100 años de ser cartas vivas

CIEN Aﾃ前S DE SER CARTAS VIVAS,

CIEN Aﾃ前S DE SER FAMILIA PAULINA

CIEN AÑOS DE SER CARTAS VIVAS, CIEN AÑOS DE SER FAMILIA PAULINA Hna. Julia Karina Yáñez ¿Sabes quién es san Pablo? ¿Sabes que es la Familia Paulina? San Pablo fue un apóstol que Cristo escogió para anunciar el Evangelio. Y sabiéndose amado por Jesús, se fue a predicar por muchos lugares, también escribió algunas cartas para los primeros

cristianos, el centro de sus cartas nunca fue él, porque más bien hablaban de su gran

amor, hablaban de Cristo. Pero hoy, a dos mil años de distancia, Pablo sigue escribiendo otras cartas. Día a día sus palabras quedan impresas y ahora no en papiro, sino en

carne, en el corazón humano de miles de personas. Esas cartas son todos los sacerdotes, religiosos y laicos que forman la Familia Paulina. En nuestro corazón, Pablo graba letra por letra, no sólo palabras, sino la Palabra, graba a Jesús.

Pero, ¿Qué es lo que verdaderamente significa ser cartas de san Pablo y más en estos

tiempos? Ser cartas vivas de san Pablo, significa en pocas palabras, estar en continua

Cristificación. Ser cartas, significa pues, tener a Cristo, ser otro Cristo, “hasta que Cristo se forme en mi”, dice san Pablo. Durante nuestra formación como religiosos, escuchamos

continuamente esta palabra “Cristificación”, y es que es la centralidad de nuestro Carisma Paulino: “Vivir integralmente el Evangelio de Jesucristo Camino, Verdad y Vida”.

Nuestros primeros hermanos lo entendieron muy bien: Don Santiago Alberione, Don

Timoteo Giaccardo, Maestra Tecla, Madre Escolástica, Maggiorino Vigolungo, Hermano Andrés Borello, Canónigo Chiesa. Ellos fueron cartas vivas y así también fueron piedras vivas donde se empezó a formar lo que es esta gran Familia.

Hasta aquí tal vez no he dicho nada nuevo, nada que no hallan escuchado antes, nada

que no hallan pensado antes, como dejar que Cristo habite en nosotros y esto es bueno, porque estamos en sintonía. Cristo todo la hace nuevo y precisamente esto hizo hace 100

años. El Espíritu inspiró en un hombre, una manera innovadora para predicar el Evangelio: con los medio más rápidos. Gracias a que Santiago Alberione estuvo abierto a

la invitación de Dios, hoy como sus hijos que forman parte de la Familia Paulina, tratamos de renovar y reavivar este don.

Algo muy importante de resaltar es, que Don Alberione y todos nuestros santos paulinos antes de transmitir, vivieron la Cristificación. Pero nosotros en ocasiones, pretendemos

transmitirlo, sin vivirlo. Este es el momento propicio para reavivar el don que hemos recibido; la característica de la Familia Paulina es su carisma-gracia-don, es decir, la

iniciativa divina ¿Qué se espera el mundo de la Familia Paulina? ¿Qué le pide? ¿cómo recibe el llamado de vivir y llevar el Evangelio con los medios de hoy? ¿Cuáles son las prioridades? ¿qué significa ser carta de san Pablo?

Hoy de nada sirve una carta teórica. Los tiempos nos urgen. Es necesario ser una carta

que se escriba tocando a Cristo en los hermanos, como lo hizo Pablo y el Beato Santiago Alberione.

Porque ser cartas significa, que estamos llamados en primer lugar, a comunicar con el testimonio. Es por eso que nuestra Familia Paulina es muy atractiva. ¡Porque estamos llamados a ser testimonio de un modo distinto de hacer, de actuar, de vivir! Con nuestras

vidas declaramos que es posible vivir de un modo distinto en este mundo, que es posible comunicar de una manera diferente, que todo es don, que los medios de comunicación son

un regalo de Dios con los que ponemos proclamar abiertamente que Cristo es nuestro Camino, Verdad y Vida.

Pero es verdad que esto es difícil, complejo, nada fácil. Todos nos equivocamos y tenemos

que reconocer nuestra debilidad. Y como religiosos no somos la excepción, somos débiles y pecadores, pero esto no se compara con la fuerza del testimonio que estamos llamados a

dar por vocación. Llevamos un tesoro en vasijas de barro, llevamos una hermosa carta en pedazos de papel, para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros.

Esto es lo que deseaba nuestro fundador, Don Alberione, que fuéramos religiosos que dieran testimonio especial, “al mundo de hoy con los medios de hoy”. En esta época más

que nunca, la gente siente la necesidad de la Verdad, “una Verdad que sea humilde, sin prepotencia, que sirva”, en pocas palabras siente necesidad de Cristo. Necesitamos dar testimonio de Él, “hagamos a todos la caridad de la Verdad”. Seamos una carta sin dobles

y sin mentiras.

Podríamos decir, que la prioridad de la Familia Paulina, es ser “Apóstoles de la

comunicación”, y esto, no es negociable, porque es carismático. El centro de nuestra

espiritualidad cae en el ser apóstoles, y no en el jugar a serlo, ya que así le fue transmitido

a Santiago la noche del 31 de diciembre de 1900: “apóstoles que utilicen los medios de hoy”. Además de ser religiosos y las religiosas, somos hombres y mujeres que están

llamados a iluminar el futuro. Jamás debemos renunciar nuestro a ser apóstoles de la comunicación, cartas vivas de Pablo. Esto es lo que ha formado a nuestros santos y a los

hermanos y hermanas que nos han precedido en la Familia Paulina. Pero sobre todo porque esto es lo que nos pide Dios.

Nuestro Carisma esta lleno de energía y novedad, por lo cual es necesario vivirlo así, con

energía y novedad, releyéndolo también a través de una cultura cambiante, para anunciar a Jesús siempre actual en una generación cambiante. Dios a querido regalarnos este Carisma, que nos impulsa a ser cartas modernas, apps que cada día lleguen a las

personas con el mensaje de Dios, google donde se pueda buscar a Cristo, Facebook donde se anuncie la Buena Noticia, tweets de esperanza.

Pero no somos cartas por nuestra propia fuerza o nuestro propio querer. Ninguna carta se escribe por si sola. Es necesario que Alguien la escriba y sólo con el carisma-gracia-don, que vienen de Dios, que se logra ser Carta de san Pablo.

También es necesario recordar que Pablo no escribió una sola carta y que nosotros no somos una sola congregación, somos una Familia, que esta conformada por 5 congregaciones, 4 Institutos de vida secular y una Unión de Cooperadores, es decir, somos

un conjunto de cartas. ¿Cómo mantener juntos los compromisos del Carisma? ¿Cómo ser ejemplo y luchar contra la tendencia al individualismo?

San Pablo, nuestro padre, en muchas ocasiones invita a la unidad y los primeros

hermanos y hermanas de la Familia Paulina lo entendieron muy bien. Se apoyaban los

unos a los otros, porque entendieron que sin unidad no se puede lograr nada. Como Familia necesitamos trabajar como lo que somos, hermanos, de otra manera perdemos

una parte muy importante la identidad Carismática. Estamos llamados a trabajar unidos, sin divisiones, porque en una carta cada palabra es importante, si una sola falta, el significado se pierde. Cada una de nuestras Congregaciones e Institutos tiene un valor incalculable. No se puede contar la historia de la Familia Paulina si faltase uno de ellos.

Es complejo poder expresar de manera profunda, lo que significa ser carta vivía de san Pablo, pero considero que día a día, al igual que las miles de personas que forman la

Familia Paulina, Aquel que me llamó me da la oportunidad de expresarlo con la oración, apostolado, en vida comunitaria, y constantemente me sigue invitando a desgastarme la

vida, a vivir en la alegría de saber que Cristo me ama y dar testimonio de esto, me invita a comunicarlo con la pasión que tanto caracterizó a Pablo.

La Iglesia hoy necesita de todos nosotros, necesita nuevas cartas que alienten a la humanidad, que le cuenten acerca de Jesús. “A mi Dios me llamo a ser carta viva de san Pablo”. Dios ha llamado a la Familia Paulina, a hacerlo con los medios de hoy, a los

hombres de hoy. ¿Sabes a que te esta llamando Dios? ¿Te gustaría ser una carta viva,

donde se lea la Palabra? Este es el momento de volver a Dios y preguntarle. Es el momento de ser valientes, porque muchas personas lo esperan, porque hay personas que sólo conocerán a Cristo a través de nosotros, que estamos llamados a ser transmisores del Amor, para hablar de Cristo nuestro Señor.