maquillar los topes de gasto, los candidatos repararon en que distribuir propaganda a través


de Facebook podía ser una estrategia terriblemente efectiva, pues se tiene una garantía del número y el perfil de usuarios a los que llegará el mensaje. Acaso las carísimas doble planas a color en los diarios de mayor circulación empiecen a pasar a la historia. A los viejos periodistas no les queda otra alternativa más que buscar aliarse con el nuevo competidor y empezarlo a tomar tan en serio como sea posible. Las redes sociales no solamente le están quitando el sueño al periodismo tradicional al arrebatarle el protagonismo reporteril, sino que le están arrebatando su mercado publicitario.

Los medios apuestan cada vez más por una interactividad a ultranza transformándose en una suerte de ágoras cibernéticos. El esquema multimedia será el único posible. El video será tan indispensable como la fotografía para acompañar la nota, cuyo texto será cada vez más breve, simple complemento para explicar o ayudar a comprender lo que muestran las imágenes. De repente, en las ediciones en línea de los periódicos la nota pasó a ser lo menos importante. Los cinco párrafos que ha

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Acaso recordaremos la última década del Siglo XX y la primera del Siglo XXI como la gran prehistoria de la comunicación online. Tiempos confusos, vacilantes e inestables de euforia, emoción e incertidumbre ante el nacimiento de un nuevo universo cuyas leyes no podemos controlar. Años de grandes fiascos, de rumbos errados, de terribles hundimientos y de fortunas fugaces. Internet sepultó imperios, pero también hizo emerger nuevos gigantes de la nada como Amazon. Aún así, internet sigue siendo un territorio semianarquista regido por leyes de selección natural, propias de un entorno inmaduro que algún día extrañaremos.


escrito el reportero son sólo el comienzo de una cadena infinita de comentarios y enlaces en donde a menudo se pierde el foco de la conversación. A los medios de comunicación no les ha quedado otra alternativa más que dejar de monologar. La interactividad es el único camino posible. Interactuar o morir es la consigna.

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En cualquier caso, la información manejada por los periodistas o su opinión autorizada hace un tiempo que pasaron a ser lo menos importante. El cuarto poder es, en el mejor de los casos, un moderador, un ágora griego, una plaza pública virtual, pero ha perdido todo protagonismo en el show. Eso sí, algunos temas controversiales pueden dar lugar a interesantísimos y agudos debates. El tiro de gracia a los medios impresos no lo dará la dramática caída de su circulación, sino la relación pérdida-ganancia por ingresos publicitarios. Aunque los medios impresos no circulen ni se lean, mientras sigan generando más ingresos por anuncios que sus ediciones en línea, seguirán con vida. El día en que las ventas por publicidad en línea acaben superando por mucho a las ventas de la edición impresa, cosa que puede ocurrir muy pronto en fatal combinación con el aumento en los costos del papel, los dueños de los diarios pararán sus imprentas y dejarán de salir a vender sus papeles en las calles. Los medios digitales van ganando terreno todos los días, mientras que los tradicionales, incluida la televisión, pierden influencia e incluso credibilidad como lo demuestra el estudio de GCE del 2015. La crisis del otoño 2014 derivada de los normalistas desparecidos de Ayotzinapa, no sólo afectó a todo el sistema político Armando León Valladolid

Jorge Camarillo Govea

Daniel Salinas Basave


mexicano, sino que representó un golpe de credibilidad para los medios tradicionales, en especial para las dos grandes televisoras. Mientras medios digitales como Aristegui Noticias, Sin Embargo, ADN Político, Animal Político o SDP Noticias ganan terreno entre los jóvenes, Televisa y Tv Azteca van perdiendo credibilidad y audiencia al ser identificadas como cómplices de una clase política oficialista y manipuladora.

El envío de mensajes estratégicos y dirigidos será cada vez más fino. La identificación de objetivos concretos entre grupos de prosumidores marcará el ritmo operativo de los cuartos de guerra digitales. También la medición de efectos y comportamientos. Aun así, el peso de la elección seguirá estando, al menos por ahora en la movilización ciudadana y en la operación del Día D, aunque las redes sociales irán tomando cada vez un mayor protagonismo y desplazarán cada vez en mayor medida a los medios tradicionales, los grandes periódicos impresos desaparecerán de las calles pero su extinción será gradual.

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No es para nada descartable que el 50% o más de la inversión de aire de la campaña política se irá a redes sociales. La inversión en redes sociales superará a la inversión en prensa impresa, radio y anuncios espectaculares y podría llegar a un empate con la televisión.

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Internet es cada vez más barato y accesible. Si en este momento más de 60 millones de mexicanos tienen acceso a internet, no es descartable que la cifra llegue a los 80 millones en 2018, máxime por el fortalecimiento de proyectos de conectividad gratuita y zonas de internet libre. También es evidente que el uso de dispositivos móviles con conexión a internet se masifica a niveles antes insospechados.


Hay en este momento un periodo de forzada convivencia entre lo nuevo y lo viejo, si bien las ediciones en línea se fortalecerán cada día más, mientras las impresas seguirán viendo caer su circulación. Estados Unidos será el primer país sin grandes diarios circulando en sus ciudades. En Latinoamérica los diarios vivirán varios años después de que sus primos estadounidenses hayan muerto, pero también se extinguirán. Los últimos sobrevivientes serán los diarios populares. Al llegar a la mitad del Siglo XXI ya no habrá en las grandes ciudades del planeta diarios como los que hoy conocemos. 136

Los actores políticos apostarán por una interactividad a ultranza y sus espacios se transformarán cada vez más en una suerte de ágoras cibernéticos. El esquema multimedia será el único posible. El video será tan indispensable como la fotografía para acompañar la nota, cuyo texto será cada vez más breve, simple complemento para explicar o ayudar a comprender lo que muestran las imágenes.


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