SAN NICOLÁS EL BURGO RECUPERA SU LUZ
La iglesia-fortaleza de San Nicolás de Pamplona ha recuperado su esplendor tras una minuciosa obra de restauración que comenzó en 2005. Ahora, sus fachadas medievales vuelven a exhibir su belleza original. La gran novedad: el rosetón completamente recuperado en la fachada de la calle San Miguel. La iglesia ya había sido sometida a una rehabilitación integral del interior del templo y de sus dependencias. La reciente restauración representa un buen colofón a la obra de peatonalización llevada a cabo en la plaza y el burgo de San Nicolás. TEXTO JAVIER MUÑOZ FOTOS LUIS PRIETO Y LARRIÓN / PIMOULIER
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Pamplona
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a historia de Pamplona es una historia marcada por las luchas fratricidas y los reencuentros. A finales del siglo XI, y por el cauce del Camino de Santiago, nuevos habitantes se asientan en la capital. Junto a los antiguos pobladores de la Navarrería, en el año 1090 llega el primer grupo de francos que se instala en el burgo de San Cernin y en el año 1110 surge el llamado ‘Burgo nuevo’, la futura población de San Nicolás, también de origen franco. Pronto las rencillas y la rivalidades comerciales enemistan a los habitantes de las tres poblaciones, que deciden amurallar sus espacios y crear torres de vigilancia para prevenir posibles ataques. La iglesia-fortaleza fue la construcción elegida para tales menesteres. La guerra civil había comenzado. Función religiosa y bastión defensivo. Con este doble cometido se construyó en el siglo XII y en estilo románico la iglesia-fortaleza de San Nicolás. Aquel primer referente arquitectónico del burgo de San Nicolás quedó reducido a cenizas cuando en el año 1222 los vecinos de San Cernin asaltaron e incendiaron la iglesia. En este ataque murieron varios parroquianos. Con la rapidez que manda la urgencia, en el año 1231 se consagra la actual iglesia de San Nicolás, la que aún hoy podemos ver enmar59
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Fachada de la iglesia al Paseo de Sarasate, proyectado por Ángel Goicoechea en 1882.
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cada en el centro neurálgico de la ciudad. Su misión principal consistió en la defensa del burgo, de ahí sus gruesos muros, verjas y sus torres de vigilancia. Con el transcurrir de los siglos, la iglesia fue presentando diferentes añadidos. Ángel Goicoechea fue el artífice en el año 1882 del atrio, la casa parroquial y la fachada del paseo de Sarasate; y José Martínez de Ubago levantó en el año 1924 la torre de vigilancia en recuerdo de las tres que mantuvo la iglesia hasta que en 1512 fueran derruidas por las tropas castellanas. Ubicada en el Casco Antiguo, entre la plaza de San Nicolás, la calle del Rincón de San Nicolás, la calle San Miguel y el paseo de Sarasate, la iglesia-fortaleza de San Nicolás ha visto pasar la vida de todas las personas que alguna vez han vivido en Pamplona. En sus
registros bautismales aparecen nombres de pamploneses ilustres, como el de Martín Melitón Sarasate y Navascués, bautizado en la iglesia el 10 de marzo de 1844. Y por ella, poco a poco, también ha ido pasando el tiempo. Un tiempo visible en unos muros que hasta ahora arrojaban melancólicas historias medievales. En el año 2003, el arquitecto Xavier Chérrez Bermejo recibe el encargo de restaurar la iglesia de San Nicolás; un trabajo cuyo objetivo era redescubrir el monumento y ponerlo en valor. “Fijar, limpiar y dar esplendor”, con estas cinco palabras el arquitecto resume sus siete años de esfuerzo por mantener la personalidad del edificio y adecuarlo a las necesidades del siglo XXI. Un esfuerzo compartido con Raquel Cantera, arquitecta y colaboradora.
Con el apoyo económico del Gobierno a través de la Fundación para la Conservación del Patrimonio Histórico de Navarra, el Ayuntamiento de Pamplona y la parroquia de San Nicolás, la restauración exterior ha consistido en limpiar, ordenar y consolidar la fábrica exterior. En el interior, en derribar los añadidos obsoletos y dar forma al espacio resultante. En definitiva, se buscaba devolver al edificio el carácter que le hizo valedor de la defensa del burgo. Las obras de restauración comenzaron en el año 2005 por la fachada del paseo de Sarasate, prosiguieron circundado el edificio por la fachada de la calle del Rincón de San Nicolás, la fachada de la plaza de San Nicolás, la torre de San Nicolás y concluyeron en la fachada de la calle San Miguel.
El rosetón, recuperado Piedra a piedra, el monumento fue recuperando su luz original y reafirmando su propia historia. Adaptándose a los nuevos tiempos, se suprimió la caldera de gasóleo por otra nueva de gas. Con este lógico cambio se eliminó de un plumazo el hollín, esas pequeñas partículas de carbono que ennegrecían y devoraban los muros del edificio. Desde la calle Lindatxikia la fotografía ha cambiado. Se tiene una vista excepcional de la iglesia de San Nicolás, tal y como fue construida siglos atrás, ahora sin chimenea de gasóleo. “Se salvaron las piedras chamuscadas picándolas una a una. Es un orgullo liberar al
Arriba: fachada norte con la torre de vigilancia levantada en 1924 por José Martínez de Ubago en recuerdo de las torres medievales derribadas en 1512. Abajo: el rosetón recuperado en la fachada de la calle San Miguel.
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Arriba: fachada del rincón de San Nicolás. Abajo: la cúpula gótica recuperada con el espejo que la “reconstruye” ópticamente.
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ábside gótico de la iglesia de San Nicolás de su añadida chimenea de ladrillo”, afirma Xavier Chérrez con una amplia sonrisa. Una auténtica limpieza visual. Precisamente en el Rincón de San Nicolás, la iglesia guardaba secretos que nadie había conseguido desvelar. En la fachada se creó una puerta que da acceso desde el exterior a la sala de Juan Pablo II. Las obras que se hicieron en esta parte del interior de la iglesia ofrecieron dos impresionantes hallazgos. El primero fue el arranque del ábside románico de la iglesia que fue incendiada. El segundo la cúpula gótica que apareció tras tres falsos techos y que no se encontraba detallada en ningún plano. La cúpula quedó destruida al construirse la capilla neoclásica. La mitad que ha quedado se ha recuperado, se ha reconstruido y se ha recreado. Chérrez lo explica: “Propuse la reconstrucción virtual de la mitad que faltaba colocando un espejo. Se ha creado una ilusión óptica de lo que fue esta magnífica cúpula. Hemos ‘construido’ la última cúpula gótica de la historia”.
Pórtico de la fachada norte protegido por el atrio obra de José Martínez de Ubago en 1882.
Visita a San Nicolás El consejero de Cultura y Turismo del Gobierno de Navarra, Juan Ramón Corpas, acompañado por el párroco, Santiago Cañardo, y por el director general de Cultura, Pedro Luis Lozano (de espaldas), en la visita a las obras de restauración de la iglesia de San Nicolás realizada en octubre de 2010.
A partir del año 2007 comienza la restauración exterior del templo en su totalidad. La primera fase fue la parte de la iglesia que da a la plaza de San Nicolás. De nuevo los trabajos consistieron en consolidar, limpiar y colocar nuevas piedras. El óculo de la fachada norte se reconstruyó y se enfoscó. Con la llegada del dinero de la Fundación se pudo continuar con la restauración de la fachada oeste y con la consolidación de la torre y del reloj. Desde la esquina de la calle San Gregorio se tiene uno de los puntos de vista más característicos de la iglesia de San Nicolás: su torre, el pórtico y la fachada de la calle San Miguel. Aquí se ha seguido consolidando y limpiando la fachada, además de eliminar las chimeneas que aún existían de otros periodos y que ya no tenían uso. Incluso se han recuperado para la vista los dos escudos en la esquina con el paseo de Sarasate que estaban totalmente oscurecidos. Pero, sin duda, la gran novedad es el rosetón de la fachada de la calle San Miguel, que ha sido reconstruido en su totalidad. “Desde el interior no se puede ver, ya que se encuentra el órgano, y al exterior éste es el único lugar desde el cual se puede apreciar en toda su dimensión. Se le devolvió la forma al rosetón, que con el tiempo la había perdido. Es un trabajo que llena de satisfacción”, reconoce el arquitecto. Y de nuevo volvemos al paseo de Sarasate, donde la iglesia de San Nicolás se ve en todo su esplendor. La iglesia aún necesita una pequeña intervención (en el pórtico, en la absorción de aguas subterráneas y en el interior de la torre), pero la nueva luz que desprende permite apreciar pequeños detalles que hasta ahora habían pasado desapercibidos. Sólo hay que ir y mirar.
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