TRIDUO PENITENCIAL DE LA COFRADÍA DE LA SANTA CRUZ IGLESIA DE LA SANTA CRUZ CUARESMA 2014 DIA PRIMERO Queridos hermanos, Comenzamos nuestro triduo cuaresmal en el primer viernes de Cuaresma. El Viernes de por sí ya es un día penitencial en la Iglesia pero cuánto más en el tiempo cuaresmal. Los viernes de cuaresma hacemos vigilia, es decir nos abstenemos de comer carne, teniendo este gesto el valor de “signo” común para toda la Iglesia universal y privación de lo que en la antigüedad era un artículo de lujo y hoy es un alimento común. Por eso la Palabra de Dios centra el sentido del “ayuno y la abstinencia” el sentido de los signos y los sacrificios personales o comunitarios. Hacer las cosas por hacerlas no tiene sentido ninguno. Hacerla sin saber el porqué se hacen terminan vaciando las prácticas. Hacerlas sin acompañarlas con la conversión de vida tampoco sirve para nada. Es la crítica que hacía el profeta Isaías en la lectura que se ha proclamado: ¿Para qué ayunar si no haces caso, mortificaros si no te enteras? Por eso, lamentablemente, muchos de nuestros hermanos cristianos ni cumplen el ayuno ni la abstinencia, es más, consideran que es algo secundario, sin sentido o innecesario, aunque luego estas mismas personas ponderan muchísimo a los musulmanes cuando hacen el ayuno del ramadán o las 5 oraciones al día con este comentario: “Estos sí que viven de verdad su religión” La pregunta es esta, ¿y tu porqué no? Porqué te admiras de lo que tú puedes hacer, es más, te pide la Iglesia que hagas.
Pero estas son nuestras contradicciones, no valorar lo que tenemos, no vivir con radicalidad nuestra fe, vaciar de sentido y contenido nuestras prácticas. El ayuno, la abstinencia, nos invitan, nos ayudan a despojarnos de lo material. Precisamente el Señor nos decía el Domingo en el evangelio que no podemos servir a Dios y al dinero, a Dios a las cosas materiales que tanta atención requieren de nosotros y tanta paz nos roban del corazón, agobiándonos, preocupándonos, inquietándonos. Ayuno y abstinencia son prácticas cuaresmales que hacen que pongamos el corazón sólo en Dios, que volvamos a él como nuestra única riqueza. Prácticas cuaresmales que nos ayudan a salir de nosotros mismos para encontrarnos con Dios y los hermanos, descubriendo a Cristo crucificado en todos los crucificados del mundo, invitándonos a compartir nuestro tiempo, nuestra vida y bienes con ellos. Por eso decía Isaías, para que ayunar, para que mortificaros si al final lo que importa es vuestros negocios, vuestros intereses, vuestros rencores, egoísmos. El Papa Francisco, en su mensaje de Cuaresma nos dice: “La Cuaresma es un tiempo adecuado para despojarse; y nos hará bien preguntarnos de qué podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza. No olvidemos que la verdadera pobreza duele: no sería válido un despojo sin esta dimensión penitencial. Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele.” ¿Qué es lo que nos duele a nosotros hermanos?¿en qué ponemos la fuerza de nuestra vida personal, la fuerza de nuestra vida cofrade, la fuerza de nuestros intereses? Cuaresma es tiempo de vuelta a casa, es tiempo de que los hijos pródigos deseen volver al Padre Dios, de ponerse en camino. Que la Virgen de la Aurora y San Juan intercedan por nosotros. Que así sea.
DÍA SEGUNDO Entramos en el segundo día de Triduo en la liturgia del I Domingo del Tiempo de Cuaresma. Es el domingo de las tentaciones. Tentación en la primera lectura en el paraíso al comienzo de todo. Tentación en el evangelio en el desierto al comienzo de la misión de Jesús. También tentación en la primera semana al comienzo de la Cuaresma de este año 2014. ¿Qué tiene en común la tentación del libro del génesis, del evangelio y de este mismo momento? La tentación es diabólica y malévola porque invita sutilmente a desconfiar de Dios. A desconfiar de su verdad, de su amor, y hoy a desconfiar de sus existencia. La tentación es diabólica y maléfica porque invita a volver la espalda a Dios, a la desobediencia, a la autonomía plena y total del género humano en relación a su Creador y hacedor. ¿Habéis caído alguna vez en esa tentación?¿Habéis caído alguna vez en ese engaño del padre de la mentira?: “Parece que Dios no me quiere ni escucha, estoy solo. Yo a Dios para qué lo quiero, qué me va a solucionar, lo que yo no haga por mí mismo nadie lo hará, yo soy el que tengo que hacer. ¿Y si Dios no existe, estaré yo perdiendo el tiempo y oportunidades de hacer lo que hacen otros?¿y si es todo fruto de la imaginación?” Pensamientos engañosos, tentaciones de organizar la vida sin Dios, actuaciones al margen de la fe y de la obediencia a Dios que hacen regirse por los intereses humanos, personales y egoístas. Nada hay nuevo bajo el sol, la tentación y el pecado son tan antiguos como el mismo tentador, por eso la lectura y meditación de la Palabra de
Dios es un magnífico antídoto contra la lengua larga y ponzoñosa del maligno. Fijémonos hoy en la escena del génesis. El diálogo del maligno es todo un despropósito. Un cúmulo de mentiras, de exageraciones y deformaciones de la realidad. Presenta a Dios como mentiroso, dominador sobre el hombre. La tentación le parece muy sugerente a Adán y Eva: “se os abrirán los ojos y seréis como Dios” El sueño de muchos hombres, sistemas políticos, ideologías. Ser como Dios. Por eso la religión ha sido y es perseguida, prohibida, para algunos con deseos incluso de exterminarla y borrarla de la faz de la tierra. La religión les recuerda una y otra vez que “el hombre no es Dios” ni nunca podrá ser como Dios. Es arcilla que necesita el soplo de Dios, el soplo de vida para poder llegar a ser un viviente. La ciencia se afana en dominar la creación de la vida, el principio y fin de la vida. Las leyes se afanan en regular el comienzo de la vida y el final de la vida, quién debe vivir o morir, se presenta como “un derecho”. En definitiva querer “sustituir a Dios”. Y el argumento nos lo repiten una y otra vez. “Abrir los ojos”… os tienen engañados, Dios engaña, la Iglesia engaña. Ser creyente para algunos es vivir ciegos, dormidos, reprimidos, adormecidos bajo los efectos del opio del pueblo como postulaba el marxismo. ¿Veis que antigua y qué nueva es la tentación del maligno? Adán y Eva pusieron oídos, les pareció atractivo y apetecible el discurso y la tentación se convirtió en pecado. Ese pecado original tiene nombre y es el padre de todos los pecados, se llama “desobediencia”. Por eso, en la segunda lectura, S. Pablo a los Romanos destacaba la obediencia de Cristo, frente a la desobediencia de Adán. Por Adán entró el pecado y la muerte. Por Cristo ha entrado la gracia y la resurrección. La
partida está jugada y acabada, el vencedor es Cristo y los que son de Cristo. ¿A quién pones tú más oído, al tentador o a Cristo?¿Qué te parece más apetecible lo que te ofrece el tentador o lo que te ofrece Cristo? Pidamos al Señor fortaleza desde esta primera semana de cuaresma en el combate cuaresmal para que no caigamos en la tentación de tirar la toalla desde el primer minuto del partido. Que así sea.
DÍA TERCERO Ayer nos entreteníamos en el relato del libro de Génesis donde pudimos ver el origen de todo pecado. El pecado original fue un pecado de desobediencia, movido por la soberbia humana de querer ser como Dios, olvidando que somos pobre barro, polvo llamados a volver a nuestro origen por la muerte. Decíamos ayer que frente a la desobediencia de Adán y Eva está la obediencia de Cristo, el nuevo Adán. Así lo expresa San Pablo a los Romanos. Por Cristo, por su muerte y resurrección hemos alcanzado el perdón, la salvación y la resurrección de la muerte. Por eso nuestro modelo es Cristo Jesús y de él aprendemos a ser fuertes, a decir un no claro y firme ante la tentación. Vayamos al desierto con el Señor y aprendamos del Maestro. Al igual que Adán y Eva, Jesús también es tentado. La tentación es la misma que la del paraíso. A Jesús se le invita a demostrar el poderío de su divinidad en provecho propio, por amor propio. Por tres veces se le insiste una y otra vez prometiéndole reinos, gloria, riqueza. También hermanos nosotros podemos ser tentados en cualquier momento de nuestra vida a prescindir de Dios, a aprovechar las ocasiones para beneficio propio, a poner la fuerza de nuestra vida en nosotros mismo dejando a Dios a un lado, o en el peor de los casos, incluso echándolo fuera de nosotros. Ahora en el desierto cuaresmal que hemos comenzado en esta semana, la tentación puede ser en desaprovecharlo centrándonos en nuestros asuntos, o poner la mirada ya en la meta, la Semana Santa, sin haber recorrido antes el camino que nos lleva hasta la meta. ¡Cuidado con dejarnos engañar!
Pero Jesús no presta oídos a la tentación. A diferencia de Adán y Eva no le parece apetecible el discurso, la propuesta del maligno. Rápidamente pone a Dios en el centro de su vida y de su respuesta: ….La palabra que sale de la boca de Dios. ….No tentarás al Señor tu Dios. …Al Señor tu Dios adorarás y a él solo darás culto. Las tres respuestas a las tres tentaciones coinciden con la centralidad y primacía de Dios sobre el hombre. Sin embargo en las tentaciones del maligno el protagonista era Jesús: convierte “tú” las piedras en pan, tírate “tú” por el alero del templo, póstrate “tú” y adórame. Igual planteamiento que el del paraíso a Adán y Eva: serás “tú” como Dios. Hermanos y hermanas, aquí tenemos un criterio práctico y concreto para identificar una tentación del maligno. Siempre que me quiera poner por encima de Dios, buscar mi interés, mi beneficio. Siempre que la propuesta comience en mí y termine en mí, eso no viene de Dios. Siempre que me encierre en mi propio yo, anteponiéndolo a Dios y a los hermanos, eso no viene de Dios. Si nos vemos tentados pongamos en nuestros labios la Palabra del Señor: “Al Señor sólo adorarás y a él solo darás culto” Sólo Dios ocupa la centralidad de nuestra vida, sólo Dios debe ser nuestro motor, nuestro fin, nuestra meta. Nada sin Dios o fuera de Dios. Y todo por obediencia y amor a Dios. Si nos vemos tentados y por debilidad y desgracia nuestra caemos, pongamos también en nuestros labios la Palabra de Dios, del Salmo 50, nuestro “miserere”: “Misericordia Dios por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa, lava mi delito”. En el sacramento de la Penitencia nos espera Cristo Misericordioso para levantarnos de nuestras postraciones y caídas.
La Palabra de Dios, la oración, la Eucaristía, la Confesión de los pecados, la fe, la obediencia, el amor a Dios. Ahí tenemos los medios que espantan y horrorizan al tentador, al maligno. La Virgen de la Aurora y San Juan Apóstol nos enseñan a vivir en amor, fidelidad y obediencia a Dios. María nos invita con sus palabras a ser siervos del Señor y hacer lo que él nos diga. Que aprendamos este camino en la I Semana de Cuaresma para que por intercesión de la Virgen de la Aurora y San Juan lleguemos a la Semana Santa y a la Pascua habiendo recorrido como valientes el camino cuaresmal. Que este sea el provecho del triduo que hemos celebrado y que así sea.