Marina Colasanti
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Los símbolos están en todas partes
Entrevista concedida a Antonio Carlos Olivieri. Un padre guerrero —que más tarde se convertirá en actor— y una guerra colonialista hicieron que Marina Colasanti naciera en Asmara, Etiopía (Áfri ca), en 1937. Otra guerra —la Segunda Guerra Mun dial— terminaría por llevarla a Brasil, once años más tarde. Fue allí donde se radicó. Estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes y se dedicó, du rante algún tiempo, al grabado. Hasta que se intere só por el periodismo.
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Ana Z., ¿a dónde vas?
Durante once años trabajó en Caderno B, del Jornal do Brasil, como redactora, ilustradora y cronista. Luego fue editora especial de la revista femenina Nova, durante dieciocho años. Paralelo a esto escri bía para otras revistas y trabajaba en publicidad y en televisión, además de realizar numerosas traduc ciones. Publicó su primer libro, Yo solita, en 1968 y, a partir de entonces, ha escrito más de veinte libros, entre literatura infantil, juvenil y para adultos. Está casada con el poeta Affonso Romano de Sant´Anna, su más vehemente colega intelectual, como lo atestiguan los tres libros que han escrito en compañía. Justamente sobre esos libros y sus símbolos, sobre su creación y sobre Ana Z., ¿a dónde vas?, nos habla Marina en esta entrevista.
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Entrevista
¿Cómo fue su aproximación a la literatura? ¿Cómo se convirtió en escritora de ficción? En el periodismo comencé como reportera, pero, por el hecho de escribir bien, pronto fui promovida a redactora. Más tarde pasé a ser cronista. Con las crónicas ya tenía un pie en la literatura.
Eso se refiere específicamente al rumbo profesional. ¿Hubo, entretanto, lecturas que la influenciaron, que la llevaron a escribir?
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Ana Z., ¿a dónde vas?
Todas las lecturas me han influenciado. Desde niña leía mucho. El conjunto de esas lecturas llenó mi vida de aventuras y belleza, y me transmitió para siempre la noción de la fuerza de la palabra. Creo que leí todo Emilio Salgari. ¡Qué belleza Pinocho, original de Collodi! Fui alimentada con cuentos de hadas. En una colección adaptada para niños leí Don Quijote, La Ilíada, Orlando furioso, que me marca ron mucho. Durante mi juventud leía por “lotes” de pasión. Me enamoré de los autores rusos, luego de los estadounidenses. Hoy soy una lectora desorde nada y compulsiva. Su primera lengua fue el italiano, pero usted comenzó a escribir en portugués… Sí, mi lengua “literaria” es el portugués. Es la len gua de mi trabajo. Pero pienso en las dos, indiferen temente. Hago cuentas en italiano. Y también en italiano escribo mi diario. ¿Qué significa escribir para usted? Escribir es mi vida cotidiana. Con lo que me gano el pan. El caballo de mi fantasía. Escribiendo me siento como pez en el agua, me siento extremada mente capaz. Trabajo en varias franjas del lenguaje; me gusta eso de adaptar la palabra a su uso y ade cuarla a un texto periodístico, publicitario o litera rio. Para mí, además, es tan importante la escritura como el proceso creativo en sí, el momento en que
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Entrevista
la narrativa se hace, se inventa en la cabeza, antece diendo a la escritura. Usted habla de una división entre inventar y escribir. Pero, en su obra literaria, se observa una gran preocupación por el lenguaje, como si las dos cosas fueran una sola… Las dos cosas terminan por ser una, pues por medio de la escritura la fábula gana cuerpo. Por eso mis textos son tan trabajados, para darle a la ima ginación un cuerpo muy creativo. No me interesa escribir una pequeña historia, contar un caso. Estoy tras otras cosas, la emoción y el tránsito libre en un universo que los otros llaman fantástico, los puen tes que desde ese universo se extienden hasta el inconsciente. En ese sentido, ¿cómo es escribir para niños y para jóvenes? Siempre me hacen esa pregunta e incluso me preguntan si es más fácil escribir para niños. Para mí no lo es. Para mí es tan difícil esta escritura como cual quier otra. Y los cuentos de hadas, ¡ah!, los cuentos de hadas son dificilísimos. Son la cosa más difícil que hay. Son más exigentes, ya sea en la forma, ya en el contenido. Un cuento de hadas pleno es una rara joya literaria.
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Ana Z., ¿a dónde vas?
Ana Z., ¿a dónde vas? parece relacionarse con Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll. ¿Es posible hacer esta aproximación? Me parece bien que me haga esta pregunta, por que me permite responderle con anticipación a un comentario inevitable. A la gente le gusta hacer co nexiones con lo conocido y el hecho de que Ana haga un largo viaje a partir de un descenso basta para remitirla a Alicia. Pero hay diferencias fundamentales, diferencias de concepto y otras relacionadas con el momento social. Alicia cae en la conejera, Ana no cae, ella elige bajar, descender a lo profundo. Alicia es lleva da por los acontecimientos. Ana realiza una bús queda voluntaria, va tras su deseo. Alicia despierta, todo ha sido un sueño. Ana no tiene que despertar se porque no ha soñado. Ana renace al término del viaje, pasa, como en un parto simbólico, de la infan cia a la adolescencia. Ana crece en el viaje. Mi inten ción fue la de escribir una novela de formación, llena de hechos, casi como un videoclip. Ana Z. es una historia simbólica, de múltiples significados. ¿Cómo cree que la recibe el lector de un mundo cada vez menos simbólico, menos alegórico, donde lo que se busca es la comprensión inmediata? No creo que el mundo sea menos simbólico. El ser humano necesita símbolos, y los símbolos es tán en todas partes. Su comprensión también es in
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Entrevista
mediata. Ahí está su fuerza. Pero, cuando escribo, no construyo simbologías intencionalmente. Sigo el tránsito que la historia traza dentro de mí. Cuan do en el libro digo que encontré a Ana Z. a la orilla de un pozo, no es un simple artificio literario. Es un hecho, la encontré ahí. A partir de eso, hago el reco rrido con ella, encontrando los lugares y los perso najes que ella encuentra, una serie de cosas que son de mi realidad, cosas de mi infancia —como jugar en las ruinas y en el estudio de cine— y cosas de mi mundo imaginario, tan real para mí como el otro. Creo que el lector que hace este recorrido con migo y con Ana Z. siente las mismas emociones que yo siento. ¿Qué le gustaría decirles, como autora, a los jóvenes lectores de Ana Z.? Nada que no haya dicho en el libro. No enseño. Alimento la imaginación. Consiento el alma. Si lo que escribí no conmueve al lector, no le sugiere nada, si necesita preguntarme a mí en lugar de pre guntarle al libro, entonces me equivoqué. No me gusta enviar mensajes. Cuando tengo algo qué de cir, prefiero escribir un libro.
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