Boletín Pastoral N. 20 Semana del 11 al 17 abril del 2016
III Domingo de Pascua
“¡Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero!” La primera lectura que se proclama en este domingo tercero de Pascua (Hch 5, 27-41) resume en muy pocas frases algunas convicciones que mueven a los evangelizadores que anuncian el mensaje de Jesús en todo tiempo y lugar. •“Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”. Muy poco significan las prohibiciones humanas cuando se está dispuesto a dar la vida por el mensaje de Cristo. •“El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús”. La fe en la resurrección de Cristo es la fuente de la que brota el coraje para anunciar el evangelio. • “Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo que Dios da a los que le obedecen” El testimonio comunitario de los creyentes es animado por la fuerza del Espíritu. •“Los apóstoles salieron… contentos de haber merecido aquel ultraje por el nombre de Jesús”. La alegría y la fuerza de los mártires será siempre un desafío. Contra toda apariencia y contra toda persecución, los testigos de Cristo podrán cantar con el salmo: “Te ensalzaré, Señor, porque me has librado” (Sal 29). El evangelio que hoy se proclama nos invita a recuperar el ideal primero. De hecho, nos lleva a las orillas del lago de Galilea. Allí había encontrado Jesús a sus discípulos primeros. Y allí vuelve el Resucitado para reunir a los dispersos y desalentados. •De nuevo los discípulos pasan por la experiencia de una noche de pesca infructuosa. Y por la gozosa experiencia de una amanecida en la que la obediencia al Señor llena sus redes con una enorme cantidad de peces. •De nuevo, el Señor toma el pan y el pescado y se lo da. De nuevo se repiten los gestos venerables que significan y hacen visible su misericordia. Y, sobre todo, su entrega personal a sus discípulos. •De nuevo Jesús, se dirige a Simón con una palabra ya sabida: “Sígueme”. Se repite la misma invitación de aquella vez, cuando lo encontró realizando sus tareas de pescador en aquella ribera. Pedro había prometido fidelidad a Jesús una inquebrantable fidelidad y lo había negado tres veces. El Resucitado no reprende su traición. Viene a confiarle una misión.