ELIZABETH
OLSEN Hay apellidos que pesan como una losa… Por suerte, la pequeña de las Olsen es la oveja blanca de la familia. Una oveja capaz de dar saltos de altura con losa y todo.
La ambición de la familia Olsen no tiene límites. Si hasta ahora no ha habido día en que las gemelas Mary-Kate y Ashley y sus morritos no pasearan The Row (su marca de moda) por las revistas de medio globo, ahora las pantallas cinematográficas aplauden la llegada a la fábrica de sueños de Elizabeth Olsen, la menor de las hermanas, encumbrándola como la nueva musa del cine indie. ¿Cómo ha sucedido todo esto? ¿De dónde ha salido? Y, lo más importante: ¿qué tiene Elizabeth que no tengan las otras dos?
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Hace ya un año que Elizabeth Olsen, o Lizzie, como gusta que le llamen, hizo una doble puesta de largo en el Festival de Sundance con “Silent House” (2011), una cinta de terror que no sabemos si llegará a nuestras pantallas, y “Martha Marcy May Marlene”, un drama en torno a una joven que huye de una secta por el que Sean Durkin, su director, lograba ser premiado en el certamen apadrinado por Robert Redford. Pero la carrera de esta última película, junto a la del rostro cristalino de Elizabeth, continuaría persistente y fructuosa… En La Croisette, sólo tres meses más tarde y bajo el sol canniense, la prensa internacional se rendía ante la convincente actuación de la pequeña Olsen. La fragilidad de su interpretación sumada a la crudeza de la premisa encandilarían a la prensa, decidida ya a convertir a la joven, la oveja blanca de familia, en el nuevo talento del año. A partir de entonces, llegó Toronto -donde también presentaba “Peace, Love and Misunderstanding”-, San Sebastián y ahora aterriza en nuestras pantallas cinematográficas, sólo unas semanas antes de que se estrene “Luces rojas”, el thriller a lo grande de Rodrigo Cortés. “Reconozco que siempre he tenido algo de miedo a no ser tomada en serio”, explica Lizzie con su voz grave y masculina. ¿Es la sombra del apellido Olsen demasiado ancha? “Más o menos. No puedo decir que no sea una ayuda pertenecer a esta suerte de franquicia que es mi familia, pero nunca he querido aprovecharme del tirón de mi apellido. Creo que a lo largo de mi vida he ido tomando mis propias decisiones, sin tener en cuenta qué han hecho o dejado de hacer mis hermanas o mi familia.” Preguntarle por el asunto familiar es espinoso. No tensa el gesto, pero prefiere liquidar las preguntas de la manera más rápida posible. “Apenas tengo que ver con mis hermanas. Nos llevamos muy bien y nos apoyamos en nuestros proyectos, pero tenemos carreras muy distintas. Ellas ya hace tiempo que no se dedican a la interpretación, sino al mundo de la moda”, señala. Y, para acabar de liquidar el tema, responde cuánto de prosaica es la casa de los Olsen: “Mi familia es normal, muy creativa e independiente”. Todavía tenemos en la cabeza las declaraciones de Mary Kate de hace ya unos cuantos años explicando que no le desearía su infancia a nadie. Glups.
*Debut Frontal*
*La chica del mes*
Su rostro cambia cuando toca hablar de “Martha Marcy May Marlene”. El filme transcurre en dos tiempos superpuestos, el presente y el pasado, que en la cabeza de la protagonista aparecen como realidad y sueño, el día a día y la pesadilla. La película arranca con ella huyendo de una casa con varios jóvenes, como si fuera una comuna. Una llamada de teléfono y pronto la protagonista, Martha, se encuentra con su hermana rodeada de las comodidades de una vida burguesa. Poco a poco, la película nos revelará el escenario del que ha escapado Martha: una suerte de comuna ubicada en las afueras de Nueva York en la que hay abusos, orgías, violaciones e incluso asesinatos. “Es una película muy impactante y valiente”, explica mirando de soslayo a Durkin, sentado a su lado en el encuentro con la prensa: “Ha sido de mis primeras interpretaciones y estaba muy excitada, porque quería trabajar en el cine. El guión me pareció tan sutil, tan intenso. Casi no pude preparármelo, porque me escogieron cuando quedaban unas tres semanas para el rodaje. Fue todo un reto, a lo que hay que añadir la desnudez y la dificultad del personaje”. La actriz se refiere al desnudo emocional, claro, pero también al físico del que hace gala en el metraje, alejado de la mojigatería estadounidense propia del universo Hollywood como también del imaginario de la mujer neumático. Una desnudez ciertamente cruel, como recuerda Lizzie: “Al principio me provocaba ansiedad aparecer desnuda. Pero si no salía desnuda, la historia no sería tan terrorífica. Y es que el desnudo se convierte en algo muy simbólico en el filme: la protagonista deja que otros sean dueños de su cuerpo y, cuando eso sucede, se pierde la identidad, el respeto y el propio control”.
“Estoy muy nerviosa por saber qué le parece la película a la gente. Nunca he sido de hacerle mucho caso a la prensa, por razones obvias; y todo el tema de los papparazzi me horroriza, pero no puedo evitar estar muy pendiente de qué se dice de ‘Martha Marcy May Marlene’. Supongo que estoy tan fascinada con la película que no puedo evitar buscar qué es lo que se dice de ella por ahí, supongo que porque creo que es única. Y no sólo lo que se ha dicho en el circuito de festivales o la opinión de los periodistas, sino me interesa lo que dirá el público en general”, matiza Lizzie. En nada podremos saber si tanta expectación merece la pena. De hecho, este mes de febrero, además de ser el cumpleaños de la pequeña Olsen, descubriremos si el lobby indie de Hollywood le premia por su actuación en la película, en la víspera de los Oscar. Será el colofón a un año granado de alfombras rojas y aplausos. ¿Y por qué Hollywood se echa a los pies de nuevo de las Olsen después de que las ínclitas gemelas tiraran por el suelo la reputación de la familia mientras hacían caja a base de escándalos? “Cuando veía lo que vivían ellas me horrorizaba, y hubo un tiempo en el que juré que nunca haría cine por eso”, arranca por fin: “Siempre quise tener una vida más de niña normal, no crecer tan rápido como mis hermanas”. De hecho, Lizzie se jacta de vivir en un modesto apartamento en Nueva York, de haber huido de la presión de Los Ángeles para ir a estudiar teatro a Moscú (!!) y de hacer lo que realmente le gusta hacer: “Empecé a actuar muy joven, con ocho años, y aunque el ambiente de la familia era contradictorio, al final lo he logrado. Recuerdo que, de pequeña, quería estar en una película de Frank Sinatra. Evidentemente, eso es algo que no va a poder ser, pero sí que he conseguido alcanzar parte de mis objetivos”. Tan centrada y tan cuerda… Casi no parece que sea una Olsen. Quizá tal sea la razón por la que todos la adoran. H Paula Arantzazu Ruiz
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