TRIDUO CUARESMAL COFRADIA DE LA COLUMNA SOLEMNIDAD DE SAN JOSÉ DÍA PRIMERO En el día en que la Iglesia celebramos la Solemnidad de San José, comenzamos nuestro triduo preparatorio a la Semana Santa. Podría parecer que no hay mucha relación entre San José y el Señor de la Columna y la Virgen de las Lágrimas. Podría parecer que una cofradía de pasión no se relaciona con una devoción como la del santo patriarca de la Iglesia. Pero es eso y solo eso….”el podría parecer”. Nuestro Cristo de la Columna fue querido, criado y educado por San José. Nuestra Señora de las lágrimas, salud, amargura y esperanza es la esposa de José, el artesano de Nazaret. San José, la Virgen de las Lágrimas y el Cristo de la Columna forman el hogar de Nazaret, la Sagrada Familia. Y es que a San José lo tenemos encasillado en la Navidad o en los lugares que lo celebran como patrón, o fiesta local como figura aparte. La Iglesia pone su solemnidad en el transcurso del tiempo de Cuaresma porque él con su vida nos enseña actitudes fundamentales en nuestro ser cristiano, como es la Fe y la Obediencia a Dios. San José no está fuera del proyecto de salvación que Dios Padre había trazado para la humanidad caída por el pecado original. Dios salvaría al mundo por medio de su Hijo, que se llama Jesús, que significa Dios salva. El hijo de Dios se haría carne, como cualquier hombre en las entrañas de la Virgen purísima, igualmente modelo de Fe y Obediencia a Dios. Pero María no sería madre soltera. El hijo de Dios tendría un hombre bueno y justo, como le llama el Evangelio, que haría las veces de padre en esta tierra.
Esta mañana, el Papa Francisco, en la audiencia de los miércoles meditaba precisamente en este aspecto de San José, como educador. El evangelio nos decía esta noche que el niño iba creciendo en sabiduría, estatura y gracia. Un proceso de lo más humano, como cualquiera de nosotros. Ahí intervino su padre en la tierra: En sabiduría, enseñándole todo lo que S. José había adquirido en esta vida, de hecho le llaman a Jesús en el evangelio “el hijo del carpintero”. Le enseñaría las habilidades humanas como hacéis cualquiera de vosotros con vuestros hijos. Le enseñaría también el amor al Dios de Israel, consuelo del pueblo y de los creyentes en la época difícil del imperio romano que les tocó vivir. En estatura. Eso lo hace el tiempo y nuestra propia naturaleza, también Jesús iría pasando por las distintas etapas de la vida: infancia, adolescencia, juventud, madurez. En gracia. La gracia es la presencia de Dios y en eso Jesús destacaba como hemos escuchado en el Evangelio cuando hablaba con los doctores de la ley y se quedaban admirados. O cuando comienza su vida pública y la gente, incluso sus paisanos, se preguntan que de dónde salen esas palabras de gracia, esa forma de proceder nunca vista. En ese proceso de encarnación participa plenamente San José porque el mismo evangelista S. Lucas nos dice que Jesús se sometió en todo a sus padres. Por eso el Papa Francisco, en este día solemne de San José, día del padre, día del patrón de la Iglesia, de los seminarios, animaba, especialmente a los padres de familia a no renunciar a la educación de los hijos. Una educación integral que abarque no solo el cuerpo, el intelecto, es decir, la sabiduría y la estatura, sino también la gracia, es decir, la educación en la Fe.
La Familia es la Iglesia doméstica. En la familia es donde comenzamos a amar a Dios sobre todas las cosas, al prójimo como a uno mismo, a sentirnos Iglesia como miembros vivos del Cuerpo de Cristo. Los padres no pueden so pretextos de trabajo o falta de tiempo renunciar a esta misión que os encomienda Dios Padre como se la encomendó a San José para hacerlo con su propio Hijo Jesucristo. Una Cofradía también es una gran familia y así es como se construye y engrandece, con auténticas relaciones de hermanos. En el camino cuaresmal, además de la Fe y Obediencia de San José a los planes de Dios, aprendamos a querer y educar a todos nuestros hermanos para que crezcan en nuestra Cofradía en sabiduría y gracia, especialmente aquellos que estén más alejados o menos motivados. La estatura sería la dimensión material de la Cofradía, lo que le vamos añadiendo y se agradece mucho, como los nuevos candelabros para el paso de la Virgen. Pero si crecemos en estatura y el corazón y la fe no crece a la par, seremos sólo eso, gigantes pero vacíos. Pidamos al Señor por intercesión de la Virgen de las Lágrimas, su Madre y Madre nuestra, y por el glorioso patriarca San José que nuestro camino cuaresmal nos fortalezca como creyentes, como cofrades y como familia de Dios. Que así sea.
TRIDUO DE LA COFRADÍA DE LA COLUMNA SEGUNDO DÍA Queridos hermanos: Ayer, solemnidad de San José, reflexionábamos sobre las virtudes del santo patriarca. Destaca por su fe y obediencia a Dios, aspectos que son imprescindibles en la vida de un creyente, de una cofradía, de una comunidad parroquial y de la misma Iglesia. Decíamos, que al igual que Jesús también nosotros tenemos que crecer en el día a día en sabiduría y gracia. No sólo cuidar la dimensión material e intelectual de la persona, sino también la dimensión espiritual que nos va llenando de la gracia de Dios. La Palabra de Dios proclamada en este día introduce otra dimensión fundamental en la vida del cristiano: La Caridad. La Caridad está muy presente en el origen de las Cofradías. Todas se fundan como confraternidades donde los hermanos, además de crecer espiritualmente se ayudan en todo para que a nadie le falte de nada. En la época que se fundan las cofradías, donde no había coberturas sociales de ningún tipo, donde cada uno respondía a sus necesidades desde sus propios recursos, la Cofradía se convertía en un espacio de protección a los más pobres y débiles. En la mayoría de ellas estaba bien definido y especificado cómo había que atender a pobres, enfermos, huérfanos, viudas y difuntos. Cumplían lo que dice el libro de los Hechos de los Apóstoles de los primeros cristianos: “ninguno llamaba suyo a nada y nadie pasaba necesidad”. Eran mucho más deficientes y simples en el ornato, en lo espectacular de la puesta en escena. Pero eran más sobresalientes en invertir medios para ejercer la caridad y remediar muchas necesidades.
Todo esto nos lleva al Evangelio que hemos proclamado. Hemos observado dos planos de la misma realidad. El plano de Lázaro y Epulón. Los dos viven en el mundo, pero en mundos distintos. La tragedia que plantea el Evangelio es que estando tan cerca los divide un abismo, tanto en la tierra como en el cielo. En la tierra, porque Epulón no ve a Lázaro, y eso que vive en su mismo portal. No se compadece, no se conduele, no siente nada por él. Lázaro es la imagen viva de la miseria humana, del dolor, de la enfermedad, de la privación, del abandono. En el cielo, porque ahora Lázaro está en la gloria de Dios eternamente y Epulón en el tormento eterno, sin retorno, sin posibilidad de cambio alguno. ¿Qué quiere decir esto hermanos? Pues es fácil de responder a la pregunta. Que el pecado tiene sus consecuencias, que el mal no se queda perdido en el abismo del olvido y que aunque la “justicia de los hombres” esté corrompida, manipulada, aliñada y amañada por los poderosos, “la justicia de Dios” tiene también su hora y su momento. ¿Libres para hacer lo que nos dé la gana con nuestra vida? Epulón es claro ejemplo de ello. Pero nuestra libertad está aparejada a la responsabilidad de nuestros actos y al atardecer de la vida nos examinarán del amor. Este evangelio, por desgracia, es de tremenda actualidad para nosotros. En la casa de la rica Europa, de la acomodada España, hay un portal lleno de Lázaros, que cruzan el estrecho de Gibraltar, que saltan las vallas de Ceuta y Melilla… Hay un portal de pobres en los países de África que se hacinan en Marruecos queriendo saciarse de las sobras de Europa. En los portales de nuestras ciudades y pueblos hay personas, familias, que viven sin recursos, o con recursos tan escasos que no les llega a fin de mes.
Y nosotros qué hacemos. ¿Nos duelen, nos compadecemos, remediamos esa situación, tenemos al menos conciencia social? ¿Dónde ponemos las inversiones fuertes de nuestras cofradías, cómo ejercemos la caridad? Porque tuve hambre y me distéis de comer, desnudo y me vestisteis, enfermos y me visitasteis. ¿Dónde están los costaleros de la vida, que al igual que el buen samaritano ponen a disposición tiempo y los propios bienes para remediar a los demás? Son estremecedoras las palabras de Abraham al rico Epulón en el Evangelio: Hijo, recuerda que tú recibiste tus bienes en vida y Lázaro sólo males. Hay un tiempo donde todo es posible, pero el evangelio de hoy nos revela que hay un tiempo donde todo es ya definitivo. Ahora estamos aún en el tiempo de lo posible. Cuánto más en Cuaresma que es tiempo de conversión. Ahora estamos a tiempo de rectificar en todo, de volver nuestro corazón a Dios plenamente. Ahora es tiempo de ejercer la Caridad, de romper nuestras durezas de corazón, nuestras sorderas, nuestras cegueras. Ahora hay tiempo………….. no lo perdamos. Si lo dejamos para luego, puede ya ser tarde. Hermanos Cofrades: Fe, Obediencia y Caridad. Propósitos cuaresmales, deberes para esta Cuaresma. Que la Virgen de las Lágrimas y San José intercedan por nosotros, para que haciendo caso a Cristo resucitado, muerto que ha vuelto para avisarnos, lleguemos un día, como Lázaro, a disfrutar del seno del padre Abraham. Que así sea.
TRIDUO DE LA COFRADÍA DE LA COLUMNA TERCER DÍA DE TRIDUO Queridos hermanos columneros: Llegamos al final de nuestro triduo preparatorio a la Semana Santa. La Palabra de Dios ha ido iluminando nuestros pasos cuaresmales para así poder llegar a la montaña santa del Calvario para morir y resucitar con Cristo Jesús. Fe, obediencia y caridad en los dos días anteriores. Hoy el Señor nos llama a la FIDELIDAD. La fidelidad es el sello que mantiene constante y permanente la Fe, la Obediencia y la Caridad. La Palabra que hemos escuchado es ejemplo claro de infidelidad. Los hermanos de José, por envidia, fueron infieles a su padre y a su propio hermano vendiéndolo por un puñado de monedas. Los viñadores fueron infieles al amo de la viña asesinando por avaricia al propio hijo del propietario. Cuando son los intereses personales, el egoísmo, la avaricia, la envidia, el rencor, los celos, la soberbia, el afán de protagonismo, las pasiones humanas, las que ocupan nuestra mente y nuestro corazón, nos alejamos a velocidad de vértigo de Dios, de su voluntad, de su llamada que nos atrae hacia él. Cuando esto ocurre queda herida la Fe, sin fe flaquea la Obediencia a Dios y repercute negativamente en nuestra relación con los demás que pasan, como en la historia de José, a ser competidores, obstáculos y enemigos a ignorar o en el peor de los casos, incluso, a exterminar. Terminemos este triduo cuaresmal pidiendo al Señor de la Columna por intercesión de su Madre de las Lágrimas que seamos fieles. Que ese amor y fervor cofrade columnero hacia el Hijo y la Madre se traduzca en un gran
deseo de Fidelidad, de Fe, Obediencia y Caridad en la vida de cada día, en el seno de nuestra Cofradía, de nuestra Parroquia de el Salvador y de la Iglesia, a favor de nuestros conciudadanos y de todos aquellos que nos necesiten. Que así lo cumplamos, que así lo vivamos, que así sea.