Revista Literaria Delirium Tremens 5

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Delirium Tremens Revista Literaria de alcance internacional Año II, número 5, Diciembre 2011 ISSN 2219-391X

Director y editor: Paolo Astorga artesinlucro@gmail.com http://sinllegaraloinvisible.blogspot.com Celular: 993398823 Apoyo de edición: Isabel Flores sheresath@hotmail.com Esta revista se edita de manera híbrida tanto en papel de manera artesanal en la ciudad de Lima y en formato virtual a través de la siguiente dirección: http://revistadeliriumtremens.blogspot.com Para envíos de libros, revistas u otros, nuestra dirección postal es: Sr. Paolo Astorga Av. Malecón Checa 557 San Juan de Lurigancho Lima 036, Lima-Perú

Hecho el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú N0 2010-11549

Impreso en Perú Síganos en Facebook: www.facebook.com/pages/Revista-Literaria-Delirium-Tremens/260919240585557


En esta edición Revista Literaria Delirium Tremens número 5

Gritos etéreos (Poesía): Mercedes Espinoza Choque 8/ Iván Clerk Torres Chávez 10/ Rafael Rubio Barrientos 11/ Gabriela Sánchez Calero 12/ Fabrice Farre 13/ James Ricardo Quiroz Biminchumo 14/ Giuliana Castro Munive 15/ Niko Velita Palacín 16/ Cindy Jiménez Vera 18/ Urpi Valentina Arcos Escalante 19/ Alba Estrella Gutiérrez 20/ Eduardo Borjas Benites 21/ Christian Urrutia López 22/ Tito Manfred 24/ José Lissidini Sánchez 26/ Mariángeles Minnucci 27/ Augusto Anibal Toledo 28/

Obituarios del silencio (Narrativa): Gabriel Rimachi Sialer 30/ Juan Cristóbal 33/ Eva Velásquez Lecca 35/ Harol Gastelú Palomino 37/ Juan Pablo Gómez Guízar 39/ Elvis Herrada 41/ Lynette Mabel Pérez 42/

Oráculos de arena (Ensayos y Artículos): Concisión y braverías de un prolegómeno de la minificción Por: Ángel Acosta Blanco 44/ El surrealismo: La imaginación como vía para la liberación humana Por: Verónica Cabanillas Samaniego El establecimiento de una nación emergente en Tres historias sublevantes (1964) de J.R. Ribeyro Por: Cristhian Andrés Briceño Ángeles


Papiros de carne (Reseñas): Restos Raúl Heraud 64/ La estación de la muerte Manuel Luque 64/ Novilunio Javier Febo Santiago 65/ Von Laura Rosales 65/ Estética de las revelaciones Cromwell Castillo 66/ Avalancha Yolanda Arroyo Pizarro 66/ Sombrero de salamandra Javier Sánchez 67/ Áspid Carlos Norberto Carbone 67/ Imaginería Lynette Mabel Pérez 68/ Rito Verbal. Muestra de poesía peruana 2000 – 2010 Selección y notas por Raúl Heraud 68/


Gritos etéreos (Poesía)


Gritos etéreos - Poesía / 8

Mercedes Espinoza Choque (Lima, 1977) Escritora autodidacta y artista multidisciplinaria perteneciente al Colectivo Extramuros. http://caminoaextramuros.blogspot.com/

SOBRE MI CUERPO Mágico luminar en la floresta Caminar apocalíptico De las hormigas sobre mi cuerpo Que andarán buscando? Quizá la insana ambrosia De un corazón mal querido A caso Quieran llevarme A vivir con ellos Bajo tierra Lejos del paredón sombrío Del enjambre de dardos Que me asecha Tal vez Hayan advertido Esta pronta la hecatombe Cielo abajo Retales esparcidos Aniquilados todos A salvo las hormigas ¿Qué andarán buscando Sobre mi cuerpo?

LIMPIA MI VIENTRE EN EL MATADERO Ella solía entretejer Una tela de seda Con un montón de muertos Tomaba un líquido infecto Nunca comía carne curada Por las armas de fuego


Gritos etéreos - Poesía / 9 Preciosa el sitio esta poblado de trampas ¿Mañana amanecerás Con la piel Endurecida? Dime será siempre así Dime cabe ella en el corazón de los perros Entre las flores Donde crecen anchoas y sardinas Los perros que cazan flores con sus redes Terminan lamiéndose las patas (Esa comida exquisita) Mientras cada una de ellas tose exageradamente Solo el hediondo lirio Permanece inconfundible.

PUNTO CARDINAL Entras al gran salón Deprisa No estás sola a tu lado Esta otra Eres tú Observas todo desde el punto cardinal Que elegiste Eres el norte Ellos son el polvo que se levanta desde el sur No respires tan profundo No sea que el exceso de aire Empiece adormecer tu cuerpo Y veas como el proxeneta mayor La oculte solo de ti Vaya a ser que te encuentres Gritando su nombre Por los mugrientos rincones Que conteste Dando golpes en las paredes Y te observe Desde el punto cardinal Que ella eligió.


Gritos etéreos - Poesía / 10

Iván Clerk Torres Chávez, nació en el departamento de Cajamarca – Perú, tiene 23 años de edad; realizó sus estudios secundarios en el Colegio “San José” en Lambayeque, se recibió como licenciado en la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional “Pedro Ruiz Gallo”, actualmente trabaja como editor en el diario Hoy en San Martín, también laboró como periodista y reportero gráfico en los semanarios “El Fiscal” y “Prensa 14” en Chiclayo; realizó estudios de teatro, en el grupo teatral “Cultura Urbana”. Escribe poemas y cuentos, pero aún no ha publicado en ningún medio. HÁBITAT DEL ALMA MÍA Se oye el crepitar de la rockola Vociferando libre junto al viento Con praderas, pendientes y montañas Vetustas tal corrientes al océano Cardinal del aire que hoy respiro Tu riqueza se asemeja al espacio Se oye al carruaje que arrasa lo exánime Ecos de voces retumbando el itinerario Miradas que se pierden entre pedruscos Rayos de luz que voltean y no te ven ya Enérgicos granizos se yerguen sin pensar Pasando puentes colgantes sin colgar Castaños sembríos regalados a la vida Fósiles y catacumbas se empinan de ti No eres más verduzca madre mía Más si terrosa coloración madera Son las nuevas pinceladas de tu piel Calcinada sin bomberos que ayudar Disipadas por el crujir de verdes monedas Extirpan tus extremidades sin cesar Contagian las arterias de tus canteras Mientras se bifurcan nuevas lágrimas Las semillas no germinan otra vez Vas sintiendo que te ahogas No puedes resistir mucho más No quiero perderte madre mía …Oh naturaleza del alma mía


Gritos etéreos - Poesía / 11

Rafael Rubio Barrientos

(Santiago, 1975). Doctor en literatura (Universidad Católica de Chile). Ha publicado los siguientes poemarios: Arbolando (1998), Madrugador Tardío (2000), Luz rabiosa (2007) y Caudal (2010).

LA OVEJA DESCARRIADA Devuélveme la vista ahora que me voy volando pura Y que la luz me asista si el aire me apresura hacia la noche de la arboladura. Y véanle mis ojos cuando la luz se esfume con el vuelo Y el valle se haga rojo de puro gozo ¡Oh velo del aire que al subir se vuelve cielo! ¡Y así me iré encumbrado por hilos altos de fulgor agudo! Y véanme los prados alzar los ojos mudos al aire zumbador que desanudo. Que al irme revolando desde mi sangre al aire de tan ida me vuelva. ¿Pero cuándo he de lamer, perdida la luz llagada de mi cierva herida?


Gritos etéreos - Poesía / 12

Gabriela Sánchez Calero.

Lic. en Educación Especialidad- Lengua Española y Literatura (UNE). Diplomatura en Didáctica de la lectura y producción de textos (PUCP). Participante del Programa de Formación Infantil para Iberoamérica organizado por el Ministerio de Educación de España en colaboración con la O.E.I. Presidenta de la Asociación de Promoción a la Lectura "Alguna Vez Leí..."

Amor de los sentidos La mujer desnudó su piel y se vistió de una capa suave deseosa de amar de ser admirada como toda mujer que es mujer como todo ser humano que es humano. Estaba rodeada de castillos medievales y soñaba con un hombre de piel morena… Llegó la luz y estaba tan cerca de su corazón, entonces el hombre echó el cigarro y lo apagó… se acabó la magia, mientras encendías el papel sin darte cuenta habías encendido mi alma Quería olerte, sí olerte y quería ser percibida por ti. Con mi mirada te acariciaba, con mi silencio te oía Con mi silencio te observaba embelesada ¿Será amor? Aprendí a separar como María de Coelho, el cuerpo y el alma O como Madame Bovary que dejó de soñar e hizo un hermoso tormento de su realidad. Aprendí a mirarte sin verte y disimular mi amor Cuanto tiempo mis pupilas estaban en ti. Había una vez que la nostalgia decidió buscarla Para interrumpir su vida. Con mi mirada te besaba, con mi silencio te acariciaba Con mi mirada te amaba, con mi destino te abrazaba Y aprendí a mirarte sin verte y disimular mi amor Y en un rincón de mi alma me preguntaba ¿me amará?


Gritos etéreos - Poesía / 13

Fabrice Farre.

Últimas publicaciones (2009-2011): Incertain Regard, números 0 y 3, Ecrits…Vains ?, Francopolis , Les états civils (n°8), Libelle (n° 224), Voxpoesi, SymPoésieum, Le capital des mots, Soc et foc, Le chasseur abstrait (77), Pyro (n°26-27 ), Filigranes (80), Microbe(67), Comme en poésie (48). El poeta Jacques Basse presenta al autor en su Anthologie n°6. Principios de 2012, sus textos saldrán en Décharge (152 ?), Terre à ciel, Microbe (69), Traction-Brabant (44), Verso. Fabrice Farre crea : http://fabrice.farre.overblog.com y http://lesmotsplusgrands.over-blog.com, dando a conocer sus propios poemas y los de autores del mundo poético que no tiene fronteras.

III – Vistas Un motor en el cielo - no es Miss X una llanura que te está esperando como nunca la vi. Un gerifalte quizás inmóvil fuera del mundo mudo y las palabras que no acuden en ese tiempo mecánico inventado por extraña música

IV – Noche Hay ruidos en la rabia de la noche en los ladridos de la noche en las casitas alumbran los que aún están despiertos muy cerca los bultos se han acostado sin dar vuelta como viejos camellos azules la lechuza no revuelve su grito al tronco macizo pasa la luna o mueven las nubes no importa la noche que ladra hay que franquearla porque hay blanco en la noche un blanco que calla blanco solitario compañía ligera


Gritos etéreos - Poesía / 14

James Ricardo Quiroz Biminchumo

(Trujillo, 1984). Estudió Derecho en la Universidad Nacional de Trujillo en donde ha culminado una Maestría en Derecho Penal y Ciencias Criminológicas. Ha publicado el poemario “La noche que no has de habitar” (Orem, 2010) y ha formado parte de la Antología de Poesía Catástasis 2009 de dicha editorial.

¿Quién soy yo? ¿Un hombre muerto que transita entre los restos De aldeas calcinadas y altares caídos que pisa inadvertidamente Sus propias cenizas esparcidas no hace mucho y que regresa A recoger sus pasos y se pregunta por qué morí qué hizo que sea yo Y no otro quien cuente esta historia y por qué esa delgada línea no Me permite reconocerme hablarte como antes adónde hemos Venido con nuestra incorpórea saliva chapoteando estas aguas Quién me identifica y quién me nombra lejos de la gravedad Y de la sombra es la nada la única revuelta cósmica que nos gobierna Marionetas abandonadas por un arlequín siniestro? ¿Quién soy yo? ¿Cien años después frente al espejo agónico La risa atragantada como una espina en la garganta ante el degradante Espectáculo del cuerpo desnudo que se consume como fósforo?

Dios estuvo aquí En este cuarto persistente Desvió la pobreza de mi humilde cuarto de mi té filtrante de mi pan pasado vio los pedazos de hielo y mis harapos condujo mis manos frías a mis ojos cerrados curó las llagas de mis pies mi agonía Dios estuvo aquí y llovía (poemas inéditos)


Gritos etéreos - Poesía / 15

Giuliana Castro Munive.

Nació el 12 de mayo de 1977 en la ciudad de Huamanga- Ayacucho, radicó en Lima y estudió en diferentes talleres de teatro y fotografía, habla inglés, francés e italiano. Comunicadora y Licenciada en Educación. Actualmente vive en Cusco. Ha publicado SOMBRAS DE TINTA GRIS.

LA DAMA DE NEGRO Concubina de mis bajos instintos que te impregnas en mis miedos Déjame yacer sobre tus curvas lujuriosas Y ahoga con tu jadeo a pesadumbre esta pena de amor, que estremece mis sentidos Y me llena de olvido. Meretriz de mis noches sin abrigo ensaliva una vez más estos senos todavía erectos Que ya casi es el momento de volverme a despertar Y si despierto sin tus señas En mi mente o mis venas Recuérdame quien soy. Putrefacta señorita dejaré de seducirte Con cada intento siempre nulo Y a la espera de tu canto, sollozaré sin temor No olvides mi nombre, ni el refugio en el que se esconde Aquella niña de ojos tristes que dejaste en libertad.

TRISTANIA Quiero verte desnuda holgada y apacible etérea y sólo mía hurgar sobre tu espalda anacrónica disfrazada de mar rociar sobre tu vientre el liquido blanquecino que produce los gemidos de tu precaria frialdad. Quiero vivir entre tus piernas o morir en tu regazo fantasear con tu mirada sardónica e imperturbable despertar desvanecer con mi hálito tu perplejo pudor que seduce y aprisiona mi insana convicción Quiero verte tendida sobre la luz del sol abnegada, abstraída y siempre mía.


Gritos etéreos - Poesía / 16

Niko Velita Palacín. (Perú, 1972) estudió en la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle. Ha publicado Casas roídas (2005), Como quien pela una fruta (2007), En el país de Gargantúa (2011).

El gato no es mascota Tú dices que el gato ronronea cariñoso que bosteza en cámara lenta que se estira lindo que camina de lado que rasca la puerta que se sube al árbol que se cuelga de la soga del columpio que duerme en silencio que salta cuando juegas al yoyó que se sube a tus rodillas que juega a arañarte en fin que el gato es una hermosa mascota Por eso tú compras comida para gatos en el hipermercado le pones nombre le tomas fotos le llevas al veterinario le bañas le acaricias dibujas gatos del número ocho cuentas gatos para dormirte ves películas de gatos tienes peluches con figura de gato le dices gata a tu esposa tus hijos juegan con el gato tus visitas dicen que tu gato es lindo tus padres te piden los críos de tu gato y tú dices que el gato es una hermosa mascota Pero dices todo eso porque no conoces el jirón Chota de la provincia constitucional del Callao Ahí pregunta por José Manchaco Él tiene un restaurante el Gato Techero ahí preparan una variedad de platos hechos a base de gato


Gritos etéreos - Poesía / 17 aunque yo prefiero en verdad el estofado de gato con su canchita y su cerveza helada al polo

Judas Iscariote El pobre árbol se murió luego del ahorcado y no de vergüenza porque este era el mayor traidor Se murió de puro enfermo Aunque el decir puro ya no era tan puro como cuando se dice que el amor de la quinceañera es puro Se murió más bien de puro contaminado Es que los iscariotes se han multiplicado Y yo no hablo de los iscariotes del tipo discípulo de los cristos Yo hablo de los iscariotes de mayor dimensión de mayor jerarquía de otro nivel Hablo de los que traicionan a 30 millones de caminantes de esos que se llevan en carretillas las monedas y los billetes de estos iscariotes hablo de estos iscariotes que le han declarado la guerra a todos los árboles porque ellos dicen que la historia les ha enseñado que de los árboles no solo se cuelgan naranjas paltas manzanas ciruelas De esos iscariotes hablo yo

En el monte ¿Gólgota? El ladrón de izquierda y el ladrón de derecha crucificados por miles de manos le preguntan al guardián que no es de derechas ni de izquierdas dónde están los abogados y este hombre que tampoco es de centros sino un hombre con frío en el pecho y hambre en el estómago les responde que al otro lado del monte Gólgota también sus abogados han sido crucificados y boca abajo para que los birretes no tengan dónde posarse así le dijo este hombre que no es de derechas ni de izquierdas sino un hombre con frío en el pecho y hambre en el estómago


Gritos etéreos - Poesía / 18

Cindy Jiménez Vera.

(Puerto Rico, 1978) Obtuvo una mención de honor en el Certamen de poesía de CASA DE LOS POETAS 2011 en Puerto Rico. Ha sido antologada en En la Orilla, portal cibernético de literatura puertorriqueña contemporánea. Ha sido incluida en la antología, Fantasia Circense (Puerto Rico), Revista Boreales (Puerto Rico), entre otras publicaciones en soporte impreso. Textos suyos han sido publicados en: Revista Ping Pong (República Dominicana), Letralia (Venezuela), Conestabocaenestemundo: Antología antojadiza de Mujeres de América (Argentina), entre otras revistas literarias en línea.

Alas de alevilla No me arrepiento que las hormigas inunden mis párpados cerrados para detener las palabras que te nombran que los árboles desangren las sombras de cenizas andantes y mis huesos sonoros tarareen la construcción de tu entelequia no me arrepiento de haberme parido anfibio y desovarte en mil orificios de arena de haber sido hembra hipocampos enredado mi cola en una danza nupcial para fecundar tu masculinidad con muchos caballitos de mar que cargaste en mi ausencia de haberme volado lapidóptera y camuflado los ojos de búho para mirar las secuencias de lo que pudo ser un susurro irremediable posado entre mis alas de alevilla con noticias de la caída de los dientes de leche de tu hija de las palabras en japonés que memorizaste hace tres meses de la pasta que aprendiste a cocinar con los dedos de esas manos de las que me creí olvidada hasta antes que se hundiera el arca.


Gritos etéreos - Poesía / 19

Urpi Valentina Arcos Escalante.

(Cusco, 1983) Aficionada de la literatura desde la infancia, hoy pretende enseñar esa afición a sus alumnos. Estudió Educación y continúa un posgrado en Didáctica de la Comunicación. Tiene varios escritos inéditos, sólo algunos publicados en “Lima Visiones desde El Dibujo y la Poesía” y “Veinte Nuevos Poetas”. Aficionada también a la música y sobre todo al increíble placer de ser madre.

ANTIPOÉTICO Vuelve a perecer mi deseo veloz Ahora vuelvo con desequilibrio Y los abrazos se vuelven recuerdos. Dicto palabras al que pierde su figura Le recito mis lágrimas retenidas en la distancia Parece que los años se enfrentan a mi claudicación. Hoy se muere... Se muere una vez más mi vida Esa vida que se encarga de mi deliquio Mis sentidos párpados ya no contestan Mi sexo se va de expedición Junto a los avernos desolados y cantando dos vellos se reúnen en mi piel Cantando mi final Final cantado Mifindado Docanal finando Narado Midotanal Fintado Fincanta Fin cantado … Ellos lo cantan a sus lenguas, a sus pares y alambres … Dos manos juegan a no morirse Juegan de verdad Las arrugas se socorren Cansadas del aire Se vuelven dulces, frías, secas… Secas de esperar vivir.


Gritos etéreos - Poesía / 20

Alba Estrella Gutiérrez.

Poeta argentina. Autora de varios libros de poesía: los vulnerables cipreses del otoño (2005), Nanas para Lucía (2006), Los pasos de la memoria (2007), Hilandera del viento (2008).

la ciudad es un vientre umbilical trazo inconcluso donde el hombre desatiende su olor de lobo en una siesta ausente de grillos y glicinas la noche olvido permanente copula la certeza la muerte se muere de fastidio y mi piel de aburrimiento descalza mi insomnio que lastimo

y el animal arquea su debilidad sabe que va a morir el miedo acorrala su instinto pálido gesto inmóvil su hermosura cuida su dignidad de especie resta en la espera un silencio inseguro clava la presa el aire insomne sabe que va a morir y entra en la noche

caen los lugares como trajes gastados los ojos desatan los recuerdos y se guarda la infancia en un bolsillo de estupor se doblan los pliegues de una lágrima y el miedo se acurruca en rincones se pueblan de dudas los estantes y la mesa familiar despierta la mañana


Gritos etéreos - Poesía / 21

Eduardo Borjas Benites.

(Lima, 1984). Estudió Lengua y Literatura en la UNFV. Dirige el sello Vagón Azul Editores. Poemas suyos aparecen en revistas y blogs de amigos. Ha realizado consultorías en producción de textos para la Biblioteca Nacional del Perú.

PERSEVERANCIA DE LA FLOR sobre el papel (que es el vacío) se desenvuelve la palabra (que es el vértigo) de la palabra jamás germina el poema (que es La Flor) : la flor crece extraña a todo razonamiento

COLLAPSE Allá entre los cables enredados que le crecen a los postes clavados en el suelo Allá en el tremor tímido de las luces yo escribo por amor este poema en los parachoques para que la muerte duela menos


Gritos etéreos - Poesía / 22

Christian Urrutia López. (Perú-1984) Docente, escritor y poeta egresado de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle “La Cantuta”. Sus poemas han sido publicados en la primera edición de la revista EJE DEL CAOS, en la plaqueta “Ritual”, en la revista “Revolcándonos”, en el poemario en audio “Voz efímera II” y en diferentes paginas en internet. Es integrante del grupo literario EJE DEL CAOS, dirige el blog http:// christianul.blogspot.com/. Pronto sacará a la luz su libro de cuentos infantiles y el poemario “ESCRITO AL VACIO”.

OTOÑO

Llegaste por que la tierra giro y tuviste que llegar Sin poder detener esa realidad turbia que escarba momentos enterrados en las entrañas de la tierra inerte de mi cuerpo. llegaste con tus días tristes en la espalda encorvada, con tus manos negándose a las caricias de los rostros sedientos maltratados por la indiferencias de los transeúntes. Llegaste con tu silencio dominando las risas extraviadas de una ciudad caótica que se desangra por las noches en medio de la locura de bocinas viejas y de gritos de madres desesperadas buscando a sus hijos en los antros limeños. Llegaste trayendo tu nostalgia en medio del poncho color cielo, tus hojas secas, picoteadas por aves de rapiñas que se volvieron vegetarianos por que la carne es cara, hojas carcomidas por el tiempo que no tiene prisa por destruir cada parte de nuestros huesos. Llegaste trayendo todos los momentos que entregue a un avioncito de papel para que vague por los vientos extraños sin poder ver donde acabarían. Llegaste trayendo los recuerdos que el verano me hizo olvidar


Gritos etéreos - Poesía / 23

AL FINAL DEL CAMINO Mis ojos vieron Los que mis pasos les dictaban. Mis noches nunca fueron silenciosas Siempre tuve a un gato en el techo Y un coro de grillos que cantaban a la vida. Nunca cerré los ojos con la esperanza De encontrar algo al día siguiente. La vida es una limosna de algún ser superior, A veces nos toca reír Y a veces nos toca llorar Pero seguimos siendo aves de paso Que buscamos comer de alguna mano estirada O ganarnos las caricias de una Ada. Nunca veremos el final del camino Y nunca contaremos el final de nuestros días, Eso es un encargo Para los que nos verán partir.

SILENCIOSA Una choza vieja sostenida por huesos descalcificados, Un techo sucio de cabellos horquillados Una ventana de maderas mordidas por los nervios, Unos brazos raquíticos sosteniendo la quijada de un cuerpo, Del cuerpo que renuncio al movimiento y Se aferro al recuerdo vano y a la estúpida idea de mirar pasar los días desde el aposento Donde solía estar el atalaya que nunca existió. En la mente tormentas destructivas que devoran las sienes Con los recuerdos que brotan como la lava ardiente de los ojos hinchados, Desvelados por negarse al sueño que no es otra cosa que mentir a la realidad A esa realidad esclava del tiempo que no borra nada, que no ayuda en nada, Que solo muestra la condición de mujer golpeada, Amordazada por el miedo que no le deja decir palabras, Que solo le da el silencio en el que ha de reposar su mente, Su llanto, su cuerpo, para que su silencio sea el todo Y ella sea nada.


Gritos etéreos - Poesía / 24

Tito Manfred. (San Marcos de Arica, 1983), poeta chileno. Licenciado en Lenguaje y Comunicación por la Universidad de Tarapacá. Ha publicado el libro La Danse Macabre (Cinosargo Ediciones, 2010) y la plaquette Musarañas (Cinosargo Ediciones, 2010). Textos suyos han aparecido en revistas electrónicas de Chile y el extranjero, tales como Letras.s5, Cinosargo, Groenlandia y Mondo Kronhela, por mencionar algunas. Fue incluido en la antología de jóvenes poetas chilenos Un poema siempre será nada más que un poema (Revista Groenlandia, 2010). Ha participado en recitales y encuentros de poesía en distintas ciudades de Chile y Perú. Dirige La Liga de la Justicia Ediciones. Actualmente, se encuentra trabajando en sus próximos libros, los poemarios Fría Ciudad en Llamas y Dulce Paria. Cuando yo aún no era el mejor poeta de mi generación cuando yo aún no era el mejor poeta de mi generación de puro soberbio dije que lo era me gané el odio gratuito de cuanto conchesumadre se cruzó por mi camino al estrellato se me habían negado todos los premios pero aun así me vestía de ángel exterminador descargaba mi rifle contra el rebaño poético y me autoproclamaba padre de la poesía de mi fría ciudad en llamas hasta que un día tropecé contigo en una callecita imaginaria y tu luz me hizo sentir tan pequeño que no supe dónde ocultar mi negra constelación de mesías apocalíptico aquella vez no me atreví ni siquiera a mirarte pero adiviné en tu cabello un enjambre de lágrimas en technicolor ocurrió lo mismo en los días sucesivos como si se tratase de un ritual de summer loser boy pero era otoño porque siempre es otoño desde entonces llevo el conteo de los días en que hago de mi cuerpo un yacimiento de palabras que jamás habré de pronunciar porque el miedo es animal de rapiña en mi boca muerta


Gritos etéreos - Poesía / 25

anoche nos soñé a bordo de un avión japonés nos estrellábamos contra la mitad del mundo y nuestras esquirlas dinamitaban el resto desperté tan asustado que hoy no me atreví a despegarme de la cama cuando mañana salga a tomar la micro y en el paradero no te halle a ti sino a la niña de mi anterior poema se me romperá un poquito más la vida pero al menos podré correr a mi casa a escribir mi silencio de cabro chico muerto de miedo De Fría ciudad en llamas

Dónde está Karina Paredes Karina jugaba a corchetearse los párpados decía estar harta de verse reflejada tan fielmente en el charco de orina que le servía de espejo en la ruta cuando sin ni uno regresaba a pie de la universidad Karina jugaba a abrirse los ojos con una gillette decía no haber visto nunca el nacimiento de una flor que por eso no le quedaba más remedio que hacer florecer claveles negros en sus ojos Karina jugaba a hacerse cortes en las piernas decía que le era necesario trazar surcos en la carne como recordatorio de los sueños que modelaba con plasticina azul imaginario mientras dormía Karina jugaba a arrancarse las uñas con un alicate decía si algún día amaneciera enterrada viva preferiría no tener con qué rasguñar en las piedras la canción que nunca nadie me escribió a veces creo verla de sonámbula por la calle arrastrando su corazón pegado a la suela del zapato la sigo por infinitas cuadras sabiendo que no es ella pero con la certeza de haber podido quererla tanto De Fría ciudad en llamas


Gritos etéreos - Poesía / 26

José Lissidini Sánchez.

Nacido el 17 de abril de 1961 en Montevideo, Rep. Oriental del Uruguay. Escritor. Periodista (Prensa radial, escrita y televisiva). Profesional Universitario en el área del Derecho. En el ámbito literario ha obtenido premios desde 1985 tanto a nivel Nacional como Internacional.

MELANCOLÍA

Domingo de letras endémicas. Sin alimento para el alma maltratada. Tu vacío eclipsa el abrazo sumiso y avergonzado. Danzas efímero frente al espejo que se rompe, sin modelar cuerpos. Te presentas cual soneto imprudente o truhán habano en mano, indolente y peligroso, en un mutismo intoxicado de suficiencia. Domingo que rocías mi pecho de garúa, cual pretexto barato. Desde esta mañana, evades mi mirar que busca un atisbo de tu primavera, desde el ventanal. Pero no hay gritos. Tan solo el silencio gélido, yerma la garganta de tu voz. Domingo en soledad. Odioso perfil ciego, retraído y malhumorado. Mis labios pronuncian un nombre que ya no existe, mientras se ha rendido la musa sin madurar la rima.


Gritos etéreos - Poesía / 27

Mariángeles Minnucci.

Nacida en Mar del Plata en 1988. Estudiante de la licenciatura en letras en la universidad nacional de la misma ciudad, escritora, poeta, profesora. No era tan terrible vomitar conejitos una vez Estábamos solos, y de eso se trataba querernos. La dialéctica de nuestra vida se parecía a un soliloquio sordo. Podíamos mirar cómo se movían nuestras piernas en la música de nuestros nervios, porque eso éramos, un imán, que se atraía y cuando se despegaba volvía a sí mismo. Nunca supe si yo fui el imán o lo que atraía al imán. En realidad, dudo saber si existen los imanes o son todas ilusiones corporales que necesitan la unión. Afuera de mi ventana hay una noche, pero yo no la puedo sentir. es más fuerte el olor de la lluvia y de los pájaros que pueden cantar aunque mojados. Recién estaba pensando en vos, y eso me dolió; me dolió como cuando el otro día te vomité los conejos. Qué lástima que todos mis conejos hayan tenido tu nombre. La jaula quedó vacía.

mezcla desencuentro este ámbito que se hace cenizas sobre mí. y que la tristeza hace a la espera aún más lenta. podemos vivir con la nostalgia de un para siempre que recorra venas huesos pulmones mamas ojos y pestaña y que todo lo que sobra sea motivo para no volver al lugar donde no fuiste feliz. ¿de qué te sirve mirar atrás si ni siquiera podías ver?


Gritos etéreos - Poesía / 28

Augusto Anibal Toledo.

Tacna, 1981. Bach. Literatura y Lingüística en la UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN AGUSTÍN DE AREQUIPA, Coeditor de la revista Literaria Rajarampumpanta; en el 2008 obtuvo el Premio Basadre de poesía con un trabajo titulado EXTRAMUROS, y en el 2009, el Premio Casa Zela en creación poética con un pequeño cuaderno titulado OH EMBARCADO; no vive de la enseñanza, radica en Tacna. La mayoría de sus trabajos de poesía son inéditos.

6*

Podría necesitar Caminando abismo abajo (sonriente) [exiguo recuerdo] Para inmortalizar tú nombre con ramas De tu corazón en el fuego Tomar agua, expulsando el viento Contra el viento (aún furibundo) Insisto en creer Que una mentira no se consume con negarla Y cada vez más rápido Sus espasmos y la llama Inhalo hondo recodos insanos Sintiendo la saciedad de posiblemente purificado [vereda… polvo… soledad] Todo está solo Y completamente ligero Derrotar la impúdica manera de vivir Contemplando ínfimo Como sucumbo a cada paso Por su propio peso No (a veces) respirando Podría necesitar que me enseñes Tu manera de suspirar por nada Esperando en una banca Sería, El poniente y mi éxtasis Fingir que ha sido hermoso este día Antes de comenzar otro predicado


Obituarios del silencio (Narrativa)


Obituarios del silencio - Narrativa / 30

Gabriel Rimachi Sialer. (Perú, 1974) Es autor de los libros de cuentos "Despertares nocturnos" (2000), "Canto en el infierno" (2001), "Orquídeas marchitas" (2003) y "El color del camaleón" (2005). Como editor ha preparado las antologías "Nacimos para perder" (2007), "17 fantásticos cuentos peruanos Vol. 1" (2008); "17 fantásticos cuentos peruanos Vol. 2" (2011); "La sangrienta noche del cuervo" (2011, Colección Sobrenatural de promoción lectora nacional, diario Correo). Ha formado parte de antologías como "Abofeteando un cadáver" (2008), "Asamblea portátil / Muestrario de narradores iberoamericanos" (2009), "El bosque imaginario" Antología binacional de cuento Perú-Ecuador (2010); y "La última cena" (2011).

Al borde del amanecer A Mariella Toranzos

Le dijeron que no podía ser mi novia, que éramos muy chicos y que mi sangre era mala. Le dijeron también algo que no entendí: que yo llevaba sobre mis espaldas una carga eterna, que ser hijo de policía no era, definitivamente, nada bueno. Mariella lloraba por las noches desde que dejamos de vernos. Su padre se encargó de alejarnos definitivamente; me cogió de los pelos y me dijo: no quiero verte nunca más cerca de mi hija, tú no puedes ser bueno, carajo, no puedes. Intenté defenderme agitando los brazos pero él era más fuerte, hasta que todo quedó en silencio. Mariella y yo teníamos muchos sueños: ella quería ser enfermera y yo soñaba con una tienda enorme, como la que tiene su padre en la esquina de Centenario, pero más grande aún, la tienda más grande de Huamanga. Ahora eso es imposible. Todo es extraño y vacío, ella llora todas las noches desde que regresó de Lima y yo la pienso a cada instante. He intentado enviarle algunas cartas, ver la forma de comunicarme con ella, pedirle que se escape conmigo, que nos vayamos a Arequipa a la casa del Arthur, él nos recibiría gustoso un tiempo, hasta que me dieran mi primer pago por trabajar en la chacra de mandarinas de su padre y poder mudarnos juntos a un cuartito, pero todos mis intentos han sido en vano. La noche en que su padre me llevó de los pelos por la quebrada de Perico Huaycco la enviaron a Lima, a casa de su tía. Aquella noche ella gritaba que por favor no me hiciera nada, que yo era bueno, que me quería mucho. Pero su papá gritaba más fuerte que yo era hijo de policía, que su hermano –que en paz descanse –se volvería a morir si viera que ella estaba saliendo conmigo. Mi


Obituarios del silencio - Narrativa / 31 padre nunca me contó nada de eso, y mi madre –que en paz descanse –se fue antes que yo pudiera empezar a extrañarla. Crecer así no es fácil. En el colegio me insultaban mucho y me molestaban a cada rato. Durante el recreo me iba al fondo del patio a leer un libro de cuentos que me gustaba mucho, “Las mil y una noches” se llamaba. Sólo así podía olvidarme de tanto problema y evitar que los demás chicos me insultaran. Todo empezó cuando mi papá salió en una foto en los periódicos, pero no alcancé a saber exactamente de qué se trataba porque él me prohibió leerlos. Mi papá no es una persona fácil, últimamente llegaba tarde y apestando a alcohol, gritando lisuras sin sentido para luego encerrarse en su cuarto murmurando que sólo recibía órdenes pero tampoco sé de quién. No sé quién podría darle órdenes a mi padre. Entonces, luego de que apagara su lámpara, lo oía llorar y decir el nombre de mi mamá, que dónde estaba ahora, que por qué no se lo llevaba con ella. A esas horas el viento es un susurro y hace mucho frío. Las calles están oscuras y algunas veces hasta los perros dejan de ladrar. Ayacucho significa “rincón de los muertos”, tal vez sea verdad y hasta el perro bravo que duerme en el kiosco de los periódicos tenga miedo y se obligue a dormir para no ver nada de lo que dicen sucede en la plaza. La profesora Antonia nos contó una vez, hace mucho tiempo, que por las noches salen las almas a pasear para recordar tiempos mejores. No entiendo cómo en medio de esa oscuridad y ese frío se podría recordar algún tiempo mejor, le pregunté una vez a Mariella. Ella me explicó que las almas buscaban algún recuerdo perdido en aquella plaza, y creo –ahora que pienso tanto en todos los momentos que pasamos juntos –que en ese instante me enamoré de ella. Usaba anteojos y tenía su cabello muy negro y bonito, sonreía mucho y le gustaba que le leyera en voz alta. Eso fue cuando nos conocimos hace tres años durante el recreo. Fue la única que me defendió cuando todos empezaron a insultarme y a insultar a mi padre. Luego me fueron aislando de todas las actividades del colegio. Mis notas bajaron terriblemente y con ellas aumentaron las palizas en casa. La profesora Antonia intentaba conversar conmigo pero desarrollé un temor muy grande hacia todo. A veces creo que fui muy cobarde. Sólo Mariella me dio su hombro para apoyar mi cabeza y conversar, contarle de mis sueños y así poco a poco la empecé a querer cada día más. A veces lloraba mucho y ella sólo acariciaba mis cabellos, que son negros como los de ella pero no tan lindos. Me decía que cuando fuéramos más grandes podríamos irnos a algún lugar muy lejos de todo y que seríamos felices. Pero su padre se enteró que salíamos casi todas las tardes de la secundaria a caminar por el cerro Akuchimay, y fue ahí cuando le pegó en la cara y la amenazó con enviarla a Lima si me seguía viendo. Luego las cosas se pusieron más terribles y un día me envió una carta con Sofía, donde me decía que se iba a la capital, que la enviaban a un colegio de monjas y que viviría en casa de su tía. Aquella tarde, con cada una de sus palabras sobre aquel papel que poco a poco iba arrugando entre mis puños, se me ocurrió la idea de escaparnos de una vez. Sofía se asustó al verme así: mudo, con los puños apretando su carta y las mejillas bañadas en lágrimas.


Obituarios del silencio - Narrativa / 32 Fue la peor idea que se me pudo ocurrir. Llegué al atardecer, cuando las sombras desaparecían hasta sumir el campo en una oscuridad invasiva. En la mochila tenía lo necesario para el viaje, poca ropa y algo que tomé de la alacena. Mariella se sorprendió cuando me vio haciéndole señas con la linterna, salió a mi encuentro y me abrazó muy fuerte, estaba llorando y tenía un ojo morado. Me dio mucha pena verla así, tan demacrada y desprotegida, le juré que si escapábamos todo saldría bien, que nunca más nadie le pegaría, que estaría siempre ahí para defenderla. Entonces me besó, suavemente, el beso más tierno y dulce de mi vida. Acaricié sus cabellos, besé sus labios y sus pómulos, sentí la fragancia de su piel tan cerca… ahhh, Mariella, siempre fuiste mi amor. Me dijo que sí, que nos iríamos bien lejos, que me quería con todo su corazón, que lo que había hecho mi padre no tenía nada que ver conmigo, y fue entonces cuando el suyo apareció tras los arbustos y la golpeó en la cara. Yo salí a defenderla y empecé a golpearlo con rabia, pero él era más grande y de un puñete en el estómago me redujo al instante. Luego sus peones se llevaron a Mariella, que gritaba que no me hiciera nada, que ella me quería. Tu padre mató a mi hermano, me dijo entonces mientras yo me retorcía intentando recuperar el aliento. Sentía que la barriga me ardía y que mis pulmones estaban completamente vacíos, me desesperé. ¡Tu viejo, ese perro policía, traidor del pueblo y del partido, mató a mi hermano! Ahora arreglaremos cuentas… Después recuerdo poco. Dolor intenso, mis costillas quebrándose y el frío helado del final de la noche cuando empezaba a amanecer. Grité el nombre de Mariella varias veces, pero no me escuchó, seguro ya estaba rumbo a Lima. Con el tiempo me acostumbré un poco a su ausencia, pero desde que regresó, mi corazón no hace más que guiarme hacia su casa. La he rondado desde hace varias noches sin que nadie se percate de mi presencia. Reconozco que no he sido cuidadoso, algunas veces he tropezado con los tachos de basura, pero nadie ha salido a ver de dónde procedía el barullo, o tal vez sí y no me he percatado de ello. Es difícil hacerlo en estas condiciones, estar muerto no es cosa de todos los días.


Obituarios del silencio - Narrativa / 33

Juan Cristóbal. Lima, 1941. Estudió Literatura, en la Universidad Mayor de San Marcos. Trabajó en varios diarios de la capital. Fue profesor de periodismo en la Universidad San Martín de Porres, de Literatura en la Universidad Cristiana María Inmaculada y La Cantuta. Diirigió el Taller de Poesía en el Instituto “José Carlos Mariátegui”. Ganó el Premio Nacional de Poesía en 1971. Los Juegos Florales de San Marcos en 1973. El Premio COPE (3er. puesto) en 1998. Y otros premios más.

UNA SITUACION INCOMODA

Me senté con ella en el parque. Eran las tres de la tarde de un frío invierno. No había nadie en los alrededores. Las casas estaban cerradas. Parecía que nadie vivía en ese lugar. Incluso las palomas, que siempre revoloteaban en los árboles, daban la impresión de haberse fugado o haberse vuelto invisibles para siempre. Ella era más joven que yo, mucho más joven. Conversamos un momento de cosas intrascendentes. Cuando Intenté besarla. No aceptó. Me habló de un pariente que vivía cerca del lugar y podía llegar y verla en esa situación incómoda. Pensé yo, al lado de un viejo. Le dije que no se preocupara, que podía hacerle entender, si algo preguntara su pariente, el amor inmenso que sentía por ella y la seriedad de mi compromiso. Me pareció verla sonreír o dibujársele una pequeña sonrisa en la comisura de los labios cuando pronuncié esto último. Pero no le di importancia, no quise darle importancia. Intenté besarla de nuevo. Me volvió a rechazar. Me dijo, “ya te he dicho, pueden vernos”. Y comenzó a llorar. “No me comprendes”, arguyó, “sólo piensas en ti, en satisfacer tus deseos”. Eso no era cierto, yo la quería de verdad, pero para no incomodarla me aparté. Separé mis manos de sus hombros, fumé un cigarrillo, a pesar que hace años había dejado de hacerlo. Comencé a recordar cosas que me habían sucedido en esos días, algunas bastante extrañas. Me tenía intrigado, por ejemplo, una llamada que había recibido y que desde su anonimato me decía, “no es un ángel”. No le di importancia, puse en blanco mi pensamiento. Le volví a hablar de cosas que siempre le interesaban: la enfermedad de su madre, la salud de sus perros, pero tampoco me hizo caso. Entonces comencé a hablarle cosas sin sentido. Como sentí que nada le llamaba la atención, intenté cogerle las manos: no se dejó. No reparé en ese momento que tal vez mi avanzada edad fuera el muro de contención de sus sentimientos. De pronto me pareció ver que alguien venía a


Obituarios del silencio - Narrativa / 34 paso raudo hacia nosotros, en intención de enfrentarnos. Pensé, es su pariente. Por lo que fui a su encuentro, tratando de evitar que se acercara, que nos hablara o nos dijera algo que la mortificara. Me hice el sorprendido cuando lo crucé. Le dije algunas palabras inconexas. No me entendió lo que decía. Yo no sabía quién era, ni siquiera le pregunté por su nombre. No pude verle la cara, tenía un sombrero que le cubría gran parte del rostro. Quise seguir hablándole. Pero cuando me di cuenta, ya no estaba. Se había esfumado como la niebla que caía en el parque. Entonces volví donde ella y la encontré llorando. Me dijo, “aparte de todo eres malo, me abandonas”. No entendí nada. Le pedí una explicación. No me la dio. Le dije, “vámonos”. Se levantó, se secó las últimas lágrimas que le quedaban. Intentó decirme algo, pero no pudo: el susurro se le quedó entre los labios. Caminamos un trecho. Trato de cogerme la mano, pero yo lo evité. Hice un gesto como si buscara algo en mis bolsillos.


Obituarios del silencio - Narrativa / 35

Eva Velásquez Lecca. (Chimbote 1968), Licenciada en educación

por la Universidad Nacional del Santa. Integró el grupo literario “Creación” en Chimbote. Ganadora del Premio Nacional de Educación: “Horacio 2004” en poesía con la obra: “Oleaje de Mujer”. Ha publicado los poemarios: “Oleaje de Mujer” (enero, 2005) y “La Flor de la Gata” (marzo, 2010). Muy pronto publicará su primer libro de cuentos infantiles. Trabaja en la ciudad de Lima desde el año 2002 en la I.E.: “José Faustino Sánchez Carrión”. Estudia una Maestría en Docencia Universitaria en la UNMSM.

LAS BOTAS CON CORBATA MICHI

Cierto día, Leoncio encontró en el ropero del abuelo, unas botas con corbata michi, talla cuarentaidós, color azul con incrustaciones de cobre. - Vaya qué es bonita – exclamó en voz alta. Las sacó, las limpió y se las puso. Luego, muy feliz fue a pasear por la ciudad. La gente lo quedaba mirando por la extraña forma de aquellas botas, pero él, se sentía orgulloso de tenerlas. Ingresó a la heladería y pidió un helado de lúcuma y chocolate, pero cuando estaba por cancelar; las botas empezaron a moverse y a hacerle cosquillas, se rió tanto que el helado le cayó justo dentro de la bota. - ¡Huy! , qué fresquecito se siente - escuchó. Volteó a mirar y no había persona alguna. Pagó el helado y caminó despacito por la acera. -Quizás alguien pasó muy rápido y no me di cuenta, expresó algo confundido. Al pasar por la fuente de soda: “Limón y Azúcar”, se le antojó una cremolada, era verano, febrero y estaban a 30ºC. Le sirvieron la más grande con frutas y miel de coco, pero justo cuando ya iba a tomársela; las botas empezaron a hacerle cosquillas, y otra vez, la bebida cayó justo sobre sus botas. - Delicioso - la voz picarona y ronquita exclamó. Leoncio se tocó la nariz intrigado y se quedó pensativo. Al llegar a casa, era ya de noche, la abuela lo estaba esperando con la rica merienda. Leoncio empezó a comer, muy rápidamente se terminó los tallarines. Luego, la abuela le sirvió refresco de gelatina universal, pues hacía un calor tremendo como en las minas del norte del país. Cuando empezaba a beber, otra vez, las botas con corbata michi, le rascaron la plantilla del pie, empezó a reír como un loquito y ¡zas!, el refresco se cayó sobre las botas. - Exquisito - expresó la voz picarona - ahora sí, nos iremos a dormir. Y enseguida, las botas salieron de los pies del joven, envueltos en una gran corbata michi. La abuela y Leoncio se quedaron asombrados por lo extraño de lo


Obituarios del silencio - Narrativa / 36 sucedido. El niño le contó a la abuela que había encontrado las botas en el ropero del abuelo Faustino, fallecido hace muchos años, en las minas de oro y cobre, allá en su tierra natal: Pataz. La abuela, preocupada, recordó las palabras del amado: “Encontré unas botas muy bonitas, azules y con pedacitos de cobre en ellas, dicen que son mágicas y que ayudan a encontrar la veta de oro en las minas”. A la mañana siguiente, fue con su nieto a buscar en el ropero que había pertenecido al abuelo y allí estaban, muy tranquilas y nuevas se veían. Se acercaron y la voz picarona exclamó: - ¿Cuál de ustedes nos dará agüita?, aquí en la mina, tenemos mucha sed. El nieto y la abuela callaron, no supieron que contestar. - Apúrense, nos morimos de sed - exclamaron - estos patrones son unos abusivos, al Faustino, lo tratan muy mal, ni casco tiene y aquí hay muchos derrumbes, pues mucha dinamita usan, no les importa la vida, sólo el metal que pare la tierra liberteña. Asustado, Leoncio corrió a traer limonada y ¡zas!, la derramó sobre las botas. – Qué rico, por fin mi lengua se moja un poquito - expresó la misma voz ronquita. La abuela conmovida por su relato les preguntó: - ¿Cómo llegaron a mi casa? - Muy fácil - respondieron - Faustino siempre habla de una gran ciudad con playas muy bellas, llenitas de pececitos que dan trabajo a quien lo desee , Chimbote es su nombre: “Allí viajaré con mis ilusiones, allí buscaré un mejor trabajo, allí criaré a mis hijos y nietos”, les dice a todos sus compañeros. Alberta, sollozó al recordar los planes que tenía su gran amor, si no hubiera muerto tan joven, hoy estaría a su lado observando las playas de arena que tiene Chimbote, sería feliz con toda la familia que siempre adoró. - No te pongas triste - las botas le dijeron - es un gran hombre, luchador y fiel como ninguno, por eso, Dios lo quiere a su lado, seguro buscarán marfil y esmeraldas para adornar mejor el cielo. Sabes, dicen que Dios también es minero. La abuela, prometió llevarles refresco de gelatina universal todos los días, era su preferido. - Gracias, aquí estaremos, a la hora del refrigerio en la mina, vendremos a conversar con ustedes y conocer un poquito más sobre Chimbote, queremos saber más de él, quizás nos mudemos definitivamente a vivir aquí. - Leoncio, ¿tú nos enseñarías: “La Ciudad de todas las Sangres”? , nos gustaría salir en las noches, a bailar y beber algo, y en el día caminar por el borde de la playa, tranquilas, livianas, felices, tomando un rico chilcano que preparan muy cerca al muelle, con pescaditos recién salidos del mar. - Así será, cuenten conmigo - expreso el joven, entusiasmado por lo mágico de la hora no registrada. Y así, “Las Botas con Corbata Michi” llegaron a vivir a la misteriosa ciudad de Chimbote, tuvieron muchos, muchos amigos, compraron un bote y aprendieron a pescar.


Obituarios del silencio - Narrativa / 37

Harol Gastelú Palomino.

Huancavelica (Perú), 1968. Profesor de arte y literatura por Universidad La Cantuta. Ha publicado el libro de cuentos “Historias urbanas” (Derrama Magisterial, 2005). Sus textos han recibido los siguientes galardones: Premio Nacional de Educación Horacio 2004 en cuento, finalista en novela en el Premio Nacional de Educación Horacio 2005, Premio Cuentos Ciudad de Trujillo 2007, mención especial en novela en el Premio Nacional PUCP 2007.

UN DÍA DE SOL a Oriana

La vi llegar desde lo alto del torreón de vigilancia. Destacaba del resto de chicas por su porte estilizado y su rostro de ángel. El sol reverberaba en su castaña, lacia y larga cabellera. Fue una de las primeras en salir de los vestidores. Se había puesto un bikini celeste. Alrededor de la breve cintura tenía atado un pareo de múltiples colores. Tenía tatuada una rosa roja de espinudo tallo debajo del ombligo. Tendió su toalla sobre la perezosa, embadurnó su lozana piel con crema bloqueadora, se puso unos anteojos oscuros y unos audífonos y se echó de cara al sol. Sus pequeños senos parecían querer derribar al rey del verano. Los pétalos de la rosa se abrían y cerraban al compás de su respiración. Las chiquillas se pusieron a jugar a Miss Universo. –Ven, Ilse –la llamaron–. ¿A ver quién es la más linda? Se llamaba Ilse. Il-se. Ilse, Circe, cisne: un nombre musical. No hizo caso al llamado de sus amigas. Mientras las otras se metían a la piscina o conversaban debajo de las sombrillas, Ilse parecía estar en otro lugar. ¿Qué pensamientos ocuparían su mente? ¿Qué mundos visitaría con la imaginación? Parecía una bella durmiente. Una Julieta. ¡Despertarla con un beso! Ninguna novedad en la piscina. Era un día tranquilo. Ilse pareció despertar de su letargo solo para darse la vuelta y poder recibir las caricias del sol en esa espalda que parecía ser un vasto desierto dividido en dos por un río de celestes aguas. El Nilo cruzando el Sahara. Navegar en ella. Hasta que al fin sintió el llamado de la piscina. Se puso de pie, se despojó del pareo, se quitó los lentes y los audífonos y se arrojó al agua. Cruzó mares, se hundió en busca de perdidos tesoros y al fin emergió a la superficie en busca de aire. Parecía Venus naciendo. Volvió a la perezosa. Bebió un trago de su botella de agua Cielo. El sol lamió el rocío de su piel. La rosa había perdido color. Parecía tararear una canción. ¿A quién escucharía? ¿A Lady Gaga, a Justin


Obituarios del silencio - Narrativa / 38 Bieber? Sus amigas se habían olvidado de ella. Ilse parecía ser la última habitante de un planeta en extinción. Varios minutos después, volvió a ponerse de pie, se quitó los audífonos y anteojos y caminó hacia el trampolín. Subió. Un peldaño, otro peldaño y otro peldaño hasta casi tocar el cielo con las manos. Allá, en lo alto, parecía una estatua de bronce recién sacado de su molde. Extendió los brazos y se lanzó en picada como un arpón sobre el lomo de Moby Dick. Hizo unas cuantas piruetas en el aire antes de hundirse en la piscina. Buceó, nadó de un extremo a otro, chapoteó, flotó. Volvió a salir chorreando agua. La rosa se deshacía en su vientre. Se echó de nuevo sobre la perezosa de cara al sol. Allí estuvo hasta la hora en que el sol perdió vitalidad y la rosa se marchitó. Agarró su toalla, entró a los vestidores para cambiarse, salió y se marchó con sus amigas.


Obituarios del silencio - Narrativa / 39

Juan Pablo Gómez Guízar. (Jalisco, México, 1985). Licenciado en Letras Hispánicas por la Universidad de Guadalajara (2008). Es profesor de redacción y literatura en la Universidad del Valle de México. Ha publicado algunas minificciones en revistas impresas y electrónicas, y un ensayo sobre la obra del escritor Edmond Jabès en la revista Especulo de la Universidad Complutense de Madrid.

El grito A Gaby

El eco de su entrecortado grito contrastó por unos instantes con el apacible silencio de aquella noche; pero no había nadie, en aquel viejo casón, que lo pudiera haber escuchado. Sus tías habían salido por la tarde y no regresarían sino hasta el día siguiente; por lo que Rosa, la criada, como de costumbre se había escabullido con el novio. Ni siquiera Ana pudo escuchar su propio grito, ya que sus dos perfectamente bien formadas orejas, sólo eran un complemento de su fastuoso rostro, pues desde muy pequeña había perdido toda capacidad auditiva. Con su respiración descontrolada y su corazón aporreando violentamente contra su pecho, se incorporó lentamente sobre su cama. Una gota de sudor frió comenzó a recorrer su frente, sus párpados, su simétrica nariz, sus rojizos labios y su prolongado cuello, para por fin detenerse entre el camisón y su pezón izquierdo. Era el mismo sueño, el mismo, esa imagen que noche tras noche motivaba su ya habitual insomnio. Se dio cuenta que ya no le sería posible en esa noche, como en tantas otras, conciliar el sueño. Decide no seguir en cama, prefiere levantarse y leer un poco. Tomó el candelabro de tres velas que tenía sobre el buró y lo colocó en el tocador. Ahí, junto un estuche y un peine de plata, estaba un libro algo maltratado por el tiempo. Se trataba de un poemario que su madre había escrito tiempo antes de aquel devastador accidente vanamente, falsamente, ignorado. Imposible olvidar. Al abrir aquel libro toda la habitación se impregnó con el agradable olor del papel viejo. Ana lentamente fue perdiéndose entre las páginas y los versos de aquel libro que hicieron a un lado, aunque sólo fuera por un momento, todos sus temores. Poco a poco comenzó a soñar despierta, excitada por las palabras que comenzaron a rozar su ser. Comenzó a soñar con ese sentimiento que jamás había podido acariciar de cerca: el amor. No el amor del recuerdo de su madre o el amor que sentía hacía sus tías y ellas sentían hacía ella, aunque muy a su


Obituarios del silencio - Narrativa / 40 modo. Ana anhelaba el amor de un hombre. Amor puro y pasional. Porque el amor de un hombre y una mujer, imaginaba, intuía, así debía ser. Puro como la inocencia del primer beso, que Ana, en un suspiro, deseaba dar algún día; pasional como el deseo consumado de dos amantes entregados el uno al otro como si fuera la última vez. Por un momento un relámpago iluminó toda la habitación, seguido de una ráfaga de viento y agua que entraba por la ventana abierta. Ana tomó el chal colgado al borde del espejo y se lo echó sobre los hombros, se levantó y se dirigió a cerrar la ventana. Fue entonces que lo vio. Aquel palomo gris tenía una de sus alas lastimadas y había encontrado descanso al borde de la cornisa. Con un cuidado en demasía Ana lo cogió entre sus manos. Tomó un pedazo de trapo de uno de los cajones del tocador y comenzó a secar su plumaje. Entonces, Ana abrió una de las puertecillas del buró y sacó una cajita de madera donde guardaba algunas pomadas y vendas. En el fondo de aquella caja Ana encontró la foto de un hombre. Un fantasma. Aquella foto le perteneció a su madre y no estaba segura porque la había conservado hasta ese momento. No conocía su nombre, empero, el aspecto duro y sombrío de aquel hombre la intrigaba y atemorizaba, aun cuando su fantasma no le pertenecía. Quiere dejar de recordar. Aquellas imágenes son aún demasiado vivas para ella. Ni siquiera diez años han sido suficientes. Olvidar imposible. Las imágenes han comenzado a fluir y seguirán un curso hasta detenerse. Viene a ella aquella imagen de su madre derrotada, agotada, arrodillada en el estudio. Recuerda como su madre tomó aquel revólver. Esas imágenes, aún demasiado vivas, la desbordan. Ana no puede contenerse y comienza a llorar. Recuerda el fuerte estruendo del disparo seguido de un leve zumbido. El silencio no vino de inmediato, sino poco a poco. La señora enloqueció por el amante y se metió una bala en la cabeza: fueron las últimas palabras que escuchó. Silencio. Fuera, amanece el mundo. La noche se le ha ido recordando. Está muy cansada y quiere dormir un poco. Se recuesta en la cama abrazando a su nuevo amigo emplumado.


Obituarios del silencio - Narrativa / 41

Elvis Herrada.

(Surquillo, Lima, Perú) A mediados del 1996 escribe su primer poemario titulado: Charcutería Empoemada (homologando al ser humano) editado por Rentería Editores. Al año siguiente inicia su carrera de periodismo y dos años más tarde publicó algunos cuentos de su segundo libro: Antafasia, microcuentos de horror y ficción. Su tercera producción, El Imaginero, fue publicada en el 2009 gracias al Fondo Editorial de Cultura Peruana y presentada al público el 28 de junio en el centro cultural Cafae-se.

HISTORIA DE UN ANIMAL-NIÑO-CHICO

Un día un animal se convirtió en niño y éste en un chico que vomitaba flores por las mañanas, y saludaba a su mamá con buenas noches, y se alimentaba de lágrimas, y leía la suerte con las cartas que le enviaba su abuela desde el más allá. Un animal-niño-chico que veía la televisión con sus audífonos malogrados, pero escuchaba silente la garúa de la mañana cuando la ciudad se incendiaba con galaxias multicolores. Era un animal-niño-chico que no comía porque tenía ladrillos en la panza y que no rezaba porque su papá le cortó la lengua con la pluma de los patos que dormían en su jardín. Y que no quería dormir porque le daba sueño, y cuando soñaba se le aparecía su madre y le recordaba que sus zapatos tenían huecos rellenos de calabazas y mermelada de fresa, por eso cuando tenía que ir al colegio él se confundía y aparecía en el cielo, y las aves le preguntaban qué hacía volando si no tenía alas, y los aviones pasaban por su lado con su trenes de aterrizaje fuera, y las nubes le escupían garúa a sus ojos de melamine, pero como no tenía limpiaparabrisas se compró una franela para botar la caca de las palomas de su cara, pero esto no le servía de mucho porque su cara tenía acné y las heces más la grasa embellecían su rostro como si fuera piel de ganso. Por eso una vez un cazador le disparó pensando que era una vaca voladora y él cayó a la tierra de cara contra el suelo, y se amortiguó con villancicos de su madre, y ella de nuevo le gritaba que sus zapatos estaban con mermelada y él no sabía qué decir porque su papá le cortó la lengua, y como ya no había nada se durmió mirando el suelo de algodón y plumas que se convertían en una suave y espumosa convulsión. No despertará.


Obituarios del silencio - Narrativa / 42

Lynette Mabel Pérez.

Nació en Mayagüez, Puerto Rico, en el año 1976, pero se crió en el pueblo de Moca. Obtuvo su bachillerato en Educación Secundaria con una concentración en español de la Universidad y su Maestría en Artes del lenguaje, de la Universidad Interamericana de Puerto Rico y una sub -especialidad en Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico. Es profesora de español en el Columbia Centro Universitario. de Caguas Su primer poema, “Introspección”, ganó el tercer lugar en el certamen El árbol de la vida, de la Universidad de Puerto Rico, (2005). Sus poemas Exaltación y Partenaire fueron menciones en la Universidad Interamericana de Puerto Rico (2008) y el Festival Grito de Mujer (2011), respectivamente.

CRIMEN DE ODIO

A la memoria de mi profesor, L. G. S.

Cavo, el montoncito de tierra va creciendo, poco a poco (como la indignación en mis entrañas). Le dieron siete puñaladas, todas mortales, murió desangrado por las múltiples heridas. ¿Quién apuñala a un paciente de Parkinson? Estaba en el salón, esperando, cuando entró la Dra. Gracia y me dijo Sabes ayer asesinaron a tu profesor. Mira, lo dice en el periódico. Otra palada más, y luego otra, y otra. El libro pronto descansará junto al hombre que lo inspiró. Chica, puedes estudiar cómo se construye el sujeto homosexual en una novela. Es algo importante, necesario. Todavía recuerdo su famosa frase vallejiana el día que yo nací Dios estaba enfermo, a lo que añadía a continuación, grave. Le cortaron el pene, la policía lo encontró dentro del ano, una muerte dolorosa, humillante, triste final para un hombre que no le hizo daño a nadie. No saben quien lo asesinó. Seguramente no les interesa saber. Cavo profundamente, hasta llegar a la raíz de mis decepciones. Un aleteo suena a lo lejos, un ave se marcha. Me quedó sola con mis pensamientos. Dicen que fue un crimen de odio. Aprieto el bolígrafo, la tinta roja mancha toda mi libreta. Siempre me gustó el rojo, ese color tan lleno de vida. Ya no me parece tan vibrante. Hoy ensucia el suelo de mi isla.


Oráculos de arena (Ensayos y artículos)


Oráculos de arena - Ensayos y artículos / 44

Concisión y braverías de un prolegómeno de la minificción IM de David Lagmanovich (Argentina: 1927-2010) Ángel Acosta Blanco Facultad de Filosofía y Letras, UNAM

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n las presentes líneas, y mediante un corpus mínimo, es de mi interés señalar la contribución que Amado Nervo[1] hizo de las formas breves ficcionales como parte importante de su producción escrita, todo lo cual además de ser capítulo del espíritu refinado y preciosista del momento, coloca a dicho autor dentro de los prolegómenos representativos en Hispanoamérica de la minificción moderna; por otro lado también es demostrar cómo estas breverías aportan en mucho varios datos tanto del gusto temático del autor y del receptor, así como del tono humorístico constante y, en varios casos para la época, chocante hacia las figuras de los mexicanos de las clases medias y altas porfirianas. Así pues, nuestro escritor mexicano desarrolló, desde muy joven hasta el final de sus días, diversos géneros literarios, tales como la novela corta, cuento, crónica, ensayo y poesía; así como el cuento corto, microrrelato y microteatro. La mayor porción de su trabajo pasó por las “camas de Procusto”, es decir, los textos de Nervo estuvieron sujetos a la figura del medio de difusión periodística, con lo que no olvidemos que ésta era la manera masiva de comunicación por excelencia a finales del siglo XIX y a principios del XX, no sólo en las capitales del


Oráculos de arena - Ensayos y artículos / 45 modernismo (París, Ciudad de México, Buenos Aires), sino en el resto de Occidente; tampoco omitamos que este estado, que bien puede ser equivalente a nuestros sistemas mediáticos (blogs de internet), por sus reglas editoriales e innovaciones y usos tipográficos, constituía el paradigma estético-formal de presentación informática y sintética de mayor efecto de persuasión para acusar el mensaje, para leer la emisión escrita. La filiación de Amado Nervo en el arte de redactar literariamente comenzó desde su juventud, y aunque en sus primeras etapas, estando fuera de la capital mexicana -en Zamora, Michoacán y Mazatlán, Sinaloa- y aún en sus textos todavía lo perseguían las reminiscencias románticas, tuvo una actitud siempre profesional para con su oficio. No obstante son para mí las obras mejor logradas a partir de su afincamiento en la Ciudad de México. Digamos que si a Martí y a Nájera los consideramos germinadores y, a Darío, el padre, a Nervo y a Lugones les tocan cerrar la primera parte del ciclo modernista. La mayor concentración de su cuentística, incluyendo su crónica, fue en su desarrollo extensivo breve, ajustado al espacio de los medios de difusión impresos. El éxito de Nervo fue continental. Y ha sido tras su deceso, resguardado en la memoria colectiva y en el aprecio de lectores, críticos y estudiosos, por su poesía. Pero el talento de este mexicano se irrigó tanto en el verso, como en la prosa, ésta, ágil y fresca por su adaptación al uso de creaciones cortas, de léxico preciso para designar, de musicalidad, elegancia e internacionalismo. Nervo también adoptó el legado del nuevo género literario de Occidente, es decir nuestro poeta logró híbridos ficcionales interesantes: prosa poética o poemas en prosa. Tuvo además influencias de estrictos y prolíferos escritores: Anatole France, ‘Micros’ Ángel de Campo y Manuel Gutiérrez Nájera. Títulos como “Los esquifes”, “El obstáculo”, “El balcón interior”, “La mano y la luz”, “Mi bastón”,[2] “La lámpara y la estrella”, “Un crimen pasional”, “Polen e ideas”, “El engaño” y “Relligio”[3] son de los textos más breves. Esta concisión los ubica dentro del corpus de los prolegómenos de la minificción moderna, donde destacan cuentos cortos, con tono noticioso e irónico y un final epifánico. Disfrutemos de un ejemplo: Un crimen pasional El Agente del Ministerio Público estuvo muy feliz en su requisitoria. Manuel X era reo de un asesinato perpetrado con alevosía, premeditación y ventaja: había hundido tres veces su puñal en el pecho de una mujer inerme; tuvo tiempo de reflexionar… Su delito revestía caracteres de crueldad inaudita; caída la víctima en fuerza del primer golpe, el miserable hincó la rodilla en el vientre para consumar su obra… Resistió después como un loco a la autoridad, describiendo con su puñal ensangrentado siniestro círculo. Tuvo el Agente otros toques de aterrador colorido para el cuadro, y en vano fue que el defensor hablase de la insensatez de los celos, de la rabia del marido burlado…, en vano: los jurados estuvieron de acuerdo en su voto, y el juez, con voz temblorosa, “conforme al artículo… del código…”, “pena capital”. Cuando terminó la audiencia, el sacerdote de la ley acercóse al reo y le dijo: -Perdóname: ¡ha sido preciso!...


Oráculos de arena - Ensayos y artículos / 46 -Señor –respondió Manuel X…-, la amaba mucho; la saqué de la nada; la hice mi esposa y la rodeé de solicitudes… Un día, la sospecha clavó su diente envenenado en mi corazón… ¡Sufrí tanto, tanto!..., y aquella noche: ¡la noche fatal!, ella, confundida merced a un hábil interrogatorio, confesó su adulterio… Después, lejos de impetrar piedad, tuvo el cinismo suficiente para decirme: -¡Sí, lo amo! ¿Y qué? ¡A ti te desprecio! ¡Mátame: de otra suerte, no acabarás con mi pasión!-. Y la maté, señor, la maté y me ensañé en su cuerpo… ¿Qué hubiera usted hecho en mi lugar? El juez se estremeció: en aquel momento se detallaba en su imaginación, con nimios detalles, una historia horrible; ¡su historia! Recordaba a la mujer adorada, ¡su esposa!, que había huido del hogar dejándole dos hijos; su vergüenza, su silencio, hijo del rubor infinito; su vida de dolor y sacrificio… y, como epílogo cruel, su sonrisa enigmática ante el mundo, que lo señalaba con el dedo… Recordó todo esto… y, aproximando sus labios al oído del reo, murmuró con voz sorda: -¡Yo…, yo… habría hecho lo mismo… si pudiera matar! (México, junio de 1895)[4]

En este cuento, como se manifiesta también en otros, el final sorpresivo se atenúa un poco a causa de la moraleja, fusionada entre ejemplos de pulsiones humanas como revelación de una verdad interna o psíquica. Es claro que no participamos de un proceso circular moral sino, en todo caso, “lo que observamos es la reacción de un personaje o de una comunidad ante un momento de tensión súbita”[5]; en el caso de nuestras obras nervianas, de una visión irónica sobre los valores y las conductas de muchas familias porfirianas. Por otro lado, también es necesario no dejar de lado y llamar mucho la atención con respecto al gusto que Amado Nervo tuvo por el teatro. Así, por ejemplo, en sus múltiples crónicas, apuntó muy en concreto desde las puestas en escena de las carteleras de los principales teatros de la Ciudad de México, donde destacaban dramaturgos como Shakespeare, Echegaray, Zorrilla, Enrique Gaspar, Bretón de los Herreros, Tamayo y Baus, Víctor Hugo, Rojas, Tirso de Molina, Lope, Calderón, Lope de Ayala, Ohnet, Dumas, hasta las potencialidades de actrices y actores mexicanos o españoles. Anotaba incluso las deficiencias actorales o de obras. Aun más, Nervo también escribió sobre algunas puestas en escena operísticas. De dichas crónicas nos quedan extraordinarios documentos que describen, de forma directa o indirecta, las costumbres de algunos sectores sociales por el gusto que estos tenían por ir al teatro nocturno entre semana, o al vespertino en los domingos; esta actividad es parte de algunas otras muy significativas que hacían de la sociedad mexicana partícipe, pero lo es aun más porque es parte de la bohemia de los artistas e intelectuales de finales del siglo XIX, cuya actitud era, además de ser moderna, evocadora del estilo francés. Nervo además mostró la vena de dramaturgo. La edición de Aguilar agrupa bajo el genérico título –rasgo importante, pero muy disminuido para la mayoría de los críticos- “Teatro mínimo”, a 31 microtextos[6]. Todos ellos brevísimos. Aparecieron entre los meses de agosto, septiembre, octubre de 1898 y editados en diarios como El Imparcial y El Mundo. Por la publicación temporal determinada y precisa de estos microteatros en los periódicos, en mi


Oráculos de arena - Ensayos y artículos / 47 opinión, muestra un ejecutado y acabado proyecto en el arribo del género del drama en Nervo. Sin embargo, hasta la fecha, no se ha encontrado ningún microteatro que el escritor mexicano haya publicado en alguna otra época de su existencia como autor. En la Etapa Modernista, la mayoría de la poesía publicada era degustada por sus lectores mediante formato libro; producto de la tradicional visión de que el verso pertenecía a un arte mayor y, aun más, a un arte intimista. Así, por el contrario, la prosa se destinaba para las discusiones o debates públicos, lo que hacía que tanto la crónica, artículo y cuento corto, como la novela por entregas o capítulos, se debatieran en los espacios periodísticos; textos que conformaban órganos informativos y noticieros, los cuales correspondían a la exigente vida moderna. Recordemos que el periódico se constituyó como otra institución pública. Si tenemos en cuenta que en México el periódico o revista era el instrumento todavía de preferencia para la prosa y otros tipos de textos, entonces consideremos también al “Teatro mínimo” de Nervo, como una de las primeras publicaciones dramáticas que incursionan en la ficción breve que, por otra parte, poca atención le han prestado la crítica y las editoriales de difusión. En particular las obras reflejan conflictos humanos de la última década decimonónica de la Ciudad de México. Están cargadas de humor y se caracterizan por el uso de la ironía, la caricaturización, la contradicción y el asunto tratado de forma súbita, mediante breves diálogos. Dichas estrategias contribuyen, además, a hacer de estas piezas mínimas una ingente caracterización de personajes propios de la urbana modernidad. La tendencia dramática se inclina a la comedia realista y, en algunos casos, a la sátira y al teatro del absurdo, incluso, en otros, a la fábula. Habría que señalar, por otra parte cómo la concisión no hace que se demeriten las obras, pues éstas quedan con buen tino humorístico y con una prosa sencilla, lo cual ni raya en lo coloquial, ni en lo culto; pero sí con un aplome en el uso del entimema, es decir de aquello que se torna silencio o que no se dice; sin embargo es lo que adquiere mayor importancia, ya que ahí es donde está lo puesto en entredicho o en sí la crítica social, con lo cual queda para el lector, según su competencia cultural, su contribución no sólo de complicidad con el autor y personajes, sino además la magnitud de aquilatación moral. El “Teatro mínimo” de Nervo afronta gran variedad de asuntos, entre los que destacan, por ejemplo, los siguientes: el embuste periodístico, la falta o el empobrecido criterio editorialista, la mala administración, el fraude de los redactores, la saña entre publicaciones, la demagogia, equívoco y absurdo de políticas de reconocimiento a personajes ilustres de nuestro pasado mexicano, el supuesto laicismo ideológico de los liberales, la moda femenina, la ociosidad de la juventud, la pose intelectual, la ignorancia y la frivolidad y el gusto todavía por la literatura romántica de Bécquer y Jorge Isaac; en conjunto, lo enlistado le resulta a Nervo recalcitrante y criticable. Aún entre estos asuntos encontramos que nuestro autor, con cierta postura pedagógica moral, manifiesta casi explícitamente que es necesario y urgente enmendar las actitudes, tratos, gustos y pensamientos de las mujeres jóvenes, principalmente, de aquellas de las que predisponen tretas para atrapar galanes, otras, para hacerse de las modas, otras


Oráculos de arena - Ensayos y artículos / 48 más para fantasear sin ton ni son. El microteatro de Amado Nervo es un proyecto realizado principalmente para ser degustado mediante su lectura en los periódicos. Algunos pueden identificarse con cuadros de costumbres; otros, con viñetas; incluso algunos se vuelven relatos o minicuentos; pero todos en el orden del drama. Al experimentar o incursionar en el drama, Nervo ajusta indiscutiblemente la forma de su obra a la del medio de difusión de la misma. Como prueba y muestra, transcribo también una de esas 31 miniaturas de finales del siglo XIX, que el célebre escritor Amado Nervo realizó con esmero e ingeniosidad y de paso sirva para volver la mirada a nuestros literatos del pasado moderno: Inter bustos Pleno sol. Verja de la Biblioteca Nacional. Bustos (?) de Carpio, Pesado y Sigüenza y Góngora, Netzahualcóyotl y demás hombres ilustres expuestos a la admiración pública... y los chaparrones. PESADO.- Oye, Sigüencita, hijo, ¿a qué horas regará el jardinero? SIGÜENZA.- Qué pesado estás hoy, vete: tres veces has repetido la pregunta. PESADO.- A ver si se le escapa con dirección a mí un chorrito de agua. Este calor me mata... Tiene sus inconvenientes la gloria... ¿De qué me sirven los laureles, si no dan sombra...? CARPIO.- (Terciando en la conversación) “De qué me sirven los jacintos rojos, el lirio azul y el loto de la fuente...” SIGÜENZA.- Qué manía de recitar tienes, hijo... Pareces vate de Coyoacán. PESADO.- No es justo que Dante, Galileo, Descartes y otros, estén al amparo de las naves bibliotecarias en tanto que nosotros nos tostamos aquí... Cierto es que fueron grandes, pero nosotros somos criollitos del país. NETZAHUALCÓYOTL.- (Metiendo baza) Rabia, hermano, me alegro; así pagarás los cantares aztecas que me colgaste... PESADO.- Esa no fue culpa mía, Coyolito; a mí me los dieron como tuyos... Yo qué iba a saber... Si no hubieras escrito en azteca y sobre pasta de maguey... NETZAHUALCÓYOTL.- Ya estarás, vanidoso... Y todo porque te va a editar don Victoriano en papel de chupar... PESADO.- ¿Y por qué me lo echas en cara?... Yo no soy satanista para editarme a prorrata pecuniaria o intelectual como cualquier bozo cleptómano y delicuescente... NETZAHUALCÓYOTL.- Perdona mis durezas, hermano, es que tus cantares aztecas me revuelven el estómago. SIGÜENZA Y GÓNGORA.- Se callan o llamo a don José María... Ya quisieran muchos estar aquí como ustedes, perpetuados en piedra pómex... ¡facetos!... (El Jardinero, que llega, interrumpe el diálogo)[7]

Para concluir, sólo resta agregar que entre el modernismo y las vanguardias (segundo ciclo modernista) se pueden clasificar como precursores a aquellos que produjeron de alguna manera el género de la ficción breve, por ejemplo: en México: Nájera, Silva y Aceves, Tablada, Velarde, Torri y Novo; en Argentina: Ángel de Estrada, Macedonio Fernández y Leopoldo Lugones; en Venezuela: Sucre y Garmendia; en Nicaragua: Darío; en Guatemala: Gómez


Oráculos de arena - Ensayos y artículos / 49 Carrillo; en Perú: Vallejo; en Chile: Huidobro; incluso en España: a Jiménez, De la Serna y Lorca. De igual forma así ahora podemos reconocer que Nervo pertenece a esta camada de prolegómenos de la minificción en habla española, cuyas características formales y literarias se cumplen dentro del relato corto y moderno; pero aun también pertenece al catálogo de dramaturgos de su generación de la talla de Pedro Muñoz Seca y Federico García Lorca[8], quienes con algunos de sus textos mínimos subrayan una apuesta por las creaciones dramáticas breves, donde el humor, la ironía y la sátira no escapan en su excelente logro artístico, desde el monólogo hasta el diálogo fragmentado, se exponen fugaces conflictos de la vida o psique moderna de los encabalgados siglos XIX y XX. Notas: [1] E. Imbert Anderson. “Capítulo XI: 1895-1910 [Nacidos de 1870 a 1885]”, en Historia de la literatura hispanoamericana I. La colonia. Cien años de república, 2ª ed., México, FCE, 1970, (Colección Breviarios del FCE, núm. 89), pp. 397-486: Amado Nervo (México, 1870-1919) fue un prolífero cronista que colaboró en los principales diarios de su época. Dirigió la legendaria Revista Moderna. Autor de los poemarios: Perlas negras (1898); Poemas (1901); En voz baja (1909); Serenidad (1914); Elevación (1917); y de los póstumos La amada inmóvil y El arguero divino. Escribió relatos largos como El bachiller, El donador de almas y Pascual Aguilera. [2] Estos cinco textos son reconocidos respectivamente de la edición de M. Durán: Cuentos y crónicas de Amado Nervo, México, UNAM, 1971, (Col. Biblioteca del Estudiante Universitario, 95), pp. 10-11, 12-13, 59-60, 64-65, 72-73. Por las referencias consultadas para este artículo, de “El balcón interior”, me surge la duda de si tal obra fue escrita por Nervo, ya que por ejemplo en la edición de Manuel Duran (1971) aparece compilado, sin embargo no en la edición de prosa completa de Francisco González (1973). El microcuento es muy interesante, por eso también lo escogimos, pero es importante no perder de vista la comprobación de su registro como obra de Nervo. Por el momento aceptamos la autoría de dicho escritor decimonónico. [3] Estos otros cinco son reconocidos de la edición de Francisco González Güero: Obras completas (prosa), Madrid, Aguilar, 1973, t 1, pp. 102-103, 120-121, [4] Ídem. [5] Charles Baxter, “Introduction”, en Sudden Fiction International. 60 Short Short Stories, de Robert Shapard y James Thomas (eds), Norton, 1989, pp. 1725, (esp. P. 21): Citado por Lauro Zavala: La minificción bajo el microscopio, pp. 40-41. [6] En Obras completas (prosa), Madrid, Aguilar, 1973, t 1, pp. 708-732. Íbid., p. 709. [7] Cfr. María Jesús Orozco Vera: “Orígenes del microteatro español: la tradición como sustrato artístico de la vanguardia”. (En prensa)


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El surrealismo: La imaginación como vía para la liberación humana Verónica Cabanillas Samaniego Pontifica Universidad Católica del Perú Poeta y artista plástico.

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rente a la condición humana, frente a la realidad que nos condiciona a un plano material donde la idea de utilidad es la degradación del concepto de bien y se ha tornado como idea general de realidad, es decir, realidad es utilidad, las cosas valen o no por cuan utilitarias son. Frente a la vida muerta, el surrealismo es una especie de señal en el tiempo que nos permite (si lo entendemos y nos abrimos a él en ese estado de necesidad de cambio que nuestro espíritu reclama abrumado por el encierro que hemos construido) recuperar esa comunicación perdida con el cosmos, encontrar en palabras de Octavio Paz, “la verdadera vida” (1980: 29). Tal fue sin duda el fin del surrealismo, su mayor y más alta premisa. El surrealismo como actitud del espíritu humano y búsqueda de la realización concreta de un nuevo hombre, más allá de toda escuela literaria o plástica, se rehúso a ver el mundo como herramienta a sacar provecho en el plano material. Por el contrario, procuró ver con los ojos de la imaginación la realidad de los objetos, el mundo mismo. Al ver de este modo la vida, se rompe con el modo usual de conocimiento de las cosas, el objeto se subjetiviza. Ya no existe una razón, ni una ciencia para ver el mundo


Oráculos de arena - Ensayos y artículos / 51 ni sus entes desnudos de todo valor, la unión del objeto y sujeto se vuelve una verdad. Al lograr subjetivizar el objeto y el mundo, se rompen los límites entre el mundo externo e interno, el hombre se libera del yugo de la razón y de estar rodeado de un mundo cuyos objetos conceptualizados lo separan de el. Como extraños se miran y se desconocen. Invertir este hecho, subvertir la realidad como sucede en los sueños, vivir y construir un sueño paradisiaco en la tierra. Que lo que la imaginación más penetrante y mística, más poética nos permite ver, se traiga al mundo terrenal. Evidentemente el surrealismo fue la gran aventura del deseo insatisfecho, “[...] de establecer sobre la tierra aquel edén vagamente adivinado por videntes profetas soñadores mitólogos cuyo advenimiento habían tenido que trasferir (por necesidad) a otra esfera o a otro mundo”. (Westphalen, 2004: 584) Dice Octavio Paz: “Evidentemente se trata de los mismos ojos, solo que sirviendo a poderes distintos. Y así se inicia una vasta transformación de la realidad” (1980: 33). Es a esa transformación de la realidad, asumida con los ojos de la imaginación y del deseo, la que es vital entender y poner en práctica para lograr la liberación del ser humano. Esta debe darse frente a la condición humana, frente al “ganaras el pan con el sudor de tu frente”, dogma cristiano que somete al hombre y a la mujer a la esclavitud de la moral del trabajo y la cotidianidad alejada de lo maravilloso. Se asume una vida mecanizada y alejada de la posibilidad de maravillarnos con lo bello cotidiano, del significado esencial que las cosas esconden y que piden ser descubiertas, de la unión del ser con el cosmos, de un espíritu vital en busca de saciar su propia sed de ver la imagen que ha creado o creará de si mismo para lograr que el deseo prime y la imaginación sea un eterno trasgredir. Hoy no nos creamos a nuestra propia imagen, es decir a imagen de nuestro deseo, hoy el hombre es creado a imagen del deseo de poder de los jefes de esta monstruosa maquinaria y no advertimos que somos títeres, robots, una suerte de utensilios sirviendo a una moral en ruinas, moral utilizada trilladamente con fines de poder material. Ante esto Octavio Paz dice :”El surrealismo pone en tela de juicio a la realidad: pero la realidad también pone en tela de juicio a la libertad del hombre” (1980 : 39); es decir, es la realidad tal como es, la que no permite que el hombre sea capaz de trasformar el universo entero en imagen de su deseo y es el mismo hombre quien ha creado su propia ruindad, su propia incapacidad para trasformar el mundo, en tanto realidad (que condiciona la libertad) creada por el mismo. Por tanto, estamos frente a un dilema. Pienso, que lo único que podría salvar al hombre es despertar y sacudirse fuertemente de la condición que ha creado, destruir lo que lo ata, lo que lo agobia, lo que lo mantiene en este estado de enfermedad del espíritu. Poner en tela de juicio a la realidad, es poner en tela de juicio el encierro que nos hemos creado. Lo único viable frente a esto y que nos llevará a la libertad es el uso de la imaginación, por que como dice Octavio


Oráculos de arena - Ensayos y artículos / 52 Paz: “En su esencia, imaginar es ir más allá de sí mismo, proyectarse, continuo trascender. Ser que imagina porque desea, el hombre es el ser capaz de trasformar el universo entero en imagen de su deseo” (1980: 30). Todo está dicho, lo que queda es hacerlo. De este modo, los ojos modelarán la realidad a imagen de lo que se imagina y del deseo que impulsa imaginar. Y crear una realidad a la altura de nuestros deseos es hacerlo como el escultor esculpe una forma en bruto. Son los ojos con que miremos el mundo los que tienen que actuar como luceros en medio de la oscuridad, como guía, como búsqueda para trasformar poco a poco la realidad, modelarla a nuestro antojo, pero siempre con el fin de alcanzar la libertad integral del ser humano. Como máxima a alcanzar. Apropiarnos de nosotros mismos es la clave necesaria para dar los siguientes pasos: saber, quiénes somos realmente, no quiénes debemos ser para los otros, para el deber social (invención ficticia para el provecho de algunos). Es fundamental saber hasta qué punto soy yo el que actúa bajo mis propias leyes, dadas para mi propia libertad, otorgándome mis propios límites basados en mis propias necesidades y deseos y también en el respeto ajeno. Ser conciente hasta que punto sé lo que hago y para qué o quiénes lo hago. Cuando recobre mi ser, cuando recobre mi espíritu empezaré a actuar según mis deseos e imaginar un mundo a imagen de él: pero un mundo a imagen de nuestros deseos implica restablecer el lazo espiritual perdido o quebrado entre el ser (uno) y el cosmos. Implica percibir a la existencia como una unidad ante todas las dicotomías existentes. Ante todo esto Octavio Paz dice lo siguiente: Cierto, el hombre ha perdido la llave maestra del cosmos y de sí mismo; desgarrado en su interior, separado de la naturaleza, sometido al tormento del tiempo y del trabajo, esclavo de si mismo y de los otros, rey destronado, perdido en un laberinto que parece no tener salida, el hombre da vueltas alrededor de si mismo incansablemente. A veces, por un instante duramente arrebatado al tiempo, cesa la pesadilla. La poesía y el amor le revelan la existencia de ese alto lugar en donde, como dice el Segundo manifiesto: “la vida y la muerte, lo real y lo imaginario, lo pasado y lo futuro, lo comunicable y lo incomunicable, lo alto y lo bajo dejarían de ser percibidos contradictoriamente”. (1980: 43- 44)

El hombre se vuelve uno solo con el cosmos, la poesía toma el lugar que le corresponde, la vida deja de ser un eterno agonizar y se torna un gran abrazo a la inmensidad que se difumina con ella. Estamos, sin embargo, a pesar de lo explicado aquí, lejos de ello: el mundo no es poesía, la vida no está viva, el ser está perdido. Este escrito es nada más que producto de una cierta lucidez que cultivo frente y en la realidad de la época en que nací, es cierta honestidad, cierto clamor.


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Sufrimos,- sabiendo todo ello y la mayoría sin saberlo-, la división, el cortante punzón sobre nuestro espíritu que nos hace percibir la existencia como una cosa ajena al mundo externo, punzón que nos corta en dos en el momento que pensamos y percibimos a la vida en contradicción a la muerte, el espacio fuera de un tiempo y el tiempo fuera de un espacio, cuando en realidad deberíamos percibirla como una unidad indisoluble e inseparable. Aseverando en el tema de la apropiación del ser como un hecho vital para la construcción de un nuevo ser humano, de una nueva sociedad, es importante las palabras de Octavio con respecto a aquello: “La renuncia a la identidad personal no implica una perdida del ser sino, precisamente, su reconquista”. (1980: 37) La identidad personal es la construcción moral, social, del deber y el derecho de leyes que justamente impiden la realización plena de los deseos más profundos y vitales del ser humano, de la aplicación de la libertad en cada acto humano, de convertir a la vida en un acto de comunión inmediata entre uno y el cosmos, entre uno y el deseo. Esta impide traer a la tierra lo imaginado, lo soñado fuertemente, esos mundos que tantos místicos y poetas hemos visto, que tanto hemos intuido, esa extraña otredad que nos habla y nos muestra en sueños o delirios que existe de manera tan contundente e importante como esta realidad que con desdeño prevalece sobre las otras. Esa “Ficticia” personalidad de la que habla Octavio Paz, al referirse al yo mas no al ser como construcción, que entiendo, hemos edificado con los materiales del miedo, para así, defendernos del exterior, para no conocer al otro, a la naturaleza, a la vida, a la inmensidad, a lo imaginado, para evitar la conquista de la gran aventura de conocer otros mundos o de poder verlos, es la que debe ser destruida, para la reconquista del ser, que implicaría, en ese sentido, la conquista del mundo. El poeta, el artista vidente, inventa así un mundo simbólico de formas, o palabras, frente al contundente y poderoso impedimento de traer a la tierra lo imaginado. Este impedimento que nos hemos inventado se llama realidad, institución, ley, condición humana. Transito (esta época) en la inmensidad de lo que llamamos tiempo, y que de pronto, cuando finalicé, lo soñado por otros, lo imaginado por otros se vuelva la nueva realidad. El papel donde firmamos lo que somos, es nada más que un nombre, no es el ser el que se construye, sino la identidad personal bajo la intrínseca aceptación de deberes, pienso, muchas veces ajenos a la necesidad humana de satisfacer y ejercer tres elementos primordiales para la construcción total y plena de ser humano: la poesía, la libertad y el amor. Elementos que debieran ser pilares para la edificación de una nueva sociedad. Y que lo fueron para el surrealismo. Como


Oráculos de arena - Ensayos y artículos / 54 dice Paz: “el surrealismo se proponía encarnar en la historia y trasformar el mundo con las armas de la imaginación y de la poesía” y agrega mas adelante: “(. . .) colocar a la poesía en el centro de la sociedad, convertirla en el verdadero alimento de los hombres y en la vía para conocerse tanto como transformarse, exige también una liberación total de la misma sociedad”, (1980: 44). Esa tentativa surrealista, como dice Paz, se estrelló contra un muro. No se realizó en su totalidad, no se trasformó el mundo a imagen de nuestro deseo: los impedimentos fueron más fuertes y de mayor poder. El muro no se rompió. Y es que somos pocos los que con total honestidad, queremos trasformar el mundo y la sociedad, sin ningún fin material ni moral ficticia, ni sirviendo al yugo de algún poder nefasto e infame. La poesía es enemigo de eso, en esencia se revela contra todo sistema donde la libertad y la imaginación se reprima, se disminuya, donde la luz de la imaginación se opaque por la sombra de ese muro hecho de miedo, de tormento. Y opaca la luz de la imaginación, al lazarnos a nuestra conciencia, el mandato de que la realidad, tal como la conocemos, es la única y verdadera existente. Inmutable e inamovible. Gran mentira. Ante todo esto, el surrealismo es la invitación a imaginar, porque como pocos momentos en la historia de la humanidad, este “ismo” se levantó de entre los escombros de los hombres y mujeres con lucidez, fuerza e ira frente a lo que le tocó y aun nos toca, como condición humana. Imaginar como una de las pocas vías de acceso a libertad, al goce de sentir en cada poro de la piel, henchido y hastiado de realidad putrefacta, un viento temible para algunos, deseado para otros. Es una puerta abierta hacia la inmensidad cuya luz es la proyección de nuestros deseos. En palabras de Octavio Paz; “es una invitación a la aventura interior, al redescubrimiento de nosotros mismos [. . .] ese signo (el surrealismo) es un relámpago: bajo su luz convulsa entrevemos algo del misterio de nuestra condición” (1980: 45)

Bibliografía PAZ, Octavio 1980

La búsqueda del comienzo (Escritos sobre surrealismo). Segunda edición. Madrid: Editorial Fundamentos.

WESTPHALEN, Emilio Adolfo 2004 Poesía completa y ensayos escogidos. Lima: DESA S.A.


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El establecimiento de una nación emergente en Tres historias sublevantes (1964) de J.R. Ribeyro Cristhian Andrés Briceño Ángeles Universidad Nacional Mayor de San Marcos Poeta y escritor. Bachiller en Literatura

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. R. Ribeyro, escritor de la llamada Generación del Cincuenta del Perú, ha estructurado con su obra narrativa un corpus que trasunta por diversos estratos de la sociedad, especialmente en aquella de los marginados, los personajes relegados que encuentran en sus historias aquella voz que les ha sido negada. Desde su primer libro, Los gallinazos sin plumas (1955) hay un presencia marcada de la visión crítica que con la cual el narrador expresa las diferencias entre los desposeídos y los pudientes, pero también, como expone Zavaleta, basada en la “observación sobre la sociedad y el personaje, aquello que enciende y apaga las emociones, y también la rutina, la pobreza, la sequedad, la injusticia, la asfixia intelectual y moral”[1]. Esta situación tiene su correlato con la realidad peruana de mitad del siglo XX; las progresivas oleadas migratorias provenientes del interior del país configuraron una sociedad limeña poblada de contradicciones, ya que, nunca como entonces, pudo verse tan claramente las


Oráculos de arena - Ensayos y artículos / 56 antagónicas realidades entre la gente que aún empezaba a forjarse una vida en la capital y aquellos que, ya establecidos, veían con cierta preocupación (y hasta desprecio) el hecho de que Lima se vaya expandiendo y poblando de situaciones de miseria. Esta situación que antes sólo llegaba a través de la literatura indigenista (la visión del indio como algo exótico y alejado de la modernidad), ahora se presentaba vívida y próxima. Esta labor de retratar la naciente realidad la entiende Ribeyro como una necesidad fundamental para estructurar una identidad que englobe a todos los individuos que son parte constituyente de la nación, ya que “toda obra literaria reproduce la realidad más que en sus detalles, en ciertas leyes ocultas y secretas, invisibles incluso para el hombre común cuando mira la realidad en que vive”[2] . Así, la literatura que antes se enfocaba en un tópico urbanista, ahora debía nutrirse de otras vertientes. Esto lo notamos en la obra de otros integrantes de la misma generación de Ribeyro, como Congrains o Zavaleta. Prueba de esto son los relatos Interior L o La piel de un indio no cuesta caro, que son aproximaciones del autor a las atmósferas impregnadas del mundo indígena, tanto por la configuración de un modelo cognoscitivo y conductual (como en Interior L) o una visión crítica del mundo andino y el juicio de valor en cuanto a las relaciones del hombre del ande y el de la capital, el terrateniente, el aristócrata (como en La piel de un indio no cuesta caro). Esta alusión primera al espacio andino podría parecer fragmentaria y poco objetiva al momento de buscar la unidad del país como nación pluricultural. Sin embargo, al ser la más inmediata, es en Ribeyro el primer paso para establecer las bases de una literatura más abierta y totalizante. Y es que lo andino ha sido fundamental para comprender mejor los cimientos de la nación, pero no es suficiente. El escaso interés que han suscitado otras manifestaciones, como la amazónica, la afroperuana o la nipona, por nombrar las más conocidas, han dictaminado una visión reducida de lo que significa el Perú. Ante este panorama, en Tres historias sublevantes (Lima, 1964), Ribeyro se propone estructurar un fresco de la sociedad peruana emergente— no de las cúpulas aristocráticas (como puede verse en El marqués y los gavilanes, relato que aborda las relaciones entre la clase alta y la emergente burguesía) —partiendo de la premisa de un escepticismo hacia el destino que le espera a los marginados, así como una crisis en cuanto a la realidad que enfrentan y que los embate de múltiples maneras. En el libro en mención encontramos una temática que trasunta por el tema de la injusticia, el rechazo y el abuso en contra del desposeído, el que ha caído en desgracia, el que busca emerger y vencer a la adversidad. Vemos pues que “sus personajes no pierden el ánimo y siguen adelante contra toda esperanza, luchando o aguardando inactivos mientras esperan modificar su destino”[3] . Pero lo que unifica al libro de cuentos como tal no es propiamente la visión de mundo particular que tiene cada personaje, ni la forma en que enfrentan las desventuras, sino el hecho mismo de estar supeditados a un destino que, sin elegirlo, se les muestra como inevitable y ante el cual se muestran impotentes.


Oráculos de arena - Ensayos y artículos / 57 Aún más, lo que establecen los relatos y el escenario geográfico es fundamental para comprender la unificación territorial y temática que pretende Ribeyro. Primero. Tenemos el cuento titulado Al pie del acantilado, que es una especie de crónica de la vida de una familia asentada en la costa, la cual, sin un lugar donde vivir, deciden establecerse junto al mar y vivir de lo que el mar les ofrece. Esta relación de dependencia que entablan con el litoral es una metáfora de la situación social que se vivía en el Perú: la capital como un eje vital para la vida del hombre migrante, un punto donde confluían sus esperanzas pero también su desasosiego, su dolor, la sensación de injusticia que percibía proveniente de los otros habitantes ya afincados en esa realidad apenas tentada por el provinciano. Esto lo vemos en las reflexiones de Leandro, el padre de familia: “—El mar da, el mar también quita.”[4] De las diversas interpretaciones que se le pueden dar a este parlamento, quizá la que más se acerque a la verdad (si es que contextualizamos el relato en la década del 60 en el Perú) es que la visión del sujeto marginal implica una ambivalencia en cuanto a su juicio respecto a su realidad: el mar (o la capital, según se entiende por su ubicación geográfica) no es una entidad amable y desinteresada, ya que su cualidad es ofrecer pero a cambio de algo. Ese algo que en el relato es el hijo muerto por el agua, en la interpretación es el trabajo del hombre, su capacidad de obrero, aquello con lo cual consigue los recursos para seguir viviendo y mantener a su familia.[5] Otro punto importante es la solidaridad que se presenta entre los miembros de una misma comunidad. El viejo Leandro consigue posicionarse dentro de su ámbito, pero los que lo rodean, la gente que ha visto en ese espacio una posibilidad de progreso, no intuyen sino su propio beneficio, con lo cual cualquier señal de solidaridad se ve afectada por el egoísmo; esta sería una posibilidad que Ribeyro contempla para configurar una idiosincrasia de la sociedad costeña, ya que al no haber un objetivo común en primera instancia, toda la conformación social se viene abajo, tal como apreciamos en el relato: la pequeña barriada que se ha formado alrededor de Leandro, quien fue el que construyó la primera vivienda, encuentra en el progreso ajeno un motivo de envidia y, entonces, tratan de frenarlo para que todos se mantengan al mismo nivel; sólo cuando la desgracia es inevitable se ve una solidaridad efectiva, pero no motivada por un sentimiento sincero, sino por un sentido común que se aproxima más a un instinto de sobrevivencia. A partir de estas situaciones, podemos vislumbrar a un Ribeyro que establece ciertos paradigmas en cuanto a la psicología colectiva de la comunidad costeña; el estereotipo del sujeto emergente está ligado con el propósito de un sujeto que lo envidia y no permite el surgimiento pleno del primero. Así, los conflictos en esta porción del territorio están estructurados a partir de un progreso frustrado no sólo por los componentes de la misma comunidad que comparte un nivel socio-económico similar, sino también, como vemos hacia el final del relato, por el sujeto perteneciente a la clase social elevada (un análogo al terrateniente en la sierra), pero también por el poder oficial, el del Estado. El colofón es una visión de esperanza, de recomenzar para sobrevivir, la cual se


Oráculos de arena - Ensayos y artículos / 58 mostrará, quizá no con tanta contundencia, en los dos relatos ulteriores: “Y escarbando entre las piedras, hundimos el primer cuartón de nuestra nueva viviendo”.[6] Segundo. En El chaco encontramos una visión de lo que es la sociedad feudal con la que, usualmente, estamos familiarizados al momento de abordar la literatura andina. En este relato la historia es menos lograda que en el primero. Sin embargo, la presencia de personajes tipo, como Sixto Molina, quien representa el indio que se rebela contra el autoritarismo del terrateniente, y Don Santiago, la figura del señor feudal que no tiene contemplaciones a la hora de reprimir cualquier intento de insurrección, nos permiten configurar una idea de lo que es la sociedad andina, es decir, un medio donde los indígenas viven subyugados y, además, cualquier intento de emancipación, cualquier indicio de ir contra el orden establecido será castigado con la muerte. Quizá lo más interesante, y que nos ayude a configurar una visión realista de lo que es la sociedad andina, sea la imagen a las que nos remite el título del cuento, el ritual del chaco, el cual consiste en rodear a un auquénido, apresándolo y así facilitar su capturar y posterior esquilme o sacrificio. Esto significa que Ribeyro configura que el mundo andino, no el mitológico ni el determinado por el folclore sino el social, se basa en una opresión, la cual se mantiene hasta nuestros días, ya que, a pesar de las leyes pro campesinado promulgadas por gobiernos como el de Velasco Alvarado, aún se mantiene una visión del sujeto andino como un individuo excluido del progreso y supeditado a las órdenes de un sujeto letrado, un sujeto que acepta con resignación su destino, consciente de que poco o nada podrá hacer para revertir esa situación: “Nosotros también nos fuimos cuando los comuneros habían comenzado a acercarse, callados siempre, formando un uro alrededor del muerto. Nadie lloró ni soltó un gemido. Sólo miraban ese cuerpo agujereado, que la lluvia atravesaba como un colador.”[7] Tercero. Quizá Fénix sea el más ambicioso de los relatos que componen este libro, ya que se configura como un texto polifónico donde todos tienen su momento para declarar lo que sienten y cómo es que conciben su mundo. La historia gira en torno a un circo donde Fénix, antiguo hombre de gran corpulencia, vigor y valentía, ha recaído, a pesar suyo, al encontrarse con la salud deteriorada y con la vejez a cuestas. Este espacio geográfico de la selva quizá repita ciertos tópicos ya encontrados en El chaco, donde hay un sujeto que somete a los demás, siendo en este caso el dueño del circo, pero también el capitán Rodríguez, quien somete a su tropa y, aprovechando su poder como militar en una zona apartada, abusa de la gente que lo rodea: “Carajo, me dijo el capitán delante de mis cholos. Eso no se dice nunca cuando hay subordinados.”[8] Además, Ribeyro establece cierta atmósfera de sensualidad en este espacio geográfico, quizá estableciendo el exotismo que exuda la selva, el estereotipo de la mujer o cómo el medio influye en el hombre y hace aflorar sus pasiones carnales, si libido, su lujuria; esto lo vemos en el monólogo de la contorsionista del circo: “Soldados, menos mal que no protestan si las cosas salen mal. Verme


Oráculos de arena - Ensayos y artículos / 59 solo el calzón será para ellos una fiesta.”[9] En este último relato quizá sea más difusa la interpretación que tenga el autor sobre los hechos fácticos que permitan establecer una idea de identidad nacional. Al ser la literatura amazónica de muy poca difusión, sólo tenemos un exotismo ejemplificado con referencias a la vegetación, el calor, los mosquitos o el carácter sensual de los habitantes de esta parte del territorio. Aún así, en Fénix se plantea, nuevamente, una visión del hombre vencido muchas veces pero que, sin embargo, tienta al destino y sigue avanzando en busca de un camino en la vida. Con esto, y al igual que en los dos relatos precedentes, podemos establecer que “la representación aparece como la pintura del mundo marginal, pero es en realidad la mostración de la aparentemente inocua, ciertamente continuada agresión que sufre este mundo por parte de lo oficial”[10] , que en Al pie del acantilado eran las autoridades que desalojaban a la barriada, en El chaco es el terrateniente que tiene influencias en el poder, y en Fénix está representado por el capitán Rodríguez, y con menor intensidad en la figura del dueño del circo. A estas tres perspectivas de la idea de una sociedad unida por el desequilibrio en sus estamentos, podemos adjuntar la idea de un país rico y, aparentemente, que ofrece beneficios a todos sus habitantes, a todos los ciudadanos. Sin embargo, lo que establece las categorías sociales, la jerarquización y desigualdad es el deficiente reparto de los bienes y un Estado que no contempla a todos por igual. Lo mismo puede apreciarse en Tres historias sublevantes, ya que, si bien hay un indicio de querer abarcar a las regiones del Perú, también es evidente que esta tentativa no es completa. Por ejemplo, el epígrafe que abre el texto es el siguiente: “El Perú es un país grande y rico, situado en América del Sur, que se divide en tres zonas: costa, sierra y montaña.” Lo que podemos advertir de este fragmento es que hay dos niveles en cuanto a la comprensión del país. Primero, la unidad que significa el nombrar a la Nación como unidad, el Perú como un país de muchos recursos; lo segundo que observamos es que hay una fragmentación al manifestar la fragmentación en tres regiones. En este texto de Ribeyro, pues, se está estableciendo el suceso de una nación alterna, la misma que subyace a la oficial, y esta es la del sujeto marginal, aquel que no posee para expresarse sino su silencio, su impotencia. Lo que observamos es el planteo de un Perú que quizá en este momento, pasada una década del siglo XXI, nos parece más cercano, incluso necesario para nuestra realidad (ya estamos acostumbrado al Perú y sus contrastes); sin embargo, para el Perú de mitad del siglo XX (y, sobre todo, para la capital), los hechos relatados en los tres cuentos son recientes, la sociedad recién se estaba formando una idea de los cambios sociales y de la emergencia de estos nuevos tipos de culturas, toda la mezcolanza que significó la llegada del migrante, la imagen del hombre andino configurada a través de la obra de Albújar, Alegría y Arguedas, o las peripecias del ejército en la selva, los abusos cometidos en contra de las comunidades amazónicas, etc., todo esto recreado a modo de ficción pero con una fuerte carga de denuncia social.


Oráculos de arena - Ensayos y artículos / 60 Asimismo, el hecho mismo de ser un libro con una temático establecida nos da la idea de un compromiso por retratar o ficcionalizar la situación del Perú. Sobre este libro, Ribeyro ha dicho lo siguiente: Tres historias sublevantes fue, en cambio, un libro serio. Fue el primer libro de cuentos que estuvo precedido de una cierta concepción de carácter estructural, para llamarlo con este término un poco pomposo, pues son tres cuentos que transcurren un en la costa, uno en la sierra y uno en las montañas, las tres regiones clásicas de nuestra geografía. Luego porque el primer cuento está contado en primera persona, narrado por el protagonista principal, el segundo cuento, el que transcurre en la sierra, está narrado también en primera persona, pero por un personaje secundario, un niño que es testigo de los acontecimientos. El tercer cuento, que transcurre en la selva, es una sucesión de diez monólogos que son sucesivamente narrados o dichos (no sé cómo se dice en este caso) por cada uno de los personajes.[11]

Además, es interesante, en cuanto la idea de una nación emergente, la dedicatoria que hace Ribeyro a Javier Heraud como símbolo de la liberación americana y como partícipe de la idea por una patria libre y renovada. Si bien el cuento Al pie del acantilado nos ofrece una visión de un emerger de la nada, de construir una sociedad en los extramuros de una sociedad ya establecida (lo cual es una visión de las barriadas que se establecían en la periferia de las ciudades), en El chaco encontramos la sublevación fallida, la represión que se aplica a cualquier insubordinación por parte del sujeto marginal, pero es en Fénix donde, a pesar de la desventura e impotencia del personaje principal hay una visión mucho más amplia de la esperanza en el individuo, ya que si en Al pie del acantilado el personaje principal busca retornar a un territorio de donde, presumiblemente, volverá a ser expulsado, en Fénix el propio narrador personaje está proponiendo una búsqueda de su identidad a partir de la esperanza y de un derrotero que no queda establecido pero que prefigura la expectativa y el empeño en seguir luchando: “Yo avanzo rodeado de insectos, de raíces, de fuerzas de la naturaleza, yo mismo soy una fuerza y avanzo aunque no haya camino, me hago un camino avanzando...”[12] La imagen de Heraud es fundamental, ya que simboliza la juventud de una nación y la misma expectativa que muestra Fénix por buscar un porvenir donde no se cometan los abusos que relata y que lo denigran como ser humano, que refrenan su avanzar y lo anquilosan en su propia miseria. Además, debemos recordar que Heraud murió justamente en el espacio geográfico de la selva y es significativo que su ideal como guerrillero hayan cimentado un sentimiento de lucha en contra de la autoridad, en contra de un orden establecido que suprime cualquier tentativa de desarrollo para las masas y, al contrario, afianza su miseria y sólo permite el crecimiento de los poderosos. Tenemos, pues, tres espacios geográficos establecidos que son el mar, las montañas y la selva, los cuales son ámbitos donde el hombre se desarrolla. En estos ámbitos Ribeyro establece que los personajes desposeídos deben empezar a construir esa nueva nación que los acogerá. Pero podemos afirmar que el


Oráculos de arena - Ensayos y artículos / 61 carácter emergente está considerado a partir de la precariedad de la situación con que los sujetos marginales se desenvuelven. Si bien la costa es el espacio de lo moderno, nada de eso vemos en Al pie del acantilado, más que una breve referencia a los barrios pudientes de Lima. En El chaco lo que existe es una conciencia ancestral de la rebelión como medio factible para lograr el progreso. esto lo vemos a través de la tradición, mucho antes de que el Perú sea una Nación soberana, ya que la sierra siempre ha sido el lugar donde se han dado las rebeliones más famosos, como la de José Gabriel Condorcanqui o la de los hermanos Pumacahua. La selva, al contrario, es un territorio inexpugnable y que recién se ha empezado a descubrir a finales del siglo XIX a partir de la explotación del caucho. Así, estos tres espacios geográficos configuran una unidad en cuanto están configurados como lugares poco frecuentes o conocidos para los ciudadanos no pertenecientes a los estratos sociales inferiores. Tanto el lugar ubicado en los acantilados como la puna o la selva inexplorada son el territorio propicio para que todos aquellos sujetos que han sido excluidos puedan desenvolverse como una sociedad alterna a la que se presenta en las ciudades. Sin embargo se encuentran ciertas oposiciones entre estos ámbitos al margen de lo oficial y lo emergente, pero sempre hay una conciencia del espacio como algo fundamental para el propio desarrollo, ya que sin la tierra donde vivir no se podría establecer con tanta claridad una idea de nación visible. En Al pie del acantilado, el narrador personaje afirma lo siguiente: “No es mi culpa que viva en un barranco. Aquí, por lo menos, hay un techo, una cocina. Hay gente que no tiene siquiera un árbol donde recostarse.”[13] El espacio vital es necesario para que el sujeto marginal se afirme dentro de su identidad y funde una sociedad funcional donde pueda sobrevivir. Ribeyro plantea a su libro como un retrato de las tres regiones que diferencian no sólo la geografía, sino que prefiguran a tres tipos de peruanos, con sus costumbres y sus creencias, con sus virtudes y sus defectos. Tres historias sublevantes es un texto que propone una visión del sujeto marginal unificado por su desasosiego frente a la realidad. No los une sino el objetivo de la supervivencia, no la noción de ser ciudadanos peruanos, de estar incluidos dentro de la sociedad oficial. Ellos construyen su realidad a partir de las circunstancias y son las circunstancias las que los emparentan, las que promueven una unidad que principia desde el momento en que se configuran como sujetos que están comenzando algo nuevo.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA FUENTES ROJAS, Luis. El archivo personal de Julio Ramón Ribeyro. Lima, Fondo Editorial Cultural Peruana, 2006. RIBEYRO. Julio Ramón. La palabra del mudo, Tomo II. Lima, Juan Campodónico editor, 1994.


Oráculos de arena - Ensayos y artículos / 62 PINILLA, Carmen María. Primera mesa redonda sobre literatura peruana y sociología. Lima, IEP Ediciones, 2003. TOMANOVÁ, Magdaléna. La obra cuentística de Julio Ramón Ribeyro. Masarykova univerzita Filozofická fakulta, 2008. RIBEYRO. Julio Ramón. La palabra del mudo, Tomo II. Lima, Juan Campodónico editor, 1994. VIDAL, Luis Fernando. Ribeyro y los espejos repetidos. En Revista de crítica literaria latinoamericana, Lima, N.01, 1er. Semestre, 1975

NOTAS: [1] ZAVALETA, Carlos Eduardo. Narradores peruanos de los 50. En “El archivo personal de Julio Ramón Ribeyro”, Lima, Fondo Editorial Cultural Peruana, 2006; pp. 13. [2] PINILLA, Carmen María. Primera mesa redonda sobre literatura peruana y sociología. Lima, IEP Ediciones, 2003; pp. 44. [3] TOMANOVÁ, Magdaléna. La obra cuentística de Julio Ramón Ribeyro. Masarykova univerzita Filozofická fakulta, 2008; pp. 26. [4] RIBEYRO. Julio Ramón. La palabra del mudo, Tomo II. Lima, Juan Campodónico editor, 1994; pp. 27. [5] Esto se entiende a partir de las elucubraciones del narrador personaje del cuento, ya que asegura que su hijo muerto, Pepe, es quien lo ayuda en sus labores y que el hecho de perderlo significa para él como perder un brazo o una pierna. [6] RIBEYRO. Julio Ramón. La palabra del mudo, Tomo II. Lima, Juan Campodónico editor, 1994; pp. 41. [7] Íbidem; pp. 67. [8] Íbidem; pp. 74. [9] Íbidem; pp. 75. [10] VIDAL, Luis Fernando. Ribeyro y los espejos repetidos. En Revista de crítica literaria latinoamericana, Lima, N.01, 1er. Semestre, 1975; pp. 85. [11] FUENTES ROJAS, Luis. El archivo personal de Julio Ramón Ribeyro. Lima, Fondo Editorial Cultural Peruana, 2006; pp. 133-134. [12] RIBEYRO. Julio Ramón. La palabra del mudo, Tomo II. Lima, Juan Campodónico editor, 1994; pp. 89. [13] Íbidem; pp. 29.


Papiros de carne (Rese単as) Nota: A menos que se demuestre lo contrario todas las rese単as han sido escritas por Paolo Astorga.


Papiros de carne - Reseñas / 64 Restos (Ediciones Letra en llamas, Lima, 2011) Raúl Heraud Restos de Raúl Heraud, nos muestra desde un punto de vista apocalíptico al hombre que ha sido vencido por la cosificación, por esa modernidad que restringe y castra. Raúl desde sus primeras publicaciones nos hace ver cómo es que los sujetos dentro de una sociedad sitiada por la incertidumbre, la descomposición y la depredación moral y ética, empujan al ser hacia un estado de ambivalencia desquiciante que sin embargo al irse convirtiendo en identidad, estructuran una compleja relación de signos que hacen que este hombre relegado, sórdido, marginal, intente una denuncia que experimenta por momentos matices introspectivos como la conciencia individual y el actuar dentro de un espacio ganado para los derrumbamientos. En Restos el tiempo como elemento discursivo es un arma muy importante para configurar la identidad del presente. Saber por ejemplo qué monstruo soy, qué cualidades tengo y cuál es mi función en la escena, son preguntas para partir de la personalidad enferma y confusa hasta el retrato de nosotros mismos ante algún espejo sin represiones, ni egos. El hombre es frágil, una pasión inútil, sin embargo es escriba de su época, fotógrafo de lo amorfo e irreal, un testigo viviente en

carne viva de la caída de los escombros morales, éticos e ideológicos hasta contemplar el nacimiento de lo fantasmagórico, de lo aparente y efímero que no es la representación simbólica de la nada sartreana, sino la conformación de la idea de lo pueril, de la muerte de las utopías o peor aún la hegemonía de nuestra propia conciencia retumbando y retumbándonos en la mente mientras estamos al fondo del abismo juntando nuestros inútiles restos para saber qué es lo que fuimos antes de cerrar los ojos. “Qué es lo que me ha sucedido/ Me he convertido en un lobo de corazón negro/ Un feroz animal bebiendo en copa de oro su soberbia/ Fingiendo su importancia en brazos de la muerte”.

La estación de la muerte (Toro de Trapo Editores, Lima, 2011) Manuel Luque La estación de la muerte de Manuel Luque (Lima, 1974) es un libro plagado d e u n a desorbitante insania que se transforma a lo largo del discurso en signo de una extraña redención. En este segundo poemario, Manuel intenta enhebrar un canto apasionado contra el cuerpo que ha sido dolorosamente reprimido de su libertad y a la vez pretende una filosofía, no de la muerte como fin único ante la desesperación, sino como


Papiros de carne - Reseñas / 65 un tránsito que nos revela con desencanto la inutilidad de la belleza que se dispara en nuestras sienes fingiendo ser vírgenes flores, que sin embargo deja en su embravecida descomposición humana un eco que contiene la destrucción y reconstrucción de todo lo que se va creando como poesía que muy bien puede ser un cartucho de dinamita intentando el desnudo y el suicidio, no como fetiches o poses para el espectáculo de lo necrofílico, sino para mostrar la ternura que se va pudriendo mientras se llega a esa estación donde el único y certero asesino fue y siempre será el tiempo y la indiferencia. “arranco casi de todo menos el rumor del olvido/ aunque sé que son sueños estúpidos el amor me ha abandonado/ sé que estoy zafado de la cabeza/ y escucho los gritos desgarrados de la piel (…) Entonces me doy cuenta que camino dando vueltas/ y esta calle es igual a la otra y el dolor tiene el mismo canto,/ pero con otra voz/ y veo aún que no he salido/ de mi mugrosa habitación de rata.” Novilunio (Edición de Autor, 2011) Javier Febo Santiago

No v il un io de Javier Febo Santiago (Chicago, Illinois, EUA, 1977), es un poemario cuya profundidad se basa en las pasiones como discurso efectivo. El poeta escribe desde la evocación y el

desencanto, sin embargo existe una estética intensa y desgarradora, un acto por querer reconstruir un tiempo pasado, que sin embargo ya no es ni será, sino que esta poesía de las pasiones se nos muestra como un tránsito y un reconocimiento de la falta no como vacío, sino como imágenes que al ser desgastadas, al ser repetidas o desmitificadas, se convierten en tiempo irreversiblemente lejano, en desaliento, que aunque sórdido y desolador, intenta a través de la construcción poética, estar siempre en una actitud anhelante, dinámica y luminosa ante ese “otro” que siempre nos desestabiliza. “Para qué saber la hora/ si tienes la maga en tu pelo/ de río turbio/ Para qué saber de ayer/ si su boceto está/ en las sábanas sudando/ Para qué saber de mañana/ si sofoca y da dentera.”

Von (Lustra Editores, Lima, 2011) Laura Rosales

Von de Laura Rosa le s ( Lim a, 1989) es un poemario cuyo signo es la búsqueda del equilibrio a través del impulso de señalar y observar el mundo como entes vivos y que guardan un profundo secreto. La e sp e r a n z a c om o d i s c u r s o , e l movimiento y la trasformación, son


Oráculos de arena - Ensayos y artículos / 66 elementos que permiten ese flujo hacia la profundidad del ser. La poeta se despoja de artificios para dejarnos expuesta su carne transparentada en luz. Existe además un deseo de resistencia y perseverancia frente a la muerte, frente al conocimiento de lo sórdido y desolador que a través de lo confesional cobra una dimensión cada vez más catártica. Se busca en consecuencia revelar, a través de la contemplación, la ternura y la verdad que solo en silencio y en una profunda comunicación con lo que nos rodea se nos es mostrado. “Terminó la vigilia de la desesperanza/ a lámpara encendida/ a rubor de luna en hermosura.// Camino de dioses/ jardín musical/ rastro de albatros// ¡Cállate miedo!”.

lo natural y sus fuerzas que en este caso siempre tienen un matiz renovador, reconstructivo en el hombre que se nos muestra desgastado y sin rumbo. Es pues este libro un intento por crear certezas, entre los elementos del tiempo y del espacio, además de ese latir interior entre las dicotomías del amor y de la muerte como espacio que llenan de significado el universo. Esta estética es nutrida siempre por la sugerencia que funciona como catalizador expresivo y comunicativo, el verbo no se desborda, sino que despliega su estrategia y se construye no inalcanzable, sino múltiple y siempre en movimiento. “Por eso/ coge tu abismo y calla tu fuego./ Es mejor atravesar las horas contenidas/ con la magia mortal de una pregunta ardiente.”

Estética de las revelaciones (Cascahueso Editores, 2011) Cromwell Castillo

Avalancha (Edición de Autor, 2011) Yolanda Arroyo Pizarro

Estética de las revelaciones de Cromwell Castillo (Lambayeque, 1981) plantea diseñar un cosmos expresivo donde lo s e le m e n t o s básicos de la n a t u r a l e z a comunican sus signos para configurarse en lo eterno. El poeta en su contemplatividad busca el conocimiento que llega en forma de secreto movimiento e interacción con

Avalancha de la e s c r i t o r a p u e rt orr i q u e ña Yolanda Arroyo Pizarro, relata de manera bastante introspectiva, una serie de relatos donde los temas recurrentes como la locura y el lesbianismo se manejan desde perspectivas de la represión y el deseo por resistirle a la marginalidad. A lo largo de estos ocho relatos, la narración revela un intenso


Oráculos de arena - Ensayos y artículos / 67 deseo por querer no solo lograr una identidad, sino por tratar de vivirlas libremente. He allí la imposibilidad de ser frente a la “avalancha”, a la que la sociedad condena a vivir. El cuerpo y lo femenino como discursos que trascienden el mero sexismo, sino que a través de la muestra de diferentes casos donde el dolor y la sordidez se convierten en signos de un anhelo imperante por liberación. Y es que este libro no intenta una simple denuncia contra la sociedad que reduce el rol de la mujer a la de hembra reproductora, sino que se muestra desafiante y revelador frente a la violencia y los tabúes. “Nos mamábamos los pezones, dice. Y se alza la blusa que es una copia pirateada con el logo de Armani Exchange. Y le veo los pechos sin brasieres. Ajados. Decaídos. Disponibles”.

Sombrero de salamandra (Hipocampo editores, 2011) Javier Sánchez

Sombrero de salamandra del poeta peruano Javier Sánchez (Lima, 1982), es un poemario que intenta más allá del desnudo, un conocimiento profundo desde la comunicación con el universo representado como tránsito y transformación. El poeta devela el

mundo desde la contemplación y la reconstrucción verbal del tiempo que a lo largo del libro se torna reflexivo desde la cotidianidad. Poesía que fluye por una estética que se fija sobre la imposibilidad de obtener en lo eterno una resolución. Y es que el poeta es partícipe de un extraño desencanto ante el ser amado que se entiende y se resiste en la evocación, que en suma sirve de pretexto para enhebrar una poética de la mutabilidad, como un lento desgarramiento que se plasma matizado en cada poema. En suma, este es un libro que se obsesiona por poblar los silencios, a través de ese deseo por querer animar las cosas y darles una posición en el discurso, pero sobre todo intenta ver en lo habitual, un signo trascendental y significativo que siempre nos comunica su mensaje desconmensurable. “Reposo entre tus dientes y cantas la fábula/ Donde brillaba la piel y el puñal se hundía/ Y giraba y caías manantial de luz/ Llegaste donde el carbón y las espinas/ Nos besamos/ Como hilos que no tiene principio ni fin”.

Áspid (Ediciones El Mono Armado, Buenos Aires, 2011) Carlos Norberto Carbone Áspid de Carlos Norberto Carbone (Buenos Aires, 1959) es un poemario cuya rabia radica en despertar (atacando) las dormidas conciencias que son indiferentes ante la muerte. El poeta es aquí una serpiente, no solo defensiva, sino que a través de ese canto rabioso nos va develando la


Papiros de carne - Reseñas / 68 certeza de lo funesto como inevitable destino. Cada poema está marcado por la desolación, por la angustia de no poder hacer más que simplemente v e r ba li za r e sa estética incendiaria que se propone entablar una comunicación desesperada en base a la destrucción de los mitos modernos que en suma, no son más que pretextos que utilizamos para intentar morir más lento. Este es un poemario cuyo fin es herir, sin embargo dentro de esta dinámica violenta y arrebatada, existe una latente esperanza que se posiciona como deseo que intenta desbaratarnos las caretas que diariamente utilizamos para esconder nuestra verdadera cara a la realidad que nos destruye paulatinamente. “Hacer fuego hasta que todo arda.// Los que rezan con los bolsillos ardan/ Los que no tienen memoria ardan/ Los que cierran las ventanas ardan/ Los que escriben la historia de los que ganan ardan.// Hacer fuego con ellos y después/ jugar con las cenizas”. Imaginería (Isla Negra Editores, 2010) Lynette Mabel Pérez Imaginería de Lynette Mabel Pérez (Puerto Rico, 1976) es un poemario que intenta una búsqueda a través de lo confesional, cuyo rezo está marcado por la desolación y la abulia, no simplemente a causa de un amor no poseído, sino que existe una tremenda angustia por querer definirse y sin

embargo la dificultad de hacerlo, deviene en la obsesión por nombrar, por desnudar la naturaleza y hacerla estatua de una muerte que se extiende más allá del mero significado corpóreo, para convertirse en pulsar inevitable, en deseo que devela la fragilidad de lo humano frente al abandono. “Resultaría tan fácil limpiarme de mí misma./ Sin embargo/ prefiero el sucio metálico de las emociones./ Seré una pringada de las emociones:/ Seré humana.”

Rito Verbal. Muestra de poesía peruana 2000 – 2010 (Elefante Editores – Vagón Azul Editores, 2011, con el auspicio de Perú MAC ) Selección y notas por Raúl Heraud No todos los días p o d e m o s encontrarnos con una muestra de poesía joven que abarque no solo el espectro de Lima como centro del universo poético, sino que también integre a una gran variedad de voces de provincia, pero sobre todo de voces


que se integran jóvenes y con muchísimas expectativas dentro de la poesía peruana que muchas veces es sesgada desde visiones miopes o marqueteras con respecto a “lo que es” y “lo que no es”. Este libro, comentado y seleccionado por el poeta Raúl Heraud, a lo largo de casi dos años, condensa la producción poética de 42 poetas, muchos de ellos jóvenes de Arequipa, Ayacucho, Cajamarca, Cuzco, Chiclayo, Chimbote, Huacho, Ica, Ilo, La Libertad, Lambayeque, Lima, Tarapoto y Trujillo. El libro es sin duda uno de los más serios trabajos hasta el momento sobre poesía post 2000 en el Perú, ya que su deseo por querer abarcar no solo a un grupúsculo de poetas, sino a una gran diversidad de discursos, deja sentadas las bases para nuevos estudios. En suma, Rito verbal debe entenderse como una ceremonia de iniciación, donde el convite es ofrecer una variada gama de autores que más allá de configurarse como trascendentales o i m p or t a nt í s i m o s , r e p r e s e n t a n, indudablemente, una gran masa de gente que escribe a pesar de los desmanes en un país donde ser poeta no es recomendado “ni para Superman”.

Para envío de libros, revistas u otras publicaciones para ser reseñadas por la revista, envíe un ejemplar de su publicación a la siguiente dirección postal:

Sr. Paolo Astorga Av. Malecón Checa 557 San Juan de Lurigancho Lima 036, Lima-Perú




“Ego” Foto: Paolo Astorga digamos que ganaste la carrera y que el premio era otra carrera que no bebiste el vino de la victoria sino tu propia sal que jamás escuchaste vítores sino ladridos de perros y que tu sombra tu propia sombra fue tu única y desleal competidora. Blanca Varela. Curriculum vitae


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