Osservatore Romano. Edición en español del 19-6-15

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L’OSSERVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL

EN LENGUA ESPAÑOLA

Unicuique suum Año XLVII, número 25 (2.420)

Non praevalebunt

Ciudad del Vaticano

19 de junio de 2015

Publicación de la encíclica del Papa Francisco sobre el cuidado de la casa común

Laudato si’ En diálogo con todos GIOVANNI MARIA VIAN Inmediatamente se advertía que el pontificado de Bergoglio habría acentuado con fuerza la preocupación por el medio ambiente, expresada en el último medio siglo de la sede romana. Desde que el Papa explicó, al mantener el primer encuentro con los periodistas, la elección del nombre que hacía poco había asumido: refiriéndose al amor por los pobres y las creaturas a las cuales el santo de Asís dedicó el maravilloso cántico y del cual ahora toma el nombre la segunda encíclica del Pontífice. Laudato si’ es un documento largo, con rasgo poético, y conmovedor, que muestra con claridad la novedad radical del Papa Francisco —que va a las raíces, es decir a lo esencial de la fe—, en evidente continuidad con la tradición cristiana y con sus predecesores. No son pocas, en efecto, las novedades en el texto, muy esperado, en algunos ambientes criticado y rechazado ideológicamente incluso a priori, hasta el tentativo de causar problemas en su presentación con la sombra de juegos, cierto no desinteresados ni inocentes, que no se preocuparon del fair play periodístico. Ahora la encíclica es pública, y quien quiera leerla y debatir honestamente no puede dejar de percibir las novedades en ella: desde los destinatarios —por primera vez «cada persona que habita este planeta»— y la intención. Como, en efecto, el otro gran documento personal de Bergoglio, la Evangelii gaudium, quiso «movilizar un proceso de reforma misionera aún por realizar», así este se propone «entrar en diálogo con todos acerca de nuestra casa común». Fruto de experiencias e investigaciones de gran amplitud, la encíclica tiene el mérito de vincular la reflexión cristiana sobre el medio ambiente del último medio siglo con el debate cultural y científico, vivaz y marcado por extremismos de línea opuesta, en un contexto donde son cada vez más preocupantes la debilidad y la inercia de la política. Pero no renuncia a radicar la actual sensibilidad ecológica en la tradición, desde las Escrituras a Tomás y BueSIGUE EN LA PÁGINA 8

Discurso a la

FAO

Alimento, agua y tierra para el hombre Es necesario volver a poner «en el corazón de las relaciones internacionales la solidaridad, trasponiéndola del vocabulario a las opciones de la política: la política del otro». Es la recomendación del Papa Francisco a los participantes en la 39ª sesión de la conferencia de la FAO, a quienes recibió en audiencia el jueves 11 de junio, por la mañana, en la sala Clementina.

«Ecología integral» y «conversión ecológica global»: sobre estas dos palabras clave gira la reflexión de la Laudato si’ del Papa Francisco, segunda encíclica del pontificado después de Lumen fidei publicada en 2013. El texto «sobre el cuidado de la casa común», que publicamos completo en nuestra página web, fue presentado el jueves 18 de junio, por la mañana, en el Vaticano. E inmediatamente el patriarca ecuménico Bartolomé —a cuya sensibilidad ecológica hace explícita referencia el documento— dio las gracias al Pontífice por la insistencia sobre la necesidad de reconciliarse con la creación indicando en la cuestión ambiental un terreno de compromiso común. Señalando que la encíclica se dirige «a cada persona que habita este planeta» y se orienta a «unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral», el Pontífice propone una visión de conjunto de la cuestión ecológica, a partir de la persuasión de que «el ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos». El análisis de la encíclica parte de la denuncia de los males ecológicos del planeta para sostener la necesidad de «cambiar el modelo de desarrollo global». De aquí el llamamiento a «cambiar desde adentro» —escribe—, asegurando que existe «otro modo de progreso y desarrollo». PÁGINAS 8

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En el Ángelus del domingo 14

Llamados a cuidar la creación

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Audiencia a la

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ROACO

Cuánto pesan el petróleo y las armas

A los scouts italianos

Integrados y no decorativos PÁGINA 14

DISCURSO

DEL

PAPA

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viernes 19 de junio de 2015, número 25

El Pontífice vuelve a denunciar la dramática situación de los cristianos en Oriente Medio

Cuánto pesan el petróleo y las armas Un esfuerzo en Oriente Medio «para eliminar los que se presentan como acuerdos tácitos por los cuales la vida de miles y miles de familias —mujeres, hombres, niños y ancianos— en la balanza de los intereses parece pesar menos que el petróleo y las armas»:

es cuanto deseó el Papa Francisco dirigiéndose a los participantes en la 88ª Reunión de las obras para la ayuda a las Iglesias orientales, a quienes recibió en audiencia el lunes 15 de junio por la mañana en la sala Clementina.

Queridos amigos:

sentáis, coordinadas por la Congregación para las Iglesias orientales. Os doy la bienvenida a vosotros, En el reciente viaje de una delegaque prestáis vuestra colaboración al camino de las Iglesias orientales ca- ción vuestra a Irak, encontrasteis tólicas. Saludo al cardenal Sandri y rostros concretos, en particular a los le agradezco su introducción. El año desplazados de la llanura de Nínive, pasado nos habíamos reencontrado pero también a pequeños grupos pocos días después de mi peregrina- provenientes de Siria. Les llevasteis ción a Tierra Santa y de la sucesiva la mirada y la bendición del Señor. oración por la paz. Todos habríamos Pero, al mismo tiempo, sentíais que deseado que la semilla de la reconci- en esos ojos que pedían ayuda y suliación hubiera producido más fru- plicaban la paz y el regreso a las tos. Otros eventos, que han conmo- propias casas era precisamente Jesús vido ulteriormente a Oriente Medio, mismo quien os miraba, pidiendo marcado desde hace años por conflictos, nos hacen Sentíais que en esos ojos que pedían sentir el frío del invierno y el hielo en el corazón ayuda y suplicaban la paz y el regreso de los hombres que parea sus casas era precisamente Jesús ce no tener fin. La tierra de esas regiones está surmismo quien os miraba, pidiendo esa cada por los pasos de caridad que nos hace cristianos cuantos buscan refugio y regada por la sangre de tantos hombres y mujeres, entre los esa caridad que nos hace ser cristiacuales numerosos cristianos perse- nos. Toda obra de ayuda, para no guidos a causa de su fe. caer en el eficientismo o en un asisEs la experiencia cotidiana de los tencialismo que no promueve a las hijos e hijas de las Iglesias de Orien- personas y los pueblos, debe renacer te y de sus pastores, que comparten siempre de esta bendición del Señor los sufrimientos con muchas otras que nos llega cuando tenemos la vapersonas; y vosotros, también en es- lentía de mirar la realidad y a los ta sesión, lleváis adelante la obra de hermanos que tenemos delante, coescucha y servicio que caracteriza al mo escribí en la bula de convocaestatuto de las agencias que repre- ción del Jubileo extraordinario de la

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GIOVANNI MARIA VIAN director

Giuseppe Fiorentino subdirector

misericordia: «Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad, y sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio. Nuestras manos estrechen sus manos, y acerquémoslos a nosotros para que sientan el ca-

lor de nuestra presencia, de nuestra amistad y de la fraternidad. Que su grito se vuelva el nuestro y juntos podamos romper la barrera de la indiferencia que suele reinar campante para esconder la hipocresía y el egoísmo» (n. 15). Con el drama de estos meses, parece que el mundo ha tenido una sacudida de conciencia y ha abierto los ojos, dándose cuenta de la presencia milenaria de los cristianos en Oriente Medio. Se han multiplicado las iniciativas de sensibilización y ayuda para ellos y para todos los demás inocentes afectados injustamen-

TIPO GRAFIA VATICANA EDITRICE L’OSSERVATORE ROMANO don Sergio Pellini S.D.B. director general

Marta Lago

Servicio fotográfico photo@ossrom.va

redactor jefe de la edición

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te por la violencia. Sin embargo, habría que realizar un esfuerzo ulterior para eliminar los que se presentan como acuerdos tácitos por los cuales la vida de miles y miles de familias —mujeres, hombres, niños y ancianos— en la balanza de los intereses parece pesar menos que el petróleo y las armas, y, mientras se proclama la paz y la justicia, se tolera que los traficantes de muerte actúen en esas tierras. Por tanto, mientras proseguís el servicio de la caridad cristiana, os animo a denunciar lo que ultraja la dignidad del hombre. Además de Tierra Santa y Oriente Próximo, en estos días dedicaréis particular atención a Etiopía, Eritrea y Armenia. Las primeras dos constituyen canónicamente desde este año dos realidades, en cuanto metropolitanas sui iuris, pero permanecen profundamente unidas por la común tradición alejandrino-ge’ez. Podéis ayudar a estas antiquísimas comunidades cristianas a sentirse partícipes de la misión evangelizadora y a ofrecer, sobre todo a los jóvenes, un horizonte de esperanza y crecimiento. Sin esto, no podrá detenerse el flujo migratorio por el cual tantos hijos e hijas de esa región se ponen en camino para llegar a las costas del Mediterráneo, a riesgo de perder la vida. Armenia, cuna de la primera nación que recibió el bautismo, custodia también ella una gran historia rica de cultura, fe y martirio. El apoyo a la Iglesia en esa tierra contribuye al camino hacia la unidad visible de todos los creyentes en Cristo. Que «las nuevas generaciones puedan abrirse a un futuro mejor y el sacrificio de muchos convertirse en semilla de justicia y de paz» (Mensaje a los armenios, 12 de abril de 2015). Quiero concluir con las palabras de san Efrén, invocando sobre las Iglesias orientales católicas y sobre cada uno de vosotros aquí presentes la bendición del Señor por intercesión de la Toda Santa Madre de Dios: «Acepta, Rey nuestro, nuestra ofrenda, y danos a cambio de ella la salvación. Pacifica las tierras devastadas, reconstruye las Iglesias quemadas, para que, cuando haya llegado la paz grande, te podamos tejer una gran corona, de todas partes viniendo guirnaldas y flores para coronar al Señor de la paz» (San Efrén, Himno de la Resurrección). Gracias a todos vosotros por vuestro trabajo, y por favor no os olvidéis de rezar por mí.

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número 25, viernes 19 de junio de 2015

A la

FAO

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el Papa pide poner la solidaridad en el centro de las relaciones internacionales

Alimento, agua y tierra para todos Y recuerda que la sobriedad no se opone al desarrollo Es necesario reponer «en el corazón de las relaciones internacionales la solidaridad, trasponiéndola del vocabulario a las opciones de la política: la política del otro». Es la recomendación dirigida por el Papa Francisco a los participantes en la 39ª sesión de la conferencia de la FAO, a quienes recibió en audiencia el jueves 11 de junio, en la sala Clementina. Publicamos el discurso que el Papa pronunció en español. Señor presidente, señores ministros, señor director general, distinguidos representantes permanentes, señoras y señores, ¡buenos días! 1. Me alegra acogerlos mientras participan en la 39ª Conferencia de la FAO, continuando así una larga tradición. Dirijo un cordial saludo a usted, señor Presidente, La Mamea Ropati, a los representantes de las diferentes Naciones y Organizacio-

nes que están presentes y al Director General, el profesor José Graziano da Silva. Todavía tengo vivo el recuerdo de la participación en la Segunda Conferencia Internacional sobre Nutrición (el 20 noviembre 2014), que ha emplazado a los Estados a encontrar soluciones y recursos. Espero que aquella decisión no se quede sólo en el papel o en las intenciones que guiaron las negociaciones, sino que prevalezca decididamente la responsabilidad de responder concretamente a los hambrientos y a todos los que esperan del desarrollo agrícola una respuesta a su situación. Ante la miseria de muchos de nuestros hermanos y hermanas, a veces pienso que el tema del hambre y del desarrollo agrícola se ha convertido hoy en uno de los tantos problemas en este tiempo de crisis. Y, sin embargo, vemos crecer por doquier el número de personas con dificultades para acceder a comidas regulares y saludables. Pero, en vez de actuar, preferimos delegar, y delegar a todos los niveles. Y pensamos que alguien habrá que se ocupe, tal vez otro país, o aquel gobierno, aquella Organización internacional. Nuestra tendencia a «desertar» ante cuestiones difíciles es humana, aunque luego no faltemos a una reunión, a una conferencia, a la redacción de un documento. Por el contrario, debemos responder al imperativo de que el acceso al alimento necesario es un derecho para todos. Los derechos no permiten exclusiones. No basta señalar el punto de la situación de la nutrición en el mundo,

aunque es necesario actualizar los datos, porque nos muestran la dura realidad. Ciertamente, puede consolarnos el saber que aquellos mil doscientos millones de hambrientos en 1992 se han reducido, aun cuando crece la población mundial. No obstante, de poco sirve tener en cuenta los números o incluso proyectar una serie de compromisos concretos y de recomendaciones que han de aplicar las políticas y las inversiones, si descuidamos la obligación de «erradicar el hambre y prevenir todas las formas de malnutrición en todo el mundo» (FAO-OMS, Declaración de Roma sobre la Nutrición, noviembre 2014, 15a). 2. Preocupan mucho las estadísticas sobre los residuos: en esta partida se incluye un tercio de los alimentos producidos. E inquieta saber que una buena cantidad de los productos agrícolas se utiliza para otros fi-

nes, tal vez fines buenos, pero que no son la necesidad inmediata de quien pasa hambre. Preguntémonos entonces, ¿qué podemos hacer? Más aún, ¿qué es lo que ya yo estoy haciendo? Reducir los residuos es esencial, así como reflexionar sobre el uso no alimentario de los productos agrícolas, que se utilizan en grandes cantidades para la alimentación animal o para producir biocombustibles. Ciertamente, hay que garantizar condiciones ambientales cada vez más sa-

nas, pero ¿podemos seguir haciéndolo excluyendo a alguien? Se ha de sensibilizar a todos los países sobre el tipo de nutrición adoptada, y esto varía dependiendo de las latitudes. En el Sur del mundo se ha de poner la atención en la cantidad de alimentos suficiente para garantizar una población en crecimiento, en el Norte, el punto central es la calidad de la nutrición y de los alimentos. Pero, tanto en la calidad como en la cantidad, pesa la situación de inseguridad determinada por el clima, por el aumento de la demanda y la incertidumbre de los precios. Intentemos, por tanto, asumir con mayor decisión el compromiso de modificar los estilos de vida, y tal vez necesitemos menos recursos. La sobriedad no se opone al desarrollo, más aún, ahora se ve claro que se ha convertido en una condición para el mismo. Para la FAO, esto también significa proseguir en la descentralización, para estar en medio del mundo rural y entender las necesidades de la gente que la Organización está llamada a servir. Preguntémonos además: ¿Cuánto incide el mercado con sus reglas sobre el hambre en el mundo? De los estudios que ustedes realizan, resulta que desde 2008 el precio de los alimentos ha cambiado su tendencia: duplicado, después estabilizado, pero siempre con valores altos respecto al período precedente. Precios tan volátiles impiden a los más pobres hacer planes o contar con una nutrición mínima. Las causas son muchas. Nos preocupa justamente el cambio climático, pero no podemos olvidar la especulación financiera: un ejemplo son los precios del trigo, el arroz, el maíz, la soja, que oscilan en las bolsas, a veces vinculados a fondos de renta y, por tanto, cuanto mayor sea su precio más gana el

Intervención de la Santa Sede en la conferencia de la

FAO

Por un desarrollo que respete la persona El desarrollo sostenible no es sólo una estrategia económica, sino un ideal que debe responder a una efectiva justicia distributiva y no únicamente legal. Ha sido este el punto central de la intervención de monseñor Fernando Chica Arellano, observador permanente de la Santa Sede ante la FAO y jefe de la delegación en la 39ª sesión de la conferencia de la organización que tuvo lugar en Roma a inicios de junio. «Procurar que la Organización sea siempre más ágil para afrontar la realidad del desarrollo agrícola y de los retos que la alimentación presenta a las personas, países y gobiernos es una tarea relevante y necesaria», dijo Chica Arellano. «De hecho, no se trata únicamente de considerar los resultados hasta ahora alcanzados, sino, sobre todo, de definir los criterios para acometer las nuevas necesidades». La idea de la justicia distributiva está en la base de la función originaria de la FAO. Por ello el desarrollo siempre se debe entender como un desarrollo global, «y esto puede hacerse únicamente poniendo en el centro las exigencias de la persona, de todas las personas y de toda la persona», destacó Chica Arellano. «Cuando esto no se ha tenido en cuenta, las repercusiones negativas han resultado evidentes».

fondo. También aquí, tratemos de seguir otro camino, convenciéndonos de que los productos de la tierra tienen un valor que podemos decir «sacro», ya que son el fruto del trabajo cotidiano de personas, familias, comunidades de agricultores. Un trabajo a menudo dominado por incertidumbres, preocupaciones por las condiciones climáticas, ansiedades por la posible destrucción de la cosecha. En la finalidad de la FAO, el desarrollo agrícola incluye el trabajo de la tierra, la pesca, la ganadería, los bosques. Es preciso que este desarrollo esté en el centro de la actividad económica, distinguiendo bien las diferentes necesidades de los agricultores, ganaderos, pescadores y quienes trabajan en los bosques. El primado del desarrollo agrícola: he aquí el segundo objetivo. Para los objetivos de la FAO, esto significa apoyar una resilience efectiva, reforzando de modo específico la capacidad de las poblaciones para hacer frente a las crisis —naturales o provocadas por la acción humana— y prestando atención a las diferentes exigencias. Así será posible perseguir un nivel de vida digno. 3. En este compromiso quedan otros puntos críticos. En primer lugar, parece difícil aceptar una resignación genérica, el desinterés y hasta la ausencia de muchos, incluso los Estados. A veces se tiene la sensación de que el hambre es un tema impopular, un problema insoluble, que no encuentra soluciones dentro de un mandato legislativo o presidencial y, por tanto, no garantiza consensos. Las razones que llevan a limitar aportes de ideas, tecnología, expertise y financiación residen en la falta de voluntad para asumir compromisos vinculantes, ya que nos escudamos tras la cuestión de la crisis económica mundial y la idea de que en todos los países hay hambre: «Si hay hambrientos en mi territorio, ¿cómo puedo pensar en destinar fondos para la cooperación internacional?». Pero así se olvida que, si en un país la pobreza es un problema social al que pueden darse soluciones, en otros contextos es un problema estructural y no bastan sólo las políticas sociales para afrontarla. Esta actitud puede cambiar si reponemos en el corazón de las relaciones internacionales la solidaridad, SIGUE EN LA PÁGINA 4


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Alimento, agua y tierra para todos VIENE DE LA PÁGINA 3

trasponiéndola del vocabulario a las opciones de la política: la política del otro. Si todos los Estados miembros trabajan por el otro, los consensos para la acción de la FAO no tardarán en llegar y, más aún, se redescubrirá su función originaria, ese «fiat panis» que figura en su emblema. Pienso también en la educación de las personas para una correcta dieta alimenticia. En mis encuentros cotidianos con Obispos de tantas partes del mundo, con personajes políticos, responsables económicos, académicos, percibo cada vez más que hoy también la educación nutricional tiene diferentes variantes. Sabemos que en Occidente el problema es el alto consumo y los residuos. En el Sur, sin embargo, para asegurar el alimento, es necesario fomentar la producción local que, en muchos países con «hambre crónica», es sustituida por remesas provenientes del exterior y tal vez inicialmente a través de

mente aumentarán. No basta afirmar que hay un derecho al agua sin esforzarse por lograr un consumo sostenible de este bien y eliminar cualquier derroche. El agua sigue siendo un símbolo que los ritos de muchas religiones y culturas utilizan para indicar pertenencia, purificación y conversión interior. A partir de este valor simbólico, la FAO puede contribuir a revisar los modelos de comportamiento para asegurar, ahora y en el futuro, que todos puedan tener acceso al agua indispensable para sus necesidades y para las activida-

ayudas. Pero las ayudas de emergencia no bastan, y no siempre llegan a las manos adecuadas. Así se crea dependencia de los grandes productores y, si el país carece de los medios económicos necesarios, entonces la población termina por no alimentarse y el hambre crece. El cambio climático nos hace pensar también en el desplazamiento forzado de poblaciones y en tantas tragedias humanitarias por falta de recursos, a partir del agua, que ya es objeto de conflictos, que previsible-

Entre la Santa Sede y Estados Unidos

Acuerdo para la observancia internacional de obligaciones fiscales El 10 de junio de 2015, a las 10, en la Secretaría de Estado, se firmó el Acuerdo entre la Santa Sede, también en nombre y por cuenta del Estado de la Ciudad del Vaticano, y Estados Unidos de América, para favorecer la observancia a nivel internacional de las obligaciones fiscales y aplicarse la «Foreign Account Tax Compliance Act» (FATCA). Han firmado: por la Santa Sede, monseñor Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados, y por Estados Unidos, el señor Kenneth F. Hackett, embajador extraordinario y plenipotenciario de Estados Unidos ante la Santa Sede. Han asistido al solemne acto: por parte de la Santa Sede: monseñor Peter Wells, asesor para los Asuntos generales, y monseñor Antoine Camilleri, subsecretario para las Relaciones con los Estados, entre otros; por parte de Estados Unidos: la señora Victoria Alvarado y el señor Peter Martin, respectivamente consejera y primer secretario en la embajada, entre otros. El Acuerdo intergubernamental entre la Santa Sede y Estados Unidos regula el intercambio automático de informaciones fiscales entre las autoridades competentes de ambas partes, con el fin de prevenir y combatir la evasión fiscal. Este Acuerdo se introduce en el itinerario de adopción, por parte de la Santa Sede, de las últimas normas en materia de transparencia financiera, iniciado ya en 2010. El acuerdo, que consiste de un preámbulo, 12 artículos y 2 anexos, entra en vigor el mismo día de la firma.

Comunicado conjunto Hoy, 10 de junio de 2015, monseñor Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede, y el embajador estadounidense ante la Santa Sede Kenneth F. Hackett han firmado un histórico acuerdo entre la Santa Sede (también en nombre y por cuenta del Estado de la Ciudad del Vaticano) y Estados Unidos de América para mejorar el cumplimiento de las normas tributarias internacionales y el intercambio de información fiscal en implementación de la «Foreign Account Tax Compliance Act statunitense» (FATCA). Este acuerdo —que es el primer acuerdo intergubernamental formal entre la Santa Sede y Estados Unidos— subraya el compromiso de ambas partes para promover y garantizar el comportamiento ético en ámbito financiero y económico. En particular, el acuerdo servirá para prevenir la evasión fiscal y facilitar el cumplimiento de las obligaciones tributarias por parte de los ciudadanos estadounidenses que realizan

actividades financieras en el Estado de la Ciudad del Vaticano. Asegurar el pago de los impuestos y evitar la evasión fiscal tienen una importancia económica fundamental para todas las comunidades, ya que unos ingresos fiscales y una inversión pública adecuadas son indispensables para que los gobiernos se conviertan en instrumentos de desarrollo y solidaridad, fomenten el crecimiento del empleo, apoyen las actividades comerciales y caritativas y proporcionen sistemas de seguridad social y asistencia destinados a proteger a los miembros más vulnerables de la sociedad. En un contexto de globalización económica es esencial reforzar el intercambio de información con el fin de prevenir la evasión de impuestos. El presente acuerdo se basa, por lo tanto, en las últimas normas mundiales para reducir la evasión fiscal «offshore» a través del intercambio automático de informaciones fiscales.

des agrícolas. Viene a la mente aquel pasaje de la Escritura que invita a no abandonar la «fuente de agua viva para cavarse cisternas, cisternas agrietadas que no retienen agua» (Jr 2,13): una advertencia para decir que las soluciones técnicas son inútiles si olvidan la centralidad de la persona humana, que es la medida de todo derecho. Además del agua, también el uso de los terrenos sigue siendo un problema serio. Preocupa cada vez más el acaparamiento de las tierras de cultivo por parte de empresas transnacionales y Estados, que no sólo priva a los agricultores de un bien esencial, sino que afecta directamente a la soberanía de los países. Ya son muchas las regiones en las que los alimentos producidos van a países extranjeros y la población local se empobrece por partida doble, porque no tiene ni alimentos ni tierra. Y ¿qué decir de las mujeres que en muchas zonas no pueden poseer la tierra que trabajan, con una desigualdad de derechos que impide la serenidad de la vida familiar, porque se corre el peligro de perder el campo de un momento a otro? Sin embargo, sabemos que la producción mundial de alimentos es en su mayor parte obra de haciendas familiares. Por eso es importante que la FAO refuerce la asociación y los proyectos en favor de las empresas familiares, y estimule a los Estados a regular equitativamente el uso y la propiedad de la tierra. Esto podrá contribuir a eliminar las desigualdades, ahora en el centro de la atención internacional. 4. La seguridad alimentaria ha de lograrse aunque los pueblos sean diferentes por localización geográfica, condiciones económicas o culturas alimenticias. Trabajemos para armonizar las diferencias y unir esfuerzos y, así, ya no leeremos que la seguridad alimentaria para el Norte significa eliminar grasas y favorecer el movimiento y que, para el Sur, consiste en obtener al menos una comida al día. Debemos partir de nuestra vida cotidiana si queremos cambiar los estilos de vida, conscientes de que nuestros pequeños gestos pueden asegurar la sostenibilidad y el futuro de la familia humana. Y sigamos luego la lucha contra el hambre sin segundas intenciones. Las proyecciones de la FAO dicen que para el año 2050, con nueve mil millones de personas en el planeta, la producción tiene que aumentar e incluso duplicarse. En lugar de dejarse impresionar ante los datos, modifiquemos nuestra relación de hoy con los recursos naturales, el uso del suelo; modifiquemos el consumo, sin caer en la esclavitud del consumismo; eliminemos el derroche y así venceremos el hambre. La Iglesia, con sus instituciones e iniciativas camina con ustedes, consciente de que los recursos del planeta son limitados y su uso sostenible es absolutamente urgente para el desarrollo agrícola y alimentario. Por eso se compromete a favorecer ese cambio de actitud necesario para el bien de las generaciones futuras. Que el Todopoderoso bendiga el trabajo de ustedes.


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Durante la misa con los sacerdotes el Pontífice habla de la ternura de Dios

El látigo en la sacristía Y recuerda a los mártires coptos decapitados en las costas de Libia Un millar entre sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos y laicas, participantes en el tercer retiro mundial sacerdotal organizado por el «International Catholic Renewal Services» y por la «Catholic Fraternity of Charismatic Covenant Communities and Fellowships», acogieron al Papa Francisco, el viernes 12 de junio, por la tarde, en la basílica de San Juan de Letrán. Después de la meditación espontánea en español y

tras responder a cinco preguntas, el Pontífice presidió la concelebración eucarística, juntamente con los cardenales Vallini y De Giorgi y algunos obispos, entre los cuales George Bakouni, José Luis Azcona y Alberto Taveira, además de los relatores del encuentro: Raniero Cantalamessa, Daniel Ange, Kevin Scallon, Jonas Abib, Joseph Malagreca, Livio Tacchini. Publicamos la homilía que el Papa pronunció en español.

En la primera lectura nos adentramos en la ternura de Dios, como que Dios le cuenta a su pueblo cómo lo quiere, cómo lo ama, cómo lo cuida. Y lo que Dios dice a su pueblo en esta lectura del profeta Oseas, capítulo 11, en adelante, versículo primero en adelante, lo dice a cada uno de nosotros, y nos hará

momentos donde tenemos inseguridad, Él nos dice: «pero si hice todo esto por vos, ¿cómo pensás que te voy a dejar solo, que te voy a abandonar?».

bien tomar este texto en un momento de soledad, ponernos en la presencia de Dios y escuchar cuando nos dice esto: «Cuando vos eras chico yo te amé, te amé desde niño, te salvé, te traje de Egipto, te salvé de la esclavitud, de la esclavitud del pecado, de la esclavitud de la autodestrucción, y de todas las esclavitudes que cada uno conoce, que tuvo o tiene dentro. Yo te salvé, yo te enseñé a caminar». Qué lindo escuchar Dios me enseña a caminar, el Omnipotente se abaja y me enseña a caminar. Recuerdo esa frase del Deuteronomio, cuando Moisés le dice a su pueblo, «escuchen ustedes que son tan duros de cabeza», cuándo vieron un Dios tan cercano a su pueblo como Dios está cercano a nosotros. Y la cercanía de Dios es esta ternura: me enseñó a caminar, sin Él yo no sabría caminar en el Espíritu. Y lo tomaba por los brazos pero «vos no reconociste que yo te cuidaba». Vos te creíste que te las arreglabas solo. Esta es la historia de la vida de cada uno de nosotros. «Y yo te atraía con lazos humanos, no con leyes punitivas, con lazos de amor, con ataduras de amor». El amor ata, pero ata en la libertad, ata en dejarte lugar para que respondas con amor. «Yo era para ti como los que alzan a una criatura a las mejillas y lo besaba, y me inclinaba y le daba de comer». Decíme, ¿ésta no es tu historia? Al menos es mi historia. Cada uno de nosotros puede leer aquí su propia historia. Decíme: «¿Cómo te voy a abandonar ahora, cómo te voy a entregar al enemigo?». En los momentos donde tenemos miedo, en los

ron degollar diciendo el nombre de Jesús, porque sabían que Dios, pese a que les cortaban la cabeza, no los abandonaba. «¿Cómo te voy a tratar como un enemigo? Mi corazón se subleva dentro de mí y se enciende toda mi ternura». Cuando la ternura de Dios se enciende, esa ternura cá-

lida —es el único capaz de calidez y de ternura— «no le voy a dar un día libre a la ira por los pecados que hiciste, por tus equivocaciones, por adorar ídolos, porque yo soy Dios, soy el Santo en medio de ti». Es una declaración de amor de Padre a sus hijos y a cada uno de nosotros. Cuántas veces pienso que le tenemos miedo a la ternura de Dios, y porque le tenemos miedo a la ternura de Dios, no dejamos que se experimente en nosotros y por eso tantas veces somos duros, severos, castigadores, somos pastores sin ternura. ¿Qué nos dice Jesús en el capítulo 15 de Lucas? De aquel pastor que notó que tenía solamente noventa y nueve ovejas y le faltaba una, que las dejó bien cuidaditas cerradas con llave y se fue a buscar a la otra, que estaba enredada ahí entre los espinos y no le pegó, no la retó, la tomó en sus brazos, en sus hombros y la trajo y la curó, si estaba herida. ¿Hacés lo mismo vos con tus feligreses, cuando notás que no hay uno en el rebaño o nos hemos acostumbrado a ser una Iglesia que tiene una sola oveja en el rebaño y dejamos que noventa y nueve se pierdan en el monte? ¿Tus entrañas de ternura se conmueven? ¿Sos pastor de ovejas o te has convertido en un peinador, en un peluquero de una sola oveja exquisita? Porque te buscás a vos mismo y te

En las costas de Libia, los 23 mártires coptos estaban seguros de que Dios no los abandonaba y se deja-

olvidaste de la ternura que te dio tu Padre, que te lo cuenta aquí, en el capítulo 11 de Oseas y te olvidaste de cómo se da ternura. El corazón de Cristo es la ternura de Dios. «¿Cómo voy a entregarte, cómo te voy a abandonar? Cuando estás solo, desorientado, perdido, vení a mí que yo te voy a salvar, yo te voy a consolar». Hoy les pido a ustedes en este retiro que sean pastores con ternura de Dios, que dejen el látigo colgado en la sacristía y sean pastores con ternura, incluso con los que le traen más problemas. Es una gracia, es una gracia divina. Nosotros no creemos en un Dios etéreo, creemos en un Dios que se hizo carne, que tiene un corazón, y ese corazón hoy nos habla así: «vengan a mí si están cansados, agobiados, yo los voy a aliviar, pero a los míos, a mis pequeños trátenlos con ternura, con la misma ternura con que los trato yo». Eso nos dice el corazón de Cristo hoy y es lo que en esta misa pido para ustedes y también para mí.

La meditación y el coloquio del Papa

Una misma Pascua La Iglesia católica está dispuesta a establecer una fecha común para la Pascua, de modo que católicos, ortodoxos y protestantes puedan celebrar la resurrección de Cristo el

mismo día. Lo confirmó el Papa Francisco, al recordar que ya desde los tiempos de Pablo VI se consideraba esta posibilidad para la determinación, por parte de las diversas

confesiones cristianas, del día en que se celebra la fiesta central del año litúrgico. La cuestión de la falta de un acuerdo acerca de una fecha común para la Pascua fue uno de los temas centrales del largo y articulado coloquio entre el Pontífice y los sacerdotes reunidos el viernes 12 de junio en la basílica de San Juan de Letrán con ocasión del retiro mundial. Para el Papa Francisco la actual situación constituye un escándalo: «¿Cuándo resucita tu Cristo? El mío resucita hoy, el tuyo la semana próxima», expresó con una broma, revelando la existencia de contactos con el patriarca de Constantinopla Bartolomé y el de Moscú Kiril para llegar a un acuerdo. El Papa habló de «escándalo» también más en general respecto a la división entre los cristianos. El ecumenismo, destacó, no es una taSIGUE EN LA PÁGINA 11


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viernes 19 de junio de 2015, número 25

En la apertura de la asamblea diocesana el Papa habla de la tarea educativa de los padres

Roma necesita renacer Más de veinte mil fieles —padres, hijos, jóvenes, niños, abuelos, catequistas, sacerdotes, religiosos y religiosas— de la diócesis de Roma se reunieron con el Papa Francisco en la plaza de San Pedro el domingo 14 de junio por la tarde. Un encuentro significativo para dar inicio a la asamblea diocesana, dedicada este año al tema: «Os transmitimos lo que hemos recibido». La cita inició con las palabras de saludo del cardenal Vallini, seguidas por la invocación al Espíritu Santo. Tras el discurso del Papa, tuvo lugar la oración de intercesión, a lo que siguió la bendición y el canto de la «Salve Regina», guiada por el coro de la diócesis de Roma. Entre los presentes, además de numerosos párrocos de la diócesis, el vicegerente, el arzobispo Iannone, con los obispos auxiliares Zuppi, Marciante, Schiavon, Leuzzi, Di Tora, Lojudice. Acogieron al Papa al llegar a la plaza el arzobispo Gänswein, prefecto de la Casa pontificia, y monseñor Sapienza, regente de la Prefectura de la Casa pontificia. La asamblea diocesana continuó el día lunes 15 en la basílica de San Juan de Letrán. ¡Buenas tardes! Las previsiones de ayer por la noche anunciaban lluvia para hoy, para esta tarde y esta noche: ¡lluvia! Sí es verdad, lluvia de familias en la plaza de San Pedro. ¡Gracias! Es hermoso encontraros al inicio de la Asamblea pastoral de nuestra diócesis de Roma. Os doy muchas gracias a vosotros padres, por haber aceptado la invitación de participar en tan gran número en este encuentro, que es importante para el camino de nuestra comunidad eclesial. Como sabéis, desde hace algunos años estamos reflexionando y nos interrogamos acerca de cómo transmitir la fe a las nuevas generaciones de la ciudad que, también tras algunos hechos conocidos por todos, necesita un auténtico renacimiento moral y espiritual. Y esta es una tarea muy grande. Nuestra ciudad tiene que renacer moral y espiritualmente, porque parece que todo sea lo mismo, que todo sea relativo; que el Evangelio es sí una hermosa historia de cosas bonitas, que es hermoso leerlo, pero queda ahí, una idea. ¡No llega al corazón! Nuestra ciudad necesita este renacimiento. Y este compromiso es muy importante cuando hablamos de educación de adolescentes y jóvenes, de la cual los primeros responsables sois vosotros padres. Nuestros jóvenes empiezan a escuchar esas ideas raras, esas colonizaciones ideológicas que envenenan el alma y la familia: se debe actuar contra eso. Me decía, hace dos semanas, una persona, un hombre muy católico, bueno, joven, que sus chicos iban a primer y segundo grado, y que por la noche, él y su esposa, muchas veces tenían que «re-catequizar» a los niños, a los chicos, por lo que les informan algunos profesores de la escuela o por lo que decían los libros que daban allí. Esas colonizaciones ideológicas, que hacen tanto mal y destruyen una sociedad, un país, una familia. Es por ello que necesitamos un auténtico renacimiento moral y espiritual. En octubre celebraremos un Sínodo sobre la familia, para ayudar a las familias a redescubrir la belleza de su vocación y a ser fieles. En la familia se viven las palabras de Jesús: «No hay amor más grande que este: dar la vida por los amigos» (cf. Jn 15, 13). Con vuestra relación conyugal, ejerciendo la paternidad y la maternidad donáis vuestra vida y sois la prueba de que vivir el Evangelio es posible: vivir el Evangelio es posible y hace felices. Y esta es la prueba, pero se hace en la familia.

Esta tarde quisiera centrarme con vosotros en algunas sencillas palabras que expresan el misterio de vuestro ser padres. No sé si lograré decir todo lo que quiero decir, pero al menos quisiera hablar de vocación, comunión y misión. La primera palabra es vocación. San Pablo escribió que de Dios deriva toda paternidad (cf. Ef 3, 15) y podemos añadir que toda maternidad. Todos somos hijos, pero convertirse en papá y mamá es una llamada de Dios. Es una llamada de Dios, es una vocación. Dios es el amor eterno, que se dona incesantemente y nos llama a la existencia. Es un misterio que, sin embargo, la Providencia quiso confiar en especial al hombre y a la mujer, llamados a amarse totalmente y sin reservas, cooperando con Dios en este amor y en transmitir la vida a los hijos. El Señor os ha elegido para amaros y transmitir la vida. Estas dos cosas son la vocación de los padres. Se trata de una llamada bellísima porque hace que seamos, de una forma totalmente especial, a imagen y semejanza de Dios. Convertirse en papá y mamá significa realizarse plenamente, porque es llegar a ser semejantes a Dios. Esto no se dice en los periódicos, no aparece, pero es la verdad del amor. Convertirse en papá y mamá nos hace mucho más semejantes a Dios. Como padres vosotros estáis llamados a recordar a todos los bautizados que cada uno, si bien de diferentes modos, está llamado a ser papá o mamá. También un sacerdote, una religiosa, un catequista están llamados a la paternidad y a la maternidad espiritual. En efecto, un hombre y una mujer eligen formar una familia porque Dios los llama luego de haberles hecho experimentar la belleza del amor. No la belleza de la

pasión, no la belleza de un entusiasmo pasajero: ¡la belleza del amor! Y esto se debe descubrir todos los días, todos los días. Dios llama a convertirse en padres —hombres y mujeres— que creen en el amor, que creen en su belleza. Quisiera preguntaros, pero no respondáis, por favor: ¿Vosotros creéis en la belleza del amor? ¿Vosotros creéis en la grandeza del amor? ¿Tenéis fe en esto? ¿Tenéis fe? Se trata de una fe de todos los días. El amor es hermoso incluso cuando los padres pelean; es hermoso, porque al final hacen las paces. Es tan bonito construir la paz después de una guerra. ¡Es tan hermoso! Una belleza es el amor conyugal, que ni siquiera las más grandes dificultades de la vida son capaces de oscurecer. En una ocasión un niño me dijo: «¡Qué hermoso, mis padres se dieron un beso!». Es hermoso cuando el niño ve que papá y mamá se besan. Un bonito testimonio. Vuestros hijos, queridos padres, necesitan descubrir, mirando vuestra vida, que es hermoso amarse. Nunca olvidéis que vuestros hijos os miran siempre. ¿Recordáis esa película de hace unos veinte años que se llamaba «Los niños nos miran»? Los niños miran. Miran mucho, y cuando ven que papá y mamá se aman, los niños crecen en ese clima de amor, de felicidad y también de seguridad, porque no tienen miedo: saben que están seguros en el amor del papá y la mamá. Me permito decir algo feo, pero pensemos cuánto sufren los niños cuando ven a papá y mamá, todos los días, todos los días, todos

los días, gritarse, insultarse, incluso golpearse... Papá y mamá, cuándo caéis en estos pecados, ¿pensáis que las primeras víctimas son precisamente vuestros niños, vuestra misma carne? Es feo pensar en esto, pero es la realidad... Los niños nos miran. No os miran sólo cuando les enseñáis algo. Os miran cuando os habláis uno al otro, cuando volvéis del trabajo, cuando invitáis a vuestros amigos, cuando descansáis. Tratan de captar en vuestra mirada, en vuestras palabras, en vuestros gestos, si sois felices de ser padres, si sois felices de ser marido y mujer, si creéis que existe la bondad en el mundo. Os escrutan —no sólo os miran, os escrutan— para ver si es posible ser buenos y si es verdad que con el amor mutuo se supera toda dificultad. Para un hijo no existe enseñanza y testimonio mayor que ver a sus padres que se aman con ternura, se respetan, son amables entre ellos, se perdonan mutuamente; esto llena de alegría y de felicidad auténtica el corazón de los hijos. Los hijos, antes de habitar en una casa construida con ladrillos habitan en otra casa, aún más esencial: habitan en el amor mutuo de los padres. Os pregunto, cada uno responda en su corazón: ¿vuestros hijos habitan en vuestro amor mutuo? Los padres tienen la vocación de amarse. Dios ha sembrado en su corazón la vocación al amor, porque Dios es amor. Y esta es vuestra vocación, de los padres: el amor. Pero pensad siempre en los niños, pensad siempre en los niños. La segunda palabra que se me ocurre, el segundo tema sobre el cual reflexionar es comunión. Nosotros sabemos que Dios es comunión en la diversidad de las tres Personas de la Santísima Trinidad. Ser padres se fundamenta en la diversidad de ser, como recuerda la Biblia, varón y mujer. Esta es la «primera» y más fundamental diferencia, constitutiva del ser humano. Es una riqueza. Las diferencias son riquezas. Hay mucha gente que tiene miedo a las diferencias, pero son riquezas. Y esta diferencia es la «primera» y fundamental diferencia, constitutiva del ser humano. Cuando los novios vienen a casarse, me gusta decirle a él, después de hablar del Evangelio: «No SIGUE EN LA PÁGINA 7


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Apertura de la asamblea diocesana VIENE DE LA PÁGINA 6

olvides que tu vocación es hacer que tu esposa sea más mujer»; y a ella le digo: «tu vocación es hacer que tu marido sea más hombre». Y así se aman, pero se aman en las diferencias, más hombre y más mujer. Y este es el trabajo artesanal de cada día del matrimonio, de la familia; hacer que el otro crezca, pensar en el otro: el marido en la esposa, la esposa en el marido. Esto es comunión. Os cuento que muchas veces vienen aquí a la misa en Santa Marta parejas que cumplen 50°, incluso 60° aniversario de matrimonio. Y son felices, sonríen. Algunas veces he visto —más de una vez— al marido acariciar a la esposa. ¡Después de 50 años! Les hago esta pregunta: «Dime, ¿quién ha soportado a quién?». Y ellos responden siempre: «Los dos». El amor nos lleva a esto: a tener paciencia. Y en estos ancianos matrimonios, que son como el buen vino, que llega a ser más bueno cuando es más añejo, se ve este trabajo cotidiano del hombre por hacer más mujer a su esposa y de la mujer por hacer más hombre a su esposo. No tienen miedo a las diferencias. Este desafío de llevar adelante las diferencias, este desafío los enriquece, los hace madurar, los hace grandes y tienen los ojos brillantes de alegría, de tantos años vividos así en el amor. Qué gran riqueza es esta diversidad, una diversidad que llega a ser complementariedad, pero también reciprocidad. Es como hacer un lazo el uno con el otro. Y esta reciprocidad y complementariedad en la diferencia es muy importante para los hijos. Los hijos maduran viendo a papá y mamá así; maduran la propia identidad en la confrontación con el amor, en la confrontación con esta diferencia. Nosotros hombres aprendemos a reconocer, a través de las figuras femeninas que encontramos en la vida, la extraordinaria belleza de la cual es portadora la mujer. Y las mujeres recorren un itinerario similar, aprendiendo de las figuras masculinas que el hombre es distinto y tiene un modo propio de sentir, comprender y vivir. Y esta comunión en la diversidad es muy importante también para la educación de los hijos, porque las mamás tienen una mayor sensibilidad para algunos aspectos de su vida, mientras que los papás la tienen para otros. Es hermoso este intercambio educativo, que pone al servicio del crecimiento de los hijos los diversos talentos de los padres. Es una cualidad importante, que se debe cultivar y custodiar. Es muy doloroso cuando una familia vive una tensión que no se puede resolver, una fractura que no logra sanar. ¡Es doloroso! Cuando se presentan las primeras manifestaciones de esto, un papá y una mamá tienen el deber hacia ellos y hacia sus hijos de pedir ayuda, apoyo. Pedir ayuda ante todo a Dios. Recordad el relato de Jesús, lo conocéis bien: el Padre que sabe dar el primer paso hacia sus dos hijos, uno que dejó la casa y gastó todo, el otro que permaneció en casa... El Señor os dará la fuerza para comprender que se puede superar el mal, que la uni-

dad es más grande que el conflicto, que se pueden curar las heridas que nos ocasionamos unos a otros, en nombre de un amor más grande, de ese amor que Él os ha llamado a vivir con el sacramento del matrimonio. E incluso cuando la separación —tenemos que hablar también de esto— ya parece inevitable, sabed que

la Iglesia os lleva en el corazón. Y que vuestra tarea educativa no se interrumpa: vosotros sois y seréis siempre papá y mamá, que no pueden vivir juntos por heridas, por problemas. Por favor buscad siempre un entendimiento, una colaboración, una armonía por el bien y la felicidad de vuestros hijos. Por favor, no usar a los hijos como rehenes. ¡No usar a los hijos como rehenes! Cuánto mal hacen los padres que se han separado, o que están separados en su corazón, cuando el papá habla mal al hijo de la mamá y la mamá le habla mal del papá. Esto es terrible, porque ese niño, ese joven, crece con una tensión que no sabe resolver y aprende el mal camino de la hipocresía, de decir lo que a cada uno le gusta para aprovecharse de la situación. ¡Esto es un mal terrible! Jamás, jamás hablar mal a los hijos del otro. ¡Jamás! Porque ellos son las primeras víctimas de esta lucha y —permitidme la palabra— también de ese odio muchas veces entre los dos. Los hijos son sagrados. ¡No herirlos! «Mira, papá y mamá no se entienden, es mejor separarse. Pero, sabes —dice la mamá— tu papá es un buen hombre»; «sabes —dice el papá— tu mamá es una buena mujer». Se guardan los problemas para ellos, pero no los llevan a los hijos.

Está también el camino del perdón. Perdonaros y acoger mutuamente vuestros límites os ayudará también a comprender y aceptar las fragilidades y las debilidades de vuestros hijos. Ello es una ocasión para amarlos aún más y ayudarles a crecer. Sólo así ellos podrán no asustarse ante los propios límites, no perder la estima, sino seguir adelante. Un papá y una mamá que se aman saben cómo hablar al hijo o a la hija del hecho que se encuentra en un camino difícil; incluso cómo hablar sin palabras. Me decía un dirigente que su mamá había quedado viuda y él era el único hijo; a los 20 años era alcohólico y la mamá trabajaba como empleada doméstica; eran muy pobres, y cuando la mamá salía para ir al trabajo, lo miraba cómo dormía —pero él no dormía, la veía— y sin decir una palabra, se marchaba. Esta mirada de la mamá salvó al hijo, porque él dijo: «No puede ser que mi mamá vaya a trabajar y yo viva para emborracharme». Y este hombre cambió. La mirada, sin palabras, puede incluso salvar a los hijos. Los hijos perciben todo esto. Y el don del matrimonio, que es tan bonito, tiene también una misión. Una misión que es muy importante.

de la pre-adolescencia, cuando la búsqueda de Dios se hace más consciente y las preguntas exigen respuestas bien fundadas. Y no quisiera acabar sin decir una palabra a los abuelos, a nuestros abuelos. ¿Sabéis que en Roma los ancianos son el 21,5 por ciento de la población? Un cuarto de la población romana la forman los abuelos. En esta ciudad hay 617.635 abuelos. ¡Cuántos ancianos! Sólo una pregunta: en la familia, ¿tienen los abuelos un lugar digno? Ahora estoy seguro que sí, porque con la falta de trabajo van a los abuelos a buscar la pensión... Esto sí, se hace... Pero los abuelos, que son la sabiduría de un pueblo, que son la memoria de un pueblo, que son la sabiduría de la familia, ¿tienen un lugar digno? Los abuelos que salvaron la fe en muchos países donde estaba prohibido practicar la religión y llevaban a escondidas a bautizar a los niños; y los abuelos que enseñaban las oraciones. Hoy los abuelos están en el seno de la familia... Los abuelos son aburridos, hablan siempre de lo mismo, llevémoslos a una residencia de ancianos... Cuántas veces pensamos así. Estoy seguro que ya conté esta historia, una historia que escuché siendo niño, en mi casa. Se cuenta

Vosotros sois colaboradores del Espíritu Santo que nos susurra las palabras de Jesús. Sedlo también para vuestros hijos. Sed misioneros de vuestros hijos. Ellos aprenderán de vuestros labios y de vuestra vida que seguir al Señor dona entusiasmo, ganas de entregarse por los demás, dona esperanza siempre, también ante las dificultades y el dolor, porque nunca se está solo, sino siempre con el Señor y con los hermanos. Y esto es importante sobre todo en la edad

que en una familia el abuelo vivía allí, con el hijo, la nuera, los nietos. Pero el abuelo había envejecido, había sufrido un pequeño ictus, era anciano y cuando comía en la mesa se ensuciaba un poco. El papá sentía vergüenza de su padre, y decía: «No podemos invitar gente a casa...». Y decidió hacer una mesita, en la cocina, para que el abuelo comiese solo en la cocina. La situación acabó así... Algunos días después, al llegar a casa después del trabajo encuentra a su hijo —de 6-7 años— jugando con madera, martillo y clavos... «¿Qué haces, niño?» - «Estoy haciendo una mesita...» - «¿Para qué?» - «Para que cuando tú seas anciano puedas comer solo como come el abuelo». No os avergoncéis del abuelo. No os avergoncéis de los ancianos. Ellos nos transmiten sabiduría, prudencia; nos ayudan mucho. Y cuando se enferman nos piden muchos sacrificios, es verdad. Algunas veces no hay otra solución más que llevarlos a una residencia... Pero que sea la última, la última cosa que se haga. Los abuelos en casa son una riqueza. Muchas gracias por esto. Recordad: amor, amor. Sembrad amor. Recordad lo que dijo aquel niño: «Hoy vi a papá y mamá darse un beso». ¡Qué hermoso!


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«La creación del firmamento» (Palermo, Capilla Palatina)

Publicada la encíclica del Papa Francisco sobre el cuidado de la casa común

Laudato si’

Publicamos a continuación el íncipit y las las dos oraciones de la parte conclusiva del texto de la encíclica del Papa Francisco «Laudato si’». «Laudato si’, mi’ Signore» – «Alabado seas, mi Señor», cantaba san Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce

La presentación en el aula del Sínodo La carta encíclica Laudato si' sobre el cuidado de la casa común fue presentada a la prensa el jueves 18 de junio, por la mañana, en el aula nueva del Sínodo en el Vaticano. Durante la presentación tuvieron la palabra el cardenal presidente del Consejo pontificio Justicia y paz, Peter Turkson; el metropolita de Pérgamo en representación del Patriarcado ecuménico de la Iglesia ortodoxa, John Zizioulas; el físico alemán Hans Joachim (John) Schellnhuber, fundador y director del «Potsdam Institute for Climate Impact Research»; la presidenta del «Catholic Relief Services» de la Conferencia episcopal estadounidense, profesora Carolyn Woo; y la doctora Valeria Martano, docente en la periferia romana. Laudato si' sobre el cuidado de la casa común es la segunda carta encíclica del Papa Francisco, después de Lumen fidei publicada el 29 de junio de 2013. El nuevo documento está formado por cuatro capítulos y 162 números. Del mismo, el Papa expresa que intenta especialmente «entrar en diálogo con todos acerca de nuestra casa común», porque, «frente al deterioro ambiental global», quiere dirigirse «a cada persona que habita este planeta».

diversos frutos con coloridas flores y hierba» (Cántico de las criaturas: Fuentes Franciscanas, FF 263). Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que

Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto» (Rm 8, 22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2, 7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura. Hace más de cincuenta años, cuando el mundo estaba vacilando al filo de una crisis nuclear, el santo Papa Juan XXIII escribió una encíclica en la cual no se conformaba con rechazar una guerra, sino que quiso transmitir una propuesta de paz. Dirigió su mensaje Pacem in terris a todo el «mundo cató-

Oración por nuestra tierra Dios omnipotente, que estás presente en todo el universo y en la más pequeña de tus criaturas, Tú, que rodeas con tu ternura todo lo que existe, derrama en nosotros la fuerza de tu amor para que cuidemos la vida y la belleza. Inúndanos de paz, para que vivamos como hermanos y hermanas sin dañar a nadie. Dios de los pobres, ayúdanos a rescatar a los abandonados y olvidados de esta tierra que tanto valen a tus ojos. Sana nuestras vidas, para que seamos protectores

del mundo y no depredadores, para que sembremos hermosura y no contaminación y destrucción. Toca los corazones de los que buscan sólo beneficios a costa de los pobres y de la tierra. Enséñanos a descubrir el valor de cada cosa, a contemplar admirados, a reconocer que estamos profundamente unidos con todas las criaturas en nuestro camino hacia tu luz infinita. Gracias porque estás con nosotros todos los días. Aliéntanos, por favor, en nuestra lucha por la justicia, el amor y la paz.

lico», pero agregaba «y a todos los hombres de buena voluntad». Ahora, frente al deterioro ambiental global, quiero dirigirme a cada persona que habita este planeta. En mi exhortación Evangelii gaudium, escribí a los miembros de la Iglesia en orden a movilizar un proceso de reforma misionera todavía pendiente. En esta encíclica, intento especialmente entrar en diálogo con todos acerca de nuestra casa común. Ocho años después de Pacem in terris, en 1971, el beato Papa Pablo VI se refirió a la problemática ecológica, presentándola como una crisis, que es «una consecuencia dramática» de la actividad descontrolada del ser humano: «Debido a una explotación inconsiderada de la naturaleza, [el ser humano] corre el riesgo de destruirla y de ser a su vez víctima de esta degradación» (Carta ap. Octogesima adveniens, 14 de mayo de 1971, 21: AAS 63 (1971), 416-417). También habló a la FAO sobre la posibilidad de una «catástrofe ecológica bajo el efecto de la explosión de la civilización industrial», subrayando la «urgencia y la necesidad de un cambio radical en el comportamiento de la humanidad», porque «los progresos científicos más extraordinarios, las proezas técnicas más sorprendentes, el crecimiento económico más prodigioso, si no van acompañados por un auténtico progreso social y moral, se vuelven en definitiva contra el hombre» (Discurso a la FAO en su 25 aniversario, 16 de noviembre de 1970: AAS 62, 1970, 833). San Juan Pablo II se ocupó de este tema con un interés cada vez mayor. En su primera encíclica, advirtió que el ser humano parece «no percibir otros significados de su ambiente natural, sino solamente aquellos que sirven a los fines de un uso inmediato y consumo» (Carta enc. Redemptor hominis, 4 de marzo de 1979, 15: AAS 71, 1979, 287). Sucesivamente llamó a una conversión ecológica global (Cf. Catequesis, 17 de enero de 2001, 4: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española, 19 de enero de 2001, p. 12). Pero al mismo tiempo hizo notar que se pone poco empeño para «salvaguardar las condiciones morales de una auténtica “ecología humana”» (Carta enc. Centesimus annus, 1 de mayo de 1991, 38: AAS 83, 1991, 841). La destrucción del ambiente humano es algo muy serio, porque Dios no sólo le encomendó el mundo al ser humano,

sino que su propia vida es un don que debe ser protegido de diversas formas de degradación. Toda pretensión de cuidar y mejorar el mundo supone cambios profundos en «los estilos de vida, los modelos de producción y de consumo, las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad» (Ibíd., 58, p. 863). El auténtico desarrollo humano posee un carácter moral y supone el pleno respeto a la persona humana, pero también debe prestar atención al mundo natural y «tener en cuenta la naturaleza de cada ser y su mutua conexión en un sistema ordenado» (Juan Pablo II, Carta enc. Sollicitu-

do rei socialis, 30 de diciembre de 1987, 34: AAS80, 1988, 559). Por lo tanto, la capacidad de transformar la realidad que tiene el ser humano debe desarrollarse sobre la base de la donación originaria de las cosas por parte de Dios (Cf. Id., Carta enc. Centesimus annus, 1 de mayo de 1991, 37: AAS 83, 1991, 840). Mi predecesor Benedicto XVI renovó la invitación a «eliminar las causas estructurales de las disfunciones de la economía mundial y corregir los modelos de crecimiento que parecen incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente» (Discurso al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, 8 de enero de 2007: AAS 99, 2007, 73). Recordó que el mundo no puede ser analizado sólo aislando uno de sus aspectos, porque «el libro de la naturaleza es uno e indivisible», e incluye el ambiente, la vida, la sexualidad, la familia, las relaciones sociales, etc. Por consiguiente, «la degradación de la naturaleza está estrechamente unida a la cultura que modela la convivencia humana» (Carta enc. Caritas in veritate, 29 de junio de 2009, 51: AAS 101, 2009, 687). El Papa

Benedicto nos propuso reconocer que el ambiente natural está lleno de heridas producidas por nuestro comportamiento irresponsable. También el ambiente social tiene sus heridas. Pero todas ellas se deben en el fondo al mismo mal, es decir, a la idea de que no existen verdades indiscutibles que guíen nuestras vidas, por lo cual la libertad humana no tiene límites. Se olvida que «el hombre no es solamente una libertad que él se crea por sí solo. El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza» (Discurso al Deutscher Bundestag, Berlín, 22 de septiembre de 2011: AAS 103, 2011, 664). Con paternal preocupación, nos invitó a tomar conciencia de que la creación se ve perjudicada «donde nosotros mismos somos las últimas instancias, donde el conjunto es

Oración cristiana con la creación Te alabamos, Padre, con todas tus criaturas, que salieron de tu mano poderosa. Son tuyas, y están llenas de tu presencia y de tu ternura. Alabado seas. Hijo de Dios, Jesús, por ti fueron creadas todas las cosas. Te formaste en el seno materno de María, te hiciste parte de esta tierra, y miraste este mundo con ojos humanos. Hoy estás vivo en cada criatura con tu gloria de resucitado. Alabado seas. Espíritu Santo, que con tu luz orientas este mundo hacia el amor del

La encíclica en la cuenta @Pontifex

Veinte horas de tuits Sesenta y tres tuits en el espacio de poco más de veinte horas: en la era de las redes sociales el Papa Francisco eligió difundir su encíclica también a través de Twitter, con un ritmo acelerado, que prevé un mensaje en 140 caracteres cada veinte minutos. El primero de la serie se publicó a las 12 en la cuenta @Pontifex en diversos idiomas, al mismo tiempo de la presentación oficial del esperado documento pontificio: «Invito a todos —se lee en español— a detenerse a pensar en los desafíos sobre el medio ambiente». En el segundo, a las 12.20, aparece por primera vez el hashtag #LaudatoSi, que se repite otras veinte veces y se propone llegar a ser uno de los más clicados. Significativo, por último, en ámbito ecuménico el tuit de las 14.00 donde el Papa cita explícitamente una frase del Patriarca Bartolomé: «Un crimen contra la naturaleza es un crimen contra nosotros mismos y un pecado contra Dios».

Padre y acompañas el gemido de la creación, tú vives también en nuestros corazones para impulsarnos al bien. Alabado seas. Señor Uno y Trino, comunidad preciosa de amor infinito, enséñanos a contemplarte en la belleza del universo, donde todo nos habla de ti. Despierta nuestra alabanza y nuestra gratitud por cada ser que has creado. Danos la gracia de sentirnos íntimamente unidos con todo lo que existe. Dios de amor, muéstranos nuestro lugar en este mundo como instrumentos de tu cariño por todos los seres de esta tierra, porque ninguno de ellos está olvidado ante ti. Ilumina a los dueños del poder y del dinero para que se guarden del pecado de la indiferencia, amen el bien común, promuevan a los débiles, y cuiden este mundo que habitamos. Los pobres y la tierra están clamando: Señor, tómanos a nosotros con tu poder y tu luz, para proteger toda vida, para preparar un futuro mejor, para que venga tu Reino de justicia, de paz, de amor y de hermosura. Alabado seas. Amén.

simplemente una propiedad nuestra y el consumo es sólo para nosotros mismos. El derroche de la creación comienza donde no reconocemos ya ninguna instancia por encima de nosotros, sino que sólo nos vemos a nosotros mismos» (Discurso al clero de la diócesis de Bolzano-Bressanone, 6 de agosto de 2008): AAS 100, 2008, 634).

En diálogo con todos VIENE DE LA PÁGINA 1

naventura, hasta las aportaciones de dos teólogos contemporáneos como Romano Guardini y Pierre Teilhard de Chardin, abriéndose a voces espirituales no cristianas, como la de un místico musulmán. Imponente como nunca en un texto papal es también el hecho de recurrir a las voces de los obispos de todo el mundo: no son menos de veinte, en efecto, las veces en las que la Laudato si’ cita o recuerda documentos de conferencias o comisiones episcopales publicados en los últimos treinta años. Sin olvidar el relieve que la encíclica reconoce a las tradiciones del cristianismo oriental y en especial al pensamiento ortodoxo contemporáneo. Desde hace tiempo se impuso, en efecto, la importancia de la reflexión realizada por el patriarca Bartolomé y elocuente es el hecho de que en el Vaticano la encíclica haya sido presentada, entre otros, por Ioannis Zizioulas, el autorizado teólogo que hoy es metropolita de Pérgamo. Con esta encíclica el Papa Francisco —expresando seguramente un sentir compartido por muchísimas personas de todo el mundo más allá de la pertenencia religiosa— quiere ofrecer una aportación que «no pretende definir las cuestiones científicas ni sustituir a la política», sino que invita «a un debate honesto y transparente» poniendo en práctica un principio sacrosanto como el de precaución. Están en juego el destino de la tierra, «casa común», y el futuro de los pobres, los más afectados por una degradación que negar sería de insensatos. Por eso el Pontífice invita a protegerlos, en la espera y en la contemplación del creador.


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En el Ángelus el Pontífice habla de la encíclica

Llamados a cuidar la creación La próxima encíclica «sobre el cuidado de la creación» está «dirigida a todos» y a todos exige «una renovada atención a las situaciones de degradación ambiental» y una creciente «responsabilidad hacia la casa común que Dios nos ha confiado»: lo dijo el Papa Francisco en el Ángelus del domingo 14 de junio. Previamente el Pontífice, al comentar el Evangelio del día, había recordado «la eficacia de la Palabra de Dios» y la importancia de tener siempre la Biblia «al alcance de la mano». Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! El Evangelio de hoy está formado por dos parábolas muy breves: la de la semilla que germina y crece sola, y la del grano de mostaza (cf. Mc 4, 26–34). A través de estas imágenes tomadas del mundo rural, Jesús presenta la eficacia de la Palabra de Dios y las exigencias de su Reino, mostrando las razones de nuestra esperanza y de nuestro compromiso en la historia. En la primera parábola la atención se centra en el hecho que la se-

milla, echada en la tierra, se arraiga y desarrolla por sí misma, independientemente de que el campesino duerma o vele. Él confía en el poder interior de la semilla misma y en la fertilidad del terreno. En el lenguaje evangélico, la semilla es símbolo de la Palabra de Dios, cuya fecundidad recuerda esta parábola. Como la humilde semilla se desarrolla en la tierra, así la Palabra actúa con el poder de Dios en el corazón de quien la escucha. Dios ha confiado su Palabra a nuestra tierra, es decir, a cada uno de nosotros, con nuestra concreta humanidad. Podemos tener confianza, porque la Palabra de Dios es palabra creadora, destinada a convertirse en «el grano maduro en la espiga» (v. 28). Esta Palabra si es acogida, da ciertamente sus frutos, porque Dios mismo la hace germinar y madurar a través de caminos que no siempre podemos verificar y de un modo que no conocemos (cf. v. 27). Todo esto nos hace comprender que es siempre Dios, es siempre Dios quien hace crecer su Reino —por esto rezamos mucho «venga a nosotros tu Reino»—, es Él quien lo hace crecer, el hombre es su humilde colaborador, que contempla y se regocija por la acción creadora divina y espera con paciencia sus frutos. La Palabra de Dios hace crecer, da vida. Y aquí quisiera recordaros

otra vez la importancia de tener el Evangelio, la Biblia, al alcance de la mano —el Evangelio pequeño en el bolsillo, en la cartera— y alimentarnos cada día con esta Palabra viva de Dios: leer cada día un pasaje del Evangelio, un pasaje de la Biblia. Jamás olvidéis esto, por favor. Porque esta es la fuerza que hace germinar en nosotros la vida del reino de Dios. La segunda parábola utiliza la imagen del grano de mostaza. Aun siendo la más pequeña de todas las semillas, está llena de vida y crece hasta hacerse «más alta que las demás hortalizas» (Mc 4, 32). Y así es el reino de Dios: una realidad humanamente pequeña y aparentemente irrelevante. Para entrar a formar parte de él es necesario ser pobres en el corazón; no confiar en las propias capacidades, sino en el poder del amor de Dios; no actuar para ser importantes ante los ojos del mundo, sino preciosos ante los ojos de Dios, que tiene predilección por los sencillos y humildes. Cuando vivimos así, a través de nosotros irrumpe la fuerza de Cristo y transforma lo que es pequeño y modesto en una realidad que fermenta toda la masa del mundo y de la historia. De estas dos parábolas nos llega una enseñanza importante: el Reino de Dios requiere nuestra colaboración, pero es, sobre todo, iniciativa y don del Señor. Nuestra débil obra, aparentemente pequeña frente a la complejidad de los problemas del mundo, si se la sitúa en la obra de Dios no tiene miedo de las dificultades. La victoria del Señor es seguSIGUE EN LA PÁGINA 11

El Papa pide testimoniar el amor de Dios en los aeropuertos

Ciudad en la ciudad En la realidad multiforme de los aeropuertos —«ciudades en las ciudades, donde múltiples realidades se entrelazan y sobreponen»—, los capellanes están llamados a llevar «consuelo y aliento», sobre todo a cuantos viven en situaciones de dificultad. Lo recordó el Papa Francisco al recibir en audiencia el viernes 12 de junio, por la mañana, en la sala Clementina, a los participantes en el seminario internacional organizado por el Consejo pontificio para la pastoral de los emigrantes e itinerantes. Señor cardenal, queridos hermanos y hermanas: Os acojo al final del seminario internacional de los capellanes católicos de la aviación civil y de los miembros de las capellanías aeroportuarias, organizado por el Consejo pontificio para la pastoral de los emigrantes e itinerantes sobre el tema: «Evangelii gaudium: ¿qué ayuda para el ministerio pastoral de la capellanía aeroportuaria?» Saludo cordialmente al presidente y le agradezco sus amables palabras. Os saludo a todos vosotros, que habéis participado en estas jornadas de estudio para intercambiar ideas y experiencias pastorales. En especial, habéis reflexionado sobre cómo acoger las indicaciones de la exhortación apostólica en el apostolado de los aeropuertos, partiendo siempre del testimonio, para ayudar a las personas a abrir el corazón y la vida a Cristo. La solicitud pastoral en el ámbito de la aviación civil se dirige a todos los que, de diversos modos, pertenecen a la comunidad civil, independientemente de la nacionalidad, del credo religioso o de la cultura, con particular atención a los que entre ellos son más pobres, sufren y son marginados. El aeropuerto es lugar de encuentro de muchas personas que viajan por trabajo, por turismo, por otras necesidades; por él transitan emigrantes y refugiados, niños y ancianos, personas que tienen necesidad de cuidados y atenciones especiales. Y además están las personas que trabajan allí cada día, con sus situaciones personales y profesionales. Está también el preocupante número de pasajeros sin documentos —a menudo refugiados y solicitantes de asilo—, que son detenidos en los locales aeroportuarios por breves o largos períodos, a veces sin adecuada asistencia humana y espiritual. A veces pueden verificarse situaciones trágicas a causa, por ejemplo, de incidentes o cambio de rutas, con consecuencias serias para la incolumidad y el estado psicológico de las personas. También en estas circunstancias llaman y buscan al capellán los que tienen necesidad de consuelo y aliento. También en los aeropuertos Cristo, buen Pastor, quiere cuidar a sus ovejas mediante los sacramentos de

la reconciliación y la eucaristía, donde el encuentro con la infinita misericordia de Dios abre caminos impensados de evangelización. En efecto, en nuestros días anunciar el Evangelio implica aliviar a las personas de las cargas que pesan en el corazón y en la vida; significa proponer las palabras de Jesús como alternativa a las promesas del mundo, que no dan la felicidad verdadera. Hoy es más urgente redescubrir el rostro compasivo de Dios, y por eso será valioso el tiempo de gracia que nos ofrecerá el Año santo de la misericordia. La capellanía aeroportuaria está llamada a ser un lugar de unidad en la diversidad para todas las categorías de personas. Los aeropuertos parecen ciudades en las ciudades, donde múltiples realidades se entrelazan y sobreponen. Como una gran ciudad, el aeropuerto es un ambiente cosmopolita, multiétnico y multirreligioso, y vosotros, capellanes y miembros de las capellanías, estáis inmersos en la vida de esta singular comunidad; y por eso es importante colaborar dócilmente y ponerse siempre a la escucha del Espíritu Santo, que crea unidad en la diversidad (cf. Hch 2, 1-13). La misión en el aeropuerto requiere también trabajar para que las personas tengan el deseo de escuchar la Palabra de Dios. Quien escucha y toma en serio la voz de Dios, a su vez es capaz de ofrecer palabras de consuelo y ayudar a los demás a confiar en la misericordia divina, que es un refugio seguro para el que es débil y no tiene la presunción de salvarse por sí solo. La misericordia divina se abre a todos y muestra la voluntad de Dios, que quiere salvar a todos. Queridos hermanos y hermanas: Os aliento a trabajar a fin de que en estos particulares lugares de «frontera», que son los aeropuertos, haya espacio para encontrar y practicar amor y diálogo, que alimentan la fraternidad entre las personas y preservan un clima social pacífico. Y ruego con vosotros al Señor para que vuestro apostolado, que participa en la misión universal de la Iglesia, sea anuncio eficaz de la Buena Nueva. Os bendigo a todos vosotros y a vuestras comunidades. Que la Virgen os proteja. Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí.


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La meditación y el coloquio del Papa VIENE DE LA PÁGINA 5

rea más que se debe hacer, sino un mandato de amor que Jesús confió a los cristianos en el momento en que iba a ser entregado a la muerte. Se trata, por lo tanto, de buscar la unidad del cuerpo de Cristo quebrada por los pecados que a lo largo de los siglos han distanciado a católicos, ortodoxos y protestantes. Al respecto el Papa invitó a mirar el testimonio de los mártires de hoy, de tantos hombres y mujeres —recordó una vez más a los coptos decapitados en las costas de Libia— muertos a causa de la fe. Es el ecumenismo de la sangre. Y quien mata, recordó, sabe que la sangre es la misma: es la sangre de quienes creen en Jesús. Al responder luego a una de las cinco preguntas que le plantearon cinco sacerdotes de diversos continentes, el Papa Francisco confirmó las buenas relaciones con el Patriarcado de Constantinopla y los frecuentes contactos con el de Moscú. Y confesó que tiene grandes esperanzas en el Concilio panortodoxo programado para 2016. Ex oriente lux, ex occidente luxus («de oriente la luz, de occidente el lujo»), dijo para elogiar los recursos espirituales del oriente cristiano y para destacar que el futuro de la Iglesia está sobre todo en Asia. Está claro, afirmó, que relativismo, consumismo y hedonismo están provocando la decadencia de Occidente, mientras que el continente asiático conserva grandes reservas espirituales. El Pontífice anunció luego su viaje a África, en noviembre próximo, que incluirá seguramente la República Centroafricana y Uganda. En la amplia reflexión introductoria al diálogo con los sacerdotes, el Papa se centró sobre todo en la identidad y la vocación sacerdotal.

Que tienen como medida el amor, porque el sacerdote debe ser «un enamorado»: en primer lugar de Cristo, luego de la Iglesia y de todos los hermanos. Hombre entregado a los demás, que no se retira ante las dificultades y no ahorra esfuerzos, el sacerdote es una persona que termina el día con la oración y se adormece cansado incluso ante el Santísimo sacramento, como un niño en brazos de su madre. Amor, misericordia, perdón, ternura, testimonio, coherencia de vida, sin dicotomía entre conducta y predicación: son las actitudes que sugirió el Papa Francisco a los sacerdotes. Con ellos tocó también diversos temas, invitándolos a reflexionar sobre su papel en la Iglesia, la misión en medio del pueblo de Dios y la relación entre sacerdotes y superiores. Todo centrado en el hilo conductor del encuentro: «Ser transformados por el amor y para el amor». Uno de los objetivos del Papa fue hacer comprender la importancia de la unión entre los obispos y sacerdotes: el obispo, recomendó, debe estar próximo, cercano a su clero, incluso cuando hay que discutir, sin establecer distancias respecto a los presbíteros. Donde hay proximidad, dijo el Pontífice, está el Espíritu de Dios. Y esto es una gracia que se debe invocar continuamente para cada Iglesia particular. Lo que salvó a la Iglesia primitiva de la división, recordó, fue precisamente la valentía de Pablo de decir las cosas abiertamente, y la valentía de los apóstoles de reunirse y discutir entre ellos. Al dar las gracias en especial a algunas laicas presentes, el Papa Francisco recordó que había también mujeres cuando el Espíritu descendió sobre los apóstoles. El genio femenino en la Iglesia, dijo, es una gracia, porque la Iglesia

Ángelus del 14 de junio VIENE DE LA PÁGINA 10

ra: su amor hará brotar y hará crecer cada semilla de bien presente en la tierra. Esto nos abre a la confianza y a la esperanza, a pesar de los dramas, las injusticias y los sufrimientos que encontramos. La semilla del bien y de la paz germina y se desarrolla, porque el amor misericordioso de Dios hace que madure. Que la santísima Virgen, que acogió como «tierra fecunda» la semilla de la divina Palabra, nos sostenga en esta esperanza que nunca nos defrauda. Tras la oración mariana el Papa saludó a los grupos presentes, expresando su cercanía «a todos los trabajadores que defienden de modo solidario el derecho al trabajo, que es un derecho a la dignidad». Queridos hermanos y hermanas: Hoy se celebra la Jornada mundial de los donadores de sangre, millones de personas que contribuyen, de modo silencioso, a ayudar a los hermanos en dificultad. A todos los donadores les expreso mi aprecio e

invito especialmente a los jóvenes a que sigan su ejemplo. Os saludo a todos vosotros, queridos romanos y peregrinos: grupos parroquiales, familias y asociaciones. Saludo al grupo que recuerda a todas las personas desaparecidas y les aseguro mi oración. Como también, estoy cerca de todos los trabajadores que defienden de modo solidario el derecho al trabajo, ¡que es un derecho a la dignidad! Como ya se anunció, el jueves 18 de junio se publicará una carta encíclica sobre el cuidado de la creación. Invito a acompañar este acontecimiento con una renovada atención a las situaciones de degradación ambiental, pero también de recuperación, en vuestros propios territorios. Esta encíclica está dirigida a todos: oremos para que todos podamos recibir su mensaje y crecer en la responsabilidad hacia la casa común que Dios nos ha confiado a todos. A todos vosotros os deseo un feliz domingo. Y por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!

es mujer: es esposa de Cristo, es madre del pueblo de Dios. Las mujeres, añadió, son imagen y figura de la Iglesia y de María, que es mucho más importante que los apóstoles. En la reflexión del Pontífice volvió la advertencia a los sacerdotes que ante la gente se comportan como simples funcionarios o cumplidores observantes de la ley. Así como resonó de nuevo la invitación a tener misericordia y ternura, sin doblez de corazón y de vida. Es el amor, en efecto, la primera motivación para anunciar el Evangelio. El peligro a evitar es, sobre todo, el clericalismo, uno de los pecados que frenan la libertad de la Iglesia introduciendo en una única complicidad a sacerdotes y laicos. Otra misión importante indicada por el Papa a los sacerdotes fue la atención reservada a la homilía. Se corre siempre el peligro de ir más allá de los límites y privarla de su valor: hay homilías que son excelen-

tes conferencias, lecciones de teología, pero no llegan al corazón de la gente. La homilía, recordó, es un sacramental. Y como tal debe ser estructurada de modo sencillo: orientada sobre todo al anuncio y a sus consecuencias para la vida del cristiano.

Congregación para las causas de los santos

Promulgación de decretos El viernes 5 de junio el Papa Francisco recibió en audiencia privada al cardenal Angelo Amato, S.D.B., prefecto de la Congregación para las causas de los santos. Durante la audiencia, el Santo Padre autorizó a la Congregación a promulgar los siguientes decretos: —un milagro atribuido a la intercesión del venerable siervo de Dios FRANCISCO DE PAULA VICTOR, sacerdote diocesano; nació en Campanha (Brasil) el 12 de abril de 1827 y murió en Três Pontas (Brasil) el 23 de septiembre de 1905; —un milagro atribuido a la intercesión de la venerable sierva de Dios CLARA (en el siglo: Ludovica Szczęsna), co-fundadora de la congregación de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús; nació en Cieszki (Polonia) el 18 de julio de 1863 y murió en Cracovia (Polonia) el 7 de febrero de 1916; —el martirio de los siervos de Dios FEDERICO DE BERGA (en el siglo: Martí Tarrés Paigpelat) y 25 compañeros, sacerdotes y hermanos laicos de la Orden de los Frailes menores capuchinos; asesinados por odio a la fe en 1936 durante la guerra civil española; —el martirio de los siervos de Dios JOSÉ THAO TIÊN, sacerdote diocesano, y 10 compañeros, sacerdotes profesos de la Sociedad de las misiones extranjeras de París y de la congregación de los Misioneros oblatos de la bienaventurada Virgen María Inmaculada, así como 4 compañeros laicos; asesinados por odio a la fe entre 1954 y 1970 en Laos; —las virtudes heroicas del siervo de Dios ANTONIO CELONA, sacerdote diocesano, fundador de la congregación de las Esclavas Reparadoras del Sagrado Corazón de Jesús; nació en Ganzirri (Italia) el 13 de abril de 1873 y murió allí el 15 de octubre de 1952; —las virtudes heroicas del siervo de Dios OTTORINO ZANON, sacerdote, fundador de la congregación de la Pía Sociedad San Cayetano; nació en Anconetta (Italia) el 9 de agosto de 1915 y murió en Brescia (Italia) el 14 de septiembre de 1972; —las virtudes heroicas del siervo de Dios MARCELLO LABOR, sacerdote diocesano; nació en Trieste (Italia) el 8 de julio de 1890 y murió allí el 29 de septiembre de 1954; —las virtudes heroicas de la sierva de Dios MARÍA ANTONIA DEL SACORAZÓN DE JESÚS (en el siglo: Rachele Lalia), fundadora de la congregación de las Hermanas Dominicas Misioneras de San Sixto; nació en Misilmeri (Italia) el 20 de mayo de 1839 y murió en Ceglie Messapica (Italia) el 9 de abril de 1914. GRAD O


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viernes 19 de junio de 2015, número 25

COMUNICACIONES Colegio episcopal

Audiencias pontificias

Monseñor Benito Adán Méndez Bracamonte, Ordinario militar para Venezuela RENUNCIAS:

EL PAPA

El Papa ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de Aurangabad (India) que monseñor EDWIN COLAÇO le había presentado en conformidad con el canon 401 § 1 del Código de derecho canónico.

—Obispo de Aurangabad (India) al presbítero AMBROSE REBELLO.

Edwin Colaço nació en Uttan, diócesis de Vasai, el 2 de octubre de 1937. Recibió la ordenación sacerdotal el 2 de diciembre de 1964. Juan Pablo II le nombró obispo de Amravati el 1 de abril de 1995; recibió la ordenación episcopal el 30 de julio del mismo año. Benedicto XVI le trasladó a Aurangabad el 20 de octubre de 2006. El Papa ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de Rieti (Italia) que monseñor DELIO LUCARELLI le había presentado en conformidad con el canon 401 § 1 del Código de derecho canónico. Delio Lucarelli nació en Fano el 24 de noviembre de 1939. Recibió la ordenación sacerdotal el 29 de junio de 1965. Juan Pablo II le nombró obispo de Rieti el 30 de noviembre de 1996; recibió la ordenación episcopal el 6 de enero de 1997.

Lutos en el episcopado Monseñor TADEUSZ JÓZEF ZAWISTOWSKI, obispo titular de Ospita y auxiliar emérito de la diócesis de Łomza (Polonia), falleció el 1 de junio. Había nacido en Sztabin, diócesis de Ełk, el 16 de enero de 1930. Era sacerdote desde el 3 de julio de 1955. El Papa Pablo VI le nombró obispo titular de Ospita y auxiliar de Łomza el 12 de mayo de 1973; recibió la ordenación episcopal el 29 de junio de dicho año. Benedicto XVI aceptó su renuncia a la función de auxiliar de la diócesis de Łomza el 11 de febrero de 2006. CELESTINE Monseñor PETER ELAMPASSERY, O.F.M.CAP., obispo emérito de Jammu-Srinagar (India), falleció el 27 de mayo. Había nacido en Muttuchirra, eparquía de Palai de los siro malabares, el 28 de junio de 1938. Era sacerdote desde el 3 de octubre de 1966. Juan Pablo II le nombró obispo de Jammu-Srinagar el 3 de abril de 1998; recibió la ordenación episcopal el 6 de septiembre de dicho año. El Papa Francisco aceptó su renuncia al gobierno pastoral de dicha diócesis el 3 de diciembre de 2014.

HA NOMBRAD O:

Ambrose Rebello nació en Nirmal, diócesis de Amravati, el 17 de febrero de 1949. Recibió la ordenación sacerdotal el 22 de abril de 1979, incardinado en la diócesis de Aurangabad. Ha sido vicario parroquial, párroco, director del Centro diocesano de pastoral, vicario general y canciller.

Ordinariato militar para Venezuela, donde ha sido capellán militar, director de formación del seminario castrense, vicario general y, desde 2014, administrador diocesano. —Obispo de Nottingham (Inglaterra) a monseñor PATRICK MCKINNEY.

EL SANTO PADRE HA RECIBID O EN AUDIENCIA:

Jueves 11 de junio —Al primer ministro de Canadá, Stephen Harper, con el séquito. —Al cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo emérito de Madrid.

Patrick McKinney nació en Birmingham el 30 de abril de 1954. Recibió la ordenación sacerdotal el 29 de julio de 1978. Obtuvo la licenciatura en teología en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. En su ministerio ha sido colaborador parroquial; profesor en el seminario, donde más tarde fue rector; párroco; vicario episcopal.

A los obispos de la Conferencia episcopal de Letonia y Estonia, en visita «ad limina Apostolorum»:

Domenico Pompili nació en Roma el 21 de mayo de 1963. Recibió la ordenación sacerdotal el 6 de agosto de 1988, incardinado en la diócesis de Anagni-Alatri. Se doctoró en teología moral en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Ha desempeñado, entre otros, los siguientes cargos: secretario del obispo de Anagni, director de la Oficina diocesana para las comunicaciones sociales, párroco, consiliario de la Acción católica diocesana y vicario episcopal para la pastoral. Desde 2007, en la Conferencia episcopal italiana, es director de la Oficina nacional para las comunicaciones sociales; y desde 2009 subsecretario de dicha Conferencia episcopal.

—Obispo titular de Bardstown y auxiliar de la diócesis de Brooklyn (Estados Unidos) al presbítero JAMES MASSA.

—Monseñor Jānis Bulis, obispo de Rēzekne-Anglona (Letonia).

—Obispo Ordinario militar para Venezuela a monseñor BENITO ADÁN MÉNDEZ BRACAMONTE, hasta ahora administrador diocesano de dicho O rdinariato.

Witold Mroziewski nació en Augustow, diócesis de Łomza (Polonia) el 25 de marzo de 1966. Recibió la ordenación sacerdotal el 29 de junio de 1991. Se doctoró en derecho canónico en la Universidad católica de Lublin, Polonia. Inició su ministerio en su país de origen como vicario parroquial y en 1992 fue enviado a Brooklyn para la atención pastoral de comunidad polaca, donde ha sido vicario parroquial, párroco, juez del Tribunal diocesano, coordinador del apostolado de los polacos, miembro del consejo presbiteral y defensor del vínculo.

—Obispo de Rieti (Italia) a monseñor D OMENICO POMPILI, subsecretario de la Conferencia episcopal italiana y director de la Oficina nacional para las comunicaciones sociales.

Benito Adán Méndez Bracamonte nació en Menegrande, estado Zulia, el 3 de diciembre de 1962. Recibió la ordenación sacerdotal el 26 de julio de 1990, incardinado en la diócesis de Trujillo. Se especializó en bioética en el Pontificio Ateneo Regina Apostolorum de Roma. Ha sido vicerrector del seminario diocesano, director del periódico diocesano y párroco. En 2001 se incardinó en el

James Massa nació en Jersey City, archidiócesis de Newark, el 3 de septiembre de 1960. Recibió la ordenación sacerdotal el 25 de octubre de 1986, incardinado en la diócesis de Brooklyn. Ha sido vicario parroquial, docente, director ejecutivo del Comité ecuménico e interreligioso de la Conferencia episcopal y moderador de la curia. —Obispo titular de Walla Walla y auxiliar de la diócesis de Brooklyn (Estados Unidos) al presbítero WITOLD MROZIEWSKI.

Nombramientos pontificios El Papa ha nombrado miembros de la Comisión pontificia de arqueología sacra: a monseñor CARLOS ALBERTO DE PINHO MOREIRA AZEVED O, delegado del Consejo pontificio para la cultura; y a los señores: prof. MARCELLO ROTILI, docente Ordinario de arqueología cristiana y medieval en la Segunda Universidad de Nápoles; prof. PAOLO LIVERANI, docente asociado de topografía de Italia antigua en la Universidad de los estudios de Florencia. El Santo Padre ha nombrado revisor general al doctor LIBERO MILONE. El Pontífice ha nombrado consultora de la Congregación para las causas de los santos a la hermana Marcella Farina, F.M.A., profesora de teología fundamental y teología dogmática en la Pontificia Facultad de ciencias de la educación «Auxilium» de Roma.

—Monseñor Zbigņevs Stankevičs, arzobispo de Riga (Letonia). —Monseñor Edvards Pavlovskis, Obispo de Jelgava (Letonia). —Monseñor Viktors Stulpins, obispo de Liepāja (Letonia).

—Monseñor Philippe Jourdan, obispo titular de Pertusa, administrador apostólico de Estonia. Viernes, día 12 —Al cardenal Edoardo Menichelli, arzobispo de Ancona-Ósimo (Italia). —A la presidenta del consejo de ministros de Polonia Ewa Kopacz, con el séquito. —Al padre Ricardo E. Facci, fundador y presidente de «Hogares nuevos-Obra de Cristo». Sábado, día 13 —Al cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los obispos.

P.S.S.,

Lunes, día 15 —Al presidente de Colombia Juan Manuel Santos, con el séquito. —Al metropolita Hilarion de Volokolamsk, presidente del Departamento para las Relaciones eclesiásticas exteriores del Patriarcado de Moscú. —A monseñor Fortunatus Nwachukwu, arzobispo titular de Acquaviva, nuncio apostólico en Nicaragua. —Al presidente ejecutivo del «Banco de desarrollo de América Latina», Enrique García. Martes, día 16 —Al cardenal Raymond Leo Burke, patrono de la Soberana Orden militar de Malta, con el príncipe y gran maestre de la Soberana Orden Militar de Malta, fray Matthew Festing.


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Misa del Pontífice en Santa Marta Palabras clave En camino hacia Dios y hacia los demás, en el servicio y la pobreza. Así se podría sintetizar la meditación del Papa Francisco durante la misa que celebró en Santa Marta el jueves 11 de junio. Al comentar el pasaje de san Mateo (10, 7-13), donde «Jesús envía a sus discípulos a anunciar el Evangelio, la buena nueva, el Evangelio de salvación», el Pontífice destacó cómo se pueden extrapolar «tres palabras clave para comprender bien lo que Jesús quiere de sus discípulos» y «de todos nosotros que le seguimos a Él». Las tres palabras son: «camino, servicio y gratuidad». Ante todo, Jesús envía «a un camino». Un camino que, claro está, no es un simple «paseo». Lo que hace Jesús, explicó el Papa Francisco, «es un envío con un mensaje: anunciar el Evangelio, salir para llevar la salvación, el Evangelio de la salvación». Y esta es «la tarea que Jesús da a sus discípulos». Por ello, quien «permanece paralizado y no sale, no da a los demás lo que ha recibido en el bautismo, no es un auténtico discípulo de Jesús». En efecto, «le falta la misionariedad», le falta «salir de sí mismo para llevar algo de bien a los demás». Existe también, profundizó el Papa, otro «itinerario del discípulo de Jesús», o sea «el itinerario interior», el del «discípulo que busca al Señor todos los días, en la oración, en la meditación». Y no es secundario, destacó el Pontífice: «También ese itinerario debe recorrer el discípulo porque si no busca siempre a Dios, el Evangelio que lleva a los demás será un Evangelio débil, aguado, sin fuerza». Así, pues, hay un «doble camino que Jesús quiere de sus discípulos». Esto contiene la «primera palabra» que pone de relieve el Evangelio de hoy: «caminar, camino». Está luego la segunda: «servicio». Y está estrechamente relacionada con la primera. Es necesario, en efecto, dijo el Papa, «caminar para servir a los demás». Se lee en el Evangelio: «Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos arrojad demonios». Aquí está el «deber del discípulo: servir». Al respecto el Pontífice fue muy claro: «Un discípulo que no sirve a los demás no es cristiano». Punto de referencia de cada discípulo debe ser lo que «Jesús predicó en las dos columnas del cristianismo: las bienaventuranzas y, después, el «protocolo» a partir del cual seremos juzgados», es decir, el que indicó san Mateo en el capítulo 25. Este debe ser el «marco» del «servicio evangélico». No hay escapatorias: «Si un discípulo no camina para servir —dijo el Papa—, no sirve para caminar. Si su vida no es para el servicio, no sirve para vivir como cristiano». Precisamente en este aspecto se encuentra, en muchos, la «tentación del egoísmo». Está quien dice: «Sí, soy cristiano, estoy en paz, me confieso, voy a misa, cumplo los man-

damientos». Pero, objetó el Pontífice, ¿dónde está el servicio a los demás? ¿Dónde está «el servicio a Jesús en el enfermo, en el preso, en el hambriento, en el desnudo»? Y precisamente esto es lo «que Jesús nos dijo que debemos hacer porque Él está allí». He aquí, la segunda palabra clave: el «servicio a Cristo en los demás». Existe una relación también con «la tercera palabra de este pasaje»,

que es «gratuidad». Caminar, en el servicio, en la gratuidad. Se lee de hecho: «Gratis habéis recibido, dad gratis». Una cuestión fundamental que empuja al Señor a aclararla bien por si «los discípulos no hubiesen entendido». Él les explica: «No os procuréis en la faja oro, plata ni cobre, ni tampoco alforja para el camino, ni dos túnicas». Como diciendo, puntualizó el Papa Francisco, que «el camino del servicio es gratuito porque nosotros hemos recibido la salvación gratuitamente». Ninguno de nosotros «ha comprado la salvación, ninguno de nosotros la ha merecido»: la tenemos por «pura gracia del Padre en Jesucristo, en el sacrificio de Jesucristo». Por eso, dijo el Papa, «es triste cuando se encuentran cristianos que olvidan esta Palabra de Jesús: «Gratis habéis recibido, dad gratis». Y es triste cuando las que se olvidan de la gratuidad son «comunidades cristianas», «parroquias», «congregaciones religiosas» o «diócesis». Cuando esto sucede, advirtió el Pontífice, es porque detrás «existe el engaño» de presumir «que la salvación viene de las riquezas, del poder humano». Después el Papa Francisco, finalizó así su reflexión: «Tres palabras. Camino, pero camino como un envío para anunciar. Servicio: la vida del cristiano no es para sí mismo, es para los demás, como fue la vida de Jesús». Y en tercer lugar, «gratuidad». Así, dijo, podremos volver a poner nuestra esperanza en Jesús, quien nos envía así una esperanza que nunca defrauda». Por el contrario, «cuando la esperanza está en la propia comodidad en el camino o la esperanza está en el egoísmo de buscar las cosas para sí» y no para servir a los demás, o bien «cuando la esperanza está en las riquezas o en

las pequeñas seguridades mundanas, todo esto se derrumba. El Señor mismo hace que se derrumbe». De aquí la invitación final del Pontífice a proseguir la celebración eucarística: «Hagamos este camino hacia Dios con Jesús en el altar, para después caminar hacia los demás en el servicio y en la pobreza, sólo con la riqueza del Espíritu Santo que Jesús mismo nos ha dado».

Cómo se custodia el corazón Comprender los tiempos de Dios, tener el corazón libre de las pasiones negativas, para acoger el don de la gracia y no ser, en cambio, arrollados por el «rumor» de la mundanidad. Es una invitación a custodiar el propio corazón para darse cuenta del paso de Dios, la que dirigió el Papa Francisco en la misa que celebró el lunes 15 de junio, por la mañana, en la capilla de la Casa Santa Marta. «La semana pasada —recordó al inicio de la homilía— reflexionamos acerca del consejo de san Pablo y nuestra actitud cristiana. Y también sobre lo que Jesús aconseja a sus discípulos: dar gratuitamente lo que gratuitamente han recibido». Se trata, explicó, de la «gratuidad del don de Dios, la gratuidad de la salvación, la gratuidad de la revelación de Jesucristo como salvador». Y «esto es un don que Dios nos dio y nos da, cada día». Hoy, destacó el Papa, «san Pablo vuelve sobre este tema y en la segunda Carta a los Corintios (6, 1-10) escribe: «Os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios». He aquí «la gratuidad de Dios». Por lo tanto, insistió el Papa Francisco, no hay que «echarla en saco roto» sino «acogerla bien, con el corazón abierto». Añade san Pablo: «Dios, pues dice: en el tiempo favorable te escuché, en el día de la salvación te ayudé. Pues mirad: ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación». «El Señor nos escuchó y nos dio el don, gratuitamente», afirmó el

Pontífice repitiendo las palabras del apóstol: «Ahora es el tiempo favorable». Así, pues, continuó, «san Pablo nos aconseja no dejar pasar el tiempo favorable, es decir, el momento en el que el Señor nos da esta gracia, nos da la gratuidad; no olvidar esto: nos la dio y nos la da ahora». En efecto, explicó el Papa Francisco, «en cada momento el Señor nos vuelve a dar la gracia, vuelve a tener este gesto con nosotros, nos vuelve a dar este don: el don que es gratuito». Así, san Pablo exhorta a «no echar en saco roto» la gracia de Dios, «porque si nosotros la echamos en saco roto, daremos motivo de escándalo». Escribe, en efecto, el apóstol: «Nunca damos a nadie motivo de escándalo». Es precisamente «el escándalo del cristiano que se llama cristiano, que va incluso a la iglesia, que va los domingos a misa, pero no vive como cristiano: vive como mundano o como pagano». Y «cuando una persona es así, escandaliza». Por lo demás, dijo el Papa, «cuántas veces hemos escuchado en nuestros barrios, en los negocios: «“Mira a ese o esa, todos los domingos va a misa y después hace esto, esto, esto, esto…”». Es así como «la gente se escandaliza». Precisamente a esto se refiere san Pablo cuando exhorta a «no echar en saco roto» la gracia de D ios. Entonces, «¿cómo debemos acoger» la gracia? Ante todo, explicó el Papa Francisco citando una vez más a san Pablo, con la conciencia de que «es el tiempo favorable». En concreto, «debemos estar atentos para comprender el tiempo de Dios, cuando Dios pasa por nuestro corazón». Al respecto, «san Agustín decía una hermosa frase: “Tengo miedo cuando pasa el Señor” — “¿Por qué tienes miedo si el Señor es bueno?”— “No. Tengo miedo de no acogerlo, de no comprender que el Señor está pasando en esta prueba, en esta palabra que he escuchado, que me conmovió el corazón, en este ejemplo de santidad, muchas cosas, en esta tragedia”». Así, pues, recordó el Papa, «el Señor pasa y nos da el don». Pero es importante «custodiar el corazón para estar atentos a ese don de Dios». Y, «¿cómo se custodia el corazón?», se preguntó una vez más el Papa Francisco. «Se custodia —explicó— alejando todo rumor que no viene del Señor, alejando muchas cosas que nos quitan la paz». Y «cuando se alejan esas cosas, esas pasiones nuestras, el corazón está preparado para comprender que está pasando el Señor y para recibirlo a Él y la gracia». Por lo tanto, es importante «custodiar el corazón, custodiar el corazón de nuestras pasiones». Y «nuestras pasiones son muchas». Pero «también Jesús en el Evangelio nos habla de nuestras pasiones». El Papa Francisco, en especial, repitió las palabras de san Mateo en el pasaje evangélico propuesto por la liturgia (5, 38-42): «Habéis oído que se dijo: «ojo por ojo, diente por diente». PeSIGUE EN LA PÁGINA 15


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viernes 19 de junio de 2015, número 25

El Papa a los scouts italianos

Integrados y no decorativos

Con una invitación a invertir en la educación y en la espiritualidad, y a integrarse cada vez más en la pastoral de la Iglesia local, el Papa Francisco se dirigió a los noventa mil scouts italianos que llenaron la plaza de San Pedro y la vía de la Conciliación el sábado 13 de junio por la mañana. El Pontífice les pidió que construyan puentes de diálogo en una sociedad que, al contrario, levanta muros de división. Queridos amigos de la nos días!

AGESCI,

¡bue-

Os agradezco que hayáis venido en gran número de todas las regiones de Italia para formar esta presencia festiva en la plaza de San Pedro. Saludo al jefe scout y la jefa guía, al consiliario eclesiástico general, a los lobatos y lobeznas, a los exploradores y guías, a los rovers y escultas, con las comunidades jefes y los sacerdotes asistentes. Os diré una cosa —pero, ¡no os enorgullezcáis!—: sois una parte valiosa de la Iglesia en Italia. ¡Gracias! Quizá los más pequeños entre vosotros no se den cuenta, pero espero que los más grandes sí. En particular, ofrecéis una contribución importante a las familias en su misión educativa con los niños, los muchachos y los jóvenes. Los padres os los confían porque están convencidos de la bondad y la sabiduría del método scout, basado en los grandes valores humanos, en el contacto con la naturaleza, en la religiosidad y la fe en Dios; un método que educa en la libertad con responsabilidad. Esta confianza de las familias no se tiene que decepcionar. Y tampoco la de la Iglesia: deseo que os sintáis siempre parte de la gran comunidad cristiana. El año pasado, en agosto, os llamé por teléfono cuando estabais reunidos en el pinar de San Rossore.

¿Os acordáis? Habíais hecho una gran ruta nacional, como decís vosotros. Y habéis escrito la «Carta de la valentía». Esta «Carta» expresa vuestras convicciones y aspiraciones, y contiene una fuerte petición de educación y escucha dirigida a vues-

tras comunidades jefes, a las parroquias y a la Iglesia en su conjunto. Este pedido también concierne al ámbito de la espiritualidad y de la fe, que son fundamentales para el crecimiento equilibrado y completo de la persona humana. Una vez, cuando alguien le preguntó a vuestro fundador lord Baden Powell, «¿dónde entra la religión [en el escultismo]?», respondió que «la religión no tiene necesidad de “entrar”, porque siempre ha estado dentro. No hay un lado religioso del movimiento scout y un lado no… En conjunto se basa en la religión, es decir, en la toma de conciencia de Dios y en su servicio» (Discurso a una conferencia de comisionados scouts y guías, 2 de julio de 1926, en: L’educazione non finisce mai, Roma 1997, p. 43). Y esto lo dijo en el año 26. En el ámbito de las asociaciones scouts a nivel mundial, la AGESCI está entre las que invierten más en el campo de la espiritualidad y la educación en la fe. Pero todavía hay que

trabajar mucho para que todas las comunidades jefes comprendan su importancia y saquen sus conclusiones. Sé que tenéis momentos formativos para los jefes sobre el acercamiento a la Biblia, incluso con métodos nuevos, poniendo en el centro el relato de la vida vivida en relación con el mensaje del Evangelio. Me congratulo con vosotros por estas buenas iniciativas, y deseo que no se trate de momentos esporádicos, sino que se inserten en un proyecto de

formación continua y amplia, que penetre hasta el fondo en el tejido asociativo, haciéndolo permeable al Evangelio y facilitando el cambio de vida. Hay una cosa que me preocupa particularmente respecto a las asociaciones católicas, y también a vosotros quiero hablaros de ella. Asociaciones como la vuestra son una riqueza de la Iglesia que el Espíritu Santo suscita para evangelizar todos

los ambientes y sectores. Estoy convencido de que la AGESCI puede aportar a la Iglesia un nuevo fervor evangelizador y una nueva capacidad de diálogo con la sociedad. Por favor: ¡capacidad de diálogo! Construir puentes, construir puentes en esta sociedad donde existe la costumbre de hacer muros. Construid puentes, ¡por favor! Y con el diálogo, construid puentes. Pero esto sólo puede suceder con una condición: que cada uno de los grupos no pierda el contacto con la parroquia del lugar, donde tiene su sede, pero que en muchos casos no frecuenta porque, aun prestando allí su servicio, proviene de otras zonas. Estáis llamados a encontrar el modo de integraros en la pastoral de la Iglesia particular, estableciendo relaciones de estima y colaboración en todos los niveles, con vuestros obispos, con los párrocos y los otros sacerdotes, con los educadores y los miembros de las demás asociaciones eclesiales presentes en la parroquia y en el mismo territorio, y no os contentéis con una presencia «decorativa» el domingo o en las grandes ocasiones. En la AGESCI hay muchos grupos que ya están plenamente integrados en su realidad diocesana y parroquial, que saben valorar la oferta formativa propuesta por las comunidades parroquiales a los muchachos, a los jovencísimos, a los jóvenes, a los adultos, frecuentando, junto con otros coetáneos, los grupos de catequesis y formación cristiana. Lo hacen sin renunciar a lo que es específico en la educación scout. Y el resultado es una personalidad más rica y más completa. Si estáis de acuerdo, vamos adelante así. Os doy las gracias a todos: lobatos, lobeznas, exploradores y guías, rovers y escultas, comunidades jefes y sacerdotes asistentes. Os acompaño con mi oración, pero también os pido que recéis por mí. ¡Buen camino a todos vosotros!


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Misa en Santa Marta VIENE DE LA PÁGINA 13

ro yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos». Se trata, dijo el Papa, de «estar libre de las pasiones y tener un corazón humilde, un corazón manso». Y «el corazón se custodia con la humildad, la mansedumbre, jamás con las luchas, las guerras». En cambio, continuó, «esto es el rumor: rumor mundano, rumor pagano o rumor del diablo». Pero el corazón tiene que estar «en paz». Por ello, continuó el Papa Francisco volviendo a proponer las palabras de san Pablo a los Corintios, es importante no dar «a nadie motivo de escándalo, para no poner en ridículo nuestro ministerio». Y añadió: «Pablo habla del ministerio pero también del testimonio cristiano, para que no sea criticado; y esto en paz y humildad “en las tribulaciones, infortunios, apuros; en golpes, cárceles, motines, fatigas, noches sin dormir y días sin comer”». «Son cosas feas», comentó el Papa Francisco. Y precisamente de todo esto «yo debo custodiar mi corazón para acoger la gratuidad y el don de Dios». Pero, «¿cómo lo hago?» se preguntó. La respuesta está también en las palabras de san Pablo: «Con pureza, sabiduría, paciencia, con magnanimidad, con amabilidad; con el espíritu de santidad». En definitiva, dejar espacio a la «humildad, benevolencia, paciencia que sólo mira a Dios y tiene el corazón abierto al Señor que pasa». Antes de continuar la celebración de la misa, el Pontífice pidió al Señor «no echar en saco roto la gracia de Dios, no echar en saco roto la gratuidad de Dios y, para ello, aprender a custodiar el corazón». E invitó sobre todo a «pedir a la Virgen la gracia de la docilidad, de la humildad, de la bondad que custodian tan bien nuestro corazón, para no dejar que el Señor pase de largo, para no echar en saco roto el don, la gracia, que el Señor nos da».

Aquí, entonces, explicó la catequesis de san Pablo «sobre la limosna, la pobreza y las riquezas» que comienza con un ejemplo de la experiencia de la Iglesia de MacedoLa «teología de la pobreza» fue el nia. Allí, «en la gran prueba de la núcleo central de la homilía del Pa- tribulación —porque sufrían mucho pa Francisco en la misa del martes por las persecuciones— y su extrema 16 de junio en Santa Marta. La refle- pobreza, su alegría era superabundante y fue superabundante también xión del Pontífice partió del pasaje la riqueza de su generosidad». Es de la segunda carta a los Corintios decir, «al dar, al soportar las tribula(8, 1-9), donde san Pablo «organiza ciones se enriquecieron, experimenen la Iglesia de Corinto una colecta taron la alegría». Es, añadió el Papa, para la Iglesia de Jerusalén, que vive lo que se encuentra en una de las momentos difíciles de pobreza». Pa- bienaventuranzas: «Bienaventurados ra evitar que la colecta se realizara vosotros, cuando os insultarán, de modo equivocado, el apóstol cuando os perseguirán...». «hace algunas consideraciones», una Tras presentar ese ejemplo, san Pablo se dirige de nuevo a la Iglesia de Corinto: «Y como vosotros sois ricos, pensad en ellos, en la Iglesia de Jerusalén». Pero, preguntó el Papa, ¿de qué riqueza habla san Pablo? La respuesta se lee inmediatamente después: «Sois ricos en todo: en fe, en la palabra, en conocimiento, en empeño y en el amor que os hemos comunicado». Y sigue una exhortación: «Y lo mismo que sobresalís en todo, sobresalid también en esta obra de caridad». Haced que, explicó el Papa Francisco, «esta riqueza tan grande —el empeño, la caridad, la Palabra de Dios, el conocimiento de Dios— llegue a los bolsillos». Porque, Giotto, «Francisco da su manto a un pobre» (1299) añadió, «cuando la fe no llega a los bolsillos, no es especie de «teología de la pobreza», una fe genuina»; y esto es «una reseñaló. gla de oro» que se debe recordar. Aclaraciones necesarias porque, Del pasaje paulino emerge, por lo explicó el Papa Francisco, «pobre- tanto, una «contraposición entre riza» es una palabra «que siempre queza y pobreza. La Iglesia de Jerucrea dificultad». Cuántas veces, en salén es pobre, se encuentra en difiefecto, hemos escuchado decir: «Pe- cultad económica, pero es rica, porro este sacerdote habla demasiado que tiene el tesoro del anuncio evande pobreza, este obispo habla de pogélico». Y es precisamente «esta breza, este cristiano, esta religiosa hablan de pobreza... Son un poco Iglesia de Jerusalén, pobre», quien comunistas, ¿no?». En cambio, des- enriqueció a la Iglesia de Corinto tacó el Papa, «la pobreza es precisa- «con el anuncio evangélico: le dio la mente el centro del Evangelio», tan- riqueza del Evangelio». Quien era to que «si quitásemos la pobreza del rico económicamente en realidad era Evangelio, no se comprendería nada pobre «sin el anuncio del Evangelio». Se da, dijo el Pontífice, «un indel mensaje de Jesús».

Riqueza y pobreza

Audiencia al presidente de Colombia El Papa Francisco recibió en audiencia el lunes 15 de junio, en el palacio apostólico vaticano, al presidente de la República de Colombia, Juan Manuel Santos Calderón, quien sucesivamente se reunió con el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, y el arzobispo Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados. Durante los cordiales coloquios se evocaron las buenas relaciones que existen entre la Santa Sede y la República de Colombia, destacando la aportación que la Iglesia católica realizó y continua asegurando en favor del progreso humano, social y cultural de la población. Tras los temas abordados, una atención especial se le dio al estado del proceso de reconciliación en curso en el país, a la complejidad de las negociaciones que esto conlleva, y a las perspectivas que podrían abrir el logro de un acuerdo de paz. Por último, hubo un intercambio de opiniones sobre la situación política y social de la región, con especial atención a los esfuerzos realizados para promover la estabilidad en los países de la zona, su desarrollo armónico y equitativo y la promoción de una cultura de la legalidad.

tercambio mutuo» y, así, «de la pobreza surge la riqueza». En este punto, explicó el Papa, «Pablo, con su pensamiento, llega al fundamento de lo que nosotros podemos llamar “la teología de la pobreza”, porque la pobreza está en el centro del Evangelio». Se lee en la epístola: «Conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza». Así, pues, «fue el Verbo de Dios quien se hizo carne, el Verbo de Dios en esta condescendencia, en este abajarse, en este empobrecerse, quien nos hace, a nosotros, ricos en los dones de la salvación, de la palabra, de la gracia». Este «es precisamente el núcleo de la teología de la pobreza», que, por lo demás, encontramos en la primera bienaventuranza: «Bienaventurados los pobres de espíritu». Destacó el Papa Francisco: «Ser pobre es dejarse enriquecer por la pobreza de Cristo y no querer ser rico con otras riquezas que no sean las de Cristo, es hacer lo que hizo Cristo». No es sólo hacerse pobres, sino que se trata de dar «un paso más», porque, dijo, «el pobre me enriquece». Bajando a la realidad concreta de la vida cotidiana, el Papa explicó que «cuando damos una ayuda a los pobres, no hacemos cristianamente obras de beneficencia». Estamos ante un acto «bueno», un acto «humano», pero «esto no es la pobreza cristiana, que Pablo quiere, que Pablo predica». Porque pobreza cristiana significa «que yo doy de lo mío y no lo superfluo, incluso de lo necesario, al pobre, porque sé que él me enriquece». ¿Por qué me enriquece el pobre? «Porque Jesús dijo que Él mismo está en el pobre». El mismo concepto lo recuerda Pablo al escribir: «Nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza». Esto sucede «cada vez que yo me desprendo de algo, pero no sólo de lo superfluo, para dar a un pobre, a una comunidad pobre, a tanta gente pobre que le falta de todo», porque «el pobre me enriquece» dado que «es Jesús quien obra en él». He aquí por qué, concluyó el Papa Francisco, la pobreza «no es una ideología». La pobreza «está en el centro del Evangelio». En la «teología de la pobreza» encontramos «el misterio de Cristo que se abajó, se humilló, se empobreció para enriquecernos». Así se comprende «por qué la primera de las bienaventuranzas es: “Bienaventurados los pobres de espíritu”». Y «ser pobre de espíritu —indicó el Pontífice— es ir por este camino del Señor», quien «se abaja tanto», hasta hacerse «pan para nosotros» en el sacrificio eucarístico. Es decir, Jesús «sigue abajándose en la historia de la Iglesia, en el memorial de su Pasión, en el memorial de su humillación, en el memorial de su abajamiento, en el memorial de su pobreza, y con este “pan” Él nos enriquece». De aquí la sugerencia final para la oración: «Que el Señor nos haga comprender el camino de la pobreza cristiana y la actitud que debemos tener cuando ayudamos a los pobres».


L’OSSERVATORE ROMANO

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Queridos hermanos ¡buenos días!

y

hermanas,

En el itinerario de catequesis sobre la familia, hoy nos inspiramos directamente en el episodio narrado por el evangelista san Lucas, que acabamos de escuchar (cf. Lc 7, 1115). Es una escena muy conmovedora, que nos muestra la compasión de Jesús hacia quien sufre —en este caso una viuda que perdió a su hijo único—; y nos muestra también el poder de Jesús sobre la muerte. La muerte es una experiencia que toca a todas las familias, sin excepción. Forma parte de la vida; sin embargo, cuando toca los afectos familiares, la muerte nunca nos parece natural. Para los padres, vivir más tiempo que sus hijos es algo especialmente desgarrador, que contradice la naturaleza elemental de las relaciones que dan sentido a la familia misma. La pérdida de un hijo o de una hija es como si se detuviese el tiempo: se abre un abismo que traga el pasado y también el futuro. La muerte, que se lleva al hijo pequeño o joven, es una bofetada a las promesas, a los dones y sacrificios de amor gozosamente entregados a la vida que hemos traído al mundo. Muchas veces vienen a misa a Santa Marta padres con la foto de un hijo, de una hija, niño, joven, y me dicen: «Se marchó, se marchó». Y en la mirada se ve el dolor. La muerte afecta y cuando es un hijo afecta profundamente. Toda la familia queda como paralizada, enmudecida. Y algo similar sufre también el niño que queda solo, por la pérdida de uno de los padres, o de los dos. Esa pregunta: «¿Dónde está papá? ¿Dónde está mamá?». —«Está en el cielo». —«¿Por qué no la veo?». Esa pregunta expresa una angustia en el corazón del niño que queda solo. El vacío del abandono que se abre dentro de él es mucho más angustioso por el hecho de que no tiene ni siquiera la experiencia suficiente para «dar un nombre» a lo sucedido. «¿Cuándo regresa papá? ¿Cuándo regresa mamá?». ¿Qué se puede responder cuando el niño sufre? Así es la muerte en la familia. En estos casos la muerte es como un agujero negro que se abre en la vida de las familias y al cual no sabemos dar explicación alguna. Y a veces se llega incluso a culpar a Dios. Cuánta gente —los comprendo— se enfada con Dios, blasfemia: «¿Por qué me quitó el hijo, la hija? ¡Dios no está, Dios no existe! ¿Por

Los tuits en @Pontifex_es 13 JUN [9.29 AM] La Iglesia de hoy es la Iglesia de los mártires: tantos testigos heroicos. Aprendamos de su valor 18 JUN [12.00 PM] Invito a todos a detenerse a pensar en los desafíos sobre el medio ambiente. #LaudatoSi 18 JUN [12.20 PM] Necesitamos un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta

En la audiencia general del miércoles 17 de junio

El derecho a llorar A la experiencia de la muerte y del luto en la familia el Papa dedicó la catequesis del miércoles 17 de junio, en la plaza de San Pedro. «No se debe negar el derecho al llanto» afirmó, y recordó al mismo tiempo que sólo una perspectiva de fe «nos protege de la visión nihilista de la muerte». qué hizo esto?». Muchas veces hemos escuchado esto. Pero esa rabia es un poco lo que viene de un corazón con un dolor grande; la pérdida de un hijo o de una hija, del papá o de la mamá, es un gran dolor. Esto sucede continuamente en las familias. En estos casos, he dicho, la muerte es casi como un agujero. Pero la muerte física tiene «cómplices» que son incluso peores que ella, y que se llaman odio, envidia, soberbia, avaricia; en definitiva, el pecado del mundo que trabaja para la muerte y la hace aún más dolorosa e injusta. Los afectos familiares se presentan como las víctimas predestinadas e inermes de estos poderes auxiliares de la muerte, que acompañan la historia del hombre. Pensemos en la absurda «normalidad» con la cual, en ciertos momentos y en ciertos lugares, los hechos que añaden horror a la muerte son provocados por el odio y la indiferencia de otros seres humanos. Que el Señor nos libre de acostumbrarnos a esto. En el pueblo de Dios, con la gracia de su compasión donada en Jesús, muchas familias demuestran con los hechos que la muerte no tiene la última palabra: esto es un auténtico acto de fe. Todas las veces que la familia en el luto —incluso terrible— encuentra la fuerza de custodiar la fe y el amor que nos unen a quienes amamos, la fe impide a la muerte, ya ahora, llevarse todo. La oscuridad de la muerte se debe afrontar con un trabajo de amor más intenso. «Dios mío, ilumina mi oscuridad», es la invocación de la liturgia de la tarde. En la luz de la Resurrección del Señor, que no abandona a ninguno de los que el Padre le ha confiado, nosotros podemos quitar a la muerte su «aguijón», como decía el apóstol Pablo (1 Cor 15, 55); podemos impedir que envenene nuestra vida, que haga vanos nuestros afectos, que nos haga caer en el vacío más oscuro. En esta fe, podemos consolarnos unos a otros, sabiendo que el Señor venció la muerte una vez para siempre. Nuestros seres queridos no han desaparecido en la oscuridad de la nada: la esperanza nos asegura que ellos están en las manos buenas y fuertes de Dios. El amor es más fuerte que la muerte. Por eso el camino es hacer crecer el amor, hacerlo más sólido, y el amor nos custodiará hasta el día en que cada lágrima será

enjugada, cuando «ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto, ni dolor» (Ap 21, 4). Si nos dejamos sostener por esta fe, la experiencia del luto puede generar una solidaridad de los vínculos familiares más fuerte, una nueva apertura al dolor de las demás familias, una nueva fraternidad con las familias que nacen y renacen en la esperanza. Nacer y renacer en la esperanza, esto nos da la fe. Pero quisiera destacar la última frase del Evangelio que hemos escuchado hoy (cf. Lc 7, 11-15). Después que Jesús vuelve a dar la vida a ese joven, hijo de la mamá viuda, dice el Evangelio: «Jesús se lo entregó a su madre». ¡Esta es nuestra esperanza! Todos nuestros seres queridos que ya se marcharon, el Señor nos los de-

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volverá y nos encontraremos con ellos. Esta esperanza no defrauda. Recordemos bien este gesto de Jesús: «Jesús se lo entregó a su madre», así hará el Señor con todos nuestros seres queridos en la familia. Esta fe nos protege de la visión nihilista de la muerte, como también de las falsas consolaciones del mundo, de tal modo que la verdad cristiana «no corra el peligro de mezclarse con mitologías de varios tipos», cediendo a los ritos de la superstición, antigua o moderna (cf. Benedicto XVI, Ángelus del 2 de noviembre de 2008). Hoy es necesario que los pastores y todos los cristianos expresen de modo más concreto el sentido de la fe respecto a la experiencia familiar del luto. No se debe negar el derecho al llanto —tenemos que llorar en el luto—, también Jesús «se echó a llorar» y se «conmovió en su espíritu» por el grave luto de una familia que amaba (Jn 11, 33-37). Podemos más bien recurrir al testimonio sencillo y fuerte de tantas familias que supieron percibir, en el durísimo paso de la muerte, también el seguro paso del Señor, crucificado y resucitado, con su irrevocable promesa de resurrección de los muertos. El trabajo del amor de Dios es más fuerte que el trabajo de la muerte. Es de ese amor, es precisamente de ese amor, de cual debemos hacernos «cómplices» activos, con nuestra fe. Y recordemos el gesto de Jesús: «Jesús se lo entregó a su madre», así hará con todos nuestros seres queridos y con nosotros cuando nos encontremos, cuando la muerte será definitivamente derrotada en nosotros. La cruz de Jesús derrota la muerte. Jesús nos devolverá a todos la familia.

El Papa habla de la encíclica y piensa en los refugiados

Perdón por quien cierra la puerta

Al saludar a los fieles el Papa habló de la encíclica «sobre el cuidado de la casa común que es la creación» y lanzó un llamamiento en favor de los refugiados, invitando a «pedir perdón por las personas e instituciones que cierran la puerta a esta gente». Mañana, como sabéis, se publicará la encíclica sobre el cuidado de la «casa común» que es la creación. Esta «casa» nuestra se está arruinando y esto perjudica a todos, especialmente a los más pobres. Mi llamamiento se orienta a la responsabilidad, a partir de la tarea que Dios dio al ser humano en la creación: «cultivar y custodiar» el «jardín» en el que lo puso (cf. Gn 2, 15). Invito a todos a acoger con ánimo abierto este documento, que

se sitúa en la línea de la doctrina social de la Iglesia. El sábado próximo se celebra la Jornada mundial del refugiado, promovida por las Naciones Unidas. Recemos por los numerosos hermanos y hermanas que buscan refugio lejos de su tierra, que buscan una casa donde vivir sin temor, para que sean siempre respetados en su dignidad. Aliento la obra de quienes les ofrecen su ayuda y deseo que la comunidad internacional actúe de forma concorde y eficaz para prevenir las causas de las migraciones forzadas. Y os invito a todos a pedir perdón por las personas e instituciones que cierran la puerta a esta gente que busca una familia, que busca ser custodiada.


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