El admitir que la muerte es algo inevitable resulta duro. Los siquiatras están de
acuerdo que el pánico dominante, respecto a la muerte, invade a jóvenes y ancianos
casi a partes iguales. En cierta encuesta una muchachita de trece años contestó: "Es
una batalla perdida. Hay tantísimas cosas malas que podrían ocurrir en nuestro
cuerpo".