Propuesta Comunista 63

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Propuesta Comunista Revista política

Partido Comunista de los Pueblos de España Febrero 2012, nº 63

Propuesta Comunista Director: Juan R. Lorenzo Consejo de Redacción: Área Ideológica del PCPE Diseño de Portada: C. Suárez Maquetación: J. Mora Edita: Partido Comunista de los Pueblos de España Depósito Legal: M-12283-1990 Redacción: C/ Carretas nº 14 - 6º, G-1 28012 Madrid Telf. y Fax 91 532 91 87 e-mail: propuestacomunista@pcpe.es www.pcpe.es


Índice

Resolución sobre la reforma laboral aprobada por el Gobierno de Rajoy Comité Ejecutivo del PCPE ...........................................................

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Documento de Unidad entre el PCPE y UP ...................

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Crisis capitalista y responsabilidad del Partido Comunista en la etapa de transición del capitalismo al socialismo Carmelo Suárez ..............................................................................

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Por el frente obrero y popular por el socialismo Raúl Martínez ...............................................................................

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Capital y finanzas Julio Mínguez .................................................................................

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Contribución del PCPE al 13 Encuentro de Partidos Comunistas y Obreros ..........................................

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Intervención de Aleka Papariga (KKE) en el 13 Encuentro de Partidos Comunistas y Obreros ..........

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Breve marco teórico para un análisis marxista-leninista de la cuestión medioambiental Juan Nogueira ................................................................................. 101 La doctrina militar bolivariana en el marco de la guerra permanente del imperialismo contra los pueblos Ferrán Nieto ................................................................................... 113



EL GOBIERNO DEL PP, A LAS ÓRDENES DE BERLÍN, APRUEBA SU PRIMERA REFORMA LABORAL OBEDECIENDO LAS EXIGENCIAS DEL CAPITAL FINANCIERO La clase obrera ha de responder luchando hasta liquidar el sistema capitalista

Declaración del Comité Ejecutivo del PCPE

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l Gobierno de Mariano Rajoy ha dado su primer paso importante en el inicio de la aplicación de las políticas que hoy exige el imperialismo europeo, con capital en Berlín, para tratar de remontar la crisis estructural del sistema capitalista. Esta crisis estructural, sin solución dentro del sistema capitalista, está siendo gestionada por los gobiernos de turno de los distintos países sometiendo a la clase obrera a un aumento generalizado de las condiciones de explotación hasta ahora vigentes. La lógica de acumulación capitalista está en quiebra. No hay ninguna perspectiva de recuperación de la actividad económica en este sistema. Nadie discute las previsiones de una profunda depresión para


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este año 2012, que tendrá como consecuencia inmediata un aumento generalizado del paro. El gobierno Rajoy, que fue elegido como alternativa al anterior de la socialdemocracia, sabe perfectamente el papel que tiene asignado y obedece -como servil lacayo- las órdenes que recibe del capital monopolista y financiero. El discurso cínico de la preocupación de este gobierno por crear empleo no es más que una burda comedia de la democracia burguesa. El papel de este gobierno no es otro que el de favorecer un profundo proceso de destrucción de fuerzas productivas (más paro), que es como el sistema capitalista trata de remontar sus crisis, sin descartar el recurso a la guerra llegado el momento. En estos meses de gobierno se ha dado un reparto de papeles entre gobierno y los denominados agentes sociales protagonistas del pacto social. Así, una parte de las agresiones a nuestro poder adquisitivo y a nuestros derechos se acordaron, previamente, en la mesa del Pacto Social entre empresarios y dirigentes sindicales, y, la otra parte, la más descarnada, la asume ahora el gobierno Rajoy en solitario. Esta comedia, en todos sus actos, es una burla a los intereses del pueblo trabajador, al cual se le roban sus derechos y se le rebajan de manera generalizada los salarios y sus derechos laborales fundamentales. El gobierno Rajoy seguirá por este camino mientras la clase obrera no se levante en radical lucha de masas para derrotar sus políticas. Mientras tanto, los reformistas de todo tipo, con su persistente llamamiento a encontrar una salida social a la crisis dentro del capitalismo, no representan ningún camino distinto en esta guerra de la oligarquía contra la clase obrera. Sus posiciones de conciliación de clases, y de aceptación de las reglas de juego de la democracia burguesa, les incorporan al bloque dominante, que, de una u otra manera, oprime y explota al pueblo trabajador. Así lo demostró, en su momento, el gobierno de Zapatero, la experiencia del tripartito catalán, el gobierno de la “izquierda plural” de Asturias y el mismo Ayuntamiento de Córdoba, que, gobernado por IU, privatizó servicios públicos fundamentales.. A este ataque generalizado contra la clase obrera y contra el pueblo sólo se puede responder organizando la unidad combativa de la clase y


Resolución del PCPE sobre la reforma laboral

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el pueblo por la derrota del sistema capitalista, por la salida del euro, de la UE y de la OTAN, y por abrir un camino para la conquista del poder por la mayoría trabajadora. El sistema capitalista en quiebra sólo puede ofrecer un futuro de más pobreza y más violencia al pueblo. La etapa actual se caracteriza por la necesidad de construir esta unidad combatiente de la clase obrera y amplias capas del pueblo trabajador, en una lucha sostenida de largo desarrollo temporal, en el que las sucesivas movilizaciones y luchas irán fortaleciendo su misma capacidad de combate y la claridad de los objetivos radicales de transformación. El Partido Comunista de los Pueblos de España se propone estar a la altura de las circunstancias, y asume el compromiso de colocarse a la cabeza de estas luchas para cambiar en el más breve plazo de tiempo la actualmente desfavorable correlación de fuerzas para el pueblo. Sólo la lucha consecuente derrotará al gobierno de los lacayos de la oligarquía y sus políticas. La reforma aprobada supone un ataque sin precedentes a la línea de flotación de los derechos laborales: -- Abarata el despido, hasta su gratuidad, en algunos casos. -- Crea nuevos mecanismos para una rebaja masiva de los salarios. -- Da vía libre a los Expedientes de Regulación de Empleo (ERE). -- Establece nuevos mecanismos de sobreexplotación de la juventud obrera. -- Entrega a la patronal ingentes cantidades de dinero público por la vía de las bonificaciones. -- Comienza la agresión contra las prestaciones por desempleo. -- Avanza en la privatización de los servicios públicos de empleo mediante las parasitarias Empresas de Trabajo Temporal (ETT). -- Intensifica la dictadura empresarial en materia de jornada laboral, salario y movilidad funcional y geográfica. -- Lanza un ataque mortal contra la negociación colectiva, facilitando la dictadura empresarial frente a los convenios colectivos y limitando su vigencia, en la perspectiva de su desaparición.


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Ninguna de estas medidas tiene la más mínima posibilidad de mejorar la actual situación de la clase obrera, sino, al contrario, son todas ellas medidas para abaratar el ya bajo precio que la patronal paga por la fuerza de trabajo, y para acentuar la dictadura de la patronal, que permitirá imponer las más arbitrarias condiciones de trabajo a la clase obrera. Rajoy da una vuelta de tuerca más a la dictadura del capital. Casi cinco millones y medio de hombres y mujeres en situación de paro –que, a final del año, pueden ser cerca de seis millones- son la expresión del fracaso de todas las políticas de apuntalamiento de este sistema capitalista decrépito. La pobreza se extiende, millones de jóvenes no tienen ninguna perspectiva de encontrar trabajo en los próximos años, frustrando la etapa fundamental de su vida; una buena parte de la población infantil tiene una alimentación deficitaria, que les marcará para toda su vida; la mujer trabajadora sufre unos mayores recortes de salario y una mayor precariedad con horarios agotadores, etc. Por todo ello, el Partido Comunista llama a toda la clase obrera, a los sectores populares y a las decenas de miles de sindicalistas que honestamente luchan en su lugar de trabajo a responder con contundencia y a denunciar ante la clase obrera a la dirigencia sindical pactista, que obstaculiza la organización de una contestación masiva y decidida de la clase obrera con la lucha diaria en su lugar de trabajo. Articular la unidad de la clase es hoy una prioridad; la clase obrera no se puede dividir en función de la sigla sindical en la que se organiza, porque debilita su capacidad de lucha. El PCPE llama a unir a toda la clase obrera en un solo frente sindical clasista y combativo, que, con la propuesta de la convocatoria de huelga general como revulsivo inmediato para la lucha, comience por la organización en los centros de trabajo, en los sectores productivos y en los barrios y ciudades de COMITÉS para la UNIDAD OBRERA en los que participen todos los trabajadores y trabajadoras que, desde el rechazo al Pacto Social, asuman que la única lealtad que les debe guiar es la defensa consecuente de los intereses de su clase y el derecho a su participación democrática y activa en todas y cada una de las decisiones que les incumben y determinan su futuro.


Resolución del PCPE sobre la reforma laboral

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Trabajadores y trabajadoras: - Organicemos Comités para la Unidad Obrera (CUO). - Exijamos la convocatoria de la Huelga General. - Unamos todas las luchas obreras y organicemos la solidaridad. - Reaccionemos con contundencia en cada lucha: ¡o ellos o nosotros! - Digamos alto y claro que en el capitalismo no hay salida, que sólo el poder obrero y popular, que sólo el socialismo–comunismo romperá las cadenas de la explotación. - Empleemos todos los medios a nuestro alcance para responder: asambleas, concentraciones, mítines, manifestaciones, octavillas, carteles, pintadas. Por una amplia agitación llamando a la lucha y exigiendo la huelga general. - Guerra a la patronal y sus gobiernos, guerra al capitalismo.

NO AL FRACCIONAMIENTO SINDICAL, COMITÉS PARA LA UNIDAD OBRERA HUELGA GENERAL CONTRA EL CAPITAL, YA POR LA SALIDA DEL EURO, LA UE Y LA OTAN POR EL SOCIALISMO Y EL COMUNISMO TODO PARA LA CLASE OBRERA SIN NUESTRO TRABAJO, NO SE MUEVE UN ENGRANAJE; DEMOSTREMOS NUESTRA FUERZA

Madrid, 12 de Febrero de 2012



Por la unidad comunista, el marxismo-leninismo y el internacionalismo proletario

DOCUMENTO DE UNIDAD ENTRE EL PARTIDO COMUNISTA DE LOS PUEBLOS DE ESPAÑA (PCPE) Y UNION PROLETARIA (UP)

1.- LAS EXPERIENCIAS SOCIALISTAS EN EL SIGLO XX El movimiento comunista continúa desarrollando la valoración sobre la construcción del socialismo en el siglo XX. Los debates en torno a las causas de la derrota sufrida en la URSS y en el resto de países socialistas no son una cuestión del pasado. Hoy, para romper con la hegemonía burguesa en las filas de la clase obrera, así como con toda manifestación de oportunismo, y elevar a nuevos niveles la lucha revolucionaria, es preciso tomar posición en toda una serie de cuestiones.


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El carácter de nuestra época Nuestra era continúa siendo la de la transición del capitalismo al socialismo mediante la revolución proletaria, que fue inaugurada por la Gran Revolución Socialista de Octubre de 1917. Ese es el verdadero carácter de la época actual y explica las crecientes contradicciones que convulsionan en nuestros días a la humanidad. Los derrocamientos contrarrevolucionarios de 1989–91 en ningún caso niegan el carácter de nuestra época; se trata de un retroceso, de una derrota temporal. El movimiento comunista trabaja para que el siglo XXI sea el siglo de la lucha revolucionaria por el poder, de la construcción del socialismo y del inicio de la edificación del comunismo. El triunfo de la contrarrevolución El socialismo no colapsó, tampoco se derrumbó. Ese tipo de explicaciones esconden un interés ideológico y buscan desacreditar, ante la clase obrera mundial, lo que la práctica confirmó como un hecho: la superioridad del socialismo sobre el modo de producción capitalista, confirmada por la abolición de la explotación del hombre por el hombre, por los avances de los trabajadores y trabajadoras en todos los órdenes, por un desarrollo sin precedentes de la ciencia y la técnica a favor de la humanidad, por la amplia y creciente satisfacción de las necesidades sociales, etc. Los sucesos ocurridos a finales del siglo XX en la URSS y en los países socialistas del este europeo deben ser analizados desde las categorías del socialismo científico. El socialismo en la URSS fue derrotado. La Revolución Socialista de Octubre de 1917, con la posterior formación de la URSS, en 1922, tuvo que enfrentar el agresivo cerco imperialista y las contradicciones internas motivadas por la acción contrarrevolucionaria. En el seno de las sociedades socialistas, se libraba una dura lucha de clases (soterrada, en unos casos, y, abierta y directa, en otros), contando en todo momento las fuerzas de la contrarrevolución con la asistencia de los centros de poder imperialistas. La derrota del socialismo ha sido una derrota temporal de la clase obrera. En ese proceso jugó un rol determinante la erosión oportunista de algunos partidos en el poder y la traición de


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muchos dirigentes, especialmente en la URSS. Este fenómeno se desarrolló, sobre todo, después del período en que el PCUS, bajo la dirección de Lenin y de Stalin, impuso los intereses de la clase obrera sobre los de la burguesía. El papel del revisionismo En el XX Congreso del PCUS se aprobaron toda una serie de líneas que debilitaron el poder obrero y crearon las condiciones necesarias para el avance de posiciones que exigían la restauración el periodo de transición entre el capitalista, materializándose capitalismo y el comunismo no en un proceso de lucha de puede ser otro que la dictadura clases en el que triunfa la ten- revolucionaria del proletariado dencia a la burocratización, que frustra el desarrollo de la dictadura del proletariado y favorecerá la formación de una nueva clase burguesa. Juegan un papel especialmente negativo las posiciones que, con posterioridad, negaron la tesis marxista-leninista de que el periodo de transición entre el capitalismo y el comunismo no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado, defendiendo la ficción de un Estado y un partido de todo el pueblo -lo que fue aprobado en el XXII Congreso del PCUS-, así como concepciones económicas por las que se ampliaban los mecanismos de mercado y se debilitaba la planificación socialista, abriendo paso a la economía sumergida. Esas posiciones fueron progresivamente desarrolladas en clave contrarrevolucionaria hasta llegar a la Perestroika, en los años 80, que aceleró el camino de la completa destrucción del socialismo y trajo gravísimas consecuencias para los pueblos y para la clase obrera mundial. Importancia de la lucha ideológica Para la consecución de los objetivos revolucionarios resulta determinante la defensa de las experiencias de construcción socialista en el siglo XX (así como de las que todavía persisten en la actualidad), de sus logros y de los avances sin precedentes que el primer asalto al poder conquistó para la clase obrera y para los pueblos. También para los trabajadores y trabajadoras de los países capitalistas que, bajo el para-


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guas del campo socialista, lograron avances e importantes conquistas sociales, que han sido o están siendo destruidas tras los derrocamientos contrarrevolucionarios. Es necesario confrontar con las diferentes corrientes oportunistas, tanto de derecha como de “izquierda”, que manipulan y distorsionan la construcción socialista del siglo XX calificándola de “totalitaria”, “dictatorial”, “capitalismo de Estado”, etc. Esas posiciones, defendidas por corrientes verdes, socialdemócratas, reformistas, anarquistas y trotskistas, atacan los 70 años de historia de la URSS y, muy específicamente, el periodo en el que se sentaron las bases del socialismo, defendiendo todo tipo de desviaciones que se apartan del rumbo socialista en beneficio, en última instancia, del imperialismo y la contrarrevolución. Nuestras organizaciones defienden con firmeza la contribución de la construcción socialista durante el siglo XX, restableciendo la memoria revolucionaria de la clase obrera desde el hilo rojo del marxismo–leninismo, premisa necesaria para elevar la conciencia de clase en la actualidad e intensificar la lucha obrera en la perspectiva de la revolución socialista. Declaramos abiertamente que, apoyados en la experiencia y la solidaridad de la clase obrera y del movimiento comunista internacional, nuestro objetivo y nuestro deber es abrir el camino del derrocamiento revolucionario del capitalismo español, su superación dialéctica a través de la revolución socialista; la organización de la dictadura del proletariado en nuestro país, como forma superior de democracia popular, del poder organizado de las obreras y obreros revolucionarios, que desarrollará la lucha de clases hasta que desaparezca toda división de la sociedad en clases; para ello, establecerá una República Socialista cuyos medios de producción sean socializados y cuya organización de la economía se base en la planificación central, entendida como una relación de producción socialista, que permita aplicar, en un primer momento, el principio “de cada cual, según su capacidad; a cada cual, según su trabajo” para, en un momento posterior, en el que las relaciones de producción comunistas hayan prevalecido sobre los viejos vestigios capitalistas, proclamar el principio comunista “de cada cual, según su capacidad; a cada cual, según sus necesidades”.


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La necesidad de proseguir el estudio El conjunto del movimiento comunista internacional debe profundizar en el estudio de las experiencias de construcción socialista en el siglo XX, cuyo análisis no hemos concluido. Destacamos la gran importancia que reviste el analizar en términos científicos los errores y las desviaciones que socavaron el poder proletario, en una perspectiva de avance superador que restablezca el marxismo–leninismo con la depuración de todo vestigio oportunista. 2.- LINEA REVOLUCIONARIA FRENTE AL OPORTUNISMO Y REVISIONISMO Nuestras organizaciones, tomando la experiencia de la lucha de clases y revolucionaria de más de cien años, proclaman la necesidad de desarrollar una permanente lucha teórica e ideológica contra el oportunismo y el revisionismo. Sólo esa lucha, vinculada a una práctica política consecuente, permitirá ganar entre la clase obrera y los sectores populares una posición hegemónica para la línea revolucionaria, hegemonía necesaria para lograr el triunfo de la revolución socialista. Ambas organizaciones consideran que la derrota del oportunismo y del revisionismo requiere un constante desarrollo de la lucha de las masas por sus intereses, que será más consecuente cuanto mayor sea la dirección revolucionaria de la misma, siendo tarea primordial de la militancia comunista en las organizaciones de masas la realización de una sistemática propaganda anticapitalista y socialista firmemente unida al compromiso militante en la defensa cotidiana de los intereses del pueblo. El partido comunista orientará la inserción de sus militantes en las organizaciones de masas y trabajará metódicamente para que ingresen en sus filas quienes se destaquen en la lucha sindical y social por su firmeza, coherencia y sentido revolucionario. Los órganos de expresión del partido, en su función de organizadores de la vanguardia y educadores de las masas, se esforzarán por sistematizar pedagógicamente la crítica del oportunismo y del revisionismo, tanto en los elementos concretos de la lucha política diaria como en los más generales sobre teoría y estrategia.


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En la lucha socio-política, la relación con las organizaciones oportunistas y revisionistas es inevitable. En ningún caso el partido comunista hará dejación de su labor de crítica, manteniendo sus posiciones de principios y política independiente, incluso en circunstancias en que pueda ser precisa una cierta colaboración frente al enemigo principal de clase. Siempre dirigirá su crítica hacia los dirigentes de estas organizaciones, tratando, en cambio, de ganar para la política comunista a las masas obreras que militan en las mismas como objetivo fundamental de esta táctica de colaboración, de frente único proletario, de frente obrero y popular por el socialismo. 3.- VALORACIÓN DE LA “TRANSICIÓN POLÍTICA” EN EL ESTADO ESPAÑOL La llamada transición española puso fin a una forma de ejercicio de la dictadura del capital en la que los dirigentes burgueses usaron directamente el ejército, además de lo más reaccionario de la Iglesia Católica y otros poderes fácticos, para imponer y mantener su dominación. La explotación de la clase obrera se realizó, durante casi 40 años, manumilitari, con asesinatos (legalizados por falsos tribunales), cárceles, torturas, despidos, etc. Durante esa etapa, se completó el desarrollo capitalista de la sociedad. Desde aquel momento, si bien España no está entre las primeras potencias del mundo, se ha convertido en un país imperialista, y la revolución pendiente sólo puede tener un carácter socialista proletario. Sin embargo, cuando maduró la crisis política del franquismo, las organizaciones comunistas hicieron frente a la misma sobre la base del viejo programa de la revolución democrático-burguesa. Así, la clase obrera fue educada en el conflicto entre la reforma y la ruptura democrática, entre la monarquía y la república. No fue educada en la preparación de la revolución socialista enfilada a la destrucción del Estado burgués, sino en la lucha por el mayor grado posible de democracia burguesa. Esto facilitó que la oligarquía impusiera la reforma sobre la ruptura. El aparato estatal en ningún caso fue depurado, y, al exitoso cambio en la forma de dominación capitalista, contribuyó decisivamente la implicación, sin reservas, de la socialdemocracia y la colaboración del Partido


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Comunista de España, que, tras la aprobación de la llamada “política de reconciliación nacional” (ratificada por el VI Congreso del PCE, de 1960), basada en las tesis del revisionismo, acabaría traicionando no solamente la causa socialista proletaria, sino, incluso, la causa democrática republicana, aceptando el nombramiento como Jefe de Estado de Juan Carlos de Borbón, máxima expresión de las líneas de continuidad del régimen. El Partido eurocomunista introdujo el pensamiento liberal–burgués en las filas del movimiento obrero, y, a pesar de la resistencia mostrada por la militancia que permaneció leal al marxismo–leninismo, y del grueso de la militancia comunista que había desarrollado una lucha heroica en la clandestinidad, logró destruir el carácter revolucionario del Partido y debilitar la línea revolucionaria en el seno del movimiento obrero y sindical, contribuyendo decisivamente a la reorganización de la dictadura capitalista, la proclamación de la monarquía parlamentaria y el inicio de la integración en la actual Unión Europea. Los Pactos de la Moncloa fueron la gran mordaza que frenó las importantísimas luchas obreras de los años 70 e inicios de los 80, y permitió empezar el largo camino de los pactos sociales y colaboración de clases que culminó con la completa integración de las cúpulas de las principales centrales sindicales. La victoria del no al eurocomunismo en Cataluña llevó a Carrillo (y a quienes le apoyaron) a solicitar la ayuda de los tribunales burgueses para quedarse con el patrimonio histórico (tanto de lucha, en la imagen difundida, como de recursos económicos), lo que dificultó enormemente la reorganización marxista -leninista en España. La clase obrera y, con ella, los principales movimientos populares fueron mayoritariamente hegemonizados por el reformismo y oportunismo, que encontró un argumento perfecto en el simulacro de golpe de Estado del 23–F, para proseguir colocando a la clase obrera bajo dominación capitalista. Dejó de ser la clase obrera y sus intereses los que decidieran el enfoque de las luchas, lo que contribuyó decisivamente a que se perdiera el referéndum sobre la entrada en la OTAN o los referentes a la Unión Europea.


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La pérdida del internacionalismo proletario, al que ayudó la perestroika y todo lo que ésta comportó, se plasmó en la grave decisión de CCOO de abandonar su pertenencia a la FSM (Federación Sindical Mundial) en los años 80. Se rompía así, claramente, el lazo proletario que unió a los comunistas del mundo desde la Internacional Comunista y la Internacional Sindical Roja, llegando a organizar las gloriosas Brigadas Internacionales que vinieron a ayudar al Frente Popular que salió victorioso de las urnas en 1936. 4.- LA LUCHA DE CLASES A NIVEL INTERNACIONAL Y LAS TAREAS DEL PARTIDO Y DEL MOVIMIENTO COMUNISTA La crisis capitalista La crisis capitalista, que ha arrasado derechos históricos de la clase obrera y ha supuesto un verdadero terremoto en el escenario internacional de la mano de todo tipo de intervenciones y movimientos realizados por todas y cada una de las estructuras garantes del capitalismo y representativas del imperialismo (principalmente, la UE, la OTAN, EEUU, el FMI y el BM), ha servido para desvelar en carne viva la verdadera naturaleza del sistema capitalista, las relaciones que se han ido construyendo en la actual fase imperialista. Las consecuencias dramáticas de la crisis capitalista abren una perspectiva que permite a los y las comunistas salir de la situación de arrinconamiento al que nos habían llevado los mecanismos de dominación burgueses, permitiéndonos recuperar terreno e influencia en el seno de la clase obrera, disputando la hegemonía a la socialdemocracia, al oportunismo y al revisionismo. Para ello, debemos procurar que nuestro lenguaje sea lo más comprensible posible para las masas y que nuestra tarea de elevación de su conciencia entronque con las reivindicaciones y luchas concretas de las propias masas. La época del imperialismo La crisis capitalista ha tenido una repercusión y extensión mayores que nunca antes debido al hecho de que el mundo entero –con la excepción de unos pocos países socialistas- está bajo el dominio del capitalismo en su fase imperialista.


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La concentración de la producción y del capital ha alcanzado un grado tan elevado que los monopolios desempeñan un papel fundamental en la vida económica. El capital financiero se ha convertido en primordial y domina las relaciones económicas internacionales (la crisis en que nos hallamos es buena prueba de ello). La exportación de capital, a diferencia de la exportación de mercancías, adquiere una importancia particular, incrementándose espectacularmente la participación de los países del centro imperialista en los países “emergentes” o “en desarrollo”, en los últimos años. Se han consolidado las distintas asociaciones internacionales monopolistas de capitalistas, bien bajo forma puramente económica, bien adoptando estructuras de tipo político, como la UE. Por encima de la forma concreta de dominación, sea de conquista directa o dominación política y económica indirecta, el mundo está repartido territorialmente bajo esferas de influencia de las potencias imperialistas, y las pugnas interimperialistas por el dominio de esas esferas de influencia se manifiestan repetidamente. La salida capitalista a la crisis El capitalismo agonizante no tiene otra vía para tratar de sobrevivir que el incremento de la tasa de explotación que sufre la clase obrera y la multiplicación del saqueo, el intercambio más desigual y, directamente, el robo. Algunas de las medidas que desde los poderes capitalistas se están llevando a cabo son: a) La sobreexplotación de la fuerza de trabajo, puesto no existe otro elemento flexible de acumulación capitalista distinto al precio de la fuerza de trabajo. Sobre la fuerza de trabajo se abalanza hoy el capital para hacer retroceder todos sus derechos y reducir su precio como estrategia fundamental, aunque no única ni suficiente, que garantice el mantenimiento de una tasa de beneficio conveniente, y, para ello, elementos como la negociación colectiva son obstáculos que los capitalistas no dudarán en debilitar al máximo.


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b) La guerra es otra de las herramientas que utiliza el capital para garantizar el mantenimiento de la dinámica de saqueo y expolio de los recursos. Hay que considerar la guerra como parte consustancial del capitalismo senil hasta su desaparición histórica. La guerra no es solo un eficaz instrumento en manos de la Hay que considerar la guerra oligarquía financiera para la descomo parte consustancial del trucción de medios de producción en los países objeto de las mismas capitalismo senil hasta su y para emplear el excedente de desaparición histórica fuerzas productivas en los países del capitalismo central, sino que es parte de la misma acumulación capitalista a través del complejo militar-industrial, que genera un gasto parasitario que inyecta recursos multimillonarios al proceso de reproducción ampliada del capital. c) La democracia burguesa y el sistema de libertades formales que lo acompañaba se convierten hoy en un serio obstáculo para el proceso de acumulación capitalista. El capitalismo, en su fase imperialista, cada vez necesita menos travestirse con ropajes democráticoburgueses que, en múltiples aspectos, limitan su capacidad de mantener el ciclo de reproducción ampliada, razón por la cual se afirma la tendencia a la reacción de los Estados imperialistas. d) Los procesos socialistas y democrático-nacionales antiimperialistas están en el punto de mira del imperialismo, y sufrirán cualquier tipo de ataques en el momento que el capital considere que es su oportunidad. La todavía insuficiente respuesta internacional de las fuerzas revolucionarias y antiimperialistas, así como la colaboración de la “izquierda” imperialista, alienta la puesta en práctica de esta nueva fase de la violencia del capital. e) La dictadura del capital se vuelve más descarnada y va acompañada de unos niveles muy elevados de control ideológico, los cuales justifican y hacen parecer como naturales todos y cada uno de los mecanismos anteriormente descritos, elemento que interactúa con la influencia de los elementos pequeñoburgueses y de la aristocracia obrera en los países del centro imperialista en el seno del movimiento obrero.


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La respuesta del campo obrero y popular El Frente Mundial Antiimperialista. Los comunistas planteamos como respuesta fundamental a las agresiones y amenazas imperialistas la necesidad de conformar un Frente Mundial Antiimperialista. En el actual momento, la vía más fiable para la consolidación de un referente antiimperialista mundial pasa por la articulación de iniciativas regionales, conformando estructuras antiimperialistas estables cuya evolución y desarrollo debe ir encaminada a la conformación de un Frente Mundial Antiimperialista orientado hacia socialismo. En nuestro caso, la realidad viene determinada por la pertenencia de España a la Unión Europea. El fortalecimiento de organizaciones como el Consejo Mundial por la Paz, la Federación Democrática Internacional de Mujeres y la Federación Mundial de las Juventudes Democráticas es una tarea prioritaria a la hora de avanzar hacia el FMA. Igualmente, los y las comunistas hemos de asumir la importancia del fortalecimiento de la Federación Sindical Mundial (FSM) y trabajar por su consolidación como referente del sindicalismo de clase internacional. Papel de los Partidos Comunistas y Obreros. Para el éxito de cualquier iniciativa en el ámbito del trabajo antiimperialista es fundamental el papel de los partidos comunistas y obreros y los avances en nuestro proceso específico de mayor coordinación internacional a todos los niveles. En este sentido, las tareas básicas de los y las comunistas de España en el ámbito internacional hoy son: - Fortalecer la Revista Comunista Internacional, como eje sobre el que pivota la recuperación del MCI en clave marxista-leninista, con el objetivo estratégico de la recuperación de la Internacional Comunista. - Fortalecer y desarrollar la coordinación de partidos comunistas y obreros en el mundo y en Europa mediante el incremento de los contactos multilaterales y bilaterales. Apoyar, en particular, los esfuerzos por la reunificación de las organizaciones marxistas-leninistas que siguieron líneas políticas divergentes en el pasado, como el Seminario Comunista Internacional de Bruselas y los Encuentros de Partidos Comunistas y Obreros.


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- Apoyar a los partidos comunistas y obreros y a las fuerzas populares, por este orden, en aquellos países que se encuentran desarrollando iniciativas emancipatorias. Lo que se traduce en una lucha constante contra la sistemática manipulación que los medios de comunicación del sistema le imprimen a estos procesos y en darlos a conocer a la opinión pública española a través de la planificación de actividades de agitación y propaganda. - Participar y apoyar al CMP, a la FDIM, a la FMJD y a la FSM, avanzando hacia una mayor coordinación de clase y antiimperialista, en la línea de estructurar el Frente Antiimperialista Mundial. 5.- IMPERIALISMO DE LA UE, LUCHA DE CLASES EN ESPAÑA Y PARTIDO DE VANGUARDIA Las dificultades del capitalismo español –agravadas por su aventurera política económica en los trece años anteriores al estallido de la crisis estructural- colocan a la oligarquía ante la necesidad ineludible de lanzar un duro ataque contra la clase obrera y los sectores populares del país para tratar de revertir su difícil situación. Contrarreformas laborales sucesivas, con pacto social, serán impulsadas por los gobiernos de la oligarquía en los próximos años. El objetivo principal es el de reducción del precio de la fuerza de trabajo y el desarme ideológico de la clase obrera para conseguir encorsetar su capacidad de movilización y lucha. Las privatizaciones de cualquier sector y/o actividad definen una política de carácter estructural para suministrar a la oligarquía nuevos capitales, y, así, tratar de amortiguar sus dificultades, cuando no su quiebra interna. La inmigración es utilizada como un comodín dentro de las variables para reducir el precio de la fuerza de trabajo. La debilidad del movimiento sindical de clase (y la colaboración sumisa de los dirigentes de los sindicatos de mayor afiliación) coloca a la clase obrera en una difícil situación para enfrentar los sucesivos ataques. El capitalismo español carece de una estrategia de salida de la actual crisis sobre la base de la reactivación del circuito de producción de mercancías. Se consolida una economía de servicios –fundamentalmente,


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en el sector turístico– que no tiene horizonte para la reactivación de los sectores primario y secundario. Muchas empresas multinacionales del país obtienen la mayor parte de sus ganancias de su actividad en el exterior, y su proyecto político se consolida en esa dirección. El reformismo excomunista, apoyando la labor traidora de la socialdemocracia, juega un papel determinante para mantener los necesarios consensos sociales que facilitan este brutal proceso de reconversión del capitalismo español. La lucha contra el oportunismo y el reformismo es elemento central del combate ideológico que tiene por objeto ganar a las masas obreras y populares para la revolución socialista. La UE, en el escenario de la crisis estructural del capitalismo, acelera su configuración como polo imperialista subordinado al eje París-Berlín. Eje con la cabeza en Berlín. Las dificultades económicas de los distintos países son aprovechadas para forzar las políticas privatizadoras y de recortes de derechos de la clase obrera, para concentrar y centralizar el capital en el eje determinante. Alemania consigue hoy lo que no le dio la II Guerra Mundial. La debilidad militar –relativa- de la UE le impide jugar un papel con mayor ventaja en la disputa interimperialista, y se somete, por ahora, al decreciente liderazgo España se ha sumado, desde hace yanqui. En un escenario de recomposición años, pero ahora con más intensidad, a de la economía mun- las políticas de guerra del imperialismo dial, por la emergencia de nuevos actores (China, Brasil, India, etc.), se agudizarán las contradicciones y las disputas por los mercados y las materias primas. España se ha sumado, desde hace años, pero ahora con más intensidad, a las políticas de guerra del imperialismo. La oligarquía trata de hacerse un hueco en el expolio internacional, y ello pasa por integrarse sin reservas en las estructuras militares imperialistas. La organización de vanguardia debe estar en todas las luchas de la clase obrera organizando y creando conciencia. Hay que priorizar la lucha de masas, con mediación directa del Partido y organizando los


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frentes fundamentales de la lucha política: movimiento obrero, antiimperialista, república, mujer, juventud, medioambiente, contra la guerra, etc. El liderazgo en el proceso de acumulación de fuerzas y elevación de la conciencia se gana con presencia en la lucha obrera y popular, actuando consecuentemente y con capacidad de ganar la confianza de los sectores más conscientes de la clase y del pueblo. El desarrollo del Partido Comunista en el seno del movimiento obrero es la tarea central e imprescindible, gracias a la cual podrá conseguirse la recuperación del sindicalismo de clase. El Partido Comunista, a través de su militancia, trabajará en todas las organizaciones sindicales en las que haya masas obreras e impulsará un espacio unitario -Comités para la Unidad Obrera- para el desarrollo del sindicalismo de clase, tanto en empresas como sindicatos. La consolidación de un fuerte Partido Comunista caracterizado por su capacidad de interlocución directa con la clase obrera, fuera de todo tipo de retóricas, con cuadros capaces de liderar las luchas obreras en los centros de trabajo y en los sectores de la producción, con fuerte formación ideológica, que combata el reformismo y el oportunismo en cada ocasión, es el elemento que determinará, en el próximo futuro, el aumento de la capacidad de la clase obrera para confrontar con la dominación de la oligarquía y avanzar en la conformación del Frente Obrero y Popular que abrirá el camino hacia la revolución socialista y el comunismo. 6.- CONSTRUYENDO EL PARTIDO COMUNISTA AQUÍ Y AHORA Muy lejos de la renuncia teórica y práctica a los principios del modelo leninista de Partido, realizada por muchos antiguos partidos comunistas, y, también, de la repetitiva e infecunda retórica escolástica alejada de la práctica política, desde Unión Proletaria y el PCPE se concibe la construcción del Partido Comunista como un hecho dinámico que, sustentado en las bases y principios leninistas, se refrenda todos los días con el desarrollo práctico del centralismo democrático como herramienta imprescindible que garantiza la fortaleza organizativa, política e ideológica del Partido. Centralismo democrático que se sustancia en demo-


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cracia interna, dirección colectiva, rendición de cuentas, unidad política, programática e ideológica, formación, iniciativa y compromiso militante, organicidad (células y comités de célula, intermedios y central) y que, en su aplicación y desarrollo, permiten fortalecer y desarrollar el Partido Comunista. Centralismo democrático que requiere también de un procedimiento organizativo preciso que permite al Congreso y al Comité Central, mediante la información y el conocimiento de la lucha de clases que fluye a través de las distintas células y comités intermedios, realizar una síntesis de ese conocimiento bajo los principios del marxismo–leninismo, que se convierte en dirección política susceptible de transformarse en hechos políticos relevantes, para trocar en inmediatez la actualidad de la revolución. Partido de la clase obrera que se constituye en su vanguardia por su ideología marxista–leninista, por su modelo organizativo, por su programa revolucionario y por su capacidad práctica de dirección del movimiento obrero. Un Partido que no está a la espera de lo que clase obrera quiere hacer, sino que tiene una propuesta científicamente fundamentada para la emancipación del proletariado y, por ello, dirige y empuja a las masas a la acción política y revolucionaria. Un Partido que se dirige a la clase y a los sectores populares mediante distintas intermediaciones en las que participan sus militantes llevando la política del Partido y pretendiendo siempre la hegemonía de las posiciones revolucionarias, pero que, en lo fundamental, debe tener un ámbito de intervención directa en el que, como sujeto político revolucionario, se dirige a la clase y le explica su propuesta para la revolución socialista y la construcción de la sociedad comunista. Para ello, en este momento histórico, es imprescindible que recuperemos la militancia comunista como factor de prestigio social entre los trabajadores y trabajadoras, lo que se logra con militantes comunistas conscientes, que “dediquen al partido toda su vida, no sus tardes libres”, y que conciban la militancia como un compromiso de intervención decidida y destacada en la lucha de clases con voluntad de convertirse en dirigentes de la misma.


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Un Partido de trabajadores y trabajadoras en el que, mediante la actividad política interna y externa y la formación política e ideológica, se posibilite la promoción de cuadros de toda la militancia. Un Partido en el que sus reuniones son para organizar el combate político práctico a partir de la discusión colectiva de la realidad social y en el que no cabe ni el individualismo, ni la ausencia de rendición de cuentas. Crítica y autocrítica sincera y revolucionaria como garantía de democracia interna y desarrollo primario, en nuestro seno, de los valores superiores de sociedad socialista y comunista. Un Partido que tiene una sola política para la revolución en España y que, teniendo en cuenta todas las expresiones concretas de la lucha de clases en un territorio plurinacional como el español, se articula como una organización centralizada en la que su política la marcan los congresos, las conferencias y los acuerdos del Comité Central, que vinculan a todo el Partido y se aplican por igual en todo el Estado. 7.- FORJANDO LA UNIDAD COMUNISTA La unificación orgánica de UP y PCPE es un paso más en el camino de la unidad comunista en España y, en ese sentido, debemos entender y organizar su concreción. Con este importante paso de unificación comunista no cerramos la tarea inconclusa de unir al conjunto de la militancia marxista-leninista de nuestro país en un único Partido Comunista, y, por ello, no tendría sentido que pretendiéramos dar a esta unificación un alcance que no tiene. El camino de la unidad abierto con la unificación PCPE–PCOE, en el año 2000, sigue abierto tras el proceso de unidad PCPE–UP, y nuestro objetivo debe ser el de hacer de este proceso un espejo en el que se puedan mirar la totalidad de marxistas-leninistas, entendiendo que es posible su incorporación al mismo para seguir enriqueciendo y desarrollando el Partido Comunista con cada unidad parcial. La lucha por unir a toda la militancia comunista y a la vanguardia de la clase obrera en el Partido sirve para fortalecerlo, al tiempo que debilita al oportunismo. En la construcción del Partido Comunista tanto valor tiene el aporte del camarada (o el grupo de camaradas) que se incorpora ahora desde


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las filas orgánicas del reformismo o de la no militancia como el de quienes, desde distintas siglas, hemos defendido el marxismo–leninismo y el internacionalismo proletario; nadie puede arrogarse papeles protagónicos y sólo el facilitar el objetivo final es lo que debe determinar las fases, tiempos y formas. Partiendo del hecho de que hoy el PCPE tiene un desarrollo organizativo superior a UP, una vez concluidos los documentos y los tiempos acordados para la unidad de ambas organizaciones, la forma más clara para dejar abierto el proceso de unidad comunista en el Estado Español pasa por la celebración de una Conferencia de Unidad, constituida por un pleno monográfico conjunto de los Comités Centrales del PCPE y de UP, en la que se certifique la unidad orgánica de ambas organizaciones y se coopte a la dirección del PCPE a un número convenido de camaradas de UP designados por esta organización. La Conferencia de Unidad tendrá lugar en Madrid, donde, posteriormente, se realizará un mitin, en el que se hará pública la formalización de la unidad PCPE–UP con la intervención de los Secretarios Generales de ambas organizaciones. La solidez de la unidad que fragüemos PCPE y UP es, sin duda, el camino por el que, más pronto que tarde, transcurrirá la definitiva unificación de toda la militancia marxista-leninista en España. Es nuestra obligación encontrar las vías de acuerdo que se conviertan en una referencia a seguir por todos los y las comunistas que aún no participan de la imprescindible unidad comunista que nos llevará a la victoria.



LA CRISIS ESTRUCTURAL DEL CAPITALISMO AGUDIZA LA LUCHA DE CLASES

EL PARTIDO COMUNISTA TIENE QUE ASUMIR SU RESPONSABILIDAD EN LA ETAPA DE TRANSICIÓN DEL CAPITALISMO AL SOCIALISMO

Carmelo Suárez Secretario General del PCPE

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l triunfo de la contrarrevolución en los países del socialismo del Este europeo creó las condiciones para un nuevo escenario en la lucha de clases internacional, que se caracterizó en que las fuerzas internas del capitalismo quedaron libres para su expansión, sin un referente de contrapoder, especialmente en aquellos países con estructuras económicas en fase imperialista más desarrollada. A estas alturas, queda claramente demostrado el papel que, durante más de medio siglo, jugó el bloque socialista como dique de contención de la barbarie capitalista. La llamada guerra fría, el factor comparativo que las condiciones de vida creadas en los países del socialismo del Este europeo aportaban a la lucha ideológica internacional, así como el equi-


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librio militar que mantuvo la URSS, con un costosísimo esfuerzo, fueron elementos que ayudaron a contener en niveles más bajos la natural agresividad del sistema capitalista. Vista la historia de la mayor parte del siglo XX, se puede concluir que el imperialismo yanki volcó su violencia más directa en lo que ha considerado siempre su “patio trasero”. Fue América Latina la zona geopolítica a la que hizo objeto de su violencia directa, por el temor constante al desarrollo de proyectos revolucionarios, como el que se dio en Cuba, en 1959. Así, una larga lista de dictaduras sangrientas, invasiones y golpes de Estado, organizados por la CIA y el ejército yanki, forman parte de la cronología del siglo pasado en este continente: Guatemala, Costa Rica, Nicaragua, Argentina, Chile, Panamá, Venezuela, Haití, El Salvador, Brasil, Granada, etc. Esta prioridad no impidió, en simultáneo, sus acciones de guerra en Corea y Vietnam, como parte de su estrategia de guerra en cualquier parte del planeta. El imperialismo yanki, en el último cuarto del siglo pasado, ha dirigido su mirada a lo que un asesor de varios de sus presidentes denominó “Eurasia”, señalando que el futuro de la hegemonía mundial se dilucidaría en esa zona del planeta1. Este cambio de orientación, en el orden de las prioridades, responde a los análisis que el imperialismo hacía -desde entonces- sobre el desarrollo económico de China, y las previsiones sobre la escasez del petróleo. Hoy, los principales escenarios de la guerra imperialista se sitúan en los países situados en esa zona del planeta. Para llegar a esta situación, el imperialismo yanki tuvo que esperar al triunfo de la contrarrevolución en la URSS, pues la existencia del bloque socialista le impedía avanzar en esta estrategia militar. No han sido necesarios más de veinte años de libre expansión capitalista -sin el contrapeso del bloque socialista- para que dicho sistema se encuentre en una crisis total, que afecta, seriamente, a todas sus estructuras: económicas, políticas, ideológicas, culturales, etc. La crisis actual que vive el sistema capitalista no es consecuencia de un mal funcionamiento del sistema, sino que es la consecuencia lógica del libre funcionamiento de ese mismo sistema capitalista sin cortapisas que le pusieran límite. 1  Zbigniew Brzezinski


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1.- Características fundamentales del sistema capitalista internacional hoy 1.1.- Un acelerado proceso de concentración y centralización del capital La intrínseca tendencia del sistema capitalista a la concentración y a la centralización del capital ha adquirido, en estos últimos veinte años, un ritmo vertiginoso. Las fracciones más monopolizadas del capitalismo internacional, con el objetivo de acelerar el proceso de control de porciones cada vez más amplias de las distintas estructuras productivas y de servicios, han desatado una violenta guerra –económica y militar– a nivel mundial que no conoce de normas ni de límites de tipo alguno. En esta fase del desarrollo del capitalismo, el capital financiero, altamente concentrado, ha adquirido un peso espectacular, con un crecimiento hipertrófico de su componente especulativa. Algunos aspectos parciales de este complejo proceso se ilustran a continuación con algunas informaciones que pueden ayudar a dar una idea de la dimensión del mismo y de sus actores fundamentales. En el año 2006, el valor total de las fusiones y adquisiciones de empresas, a nivel mundial, ascendió a la cantidad de 2,6 billones de euros. Ello supuso un incremento del 36% con respecto al año anterior, y es una cantidad que equivale aproximadamente al 6,9% del PBM de ese año. En España, ese mismo año 2006 –en el que el capitalismo español se encontraba en una fortísima fase expansiva-, el importe total de las fusiones y adquisiciones de empresas ascendió a 190.000 millones de euros, equivalente, aproximadamente, al 20% del PIB del país de ese año. Desde 2006 hasta hoy, esa tendencia no ha hecho más que crecer de manera abultada, con operaciones cada vez más voluminosas.

El caso de España

España constituye un ejemplo paradigmático de cómo el capital monopolista lanzó una elaborada estrategia que, involucrando de una manera especial a las economías familiares, consiguió remontar las dificultades estructurales del sistema de acumulación de capital durante un


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cierto período de tiempo. En nuestro país, fue el capital financiero el gran protagonista indiscutible. Una cuidada operación, compartida, en buena medida, con todos los países del capitalismo central (jugando con los tipos de interés y con los plazos de los préstamos hipotecarios), permitió que millones de familias comprometieran sus economías con financiaciones para la compra de su vivienda, aceptando plazos de amortización que llegaron hasta los cincuenta años. Esta estratagema permitió que, entre los años 1994 y 2007 (con variaciones temporales según países), el sistema financiero endeudara a las economías familiares con préstamos de un importe nunca conocido en la historia del capitalismo. El capital circulante en esos años en los países centrales (con especial incidencia, España y EEUU), en su mayor parte, no era otro que el capital aportado por las familias, vía préstamos hipotecarios, es decir, mediante el endeudamiento de por vida de los grupos familiares. La cifra total de los préstamos asumidos por las familias españolas en dicho período -485.000 millones de euros-, viene a ser aproximadamente igual al PIB del país en el año 2000. En esos años, en España se construía la mitad del total de viviendas que se promocionaba en la UE. Pero esa onda especulativa también la llevaron las mismas inmobiliarias españolas –todas ellas, de una u otra manera, asociadas a alguna entidad financiera- a los países recién incorporados a la UE (Rumanía, Bulgaria, etc.), ampliando aún más su mercado disponible. Desde entonces, la principal prioridad de las economías de millones de familias es pagar, antes que nada, el vencimiento de la hipoteca, para no perder su vivienda. Millones de familias organizan todo el proyecto del grupo familiar priorizando las dictatoriales exigencias del capital financiero; después, todo lo demás. Ese proceso provocó un acelerado incremento de los precios, tanto del suelo edificable como de la vivienda, así como la subida constante de la cotización en bolsa de todas las empresas implicadas en esta operación financiera: bancos, constructoras, inmobiliarias, etc. Ese cuantioso capital circulante irradió al sector servicios –telecomunicaciones, turismo, etc.- y a otras ramas del consumo, como los vehículos y los electrodomésticos, creando una creciente ola de consumismo,


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que dinamizó de manera importante las capacidades productivas de todos estos sectores. Esa fue la época de expansión económica -duró catorce años-, que estalló como burbuja en agosto de 2007. Aun así, y con todas las dificultades derivadas de las ejecuciones hipotecarias y de los activos inmobiliarios que lastran los balances de las entidades financieras, lo cierto es que las aportaciones mensuales por pago de hipotecas constituyen una parte fundamental de las ganancias garantizadas del capital financiero, hoy, y para las próximas décadas. Este proceso, y otros concurrentes, han llevado a que, en España, un reducido grupo de apenas mil familias se haya hecho con el control de más del 80% del PIB del país.

El sector petrolero mundial

En un período de menos de cincuenta años, resulta particularmente ilustrativo el proceso de concentración y relocalización de las grandes empresas petroleras monopolistas mundiales. En los años previos a los sesenta del siglo pasado se acuñó el término “las siete hermanas” para hacer referencia a las siete grandes petroleras que dominaban el mercado mundial de ese combustible y que regían su funcionamiento. Entonces, esas empresas eran: 1. Standard Oil of New Jersey (ESSO, de EEUU). 2. Royal Dutch Shell (Anglo-holandesa). 3. Anglo-Iranian Oil Company (AIOC), luego British Petroleum (BP, de Reino Unido). 4. Standard Oil of New York, luego conocida como Mobil (EEUU). 5. Standard Oil of California, luego conocida como Chevron (EEUU). 6. Gulf Oil Corporation (EEUU) y 7. Texaco (EEUU). Como se aprecia, todas esas empresas eran pertenecientes al área del capitalismo angloestadounidense. En ese período, controlando tan solo un porcentaje relativamente bajo de la extracción del crudo, estas multinacionales imponían su ley en el mercado petrolero mundial, mediante el control mayoritario del proceso de comercialización y refino. Pero la realidad ha cambiando radicalmente si miramos al año 2007, cuando “las siete hermanas” actuales son las siguientes compañías: 1. Aramco (Arabia Saudita). 2. Gazprom (Rusia). 3. CNPC (China). 4. NIOC (Irán). 5. PDVSA (Venezuela). 6. Petrobras (Brasil). 7. Petronas (Malasia).


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Estas empresas controlan un tercio de la producción mundial de gas y petróleo, y más de un tercio de las reservas de esos hidrocarburos. Un porcentaje muy superior a sus antecesoras, que, en los años 90 del siglo pasado, controlaban menos del 10%, las cuales han conseguido mantener su peso actual en el mercado mundial centrando sus actividades en el control de la producción y comercialización de los derivados del petróleo. Además, estas nuevas empresas tienen la particularidad de que no son empresas privadas, sino la mayor empresa del mundo empresas públicas, parcial o -por cotización en bolsa- es totalmente. Y, como es evidente, PetroChina Company Limited, ya no son del área angloestadocon un valor de sus activos de unidense, sino que pertenecen a 353.174 millones de dólares países que no forman parte de la OCDE. Ello constituye, además, un cambio sustancial en el reparto mundial del control de la energía, que es expresión de las pugnas interimperialistas. Producto de esta dinámica de concentración y centralización, hoy, las mayores empresas mundiales por su cotización bursátil, alcanzan valores cada vez más altos. Así, con datos de 2010, la mayor empresa del mundo -por cotización en bolsa- es PetroChina Company Limited, con un valor de sus activos de 353.174 millones de dólares; le sigue la yanki Exxon Mobil, con un valor de 323.717 millones de dólares. Según datos del FMI y a modo de ejemplo, en ese mismo año 2010, el PIB de Suecia ascendía a 354.716 millones de dólares, y el PIB de Portugal ascendía a 247.037 millones de dólares, ocupando los lugares 32 y 49 del ranking mundial de países por su PIB, respectivamente.

Perú en la centralización del capital

Hoy, el capital se mueve a velocidades impresionantes por los circuitos económicos internacionales, en una competencia feroz por el control de materias primas, países y áreas geopolíticas. Sus distintas fracciones tienen el ámbito mundial como territorio ilimitado de su competencia. A modo de ejemplo, una información reciente sobre Perú –siendo ya Presidente Ollanta Humala- ilustra de manera ejemplar con qué agilidad y dinamismo el capitalismo internacional desarrolla incesantes pro-


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cesos de fusión y adquisición de empresas. En el sitio web http://www. diariodefusiones.com/?page=Peru, con datos referidos a diciembre de 2011, podemos obtener –entre otras similares- la información que se resume en los siguientes titulares: China Fishery Group adquiere dos empresas pesqueras en Perú por 26,1 millones de dólares. El Banco Financiero del Perú, perteneciente al Grupo Financiero Pichincha, de Ecuador, adquirió la totalidad de Amérika Financiera por 36,8 millones de dólares. Rexel, de Francia, ingresa a Perú con la compra del 100% de la distribuidora de productos eléctricos V&F Tecnología. Malbex Resources de Canadá compró el 75% del proyecto minero Grace en Perú. La compañía textil Inca Tops, de Perú, acordó la compra de activos de su competidor Prosur. Votorantim, de Brasil, aumentó su tenencia accionarial en Minera Atacocha, de Perú. Dia Bras, de Canadá, compró el 82% de Sociedad Minera Corona de Perú, en 285,5 millones de dólares. Southern Andes Energy vendió sus yacimientos de plata en Perú a Ansue Capital, de Canadá. Química Suiza compra la cadena de farmacias Boticas BTL, de Perú, al laboratorio israelí TEVA Pharmaceutical. Compartamos, de México, adquiere el 82,7% de Financiera Crear, de Perú, en 63 millones de dólares. Creditítulos compró el 100% de Titulizadora Peruana, SA. Fundación Microfinanzas BBVA acuerda la compra de Financiera Confianza, en Perú. En dos operaciones, Endesa adquirió el 48,5% de la generadora Eléctrica de Piura en 52 millones de dólares.

Una estructuración de clases mundial

Hay algunas cifras más globales -que son de uso muy frecuente en el ámbito de las ONGs, utilizadas con una perspectiva que trata de eludir el componente de clase, para situarlo más en el terreno de “lo injusto”- que son muy expresivas del tipo de sociedad fuertemente estructurada en clases sociales al que lleva el proceso de concentración y centralización del capital. Son aquellas que hacen referencia al control mundial de la riqueza y a su distribución entre la población mundial. Según datos del PNUD-ONU, las “clases altas” –que constituyen el 0,4% de la población mundial- se reparten el 90% de la riqueza mundial, mientras que las “clases bajas” –que constituyen el 94% de la población- se reparten el 1,5% de la riqueza mundial. A las


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“clases medias” les queda el resto. Si estos porcentajes los aplicamos sobre una población mundial actual de siete mil millones de personas, obtenemos la cifra de 28 millones de personas para las “clases altas” y 6.580 millones de personas para las “clases bajas”2. Las series estadísticas nos demuestran, con contundencia irrefutable, que esta tendencia a la desigualdad, y a la apropiación de la riqueza por parte de las clases dominantes, es siempre creciente.

Concentración y centralización incesante

Ninguna economía capitalista se puede sustraer a estos procesos de concentración y centralización. Esta tendencia del capital a la concentración y centralización rompe cualquier barrera que se le ponga por delante: cambia gobiernos, arrasa con legislaciones que traten de limitar este proceso, alientan guerras, etc. Todo ello, para seguir implacablemente esta ley de la formación Hoy, el poder público, viene a ser, capitalista, que, lejos de pura y simplemente, el consejo de atenuarse, se acrecienta administración que rige los intereses con el mismo desarrollo colectivos de la clase burguesa histórico del capitalismo. Entonces, hoy, es más cierta que nunca la afirmación de C. Marx y F. Engels, en El Manifiesto Comunista, de que: Hoy, el poder público, viene a ser, pura y simplemente, el consejo de administración que rige los intereses colectivos de la clase burguesa. Una clase burguesa, actualmente, cada vez más reducida en términos relativos con respecto al total de la población mundial, que está inmensamente proletarizada y privada de los bienes más básicos para sus condiciones de vida. Es importante señalar que, lejos de lo que se afirma de manera poco científica, este gigantesco proceso de concentración del capital no se independiza de las estructuras del Estado. Teniendo la vocación de una dimensión internacional, cada fracción del capital utiliza la base de un Estado nacional para hacer valer la defensa de sus intereses (evidentemente, provocando profundos cambios en la configuración del Estado, en este siglo XXI, para que sea más funcional a las necesidades del 2  Datos elaborados a partir de un artículo de Antonio Miranda titulado “La insistente geometría de la desigualdad”


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capital; pero, en ningún caso, al margen o de forma independiente del Estado nacional. Es imprescindible señalar esto porque, de lo contrario, se menosprecia el papel del Teniendo la vocación de una Estado como instrumento dimensión internacional, cada irrenunciable de la violencia fracción del capital utiliza la base de las clases dominantes y de un Estado nacional para hacer se pierde la perspectiva del valer la defensa de sus intereses marco estatal de la confrontación, de la organización de la clase, de la formación del partido de vanguardia y, por tanto, de la revolución en el marco de ese Estado. Se podría ejemplificar también esta tendencia, a la concentración y a la centralización, con datos sobre el capital financiero, la actividad de los bancos, las bolsas internacionales, etc. Todos vienen a ratificar la misma ley y las mismas características, inexorables en el capitalismo; y, siempre, con el recurso a las mismas prácticas violentas y expropiadoras.

1.2.- El consumo energético sin límites

El intenso período de crecimiento de las actividades de producción y consumo en el sistema capitalista internacional -que se extiende, de una manera particular, a lo largo del último siglo-, se produjo sobre un modelo sustentado en el consumo irrestricto de combustibles fósiles como fuente energética. A pesar de las advertencias reiteradas -por parte de especialistas en la materia, que no opinan sujetos al control de las grandes petroleras- de que la producción mundial de petróleo era insostenible a esa escala de consumo, y que la situación de “pico petrolero” era algo ya al alcance de la mano, las fuerzas dominantes no tuvieron ninguna voluntad de abordar la cuestión. El resultado de esta irresponsable deriva fue doble. Por un lado, el control de los yacimientos se volvió más determinante para el poder económico, en la perspectiva de la escasez; y, por otro, las consecuencias ambientales del incremento de las emisiones a la atmósfera se acentuaron, al tiempo que los mismos responsables de este modelo boicotean, hoy, cualquier iniciativa internacional para el control de las mismas. Las guerras imperialistas, al menos las de las dos últimas décadas, tienen una relación directa con la disputa por el control de las fuen-


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tes energéticas. En este escenario internacional entra China como nueva potencia, sumando una fuerte presión sobre la base del gran incremento de sus necesidades de suministros energéticos. Aumenta el precio del petróleo, como consecuencia de las disputas por controlar la disponibilidad de los distintos yacimientos, y también por las mismas guerras que por su control se originan. La espiral es absolutamente envenenada. Siempre con el objetivo de aumentar sus ganancias, las multinacionales optan por ahorrar en costes de extracción. Ello redunda en accidentes y/o sistemáticas destrucciones de los entornos naturales donde se sitúan los pozos petrolíferos. Así, por ejemplo, el río Níger -antigua fuente de vida para las poblaciones ribereñas- ha pasado a convertirse en causa de muerte. La población nigeriana está afectada por altos niveles de metales y otros contaminantes en sus organismos, producto de los incontrolados vertidos que las empresas petroleras realizan en sus aguas. Una situación a la que no se pone remedio, ni por las autoridades del país ni por las compañías responsables, unas y otras bajo el mandato del interés económico del negocio petrolero. También está fresca en la memoria de la opinión pública mundial el accidente de la plataforma de la British Petroleum en el Golfo de México y el tremendo desastre ecológico en el mar y en las costas cercanas. La única reacción de la petrolera fue invertir un altísimo presupuesto en publicidad en Internet, para tratar de lavar su deteriorada imagen internacional. A otro nivel, esta misma competencia capitalista por el control de las producciones y de los mercados, sobre la base de un crecimiento continuo de la producción de mercancías, llevó a la utilización del recurso a la energía nuclear de una manera temeraria. Así, el accidente de Fukushima vino a poner sobre la mesa la demostración de la falta de rigor científico de este modelo energético, que se trató siempre de colocar –por parte de sus promotores- como asociado a la modernidad. Hoy, no solo la población de Japón está consumiendo alimentos afectados por la radiactividad, sino que la ubicación elegida en su día para construir esta central nuclear supone una contaminación incontrolada del mar cercano, de consecuencias absolutamente imprevisibles, por su expansión por las corrientes marinas. Las informaciones últimas nos hablan de que el apa-


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gado del reactor puede durar al menos treinta años, lo cual da idea de la dimensión del problema generado. Este desenfrenado consumo energético, en los últimos años, ha impulsado procesos de investigación centrados en las posibilidades del uso de biocombustibles como alternativa al consumo de combustibles fósiles. Ello se ha concretado en el desarrollo de una nueva tecnología que disputa determinados productos agrícolas -que son base fundamental de la alimentación de poblaciones de determinados países- para ser convertidos en etanol para suministrar combustibles “ecológicos” a los automóviles de los países capitalistas centrales. Estas iniciativas han terminado sumándose a los procesos que, mediante la introducción de técnicas intensivas en los usos agrícolas, provocan la esterilidad de los terrenos en el corto plazo, e, incrementando los precios de esos productos (fundamentalmente, el maíz), generan consecuencias directas sobre el empobrecimiento y los déficits alimentarios de las poblaciones que hacen de esas producciones elemento central de su dieta alimenticia. Al tiempo, la compra masiva de los terrenos fértiles -en no importa qué país- se convierte en un nuevo campo de batalla de las potencias imperialistas. El grupo promotor de todos estos procesos, asociados a la fabricación de biocombustibles, está constituido por una conjunción de las multinacionales de semillas, las industrias químicas productoras de abonos agrícolas y, en primer plano, las grandes petroleras mundiales, que determinan de manera implacable el modelo energético internacional. Esas grandes petroleras mueven unos capitales anuales superiores a las producciones de la mayoría de los países del mundo, y desarrollan un proceso de concentración en dura competencia entre oligopolios, que intervienen de manera determinante sobre el poder político en todos aquellos países donde existen materias primas explotables para su uso energético. En este proceso, determinado por su carácter oligárquico, el uso de energías alternativas queda reducido a una actividad marginal, sin capacidad para modificar esta dinámica de una manera significativa en el sistema capitalista internacional.


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1.3.- La guerra imperialista, guerra infinita y terrorismo de estado Es el proceso de concentración del capital el determinante de la guerra imperialista permanente. No se puede hablar, ya, de uno u otro episodio de guerra, sino de una guerra permanente, consustancial al sistema, que tiene su razón de ser en la necesidad ineludible de los grandes monopolios de aumentar su control sobre sectores cada vez más amplios de la economía mundial. Cuando los procesos económicos, sustentados en la circulación ampliada del capital, no son suficientes para incrementar las ganancias de manera significativa o controlar determinados sectores de la producción, los grandes monopolios promueven intervenciones militares con la finalidad de hacerse con el control de nuevos recursos y/o áreas geográficas. Ya sea en forma de agresión imperialista directa, ya sea creando supuestos procesos de sublevación popular contra los gobiernos de turno –Libia-, ya sea promoviendo golpes de Estado con la intervención de los servicios secretos centrales del imperialismo –CIA, Moshad, MI53, CNI4, etc.-, el capital monopolista internacional es el promotor de todo tipo de violencias con tal de tratar de ajustar la situación políticoeconómica de los países a sus acelerados procesos de acumulación y centralización. La guerra imperialista permanente que desarrolla el capital contra los pueblos ha causado la muerte a decenas de millones de personas en toda la geografía mundial. Episodios destacados de esa barbarie son, entre otros: el uso de la bomba nuclear en Hiroshima y Nagasaki, como acto de inicio de la guerra fría para imponer una determinada correlación de fuerzas; el lanzamiento de cantidades ingentes de gas naranja en Vietnam, que ha dejado contaminadas amplias zonas de ese país y a muchos de sus habitantes; el uso de armamento con uranio empobrecido en los Balcanes, Irak, Afganistán,… Todos estos episodios constituyen una historiografía del terror, como resultado de una acción combinada entre militarismo –OTAN, Pentágono- y grupos económicos oligopolizados a nivel mundial. 3  Servicio secreto británico 4  Centro Nacional de Inteligencia ( España )


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El imperialismo desarrolla una intensísima campaña mediática mundial, desde su hegemonía ideológica, para tratar de sostener los consensos necesarios para que esa barbarie no revierta en descrédito de su sistema político y de su propia ideología. El uso de las instituciones internacionales -como es el caso de la ONU- a la medida de sus intereses forma parte de esta estrategia de dominación ideológica. No obstante, hoy, se puede apreciar una tendencia en la cual el imperialismo adquiere un carácter cada vez más aventurero e irresponsable, que le lleva a una dinámica suicida en la que abre, uno tras otro, nuevos escenarios de confrontación militar, creyendo que es capaz de mantener todos esos escenarios de guerra al mismo tiempo. En esa dinámica, de creciente temeridad, aumentan las posibilidades de utilización de armamentos de mayor calibre y de mayor poder destructivo. Así, EEUU, activa de nuevo la instalación del “escudo antimisiles” –versión actual de la “guerra de las galaxias” de Reagan- y no cesa en el aumento del gasto militar. La última decisión del cesante gobierno Zapatero de incorporar la base de Rota a dicho “escudo antimisiles” es un ejemplo de esta deriva, y, también, de la misma sumisión de la socialdemocracia española a las estrategias del imperialismo. El último presupuesto militar de EEUU ronda ya la cifra de los setecientos mil millones de dólares, con un incremento significativo con respecto a lo gastado en los presupuestos del año anterior. En la aprobación de este presupuesto, en el Congreso yanki, se ha aprovechado para consolidar alguno de los elementos más violentos de la “Patriot Act”, de Bush. En la ley adjunta a ese presupuesto, se ha incluido la denominada National Defense Authorization Act (NDAA), que otorga al ejército de EEUU el derecho a detener personas civiles, incluso con ciudadanía de ese país, bajo la acusación de terrorismo, y a mantenerlas detenidas por tiempo indefinido sin pasarlas a disposición judicial. Es decir, los elementos de la dictadura del capital -aquellos que permiten ejercer la violencia necesaria contra el pueblo cuando las clases dominantes se sienten amenazadas en su hegemonía- van configurándose y adquiriendo formas situadas cada vez más al margen de las, hasta ahora, reconocidas formalidades de la democracia burguesa.


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El archivo universal de todos los correos electrónicos y las llamadas telefónicas, los sistemas de detección de mensajes por palabras seleccionadas, la localización por GPS, los programas de reconocimiento facial en lugares públicos, los controles policiales indiscriminados, los asesinatos selectivos, las cárceles secretas, las torturas en el propio y en terceros países, los secuestros y las desapariciones, etc., constituyen, hoy, prácticas habituales de los aparatos del Estado del capitalismo central. Los servicios secretos de los países del centro imperialista constituyen una coordinada, e impune, red mundial que, al servicio del enemigo de clase, trata de combatir el proceso revolucionario en cualquier lugar del planeta, utilizando todo tipo de recursos criminales. Así, la actuación criminal de los servicios secretos y el espionaje universal a las poblaciones se van implementando paso a paso, derogando los marcos legales que ayer garantizaban el derecho a la privacidad, a la presunción de inocencia, a la asistencia judicial y otros derechos básicos fundamentales, de los que el capitalismo tanto presumió durante décadas en su campaña anticomunista. El imperialismo ha perfeccionado todo tipo de instrumentos de violencia, y de control y represión de las poblaciones, hasta el extremo de materializar un mapa mundial en el que los elementos de dictadura militar y policial van configurando toda una nueva forma histórica concreta de ejercicio del poder, que ha dejado caduca la vieja democracia formal burguesa y su discurso sobre la defensa de las libertades y los derechos individuales y colectivos. Hoy, el Estado burgués se muestra como un aparato más descarnado del ejercicio de la violencia de las clases dominantes. El carácter, cada vez más violento y antisocial de las elitistas clases dominantes, les lleva a tratar de mantener su hegemonía fundamentalmente por la vía de la violencia y la degradación del cuerpo social. Esta forma de legitimación de la dominación es más frágil que la que conseguía la burguesía -en su fase anterior- con unos procesos más complejos de legitimación social. En esta fase del desarrollo de la lucha de clases es donde se explica la intensa y reiterada campaña anticomunista desarrollada por los medios masivos de comunicación en estos años últimos, y a la que ha dado una


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especial prioridad la Unión Europea y su Parlamento. El capitalismo central –en su etapa anterior- pudo tolerar la existencia de los partidos comunistas, pues la supremacía de la burguesía en la lucha ideológica le permitía mantenerlos en límites asumibles para la seguridad del poder absoluto de las clases dominantes; pero, ahora, que se debilita esa supremacía ideológica como consecuencia del incremento de la violencia del Estado, y de su incapacidad económica para mantener un cierto nivel de bienestar, se abre la etapa del anticomunismo y la persecución y/o prohibición de los partidos comunistas. Como una consecuencia directa de esta caracterización del Estado capitalista actual, se están dando procesos sociales en los que resurgen componentes racistas, religiosos, xenófobos y fascistas, que –ocasionalmente– se expresan en resultados electorales con manifiestos avances de fuerzas de ultraderecha en países de la UE. No son hechos casuales, sino la expresión de la degradación de un sistema que se encuentra en una fase senil. La misma situación de la mujer, los pasos atrás que se producen –en muchas ocasiones– con respecto a avances que en décadas anteriores se consideraban consolidados, y que afectan a las estructuras patriarcales, a las políticas de igualdad o a los avances en la aceptación de nuevos modelos de grupos familiares, es una consecuencia directa del carácter cada vez más reaccionario que adquiere la formación capitalista.

1.4.- Agotamiento histórico y capitalismos emergentes

El imperialismo fue definido por Lenin como “capitalismo parasitario y en descomposición”. Con ello, el dirigente de los bolcheviques expresaba que, en la fase imperialista, aumentan las dificultades del capitalismo para mantener el ciclo de reproducción ampliada del capital –ley esencial del capitalismo-, como consecuencia directa de la ley de la caída tendencial de la tasa de ganancia. Y, por ello, en el imperialismo, la obtención de la ganancia se busca -en buena medida- a través de otras vías, rompiendo y degradando sus propias normas internas, recurriendo cada vez más a la guerra, al robo y la rapiña, en su ya agotada fase histórica de esplendor. Consecuencia de ello, y de la plasmación práctica de la ley del desarrollo desigual, hoy existen formaciones capitalistas -menos desarrolla-


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das, históricamente- que tienen una posición de ventaja en la competencia interimperialista. Las llamadas “economías emergentes” -los países BRIC,5 especialmente- viven una etapa de desarrollo en la que todavía encuentra recorrido un cierto tiempo de acumulación capitalista, basado, en lo fundamental, en la circulación ampliada del capital mediante la producción de mercancías y la extracción de plusvalía. En la actual distribución internacional del trabajo, los distintos grados de desarrollo histórico han creado una posición de ventaja en países que mantienen un precio de reposición de su fuerza de trabajo muy inferior al de las economías del centro capitalista; esta circunstancia, unida a la facilidad y rapidez de transportes y comunicaciones a nivel global, lleva a los grandes monopolios a relocalizar sus centros de producción en estos, llamados, “países emergentes”. Para los países capitalistas centrales es esencial mantener un determinado nivel de la demanda interna solvente, para que esas mercancías, producidas con una fuerza de trabajo de menor precio, puedan ser convertidas de nuevo en capital-dinero en esas condiciones ventajosas, confirmando así el postulado marxista de la consideración de la plusvalía como la resultante de una contabilidad única mundial. Esta situación desigual a nivel mundial -de la que el sistema capitalista saca ventajas-, también crea nuevas tensiones por la feroz disputa de las materias primas y por el control de los mercados, donde se consuma el ciclo de la obtención de la plusvalía. Así, en esta etapa histórica, se manifiesta un enorme dinamismo en la configuración del sistema capitalista internacional. Por una parte, se constata un enorme dinamismo en el ranking mundial de clasificación de las economías por su tamaño, y, por otro, se abren procesos regionales de integración, que tratan de configurar polos de poder para mejor competir en la selva del imperialismo. Una demostración de estos cambios se obtiene del dato reciente que confirma que España ha pasado del lugar número ocho de la economía mundial al lugar número doce (y la previsión es que, en pocos años, quede ubicada en un puesto próximo al veinte). Por otra parte, se dan una serie de iniciativas de integración regional, que vienen a sumarse a la UE, como son el APEC (Foro de Corporación Económica Asia Pacífico), BRICS, G-20,… y, recientemente, la CELAC6. No todos ellos tienen el mismo 5  Brasil, Rusia, India, China 6  Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños


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carácter, pero todos se organizan sobre bases de economías capitalistas y compiten en clave de disputa interimperialista. Las potencias económicas de mayor tamaño se enfrentan por todo el planeta buscando el control de las materias primas, de los mercados, de la tecnología punta y del poder militar. No existe hoy una realidad en el mundo que no esté sujeta a esta dinámica que se impone con la fuerza de una ley dictatorial, que modifica normas, cambia derechos, derriba o levanta fronteras y trata de someter a la clase obrera internacional y a todos los pueblos a su implacable dictado, aumentando la opresión y la explotación. No hay ninguna perspectiva de mejora de la justicia social y de las condiciones de igualdad en un futuro capitalista. En estas condiciones, de agudización de la lucha de clases internacional, hay pueblos que mantienen su determinación de defender su proceso revolucionario autónomo y de luchar por un futuro socialista, como es el caso paradigmático de la revolución cubana. Otros buscan caminos para avanzar en el objetivo de la revolución socialista, siendo éste un elemento central de la lucha ideológica en nuestra época. Y, el caso de China, se presenta como un intento dentro de los límites del capitalismo internacional, que se enfrenta progresivamente a las profundas contradicciones que tiene esta vía.

1.5.- Breve síntesis del actual momento de la lucha de clases

Si se hace una síntesis de lo dicho hasta aquí, el resumen viene a ser el de una formación sociohistórica -el capitalismo- con un alto grado de envejecimiento, que es un sistema social deforme e hipertrofiado, dirigido por una burguesía decrépita, que esclaviza –cada vez más- a la clase obrera internacional, que proyecta sus dificultades en incremento de la violencia y en agresión a las condiciones de vida en el planeta, y que –por si fuera poco- posee un ingente arsenal de armas de gran potencia destructiva que está dispuesta a usarlas, para tratar de mantener su hegemonía por el recurso, fundamental y último, de la violencia. Al tiempo, esta caracterización impulsa la vertebración de su contrario: la clase obrera internacional, y potencia el desarrollo del papel histórico de la misma, como sujeto político del cambio revolucionario hacia la construcción de un nuevo paradigma: la sociedad socialista-comunista.


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En este punto de la historia nos tocó intervenir. Y es nuestra responsabilidad dar la respuesta que permita a la clase obrera de nuestro país, y a la clase obrera internacional, avanzar por la senda revolucionaria en el camino de su emancipación hacia la construcción de la sociedad socialista-comunista. La práctica es el reto concreto de cualquier proyecto de emancipación. El viejo capitalismo de libre competencia -con un desarrollo menos evolucionado de la fracción oligárquica, defensor de las libertades de la revolución francesa, pero siempre ejerciendo la dictadura del capital- es hoy esencialmente una pieza de museo, de la que quedan muy escasos ejemplares deambulando por el mundo. Las posiciones del reformismo lo que prometen es, como horizonte, recuperar ese desaparecido viejo capitalismo, donde aún era posible conseguir algunos avances democráticos y donde podía ser pertinente un cierto marco de alianzas con sectores de la burguesía, que tenían su propio interés en esos avances de la democracia formal para mejorar su posición frente a los residuos del sistema anterior, que limitaban su desarrollo como clase dominante; y que, al tiempo, beneficiaban a la clase obrera. Vano intento, porque la historia del capitalismo nunca camina hacia atrás. 2.- Desarrollo internacional de la lucha de clases

2.1.- Un altísimo desarrollo de las fuerzas productivas

El impulso del proceso histórico de acumulación capitalista, la competencia con el socialismo real y otras tendencias producto del desarrollo del capitalismo en el escenario de la lucha de clases internacional han inducido -como consecuencia antagónica a la formación de una violenta oligarquía mundial imperialista- un altísimo desarrollo de las fuerzas productivas. En este convulso proceso se ha constituido una numerosísima clase obrera, que ha adquirido un desarrollo suficiente, que la capacita para crear la base material necesaria para llevar a la humanidad a un grado superior de satisfacción de sus necesidades. Sólo hay un obstáculo para que ello se constituya en una realidad objetiva: el capitalismo realmente existente. Problemas que afectan dramáticamente a la humanidad (como


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el hambre, la falta de agua potable o las muertes por enfermedades fácilmente evitables) podrían ser resueltos si el capitalismo no se constituyera en corsé que impide el desarrollo actual de las fuerzas productivas. Fuerzas productivas que, en el escenario de la crisis, el capitalismo necesita destruir, para tratar de recomponer el ciclo de reproducción ampliada del capital. Hoy, la producción de mercancías responde –como nunca antes en la historia- a la intervención concertada de toda la clase obrera internacional: hasta las producciones más sencillas necesitan, en la actualidad, del aporte de miles de hombres y mujeres en diversos países del mundo. Así es el ejemplo de la producción de una simple lata de atún. Para que este producto lo podamos adquirir en un comercio, por un par de euros, han tenido que intervenir los mineros que extrajeron el metal necesario para fabricar la lata, los operarios de la siderurgia que lo transformó en latón, los transportistas, también quienes fabricaron esos camiones e, igualmente, quienes fabricaron los barcos para la pesca y los instrumentos tecnificados que se usan para localizar el pescado mediante satélites y GPS, las mujeres que suelen ocuparse de las tareas de limpieza y despiece del pescado, también jornaleros y jornaleras que recolectan la aceituna y producen el aceite, las madereras que cortan árboles y fabrican el cartón para la caja, quienes en la química hacen las tintas para imprimir la identificación del producto, transportistas de todos estos productos parciales y, finalmente, colocadores de mercancías, comerciales y la cajera que nos cobra el precio final. Todos estos destacamentos de la clase obrera, que participan en el proceso, forman parte de la clase obrera de muy diversos países. Este proceso de producción, en un capitalismo más inicial, era realizado por unas pocas familias que cubrían buena parte de estas tareas, y utilizando materiales y recursos tecnológicos infinitamente más limitados. Este proceso es el que se suele resumir en la siguiente expresión: el carácter cada vez más social de la producción y el carácter cada vez más antisocial de la apropiación. Una situación que se expresa también como la creciente agudización de las contradicciones entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción, llevando esta agudización a la configuración


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de un escenario revolucionario.7 Chirrían las cuadernas del sistema capitalista bajo la fuerte presión de estas contradicciones. Contra lo que suelen decir las organizaciones reformistas, afirmando que en el capitalismo desarrollado hay menos clase obrera, y que, por ello, no se le puede asignar hoy la misión histórica como en los tiempos de Marx, la realidad es que el desarrollo del capitalismo -en su fase imperialista- ha dado como consecuencia un desarrollo impresionante, cuantitativo y cualitativo, de la clase obrera internacional. Toda aquella persona que trabaja para hacer posible el proceso de reproducción ampliada del capital, o de valorización del mismo, es parte de la clase obrera; y, hoy, esa participación implica tanto a sectores de la producción industrial como al transporte, a los servicios de todo tipo: financieros, educación, sanitarios, comerciales, etc. En la fase actual, se dan cambios sustanciales, que aceleran de forma exponencial este desarrollo de las fuerzas productivas y la contradicción capital-trabajo. Crece aceleradamente el porcentaje de la economía mundial que se mueve por internet, tanto en el negocio de la publicidad como en la venta de mercancías y servicios a través de la red. Las cifras son muy difíciles de contabilizar, pero sí sabemos lo que significa el control de los sistemas operativos que se han de instalar en todos los equipos informáticos o la disputa por la utilización de los diferentes navegadores, que generan unas ingentes ganancias a las empresas propietarias. Como dato orientativo, se sabe que Google ingresó, en el año 2010, la cantidad total de 29.321 millones de dólares8, de los cuales 28.236 son por publicidad9. A través de la red, Google cuenta con los servicios de más de un millón de editores (que son personas cuyos ingresos son abonados por esta multinacional, y que trabajan en su propia casa u oficina, sin horario 7  Marx, en 1859, en el Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política, decía: Al llegar a una fase determinada de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad, entran en contradicción con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas, y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica se transforma, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella. 8  Cifra similar al beneficio que puede obtener alguna de las grandes petroleras mundiales. 9  Datos publicados por Google.


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laboral, sin seguridad social, sin vacaciones, sin otras prestaciones sociales y sin compromiso salarial de ningún tipo por parte de la empresa). Sus ingresos son indeterminados, sujetos al dictado de la empresa, y Google puede cambiar las condiciones de las retribuciones de manera unilateral, sin posibilidad de reclamación alguna ante instancia judicial. Como dato orientativo, la empresa dice que estos editores vienen a cobrar una cantidad aproximada al 49% de lo que Google factura a las empresas que se publicitan a través suyo. La fuerza de esta millonaria, y, por hoy, aislada fuerza de trabajo está en la posibilidad de su propia coordinación, que pondría en serios aprietos a Google. La situación de empresas como Microsoft, Amazón, Ebay, etc., viene a ser de características similares. Todas ellas trabajan en un mercado mundial, pugnando siempre con cualquier intento de limitación de su actividad en los marcos estatales y con las leyes antimonopolios que formalmente mantienen algunos Estados. La relación de estas empresas con la clase obrera se ha modificado sustancialmente, a favor de una discrecionalidad total en las relaciones laborales, sin negociación colectiva ni regulación de ningún tipo. Y la cuestión central es que, si el capital se concentra y centraliza de forma acelerada y en cantidades gigantescas; si la oligarquía, como clase hegemónica, tiene cada día una composición proporcionalmente menos numerosa, constituyéndose como una reducida élite parasitaria; si la ley de caída tendencial de la tasa de ganancia se cumple de forma inexorable y si las fuerzas productivas ven constreñido su desarrollo por las relaciones de producción –capitalistas-, entrando en fuerte e irresoluble contradicción con las mismas, en términos de desarrollo histórico tenemos que concluir que se dan las condiciones objetivas de una situación revolucionaria. Y, esto, unido a las experiencias revolucionarias de la clase obrera y a su organización en los partidos comunistas, es lo que permite concluir que estamos en la etapa de transición del capitalismo al socialismo. Claro que, si a ello no se suman las condiciones subjetivas –desarrollo de una conciencia revolucionaria, influencia de masas del partido de vanguardia, quiebra de la legitimación social de los valores dominantes, etc.- no llegaremos a provocar la crisis revolucionaria que ha de llevar al cambio de clase en el poder y al inicio de la construcción de la sociedad socialista.


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Se produce la gran contradicción de que, para la burguesía internacional, la estrategia central de la extracción de la plusvalía se centra en tratar de reducir incesantemente el precio de esta fuerza de trabajo. Mientras más se cualifica la fuerza de trabajo, mientras más aumenta su productividad, el capital trata de pagar un precio inferior por ella.

2.2.- ¿Qué tipo de transición al socialismo?

Aquí se plantea una cuestión central, de la que ninguna fuerza política que quiera intervenir en este desarrollo mundial de la lucha de clases se puede sustraer. ¿Transición a la sociedad socialista como un proceso continuado de reformas o transición a la sociedad socialista mediante un proceso revolucionario de toma del poder y destrucción de las bases materiales de la dominación capitalista? Esta cuestión determina hoy, en todos los escenarios, la lucha de clases, y, si se quiere, de una manera más especial, en los del capitalismo central, la acción política de aquellas organizaciones que se reclaman del “anticapitalismo” (utilizando un término que hoy es objeto de un altísimo grado de manipulación). Las posiciones del reformismo son bien conocidas: negación de la clase obrera como sujeto histórico, negación del concepto lucha de clases, táctica de reformas pactadas en las instituciones burguesas y –en resumen- promesa de un tránsito pacífico entre la formación capitalista y la sociedad socialista, como un éxito de “la profundización de la democracia”, donde para ello juegan más las habilidades parlamentarias que la lucha de masas. Ese paradigma trata de sustentarse sobre el supuesto respeto de la burguesía a las decisiones tomadas mediante mecanismos democráticoformales. Como si en la historia no existieran ejemplos en abundancia de que, en cuanto las clases dominantes ven en riesgo su dominación absoluta, siempre han recurrido a la violencia para revertir cualquier situación que les supusiera un riesgo serio de pérdida del poder. También trata de sustentarse, incluso, en el idealismo de que la acción pacífica de las masas es capaz de contener los desarrollos violentos de la burguesía en momentos de retroceso de su poder.


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Estas son las posiciones del Partido de la Izquierda Europea y las de otras organizaciones que llevan aún el título de comunistas, pero cuyos postulados ideológicos se han apartado, o se van apartando a ojos vista, de las posiciones revolucionarias que van asociadas a esa categoría. Es, así, la posición del PC de España y su Izquierda Unida, es la posición del PC de Francia y de otras formaciones europeas de la misma tradición. El conocimiento histórico, y su análisis riguroso, permite asegurar que las formaciones sociohistóricas que tienen una mayor concentración del poder son las que tienen una mayor tendencia a responder con un altísimo grado de violencia ante cualquier intento de una parte del cuerpo social de impulsar cambios políticos que cuestionen a la casta dominante y a su sistema de dominación. Si, además, se da la coincidencia de que esas clases dominantes se encuentran en una fase histórica en la cual las dificultades estructurales para mantener el proceso de acumulación de ganancias no encuentran solución, esa propensión al ejercicio de la violencia se incrementa de forma exponencial. Y, esa, sin dudas, es la situación en que nos encontramos. De lo expuesto hasta este momento se concluye que, en cada uno de los polos imperialistas, incluyendo a los imperialismos emergentes, existe una reducida oligarquía dotada de un inmenso poder que está dispuesta a cualquier forma de violencia para tratar de evitar que se produzcan cambios estructurales en el sistema político del país. Pero, además, esas oligarquías tienen un claro sentido de clase que les lleva a establecer mecanismos de “solidaridad” para el socorro mutuo cuando cualquiera de ellas pueda verse en serias dificultades para continuar en el poder absoluto. Es el mecanismo establecido en el interior de la UE para cualquier supuesto de revuelta social. El análisis de la realidad concreta, fuera de cualquier posición idealista o voluntarista, nos sitúa ante el hecho de que no será posible ningún avance hacia el socialismo sin que la burguesía responda con la violencia. Y no es un futurible: en la actualidad, todos los crímenes cometidos por el sionismo, la oligarquía colombiana, el imperialismo yanki, la OTAN, etc., responden sencillamente a esa respuesta violenta que las clases dominantes dan a cualquier atisbo de retroceso de sus ventajas hegemónicas.


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Por tanto, las posiciones del reformismo no producen la más mínima inquietud a las clases dominantes. O, dicho de otra manera, las posiciones del reformismo no tienen la más mínima posibilidad de cambiar de manera significativa las condiciones de ejercicio del poder de las clases dominantes. Incluso, esas clases sociales dominantes las consideran sus aliadas en la estrategia de mantener los consensos sociales necesarios para evitar el incremento de la tensión en la lucha de clases. El instrumento necesario para crear las condiciones que lleven a la derrota de la oligarquía, y del sistema capitalista, en un país, es el partido de vanguardia de la clase obrera, el Partido Comunista. Para derrotar a la oligarquía es necesario acumular una masa crítica suficiente para crear una correlación de fuerzas que permita barrer con los instrumentos de dominación oligárquicos. Y eso sólo se conseguirá con un pensamiento totalmente independiente de las estructuras ideológicas de las clases dominantes. El factor subjetivo de la revolución es una clase obrera cuya conciencia revolucionaria desarrollada ya le ha llevado a romper de forma completa con su subordinación a las categorías, a la cosmovisión y al paradigma que la burguesía ha impuesto como “políticamente correcto” durante todos sus siglos de dominación. Ha sido característico de las organizaciones reformistas el decir que “hoy la clase obrera ya no es igual porque no tiene que perder sólo sus cadenas, sino también el coche, la nevera, etc”. Esa frase es una de las más claras expresiones de la derrota ideológica del reformismo. No entender que la reproducción de la fuerza de trabajo en el capitalismo se da en un determinado modelo social, en unas determinadas condiciones de desarrollo, y que –por tanto- los bienes materiales que pueda poseer la clase obrera en un determinado momento del desarrollo histórico del capitalismo sencillamente es consecuencia de las mismas estrategias de dominación y de reproducción, y que para nada cambian la situación de opresión y de explotación de la misma, que sigue manteniendo su misma posición antagónica en la lucha de clases, y sigue teniendo los mismos intereses en subvertir el orden social vigente. El eurocomunismo se caracterizó por esta incapacidad para entender ese desarrollo dialéctico de la lucha de clases, y que si, en un determinado


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momento, la clase obrera dejaba de calzar alpargatas y de vivir en una mísera chabola para pasar a usar calzado deportivo y tener una vivienda en propiedad, era sencillamente porque esos niveles de consumo son los que se corresponden a un determinado momento histórico de desarrollo de la formación capitalista. Deslumbrado por ese incremento en la capacidad de consumo y de adquisición de bienes, el eurocomunismo llevó a una trágica deriva a algunas formaciones revolucionarias históricas, que pasaron a formar parte del campo del oportunismo. Así, el partido de la revolución tiene que ser, antes que nada, un partido independiente, en todos los aspectos, de las clases dominantes, de sus estructuras institucionales y de sus postulados ideológicos. Y, eso, históricamente, se ha demostrado que sólo lo puede resolver el partido de nuevo tipo, el partido comunista marxista-leninista, que se sustenta sobre bases científicas, y que aspira a la toma del poder y a instaurar la dictadura del proletariado para construir la sociedad socialista y el comunismo.



POR EL FRENTE OBRERO Y POPULAR POR EL SOCIALISMO

Raúl Martínez Turrero Responsable del Área Ideológica del CC del PCPE

El 9º Congreso del PCPE marca el camino

El 9º Congreso del PCPE caracterizó la revolución en nuestro país como socialista, superando la concepción etapista que predominó en el seno del movimiento comunista europeo tras la IIª Guerra Mundial. Se culminaban, así, los debates iniciados en el congreso anterior donde, al igual que en distintos análisis del Comité Central, se insistía en que entre la conquista de la República y el socialismo no existía una muralla china, sino una lucha ininterrumpida hegemonizada por la clase obrera. En nuestros días, cuando el desarrollo de la crisis estructural confirma, como nunca antes, los límites históricos del capitalismo, la burguesía juega el papel reaccionario que se corresponde con la tendencia a la reacción en todos los terrenos que caracteriza al imperialismo, fase


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superior y última del capitalismo; al tiempo que confirma el papel histórico de la clase obrera como sujeto revolucionario llamado a resolver la contradicción que late en el corazón del sistema y explica, en última instancia, todo lo que sucede a nuestro alrededor: la contradicción entre el carácter social de la producción y la apropiación privada de su resultado. En sintonía con este análisis, y entendiendo que vivimos la época de la transición del capitalismo al socialismo, el comunismo español ha superado la vieja concepción de las alianzas que expresaba la consigna de frente de izquierdas, orientada al pacto entre organizaciones de la izquierda para la lucha social y el avance gradual hacia conquistas sociales y políticas para los sectores obreros y populares, y cuyo objetivo más avanzado, y sólo en algunos casos, era la conquista de un proceso constituyente republicano que, en ningún caso, trascendía el marco burgués de dominación. La práctica vino a confirmar, una vez tras otra, las dificultades existentes para aplicar la política de frente de izquierdas. A la falta de sujetos políticos de ámbito estatal con los que compartir siquiera los modestos objetivos antes señalados, se sumaba el hecho de que los acuerdos alcanzados, en la mayoría de ocasiones, a duras penas superaban temporalmente una campaña política concreta, normalmente defensiva, al tratarse de buscar una respuesta social y política a las distintas ofensivas oligárquicas. A mayor abundamiento, ese tipo de acuerdos tuvieron escasos resultados desde el punto de vista de la unidad, organización, toma de conciencia e incremento de la capacidad de lucha de la clase obrera, que, en la mayor parte de las ocasiones, quedaba al margen de ese tipo de acuerdos. Y es que, en realidad, el denominado frente de izquierdas carecía de una base social determinada, de un soporte clasista asentado en el análisis científico de las distintas clases sociales, de la relación existente entre ellas y de los intereses estratégicos en juego. Por tanto, los acuerdos entre organizaciones no contaban con una repercusión práctica digna de ser tenida en cuenta. Partiendo de estas experiencias y en sintonía con la nueva estrategia partidista, la política de alianzas debía ser clarificada.


Por el frente obrero y popular por el socialismo

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Una política de alianzas para la lucha por el socialismo–comunismo

El Partido Comunista, fiel a las razones que le dieron vida y a su carácter proletario, orienta toda su actividad al reagrupamiento organizativo y político de fuerzas combativas de la clase obrera y los sectores populares, para la toma del poder político mediante la intensificación de la lucha contra los monopolios, el Estado burgués y las organizaciones imperialistas en la que se encuadra, especialmente, la OTAN y la Unión Europea. Sólo la intensificación de la lucha de clases proletaria, en claves de contraofensiva, conducirá a la crisis revolucionaria, momento en que amplias masas obreras se lanzan a la lucha, dispuestas a no vivir ni un momento más encadenadas con los grilletes del capitalismo, y, a su vez, el bloque oligárquico–burgués sea incapaz de mantener su dominación por más tiempo. El momento en el que se dan las condiciones que permiten lanzar la ofensiva definitiva por el poder, la crisis revolucionaria, requiere de todo un proceso de preparación previa y de acumulación de experiencia de lucha por parte del proletariado y de su vanguardia política, con la perspectiva de implantar la dictadura del proletariado y de iniciar la construcción del socialismo–comunismo. Para emprender la senda revolucionaria, se convierte en requisito imprescindible que una mayoría de la clase obrera se posicione en términos revolucionarios, rompiendo con la actual hegemonía de la socialdemocracia y, en menor medida, de organizaciones oportunistas como el PCE – IU – PIE, que conduce a prácticas sindicales de pacto social (especialmente por parte de las cúpulas sindicales de UGT y CCOO) y a la integración política en el marco capitalista. Por tanto, es preciso planificar una ofensiva ideológica que parta de bases firmes y que, en la actualidad, pasa por desenmascarar los diferentes análisis sobre la crisis capitalista que tratan de difundir socialdemócratas y revisionistas, haciendo comprender que no hay salida ni futuro para la clase obrera en el marco del capitalismo y que, en el caso de que la economía capitalista remonte el ciclo recesivo, la clase obrera pagará un altísimo precio, sobreviniendo de inmediato un nuevo ciclo recesivo,


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aún de mayor magnitud, acompañado, todo ello, de una salvaje intensificación de la explotación, de la pérdida de todo derecho social, político y democrático general, de intensificación de la opresión y de la violencia y de guerra imperialista permanente. Por tanto, la disyuntiva para quienes todo lo producen se sitúa hoy, como nunca antes, en elegir perentoriamente entre la más completa barbarie y el socialismo. Pero para esa toma de conciencia, facilitada hoy por las políticas antiobreras del sistema en crisis, es necesario restablecer en las filas de la clase obrera la confianza en el socialismo-comunismo, lo que tiene una triple vertiente: 1.- Contraatacar en el frente ideológico desmontando la manipulación burguesa sobre las experiencias en la construcción del socialismo en el siglo XX, especialmente en la URSS, contra la que el imperialismo desató el mayor peso de su agresión ideológica, y contra los actuales países socialistas. Para ello, deben profundizarse los análisis que, desde el marxismo–leninismo, arrojen luz sobre los aciertos y errores cometidos en la construcción del socialismo y sobre las causas que permitieron el triunfo contrarrevolucionario y la restauración capitalista. Desde un punto de vista práctico, es necesario ejemplificar en cada lucha con los logros conquistados por el proletariado de los países socialistas en todos los terrenos: educación y cultura, acceso a la vivienda, cobertura social, pleno empleo, reducción de jornada laboral, derechos salariales, reducción de la edad de jubilación, participación sindical y política, etc.; y contrastar esos logros innegables con las políticas que en los mismos ámbitos impone el capitalismo en nuestros días: privatización de la enseñanza, expolio de las viviendas obreras mediante desahucios y ejecuciones hipotecarias, prolongación de la jornada laboral, reducción de salarios, retraso de la edad de jubilación, represión ante cada lucha, etc. 2.- Implicarse activamente en cada lucha que la clase obrera y los sectores populares libren por sus intereses inmediatos, sin generar, bajo ningún pretexto, ilusiones de tipo reformista y destacando la relación que cada pequeña batalla tiene en la lucha de clase general contra el capitalismo, buscando obtener victorias, por pequeñas que sean, para


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acumular experiencia de lucha, forjar nuevos cuadros, aumentar la toma de conciencia y extender la organización de la clase obrera. 3.- Resaltar en todo momento que sólo una estrategia que apunte a la solución de las causas que provocan el sufrimiento popular, una estrategia fuerte, que apunte al poder popular y al socialismo–comunismo como objetivo, puede traer victorias y soluciones duraderas para las masas trabajadoras. A su vez, el incremento de la lucha obrera, en claves de contraataque y confrontación con los monopolios, conlleva la adopción de una política organizativa para la clase obrera y, cómo no, de una política de alianzas con todos los sectores sociales cuyos intereses clasistas se encuentran enfrentados a los monopolios. Nos referimos al campesinado pobre, a los jornaleros y a los sectores profesionales y trabajadores autónomos. Una política de alianzas de la clase obrera: el papel de los CUO La política de alianzas del Partido Comunista no se ciñe a los estrechos márgenes de la política parlamentaria burguesa, en la medida en que representa las alianzas del proletariado y, por tanto, viene determinada por el objetivo superior que persigue (el socialismo–comunismo) y por la táctica de lucha de clase del proletariado (en términos leninistas, el frente unido del proletariado). Por tanto, en el Frente Obrero y Popular formulado por el 9º Congreso del PCPE es, en primer lugar, un frente de clase, un frente proletario en el que se reagrupa organizativa y políticamente la lucha de la clase obrera por sus intereses en contradicción antagónica con el poder de los monopolios. En el Frente no solo deben formar los obreros y obreras comunistas, sino todos aquellos que en el complejo camino de la lucha de clase comprendan la necesidad de presentar un frente unificado para la defensa de los intereses de clase contra el frente unificado que representa el bloque de dominación oligárquico burgués. Una conciencia que debe abarcar la necesidad de superar las causas de la explotación, las relaciones capitalistas de producción y su reflejo en el ordenamiento jurídico burgués: la propiedad privada de los medios de producción y de cambio; y comprender la necesidad del poder popular, de abrir paso a la construcción del socialismo mediante la socialización de los medios


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de producción concentrados, la planificación central de la economía, el control obrero y la ruptura con las estructuras imperialistas de la Unión Europea y la OTAN. Claro está que, en el seno del Frente Obrero, cabe la participación militante de amplios sectores que pueden compartir o no la percepción del Partido Comunista sobre la construcción socialista, pero sin cuestionar la vía del poder popular y la estrategia de confrontación y derrocamiento del poder de los monopolios. En la actualidad nuestra clase obrera se encuentra desunida y rehén de la actual división política y sindical a la que conduce el oportunismo, tanto de derecha como de izquierda. A esa realidad se debe responder desde es necesario poner en marcha una estructura que, las filas revolucionarias situando el objetivo de la unidad obrera (táctica partiendo de los centros del frente unido), que parte de los de trabajo y agrupada por sectores productivos, intereses de clase compartidos y se sea capaz de organizar la articula sobre la base de una estrarepuesta de la clase obrera tegia de confrontación con el poder de los monopolios, deslindando el campo y librando una lucha ideológica implacable contra las fuerzas del compromiso y la conciliación que operan en el seno del movimiento obrero. A toda política estratégica le corresponde una política organizativa, de lo que se deduce que es necesario poner en marcha una estructura que, partiendo de los centros de trabajo y agrupada por sectores productivos, sea capaz de organizar la repuesta de la clase obrera rompiendo con la artificial división que introduce en el movimiento obrero y sindical el oportunismo y el colaboracionismo, expresiones de una política obrera burguesa, tal y como le gustaba decir a Lenin. Una política organizativa que, como decíamos, parte de los centros de trabajo, los convierte en fortalezas del movimiento clasista, y se agrupa por sectores productivos y territorialmente, conformando en todo el país la estructura militante y combativa del Frente Obrero bajo la forma de Comités para la Unidad Obrera, los CUO, llamados a defender una posición sindical de unidad de clase y lucha anticapitalista, con un carácter militante y no afiliativo, y


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con la perspectiva clasista de la lucha para la superación del capitalismo, la conquista y organización del poder obrero y la edificación de la sociedad socialista. Así, tanto por su posición en la producción, que determina sus intereses clasistas, como por su número, organización y disciplina, la clase obrera es el sujeto revolucionario, el único con la capacidad de aglutinar en torno suyo al resto de capas trabajadoras –no explotadoras- del pueblo, el único con la capacidad real de dirigir la lucha de otros sectores populares, de entender sus intereses, de conciliarlos en el camino de la revolución con los intereses proletarios, de hacer entender que los problemas del campesinado pobre, de los sectores profesionales y autónomos, no encontrará salida si no es enfrentándose al poder de los monopolios, que arruina a las capas populares del campo y la ciudad. En la medida en que nuestra clase obrera, con la intervención decisiva del Partido Comunista, de los obreros y obreras comunistas, sea capaz de desarrollar los CUO como expresión organizativa del Frente Obrero, el resto de sectores sociales, hasta ahora dispersos y, en la mayoría de los casos, bajo influencia burguesa y/o pequeñoburguesa, serán capaces de desarrollar con un mayor potencial su incipiente y dubitativa lucha contra el poder monopolista, generando en ese proceso sus propias estructuras organizativas que, confluyendo con el movimiento obrero combativo, puedan conformar una alianza social para el derrocamiento del capitalismo monopolista, la ruptura con las organizaciones imperialistas y el avance hacia el poder popular y el socialismo, formando Frente Obrero y Popular por el Socialismo. La mujer trabajadora El PCPE ha realizado un gran esfuerzo en los últimos años para definir su política para la mujer trabajadora. Lejos han quedado los debates inoculados por el feminismo burgués, que pone el énfasis en las cuestiones individuales y en las reivindicaciones democrático–burguesas, a las que el bloque dominante sólo puede dar respuesta en el marco de las ensoñaciones pequeñoburguesas y oportunistas que creen posible dar marcha atrás a la rueda de la historia.


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En las sociedades imperialistas, ningún aspecto de la sociedad está al margen de su propia división clasista y, en este marco, la cuestión general de la lucha por la igualdad de la mujer cobra su pleno y verdadero sentido en la lucha de la mujer trabajadora, una lucha que, a su vez, es inseparable de la lucha de toda la clase obrera y del pueblo. El cambio estratégico adoptado por el Partido Comunista, y directamente relacionado con el carácter de la época que nos ha tocado vivir y en la que nos ha tocado luchar, tiene un reflejo directo en la lucha estratégica de la mujer trabajadora, tantas veces ausente y casi siempre olvidada en los debates de té y salón propios de la pequeña burguesía. La política comunista busca, como primer objetivo, organizar la lucha de las masas de mujeres pertenecientes a la clase obrera y el pueblo, busca, por todos los medios a nuestro alcance, hacerlas entrar en escena, llevarlas al ruedo de la arena política, para lo que se desarrolla, y debe hacerse aún con mayor intensidad, una amplia agitación política comunista. Pero, al mismo tiempo, es necesaria una política organizativa capaz de encauzar el torrente de participación política y de lucha que aspiramos a desencadenar con el papel protagónico de las obreras. Una política organizativa con capacidad y vocación de movilización de masas, basada en las condiciones de sobreexplotación que sufre la mujer obrera y también en las condiciones de opresión que han pervivido a lo largo de la historia. En síntesis, una organización de masas en la que se exprese la lucha contra las condiciones de sobreexplotación de la mujer en los centros de trabajo y contra lo que hemos venido denominando opresión patriarcal, pues la mujer proletaria es, hoy, la heredera, por su papel en la sociedad capitalista, del amplio elenco de mujeres que a lo largo de la historia han luchado por la igualdad y contra toda forma de opresión. Las formas organizativas que sea capaz de forjar la lucha de la mujer trabajadora encontrarán su espacio natural de alianzas en el marco del Frente Obrero y Popular por el Socialismo, partiendo del hecho incontestable de que, al igual que sucede en otros ámbitos, la plena emancipación de la mujer sólo es posible en el marco de la construcción del socialismo–comunismo en la que, hasta el triunfo completo de las relaciones


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comunistas de producción y su consiguiente reflejo en la extinción del Estado y también en las conciencias, será precisa la participación activa de la organización de masas de la mujer, combatiendo junto al conjunto del proletariado, y con el poder popular en sus manos, para eliminar todo residuo pasado, propio de las sociedades clasistas basadas en la propiedad privada, que pretenda perpetuar o reproducir cualquier forma de opresión machista. La juventud obrera y el estudiantado de extracción popular Cuando los y las comunistas hablamos de juventud no hablamos de toda la juventud, hablamos de la juventud obrera y del estudiantado popular. Hablamos del proletariado juvenil sobreexplotado por el capitalismo, hablamos de los hijos e hijas de la clase obrera, condenados a sufrir intolerables porcentajes de desempleo, hablamos de los estudiantes de extracción popular a los que cada día les resulta más difícil costarse unos estudios. Hablamos de nuestra juventud, de aquella a la que el capitalismo agonizante le niega todo futuro. Y ahí reside precisamente la importancia de la juventud obrera y popular, obligada a luchar si no quiere vivir engrilletada y que, por tanto, y a pesar de la red de alienación que sobre ella teje el bloque oligárquico–burgués, puede lanzarse a la lucha con más facilidad que otras secciones de la clase obrera, pues, al igual que la mujer obrera, sufre condiciones de sobreexplotación especiales. El perfeccionamiento de la política de masas del Partido Comunista, con el especial papel que tienen encomendado al respeto los Colectivos de Jóvenes Comunistas, debe lograr que entren en acción las masas juveniles proletarias en la lucha general de la clase obrera por conformar los CUO, formando parte del ejército general de trabajadores y trabajadoras que restablece su unidad, sin caer en las celadas divisionistas planteadas atendiendo a razones generacionales o de género y partiendo, precisamente, del aporte a la lucha de clases proletaria de la perspectiva particular que da el vivir condiciones especiales de sobreexplotación, convirtiendo esas reivindicaciones particulares, nacidas de condiciones particulares, en reivindicaciones de toda la clase obrera.


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Junto a la juventud obrera debe luchar el estudiantado de extracción popular que conformará la clase obrera del mañana. La organización del estudiantado, tanto universitario como de enseñanzas medias, es una tarea urgente y prioritaria para la militancia juvenil comunista, pues, junto a los sectores productivos con alta concentración de proletariado juvenil, es su espacio natural de actuación y en ellos se mide la capacidad para desarrollar y organizar la lucha obrera y estudiantil, aportando la perspectiva estratégica del Frente Obrero y Popular por el Socialismo. El trabajo juvenil comunista debe tener presente que, espoleadas por la intensificación de la explotación y la extensión de la miseria consustanciales al desarrollo de la crisis capitalista, nuevas capas obreras –especialmente juveniles- van a sumarse a la lucha, resultando de vital importancia su rápida maduración ideológica y política. La lucha antiimperialista y por la paz Otro frente decisivo a la hora de conformar el frente popular es el ámbito antiimperialista, que, en nuestro país, ha retrocedido en el último periodo, entre otras razones, por la existencia de una concepción reduccionista que limita la concepción del frente a la solidaridad internacionalista; y dividido en la cuestión de la lucha por la paz por la eterna división, típicamente chovinista, introducida por distintas fuerzas oportunistas en la caracterización de las guerras y en su bondad, o no, en función de la burguesía “propia”, de sus alianzas y de su papel en cada conflicto, jugando a la geopolítica en vez de atender a la probada táctica de rechazo frontal y lucha contra cualquier guerra imperialista con la demostrada perspectiva internacionalista proletaria de apoyo a su conversión en lucha por el poder de la clase obrera. La perspectiva estratégica del Frente Obrero y Popular rompe con ese tipo de trampas, dota al antiimperialismo de una base social determinada, compuesta por los distintos sectores llamados a conformar el Frente, hace que la lucha antiimperialista se asiente en principios clasistas, y se convierte en tarea en todos y cada uno de los pilares que conforman la alianza del Frente Obrero y Popular y, de manera muy especial, de su pata obrera, de los CUO, en cuyo código genético late el internacionalismo proletario que parte de la conciencia de pertenencia a una misma clase obrera mundial.


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En nuestro país, es urgente la unificación de la lucha antiimperialista que, conservando la solidaridad internacionalista con los pueblos, apunte a las estructuras imperialistas de opresión, muy especialmente a las que pertenece el país, como la UE y la OTAN, y confronte, de una manera abierta y directa, con la participación de tropas españolas en la guerras imperialistas y con la presencia de tropas y bases militares extranjeras en nuestro país. Unificación, perspectiva de masas y estrategia de ruptura con el imperialismo y sus organizaciones, fortaleciendo el Frente Obrero y Popular por el Socialismo, ese es el futuro del frente de lucha antiimperialista. El papel dirigente del Partido Comunista y la clase obrera La alianza del proletariado con los sectores sociales y militantes aludidos no es posible sin una intervención decidida y dirigente del Partido Comunista que garantice la primacía de los intereses de clase proletarios y la perspectiva revolucionaria de la lucha. La estrategia del Partido, valga la expresión, parte de convertir todas las luchas (sindical, por la emancipación de la mujer, de la juventud obrera y del estudiantado, de los sectores campeDebemos combatir sinos pobres, profesionales y autónomos la ficción de que es contra los monopolios, etc.) en una sola posible contener las lucha concentrada y unitaria por el poder popular y el socialismo, lo que se torna fuerzas destructivas del capitalismo con una imposible si el motor del Frente Obrero y Popular, el proletariado organizado en república democrática Comités de Unidad Obrera, no se abre paso arrastrando tras de sí a todos los sectores confrontados de una u otra manera y en uno u otro grado con el capitalismo monopolista. Y, en este punto, al igual que en los frentes analizados con anterioridad, es preciso abordar los cambios precisos en el ámbito del frente republicano. Las banderas republicanas teñidas de sangre por la criminal entrada en escena del fascismo no pueden, hoy, levantarse detrás de objetivos democrático–burgueses. Debemos combatir la ficción de que es posible contener las fuerzas destructivas del capitalismo con una república democrática, en la que impere la división de poderes y el imperio de la ley, y será


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posible alcanzar derechos sociales para las mayorías trabajadoras del país. Esas posiciones contribuyen hoy, de manera más o menos inconsciente, a apuntalar en la conciencia de masas la reaccionaria percepción de que es posible refundar el capitalismo sobre bases democráticas y sociales. Los comunistas, en ningún caso, negamos la importancia de la reivindicación republicana en nuestro país. Es más, nos reclamamos herederos y herederas de todas las luchas progresivas que nuestros pueblos han librado a lo largo de la historia y, muy especialmente, de la heroica lucha contra el nazi–fascismo en la guerra nacional revolucionaria. Partiendo de lo dicho, afirmamos, al mismo tiempo, que para el Partido Comunista hablar hoy de República significa hablar de clase obrera en el poder, de socialización de los medios de producción concentrados, es hablar de planificación de la economía. Significa no plegarse a las posiciones pequeñoburguesas que tratan de ocultar su verdadera posición de clase y su oportunismo tras la bandera tricolor y afirmar que, en correspondencia con el carácter de nuestra época, la república por venir será socialista, o servirá, inevitablemente, a estrategias de recomposición capitalista. Por tanto, la intervención comunista en el frente republicano es inseparable de la conformación del frente obrero y popular, partiendo del hecho innegable de que las reivindicaciones democráticas presentes en el movimiento republicano son hoy inseparables de la lucha general de la clase obrera por el socialismo–comunismo, y que, al igual que otras luchas, como la que apunta a la preservación del medio ambiente, debe ser articulada en claves superadoras del capitalismo. Todo lo anterior conlleva una reflexión de tipo organizativo sobre la propia estructuración del Partido Comunista. La Sección Española de la Komintern, siguiendo los planteamientos formulados por Lenin y las líneas emanadas de los Congresos de la Internacional, estructuró su organización desde un punto de vista realmente clasista. Todavía resuena en nuestra historia de lucha el llamamiento del camarada Pedro Checa, Secretario de Organización del Partido durante la guerra nacional–revolucionaria, a convertir cada fábrica, cada centro de trabajo, en una fortaleza comunista.


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Esa cultura organizativa, genuinamente leninista, fue destruida por el revisionismo eurocomunista, que, traicionando las normas que regían la vida interna del Partido, y, con ello, a la militancia comunista, sustituyó las células leninistas del Partido y las convirtió en agrupaciones de tipo socialdemócrata, en previsión de las elecciones que estaban por venir y del cretinismo parlamentario propio del eurocomunismo. Con ello mutó la base organizativa del Partido, que salió de sus cuarteles naturales – las fábricas, centros de trabajo, oficinas, polígonos industriales…- para estructurarse, casi exclusivamente, de forma territorial. Lo anterior tuvo más importancia de lo que pudiera parecer a simple vista, pues trajo consigo la ruptura de los vínculos que ligaban al Partido Comunista con el proletariado, que, progresivamente, dejó de considerarlo su Partido (“el Partido”, como se decía por aquel entonces). Al mismo tiempo, se rompió la forma leninista de trabajar en los sindicatos y se abrió paso, bajo el falso pretexto de la independencia de las organizaciones sindicales, a cuestionar el papel dirigente del Partido y la propia militancia comunista en los sindicatos. El reagrupamiento marxista–leninista producido en el Congreso de Unidad de los Comunistas, en el que nace el PCPE como heredero de la Sección Española de la III Internacional y de las luchas libradas bajo bandera marxista–leninista a lo largo del siglo XX, apuntó en sus documentos y estatutos la importancia de volver a organizarse en los centros de trabajo. Sin embargo, las posteriores traiciones, y, sobre todo, el triunfo de la contrarrevolución en la URSS y los países socialistas del Este, abrió paso a una profunda crisis, donde la propia debilidad impedía, por sí sola, recuperar plenamente la política organizativa leninista. Hoy, quizás, con un Partido más fuerte, más preparado política e ideológicamente, con una clara línea estratégica y que ha superado todo tipo de derrotismo, sea nuevamente la hora de recuperar el llamado del camarada Pedro Checa y volver a estructurar nuestras organizaciones en el lugar en el que nuestra clase es agrupada por el capitalismo y en el que, más temprano que tarde, se han de fraguar las luchas de las que depende el futuro del país y de toda la humanidad.



CAPITAL Y FINANZAS

Julio Mínguez Miembro del CC del PCPE

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o produce risa, por más que sea esperpéntico, el ostentoso y presuntuoso espectáculo ofrecido por los jerifaltes de la U.E. junto a Obama, en la última reunión del G-20, escenificando su incansable “sinvivir” por rescatar al mundo de esta crisis tan porfiada y mala. No producen risa sus cabildeos, reuniones secretas o semiclandestinas, encaminadas a perpetrar sufrimientos y calamidades ejemplares contra la clase obrera y las clases populares griegas. Sin olvidarse de advertirnos a todos. No sólo los griegos, tampoco los troyanos escapamos a su cólera. A pesar de sus desacuerdos y desorientaciones -pues la crisis implica desconcierto a la clase dirigente y la “desorganiza”-, tienen muy claro lo que han de hacer en esta su crisis estructural: intensificar la explotación


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de la clase obrera; el sometimiento del pueblo trabajador; expoliar países enteros; dominar las fuentes de materias primas; exprimir y consumir la naturaleza sin considerar la ruina humana a que esto conduce. No conocen otra solución; peor aún, no tienen más opciones y su solución ya están aplicándola. A la clase obrera y a los pueblos el capital nos ofrece una seleccionada alternativa: o violencia.....o más violencia. El capital se desenvuelve dialécticamente, a través de un fuego cruzado de contradicciones. El análisis marxista, el análisis científico, dialéctico, materialista realizado por Marx reveló las entrañas de la máquina capitalista, hoy disponible como arma de destrucción social. Análisis que nos permite captar la actual crisis estructural, percibiendo la dialéctica entre su apariencia y la matriz que sustenta la apariencia. La actual crisis aparece (quieren, sobre todo, que lo creamos así) como un problema de finanzas. Por último, como un problema de deuda. Al principio, una burbuja especulativa inmobiliaria; activos basados en hipotecas-basura en poder de todos los bancos; desde allí se abalanza hacia la economía “real” que, cuerpo inocente, no sabe por qué le dan tales revolcones. Se entra en depresión, recesión, deflación, etc. Se inyectan masas y masas de dinero estatal para evitar que colosos bancarios y otros se hundan. Afloran países endeudados que, estos sí, los presentan como malandrines-villanos por despilfarradores, vagos-ociosos, corruptos. Hay que salvarles. Esta apariencia es la única realidad que pretenden hacernos conocer. Es un problema de deuda entre pueblos-naciones con acreedores honestos y pacientes. Incluso, inducen la tesis de malas prácticas por el capital financiero, de las que hay que redimir al propio capital... financiero. O la tesis reformista, más sutil, por la cual el capital se desdobla en dos: uno malo, malísimo, el financiero hidrópico succionador de los otros, necesitado de controles o, incluso, de ser suprimido. Otro capital, por el contrario, bueno y saludable, con el que hay que convivir y cuidar, el capital productivo sometido al otro, que no le permite invertir y producir. La idea del capital desdoblado es necesario situarla adecuadamente. El capital es un todo, si bien en su ya larga trayectoria se presenta en modalidades diferentes, cumpliendo cada una funciones absolutamente


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imprescindibles para la continuidad y reproducción del capital. Fundamentalmente: productivo, mercantil, bancario. Un remedo de la santísima trinidad cristiana, que es una en esencia y trino en persona. Nuestra posición parte de la teoría marxista-dialéctica del valor-trabajo; del trabajo explotado en fábricas, campos, empresas. No existe en el sistema del capital otro elemento del que emane plusvalía, que produzca un excedente. El dinero por sí mismo no produce dinero. La diversidad de capitales intervinientes en el circuito capitalista distribuye y se reparte, de acuerdo con el capital invertido en sus respectivas empresas, la plusvalía extraída en la explotación del trabajo humano. El funcionamiento de la acumulación capitalista se asienta en el capital productivo, el único que, explotando la fuerza de trabajo, pone en valor el capital invertido y genera nuevo valor. El capital mercantil y el capital-dinero son elementos funcionales al circuito del capital que no añaden nuevo valor. Participan de la plusvalía ya creada y se apropian la correspondiente retribución. La plusvalía nace de la peculiar mercancía fuerza de trabajo, encarnada en las trabajadoras y los trabajadores. Su precio lo expresa el salario pagado por el capital. Pero lo pagado por éste no es el equivalente de lo que produce aquella. Lo pagado retribuye la reposición de los medios de existencia del trabajador/a, lo cual se cumple en una porción de la jornada: tiempo de trabajo socialmente La plusvalía nace necesario. El capital compra la capacidad de la peculiar física, mental, intelectual del trabajador/a mercancía fuerza de por realizar trabajo en una jornada completa. trabajo, encarnada La diferencia entre la porción de la jornada en las trabajadoras para reponer la fuerza de trabajo y el resto y los trabajadores de la jornada es la plusvalía, expresiva de la explotación. Su no-percepción inmediata para la clase trabajadora se debe a la trilería jurídico-ideológica que esconde, escamotea, la porción gratis que la clase trabajadora cede al capital. El capital no compra trabajo, compra la capacidad del trabajador/a para valorizar capital, para crear valor, para crear los medios de vida de la sociedad.


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El capital transita hacia la acumulación a través de una dialecticidad compleja. Si no acumula, fracasa. No acumula al no invertir nuevo capital porque no extrae suficiente plusvalía, la sangre vital del sistema. Su disminución relativa respecto al capital invertido provoca la falta de inversión nueva. Al fallar la acumulación, se produce la languidez y fracaso del sistema; surge la crisis indisociable del capital y sus ciclos. En su afán de beneficios, el capital excita una nueva contradicción. Aumenta la productividad del trabajo proporcionando un volumen mayor de maquinaria, energía, materias primas y auxiliares al/a trabajador/a a la vez que disminuye su número. Consigue, así, una mayor tasa de plusvalía. Aumenta la producción, aumenta la tasa de explotación/plusvalía y elimina clase trabajadora de la esfera productora de plusvalía. Al actuar así, disminuye inevitablemente la tasa de ganancia o diferencia entre la plusvalía obtenida y el total de capital gastado para obtenerla. La ininterrumpida y creciente eliminación de fuerza de trabajo por mor de conseguir beneficios y la consiguiente caída de la tasa de ganancia se manifiesta al capital como crisis. Situación que obliga al capitalista a una mayor intensidad en su lucha de clase. Activan, aún más, lo que Marx llamó “causas contrarrestantes” de la tendencia al descenso de la tasa de ganancia. Una de ellas consiste en incrementar la explotación por aumento de la jornada laboral o intensificación de ritmos de trabajo. O, también, aminorar el valor de los bienes necesarios para reproducir la fuerza de trabajo. O pagar salarios por debajo de su valor. Estos dos últimos son elementos contrarrestantes de similar apariencia, si bien de efectos diferentes. En el primer caso, aumenta la plusvalía al reducirse el valor de los bienes necesarios para la vida del trabajador/a, conservando la capacidad adquisitiva del salario real. La segunda estrategia, deprime el poder adquisitivo del salario. Instala a la clase obrera en la miseria. Todas estas estrategias aumentan la plusvalía. Los capitalistas las combinan, complementan y extienden tanto como la clase obrera lo consienta.


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Se ha de considerar que la jornada de trabajo se encuentra partida en dos. Una fracción es la que realiza la fuerza de trabajo para reponer sus condiciones de vida. Es el tiempo de trabajo socialmente necesario (le llamaremos tiempo 1). El capital “castiga” este tiempo intentando comprimirlo al máximo, desarrollando una lucha de clase sin concesiones, coercitiva, violenta, legal o no. La otra fracción, tiempo de trabajo excedente (le llamaremos tiempo 2), creador de plusvalía, pretende agrandarla. Se encuentra aquí con una nueva contradicción: al instalar fuerzas productivas más potentes y con un mayor valor, instala históricamente límites a la reducción del tiempo 1 y al aumento del tiempo 2, ya que, para “rebañar” algo del tiempo 1 y aumentar algo el tiempo 2 (el valorizador de capital y creador de plusvalía), el gasto, la inversión, es mayor que el incremento de plusvalía. Esta es una situación que hay que entenderla en toda su dialecticidad, en toda su contradictoriedad. Sí hay aumento de la plusvalía creada, pero no en correspondencia al gasto realizado para conseguirla. Se sigue de ahí que si los resultados globales no concuerdan con el esfuerzo inversor realizado, resulte la crisis. Se paraliza la inversión. Dicho con otras palabras: si la plusvalía resultante de la reducción del tiempo de trabajo socialmente necesario no compensa la inversión, no se invierte. Además, esa reducción respecto a la jornada laboral total ha de ser y ha sido, históricamente, cada vez más pequeña, no pudiendo llegar a cero, a la inexistencia del trabajo asalariado. Ni la jornada laboral total puede sobrepasar 24 horas en un día ni el tiempo de trabajo socialmente necesario puede ser nulo. A pesar de eso, la lucha de clase del capital no puede sino insistir en arrancar a la clase obrera la sangre y vida del sistema: la plusvalía. Y prolonga la jornada de trabajo, reduce salarios a extremos de miseria. El capital se nutre y depende de la plusvalía extraída en exclusiva de la explotación del trabajo asalariado. Los capitales comercial, bancario, financiero viven de exprimir la plusvalía ya creada.


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Pero no son meros parásitos. Sin su concurso, el capital productor de plusvalía no podría ejercer su función. El capital comercial abre nuevos ámbitos de actividad en terrenos anteriormente fuera del espacio del capital o no conocidos: drogas, prostitución, tráfico de órganos humanos y de personas, etc. O logra ganancias especulando con materias primas, con hambre y muerte, por ejemplo. Hoy asistimos a la más transparente y salvaje evidencia de las finanzas como lugar excepcional para gigantescas especulaciones, el simple fraude y la “ingeniosa” estafa. A pesar de ello y del descomunal volumen dinerario actual (¡¡que exige su correspondiente retribución!!), las finanzas también son capital. Han cumplido y cumplen funciones imprescindibles para el capital total. Por ejemplo: a) canaliza masas de dinero hacia la acumulación; b) posibilita la centralización y concentración de capital, facilitando la adquisición y fusión de empresas y el consiguiente saneamiento de capital (desvalorización) y el incremento de la escala general de la producción; c) traslado más rápido de capitales hacia ramas en expansión, contribuyendo a la tendencia a la igualación de la tasa media de ganancia; d) financia empresas que requieren sumas dinerarias mayores de las que en un momento determinado poseen; etc. El capital financiero y especulativo (los “mercados”, como ahora dicen) no es una novedad. Forma parte del “lodo y sangre” con que el capital viene al mundo. No es excrescenLos “mercados”, cia o un divieso propio de “capitalistas máscara con la que el delincuentes” en guerra contra el propio capital y sus secuaces capital. Se alimenta de múltiples fuentes se esconden cosificando capitalistas: capitales ociosos en espera de ser invertidos; de capital de empresas los sujetos sociales con mayor liquidez de la puntualmente necesaria; de ganancias de empresas en las que participan; de fondos de pensiones públicos o privados; de petrodólares; de pequeños inversores. Los “mercados”, máscara con la que el capital y sus secuaces se esconden cosificando los sujetos sociales, son un medio eficaz para agrandar el mercado (sin comillas) por encima de sus dimensiones físicas, es el lugar donde se realiza el intercambio de mercancías, incluidas las divisas y otras formas en que se manifiesta el valor (dinero, acciones, bonos....).


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Su acción significativa en el momento actual no es tanto porque suponga un nuevo régimen de acumulación, sino por la enorme masa monetaria buscando remuneración. El poder adquirido por tales grupos sí es significativo. Como estamos viendo y viviendo, no se permite que quiebren grandes grupos bancarios (europeos y yanquis, principalmente). Se exige, por el contrario, destinada directamente a las fauces de esos monstruos, la transferencia de plusvalía desde países enteros y la apertura de su riqueza social (la propia naturaleza, territorios, paisajes, energía, edificios y un muy largo etcétera), acumulada durante siglos. Desde su posición de clase no se contempla la anulación o inexistencia de deuda, ya que, dado el volumen de la misma, el trastorno para el capital sería de una magnitud no medible. Su lucha de clase se dirige por otra vía: hacia la clase obrera y subalternas. El Seminario Taifa, en su cuaderno de julio de 2011, “De la crisis de la deuda al ajuste”, expone: La banca alemana es acreedora por 568.000 millones de euros (213.000 asentados en España); Francia, por 440.000 (178.000, de España); Italia, 96.400 (38.500, de España); la banca española, acreedora por 127.600 (sólo de Portugal, 99.800). Estos acreedores exigen su correspondiente devolución, más los intereses. Sin dejar a un lado la continuidad de la especulación más brutal. Los datos anteriores son muy indicativos de lo que está en juego. Señalan por qué las quiebras bancarias desordenadas no se contemplan. Aunque está por ver. Pero esta solución integra en el capital otra contradicción. Para resolver la rentabilidad menguante, el capital, al tiempo que aumenta la tasa de plusvalía, ha de proceder a un “saneamiento” del propio capital, desvalorizarlo. También hoy se dan pasos en esa dirección: la quiebra de empresas (en general, no muy significativas); la marea de megafusiones; el abaratamiento de capital fijo por avance tecnológico; la depreciación de materias primas; la liquidación y reorganización de empresas estatales, privatizando sus ramas más lucrativas. Se asiste al hecho, en apariencia, paradójico, del capital que se sanea para de nuevo “enfermar”. Asistimos también a impedir la quiebra de empresas que sí supondrían una limpieza significativa. El socorro estatal acude de apagafue-


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gos con fondos sociales, añadiendo deuda y más deuda a los Estados. Quieren solventar los fenómenos de la crisis, soslayando la matriz que los nutre. La exigencia fundamental de la banda de filibusteros del capital, de los “mercados”, pasa por ser remunerada a toda costa, ya sea con ayudas y subvenciones o cambiar deuda privada por pública. Para ello, ¡quiebran pueblos enteros! Es imprescindible el trasvase de plusvalía desde ellos. Es exigencia que apadrina la maravillosa unidad de toda la clase capitalista en torno a lo que fundamenta su existir: la unidad en la explotación. Aquí se halla el meollo del asunto, la solución de verdad. No otras mediocres o falsas, incluso perjudiciales, como girar y girar la maquinita de hacer dinero. Así se pretende la multiplicación de los panes sin pasar por la tahona. En la solución unitaria no hay fisuras, no hay divergencias. El FMI, el Banco Central Europeo, eructan una y otra vez lo mismo. En España, desde la fraudulenta banca (Botín), la gran empresa (Alierta, Florentino), la patronal (Rossel o el capo de Madrid), instituciones como la realeza o el banco central de la España cleptómana (Fernández O.), todos insisten en lo más necesario: el aumento, lo más fuerte e inmediato, de plusvalía para saciar al capital de aquí y de allá. De ahí la urgencia en las medidas, la implantación despótica de gobiernos “técnicos” comandados por caudillos especializados de la banca y del Club Bilderberg. Se trata de disponer la obtención de un montante adecuado de plusvalía. Para conseguirlo, no es fácil imaginar el nivel de explotación exigible a la clase obrera y de sufrimiento y miseria para el resto de clases subalternas. Su unidad se fragua ahí. La ininterrumpida competencia entre capitales y capitalistas pertenece a una esfera. La de la explotación es otra, en la que la competencia desaparece y se produce el milagro dialéctico de la unidad absoluta, sin competencia ni divergencia. El intento de salir de su crisis estructural requiere, de forma natural, un cierto tiempo (las marchas de las bandas militares resuenan ya y eso podría cambiar los acontecimientos) para implantar todo lo que perpetran. La salida clasista acortaría sufrimientos y miserias sin cuento. Esa es nuestra tarea. Se precisa con urgencia la mayor conciencia sobre la nece-


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sidad y centralidad de la revolución. Quebrantar el sistema capitalista con todo su orden político-jurídico, estatal, económico, cultural, vivencial..... Erradicar el capitalismo en todas sus dimensiones. Para ello, unirnos más y más a la clase obrera, estar en y con ella, que adquiera conciencia y organización, que sea capaz de aglutinar reivindicaciones y conflictos de toda la masa trabajadora, que sea el eje en el que giren todas las luchas y conflictos que el sistema genera. Que participe con su propia identidad e independencia de clase en miles de batallas, en miles de enfrentamientos diversos, que poseerán sus propias divergencias y contradicciones, pero a los que sirva de guía y referencia. La disyuntiva es absolutamente clara: o socialismo… o más barbarie.



¿queremos gestionar la dictadura del capital o queremos ejercer la dictadura del proletariado?

Contribución del PCPE al 13º Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros Atenas, 9-11 de diciembre de 2011

Estimados camaradas: El PCPE siempre ha considerado que el avance de la coordinación del movimiento revolucionario internacional es un elemento imprescindible de su propio proyecto político. Por ello, para nosotros, es de una gran importancia participar en este 13º Encuentro Internacional. Consideramos que es un acierto el título elegido para esta ocasión, pues, sin duda, el socialismo es el futuro, el único futuro que puede garantizar la dignidad del conjunto de la clase obrera y los sectores populares del planeta. Asimismo, consideramos que es de suma importancia que de este 13 Encuentro podamos salir con acuerdos y avances concretos, puesto que la situación a la que nos enfrentamos es realmente grave.


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Han transcurrido 20 años desde el triunfo de la contrarrevolución en la URSS y en el conjunto del bloque socialista europeo, y estamos siendo testigos hoy de que el sistema capitalista, que se creyó invencible entonces, ahora está sufriendo una brutal crisis fruto de sus dinámicas internas y de sus propias leyes de desarrollo. La crisis general del capitalismo no desapareció al desaparecer el bloque socialista, sino que se ha agravado y amenaza gravemente la propia supervivencia de la Humanidad. Los partidos aquí presentes que procedemos de los países miembros de la Unión Europea nos encontramos ante un reto de la mayor importancia: la ilusión generada durante años en las masas trabajadoras de nuestros países, fundamentada en un capitalismo de rostro humano, que recibió el hipócrita nombre de “Estado del Bienestar”, se está desmoronando ante la presión que ejercen los capitalistas para tratar de mantener la tasa de ganancia. Ese “Estado del Bienestar”, que se apoyó en las organizaciones socialdemócratas para convencer a la clase obrera de que no hacía falta la toma del poder, que sirvió de freno a las aspiraciones revolucionarias tras la victoria contra el nazifascismo, jamás supuso una negación del modelo capitalista, jamás abandonó los criterios de desarrollo y acumulación capitalistas, jamás supuso otra cosa que una forma refinada de dictadura del capital. Hoy, cuando la crisis espolea a los capitalistas y les hace conscientes de que las autolimitaciones pactadas con la socialdemocracia no sirven para reanudar el ciclo de reproducción ampliada del capital, avanzan rápidamente hacia un modelo más descarnado, más violento, que pone en duda, incluso, el propio mecanismo de la democracia formal burguesa. La pregunta que hemos de hacernos es: ¿cuál es la tarea de los y las comunistas ante esta situación? ¿Hemos de encabezar la lucha por recuperar un modelo obsoleto, como es el Estado del Bienestar, sin poner en duda las bases mismas del capitalismo y diciéndole a la clase obrera y a los sectores populares que lo que planteamos es una gestión mejor bajo el capitalismo? O, por el contrario, ¿vamos a encabezar la lucha por el derrocamiento del capitalismo moribundo, diciéndole a la clase obrera y los sectores populares que no puede haber una vida digna bajo el capitalismo, ya que es el propio capitalismo, como sistema, el que ha provocado la crisis y la pauperización de grandes masas trabajadoras y que lo


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va a seguir haciendo mientras exista? Es decir, la pregunta que hemos de hacernos es: ¿queremos gestionar la dictadura del capital o queremos ejercer la dictadura del proletariado? De la respuesta que demos a esta pregunta depende nuestra credibilidad como organizaciones revolucionarias ante las masas, no sólo en nuestros países, sino en todo el mundo. Por ello, no es un tema que haya que discutir sólo en unos u otros ámbitos regionales de lucha, sino que se trata de un debate que afecta a todo el Movimiento Comunista Internacional en su conjunto, porque la estrategia de los partidos comunistas y obreros ha de ser coordinada, ha de ser consensuada, pero, sobre todo, ha de ser revolucionaria, y no puede perder nunca de vista la tarea histórica de la clase obrera, que no es otra que la construcción del socialismocomunismo. Quienes caracterizamos la época actual como la de transición del capitalismo al socialismo no tenemos dudas de cuál es nuestra tarea. Ésta es la tribuna desde la que debemos señalar y recordar estos importantes asuntos. Los partidos y organizaciones aquí presentes somos comunistas, no otra cosa. Como partidos comunistas, representamos y organizamos a un sector específico y mayoritario de la sociedad, la clase obrera, y hemos de buscar alianzas con otros sectores sociales, pero jamás hemos de perder de vista ni nuestra naturaleza, ni la naturaleza clasista de la sociedad y el Estado. Nunca debemos perder de vista esa realidad, ni tratar de camuflarla recurriendo a viejas posiciones ideológicas que tanto daño han hecho a nuestro movimiento y a la clase obrera internacional. Camaradas, nuestra lucha es una lucha política, pero también es ideológica. Las situaciones de relativa debilidad que podemos sufrir ante los ataques del capitalismo en todos los ámbitos no pueden hacernos dudar de los elementos esenciales que configuran al partido de la revolución, ni los objetivos que perseguimos los comunistas. América Latina, que durante tantos años ha sufrido el saqueo y el expolio por parte de las potencias imperialistas de la Unión Europea y de EEUU, se encuentra, hoy, en una situación bien distinta a la europea: los procesos populares avanzan y los partidos comunistas se refuerzan,


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pero existe una fuerte confusión ideológica inducida por sectores que no quieren que la clase obrera tome el poder, que los procesos avancen todo lo que tienen que avanzar para poner fin a la principal contradicción, que sigue siendo entre capital y trabajo. Desde la humildad y el apoyo a los procesos libertadores de América, pedimos a los partidos hermanos presentes y ausentes que no cejen en la batalla ideológica, que no se vean apresados por concepciones ideológicas ajenas, que mantengan su perfil autónomo en esos procesos para que, cuando la contradicciones estallen, la clase obrera, con su partido comunista al frente, pueda dar el paso definitivo hacia la toma del poder. El sistema imperialista es enemigo de todos los pueblos. El sistema imperialista no sólo lo representa EEUU, sino también otras estructuras como la UE, la OTAN, el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional. Nuestra lucha no es contra el imperialismo en abstracto, sino contra sus mecanismos y sus herramientas. El caso de Libia, o los actuales acontecimientos en Siria, están demostrando que algunas organizaciones comunistas no analizan consecuentemente la naturaleza y la forma de actuar de las potencias imperialistas. Hay momentos en los que no se puede adoptar una posición intermedia, puesto que esa posición intermedia no demuestra la autonomía del partido de la clase obrera, sino todo lo contrario, demuestra el temor a contradecir abiertamente la posición ideológica dominante, que no es otra que la de la clase dominante. La guerra es parte consustancial de la estrategia de dominación del imperialismo mundial; la lucha contra la guerra imperialista requiere de una acción coordinada de masas de todo el movimiento comunista internacional. Camaradas, tenemos ante nosotros la oportunidad histórica de aprovechar la crisis estructural del capitalismo para demostrar a la clase obrera y a amplios sectores sociales los límites históricos del capitalismo. Es una tarea de gran responsabilidad y de gran importancia, que exige que estemos lo más coordinados posible, pero que también estemos lo más unidos ideológicamente, sobre la base del marxismo-leninismo. El PCPE está dispuesto a dar los pasos que sean necesarios para avanzar en esa unidad.


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Desarrollar acciones coordinadas a nivel mundial y/o regional por parte del MCI es una prioridad, y hemos de avanzar cuanto antes en esa dirección. Acciones coordinadas contra la guerra imperialista, por la salida de la UE, contra los ataques a la clase obrera por parte de los gobiernos de la burguesía que aprueban una reforma laboral tras otra. Todas estas acciones tienen que ser respondidas bajo la dirección de los comunistas y en dirección a la revolución socialista. Comencemos a crear estructuras organizativas para hacer posible esta intervención en la realidad inmediata del desarrollo de la lucha de clases internacional.



CONTRAATACAR PARA derrocaR el poder de los monopolios, el sistema político burgués, por el poder obrero y popular, por el socialismo

Intervención de Aleka Papariga (KKE) en el 13º Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros

Estimados camaradas; Les damos una bienvenida calurosa una vez más a Atenas. Como ya saben, aquí tuvo lugar, por iniciativa de nuestro partido, el primer encuentro de partidos comunistas y obreros, en 1998, para la coordinación, la acción conjunta y el reagrupamiento del Movimiento Comunista Internacional, que está experimentando una crisis ideológica, política y organizativa. En 2005, aquí, en Atenas, decidimos, de manera colectiva, que este encuentro internacional se reuniera en otros Estados y continentes: Europa, América Latina, Oriente Medio, Asia y África. Hoy en día nos encontramos de nuevo en Atenas para estudiar la experiencia, sacar con-


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clusiones de este curso importante, intensificar nuestros esfuerzos en las nuevas condiciones de la crisis capitalista profunda, con antiguos y nuevos focos de guerra por el reparto de los mercados. Cuando aparecieron los primeros signos de la crisis en nuestro país, nos encontramos ideológica y políticamente preparados para llevar a cabo, con un ajuste muy rápido, las grandes tareas, para adaptar nuestra estrategia y táctica, contribuir a la unidad y aumentar la militancia de las fuerzas obreras y populares, con demandas radicales y formas de lucha avanzadas. Esta preparación se debe, en nuestra opinión, a dos factores combinados que, permítannos decir, su importancia va más allá del nivel nacional: 1. El KKE ha defendido el socialismo y la contribución de la URSS a

la lucha de los pueblos frente a la ofensiva anticomunista furiosa, incluso en las condiciones más difíciles. Pero no se limitó a esto. Desde principios de la década de 1990, dimos prioridad al estudio científico, necesariamente largo, en base a los archivos, sobre las causas de la victoria de la contrarrevolución en la URSS y los demás países socialistas. Después de 18 años de estudios, expusimos las conclusiones en la Resolución del 18º Congreso, mientras seguimos profundizando en asuntos de la superestructura política, de los órganos de poder, del control obrero. Ciertamente, la experiencia adquirida destaca la necesidad del poder obrero, la socialización de los medios de producción y la planificación central, en oposición a la percepción del “socialismo del siglo XXI” o del “socialismo del mercado”, que no tienen nada que ver con el socialismo científico y la experiencia de la construcción socialista. Cuando se promovieron las leyes del mercado en la construcción socialista y las relaciones de producción socialistas y el control obrero se debilitaron empezó la cuenta atrás hacia la contrarrevolución. 2. Al mismo tiempo, prestamos especial atención al estudio de los

acontecimientos económicos y políticos en la UE, en el sistema imperialista, de sus contradicciones y la competencia, y, por supuesto, de los acontecimientos económicos en Grecia, centrándonos en las consecuencias que hemos tenido y, sobre todo, que vamos a enfrentar como Estado miembro, mientras las tendencias centrífugas hoy día son evidentes. Además, se ha demostrado muy útil, incluso para el presente, el estudio de los


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veinte años de la historia del Partido y del movimiento en Grecia durante el periodo 1949-1968. Este periodo es adecuado para el estudio crítico y la evaluación de la estrategia del Partido en una etapa de desarrollo del capitalismo griego y de su adaptación a la Comunidad Europea. Hemos tratado este asunto de modo crítico y autocrítico, pero, además, desde el punto de vista del impacto en el desarrollo del movimiento comunista internacional, del que formamos parte integral. En el mismo periodo, no ha habido ningún problema político de mayor o menor importancia, y, sobre todo, problema obrero, popular, socioeconómico sobre el cual no hemos intentado, con trabajo desde la base, agrupar fuerzas de base social y clasista, ilustrar ampliamente al pueblo sobre la crisis, su carácter y la salida, organizar y escalonar la lucha de clases en todas las formas, desde arriba hacia abajo y viceversa, para atraer nuevas fuerzas obreras y populares. Se hizo un esfuerzo casi sin precedentes, con nuevas formas de lucha y, bajo la consigna de desobediencia e indisciplina, para organizar colectivamente, por ejemplo, la resistencia para que el pueblo no pague los peajes los fines de semana en verano, el billete de entrada en las playas privatizadas y, recientemente, el impuesto sobre la propiedad, que se incluye en la factura de electricidad y se acompaña por la amenaza inaceptable y sin precedentes de corte del suministro de electricidad, independientemente de si el importe que corresponde al consumo de electricidad ha sido pagado. El frente principal de lucha se dirige, por supuesto, contra el paro, el recorte de salarios y pensiones, los despidos en el sector público y privado, la abolición de los convenios colectivos, las formas de trabajo temporales y flexibles, la reducción enorme de la financiación de los fondos de la seguridad social, la educación, la salud, la prevención y el bienestar, contra el recorte drástico a expensas de las personas discapacitadas, contra la reducción o, incluso, la abolición de prestaciones por maternidad, de la financiación de las guarderías etc. Al mismo tiempo, hemos llevado a cabo un amplio trabajo ideológico y político, con debates y conferencias sobre asuntos de suma importancia, como: el socialismo, la historia del partido, el tema de la crisis económica capitalista y el reagrupamiento del movimiento obrero.


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La participación en el debate se organizó dentro del partido, desde sus órganos hasta las organizaciones de base, se extendió a los órganos de la Juventud Comunista y a sus organizaciones de base en varias formas. Hoy prestamos atención especial y seguimos muy atentos el peligro de un conflicto militar relativamente más generalizado en la zona geoestratégica del Mar Negro, del Oriente Medio, del Mediterráneo Oriental, y, en consecuencia, elaboramos una postura específica contra la guerra imperialista, independientemente de los pretextos que serán utilizados, y, sobre todo, elaboramos la estrategia de transformación de la guerra en lucha por el poder. La burguesía de nuestro país estará en el lado de uno u otro eje o polo imperialista con el objetivo de participar en el reparto de los mercados, de modo que no se encuentre al margen. El pueblo no debe derramar su sangre por los intereses de los imperialistas, ni los suyos ni de otros. Lo que es igual de cierto para los demás pueblos. Se trata de un asunto que exige la postura común de los partidos comunistas y de los movimientos obreros, un asunto en que la unidad es de suma importancia. Debemos tener la El pueblo no debe oportunidad, tal vez en un próximo encuenderramar su sangre tro regional o local, de intercambiar opiniones por los intereses de sobre este asunto tan grave, reforzando, en los imperialistas todo caso, el frente contra el llamado “mundo multipolar”, que constituye un esfuerzo de manipulación de los pueblos y de incorporación en el sistema imperialista y en sus contradicciones. Es obvio, actualmente, que hay un impasse en la gestión burguesa de la crisis. Las recetas clásicas no se pueden aplicar como se aplicaron en el pasado, aunque fuera con dificultad; la administración de las consecuencias de la crisis es imposible, sobre todo el desempleo y la pobreza. Estimamos que la recuperación, cuando venga, será débil y, quizás, antes de suceder, habrá un nuevo ciclo de crisis. El movimiento obrero y sus aliados (sobre todo los trabajadores autónomos sin personal y otros pequeños empresarios pobres que están enfrentando la quiebra, los pequeños campesinos pobres) deben mostrar resistencia ante la dureza y la complejidad de la lucha, ante la intran-


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sigencia del enemigo. Hoy, la postura defensiva no puede dar ningún resultado, porque estamos en las condiciones de un ataque que tiene en el punto de mira la abolición de logros conquistados en el siglo XX, particularmente, después de la II Guerra Mundial, en Europa. Lo que requiere el momento es la planificación y la intensificación de la lucha de clases, para poner –dentro de lo posible– obstáculos a las medidas que vienen, para atrasar las nuevas decisiones y ganar tiempo para el contraataque, cuyo desenlace debe dirigirse al derrocamiento del poder de los monopolios, del sistema político burgués, por el poder obrero y popular, por el socialismo. Las medidas que se toman en nombre de la crisis o de la regulación de la crisis a favor de los monopolios van más allá de la propia crisis; son medidas que tienen como objetivo el reinicio de la rentabilidad en el período de recuperación, la cual, incluso los propios Estados capita- la postura defensiva no puede listas, no consideran que será dar ningún resultado, porque estable e impetuosa. Grecia estamos en las condiciones de está en una deriva de quiebra un ataque que tiene en el punto controlada (mientras que una de mira la abolición de logros conquistados en el siglo XX quiebra incontrolada es bastante posible, así como la salida de la eurozona), de utilización de un doble euro -un euro internamente infravalorado y un euro externo, que será determinado por la UE y el FMI para proteger, tanto como sea posible, a los acreedores. Ninguna propuesta política burguesa, liberal, socialdemócrata de izquierdas, de “renovación”, no puede constituir una salida política a favor del pueblo, no puede proteger al pueblo de la indigencia a corto plazo, y, mucho menos, a largo plazo, si no plantea como cuestión de principio la ruptura con los monopolios –industriales, bancarios, navieros, comerciales–; es decir, ruptura con la propiedad capitalista, sus instituciones estatales, sus alianzas internacionales. Lo que tiene importancia hoy en nuestro país -así como en Europa, en general- es hacer frente, desde un punto de vista clasista, al engaño total del pueblo de que experimentamos una crisis de deuda, una crisis de los índices financieros, que la crisis ha surgido a causa de la mala ges-


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tión, del despilfarro de dinero en servicios sociales en lugar de dirigirse a inversiones productivas y otras razones de esa índole. Es decir, que la crisis se debe al modelo productivo de desarrollo y a la baja competitividad; o sea, que todos, todas las clases y las capas sociales, consumen más que sus ingresos; que se debe a la mala arquitectura de la construcción europea, según sostienen, con pequeñas diferencias, tanto partidos burgueses como partidos reformistas y oportunistas. Todas estas versiones distorsionan la realidad, ocultan que se trata de una crisis de sobreacumulación de capitales, que expresa la agudización de la contradicción fundamental del capitalismo. Disocian la economía de la política, obstaculizan el desarrollo de la conciencia antimonopolista, anticapitalista, radical. Los trabajadores en Grecia, en la eurozona, deben rechazar la teoría de que la protección del Estado de la quiebra es un objetivo nacional, que se exijan sacrificios para lograr este objetivo que, incluso, se denomina patriotismo contemporáneo. Los trabajadores no son responsables de la deuda pública y no tienen que pagarla. La indignación del pueblo no es suficiente para llevar a cabo la contraofensiva popular, a menos que obtenga un contenido antimonopolista (en esencia, anticapitalista). No se debe subestimar la experiencia de la burguesía y de sus partidos en distender y desviar el descontento popular, algo que fue observado, además, en el caso de la llamada “primavera árabe”, con una u otra particularidad en los distintos países. Así que la cuestión: ruptura o sumisión, es absolutamente oportuna.

El llamado frente anti-Memorándum En nuestro país, incluso fuerzas burguesas y oportunistas, y, especialmente, intelectuales apologistas del sistema capitalista y de su renovación que ejercen crítica al Memorándum, lo denuncian como ineficaz para la salida de la crisis, argumentando que impone sacrificios unilaterales. Denuncian el Memorándum, que fue elaborado por la UE, el BCE y el FMI, porque, según sostienen, rompe la “cohesión social”, trae más cerca la amenaza de la explosión social, revelando su hostilidad hacia la lucha de clases. Promueven distintas variaciones de gestión burguesa que supuestamente traerán el equilibrio y la cohesión para que los capitalistas y los monopolios, por un lado, y los obreros, el pueblo, por el otro,


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puedan vivir en consenso entre ellos, y todos juntos servir al desarrollo capitalista, a una Grecia fuerte en la eurozona, en el núcleo duro de la UE. Fomentan la ilusión de que puede haber intereses unificados en la salida de la crisis. El mayor servicio que ofrece el oportunismo en el esfuerzo de estabilización del sistema político burgués es defender que la salida de la crisis y el alivio del pueblo no debe ser un objetivo de lucha a nivel del Estado-nación, sino a nivel europeo, considerando que ninguna ruptura es posible llevarse a cabo a nivel nacional mediante el ascenso de la lucha de clases y la disputa del poder. Ante los impasses de la gestión de la crisis, ocurrió algo que fue totalmente previsto y normal para los defensores del sistema capitalista; es decir, se formó un gobierno de coalición, mediante los mecanismos del Parlamento y la intervención dinámica de la UE, entre los dos partidos burgueses básicos y un pequeño partido de ultraderecha (que en los últimos años hace el trabajo sucio de la provocación y del anticomunismo de parte del PASOK, sobre todo, así como de la ND). El agrupamiento de los partidos burgueses, ante el movimiento emergente, ha intensificado las preguntas y los pensamientos sobre si el sistema político burgués conseguirá manejar esta situación mediante la cooperación directa de los partidos burgueses o si se deben formar dos polos de cooperación, uno de centroderecha y otro de centroizquierda. La burguesía, por supuesto, desea que el núcleo de esta cooperación se forme por los dos partidos burgueses, el liberal (ND) y el socialdemócrata (PASOK). Al mismo tiempo, se preocupa por si esta cooperación facilita la liberación de fuerzas obreras populares de ambos partidos, sobre todo del PASOK. Durante el último periodo, se ha discutido abiertamente que debe existir un frente más amplio para imponer el consentimiento popular e impedir la difusión amplia y el impacto de la propuesta política del KKE. Es interesante la agilidad aventurera de la corriente oportunista en cuanto a la política de alianzas, porque, de un día al otro, la modifica. Algunas veces se habla de unidad de las fuerzas de la izquierda; otras veces, de unidad de fuerzas progresistas y de izquierdas; otra vez habla de fuerzas patrióticas y progresistas, y, en otro momento, de fuerzas democráticas, en un intento de acercarse a fuerzas del espectro del partido


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burgués liberal. Sin embargo, en lo que se mantiene firme es en que promueve, como solución política alternativa, propuestas que han sido adoptadas en el marco de competencias de las potencias capitalistas dirigentes. Una propuesta indicativa es la supuesta solución del eurobono, de préstamos exclusivamente del BCE, de la cancelación parcial de la deuda mediante la renegociación entre los gobiernos. Insisten en que la unidad y la salvación de la eurozona son de interés del pueblo; adoptan varios aspectos, incluso, la propia gobernanza económica; promueven, como asunto crucial, el aumento de la competitividad, la nacionalización de los bancos, mientras sienten atracción por el ejemplo de Argentina o destacan el ejemplo de Hungría; en otro caso, consideran que otro gobierno en la UE hubiera tratado los asuntos mejor, demostrando que son administradores confiables del sistema. Esto es válido también para el Partido de la Izquierda Europea, que promueve posiciones similares. El frente progresista contra el Memorándum que proponen fuerzas del oportunismo no representa una amenaza para el sistema; es una variación de la negociación burguesa. Al mismo tiempo, se promueve el asunto de la postura patriótica contra Alemania y Francia, y estas fuerzas fingen que no entienden que la unión interestatal capitalista, regional o mundial, y la cooperación de cualquier forma se rigen por la ley del desarrollo desigual, que significa desigualdad en las relaciones políticas. Fingen no ver el antagonismo entre los Estados capitalistas, entre los monopolios del mismo sector. Hoy en día, en Grecia, así como en otros países capitalistas, especialmente en el viejo mundo capitalista de Europa, se derrumban los tabúes y los mitos que habían ejercido influencia sobre los pueblos. Su núcleo principal es que la UE constituye un objetivo inevitable, que es inconcebible que un pueblo no quiera adherirse o que quiera retirarse de la UE, o que la UE puede transformarse en una Europa de los pueblos a través de la elección de gobiernos de izquierdas o de coaliciones de fuerzas de izquierdas y progresistas. ¿Qué mitos se han puesto al descubierto? Primero, que la UE es una familia, una alianza con solidaridad social y unidad permanente, y que, más allá de la UE, sólo puede haber caos.


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Los Estados burgueses se ven totalmente unidos y solidarios entre ellos en cuanto a la explotación clasista y a la represión del movimiento. Están divididos entre ellos y compiten por el reparto de las ganancias en periodo de altas tasas de desarrollo (así como de las pérdidas, en periodo de crisis). Segundo, el periodo desde 2008 hasta la fecha es suficiente para echar abajo todo lo que llevan años diciendo apoyándose en teorías burguesas y oportunistas; es decir: que los pueblos pueden controlar el capital, los monopolios y su dominio en la economía. Esta experiencia invalida la consigna sobre el control de los mercados por el poder político, que la política debe preceder a los mercados y la consigna oportunista, supuestamente innovadora, “el hombre por delante de los beneficios”. Tercero, que la llamada globalización (es decir, la economía capitalista mundial) refuerza la cooperación, asegura los mismos pasos y la convergencia entre los países capitalistas. Incluso a principios de la década de los 90 se decía que la abolición de la guerra y la solución pacífica de los conflictos tendrían prioridad. La guerra no fue abolida nunca desde que terminó la II Guerra Mundial. Se ha desarrollado tomando la forma de decenas, centenares de guerras locales. Y, hoy, se ha empezado una nueva ronda de reparto de los mercados. La profunda crisis que experimentamos anuncia no sólo nuevos focos de guerra, sino también la posibilidad de un conflicto generalizado entre las potencias imperialistas poderosas en el futuro próximo. La implicación de Grecia será aún más peligrosa para el pueblo. Grecia ya se ha visto implicada en guerras locales mediante sus bases militares, el paso de tropas, la participación en fuerzas de ocupación. Cuarto, es posible que se pierda significativamente el valor de la llamada obediencia a la legitimidad burguesa, la disciplina, la sumisión a las leyes bárbaras clasistas adoptadas en Grecia por el parlamento burgués, así como a los órganos de la UE. Hay casos, como el de los marineros, de los conductores de camiones cisternas y de taxis que continuaron su huelga a pesar de que los tribunales la declararon ilegal, a pesar de la orden de movilización civil.


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Sólo el poder popular puede garantizar la soberanía popular y la retirada verdadera de todas las alianzas imperialistas, como la UE y la OTAN. Nosotros promovemos los siguientes tres ejes: poder popularretirada-cancelación unilateral de la deuda. La retirada sin la socialización será también destructiva para el pueblo, mientras que la socialización es imposible sin la retirada. Hoy, más que nunca, el pueblo puede darse cuenta de que no comparte la misma patria con el capital, los monopolios y su poder. Por encima del idioma nacional y el legado político ponen las ganancias, y, de acuerdo a éstas, forman alianzas y lo sacrifican todo. Por eso, el término patria adquiere un contenido esencial para el pueblo solamente a través del poder obrero, con las instituciones de la participación obrera-popular, la defensa y la protección. La política de alianzas se limita a acuerdos por arriba en base a un programa mínimo, mientras que consideran que el movimiento es una palanca de reordenamiento de las fuerzas políticas para la formación de alianzas de centroizquierda y políticas de gestión del sistema. Nosotros hablamos al pueblo abiertamente de la alianza sociopolítica de la clase obrera y los sectores populares pequeñoburgueses pobres de la ciudad y del campo. Hablamos sobre el reagrupamiento del movimiento obrero y popular con clara orientación antiimperialista, antimonopolista, y, en última instancia, anticapitalista. Que debe tener claramente en su orientación utilizar, en cada país, cada fisura y grieta en la administración burguesa para debilitarla y derrocarla. La política de alianzas, objetivamente, tiene dos aspectos, independientemente de la variedad de formas que pueda tomar: o bien tiene como objetivo la preservación y continuidad del poder político burgués o bien será un acuerdo básico para la conquista del poder obrero y popular. Cada fisura en el sistema político, en los mecanismos del poder capitalista, cualquier cosa que pueda debilitar al gobierno burgués y, en gene-


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ral, a los partidos burgueses, contribuye al fortalecimiento de las fuerzas de la alianza popular por el derrocamiento radical del sistema de la explotación capitalista, de la dictadura de los monopolios. Luchamos sistemáticamente contra opiniones del tipo “el problema de la economía griega son las superganancias acumuladas en el sistema bancario o en las bolsas en oposición a las ganancias en la industria, en la producción”; contra opiniones que dividen las ganancias en “legales” o “ilegales”, que el capitalismo supuestamente sano se ha convertido en “capitalismo casino”. Se necesita atención especial a la consideración del imperialismo como política exterior y un tipo de relaciones interestatales, en lugar de sistema socioeconómico, es decir, capitalismo monopolista. Otra variación de la percepción socialdemócrata adopta la posición de necesidad de “rehabilitación” del capitalismo, de su humanización, mediante el control de las funciones más parasitarias del sistema financiero. No quieren y no pueden reconocer el hecho que no existe empresa o grupo monopolista en el que no sean externos gran parte de los capitales que activa (es decir, capitales prestados, no propios de sus accionistas). En condiciones en que la tasa media de ganancias tiene una tendencia decreciente, estas empresas tienen dificultades para tomar préstamos y, así, se dificulta la ampliación de la producción y se produce una recesión. Además, no quieren reconocer que los bancos no realizan solamente préstamos, no invierten solamente en el mercado de dinero, sino que, además, compran o participan en el capital industrial. No aceptan la fusión del capital bancario y del capital industrial. Está claro que, en condiciones de crisis, hay posibilidades de agudización repentina de la lucha de clases, de entrada repentina en la lucha de masas populares más amplias sin la experiencia social y política necesaria. Somos conscientes del peligro de que el movimiento se encuentre en fase de retroceso, puesto que experimenta la barbarie del desempleo, la pobreza, la indigencia, las consecuencias de la violencia estatal y patronal, así como el impacto ideológico de la ideología burguesa, del reformismo y del oportunismo, bajo el impacto del anticomunismo desenfrenado que se promueve, además, de modo oficial, a través de los órganos del Estado y sus mecanismos ideológicos.


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A pesar de las dificultades, de la campaña de intimidación del pueblo en nombre de la crisis, de la intimidación en los centros de trabajo, la impaciencia de las masas, sobre todo, de aquellos que vienen de sectores populares pequeñoburgueses (que hasta ahora tenían, relativamente, un buen nivel de vida), el KKE se ha mantenido firmemente orientado a la necesidad y la actualidad del socialismo. La agudización de la crisis económica, las contradicciones dentro de la UE, la conciencia anticapitalista emergente contribuyen para que la gente entienda más fácilmente que se requiere un cambio radical profundo. Por supuesto, estos procesos el KKE se ha mantenido no conducen de modo automático a la firmemente orientado opción del conflicto, a la firme participaa la necesidad y la ción en la organización de la lucha de claactualidad del socialismo ses. Sin embrago, hoy, el terreno para un conflicto ideológico-político más profundo es relativamente más fácil, si comparamos con años anteriores, cuando el deterioro de la situación de los trabajadores evolucionaba más lentamente en comparación con la tormenta actual. El KKE llama al pueblo a luchar para que los medios concentrados de producción en la industria se conviertan en propiedad popular, para la socialización de la tierra, de las grandes empresas en el sector agrícola y el comercio concentrado. En base a estas relaciones, la producción agrícola se debe reorganizar con incentivos de concentración, inicialmente, en cooperativas de producción. La socialización de los medios de producción y la planificación nacional central con herramientas científicas liberarán grandes posibilidades de producción infrautilizadas, asegurará la científicamente combinada prioridad y satisfacción de las necesidades populares, a condición de que se active el amplio control obrero-popular para la plena satisfacción de las necesidades sociales básicas (por ejemplo, la alimentación, la vivienda popular, la educación, la salud y el bienestar, obras de infraestructura). La expansión del tiempo libre para los trabajadores contribuirá a su participación esencial en el control. El control obrero popular comenzará en las unidades de producción con representantes elegidos y revo-


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cables y se extenderá a todo sector y región. En los órganos de poder elegidos participarán representantes de los trabajadores de las unidades de producción y se garantizará la participación de los miembros de cooperativas, de estudiantes y jubilados. Los representantes elegidos en el órgano superior de poder en el país, no serán permanentes, sino revocables. Al mismo tiempo, el poder popular, que para el KKE es el socialismo -y no un estadio intermedio entre el capitalismo y el socialismo-, ahorrará recursos importantes mediante la abolición de los gastos militares para los planes imperialistas agresivos de la OTAN, mediante la cancelación verdadera y total de la deuda, la abolición de los paquetes de apoyo multiformes a los grupos monopolistas y los bancos. Esta es la superioridad inmensa del poder popular, que puede garantizar el bienestar social frente al capitalismo monopolista viejo, el cual lleva a cabo planes para los distintos grupos y sectores del gran capital, que compiten entre ellos para obtener la mayor rentabilidad posible. Sólo la planificación central puede superar las desigualdades en el desarrollo de las regiones dentro del país. El poder popular es el único poder que puede sellar acuerdos comerciales de beneficio mutuo con otros pueblos, con otras economías populares, y erradicar el fenómeno de las competencias imperialistas sobre la utilización de los recursos naturales del mar y de la tierra. Sólo esta lucha que tiene en el punto de mira al verdadero enemigo (es decir, el poder de los monopolios) e incorpora las iniciativas que obstruyen la ofensiva antipopular en la organización del contraataque del movimiento popular, puede garantizar la continuidad, la duración de la lucha (alternando constantemente las formas de luchas) y la perspectiva victoriosa para la clase obrera y sus aliados sociales. Cada reflexión, cada eslogan y posición que está en conflicto con las relaciones de propiedad y el poder capitalistas han sido atacadas por todos los partidos con el argumento de que el socialismo fracasó y, por lo tanto, no hay más solución que la gestión de los problemas dentro del capitalismo. Consiguientemente, la cuestión de sacar conclusiones de la victoria de la contrarrevolución es un asunto crucial; no tiene que


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ver solamente con el periodo de la construcción, sino también con el periodo de la concentración de fuerzas. Ciertamente, no hay una situación revolucionaria en Grecia que lleve a plantear en la práctica, como deber inmediato, el derrocamiento del sistema capitalista. Pero todo muestra que, si el movimiento obrero, la sección más radical del pueblo, no plantea la cuestión de la lucha en dirección hacia el poder obrero, quedará atrapado en variantes de la gestión burguesa y perderá toda oportunidad de ascenso y de perspectiva. Antes de la crisis, el problema del poder obrero para muchos, en el mejor de los casos, era un asunto de mera discusión. Sin embargo, hoy en día, la realidad demuestra que es un objetivo de lucha obligatorio, da sentido a la lucha diaria en condiciones de una crisis profunda, en condiciones en que la burguesía no hace maniobras ni concesiones. El problema del poder condiciona, hoy, las formas de lucha, da prioridad a la organización y al desarrollo de la iniciativa obrera y popular desde abajo, al rechazo de la obediencia y a la indisciplina ante las leyes burguesas, a la formación de los gérmenes del nuevo poder y de los órganos de control obrero. La solución para el pueblo no es alinearse con una sección de la burguesía nacional, con uno de los centros imperialistas, abandonando otro, en un periodo en que sus contradicciones se han agudizado. La solución no es el apoyo a nuevos partidos burgueses contra los viejos, a los gobiernos de coalición en lugar de los gobiernos de un partido. La solución está en la lucha organizada centrada en los centros de trabajo, los sindicatos, y tendrá, en su orientación, el reto, el conflicto y la ruptura con los monopolios, los partidos, los gobiernos y sus alianzas imperialistas, en la perspectiva de su derrocamiento. Esta es la única línea de lucha realista. No se trata de una obra de un solo acto; por eso, los movimientos, los pasos, las fases no deben separarse de este objetivo. En los próximos meses, en el año que viene, puede y debe manifestarse una participación masiva en las asambleas en los grandes centros de trabajo, en las reuniones del pueblo en los barrios obreros populares,


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en la organización y el contraataque contra las consecuencias de las leyes antiobreras, antipopulares, contra los impuestos y los recortes en salarios y pensiones, en la lucha por la prestación de desempleo y el funcionamiento de unidades de sanidad, de educación, de bienestar para la protección de la familia popular. El conflicto con el dominio económico de los monopolios y su poder político se determina, en primer lugar, allí donde se produce o se apropia la plusvalía, donde se crean las ganancias capitalistas; es decir, en las empresas industriales capitalistas, los centros comerciales, los hospitales privados, los bancos, la empresa de gran concentración de trabajadores asalariados, independientemente de la especialización del trabajo. En estos centros se juzga la lucha no en asuntos parciales, sino contra la política antipopular en su conjunto. El único criterio para la confiabilidad de cualquier forma de organización sindical o política es su posicionamiento ante la necesidad anterior, la organización y el éxito de la huelga en cada centro de trabajo. No basta con hacer declaraciones sin que vengan acompañadas con las respectivas actividades de organización y protección de las movilizaciones de huelga. En estos centros de trabajo, se debe forjar la lucha de clases unificada, teniendo como criterio la lucha de vanguardia contra la patronal capitalista, el sindicalismo pro-gubernamental y amarillo, los partidos y el poder de los monopolios. Es allí donde se determinará la continuación, la perspectiva del debilitamiento de la política antipopular hasta su derrocamiento radical. Es obvio que los acontecimientos que experimentamos, la crisis capitalista y la agresividad imperialista, imponen el fortalecimiento de la lucha del Movimiento Comunista Internacional por los intereses de la clase obrera, de los sectores populares, por el derrocamiento de la barbarie capitalista, intensificando los esfuerzos para una estrategia revolucionaria unificada. Es en esta dirección que el KKE despliega sus fuerzas.



Breve marco teórico para un análisis marxista-leninista de la cuestión medioambiental

Juan Nogueira López Secretario General de los Colectivos de Jóvenes Comunistas (CJC)

1.- Punto de partida: la transformación de la naturaleza La cuestión medioambiental no fue abordada como tal por los clásicos del marxismo-leninismo. Sin embargo, a través del método de análisis científico que nos legaron, tenemos herramientas para poder avanzar en este ámbito. Nuestro punto de partida no puede ser ético, sino científico. Es decir, no podemos comenzar el análisis basándonos en ideas preconcebidas, que se sitúen en la cabeza de los autores del análisis, sino en el análisis material de cómo y por qué se produce la destrucción del medio ambiente.


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En ese sentido, la destrucción medioambiental es uno de los potenciales resultados de la relación ser humano –naturaleza, relación que se da de forma natural y que de por sí no es ni positiva ni negativa, sino un hecho objetivo y necesario en la historia de las sociedades. Esta destrucción medioambiental sólo se da en determinadas circunstancias de esta relación ser humano– naturaleza, como analizaré después. La relación entre ser humano y naturaleza se da de forma recíproca y multilateral, pero la forma más importante es a través del trabajo, con el cual los hombres y mujeres transforman la naturaleza, contrayendo en ese proceso unas determinadas relaciones sociales y productivas y desarrollando las fuerzas productivas. El trabajo -es decir, la intervención transformadora del ser humano sobre la naturaleza- tiene una importancia tal que las relaciones de producción y las fuerzas productivas forman conjuntamente el modo de producción. La sucesión revolucionaria y progresiva de distintos modos de producción conforman la historia de la sociedad humana. En este sentido, podemos definir la historia humana como un progreso en la evolución del trabajo y la ciencia, en una línea ascendente en cuanto a la intervención consciente y efectiva del ser humano sobre la naturaleza. De esta forma, se eleva el papel que juega el ser humano, que, además, en el proceso de trabajo, no sólo transforma la naturaleza, sino que también se transforma a sí mismo, a nivel social e, incluso, natural1. Por lo tanto, la transformación de la naturaleza no puede ser analizada desde una perspectiva idealista, sino materialista. Dice Engels que “la base inmediata y esencial del pensamiento humano es cabalmente la modificación de la naturaleza por el hombre, y no sólo de la naturaleza como tal; también la razón humana se fue desarrollando a medida que el hombre aprendía a modificar la naturaleza.”2 Una perspectiva exclusivamente ética, por idealista, no fijaría un criterio científico más allá del puro sentido común a la hora de analizar 1  F. Engels. El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre. 2  F. Engels. La dialéctica de la naturaleza.


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la cuestión medioambiental3. La conservación por la conservación tampoco es un criterio válido; no sólo por el criterio ya expresado sobre el papel del trabajo en la historia social, sino también porque el propio cambio ha posibilitado la existencia de vida humana en la tierra4. Ahora bien, dando un paso más, podemos ver que la transformación de la naturaleza se puede dar de formas y con fines muy diferentes. Sin embargo, hay quienes plantean estas diferencias en las formas y los fines como una cuestión técnica (tecnológica o científica), mientras que los marxistas-leninistas lo enfocamos fundamentalmente como una cuestión social. El capitalismo transforma la naturaleza, pero las formas y fines del trabajo (relación trabajo–capital y extracción de la máxima plusvalía) conllevan de por sí el despilfarro5 y ocasiona necesariamente la destrucción del medio ambiente. Es decir, el capitalismo, de forma natural, antepone como criterio el máximo beneficio siempre a la protección medioambiental, y tiene clara su elección entre la protección de un ecosistema y la instalación en él de una fábrica determinada o una mina a cielo abierto, por ejemplo. El socialismo no niega en ningún caso la transformación de la naturaleza, pero, por sus relaciones sociales y productivas y su desarrollo de las fuerzas productivas, tiene como ley fundamental la satisfacción cada vez mayor de las necesidades humanas y no la consecución del máximo beneficio. En este sentido, cabe apuntar dos matices: por un lado, a pesar de que las necesidades humanas son cada vez mayores, no podemos identificar 3  Es decir, cualquier criterio que se fijase sería arbitrario y sería tan válido a esos niveles como quienes proponen la vuelta a la vida tribal o en cuevas. 4  Desde determinadas posiciones ecologistas hoy en boga, en su momento, hubiese sido inadmisible la acción de las algas marinas, que crearon el oxígeno que hoy permite la existencia de vida tal como la conocemos. Salvando las enormes distancias, ¿podríamos decir realmente que contaminaban al modificar la naturaleza entonces existente? 5  Véase, por ejemplo, V.I. Lenin. Ideas marxistas sobre el problema agrario en Europa y Rusia.


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estas necesidades con el consumo desmedido e irracional del capitalismo. Las necesidades -una vez satisfechas las más naturales: alimentación, vestimenta y vivienda- se educan6 y crean de forma social e histórica. Mientras que el capitalismo crea necesidades a la sociedad en función de las pretensiones de venta de la oligarquía y los grandes monopolios, en el socialismo las necesidades se educan no sólo hacia el consumo racional, sino hacia el ámbito cultural, deportivo, militante, etc. En segundo lugar, el socialismo debe desarrollar las fuerzas productivas hasta niveles inasumibles para el capitalismo y con el fin de satisfacer las necesidades cada vez mayores del ser humano. Sin embargo, en ningún caso va en interés del ser humano la destrucción del medio ambiente. El socialismo debe crear las premisas necesarias para la administración racional de los recursos, mediante una planificación consciente y científica. Ésta es la única garantía de que la técnica no se vuelva contra el ser humano. Dice Lenin que “mientras no conocemos la ley de la naturaleza, existiendo y actuando aquella al margen, fuera de nuestro conocimiento, nos hace esclavos de la ‘ciega necesidad’. Una vez que conocemos dicha ley, que actúa (como Marx ha repetido mil veces) independientemente de nuestra voluntad y de nuestra conciencia, somos dueños de la naturaleza.”7 En general, puede decirse que el ser humano se vuelve dueño de la naturaleza a través del estudio de las leyes que la rigen, que posibilitan su transformación en función de las necesidades del ser humano. Esta transformación puede hacerse en distintos modos de producción, pero sólo el socialismo pone las premisas para hacer un análisis científico y posibilitar una acción consciente y planificada en función de las auténticas necesidades de los hombres y mujeres.

6  Se puede leer más sobre este asunto en V. Afanasiev. Fundamentos del comunismo científico. 7

V.I. Lenin. Materialismo y Empiriocriticismo.


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2.- El enfoque marxista-leninista Como apuntaba al comienzo, la cuestión medioambiental no se trató como tal en los clásicos del marxismo-leninismo8. Ahora bien, sí podemos decir que hay dos esquemas de análisis que se deben abordar desde una perspectiva marxista-leninista en la cuestión medioambiental. Por un lado, naturaleza –ser humano– sociedad; por otro lado, ser humano –sociedad– medio ambiente. El primero de ellos aborda, sobre todo, la extracción de recursos desde la naturaleza. Es un esquema que fue desarrollado ampliamente por Karl Marx. El segundo de ellos, relativo al mantenimiento de las propiedades útiles de la naturaleza, es un esquema relativamente “virgen” en el análisis marxista-leninista. En ambos, es necesario entender la naturaleza como un todo único, organizado y complejo, en la cual, decía Engels, no debemos hacernos muchas esperanzas de nuestras victorias sobre ella: “Por cada victoria así, ella se venga de nosotros. Cada una de esas victorias tiene, ciertamente, en primer término, las consecuencias con que contábamos, pero, en segundo y tercero, otras muy dispares, imprevistas, que con harta frecuencia anulan el valor de las primeras.”9 Como todo análisis marxista-leninista, el de la cuestión medioambiental, como uno de los productos de la relación hombre – naturaleza, debemos llevarlo a cabo en sentido histórico. En ese sentido, la historia de las relaciones entre hombre y naturaleza tiene que incorporar, necesariamente, un análisis del impacto de la Revolución Científico-Técnica, de la mano de los distintos procesos de industrialización que se han vivido en los siglos XIX y XX.

8  De hecho, hace tan sólo 100 años que apareció, por primera vez, en Inglaterra, la palabra “ecología”. 9

F. Engels. La dialéctica de la naturaleza.


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En cualquier caso, la conclusión que podemos extraer es que el progreso científico y técnico se puede aprovechar a favor o en contra de los intereses de la humanidad. El factor determinante en este sentido es la clase en el poder y, consecuentemente, el modo de producción. A nivel histórico podemos señalar algunas regularidades que se han producido en el mundo y que son factores que enmarcan el contexto en el que se dan los problemas medioambientales: -  A pesar de que los recursos naturales a disposición del ser humano llevan existiendo en cantidades y calidad similar desde mucho tiempo atrás, es a partir de la llegada del capitalismo cuando muchos de ellos comienzan a explotarse, debido a que adquieren valor de cambio dentro del marco de la producción mercantil. Debemos apuntar que, aunque Marx expresó que el valor de cambio desaparece con el fin de la economía mercantil, también concebía el valor de uso como una propiedad histórica. El carbón adquiere valores de uso nuevos a partir de la revolución industrial, debido a las demandas de combustible de la máquina de vapor, que ya existía en tiempos romanos, pero que sólo se hace masiva bajo determinadas relaciones de producción y niveles de desarrollo de las fuerzas productivas. Por eso, los valores de uso son también dependientes del momento histórico. -  Distintas regiones se incorporan a la economía mundial. -  Crecimiento demográfico masivo. -  Gran desarrollo de la técnica (evolución del trabajo). Uso de nuevas fuentes de energía. Vamos a concretar más este análisis, llevándolo al modo de producción capitalista. 3.- Algunas cuestiones interesantes en los clásicos del marxismoleninismo para el análisis del capitalismo A la hora de analizar la relación entre capitalismo y medio ambiente es importante hacerlo desde el punto de vista de la administración de


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los recursos naturales en función de la obtención de beneficios. No es oportuno situar como aspecto fundamental el fracaso del capitalismo a la hora de proteger el medio ambiente, ya que éste no es su objetivo fundamental. El capitalismo se ha desarrollado durante un periodo relativamente corto: alrededor de 400 años de maduración en las entrañas de la sociedad feudal y unos 250 años de desarrollo como modo de producción hegemónico. El capitalismo se ha caracterizado por una constante y creciente intervención del ser humano sobre la naturaleza, provocando una creciente transformación, uso de nuevos recursos naturales y fuentes de energía, aumento de la urbanización y del aprovechamiento económico de los territorios. Un ejemplo simple nos lo muestra V.I. Vernadski, que, ya en 1916, analizaba el número de elementos químicos a los que el hombre daba uso económico en cada época. Época

Número de elementos en Número de elementos en cifras absolutas porcentaje sobre el total Tiempos antiguos 19 21,3 Hasta el siglo XVIII 26 29,2 Siglo XVIII 28 31,4 Siglo XIX 50 56,1 Principios del siglo XX 59 66,3

Hay tres factores fundamentales en el capitalismo desde los cuáles debemos partir para realizar un análisis marxista-leninista de las consecuencias que este modo de producción tiene sobre el medio ambiente. Las consecuencias concretas (sobre la energía, la alimentación, el urbanismo, la erosión,...) no son el contenido de este artículo, ya que sólo busco crear un marco de análisis y no el análisis en sí.


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Desarrollo desigual en el marco de las relaciones imperialistas Como analizó Lenin, el capitalismo alcanza su fase superior en el monopolismo, que engendra el imperialismo. A nivel internacional, se crea un capitalismo central (desarrollado, exportador de capitales) y un capitalismo periférico (subdesarrollado, importador de capitales), entre los cuales existen relaciones de dependencia y dominación. Se da una división internacional del trabajo. Los países del capitalismo periférico están especializados en la exportación de mercancías de la industria extractiva (minerales no transformados, en la mayoría de casos) y de la agricultura industrial (algodón, azúcar,...). Esto, sumado a la importación de mercancías transformadas, reproduce de forma estructural la dependencia, fomentando que el aprovechamiento real de los recursos naturales sea para estos países una quimera bajo el capitalismo. En los países dependientes no existe una industria transformadora propia, salvo aquella obtenida a través de la exportación de capitales desde el capitalismo central (las “deslocalizaciones”). Esto tiene sentido en el marco de tasas de plusvalía muy elevadas para los monopolios, debido al bajo precio de la fuerza de trabajo (en otras palabras, bajos salarios) y a la posibilidad que tienen los monopolios de estructurar su producción a nivel mundial, en función de sus intereses globales (no necesitan producir en Europa lo que se venderá en Europa, y en Asia lo que se venderá en Asia, debido a los bajos costes de transporte, que se cubren sobradamente con las altas plusvalías obtenidas de la explotación de la fuerza de trabajo de los países del capitalismo periférico). En muchas ocasiones, las técnicas extractivas y de trabajo agrícola de los países dependientes son rudimentarias, ya que, aún así, las plusvalías se obtienen del factor trabajo. Al ser la obtención de beneficios el principal criterio, se pone en peligro la seguridad alimentaria, debido al abandono de la producción de alimentos para sustituirla por otros cultivos u otros usos para dichos cultivos.


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Es necesario tener en cuenta que las relaciones imperialistas están establecidas a nivel mundial. Así, en 1876, el 10’8% de África estaba en manos de potencias imperialistas. En 1900, el porcentaje había ascendido al 90’4%. Hoy, no existe un sistema colonial, pero las nuevas formas para esas relaciones de dependencia hacen que la situación sea incluso más dramática. Crecen las diferencias internas En los países del capitalismo central, conviven zonas “deprimidas” y zonas “dinámicas”, mientras que, en el campo, el atraso respecto a la ciudad es cada vez mayor. En el Estado Español tenemos casos claros de abandono de campos de cultivo en favor de urbanizaciones de cara al turismo o campos de golf, con un consumo intensivo de recursos hídricos y energéticos. También conviven campos sin cultivar con campos de cultivo intensivo, con graves problemas de erosión y desertización. La propiedad privada sobre la tierra está en el mismo origen de esta realidad. Las propias fuerzas motrices y los objetivos del capitalismo están en la raíz de todos los problemas La naturaleza privada del capitalismo le condena a la anarquía de la producción, como analizó Marx. Ésta es la principal fuente del despilfarro. Además, el capital origina su ganancia en la plusvalía, es decir, en el sector productivo. El ciclo productivo no se puede detener jamás, ni tampoco ralentizar, y éste sigue adelante ignorando las auténticas necesidades humanas. Esto condena al sistema capitalista a desgastar y usar de forma cada vez más intensiva el planeta. Ahora bien, muchas de las consecuencias de los problemas que crea el capitalismo respecto al medio ambiente tienen una escala planetaria y global (atmósfera, océanos,...), por lo que, como dice el comandante


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Fidel Castro, lo que en realidad está en juego es la supervivencia de la especie. El discurso del sistema suele aludir a la ciencia, al progreso técnico, a las transformaciones tecnológicas,... como causa y solución, al mismo tiempo, de la destrucción del medio ambiente. Incluso se escuchan argumentaciones, sin plantear alternativas, que sitúan las causas en los vicios de la sociedad de consumo. Al mismo tiempo, existe un esfuerzo por acusar a los países socialistas –y, en particular, a la Unión Soviética10– de causar desastres ecológicos al mismo nivel que el capitalismo. Este tipo de críticas van en la misma línea: la culpa es de la técnica –y, por tanto, necesaria e inevitable–, no de la forma en que ésta se usa. En todo caso, los marxistas-leninistas situamos la cuestión del medio ambiente no como un problema fundamentalmente técnico, sino social. 4.- Socialismo y medio ambiente Empiezo con lo que terminé el apartado anterior: la resolución histórica de los problemas relacionados con el medio ambiente no dependerá tanto del desarrollo de la técnica, ni mucho menos con la desaparición de la misma, sino de la superación del modo de producción capitalista. El modo de producción socialista crea las premisas para la administración planificada y racional del medio ambiente sobre bases científicas. Estas premisas son la nacionalización de la tierra, de los medios de producción y de las riquezas naturales, así como la dirección planificada y consciente de la sociedad y la economía por la clase obrera, con una vanguardia marxista-leninista al frente. Si bien ésta es la premisa fundamental, también será necesaria la aplicación consciente de medidas dirigidas al ahorro energético, a la educa-

10  Se olvida aquí siempre que los países socialistas partieron de una base económica muy atrasada y que tuvieron que crear unas fuerzas productivas que el capitalismo jamás había desarrollado.


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ción de las necesidades11 y la aplicación, cada vez mayor, de tecnología que reduzca el impacto ambiental de la producción. La resolución del problema medioambiental en el socialismo pasa por elaborar las bases científicas para estructurar una acción racional del ser humano sobre la naturaleza, con un enfoque multidisciplinar que abarque aspectos técnicos, ecológicos y socioeconómicos. Algunos criterios esenciales, en este sentido, serán: -  La satisfacción creciente de las necesidades. -  Mantener la capacidad reproductiva natural de los recursos ambientales y elevar el potencial del entorno físico. -  Ahorro y acción rigurosamente orientada hacia el medio ambiente.

11  El socialismo y el comunismo desarrollan fuerzas productivas superiores a las del capitalismo, lo cual no quiere decir que el socialismo pretenda crear una sociedad consumista. La riqueza material es una premisa de la sociedad comunista, pero no así el consumo irracional.



La doctrina militar bolivariana en el marco de la guerra permanente del imperialismo contra los pueblos

Ferrán Nieto Militante del Partit Comunista del Poble de Catalunya

D

esde la caída del muro de defensa antifascista de Berlín y la victoria de la contrarrevolución burguesa en la Unión Soviética y todo el campo socialista europeo, el imperialismo ha seguido una estrategia de dominio global que, en lo militar, ha definido los últimos 20 años de la historia de la humanidad como los años de la guerra brutal y permanente contra los pueblos libres. El imperialismo ha tenido la obsesión de redibujar los mapas y crear líneas de contención o de aislamiento entorno a Rusia y China, preparando la futura gran guerra. Mientras, barren con todo aquel que consideren que no se doblega a sus intereses. Los 90 empezaron con la primera guerra de Irak (1991), que terminó en un genocida e ignominioso bloqueo que no finalizó hasta la segunda guerra de Irak (2003).


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Siguieron las guerras de los Balcanes, desde 1992-1995, en las que se consumó la partición, entre las distintas potencias imperiales, de la estratégica región de los Balcanes, y que concluyó, en 1999, con el apoyo imperialista a las mafias albanesas de Kosovo y el ataque criminal de la aviación de la OTAN contra Serbia para, definitivamente, doblegar el último reducto libre de los Balcanes y convertir la provincia serbia de Kosovo en una gigantesca base militar de la OTAN. Es en este mismo año 1999 en que la OTAN empieza su expansión hacia las fronteras rusas, con la incorporación en la estructura militar de las repúblicas exsocialistas de Hungría, Polonia y Chequia, para, hasta 2009, incorporar a las antiguas repúblicas soviéticas del Báltico y a Bulgaria, Rumanía, Eslovaquia, Eslovenia, Albania y Croacia. El siglo XXI se inaugura, en términos históricos, con el autoatentado de las Torres Gemelas, y empieza a retumbar en todos los noticieros las palabras “islamismo”, “integrismo”, “terrorismo”. Ese mismo 2001, se inicia la guerra de Afganistán, guerra que aún no ha concluido, para, como ya hemos indicado, iniciar la guerra contra Irak dos años después, guerra que no ha finalizado hasta la retirada de las tropas de ocupación estadounidenses este diciembre de 2011. En 2006, Israel atacó Líbano, sufriendo una humillante derrota ante las milicias de Hizbullah, que contaron con el apoyo del Partido Comunista Libanés y de Siria. En 2008, el gobierno pro-occidental de Georgia atacó la república de Osetia del Sur, que, con el apoyo del ejército ruso, la indefensa república rechazó el ataque. La presente década se inicia con una alianza para la guerra compuesta por los USA y la OTAN, junto a Israel, Turquía (miembro de la OTAN y gobernada por islamistas), las monarquías feudales árabes y el islamismo salafista y de los Hermanos Musulmanes magrebís. Esta alianza ha protagonizado la última secuela de esta macabra serie de destrucción y muerte en Libia, donde se ha repetido el guión propagandístico para justificar el genocidio de más del 2% de la población libia bajo las bombas humanitarias de la OTAN y el horrible asesinato del líder libio Al-Gadaffi. Todo esto ante la impávida y vergonzante mirada de Rusia y China, quienes la podrían haber evitado.


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El 2012 se inicia con el retumbar de las amenazas contra Siria e Irán de esta misma coalición de la muerte. Así han sido, muy brevemente, los últimos 20 años, y no se ha expuesto los genocidios sucedidos en África en los 90, ni los ataques a Corea Democrática. Dos décadas de guerras imperialistas por el dominio mundial geoestratégico y de los recursos y sus rutas de transporte. América Latina no se ha quedado al margen de la historia, pero, con un signo contrario a la dinámica mundial, en América Latina y el Caribe han resurgido los pueblos, y gobiernos de carácter democrático, popular y antiimperialista salpican su geografía. Siendo Cuba Socialista y Venezuela Bolivariana sus principales baluartes. Este humilde trabajo se quiere centrar en la Venezuela Bolivariana como ejemplo de los profundos cambios en lo militar que se deben aplicar para poder ejercer su independencia y soberanía, cambios más profundos aún si pretende seguir la brújula de la construcción del socialismo. La victoria, en 1998, de Hugo Chávez y el golpe de Estado promovido por los USA y la UE, en 2002, marcan el inicio de la dura senda hacia la independencia. Una independencia amenazada militarmente por el imperio y sus lacayos, y que, por lo tanto, exige de respuestas soberanas en el campo militar. Después de los últimos sucesos en Libia, queda de manifiesto que ni el desarme ni la apertura diplomática y económica sirven de nada ante la sed del imperio; mucho menos si se posee petróleo, ingentes recursos minerales, acuíferos y de biodiversidad. La acusación del Departamento del Tesoro de EEUU, el pasado 8 de septiembre, contra cuatro altos funcionarios de la República Bolivariana de Venezuela por unos supuestos vínculos con la insurgencia colombiana, y con la base argumental del computador mágico de Raúl Reyes, no es un simple ataque más. Forma parte de la “telaraña” que el imperio teje contra los pueblos libres del mundo. Desde el golpe fracasado de 2002, el imperio ha ido armando, pacientemente, el decorado del escenario de una probable intervención armada.


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Libia, hoy, nos muestra el refinamiento de la estrategia de guerra de cuarta generación, una combinación de las estrategias empleadas contra Irak junto con las “revoluciones de colores”. En Venezuela, ambos elementos se vienen ensayando; los elementos principales, los ingredientes de la macabra receta, están en la despensa: 1–  La indefensa sociedad civil, la libertad de expresión cercenada, los jóvenes estudiantes “manitas blancas” perseguidos. 2–  Los aguerridos libertadores, el país sembrado de paramilitares colombianos. 3–  El caos, motines carcelarios, criminalidad, violencia. 4–  Venezuela, el Estado forajido y delincuente, las sanciones a PDVSA por sus relaciones con Irán, sus relaciones con las FARC, el narco, su expansionismo por América, amigo de Gadafi, de Kim Jong y de cuanto malo malote haya. 5–  Solo queda un ingrediente en el sancocho imperial (y wikileaks por lo menos confirma que lo intentan). La disidencia interna, los traidores dentro del proceso. En Libia, el CNT estaba compuesto por exaltos dirigentes de la Jamahiriya. 6–  Aunque, para un comunista, la simple observación de la estruc-

tura de clases en Venezuela, fruto del sistema económico imperante, nos hace suponer que la misma lucha de clases se libra en el seno del Estado Venezolano, y que facciones burguesas y parasitarias, comprometidas con sus intereses de clase, habitan en las entrañas del Estado. Y que, por lo tanto, estas facciones, tarde o temprano, se decantarán por la traición. Es ley. Esta situación se acompaña de un despliegue militar sin precedentes en América Latina: bases militares rodean Venezuela. Aruba, Curazao, Sto. Tomás, Puerto Rico, Guantánamo, Bahamas, Honduras, El Salvador, Antigua, Haití, Colombia, Perú y Paraguay, cuentan con bases, instalaciones y personal militar estadounidense susceptible de participar en operaciones militares, logísticas y de inteligencia contra Venezuela. Sólo la activación de la IV Flota en aguas latinoamericanas el pasado 2008 representa una fuerza de destrucción sin igual en la región (1 porta-


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viones, submarinos nucleares, destructores, fragatas y naves anfibias componen este ejército). Si fuera poco este despliegue, el vecino colombiano es uno de los mayores receptores de ayuda militar norteamericana y del Estado sionista. Venezuela está literalmente rodeada, y, por ello, ha sido imprescindible desarrollar una nueva doctrina militar. Doctrina militar que, en lo simbólico, se inicia cuando, en 2005, el gobierno de EEUU se negó a vender repuestos para los cazas F16 venezolanos. Pero que empieza, realmente, en 2002, después del fallido golpe militar, con la depuración de todas las ramas del ejército. Esta doctrina militar, con un profundo espíritu antiimperialista, recientemente se ha fortalecido con la designación del General Henry Rangel Silva como nuevo Ministro de Defensa. Un hombre de la plena confianza de Hugo Chávez, que participó con él en la rebelión del 4 de febrero del 92 y con un claro perfil antiimperialista. Acusado por EEUU y Colombia de tener vínculos con las FARC-EP, responde al perfil de la nueva doctrina militar bolivariana. La nueva doctrina militar combina un moderno (aunque pequeño) ejército convencional, la nueva aviación, helicópteros, misiles y radares anti-stealth, misiles anti-buque, tanques y plataformas de artillería y cohetes, junto con la implantación de un modelo militar de “el pueblo en armas”, una fábrica de modernos fusiles de asalto, misiles antiaéreos portátiles y fusiles de precisión, dan al ejército unas características disuasorias importantes, más aún después del empantanamiento de la OTAN en Libia, dónde la resistencia libia combinó la doctrina militar clásica con la guerra de guerrillas sin frentes definidos, lo que provocó que la OTAN y sus cipayos fueran incapaces de obtener una victoria definitiva en el corto plazo y debieran recurrir a un ingente despliegue de mercenarios, tropas de élite y bombardeos masivos. La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) recientemente se ha empezado a preocupar por los aspectos concernientes a la defensa. En Bolivia se ha inaugurado una escuela militar de la ALBA, y Ecuador se plantea una modernización de sus equipamientos militares, con la vista puesta en Rusia.


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Estos elementos apuntan hacia una incipiente cohesión militar de la ALBA, lo que permitiría unificar doctrinas, estructuras y suministros. La adopción del fusil AK-103 Cavim (en su denominación venezolana -y también adquirido por Bolivia) y del rifle AK-104, y la adquisición de sus licencias para la fabricación a partir de 2012, los fusiles de precisión semiautomáticos de diseño soviético Dragunov, ofrecen una ventaja sin igual en los patrones de guerra asimétrica, ya que dota de la posibilidad de equipar a los ejércitos del ALBA y a sus pueblos de una forma rápida, económica y eficiente de armamento “cuerpo a cuerpo”, que es dónde el imperio tiene su talón de Aquiles. Igualmente, el desarrollo de pistolas, escopetas y subfusiles de fabricación propia (CAVIM) profundiza la línea de la autosuficiencia militar, especialmente para contextos de guerra irregular o asimétrica. Reseñable es el diseño de un fusil venezolano de francotirador denominado Catatumbo. El armamento adquirido por Venezuela útil en guerras asimétricas se completa con los populares cohetes antitanque soviéticos RPG-7 y el misil antiaéreo portátil ruso Igla-S, especialmente eficaz contra helicópteros y aviones no tripulados. En lo referente a los sistemas de armas exclusivos para enfrentamientos regulares, Venezuela también se ha modernizado y desenganchado de la dependencia estadounidense y, en general, de la OTAN. Destacables son los carros de combate T-72BM1, de origen soviético y modernizados por Rusia, con un blindaje de última generación. Aunque no son unos carros de combate de última tecnología, se puede considerar que otorgan superioridad táctica al ejército bolivariano en el marco regional. Otros vehículos blindados, recientemente adquiridos a Rusia, son los vehículos de combate BMP-3, los de transporte artillado BTR-80, los obuses autopropulsados 2S19 MSTA-S y el mortero autopropulsado 2S23 NONA, todos de finales de la era soviética, aunque con unas capacidades operativas, robustez y capacidad de fuego de primer orden en la región. La capacidad de fuego terrestre queda completada por equipos lanzacohetes móviles BM-30 y BM-21, también de la era soviética.


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Es destacable, por su componente tecnológico, industrial y por la independencia del exterior, el desarrollo del vehículo multipropósito Tiuna, que sustituirá a los Humvee y jeep yanquis, actualmente en servicio, y el desarrollo de un lanzacohetes en Venezuela, el VE-Nilangal. Otro frente en el que la República Bolivariana se ha potenciado y desenganchado de la tecnología imperial es en el campo antiaéreo y en la fuerza aérea. En este sentido, Venezuela se ha equipado con sistemas de radares chinos de vigilancia aérea CETEC JLY-3D y JY-11B, pero, lo más importante, es la participación de Belarús en el desarrollo de un sistema antiaéreo unificado para Venezuela, que, con casi total seguridad, tiene capacidad de detección e intercepción de aviones “invisibles” y misiles de crucero, aunque estos detalles no están desvelados y se mantienen en secreto. Dentro de este sistema unificado de defensa aérea, Venezuela se ha equipado con sistemas de misiles tierra-aire de última generación, como el S-300VM, considerado por Rusia el más moderno del mundo y con capacidad anti-stealth y anti-misiles de crucero (es superior a los famosos Patriot yanquis). Un segundo sistema de misiles adquirido a Rusia es el robusto y fiable sistema soviético S-125-2M “Pechora”, un tercero es el Buk-M2 (éste, con capacidad tierra-tierra también y de medio alcance) y el sistema de misiles antiaéreos se completa por el también soviético sistema TOR-M1, de menor alcance, pero con una gran autonomía, pendiente de entrega. Finalmente, el sistema de defensa antiaérea de Venezuela se completa con la adquisición de 300 baterías de cañones ZU-23-2, un clásico. En el esquema defensivo venezolano se ha incorporado un sistema de helicópteros de combate único en la región. Venezuela ha adquirido 10 helicópteros de combate pesados Mi-35M2, sin equivalente occidental, un verdadero tanque volante; próximamente, se incorporarán 10 Mi-28 rusos, cuyo equivalente serían los Apache estadounidenses, considerado un helicóptero de combate de última generación. La fuerza de helicópteros de origen ruso adquiridos por Venezuela se completa por los helicópteros de transporte Mi-17 y Mi-26, éste último considerado el más grande del mundo.


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Pero la adquisición más espectacular realizada por Venezuela ha sido el cazabombardero Su-30Mk2, un caza de altísimas prestaciones para la región, a un solo paso de los cazas de quinta generación stealth, recién introducidos por USA, Rusia y China. Este caza dota de superioridad aérea a Venezuela respecto a sus vecinos, cuenta, entre otros, con misiles antibuque y antiradar Kh-31, misiles de larga distancia Kh-59, misiles de medio alcance Kh-29T, diferentes misiles aire-aire y bombas. La fuerza aérea venezolana ha adquirido un sistema de aviones no tripulados de fabricación iraní. Existen rumores de posibles futuras adquisiciones del caza de largo alcance SU-35 y cazas chinos J-10, pero aún no se ha confirmado. El sector que no se ha desenganchado totalmente de la tecnología OTAN es el sector naval: la armada bolivariana cuenta con un submarino torpedero, repotenciado con tecnología propia, y ha adquirido 4 patrulleras costeras de última tecnología a España. Diversas embarcaciones patrulleras fluviales y costeras, auxiliares y 6 fragatas de la década de los 70 acaban de conformar el grueso de la marina venezolana. En resumen, podemos ver cómo Venezuela se está equipando para enfrentar los ataques del imperialismo, tanto en una agresión convencional como dentro de los esquemas de guerra asimétrica e irregular. Destacable, en lo convencional, son: a)  Los fabulosos misiles antiaéreos S-300, que proporcionan un primer paraguas a los cazabombarderos “invisibles” y a los misiles de crucero “Tomahawk” gringos. b)  Los nuevos cazas Sukhoi y las posibles futuras adquisiciones. c)  El sistema integrado de defensa antiaérea bieloruso y chino. d)  Los helicópteros de combate Mi. e)  Y, en la guerra asimétrica, cabe destacar: f)  La fabricación de kalashnikovs. g)  La adquisición de modernos misiles portátiles tierra-aire Igla-S y cohetes RPG. h)  El desarrollo de una industria militar propia, con la fabricación de armas cortas, escopetas, fusiles y vehículos multifunción.


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Pero todo este esfuerzo tecnológico y financiero no sería decisivo sin un esfuerzo por articular una fuerza humana acorde y comprometida con el proceso bolivariano. Después del golpe de Estado del 11 de abril de 2002, en el que participaron diversos altos mandos militares, urgía renovar y remover el conjunto de la estructura castrense para convertir la estructura militar en unas Fuerzas Armadas al servicio del pueblo y del proyecto bolivariano. Los tres cuerpos tradicionales (ejército, fuerza aérea y armada) cuentan con el soporte de la Guardia Nacional Bolivariana, cuerpo de apoyo, muy implicado en tareas de seguridad interior, tanto en prevención y vigilancia como en tareas de protección civil. Los 4 cuerpos de las Fuerzas Armadas Bolivarianas cuentan con unos 155.000 efectivos. Pero lo más significativo en este aspecto es la conformación, en 2005, 3 años después del golpe de Estado, de la Milicia Nacional Bolivariana, un cuerpo de voluntarios civiles, organizados territorialmente y por centros productivos, que reciben entrenamiento e instrucción militar, y que actualmente cuenta con casi 800.000 efectivos y que se espera llegue al 1.100.000 efectivos. El pueblo en armas, un fuerza que, aunque no es letal por su preparación en el combate, si lo es por su número, invisibilidad, patriotismo y compromiso político. La amenaza imperial contra Venezuela hoy se manifiesta de formas muy diversas, pero a nadie se le escapa el papel de la vecina Colombia, uno de los subordinados más fieles de Estados Unidos, sumida en un conflicto interno con la insurgencia comunista de las FARC-EP y el ELN, principalmente. Es receptora de ingentes cantidades de ayuda militar, ya sea directamente, bajo el amparo de la lucha antinarcótica, bajo planes militares, como el plan Colombia y el plan Patriota, o bajo los acuerdos militares con Israel. Miles de millones de dólares se han destinado a fortalecer y equipar las fuerzas armadas colombianas (y las cuentas corrientes de políticos y militares). Recientemente, EEUU ha certificado a Colombia en materia de Derechos Humanos, lo que permite liberar más fondos para la guerra y el rearme colombiano (sí, ha leído bien, Derechos Humanos). Recientemente, Colombia mantiene por lo menos 7 bases militares gringas o usadas por EEUU, sin contar todo el personal militar asesor y los mercenarios de empresas privadas que participan en el conflicto; el último factor son las bandas paramilitares, con estrechos vínculos y


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difusas fronteras con la derecha, el narco y los terratenientes. Después de una pantomima de desmovilización de los paramilitares de las AUC, han tomado el relevo las Águilas Negras y otras organizaciones conocidas eufemísticamente como Bandas Criminales o Bacrim, y su número se calcula en unos 20.000 o 30.000. El paramilitarismo ha traspasado fronteras, y opera en Venezuela como escuadrones de la muerte contra líderes políticos revolucionarios, campesinos y sindicales, como factores del narcotráfico y como fuerzas de choque de un golpismo latente, como bien demuestran diversas intervenciones de comandos paramilitares en zonas rurales. Hoy, para hacer frente a la insurgencia revolucionaria colombiana, las Fuerzas Armadas del Narcoestado colombiano cuentan con más de 480.000 efectivos (más del triple que Venezuela), con amplia experiencia en combate, al contrario que las tropas bolivarianas, y con el apoyo militar, financiero y de inteligencia de la mayor potencia militar del mundo e Israel. Colombia es, hoy, el mayor y más moderno ejército de la región, superando, incluso, al gigante brasileño. Y, todo, para enfrentar a una insurgencia de unos 22.000 combatientes farianos y unos 5.000 combatientes elenos. Veamos la desproporción: 500.000 militares y paramilitares, mercenarios extranjeros, miles de millones de dólares en ayuda militar, bases gringas, agentes del Mossad, última tecnología en inteligencia… para intentar derrotar no más de 30.000 guerrilleros con viejos AK-47 y bombas artesanales. Y no pueden derrotarlos. Si comparamos el principal equipamiento militar colombiano, hay que destacar la gran variedad de armamento, ocupando un lugar destacado los 190 helicópteros Black Hawk gringos (aunque inferiores a los helicópteros rusos, su aplastante superioridad numérica es desequilibrante; sólo los misiles portátiles Igla-S reequilibra la balanza).En el ámbito aéreo, Venezuela ha logrado que la moderna fuerza aérea bolivariana pueda establecer la superioridad aérea a una numerosa, pero obsoleta, fuerza aérea colombiana, pensada para la lucha contrainsurgente. Cualquier análisis de correlación de fuerzas militares colombo-venezolanas es negativo para Venezuela, ya que el Comando Sur norteameri-


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cano, su IV flota o cualquiera de sus bases en la región en todo momento prestará soporte operativo a Colombia. Hoy, la República Bolivariana de Venezuela está construyendo un sistema defensivo con suficientes elementos de disuasión como para evitar que EEUU intervenga frontalmente, porque, a pesar de su superioridad, los cálculos de una victoria rápida y con pocas bajas son negativos. Para Venezuela, hoy, el principal riesgo militar proviene de Colombia, un país militarizado, que no duda en sacrificar a sus hijos, en llenar los campos de fosas comunes, de mutilar niños con motosierra o de envenenar a sus campesinos con fumigaciones. Sólo el conflicto interno con la insurgencia hace que la maquinaria de guerra colombiana no apunte hacia la República Bolivariana. Colombia no iniciará ningún conflicto con 30.000 irreductibles y letales combatientes en la retaguardia. No hay que ser muy sagaz para deducir esto. Aunque se pueda considerar que el nuevo gobierno es más dialogante que el de la época Uribe, hay que recordar que Santos, un oligarca colombiano, fue el responsable del criminal bombardeo, en territorio ecuatoriano, dónde cayó el camarada Raúl Reyes. Santos no ha sido ni será un hombre de paz, ni la oligarquía colombiana dejará de seguir las órdenes del imperio. En este marco, la doctrina militar bolivariana se convierte en una pieza fundamental de la capacidad de profundizar los cambios políticos, sociales y económicos del proceso liderado por Hugo Chávez, doctrina que debe reforzarse en el marco de la ALBA en lo político y militar, y, en el marco de la CELAC, en lo exclusivamente político, dejando fuera del juego político en la región a EEUU. Así se manifiesta de forma evidente, como una verdad esencial, el dicho romano si vis pacem, para bellum, siendo una fuerza armada fuerte, con sus raíces incrustadas en el pueblo y dotadas de la mejor tecnología disponible uno de los más eficaces garantes del proyecto histórico bolivariano y su avance hacia el desarrollo de las fuerzas productivas y el socialismo.



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