El perfomance tiene nombre de mujer / Marina Abramović

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El performance tiene nombre de mujer



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Marina Abramovic es un artista Serbia auto-denominada la abuela de la performance. Es cierto que fue una de las pioneras y ha tratado en los últimos tiempos de dar peso histórico al término, ejercitando la anulación de la sensación de extrañamiento en el espectador. Para Abramovic, su vida es mucho más que un contexto socio-histórico, es un óptica perpectivista necesaria para comprender la muestra artística. Por este motivo, podríamos contarla por milésima vez, intercalando momentos de amplio calado para el desarrollo de la performance:

Belgrado, Yugoslavia [ 30. 11. 1946 ]

Sus padres se habían casado muy jóvenes y dedicaban su vida a su carrera militar, mientras tanto la relación marital era totalmente hostil. Diariamente se amenizaba con continuas peleas, que terminaban con vasos rotos y ataques donde la niña era el escudo de la madre. Finalmente sus progenitores optan divorcio. En su abuela encuentra el ansiado amor maternal, su abuelo fue nombrado mártir y embalsamado para la iglesia ortodoxa de San Sava donde era patriarca.





“... en la performance tienes un cuchillo y un cuerpo, y que si te cortas, sangras. Mientras que en el resto, tienes un cuchillo de plástico y ketchup”.

En su infancia comienzan sus ejercicios de concentración sentada en la silla, dos momentos clave que indican su tendencia podrían ser; “la escapada a una nariz rota” -queriendo conseguir una similar a la de Brigitte Bardot-, donde la niña da vueltas hasta perder el conocimiento para estamparse contra la cama y “la untada de betún de toda su habitación” que resulta su escapada final ante el sopor de la madre, de ver pringada la habitación de autentica mierda. Ella misma las ha calificado como sus primeras incursiones artísticas, pero están más teñidas de chiquillada, aunque ya advierta su simbólica natural: “la violencia que se infringe mediante el dolor y el valor de la sangre como un elemento renovador, purificante e impactante para los que observan”. Una de sus primeras performances, nos demuestra cual es la intención de esta clase de performance. No solo desde ese limite físico, si no que trata de reivindicar aquel momento romántico en la autonomía del arte, donde la belleza dejó de serle inherente, rindiendo más importancia a la capacidad de ejercer un nuevo contacto con el espectador, que garantice la llegada del mensaje.


Un artista no debería mentirse a sí mismo u a otros. Un artista no debería robar ideas a otros artistas. Un artista no debería matar a otros seres humanos. Un artista no debería de hacer de sí mismo un ídolo. Un artista debería evitar enamorarse de otro artista. Un artista debería ser erótico. Un artista no debería suicidarse. Un artista no debería deprimirse. Un artista no debería de tener auto-control sobre su vida o muerte. Marina Abramovic




Un artista tiene que entender el silencio


Un artista debería evitar enamorarse de otra artista

Su último trabajo a dúo fue la caminata por la gran muralla china, última fibra viva de su relación así como broche de oro en 1988. La relación con Ulay dispuso la categoría de amor al misticismo, -algo difícil de evitar, si en realidad todo su mundo era místico y trascendental- sin embargo esta profunda conexión causo una interesante generativa en el trabajo de Marina.

Marina contaba con una resistencia mayor a las prácticas dolorosas, hecho que la hizo perpetuarse, mientras que Ulay terminó cansado, ya que físicamente contaba con características menores para resistir largar horas o meses sentado en la silla. Su cuerpo simplemente reaccionó antes. Por otro lado, Ulay se desembarazó de ese presente que ofertaba en la performance, casi por una disconformidad de concepto o modo de encaminar la carrera artística, algo que se tradujo en el amor cuando ambos comenzaron aventuras coetáneas. Mientras que Abramovic, se mostró más ambiciosa, inclinando la performance a formatos como las artes escénicas, donde la relevancia de la acción pierde su nombre. Ulay se encontraba más a gusto, embutido en esa vida de furgoneta y estaciones de descanso, que llevaron durante cinco años. Disconformidades de vista artística y vida en sí, quede dicho.

Un artista debería evitar enamorarse de otra artista

La fórmula de la relación entre Marina Abramovic y Ulay Laysiepen va más allá de la simple exposición de amor, ambos se hallan en una consonancia completa de la relación. Han ensamblado su papel como amantes, amigos, hermanos y performers. Marina, en ocasiones, habla de un cierta potencia elevada en esta mismidad, que formuló el trabajo conjunto, The Other. Sus muestras abarcan una larga lista, entre ellas: Imporderabilidad (1977), Relación en el espacio (1977), Relación en el tiempo (1977), La muerte misma, AAA-AAA (1978), Luz y oscuridad (1977).



Cuando Abramović y Ulay comenzaron su colaboración, los conceptos principales que exploraron fueron el ego y la identidad artística. Este fue el comienzo de una década de trabajo colaborativo. Ambos artistas estaban interesados en las tradiciones de sus patrimonios culturales y el deseo del individuo por los ritos. En consecuencia, decidieron formar un colectivo al que llamaron The Other. Se vistieron y se comportaron como gemelos, y crearon una relación de completa confianza.

Relation in time. 1977. The Other. Marina Abramovic Collab. Ulay Laysiepen


Rest Energy, 1980. Se compromete con la primera aceptación del performance. Ulay y Abramovic sostienen un arco de cada lado, la punta de la flecha apuntando al corazón de Marina Abramovic.

Breathing in / Breathing out, 1997. Busca capturar la cuestión de dualidad. Conectados a través de sus bocas, compartieron sus respiros sin permitir el acceso de oxígeno externo hasta terminar colapsando.

AAA-AAA, 1997. se centra en la relación entre dos amantes. Empezaron estando a una posición similar y acabaron cara a cara, gritándose.


In 1988, Abramović y Ulay decidieron embarcarse en un viaje espiritual que terminaría su relacion. Ambos recorrieron la Gran Muralla China, desde puntos opouestos de esta y se encontraron en la mitad.

Nightsea Crossing es una serie de performances que tuvieron lugar entre 1981 y 1987. El performance consistía en que ambos permanecieran inmóviles 7 horas en un estado de concentración y tranquilidad.


Un artista no debería mentirse a sí mismo u a otros.

Desde sus primeras piezas, como Art must be beautiful, la serie de Rhythm, o Freeing the voice /Freeing the body, pasando por su época de producción junto a Ulay, donde sus performances abarcan las temáticas derivadas de la dicotomía hombre/mujer, se defiende la idea de que el arte debe ser verdadero. Según Abramovic, no existe mejor forma para demostrarlo que la performance. The artist is present es la obra capital de Abramovic, una declaración que lleva al extremo todo su compromiso con la performance y el arte. Durante los tres meses que duraba la exposición, varios artistas jóvenes volvieron a representar algunas de las piezas más famosas de la artista. Éstas suponían un recorrido por toda su trayectoria, tanto en solitario como en la época en que trabajó con Ulay Laysiepen. Mientras que Abramovic realizó la performance más larga de toda su carrera. Hija de padre y madre militares, adquiere de ellos la disciplina, la fuerza y la perseverancia. De su abuela, el otro gran pilar de su infancia y educación, la espiritualidad. Es así cómo, en The artist is present, se conformaron, con el paso del tiempo, las “tres Marinas”: La heredera del carácter militar de sus progenitores de un lado, la mística por otro, y finalmente la tercera, la Marina que surge de la suma de ambas, la que reflexiona y toma conciencia sobre el discurso que posteriormente materializa en sus obras. En tres meses, permaneció sentada inmóvil, con mirada fija, hacia el espectador, que decidía ponerse frente a ella. La intencionalidad se volcaba sobre el espectador, que asumía el papel de receptor dentro de la obra, de la que pasa inmediatamente a formar parte desde el momento en el que se establece el contacto visual con la artista, que asume el rol de emisora. El mensaje que se quiere transmitir es algo tan puro como la presencia. La sensación, la energía que desprende el acto de “estar”, y por consiguiente hacer testigo directo y sensitivo, al receptor de lo que el arte de la performance supone: resistencia, perseverancia, valor, emoción, sacrificio, riesgo. Sin embargo, Abramovic tomaba


a su vez un doble papel, puesto que como en toda comunicación, también recibía una respuesta, que constituía la reacción directa de aquella persona situada frente a ella. Una conexión definitivamente magnética, que terminó con cientos de personas exhaustas, extremecidas, tristes, llorosas, felices e incluso, orgullosas.

El proyecto fotográfico de Marco Anelli captura cada una de estas interacciones mediante la serie de retratos que hizo de cada participante. Tras el éxito que obtuvieron en internet, ahora se recogen estos retratos en su totalidad en el volumen titulado “Retratos en presencia de Marina Abramovic”. Las fotografías ofrecen al observador la oportunidad de experimentar la performance desde la perspectiva de Abramovic, revelando tanto momentos dramáticos como mundanos, al tiempo que nos hablan de la humanidad que encierra en sí misma esta interacción. Las fotografías resultantes son cautivadores e intensas, y ponen rostro a las personas amantes del arte a la vez que nos transmiten aquello que fluye en ellos al entrar en contacto con la artista. Marina ha demostrado ser una artista capaz de arriesgar incluso su propia vida por dar a conocer sus posicionamientos, llevando su identidad y su cuerpo al límite, haciendo tomar conciencia… Aunque nunca como hasta ahora. Abramovic ha conseguido llevar el público a la catarsis total.

Un artista no debería de hacer de sí mismo un ídolo.

La necesidad de documentar los performances como arte conceptual que nació para no ser objetivizado ni mercantilizado favoreció la presencia de los fotógrafos en el mundo de los artistas. En 2010, el MoMA celebró una histórica retrospectiva sobre Marina Abramovic, consagrando a la artista como gran diva de este medio. El fotógrafo, Marco Anelli, documentó a todos los participantes que en esa ocasión interactuaron directamente con Abramovic; la artista invitó a una multitud de personas a sentarse frente a ella tanto tiempo como quisieran. Fue un total de 716 horas y 30 minutos el tiempo que Abramovic permaneció frente a las 1500 personas que participaron.





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