← Nº 6 de la Serie REN ZAM. 63 x 73 cm. Técnica mixta. Año 2012
← Nº 3 de la Serie REN ZAN. 200 x 200 cm. Técnica mixta. Año 2012
RENZAN
RENZAN En el libro décimo del Heike Monogatari, Shigehira, uno de los hijos del gran Kiyomori, patriarca de los Heike, es conducido prisionero a Kamakura, ante la presencia de Yoritomo, el gran señor del clan rival. En el camino hay muchos motivos para la tristeza y el llanto desatado, pero también para la gratitud emocionada. Su desconsuelo se ve premiado por paisajes que verá una sola vez en su vida: la hiedra umbrosa en Utu-no-yamabe, los pueblos de Tegoshi y, sobre todo, la cadena montañosa de Kai-no-shirane. En la imaginación y el recuerdo de expatriados, de viajeros, de aventureros y de todo tipo de personas comunes y corrientes que han relacionado paisaje y vida durante su existencia, las montañas han ejercido una atracción especial. Quien ha nacido, trabajado o dormido a los pies de una montaña, ha sentido en mayor o menor medida cómo un hilo invisible y tenaz ha estrechado su destino a la mole mágica. Renzan está compuesto por dos ideogramas: Ren, que da la idea de sucesión, de continuidad y Zan (san, yama), que significa montaña. Por eso, lo traduciremos a nuestra lengua como cordillera. El paisaje que Yamaoka presenta hoy bajo este título no responde a localización alguna real. A no ser la de su propio interior. También esto es un paisaje. No el que ofrece la naturaleza sensible a los sentidos, sino el que procede de la imaginación. El artista pide la concurrencia de esta facultad para hacer visible el panorama de la existencia. Procede de la imaginación y sólo con ella se capta. ¿Cómo representarías la tensión vital, el tema último que persigue el pintor, disponiendo del menor número posible de elementos? Contrariamente a lo que parece, Kiyoshi Yamaoka no subraya la modernidad de estas obras, sino su relación con la más antigua pintura japonesa. La utilización del vacío en contraste con la más densa y estable de las formas geométricas, el triángulo, es todo lo que necesita para manifestar su pugna interior. No se trata de un paisaje complaciente o costumbrista como los del ukiyo-e, sino del paisaje profundo del ser humano, donde vida y muerte se dan cita, donde todo lo demás ha sido excluido en tanto que se resuelve el movimiento magistral de esos dos únicos conceptos. Pasión por vivir, pasión por morir. Es la yuxtaposición con que Yamaoka explica su búsqueda. Ha ido limpiando, desalojando del escenario todo lo accesorio e inoportuno. No es casual que el shintoísmo, la más antigua religión de Japón, propugne una simbólica limpieza material en los momentos más importantes de la vida humana. Después de impregnarse de todo lo hispánico, después de confluir con el pensamiento y la estética occidentales, de absorber con la implicación de quien nunca ha vivido asépticamente, Yamaoka codifica el lenguaje que habita en lecho caudal de su sangre. El recuerdo que procede de un colectivo silencioso y ancestral es lo que está representado hoy aquí. Algunos de estos cuadros parecen inacabados: ha habido una progresión apasionada también en la ejecución de esta serie. Y en ese adentramiento, Yamaoka confiesa que el dibujo, el soporte sin cubrir, manifestó todo su dramatismo en un momento dado, que la obra surgió en su plenitud, concediendo al artista la visión de lo que él esforzadamente perseguía. También éste es un motivo genuinamente japonés. Uno de los valores estéticos de la cultura nipona, wabi, apunta en esa dirección: se trata del aprecio por lo inacabado, lo aparentemente imperfecto. Kenko Yoshida decía, por ejemplo, no encontrar ningún estímulo en lo completo y acabado, y hallar que la imperfección es una flecha que apunta a la eternidad. Dejando algo incompleto y por acabar, escribió, se prolonga la vida de los seres. Aún así, la lección de Yamaoka trasciende toda estética. Ésta, asegura nuestro artista, concluye en su formulación, que es humana. Y el arte que se le circunscribe perece con ella. Pero la naturaleza nunca da por terminado su trabajo, que avanza como la vida de las personas, como una llama que una mano confiara a la siguiente. Y el arte, que a diferencia del otro, participa de esta misión, nunca termina. Los materiales empleados, en su pureza y en su cualidad primigenia, confieren a cada obra el valor de lo sincero. La tersa llanura de escayola que llama con su blancura al mundo del mas allá; la condensación de fuerzas atadas en retales de plomo, unificadas por un tiempo para ser montaña o armadura o ejército, para avanzar vitales y apasionadas, sobre un fondo atemporal; marcos dorados, rescatados de la tradición pictórica japonesa, donde figuras, sagradas o mitológicas, flotaban acuciadas por el signo de la debilidad humana, que es por eso a la vez la razón última de su excelencia y de su heroísmo. Son paisajes narrados, historias cercanas que nos incluyen a todos, enigmáticos y evidentes una vez que se ha entendido su propuesta, fértil disposición de cuerpos cabalgando como guerreros Heike. A un universo interior poblado de lucha y pasión por afrontar el final marcado apunta Yamaoka. Igual que el de aquellos hombres y mujeres del siglo XII, a quienes el pintor se refiere cuando, preguntado, quiere abrirnos hoy las puertas de sus últimas obras. Pedro Pablo Ontoria Noviembre 2012
In the tenth book of the Heike Monogatari, Shigehira, one of the sons of the great Kiyomori, patriarch of the Heike, is taken as a prisoner to Kamakura and brought before Yoritomo, head of a rival clan. On his way there, there are plenty of reasons for sadness and uncontrolled weeping, but also for a deeply felt gratitude. His distress is rewarded by landscapes that he will see only once in his life: the shady ivy of Utu-no-yamabe, the villages of Tegoshi and, above all, the mountain range of Kai-no-shirane. In the imagination and memory of expatriates, travellers, adventurers and all kind of ordinary people who have connected landscape and life during their existence, mountains have always exercised a special appeal. Those who have been born, who have worked or who have slept at the foot of a mountain have all felt, to a greater or lesser degree, how an invisible yet tenacious thread has tied their fate to the magical mass. Renzan comprises two ideograms: Ren, which gives the idea of succession, of continuity; and Zan (san, yama), which means mountain. So we will translate this into our own language as mountain range. The landscape that Yamaoka presents today under this title does not relate to any real location, unless it be that of his own interior. This too is a landscape. Not one that presents nature in a way that is tangible to the senses but one that comes from the imagination. The artist invites the presence of this faculty so that he can make visible the panorama of existence. This landscape comes from the imagination and only through imagination can it be captured. ¿How would you represent the tension of this life, the ultimate theme which pursues the painter, while deploying the fewest possible elements? Contrary to appearances, Kiyoshi Yamaoka is not highlighting modernity in these works but rather his relationship with the most ancient Japanese painting. The use of emptiness in contrast with the densest and most stable of geometric forms, the triangle, is all that is needed to reveal his inner struggle. This is not about pleasing or everyday scenes, such as those of ukiyo-e, but about the profound landscape of the human being where life and death come together, where everything else has been excluded – so much so that the magisterial movement of these two unique concepts is resolved. Passion for living, passion for dying. This is the juxtaposition with which Yamaoka explains his search. His is a process of cleaning, removing from the stage all that is incidental and inappropriate. It is not accidental that Shintoism, the oldest religion in Japan, advocates a symbolic material cleansing at the most important moments of human life. After absorbing all that is Spanish, after meeting Western thought and aesthetics and taking all this in with the involvement of someone who has never lived in a detached way, Yamaoka codifies the language that flows through his very veins. What is represented here and now is the memory that comes out of a silent and ancestral community. Some of these paintings seem unfinished: there has also been a passionate progress in the execution of this series. In going ever more deeply inwards, Yamaoka confesses that the drawn lines and the naked wood surface revealed all their drama in a given moment, so that the work emerged in its fullness, thereby granting the artist the very appearance he had been seeking so vigorously. This is also a motif that is genuinely Japanese. One of the aesthetic values of Nipponese culture, wabi, points in this direction: the appreciation of the unfinished, of the apparently imperfect. Kenko Yoshida said, for example, that one should not find any stimulation in the complete and finished, but rather discover that imperfection is an arrow that flies towards eternity. Leaving something incomplete and unfinished, he wrote, prolongs the life of beings. Even so, the lesson given by Yamaoka transcends all aesthetics. These, insists our artist, do not go beyond their own formulation, which is human. And art that limits itself to such aesthetics perishes with them. But nature never finishes her work, which advances like the lives of people, like a flame which one hand passes to the next. And true art, unlike that limited by aesthetics, takes part in this never-to-becompleted mission. The materials employed, pure and primordial, lend each work the value of sincerity. The smooth flatness of plaster whose whiteness calls to the world beyond; the compression of forces tied down in fragments of lead, brought together for a while to be a mountain or armour or an army, to advance with life and passion, against a timeless background; gilt frames, rescued from the Japanese pictorial tradition where sacred or mythological figures float, challenged by the limitation of human frailty, which is also the ultimate reason for their excellence and heroism. They are narrated landscapes, close-to-home stories that include all of us, enigmatic yet evident once their proposal has been understood, a fertile arrangement of bodies riding out like Heike warriors. Yamaoka points to an interior universe filled with struggle and the passion to face the appointed end. Just like the end of those 12th century men and women, to whom the painter will refer should we ask him to open the door to his latest work.
←Nº 2 de la Serie Ren Zan. 200 x 173 cm. Técnica mixta. Año 2012
Pedro Pablo Ontoria November 2012 Translation Paul Edward Davies
EXPOSICIONES MAS SIGNIFICATIVAS: 2012.- 連山 (REN ZAN). Galería Edurne, El Escorial, Madrid. 2011.-“無 (MU)”. Galería Edurne, El Escorial, Madrid. 2010.- “合体 (NEW WORK)”, Galería Edurne, El Escorial, Madrid. 2009.- “A just moment of my life”, Galería Edurne, Madrid. 2008.- “Paisajes en la memoria”, Galería Edurne, Madrid. 2007.- “Paisajes”, Galería Edurne, Madrid. 2006.- “Proyección metafísica”, Galería Edurne, Madrid. 2004.- “Meditación”, Galería Edurne, Madrid. “La senda del rey”, El Espacio Inventado, COAL, León. 2002.- “El viaje”, Public Space Project.- Entremundos IV edición. Puerto de las Artes. La Rábida, Huelva. “De la tierra a Dios”, 2ª fase.- Centro de Operaciones Land Art, El Apeadero, Bercianos del Real Camino, León. “Víspera, El Espacio Inventado 6”, Café Ekole, León. 2001.- “De la tierra a Dios”, 1ª fase.- Centro de Operaciones Land Art, El Apeadero, Bercianos del Real Camino, León. “Encuentro con el alma de Mishima”, Performance, El Espacio Inventado 5, León. “El camino (esperanza / desesperanza) a Mishima”, El Hall Transformado 8, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de León. 2000.- ARCO, Galería Edurne, Madrid. Galería Edurne, Madrid. 1999.- Galería Edurne, Madrid. 1998.- ARCO, Galería Edurne, Madrid. 1997.- Galería Edurne, Madrid. 1995.- Seiho Gallery, Tokyo. 1993.- Museo Florencio de la Fuente, Huete, Cuenca. Seiho Gallery, Tokyo. 1991.-Seiho Gallery, Tokyo. 1987. - Vorpal Gallery, Nueva York. 1986. - Ueda Gallery, Tokyo. Putiform Gallery, Osaka. 1984.- Sanyo Gallery, Tokyo. 1974.- Bungei Shinju, Tokyo
← Nº 4 de la Serie REN ZAN. 134 x 134 cm. Técnica mixta. Año 2012
Proyección de documentales: Sábado 17 de Noviembre (12,30h) Homenaje a Beuys. Idioma: alemán, subtitulos en castellano Director artístico: Winfrid Parkinson, 88 min., año 1986 Sábado 24 de Noviembre (12,30h) Dieter Roth. Idioma: alemán, subtitulos en castellano Director: Edith Jud, 118 min., año 2004 Sábado 1 de Diciembre (12,30h) Jimmy Ernst, Glückstadt – Nueva York. Idioma: alemán, subtitulos en castellano Director artístico: Christian Bau, color, 60 min., 2009 Sábado 8 de Diciembre (12,30h) So weit und gross -Die Natur des Otto Modersohn. Idioma: alemán, subtitulos en castellano Director artístico: Carlo Modersohn, color, 76 min., 201
連山 Nota de la Galería: Desde aquí queremos rendir homenage a Florencio de la Fuente, recientemente fallecido, quién fue amigo y apoyo de Kiyoshi Yamaoka desde sus comienzos en España. Descanse en paz.
Nº 1 de la Serie REN ZAN. 173 x 200 cm. Técnica mixta. Año 2012
Kiyoshi Yamaoka, escribe en la pared de la Galería el canji REN ZAN
REN ZAN
YAMAOKA Con el apoyo de
Inauguración: Sábado 10 de Noviembre de 2012 a las 12,30 p. m. GALERIA EDURNE
Más información en: wwww.galeriaedurne.com
arte contemporáneo c/ Arias Montano, 5. 28280 El Escorial Tel.: 918907016/32 – Móvil: 607455240/616269283 Horario: M a V de 11/13,30 y de 18/20,30. Sábado: de 12 a 14. Otro horario: cita previa ge@galeriaedurne.com - www.galeriaedurne.com Del Consorcio de Galerías de Arte Contemporáneo