Día 01
María, Madre de Dios (Siglo 1) Al iniciar el año, la Iglesia católica ha dedicado la primera celebración a la Virgen María bajo la advocación de Madre de Dios. Esto se debe a que la Virgen María fue la mujer elegida para ser la Madre del Hijo Unigénito de Dios, Cristo, a quien pondrá el nombre de Jesús. Ella aceptó con humildad y disponibilidad al decir su “SI” al Ángel Gabriel, a quien Dios había enviado como su mensajero de esta buena noticia no sólo para María, la joven de Nazareth, sino para toda la humanidad. Festejamos también que tenemos una Madre en el cielo que nos auxilia y nos ama. El titulo de “Madre de Dios” es el principal y más importante de la Virgen María: de él dependen todos los demás títulos, privilegios y cualidades que ella tiene. En el año 431, Nestorio, un hereje, decía que María no era Madre de Dios, entonces se reunieron los 200 Obispos de todo el mundo en la ciudad de Éfeso. Después de analizar, discutir, dialogar y discernir el por qué María debe ser reconocida como la Madre de Dios, iluminados por el Espíritu Santo llegaron a la conclusión de que efectivamente merecía ser llamada con esa advocación y entonces promulgaron la siguiente declaración: “La Virgen María es Madre de Dios porque su Hijo Cristo, es Dios’’. Posteriormente, junto con todo el pueblo, realizaron una gran procesión y cantaban: “Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora, de nuestra muerte amén”. Fue así que en esa ocasión tuvo lugar el Primer Concilio de la Iglesia y también se originó la segunda parte de la oración del Ave María, aunque no será sino hasta el siglo XIV que se configurará el Ave María como la conocemos y la rezamos en la actualidad. Es muy importante que también nosotros iniciemos el año poniéndonos bajo la protección de la Santísima Virgen María, porque al saber que también es nuestra Madre, nos da gran confianza y gratitud; fue Jesús quien nos la entregó como Madre en la Cruz, cuando dijo a su discípulo amado: “He ahí a tu Madre”, y es por eso que podemos acudir a ella, porque sabemos que Dios no podrá negarnos algún favor si se lo pedimos en nombre de su Madre Santísima. En las Catacumbas más antiguas, donde se reunían los primeros cristianos de Roma para celebrar la Eucaristía, ya en tiempos de la persecución a los cristianos existían pinturas con el nombre de: “María Madre De Dios”. El Papa Juan Pablo II, nos recordaba continuamente la grandeza de la Virgen María y nos recuerda que hay que ponernos bajo su protección, ya que ella nos ayuda a vencer la tentación, a conservarnos en estado de gracia y en mistad con Dios para llegar al cielo. Podemos abrir el corazón a nuestra Madre, Reina y Maestra, que nos enseña cómo ser hijos de Dios e intercede ante su Hijo por nosotros.