5 Secretos para tener una vida más feliz

Cinco Secretos

Para Tener Una

Vida

Más Feliz…

Por Ma Antonia Trujillo Ornelas, fsp

Estimados Lectores (as).

De nuevo en sintonía con ustedes a quienes presento ante Jesús Eucarístico. Es una alegría profunda el poderme comunicar con cada uno de nuestros fieles lectores a quienes Dios ama inmensamente.

En nuestra última comunicación recordábamos que era muy importante en el proceso de comunicación a favor de nuestro crecimiento integral tener en cuenta, entre otras cosas, la profundización y la vivencia de cada una de las etapas de la comunicación, a fin de que esta llegue a ser dinámica y vital. Vivimos de forma muy sencilla algunos aspectos de la comunicación intra-personal. Sin duda ésta no se agota con lo que consideramos; nos queda aún la tarea de seguir investigando sobre este aspecto.

1. Comunicación intra-personal (consigo mismo).

2. Comunicación inter-personal: (con un TU (Dios); con los demás “tus” con quienes nos relacionamos de forma más confidencial) 3. Comunicación grupal: (con las personas que trabajamos por obtener los mismos ideales).

4. Comunicación masiva (es la que utilizamos para difundir e incidir en los grandes grupos sociales nuestras ideas y objetivos).

5. Con los medios de comunicación social (son los instrumentos que utilizamos para comunicarnos a distintos niveles tanto individual como masivo).

Esta vez veremos algunos aspectos y de forma muy sencilla, la comunicación interpersonal, iniciando con el encuentro vital con Dios. Quizá pensemos: “Pero, si no vemos a Dios, ¿cómo y dónde encontrarlo?” En clave de la fe cristiana, sabemos que Dios está presente en todas partes, pero siguiendo el esquema de un sacerdote especialista en Sagrada Escritura, lo encontramos: 1.- Primeramente en las personas, creadas a su imagen y semejanza.

2.- En los acontecimientos de nuestra historia.

3.- En la sociedad.

4.- En la Iglesia.

5.- En su Palabra de vida.

6.- En la Eucaristía.

Dios presente en las personas. ¿En todas? Indudablemente que sí porque Él no hace

distinción de personas. Jesús mismo nos lo dice según el Evangelio de Lucas: Mi Padre Celestial cuida de todos con amor; cuida de los buenos y de los malos indistintamente (cfr. Lc 22, 32). Para todos entregó a su Hijo, porque Dios quiere que todos seamos salvados por Él.

Quizá nos surja la siguiente pregunta: “Y los que pecan, ¿son también imagen de Dios?” La respuesta es afirmativa, sí los son; sólo que son una imagen distorsionada de Él; son rostros sufrientes y deformados que necesitan ser restaurados por la gracia de Dios; son los rostros llamados a una conversión y también necesitan gestos de amor verdadero de sus semejantes.

Cada persona nos debe recordar que ella es importante para Dios y debe ser también para los demás, para mí misma. Lo constatamos cada día cuando alguien que tiene una alegría desea compartir esos momentos de gozo con quienes le rodean; así mismo, quien sufre, pide un amor solidario mediante la expresión de su dolor reflejada no sólo en sus palabras, sino en su mirada, en su rostro. Dios mueve a compasión más allá de los límites humanos. Esto lo hemos comprobado recientemente en los momentos de prueba y del sufrimiento de tanta gente por las inundaciones en varios Estados de Norteamérica, en especial en Nueva York cuando tanta gente ayudó y sigue ayudando y realizando eventos en apoyo a los que aún necesitan de lo indispensable y necesario para continuar su vida; y esto sin tener en cuenta partido, religión, raza, color, etc. Lo mínimo que se hace en estos casos es elevar hacia Dios una sincera y profunda oración por los que sufrieron algún daño o pérdida. Así sucede en varias partes de nuestro mundo, lo cual nos indica que, en el fondo del corazón humano, Dios está presente y va motivando para un cambio positivo en la persona, y hacia el progreso cuando se va por el camino del bien.

De nuevo nos podemos cuestionar haciéndonos la siguiente pregunta: ¿Dónde están los 5 secretos para ser feliz?

Creo que cada uno de nosotros con su creatividad y guiado por el Espíritu Santo ya habrá descubierto algunos, de todos modos me permito dar unas ideas:

1.- En este tiempo de Adviento que nos acerca a recibir a nuestro Señor Jesucristo, Maestro y Salvador, nos vamos preparando para recibirlo en Navidad, fiesta que ya toca a nuestras puertas. Soñamos estrenar una cosa u otra, recibir y dar regalos quizás ostentosos, pero hay el riesgo de colocarnos en una postura egoísta y centrada en nosotros mismos y en nuestros círculos. Aquí es un llamado, un secreto para ser feliz, ampliar nuestra mirada y ver la realidad que nos rodea con el corazón de Dios.

2.- Dios no nos quiere tristes, Él ama la alegría y la comparte, pero nos pide abrir nuestro corazón a nuestros semejantes, de modo especial hacia aquellos que sufren a causa de enfermedades, soledad, carencias, etc. El segundo secreto es compartir lo que somos y tenemos empezando con los más cercanos de nuestra familia. Ser portadores de vida con quienes convivimos.

3.- El compartir con los demás requiere desprendimiento, dar sin distinción. Es probable que Dios nos pida privarnos de algo útil para hacer felices a nuestros semejantes.

Este es otro secreto.

4.- Pero dejarnos iluminar por el Espíritu de Dios, nos pide humildad y reconocer que somos pequeños. San Pedro nos dice: “Revístanse todos de humildad en su trato mutuo porque Dios rechaza a los soberbios y da su gracia a los humildes” (1Pe 5, 5). San Pablo nos recuerda que todo lo valioso que tenemos lo llevamos en vasijas de barro. Por ello escribía nuestro Fundador, Beato Santiago Alberione, que para lanzarnos hacia lo alto necesitamos dos alas: la humildad, para saber dar y recibir; y una grande confianza en Dios, porque nosotros somos únicamente instrumentos en sus manos y es Él quien nos guía. Este cuarto secreto sin duda complementa a los demás.

5.-Un quinto secreto es tener presente en nuestra vida a la Virgen María, ella es nuestra Madre y nos forma para ser como su Hijo Jesús. Ella, que pasó por tantas vicisitudes dolorosas de incomprensión y soledad, sin embargo su vida fue una entrega plena a la voluntad de Dios y también de donación a los demás; su presencia llevaba felicidad por donde pasaba y llegaba, recordemos como supo hacer felices aquellos novios en Cana de Galilea e intervino para que su Hijo realizara su primer milagro. Mucho se podría hablar de nuestra Señora del Adviento y de la esperanza.

Les comparto la siguiente oración para que oremos unidos en este tiempo de espera gozosa.

2. Salmo desde el sí de María María, Madre del sí, tu ejemplo me admira.

Me admira porque arriesgaste tu vida; me admira porque no miraste a tus intereses sino a los del resto del mundo; me admira y me das ejemplo de entrega a Dios.

Yo quisiera, Madre, tomar tu ejemplo, y entregarme a la voluntad de Dios como tú.

Yo quisiera, Madre, seguir tus pasos, y a través de ellos acercarme a tu Hijo.

Yo quisiera, Madre, tener tu generosidad y entrega para no decir nunca «no» a Dios.

Yo quisiera, Madre tener tu amor para ser siempre fiel a tu Hijo.

Madre del sí, pide a tu Hijo por mí, para que me dé tu valentía.

Pide a tu Hijo por mí, para que me conceda un corazón enamorado de él.

Pide a tu Hijo por mí, para que me dé la gracia necesaria para entregarme y no fallarle nunca.

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