IGLESIA Y MINISTERIOS EVANGELISTICOS CRISTIANOS UNIFICADOS DE
“JESÚS”
EL PROFETA Y
LA PROFECÍA “Entonces el espíritu de Jehová Vendrá sobre ti con poder Y profetizarás con ellos, Y serás mudado en otro hombre”. 1 Sa.10, 6.
M. A. Pereira.
Querido(a) Hermano(a): Pablo en su primera epístola a los Corintios capitulo doce, nos enseña como el Espíritu Santo de parte de Dios, imparte los dones y carismas como el decide y a quien el desea. Estos “Dones” no se venden ni se compran son un regalo por gracia y un instrumento, armas para vencer y alcanzar la victoria en todas las áreas de nuestra vida. En esta lista hay nueve dones principales los que podemos dividir en tres grupos así: 1. Inspiración: Palabra de Sabiduría, Palabra de Ciencia y Profecía. 2. Interpretación: Discernimiento o distinguir Espíritus, Hablar en Lenguas y Poder de Interpretación de Lenguas. 3. Poder: Don de la Fe, Hacer Sanidades o Milagros, Poder de Santidad. Estos dones son para Edificación, Exhortación y Consolación, de nuestro prójimo o semejantes y debemos ponerlos al servicio de nuestras comunidades, iglesias, ciudades y países en general. En el don de Profecía, tema sobre el cual se realizo el presente trabajo, NO debes de olvidar y tener en cuenta que es Dios, Jesús y su Santo Espíritu, quienes dan la revelación y NO TU, quien por compasión o ayuda a un hermano(a), comunidad o Iglesia, decides pronunciar la palabra que ellos o ellas desean escuchar. Cuida sobre todo tu corazón, para que este permanezca en continua comunicación y sintonía con Jesús y sea Él, a través de su Santo Espíritu quien Edifica, Exhorta, Consuela a sus hijos e hijas, déjalo actuar y el ara, “porque nada hay imposible para Dios”. M. A. Pereira.
INDICE PROFETA……………………………….……………..….1 Características del Profeta……………………………...5 Falsos Profetas…………………………………………..6 Escritos del Profeta……………………………….…..…6 Etimología del termino Profeta………………….…..….8 Forma de vida del Profeta……………………….……..11 Llamamiento del Profeta……………………………….12 Compañía de los Profetas……………………………..13 Profetas Mayores…………………………………….…16 Profetas Menores…………………………………….…16 Profetisa………………………………………….………17
PROFECÍA………………..……………………….….…18 Características de la Profecía…………………………18 Interpretación de la Profecía…………………………..21 Promesa…………………………………………….…...24 Profetizar………………………………………….……..26
Bibliografía………………………………………………31
1 Corintios. 12, 1-13. 1 No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales. 2 Sabéis que cuando erais gentiles se os extraviaba llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos. 3 Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios dice de Jesús: "¡Sea anatema!", como tampoco nadie puede exclamar: "¡Jesús es el Señor!", sino por el Espíritu Santo. 4 Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. 5 Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. 6 Y hay diversidad de actividades, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. 7 Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para el bien de todos. 8 A uno es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de conocimiento según el mismo Espíritu; 9 a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. 10 A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas, y a otro, interpretación de lenguas. 11 Pero todas estas cosas las hace uno Y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere. 12 Así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo, 13 porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, tanto judíos como griegos, tanto esclavos como libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.
PROFETA Aquel a quien Dios reviste de Su autoridad para que comunique Su voluntad a los hombres y los instruya. a) Institución del profetismo: Dios prometió que Él suscitaría de entre el pueblo elegido a hombres inspirados, capaces de decir con autoridad la totalidad de lo que Él les ordenaría exponer (Dt.18:18, 19). Moisés es el modelo de todos los profetas que lo siguieron, en cuanto a la unción, doctrina, actitud en cuanto a la Ley y la enseñanza. Sobre varios puntos hay unas analogías notables entre Moisés y Cristo (v. 18; Hch.3:22, 23). Zacarías habla asimismo de esta autoridad característica: el Espíritu de Dios ha inspirado a los profetas aquello que debían decir al pueblo; los acontecimientos preanunciados han sido cumplidos (Zac.1:6; 7:12; Neh.9:30). Es Dios sólo quien ha elegido, preparado y llamado a los profetas; la vocación de ellos no es hereditaria, sino que con frecuencia encuentra al principio una resistencia interna (Éx.3:1-4:17; 1 S.3:1-20; Jer.1:4-10; Ez.1:1-3:15) La Palabra del Señor, transmitida a los profetas de diversas maneras, queda confirmada mediante señales, por el cumplimiento de las predicciones y por la conformidad con las enseñanzas de la Ley. Dios pedirá cuentas al hombre por su obediencia o desobediencia con respecto a la Palabra transmitida por Sus siervos (Dt.18:18-19, cfr.v.20 y Dt.13:1-5). El Espíritu del Señor enseñaba a los profetas (1 R.22:24; 2 Cr.15:1; 24:20; Neh.9:30; Ez.11:5; Jl.2:28; Mi.3:8; Zac.7:12; Mt.22:43; 1 P.1:10-11). La acción divina no está en conflicto con la psicología humana. -1-
En ocasiones Dios se servía de una voz audible o de un ángel (Nm.7:89; 1 S.3:4; Dn.9:21); pero por lo general daba Sus instrucciones mediante sueños, visiones y sugestiones que los profetas reconocían como de origen divino, externo a ellos mismos. Estos hombres no estaban continuamente bajo la inspiración del Espíritu, sino que esperaban la revelación del Señor (Lv.24:12). Su mente no puede identificarse con la de Dios (1 S.16:6, 7). Natán mismo estuvo de acuerdo con David en sus deseos de construir el Templo, pero tuvo que decirle después que Dios se oponía a este proyecto (2 S.7:3). Los profetas sólo reciben las revelaciones en el momento elegido por el Señor. Desde la época de Samuel, Dios fue dando profetas a Israel de una manera regular: varios de ellos son anónimos (1 R.18:4; 2 R.2:7-16). Este ministerio parece que no cesó hasta la época de Malaquías. Al acercarse el tiempo de la primera venida de Cristo, se dejó oír de nuevo la Palabra profética (Lc.1:67; 2:26-38). Había profetas en la Iglesia en la época de Pablo (1 Co.12:28). En contraste con los apóstoles y ancianos, no constituyen un grupo definido. Hombres y mujeres (Hch.21:9) comunicaban lo que Dios les había revelado por el Espíritu, anunciando ocasionalmente lo que había de suceder (Hch.11:27-28; 21:10-11); especialmente, exhortaban y edificaban a la Iglesia (1 Co.14:3, 4, 24). Pablo aplica irónicamente el calificativo de profeta a un autor pagano que describió de manera magistral y verídica el inmoral carácter de los cretenses (Tit.1:12). Ciertos hombres que poseyeron el espíritu de profecía no fueron oficialmente clasificados entre los profetas. -2-
Los Salmos de David no fueron puestos entre los escritos proféticos, aun cuando había anunciado a Cristo. Daniel, designado por el mismo Cristo como profeta (Mt.24:15) era oficialmente un alto funcionario de los reyes de Caldea y de Persia y no tuvo una función profética en el seno de la nación de Israel; es por esto que el canon hebreo situó su libro entre los Hagiógrafos (escritos sagrados). El canon hebreo da el nombre de «profetas anteriores» a los libros históricos: Josué, Jueces, 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes. Los escritos estrictamente proféticos a partir de Isaías reciben el nombre de «profetas posteriores». Esta designación no se relaciona con la época de redacción, sino con el puesto que ocupan estos dos grupos de libros dentro del canon hebreo. Los libros de los Reyes, por ejemplo, escritos después de Isaías, pertenecen al grupo de los «profetas anteriores». Hubo grandes profetas como Elías y Eliseo, que no escribieron sus discursos. En los comentarios modernos reciben el nombre de profetas oradores. Aquí y allá en la Biblia se hace alusión a las obras literarias de otros profetas que registraron sus predicaciones por escrito. Se dan citas en los «profetas anteriores» u otros libros del AT. Entre los «profetas posteriores», Oseas, Amós y Jonás predicaron en el reino del norte e incluso en Nínive (cfr. 2 R.14:25). Los otros ejercieron su ministerio en el seno de las tribus de Judá y de Benjamín, en tierra de Canaán o en la tierra de su exilio. Incluyendo a Daniel. La clasificación cronológica es como sigue: -3-
a) Durante el período asirio, precediendo en poco la accesión de Tiglat-pileser (745 a.C.), y extendiéndose hasta la decadencia del poder de Nínive (hacia el año 625 a.C.). Oseas, Amós, Jonás, en el reino del norte. Joel, Abdías e Isaías, Miqueas, Nahúm, en Judá. b) Durante el período babilónico, en Judá, del año 625 a.C., y hasta la caída de Jerusalén, el año 586 a.C.: Jeremías, Habacuc, Sofonías. c) Durante el exilio en Babilonia: Ezequiel, Daniel. d) Después del retorno del exilio: Hageo, Zacarías, Malaquías.
Jeremías. 1, 4-10. 4 Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: 5 "Antes que te formara en el vientre, te conocí, y antes que nacieras, te santifiqué, te di por profeta a las naciones". 6
Yo dije: "¡Ah, ah, Señor Jehová! ¡Yo no sé hablar, porque soy un muchacho!"
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Me dijo Jehová: "No digas: "Soy un muchacho", porque a todo lo que te envíe irás, y dirás todo lo que te mande.
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No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová".
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Extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: "He puesto mis palabras en tu boca.
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Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y destruir, para arruinar y derribar, para edificar y plantar". -4-
CARACTERÍSTICAS DEL PROFETA AUTÉNTICO a) Las señales (Éx.4:8; Is.7:11, 14); pero las señales no son por sí mismas suficientes, algunas de ellas podrían ser de origen fortuito e incluso engañosas (Dt.13:1, 2; cfr. Éx.7:11, 22; 2 Ts.2:9). b) El cumplimiento de las predicciones (Dt.18:21, 22). El valor de este medio de comprobación aumenta cuando los acontecimientos vienen a demostrar, sobre un plano histórico, las profecías proclamadas mucho tiempo antes. c) El mensaje espiritual (Dt.13:1-5; Is.8:20). Si la doctrina del pretendido profeta se desvía del Decálogo, el que la profesa no es, evidentemente, un hombre de Dios. La enseñanza del verdadero profeta tiene que ser acorde con la de la Ley, tanto en lo que respecta a Dios como al culto y a las demandas de la moral. No se trata de que deba dar meras imitaciones del texto sagrado. Basados en los mandamientos divinos, los profetas enseñan cómo se exponen en la vida cotidiana y revelan la voluntad y la mente de Dios. Por su integridad, valor moral y calidad de sus enseñanzas. Los profetas israelitas auténticos sobrepasan con creces a los sabios de las otras naciones. La profecía incluye la predicción de acontecimientos (Is.5:11-13; 38:5, 6; 39:6, 7; Jer.20:5, 6; 25:11; 28:16; Am.1:5; 7:9, 17; Mi.4:10). La predicción constituye un aspecto importante del ministerio del profeta, y contribuye a acreditarlo, pero el hombre de Dios se ocupa aún más intensamente del presente y del pasado, para procurar convertir al pueblo a Dios (Is.41:26; 42:9; 46:9). -5-
FALSOS PROFETAS Además de los que hablan en nombre de un dios falso (Dt.18:20; 1 R.18:19; Jer.2:8; 23:13), hay los que mienten invocando el nombre de Jehová (Jer.23:16-32). Estos últimos son de dos clases: a) Impostores, conscientes de su engaño, seducidos por su deseo de ser objeto de la consideración dada a los verdaderos profetas, son populares a causa de sus palabras suaves (1 R.22:5-28; Ez.13:17, 19; Mi.3:11; Zac.13:4). b) Personas sinceras e incluso piadosas, fundándose en ocasiones incluso sobre la Ley, pero persuadiéndose a sí mismas de haber sido llamadas por Dios al ministerio profético, cuando no es así. A pesar de su sinceridad, éstos son falsos guías.
ESCRITOS DEL PROFETA A los profetas les tocó, asimismo, una tarea literaria: debían consignar por escrito la historia en que se habían movido y sus mensajes proféticos. Samuel, el vidente; Natán el profeta; y Gad el vidente, fueron los historiadores de los reinos de David y de Salomón. Ahías, de Silo, escribió una profecía (1 Cr.29:29; 2 Cr.9:29). El profeta Semaías y el vidente Iddo (2 Cr.12:15) referían los acontecimientos del reinado de Roboam. Iddo, el vidente, consignó los referentes al reinado de Jeroboam (1 Cr.9:29). Las memorias del profeta Iddo relataban el reinado de Abías (1 Cr.13:22). Jehú, el hijo de Hanani refirió la historia de Josafat (1 Cr.20:34; 19:2). -6-
Isaías describió el comienzo y fin de Uzías y registró la historia de Ezequías (1 Cr.26:22; 32:32). El canon hebreo clasifica entre los profetas anteriores a cuatro libros históricos: Josué, Jueces, los libros de Samuel y Reyes. Es evidente que sus autores fueron «los videntes». En la época de Isaías y de Oseas, ciertos profetas vinieron a ser grandes escritores, redactaron sus mensajes bien de una manera condensada o bien de una manera muy detallada, en otras ocasiones nos han dado selecciones de sus discursos. Estos hombres rendidos a Dios en comunión con Él mediante la constante oración eran aptos para recibir las revelaciones divinas (1 S.7:5; 8:6; 12:23; 15:11). Se aislaban periódicamente para poder percibir mejor las instrucciones de lo Alto (Is.21:8; Hab.2:1). Ezequiel y Daniel recibieron revelaciones a la orilla de un río, donde posiblemente la apacibilidad favorecería la meditación espiritual (Ez.1:3; Dn.10:4). Asimismo fue durante la noche que Samuel oyó la palabra del Señor (1 S.3:2-10). El alma del profeta quedaba incesantemente abierta a la acción del Espíritu que, sin embargo no violentaba la personalidad del espíritu humano.
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(1 S.16, 7) Pero Jehová respondió a Samuel: --No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón. -7-
ETIMOLOGIA DEL TERMINO PROFETA Etimología del término «profeta»: En gr. el profeta es:
a) El que habla en lugar de otro: intérprete, heraldo. b) Aquel que declara los acontecimientos futuros. Esta doble acepción deriva del hecho de que la preposición «pro» significa «en lugar de» y «antes». El término heb. «nabi'», traducido «profeta», significa «aquel que anuncia». Esta expresión parece haber tenido al principio un sentido muy amplio. El participio activo se emplea en otra lengua semítica, el asirio, para designar a un heraldo. Los textos hebreos dan a Abraham el título de profeta (Gn.20:7). Dios se comunica directamente con él, se revela a él (Gn.15:1-18; 18:17). Abraham transmite a sus descendientes el conocimiento del verdadero Dios (Gn.18:19) y su intercesión es eficaz (vv. 22-32). Miriam es llamada profetisa (Éx.15:20; Nm.12:2, 6); Aarón, el portavoz de Moisés, recibe el nombre de su «profeta» (Éx.7:1; cfr. 4:16). La idea fundamental del término «nabi'», «profeta» (que, p. ej., figura en Dt.18:18) es que Dios reviste a este heraldo de unos dones particulares, entre otros el de ser vidente (1 S.3:1). Ésta es la razón de que el profeta reciba en ocasiones este nombre de vidente (1 S.9:9, heb. «ro'eh»; Is.3:10, heb. «hõzeh»). Como el pueblo más importante, el corrientemente para períodos de la historia recibían este título.
consideraba que esta cualidad era la término «vidente» fue el usado designar al profeta durante largos antigua de Israel. Samuel, Gad e Iddo -8-
Pero Samuel es más que el vidente al que uno se dirige para conocer la voluntad de Dios, o para recibir instrucciones acerca de los temas públicos o privados. Es el maestro enviado por Dios para instruir al pueblo, que reconoce en este ministerio público la característica esencial del profetismo (1 S.10:10-13; 19:20). La enseñanza viene a ser la función primaria del profeta, como en los tiempos de Moisés. A partir de Samuel y de sus sucesores inmediatos (y algunos siglos más tarde con una presencia con renovado vigor) el profeta estará siempre presente en el seno de la nación. Embajador de Dios ante el reino de Israel, no deja de ordenar que se practique la justicia. Interpretando la historia a la luz de la moral, el profeta advierte de los juicios de Dios sobre el pecado y alienta al pueblo a la fidelidad hacia el Señor. El profeta está encargado de revelar los designios divinos (como Natán, que impide a David edificar el Templo, pero que profetiza la perennidad de su dinastía); ello no obstante, este anuncio de lo por venir dista de ocupar el lugar central dentro de su ministerio. Los grandes sucesores de Samuel ya no son llamados «videntes», sino «profetas». Sin eliminar del vocabulario el título de vidente, se emplea de nuevo el de profeta, que no había desaparecido nunca del todo (Jue.4:4; 1 S.3:20; 9:9; 10:10-13; 19:20). Amós, que tuvo visiones, es llamado «vidente» por el sacerdote de Bet-el (1 S.7:12); pero Dios lo llama a un ministerio profético completo (1 S. 7:15). Del profeta revestido del poder del Altísimo se dice que es «el varón de espíritu» (Os.9:7), el inspirado. -9-
Como sucede con otros hombres que cumplen un ministerio público o privado, es el hombre de Dios, su instrumento, su mensajero, es un pastor del rebaño, un centinela, un intérprete de los pensamientos divinos. Aunque todos los profetas hayan surgido de Israel, Dios, para el cumplimiento de Sus propósitos soberanos, ha concedido en ocasiones un sueño o una visión a un filisteo, a un egipcio, a un madianita, a un babilonio o a un romano (Gn.20:6; 41:4; Jue.7:13; Dn.2:1; Mt.27:19). El Señor se sirvió incluso de Balaam, el adivino, a quien el rey de Moab le había pedido que maldijera a Israel (Nm.2224). Estos paganos entraron momentáneamente en contacto con el plan de Dios. Para asegurar su realización, el Señor les otorgó un atisbo de revelación, pero nunca los incluyó entre Sus profetas. La aparición del ángel a Agar a Manoa y a su esposa y a otros, no les confirió este ministerio, reservado a hombres sometidos a la disciplina del Espíritu y en comunión con Dios.
1 Ped.1, 19-21. Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día amanezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones. 20 Pero ante todo entended que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, 21 porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo. 19
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FORMA DE VIDA DEL PROFETA La Biblia se refiere sólo de manera incidental a la forma de vida de los profetas, que no difería demasiado de la de los demás israelitas. El vestirse con pelo no era como asceta, (ermitaño, antisocial), sino de penitente, llorando por los pecados del pueblo (2 R.1:8; Zac.13:4; cfr. Mt.3:4). En ocasiones, los hombres de Dios llevaban un cilicio sobre los riñones, con el mismo propósito simbólico (Is.20:2). La vestimenta de pelo no se ponía directamente sobre la piel, sino como manto sin mangas, sobre el cuerpo. Los profetas se alimentaban de frutos y de legumbres silvestres (2 R.4:39; cfr. Mt.3:4). Recibían presentes en especie (1 S.9:8; 1 R.14:2, 3; 2 R.4:42), o se les ofrecía hospitalidad (1 R.17:9; 18:4; 2 R.4:8, 10). Ciertos profetas, los que eran de la tribu de Leví, tenían derecho al diezmo. Algunos de ellos, como Eliseo y Jeremías, eran de familias acomodadas (1 R.19:21; Jer.32:8-10). Gad, el vidente, así como otros hombres de Dios que también llevaban este título, fueron posiblemente, receptores del apoyo real (2 S.24:11; 1 Cr.25:5; 2 Cr.35:15). Los profetas tenían por lo general una casa, al igual que sus contemporáneos (1 S.7:17; 2 S.12:15; 1 R.14:4; 2 R.4:1, 2; 5:9; 22:14; Ez.8:1).
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Jeremías. 1, 4-10. Porque no hará nada Jehová, el Señor, sin revelar su secreto a sus siervos los profetas. -11-
LLAMAMIENTO DEL PROFETA Es el mismo Dios el que llama al profeta (Am.7:15), el cual conoce el momento preciso de esta revelación. Moisés estaba ante una zarza ardiendo cuando le vino el llamamiento (Éx.3:1-4:17). El niño Samuel recibió revelaciones particulares (1 S.3:1-15) que lo prepararon para la carrera profética (1 S.3:19-4:1). Eliseo sabía de cuándo databa su llamamiento, y no ignoraba que había recibido una doble porción del Espíritu (1 R.19:19, 20; 2 R.2:13, 14). Por lo general se cree que la vocación de Isaías coincide con su visión, en el año de la muerte del rey Uzías (Is.6); pero es posible que recibiera su comisión mucho tiempo antes. Esta visión marcaba el inicio de una etapa nueva y más importante de su ministerio. Cfr. la visión del apóstol Juan mucho tiempo después de su primer llamamiento (Ap.1:10); la de Pedro en Jope (Hch.1:10); la de Pablo en Jerusalén (Hch.22:17). Igualmente, Ezequiel recibió mensajes (Ez.33:1-22), años después de haber sido investido con el ministerio profético (Ez.1:1, 4). No sabemos nada del primer llamamiento recibido por Elías, pero lo vemos un tiempo más tarde (1 R.19) recibiendo en Horeb un mandato particular. Jeremías, consciente de su llamamiento, se resiste desde su mismo inicio (Jer.1:4-10). Oseas hace alusión a la Palabra que el Señor le dirigió por primera vez (Os.1:1). Por lo que se refiere al llamamiento sólo se registra un caso de instrumentalidad humana, en el de Eliseo (1 R.19:19). En base al Sal.105:15 se ha lanzado la sugerencia de que los profetas eran ungidos con aceite al comenzar su ministerio. -12-
Pero el salmista se refiere, en este texto, a los patriarcas, a los que él denomina «profetas» según el uso entonces corriente (cfr. Gn.20:7; 23:6). En Is.61:1, que también se cita a propósito de la unción del aceite, la referencia es a la unción del Espíritu. En 1 R.19:16 se habla de la unción de Eliseo como profeta y de Jehú como rey. Este último fue, efectivamente, ungido con aceite (2 R. 9:1-6). Por lo que respecta a Eliseo, su unción no es descrita; lo que Eliseo sí hace es tirar sobre él su manto como señal de su llamamiento al ministerio profético (2 R.1:8; 2:9, 13-15).
COMPAÑÍA DE LOS PROFETAS En 1 S.10:5 se menciona la presencia de un grupo de profetas en «el collado de Dios» (V. M.: «Gabaa de Dios»; otras vers.: «Gabaa-Elohim»), ciudad natal de Saúl. Se desconoce si eran itinerantes o si residían allí. Es probable que no fuera la presencia de los profetas lo que determinara el nombre de esta localidad, sino la presencia del lugar alto que había allí (v. 5). El término heb, traducido compañía no es el mismo que el de 1 S.19:20, también traducido «compañía» y que otras versiones traducen como «asamblea». El sentido no es claro en absoluto, pero en los dos casos se trata de una comunidad de profetas. Samuel vivía en Ramá (1 S.7:17; 28:3), donde dirigía un grupo de profetas (1 S.19:18-20). Más exactamente, Samuel residía en Naiot, casa o lugar donde se hallaba la comunidad de los profetas, no lejos de Ramá. -13-
La tradición judía, representada por el Tárgum de Jonatán, traduce «Naiot» por «Escuela de los profetas». Es indudable que este grupo hacía de vez en cuando un retiro espiritual para meditar, pero no hay nada que indique que el fin de esta agrupación fuera el de su preparación de una manera intensiva para una carrera profética de gran envergadura. El término heb. y el contexto de 1 S.10:10; 19:20-23, indican que había en Ramá una comunidad de hombres con el don de la profecía y el poder, por el Espíritu de Dios, de ejercer una influencia saludable sobre aquellos con los que entraban en contacto. Morando con Samuel, o cerca de su casa, practicaban, bajo su dirección, la adoración y alabanza, la contemplación, la meditación de las verdades espirituales (cfr. 1 S.10:5; 1 Cr.25:1-3), y otros ejercicios religiosos propios de los profetas. El Señor había abandonado Silo, el lugar del santuario central de Israel. Los profetas se agruparon entonces en torno a Samuel, el gran conductor espiritual, para adorar a Dios, alabándolo bajo la inspiración del Espíritu Santo (1 S.19:20), para interceder en favor de Israel (1 S.12:23; 15:11, 35; 16:1), y para recorrer el país con el propósito de impulsar un despertamiento e instruir al pueblo (1 S.10:5, 10). Querían edificarse mutuamente y estar atentos a las instrucciones del Espíritu, con el fin de ser los instrumentos de Dios contra la apostasía ambiente. Dos siglos más tarde aparecieron comunidades proféticas en el reino del norte, pero no duraron mucho. Es probable que fueran fundadas por Elías, siguiendo el modelo de las que había dirigido Samuel. -14-
El calificativo «los hijos de los profetas» significa que los miembros pertenecían a la hermandad de los profetas. De manera análoga se decía «hijos de los perfumistas», «hijos de los plateros» e «hijos de los cantores» para designar a los miembros de estos gremios (Neh.3:8, 31; 12:28). Las expresiones «profetas» e «hijos de los profetas» eran sinónimas. El Señor se revelaba a estos hombres (1 R.20:35-38; 41; 2 R.2:3, 5; 9:1). Comunidades de este tipo, relativamente grandes (2 R.2:7, 16; 4:42, 43), ocupaban edificios grandes (2 R.4:38; 6:1-4) en Gilgal, Bet-el y Jericó (2 R.2:3, 5; 4:38). El establecimiento de compañías de profetas en Bet-el y Jericó, centros de idolatría, demuestra que Elías quería resistir a la apostasía mediante la institución de centros para la reforma. Elías, a la cabeza de estos grupos, los visitaba periódicamente (2 R.2:1, 2, 4) y se le trataba con gran deferencia. Eliseo, a quien tenían gran afecto, era frecuentemente invitado a acudir a estas comunidades, las cuales le exponían sus proyectos y dificultades. Eliseo les encargó misiones particulares (2 R.4:38, 40; 6:1-7; 9:1). Estos «hijos de los profetas», que tenían ya cierta luz, recibieron de su conductor espiritual revelaciones más profundas, como María y Aarón las habían recibido de Moisés (2:16-28). «Sentarse a los pies de un profeta» significaba «consultar al Señor» (Ez.8:1; 14:1-7; 20:1). No parece que estas comunidades sobrevivieran a Eliseo, ni Is.8:16, ni Am.7:14 demuestran su existencia ulterior. La profetisa Hulda no estaba relacionada con ningún tipo de estas compañías. -15-
PROFETAS MAYORES Designación que se refiere primariamente a la extensión de escritura, por la que se conocen los libros de: a) Isaías. b) Jeremías. c) Ezequiel. d) Daniel. En el canon judío, Daniel está situado, no en los Profetas, sino en los Escritos, debido a que no ejerció el oficio de profeta en el seno de la nación, aunque sí fue receptor de revelaciones proféticas procedentes de Dios.
PROFETAS MENORES Reciben este nombre, en contraste con los llamados profetas mayores, los escritos de menor extensión, de los siguientes doce profetas: a) Oseas. b) Joel. c) Amós. d) Abdías. e) Jonás. f) Miqueas. g) Nahúm. h) Habacuc. i) Sofonías. j) Hageo. k) Zacarías. l) Malaquías. A pesar de su nombre y en ciertos casos, muy corta extensión de escritos dando valiosas enseñanzas y merecen un atento examen, tanto por la luz que arrojan de una manera 16-
directa sobre los planes de Dios, como por los principios y aplicaciones al caminar del creyente en todo tiempo y lugar.
PROFETISA a) Mujer llamada por Dios al ministerio profético. María, la hermana de Aarón y de Moisés, era profetisa (Éx.15:20, 21; Nm.2:2; Mi.6:4). Débora fue otra profetisa (Jue.4:4). Los israelitas recurrían a las instrucciones de Débora, el Señor se sirvió de ella para anunciar Su voluntad al pueblo (Jue.4:5, 6, 14). Hulda ejerció también el ministerio profético. El rey Josías ordenó al sumo sacerdote que consultara con ella acerca del libro de la Ley hallado en el Templo, ella le reveló entonces los propósitos de Dios (2 R.22:11-20). El evangelista Felipe tenía cuatro hijas vírgenes que profetizaban (Hch.21:9).
b) Esposa de un profeta: ésta es la interpretación más plausible de Is.8:3.
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2 Pedro. 1, 19-21. Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día amanezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones.
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Pero ante todo entended que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, 21 porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo. -17-
PROFECIA En el sentido restringido de predicción inspirada del porvenir, tiene un lugar singular en las Escrituras. La Biblia es esencialmente una palabra profética. Dios trasciende el tiempo y el espacio, y puede hablar a la vez del pasado, del presente y del porvenir. De los treinta y nueve libros del AT, diecisiete de ellos son «proféticos» (los judíos consideran a otros más con este carácter), y en el NT hay varios pasajes de los Evangelios, muchos de las Epístolas, y el libro de Apocalipsis, que presentan este carácter. Sólo la Biblia contiene verdaderas profecías, por cuanto es la Palabra de Dios eterno y omnisciente. Él sólo es el que anuncia «lo por venir desde el principio» (Is.46:10).
CARACTERÍSTICAS DE LA PROFECIA Las características de la profecía bíblica son magistralmente descritas por Pedro (1 P.1:10-12; 2 P.1:16, 19-21).
a) El gran tema tratado por todos los profetas es Jesucristo: Su persona, Su venida, Sus sufrimientos expiatorios, Su retorno, gloria y reino (1 P.1:11). b) A ellos les fueron reveladas por adelantado la época y las circunstancias de las dos apariciones de Cristo (1 P.1:11). c) Hay una perfecta armonía entre los profetas del AT y los del NT (1 P.1:12). d) El Espíritu Santo es el único autor de la profecía (1 P.1:11, 12; 2 P.1:21). -18-
e) Los mismos profetas, sobrepasados por sus mensajes intentaron escudriñarlos (1 P.1:10-12; cfr. 1 P.1:5). f) Los mismos ángeles desean también mirar en estas cosas (1 P.1:12). g) Consideramos segura la palabra profética, y es deseable prestarle atención (2 P.1:19). Los que la descuidan cometen una insensatez. h) La profecía es «como una antorcha que alumbra en lugar oscuro», en espera del despuntar del gran día del Señor. No lo dice todo, no muestra toda la escena; pero es plenamente suficiente para mostrar el camino a través de los precipicios. i) Ninguna profecía puede ser objeto de una interpretación particular, o sea, separada del contexto de toda la Escritura. En la Biblia tiene el creyente todo lo que le es preciso saber hasta su recogimiento con el Señor para andar de manera perfecta (2 Ti.3:16-17). No precisa, por ello, de nada para conocer la mente de Dios que no esté contenido en las Sagradas Escrituras. Hay el hecho cierto de que en el pasado no tuvo lugar ningún acontecimiento de importancia que Dios no revelara antes mediante Sus siervos los profetas (Am.3:7). Dios siempre quiso preparar al mundo y de manera especial a los creyentes. Como ejemplos se pueden citar: El Diluvio (Gn.6-7). La destrucción de Sodoma (Gn.18-19). Nínive (Jon.3). Babilonia (Dn.4-5). -19-
Samaria, Jerusalén e Israel (2 Cr.36:15-16). La segunda destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. (Lc.19:41-44; 21:20-24). Por otra parte, la primera venida de Cristo había sido anunciada con una extraordinaria precisión de detalles. De igual manera la Biblia predice los acontecimientos del fin: Las señales del retomo de Cristo (Mt.24:3-15). El arrebatamiento de la Iglesia (1 Ts.4:13-18). La aparición del Anticristo (2 Ts.2:1-12; Ap. 13). El retorno de Israel a Palestina, sus sufrimientos y conversión (Zac.12-14). La gran tribulación (Mt.24:21-30; Dn.12:1, 7). La batalla de Armagedón (Ap. 16:14-16; 19:1-21). La aparición gloriosa del Señor con todos Sus santos (Zac.14:3-5; Ap. 19:11-14). El reinado de mil años (Ap. 20:1-10). El juicio final ante el Gran Trono Blanco (Ap. 20:1115). La eternidad de bendición y de maldición (Ap. 21-22). Después de haber dado conclusión al registro de sus visiones en Apocalipsis, que recapitula y completa todo el mensaje de los anteriores profetas, Juan afirma solemnemente que nadie tiene derecho alguno a añadir ni a quitar nada (Ap.22:18-19). Los estudiosos reverentes y obedientes a las revelaciones divinas deben asumir la actitud de no menospreciar las profecías (cfr. 1 Ts.5:20).
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INTERPRETACIÓN DE LA PROFECIA Se ha planteado con frecuencia la cuestión de si a las predicciones (y a la misma Escritura) se le debe dar un sentido literal o simbólico. Con mucha frecuencia, bajo un sentido primario real y literal se esconde un significado figurado o espiritual. Muchos de los hechos de la historia de Israel tenían al mismo tiempo un significado profético:
a) La peña golpeada en Horeb representaba a Cristo golpeado en el Calvario (Éx.17:1-6; 1 Co.10:4); b) El maná era el tipo y preanuncio de Cristo, el pan vivo venido del cielo (Éx.16; Jn.6:31 ss.); c) El cordero de la pascua representaba al Cordero de Dios inmolado para nuestra redención (Éx.12; 1 Co.5:7); d) Las dos esposas de Abraham, Agar y Sara, simbolizaban los dos pactos, el de la ley y el de la gracia (Gá.4:22-26), etc. También se da que en el mismo pasaje profético haya una yuxtaposición o superposición de sentidos literales y figurados. Por ejemplo, en el salmo 22 hay ciertos detalles expresados en términos ordinarios acerca de lo que literalmente aconteció a Cristo sobre la cruz (abandonado de Dios, menospreciado por el pueblo, sus manos y pies traspasados, sus vestidos repartidos y su túnica sorteada). Sin embargo, en otros versículos se da un lenguaje figurado, cuyo sentido no es por ello menos real (los toros, los perros rodeándole, su alma amenazada por la espada, su liberación de la boca del león y de los cuernos de los búfalos). Lo mismo sucede en el célebre pasaje de Is.53. -21-
Así, se pueden considerar dos principios esenciales a respetar en la interpretación de las profecías aún sin cumplir: a) Establecer ante todo el significado literal normal, con un cuidadoso examen del contexto, la aplicación más sencilla y en el AT, el sentido más relacionado con Israel. b) Sobre esta base, investigar a continuación si se puede hallar algún significado simbólico, algún posible sentido espiritual; se debe dejar que el mismo texto dé su guía acerca de ello y si es oscuro, comparar con otros pasajes claros con respecto al mismo texto. Sería absurdo interpretar literalmente evidentes figuras de lenguaje y asimismo sería falso interpretar sólo simbólicamente aquellas afirmaciones que admiten un sentido llano y natural. Para una comprensión adecuada de ciertas profecías, hace falta darse cuenta de que comportan un cumplimiento progresivo o varios cumplimientos progresivos y sucesivos. Por ejemplo, en Mt.24 y Lc.21, Jesús contempla en una misma panorámica dos acontecimientos semejantes, pero muy alejados en el tiempo. Por una parte el sitio de Jerusalén en el año 70 d.C. y los sufrimientos padecidos por los judíos. Por otra parte el último asedio de Jerusalén por parte del Anticristo y la gran tribulación de Israel. Ello no tiene nada de sorprendente: si vemos a distancia un macizo montañoso, dos de sus cadenas pueden parecernos una sola en realidad, podemos constatar al acercamos que un profundo valle las separa. Es evidente que hay ciertas afirmaciones proféticas nos -22-
parecen oscuras y sobre todo que su síntesis es difícil, los Judíos se encontraban con fuertes dificultades, no comprendiendo el hecho de dos venidas separadas del Mesías, una primera en humillación, la segunda en gloria. Particularmente, el pasaje de Is.61:1-6 presenta este efecto de síntesis de eventos muy separados en el tiempo: los vv. 1-2a tratan de la primera venida del Señor, como lo prueba la cita que el Señor hace de esta subsección en Lc.4:18-19, cfr. v. 21, en tanto que Is.61:2b-6 se refiere «al día de venganza del Dios nuestro», el Día del Señor. La luz total no la tendremos hasta el cumplimiento integral del plan de Dios. Mientras tanto, sin pretender dogmatizar acerca de detalles, pero siguiendo con atención las grandes líneas de los propósitos de Dios, el creyente fiel se dejará conducir y corregir por el Señor en su escudriñamiento de las Escrituras, sin olvidar que «el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía» (Ap. 19:10).
Jeremías. 1, 16-19. A causa de toda su maldad, proferiré mis juicios contra los que me abandonaron e incensaron a dioses extraños, y la obra de sus manos adoraron. 17 Tú, pues, ciñe tu cintura, levántate y háblales todo cuanto te mande. No te amedrentes delante de ellos, para que yo no te amedrente en su presencia. 18 Porque yo te he puesto en este día como ciudad fortificada, como columna de hierro y como muro de bronce contra toda esta tierra, contra los reyes de Judá, sus príncipes, sus sacerdotes y el pueblo de la tierra. 19 Pelearán contra ti, pero no te vencerán, porque yo estoy contigo, dice Jehová, para librarte". 16
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PROMESA heb. «omer», dicho, «promesa», Sal.77:8; «dabar», palabra, «promesa», 1 R.8:56; gr.: «epangelia», «promesa», Lc.24:49; «epangelma», «promesa», 2 P.1:4; Hay asimismo varios términos derivados y compuestos. En la Biblia hallamos una gran cantidad de «Preciosas y grandísimas promesas» (1 P.1:4). «Dios, que no miente, prometió» (Tit.1:2). Dios, que anuncia lo por venir desde el principio (Is.46:10). Mantiene siempre la palabra que ha salido de Él (cfr. Is.46:11; 58:14). La primera promesa que se halla en la Biblia después de la caída es la de la venida del Libertador (Gn.3:15). Empezando con este núcleo primario a partir del que Dios va revelando Su plan de redención, se pueden citar las siguientes promesas de Dios:
a) La promesa a Abraham de bendecir en él a todas las familias de la tierra, y de darle a él y a su descendencia la tierra de Canaán (Gn.12:2, 7, etc.). De esta promesa se hace eco frecuentemente el AT (cfr. Éx.12:25; Dt.1:8, 11; etc.). Esta promesa es también mencionada por Pablo (Ro.4:13-25), exponiendo cómo la Ley dada más tarde no constituye la base de la recepción de lo prometido (cfr. también Gá.3:15-18). Así, la promesa se mantiene, en tanto que la Ley tuvo un propósito temporal (cfr. Gá.3:19). b) A David le fue dada la promesa de que su descendencia tendría a perpetuidad el trono de Israel (2 S.7:12, 13, 16, cfr. 2 S.7:28). -24-
Esta promesa fue reafirmada en los tiempos más oscuros de la historia de Judá (Jer.23:5 8; 30:9; 33:1517, 20-22, 25-26; Zac.12:7-13:1; cfr. Mt.1:1 ss; Lc.1:32, 69; 3:32; Ap. 5:5; etc.)
c) La promesa del Nuevo Pacto (Jer.31:31-40); de la restauración de la nación de Israel en la tierra y unida en un solo reino (Ez.36-37), la promesa del derramamiento del Espíritu (Ez.36:25-27) Todas las promesas se cumplen en la persona y mediante la obra del Señor Jesucristo (Hch.13:23, 29-39). Por Su muerte efectuó la reconciliación (Ro.5:10) y los suyos recibieron en Pentecostés «la promesa del Padre» (Lc.24:49; Hch.1:4). La promesa dada a Abraham, es conforme le fue dicho a él, de bendición para todas las familias de la tierra, se apropian de ella todos los que por la fe vienen a ser hijos de Abraham (Ro.4:9-16; cfr. Gá.3:14, 29). La promesa de la vida eterna (1 Jn.2:25), que es en Cristo (2 Ti.1:1), será manifestada de una manera plena cuando seamos recogidos por Él, cuando vuelva para tomar a los creyentes consigo (cfr. Jn.14:1-4). «Porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén» (2 Co.1:20). El último libro de la Biblia cierra con una promesa que debe llenar de esperanza y expectativa el corazón del creyente: «El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús» (Ap.22:20; cfr. Tit.2:11-14).
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PROFETIZAR A. Verbo naba< (ab;n: 5012), «profetizar». Este vocablo se encuentra en todos los períodos de la lengua hebrea. Parece estar relacionado con la antigua palabra acádica nabuÆ, que en su forma pasiva significa «ser llamado». El término se encuentra en el texto hebreo de la Biblia unas 115 veces. El primer caso se halla en 1Sa.10:6, donde Samuel informa a Saúl que cuando al encontrarse con cierto grupo de profetas, «profetizarás con ellos y serás cambiado en otro hombre» (rva). Este incidente señala el hecho que hay cierta ambigüedad en la Biblia sobre el uso de este término, tanto verbo como nombre, como lo hay en los vocablos «profetizar» y «profeta» en castellano. Por lo que el término veterotestamentario implica una amplia gama de significados. Con mayor frecuencia, naba< sirve para describir la función del verdadero profeta cuando comunica el mensaje de Dios al pueblo, bajo la influencia del Espíritu divino (1R.22:8; Jer.29:27; Eze.37:10). «Profetizar» era una tarea que un profeta no podía evitar: «Si habla el Señor Jehovah, ¿quién no profetizará?» (Am.3.8 rva; cf. Jer.20:7, donde Jeremías confiesa que se siente al mismo tiempo atraído y forzado a ser profeta). Pese a que la fórmula «la palabra del Señor vino [al profeta]» se usa literalmente centenares de veces en el Antiguo Testamento, en realidad no hay indicación alguna de cómo esto acontecía mediante el intelecto, una visión o alguna otra vía. -26-
Algunas veces, sobre todo en los primeros profetas, habría tal vez una experiencia extática de por medio, como en 1Sa.10:6, 11; 19.20. En algunos casos se menciona la música como un medio de profetizar, como en 1Cr.25:1-3. Los falsos profetas también profetizaban, aunque no por el Espíritu divino: «No envié yo aquellos profetas, pero ellos corrían, yo no les hablé, mas ellos profetizaban» (Jer.23:21). Se condena rotundamente a los falsos profetas porque no hablan la palabra auténtica: «Profetiza contra los profetas de Israel que profetizan. Di a los que solo profetizan lo que hay en sus propios corazones: Escuchad la palabra de Jehová… ¡Ay de los profetas insensatos que andan tras su propio espíritu y que nada han visto!» (Eze.13:2-3 rva). Particularmente los falsos profetas eran dados a estados de frenesí que les impulsaba a profetizar, aun cuando no se especifica con claridad cuál era el contenido de dicha actividad (1R.22:10). Lo que es importante recordar es que, en el contexto bíblico, «profetizar» puede referirse a cualquier cosa desde el éxtasis frenético de un falso profeta hasta la proclamación sobria y mesurada del juicio de Dios a través de un Amós o un Isaías. «Profetizar» implica mucho más que predecir hechos futuros. A decir verdad, la primera preocupación del profeta es hablar la Palabra de Dios a la gente de su tiempo, llamándoles a fidelidad al pacto. El mensaje del profeta estaba condicionado a la respuesta del pueblo. O sea que por su respuesta a esta palabra el pueblo determinaba en gran medida lo que sería el futuro, como lo ilustra la respuesta de los ninivitas a la predicación de Jonás. -27-
Con todo, en algunos momentos hay un elemento de predicción, como cuando Nahúm predice la caída de Nínive (Nah.2:13) y en los varios pasajes mesiánicos (Isa.9:1-6; 11.1–9; 52.13–53.12). B. Nombre nabéÆ< (aybin: 5030), «profeta». El vocablo tiene un posible cognado en acádico. Se encuentra unas 309 veces en hebreo bíblico, en todos los períodos. NabéÆ< quiere decir «profeta», ya sea verdadero o falso (cf. Deu.13:1-5). Los verdaderos profetas eran portavoces del Dios verdadero. En 1Cr.29:29 se encuentran tres vocablos que significan «profeta»: «Los hechos del rey David, primeros y postreros, están escritos en el libro de las crónicas de Samuel vidente [ro<eh], en las crónicas del profeta [nabéÆ<] Natán y en las crónicas de Gad vidente [jozeh]». Los términos que se traducen «vidente» subrayan el medio por el que el «profeta» se comunicaba con Dios, pero no nos explican en qué se diferenciaban a otros profetas (cf. 1Sa.9:9). El primer caso de nabéÆ< tampoco contribuye a aclarar este punto: «Ahora pues, devuelve la mujer a su marido [Abraham], porque él es profeta y orará por ti y tú vivirás» (Gen.20:7 rva). El segundo caso de nabéÆ< sí aclara el significado del término: «Entonces Jehová dijo a Moisés: Mira, yo te he constituido dios para Faraón y tu hermano Aarón será tu profeta» (Exo.7:1). El antecedente de esta declaración se encuentra en Exo.4:10-16, donde Moisés alega su incapacidad de hablar claramente, por lo que no estaba en condición de entrar en la presencia del faraón como portavoz de Dios. -28-
El Señor prometió designar a Aarón (hermano de Moisés) como portavoz suyo: «Él hablará por ti al pueblo y será para ti, como boca y tú serás para él como Dios» (Exo.4:16 rva). En Exo.7:1 encontramos la misma idea con palabras diferentes. Queda bien claro que un «profeta» equivale a uno que habla en nombre de otro, que actúa como su «boca». Este significado básico de nabéÆ< encuentra apoyo en otras citas. En el pasaje clásico de Deu.18:14-22, Dios promete levantar otro «profeta» como Moisés para ser portavoz de Dios (v. 18). El pueblo debía obedecer y rendiría cuentas por lo que Él les dijera (v. 19). Sin embargo, si las palabras del «profeta» resultaban falsas, este debía morir (v. 20). En primer lugar, estas palabras constituyen una promesa y definición de la larga sucesión de profetas de Israel. Al fin y al cabo es una promesa acerca del Gran Profeta, Jesucristo (cf. Hch.3:22-23). Por último, aunque el «profeta» o vidente hiciera milagros en demostración de ser hombre de Dios, el pueblo, sin embargo, debía prestar atención primero al mensaje y después fijarse en el milagro, en lugar de lo contrario (Deu.13:1-5). En su forma plural nabéÆ< se usa con referencia a personas que no fungían precisamente como portavoces de Dios. Samuel tuvo en sus tiempos su grupo de seguidores. Alababan a Dios (a menudo con canciones) e intentaban instar al pueblo a volver a Dios (1Sa.10:5, 10; 19.20). Los seguidores de Elías y Eliseo se organizaron en grupos a fin de ayudar a estos maestros y aprender de ellos. Se les llamaba «hijos de los profetas» (1Ki.20:35). -29-
Cuando se usa de esta manera, nabéÆ< significa un compañero y/o seguidor de un profeta. También se usa el término en cuanto a «profetas paganos»: «Envía, pues, ahora y congrégame a todo Israel en el monte Carmelo y los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal y los cuatrocientos profetas de Asera, que comen de la mesa de Jezabel» (1R.18:19). Finalmente, el término tiene su forma femenina, «profetisa» (nebéÆ<ah), que aparece 6 veces. En Exo.15:20 se denomina «profetisa» a María (hermana de Moisés y Aarón). Lo mismo se dice de la mujer de Isaías (Isa.8:3). No está claro si fungían propiamente como «profetizas» o si este uso tiene alguna relación con la acepción «compañero o seguidor» de un profeta.
1 Samuel. 3, 6-10. 6
Jehová volvió a llamar a Samuel. Se levantó Samuel, vino adonde estaba Elí y le dijo: --Heme aquí; ¿para qué me has llamado? --Hijo mío, yo no he llamado; vuelve y acuéstate --le respondió Elí.
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Samuel no había conocido aún a Jehová, ni la palabra de Jehová le había sido revelada. 8 Jehová, pues, llamó por tercera vez a Samuel. Y él se levantó, vino ante Elí, y le dijo: --Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Entonces entendió Elí que Jehová llamaba al joven, 9
y le dijo: --Ve y acuéstate; y si te llama, di: "Habla, Jehová, que tu siervo escucha". Así se fue Samuel y se acostó en su lugar.
10
Vino Jehová, se paró y llamó como las otras veces: --¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: --Habla, que tu siervo escucha. -30-
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