Arqueología toponímica: traslación de algunos topónimos norteafricanos a Turdetania

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l’africa romana 17

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Volume secondo

(prezzo dei quattro volumi indivisibili)

ISSN 1828-3004

D 115,90

l’africa romana Le ricchezze dell’Africa. Risorse, produzioni, scambi A cura di Julián González, Paola Ruggeri, Cinzia Vismara, Raimondo Zucca Volume secondo

Progetto grafico: Jumblies (Giovanni Lussu)

ISBN 978-88-430-4833-5

In copertina: L’arco costruito nel 100 d.C. da Traiano a Thamugadi (foto di Attilio Mastino).

Questa XVII edizione dell’Africa romana, pubblicata per iniziativa del Dipartimento di Storia e del Centro di studi interdisciplinari sulle province romane dell’Università degli Studi di Sassari, della Consejería de Cultura de Andalucía e dell’Universidad de Sevilla, contiene i testi delle quasi 150 comunicazioni presentate a Sevilla tra il 14 ed il 17 dicembre 2006, in occasione del Convegno internazionale dedicato al tema «Le ricchezze dell’Africa, risorse, produzioni, scambi», cui hanno partecipato oltre 300 studiosi da 16 paesi europei ed extra-europei, svoltosi sotto l’alto patronato del Presidente della Repubblica italiana Giorgio Napolitano e con il patrocinio dell’Association Internationale d’épigraphie grecque et latine. Delineati gli aspetti generali, una sessione del convegno è stata dedicata alle relazioni tra Nord Africa e le altre province ed in particolare con le Hispaniae e una invece alle nuove scoperte epigrafiche. Questa edizione sviluppa una varietà di temi che certamente non potrà non sorprendere il lettore e si apre tra il lato iberico delle Colonne d’Eracle e il Lixus flumen, sul Giardino delle Esperidi sull’Oceano dove il dio aveva compiuto una delle sue più celebri fatiche. In passato diversi modelli interpretativi sono stati di volta in volta applicati all’economia dell’Africa romana. A fronte della tesi di un sottosviluppo dell’Africa antica, si contrappone ora una più equilibrata visione dei modi e dei tempi di un’evoluzione dell’economia africana, inserita in un quadro mediterraneo ed atlantico. Tale visione convince sulla necessità di analisi territoriali articolate in diacronia onde cogliere la curva delle risorse, delle produzioni, degli scambi delle varie provinciae dell’Africa, fino alla straordinaria vitalità dell’età tardo antica. «En fait, L’Africa Romana – scrive Jean-Paul Morel – est devenue {…} le rendezvous incontournable des chercheurs qui souhaitent, dans le cadre d’une réunion scientifique, trouver aussi une occasion de contacts et d’échanges avec des collègues de tous horizons {…}. Les communications, bien sûr, mais aussi les présentations de nouvelles publications, la session expressément consacrée aux découvertes et études épigraphiques, les posters, les exposés concernant la sauvegarde et la mise en valeur de monuments ou de sites, les excursions ciblées sont autant d’apports scientifiques, culturels et humains. Ces multiples facettes font de L’Africa romana un grand marché des informations et des idées, un lieu où se retrouver ou faire connaissance entre gens qu’habite la passion de l’Afrique antique». «Nel clima di tensione creatosi dopo l’11 settembre 2001 e l’11 marzo 2004 – scrive Attilio Mastino – questo incontro è stato un esempio di collaborazione internazionale, un modo per mobilitare amicizie ed intelligenze, per non rinunciare ad essere uomini di buona volontà, impegnati per la pace, contro le guerre, il razzismo, l’integralismo, l’intolleranza. E insieme una grande impresa internazionale, che nella sua complessità ha costituito e continuerà a costituire un’occasione irripetibile di crescita, di maturazione e di impegno per una nuova generazione di studiosi, più aperti al confronto, più rispettosi degli altri e più consapevoli dei valori delle diverse identità».

C

Carocci


Collana del Dipartimento di Storia dell’Università degli Studi di Sassari Nuova serie fondata da Mario Da Passano, Attilio Mastino, Antonello Mattone, Giuseppe Meloni Pubblicazioni del Centro di Studi Interdisciplinari sulle Province Romane dell’Università degli Studi di Sassari 35**


Pedro A. Carretero Poblete

Arqueología toponímica: traslación de algunos topónimos norteafricanos a Turdetania

1 Introducción Los investigadores nos hemos interesado más por identificar el significado que los nombres de las ciudades o pueblos poseían cuando todavía significaban algo, es decir, cuando describían una realidad en la lengua que los empezó a utilizar. No obstante se trata de un trabajo extremadamente complicado, ya que tras el paso de tantos pueblos diferentes por el Sur Peninsular y Norte de África, los topónimos se irían deformando y adaptando a las lenguas llegadas y más aún teniendo en cuenta que en la composición de un topónimo puede estar presente cualquier elemento léxico de una lengua. Para el caso de nuestro estudio, la posible procedencia de numerosos topónimos surpeninsulares del Norte de África, uno de los principales problemas que tenemos es que no sabemos el significado o la realidad que identificaban para esos pueblos dichos topónimos. Este es el mayor problema que nos encontramos para el sur Peninsular con los topónimos formados con oba/uba, ipo, tuci o igi, de los que desconocemos claramente su origen pero que, como indica F. Villar 1, no serían ni de origen indoeuropeo, ni íbero, ni vasco. El rastreo de estos topónimos, como procedentes de otras zonas, nos estaría indicando, de algún modo, un proceso colonizador, que no tiene por qué ser mediante la invasión, sino mediante meros traslados poblacionales por diferentes motivos. Para intentar identificar esos traslados poblacionales, que nos puedan indicar una presencia colonizadora, vamos a señalar una serie de topónimos formados con los mismos componentes coincidentes entre el Sur Peninsu-

* Pedro A. Carretero Poblete, Centro de Arqueologia, Universidade de Lisboa. 1. VILLAR (2000). L’Africa romana

XVII,

Sevilla 2006, Roma 2008, pp. 1333-1340.


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lar y el Norte de África. Debemos tener en cuenta que esta coincidencia puede ser casual, solamente por el hecho, difícil pero posible, de haber confluido en el mismo significante palabras que en su origen eran distintas. También es posible que se de la poligénesis, es decir, que por mera coincidencia un mismo topónimo surja en zonas con lenguas independientes. Pero lo más probable, y en lo que se basa nuestra hipótesis de partida, es que entre dos topónimos repetidos exista una relación de dependencia genética. Mediante el método comparativo empleado para este estudio, en el caso de la localización de una serie de topónimos idénticos en diferentes zonas del Sur Peninsular y el Norte de África, podemos insinuar que estamos ante el trasplante de una nueva realidad para el pueblo que llega y este tipo de trasplantes suelen ser motivados por una colonización. Aunque podríamos cometer con este método alguna irregularidad, los numerosos estudios lingüísticos sobre toponimia señalan que éstos son trasladados de unos lugares a otros, de forma que las coincidencias que vamos a ver entre el Sur Peninsular y el Norte de África pueden corresponder perfectamente a esos traslados. A esto hay que añadir, que en el caso de que se produjeran traslados de población que se asentaran en los cursos bajos de los ríos Guadiana y Guadalquivir, está claro que en caso de ser del ámbito púnico, no se encontrarían con una cultura muy diferente, ya que se trata de zonas pobladas con antiguas colonias fenicias. Al tratarse de pueblos con una cultura no muy diferente y con lenguas de la misma familia, no eliminarían los nombres autóctonos por completo, sino que los transformarían o adaptarían al nuevo dialecto predominante. En definitiva, este estudio se va a centrar en una idea fundamental: cuando un topónimo posee un rasgo dialectal diferente de los de la zona donde se sitúa, pero curiosamente coincide con una serie de topónimos de otro territorio con los mismos rasgos dialectales, significa que es muy posible que aquel sea debido a un traslado. Para ello vamos a emplear el método de series toponímicas, recogiendo todos los elementos en los topónimos similares del Norte de África y sur de Península Ibérica para los que no suponemos un origen indoeuropeo, íbero o vasco. Debemos tener en cuenta que casi todas las ciudades del Sur Peninsular que vamos a citar no son de nueva fundación, sino que son de tradición fenicio-tartésica o fenicioturdetana. Lo normal en centros receptores de poblaciones sería que adoptaran un nombre preexistente, casi siempre describiendo un aspecto orográfico del lugar en lengua autóctona y con otra de lengua


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púnica que podría estar describiendo incluso la misma característica orográfica u otro elemento. En el presente estudio vamos a intentar mostrar las semejanzas toponímicas de la serie oba/uba entre ambos lados del Estrecho, zona en la que es muy numerosa esta serie, lo que no puede deberse al azar. Al tratarse de una serie sistemática estaríamos ante una prueba de parentesco genético entre las lenguas de ambas orillas en la Edad del Hierro II. 2 El posible origen libio-púnico de las formas oba/uba Somos conscientes en nuestro estudio que la nuestra es una hipótesis arriesgada, no obstante, el estudio detallado de los topónimos que contienen dichas formas nos indican su gran abundancia en la órbita norteafricana de Cartago, con un número que incluso supera a los de la Península Ibérica, lo que nos ha llevado al atrevimiento, aún a costa de estar confundidos, de dar un origen púnico-libio a dichas formas. 2.1. Topónimos con la forma oba/uba del Sur Peninsular La relación que presentamos a continuación se refiere a los nombres tanto de asentamientos como de accidentes geográficos recogidos de las fuentes clásicas escritas y la numismática: oba se trata de un topónimo de forma simple recogido de una serie de monedas debería estar en los alrededores de Jimena de la Frontera (Cádiz). Colobana/ Colobona es una ciudad citada por Plinio (nat., III, 11); Conobaria aparece en una inscripción de Volubilis; CVNBARIA aparece en una serie de monedas en grafía latina. Estaría situada en la actual Cabezas de San Juan (Sevilla); Calduba citada por Ptolomeo (geogr., II, 4, 13), situada en el interior de Cádiz; Conoba aparece en una inscripción latina (CIL II, 1294: ex consensu populi Conoba...) que Tovar completa como Conobaria, de forma que tenemos la primera identificación idéntica entre un topónimo surpeninsular y otro norteafricano; CORDVBA ciudad que también emite moneda con leyenda latina. Es la actual Córdoba. Iponuba aparece en una inscripción (CIL II, 166: 5465) y estaríamos ante un dato curioso, ya que es un compuesto entre la serie meridional no indoeuropea ipo y el topónimo tan abundante en la zona Onuba. La ciudad estaría situada entre el Guadalquivir y el Genil, en territorio ibero. Maenuba referido por Plinio (nat., III, 8), se trata de un hidrónimo que parece identificar al actual


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río Vélez (Málaga); Maenuba se trata de otro hidrónimo, idéntico al anterior, pero en esta ocasión se trata de un río afluente del Guadalquivir por su orilla izquierda (puede ser el Guadiamar). Lo cita Plinio (III, 2); Mainoba mencionado por Hecateo de Mileto (finales siglo VI a.C.) como la ciudad de Mainobora; Onoba citada por Ptolomeo (II, 4, 9) en la costa malagueña, en pleno territorio Bastetano; Onoba citada entre otros muchos por Ptolomeo (II, 4, 11) que la menciona como Onuba Aestuaria (Huelva); Onuba es un topónimo conocido gracias a la cita que hace Plinio (III, 10) y a la aparición de una serie de monedas con la leyenda en latín ONVBA. La cita de Plinio se está refiriendo a una ciudad en pleno campo Cordobés, posiblemente en El Carpio. Ossonoba es la actual Faro (Algarve), mencionada por Plinio (IV, 16) y Mela (III, 7). Aparece con el mismo nombre en alguna inscripción latina (CIL II, 5141) y una serie de monedas; Osunba conocida por la existencia de acuñaciones donde aparece esta leyenda, se trataría de la misma ciudad de Faro y por tanto una posible variante del topónimo Ossonoba; Salduba situada en El Torreón (Málaga), es citada por Ptolomeo (II, 4, 7) al referirse a un río que existe entre Suel y Málaga; Uduba mencionado por Plinio (III, 20) y situado en la costa de Alicante; Obanae aparece recogido en una inscripción (CIL II, 5849) procedente del valle del Ebro. 2.2. Topónimos con la forma oba/uba norteafricanos Dentro de este grupo también hemos dividido en los claros de formación y los dudosos que no hemos incluido en el estudio. Como veremos es el grupo que vamos a usar como clave para intentar dar una explicación al origen de esta serie. Lo que tenemos claro es que las formas norteafricanas se van a presentar como las más puras de la serie junto a las meridionales peninsulares. Aunque Villar cita numerosos topónimos con la forma oba/uba de Europa Occidental 2, hemos de señalar que la mayoría de ellos corresponden a variables de la serie que no están del todo claros, mientras que los africanos que veremos, mucho más numerosos que los que él propone, responde más a la tipología formal de los hispanos que los europeos: Abathouba, según Ptolomeo (IV, 5, 3) es una ciudad libia situada al suroeste de Masoukhis; Autoba, situada esta ciudad en la Etiopía subegipcia por Ptolomeo (IV, 7, 15); Banioubae es el nombre dado a una tribu por Ptolomeo (IV, 1, 5) que se situaría según este 2. VILLAR (2000), p. 144.


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Fig. 1: Situación de los topónimos peninsulares con la forma oba/uba.

autor en la moderna Bahirt el Hamra (entre el oued Tensift y el Atlas, en la Mauritania Tingitana); Banubaroi, citada por Ptolomeo (VI, 7, 4) como ciudad de Etiopía subegipcia; Bulluba es una ciudad mencionada por Plinio (V, 37); Choba sería la actual ciudad de Ziama, conocida desde la antigüedad y que estaría situada en la ruta entre las ciudades costeras de Djidjelli (Igilgili) y Bejaïa (Saldae); Colluba también aparece recogida como Cilliba, la cita Plinio (V, 35) situándola bajo la pequeña Syrte; Hobas, ciudad líbica mencionada en la Tabula Peutingeriana 3; Iobakkhi son los miembros de una tribu situada por Ptolomeo (IV, 5, 12) al sur de Libia; Iubalena, tribu a la que hace mención Amiano Marcelino (XXIX, 5, 44) situada en Mauritania Caesariensis; Nobades/Nobatae/Noubades, en los diferentes nombres con que aparece esta tribu africana vemos las dos formas más puras de la serie oba/uba, de forma indiferente. Los conocemos por Esteban de Bizancio que, citando a Apolodoro, dice que es un pueblo líbico que habita a lo largo del Nilo. Nouba es el nombre de un lago situado en Libia interior, Ptolomeo (IV, 6, 5); Noubae es el nombre de otra tribu africana, que Estrabón (XVII, 1, 2) sitúa en Etiopía subegipcia, 3. LÓPEZ PARDO, SUÁREZ PADILLA (2002), p. 136.


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pero cercanos a Libia interior, en la región de Napata; Novar estaría situada en Mauritania Caesariensis y se trata de la moderna Sillègue; Nuba es el topónimo actual que reciben unos montes de Libia interior, situados al norte del lago Nouba y dentro de los límites de la tribu de los Noubae; Obba, nombre de ciudad situada en territorio libio-púnico y que parece un claro cognato de la oba gaditana (Jimena de la Frontera, Cádiz), es citada por Livio (30, 7); Subafrenses es el nombre de una tribu de dudosa localización, aparece citada en un decreto del 20 de julio de 399; Talaubath, es el nombre de una ciudad de Libia interior citada por Ptolomeo (IV, 6, 25); Thubba, como nos indica López Pardo, es muy posible un cognato de las formas Obba con la partícula líbica Th- delante; Thunuba es el nombre de una ciudad citada por Ptolomeo (IV, 3, 33), como en el caso anterior, es muy posible que se trate de un cognato del topónimo Onuba peninsular anteponiendo la partícula líbica Th-; Tonobari es el nombre de una tribu que Plinio sitúa cerca del Nilo en la Etiopía subegipcia (VI, 192); Tubactis, ciudad situada en la costa entre Leptis Magna y Macomades, según Di Vita-Evrard 4; Ubaba sería una ciudad de la Mauritania Caesariensis, según el Anónimo de Rávena (III, 7) y la Tabula Peutingeriana (IV, 3); Ubata es una ciudad identificada por Ptolomeo (IV, 3, 38); Ubaza es otra ciudad, muy parecida a la anterior, pero esta vez localizada por la Tabula Peutingeriana (IV, 5). 2.3. Otros topónimos de la serie oba/uba extrapeninsulares Nos vamos a referir en este apartado a los topónimos que puedan pertenecer a esta serie y que se encuentran fuera de la Península Ibérica, exceptuando los norteafricanos, mencionados más arriba. No haremos una análisis lingüístico de estos topónimos, orónimos e hidrónimos localizados, ya que entendemos que es un trabajo que se escapa de nuestras posibilidades, sino que teniendo en cuenta las fuentes antiguas y los diversos estudios al respecto, sobre todo la obra de Villar 5, donde aparecen recogidas las formas más numerosas y claras; citaremos aquellos que parezcan tener relación con los de la serie hispana, sobre todo con la meridional. En Anatolia, Villar 6 recoge topónimos como Alube (la tan dis4. Según indican LÓPEZ PARDO, SUÁREZ PADILLA (2002), p. 136, citando a DI VITA-EVRARD (1991), pp. 426-44. 5. VILLAR (2000), pp. 141-5. 6. VILLAR (2000), p. 143.


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Fig. 2: Situación de los topónimos norteafricanos con la forma oba/uba.

cutida ciudad a la que se refiere la Ilíada y que Estrabón sitúa en Capadocia); Canduba (Ptolomeo V, 3, 4), que según la traducción de Müller estaría en Lidia; Chalubes, que parece un cognato del hispano Chalybe, y que es localizado por Estrabón (470, 30) y por Plinio (VI, 11) en Asia; Chordube, que nos recuerda a nuestro topónimo Corduba (Córdoba) incluido en esta serie, es situado por Ptolomeo (V, 6, 6) en Capadocia; Colobatos, localizada en Pisidia por Polibio (22, 18); Costoboci la sitúa Plinio (VI, 19) a orillas del río Tanais; Hubanda fue identificada por Tischler 7 en Caria; Soroba, localizada en Capadocia por Ptolomeo (V, 6, 15). En Oriente Medio y Arabia localiza otro buen número: Obana, en territorio asirio, mencionada por Ptolomeo (VI, 1, 4); Obareis, en la misma zona también citada por Ptolomeo (VI, 17, 3); Oroba es el topónimo de dos ciudades diferentes localizadas por Ptolomeo también en Asiria (VI, 1, 3; 1, 4); mientras que Theggubis 8 la sitúa algo más al interior de Mesopotamia (V, 18, 11); Coloba está situada según Mela en Arabia (III, 80); y Obaira está situada en la misma zona por Ptolomeo (V, 19, 7). En la zona de Sarmatia sitúa a Suruba, según Ptolomeo (V, 9, 28); y en la región de la India cita Cacobai, referida por Ptolomeo 7. TISCHLER (1977), p. 64. 8. Aún a riesgo de equivocarnos, incluimos esta ciudad en el grupo al considerar que son numerosos los nombres de localidades y ríos líbicos que incluyen como sufijo o prefijo la partícula Th-: ibid. nota 3, p. 136.


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(VII, 2, 19); Corcoba, citada también por Ptolomeo (VII, 4, 5) y Modubae, mencionada por Plinio (VI, 67). En Europa oriental, identifica algunos claros topónimos que pueden pertenecer a esta serie y otros muchos que no hemos incluido porque no estamos de acuerdo en su adscripción, ya que se trata de variables de la serie que no vemos como nombres seguros de pertenencia a la misma. Así tendríamos: Rhocobae par Plinio (IV, 44) en Tracia; y ya en Grecia, Cercoba, situada en el Peloponeso por Ptolomeo (III, 16, 15). Con respecto al grupo de Europa Occidental, Villar recoge una serie de topónimos que para él pertenecen sin ninguna duda a este grupo, de los que también hemos suprimido muchos porque entendemos que no pertenecen a él, y con respecto a otros de los que incluimos tenemos muchas reservas, ya que pueden ser de época romana: en Germania recoge Abnoba, mencionada por Ptolomeo (II, 11, 7) y Gelduba, citada por Plinio (XIX, 90); en las Galias solo reconocemos Saruba, que es mencionada por el Anónimo de Rávena (235, 14). Por su parte, en Italia solamente existen Rutuba, que la sitúa Plinio en Liguria (III, 48), y Ubartum; mientras que en Sicilia tenemos Tardoba (Anónimo de Rávena, 470, 9). En la región de Hibernia solo tenemos Ausoba, mencionada por Ptolomeo (II, 2, 4). Bibliografía DI VITA-EVRARD G. (1991), Gasr Duib: construit ou reconstruit sous les Philippes, en IV Colloque International d’Histoire et d’Archéologie de l’Afrique du Nord (Strasbourg 1988), Paris, pp. 426-44. LÓPEZ PARDO F., SUÁREZ PADILLA J. (2002), Traslados de población entre el Norte de África y el sur de la Península Ibérica en los contextos coloniales fenicio y púnico, «Gerión», 20, pp. 113-52. TISCHLER J. (1977), Kleinasiatische Hydronymie, Wiesbaden. VILLAR F. (2000), Indoeuropeos y no indoeuropeos en la Hispania prerromana. Las poblaciones y las lenguas prerromanas de Andalucía, Cataluña y Aragón según la información que nos proporciona la toponimia, Salamanca.


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ISBN 978-88-430-4833-5

In copertina: L’arco costruito nel 100 d.C. da Traiano a Thamugadi (foto di Attilio Mastino).

Questa XVII edizione dell’Africa romana, pubblicata per iniziativa del Dipartimento di Storia e del Centro di studi interdisciplinari sulle province romane dell’Università degli Studi di Sassari, della Consejería de Cultura de Andalucía e dell’Universidad de Sevilla, contiene i testi delle quasi 150 comunicazioni presentate a Sevilla tra il 14 ed il 17 dicembre 2006, in occasione del Convegno internazionale dedicato al tema «Le ricchezze dell’Africa, risorse, produzioni, scambi», cui hanno partecipato oltre 300 studiosi da 16 paesi europei ed extra-europei, svoltosi sotto l’alto patronato del Presidente della Repubblica italiana Giorgio Napolitano e con il patrocinio dell’Association Internationale d’épigraphie grecque et latine. Delineati gli aspetti generali, una sessione del convegno è stata dedicata alle relazioni tra Nord Africa e le altre province ed in particolare con le Hispaniae e una invece alle nuove scoperte epigrafiche. Questa edizione sviluppa una varietà di temi che certamente non potrà non sorprendere il lettore e si apre tra il lato iberico delle Colonne d’Eracle e il Lixus flumen, sul Giardino delle Esperidi sull’Oceano dove il dio aveva compiuto una delle sue più celebri fatiche. In passato diversi modelli interpretativi sono stati di volta in volta applicati all’economia dell’Africa romana. A fronte della tesi di un sottosviluppo dell’Africa antica, si contrappone ora una più equilibrata visione dei modi e dei tempi di un’evoluzione dell’economia africana, inserita in un quadro mediterraneo ed atlantico. Tale visione convince sulla necessità di analisi territoriali articolate in diacronia onde cogliere la curva delle risorse, delle produzioni, degli scambi delle varie provinciae dell’Africa, fino alla straordinaria vitalità dell’età tardo antica. «En fait, L’Africa Romana – scrive Jean-Paul Morel – est devenue {…} le rendezvous incontournable des chercheurs qui souhaitent, dans le cadre d’une réunion scientifique, trouver aussi une occasion de contacts et d’échanges avec des collègues de tous horizons {…}. Les communications, bien sûr, mais aussi les présentations de nouvelles publications, la session expressément consacrée aux découvertes et études épigraphiques, les posters, les exposés concernant la sauvegarde et la mise en valeur de monuments ou de sites, les excursions ciblées sont autant d’apports scientifiques, culturels et humains. Ces multiples facettes font de L’Africa romana un grand marché des informations et des idées, un lieu où se retrouver ou faire connaissance entre gens qu’habite la passion de l’Afrique antique». «Nel clima di tensione creatosi dopo l’11 settembre 2001 e l’11 marzo 2004 – scrive Attilio Mastino – questo incontro è stato un esempio di collaborazione internazionale, un modo per mobilitare amicizie ed intelligenze, per non rinunciare ad essere uomini di buona volontà, impegnati per la pace, contro le guerre, il razzismo, l’integralismo, l’intolleranza. E insieme una grande impresa internazionale, che nella sua complessità ha costituito e continuerà a costituire un’occasione irripetibile di crescita, di maturazione e di impegno per una nuova generazione di studiosi, più aperti al confronto, più rispettosi degli altri e più consapevoli dei valori delle diverse identità».

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