Alex Dorfsman 3 pausas rumbo a Nikko
• Sobre la posibilidad del pliegue (de la línea producida desde la presión, desde el modo en que algo se recarga o se corta o se dibuja o se traza sobre una superficie que quedó muy al fondo… y sobre esa superficie aparece otra para borrarse casi de inmediato: la imagen, y la posibilidad del presente). • Algo aparece, algo desaparece (el sonido a punto de convertirse en silencio – es decir: el silencio hecho sonido). • La repetición como un sistema para generar la diferencia (después de mucho tiempo me di cuenta que no era el mismo motivo sino que era otra posibilidad de lo mismo). • Un diálogo de tiempos (empujando el espacio). • Bluuup! (otra vez hay un ruido parecido al silencio… silencio). • Naturaleza y artifico (se reúnen en una especie de diálogo sobre lo que somos, sobre lo que podemos ser). • ¿Te acuerdas? (no, prefiero no recordarlo). • ¿Dónde sucede todo esto? (ahora, aquí: alguna vez sucedió en otro lugar pero desde entonces solamente puede suceder aquí). • ¿Lo ves? (no, no veo nada, por eso vale la pena seguir pensando/produciendo algunos espacios posibles). Luis Felipe Ortega Enero, 2014
Marco Polo es metรกfora Cristina Kahlo
Marco Polo es metáfora El hombre ambiciona aprehender el mundo, pero no puede. Aparentemente fija, también la tierra —como el aire, el agua y el fuego— está en continuo movimiento. La respuesta la encuentra en la noche, en la esfera celeste: en la relación armónica de los astros y en su revolución predecible, hora tras hora, día tras día, siguiendo el camino de la vía Láctea. En sus fotografías, Cristina Kahlo cuenta esta historia: la de un hombre obsesionado por resolver el problema de la forma, el tamaño y la posición de las cosas en el tiempo y en el espacio. Este hombre es Marco Polo, pero también Euclides, Arquímedes, Luca Pacioli, Brunelleschi o Descartes. O cualquier hombre: un espíritu activo que una vez que ha determinado su lugar, sale en busca de lo desconocido, a encontrar nuevos horizontes sobre los cuales proyectar su traza geométrica. Por su parte, la mujer reposa: tierra fértil y agua recurrente, la compañera del hombre no requiere otras medidas de espacio y tiempo que las de su propio cuerpo. Mientras él mira, calcula y viaja, ella espera y contempla. Arriba y abajo, traza, figura y número. Mediante la sutileza de la alegoría con la increíble belleza de la geometría de su fotografía, Cristina Kahlo narra una historia que es a la vez eterna y repetitiva: la de la doble conquista de tiempo y espacio por la vía discrepante del recorrido por el mundo y de la experiencia implícita del cuerpo. Su relato es el de todo hombre y toda mujer: la experiencia del orden del cosmos como metáfora. Laura González Flores
Par Avion Patricia Lagarde / Pía Elizondo
Patricia Lagarde y yo somos amigas desde hace casi 25 años. Cuando se tiene ya el medio siglo, eso representa la mitad de una vida. Nos conocimos por l os caminos d e la m aternidad, a jenos a l a fotografía, pero nuestra conversación ininterrumpida tiene la virtud de tocar mucho más que esos dos t emas centrales de nuestras vidas. N uestra a mistad g ira a lrededor d e una extraña capacidad para coincidir en nuestra lunática concepción del mundo y en nuestro amor por la poesía, pero también alrededor de una rara sincronía en el pensamiento, en las imágenes, en el tiempo. Durante el 2012, m antuvimos una correspondencia de i mágenes y palabras. Estas i ban y v enían por e l espacio virtual, dibujando u n territorio común, una conversación, y el relato íntimo de ese año. Esta exposición reúne e ste trabajo, a lgún o tro a dos m anos y o tros, puros encuentros, y es tal vez sólo, la constatación de una amistad, de un mano a mano que ha logrado prolongarse en el tiempo, y a pesar de la distancia. Pía Elizondo
PATRICIA CONDE GA L ER ร A
Catรกlogo Zona Maco 2014
Arte Contemporรกneo stand A215
Cynthia Araf
Cannon Bernรกldez
Laura Cohen
Marianna Dellekamp
Belinda Garen
Cristina Kahlo
Patricia Lagarde
José Antonio Martínez
Ilรกn Rabchinskey
Adam Wiseman
Arte Moderno stand AM214
Kati Horna
Carlos Jurado
Michael Kenna
Leo Matiz
Armando Salas Portugal
REVISIONES IV:
EL CUERPO EN LA FOTOGRAFÍA MEXICANA CONTEMPORÁNEA 2006-2013
Revisiones IV
Revisiones IV: el cuerpo en la fotografía contemporánea Mexicana 2006-2013
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uchas cosas han pasado y eso aquí lo hemos visto en estas Revisiones a la fotografía contemporánea mexicana, que tanto se ha empeñado por producir Patricia Conde Galería. Hace un año, entre mayo y julio de 2013, realizamos una recuperación de lo sucedido entre finales de los años ochenta y principios del siglo XXI respecto a las representaciones del cuerpo. Hoy continuamos con los primeros tiempos del siglo XXI, con autores que persisten en decir mucho a partir de éste. De su propio cuerpo o el de otros.
El cuerpo, lo sabemos, es recepción de memoria, que quiere decir de historia. Nuestras cicatrices cutáneas, siempre aparentes, y las laceraciones que no se ven, son parte de esa memoria. Nuestro cuerpo es historia. Que ahí está, profundamente, a veces recordándonos, evitando el olvido, el pasado que nos se va de nosotros. Se forja como tal a partir de que nos reconocemos a nosotros mismos, solitarios —o acompañados—, en el baño o en el espejo. También en una imagen fotográfica. Es una parte de nuestro testimonio que vamos dejando por ahí. Y que algunos (as) ven y otros no. O que algunos (as) no quieren ver. El cuerpo: sólo con él estamos siempre, hecho curioso y obligado. Irrenunciable circunstancia. Acaso a éste nunca lo traicionamos. O sólo en algunas ocasiones. Y vaya que sin posibilidad de engaño con él. Y, a veces, por momentos, le ponemos atención. No hay 7
salida de éste. Acaso por ello la fotografía ha sido el mejor documento para exhibirlo, mostrarnos a nosotros mismos. Nuestras desnudeces en múltiples sentidos se vuelven exhibibles, además de memoria. Los creadores reunidos aquí dicen mucho de ello. Dígalo si no Pía Elizondo y Patricia Lagarde. Dos artistas que se han compenetrado en un ambiente íntimo. Sólo el de ellas. El libro de ambas, Diario 2003-2005, es un testimonio de dolor y de salvación. Y mientras Patricia documenta la transición del cáncer de seno de Pía entre las dos construyen una hermosa comunión. Un documento de soledad, ciertamente, de caída pero a su vez de recuperación. Es el caso igualmente de Bela Limenes, en quien es innegable lo que ya señalábamos: el cuerpo como soporte de una larga historia. De laceraciones y de fragilidades y, sin embargo, de fortaleza. En esa línea se encuentra Ángela Arziniaga. Esta creadora permanentemente ha recurrido a su cuerpo como receptáculo de sensaciones y preocupaciones. Su lenguaje visual se erige en sí misma. En El Génesis y las nuevas ideas (2012) elabora un ritual de despojamiento. Ángela, eternamente, en diálogo con su cuerpo. Que quiere decir con ella misma y sus obsesiones. Todas nuestras creadoras (es) valientes en sus enfrentamientos consigo mismas (os). El ritual en solitario permanece en la mayoría de los autores (as). Esto no puede dejarse de lado, casi como un principio que ofrece la fotografía. Sea éste de trazos eróticos —la fugacidad corporal de Paty Banda, lo tenue y volátil de sus acabados—, o en la transitoriedad en íntima desolación de la serie Frágil (2009) de Saraí Ojeda. O bien Cannon Bernáldez quien en su serie Miedos (2006) hace un acto de expulsión de los temores. Otro acto valiente, también el de ella, como el de tantos creadores(as) aquí reunidos que no temen en-
frentarse a su circunstancia. O desde los espacios bucólicos, esos que busca y recrea Arturo Fuentes. Un veterano creador surgido de las filas del fotoperio dismo quien ha sabido reconstruir su mirada y su sentir desde otros ámbitos: lo sereno y lo apacible. En esencia varios creadores aquí inciden en las mismas preocupaciones, y esencialmente se muestran desde sus pesadillas convertidos en sueños reconfigurados (digamos, Kenia Nárez, una joven que transforma las narrativas de los cuentos clásicos para darles un nuevo matiz, acaso con tintes siniestros pero sorpresivos), o bien con su amores (Daniela Matute). Esta última creadora, en Oda a mi madre, reconstruye un documento de amor filial. Asistimos a un espacio de calidez. Armónico y tan íntimo que el espectador pareciera volverse un intruso. Esto define a los creadores de hoy: el cómo su vida —y sus cuerpos— pueden traducirse en imágenes. Y ellos no sólo son eso —sus cuerpos— sino también la efigie que han edificado para sí mismos. Icono modifi cable según los vaivenes del espíritu. Hay también mucho de clasicismo. Sin duda le corresponde a Rafael Galván regresarse a un pasado que es siempre tan actual. Alejado de los esquemas tradicionales del erotismo en el cuerpo (por ahí se encuentra también Jorge Camarillo) —ese que se ve a la vuelta de la esquina—, Galván convoca a todas las referencias reconocibles: Charles Nègre; a Robert Demachy, a Vallou de Vi lleneuve, a Auguste Belloc y a tantos otros que han formado nuestro imaginario sobre el cuerpo que viene desde el siglo XIX. ¿Y qué hay con Humberto Ríos, ese joven creador que parece convocar a las imágenes prefotográficas? Ríos realiza una obra en donde se perfilan las siluetas —oscuridad junto a oscuridad—. Eso viene desde lejanos tiempos, cuando las siluetas (silhouettes)—, 9
a falta de otro medio en donde se imprimiera lo corporal— se popularizaran en la década de los años treinta del siglo XIX. ¿Pero que hay tanto en Galván como en Ríos? ¿Un regreso al pasado? No necesariamente, aquí lo entenderíamos más como una reactualización, como una aceptación del pasado en el presente. La exhibición de una herencia visual siempre vital para su obligada revisión desde los tiempos presentes. Al respecto, Jain Kelly escribía: “Cuando uno mira una obra de arte, uno recrea. La obra exige la misma creatividad del espectador que la propia obra le ofrece”.1 Tenía razón. Pero he ahí también a Rodrigo Maawad en una versión profundamente lúdica, con la transformación de los cuerpos. Egresado del cómic y de lo fantástico, Rodrigo recrea un universo alucinante de objetos y figuras corporales. Un mundo sin referentes, más que en los sueños más delirantes. Imágenes choque de una transformación de los cuerpos. El cuerpo aquí ya es otro: aprisionado y cambiado. Como si una plaga nos hubiera alcanzado. El cuerpo, es evidente, sigue siendo soporte de nuestros placeres y nuestros miedos. Y he aquí que continuamos, entonces, con nuestras microhistorias. La del cuerpo, en los últimos años de nuestra producción fotográfica, es una de ellas. Tema ineludible, y cambiable, desde los viejos tiempos hasta hoy. Como un ejercicio de revisión o de síntomas. Eso lo dejan ver los artistas hoy convocados. José Antonio Rodríguez Curador 1 Jain Kelly, Nude:Theory, p 7, Nueva York, Lustrum Press, 1979
Reviews IV: the body in Mexican contemporary photography, 2006-2013
M
uch has happened in contemporary Mexican photography. We have witnessed its unfoldings thanks to the efforts in bringing together the Revisiones (Reviews) series exhibitions at Patricia Conde Galería.
From May to June 2013, a comprehensive exhibition was showcased on renderings of the body spanning from the late 1980s to the early 21st century. This exhibition is a follow–up comprising early 21st century artists who place great emphasis in the body. Their own or a subject’s. It is clear that the body is a repository of memory, and thus of history. The always-evident scars on our skin are part of such memory as well as the unnoticeable lacerations. Our body is also history. Its presence is deep, the body is there to remind us, to prevent us from forgetting the fleeting past. In the bathroom or before a mirror, in loneliness or next to someone, the body not only takes shape from our own recognition, but it is also shaped through a photographic image. The body provides evidence of our being there. Some can see it, some cannot. Some do not want to see it. The body: curiously and compellingly enough, we are always with it. It is an unavoidable circumstance. Perhaps we never betray it, maybe sometimes we do, and yet there is no chance
for deception. At times, at least at some brief moment, we pay attention to it. There is no way out of the body. In that regard, photography has probably been the best means to exhibit it, the best means to show ourselves. In many ways, our nakedness is befitting to be exhibited and also becomes memory. The artists featured in this exhibition well illustrate that. For instance, Pía Elizondo and Patricia Lagarde have blended themselves in an intimate atmosphere that is only theirs. Their book Diario 2003-2005 (Journal 2003-2005) bears witness of their pain and redemption. While Patricia registers the transitions of Pia´s breast cancer, a beautiful communion between the two is constructed. It is indeed a register of loneliness, of a fall, but also of a recovery. Likewise, as mentioned before, it is undeniable that the body in Bela Limenes’ work is the basis of a lengthy history. Lacerations and frailties are also the basis of strength. By the same token, Ángela Arziniaga has steadily used her body as a repository of sensations and worries. Her visual language emerges from herself. In El Génesis y las nuevas ideas, 2012 (The Genesis and New Ideas) she creates a ritual of relinquishment. She establishes a non-stop dialogue with her own body. Herself and her obsessions are her own language. These artists, our artists, bravely confront themselves. A solitary ritual is imprinted in the artists’ work in this exhibition. It is a principle that cannot be denied in photography. Whether these be the erotic strokes of the corporeal fleeting nature that are part of Paty Banda’s soft and volatile finishing touches, or in the transitory intimate desolation of Saraí Ojeda’s series Fragil, 2009 (Fragile). In her Miedos (2006) (Fears) series Cannon Bernáldez carries out an exorcism of fright. A 13
brave stunt, not only for her, but for many other artists collected here, who are not afraid to confront their circumstances. Or the pastoral spaces recreated by Arturo Fuentes. A seasoned photojournalist, Fuentes has managed to refocus his his eye and his feel from other fronts: to the serene and the peaceful. Essentially, the same concerns touch most of the photographers here. They virtually show themselves from the realm of nightmares turned into reconfigured dreams (e.g., Kenia Nárez, a young woman who transforms fairy tale narratives into new aspects, perhaps with sinister but surprising hints). Love is also a starting point in the work of Daniela Matute, whose Oda a mi madre (Ode to my mother) reconstructs a portrayal of filial love. We sit in on a warm atmosphere in which the onlooker almost intrudes into a space filled with harmony and intimacy. A this point, the lives and the bodies of these artists can be translated into images. They are not just bodies, but they are also the representation they have made for themselves. The fluctuations of the spirit turn the body into a changing icon. Classicism is also present. In this case, Rafael Galván returns to a past which is more current than ever. Far from the traditional conceptions of a common body erotic (Jorge Camarillo also comes to mind), Galván summons recognizable sources: Charles Nègre, Robert Demachy, Vallou de Villeneuve, Auguste Belloc, and many other artists who have modeled our idea of the body since the 19th century.
Humberto Ríos is a young artist who seems to evoke early photographic images. His work consists of profiled silhouettes —darkness against darkness. In the past, silhouettes were popular in the 1830s, —in the absence of another means to imprint the corporeal. Are Galván and Ríos returning to the past? Not necessarily, their work is rather a revision, an update. An acknowledgement of the past in the present. They show a visual inheritance that is always vital for a compulsory review from the present. On the subject, Jain Kelly wrote: “When one looks at a work of art, one recreates it. The work demands the same creativity of the viewer that it gives him”.1 He was right. Rodrigo Maawad presents a deeply playful version of transformed bodies. A graduate of the comic and fantasy, Rodrigo recreates a hallucinatory universe of objects and figures. A world whose only references are outrageous dreams. Shock images of transformed bodies. The body here is another kind of body: a trapped, changed body. As if an epidemic had invaded us all. It is clear that the body is still the carrier of our pleasures and our fears. And yet, we keep on with our little minihistories. The history of the body during the most recent years of photography production is one of those minihistories. As an unavoidable, changing topic from old times until today, the body gives way to a revisionism. This is what the artists of this exhibition allow us to see. José Antonio Rodríguez Curator 1
Jain Kelly, Nude: Theory, New York, Lustrum Press, 1979, p. 7.
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テ]gela Arziniaga
17
Paty Banda
23
Cannon Bernรกldez
35
PĂa Elizondo y Patricia Lagarde
41
Arturo Fuentes
49
Rafael Galvรกn
55
Bela Limenes
63
Rodrigo Maawad
73
Daniela Matute
81
Kenia Nรกrez
83
SaraĂ Ojeda
97
Humberto RĂos
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Las onças pintadas del Mato Grosso Patricio Robles Gil Cuarenta años de búsqueda, dos ríos, 40 jaguares, 185 encuentros, 24 fotografías. La exposición: “Las onças pintadas del Mato Grosso”, es el trabajo fotográfico más completo de Patricio Robles Gil sobre una especie y una región. En su obsesión de tener encuentros con uno de los iconos mas carismáticos de la naturaleza, ha recorrido por años las selvas y bosques tropicales de América. Cruzó por primera vez miradas con la onça pintada en el entronque de dos grandes ríos en Brasil, donde descubrió la vida secreta de estos grandes felinos. En ese cortejo es seducido por la belleza de la vida silvestre del Mato Grosso y como artista busca plasmar la esencia salvaje de las miradas del jaguar. Ya de regreso se encuentra con el dilema ético de exponer este mundo frágil y prístino a los ojos de una sociedad enfocada a la cultura del espectáculo. Por dos años, guardó las imágenes de esos encuentros y ahora comparte el privilegio que vivió, no sin sentir la culpabilidad de haber cruzado esa delgada línea, con la única idea de que esas miradas cautiven y muevan al observador al respeto de este gran templo que es el mundo natural.
Aft’er·im”age: n. an impression of a vivid image retained by the eye after the stimulus has ceased.
Para Patricia Conde Galería es un honor exponer, por primera vez en México, a la fotógrafa Amy Arbus con su serie After Images. After Images, probablemente el trabajo más representativo de su carrera a la fecha, es un homenaje a las pinturas vanguardistas del modernismo. La iluminación del claroscuro que maneja Arbus y los exquisitos colores producen retratos emocionalmente oscuros. Las fotografías discuten aquello que ocurre en la lente entre lo real, lo representado, y en cómo la memoria influencia nuestra percepción.
Cuando empieza la noche Yolanda Andrade
“La noche tiene la forma de un grito de lobo…” Alejandra Pizarnik En este recorrido nocturno cada imagen es una historia. Colectivamente, las fotografías reconstruyen la memoria de ciertas noches en diferentes ciudades, vividas con una intensidad más fuerte que las de la vida cotidiana, porque cada momento es tan efímero que se disuelve pronto en el recuerdo. El viaje nos lleva a un terreno neutro, abierto a posibilidades que no obedecen al control acostumbrado. Las fotografías de la noche también me permiten ahondar en temas como la soledad, los temores, la incertidumbre, el deseo, la posibilidad de transformar la apariencia banal de un sitio a la luz del día en un escenario fantasmagórico o misterioso. Tomar fotos de noche adentra en tiempos diferentes al presente. Por ejemplo, ciertos colores de la luz, algunas atmósferas, me revelan memorias del pasado, o bien me traen recuerdos de fragmentos de ciertas películas que he visto o de novelas que he leído. Llega el fin de la noche que se dilata un poco más en la oscuridad de los pasillos y los bares de los aeropuertos, esos lugares sin calles ni tiempo. Yolanda Andrade
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