5 Motivos para orar… en el mes de Enero

Cincomotivos para

orar

Enero en el mes de

Por María Belén Sanchez B, fsp

Queridos amigos lectores.

Damos inicio en este mes con este nuevo artículo sobre los motivos para orar durante cada mes que iremos recorriendo en el año. Así como hemos tenido un año y medio para celebrar durante cada mes varios motivos, tanto civiles, religiosos y personales, también tenemos motivos diarios para dar gracias y orar al Dios de la vida.

Es así que iniciamos con el mes de enero cinco propuestas para orar, sin que por ello quiera limitar las ocasiones y motivos de dirigirse a Dios por tantas bondades y bendiciones que nos prodiga cada día.

Espero que estas propuestas sean sólo el inicio de un sin número de motivos para orar cada día en nuestra vida.

Por los regalos que recibimos de Dios “Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo».

Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra”.

Mt 2,1-2. 9-11

Desde entonces. Dar regalos es una costumbre que surge espontanea causando alegría y da satisfacción, tanto de quien da como a quien lo recibe. En nombre de Jesús damos y recibimos sin esperar recompensa, porque la vida es un GRAN REGALO, que se nos ha dado para compartirlo con las personas que vamos conociendo en la vida, así como otras también nos enriquecen con la suya.

P or eso, Señor, yo que voy por la vida repartiendo a otros lo que quiero regalarles,

quisiera darte a Ti, lo mejor de mi vida y ofrendarte lo que hay en mi corazón.

Pero a veces, Señor, me invade el egoísmo y pido en vez de dar, por eso yo te pido me enseñes a imitar la actitud desinteresada de los magos que supieron llegar hasta Ti y darte lo mejor.

Por el nombre que recibimos en el bautismo y que nos identifica como hijos de Dios “Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella. A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre dijo: «No, debe llamarse Juan». Ellos le decían: «No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre». Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran.

Este pidió una pizarra y escribió: «Su nombre es Juan». Todos quedaron admirados”.

Lc 1, 57-63

En un día de cumpleaños es muy bueno leer todo el capítulo en el cual se nos narra el nacimiento de Juan el Bautista, y cómo su padre Zacarías, al recuperar el habla después de estar mudo por nueve meses, entonó un himno en el que decía a su hijo Juan: Y a ti te llamarán “Profeta del Altísimo”, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos…”, manifestando así la misión que su hijo tenía. Así también a todos nosotros se nos ha dado una misión al nacer, la cual se reafirma cuando recibimos el Bautismo y se recuerda cada año en el día de nuestro cumpleaños. Esto es motivo para agradecer a Dios con una oración.

T e doy gracias, Señor por el gran don de la vida.

Tú me lo has dado para que participe en la aventura de la Creación.

Cada año que pasa descubro cosas nuevas y maravillosas que me hacen alabar y bendecir tu nombre.

Y reconocer que me has dado una misión en este mundo y un lugar en tu Reino.

Señor y Dios mío, yo te doy gracias.

Por ser mi roca y refugio en quien encuentro Fundamento y salvación “Quien escucha mis palabras y las pone en práctica es como el hombre sabio y prudente que construye su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca.

Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena.

Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande”.

Mt 7, 24-27

El Señor Jesús nos dice que una casa construida sobre roca es algo muy importante porque de ello depende su solidez y permanencia; pero la vida construida sobre la base del amor de Dios, es mucho más importante y fundamental para nuestra existencia, porque la casa construida de madera, cemento o ladrillo, si se derrumba por un terremoto o se la lleva el río, se puede reconstruir, pero la vida de una persona que se pierde para la eternidad a causa del odio y del desamor, ¿cómo poderla recobrar?

Tú,como Señor, te presentas ante mí la Roca firme

donde se estrellan todas las tormentas que la vida me va presentando intentando derribarme una y otra vez.

Pero Tú permaneces fiel a la promesa de dar un futuro de paz y amor, a todos aquellos que confiaron en Ti en esta vida.

Tú nos esperas con los brazos abiertos para dar cumplimiento a tus promesas que superan todo cuanto hemos buscando por la vida.

Por el don de la fe que me das para lograr mis ideales.

“Al regresar a la ciudad, Jesús sintió hambre, se acercó a una higuera, pero sólo tenía hojas. Entonces le dijo: «Nunca volverás a dar fruto».

Y la higuera se secó de inmediato. Cuando vieron esto, los discípulos dijeron llenos de asombro: «¿Cómo se ha secado la higuera tan repentinamente?».

Jesús les respondió: «Les aseguro que si tienen fe y no dudan, no sólo harán lo que yo acabo de hacer con la higuera, sino que podrán decir a esta montaña: «Retírate de ahí y arrójate al mar», y así lo hará. Todo lo que pidan en la oración con fe, lo alcanzarán»”.

Mt 21,18-22

En el mundo y la vida no puede haber nada ni nadie ocioso porque Dios quiere que le sea asignado a cada uno su lugar, su oficio y una misión que cumplir; pero sobre todo, Dios quiere encontrar amor en cada corazón, porque eso es lo prioritario para satisfacer nuestra hambre insaciable de felicidad que sólo Él puede llenar. A cada uno de los que hemos venido a habitar esta tierra se nos pide que desde aquí nos preparamos para vivir definitivamente la vida futura y eterna, participando de su amor y de su gloria.

No quiero ser, Señor, la higuera estéril en la que busques fruto y no lo encuentres.

No quiero ser follaje espeso que sólo encubre el vacío que invade el ser...

Dame, Señor, la fuerza necesaria, déjame cultivar mi corazón para que cuando vengas a buscarme, si encuentras en mí un fruto jugoso, que yo tenga al menos una sencilla flor para ofrendarte...

Por haberme creado para transparentar tu luz por la fe, la esperanza y el amor que me das.

Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por la gente.

Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña.

Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de las personas la luz que hay en ustedes, a fin de que ellas vean sus buenas obras y glorifique a su Padre que está en los cielos.

Mt. 5,13-16

En muchas ocasiones las palabras de nuestro Señor Jesucristo son fuertes y desconcertantes, pero es indudable que Él no quiere las cosas a medias, sino que quiere a la persona completa, de pie y que viva intensamente su mensaje.

La fe cristiana no es para vivirla únicamente en privado, sino para hacerla pública.

No se puede decir que se tiene fe en Dios y luego no dar testimonio con la vida que se lleva y con actitudes coherentes a los mandamientos de Dios.

S eñor Jesús, Tú nos dijiste que teníamos que ser como Tú mismo:

Sal de la tierra y luz del mundo.

La sal, desaparece disuelta en la comida; la antorcha, se consume al paso que ilumina; y la vida, al donarse se destruye.

Mas, ¡qué importa, Señor!

Si al dar yo mismo lo que soy y poseo, llevo a otros tu amor.

Si así me integro en tu misterio santo de amor universal y me acerco a la única y total fraternidad.

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