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L’OSSERVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL
EN LENGUA ESPAÑOLA
Unicuique suum Año XLVII, número 19 (2.414)
Non praevalebunt
Ciudad del Vaticano
8 de mayo de 2015
El Papa en una parroquia
Presentación del Jubileo de la misericordia
Cristianos no sólo de palabra
Una moción del Espíritu
La vida cristiana significa «permanecer en Jesús» pero «si nos separamos de ahí, no permanecemos en el Señor, somos cristianos de palabra nada más, pero no de vida; somos cristianos, pero muertos, porque no damos fruto, como los sarmientos separados de la vid». Al hablar a la comunidad parroquial de Santa María «Regina Pacis» en Ostia Lido, que visitó el domingo 3 de mayo, por la tarde, el Papa invitó a todos a dar un concreto y eficaz testimonio cristiano que huya de la hipocresía. El Papa Francisco mantuvo diversos encuentros con los miembros de la comunidad guiada por los padres palotinos y después celebró la misa junto con el cardenal vicario Agostino Vallini y el clero local. El encuentro del Pontífice con los fieles de «Regina Pacis» fue precedido por un
En el Regina caeli
El árbol y los frutos
Rae Kempe, «La vid» (2013) PÁGINA 9
gesto no previsto en el programa: la visita al vecino luna park, donde vive la comunidad formada por tres Hermanitas de Jesús —la fraternidad inspirada en la espiritualidad de Carlos de Foucauld— y que desde hace años desempeña su misión evangelizadora entre juegos y espectáculos de circo. PÁGINAS 8
Y
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El logo y el lema ofrecen juntos una feliz síntesis del Año jubilar. En el lema «Misericordiosos como el Padre» (tomado del Evangelio de san Lucas 6, 36) se propone vivir la misericordia siguiendo el ejemplo del Padre que pide no juzgar ni condenar, sino perdonar y dar amor y perdón sin medida (cf. Lc 6, 37-38). El logo —obra del jesuita padre Marko I. Rupnik— se presenta como una pequeña suma teológica del tema de la misericordia. Muestra, de hecho, al Hijo que carga sobre sus hombros al hombre descarriado, recuperando una imagen muy querida en la antigua Iglesia, porque indica el amor de Cristo que realiza el misterio de su encarnación con la redención. La obra está hecha de tal ma-
Agradecimiento por el servicio de la Guardia suiza
Imagen de la Santa Sede «Imagen de la Santa Sede». Así el Papa Francisco definió a la Guardia Suiza pontificia, agradeciendo la «amabilidad» y la «competencia» con la cual el Cuerpo desempeña su servicio. Durante la audiencia del lunes 4 de mayo, por la mañana, en la sala Clementina, con ocasión del juramento de los nuevos reclutas —que tuvo lugar el miércoles 6— el Pontífice les invitó a «asumir las preocupaciones de Cristo» para ser sus compañeros. Así, explicó, «vosotros aprendéis día tras día a “sentir” con Cristo y con la Iglesia». Para ello les recomendó la oración personal y no descuidar «el servicio a los más pobres, a los enfermos y a los que tienen necesidad de una buena palabra». Asimismo el día 6, en la misa presidida por el secretario de Estado, Pietro Parolin, con ocasión de la conmemoración de los soldados caídos en el saqueo de Roma de 1527, el purpurado recordó que la tarea de un alabardero no es una profesión sino una misión. PÁGINA 5
nera que pone de relieve al Buen Pastor al tocar en profundidad la carne del hombre, y lo hace con tal amor que cambia su vida. Un detalle, además, no puede pasar desapercibido: el Buen Pastor con extrema misericordia carga sobre sí a la humanidad, pero sus ojos se confunden con los del hombre. Cristo ve con el ojo de Adán y este con el ojo de Cristo. Cada hombre descubre de esta manera en Cristo, nuevo Adán, la propia humanidad y el futuro que le espera, contemplando en Su mirada el amor del Padre. La escena se sitúa dentro de la mandorla, una imagen también muy querida por la iconografía antigua y medieval que recuerda la co-presencia de las dos naturalezas, divina y humana, en Cristo. Los tres óvalos concéntricos, de color progresivamente más claros hacia el exterior, sugieren el movimiento de Cristo que lleva al hombre fuera de la noche del pecado y de la muerte. Por otra parte, la profundidad del color más oscuro sugiere también lo inescrutable del amor del Padre que todo perdona. PÁGINA 3
Videomensaje a la Expo de Milán
Pan y dignidad «Que no falte el pan y la dignidad del trabajo a ningún hombre y mujer». Es la esperanza expresada por el Papa —a través de una videoconferencia en vivo el viernes 1 de mayo, poco después de las 12.30— con ocasión de la apertura de la Exposición universal de Milán, dedicada al tema «Nutrir el planeta. Energía para la vida». PÁGINA 2
Visita del cardenal Sandri a Irak
Cercanía a una humanidad desfigurada PÁGINA 2
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viernes 8 de mayo de 2015, número 19
El Papa denuncia la paradoja de la abundancia e invoca un renovado compromiso contra el hambre
Pan y dignidad «Que no falte el pan y la dignidad del trabajo a ningún hombre y mujer». Es la esperanza que el Papa Francisco expresó con ocasión de la apertura de la Exposición universal de Milán, dedicada al tema «Nutrir el planeta. Energía para la vida». Poco después de las 12.30 del viernes 1 de mayo, el Pontífice, a través de una videoconferencia en vivo, pronunció el siguiente discurso. Queridos hermanos ¡buenos días!
y
hermanas,
Me complace la posibilidad de unir mi voz a las de quienes se han reunido para esta inauguración. Es la voz del obispo de Roma, que habla en nombre del pueblo de Dios peregrino en todo el mundo; es la voz de tantos pobres que forman parte de este pueblo y con dignidad buscan ganarse el pan con el sudor de la frente. Quisiera hacerme portavoz de todos estos hermanos y hermanas nuestros, cristianos y también no cristianos, que Dios ama como hijos y por quienes dio la vida y partió el pan que es la carne de su Hijo hecho hombre. Él nos enseñó a pedir a Dios Padre: «Danos hoy nuestro pan de cada día». La Expo es una ocasión propicia para globalizar la solidaridad. Busquemos no desperdiciarla sino valorarla plenamente. En especial, nos reúne el tema: «Nutrir el planeta, energía para la vida». También de esto tenemos que dar gracias al Señor: por la elección de un tema tan importante, tan esencial... con tal que no quede sólo un «tema», siempre que sea acompañado por la consciencia de los «rostros»: los rostros de millones de personas que hoy tienen hambre, que hoy no comerán de un modo digno de un ser humano. Quisiera que ca-
da persona —a partir de hoy—, cada persona que pasará a visitar la Expo de Milán, al atravesar esos maravillosos pabellones, pueda percibir la presencia de esos rostros. Una presencia oculta, pero que en realidad debe ser la verdadera protagonista del evento: los rostros de los hombres y mujeres que tienen hambre, y que se enferman, e incluso mueren por una alimentación demasiado carente o nociva. La «paradoja de la abundancia» —expresión que usó san Juan Pablo II al hablar precisamente a la FAO (Discurso a la I Conferencia sobre la Nutrición, 1992)— persiste aún, a pesar de los esfuerzos realizados y algunos buenos resultados. También la Expo, en ciertos aspectos, forma parte de esta «paradoja de la abundancia», si obedece a la cultura del desperdicio, del descarte, y no contribuye a un modelo de desarrollo justo y sostenible. Por lo tanto, hagamos de tal modo que esta Expo sea ocasión de cambio de mentalidad, para dejar de pensar que nuestras acciones cotidianas —en cualquier grado de responsabilidad— no tienen un impacto en la vida de quien, cercano o lejano, sufre hambre. Pienso en muchos hombres y mujeres que padecen hambre, y especialmente en la multitud de niños
que mueren de hambre en el mundo. Y están otros rostros que tendrán un papel importante en la Exposición universal: los de tantos agentes e investigadores del sector alimentario. Que el Señor conceda a cada uno de ell0s sabiduría y valentía, porque es grande su responsabilidad. Mi deseo es que esta experiencia permita a los empresarios, a los comerciantes, a los estudiosos, sentirse implicados en un gran proyecto de solidaridad: nutrir el planeta respetando a todo hombre y mujer que lo habita y respetando el ambiente natural. Este es un gran desafío al que Dios llama a la humanidad del siglo veintiuno: dejar finalmente de abusar del jardín que Dios nos confió, para que todos puedan comer de los frutos de este jardín. Asumir este gran proyecto da plena dignidad al
trabajo de quien produce y quien investiga en el campo alimentario. Pero todo parte de ahí: de la percepción de los rostros. Y también no quiero olvidar los rostros de todos los trabajadores que se empeñaron por la Expo de Milán, especialmente de los más anónimos, los más escondidos, que también gracias a la Expo, han ganado el pan que llevan a casa. ¡Que a nadie se le prive de esta dignidad! Y que ningún pan sea fruto de un trabajo indigno del hombre. Que el Señor nos ayude a acoger con responsabilidad esta gran ocasión. Él, que es Amor, nos dé la auténtica «energía para la vida»: el amor para compartir el pan, «nuestro pan de cada día», en paz y fraternidad. Y que no falte el pan y la dignidad del trabajo a ningún hombre y mujer. Gracias.
Visita del cardenal Sandri a Irak
Cercanía a una humanidad desfigurada El cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias orientales, visitó Irak del 1 al 5 de mayo. El purpurado llevó la bendición del Papa Francisco, y el reconocimiento y aliento a las autoridades por lo que, en el difícil contexto actual del país, están haciendo en favor de los cristianos, las demás minorías y quienes sufren a causa de la violencia. La primera etapa de la visita fue Bagdad, donde el cardenal celebró la divina liturgia en la catedral caldea de San José y recordó «con dolor a los numerosos hermanos y hermanas cristianos de todas las confesiones, así como a todo hombre y mujer, que en los últimos meses en Irak fueron sometidos a violencias inauditas, muchos hasta la muerte». Además se reunió con los refugiados que encuentran acogida en algunas instituciones eclesiásticas y mantuvo un encuentro en la nunciatura con la comisión intereclesial para la redacción de los textos para la enseñanza de la religión cristiana en las escuelas. También en Bagdad, el sábado 2, el purpurado se trasladó a la
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Casa «Bayt Anya», institución caritativa fundada por la Iglesia siro católica. El domingo 3 de mayo visitó al presidente de la República federal de Irak, Fuad Masum, en el palacio presidencial. Durante el encuentro volvió a confirmar toda la colaboración posible ofrecida por la Iglesia católica en Irak para la reconstruc-
GIOVANNI MARIA VIAN director
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ción del país. Otra etapa del viaje, el lunes 4, tuvo lugar en Duhoq, que el purpurado visitó junto con la delegación de la Reunión de las obras de ayuda a las Iglesias orientales (ROACO) que lo acompañaba. Visitó luego Arbil, donde mantuvo un encuentro con los patriarcas Younan y Sako, con los obispos, sacerdotes y fieles caldeos y siro católicos. También a ellos transmitió el saludo y bendición del Papa Francisco. La finalidad de la visita a Arbil, como lo dijo el cardenal, fue el deseo «de estar en medio de vosotros que aún hoy lleváis en el corazón y en la vida los signos de la violencia, de la persecución y de la dispersión que obligó a muchos a abandonar casas en la llanura del Nínive, Mosul, Qaraqosh y en otros poblados, para encontrar aquí un refugio seguro». En el seminario San Pedro de Arbil, el martes 5 de mayo, el cardenal Sandri abrió los trabajos de la reunión de los obispos de Irak con las agencias de la Reunión de las obras de ayuda a las Iglesias orientales (ROACO).
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número 19, viernes 8 de mayo de 2015
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Presentación del Jubileo extraordinario de la misericordia
Una moción del Espíritu Un calendario rico de celebraciones marcará el Año santo de la misericordia convocado por el Papa Francisco del 8 de diciembre de 2015 al 20 de noviembre de 2016. La presentación estuvo a cargo del arzobispo Rino Fisichella, presidente del Consejo pontificio para la promoción de la nueva evangelización —a quien se encomendó la organización del jubileo— durante la conferencia de prensa que tuvo lugar el martes 5 de mayo, por la mañana, en la Oficina de prensa de la Santa Sede, con la presencia de monseñor Graham Bell, subsecretario del dicasterio. La idea del jubileo surgió como una auténtica «moción del Espíritu», explicó el prelado al revelar que el 28 de agosto del año pasado, du-
titutos religiosos). Los jóvenes que después de la Confirmación están llamados a profesar la fe tendrán un encuentro el 24 de abril. Otra cita, el 29 de mayo, será para los diáconos, que por vocación y ministerio están llamados a presidir la caridad en la vida de la comunidad cristiana. En el 160° aniversario de la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús el 3 de junio, en cambio, se celebrará el jubileo de los sacerdotes. El 12 de junio la cita será para los enfermos, las personas discapacitadas y quienes los atienden. La JMJ de Cracovia, del 26 al 31 de julio, será la cita para el jubileo de los jóvenes. El mundo del voluntariado caritativo se reunirá, en cambio, el 4 de septiembre. «Es el signo concreto —dijo el prelado— de quien vive las obras de misericordia en La idea del jubileo surgió como una sus diversas expresiones y merece una celebración auténtica «moción del Espíritu». especial». El 25 de sepPor ello se puede hablar tiembre se celebrará el jubileo de los catequistas, de «una moción del Espíritu, que «con su compromiso no sólo un deseo, sino una moción de transmitir la fe sostienen la vida de las comususcitada en el Papa por la acción nidades cristianas, en esdel Espíritu Santo» pecial de nuestras parroquias». También el mundo de la espiritualidad rante una audiencia privada, el Papa mariana tendrá su jornada, el 9 de Francisco le había confiado: «¡Cuán- octubre, para celebrar a la Madre de to me gustaría un jubileo de la mise- la misericordia. El 6 de noviembre tendrá lugar el ricordia!». Por ello se puede hablar de «una moción del Espíritu, no só- jubileo de los detenidos, el primero lo un deseo, sino una moción susci- dedicado a ellos en la historia de los tada en el Papa por la acción del Es- jubileos. «Este no se celebrará sólo en las cárceles —explicó el arzobispíritu Santo». En cuanto al calendario, la prime- po—, sino que estamos estudiando la ra cita está prevista del 19 al 21 de posibilidad de que algunos reclusos enero. Se dedicará a todos los que puedan celebrar su Año santo con el trabajan en el ámbito de la organiza- Papa Francisco en San Pedro». Estas iniciativas se refieren sólo a ción de las peregrinaciones. En esa ocasión se pedirá a los participantes la primera parte del calendario de que realicen un tramo a pie, para las celebraciones, que se debe leer prepararse a atravesar la puerta santa en una triple perspectiva. Por una con espíritu de fe y devoción. «Es parte, están las citas organizadas que un signo —explicó monseñor Fisi- esperan una gran afluencia de persochella— que queremos ofrecer para nas. Una segunda perspectiva la cahacer comprender que el Año santo racterizarán algunos signos que el es una verdadera peregrinación y se Papa Francisco «realizará de modo simbólico llegando a algunas «peridebe vivir como tal». Una cita especial será la del 22 de ferias» existenciales para dar persofebrero, reservada a la Curia romana. nalmente testimonio de la cercanía y Seguirá el 3 de abril una celebración la atención a los pobres, los que supara todo el variado mundo que vi- fren, los marginados y quienes neceve la espiritualidad de la misericor- sitan un signo de ternura». Estos dia (movimientos, asociaciones, ins- momentos, explicó el prelado, «ten-
Un grupo de personas sin techo visitan los Museos vaticanos (26 de marzo de 2015)
Ghislaine Howard «El hijo pródigo»
drán un valor simbólico, pero pediremos a los obispos y sacerdotes que realicen en sus diócesis el mismo signo en comunión con el Papa para que a todos llegue un gesto concreto de la misericordia y la cercanía de la Iglesia». Como testimonio de la caridad del Papa y «como memoria de este jubileo», se realizará un gesto significativo «saliendo al encuentro de una realidad necesitada en el mundo, para expresar la misericordia en una ayuda concreta y eficaz». Una tercera perspectiva, por último,
zando por la referencia a la misericordia, que rompe los esquemas tradicionales. En efecto, la historia de los jubileos se caracteriza por los intervalos de los 50 y los 25 años. «Los dos jubileos extraordinarios —dijo— respetaron la fecha del aniversario de la redención realizada por Cristo (1933-1983)». Este es en cambio un jubileo temático. «Parte —añadió— del contenido central de la fe y quiere volver a llamar a la Iglesia a su misión prioritaria de ser signo y testimonio de la misericordia». El arzobispo habló también de la referencia del Papa Francisco al judaísmo y al islam para «volver a encontrar precisamente en el tema de la misericordia la vía del diálogo y de la superación de las dificultades que son de dominio público». Otro rasgo de originalidad lo ofrecerán los misioneros de la misericordia, a quienes el Papa Francisco confiará el mandato el miércoles de Ceniza con la celebración en la basílica de San Pedro. Estos misioneros «tienen que ser sacerdotes pacientes, capaces de comprender los límites de los hombres, pero dispuestos a expresar el aflato del buen Pastor, en su predicación y en la confesión». Monseñor Fisichella presentó luego el logo del Año santo, que «representa una “summa teologica” de la misericordia y del lema que lo acompaña», tomado del Evangelio de san Lucas (6, 36): misericordiosos como el Padre. El logo es obra del jesuita Marko Ivan Rupnik. Se trata de una imagen muy apreciada por la Iglesia antigua. La obra está realizada de modo tal que «pone de relieve que el buen Pastor toca en profundidad la carne del hombre y lo hace con tal amor que cambia la vida». Un particular, sin embargo, se debe considerar. «El buen Pastor —dijo— con extrema misericordia carga sobre sí a la humanidad, pero sus ojos se confunden con los del hombre. Cristo mira con el ojo de Adán y estos con el ojo de Cristo». La escena se sitúa en el seno de la «mandorla», figura querida por la iconografía antigua y medieval, que «recuerda la co-presencia de las dos naturalezas, divina y humana, en Cristo». Los tres óvalos concéntricos, de color progresivamente más claro hacia el exterior, sugieren el movimiento de Cristo que lleva al hombre fuera de la noche del pecado y de la muerte. Se recordó también el sitio internet oficial del jubileo, que ya está activo (www.iubilaeummisericordiae.va o bien www.im.va). El sitio web está disponible en siete idiomas: italiano, inglés, español, portugués, francés, alemán y polaco.
www.iubilaeummisericordiae.va www.im.va se dedicará a los numerosos peregrinos que llegarán a Roma de forma particular y sin una organización programada. Para ellos se indicarán algunas iglesias del centro histórico donde podrán encontrar acogida, vivir momentos de oración y preparación. Todos los peregrinos que llegarán a Roma tendrán un itinerario privilegiado para atravesar la puerta santa. «Esto —explicó— es necesario para permitir que el acontecimiento se viva de modo religioso, con seguridad y protegidos del intrusismo que cada día parece atacar a los millones de personas que llegan a los sitios sagrados de la cristiandad». Por primera vez en la historia de los jubileos, destacó monseñor Fisichella, se da la posibilidad de abrir la puerta santa —«puerta de la misericordia»— también en las diócesis, en especial en la catedral o en una iglesia importante o en un santuario apreciado por los peregrinos. El prelado indicó luego algunas características que hacen de este jubileo un acontecimiento único. Comen-
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En la conclusión de un encuentro sobre Junípero Serra el Pontífice recuerda su testimonio
Viento impetuoso «Que un viento impetuoso de santidad recorra el próximo Jubileo extraordinario de la misericordia en todas las Américas»: De esta manera el Papa Francisco, al recordar el testimonio misionero de fray Junípero Serra, concluyó la homilía de la misa celebrada el sábado 2 de mayo, en el Pontificio Colegio Norteamericano, con ocasión de la jornada de reflexión dedicada a la figura del «apóstol de California» y promovida por el Colegio junto con la Comisión pontificia para América Latina. «Yo te he puesto como luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el confín de la tierra» (Hch 13, 47; cf. Is 49, 6). Estas palabras del Señor, en el pasaje de los Hechos de los Apóstoles que acabamos de leer, nos presentan la misionariedad de la Iglesia que es enviada por Jesús a salir para anunciar el Evangelio. Así sucedió, desde el primer momento, con los discípulos cuando, desencadenada la persecución, salieron de Jerusalén (cf. Hch 8, 1-3). Esto es válido también para la multitud de misioneros que llevaron el Evangelio al Nuevo Mundo y al mismo tiempo defendieron a los indígenas contra los abusos de los colonizadores. Entre ellos estaba también fray Junípero; su obra de evangelización nos trae a la memoria los primeros «12 apóstoles franciscanos» que fueron los pioneros de la fe cristiana en México. Él fue protagonista de una nueva primavera evangelizadora en esas extensas tierras que, desde hacía doscientos años, habían sido alcanzadas por los misioneros provenientes de España, desde Florida hasta California. Mucho tiempo antes que llegasen los peregrinos del Mayflower al litoral atlántico norte. La vida y el ejemplo de fray Junípero ponen de relieve tres aspectos: su impulso misionero, su devoción mariana y su testimonio de santidad. En primer lugar, fue un incansable misionero. ¿Qué fue lo que llevó a fray Junípero a abandonar su patria, su tierra, su familia, la cátedra universitaria y su comunidad franciscana en Mallorca, para ir hacia los extremos confines de la tierra? Sin duda, la pasión por anunciar el Evangelio ad gentes, o sea el ímpetu del corazón que quiere compartir con los más lejanos el don del encuentro con Cristo: el don que él mismo en un primer momento había recibido primero y experimentado en su plenitud de verdad y belleza. Como Pablo y Bernabé, como los discípulos en Antioquía y en toda Judea, él fue colmado de alegría y de Espíritu Santo al difundir la Palabra del Señor. Este celo nos provoca, ¡es un gran desafío para nosotros! Estos discípulos misioneros, que encontraron a Jesús, Hijo de Dios, que a través de Él conocieron al Padre misericordioso y, movidos por la gracia del Espíritu Santo, se proyectaron hacia todas las periferias geográficas, sociales y existenciales, para dar testimonio de la caridad, ¡nos desafían! A veces nos detenemos a examinar escrupulosamente sus virtudes y, sobre todo, sus límites y sus miserias. Sin embargo, me pregunto si hoy somos capaces de responder con la misma generosidad y la misma valentía a la llamada de Dios, que nos invita a dejarlo todo para adorarlo, para seguirlo, para encontrarlo en el rostro de los pobres, para anunciarlo a los que no han conocido a Cristo,
y por ello, no se han sentido abrazados por su misericordia. El testimonio de fray Junípero nos llama a dejarnos implicar, en primera persona, en la misión continental, que encuentra sus propias raíces en la «Evangelii gaudium». En segundo lugar, fray Junípero encomendó su compromiso misionero a la Santísima Virgen María. Sabemos que antes de partir hacia California quiso ir a consagrar su vida a Nuestra Señora de Guadalupe, y a pedirle, para la misión que estaba por iniciar, la gracia de abrir el corazón de los colonizadores y de los indígenas. En esta invocación podemos ver todavía a este humilde fraile arrodillado ante la «Madre del mismísimo Dios», la «Morenita», que llevó a su Hijo al Nuevo Mundo. La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe estaba presente —o al menos lo estuvo— en las veintiuna misiones que fray Junípero fundó a lo largo de la costa de California. Desde entonces, Nuestra Señora de Guadalupe se convirtió, de hecho, en la Patrona de
todo el continente americano. No es posible separarla del corazón del pueblo americano. En efecto, Ella constituye la raíz común de este continente. ¡La raíz común de este continente! Es más, la actual misión continental se confía a Ella que es la primera y santa discípula misionera, presencia y compañía, fuente de consolación y esperanza. A ella que está siempre a la escucha para cuidar a sus hijos americanos. En tercer lugar, hermanos y hermanas, contemplamos el testimonio de santidad de fray Junípero —uno de los padres fundadores de los Estados Unidos, santo de la catolicidad y especial protector de los hispanos del país—, para que todo el pueblo americano descubra la propia dignidad, consolidando cada vez más la propia pertenencia a Cristo y a su Iglesia. Que en la comunión universal de los santos y, en especial, en la corona de los santos americanos, nos acompañe fray Junípero Serra e interceda por nosotros, junto a tantos otros santos y santas que se han distinguido con diversos carismas: —Contemplativas como Rosa de Lima, Mariana de Quito y Teresita de los Andes; —Pastores que emanaban el perfume de Cristo y el olor de las ovejas, como Toribio de Mogrovejo, Francisco de Laval, Rafael Guizar Valencia; —Humildes obreros de la Viña del Señor, como Juan Diego y Catalina Tekakwhita; —Servidores de los que sufren y de los marginados, como Pedro Cla-
Significativa premisa Al término de la celebración el Pontífice dirigió un saludo a los presentes. Deseo agradecer de corazón vuestra invitación y la acogida recibida en este Pontificio Colegio Norteamericano. Saludo con gran afecto al rector, a todos los que residen, los sacerdotes norteamericanos que trabajan en la Curia romana, que estudian en Roma o transcurren su año sabático en este lugar. Agradezco mucho a los cardenales y a los obispos que han concelebrado conmigo y, de modo especial, deseo mi más sincero agradecimiento por la presencia de su Excelencia monseñor Joseph Edward Kurtz, presidente de la Conferencia episcopal de los Estados Unidos de América, y de su Excelencia monseñor José Horacio Gómez, arzobispo de los Ángeles. Este encuentro, en la sede de vuestro y entorno a la mesa eucarística, es una bella y significativa premisa de mi viaje apostólico a los Estados Unidos de América.
ver, Martín de Porres, Damián de Molokai, Alberto Hurtado y Rosa Filipina Duchesne; —Fundadoras de comunidades consagradas al servicio de Dios y de los más pobres, como Francisca Cabrini, Isabel Ana Seton y Catalina D rexel; —Misioneros incansables como fray Francisco Solano, José de Anchieta, Alonso de Barzana, María Antonia de Paz y Figueroa, José Gabriel del Rosario Brochero; —Mártires como Roque González, Miguel Pro y Oscar Arnulfo Romero; y muchos otros santos y mártires que no menciono ahora, pero que rezan ante el Señor por sus hermanos y hermanas que son aún peregrinos en esas tierras. Ha habido mucha santidad en América, mucha santidad sembrada. Que un viento impetuoso de santidad recorra el próximo Jubileo extraordinario de la misericordia en todas las Américas. Confiando en la promesa hecha por Jesús, que hemos escuchado hoy en el Evangelio, pidamos a Dios esta particular efusión del Espíritu Santo. Pidamos a Jesús Resucitado, Señor de la historia, que la vida de nuestro continente americano se arraigue cada vez más en el Evangelio que ha recibido; que Cristo esté cada vez más presente en la vida de las personas, de las familias, de los pueblos y las naciones, para la mayor gloria de Dios. Y que esta gloria se manifieste en la cultura de la vida, la fraternidad, la solidaridad, la paz y la justicia, con amor preferencial y diligente hacia los más pobres, a través del testimonio de los cristianos de las diversas comunidades y confesiones, de los creyentes de otras tradiciones religiosas y de los hombres de recta conciencia y de buena voluntad. ¡Oh Señor Jesús, nosotros somos solamente tus discípulos-misioneros, tus humildes cooperadores para que venga tu Reino! Llevando esta invocación en el corazón, pido la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe, y también la de fray Junípero y los demás santos y santas americanos, para que me conduzcan y me guíen en mis próximos viajes apostólicos a América del Sur y América del Norte. Por eso os pido a todos vosotros que continuéis rezando por mí. Amén.
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Agradecimiento del Papa por el servicio de la Guardia suiza
Imagen de la Santa Sede «Imagen de la Santa Sede». De esta manera el Papa Francisco definió a la Guardia Suiza pontificia, agradeciendo la «amabilidad» y la «competencia» con la cual el Cuerpo desempeña su servicio. Durante la audiencia del lunes 4 de mayo, por la mañana, en la sala Clementina, con ocasión del juramento de los nuevos reclutas, el Pontífice pronunció el siguiente discurso. Querido comandante, reverendo capellán, queridos Guardias, queridos padres y parientes: Con ocasión de vuestro juramento me complace encontraros, a vosotros Guardias y a vuestros familiares, para acrecentar una amistad que es significativa, porque desempeñáis vuestro servicio muy cerca de mí. Es una amistad particular, porque se basa en el amor de Cristo: ese
amor «más grande» que Él vivió y que dio a sus discípulos: «Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos» (Jn 15, 13). En la historia de la Iglesia, muchos hombres y mujeres hicieron suya la llamada de este gran amor. Los Guardias Suizos que combatieron durante el saqueo de Roma y que dieron su vida por la defensa del Papa siguieron esta llamada. Y responder con decisión a esta llamada significa seguir a Cristo. En los Ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola, que de joven fue un soldado, habla de la «llamada del Rey», o sea Cristo, que quiere edificar su reino y elige a sus colaboradores. El Señor quiere construir su reino con la colaboración de los hombres. Necesita personas decididas y valientes. Así, según san Ignacio, Cristo rey pide a quien quiere ir con Él que se contente con la misma comida, la misma bebida y los mismos hábitos suyos. Le pide que esté dispuesto a trabajar durante el día y a estar despierto de noche, porque así participará en la victoria (cf. ES, 91 ss). Al mismo tiempo, Ignacio compara el mundo con dos campos milita-
res, uno con el estandarte de Cristo y el otro con el estandarte de Satanás. Sólo existen estos dos campos. Para el cristiano la opción es clara: él sigue el estandarte de Cristo (cf. ibíd., 136 ss).
Juramento de nuevos alabarderos
Misión y no profesión La tarea de la Guardia Suiza pontificia no es un oficio, sino una misión; no es un trabajo sino una vocación. En especial en nuestro tiempo, caracterizado «por inquietud y carencia de orientación», donde «la fidelidad parece haberse convertido en secundaria o particularmente ardua de conseguir». Lo destacó el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, durante la misa que celebró, en el altar de la Cátedra de la basílica de San Pedro, el miércoles 6 de mayo, por la mañana. Fecha en que se conmemora la heroica muerte de 147 soldados helvéticos caídos en defensa del Papa Julio II en el Saqueo de Roma del año 1527. En la homilía el purpurado puso de relieve que esta fiesta importante para el Cuerpo es «el momento más significativo y emocionante en la vida de cada guardia, que en esta conmemoración jura servir con todas las fuer-
zas al Sucesor de Pedro». La celebración con la que inició el día —añadió el cardenal— quiere ser un acto de acción de gracias y de entrega al Señor, «conscientes de que es Dios quien suscita en nosotros el querer y el obrar». Porque «en Él toda obra buena tiene su inicio y su realización». Por la tarde, el comandante de la Guardia Suiza pontificia, Christoph Graf, al dirigirse a los treinta y dos nuevos reclutas que prometieron
con fuerza servir y dar la propia vida por el Papa, destacó que el juramento exige una gran convicción. La ceremonia tuvo lugar en el patio de San Dámaso del palacio apostólico, en el Vaticano, en presencia del arzobispo Angelo Becciu, sustituto de la Secretaría de Estado. En el cuerpo de la Guardia Suiza, destacó Graf, «no necesitamos soldados que quieran venir entre nosotros sólo por gusto, por la finalidad de las armas»; al contrario, «necesitamos guardias que tengan los pies en la tierra y se comporten, durante el servicio y su tiempo libre, como verdaderos cristianos». En efecto, el servicio del guardia se debe percibir como el de «un soldado de paz y de fe». Ser guardia, en efecto, no significa «solamente proteger la vida del Pontífice. Es también defender a la Iglesia y su enseñanza, lo que hoy representa un gran desafío».
Cristo es el verdadero Rey. Él mismo va adelante, y sus amigos lo siguen. Un soldado de Cristo participa en la vida de su Señor. Esta es también la llamada que os corresponde a vosotros: asumir las preocupaciones de Cristo, ser su compañero. Así, vosotros aprendéis día tras día a «sentir» con Cristo y con la Iglesia. Un Guardia Suizo es una persona que busca verdaderamente seguir al Señor Jesús y ama de modo especial a la Iglesia, es un cristiano con una fe genuina. Todo esto, queridos jóvenes, también vosotros, como todo cristiano, podéis vivirlo gracias a los sacramentos de la Iglesia: con la participación asidua en la Misa y la Confesión frecuente. Podéis vivirlo leyendo diariamente el Evangelio. Lo que digo a todos, os lo digo también a vosotros: tened siempre al alcance de la mano un pequeño Evangelio, para leerlo apenas tengáis un momento tranquilo. Os ayuda también vuestra oración personal, especialmente el rosario, durante las «guardias de honor». Y os ayuda el servicio a los más pobres, a los enfermos, a los que tienen necesidad de una buena palabra... Y, así, cuando encontráis a la gente, los peregrinos, transmitís con vuestra amabilidad y competencia ese «amor más grande» que viene de la amistad con Cristo. En efecto, vosotros Guardias Suizos sois «imagen» de la Santa Sede. Os agradezco y os aliento por esto. Sé que vuestro servicio es comprometedor. Cuando hay tareas suplementarias, podemos contar siempre con la Guardia Suiza. Lo sé. Os doy las gracias con afecto y expreso mi gran aprecio por todo lo que hacéis por la Iglesia y por mí como Sucesor de Pedro. Sobre todo agradezco vuestras oraciones. ¡No os olvidéis! También yo rezo por vosotros y por vuestros seres queridos, y os confío a la intercesión de vuestros patronos san Martín, san Sebastián y san Nicolás de Flüe. De corazón os bendigo a todos.
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«Desde los desiertos de Namibia hasta las altas cumbres de Lesoto el gran árbol de la fe ha crecido» gracias a los sacrificios de muchos misioneros, sostenidos también por generaciones de colaboradores indígenas. El Papa Francisco eligió una imagen particularmente querida para la cultura africana para dirigirse a los obispos de los dos países recibidos en audiencia el viernes 24 de abril por la mañana, con ocasión de la visita «ad limina Apostolorum». A continuación, publicamos la traducción del discurso en inglés que les entregó el Pontífice y en el que dirige un pensamiento particular a los enfermos de sida y a las familias fragmentadas. Queridos hermanos obispos: Os saludo a vosotros, pastores de Lesoto y Namibia, en la gracia y la paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo, durante vuestra visita para rezar en el umbral de los santos apóstoles Pedro y Pablo. Con esta visita expresáis vuestro deseo de profundizar los vínculos de comunión con el Sucesor de Pedro y con la Sede de Roma. Agradezco al arzobispo Lerotholi y al arzobispo Nashenda las cordiales palabras que me han dirigido en vuestro nombre y en el de todos los que están encomendados a vuestro cuidado. Habéis venido a Roma desde las ciudades, pueblos y aldeas de Lesoto y Namibia, tierras conocidas por su floreciente fe cristiana. El Espíritu Santo ha plantado las semillas de la fe a través del trabajo y los sacrificios de tantos misioneros, sostenidos también por generaciones de colaboradores indígenas en las viñas del Señor. Vuestras tierras han presentado a menudo grandes desafíos, tanto ambientales como sociales, pero vuestros antepasados cristianos perseveraron, de modo que verdes brotes pudieron crecer «en medio de hierbas, como sauces a la orilla de los ríos» (Is 44, 4). Desde los desiertos de Namibia hasta las altas cumbres de Lesoto el gran árbol de la fe creció, ofreciendo la protección y el
A los obispos de Namibia y Lesoto en visita «ad limina»
El gran árbol de la fe amparo de Dios a muchas almas, como alimentado por las aguas de la gracia. Vuestros países son justamente conocidos por sus iglesias y capillas, parroquias, estaciones misioneras y estaciones apartadas, que atraen a muchos hacia una vida comunitaria centrada en la oración y el trabajo. También son famosas vuestras numerosas escuelas de todos los grados, vuestras clínicas y los hospitales, construidos con amor y fidelidad con material proveniente del suelo de Namibia y de las montañas de Lesoto. Os animo a seguir sosteniendo y alimentando estas grandes bendiciones, incluso cuando los recursos son escasos, puesto que el Señor promete que no dejará de bendecirnos: «Derramaré agua sobre el suelo sediento, arroyos en el páramo. Derramaré mi espíritu sobre tu estirpe y mi bendición sobre tus vástagos» (Is 44, 3). Sé que vuestras comunidades deben afrontar numerosos desafíos cada día, y estoy seguro de que esto es un gran peso para vuestros corazones. Fortalecedlas en el amor para vencer el egoísmo en la vida privada y pública; sed generosos al llevarles la ternura de Cristo allí donde hay amenazas contra la vida humana,
Audiencia a la Iglesia luterana de Upsala
Escandalosa división Los cristianos de otras Iglesias y confesiones no son «adversarios» o «contrincantes» sino «hermanos y hermanas en la fe». Lo recordó el Papa Francisco el lunes 4 de mayo, por la mañana, al recibir en audiencia a la señora Antje Jackelén, arzobispo de Upsala, acompañada por una delegación de la Iglesia evangélica luterana de Suecia. Estimada señora Jackelén, estimada hermana, queridos amigos: Os saludo cordialmente y agradezco todas las palabras amables que me habéis dirigido. Con gratitud hacia Dios, el año pasado celebramos el 50º aniversario del decreto sobre el ecumenismo del Vaticano II Unitatis redintegratio, que representa aún el punto de referencia fundamental para el compromiso ecuménico de la Iglesia católica.
Con este documento se evidenció que ya no se puede prescindir del ecumenismo. Este invita a todos los fieles católicos a emprender, reconociendo los signos de los tiempos, el camino de la unidad para superar la división entre cristianos, que no sólo se opone abiertamente a la voluntad de Cristo sino que es también escándalo para el mundo y daña la más santa de las causas: la predicación del Evangelio a toda criatura. Al hablar de la túnica inconsútil de Cristo (n. 13), el decreto expresa un profundo respeto y aprecio hacia los hermanos y hermanas separados a quienes en la coexistencia cotidiana se corre el riesgo de dirigir escasa consideración. En realidad, estos no tienen que ser perciSIGUE EN LA PÁGINA 10
desde el seno materno hasta la edad avanzada, y pienso de modo particular en los enfermos de VIH y de sida. En todo esto, para «formarlos en las virtudes cristianas y guiarlos hacia la santidad» (Africae munus, 109), los fieles encomendados a vuestro cuidado os mirarán a vosotros y a vuestros colaboradores sacerdotes. A través de la dedicación que les mostréis, vosotros, por vuestra parte, «no sólo los ganaréis para Cristo, sino que los haréis también protagonistas de una sociedad africana renovada» (ibídem). También pienso en las familias cristianas, fragmentadas a causa del trabajo lejano de casa, o por la separación o el divorcio. Os exhorto a seguir ofreciéndoles ayuda y guía. Preparad con nueva firmeza a las parejas para el matrimonio cristiano y sostened constantemente a las familias, ofreciendo con generosidad los sacramentos de la Iglesia, asegurando de modo particular que el sacramento de la misericordia sea largamente disponible. Os agradezco vuestros esfuerzos por promover una sana vida familiar ante las visiones distorsionadas que emergen en la sociedad contemporánea. Que todos nosotros ayudemos a formar familias que puedan ofrecer paz en el mundo; puesto que «la familia es ciertamente el lugar propicio para aprender y practicar la cultura del perdón, de la paz y la reconciliación» (ibídem, n. 43). De familias sanas nacerán numerosas vocaciones al sacerdocio, familias donde los hombres han aprendido «a amar en cuanto son amados gratuitamente, […] el respeto […], la justicia […], la función de la autoridad manifestada por los padres, el servicio afectuoso a los miembros más débiles» (ibídem, nn. 42-43). Los hijos de tales familias estarán más fácilmente abiertos a una vida de servicio incondicional a la familia de la Iglesia. En un tiempo de evidente disminución de las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa, es importante hablar abiertamente de la experiencia satisfactoria y gozosa de ofrecer la propia vida a Cristo. De hecho, cuando vuestras comunidades cristianas son edificadas con vuestro ejemplo constante de vivir «con verdad y alegría vuestros compromisos sacerdotales: el celibato en castidad y el desapego de los bienes materiales» (ibídem, n. 111), entonces las vo-
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caciones al sacerdocio y a la vida consagrada ciertamente abundarán. Proseguid también el exigente trabajo de guiar, con solicitud personal y paterna, toda vocación propiamente reconocida, así como a todos vuestros sacerdotes ya ordenados, para que, con el alimento de la formación permanente, estos colaboradores en los campos del Señor puedan ser alimentados y sostenidos durante toda su vida sacerdotal. Os pido que les transmitáis mi cercanía espiritual y mi apoyo en la oración. Gran atención espiritual en el desarrollo de los planes pastorales debe dedicarse a los más pobres en vuestras sociedades (cf. Evangelii gaudium, 33); he notado que, «cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio […] para los pobres» (ibídem, n. 2). Os pido que seáis particularmente solícitos con los más necesitados en vuestras Iglesias, encomendado todas vuestras iniciativas al cuidado de Dios, puesto que «Él tiene poder para colmaros de toda clase de dones, de modo que teniendo lo suficiente siempre y en todo, os sobre para toda clase de obras buenas» (2 Cor 9, 8). Viviendo de este modo, ayudaréis a todos los fieles a descubrir la riqueza más grande: el amor de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Doy gracias, junto con vosotros, a Dios omnipotente por el constante testimonio y el servicio de muchas comunidades de religiosos y religiosas que son fundamentales para el corazón orante de la Iglesia, junto con los numerosos grupos comprometidos y las asociaciones laicas en la Iglesia en Lesoto y Namibia. Puesto que, precisamente como nos hemos encomendado a ellas al edificar la Iglesia, tanto material como espiritualmente, así ahora su papel es cada vez más indispensable. En fin, os exhorto a perseverar como hombres de oración profunda y constante, a la manera del beato José Gerard, que escuchó las inspiraciones del Espíritu Santo en cada cuestión. La oración precede a toda evangelización auténtica y conduce a ella. Como sabéis por experiencia, cuando la Iglesia invita a todos los cristianos a asumir de nuevo constantemente la tarea de evangelizar el mundo, «no hace más que indicar a los cristianos el verdadero dinamismo de la realización personal» (Evangelii gaudium, 10); o sea: nos está mostrando el camino a la felicidad más profunda. Queridos hermanos: Que al volver a casa seáis como el árbol plantado junto a corrientes de agua, que dará fruto a su tiempo y cuyas hojas no caerán jamás; que seáis fecundos en todo lo que haréis (cf. Sal 1). Que vuestra visita aquí os impulse a llevar la misericordia salvífica de Cristo cada vez con mayor abundancia a todos de quienes os ocupáis. Encomendándoos a vosotros y a los fieles a quienes servís en Lesoto y Namibia a la intercesión amorosa de María, Madre de la Iglesia, que vuelve a encender nuestros corazones en el servicio a su Hijo, os imparto de corazón mi bendición apostólica como prenda de paz y alegría en el Señor resucitado. Gloria a Él por los siglos de los siglos.
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Al movimiento de Cursillos de cristiandad el Papa recomienda nunca cansarse de ir al encuentro de los lejanos
Siempre más allá Miles de miembros del movimiento de Cursillos de cristiandad fueron recibidos en audiencia por el Papa Francisco en el aula Pablo VI, el jueves 30 de abril por la tarde. El encuentro fue una ocasión para hacerle al Pontífice algunas preguntas sobre el Queridos hermanos ¡buenas tardes!
y
hermanas,
Ante todo, debo pedir perdón, porque este encuentro estaba previsto para mañana, y creo que habéis debido hacer muchos cambios e incluso con dificultad, en los transportes, en los medios de transporte… Os pido perdón de verdad. Hubo una confusión. Sabéis que el Papa es infalible cuando hace definiciones dogmáticas, algo que se hace, pero raramente… Pero también el Papa tiene sus defectos, y con sus defectos no tiene nada que ver la infalibilidad. Y este Papa es poco ordenado e incluso indisciplinado. Y de aquí surgió esta confusión. Por eso os pido perdón. Gracias. Conocía las preguntas, he escrito un discurso que las responde, pero a veces volveré a algunas preguntas, porque hay cosas que quiero destacar. Como ha dicho el presidente, habéis venido a Roma para vuestra Ultreya, nombre que retoma el antiguo saludo de los peregrinos de Santiago de Compostela, que se animaban recíprocamente a ir «más allá», «siempre más allá». Esta es para vosotros una verdadera reunión entre amigos, un encuentro fraterno de oración, de fiesta, de comunión de vuestra experiencia de vida cristiana. Doy las gracias a vuestros representantes, que me han manifestado los propósitos, las problemáticas y las perspectivas de vuestro Movimiento. Por mi parte, quiero ofreceros algunas sugerencias útiles para vuestro crecimiento espiritual y vuestra misión en la Iglesia y en el mundo. Estáis llamados —no habéis elegido antes, no, habéis sido elegidos, habéis sido llamados— a hacer fructificar el carisma que el Señor os ha confiado y que es el origen de Cursillos de cristiandad, en cuyo grupo de iniciadores sobresalen Eduardo Bonnín Aguiló y el entonces obispo de Mallorca, Juan Hervas y Benet —¡era valiente!—, que supo acompañar con solicitud paterna el crecimiento del Movimiento. En los años cuarenta del siglo pasado ellos, junto con otros jóvenes laicos, se dieron cuenta de la necesidad de llegar a sus coetáneos, vislumbrando el deseo de verdad y amor presente en su corazón. Estos pioneros de vuestro Movimiento fueron auténticos misioneros: no dudaron en tomar la iniciativa y se acercaron valientemente a las personas, involucrándolas con simpatía y acompañándolas con respeto y amor en el camino de fe. Esto es importante: la simpatía, la compañía… Quiero decir una cosa de vuestro Movimiento: no habéis hecho proselitismo. Y esta es una virtud. «La Iglesia no crece por proselitismo, sino por testimonio» —nos dijo el Papa Benedicto—. Y es así. No habéis hecho proselitismo. Es una gracia de Dios. Siguiendo su ejemplo, también vosotros queréis anunciar hoy la buena nueva del
carisma de Cursillos. La primera se refirió a la cuestión de mantener la armonía entre fidelidad al carisma original y necesidad de adaptarse a las novedades para responder al cambio de las situaciones. Otra se refirió al modo de vivir la
amor de Dios, acercándoos a los amigos, a los conocidos, a los compañeros de estudio y trabajo, para que también ellos puedan vivir una experiencia personal del amor infinito de Cristo que libera y transforma la vida. ¡Qué necesario es salir, ir más allá, sin cansarse jamás, para encontrar a los así llamados lejanos! Para ayudar a los demás a crecer en la fe, realizando un itinerario de acercamiento al Señor, es preciso experimentar personalmente la bondad y la ternura de Dios. Esta experiencia es el inicio del camino que realizáis. Cuando veis, os dais cuenta de que en vuestra vida Dios ha sido tan bueno, tan tierno, tan misericordioso, esto quiere salir, quiere llegar a los demás. El Señor quiere encontrarnos, el Señor quiere morar con nosotros, ser amigo y hermano, nuestro maestro que nos revela el camino por recorrer para llegar a la felicidad. No nos pide nada a cambio, sólo pide que lo acojamos, porque el amor de Dios es gratuidad, puro don. Esto es importante. Para dar testimonio es necesario reconocer que todo lo que tenemos es puro don, es regalo, es gratuito, es gracia. Y esto no se compra, esto no se vende. Es un camino de gratuidad, es un camino que no se puede explicar: «Pero, ¿por qué a mí, Señor? ¿Qué debo hacer?». «¡Dilo a los demás!». Comunicar lo que el Señor ha hecho conmigo, con tanta ternura, con tanta bondad, con tanta misericordia. Este es el testimonio. El testimonio amistoso del diálogo entre amigos. El encuentro con Cristo, y con la misericordia del Padre que Él nos ofrece, es posible ante todo en los sacramentos, en particular en la Eucaristía y la Reconciliación. En la santa misa celebramos el memorial de su sacrificio: aún hoy Él entrega realmente su Cuerpo por nosotros y derrama su Sangre para redimir a la humanidad. En la Penitencia, Jesús nos acoge con todos nuestros límites y pecados, para darnos un corazón nuevo capaz de amar como Él, que amó a los suyos hasta el extremo (cf. Jn 13, 1). Y cada vez que volvemos a pedirle perdón, Él nos perdona, porque sabe que somos débiles, que somos pecadores. Tenemos el título de pecadores. Todos. Y Él lo sabe. Y nos recibe siempre, con amor. Otro camino es la meditación de la Palabra de Dios, especialmente la lectio divina, leer la Palabra de Dios, leer la Biblia. Muchas veces he aconsejado, y también lo hago ahora: llevar siempre en el bolsillo o en la bolsa un Evangelio pequeño. En los viajes, cuando estoy esperando en el dentista, o por hacer algo, leer un pasaje del Evangelio y después pensar con calma en ello. Esta familiaridad con
amistad con Cristo y con los demás en las situaciones en las que se vive. Una última cuestión se centró en la salida misionera característica de Cursillos: ¿cómo realizarla en medio de las dificultades interiores y exteriores que se interponen?
la Palabra de Dios, esto nos acerca al Señor. Y así podemos escuchar al Señor que nos indica el camino por recorrer y nos anima ante las incertidumbres y dificultades que presenta la vida. En fin, encontramos el amor de Cristo en la Iglesia, que testimonia con las diversas actividades la caridad de Dios. El amor de Jesús en las obras de misericordia. Os haré una pregunta: ¿Todos vosotros sois capaces de decir de memoria las siete obras de misericordia corporales y las siete obras de misericordia espirituales? Seamos valientes… ¡Levante la mano quien no es capaz! [tantos levantan la mano]. Pero mirad… Trabajo para vosotros, obispos. Trabajo para vosotros. Es importante leer cuáles son las obras de misericordia corporales. Algunas —es seguro— las recordaréis, pero son siete… Y las espirituales: son siete. Tarea que hay que hacer en casa: buscar y estudiar las obras de misericor-
dia. ¿Para qué? Para ponerlas en práctica. En la comunidad eclesial todo tiene como fin hacer palpar a las personas la infinita misericordia divina. Algunos piensan: «No, Dios está lejos. Iré al infierno… He hecho tantas cosas». Pero si tú has hecho tantas cosas, tantas cosas feas, Él estará muy contento y hará fiesta si te acercas a pedir perdón. Y este es el trabajo de persuación que tenéis que hacer con los amigos, en Cursillos. Por que es verdad, ¡Dios hace fiesta! Dios hace fiesta. Y alguien siente incluso celos de esto: pensad en el hijo más grande del padre misericordioso (cf. Lc 15, 11-32), que hizo fiesta porque el otro que había despilfarrado todo el dinero, que lo había gastado en una «buena vida», vuelve sin nada… Y hace fiesta. Es una cosa extraña de nuestro Dios. Hacer fiesta cuando viene un gran pecador. ¡Esto es bueno!
El método de evangelización de Cursillos nació precisamente de este ardiente deseo de amistad con Dios, de la cual brota la amistad con los hermanos. Desde el comienzo se comprendió que solamente dentro de relaciones de amistad auténtica era posible preparar y acompañar a las personas en su camino, un camino que parte de la conversión, pasa a través del descubrimiento de la belleza de una vida vivida en la gracia de Dios, y llega hasta la alegría de convertirse en apóstoles en la vida cotidiana. Y así, desde entonces, miles de personas en todo el mundo han sido ayudadas a crecer en la vida de fe. En el contexto actual de anonimato e aislamiento típico de nuestras ciudades, qué importante es la dimensión acogedora, familiar, a medida del hombre, que ofrecéis en los encuentros de grupo. Se hace amistad. Habrá problemas, acá o allá… Habrá, siempre hay problemas. Pero es necesario hacer crecer la amistad. «Pero, padre, cuando hacemos crecer la amistad, también crecen algunos pleitos, celos, envidias…». ¿Qué dijo el Señor? Cuando el diablo siembra la cizaña, dejadla crecer. Vosotros haced crecer el grano bueno, la amistad. Y la cizaña, en el momento de la cosecha, será quemada y el grano dará su fruto. Os pido que mantengáis siempre el clima de amistad y fraternidad en el que rezáis y compartís cada semana las experiencias, los éxitos y los fracasos apostólicos. Me viene el recuerdo de una señora, nacida en una familia atea, y también ella era atea; no agnóstica, atea. Pero era una buena mujer, una profesional, una mujer que hacía su trabajo, casada, con hijos, pero sin religión. Una de sus hijas encontró a Jesucristo, mejor, fue encontrada por Jesucristo. Se convirtió y vivía una vida cristiana. Y su mamá respetó esto: «Es tu elección, hija. ¡Ve adelante! Yo no creo, pero tú sigue adelante». Pasaron los años, la hija era católica convencida, podemos decir incluso católica militante —no me gusta la palabra, pero digámosla para entender bien—. Después, la mamá, anciana, de más de 80 años, se enferma y está cerca de la muerte, pero está lúcida. El día antes de la muerte, mientras la hija estaba junto a ella, la cuidaba, le hizo esta pregunta: «Pero dime —jamás le había hecho esta pregunta, porque la había respetado—, ¿qué sientes cuando rezas?». Y la hija, respetando a la mamá, le dijo que hablaba con Dios, con el Señor… Así comenzó una conversación sobre este tema, ligera, tranquila. Después entraba en otro tema, y volvía a este… Al final, la mamá dijo: «Pero, ¿eres feliz con lo que has encontrado en la religión?»; «Sí, porque yo, mamá, creo en Jesús, creo que Jesús me ama»; «¡Qué ganas tengo yo de sentir lo mismo!». Y la hija se animó y le dijo: «Dime, mamá, ¿tienes ganas de esto?»; «¡Sí! SIGUE EN LA PÁGINA 10
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El Papa Francisco en la parroquia de Santa María Regina Pacis en Ostia Lido
En el Regina caeli el Pontífice recuerda que sin unión con Jesús la vida cristiana es estéril
Cristianos no sólo de palabras
El árbol y los frutos
El domingo 3 de mayo el Papa Francisco visitó la comunidad parroquial de Santa María Regina Pacis en Ostia Lido. En la homilía profundizó en el Evangelio del quinto domingo de Pascua, destacando que la vida cristiana significa «permanecer en Jesús» y recordando que «si nos separamos de ahí, no permanecemos en el Señor, somos cristianos de palabra nada más, pero no de vida; somos cristianos, pero muertos, porque no damos fruto, como los sarmientos separados de la vid». Una palabra que Jesús repite a menudo, sobre todo durante la última Cena, es: «Permaneced en mí». No separaos de mí, permaneced en mí. Y la vida cristiana es precisamente esto: permanecer en Jesús. Esta es la vida cristiana: permanecer en Jesús. Y Jesús, para explicarnos bien qué es lo que quiere decir con esto, usa esta hermosa imagen de la vid: «Yo soy la vid verdadera, vosotros los sarmientos» (cf. Jn 15, 1.5). Y todo sarmiento que no está unido a la
vid, muere, no da fruto; y luego es arrojado para hacer fuego. Sólo sirven para esto, para hacer fuego —son muy, muy útiles— pero no para dar fruto. En cambio, los sarmientos que están unidos a la vid, reciben de la vid la savia vital y así se desarrollan, crecen y dan los frutos. Sencilla, sencilla la imagen. Permanecer en Jesús significa estar unido a Él para recibir de Él la vida, de Él el amor, de Él el Espíritu Santo. Es verdad, todos somos pecadores, pero si
Un sagrario en el luna park Un sagrario en una caravana de un luna park. Es el «secreto», la fuente cotidiana de energía de dos religiosas que, en el parque de diversiones ubicado junto a la iglesia «Regina Pacis», entregan su vida anunciando el Evangelio entre los juegos mecánicos. Sobre ese pequeño sagrario de madera, el domingo 3 de mayo, por la tarde, apoyó su mano el Papa recogiéndose en oración. El Papa Francisco entró en la caravana con la misma sencillez que se respira en cada rincón de este oasis especial de espiritualidad recortado en un espacio del parque de diversiones por las Hermanitas de Carlos de Foucauld. Luego, tras saludar y bendecir a los trabajadores del parque de diversiones —una comunidad de veintiocho familias italianas— se acercó a la multitud que lo esperaba a lo largo de las calles y en la plaza ubicada delante de la iglesia parroquial. Después de la visita no programada al parque, a las 15.40 el Papa llegó al patio de la parroquia «Santa María Regina Pacis». Desde el gran gimnasio comenzaron los diversos encuentros con la realidad parroquial, donde lo esperaban los niños, ancianos y enfermos. Siguió el saludo a los niños del Oratorio y a los Scouts que lo esperaban en un patio. En uno de los
salones parroquiales estaban reunidas la familias de los niños bautizados durante el año; y en la sacristía lo esperaban los religiosos de la comunidad palotina. Antes de la misa, que concelebró con los sacerdotes de la Prefectura, el Papa confesó a cuatro fieles y al final, antes de regresar al Vaticano, saludó a la multitud que lo esperaba desde hacía horas en la plaza ubicada delante de la parroquia.
permanecemos en Jesús, como los sarmientos en la vid, el Señor viene, nos poda un poco, para que podamos dar más fruto. Él siempre nos cuida. Pero si nosotros nos separamos de ahí, no permanecemos en el Señor, somos cristianos de palabra nada más, pero no de vida; somos cristianos, pero muertos, porque no damos fruto, como los sarmientos separados de la vid. Permanecer en Jesús quiere decir tener la voluntad de recibir de Él la vida, también el perdón, incluso la podada, pero recibirla de Él. Permanecer en Jesús significa buscar a Jesús, orar, la oración. Permanecer en Jesús significa acercarse a los sacramentos: la Eucaristía, la Reconciliación. Permanecer en Jesús —y esto es lo más difícil— significa hacer lo que hizo Jesús, tener la misma actitud de Jesús. Pero cuando nosotros «despellejamos» a los demás [hablamos mal de los demás], por ejemplo, o cuando criticamos, no permanecemos en Jesús. Jesús jamás hizo esto. Cuando somos mentirosos, no permanecemos en Jesús. Él nunca lo hizo. Cuando engañamos a los demás con esos asuntos sucios que están al alcance de todos, somos sarmientos muertos, no permanecemos en Jesús. Permanecer en Jesús es hacer lo mismo que Él hacía: hacer el bien, ayudar a los demás, orar al Padre, curar a los enfermos, ayudar a los pobres, tener la alegría del Espíritu Santo. Una hermosa pregunta para nosotros cristianos es esta: ¿Yo, permanezco en Jesús o estoy lejos de Jesús? ¿Estoy unido a la vid que me da vida o soy un sarmiento muerto, que es incapaz de dar fruto, de dar testimonio? Y existen también otros sarmientos, de los que Jesús no habla aquí, pero habla de ello en otra parte: los que se hacen ver como discípulos de Jesús, pero hacen lo contrario de un discípulo de Jesús, y son los sarmientos hipócritas. Quizás van todos los domingos a misa, tal vez ponen la cara de santitos, todos piadosos, pero luego viven como si fueran paganos. Y a estos Jesús, en el Evangelio, los llama hipócritas. Jesús es bueno, nos invita a permanecer en Él. Él nos da la fuerza, y si caemos en pecado —todos somos pecadores— Él nos perdona, porque Él es misericordioso. Pero lo que Él quiere son estas dos cosas: que permanezcamos en Él y que no seamos hipócritas. Y con esto una vida cristiana sigue adelante. ¿Y qué nos da el Señor si permanecemos en Él? Lo hemos escuchado: «Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará» (Jn 15, 7). Una fuerza en la oración: «Pedid lo que deseáis», o sea, la oración potente, tanto que Jesús realiza lo que pedimos. Pero si nuestra oración es débil —si no se hace verdaderamente en Jesús— la oración no da sus frutos, porque el sarmiento no está unido a la vid. Pero si el sarmiento está unido a la vid, es decir, «si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará». Y esta es la oración omnipotente. ¿De dónde viene esta omnipotencia de la oración? del permanecer en Jesús; del estar unido a Jesús, como el sarmiento a la vid. Que el Señor nos dé esta gracia.
Y pide el compromiso de todos para defender y proteger a los niños Quien permanece unido a Jesús «hace mucho bien al prójimo y a la sociedad». Lo recordó el Papa Francisco en el Regina caeli del domingo 3 de mayo, en la plaza de San Pedro, destacando que de esto «se reconoce si uno es un verdadero cristiano, como por los frutos se reconoce al árbol». Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! El Evangelio de hoy nos presenta a Jesús durante la última Cena, en el momento en el que sabe que la muerte está ya cercana. Ha llegado su «hora». Por última vez Él está con sus discípulos, y entonces quiere imprimir bien en sus mentes una verdad fundamental: también cuando Él ya no estará físicamente en medio a ellos, podrán permanecer aún unidos a Él de un modo nuevo, y así dar mucho fruto. Todos podemos estar unidos a Jesús de un modo nuevo. Si por el contrario uno perdiese esta comunión con Él, esta comunión con Él se volvería estéril, es más, dañina para la comunidad. Y para expresar esta realidad, este nuevo modo de estar unidos a Él, Jesús usa la imagen de la vid y los sarmientos, y dice así: «Así como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos» (Jn 15, 4-5). Con esta figura nos enseña cómo quedarnos en Él, estar unidos a Él, aunque no esté físicamente presente. Jesús es la vid y a través de Él —como la savia en el árbol— pasa a los sarmientos el amor mismo de Dios, el Espíritu Santo. Es así: nosotros somos los sarmientos, y a través de esta parábola, Jesús quiere hacernos entender la importancia de permanecer unidos a Él. Los sarmientos no son autosuficientes, sino que dependen totalmente de la vid, en donde se encuentra la fuente de su vida. Así es para nosotros cristianos. Insertados con el Bautismo en Cristo, hemos recibido gratuitamente de Él el don de la vida nueva; y podemos permanecer en comunión vital con Cristo. Es necesario mantenerse fieles al Bautismo, y crecer en la amistad con el Señor mediante la oración, la oración de todos los días, la
Testimonio y alegría «Testimonio y alegría». A los niños y a los jóvenes de la parroquia «Regina Pacis» el Papa dejó como herencia dos palabras y los invitó a conservarlas en alto, a no olvidarlas, para que se conviertan en su programa de vida. Después de sumergirse en el entusiasmo de los jóvenes del Oratorio y de los numerosos scouts, el Papa respondió a las preguntas de dos de ellos. Además, una joven del Oratorio le regaló una camiseta con la inscripción «Francisco 1 de nosotros». Y él demostró serlo inmediatamente al decirles: «Hoy es un día un poco tentador, porque habéis venido aquí, pero podías haber ido a la playa, con este sol, y no habéis ido...». Se trató del punto de partida para hablar de temas más comprometedores, como las opciones a las que los jóvenes están llamados en la vida. A menudo, dijo el Pontífice, las elecciones que parecen más divertidas no conducen a la verdadera alegría. Luego, la primera palabra: «testimonio». Un testimonio que no requiere cristianos perfectos y presuntuosos, sino personas capaces de volver a levantarse tras los errores, conscientes de que el Señor está siempre con nosotros. Y después la alegría. Una alegría que no se compra, recordó el Papa, porque «es un regalo del Espíritu Santo y debemos pedirla». Y es un compromiso para todos, porque la Iglesia necesita personas con «una sonrisa natural, no una sonrisa de cartón», personas que sepan «dar luz, dar alegría, ser alegres». Y se despidió pidiendo a los pequeños que rezaran por él: «Pero rezad con alegría».
escucha y la docilidad a su Palabra —leer el Evangelio—, la participación en los Sacramentos, especialmente en la Eucaristía y Reconciliación. Si uno está íntimamente unido a Jesús, goza de los dones del Espíritu Santo, que —como nos dice san Pablo— son «amor, alegría, paz, magnanimidad, benevolencia, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí» (Gal 5, 22). Estos son los dones que recibimos si permanecemos unidos a Jesús; y como consecuencia, una persona que está así unida a Él hace mucho bien al prójimo y a la sociedad, es una persona cristiana. De estas actitudes, de hecho, se reconoce si uno es un auténtico cristiano, como por los frutos se reconoce al árbol. Los frutos de esta unión profunda con Icono ortodoxo del siglo XVI (Museo bizantino de Atenas) Jesús son maravillosos: toda nuestra persona es transformada por la gracia del Espíri- de que todos, de acuerdo a nuestra tu: alma, inteligencia, voluntad, afec- vocación particular, participamos de la tos, y también el cuerpo, porque so- única misión salvífica de Cristo. mos unidad de espíritu y cuerpo. Recibimos un nuevo modo de ser, la vida Al término de la oración mariana el de Cristo se convierte también en la Pontífice recordó la beatificación en Turín nuestra: podemos pensar como Él, ac- de Luigi Bordino y dirigió palabras de tuar como Él, ver el mundo y las cosas agradecimiento por el compromiso de la con los ojos de Jesús. Como conse- asociación Méter en defensa de los niños. cuencia, podemos amar a nuestros hermanos, comenzando por los más Queridos hermanos y hermanas: pobres y los que sufren, como hizo Él, Provenientes de Italia y de muchas y amarlos con su corazón y llevar así al mundo frutos de bondad, de cari- partes del mundo, ¡a todos y cada uno os dirijo un cordial saludo! dad y de paz. Ayer en Turín fue proclamado beato Cada uno de nosotros es un sarmiento de la única vid; y todos juntos Luigi Bordino, laico consagrado de la estamos llamados a llevar los frutos de congregación de los Hermanos de San esta pertenencia común a Cristo y a la José Benito Cottolengo. Él dedicó su Iglesia. Encomendémonos a la interce- vida a las personas enfermas y a los sión de la Virgen María, para que po- que sufren, y se entregó sin descanso a damos ser sarmientos vivos en la Igle- favor de los más pobres, medicando y sia y testimoniar de manera coherente lavando sus llagas. Demos gracias al nuestra fe —coherencia de vida y pen- Señor por este humilde y generoso samiento, de vida y fe—, conscientes discípulo. Un saludo especial dirijo hoy a la Asociación Méter, en la Jornada de los niños víctimas de la violencia. Os agradezco el empeño con el que buscáis prevenir estos crímenes. Todos debemos comprometernos para que toda persona, y especialmente los niños, sea siempre defendida y protegida. Saludo con efecto a todos los peregrinos hoy presentes, ¡de verdad sois muchos como para nombrar a cada grupo! Pero al menos espero que el coro San Bagio cante un poco. Saludo a los llegados de Ámsterdam, Zagreb, Litija (en Eslovenia), Madrid y Lugo, también en España. Acojo con alegría a los muchos italianos: parroquias, asociaciones y escuelas. Un recuerdo particular para los chicos y chicas que han recibido la Confirmación. A todos os deseo un feliz domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!
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Audiencia al movimiento de Cursillos de cristiandad VIENE DE LA PÁGINA 7
Pero es demasiado tarde…»; «Jamás, mamá. ¿Quieres que te bautice?»; y la mamá le dijo: «¡Sí!». La hija no podía llamar a un sacerdote, porque la mamá se habría asustado. La hija bautizó a la mamá, y al cabo de dos horas la mamá entró en coma y murió, a medianoche. Estos son los milagros de Dios por la cercanía, por el servicio. ¡No el proselitismo! La hija jamás hizo proselitismo. Yo la conocía bastante, hasta tal punto que vino a decirme lo que había hecho, y tenía miedo de haber hecho mal. «No, has hecho bien. Has hecho entrar a tu mamá en el paraíso». Pero se necesita paciencia. Se necesita paciencia. El proselitismo no es paciente. «Lee esto, haz esto, ven aquí, ve allá»; te llaman a la puerta… No, no. Amistad. Y allí, sembrar, en la amistad. Y este sembrar en la amistad es una verdadera penitencia. En estas reuniones de grupos pequeños es importante que haya momentos que favorezcan la apertura a una dimensión social y eclesial más grande, incluyendo también a quien ha entrado en contacto con vuestro carisma, pero no participa habitualmente en un grupo. Una dimensión social y eclesial más grande, que implique también a los que no tienen contacto con vuestro carisma, que no participan habitualmente en el grupo. En efecto, la Iglesia es una «madre de corazón abierto», que a veces nos invita a «detener el paso», a «renunciar a las urgencias para acompañar al que se quedó al costado del camino» (Exhortación apostólica Evangelii gaudium, 46). Es her-
moso ayudar a todos, incluso a quien le cuesta más vivir la propia fe; ayudar a permanecer siempre en contacto con esta madre Iglesia, siempre cercanos a esta gran familia acogedora que es la madre Iglesia, nuestra santa madre Iglesia. En los últimos años, en Argentina, había algunos problemas con Cursillos, pero problemas externos. Porque antes se trabajaba hasta cierto punto, después se disponía del sábado, el domingo, quizá el lunes, quizá… Podían hacerlo. Hoy se trabaja el sábado, también los domingos. Y no encontraban el tiempo para las reuniones fuertes, de oración, de tres días. Perdían el sueldo, perdían el premio laboral, y arriesgaban también el puesto de trabajo. Y trataban de actualizar el propio carisma según esta situación. ¿Cómo hacer en esta situación? Como hicieron los cristianos, pensad, en tiempo del nazismo, del comunismo: trataban de impartir la catequesis de otra manera, en otros momentos, la misa un poco a escondidas… No sé. Buscar modalidades que permitan ir adelante con vuestro carisma. Esto es muy importante. No dejar que los condicionamientos externos nos bloqueen. Os aliento a ir «siempre más allá», fieles a vuestro carisma. A mantener vivo el celo, el fuego del Espíritu que siempre impulsa a los discípulos de Cristo a llegar a los lejanos, sin hacer proselitismo, a «salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio» (ibídem, n. 20). Habéis oído esto, os lo he dicho muchas veces: en las grandes ciudades, ciudades cristianas, incluso en familias cristianas, hay niños que
no saben hacer la señal de la cruz. Y esta paganización de la sociedad nos interpela: haced algo para evangelizar. El Espíritu impulsa a salir de la propia comodidad. ¡Qué hermoso es anunciar a todos el amor de Dios que salva y da sentido a nuestra vida! Y ayudar a los hombres y mujeres de hoy a descubrir la belleza de la fe y de la vida de gracia que es posible vivir en la Iglesia, nuestra madre. Hay comunidades cristianas y católicas —¡las hay!— donde no se habla de la vida de gracia, no se habla de la belleza de tener a la Trinidad dentro de nosotros, la presencia del Dios vivo en nosotros. Y vuestra tarea es ir y llevar esta hermosa noticia: Dios habita en nosotros, Dios está en nosotros. Esta es la gracia. Ayudar a los hombres y mujeres de hoy a descubrir la belleza de la fe y de la vida de gracia. Y lo haréis, si sois dóciles, con actitud de humildad y confianza, bajo la guía de esta santa madre, la Iglesia, que siempre busca el bien de todos sus hijos; si estáis en sintonía con vuestros pastores y unidos a ellos en la misión de llevar a todos la alegría del Evangelio. Que la Virgen María, Madre de la divina Gracia, os asista en vuestro camino y en vuestro apostolado. Antes de impartir la bendición, quiero ver las preguntas, si hay algo que no he dicho… «¿Cómo fiarse del Espíritu Santo hasta el punto de atreverse a llevar el anuncio de la misericordia de Dios donde Él no es buscado?». Pero si no te fías del Espíritu Santo, ¡vuelve a tu casa! Y ve a buscar otra religión más agnóstica, más ideológi-
Escandalosa división VIENE DE LA PÁGINA 6
bidos como adversarios o contrincantes, sino reconocidos como lo que son: hermanos y hermanas en la fe. Católicos y luteranos tienen que buscar y promover la unidad en las diócesis, parroquias y comunidades en todo el mundo. En el camino hacia la plena y visible unidad en la fe, en la vida sacramental y en el misterio eclesial queda aún mucho trabajo por hacer; pero podemos estar seguros de que el Espíritu Paráclito será siempre luz y fuerza para el ecumenismo espiritual y el diálogo teológico. Con placer quisiera recordar también el reciente documento titulado «Del conflicto a la comunión. Conmemoración común luterano-católica de la reforma en 2017», publicado por la Comisión luterano-católica para la unidad. Deseamos de corazón que tal iniciativa aliente la realización, con la ayuda de Dios y nuestra colaboración con Él y entre nosotros, de ulteriores pasos en el camino de la unidad. La llamada a la unidad en el seguimiento de Nuestro Señor Jesucristo conlleva también una impelente exhortación al compromiso común en el plano caritativo, a favor de todos los que en el mundo sufren a causa de la miseria y la violencia, y tienen necesidad de
modo especial de nuestra misericordia; especialmente el testimonio de nuestros hermanos y hermanas perseguidos nos empuja a crecer en la comunión fraterna. De urgente actualidad es también la cuestión de la dignidad de la vida humana, que siempre se debe respetar, como también lo son los temas referentes a la familia, el matrimonio y la sexualidad que no pueden silenciarse o ignorarse por temor a poner en peligro el consenso ecuménico ya alcanzado. Sería un pecado si en estas importantes cuestiones se consolidaran nuevas diferencias confesionales. Queridos amigos, gracias nuevamente por vuestra visita. Con la esperanza de que se fortalezca la colaboración entre luteranos y católicos, rezo al Señor para que bendiga abundantemente a cada uno de vosotros y a vuestras comunidades. Querría además agradecer dos cosas. Ante todo, dar las gracias a la Iglesia luterana sueca por la acogida de muchos inmigrantes sudamericanos en los tiempos de las dictaduras. Hospitalidad fraterna que hizo crecer las familias. Y en segundo lugar, quiero agradecer la delicadeza que usted, querida hermana, tuvo al mencionar a mi gran amigo, el pastor Anders Root: con él compartí la cátedra de teología espiritual y me ayudó mucho en la vida espiritual. Thank you.
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ca. Jesús nos dijo: «No os dejo solos. Os enviaré al Espíritu». ¿Y qué hace el Espíritu? Dos cosas. Nos recuerda lo que Jesús nos enseñó, y nos enseña qué debemos hacer. Además, este fiarse del Espíritu es sorprendente. Saber cuándo es el Espíritu el que te impulsa. Me gusta pensar en Felipe, cuando el Espíritu le dice: «Ve a aquel camino», el camino a Gaza (cf. Hch 8, 26-40). Y va. En un momento determinado ve un carro, un carro de viaje, y allí estaba sentado el ministro de economía de Etiopía, de la reina Candaces, que leía Isaías… Comienza un diálogo: «Explícame esto…». Al final, cuando encuentran el agua, este ministro de economía pide el bautismo… El Espíritu te guía. Es precisamente el Espíritu. Fíate del Espíritu. Piensa en Felipe, piensa en tantos, en tantos que se fían del Espíritu. Es hermoso leer el libro de los Hechos de los Apóstoles: después de Pentecostés, las cosas que hizo el Espíritu… Las cosas grandes. Y fiarse. «En cada movimiento se siente fuertemente una doble exigencia: la fidelidad al carisma inicial y la necesidad de cambio y novedad para responder y cambiar las situaciones». Y la pregunta era: «¿Cómo mantener la armonía entre estas dos tensiones? ¿Cómo discernir la novedad que el Espíritu Santo sugiere acerca de la novedad que, en cambio, aleja del carisma? ¿Cómo comprender si cierta fidelidad al carisma inicial es más un endurecimiento que una verdadera fidelidad al Espíritu Santo?». Esto es importante. Comprender y conocer los espíritus: «Queridos: no os fieis de cualquier Espíritu», nos dice el Apóstol. Conocer cuándo una inspiración está en armonía con el carisma inicial y cuándo no lo está. Este ir más allá te permite encontrar situaciones diversas, culturas diversas, y el carisma inicial debe ser traducido por esa cultura. Pero, ¡no traicionado! Traducido. Debe ser el carisma, pero traducido. «Yo no quiero problemas, yo sigo el carisma inicial…». Así, llegarás a ser una hermosa exposición, un museo. Harás de vuestro movimiento un museo de cosas que hoy no sirven. Cada carisma está llamado a crecer. ¿Por qué? Porque lleva dentro de sí el Espíritu Santo, y el Espíritu Santo hace crecer. Cada carisma debe confrontarse con culturas diversas, con maneras diversas de pensar, con valores diversos. ¿Y qué hace? Se deja llevar adelante por el Espíritu Santo. Aquí debo hacer esto, aquí debo hacer esto… ¿Y cómo hago esto? Reza, pide. La oración: sin la oración ningún movimiento puede ir adelante. ¡Ninguno! Os agradezco una vez más este encuentro. Os agradezco todo lo que hacéis en la Iglesia, que es tan hermoso: ayudar a encontrar a Jesús, ayudar a que se comprenda que vivir en gracia de Dios es hermoso. ¡Es hermoso! Os agradezco mucho y os pido, por favor, que recéis por mí. Rezad por mí, porque también el Papa debe ser fiel al Espíritu Santo. Y ahora os imparto la bendición, pero recemos juntos a la Virgen, nuestra Madre. Dios te salve, María… [Bendición] Y no os olvidéis de aprender las siete obras de misericordia corporales y las siete obras de misericordia espirituales.
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Misa del Pontífice en Santa Marta Memoria y servicio El cristiano no camina solo: se integra en un pueblo, en una historia secular y está llamado a ponerse al servicio de los demás. «Memoria» y «servicio» son las palabras clave de la reflexión del Papa Francisco durante la misa celebrada en Santa Marta el jueves 30 de abril. La historia —y, por lo tanto, la memoria que se tiene de la misma— y el servicio son, dijo el Pontífice, los «dos rasgos de la identidad del cristiano» sobre los cuales nos hace reflexionar «la liturgia de hoy». La alusión se da en el pasaje de los Hechos de los Apóstoles (13, 13-25) en donde se lee que Pablo, al llegar a Antioquía, «como acostumbraba hacer, se dirigió el sábado a la sinagoga» y ahí, «le invitaron a hablar». Era esta, de hecho, «una costumbre de los judíos de aquel tiempo» cuando llegaba un huésped. Tomando la palabra, Pablo «comenzó a predicar a Jesucristo». Pero, destacó el Papa, «él no dijo: “yo predico a Jesucristo, el Salvador; vino del Cielo; Dios lo envió; nos salvó a todos y nos dio esta revelación”. No, no, no». Para explicar quién es Jesús, el apóstol «comienza a narrar toda la historia del pueblo». Se lee, por lo tanto, en la Escritura: Pablo se puso en pie y, haciendo seña con la mano de que se callaran, dijo: “escuchad: el Dios de este pueblo, Israel eligió a nuestros padres...”». Y a partir de Abraham, Pablo «narra toda la historia». No es una elección casual. En su reflexión el Papa Francisco destacó que lo mismo hizo «Pedro en sus discursos, después de Pentecostés», y también «Esteban, ante el Sanedrín». Ellos, por lo tanto, «no anunciaban un Jesús sin historia», sino «a Jesús en la historia del pueblo, un pueblo que Dios hizo caminar desde siglos par llegar a esta madurez, a la plenitud de los tiempos, como dice Pablo». De esta narración se comprende que «cuando este pueblo llega a la plenitud de los tiempos, viene el Salvador, y el pueblo continúa caminando porque este Salvador regresará». He aquí, afirmó el Papa, uno de los rasgos de la identidad cristiana: «ser hombre y mujer de historia, entender que la historia no comienza conmigo ni se acaba conmigo». Todo comenzó, en efecto, cuando el Señor entró en la historia. Confirmando lo dicho, el Pontífice recordó el salmo «tan bonito» recitado al inicio de la misa: «Cuando avanzabas, Señor, con tu pueblo y le abrías los caminos, y vivías con ellos, recuerdo de que Dios caminaba con su pueblo, la tierra y los cielos temblaron. Admirable». Por tanto, «el cristiano es un hombre y una mujer de historia, porque no pertenece a sí mismo, está integrado en un pueblo, un pueblo que camina». De aquí la imposibilidad de pensar en «un egoísmo cristiano». O lo que es lo mismo, no existe el cristiano perfecto, «un hombre, una mujer espiritual de laboratorio», sino que «es un hombre o una mujer espiritual insertado en un pueblo, que tie-
ne una historia larga y sigue caminando hasta que el Señor regrese». Precisamente mirando este acontecimiento concreto devanado a lo largo de los siglos y que aún hoy continúa, el Pontífice añadió que si asumimos «ser hombres y mujeres de historia», nos damos cuenta también de que esto es «historia de la gracia de Dios, porque Dios avanzaba con su pueblo, abría el camino, vivía con ellos». Pero es también «historia de pecado». Y recordó el Papa: «Cuántos pecadores, cuántos crímenes...». También en el pasaje de los Hechos de los Apóstoles, por ejemplo, «Pablo menciona al rey David, santo», pero que «antes de llegar a ser santo fue un gran pecador». Esto, destacó, es válido «también hoy» cuando «la historia personal de cada uno» debe asumir «el propio pecado y la gracia del Señor que está con nosotros». Dios, en efecto, nos acompaña en el pecado «para perdonar», nos acompaña «en la gracia».
mos, entonces, «pedir perdón, que el Señor nos convierta». Ser cristiano, de hecho, «no es una apariencia o una conducta social, no es maquillarse un poco el alma, para que sea más bonita». Ser cristiano, dijo con decisión el Papa, «es hacer lo que hizo Jesús: servir. Él vino no para ser servido, sino para servir». De aquí algunas sugerencias del Papa para la vida cotidiana de cada uno de nosotros. En primer lugar «pensad en estas dos cosas: ¿yo tengo sentido de la historia? ¿Me siento parte de un pueblo que camina desde lejos? Podría ser útil «tomar la Biblia, el Libro del Deuteronomio, capítulo 26, y leerlo». Aquí, dijo, se encuentra «la memoria, la memoria de los justos» y «cómo el Señor quiere que seamos “memoriosos”», o sea, que recordemos «el camino recorrido por nuestro pueblo». Y después, también nos hará bien pensar: «¿en mi corazón qué es lo que más hago? ¿Me hago servir de los demás, me sirvo de los otros, de la comuni-
San Pablo entrega las cartas a Timoteo y Silas, detalle del mosaico en la iglesia de Monreale
Es, por lo tanto, una realidad muy concreta que atraviesa los siglos, la que alude el Papa Francisco en la homilía: «Nosotros —dijo— no estamos sin raíces», tenemos «raíces profundas» que jamás debemos olvidar y que se extienden desde «nuestro padre Abraham hasta hoy». Pero comprender que no estamos solos, que estamos estrechamente unidos a un pueblo que camina desde siglos, significa también distinguir otro rasgo característico del cristiano que es «el que Jesús nos enseña en el Evangelio: el servicio». En el pasaje de san Juan propuesto por la liturgia del jueves de la cuarta semana de Pascua, «Jesús lava los pies a los discípulos. Y tras haber lavado los pies, les dijo: “En verdad, en verdad os digo, el criado no es más grande que su amo, ni el enviado es más grande que el que lo envía. Puesto que si sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. Yo he hecho esto con vosotros, hacedlo vosotros también con los otros. Yo he venido como siervo, vosotros debéis haceros siervos los unos de los otros, es decir servir”». Parece claro, evidenció el Pontífice, que «la identidad cristiana es el servicio, no el egoísmo». Alguien, dijo, podría objetar: «Pero padre, todos somos egoístas», pero esto «es un pecado, es una costumbre de la cual debemos desprendernos»; debe-
dad, de la parroquia, de mi familia, de mis amigos, o sirvo, estoy al servicio?». «Memoria y servicio» son, por tanto, dos actitudes del cristiano con las cuales se participa en la celebración eucarística «que es precisamente memoria del servicio que Jesús realizó; memoria real, con Él, del servicio que nos ha hecho: dar su vida por nosotros».
El consejo de Pablo En las inevitables «tribulaciones de la vida» el cristiano debe confiarse al Señor en la oración, con la certeza de recibir la «auténtica paz» que infunde «valor y esperanza». Lo dijo el Papa Francisco en la misa que celebró el martes, 5 de mayo, en la capilla de la Casa Santa Marta. «En la liturgia de hoy —observó inmediatamente el Papa Francisco— hay tres palabras que pueden ayudarnos en nuestro camino de fe y esperanza». De esta manera, explicó, en la oración colecta «al inicio de la misa pedimos al Señor fortalecer nuestra fe y nuestra esperanza». Y «estas tres palabras que vienen en
estas lecturas son “tribulación”, “confianza” y “paz”». El Papa recordó lo que sucedió a Pablo, según el relato de los Hechos de los Apóstoles (14, 19-28): tras ser apaleado, fue arrastrado fuera de la ciudad para ser apedreado. Y «los que lo perseguían creyeron que estaba muerto». Así que, Pablo «sufrió» pero luego, «cuando se repuso», les aconsejó permanecer «firmes en la fe porque debemos entrar en el reino de Dios pasando por muchas tribulaciones». El Papa Francisco recordó que «en la vida nos esperan las tribulaciones: es parte de la vida pasar por momentos oscuros, momentos difíciles». Pero el consejo de Pablo «de entrar en el reino de Dios pasando por muchas tribulaciones no es una actitud sadomasoquista: es precisamente la lucha cristiana». Y la razón, explicó el Pontífice, es que, como dice Jesús, «el príncipe de este mundo llega, está cerca y busca separarnos precisamente del reino de Dios, de la Palabra de Jesús, de la fe, de la esperanza». Por eso «hemos pedido al Señor que fortalezca la fe y la esperanza». Por lo tanto «las tribulaciones» están. Pero Jesús nos alienta a ser valientes: «Yo he vencido al mundo». Y «Él está precisamente por encima de las tribulaciones, Él nos ayuda a seguir adelante». Significativas, al respecto, las palabras que Jesús elige para explicar «la parábola del sembrador»: cuando «habla de la semilla que cae en terreno pedregoso dice: es como una persona que recibe la Palabra con alegría y luego en el momento de la tribulación no se siente capaz, se desalienta y desanima». Aquí está entonces el sentido de «soportar las tribulaciones». Y «soportar», afirmó el Papa Francisco, «es una palabra que Pablo usa mucho: es más que tener paciencia, es llevar sobre los hombros, llevar el peso de las tribulaciones». También «la vida del cristiano tiene momentos así». Pero «Jesús nos dice: “Tened valor en ese momento. Yo he vencido, también vosotros venceréis”». Así, «esta primera palabra nos ilumina» para afrontar «los momentos más difíciles de la vida, los momentos que nos hacen también sufrir». El Papa Francisco recordó después que Pablo, «después de haber dado este consejo, organiza esa Iglesia, ora por sus presbíteros, impone las manos y los confía al Señor». Y he aquí, por lo tanto, la segunda palabra: «confianza». En efecto, «un cristiano puede llevar adelante las tribulaciones y también las persecuciones confiándose al Señor: solamente Él es capaz de darnos la fuerza, de darnos la perseverancia en la fe, de darnos la esperanza». Es necesario saber «confiar al Señor algo, confiar al Señor este momento difícil, confiarme a mí mismo al Señor, confiar al Señor a nuestros fieles; nosotros sacerdotes, obispos, confiar al Señor a nuestras familias, nuestros amigos». Es necesario saber decir al Señor: «Cuida de estos, son los tuyos». Sin embargo, destacó el Papa, es SIGUE EN LA PÁGINA 13
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COMUNICACIONES Colegio episcopal
Audiencias pontificias
Monseñor Manuel Sánchez Monge, obispo de Santander (España) Monseñor Esteban Escudero Torres, obispo auxiliar de Valencia (España) RENUNCIAS: El Papa ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la archidiócesis de Santa Fe (Estados Unidos) que monseñor MICHAEL JARBOE SHEEHAN, le había presentado en conformidad con el canon 401 § 1 del Código de derecho canónico. Michael Jarboe Sheehan nació en Wichita el 9 de julio de 1939. Recibió la ordenación sacerdotal el 12 de julio de 1964. Juan Pablo II le nombró obispo de Lubock el 25 de marzo de 1983; recibió la consagración episcopal el 17 de junio sucesivo. El mismo Papa le promovió a arzobispo de Santa Fe el 17 de agosto de 1993. El Papa ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de Greensburg (Estados Unidos) que monseñor LAWRENCE E. BRANDT le había presentado en conformidad con el canon 401 § 1 del Código de derecho canónico. Lawrence E. Brandt nació en Charleston (West Virginia, Estados Unidos) el 27 de marzo de 1939. Recibió la ordenación sacerdotal el 19 de diciembre de 1969, incardinado en la diócesis de Rapid City. Juan Pablo II le nombró obispo de Greensburg el 2 de enero de 2004; recibió la ordenación episcopal el 4 de marzo del mismo año. El Papa ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de Victoria en Texas (Estados Unidos) que monseñor DAVID EUGENE FELLHAUER le había presentado en conformidad con el canon 401 § 1 del Código de derecho canónico. David Eugene Fellhauer nació en Kansas City, diócesis de Kansas Ci-
Nombramiento pontificio El Santo Padre ha nombrado presidente de la Comisión para los abogados al cardenal D OMINIQUE MAMBERTI, prefecto del Tribunal supremo de la Signatura apostólica.
Curia romana El Papa ha nombrado defensor del vínculo sustituto del Tribunal de la Rota romana al presbítero FRANCESCO IBBA, del clero de la archidiócesis de Cágliari, oficial del mismo Tribunal.
ty-Saint Joseph, el 19 de agosto de 1939. Recibió la ordenación sacerdotal el 29 de mayo de 1965. Juan Pablo II le nombró obispo de Victoria en Texas el 7 de abril de 1990; recibió la ordenación episcopal el 28 de mayo del mismo año.
ficia Universidad Gregoriana de Roma. En su ministerio ha desempeñado, entre otros, los siguientes cargos: vicario parroquial, formador y rector del seminario diocesano, miembro del consejo presbiteral y vicario para el clero.
El Papa ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de Kansas City-Saint Joseph (Estados Unidos) que monseñor ROBERT WILLIAM FINN, le había presentado en conformidad con el canon 401 § 2 del Código de derecho canónico.
—Obispo de Santander (España) a monseñor MANUEL SÁNCHEZ MONGE, hasta ahora obispo de Mondoñedo-Ferrol.
Robert William Finn nació en San Luis (Estados Unidos) el 2 de abril de 1953. Recibió la ordenación sacerdotal el 7 de julio de 1979. Juan Pablo II le nombró obispo coadjutor de Kansas City-Saint Joseph el 9 de marzo de 2004; recibió la ordenación episcopal el 3 de mayo del mismo año. Pasó a ser obispo de dicha circunscripción eclesiástica el 24 de mayo de 2005. EL PAPA
HA NOMBRAD O:
—Arzobispo de Santa Fe (Estados Unidos) a monseñor JOHN CHARLES WESTER, hasta ahora obispo de Salt Lake City. John Charles Wester nació en San Francisco el 5 de noviembre de 1950. Recibió la ordenación sacerdotal el 15 de mayo de 1976. Juan Pablo II le nombró obispo titular de Lamiggiga y auxiliar de San Francisco el 30 de junio de 1998; recibió la ordenación episcopal el 18 de septiembre del mismo año. Benedicto XVI le nombró obispo de la diócesis de Salt Lake City el 8 de enero de 2007. —Obispo de Greensburg (Estados Unidos) al presbítero EDWARD C. MALESIC. Edward C. Malesic nació en Harrisburg (Pensilvania, Estados Unidos) el 14 de agosto de 1960. Recibió la ordenación sacerdotal el 30 de mayo de 1987. Se licenció en derecho canónico en la Universidad católica de América de Washington, D.C. En su ministerio ha sido vicario parroquial en diversas parroquias, párroco, auditor, defensor del vínculo, consultor canónico del Tribunal eclesiástico y vicario judicial. —Obispo de Victoria en Texas (Estados Unidos) al presbítero BRENDAN CAHILL. Brendan Cahill nació en Coral Gables, archidiócesis de Miami, el 28 de noviembre de 1963. Recibió la ordenación sacerdotal el 19 de mayo de 1990, incardinado en la archidiócesis de Galveston-Houston. Obtuvo el doctorado en teología en la Ponti-
EL SANTO PADRE
HA RECIBID O:
Jueves 30 de abril —Al presidente de la República de las Seychelles, James Alix Michel, con el séquito. —A monseñor Robert Francis Prevost, O.S.A., obispo titular de Sufar, administrador apostólico de Chiclayo (Perú). Sábado 2 de mayo —Al cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los obispos.
P.S.S.,
Manuel Sánchez Monge nació en Fuentes de Nava, diócesis de Palencia, el 18 de abril de 1947. Recibió la ordenación sacerdotal el 9 de agosto de 1970. Benedicto XVI le nombró obispo de Mondoñedo-Ferrol el 6 de junio de 2005; recibió la ordenación episcopal el 23 de julio del mismo año.
—Al cardenal Kurt Koch, presidente del Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos.
—Obispo titular de Diano y auxiliar de Valencia (España) a monseñor ESTEBAN ESCUDERO TORRES, hasta ahora obispo de Palencia.
—A monseñor Nunzio Galantino, secretario de la Conferencia episcopal italiana.
Esteban Escudero Torres nació en Valencia el 4 de febrero de 1946. Recibió la ordenación sacerdotal el 12 de enero de 1975. Juan Pablo II le nombró obispo titular de Tala y auxiliar de la archidiócesis de Valencia el 17 de noviembre de 2000; recibió la ordenación episcopal el 13 de enero de 2001. Benedicto XVI le nombró obispo de la diócesis de Palencia el 9 de julio de 2010. —Obispo titular de Inis Cathaig y auxiliar de Ratisbona (Alemania) a monseñor JOSEF GRAF. Josef Graf nació en Riedenburg, diócesis de Ratisbona, el 30 de junio de 1957. Recibió la ordenación sacerdotal 10 de octubre de 1983. Obtuvo el doctorado en teología en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. En su ministerio ha desempeñado los siguientes cargos: vicario parroquial y formador en el seminario mayor de Ratisbona. —Administrador apostólico «sede vacante» de Kansas City-Saint Joseph (Estados Unidos) a monseñor JOSEPH FRED NAUMANN, arzobispo de Kansas City en Kansas. Joseph Fred Naumann nació en San Luis el 4 de junio de 1949. Recibió la ordenación sacerdotal el 24 de mayo de 1975. Juan Pablo II le nombró obispo titular de Capocilla y auxiliar de San Luis el 9 de julio de 1997; recibió la ordenación episcopal el 3 de septiembre del mismo año. El Papa le nombró arzobispo coadjutor de Kansas City en Kansas el 7 de enero de 2004. Pasó a ser arzobispo de dicha sede el 15 de enero de 2005.
Lunes, día 4
—A monseñor José Horacio Gómez, arzobispo de Los Ángeles (Estados Unidos).
—A la señora Antje Jackelén, arzobispo de Upsala de la Iglesia evangélica luterana de Suecia, con el séquito. A los obispos de la Conferencia episcopal de la República del Congo, en visita «ad limina»: —Monseñor Anatole Milandou, arzobispo de Brazzaville. —Monseñor Bienvenu Manamika Bafouakouahou, arzobispo de D olisie. —Monseñor Urbain Ngassongo, obispo de Gamboma. —Monseñor Jean Gardin, obispo de Impfondo.
C.S.SP.,
—Monseñor Louis Portella Mbuyu, obispo de Kinkala. —Monseñor Daniel Mizonzo, obispo de Nkayi, con el obispo emérito, monseñor Bernard Nsayi. —Monseñor Yves-Marie Monot, obispo de Ouesso, con el obispo emérito, monseñor Hervé Itoua.
C.S.SP.,
—Monseñor Victor Abagna Mossa, obispo de Owando. —Monseñor Miguel Ángel Olaverri Arroniz, S.D.B., obispo de Pointe-Noire. Martes, día 5 —Al cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las causas de los santos. S.D.B.,
Miércoles, día 6 —Al cardenal Luis Villalba, arzobipo emérito de Tucumán (Argentina).
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número 19, viernes 8 de mayo de 2015
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A los fieles de la diócesis de Isernia-Venafro
Los problemas se superan con la solidaridad No se pueden olvidar «los numerosos y graves problemas que aún afligen a vuestra tierra» dijo el Papa Francisco a los cerca de siete mil fieles de la diócesis de Isernia-Venafro, a quienes recibió el sábado 2 de mayo en el aula Pablo VI. «A los jóvenes —añadió el Pontífice— y a todos vosotros repito: los problemas se superan con la solidaridad». Queridos hermanos y hermanas: ¡Buenos días a todos! Desde el momento en que entré, vi vuestra alegría, vosotros sois alegres, ¡sois alegres! Ahora entiendo un poco por qué el Papa Celestino no se encontraba bien en Roma, volvió con vosotros... ¡Por vuestra alegría! Gracias por esta gran peregrinación que habéis organizado tras la visita pastoral que realicé en vuestra diócesis el 5 de julio del año pasado. Una vez más quiero manifestar mi gratitud por vuestra acogida, y saludar con afecto a vuestro obispo, monseñor Camillo Cibotti. El año pasado comenzaba apenas su servicio como obispo en Isernia y ahora ha aprendido un poco. Saludo a los sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos comprometidos en el servicio del Evangelio. Y dirijo un recuerdo deferente a las autoridades que quisieron estar aquí presentes. El clima de fiesta de este encuentro nuestro no nos puede hacer olvidar, sin embargo, los numerosos y graves problemas que aún afligen a vuestra tierra, que ya mencioné durante la visita a la ciudad de Isernia, y que ahora el obispo mencionó. Pienso especialmente en el crónico problema de la desocupación, que afecta sobre todo a las jóvenes generaciones, que cada vez más emprenden el camino hacia otros países; pienso también en la falta de servicios adecuados a las necesidades reales de las personas —especialmente ancianos, enfermos y discapacitados— y de las familias. Ante este preocupante escenario, se hace nece-
saria una movilización general, que una los esfuerzos de la población, de las instituciones, de los privados y las diversas realidades civiles. No se pueden aplazar pasos concretos para favorecer la apertura de nuevos puestos de trabajo dando así, sobre todo a los jóvenes, la posibilidad de realizarse a sí mismos mediante una actividad laboral honesta. Hay que tratar de encontrar cosas para los jóvenes, puestos de trabajo, cosas pequeñas, porque, vosotros sabéis, el trabajo te da dignidad. Pensad, un joven que no encuentra trabajo, no siente esa dignidad y sufre. Os aliento a buscar, a rezar y buscar cosas pequeñas, cosas pequeñas sobre todo para los jóvenes. Como recordaba hace poco el obispo, vuestra diócesis advierte fuertemente la necesidad de un nuevo impulso misionero, que sepa ir más allá de una realidad religiosa estática. El año jubilar celestiniano, que estáis viviendo, ofrece a vuestras comunidades la oportunidad de volver a Cristo, al Evangelio, de reconciliarse con Dios y con el prójimo. Es hermoso reconciliarse, tener el alma en paz: la familia en paz, el barrio en paz... Y esto es un trabajo que realizará la gracia de Dios, si vamos adelante con este compromiso. Y, así, vuelve a nacer el deseo de llevar su amor a todos, sobre todo a las personas solas, marginadas, humilladas por el sufrimiento, la injusticia social; a muchos que, cansados de palabras humanas, experimentan una profunda nostalgia de Dios. Vuestro jubileo diocesano os prepara a vivir aún mejor el Año santo extraordinario de la misericordia, que convoqué hace poco. Que estos tiempos fuertes puedan suscitar un vigoroso lanzamiento misionero especialmente en las parroquias, donde la comunión eclesial encuentra su más inmediata y visible expresión. Cada comunidad parroquial está llada a ser un lugar privilegiado de la escucha y el anuncio del Evangelio;
En el diálogo anglicano-católico
Nueva era de compromiso ecuménico «Existe un vínculo fuerte que ya nos une: es el testimonio de los cristianos víctimas de persecuciones y violencias. La sangre de estos mártires alimentará una nueva era de compromiso ecuménico»: de esto está seguro el Papa Francisco, quien recibió el jueves, 30 de abril, a una delegación de la Comisión internacional anglicano-católica. Queridos hermanos en Cristo:
y
hermanas
Es para mí una alegría encontraros a vosotros, miembros de la Comsión internacional anglicano-católica. En estos días os habéis reunido para una nueva sesión de vuestro diálogo, que está actualmente estudiando la relación entre Iglesia universal e Iglesia local con especial referencia a los procesos de confrontación y decisión sobre las cuestiones morales y éticas. Os doy mi cordial bienvenida y os deseo un encuentro fructuoso. Vuestro diálogo es fruto del históSIGUE EN LA PÁGINA 14
casa de oración reunida entorno a la Eucaristía; auténtica escuela de la comunión, donde el ardor de la caridad prevalezca sobre la tentación de una religiosidad superficial y árida. Cuando las dificultades parecen ofuscar las perspectivas de un futuro mejor, cuando se experimenta el fracaso y el vacío a nuestro alrededor, es el momento de la esperanza cristiana, fundada en el Señor resucitado y acompañado por un amplio esfuerzo caritativo hacia los más necesitados. He aquí entonces que vuestro camino diocesano, ya admirablemente orientado por este camino de la caridad, podrá implicar a más personas y más realidades sociales e institucionales, acercando a quien está sin casa y sin trabajo, así como a quienes están afligidos por antiguas y nuevas pobrezas, no sólo para proveer a sus necesidades urgentes, sino para construir junto con ellos una sociedad más hospitalaria, más respetuosa de las diversidades, más justa y solidaria. «¡Cuán bello es afrontar las vicisitudes de la existencia en compañía de Jesús, tener con nosotros su Persona y su mensaje!». Con estas palabras, el año pasado invitaba a los jóvenes de Abruzzo y de Molise a seguir adelante con valentía, a vencer los desafíos del momento presente sosteniéndoos y ayudándoos unos a otros. A los jóvenes y a todos vosotros hoy repito: los problemas se superan con la solidaridad. Os aliento por ello a ser testimonios de solidaridad en vuestras ciudades y en vuestros países, en el trabajo, en la escuela, en familia, en los lugares de encuentro. Que la Virgen María os haga dóciles a la Palabra del Señor, os transforme en apóstoles humildes, creíbles y eficaces del Evangelio y os sostenga en vuestros propósitos. Os encomiendo a todos a ella y a los santos que han embellecido el camino de fe de vuestro pueblo, en especial a los pequeños, los pobres y los enfermos. Apoyados por estos poderosos intercesores, mirad sin miedo y con esperanza vuestro futuro y el de vuestra tierra. Con estos deseos, a todos os imparto de corazón una especial bendición; y por favor, no os olvidéis de rezar por mí porque yo también lo necesito. Oremos a la Virgen todos juntos. [Avemaría...] Y ahora me gustaría escucharos cantar un poco.
Misa en Santa Marta VIENE DE LA PÁGINA 11
«una oración que no siempre hacemos: «la oración de confianza». Es una bella oración cristiana la que reza: «Señor te confío esto, llévalo tú adelante». Es «la actitud de la confianza en el poder del Señor, también en la ternura del Señor que es Padre». Por lo tanto, «cuando se hace esta oración —pero auténtica, del corazón— se siente que esta persona que se encomendó al Señor está segura: Él nunca defrauda». En síntesis, «la tribulación te hace sufrir, la confianza en el Señor te da esperanza, y de aquí viene la tercera palabra: la paz». Todo esto, destacó el Pontífice, «te da paz». Y es también «lo que Jesús dice como despedida a sus discípulos: “la paz os dejo, mi paz os doy”», como se lee en el pasaje del Evangelio de san Juan (14, 27-31) tomado de la liturgia del día. Pero, adviritó el Papa Francisco, no se trata de «una paz, una simple tranquilidad». Jesús desea precisar: «Yo doy una paz que no es la que te da el mundo», es decir, la que puede dar una cierta condición de tranquilidad. En cambio la paz que viene de Jesús «va adentro», es una «paz que te da también fuerza, refuerza lo que hoy hemos pedido al Señor: nuestra fe y esperanza». Para concluir, el Pontífice volvió a proponer las «tres palabras» que marcaron su reflexión: «tribulación, confianza, paz». No hay que olvidar nunca que «en la vida debemos ir por los caminos de la tribulación», porque «es la ley de la vida»; pero se debe siempre recordar, precisamente «en esos momentos», de «confiarse al Señor». Y «Él nos responde con la paz». De hecho, «el Señor es Padre que nos ama mucho y nunca defrauda», reafirmó el Papa. Y prosiguió pidiendo que Dios «refuerce nuestra fe y esperanza», dándonos «la confianza de vencer las tribulaciones, porque él venció al mundo», y «donando a todos su paz».
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viernes 8 de mayo de 2015, número 19
Fue arzobispo de Génova y de Cágliari y vicegerente de Roma
Instituida por el Pontífice
Fallece el cardenal Canestri
Una Comisión para los medios de comunicación del Vaticano
El miércoles 29 de abril falleció en Roma el cardenal Giovanni Canestri, arzobispo emérito de Génova y de Cágliari, obispo emérito de Tortona, y ex vicegerente y auxiliar de Roma. El funeral se celebró el sábado 2 de mayo, por la mañana, en la basílica vaticana. Por la tarde sus restos fueron trasladados a Génova y luego fue sepultado en la catedral de dicha sede, en el altar del Santísimo Sacramento. Había nacido el 30 de septiembre en Castelspina, diócesis de Alessandria (Italia). A los once años entró en el seminario diocesano de Alessandria y en 1937 se trasladó a Roma para continuar su formación eclesiástica en el Pontificio Seminario romano mayor. El 12 de abril de 1941 recibió la ordenación sacerdotal en la basílica de San Juan de Letrán. Obtuvo la licenciatura en teología en la Pontificia Universidad Lateranense. Inició su misión pastoral en Roma como vicario parroquial en los barrios romanos de Garbatella y Pietralata y luego durante nueve años en la parroquia San Giovanni Battista De Rossi, en el barrio Apio-Latino, donde llegó a distribuir ocho mil comidas al día para ayudar a los numerosos pobres en el tiempo de la segunda guerra mundial. Tras obtener el doctorado en utroque iure en la Pontificia Universidad Lateranense y en letras en la Universidad estatal, lo nombraron párroco de San Octavio y compañeros mártires, en el barrio romano Ottavia. De 1951 a 1959 guió la comunidad parroquial de Santa María Consoladora en Casalbertone, destacándose por su incansable trabajo entre los jóvenes. En 1959 fue nombrado director espiritual del Pontificio Seminario romano mayor, y participó como miembro de la comisión para el primer Sínodo diocesano de Roma, al que llevó la aportación de su experiencia pastoral sobre todo a la comisión de educación de la juventud. Además, en la diócesis de Roma, fue profesor de religión en diversos centros educativos. Juan XXIII, el 8 de julio de 1961, lo nombró obispo titular de Tenedo y auxiliar de Roma, encargado de la atención pastoral del sector este de la diócesis. Recibió la ordenación episcopal el 30 de julio sucesivo. En ese período participó en todas las sesiones del Concilio, sobre todo en las cuestiones de ecumenismo y libertad religiosa. El 7 de enero de 1971 Pablo VI lo nombró obispo de Tortona. Después de cuatro años, el 8 de febrero de 1975, el mismo Papa lo trasladó a Roma, promoviéndolo al rango de arzobispo vicegerente de la diócesis. El 22 de marzo de 1984 Juan Pablo II lo nombró arzobispo de Cágliari y el 6 de julio de 1987 lo trasladó a la sede metropolitana de Génova-Bobbio, donde sucedió al cardenal Siri y trabajó incansablemente para traducir a la realidad las indicaciones del Concilio Vaticano II.
El 16 de septiembre de 1989, Bobbio fue unida a la sede de Piacenza, y Canestri permaneció en el gobierno de la archidiócesis de Génova. Se debe a él el desarrollo del compromiso misionero de la Iglesia genovesa con la apertura de la misión de Guaricano en Santo Domingo en el año 1992, con ocasión del quinto centenario de la evangelización de América. Afrontó personalmente las cuestiones del trabajo, la desocupación y la inmigración. Juan Pablo II lo creó cardenal del título de Sant’Andrea della Valle en el consistorio del 28 de junio de 1988. El mismo Papa aceptó su renuncia al gobierno pastoral de la archidiócesis de Génova el 20 de abril de 1995. Tras concluir su servicio pastoral en la sede genovesa volvió a Roma poniéndose a disposición en la vida pastoral. Hasta el último momento sirvió a la Iglesia siguiendo los pasos de los grandes sacerdotes romanos, actualizando su testimonio.
En la última reunión del Consejo de cardenales para ayudar al Santo Padre en el gobierno de la Iglesia universal y estudiar un proyecto de revisión de la constitución apostólica Pastor bonus sobre la Curia romana, del 13 al 15 del mes pasado, se examinó la relación final, del 5 de marzo precedente, elaborado por el «Vatican media committee», comité encargado de proponer una reforma de los medios de comunicación vaticanos. El Consejo de cardenales propuso al Papa instituir una comisión para estudiar dicha relación final y plantear los caminos oportunos para su realización. El Santo Padre, acogiendo con agrado esta propuesta, el 23 de abril decidió instituir la comisión y nombrar sus miembros. La comisión está presidida por monseñor Dario Edoardo Viganò, director del Centro televisivo vaticano, y compuesta por Paolo Nusiner, director general de «Avvenire», Nueva Editorial Italiana, Milán; monseñor Lucio Adrián Ruiz, jefe de oficina del Servicio internet vaticano, Dirección de telecomunicaciones de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano; el padre jesuita Antonio Spadaro, director de la «Civiltà Cattolica»; y monseñor Paul Tighe, secretario del Consejo pontificio para las comunicaciones sociales.
Diálogo anglicano-católico VIENE DE LA PÁGINA 13
rico encuentro, que tuvo lugar en 1966, entre el Papa Pablo VI y el arzobispo Ramsey, que dio inicio a la primera Comisión internacional anglicano-católica. En esa ocasión, ambos rezaron confiadamente para que se realizara «un diálogo serio que, fundado en los Evangelios y en las antiguas tradiciones comunes», pudiera conducir a «la unidad en la verdad por la que Cristo oró» (Declaración común del Papa Pablo VI y el arzobispo de Canterbury dr. Michael Ramsey, Roma, 24 de marzo de 1966). Aún no hemos llegado a este objetivo, pero estamos convencidos de que el Espíritu Santo continúa impulsándonos en esa dirección, a pesar de las dificultades y los nuevos desafíos. Vuestra presencia hoy es indicio de cuanto la tradición de fe y la historia compartida entre anglicanos y católicos pueda inspirar y sostener nuestros esfuerzos por superar los
Pésame del Papa El Pontífice apenas tuvo noticia de la muerte del cardenal Giovanni Canestri, se recogió en oración. Después envió al cardenal Agostino Vallini, su vicario general para la diócesis de Roma, el siguiente telegrama de pésame. La pérdida del venerado cardenal Giovanni Canestri, originario de la diócesis de Alessandria y perteneciente al clero de Roma, suscita en mi alma una profunda conmoción y sincera admiración hacia un estimado hombre de Iglesia, que vivió con humildad y fidelidad su largo y fecundo sacerdocio y episcopado al servicio del Evangelio y de las almas a él confiadas. Recuerdo con gratitud su fervoroso ministerio primeramente como vicario parroquial, en los años duros de la guerra, en las periferias romanas marcadas por el sufrimiento y la pobreza; luego como párroco en dos suburbios muy poblados, centrado en la educación, especialmente de los jóvenes, en la alegría
de la fe. Nombrado obispo auxiliar de Roma se dedicó con intensidad apostólica a las exigencias espirituales y materiales de la gente, asimismo participaba asiduamente en los trabajos del Concilio Vaticano II. En su ministerio episcopal en Tortona, luego como vicegerente y después como arzobispo de Cágliari y por último de Génova-Bobbio, dio testimonio de sabiduría pastoral, generosa atención a las necesidades de los demás, saliendo al encuentro de todos con bondad y mansedumbre. Elevo fervientes oraciones de sufragio para que el Señor acoja al cardenal difunto en el gozo y la paz eterna, y envío a usted y a quienes comparten el dolor por su muerte la consoladora bendición apostólica, con un recuerdo especial a las Hermanas Apóstoles del Sagrado Corazón que cariñosamente lo asistieron especialmente en estos últimos años de enfermedad.
obstáculos que se interponen a la plena comunión. Conscientes de la importancia de los desafíos que nos esperan, confiamos con realismo que lograremos realizar juntos todavía muchos progresos. En breve publicaréis cinco declaraciones comunes producidas hasta ahora en la segunda fase del diálogo anglicano-católico, acompañadas por sus relativas anotaciones y respuestas. Me complazco con vosotros por este trabajo. Ello nos recuerda que las relaciones ecuménicas y el diálogo no son elementos secundarios de la vida de las Iglesias. La causa de la unidad no es un compromiso opcional y las divergencias que nos dividen no deben ser aceptadas como inevitables. Algunos quisieran que, después de cincuenta años, hubieran resultados mayores en cuanto a la unidad. A pesar de las dificultades, no podemos dejarnos llevar por el desaliento, sino que debemos confiar aún más en el poder del Espíritu Santo, que puede sanarnos y reconciliarnos y realizar lo que humanamente parece imposible. Existe un vínculo fuerte que ya nos une, más allá de toda división: es el testimonio de los cristianos, pertenecientes a Iglesias y tradiciones diversas, víctimas de persecuciones y violencias sólo por causa de la fe que profesan. Y no sólo ahora hay muchos, también pienso en los mártires de Uganda, mitad católicos y mitad anglicanos. La sangre de estos mártires alimentará una nueva era de compromiso ecuménico, una nueva apasionada voluntad de cumplir el testamento del Señor: que todos sean uno (cf. Jn 17, 21). El testimonio de estos hermanos y hermanas nuestros nos exhorta a ser aún más coherentes con el Evangelio y a esforzarnos por realizar, con determinación, lo que el Señor quiere para su Iglesia. Hoy el mundo tiene urgentemente necesidad del testimonio común y alegre de los cristianos, por la defensa de la vida y la dignidad humana en la promoción de la paz y la justicia. Invoquemos juntos los dones del Espíritu Santo, para ser capaces de responder con valor a los «signos de los tiempos», que llaman a todos los cristianos a la unidad y al testimonio común. Que el Espíritu Santo pueda inspirar abundantemente vuestro trabajo. Muchas gracias por vuestro servicio.
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El cardenal Amato en un congreso sobre el beato Manuel González
Vida de impronta eucarística Con ocasión del 75º aniversario de la muerte del beato Manuel González, del 29 de abril al 2 de mayo, se celebró en Ávila un Congreso internacional para profundizar y dar a conocer su testimonio de vida y sus escritos, caracterizados por el carisma eucaristizador. Bajo el lema «Fuego en el corazón del mundo» (cf. EG 271), el Congreso se inauguró con la ponencia del cardenal Angelo Amato, S.D.B., prefecto de la Congregación para las causas de los santos, quien reflexionó sobre: «El beato Manuel González García, guía y modelo de santidad eucarística». Publicamos amplios pasajes de su intervención. Desde su institución el Jueves santo en el cenáculo hasta hoy la Eucaristía ha marcado los días y las obras de la Iglesia, trazando en la historia una huella luminosa de vida divina, que guía y sostiene con su gracia la existencia de todo bautizado. Sin Eucaristía no hay vida: «En la santísima Eucaristía —afirma el Concilio Vaticano II— se encierra todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir el mismo Cristo» (Presbyterorum Ordinis, n. 5). La Eucaristía es el corazón vibrante de la Iglesia. La Iglesia vive de Eucaristía. La Eucaristía edifica a la Iglesia, que irradia en el mundo su gracia redentora. Es la Eucaristía el fuego que enciende la caridad, afianza la esperanza y nutre la fe. Para los santos la Eucaristía era el alimento del entusiasmo espiritual y del dinamismo apostólico. Aquí en Ávila, durante el quinto centenario del nacimiento de santa Teresa, no podemos no referirnos a su Castillo interior. Teresa habla de siete moradas del castillo, que constituyen sendas etapas del camino de perfección. Las primeras tres forman la parte ascética con la muerte del hombre viejo. Las otras cuatro moradas conducen a la vida mística, en el noviazgo con Jesús y en el matrimonio espiritual con Él en el sacramen-
to de la Eucaristía. La comunión sacramental con el Señor en el hondón de la propia alma provoca la expansión y la explosión de las obras (Castillo interior, VII, 2). Para terminar con este repaso concreto sobre la indispensabilidad de la Eucaristía en la vida de los cristianos evoco la experiencia de cárcel en Vietnam del siervo de Dios cardenal François Xavier Van Thuan. No obstante el suplicio cotidiano, él lograba mantenerse sereno porque cada mañana podía decir misa secretamente con tres gotas de vino y una de agua en la palma de la mano. De noche se inclinaba para celebrar de memoria la misa, después pasaba la comunión a los otros cinco católicos que había allí. Al día siguiente fabricaban bolsitas para meter dentro el Santísimo. Era su santo sagrario, que nunca abandonaban. También el beato Manuel González García no permitía el abandono de los sagrarios, hasta el punto de ser denominado el sacerdote y, después, el obispo de los sagrarios abandonados. Era un enamorado de la Eucaristía. Conviene recordar brevemente su santa existencia: Nacido en Sevilla el 25 de febrero de 1877, fue ordenado sacerdote en 1901 por el cardenal Marcelo Spínola, tam-
bién beato; fue párroco de Huelva en 1905, auxiliar de Málaga en 1915, obispo de Málaga en 1920, y, finalmente, obispo de Palencia en 1935. Murió en olor de santidad en Madrid el 4 de enero de 1940. Fue beatificado el 29 de abril de 2001 por Juan Pablo II. Inició el ministerio en Palomares del Río. Aquí, encontrándose en una iglesita con un sagrario desierto, tuvo la inspiración de convertirse en el apóstol de los sagrarios abandonados. La Eucaristía se convirtió en el motor de su apostolado y sus obras tuvieron todas una impronta eucarística. Dotado de sólida cultura teológica, don Manuel escribió muchas obras de espiritualidad eucarística. Era un sacerdote santo. Cuando fue enviado como párroco a Huelva el mismo cardenal Spínola le dijo que iba como al martirio. Inicia así con un fervor verdaderamente excepcional su intenso apostolado. Sus preocupaciones —dicen los testigos— eran los marginados, los humildes, los niños de la calle. Hace de la Eu-
Congregación para las causas de los santos
Promulgación de decretos El 5 de mayo de 2015, el Papa Francisco recibió en audiencia privada al cardenal Angelo Amato, S.D.B., prefecto de la Congregación para las causas de los santos. Durante la audiencia el Santo Padre aprobó la sentencia afirmativa de la sesión Ordinaria de los cardenales y obispos miembros de la Congregación sobre la próxima canonización del beato Junípero (en el siglo: Miguel José Serra), sacerdote profeso de la Orden los Frailes Menores; nació en Petra (España) el 24 de noviembre de 1713 y murió en Monterrey (Estados Unidos) el 28 de agosto de 1784. Además, el Santo Padre Francisco ha autorizado a la Congregación a promulgar los siguientes decretos: —un milagro atribuido a la intercesión del beato VINCENZO GROSSI, sacerdote diocesano y fundador del instituto de las Hijas del Oratorio; nació en Pizzighettone (Italia) el 9 de marzo de 1845 y murió en Vicobellignano (Italia) el 7 de noviembre de 1917; —un milagro atribuido a la intercesión de la beata MARÍA DE LA PURÍSIMA (en el siglo: María Isabel Salvat Romero), superiora general de las Hermanas de la Compañía de la Cruz; nació en Madrid (España) el 20 de febrero de 1926 y murió en Sevilla (España) el 31 de octubre de 1998; —un milagro atribuido a la intercesión del venerable siervo de Dios GIACOMO ABBOND O, sacerdote diocesano; nació en Salomino (Italia) el 27 de agosto de 1720 y murió en Tronzano (Italia) el 9 de febrero de 1788; —el martirio de los siervos de Dios MARIO BORZAGA, sacerdote profeso de la congregación de los Misioneros Oblatos de la Bienaventurada Virgen María Inmaculada, y PABLO THOJ XYO OJ, laico catequista, asesinados por odio a la fe en Laos en el mes de abril de 1960;
—las virtudes heroicas del siervo de Dios JACINTO VERA, obispo de Montevideo; nació a orillas del Oceáno Atlántico el 3 de julio de 1813 y murió en Pan de Azúcar (Uruguay) el 6 de mayo de 1881; —las virtudes heroicas del siervo de Dios ANTONIO ANTIĆ, sacerdote profeso de la Orden de los Frailes Menores; nació en Prvić-Šepurine (Croacia) el 16 de abril de 1893 y murió en Zagreb (Croacia) el 4 de marzo de 1965; —las virtudes heroicas de la sierva de Dios GIULIA COLBERT IN FALLETTI DI BAROLO, laica, viuda y fundadora de la congregación de las Hijas de Jesús Buen Pastor; nació en Maulévrier (Francia) el 26 de junio de 1786 y murió en Turín (Italia) el 19 de enero de 1864; —las virtudes heroicas de la sierva de Dios BRIGIDA MARIA POSTORINO, fundadora del instituto de las Hijas de María Inmaculada; nació en Catona de Reggio Calabria (Italia) el 19 de noviembre de 1865 y murió en Frascati (Italia) el 30 de marzo de 1960; —las virtudes heroicas de la sierva de Dios Rafaela María de Jesús Hostia (en el siglo: Rafaela MartínezCañavate Ballesteros), monja profesa de la Orden de las Capuchinas de Santa Clara; nació en Maracena (España) el 31 de marzo de 1915 y murió en Chauchina (España) el 29 de mayo de 1991; —las virtudes heroicas del siervo de Dios SERGIO BERNARDINI, laico y padre de familia; nació en Sassoguidano (Italia) el 20 de mayo de 1882 y murió en Verica (Italia) el 12 de octubre de 1966; —las virtudes heroicas de la sierva de Dios D OMENICA BED ONNI IN BERNARDINI, laica, viuda y madre de familia; nació en Verica (Italia) el 12 de abril de 1889 y murió en Módena (Italia) el 27 de febrero de 1971.
caristía el alma de su acción apostólica. Dice un testigo: «Lo vi muchas veces y muchas horas delante del sagrario…» (Informatio, p. 123). Este amor eucarístico lo transmitía a los fieles, invitados a hacer frecuentes visitas al sagrario. Quería que el Señor no permaneciese nunca solo. Durante su estancia en Madrid, los que iban a visitarlo estaban seguros de encontrarlo en la iglesia, de encontrarlo «allí». La misma pasión eucarística demostró como obispo de Palencia. Su conversación eucarística la revertía en las palabras, en las fundaciones, en los escritos. Era un verdadero apóstol de la Eucaristía. Era el sacerdote y el obispo de los sagrarios abandonados. La entrega total a la Eucaristía era una exigencia para encontrar a los hermanos con espíritu de donación, viendo en los rostros de los marginados y abandonados el rostro escondido de Cristo eucarístico. Un aspecto inseparable de una auténtica espiritualidad eucarística es la devoción mariana. Se trata de una relación profunda, porque María está siempre presente en la comunidad que celebra la Eucaristía. De esta ejemplar espiritualidad eucarísticomariana podemos extraer tres actitudes, tal como propuso san Juan Pablo II en la encíclica Ecclesia de Eucharistia. La Eucaristía es ante todo una invitación a la obediencia a Jesús en la fe (n. 54). En su vida el beato Manuel González García recibió de la Eucaristía esa obediencia que lo hizo heroico en la fe. Una segunda actitud eucarística es la del sacrificio. La heroica espiritualidad eucarística hizo a nuestro beato fuerte en las contrariedades y en las adversidades, logrando superar todo con una convencida comunión con el sacrificio de Cristo. Una tercera actitud es la de la espiritualidad del Magníficat. Como María, también el beato Manuel cantó en el Magníficat las maravillas del Señor. Para el beato Manuel la mejor motivación para comunicar el Evangelio es contemplar a Jesús con amor, estar delante de Él presente en el sagrario y leer en su corazón. Para nosotros es urgente recuperar esta actitud contemplativa que permite donar con generosidad las riquezas del Corazón Sacratísimo de Jesús. Y el beato Manuel González García era una persona convencida, entusiasta, segura, enamorada de Jesús Sacramentado y, por supuesto, era convincente y eficaz. Es esta la herencia que deja a todos nosotros. Admirémoslo e imitémoslo.
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«Los esposos cristianos participan como esposos en la misión de la Iglesia. ¡Se necesita valor para esto!». Lo destacó el Papa en la audiencia general del miércoles 6 de mayo, en la plaza de San Pedro, continuando con las reflexiones dedicadas a la familia. Queridos hermanos ¡buenos días!
y
hermanas,
En nuestro camino de catequesis sobre la familia hoy tratamos directamente la belleza del matrimonio cristiano. Esto no es sencillamente una ceremonia que se hace en la Iglesia, con las flores, el vestido, las fotos... El matrimonio cristiano es un sacramento que tiene lugar en la Iglesia, y que también hace la Iglesia, dando inicio a una nueva comunidad familiar. Es lo que el apóstol Pablo resume en su célebre expresión: «Es este un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia» (Ef 5, 32). Inspirado por el Espíritu Santo, Pablo afirma que el amor entre los cónyuges es imagen del amor entre Cristo y la Iglesia. Una dignidad impensable. Pero en realidad está inscrita en el designio creador de Dios, y con la gracia de Cristo innumerables parejas cristianas, incluso con sus límites, sus pecados, la hicieron realidad. San Pablo, al hablar de la vida nueva en Cristo, dice que los cristianos —todos— están llamados a amarse como Cristo los amó, es decir «sumisos unos a otros» (Ef 5, 21), que significa los unos al servicio de los otros. Y aquí introduce la analogía entre la pareja marido-mujer y Cristo-Iglesia. Está claro que se trata
El Papa define el matrimonio cristiano como un gran acto de fe y de amor
Ellos son los valientes de una analogía imperfecta, pero tenemos que captar el sentido espiritual que es altísimo y revolucionario, y al mismo tiempo sencillo, al alcance de cada hombre y mujer que confían en la gracia de Dios. El marido —dice Pablo— debe amar a la mujer «como cuerpo suyo» (Ef 5, 28); amarla como Cristo «amó a su Iglesia y se entregó a sí mismo por ella» (cf. v. 25-26). Vosotros maridos que estáis aquí presentes, ¿entendéis esto? ¿Amáis a vuestra esposa como Cristo ama a la Iglesia? Esto no es broma, son cosas serias. El efecto de este radicalismo de la entrega que se le pide al hombre, por el amor y la dignidad de la mujer, siguiendo el ejemplo de Cristo, tuvo que haber sido enorme en la comunidad cristiana misma. Esta semilla de la novedad evangélica, que restablece la originaria reciprocidad de la entrega y del respeto, fue madurando lentamente en la historia, y al final predominó.
En Santa Marta encuentro con jóvenes discapacitados
Magnífica ocasión «¿Estás contento de que hayamos venido? Y ahora continúa así, “¡espléndidamente!”»: con toda su espontaneidad Gianfranco e Iván, dos jóvenes con dificultades psíquicas, abrazaron al Papa Francisco, agradeciéndole el encuentro del miércoles por la mañana, a las 9, en la Casa Santa Marta, antes de la audiencia, con una representación de discapacitados asistidos en Villa Bianca y en Casa Melissa de Mesagne, en las inmediaciones de Brindisi. Y el Papa respondió pidiendo ante todo que recen por su misión al servicio de la gente y de la Iglesia. Los sacerdotes, añadió, necesitan de la oración de los fieles, de su apoyo. E invitó luego «a rezar juntos a la Virgen», antes de impartir la bendición. El Papa Francisco saludó también uno por uno a los enfermos y a sus asistentes —treinta personas en total—, comenzando por las religiosas Hijas de San Camilo, encabezadas por la superiora local hermana Margherita, y por el presidente de la cooperativa «Agentes sanitarios asociados», Giuseppe Milanese. Todas las personas con discapacidad —había niños, jóvenes y ancianos— en-
tregaron al Papa Francisco «cartas y dibujos preparados con mucha emoción y alegría» explica Milanese. Por último, Samantha Carrozzo, una agente sanitaria, dirigió al Papa el saludo «oficial», asegurándole el compromiso de llevar adelante la misión de servicio a las personas construyendo, día a día, una comunidad de amor.
El sacramento del matrimonio es un gran acto de fe y de amor: testimonia la valentía de creer en la belleza del acto creador de Dios y de vivir ese amor que impulsa a ir cada vez más allá, más allá de sí mismo y también más allá de la familia misma. La vocación cristiana a amar sin reservas y sin medida es lo que, con la gracia de Cristo, está en la base también del libre consentimiento que constituye el matrimonio. La Iglesia misma está plenamente implicada en la historia de cada matrimonio cristiano: se edifica con sus logros y sufre con sus fracasos. Pero tenemos que preguntarnos con seriedad: ¿aceptamos hasta las últimas consecuencias, nosotros mismos, como creyentes y como pastores también este vínculo indisoluble de la historia de Cristo y de la Iglesia con la historia del matrimonio y de la familia humana? ¿Estamos dispuestos a asumir seriamente esta responsabilidad, es decir, que cada matrimonio va por el camino del amor que Cristo tiene con la Iglesia? ¡Esto es muy grande! En esta profundidad del misterio creatural, reconocido y restablecido en su pureza, se abre un segundo gran horizonte que caracteriza el sacramento del matrimonio. La decisión de «casarse en el Señor» contiene también una dimensión misionera, que significa tener en el corazón la disponibilidad a ser intermediario de la bendición de Dios y de la gracia del Señor para todos. En efecto, los esposos cristianos participan como esposos en la misión de la Iglesia. ¡Se necesita valentía para esto! Por ello cuando saludo a los recién casados, digo: «¡Aquí están los valientes!», porque se necesita valor para amarse como Cristo ama a la Iglesia. La celebración del sacramento no puede dejar fuera esta corresponsabilidad de la vida familiar respecto a la gran misión de amor de la Iglesia. Y así la vida de la Iglesia se enriquece con la belleza de esta alianza esponsal, así como se empobrece cada vez que la misma se ve desfigurada. La Iglesia, para ofrecer a todos los dones de la fe, del amor y la esperanza, necesita también de la valiente fidelidad de los esposos a la gracia de su sacramento. El pueblo de Dios necesita de su camino diario en la fe, en el amor y en la esperanza, con todas las alegrías y las fatigas que este camino comporta en un matrimonio y en una familia.
La ruta está de este modo marcada para siempre, es la ruta del amor: se ama como ama Dios, para siempre. Cristo no cesa de cuidar a la Iglesia: la ama siempre, la cuida siempre, como a sí mismo. Cristo no cesa de quitar del rostro humano las manchas y las arrugas de todo tipo.
Es conmovedora y muy bella esta irradiación de la fuerza y de la ternura de Dios que se transmite de pareja a pareja, de familia a familia. Tiene razón san Pablo: esto es precisamente un «gran misterio». Hombres y mujeres, lo suficientemente valientes para llevar este tesoro en «vasijas de barro» de nuestra humanidad, son —estos hombres y estas mujeres tan valientes— un recurso esencial para la Iglesia, también para todo el mundo. Que Dios los bendiga mil veces por esto.
Los tuits en @Pontifex_es 30 ABR [12.30 PM] Frente a tantos problemas, algunos de ellos graves, no perdamos la esperanza en la misericordia infinita de Dios 2 MAY [11.45 AM] El amor de Cristo llena nuestros corazones y nos hace capaces de perdonar siempre 5 MAY [11.09 AM] Nos viene bien estar un rato ante el Sagrario, para sentir sobre nosotros la mirada de Jesús