San Francisco de Asís
Buenagente
El
Id por el mundo repartiendo
Amor
Nº 66, Mayo 2015
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Elabora: Familia Franciscana - Edita: O.F.S. Andalucía - Colabora: Dibujos religiosos para niños Fano Publicación sin ánimo de lucro
Las palabras de Francisco
para leer con tus padres o catequistas
ADM0NICIÓN 24: “ DEL VERDADER0 AM0R” Bienaventurado el siervo que ama tanto a su hermano cuando está enfermo, que no puede recompensarle, como cuando está sano, que puede recompensarle.
¿Qué es el amor fraterno? Es el amor por el que nos sentimos hermanos y por el que es posible el Reino de Dios en la tierra. Un amor que no entiende de favoritismos ni beneficios propios. Es un amor pleno que se unifica en las relaciones con los demás, tanto que se extiende a los hermanos que no son de sangre, pero que se aman como si lo fueran. Francisco habla de ese amor en su admonición 24, “El amor verdadero”:“Dichoso el siervo que ama tanto a su hermano cuando está enfermo y no puede corresponderle como cuando está sano y puede hacerlo.”
También Jesús nos dijo: “os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros” (Jn 13, 34). El Señor en su vida terrenal dio muchos ejemplos que nos guían en el camino del amor. Francisco, que siguió el camino que Jesús nos propone, y que amó a todos y cada uno de los que le rodeaban, nos dice que a veces amamos y usamos el amor para sacar algún beneficio, y esto sería abusar del regalo más grande que Dios nos hizo. “No penséis que al hacer un gesto de amor, éste se nos tenga que agradecer o se nos vaya a recompensar por hacerlo”. El amor fraterno va mucho más allá de ese amor “interesado”, es decir, que el dar amor no tiene ninguna intención de recibir nada a cambio, su único objetivo es amar a los demás; y sin buscarlo, nos encontramos a Dios que nos dice “¡Te quiero!” pero… ¿cómo lo hace? Día a día a través de los hermanos. Jesús estaba convencido de que ese amor es el que nos hace realmente felices, el que nos devuelve la sonrisa y el que llena el corazón de alegría y paz. A menudo no vemos el por qué de amar, sin embargo Francisco nos propone hoy que nos coloquemos unas gafas por las que veamos el amor de Dios y le ayudemos a repartirlo a todo el mundo, y más especialmente a las personas que más lo necesitan.
Maria Clemente Grupo de San Francisco
¡Yo estaré con vosotros para Siempre! Andaban tristes los amigos de Jesús, que después de todo lo que les había enseñado, de todo lo que les había querido y mimado, había muerto una tarde de viernes. Era domingo y habían decidido quedarse en casa, juntos, como solemos hacer las personas cuando estamos tristes y tenemos un poco de miedo. No sabían qué hacer, estaban cansados y echaban de menos a ese amigo al que tanto habían querido. Y en ese preciso momento, aparece Jesús y les dice: ¡Paz a vosotros! ¡No tengáis miedo! ¡Alegraos, y amad a todos los que os rodean! Y eso es lo que hicieron los amigos de Jesús, se les olvidó que estaban tristes y tenían miedo, y salieron de casa, con la mejor sonrisa que tenían bien puesta en la cara, a querer a todo el mundo al que se encontraban, fuera del país que fuese, fuese más guapo o más feo, más alto o más bajo, un poco más gordito o más delgado o tuviera más o menos cosas. Y eso es lo que significa que Jesús ha resucitado. Significa saber que el mejor amigo que podemos tener en este mundo no ha muerto sino que está vivo dentro de todos y cada uno de nosotros. Y si Jesús está vivo, ¿por qué tener miedo? Ya podemos hacer como hicieron sus primeros amigos y salir de casa con nuestra mejor sonrisa, al cole o de paseo, y dedicársela a todos los que nos crucemos. Es el momento de acercarnos a ese compañero del cole que se encuentra más solo porque es un poco diferente. Porque si Jesús está vivo y te acompaña, seguro que eres capaz de contagiarle tu sonrisa y, juntos, alegrarle la mañana al resto de compañeros. Es el momento de estar atento a lo que necesitan papá y mamá en casa y de no hacernos los remolones a la hora de hacer los deberes. Es el momento de regalar abrazos, gratis, a ese otro “compi” que no nos cae tan bien como los demás. Es el momento de ¡AMAR! (sí, con mayúsculas) porque Jesús se dedicó toda su vida a amar y ahora está vivo y ya no morirá nunca. Así que ya sabes, mañana cuando salgas para el cole no olvides echar entre los libros toda la alegría que puedas reunir y sal dispuesto a repartirla allá por donde pases. Pero no lo hagas solo, júntate con tus amigos que seguro que así serás aún más feliz. Y sobre todo, no olvides lo que nos dijo Jesús: “¡Yo estaré con vosotros para siempre!”
Cristóbal Rodríguez Grupo de San Francisco
María guardaba las cosas en el Corazón María, la madre de Jesús, debía tener mucha pena. Su niñito, Jesús, ese que construía barquitos y casitas de madera, primero se convirtió en un hombre que andaba sobre el agua sin necesitad de barcas y que reconstruía templos en tres días. Y luego los jefes políticos, militares y religiosos lo habían perseguido, encarcelado y maltratado hasta que lo mataron. Lo declararon culpable: Culpable de no obedecer normas que esclavizaban a las personas; culpable de denunciar corrupciones y abusos. Culpable de no callarse ante los poderosos porque no puede ser que sean tantos los que lloren, los que tienen sed, los que pasan hambre, los que no encuentran la paz, lo que son perseguidos…. Si, María, la madre de Jesús tenía mucha pena. Pero Jesús le dijo a su amigo Juan que la cuidara: “Jesús, viendo a su madre y al discípulo que amaba, dijo a su Madre: mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dijo al discípulo: ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa (Jn 19, 26-27)”.
Desde entonces María tuvo muchos hijos: Juan, Pedro, Santiago, los demás discípulos y discípulas de Jesús. Hasta hoy. Nosotros también somos los hijos de María: “Ahí tienes a tu Madre.”
Rocío Contreras Grupo de San Francisco Fraternidad de Granada
Y juntos hemos vivido la Pascua, el paso de Jesús de la muerte a la Vida. Y juntos hemos experimentado su Amor (no hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que os mando). El amor del que está vivo y se aparece a sus amigos –también a nosotros- y los envía a contar a los demás todo lo que han aprendido de Él; a sanar, a alimentar y a consolar. Y también nos ha dicho que estará siempre con nosotros, hasta el fin del mundo. María guardaba todas las cosas de Jesús en su corazón. El corazón no entiende de leyes ni de razones. Sólo entiende de amor. Y ahí encontraremos también nosotros a Jesús Resucitado: En esa fuerza del Amor que no nos deja estar quietos y nos hace ponernos en camino para anunciar la ALEGRÍA DE SER SEGUIDORES DE JESÚS, EL HIJO DE MARÍA y hacer lo que Él nos dijo.
Queridos amigos del Buenagente, Recibid un gran saludo de Paz y Bien envuelto en las esperanza de la Resurrección del Señor. María es nuestra Madre. Una Madre con mayúsculas que nos da ejemplo cada día. El valor de María surge de la perseverancia, de darle valor a las pequeñas cosas. De posicionarse de manera clara en los caminos del Señor y no ceder cuando el viento sopla de contrario. Si nuestra ruta se vuelve gris y miramos a un lado, allí la encontramos. Velando, acompañándonos en cada tramo. María representa la santidad del día a día; la santidad de las decisiones firmes. Fidelidad y constancia. Pidamos para nosotros ese ejemplo de vida en esta Feliz Pascua de Resurrección.
Pedro o.f.s.
Grupo de San Francisco Fraternidad de Málaga