LABA-BA Laboratorio de Arte y Cultura Judía en Buenos Aires NEW YORK / BUENOS AIRES / EAST BAY / BERLIN
Desafiando los límites de los textos judíos a través del arte Pushing the boundaries of what Jewish art can be and what Jewish texts can teach
LO ELEGIDO...
... un concepto que en la tradición judía tiene sus raíces en las fuentes principales tanto el Tanaj \ Antiguo Testamento, como el Talmud. Recorrer en esos textos el concepto implica interpelar al Dios que elige a Abraham para que elija que hacer con su hijo. Implica también confrontar al padre Isaac con sus dos hijos mellizos. Quien será el elegido? Ese concepto articula también la elección de una reina con la elección de un rey. Que ética se juega en elegir ser una máscara para salvar a otros. Que inesperada elección es la que anima a alguien reconocido y admirado a dejar su mundo por otro extraño. Y sin dudas; revisar el sintagma Pueblo Elegido nos lleva a revisar capas de significados a través de los siglos. El tema de LABA 2021; LO ELEGIDO es un recorrido fructífero para ver cual es el arraigo en lo cotidiano de las vidas reales lo que les pasa a los personajes de los textos fundantes Tova Shvartzman 4 - LABA - BA
LABA-BA vive 2021 | Producción escrita | Lo Elegido Maximiliano Kronenberg - Dalia Ber - Daniela Ema Aguinsky - Peto Menahem
1. La otra. Adán y Eva / Lilit 2. Rebeca elige elegir. Jacob y Esaú 3. ¿Y a ésta qué le picó?. Meguilat Esther 4. Gracias por elegirme. Atadura de Isaac 5. Elegir lo otro. Cuatro sabios entraron en el Pardés. 6. Mi “job” es ser paciente. Job 7. Me unen a él el amor y el espanto, será por eso que lo quiero tanto... (Perdón Borges). Elección del monoteísmo / Libro Éxodo.
Maximiliano Kronenberg
Borges, un elegido
“El Sur”, el cuento en el que Borges se despide de la vista Por Maximiliano Kronenberg
Como toda genialidad que consagra a un artista inigualable, Jorge Luis Borges (1899-1986) ofrece numerosos registros autobiográficos en varios de sus cuentos y poesías que integran su majestuosa obra literaria. Algunos están más visibles, pero hay otros en el que confluyen varias lecturas para poder descifrarlos. Y dentro de su maravillosa obra, el cuento El Sur (1953), considerado el más sublime de todos según la crítica especializada, esconde innumerables misterios que el propio escritor argentino intenta develar. El más impactante de todos es el principio de su ceguera, que recién será confirmada dos años más adelante, en 1955. Y como si fuera una contradicción de su destino, ese mismo año el célebre escritor, ensayista y poeta argentino fue designado director de la Biblioteca Nacional tras el golpe
militar liderado por el general Eduardo Lonardi que derrocó a Juan Domingo Perón. Borges tenía 56 años. Y como José Mármol y Paul- François Groussac, asumió la dirección de la Biblioteca Nacional estando completamente ciego. El Sur es un mágico cuento que combina la fantasía con el realismo. Primero fue publicado en 1953 en el diario La Nación y luego en la reedición de Ficciones (1956), una de sus obras maestras. De acuerdo a la mirada del escritor, periodista y editor Santiago Llach, tras superar el trauma de un accidente doméstico, esta brillantez literaria de Borges que anuncia la pérdida de su visión marcó el punto de inflexión en la vida de uno de los escritores más influyentes de la literatura hispanoamericana y universal del siglo XX. Acaso, El Sur es el último relato que ha escrito de
puño y letra, en el que se despide de su vista, antes de perderla por completo y comenzar a “escribir” de otra manera.
atroz seguido por una intervención quirúrgica en un sanatorio porteño que lo había dejado al borde de la muerte.
“El Sur es el último cuento que escribe en lo que llamo ‘raid creativo’, entre 1938 y 1953. Es el período en el que Borges escribe sus dos grandes libros de cuentos: Ficciones (1944) y El Aleph (1949), señala Llach, también docente literario y participante del primer Festival Borges en Buenos Aires.
Dalhmann, o Borges, confunde si realmente está en el Sur o si aún permanece internado en el hospital en estado delicado. Y en esta fascinante narración borgeana, el personaje alucina si se ha recuperado o si efectivamente ha podido viajar al lugar que lo transporta hacia un pasado de felicidad y añoranza.
Un cuento mágico La historia transcurre en febrero de 1939. Juan Dahlmann, su personaje central, es un bibliotecario argentino de ascendencia alemana que se dirige en tren hacia la estancia que su familia posee en La Pampa para descansar durante un fin de semana después de haber sufrido un accidente casero. Antes de emprender esta aventura, se había golpeado la cabeza con la batiente de una ventana que estaba abierta que le ocasionó una septicemia: pasó ocho días con un estado febril 8 - Maximiliano Kronenberg
El guardia del tren le avisa que tiene que bajarse antes de llegar a la estación. El hombre camina unas 12 cuadras hasta llegar a un almacén pero al caer la noche decide cenar en ese lugar. Allí habían tres gauchos en otra mesa: uno de ellos estaba ebrio y le tiraba migajas de pan y lo invita a pelear afuera de la pulpería. Alguien le coloca un arma blanca para que Dalhmann pudiera defenderse. El final queda abierto: el protagonista hubiese preferido morir en una pelea a cuchillo contra el compadrito en lugar de hacerlo en el sanatorio donde estaba internado. La historia contiene una serie de descripcio-
nes extraordinarias. Además, menciona sutilmente la ceguera, el color amarillo, (su color favorito, una de las pocas tonalidades que podía reconocer antes de perder la visión), acompañada por la enumeración poética del verbo “ver”. Para Borges -o Dalhmann-, viajar hacia el Sur significa el reencuentro con sus años de juventud o un regreso hacia la nostalgia que conecta su pasado como poeta visual: “Vio casas de ladrillo sin revocar, esquinadas y largas, infinitamente mirando pasar los trenes; vio jinetes en los terrosos caminos; vio zanjas y lagunas y hacienda; vio largas nubes luminosas que parecían de mármol, y todas estas cosas eran casuales, como sueños de la llanura”, relata Borges en el último cuento que ha escrito. “El Sur es la culminación de ese período de fertilidad que él encuentra en su mediana edad en el que sintetiza varios aspectos de su obra: uno es el doblez entre el realismo y el fantástico, otra es la disputa entre el hombre de armas y el hombre de letras o entre la civilización y barbarie. También hay una lectura de la literatura argentina y de la historia argentina. Según mi hipótesis, tomó el cuento Casa Tomada, de Cortázar. Lo hizo muy
claramente y después ocultó la pista”, analiza Llach. El punto central de este fascinante relato que revela el misterio de la ceguera de Borges se produce cuando Dalhmann se dirige en tren rumbo a la estancia. El hombre vacila entre leer un libro durante el viaje o contemplar el esplendor del paisaje pampeano a través de los últimos destellos que arroja su mirada, como si fuera un presagio de lo que vendrá más adelante para que esas imágenes queden grabadas en su retina. Toda una representación de la literatura borgeana de lo que significa el incipiente adiós de su vista. “A través de la ventana observa el paisaje y al mismo tiempo intenta leer Las mil y una noches y no logra hacerlo porque se distrae del paisaje. Ahí veo a un Borges que está proyectando su propia condición en relación a la visión y a sus propios problemas con la ceguera, se está imaginando que pronto dejará de ver. Una vez más, recurre a su paradójica gran capacidad como poeta visual, como poeta de imagen que fácilmente se puede relacionar su vida”, destaca Llach.
“La felicidad lo distraía de Shahrazad y de sus milagros superfluos; Dahlmann cerraba el libro y se dejaba simplemente vivir”, cuenta el autor en uno de los pasajes de El Sur. Borges padeció una enfermedad congénita heredada de su familia paterna: su abuela Frances Haslam y su padre Jorge Guillermo, un abogado y profesor de psicología de origen portugués nacido en Entre Ríos que conservaba el hábito de leer y también se había quedado ciego. A pesar de esta discapacidad, consultó a prestigiosos oftalmólogos de la época pero ninguno pudo formular un diagnóstico certero ni tampoco modificar su desenlace. Sabía que su destino estaba predestinado a la pérdida de la visión desde su nacimiento y esperaba tener una muerte “ciega, sonriente y valerosa”, como la tuvieron sus antepasados que murieron ciegos. Así lo reflejó en una conferencia que en 1977 brindó sobre su ceguera: “Es dramático el caso de aquellos que pierden bruscamente la vista: se trata de una fulminación, de un eclipse; pero en el caso mío, ese lento crepúsculo empezó (esa lenta 10 - Maximiliano Kronenberg
pérdida de la vista) cuando empecé a ver. Se ha extendido desde 1899 sin momentos dramáticos, un lento crepúsculo que duró más de medio siglo”. Muchos escritores suelen narrar sus cuentos o poesías haciendo uso de determinados matices de su vida privada ya sea en forma manifiesta o apelan a la sutileza para que su mensaje quede encriptado bajo la libre interpretación del lector. Borges utilizó este recurso en varias de sus piezas literarias como una sutil manera de expresar sus emociones o trastornos personales a lo largo de sus años ¿Por qué Borges escribía sobre sí mismo? “Es una gran pregunta en la literatura. Aquí hay una parte narcisista en la literatura en la cual todo texto en algún punto parte de una subjetividad y tiene que ver con esa subjetividad, muchas veces con el elemento autobiográfico”, explica Llach, y agrega: también hay otra parte que tiene que ver con la observación y otra potencia humana que tiene que ver con observar a los otros”. Además, de El Sur, Borges imprime la huella de su ceguera en varias obras como en el Poema
de los dones (1957), Elogio de la sombra (1969), Un ciego (1975) y en el cuento El otro, que consiste en un supuesto reencuentro entre el Borges ya ciego y anciano, con el Borges de la infancia. Esta breve narración forma parte de El libro de la arena, una colección de cuentos y relatos publicado en 1975.
Otras historias en un mismo cuento Precisamente, en El Sur queda en evidencia que Juan Dahlmann posee numerosas características similares a las del eximio autor: un bibliotecario que tiene un linaje alemán y un linaje criollo como Borges, que tenía un linaje criollo y un lenguaje inglés. “Al principio hace una descripción y, como en muchos de sus cuentos, hay una autodescripción. Juega con su propia persona y mezcla a sus personajes con rasgos propios y de los otros. Ese hombre va al campo igual que en el caso de El evangelio según Marcos (1970), donde hay un bibliotecario, un estudiante, un intelectual que va al campo a hacerse hombre. Me parece que hay una representación muy clara de este Borges”, afirma Llach.
Es que El Sur es un extraordinario relato que incluye innumerables historias a la vez y refleja la mirada de Borges en varios pasajes del texto. “Es un cuento realista que, según mi hipótesis, tiene una connotación política. Es un cuento local en La Pampa argentina, es un cuento fantástico, un cuento sobre un lector. Otra lectura posible es que Dahlmann no puede leer Las mil y una noches. Primero, ansioso, se golpea la frente y se lastima con la batiente de la ventana, después en el tren se distrae con los paisajes y, más tarde, cuando los gauchos le están haciendo bullying se va diluyendo pero nunca puede terminar de leerlo. Es la historia de un lector inconcluso”, señala Llach. Borges desglosa más pistas sobre su pasado que van más allá de su trastorno de la visión y aparecen en el mismo relato: “uno es el accidente que sufrió en 1938 con la batiente de una puerta, idéntico al accidente que tuvo Dahlmann con la ventana, y lo representa. El otro es que, cuando era chico, los compañeros le habían hecho bullying en el colegio y entonces el padre le había puesto un cuchillo en la mano para defenderse. Para él fue muy traumático. De algún modo, en El Sur
está elaborando ese trauma y el accidente que le pasó en 1938, año en que también murió su padre. Me parece que la figura paterna está por detrás del cuento”. Aquel accidente que sufrió en 1938 lo había marcado. El 24 de diciembre, el día de Nochebuena, se había golpeado la cabeza contra la batiente de una puerta que le produjo una septicemia que casi lo condujo a la muerte. Borges no sabía si podía volver a leer y escribir. Su madre Leonor Acevedo Suárez, una mujer culta, se ofreció leerle Más allá del planeta silencioso, la novela de ciencia ficción de Clive Stapes Lewis, autor de Crónicas de Narnia, para comprobar si se había vuelto loco. Al finalizar el cuento se largó a llorar. Tenía casi 40 años, y comprobó que su salud mental no había sufrido ningún daño. “Por eso, en 1939 escribió el cuento Pierre Menard, autor de El Quijote, para probar que todavía podía escribir un cuento. Lo logró y entró en su etapa más productiva”, subraya Llach.
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En El Sur, Borges retoma la historia del accidente que había sufrido en 1938. “Me parece que se estaba preguntando de nuevo si iba a poder escribir. Lo maravilloso es que, de algún modo, prevé la posibilidad de otro tipo de literatura, la literatura dictada: si bien muchas veces la crítica la ha desdeñado, toda la última parte de la producción borgeana también es extraordinaria: lo hace dictando. Ahí Borges se convierte en Homero, el poeta ciego”, sentencia Llach. Pese a la cantidad de historias diseminadas en el mismo texto, la pérdida de la visión es el rasgo más sutil de todos en el cuento. Según Llach, “esa maravilla que siente el personaje ante la visión de La Pampa y ese éxtasis habla de un Borges que está pensando en perder la vista”. Por eso, El Sur es un cuento sublime en el que el célebre escritor argentino exhibe todo su potencial creativo. “Es como una despedida de su etapa creativa, y no sólo se está despidiendo de la visión sino que se está preguntando si va a poder escribir”.
Peronismo y “ocupas” Según el creador del “Mundial de la Escritura”, Borges se inspira en el primer cuento de Cortázar, publicado en 1946 por el autor de El Aleph en la revista Los Anales de Buenos Aires. El escritor de Rayuela combina ficción y realidad para contar la historia de dos hermanos criollos que sienten que unos ocupas le habían usurpado la casa. Finalmente, deciden abandonarla. Borges adopta la trama con El Sur durante el segundo mandado de Perón, aplica la fantasía de que Dalhmann podría haber llegado a la estancia pero ofrece otra pista. “Dice la casa a la que llega era roja y después era rosada y el casco de la estancia también lo era. Para mí, el guarda del tren y los gauchos le tendieron una trampa cuando en realidad le habían tomaron la estancia. Por eso, sus cuentos sobre la propiedad rural y en ese sentido muy solapadamente El Sur es un cuento sobre el peronismo en 1953, en un momento en que el país estaba caldeado con la segunda presidencia de Perón”, advierte Llach. El quid de la cuestión es el temor a la expro-
piación de propiedades, una idea que flotaba en el aire en el segundo mandato peronista. Es decir, Borges cuenta al principio que “había una casa larga rosada que alguna vez fue carmesí” y más adelante sugiere que el almacén “alguna vez había sido punzó, pero los años habían mitigado para bien ese color violento” ¿Acaso, no estará hablando de la misma propiedad y que la casa de Dalhmann había sido tomada por los peones de la estancia? “Es sutil, representa este conflicto entre los gauchos y el intelectual urbano asociado a todo el linaje de los intelectuales unitarios o cosmopolitas”, afirma Llach. Después de El Sur, pasaron 17 años hasta que Borges volvió a publicar El informe de Brodie, su próximo cuento, en 1970, cuando en esa época solía dictar sus cuentos. Borges convivió con la ceguera durante 29 años, desde 1955 hasta 14 de junio de 1986 cuando falleció en Ginebra (Suiza) a los 86 años producto de un efisema pulmonar. Aunque El Sur significó la despedida de su vista, su discapacidad no le impidió abandonar la lectura ni tampoco su carrera como poeta, ensayista y escritor. Borges
se reinventó para esculpir su escritura: pedía que le leyeran en voz alta y también empleaba el dictado como recurso para que sus obras fueran publicadas. Incluso, la ceguera lo motivó para crear innovadores símbolos literarios. Destino y elección. Son pocos los ar tistas tocados con la varita mágica que puedan r eunir estos dos conceptos esenciales que los convierten en personajes únicos, especiales, muy difer entes a lo ter r en al. Y Bor ges fue uno de ellos, un personaje elegido por la literatura. Además, persiguió sus sueños en convertirse en escritor más allá de las adversidades que ha padecido a lo lar go de su vida a raíz de lo s trastor nos que le pr ovocó la ceguera. Tarde o temprano, sabía q ue iba a perder la visión desde el momento que había nacido, un legado que r ecibió de sus antepasados sin ninguna posibilidad de dec idirlo por motus pr opio. Por eso, su destino estuvo mar cado aunque no lo hubiera elegido, per o sí ha elegido su deseo de seguir siendo poeta y escritor.
Sin dudas, Bor ges fue un elegido que también eligió, un personaje que supo r einventarse -y superarse a sí mismo- con el paso del tiempo. Su talento habla por sí solo y no se trata solamente del aspecto literario que lo ha consagrado como eximio escritor, sino que la pérdida de la vista no detuvo su mar cha para publicar sus obras por dictado, más allá de todo. Éste es un punto inter esante de analizar ya que en este caso el destino y el deseo quedan unidos e n su esencia. Acaso, se trata del escritor ar gentino más importante de todos los tiempos qu e asimiló la pér dida de la vista y la incor poró como una condición innata que configura su esencia. Es más: muchos de sus cuentos y poesías estuvier on inspirados por su ceguera, un tema tan delicado que lo ha atrapado por c ompleto, y consigue exponerlo con absoluta libertad, sin pr ejuicios ni complejos. Una elección de vida que lo consagra en su nobleza como individuo y también como un sublime escritor. Es que la vista es un tema crucial para cualquier artista. “Es lo que vemos, lo de los sentidos,
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y parte de la potencia de un escritor es construir imágenes poéticas aunque resulta paradójico que este hombre que sabía que se iba a quedar ciego tuviera esta gran capacidad para construir imágenes poéticas”, concluye Llach. Por eso, El Sur devela el principio de su ceguera progresiva y otros tantos conflictos enlazados entre la realidad y la fantasía. Paradojas del destino, un cuento mágico que desnuda la pérdida de la visión y donde la impronta borgeana es capaz de deslumbrar al lector.
Dalia Ber
Camino
El camino del elegido Por Dalia Ber Empezaba a correr un nuevo año y yo me involucraba cada vez más a fondo en mi investigación sobre la vida literaria del escritor, editor y tallerista Juan Forn, con quien me mantuve en contacto para entrevistarlo durante los prolongados meses de encierro a los que obligó la pandemia. Cuando empecé a participar de las charlas de LABA las coincidencias con lo que él me contaba o lo que había leído sobre su vida no dejaban de aparecer. Por ejemplo, cuando se habló del tema “Lo otro”. Entre otros momentos, al mencionar el ingreso de los cuatro sabios al Pardes, el paraíso, prado o huerto, tal como se lo nombra en el Talmud. “Ben Azái, Ben Zomá, Ajer y Rabí Akiva. Ben Azái vio y murió, Ben Zomá observó y enloqueció, Ajer cortó las amarras, Rabí Akiva salió en paz”. Ajer, se mencionó, es el otro, el innombrable.
Cortar amarras, pensé, fue justo lo que hizo Forn cuando se sentía ajeno a su clase social, cuando se sentía “el otro”. Una vez me había dicho: “En mi caso la curiosidad fue anterior a mi elección de la literatura, si bien con el tiempo descubrí que es uno de sus elementos basales. La curiosidad fue el artefacto que me permitió entender el mundo, tomar partido y alejarme de las cosas que no me gustaban, así como curiosear en las que no eran de mi mundo pero sí me gustaban”. Él había ido al colegio Newman con el ex presidente Mauricio Macri, jugaba al rugby con él, pero no se sentía cómodo en ese mundo. Decía que la vida para él había perdido atractivo cuando lo frecuentaba. Y decidió tomar otros caminos. En la clase sobre “lo otro” también se habló de rabí Akiva. Rabí (del hebreo “mi gran maestro”) Akiva vivió entre los Siglos I y II D.C. y es nombrado en el Talmud como “Rosh ah jajanim”
(“Cabeza de todos los sabios”), es decir, el sabio principal. Fue maestro de jóvenes estudiantes de las leyes judías en tiempos en los que una plaga mató a 24 mil de ellos. A pesar de la tragedia él se consagró al estudio de la Torá, casualmente durante 24 años, y a transmitir sus conocimientos sobre el libro sagrado del judaísmo, en especial su principio favorito, por el que trascendió a través de los siglos y de las generaciones: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19:18). Akiva, a quien se conoce como el padre del judaísmo rabínico, venía de una familia muy humilde, fue pastor de ovejas y completamente analfabeto durante su juventud. Como sucede en muchas otras vidas, la suya tuvo un punto de inflexión: un día, a los cuarenta años, pasó junto a un pozo y vio una roca con un agujero. Cuando quiso saber quién había hecho la perforación le respondieron: el lento pero constante goteo del agua. Entonces razonó que si una sustancia suave como el agua había sido capaz de perforar una roca solo con el goteo, lento pero constante, así también la Torá, dura como el hierro, podría ingresar a su corazón aunque fuese en forma lenta. Así fue como decidió co18 - Dalia Ber
menzar a asistir al jeder, el aula donde aprendían a leer y escribir los chicos en edad escolar de su comunidad, entre ellos su hijo. Es probable que la cifra de cuarenta años, según las fuentes de la crítica bíblica, indiquen simplemente que Akiva, uno de los principales sabios de los tiempos de la escritura en pergaminos, fuese mayor que el resto de los alumnos de la clase. Este número es interpretado en la tradición hebrea como “mucho tiempo”, así como también se menciona que los judíos que salieron de Egipto guiados por Moisés caminaron durante cuarenta años a través del desierto hasta llegar a la Tierra Prometida. Sin embargo no es casual que algunos entendidos, entre ellos Juan Forn y su maestro, el escritor Abelardo Castillo, consideren que la verdadera obra de un escritor recién empieza a escribirse a los cuarenta años. “Alguien le propuso a Ravi Akiva visitar el paraíso” -se dijo en la clase de “Lo otro”- y luego: “Cortó amarras con el paraíso, la orden era ‘si no tenés 40 años no te metas’”. Seguían las casualidades.
Otra serie de coincidencias se produjeron cuando fue la oportunidad de analizar la saga Toldot, sobre la vida y obra de la pareja de patriarcas Rivka e Itzjak y sus hijos mellizos: “Dos naciones hay en tu seno; dos pueblos se dividen desde tus entrañas. Uno será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor”. Se habló ese día de los hijos enfrentados acerca de la primogenitura. “Hay elecciones que no tienen que ver con la voluntad sino con el deseo”, leo en mis escritos de esa clase. “Hijo deseado para que siga la progenie”, anoté también. Esto me llevó a pensar en Forn, que murió en junio de este año, 2021, en el Día del Padre. Él fue el primogénito en su familia, y se enfrentó a su padre, ingeniero, que no podía entender por qué no le gustaba la matemática como a él, y en cambio elegía escribir poesía. Luego la escritura y la poesía lo elegirían a él, con una exquisita combinación de ambas sería “el elegido” que escribiría las mejores contratapas del periodismo de las primeras décadas del Siglo XXI, ganaría el Premio Konex de Platino al Periodismo Literario en 2007.
“A mí me enseñó a leer, me enseñó a escribir, me enseñó a pensar, me hizo de padre cuando me quedé sin padre, vio crecer a mi hija, estuvo a mi lado en el hospital y, especialmente, durante treinta y cinco años seguidos me concedió el honor de hablar de literatura sin parar”, escribió Forn cuando murió Abelardo Castillo, su maestro, su padre elegido. Su cuento más famoso, “Nadar de noche”, trata, además, de un hijo que se encuentra con su padre que murió hace un tiempo, quien va a visitarlo en una casa prestada con pileta en la que el hijo pasa sus vacaciones. Le pregunta al padre cómo es la vida allá donde está y el padre responde: “Como nadar de noche, en una pileta inmensa, sin cansarse”. “Hay una diferencia entre mandato y legado”, dice también en una de mis anotaciones de esa clase. “El legado es transformar la palabra en otra cosa”. Al abrirse de su mandato de ser ingeniero como el padre o seguir en una línea similar, al elegir a Abelardo Castillo como padre literario Forn marcó su propio camino, que lo convirtió en único. “Este chico está malgastando semana tras semana su don escribiendo columnas periodísticas
cuando podría estar escribiendo cuentos”, dijo Forn que decía Castillo, sobre sus contratapas del diario Página/12. “Él pensaba que si yo inventaba una historia era mejor, de más categoría, porque había una invención o eso implicaba un esfuerzo superior de literatura”, decía. Y le daba pena que su maestro-padre literario no fuese capaz de apreciar su arte, solo porque no era ficción como lo que “correspondía” escribir. Entre mis anotaciones de la clase sobre Meguilat Ester, y el origen de la fiesta de Purim, leo: “Podemos hacernos preguntas sobre las motivaciones del deseo, por qué cada quién hace lo que hace. A partir de decir que no, surgen otras decisiones que son sí, como en el caso de Ester. Algunas veces las motivaciones tienen que ver con el azar. Otras veces, no”. Sobre todo esto reflexiono, en las motivaciones que tuvo Forn para tomar sus decisiones, en las que tuve yo para elegir escribir sobre él. “Lo elegido es un concepto fuerte en la cultura judía”, encuentro también entre mis escritos. Y me quedo pensando. 20 - Dalia Ber
Daniela Ema Aguinsky
Poemario
22 Nombre Artista
La tranquilidad de los hombres Por Daniela Ema Aguinsky
“¿Será posible que en mi religión sola detrás de un hombre yo siempre sienta frío?”
Tamara Kamenszain
Palimpsesto Me tiré ácido me raspé la piel y me escribí encima. Abajo quedaron huellas los textos que no llegaron al canon de mi existencia. Qué vengan los cabalistas. Los estudiantes de Talmud. Voy a desplegarme sobre la mesa: una escritura sagrada. Desnúdenme con cuidado rastreen los indicios. Discutan el estado original de esta mujer borrada.
Minyán Nueve y yo.
Traducción Lo que perdimos en la traducción nos hizo daño. Actuamos mal no fuimos a la fuente y acá estamos: la costilla de alguien. Segundas nupcias de un hombre que no quiso ir abajo.
Ángel negro I Visitó mi cuerpo de serpiente no un Adán, un ángel negro. Tan negro su silencio. Nos miramos. La complicidad de los matrimonios.
II Una víbora en un brazo y en el otro el diablo. III Bailamos enroscados hasta la parálisis dulce de una muerte pequeña. IV Él volvió al entre la Tierra y el Cielo y yo al árbol.
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A todo esto Vida muerte bien mal. Los hombres de la Gran Asamblea Así fue creado el mundo. El Canon se decidió en un congreso de señores. Que entra. Que no. En un libro. En una mujer.
Por ejemplo la abeja: miel y aguijón. Bendita abeja bendita miel bendito aguijón. Tu utopía quizás, mi infierno benditos sean los dos.
Peto Menahem
PaRDeS
28 Nombre Artista
La Pregunta Por Peto Menahem
Cuatro ingresaron al Pardés Entonces, lo Inmediato e Inabarcable, lo Increíble, lo Indeleble Hablóles
Ben Azai Si quieres caminar conmigo, muere. Elige morir. Como mueren las flores, de a poco secas, de a una opacas. Si quieres caminar conmigo. Ahógate en el río de lo que fuiste. Y renace en mi orilla Sé materia de flores nuevas.
30 - Peto Menahem
Ben Zomá Nada de lo que hagas o escuches, te cambiará. Serás por esto respetado en la calle y en la corte y tu nombre se usará como ejemplo de coherencia. No dirás la verdad. Te acomodarás al calor del prestigio y los elogios; serás tu propia estatua. Un cuadro, no el mar. Lejos de mí, de la naturaleza que sólo sabe cambiar Te quedará un camino inevitable y angosto. Desesperado, tal vez.
32 - Peto Menahem
Ajer Afuera siempre es alguna muerte Se muere para terminar o para seguir / Elige. Si decides morir para terminar, Puedes terminar con mi vida O con la tuya / Elige. El futuro es tristeza.
34 - Peto Menahem
Rabi Akiba Sigue de largo No eres lo suficientemente débil. Aún.
36 - Peto Menahem
LABA BA 2021 / LO ELEGIDO Charley Rappaport Dalia Ber Daniela Ema Aguinsky Peto Menahem Marcelo Knoblovits Omar Panosetti Yasmin Garfunkel PULSO Carina Toker y Gabriela Esterovich
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EL EQUIPO Mirta Kupferminc - Dirección Artística Graciela Shvartzman (Tova) - Dirección de Contenidos Valeria Budasoff - Co-Dirección de Proyectos Myriam Jawerbaum - Co-Dirección de Proyectos
Editado digitalmente en Buenos Aires Marzo de 2022