Boletín Pastoral N. 21 Semana del 18 al 24 abril del 2016
IV Domingo de Pascua
“¡Mis ovejas escuchan mi voz!” “Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor”. (Hch 13,46). Son impresionantes esas palabras de Pablo y Bernabé, al constatar el rechazo de sus oyentes a la palabra que predican. El discurso de Pablo a los judíos en Antioquía de Pisidia es paralelo al que dirigirá a los griegos en Atenas. Son dos formas de anunciar el mensaje de Jesucristo a las dos culturas antagónicas del momento. El Apóstol es un hombre bicultural y las conoce bien. Sabe y proclama que el evangelio de Jesús es salvación para unos y para otros. Pero su experiencia es dura. Los judíos esperan un mesías poderoso. Los gentiles del mundo helénico solo buscan una nueva sabiduría. Así que ambos rechazan a Cristo. Como dirá Pablo a los Corintios, el Cristo crucificado es escándalo para los judíos y necedad para los gentiles. Mas para los llamados es fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1 Cor, 1-23-24). El Apocalipsis ha sido escrito en una hora de persecución a los que han aceptado a Cristo como su Señor. Por eso resultan molestos a los poderes del imperio. Ante los ojos del autor de este libro pasa la muchedumbre inmensa de los que “vienen de la gran tribulación y han lavado y blanqueado sus mantos en la sangre del Cordero” (Ap 7,14). Por tres veces se menciona al Cordero en la segunda lectura de este domingo. Aunque suene a paradoja, la Sangre del Cordero ha blanqueado los mantos de los mártires. Es más, el Cordero les libra del hambre y de la sed, del sol y del bochorno, como anunciaba el libro de Isaías a los que retornaban del destierro (Is 49,10). Además, el Cordero será su pastor y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas. La imagen del Pastor es la señal característica de este domingo 4º de Pascua. Todos los años proclamamos en este día el capítulo 10 del evangelio de Juan. Cada año nos sorprende un detalle que ya creíamos aprendido y asimilado. Este año vemos que Jesús se identifica con el Pastor generoso que guía y protege a las ovejas recibidas del Padre celeste (Jn 10, 27-30).