Parroquia San Joaquín de Flores Diócesis de Alajuela Boletín Pastoral N. 50 www.parroquiasanjoaquindeflores.org www.facebook.com/parroquiasanjoaquin Tel-Fax. 2265-1215 E-mail: pa.sanjoaquin@gmail.com
Semana del 09 al 15 de noviembre del 2015
Domingo XXXII Tiempo Ordinario “Esta… ha echado todo lo que tenía para vivir”. “Voy a hacer un pan para mí y para mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos”. Sólo eso pretende la viuda que el profeta Elías se encuentra al acercarse a la ciudad de Sarepta. Este relato que hoy se lee (1 Re 17, 10-16) nos presenta a tres protagonistas En primer lugar, vemos que el profeta no llega imponiéndose por su fuerza o por su sabiduría. Es un extranjero que sólo cuenta con la palabra de Dios, que lo ha enviado a aquella tierra de paganos. Así que pide por favor un sorbo de agua y un trozo de pan. Además, el profeta no se dirige a los que gobiernan en la ciudad. La primera persona que se encuentra es tan pobre como él. Y con ella comienza el diálogo que ha de culminar en un doble testimonio de fe. El tercer protagonista es el mismo Dios, que envía al profeta y vela por la existencia de aquella pobre viuda y de su hijo. La palabra de Dios es eficaz. Dios cumple su promesa y se hace reconocer aun por los que parecen estar lejos de él. También el evangelio de hoy recuerda la figura de las viudas (Mc 12, 28-44). Jesús ridiculiza la vanidad de la que hacen gala los escribas. Y denuncia la voracidad con la que tratan de adueñarse de los bienes de las viudas, aparentando hacer largas oraciones. Al pecado de orgullo, los escribas unen la injusticia y la impiedad. La alusión a las viudas expoliadas por los especialistas de la Ley introduce el eco de un momento inolvidable. Aquel en que Jesús observó la diferente conducta de los ricos y los pobres al acercarse a las arcas donde se recogían los donativos destinados al templo de Jerusalén. Muchos ricos echaban mucho dinero. Pero llegó también una viuda pobre y echó dos monedas: exactamente las más pequeñas que Tiempo Ordinario Ciclo del B circulaban por entonces. Aquel hecho 1 no pasó inadvertido a los ojos Maestro. En aquella viuda vio Jesús el signo de la entrega personal de