No.47 Parroquia San Joaquín de Flores Diócesis de Alajuela Semana del 21 al 27 de octubre del 2013
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Domingo XIX del Tiempo Ordinario
“DOMUND: Domingo de oración por las Misiones” “Mientras Moisés tenía en alto las manos, vencía Israel; mientras las tenía bajadas, vencía Amalec”. Con esa sencilla contraposición se resume el éxito de los israelitas frente al ataque promovido por los amalecitas (Ex 17, 813). La liberación era gratuita y comprometida a la vez. El itinerario del éxodo requería el valor, la constancia y la lucha de las gentes de Israel. Pero no hubiera sido posible sin la fe de Moisés que, confiando en el Señor, levantaba sus brazos a lo alto. Entonces y ahora, la fe motiva la acción y exige la oración. La oración de Moisés encuentra su reflejo en la oración de la viuda que aparece en la parábola evangélica que hoy se proclama (Lc 18, 1-8). Con el estilo típico de los cuentos, se nos dice que había una vez un juez injusto. No es muy seductor el retrato que se hace de él: “Ni temía a Dios ni le importaban los hombres”. Durante mucho tiempo, ese juez corrupto se niega a hacer justicia a una viuda que le suplica. Si, al final, le presta una atención forzada, no es movido por la piedad o por la compasión. Sólo para liberarse de la insistencia de la que le persigue, el juez decide cumplir con su propio deber y hacerle justicia. Esa es la lección de la parábola. En esta ocasión la conclusión religiosa del relato nace precisamente de la contraposición. Si el juez humano escucha el lamento, lo hace en razón de su propia comodidad. Sin embargo, Dios escucha los ruegos de los que le suplican y les hace justicia porque él es justo y compasivo. Sabemos que la viuda era para Israel la imagen viviente de la pobreza y el desvalimiento. La parábola del juez inicuo que ignora su lamento nos lleva también a recordar la humilde suplica de esta mujer: “Hazme justicia frente a mi adversario”. Son muchos los que se sienten marginados o tratados injustamente en la sociedad y hasta en los estrechos límites de la familia o del puesto de trabajo. Lejos de ser alienante, la oración puede ayudarles a adquirir conciencia de la propia dignidad y de los propios derechos. Pbro. José-Román Flecha Andrés
Año de la Fe
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Tiempo Ordinario Ciclo C