Boletín Pastoral N.11 Semana del 12 al 18 de febrero del 2018
VI Domingo del Tiempo Ordinario “Si quieres, puedes”
“El que haya sido declarado enfermo de lepra, andará harapiento y despeinado, con la barba rapada y gritando: ¡Impuro, impuro!” Esa normativa del libro del Levítico, que hoy se lee en la misa (Lev 13,1-2,44-46), se coloca nada menos que en el marco de una orden que Dios entrega a Moisés y Aarón. Es evidente que la norma trataba de preservar al pueblo del contagio de la lepra. Pero también queda claro que por entonces no se tenía muy en cuenta la dignidad del enfermo, que era dejado a su propia suerte, es decir, a su propia desgracia. A él se podrían aplicar las palabras de confianza que nos invita a repetir el salmo responsorial: “Tú eres mi refugio; me rodeas de cantos de liberación” (Sal 31). No sería justo que, pasados los siglos, nosotros nos comportáramos de una forma que podría escandalizar a los demás. San Pablo nos advierte hoy contra ese peligro que siempre puede afectarnos (1 Cor 10,31-11,1). La antigua norma bíblica sobre la lepra que se recuerda en la primera lectura ha sido evocada para preparar nuestra mente y nuestro corazón a la escucha del evangelio que hoy se proclama (Mc 1, 40-45). En este texto, se evoca la curación de un leproso por parte de Jesús. • En primer lugar, escuchamos la humilde súplica del enfermo, que se limita a manifestar su fe: “Si quieres, puedes limpiarme”. Tanto en él como en nosotros es importante esa confesión del querer y del poder de Jesucristo. Todos sabemos de qué manchas y llagas puede librarnos el Señor. • En un segundo momento, vemos el gesto de Jesús. Contra todas las normas en vigor, extiende su mano y toca al leproso. El papa Francisco comenta que Jesús no se sitúa a una distancia de seguridad, sino que se expone directamente al contagio de nuestro mal. Una buena lección para toda la Iglesia y para cada uno de nosotros. • En un tercer momento, escuchamos la palabra de Jesús: “Quiero, queda limpio”. Esa declaración es la manifestación de la misericordia de Dios y de la compasión de su Enviado. Él desea nuestra limpieza integral. Sólo falta que nosotros reconozcamos nuestra enfermedad, nuestra vulnerabilidad,Ciclo nuestras Tiempo Ordinario B 1 manchas.
Ahí podría concluir el relato. Pero el texto añade una doble exhortación que Jesús dirige al que se ha acercado a él con tanta confianza. • Como todos los que han sido librados de la lepra, también él ha de presentarse a los sacerdotes y cumplir el ritual establecido. No es una mera norma ni una penitencia. Es el requisito para que pueda integrarse de nuevo a la sociedad. “Los hombres no son islas”, como escribió el poeta John Donne. • Y el curado ha de guardar discreción sobre lo que Jesús ha hecho con él. El llamado “secreto mesiánico”, tan típico del evangelio de Marcos, debía preservar la libertad de Jesús para anunciar el Reino de Dios. Pero, de alguna manera, el que ha sido librado de la lepra contribuye a la difusión del mensaje del Maestro. Pbro. José-Román Flecha Andrés
Se viene la Cuaresma 2018 El miércoles 14 de febrero inicia la Cuaresma, tiempo de conversión y de preparación a las fiestas pascuales. Conozcamos algo sobre nuestro ayuno cristiano y sus valores. El que nosotros seamos invitados a ayunar (sobre todo en tiempo de Cuaresma) no tiene la intención de un castigo, de una auto mortificación disciplinar o de desprecio del cuerpo. a) Ayunando queremos significar expresivamente que los valores materiales no son absolutos. La sociedad de hoy nos enseña continuamente a absolutizar los bienes que halagan a los sentidos, a buscarlos insistentemente. El ayuno quiere ser una voz profética introducida en nuestra vida para recordarnos que todo es bueno pero relativo, que lo único absoluto es Dios. b) El ayuno nos hace más libres. Privarnos voluntariamente de algo que apetece a nuestros sentidos es hacer una opción personal en contra de la espiran consumista que la sociedad de hoy nos está imponiendo. es una educación de nuestra libertad interior, al saber decir “no”. “El hombre es él mismo sólo cuando logra decirse así mismo: no. No es la renuncia por la renuncia: sino para el mejor y más equilibrado desarrollo de sí mismo, para vivir mejor los valores superiores, para el dominio de sí mismo” (Juan Pablo II). c) Es útil incluso para la salud de nuestro cuerpo. El sentido espiritual del ayuno es el más importante. Pero también tiene connotaciones que afecta al mismo cuerpo humano, y que son apreciadas incluso desde el punto de vista sanitario y psicológico. El desequilibrio orgánico (el exceso de la comida y
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la bebida, por ejemplo) provoca también un desequilibro espiritual en el hombre. Mientras que una sana privación de excesos favorece la libertad interior y el mejor dominio de sí mismo. d) El ayuno nos abre a los demás. Lo que ahorramos ayunando, podemos destinarlo a ayudar a las necesidades de los demás. El ayuno en el programa de la Cuaresma va unido a la caridad. Ayunar para los demás. Nos enseña (el ayuno) a sentir en nosotros mismos la debilidad de los que se ven obligados a ayunar por necesidad, y no sólo durante Cuaresma, sino todo el año, nos hace experimentar lo que puede ser el hambre, nos “enseña misericordia”. Nos convierte en más transparente y disponibles para los demás, menos llenos de nosotros. El ayuno con todo lo que lleva de una relativa negación de sí mismo, nos va educando a corregir todo egoísmo y autosuficiencia, y a abrirnos más a Dios y al prójimo. e) Pero sobre todo el ayuno cuaresmal es el signo sacramental de nuestra entrada en la Vida de Pascua. En el camino cuaresmal nuestro ayuno tiene un sentido más profundo que el meramente psicológico-personal y el de la apertura fraterna. se convierte en sacramento de nuestra comunión con el Cristo Pascual. El misterio que celebramos es Muerte y resurrección. Por eso nuestra sintonía con él es también muerte -renuncia, ayuno, sacrificio- y resurrección -aceptación de la nueva vida. El ayuno se convierte en signo exterior de nuestra conversión, símbolo de nuestra lucha contra el mal y el pecado, de nuestra aceptación a incorporarnos a la Cruz de Cristo y a su Vida pascual.
MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA CUARESMA 2018 «Al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría» (Mt 24,12) Queridos hermanos y hermanas: Una vez más nos sale al encuentro la Pascua del Señor. Para prepararnos a recibirla, la Providencia de Dios nos ofrece cada año la Cuaresma, «signo sacramental de nuestra conversión» [1], que anuncia y realiza la posibilidad de volver al Señor con todo el corazón y con toda la vida. Como todos los años, con este mensaje deseo ayudar a toda la Iglesia a vivir con gozo y con verdad este tiempo de gracia; y lo hago inspirándome en una expresión de Jesús en el Evangelio de Mateo: «Al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría» (24,12). Esta frase se encuentra en el discurso que habla del fin de los tiempos y que está ambientado en Jerusalén, en el Monte de los Olivos, precisamente allí donde tendrá comienzo la pasión del Señor. Jesús,
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respondiendo a una pregunta de sus discípulos, anuncia una gran tribulación y describe la situación en la que podría encontrarse la comunidad de los fieles: frente a acontecimientos dolorosos, algunos falsos profetas engañarán a mucha gente hasta amenazar con apagar la caridad en los corazones, que es el centro de todo el Evangelio. Los falsos profetas Escuchemos este pasaje y preguntémonos: ¿qué formas asumen los falsos profetas? Son como «encantadores de serpientes», o sea, se aprovechan de las emociones humanas para esclavizar a las personas y llevarlas adonde ellos quieren. Cuántos hijos de Dios se dejan fascinar por las lisonjas de un placer momentáneo, al que se le confunde con la felicidad. Cuántos hombres y mujeres viven como encantados por la ilusión del dinero, que los hace en realidad esclavos del lucro o de intereses mezquinos. Cuántos viven pensando que se bastan a sí mismos y caen presa de la soledad. Otros falsos profetas son esos «charlatanes» que ofrecen soluciones sencillas e inmediatas para los sufrimientos, remedios que sin embargo resultan ser completamente inútiles: cuántos son los jóvenes a los que se les ofrece el falso remedio de la droga, de unas relaciones de «usar y tirar», de ganancias fáciles pero deshonestas. Cuántos se dejan cautivar por una vida completamente virtual, en que las relaciones parecen más sencillas y rápidas pero que después resultan dramáticamente sin sentido. Estos estafadores no sólo ofrecen cosas sin valor, sino que quitan lo más valioso, como la dignidad, la libertad y la capacidad de amar. Es el engaño de la vanidad, que nos lleva a pavonearnos… haciéndonos caer en el ridículo; y el ridículo no tiene vuelta atrás. No es una sorpresa: desde siempre el demonio, que es «mentiroso y padre de la mentira» (Jn 8,44), presenta el mal como bien y lo falso como verdadero, para confundir el corazón del hombre. Cada uno de nosotros, por tanto, está llamado a discernir y a examinar en su corazón si se siente amenazado por las mentiras de estos falsos profetas. Tenemos que aprender a no quedarnos en un nivel inmediato, superficial, sino a reconocer qué cosas son las que dejan en nuestro interior una huella buena y más duradera, porque vienen de Dios y ciertamente sirven para nuestro bien. Un corazón frío Dante Alighieri, en su descripción del infierno, se imagina al diablo sentado en un trono de hielo [2]; su morada es el hielo del amor extinguido. Preguntémonos entonces: ¿cómo se enfría en nosotros la caridad? ¿Cuáles son las señales que nos indican que el amor corre el riesgo de apagarse en nosotros? Lo que apaga la caridad es ante todo la avidez por el dinero, «raíz de todos los males» (1 Tm 6,10); a esta le sigue el rechazo de Dios y, por tanto,
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el no querer buscar consuelo en él, prefiriendo quedarnos con nuestra desolación antes que sentirnos confortados por su Palabra y sus Sacramentos [3]. Todo esto se transforma en violencia que se dirige contra aquellos que consideramos una amenaza para nuestras «certezas»: el niño por nacer, el anciano enfermo, el huésped de paso, el extranjero, así como el prójimo que no corresponde a nuestras expectativas. También la creación es un testigo silencioso de este enfriamiento de la caridad: la tierra está envenenada a causa de los desechos arrojados por negligencia e interés; los mares, también contaminados, tienen que recubrir por desgracia los restos de tantos náufragos de las migraciones forzadas; los cielos —que en el designio de Dios cantan su gloria— se ven surcados por máquinas que hacen llover instrumentos de muerte. El amor se enfría también en nuestras comunidades: en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium traté de describir las señales más evidentes de esta falta de amor. estas son: la acedia egoísta, el pesimismo estéril, la tentación de aislarse y de entablar continuas guerras fratricidas, la mentalidad mundana que induce a ocuparse sólo de lo aparente, disminuyendo de este modo el entusiasmo misionero [4]. ¿Qué podemos hacer? Si vemos dentro de nosotros y a nuestro alrededor los signos que antes he descrito, la Iglesia, nuestra madre y maestra, además de la medicina a veces amarga de la verdad, nos ofrece en este tiempo de Cuaresma el dulce remedio de la oración, la limosna y el ayuno. El hecho de dedicar más tiempo a la oración hace que nuestro corazón descubra las mentiras secretas con las cuales nos engañamos a nosotros mismos [5], para buscar finalmente el consuelo en Dios. Él es nuestro Padre y desea para nosotros la vida. El ejercicio de la limosna nos libera de la avidez y nos ayuda a descubrir que el otro es mi hermano: nunca lo que tengo es sólo mío. Cuánto desearía que la limosna se convirtiera para todos en un auténtico estilo de vida. Al igual que, como cristianos, me gustaría que siguiésemos el ejemplo de los Apóstoles y viésemos en la posibilidad de compartir nuestros bienes con los demás un testimonio concreto de la comunión que vivimos en la Iglesia. A este propósito hago mía la exhortación de san Pablo, cuando invitaba a los corintios a participar en la colecta para la comunidad de Jerusalén: «Os conviene» (2 Co 8,10). Esto vale especialmente en Cuaresma, un tiempo en el que muchos organismos realizan colectas en favor de iglesias y poblaciones que pasan por dificultades. Y cuánto querría que también en nuestras relaciones cotidianas, ante cada hermano que nos pide ayuda, pensáramos que se trata de una llamada de la divina Providencia: cada limosna es una ocasión para participar en la Providencia de Dios hacia
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sus hijos; y si él hoy se sirve de mí para ayudar a un hermano, ¿no va a proveer también mañana a mis necesidades, él, que no se deja ganar por nadie en generosidad? [6] El ayuno, por último, debilita nuestra violencia, nos desarma, y constituye una importante ocasión para crecer. Por una parte, nos permite experimentar lo que sienten aquellos que carecen de lo indispensable y conocen el aguijón del hambre; por otra, expresa la condición de nuestro espíritu, hambriento de bondad y sediento de la vida de Dios. El ayuno nos despierta, nos hace estar más atentos a Dios y al prójimo, inflama nuestra voluntad de obedecer a Dios, que es el único que sacia nuestra hambre. Querría que mi voz traspasara las fronteras de la Iglesia Católica, para que llegara a todos ustedes, hombres y mujeres de buena voluntad, dispuestos a escuchar a Dios. Si se sienten afligidos como nosotros, porque en el mundo se extiende la iniquidad, si les preocupa la frialdad que paraliza el corazón y las obras, si ven que se debilita el sentido de una misma humanidad, únanse a nosotros para invocar juntos a Dios, para ayunar juntos y entregar juntos lo que podamos como ayuda para nuestros hermanos. El fuego de la Pascua Invito especialmente a los miembros de la Iglesia a emprender con celo el camino de la Cuaresma, sostenidos por la limosna, el ayuno y la oración. Si en muchos corazones a veces da la impresión de que la caridad se ha apagado, en el corazón de Dios no se apaga. Él siempre nos da una nueva oportunidad para que podamos empezar a amar de nuevo. Una ocasión propicia será la iniciativa «24 horas para el Señor», que este año nos invita nuevamente a celebrar el Sacramento de la Reconciliación en un contexto de adoración eucarística. En el 2018 tendrá lugar el viernes 9 y el sábado 10 de marzo, inspirándose en las palabras del Salmo 130,4: «De ti procede el perdón». En cada diócesis, al menos una iglesia permanecerá abierta durante 24 horas seguidas, para permitir la oración de adoración y la confesión sacramental. En la noche de Pascua reviviremos el sugestivo rito de encender el cirio pascual: la luz que proviene del «fuego nuevo» poco a poco disipará la oscuridad e iluminará la asamblea litúrgica. «Que la luz de Cristo, resucitado y glorioso, disipe las tinieblas de nuestro corazón y de nuestro espíritu» [7], para que todos podamos vivir la misma experiencia de los discípulos de Emaús: después de escuchar la Palabra del Señor y de alimentarnos con el Pan eucarístico nuestro corazón volverá a arder de fe, esperanza y caridad. Los bendigo de todo corazón y rezo por ustedes. No se olviden de rezar por mí.
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[1] Misal Romano, I Dom. de Cuaresma, Oración Colecta. [2] «Salía el soberano del reino del dolor fuera de la helada superficie, desde la mitad del pecho» (Infierno XXXIV, 28-29). [3] «Es curioso, pero muchas veces tenemos miedo a la consolación, de ser consolados. Es más, nos sentimos más seguros en la tristeza y en la desolación. ¿Sabéis por qué? Porque en la tristeza nos sentimos casi protagonistas. En cambio, en la consolación es el Espíritu Santo el protagonista» (Ángelus, 7 diciembre 2014). [4] Núms. 76-109. [5] Cf. Benedicto XVI, Enc. Spe salvi, 33. [6] Cf. Pío XII, Enc. Fidei donum, III. [7] Misal Romano, Vigilia Pascual, Lucernario. © Copyright - Libreria Editrice Vaticana
Vaticano, 1 de noviembre de 2017 Solemnidad de Todos los Santos
1. Reunión del Grupo Parroquial de Oración por las vocaciones sacerdotales, el jueves 15 de febrero a las 3:00pm iniciando en el Templo Parroquial. 2. Reunión de la Comisión Parroquial de Pastoral Litúrgica el jueves 15 de febrero a las 7:00 pm en la Casa Cural. 3. Escuela Parroquial de Formación el viernes 16 de febrero a las 7:00pm en el Salón Parroquial. Recordemos que es abierta a todo el que desee participar. 4. Asociación de Desarrollo Integral de barrio Santa Elena de Flores, invita a los cursos de repostería y artesanía impartidos por el IPEP en el salón comunal de Santa Elena, dando inicio el miércoles 28 de febrero. La matrícula será el miércoles 21 de febrero de 8:00am a 2:00pm, costo ₵5.000 colones. Requisitos Fotocopia de la cédula y 1 fotografía tamaño pasaporte.
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Lunes 12 de febrero 7:00 am. Centro (P. Julio) 4:00 pm. San Lorenzo (P. Jácamo) 6:00 pm. Centro: inicio de los 7 lunes (P. VH) 6:30 pm. Reunión JMJ19 (P. Sixto)
Viernes 16 de febrero 7:00 am. Centro. (P. Sixto) 5:00 pm. Centro (P. VH) 7:00 pm. Escuela Parroquial de Formación (Cuaresma y Pascua) Sábado 17 de febrero 6:00 am. Madrugadores (P. Sixto) 8:00 am. Presentaciones (P. VH) 10:00 am. Matrimonio SJ (P. Sixto)
7:00 pm. 7 lunes: jardines del Templo
Martes 13 de febrero 7:00 am. Centro (P. Sixto) 2:30 pm. Confesiones (P. Sixto) 5:00 pm. Centro (P. Julio) 7:00 pm. Reunión de Vicaría
2:30 pm. Matrimonio SJ (P. VH)
4:00 pm. Echeverría (P. Sixto) 4:00 pm. Santa Elena (P. VH) 6:00 pm. San Lorenzo (P. Sixto) 6:00 pm. María Aux. (P. Julio) 6:00 pm. Centro (P. VH)
Miércoles 14 de febrero Miércoles de Ceniza
7:00 am. Centro (P. VH) 9:00 am. Escuela Llorente (Mons.) 9:00 am. Liceo Regional (P. Sixto) 11:00 am CTP San Joaquín (P. Sixto) 4:00 pm. Santa Elena (P. VH) 4:00 pm Los Ángeles (Monseñor) 5:30 pm. La Inmaculada (P. Sixto) 5:30 pm San Juan Pablo II (P. VH) 7:00 pm María Auxiliadora (P. VH) 7:00 pm San Lorenzo (P. Julio)
Domingo 18 de febrero I Domingo de Cuaresma
7:00 am. Centro (P. Julio) 9:00 am. Los Ángeles (P. Sixto) 9:00 am. Centro (P. VH) 10:30 am. María Aux. (Monseñor) 11:00 am. San Lorenzo (P. Sixto) 1:00 pm. Matrimonio San Joaquín 4:00 pm. Centro (P. VH) 6:00 pm. Centro (P. Sixto)
7:00 pm. Centro: envío de todos los servidores de Semana Santa (P. Sixto) Jueves 15 de febrero 8:00 am. Centro (P. VH) 8:00 am. María Aux. (Monseñor) 3:00 pm. GPOVocaciones 5:00 pm. Centro (P. Sixto) 6:00 pm. Hora Santa (P. Sixto) 7:00 pm. CPPL (P. Sixto) 7:00 pm. Santa Inés (P. VH) Tiempo Ordinario
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