MAQUINA DEL TIEMPO
TULIO ROMANO
Pelea, 1993 Grafito y lรกpiz color sobre papel, 18,5 x 17 cm
Imagen de tapa: Pelea, 1993 Talla y ensamble en madera, 100 x 110 x 90 cm
Pรกg. 3: izquierda: Jugador, 2016/17 Impresiรณn digital laser color, 48 x 33 cm derecha: Cabeza hueca ll, 2014 Talla en madera, 25,5 x 17,5 x 16 cm
Esta retrospectiva de esculturas de Tulio Romano condensa 30 años de trabajo ininterrumpido. Es notable el continuum estético del escultor. De un mismo bloque de madera genera una escultura; al mismo tiempo esa obra, siempre figurativa, se caracteriza por su elaborada reelaboración y distinguido minimalismo cromático: la materia torneada, sumamente trabajada, límpida, suele presentar mojones de color, y generalmente de una misma tonalidad. Las características apuntadas logran un realce mayúsculo al combinar formas duras y blandas: es en la tensión allí producida que la obra de Tulio adquiere singularidad. Oscar Smoje Director del Palais de Glace – Palacio Nacional de las Artes Ministerio de Cultura de la Nación
La práctica del arte es un trabajo. Un trabajo peculiar, autónomo; a veces inconstante; temperamental, idiosincrático, equívoco, apasionado y obsesivo las más de las veces; conflictivo y asombroso, pero trabajo al fin. Quiero decir: dotado de exigencias, continuidad y regularidad variable siempre es trabajo. Es ir al taller a diario -o casi a diario- y trabajar. Es tener buenas ideas, a veces pocas ideas, otras desbordar de ideas. Buenas ideas, ideas mediocres, algunas ideas. Y trabajar. Vivir y vivir en el taller. La mitad de la vida, a veces más, a veces menos, pero acompañados día y noche, día tras día, año tras año por esa sombra, apegada y demandante. (Recuerdo aquí la escena de salir un día al patio delantero de la casa de Tulio en Villa Allende y toparme, en el camino a su taller inmediato, con una serie de troncos de árboles caídos -¿eucaliptos, paraísos?- recogidos en los arlrededores: los recuerdo como imágenes de la promesa del ciclo continuo, inagotable). El trabajo del arte se elige, y las razones siempre permanecen insondables. Pero la sospecha es que siempre somos mejores en nuestras obras. Lo real se impone, ya no hay dueños, pero somos eso. O sea: el trabajo del arte tiene este premio, lo hecho se nos devuelve como entidad. Todo esto sabemos que puede acarrear una solemnidad aplastante, y quizás haya sido ese fantasma, el de una solemnidad mortuoria, lo que ha alentado toda una tradición rioplatense de echar mano al humor y la ironía como una constante en el quehacer, y gesto central en la construcción de las obras. Pienso en artistas como Molina Campos, Juan de Dios Mena o Antonio Seguí, por ejemplo.
El trabajo, el discurso y la sonrisa. El humor es fuerte y permanente en la obra de Tulio Romano, pero corre paralelo a una incesante preocupación por la precisión y el refinamiento en la talla y el trato de los materiales. El dibujo de sus figuras es impecable. El tratamiento de la madera -sobre todo y casi siempre la madera- en sus diferentes aspectos y momentos siempre es precisa, delicada y muy apropiada al carácter de cada obra. Tulio Romano sabe decir y sabe hacer, se esfuerza y parodia el esfuerzo a través de gimnastas que como alter egos persiguen lo indecible. Se arriesga al color, y lo hace bien. El color en sus obras recuerda que la escultura también nació para ser pintada, o que ser pintada es una propiedad que le es afín. Los colores en sus obras pierden superficialidad, nos dan la extraña sensación de que siempre estuvieron alli, que pertenecen al material, que eran obvios en sus sitios. Así, lo cotidiano es tomado con ternura, la materia con esfuerzo y oficio, y el arte con la dignidad del que sabe lo que tiene entre manos. Finalmente, confieso que cuesta mucho acompañar su quehacer con palabras, porque cuesta no resumir el empeño diciendo simplemente: Tulio Romano tiene una obra llena de maravillas. Tulio de Sagastizábal, abril de 2017
The practice of art is about work. An autonomous, peculiar, sometimes inconstant, temperamental, idiosyncratic, testy, passionate work, obsessive most of the times, conflicting and awesome. But in the end it is about work, marked with continuity, demands and variable periodicity. It is always work, going to the studio daily –or almost daily-, and work. Having good ideas, sometimes just a few ideas, sometimes many ideas, and back to work. Getting to know artists, attending to their events, enjoying them or being disappointed by them. Coming back to the studio excited or discouraged, to work. Living, and living at the studio for half of a lifetime, sometimes more –sometimes less-, but always accompanied day and night, year after year by that shadow, attached and demanding. I remember here a scene: coming out of Tulio’s studio in Villa Allende and bumping into fallen trees and trunks (eucalyptus? Chinaberry?) gathered from around the neighborhood. I recall them as embodying the promise to continue the creative cycle, the endless, inexhaustible cycle. Working on art is a choice, and the reasons for making that choice remains unfathomable. The conjecture is that as artists we are always at our best in our artwork. What is real commands attention, without heirs or keepers, and we are that work. Which is to say, working as an artist has this reward: what has been made returns to us as a living thing. We all know that this may carry a crushing solemnity, and perhaps it could have been that ghost –of a sepulchral solemni-
ty- what has incited the Rioplatense tradition to use humor and irony as a constant, a central gesture in the conception of artwork. The work, the discourse and the smile. From afar we have received the legacy and guidance of artists such as Molina Campos, Juan de Dios Mena, Antonio Segui, Pablo Suarez or Fermin Eguia, a list to which we should add the tradition of Comix and contemporary illustrators – and here I remember Nine. Perhaps Antonio Segui has been a deliberate bond in Tulio Romano, because of geographical proximity, early exposure or habitual presence. I reckon that Tulio Romano see-saws between exceptional and ancillary polarities, ancillary in the craft and the conceptual certainty: Antonio Segui as a close presence of the Rioplatense school, and Constantin Brancusi, both a paradigm of a modern sculptor and a supreme example of a wood carver’s skill. Humor is strong and permanent in the work of Tulio Romano, running alongside an incessant observation of precise details and refinement in the carving and use of materials. The draftsmanship of his figures is impeccable. His handling of wood, primarily and almost always wood, in its different aspects and tenors, is always precise, delicate and very appropriate to the character of each piece. Tulio Romano knows what to say and how to say it, he struggles and parodies that struggle through his gymnasts, alter
egos in search of the inexpressible. He takes risks with color, and succeeds. The use of color in his work reminds us that sculpture can also be painted, or that paint as a quality is akin to shape. The colors in his work loose superficiality, giving us the strange sensation that they have always been there, that they belong with the material, well placed where they are. This way the habitual is seen with renewed tenderness, matter treated with craft and dedication, and the artwork displaying the dignity of what is well conceived. Finally, I confess that it is hard to describe his work with words, because it is hard not to simplify my effort by simply saying: Tulio Romano’s work is filled with wonders. Tulio de Sagastizabal, April of 2017
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Trasnoche, 1993 Talla en madera pintada, 34 x 23 x 11 cm
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Gigante, 2016 Talla en madera pintada, 35,5 x 40,5 x 19,5 cm
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Endorfina, 2016 Talla en madera pintada, 32,5 x 38 x 15,5 cm
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Marcha, 2017 Impresiรณn digital laser color, 33 x 48 cm
Marcha, 2016 Talla en madera pintada, 27,5 x 29,5 x 16 cm
Adrenalina, 2016 Talla en madera pintada, 24,5 x 39,5 x 14,5 cm
Corredor Verde, 2016 Talla en madera pintada, 34,5 x 38 x 18 cm
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Pelea, 2017 Impresiรณn digital laser color, 33 x 48 cm
Bufรณn,1999 Talla y construcciรณn en madera y tela, 280 x 95 x 100 cm
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Carrera, 1990 Grafito y acuarela sobre papel, 17 x 23 cm
Carrera, 2007 Talla y construcciรณn en madera, 41,5 x 52 x 35 cm
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Chilena picante, 2014 Talla en madera, 22,5 x 24 x 18 cm
Gรณtico, 2017 Impresiรณn digital laser color, 48 x 33 cm Globo, 2017 Impresiรณn digital laser color, 48 x 33 cm
Petiso delator, 1985 Talla en madera pintada, 90 x 63 x 30 cm
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LĂbido, 2017 ImpresiĂłn digital laser color, 48 x 33 cm
Selfi, 2016 Talla en madera pintada, 34 x 20 x 19,5 cm Penitencia, 2016/17 ImpresiĂłn digital laser color, 33 x 48 cm
Pizarrรณn, 1995 Talla en madera pintada, 152 x 100 x 74 cm
Dormido, 2007 Talla y construcciรณn en madera, 18 x 39 x 16 cm
Pizarrรณn, 1995 Grafito y lรกpiz color sobre papel, 13 x 20,5 cm
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Corredor I, 2017 Impresiรณn digital laser color, 48 x 33 cm
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Blando, 2004 Grafito sobre papel, 35 x 28,2 cm
Blando, 2004 Talla en madera, 22 x 27 x 17 cm
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Arco, 1997 Talla y construcciรณn en madera, 250 x 200 x 50 cm
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Elรกstico, 1999 Talla y ensamble en madera, 250 x 230 x 50 cm Alma, 2014 Talla y ensamble en madera, 33,2 x 17 x 14 cm
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Despegue, 1998 Birome sobre papel, 16 x 14 cm
Lรกnguido, 2017 Impresiรณn digital laser color, 48 x 33 cm
Remolino cuadrado, 2017 Impresiรณn digital laser color, 48 x 33 cm
Choclo, 2007 Talla en madera pintada, 154 x 35 x 31 cm
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Punching-ball, 2017 Impresiรณn digital laser color, 33 x 48 cm Hamaca, 1993 Grafito y lรกpiz color sobre papel, 13 x 19 cm
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Caput, 2014 Talla y ensamble en madera, 26 x 27,5 x 27 cm
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