MAX HOEFFNER El Imaginero del Mississippi Extraña cualidad caleidoscópica de la cultura argentina que tan a menudo se expresa nutriéndose de manifestaciones lejanas sin complejos ni remilgos, con asombrosa capacidad de metabolización. Con análoga naturalidad con que Gertrudis Chale, hace como pocos suya la argentina profunda, Max Hoeffner se apropia con rigor de pertenencia del tema pictórico que necesita para proyectar su mundo. Su trabajo denota una convicción que solo puede entenderse por la calidad de visión de pintor. Multiforme en la variedad de sus recursos, no se le escapa un tono. Colores agrios, a veces dulces, todo actua de consuno en función de la unidad.
Unidad que es dura conquista por sobre una diversidad de elementos por momentos alucinante. Si desde temprana edad hicimos nuestro el mundo de Mark Twain en compañía de Tom Sawyer y Huckleberry Finn; de William Faulkner pegados a la lectura de Las Palmeras Salvajes, es ahora ya grandes, que Hoeffner nos recupera para el regocijo, con sus cielos de azafrán, sus trenes, sus barcos, los autos atiborrados de humanidad; interiores espesos de alcohol, de baile, de ruido, de música. Hacer referencia a las cualidades de su oficio y sus medios pictóricos es quedarse corto. Su real entidad y dimensión es la de imaginero del Mississippi. Francisco Travieso
Max en su taller del delta
Sara GarcĂa Uriburu. Galerista y amiga.
Con Alberto Basavilbaso. Galerista.
MAX HOEFFNER EN HOLANDA PORTADA CATÁLOGO: “RIÑA DE GALLOS” JUNIO DE 2011
ArgentinArte se inauguró en la
propiedad Salentein en Nijkerk en el 2011. ArgentinArte es donde usted encontrará Arte visual de Argentina. Junto con la galería de Sara García Uriburu localizada en la capital de Argentina, Buenos Aires hemos seleccionado un grupo de talentosos artistas que bien merece la pena admirar sus obras. Nuestro objetivo es ofrecer a los artistas una plataforma internacional así como
también compartir nuestra pasión por Argentina y por el arte con usted. Nuestro gusto personal es lo que relaciona a los artistas con sus obras. Por lo tanto es lo que deseamos que descubra por usted mismo. Para ver las obras de arte que están disponibles para su venta de ArgentinArte, visite la Colección de esta página.
ArgentinArte se localiza en la finca Salentein. La propiedad alberga también El Restaurante Salentein y Casa Salentein, un centro de convenciones.
Max Hoeffner En el estudio de Max Hoeffner (Buenos Aires, 1947) siempre se escucha desde el fondo la música de blues. Su padre era un gran aficionado y coleccionista de este tipo de música y su hijo heredó su pasión. No solo la música sino también las portadas de los discos inspiraron a Hoeffner a
pintar mĂşsicos de blues y vida nocturna. Sin embargo su obra no se limita solamente a esta cultura musical. Muchas de sus pinturas captan escenas cotidianas y actuales de la vida en Agentina; incluye todo, desde el popular juego de naipes llamado truco hasta los asados y peleas de gallos. Utiliza colores intensos, su estilo es primitivo y parecido a una caricatura. Generalmente utiliza una tĂŠcnica de
collage para crear un efecto en tercera dimensi贸n.
"Lanzando la taba (Taba spelen)" 2010 | Gemengde techniek | 32 x 45 cm
"El apronte" 2009 | Gemengde techniek | 32 x 44 cm
"Malevos (Woestelingen)" 2009 | Gemengde techniek | 33 x 45 cm
"Truco con asado (Truco spelen tijdens de barbecue)" 2009 | Gemengde techniek | 33 x 45 cm
ILUMINATOR OF THE MISSISSIPPI by Francisco Travieso It is the strange kaleidoscopic quality of the Argentinean culture that so often manifests by nourishing itself with foreign manifestations devoid of complexes or scruples and an astonishing capacity for metabolization. Max Hoeffner makes profound Argentina his own with the analogous naturalism that characterizes Gertrudis Chale. He appropriates the pictorial theme he needs to project his universe with rigor. His works denote a conviction that can only be understood by the quality of his artistic vision. Not a single tone escapes his multi-shaped variety of resources. Sour, and sometimes sweet
colors, acting in unison serve the purpose of unity. This harsh harmony, at times mesmerizing, conquers a diversity of elements. If in our sweet childhood we appropriated the worlds of Mark Twain with Tom Sawyer and Huckleberry Finn coupled with the reading of William Faulkner’s The Wild Palms. In adulthood, it is Max Hoeffner that brings back this bliss with his sulphur skies, his trains, his ships, and his cars jam-packed with humanity, as well as, interiors thickened by alcohol, dance, noise and music. Referencing the qualities of his craft and his pictorial processes is incurring in a shortcoming. His real entity and dimension is the one of the illuminator of the Mississippi.
Hablar de Maximiliano Hoeffner… No es una tarea difícil, pero como con
todo lo que es simple verdadero y profundamente personal, se necesita una mirada libre de prejuicios. Hoeffner es un artista en un sentido real. Posee los dos componentes que hacen a un creador : conoce lo que siente y sabe expresarlo. Quizá sea por ésto que su trayectoria ha transitado caminos marginales respecto de los facilismos con tendencia hacia lo artificial que predominan en el mercado. En tal sentido es un atípico y por lo tanto un clásico enamorado de las tradiciones populares. Autodidacta, nacido en 1947, aparece en la escena en 1972, exponiendo en la Galería Rodrigo Carmona, recibiendo una elogiosa bienvenida de parte del
crítico Osiris Chierico, quién redacta el prólogo del catálogo. Ese mismo año expone en el Royal Bank of Canadá. En ese momento su pintura es figurativa con fuerte carga expresionista. En 1973 es seleccionado para exponer en el premio De Ridder Primera Edición en el Museo Nacional de Bellas Artes. El crítico de arte del diario Clarín, Eduardo Baliari, lo menciona entre los mejores participantes. La crítica imparcial es aliada de aquellos que buscan caminos propios y auténticos, no de ocasionales o disfrazados, y ésto fué correctamente intuido y publicado entre quienes fueron testigos de los primeros pasos del artista. Al igual que su padre siente una gran afición por el blues y el jazz, volcándose de lleno al conocimiento del género
conviertiéndose en un coleccionista de orden mundial. La vocación por ésta música marcará toda su obra. En 1996 expone en la Galería de Arte “Sara García Uriburu”.Su obra se comercializa y éste éxito lo lleva a participar en 1997 de una muestra colectiva de pintores Argentinos en Holanda, Museo Jan van der Togt, además de intervenir reiteradamente para ésta galería en ArteBA. Es en éste año, que comienza apasionadamente a buscar otras formas de expresión, sintiéndose profundamente inspirado por Antonio Berni. Experimenta sobre grandes superficies de madera que construye él mismo y da forma a sus “Collages”, utilizando toda clase de elementos (óleos, esmaltes, telas, hilos, estopa, cartón, piedras, metal, etc, ), empleando técnicas mixtas, creando así, un mundo de
retablos engarzados y clavados y por supuesto un gran trabajo pictórico originando en el espectador un gran impacto visual. En el año 2001 realiza una nueva exposición en la Galería de Arte “El Socorro , que confirma su éxito. Vende todas sus obras. Es en ese mismo año, que algunos de sus collages son expuestos en uno de los más importantes eventos de arte : Expo-Trastiendas, en el Centro Cultural Borges, con el merecido éxito de la crítica. En el 2003 realiza otra muestra, nuevamente en la Galería de Arte “El Socorro”. Bluesingers, vagabundos, trenes, y automóviles, exuberantes mujeres y todo el mundo de la música en obras de gran formato estuvieron presentes en ésta muestra.
En los años 2005, 2007 y 2010 expone nuevamente en la Galería “El Socorro”. Además de su conocida obra, introduce la temática del cine de western en sus collages. Su obra forma parte de colecciones privadas y museos en Argentina, Holanda, Inglaterra, España, y Estados Unidos, entre otros países.
Black Cat-2006 Técnica Mixta Díptico/ Óleo & Collage sobre Madera Fondo Telón- 205 x 227.-
La Vida de Bill Gaither-2006 Técnica Mixta Óleo & Collage sobre madera 128 x 168
Last Day of Scrapper Blackwell-2006 Técnica Mixta Óleo y Collage s/madera. 113 x 157
El Viaje de Henry Thomas-2006 Técnica Mixta Óleo & Collage sobre madera 85 x 285
Blues Is Killing Me-2007 Técnica Mixta Óleo & Collage sobre Chapa 72 x 90
Black Dancers-2007 Técnica Mixta Óleo & Collage sobre Madera 110 x 166
Mance-2007 Técnica Mixta Óleo y Collage s//chapa. 51 x 71
Rural Sheriff-2007 Técnica Mixta Óleo y Collage s/madera 65 x 95
Fife Drums-2007 Técnica Mixta Óleo y Collage s/madera. 81 x 95
Tommy Bell-2008 Ă“leo sobre tela. 80 x 100
Okahumkee-2003 Técnica Mixta Óleo y Collage s/madera 118 x 130
Peabody Hotel-2001 Técnica Mixta Óleo y Collage s/madera 58 x 200
Baby Stovall-2008 Técnica Mixta Óleo y Collage s/madera 105 x 125
The Drunkers- 2008 Técnica Mixta Óleo y Collage s/madera 105 x 125
Mujeres con Guitarra-2010 Técnica Mixta Óleo y Collage s/madera 85 103
Dark Hotel-2011 Técnica Mixta Óleo y Collage s/madera 122 x 95
Max y su obra : The Church
Javier Bali単a en la muestra del 2007.-
Con Carlos Masoch muestra del 2007.-
The Down Home Blues -2010 Técnica Mixta Óleo y Collage s/madera 85 x 115
La Historia de Bertha -2011 Técnica Mixta Óleo y Collage s/madera 84 X 114
Pink Cadillac- 2005 Técnica Mixta Óleo y Collage s/madera 59 x 80
Fronts & Bottoms -2011 Técnica Mixta Óleo y Collage s/madera 85 x 115
Rural Gasoline -2010 Técnica Mixta Óleo y Collage s/madera 82 x 112
Golden Cadillac -2002 Técnica Mixta Óleo y Collage s/madera 67 x 97
T Bird -2003 Técnica Mixta Óleo y Collage s/madera 55 x 80
Root Beer I -2010 Técnica Mixta Óleo y Collage s/madera 81 x 111
JaneMansfield & Gina´s -2010 Técnica Mixta Óleo y Collage s/madera 62 x 83
Black Power -2008 Técnica Mixta Óleo y Collage s/madera 82 x 96
Root Beer -2010 Técnica Mixta Óleo y Collage s/madera 83 x 103
Blues x 4-2010 Técnica Mixta Óleo y Collage s/madera 84 x 114
Streamline Train Técnica Mixta Óleo y Collage s/madera 45 x 125
Two Train Running Técnica Mixta Óleo y Collage s/madera 83 x 114
Silver Train Técnica Mixta Óleo y Collage s/madera 63 x 83
Sun Ra-2012 Técnica Mixta Óleo y Collage s/madera 90 x 90
Sun Ra II-2012 Técnica Mixta Óleo y Collage s/madera 71 x 72
La mujer de mi padre-2012 Técnica Mixta Óleo y Collage s/madera 63 x 154
Mundos Opuestos-2012 Técnica Mixta Óleo y Collage s/madera
EVEN GAUCHOS GET THE BLUES Buenos Aires Herald by Pablo Baler (1999)
What do you get when you cross a Blues buff with a painter?
You get Maximiliano Hoeffner ; a selftaught Argentine artist who was born listening to the rhythms and tunes of the Blues, and is now exhibiting a series of oils on canvas and collages on wood at a collective show of paintings, sculptures, and installations showcased by Marizu Terza`s La Cave art gallery.
“In the Blues I found my language” comments Hoeffner. “Blues is the only form of expression that can represent me. I was born listening to Blues , and I thing I will keep listening to it for a long time; in fact my father was the first Blues
collector in Argentina and later on I became a Blues collector in Argentina and later on I became a Blues collector as well. So you can imagine not only how big our collection is but also how much Blues means to me”. Hoeffner’s first show took place in 1972, at the now-extinct Rodrigo Carmona gallery, where his work already displayed a wide variety of themes and interest. There were paintings of the Mexican revolution, duels, typical Argentine scenes, and of course, portraits of Blues singers and jazz bands from the 20’s. For many
years, Hoeffner tackled several styles and trends, even Surrealism, but only his Blues paintings survived. In 1996 Hoeffner exhibited at the Sara GarcĂŹa Uriburu art gallery and whit this sort of public recognition, his pieces found their way to the 1997 group show of Argentine painters in Holland. After a series of trials and errors, Hoeffner has finally arrived-whit this current show of realist, almost naĂŻve rendering of Blues scenes-at very interesting and personal form of expression. What we see are rural landscapes of the southern US, urban portrayals of black ghettos, and concealed references to traditional Blues songs and Blues artist such a Sleepy John Estes. Some are rendered through oil paintings and the rest are Berni-like collages on wood which incorporate any available material: painted cardboard, metal, fabric, even
plants or pictures. Hoeffner’s work, wich found a gracious midway between Hyperrealist and Naïve representation, has managed to rid itself of all pretentiousness.Its very search searh for the “humble dignity” of rural Blues, as Hoeffner himself call it, has helped it find an authentic, simple and very effective visual language.
“Rural Blues must be one of the most authentic forms of expression,” says Hoeffner, “and that authenticity is what I try to capture with my paintings.” But this current show is actually a “prequel” of a larger exibit Hoeffner is preparing for the end of this year, which will be mostly collages on wood.
“Despite what it may seem,” Hoeffner reveals, “the style I really like is Expressionism; and I think I’m getting there with these collages that reflect a completely ‘home grown’ form of expression. The origins of Blues can be found in the toils of black people in the US. From Africa (the music of slaves first, then of workers), Blues came to life in the melodies, rhythms and secret messages circulating among this marginal, yet foundational American population. And yet a lot of this foreign tradition has lent itself to the art of one Argentine artist who, having never visited the south of the US, has arrived to the shores of the Mississippi through the sorrowful sounds of Blues. As happens with Blues, you either like and understand Maximiliano Hoeffner’s work at first sight, or you
don’t . Once a woman approached Blues player Muddy Waters and asked him what Blues was. His reply could also give us a hint on how to approach Hoeffner’s work: “Miss, if you don’t know it by now, you better leave it alone.”
HE´S GOT THE BLUES Buenos Aires Herald by Alfredo Cernadas Quesada (2003)
It’s brash , it’s sleazy, noisy, sensual, vigorous, sexy. It’s jazz. It’s also any of the works that Max Hoeffner is now showing in El Socorro.
Hoeffner’s gutsy, authentic feeling for that most African-American of musical genres transcends racial and cultural barriers and remote national boundaries. It reappears in Buenos Aires as authentically as if it were in the Deepest of Souths. Hoeffner’s works are quite singular. They are paintings all right, but not in the usual sense. For the paint, masterfully applied, more often than not appears on non-flat surfaces. What the artist does can safely be called vividly coloured collage/bas reliefs, encased in quantly carved frames. In them he presents scenes and characters of the Thirties to Fifties jazz scene in the South of the US, New York and Miami, portraying several of the great musicians of the time : Big Bill Broonzy, Charley Patton, Ledbelly, et al. And Jayne Mansfield, one the 50’s
answer to Marilyn and one of Hoeffner’s dream babes. In this show the artist shares the spirit of Norman Rockwell, the beloved portraitist of the US’ peaches and cream, goody goody, homespun and naive images of everyday life that appeared in the covers of the Saturday Evening Post.
Höeffner’s vision is just as authentic visually, but earthy, sensual, sexy (unthinkable qualities in NR’s world). He shows the other side of life, that of pimps and street walkers, gamblers, racketeers and, of course, jazz musicians. All of them black and real, to boot in their milieu (streets, joints,
the countryside), with their props: bottlers, cigarettes, instruments, Cadillcas, trains, river boats. They are either drawn or crafted with different materials (cloth, wood, metal), cleverly put togheter in panels or single pictures by his skilful hands and imaginative mind. The overall effect is fascinating and fun for fans and laymen alike.
Buenos Aires Herald by Alfredo Cernadas Quesada (2005)
It doesn’t take a diviner to guess that Max Hoeffner is a diehard jazz fan. Indeed, his work oozes and reeks of jazz. The blaring, sensuous sound born in sweltering, smoke-filled joints, decayed cabins and steamy riverboats of the USA’s Deep South. And he has a no-nonsense way of expressing his feeling for it by the simplest and clearest of means. Indeed, even if his pictures were half as good as they are (and they are very good an expressive), Hoeffner would reap gratitude by the careful, painstaking reconstructions and visual descriptions of life from the
turn of the 20th century to the the 1950s. This now also includes the Wild West, as he has expanded his repertoire with careful dedication to the land where the films of John Ford or George Stevens took place. It can’t be denied that Hoeffner is a painter, if a rather peculiar one: his works often enter the third dimension, with basrelief-like accretions of different materials on the canvas, adding textures to colours. And there is a lot of the latter, for this artist is, above all, a born colourist . He likes his hues strong as the drinks that the denizens of his works imbibe. The scenes’ vigour is enhanced by unusual, rough frames. Hoeffner’s evident affection for his sleazy, often sexy creatures is also marked by an earthy sense of humour, not unlike the illustration of Esquire magazine in those bygone times. A refreshingly different show.
Revista Arte al Día (2004)
Desde que nació estuvo en contacto
con el jazz y el blues que escuchaba su padre en discos de pasta. Cuando comenzó a pintar al óleo aparecieron en su obra las orquestas de jazz, músicos de blues y las escenas trascendentes de la revolución mexicana. La música impacta tanto corporalmente a Max, que en sus cuadros inventa historias que desarrolla sobre grandes superficies de madera utilizando óleos, esmaltes, telas, hilos, estopa, cartón, piedras o metal. A partir del collage, logra dar a la obra un movimiento secuencial que relata la historia de un personaje. Para ello utiliza la música y la fotografía como documentación. "Lo que se puede pintar sobre esta música es inagotable ?explica el artista?. Tanto puede ser
una calle de Chicago como el desnudo inspirado en el famoso Blues de la cama vacía. Las ideas las saco de las tapas de los discos y libros y yo aporto los colores y detalles que le dan el toque blusero; otras veces aparecen las imágenes al escuchar una canción". Hoeffner expone de manera individual y colectiva en la Argentina, Estados Unidos y Europa. Lo representa en Buenos Aires la Galería El Socorro.
EL PINTOR DEL BLUES
El artista argentino Max Hoeffner ama la música negra. Y admira a Antonio Berni. Sus collages, que expondrá en la
Galería de Arte El Socorro, lo demuestran. Revista VIVA, Diario Clarín, Junio 2001 Yo pinto música negra. Es lo que me inspira”, dice el artista argentino Maximiliano Hoeffner, quien se autodenomina como “el pintor del blues”. Hoeffner asegura tener la colección de blues tradicionales más importantes de Sudamérica, “más de tres mil” afirma. Y los motivos de sus cuadros, obviamente, no podrían estar ajenos al tema : bandas de jazz de los años 20’, paisajes rurales del sur norteamericano y postales urbanos de los guetos negros. “Intento rendir el mejor homenaje al blues de principios de siglo”, comenta Hoeffner de 54 años, quien vive y trabaja en las islas del delta junto con Paula su mujer. Uno de sus pintores favoritos es
Antonio Berni, que sin duda influyó para que su obra se volcara al collage. Así comenzó a trabajar sobre grandes superficies de madera con óleos, esmaltes, telas, hilos, estopa, cartón, piedras y metal, entre otros materiales.Entre el 27 de junio y el 16 de julio, se podrán ver sus cuadros en la muestra Collages en la Galería de Arte El Socorro (Suipacha 1331).
CUANDO EL BLUES ES ARTE Max Hoffher decidió dedicarse a la pintura. Y dentro de esa elección buscó un costado muy particular, como lo es el de recrear paisajes, climas y sentimientos ligados con el blues "Pinto escuchando blues; en realidad lodo lo hago escuchando blues. Es parte de mi vida." Y se comprende porque, además de pintar. Max Hofmer es el coleccionista más importante del país, dedicado
fundamentalmente al blues de preguerra. En su casa, distribuidos por distintos muebles y agrupados por sello, se encuentran cerca de 3000 discos. "Tengo casi todo lo que se grabó, me debe faltar sólo un 5 por ciento." La escenografía no puede ser más adecuada: paredes decoradas con cuadros que remiten, todos, al blues. "Lo que se puede' pintar sobre esta música es inagotable. Tanto puede ser una calle de Chicago como el desnudo inspirado en el famoso Blues de ta cama vacia. Las ideas las saco de las tapas de los long-plays o de libres y yo aporto los colores y detalles que le. dan el toque bluesero; otras veces aparecen las imágenes al escuchar una canción." De blues. claro. '■ Viendo sus óleos, en los que predominan los amarillos sucios y
marrones, uno puede imaginarse a Max vagando en un viejo coche por las tierras sureñas de los Estados Unidos, con una cinta de blues en el autoestéreo. Pero nunca estuvo por allí: "Viajo con la música, mirando las tapas o viendo películas".
La conexión Austria Proyecta hacer una muestra de sus obras el próximo año y luego espera poder insertarse en el mercado internacional. "Por ahora estoy reconocido como coleccionista, ya que figuro como tal en las ediciones del sello austríaco Document, el más importante en materia de blues." El contacto surgió cuando Max. al comprarse un disco de este sello, encontró un tema que sonaba muy mal y que él tenía en acetato con mejor calidad de sonido.
Se puso en comunicación con ellos para ofrecerle esas cintas y finalmente terminó aportando más de 30 temas. Lo próximo será, tal vez, ilustrar con sus cuadros las portadas de esta importante colección. Adriana Franco
CUANDO PINTA EL BLUES El pintor Max Hoeffner homenajea a la música del Mississippi. Diario La Nación por Luis Aubele (2003) Una ceremonia extraña : la perturbadora Jane Russell, el gran Charley Patton (un cantante de Blues del Mississippi de los años veinte),un Cadillac pintado de rosa con una rubia recostada en el capot o los músicos del mítico Peabody Hotel, por nombrar algunos, se acomodan con dificultad en un lanchón amarillo y gris siguiendo las indicaciones de un hombre barbudo parado en el medio de un muelle. Sin embargo, el río no es el Mississippi, sino un brazo del río Luján. En cuanto al muelle, es en realidad el embarcadero de El Mirador, la casa taller del pintor Max Hoeffner (el hombre barbudo), que prepara el envío de sus obras a la galería El
Socorro, donde mañana inaugurará Collages, una muestraen la que celebra a sus grandes amores: el jazz, y sus intérpretes, los autos y las divas de los cincuenta. Max se enamoró de Jane Russell cuando tenía diez años. “Mi tío Alberto (Tito, una suerte de Playboy de la época) compraba una revista de cine que se llamaba Ecran y que en uno de sus números publicó, en tapa, una gran foto de Jane, de la película El Carapálida, donde actuaba con Bob Hope. No lo pensé dos veces y se la robé. Fue un riesgo, pero la Russell valía la pena y un hombre debe jugarse por sus afectos”, recuerda divertido Hoeffner.
Un Retrato de Narciso
Tres años más tarde pintó su primera obra: un retrato del actor Narciso Ibañez Menta, al que admiraba por sus
Obras maestras del terror. “Mi abuela tenía un amigo, el escritor Alberto Chicini Melo. Como yo dibujaba, Melo me regaló una enorme caja de óleos y cuando se enteró de que admiraba a Ibañez Menta me propuso hacerle un retrato, porque el era muy amigo del actor.Cuando se lo mostré se entusiasmó y lo llevó para dárselo. Hasta hoy ignoro si a Ibañez le gustó, pero creo que mi retrato se le parecía bastante; no voy a decir que era exactamente igual, pero se le parecía mucho.” El jazz fue una de las herencias de su padre, el escribano Guillermo Hoeffner, junto con la pasión por las carreras de caballos, el juego de pelota paleta, los westerns y las películas de cómicos ineludibles como Eddie Cantor o Bob Hope. “Juntos tuvimos un negocio de venta de música de jazz muy frecuentado por
los fans en los ochenta. Actualmente conservo una colección de tres mil discos de pasta y de vinilo. Pero yo separo el blues del jazz, para mí la gran música fueron los country blues de 1927 a 1930, con sus increíbles cantores de blues como Charley Patton, Leadbelly, o Screamin’ Jay Hawkins, el gran bluesinger de los cincuenta, etcétera” apunta. El tema de los músicos negros apareció varias veces en su vida, desde la época en que se presentó al premio De Ridder,en 1973. “Era muy jóven y pretendía más de lo que podía. Trataba de ser un pintor realista, pero mi falta de técnica hacía que todos me vieran como un promisorio expresionista; alguien que deforma la imágen para expresarse”. A mediados de los noventa, cuando preparaba una muestra, un marchand le dijo, con toda la buena voluntad del
mundo : “¿ No sería mejor que pintaras sobre otro tema ?” “No seguí el consejo, porque descubrí que esos reductos con cantantes de blues, donde se colaba la extraña luz del amanecer, eran una parte importante de mi mundo interior. Donde revolviendo un poco también se pueden encontrar inhallables tapas de LP, afiches del cine de los cincuenta (como El Carapálida, claro), cómics y gags de Eddie Cantor...”, desliza muy serio Max Hoeffner, listo para comenzar a colgar sus collages en las paredes de la Galería El Socorro.
Max Hoeffner y sus collages de historias. Un pintor que vuelca el blues en los cuadros. Diario Infobae por Oscar Mu単oz (2003) Vive a orillas del delta del Tigre y pinta con la mente puesta en otro, el delta
del Mississippi. Fanático blusero, dueño de una colección de 3.000 discos originales de vinilo y pasta, Maximiliano “Max” Hoeffner eligió, para su imaginario, el escenario histórico de la música que ama. Muchos de sus cuadros tienen ambientación y clima de blues de preguerra, aunque tampoco desdeña el glamour hollywoodense de las décadas del 40’ y del 50’. La pasión por el género le viene de chico, inculcada por el padre que conoció la música negra a partir de Al Jolson, el cantante blanco que se tiznaba la cara para actuar. “A partir de Jolson descubrió a los bluseros de verdad”, reseña Hoeffner hijo. Si en sus primeras muestras Hoeffner hizo convivir la música con la
Revolución Mexicana y cierta influencia expresionista, en su última presentación en la Galería El Socorro en la que vendió trabajos por valores entre los 5.000 y los 8.000 pesos- se abocó a un espectro temático más definido. Otra particularidad suya es la experimentación tridimensional y multiepisódica, lo que convierte a sus cuadro en collages de materiales e historias. En Midnight on The Central Avenue, por ejemplo, hay convertibles de lujo, música en vivo y mucho erotismo, distribuidos en distintos paneles. Todo realizado sobre materiales reciclados, que muchas veces le proporciona el propio río, que a su vez sugiere una vida mejor. Algo así pasa con las dos viejas ventanas de madera que le ponen fondo a Club Shangai. “Pensé que si habían resistido tanto tiempo,
podrían dar más ”, comenta. Porque a Hoeffner le preocupa no solo la calidad sino también la resistencia de sus cuadros, que invita a mirar y a tocar.
“Vivo de la pinturasostiene-. Siempre mal, pero vivo....”
¿Quienes son sus compradores? -Extranjeros que pasan por la Argentina y miran arte, aunque la mayoría no tiene ni idea de lo que es el blues... A pesar de su fanatismo enciclopédico (Conozco vida y obra de todos los bluseros de las primeras décadas del siglo XX”, dice sin jactancia), Hoeffner no aprovechó el dólar barato para conocer el lugar de sus ensueños, ese otro delta, como llama a la región del estado de Tennessee de la cual surgieron todos los grandes del blues.
ÂżNo lo siente como una asignatura pendiente? -Para nada. La figura del bluesinger ya no existe. Para eso estĂĄn los discos. Y sus cuadros, claro. Aunque no lo diga.
El artista que pinta los sonidos del Mississippi. Se nutre temĂĄticamente del blues para recrear en sus pinturas lugares y sensaciones de los aĂąos dorados de ese ritmo. Hoy, a los 56 aĂąos,
desarrolla su obra, casi "recluido" en su casa-taller de una isla del Delta. Diario La Razón por Germán Cervetto (2004) Max Hoeffner lleva el blues muy adentro. Cuenta que lo escucha desde que tenía 5 años, mientras el resto de los chicos de su edad todavía cantaban tonadas infantiles. Literalmente, se lo metió en la sangre su papá, Guillermo, uno de los coleccionistas privados pioneros de Argentina. Y su obsesión lo llevó a traducir los sonidos del Mississippi en imágenes, en pinturas que recrean lugares y sensaciones de aquellos años dorados.
"La pintura es mi otra pasión y no fue para nada difícil juntarlas a las dos. Eso es lo que reflejo en mi
obra, el espíritu de la música, los reductos del blues con cantantes y madrugadas interminables", cuenta este hombre de 56 años y palabras rápidas. Hace tres años se cansó de la ciudad y se fue a vivir a su casa—taller del Tigre, sobre un brazo del río Luján en un escenario no tan distinto del mítico Mississippi. "San Isidro ya tenía demasiado movimiento para mí. Acá estoy alejado, tengo mis discos y mi lugar de trabajo, qué más se puede pedir".
DE EXPOSICIÓN Sólo sale de la isla una vez por semana para juntarse con amigos a jugar pelota paleta. O cuando, expone sus trabajos, como lo hizo hasta hace unos días en la porteña galería El Socorro. No le falta material para inspirarse: su colección tiene entre tres y cuatro discos de pasta y vinilo de 78. "Papá fue el primer coleccionista de Argentina y es una de la más grandes del país y de sudamérica. Hay piezas de gran calidad y rareza, que incluso fueron pedidas por un sello austríaco que edita blues de pregerra, material inédito que no había sido editado antes y que estaba en originales o en cintas". Con semejante andamiaje musical en la cabeza, más su gusto por el western y las divas de Hollywood, Max ya estaba enamorado de la mítica Jane
Russell a los 10 años. Y a los 13 comenzó a pintar.
"Actualmente trabajo con óleos, en muchos casos sobre estructuras de madera. Así se pueden hacer cuadros con varios paneles, como el del Shangai Club, un club de estilo oriental en el Chinatown de los años 50 con mucho rithm&blues". LOS AÑOS DORADOS Otro de sus favoritos se llama "Trenes y vagabundos" y representa el vínculo de los negros con los trenes, su única forma de viajar de polizones desde el
esclavista sur de Estados Unidos hacia el norte para cambiar de vida, en medio de la gran depresión económica de los años 30. Cuenta respecto de esa época que "para mí esos fueron los años de la gran música, los country blues de 1927 a 1930. Cantantes como Charley Patton, Lead Belly o luego Jay Hawkins, el grande de los años 50". Ahora, desde su pequeño pedazo del Mississippi a unos minutos de Buenos Aires, Max homenajea con su arte aquellos años en que cantar era una forma de vivir y de contar las penas.
U n
viejo blues
Diario La Razón por Humberto Acciarressi (2005)
La música negra, el clima del Hollywood de los años veinte, las postales del jazz clásico, son los temas de la obra de Max Hoeffner. El músico negro arqueado sobre su contrabajo, con un cigarrillo colgando displicente de sus labios; un grupo de alegres mulatonas poniendo swing en una vieja taberna; seis vaqueros, con aire desconfiado, rumiando un póker en un clásico “saloon”. La música negra -especialmente elblues-, el clima hollywoodense de los años del Gran Gatsby, el ritmo del jazz y sus cantantes, los autos coloridos de las antiguas publicidades, componen el
exuberante y original collage de técnicas y temas de Max Hoeffner,que pueden disfrutarse en una muestra que se extiende hasta el lunes 24 en la Galería El Socorro, Suipacha 1331. El artista - que cantaba blues a los cinco años, pintaba a los diez y escuchaba las charlas de su padre, Guillermo, uno de los pioneros del coleccionismo blusero- ejerce un hiperrealismo al que no son ajenos los óleos, los esmaltes, las telas y otros elementos que ennoblece con su arte. Hoeffner vive en el delta del Tigre, donde tiene su atelier. Un espacio creativo no muy diferente al de los artistas de paisajes rurales del sur de Estados Unidos, o de quienes pintaron, escribieron y cantaron a orillas del Mississippi. Y viene a la memoria Mark Twain, con sus largos
viajes por el río mítico. Tampoco pueden obviarse, claro, los escenarios de los libros de Faulkner, quien sostenía que el mejor lugar para crear era un prostíbulo. En la muestra están presentes los íconos de la cultura popular norteamericana, extraidos de tapas de viejos discos y libros. También su padre le dejó a Hoeffner la devoción por las carreras de caballos, los westerns y las películas cómicas. Pero fundamentalmente, la estética de Hoeffner está emparentada con cierto comic que en los ochenta se dedicó a rastrear estéticamente aquella vieja cultura, tan cara a personajes como Clint Eastwood. Lo sugestivo es encontrar en nuestros pagos un fervor por aquellos rastros que sedimentaronlas artes posteriores.
Lo que prueba que las culturas populares tienen un punto donde se reconocen. En este caso, pintor por medio.
REVISTA ELIXIR POR MATÍAS BRUERA
REVISTA ELIXIR POR MATÍAS BRUERA
Revista Elixir por Matias Bruera* (2003) En 1936 Walter Benjamín había mostrado en su artículo “La obra de arte en la época de la reproductibilidad técnica”, la transformación del concepto del arte a través de los medios técnicos de reproducción y había puesto de manifiesto la “masificación” de los sistemas culturales . De ésta manera liga la noción de aura y su pérdida a la fascinación que le produce el cine y la fotografía, sumando a cierta irremediable angustia, la curiosidad y la esperanza. Una generación más tarde la tésis más emblemática de Marshall McLuham sentenciaba: “El medio es el mensaje”
ésta idea convertida en slogan auguró las consecuencias psicosociales de los medios de masas en el siglo pasado y sigue resultando una sentencia pertinente para éste nuevo siglo. Las industrias de la concientización transforman la conciencia de las personas y después la cultura, el arte y las formas de conducta. Que “el medio es el mensaje”, significa que el mundo y el ambiente de los hombres sólo es un entorno de productos prefabricados, imaginable como una realidad escenificada. El término mass media es equivalente a la industria informativa, la recreativa, la industria de consumo y la de la concientización. El medio no sólo es transmisor de mensajes, no sólo es forma y vehículo de la comunicación, sino que es su propio tema su mensaje
y, en última instancia, el objetivo en sí mismo. Los medios de masas son la llave del entendimiento social, son los motores de la cultura y nada funciona sin ellos. Así es como en determinado momento las formas de comunicación programadas que abarcan todos los ámbitos de la vida, transformaron también la importancia del arte. A partir de ahí se abrieron o cerraron dos caminos ambivalentes : las creaciones se desligaron del público y se transformaron en expresiones discernibles solo para especialistas o asumieron críticamente el concepto de reducción universal que imponían los medios en el nivel más profundo de la vida. De ahí la disyuntiva entre abstracto y figurativo, entre otras.
De esta manera los “Collages” de Maximiliano Hoeffner con sus automóviles emblemáticos de la gran industria e importantes fábricas americanas-General Motors, Ford o
Chrysler- y las vamps del cine de Hollywood y la industria cinematográfica de los años 50 que producen sus sex symbols-Jayne Mansfield, Marilyn Monroe, o Jane Russell-son los íconos de la cultura norteamericana y del mundo general que ejercerán la posibilidad de remembrar una fascinate influencia en todos los aspectos de la vida cultural de Occidente.
A su manera Hoeffner reedita ciertos signos de época en el marco de cierta coexistencia o competencia con los medios de masasque alteraron la percepción y se hace imposible no meditar sobre el arte y su
quehacer en términos de esa relación en las últimas cuatro décadas-alterando la relación de la sociedad con las creaciones estéticas. Así el lenguaje de estos “Collages” no apuntan en primer término al acceso del consumidor a esos productos culturales, sino que más bien juegan con él y lo perturban a través de cierto efecto que mezcla la curiosidad y la nostalgia, no eximidas de cierta angustia, la sospecha y la esperanza, mediante cierta visión exhortativa, y la implicación y la distancia, evitando sucumbir en cada expresión a la dominación de la técnica y el mercado.