El evangelio de la paz

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EL EVANGELIO DE LA PAZ Vuestro hermano os dijo un día sed perfectos como mi Padre que está en los cielos lo es, Tender a la perfección es algo justo y bueno, hijos míos, porque no existen razones para que vuestro proceso evolutivo se paralicen lo que a los hombres de refiere, pero cometéis un gran error todos vosotros. Ese error radica en que el hombre juzga a esta perfección como allegada sin que tengáis que poner vuestro esfuerzo para alcanzar esta perfección, parece ser que pensáis que la perfección se obtiene sin costo alguno y no es así, la perfección es el coronamiento al esfuerzo. Tu tocas un instrumento y logras tocarlo con más perfección, hija mía en la medida que pones el esfuerzo y practicas a diario para lograrlo. La perfección en Dios es igual no es algo que os llega de sorpresa que no habéis ganado, más bien llega como premio, como fruto de la sangre, el sudor y las lágrimas derramadas. La perfección hija mía es la plenitud de la bondad. La perfección humana y divina llega producto de la bondad como seres humanos es como la sed y la fuente, el hambre y el pan de vida. Debéis comprender que para alcanzar la perfección es necesario de parte vuestra un acto de voluntad y ese acto de voluntad ser capaces de reconocer y rechazar las imperfecciones que lleváis como humanos. - ¿Y cómo Padre lograremos eso, como lograr rechazar nuestras imperfecciones? Mediante el autodominio hija mía, todo está en vosotros. El autodominio, el sacrificio, la disciplina hace que recorráis en forma positiva el camino hacia la meta divina. - ¿Y qué es lo que hará que como hombres nunca salgamos de ese camino Padre? ¿Cómo lograr no defraudarte una vez más? Hija mía lo que impulsa al hombre hacia esta perfección es el amor, porque amando la perfección elimináis todo aquello que ofende al ser amado, en este caso vuestro Padre, ¿Cómo habéis logrado vosotros ese amor perfecto? Lo habéis logrado evitando ofenderos, amándoos más allá de los extremos que el hombre siempre pone el amor. Hija mía mira lo que tengo en la mano. - Si Padre es una piedra. Si hija mía, pero no es una piedra cualquiera, mírala con atención.


- Es una piedra de mármol, Padre se ve brillosa y muy bella. Pues hija mía dentro de cada piedra de mármol hay una forma muy bella y para que aparezca esa forma, solo es necesario labrarla con presteza, con delicadeza, con amor, hasta que la misma aparezca. Lo mismo sucede en cada hombre, así también tenéis una forma perfecta y bellísima pero es necesaria labrarla día a día, con esfuerzo, hasta que saquéis todas las impurezas y logréis ser perfectos como se os pide. Dentro vuestro está la forma perfecta de vuestra persona así también. Ahora escucha bien hija mía, construir y lograr la perfección es el primer capítulo del evangelio de la paz, pues la paz se construye en la perfección, se construye piedra por piedra en la imitación de la perfección suprema que es vuestro Dios. Acabas de iniciar la escritura del evangelio de la paz, aquellos rollos vacíos y sin vida, comienzan a cobrar sentido, comienzan a escribirse como vuestro Padre os prometió, soy fiel a mis promesas, vendré muchas veces a escribir con vosotros esos rollos, pues estas palabras mías, vosotros seréis los transmisores de esta verdad que ha permanecido en la nebulosa de la ignorancia de mis maestros, muchos años, demasiado quizás, pero hasta que apareciera el hijo que supiera redescubrir el verdadero significado de la palabra servir no podían ser mostrados, debía formarse, forjarse a fuego de la vida, atravesar ríos de dolor, atravesar senderos oscuros y muchas veces dolorosos y aun así seguir para que esta verdad viera la luz. El primer capítulo del evangelio de la paz, el camino a la perfección, pues en la perfección encontráis la paz, no exista paz sin perfección, sin perfección en Dios. Ahora hijo ven a Mí debemos cumplir con la unión perfecta, recordad algo siempre vosotros míos, sois la imagen de la perfección, confiad en vuestra gracia y luego arrancad los grandes trozos de egoísmo existentes en vosotros hasta que aparezca la divina imagen. Amada hija, vuestro Padre fiel a su promesa llega a vosotros para continuar escribiendo el evangelio de la paz, la buena noticia de la paz en los hombres. Habéis escuchado a mi Hijo decir, cuando ayunéis no os mostréis tristes ni pongáis mala cara sino que debéis conduciros de manera tal que nadie pueda adivinar que habéis ayunado. El evangelio de la paz, hoy ha de hablaros de vuestros estados de ánimo, pues la paz se construye desde dentro hacia fuera, por lo tanto la manera en que vosotros estáis es la manera en que los demás os verán y recibirán las enseñanzas. Muchas veces os he hablado de cómo ha de comportarse un maestro, ahora os hablaré de cómo ha de comportarse cada uno de mis hijos para ser constructores de la paz.


La paz procede desde vuestro interior y no es culpable el mundo de lo que os sucede, pues muchas veces os he oído hablar de los que se manifiestan abiertamente ateos o sea que no creen en la existencia de Dios, hoy deseo deciros que la tristeza es atea, un ser triste aunque se proclame abiertamente hijo mío es un ateo más. Por lo tanto para ser constructores de la paz es necesario que en vuestros rostros se refleje la alegría, en vuestras voces y en vuestros actos. - Padre amado este mundo en el que vivimos es tan convulsionado, nos condiciona tantas cosas, es difícil mostrar un rostro de alegría o pedirle a nuestros hermanos que muestren un rostro de alegría cuando los agobian tantos problemas. Hija mía debéis aprender una cosa importante, se os ha dicho que vosotros sois los que lleváis dentro las fuerzas para cambiar las circunstancias, si giráis vosotros alrededor de las situaciones que plantea el mundo entonces fácilmente perdéis la paz, pero si por el contrario no giráis vosotros en torno al mundo sino que le mundo gire en torno a vosotros entonces de acuerdo a como estéis por dentro podréis transformar vuestras realidades, pues desde dentro de vuestro ser, de lo profundo de vuestra alma debe existir la paz, de manera tal que las cosas no os inquieten y os hagan perder la paz. Hija mía deseo darte un ejemplo, he visto a mis hijos haciendo cosas increíbles, un esposo trata a su esposa cuando está fuera de casa como querida y cuando llega a casa la define como una bestia, la maltrata, por otra parte si lo llama un amigo o un conocido entonces el esposo es todo dulzura para ese amigo es atento y servicial, mientras que hasta hace un momento estaba maltratando a su esposa, por lo tanto es verdad que las circunstancias ¿obliga al hombre, a perder la paz? o ¿sois vosotros los que perdéis la paz según de quien se trate? Entonces hija mía, si fuera así el esposo trataría mal a la esposa y al amigo a ambos, no a uno si y a otro no, como ves hija mía es vuestro interior el que debe ser transformado, no podéis echarles las culpas ni al viento, ni al dolor de cuerpo ni que ese día os habéis despertado mal, porque no habéis descansado. El hombre hija mía se ha pasado la vida achacándole las culpas a los demás de lo que el mismo lleva dentro, no culpéis a las estrellas de lo que os sucede, más bien mirad vuestro interior, por otra parte hija mía está el temperamento, vosotros todos habéis nacido con un solo temperamento, el de vuestro Padre, por lo tanto deberíais ser mansos como corderos, lentos a la ira y prestos para el servicio. ¿Qué ha pasado entonces que tanto el hombre ha perdido de su esencia que es el amor?


Y aquí va la primera enseñanza de este evangelio de la paz, en lo que hace a vuestros estados de ánimo, lo que ha sucedido es que no tiene una conciencia en paz. Cuando la conciencia no está en paz entonces os tortura y comenzáis a buscar y encontrar defectos en los demás. Un hombre que tiene su conciencia limpia y en paz, cuando sabe que todo lo ha hecho bien y que no tiene nada que reprocharse es un hombre que puede manejar su temperamento e inclinarlo hacia la paz y hacia el amor. En cambio cuando es al contrario no solo pierde su paz interna sino que hace que los demás tampoco encuentren jamás la paz. - ¿Son los seres tristes Padre? Son los seres tristes hija, pueden mostrar por fuera una alegría falsa, una sonrisa falsa, pero dentro tienen una marmita ardiendo, hirviendo, y debo reconocer hija mía, que muchos de mis hijos disfrutan en una discusión en tener esa marmita hirviendo siempre y en descargar su ira en los demás. Ahora vuestro hermano un día también os dijo de la abundancia del corazón habla la boca de lo que lleváis dentro de eso hablaréis, si dentro vuestro hay paz entonces de vuestros labios solo saldrán palabras de aliento, de consuelo, de tranquilidad, pero si dentro vuestro se libra una batalla entonces seréis guerreros airados, blandiendo la espada en todas direcciones, y en ese blandir de la espada cercenaréis toda esperanza de ser constructores de paz en vosotros y en los demás y cuando os calmáis, os dais cuenta de que por vuestra falta de paz, habéis quitado la vida espiritual a más de un hermano, pero ya es demasiado tarde. Mira hija mía a los maestros y maestras sabedores de que han obrado mal, tratan de aligerar sus conciencias culpando a los discípulos de ser desagradecidos y de ser falsos, cuando en realidad los discípulos han huido despavoridos ante las reiteradas reacciones violentas de sus maestros, ante los reiterados ataques en contra de su ser interno. Maestros y discípulos, sabios e ignorantes, reyes y sirvientes, todos sois responsables de la construcción de la paz, ninguno de vosotros quedáis fuera. Ahora hija mía algo más, la alegría. Cuantas veces una vida se renueva por una simple sonrisa. Cuando sonreís, sonríe el universo todo, cuando la sonrisa es de corazón esa risa renueva el espíritu. Un hombre amargado, un hombre que no sabe o perdido en alguna parte de su vida, la facultad maravillosa que poseéis solo vosotros en toda la creación, de sonreír, ese hombre deja tras de sí una estela de tristeza. Vuestro Padre os dice hoy que para ser constructores de la paz de este evangelio de la paz debéis recuperar la sonrisa, debéis reír más y mostrar más alegría, dejaos de tristezas y de mostrar al mundo cuanto sufrís por causa de vuestro Dios y esto es para vosotros, maestros vais por el


mundo anunciando a viva voz, yo creo y amo a Dios, pero vuestro rostro no lo demuestra, vais a celebraciones del pan y salís del templo con cara de amargados con rostros deslucidos, no se os nota que habéis participado de la fiesta de la eucaristía. La eucaristía es una fiesta es la unión plena con mi amado hijo y con vuestro Padre es una fiesta donde hay música y alegría donde se os sirve la mesa para compartir el manjar más exquisito mi misma sangre y mi mismo cuerpo por el cual Yo vuestro Padre os incorporo dentro de Mí. Ahora os pregunto ¿Es motivo de tristeza? Debéis estar felices, salir del templo, renovados y alegres, que se os note, deseo que se os note que sois mis hijos y que os sobran motivos para estar felices. Hoy es he dado dos aspectos que debéis tener muy presentes en el evangelio de la paz, tranquilidad de conciencia y alegría. Amados hijos esta buena nueva de vuestro Padre, esta buena noticia de que sois vosotros los que lleváis adelante el reino de la paz y la justicia os proclama en este momento que debéis revisar cuidadosamente vuestras actitudes hacia vuestros semejantes, revisad como os tratáis, de que cosas os alegráis y que cosas os causan la falta de alegría, si sois mis hijos debéis aprender que nada en este mundo debe perturbaros haciendo que perdáis la calma que debéis ser firmes en vuestra fe, pero no permitir que la ira os domine, trataos bien, sed amables y misericordiosos y haced de la alegría vuestro estandarte. Muchas veces os he dicho esto, pero vuestro Padre ve que aún os cuesta, haced que las cosas giren en torno a vosotros y no seáis vosotros los que giren alrededor de las cosas del mundo, pues esto os lleva a un callejón sin salida y solo provoca que quedéis sumidos en las penumbras. Sois vosotros el centro de la paz. Gracias Padre por iluminar nuestras vidas con tu palabra y con tu santa y divina presencia, dadme serenidad en todos los momentos de mi vida y la de mi esposo que siempre sepamos manejar todas las situaciones y que nunca la falta de paz nos afecte para ser testigos en el mundo, no permitas Padre que el orgullo nos gobierne y que sepamos ser siempre humildes y dóciles a tu Voz. Amén. Bendito seas Señor nuestro y Dios nuestro. - Dime Padre, aquí estoy presta a escuchar tu Divina Voz que resuena en mis oídos y en lo más profundo de mi corazón. Hoy vuestro Padre desea hablaros de la vanidad, esa vanidad que es enemiga de vuestra paz interna, sin la cual es imposible ser constructores de la paz.


- Padre creo que todos somos vanidosos de una forma u otra, todos aún tenemos ese yo que nos frena y nos hace trastabillar en el camino que conduce a Ti. Hija mía muchas veces os he visto alardear, y no es bueno. Cada uno exhibe sus credenciales para demostrar cuán importante es, y la verdad es hija mía que nunca debe hablarse de sí mismo. Corréis presurosos a ocupar los primeros asientos y sois muy hábiles usando a vuestros semejantes en provecho propio. Es necesario que comprendáis el grave error que cometéis, he visto con tristeza como mis hijos en el afán de demostrar su superioridad, intentan dominar a los demás situándose en un plano de superioridad sobre ellos, no comprenden mis hijos que la humildad no consiste en humillaros diciendo soy humilde y poca cosa con los labios, mientras que en el interior aún seguís aferrado a vuestro ego. La verdadera humildad radica en conoceros pequeños, pero no comparando esa humildad tomando como modelo a los hombres sino comparándola con la imagen que verdaderamente deberíais ser, la imagen de vuestro Dios, su ego llevándolo hasta el infinito. Los hombres hija mía han olvidado por completo la grandeza de Dios pero si han fomentado y agrandado, no me conocen, simplemente no me conocen y cuanto menos se conocen las cosas más insignificantes os parecen. - Padre intentamos que te conozcan pero muchas veces tropezamos con el muro de la indiferencia de los hombres. Hija mía siempre se debe intentar una y otra vez sin desfallecer pues es la única manera en que los hombres disminuirán el odio que muchos sienten hacia vuestro Padre, solo al conocerme mejor avanzará la paz en medio vuestro, no me conocen en verdad y por lo tanto no me aman y al no poder contemplarme, ni amarme, simplemente se tornan vanos y orgullosos, y un hombre orgulloso piensa de sí mismo mejor de lo que en realidad es y cuando alguien le advierte sobre ese aspecto de sí mismo, entonces supone que quien le marca su error lo hace invadido por la envidia o algún oculto rencor en su contra. El hombre verdaderamente humilde, hija amada se reconoce porque siempre se juzga a sí mismo, pero no con sus propias normas, sino tomando como patrón a vuestro Padre. Muchas veces al encontrar en vuestro camino a seres peores que vosotros creéis falsamente que sois mejores. Durante mucho tiempo os fiabais en los hombres buenos, en sus vidas para imitarlos, pero hoy vuestra virtud la jugáis comparándoos con quienes os escandalizan. - Padre ¿Qué es escándalo? Sierre me he cuestionado esa palabra. Hija mía escándalo es piedra de tropieza, una piedra que os impide crecer y alimentar vuestra alma. La virtud de los grandes hombres, hija debe


serviros de espejo para adornar vuestras vidas- El hombre humilde hija es quién está convencido de que recibirá de vuestro Dios una compasión igual a la que él haya demostrado a sus semejantes. El que antes de iniciar un camino, antes de tomar una decisión reconoce que depende de su Dios e invocará su guía y su bendición, aunque se encuentre colocado sobre otros, por vocación o por voluntad del pueblo, nunca desconocerá que su Dios hizo de una misma sangre a todos los hombres del mundo. Si es muy rico empleará sus riquezas en auxilio de los pobres y si es pobre trabajará y sostendrá a los pobres entre los pobres. El hombre rico que es verdaderamente humilde ayuda mucho más que cualquier grupo de maestros importantes que muchas veces se valen el necesitado para encumbrarse y ser reconocidos. ¡Cuidaos de escandalizar a vuestros hermanos con actitudes como esas! Otra falta de humildad hija mía es la de los que mucho saben y conocen, recordad que el que recibe mucho, de él mucho espera vuestro Padre, tiene sobre él una gran responsabilidad sobre sí, y pobre de él si utiliza sus conocimientos para arrastrar a otros al error por no enseñar todo cuanto se le ha dado. Todo lo que tenéis, todo lo que hacéis y todo lo que conocéis es un don de vuestro Padre e insignificante arenilla, comparada con Mi infinita sabiduría. - Padre Divino he estado escuchando tu voz y sintiendo como me observas en silencio durante un largo tiempo, has sido una presencia silenciosa a mi lado. Padre. Hija mía ¿Deseas algo, sientes dentro de ti que deseas obtener alguna cosa? - No sé a veces Padre qué pensar pues dentro de mí me debato entre el desear y el no desear, nunca se cuándo un deseo es bueno y cuando el desear no es bueno. Hija mía por lo que hay dentro de ti y por lo que me preguntas, hoy hablaremos de los deseos, también forman parte muy importante del evangelio de la paz. Hija mía es necesario que conozcas tus deseos pues de esa manera sabes ciertamente la dirección que toma tu alma, si el deseo es celestial, te elevas, pero si no lo es, si es solo un deseo terrenal, desciendes con él. El deseo hija mía es la materia prima con el que vais forjando vuestras virtudes, recordad lo que mi hijo un día os dijo, donde está vuestro tesoro también está vuestro corazón. - Padre nunca me he preguntado en realidad si es un deseo terrenal o celestial, ¿Puedes enseñarme la diferencia padre amado? Muy pocos hombres se apartan lo suficiente del mundo para preguntarse a sí mismos cuál es su deseo, el que más necesitan. Así tu veras que muchas veces hay hombres hermanos vuestros que llevan una vida digna, incluso de oración, pero dentro de sí alimentan malos deseos, en tanto hay otros


que muchas veces los juzgáis como hombres malos porque han procedido de la peor manera y sin embargo hija mía dentro de sí abrigan el deseo básico de ser buenos y solo aguardan el día que una mano auxiliadora les incorpore del abismo en el cual se encuentran sumergidos. - Recuerdo Padre que un día leí que Jesús nos decía que las prostitutas y los publicanos entrarían al reino de los cielos antes que nadie. Así es hija mía, pues es de vuestro interior de donde salen vuestras palabras y vuestros actos y la satisfacción de vuestros deseos, simplemente dependerá del dominio que ejerzáis sobre ellos es el secreto básico de vuestra felicidad y de vuestra paz interior, debéis controlar lo que dentro de vosotros hay, debéis estar siempre contentos con lo que en cualquier estado que os encontréis, la alegría de vuestro interior y la bondad de vuestros deseos amada hija. No dependerá de la indiferencia que prestéis a las cosas pues el estar en paz y el dominio de vuestros deseos no os supone que estáis inmunes a las pruebas, porque el control de vuestros deseos sabe de suspiros y lágrimas. - ¿Por eso Padre estabas en silencio porque mi ser suspiraba por este amor, por mi esposo, porque suspiraba y anhelaba su cercana compañía? Gracias Padre por comprender, gracias Padre por respetar ese instante en mí, sé que debo aprender a controlar mis deseos, detenerme y ser feliz, aún en cualquier circunstancia de mi vida ser feliz, porque Tu estas allí en silencio, acompañando, guiando, amando. Amada hija en vosotros llega una felicidad suprema cuando descubrís que no todo lo que habéis pedido se os ha dado, siempre y cuando halláis encontrado el camino hacia la paz interior, pues muchas veces lo que se os da no es lo que pedís sino aquello que verdaderamente necesitáis. - Padre es difícil, muy difícil no desear, no anhelar, no esperar. No se trata hija mía de no desear, sino de conocer los deseos en profundidad, se trata de que os despeguéis de este mundo, pues el mundo os agobia, os acorrala, os limita dentro vuestro esta parte divina por lo tanto debéis anhelar más, esperar más pero no las satisfacciones materiales, no las satisfacciones corporales, debéis aspirar a ser vosotros, lo que habéis sido llamados a ser, un ser espiritual que viva en eterna armonía con vuestro Padre. He realizado una unión de un ser terreno a un ser espiritual, sin dejar su humanidad, ¿acaso crees que es solo derecho de uno hija? Es el derecho de todos, es el deber de todos, pero debéis trabajar y duramente para encontrar alegría en todas las circunstancias, por más dolorosas que sean, por más difíciles que os parezcan, pues luego vendrá el porqué, el para qué y la recompensa de poder aceptar y dar gracias, por qué tanto dolor se transformó en eterna alegría. El evangelio de la paz presupone hija mía, que la paz sea irradiada a todo el mundo y para que esa paz se irradie a todo el mundo con la velocidad de la


luz, debe nacer desde vuestro interior, pues es desde vuestro interior hacia fuera que se hará la paz y no al revés. Hija mía cuantos años lleváis hablando sobre la paz, reuniéndoos en pos de la paz y sin embargo aún estáis estancados y la paz parece ser un anhelo inalcanzable y es porque no podéis poner freno a vuestros deseos de superar a Dios, no podéis reconocer, cuando un deseo os eleva y cuando un deseo os arrastra a las profundidades del abismo. Hija mía todo cuanto os acontece en vuestras vidas es bueno como bueno es vuestro Padre, debéis hacer todo cuanto podáis, como si todo dependiera de vosotros, pero confiando en Dios, como si todo dependiera de Mí, los talentos que os fueron dados y de los que sois dueños han de ponerse en acción, pero si solo producen un determinado fruto no debéis murmurar, porque el fruto no haya sido mejor ya que al examinar vuestras conciencias descubriréis que en realidad habéis recibido más de lo que merecíais. El secreto hija amada es no esperar nada terreno y esperar todo divino, entonces todo cuanto recibáis os colmará de gozo de un gozo indescriptible, pues habréis comprendido finalmente la esencia primaria de todo cuanto existe, vuestro ser divino en vuestro Padre. - Te amo Padre, ayúdanos a anhelar siempre lo que viene de lo alto, ayúdanos a controlar nuestros deseos para que seamos dignos hijos tuyos. Hija mía todos sois hijos dignos míos, nunca os he negado tampoco nunca Vuestro Padre os ha maldecido sino que os he amado, he maldecido muchas veces al tentador porque continuamente dese veros fracasar pero a vosotros mis hijos los amo con todo el amor que un Padre puede amar. Vuestra alegría es mi alegría y vuestros logros son mis logros, estamos unidos en el amor gozaos y regocijaos porque sois amados inmensamente en el cielo y en la tierra. Te amé con todo mi amor, te saqué del yugo de la esclavitud y te di a beber del agua de la vida, te alimente y nunca te he dejado desfallecer, siempre he estado allí a tu lado, te escucharé pero no me oirás. Hijos míos, sí, os he dado tantas cosas, hoy al dictarles mi evangelio de la paz, no puedo más que asombrarme de que aún seáis mis hijos tristes que aún no encontréis la alegría para hallar la paz. Debéis desprenderos de la tristeza, ya os he hablado de ella, pero el camino de la paz es un camino sin salida si dentro vuestro no escarbáis con todas vuestras fuerzas y dais lugar a la alegría, por eso hijos míos vuestros corazones están tan disgustados y no podéis comprender ni encontrar el sentido de vuestras vidas, pues productos de la tristeza es que hoy seáis hijos del pesimismo y no de vuestro Padre. En el reino de Dios no existe la tristeza, sino solo existe la alegría de recrearse en la paz y en la creación de vuestro Padre. Si verdaderamente deseáis alcanzar la paz entonces jamás mis hijos deben dejarse dominar por


la tristeza, pues de esa manera estáis negando que seáis seres destinados para un fin mucho más elevado, mucho más alto que el simplemente permanecer, un vivir los días aguardando un final que habrá de venir. Para alcanzar la paz debéis ser siempre dichosos, renovados por dentro y por fuera, os preguntaréis, ¿Por qué mi Padre insiste sobre lo mismo? Y vuestro Padre os pregunta ¿en vuestra caminar por la vida os habéis detenido un solo instante a contemplaros como vais? Observad a las gentes cuando deambulan por las calles, cuando van por el mundo llevan sobre sus hombros pesadas cargas, los rostros taciturnos y amargados ni siquiera tenéis deseos de observar las aves que posadas sobre los árboles os regalan su arrullo y sus bellos cantos. El anciano de los días lleva en sí muchas más juventud y muchas más alegría que vosotros, ser constructores de la paz requiere ser felices y para ser felices debéis dejar de lado vuestras batallas, vivís en continua guerra entre lo más bajo y lo más elevado que hay en vosotros y mientras eso suceda no será posible la paz, tampoco habrá descanso ni alegría, simplemente debéis ver que vosotros sois pensados, creados y engendrados en la eterna felicidad por lo tanto debéis ver que sois llamados a un camino más glorioso y mucho más lleno de vida en plenitud que el que jamás podríais pensar. Cada uno de vosotros es verdad que tiene un padre y una madre terrenos pero vuestra vida no termina en la tierra, cada uno de vosotros vale más que todo el universo visible, cuando seáis conscientes de esa gran verdad, entonces recién podréis alcanzar la paz, pues podréis entrar en contacto con la eternidad. Veo a mis hijos que pasan por la vida permaneciendo indiferentes, cuando en realidad hijos míos se os ha dicho ya que sois perlas preciosas, dentro vuestro también esta ese ser que debe ser trabajado y cultivado pero no por eso sois menos que nadie de la creación, sino que sois la creación, vosotros sois toda la creación llamados a renacer y recrearos cada día. Sabe vuestro Padre que para el hombre esto exige pena y esfuerzo pues nadie alcanza los niveles más elevados sin abandonar el nivel en el cual estéis cómodos para subir al nivel más alto requiere mucho trabajo de vuestro espíritu, pero ya veis las perlas preciosas proceden del fondo del mar, un violín hijos míos ejecuta una bella melodía, pero para que la melodía se escuche las cuerdas deben sufrir ser aplastadas, ser tensadas, por ese sufrimiento da por resultado una música maravillosa para los oídos. Vosotros sois esas cuerdas que en la medida que se tensan, que se ajustan producís la melodía más bella para mis oídos y los oídos de vuestros hermanos. ¿Cuál es el motivo de la tristeza y la no construcción de la paz? Vuestra falta de amor, al escribir el evangelio de la paz hoy vuestro Padre os dice que la tristeza es el principal obstáculo para encontrar la tan ansiada paz pues la tristeza es un guerrero despiadado que se afana día y noche para


que no exista paz dentro de los corazones de los hombres y de esa manera fomentar la guerra en el mundo. Mirad a los líderes mundiales observadlos con detenimiento y veréis que no existe alegría en su mirada son hombres tristes pues a pesar de tener todo el poder sobre los demás no tienen dentro de sí esperanza de vida alguna, simplemente esperan la muerte. Vosotros mis hijos los que verdaderamente habéis descubierto la grandeza de aspirar a una vida superior y en la paz de vuestro Dios debéis ser los que hagáis la diferencia entre un mundo sin paz y sin alegría a un mundo en paz y en la alegría del amor que no defrauda. Miraos dentro vuestro y decid que cosas no permiten en vosotros que la alegría reine, porqué cosas dais lugar a la tristeza, porqué camináis tan agachados y tan apesadumbrados. Elevad las miradas a lo alto y descubrid la alegría de vivir, descubrid en cada rostro la Presencia de vuestro Dios, descubrid en cada instante mi cercanía y mi amor, entonces podréis iniciar el camino de la paz. La paz es fiesta La paz es tranquilidad La paz es esperanza La paz es camino de virtud La paz es camino de reconstrucción sobre las bases del amor, entonces la paz será una roca inamovible de vuestro ser y de todo el mundo, entonces gozaréis la paz que gozan los ángeles del cielo, pero debéis desterrar de vosotros la tristeza y si la vida os pone circunstancias que os duelan el alma superarlas con la oración, si estáis tristes orad, orad con insistencia pues para tener esa paz debéis amar y dar amor y para ser amados debéis ser buenos, para ser buenos necesitáis conocer las maravillas de la bondad y el conocimiento de la bondad no es otra cosa que el amor de vuestro Padre y en ese amor a cada uno de los que viven a vuestro lado y en ellos a todos los hombres. ¿Sabéis que es lo que más extrañan vuestros hijos espirituales? La alegría. - Padre eterno ¿Cuántas veces nos has hablado de la alegría? ¿Cuántas veces nuestro hermano Francisco nos ha visitado y nos ha cantado llamándonos a la alegría y cuantas veces lo hemos olvidado al instante? Padre eterno no permitas que en nosotros anide la tristeza que es la destructora de la paz su acérrima enemiga, más bien cuando en nuestro interior ella pose sus pies dadnos voces desde tu morada santa que es nuestro corazón alertándonos sobre su Presencia e irrádianos tu alegría. Vosotros sois mi paz y sois mi alegría, mi paz, entonces sed vosotros la alegría y la paz para los demás hombres, sobre todo sed la paz para que los que no tienen paz y son presa de las oscuridades.


Las oscuridades anidan en los corazones sin paz y como muchos de ellos pueblan el mundo, el mundo carece de paz pero entre todos vosotros junto a los hijos de la luz podéis crear un mundo de paz y justicia para todos, pero antes construid la paz dentro vuestro para que de allí irradiéis la paz al mundo entero. - Tu presencia se siente en el aire y tu Voz resuena en mi ser, me convocas a unirme a ti, divino Padre para escuchar tu mensaje de amor, háblanos divino hacedor, nuestro eterno y divino Padre, muéstranos el camino que debemos seguir para llegar a ti, el camino que tu hijo nos enseñó, ese camino que ciegos, muchas veces nos negamos a ver, sin comprender que es el único medio de llegar a ti, en Él con Él y por Él podremos ser uno en Ti. Muchas veces os he hablado de ser constructores del nuevo reino del amor y ser constructores del reino del amor es ser constructores del reino de la paz para poder edificar la paz ante todo debéis vivir en la verdad sin la paz no tenéis vida, es un simple transitar por el mundo de los hombres sin lograr vivir completa y enteramente, y el motivo por el cual dentro de vosotros no tenéis vida es por vuestras intolerancias, la intolerancia entre vosotros, os hace perder la paz es por eso hijos míos que os urge tomar una decisión, la de no seguir siendo violentos con vosotros mismos y con los demás pues el toleraros entre vosotros es fundamental para vuestra existencia y es la capacidad de estar tranquilos desbordados de amor sin importar lo que os suceda, pues sois capaces en la tolerancia de entender, de tener misericordia y compasión aceptándoos entre vosotros, escuchándoos, entendiendo con mucho amor sin perder vuestra paz. Muchas veces me habéis preguntado, Padre ¿dónde debemos construir la paz? La paz hijos míos se construye en vuestra mente y en vuestro espíritu. Yo os convoco a ser sembradores de paz, a ser ese sembrador que esparce las semillas de paz por doquier y que las cuida con esmero pues el que siembra paz, siembra esperanza. Agrada mucho a vuestro Padre cuando os abandonáis en mis manos, cuando os dejáis como un niño abandonados en brazos de su madre y se deja llevar por ella y ese abandono en vuestro Padre, es el abandono en el amor infinito y tierno que os dio el soplo de vida. Vosotros sois guiados siempre por mi Espíritu de amor, alentados siempre e impulsados a elevar vuestro ser hasta las divinas alturas para las que habéis sido creados. Mi Voz hijos míos no siempre es reconocida por vosotros, muchas veces os es dificultoso escucharme en medio de muchas otras voces que resuenan en vuestro interior, debéis recordad que la única Voz que está y os convoca cada día es la voz de vuestro Padre. Mi corazón arde de deseos de que mi


Voz resurja limpia, clara que sobresalga por sobre las demás, a fin de que os dejéis guiar por ella, solo entonces podréis ser guía de los demás pues es mi Voz la que os ilumina, esa paz que sube desde el fondo de vuestra alma, es sabiduría, es amor y el amor hijos míos se debe dar, antes que nada es necesario que siempre estéis predicando mi Palabra en vosotros, leyendo, meditando, viviendo el evangelio, entonces podréis ser capaces de reconocer mi Voz en vuestro interior, pues es la Voz de mi hijo, la que un día habéis escuchado, la que resuena y resonará siempre en vosotros, con vosotros. Nunca olvidéis que Él es el camino primero y único que os conduce a mi amante corazón. Ser constructores de la paz requiere de una gran fe para trabajar en pos de la paz, es mucho más que vivir, es mucho más que transitar por los caminos de la vida, pues debéis hacer que mi amado hijo Jesús sea en vosotros y vosotros seáis en Él, creando en todos los lugares verdaderos oasis de fraternidad. Vuestro Señor en medio vuestro amplificará la Voz de vuestro Dios dentro de cada uno de vosotros, haciéndola escuchar con más claridad, así pues hijos míos para construir la paz debéis ser en Dios y vuestro Dios ha de ser en medio vuestro una presencia viva y fuerte, una verdadera hoguera donde os formaréis para ser constructores de la paz. Si vuestra vida está guiada por el Espíritu de Dios es una vida plena y muy bella, es una vida con sabor, con vigor y con vitalidad, una vida auténtica y luminosa. Los pilares sostienen el nuevo reino y tres de ellos son los que sostienen la paz, la justicia, el amor y la libertad. La verdadera paz florecerá dentro de vosotros como el jardín del edén cuando son vencidos el odio, el rencor y la envidia. Cuando decís no al egoísmo a ese yo que os tortura cada día de vuestras vidas y que tan atado está a la oscuridad, debéis dejar libre vuestro ser, desprenderos de ese ego que no os permite ser constructores de paz. Hijos míos, mis amados hijos, al dictaros hoy el evangelio de la paz os digo, que si el amor que es el signo visible de los discípulos de Cristo se manifiesta en vosotros en servicio gratuito y desinteresado, si sois capaces de dar palabras de consuelo, de comprensión, si sois capaces de perdonar, entonces a vosotros, llegará la paz y se extenderá por todo el mundo hasta convertirse a todos los hombres. Recordar a otro pilar de la paz que también está en vosotros y que actúa en el mundo, un pilar que ha sido traído en medio de los hombres para que la construcción de la paz sea posible es el pilar de la libertad de la cual os dote siempre y que respeto en cada uno de vosotros, pero esa libertad tiene su condición, la condición que ineludiblemente todos vosotros debéis cumplir y es la de ser responsables de vuestros deberes en vuestra vida. Sois responsables de cada ser de la creación, sois responsables de vuestros hermanos y sois responsables de mantener viva la palabra de Dios, esa es la libertad que debéis cuidar celosamente, la libertad no os convierte en


verdugos de vuestros hermanos, ni tampoco es para que os aprovechéis los unos de los otros, la libertad es defender todo cuanto se os ha dado, no en beneficio de unos, sino en beneficio de todos. Exijo a mis servidores rectitud de pensamiento y rectitud en sus actos y dialogo entre vosotros y con los demás, pero por sobre todas las cosas tener una relación verdadera e íntima con vuestro Padre, que os pide conversión todos los días, una conversión personal y que permanezcáis siempre abiertos a mi misterio, no olvidéis a vuestra Madre que es la Reina de la Paz, en ella la paz del mundo es posible mediante su intersección y su continua acción en medio vuestro. El mundo está recibiendo sus mensajes, escuchadlos, María Reina de la Paz os dice lo que precisáis para ser los constructores de la paz en el mundo. A mis hijos que hoy reciben este evangelio de la paz os digo que así como hoy vuestro Padre se hace cercano a vosotros, como lo ha sido siempre, así también os digo que es vuestra misión ineludible el de construir la paz del mundo. Escuchad mi Voz y la de María Madre vuestra, entregaos a la oración diaria y a la presencia en medio vuestro de mi Hijo en el sacramento del pan y del vino pues os dará las fuerzas necesarias para iniciar el camino de mi corazón que es el camino de la paz. Vuestro Padre os ha hablado. Gracias Padre por habernos dado lo que más querías. Gracias Padre por darnos a Jesús. Gracias Padre por el sonido de tu Voz y por tu presencia en medio nuestro. Amén.

Amados hijos habéis escuchado de boca de mi hijo, “La paz les dejo, mi paz les doy, no como el mundo la da sino como Yo se lo doy. No se turben los corazones ni tengan miedo, han oído como Yo les he dicho voy y vengo a ustedes, si me amaran se alegrarían porque les he dicho que voy al Padre porque el Padre es más grande que yo”. Hoy vuestro Padre, ese que mi hijo les dice es más grande que vosotros, viene a vosotros a traeros su paz. Deseo en este momento compartir con vosotros mi sentir, caminar junto a vosotros para que hablemos de la paz y si hemos de hablar de la paz que vuestras miradas se dirijan a Jesús, vuestro hermano y sientan vuestros corazones como arde su presencia y como el don del Espíritu Santo se derrama sobre vosotros, de manera tal que al hablar de paz recibáis mis palabras en un clima de perfecta paz. Vive el hombre momentos plenos de tensión, muchos miedos y búsquedas insatisfechas pueblan sus almas, no encuentran un sentido a sus vidas en familia falta el dialogo, no hay verdadera amistad y no hay momentos de encuentro sino incomunicación, todas esas cosas alteran la


paz y crean un vacío doloroso que no es fácil de llenar, no si el amor de vuestro Padre no está presente. El mundo necesita paz, los pueblos necesitan paz, las comunidades necesitan paz, pero ¿Qué paz es la que necesitáis? No es la paz de los hombres dan pues si el hombre vive en guerra consigo mismo no puede dar paz a nadie. No precisáis la paz del engaño y la mentira sino que la paz que precisáis es la producida por la justicia y la dignidad de la vida de todos los hombres. Cuando vuestro hermano Jesús pasaba de vuestro mundo al Padre les dejo su paz, es necesario que rescatéis la paz que el os dio, la paz de hermanos que se encuentran, que reconocen sus diferencias que perdonan y que se aman. La paz de Jesús es la paz que todos vosotros precisáis la que es un don de vuestro Padre y un verdadero regalo para el espíritu. Hoy vuestro Padre os habla a vosotros que estáis inmersos en las comunidades, pues está cansado de vuestras acusaciones mutuas, está cansado de vuestras desconfianzas y de veros siempre a la defensiva, esa no es la vida de los que trabajan por el reino, vivir la paz en las comunidades sobretodo aquellas que están a mi servicio, es una necesidad urgente, no puede haber manipulaciones ni pisoteos de la dignidad entre sus miembros de aquellos que critican la violencia pero la fomentan, atacando a los que piensan diferente a lo que ellos consideran justo y verdadero. Para que halla paz en las comunidades no debéis reprimir vuestros sentimientos ni dar juicios sin fundamento, tampoco podéis desacreditar a vuestro hermano ni hacer cálculos para ver cuanto os beneficiará su amistad, tampoco debéis estar cerrados en egoísmos personales, pues los que trabajáis en mi Nombre muchas veces sentís un cansancio profundo, por tantas cosas que no marchan bien, pero ese cansancio en la armonía tiene el feliz reposo del espíritu que os da su paz, esa paz os hará asumir vuestras vidas y la de vuestros hermanos, con sus aflicciones, conflictos, dificultades pero sin miedo y con valor, debéis ser honestos y no poner nombre a la verdad, la verdad no tiene nombre terreno, no se llama Juan, ni se llama Pedro, ni Darío, ningún hombre tiene la verdad, la verdad se llama Yo Soy el que Soy, debéis asumir un compromiso profundo con vosotros mismos y con vuestros hermanos y con vuestro Padre en defensa de la paz sin actitudes que naveguen en dos aguas, pues la paz es misión vuestra debéis en las comunidades dar un fuerte grito que se escuche en todo el mundo de un NO a la guerra, un grito que penetre las montañas y llegue a las profundidades de los mares y los océanos, un grito que se escuche en los cielos, un grito en contra de la mentira, en contra de la agresión entre hermanos, en contra de la agresión entre maestros y discípulos, entre pueblos, debéis compartir como vivir la experiencia de la paz entre hermanos, compartir la palabra de Jesús que hoy viene a deciros junto a Mi, una vez más, que nos trae, que os trae y que os entrega para que podáis vivir en paz.


Decid conmigo hijos míos: “Ven Espíritu Santo llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor, envía tu espíritu Señor para darnos nueva vida y renovar la faz de la tierra. Dios que has iluminado los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo, danos a gustar todo lo recto, según el mismo Espíritu y gozar siempre de su consuelo. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amen”. Por lo demás que el Señor os conforte con su fuerza poderosa, revístanse de las armas que les ofrece Dios para que puedan resistir a las acechanzas del enemigo, porque nuestra lucha no es contra adversarios de carne y hueso, sino contra los poderes, contra las potestades que dominan este mundo de tinieblas, esta es la voz de vuestro hermano Pablo, si deseáis construir la paz leed sus cartas todas ellas os guiarán a la paz, pues vuestro hermano, durante mucho tiempo fue un hombre sin paz hasta la manifestación de mi Hijo en su vida, a partir de allí supo ser paz para él y para sus hermanos, el supo guiar a las comunidades y sacarlas de sus mares tumultuosos llevándolas a mi Presencia. Vosotros mis comunidades seguid su mismo ejemplo pues el evangelio de la paz hoy os habla de la buena noticia de ser una comunidad unida al amor y en el entendimiento base de la paz, una paz que el mundo no les puede dar por eso hoy vuestro Padre y el hijo que son uno junto al Espíritu Santo, os traen la verdadera paz. Ahora meditad mis palabras y decidme: ¿Hay paz verdadera dentro de vosotros? ¿En qué consiste vuestra paz? ¿Hay paz en las comunidades o vivís en guerra? ¿Hay paz en vuestras conciencias? Y sobretodo ¿tenéis paz en la absoluta confianza de la Presencia de vuestro Padre en medio vuestro? Si vuestra paz se funda en Dios podrá haber miles de problemas en vuestras vidas, en vuestros hogares, en vuestro trabajo pero no os desespera, no os sentís agobiados porque estáis con Dios. Yo os exhorto a vosotros miembros de mis comunidades a saludaros dándoos la paz es el saludo de

los que creen en Mí, que la paz esté contigo, que la paz de Cristo resucitado esté contigo, es ese el saludo que hoy vuestro Padre os pide. Para que comencéis a anunciar desde ahora el evangelio de la paz, siendo paz vosotros y entre vosotros. Vuestro Padre está cuando os dejáis abrazar por mi amor y mi amor es fuente de toda paz y justicia, mi amor os pacifica, mi amor os enaltece y mi amor os libera del yugo de la tristeza, el desanimo y la falta de confianza, mi paz es paz verdadera, mi paz se hace mostrando las llagas de mi Hijo,


una paz que pasó por un proceso muy doloroso hasta el extremo de costar la vida, una paz que se cultivó en el amor, esa es la paz que os da vuestro Dios que la cruz de mi Hijo sea el punto de encuentro desde donde beberéis la paz, nunca os alejéis de mi amor, pues mi amor es comunión entre el Padre y sus hijos y vivid en la verdad pues es constructora de paz entre vosotros, miembros de mis comunidades. Podéis pensar diferente, podéis tener diferentes opiniones y está bien, pues de esta manera os educáis unos a otros, de esa manera os edificáis como pueblo y os recreáis pero sin perder vuestra esencia que es divina, sin perder la felicidad ni la alegría, logrando ser un solo corazón, de manera que todos vosotros, podáis decir tomados de la mano, Señor haz de mi un instrumento de tu paz que allí donde haya odio ponga yo amor, Donde haya ofensa, perdón, Donde haya discordia ponga yo unión, Donde haya error, ponga yo verdad, Donde haya duda, ponga fe, Donde haya desesperación ponga yo esperanza, Donde haya tinieblas ponga yo luz, Donde haya tristeza ponga yo alegría, Maestro que no busque yo tanto ser consolado como consolar, Ser comprendido como comprender, Ser amado como amar, Porque dando es como se recibe, Olvidando como se encuentra, Perdonando como se es perdonado, Muriendo como se resucita a la vida eterna” Son palabras de vuestro hermano Francisco, tal vez si las dijerais tan a menudo como decís otras palabras no tan santas, la paz ya estaría en medio vuestro. Os dejo mi paz, os doy mi paz. Amado Padre y Dios nuestro, sabiéndote cerca de mi, y sintiendo la alegría de saberme Tu hija, es que mi alma reboza de gozo, Padre hoy especialmente desearía que me inundes de tu sabiduría, hay tantas cosas que aún me cuesta comprender, tenemos tantas miserias que limpiar, tantas faltas de fe, que a veces me quita el sueño, nos hablas de la paz, de esa paz que debemos tener, para vivir como verdaderos hijos tuyos, y se, que tus enseñanzas son para ponerlas en práctica, Tu amado Hijo nos ha dicho, que nada podemos hallar ni esperar fuera de Él porque Él es el camino que nos


conduce a ti, y sin embargo padre, los caminos se estrechan enredados en nuestros egoísmos, en nuestras faltas de diálogo, en nuestra falta de tolerancia y respeto hacia nuestros hermanos y aún con nosotros mismos, en esta tarde que se presenta tan gris, danos padre esa luz que brota de ti, y que inunde toda la tierra, dinos amado Padre cómo lograr ese camino de paz, dentro y fuera nuestro para que podamos sembrarla en el mundo. Hija mía si vivierais como verdaderamente vive toda la creación, aún las plantas y las flores, que no importa donde se encuentren, aún en los terrenos más maltratados, y muchas veces, tierras en las que abunda el mal olor y la podredumbre, pero aún así jamás pierden su aroma y su grandioso verdor. Es bueno a vuestro ser preocuparse por las propias culpas, por fortalecer las propias debilidades, pero dime amada hija ¿por qué te angustias por lo que es responsabilidad de otros? Los defectos de vuestros hermanos les pertenecen a ellos y no a vosotros, el camino de la paz, es paz entendida como propia, como de vuestro ser y no del ser de los demás, no miréis nunca hacia afuera, mirad hacia dentro vuestro para alcanzar la paz debéis ejercitaros todos los días en la gran virtud de rechazar todo el mal que os viene desde fuera, y dedicaos sin descanso a perfumar con vuestro exquisito aroma, la vida de los demás, allí está hija mía la clave para vivir y practicar el evangelio de la paz. Dedicaos a perfumar el mundo con el aroma de la bondad, dedicaos a hacer el bien cada instante de vuestros días, sed como las flores, que muestran su bello color, y toda su belleza resplandece aún en medio de espinos. Si has recibido sabiduría, compártela, si has recibido alegría transmítela, si as recibido amor, entrégalo gratuitamente sin calcular que has de recibir a cambio, si has recibido vida espiritual, enséñala, entonces podrás alcanzar la comprensión cabal de lo que yo vuestro Padre vengo a enseñaros día a día a vuestros hermanos aceptadlos tal como son, no pretendas cambiar nada en ellos, el cambo hija mía, ha de ser en libertad y desde dentro de cada uno, la paz del mundo no la alcanzareis, exigiendo cambios, sino hija amada mostrando el camino hacia el cambio, mas bien corregid vosotros aquello que deba ser corregido, purificad lo que deba ser purificado, para poder ser un faro en el camino de los hombres sed vosotros el aire dulce y puro que la humanidad necesita. Vuestra tarea consiste en allanar a vuestros hermanos el camino que los conduce hacia mi, es en mi corazón donde el hombre encontrara, su camino hacia la paz, en medio de un mundo oprimido por la oscuridad, mostrad


que la luz aún vive y existe en él, dejad a vuestro Dios ser Dios, vosotros mis amados hijos, servid de puentes entre los hombres y Dios, no importa que las pisadas marquen en el heridas que sangren, aún en medio de la incomprensión y el dolor, sed sembradores de paz, y de luz. Hoy como vuestro Padre vengo a mostraros un camino de excelencia, un camino de cambio, que os dará la paz y el amor verdaderos, os doy la oportunidad de practicar la paz que os permitirá ascender a otro nivel, de cambiar el rumbo de vuestras vidas, solo deseo que rompáis con aquellos hábitos que os alejan de mi, que inundéis vuestro ser de pensamientos y actitudes positivas, comienza si deseas declarando las bendiciones espirituales que yo vuestro Dios os he dado en todo este tiempo a vosotros, las misericordias de vuestro Padre son nuevas cada mañana, no os detengáis en el camino, no penséis cuanto mal habéis hecho y cuanto mal hacen vuestros hermanos, ni cuanto mal os han hecho a vosotros, es momento de soltar vuestras cadenas y encaminaros en la senda que os conduce a mis amantes brazos que extendidos hacia vosotros aguardan el regreso de sus hijos tan amados. Con tu espíritu habitando y hablando en mi interior, te pido amado Dios, acaríciame, con tu brisa suave y fresca, dame amado Padre el aliento, de tu vida que es vida en nosotros, deseo acariciar tu divina imagen, y abrigarme en tu sol tan tibio y maravilloso, y así, en silencio escuchar la dulce melodía que brota de ti, melodía de amor que se asemeja al arrullo de las aves, permíteme contemplarte mi amado Dios, y redescubrirte en la naturaleza que me rodea, y dejarme amar por ti tiernamente, amarnos intensamente también con la multitud de hermanos que me diste. Amén Nunca olvidéis hijos míos lo bellos que sois, la maravilla que fruto de mi creación y de mis manos surgió por un acto de extremo amor, mis obras son maravillosas, me he tomado mucho tiempo para hacerlas pues sois perfectas, lo que otros ojos ven como defectos y debilidades, son grandes cosas para mi, recuerda hija mía, vivid el evangelio de la paz sabiendo que yo vuestro Padre me glorifico en vosotros, y para que otros también se asombren y sirváis como testimonio de aliento, de inspiración y de fe.

Amados hijos, aquí en vuestra presencia y en la de todos estos seres divinos de luz es en este momento cuando mi corazón de Padre rebosa de júbilo al contemplar como las almas de mis hijos, antes lejanos a mí, van adquiriendo poco a poco ese brillo que habían perdido lejos del hogar. Veo también cuanto os cuesta, que difícil es para vuestra limitada mente y visión humana comprender la grandiosidad de don de vuestro Padre, un


don de amor que se abre cada día de vuestras vidas para abrazaros y daros aquello que como padre sé que cada uno de vosotros necesitáis. No debería costar tanto al hombre saberse perfecto, saberse amado, saberse soberano de este mundo en el cual habéis sido puestos con un solo fin, el de vivir eternamente inmersos en mi amor, para ese fin fuisteis creados y no para ningún otro. La vida de los hombres va transcurriendo inmersos en el bullicio de tantas voces externas e internas y en medio de ese bullicio mi Voz jamás ha dejado de resonar en todo el universo. Pensáis muchas veces que vuestro Padre calla, que vuestro Padre se ausenta de vosotros, que vuestro Padre se olvida de que sus hijos luchan contra el mundo, inmersos en el mundo y vuestro Padre sabe y habla y vuestro Padre os visita y muchas veces he estado junto a vosotros, mientras os entregabais al descanso simplemente para contemplar a esos hijos tan amados por mi. Dime amado hijo si mi presencia soberana en el mundo es tan cerrada a vuestros ojos, si mi presencia es tan difícil de descubrir en vuestras vidas, el canto de las aves que os arrullan en la mañana es mi Voz, el Sol que se levanta cada mañana es el tibio amor de vuestro Padre que os abraza para enviaros a una nueva jornada, y cada hombre, mujer, anciano, niño, cada uno de ellos es mi presencia viva que camina en medio vuestro ahora y en el tiempo. El hombre me ha dedicado increíbles moradas, me han construido moradas con oro, mármol y bellas estatuas, me han dado coronas con piedras preciosas, y las he aceptado porque fueron hechas con amor, pero en realidad jamás necesita vuestro Padre de tantas moradas tan bellas, me agrada veros allí, pero en oración, no me agradan las moradas vacías y en este tiempo mi imagen está encendida la luz de mi presencia soberana en el sagrario en la hostia consagrada, pero solo los bancos se ven desnudos y muy pocas veces esos templos se llenan de presencia amorosa de hijos que piden y que agradecen, por eso no me busquéis allí dentro, buscadme dentro vuestro, jamás estoy solo dentro vuestro, estoy con vuestra compañía y con vuestro calor. Tal vez os preguntareis ¿Calor dices Padre? ¿Acaso tú sientes calor? Y la respuesta es Si, claro que siento vuestro calor, como también siento muchas veces la frialdad de otros y la frialdad de los templos ausentes de toda presencia humana, poblados de imágenes y riquezas pero en una angustiante soledad, por eso amo a los peregrinos, por eso amo a los que caminan por el mundo sin rumbo fijo pero con una meta clara, la de alabar mi Santo Nombre y la de forjarse comunidad de amor, por eso amo los momentos de oración, los cenáculos donde mi Santo Espíritu se derrama a raudales sobretodos los que allí están, porque ese Santo Espíritu santifica a los presentes y a los ausentes, cada uno de vosotros que os ponéis en oración y en vuestros corazones está presente ese ser amado que necesita


de mi misericordia, sabed que también santifico a los que no están, por vuestra virtud de creer y de orar, por eso vuestro mundo vive, pues todos formáis parte de mi creación, sois mi creación y os santifico en mi amor a todos. Tal vez pensareis no es justo amado Padre pues nosotros creemos en ti, nosotros trabajamos por el nuevo reino pero tu santificas a quienes te injurian, a quienes te escupen el rostro, a quienes asesinan, a quienes han hecho de sus vidas un culto a la oscuridad, y Yo os respondo, Yo Soy el que Soy y Soy el amor. Si vuestro Padre es el amor y os ha creado a todos, ¿Dónde pensáis que puedo dejar a esos hijos? ¿No merecen también ellos el mismo amor de vuestro Padre? ¿Igual misericordia igual don de amor? Un solo pecado no será perdonado, como ya os he dicho y ese pecado hará que las almas no ingresen a mi morada y es el de renegar contra el Espíritu Santo, pero mientras dentro del corazón de mis hijos esté aunque débil y casi sin vida mi presencia ese hijo regresará a casa santificado por vosotros, si no fuer así, ¿Podría vuestro Padre hablaros de vivir en la paz y de construir la paz? Sino que sería uno más del mundo. El amor jamás cansa, el amor jamás quita, sino que el amor es puro don en gratuidad sin mérito alguno de vuestra parte, mi amor está presente y os ha dado todo lo que sois y todo lo que tenéis, mi paz es paz verdadera, paz que brota de mis entrañas, paz que es regalo de amor, paz que es pura entrega hacia vosotros mis hijos. Deseo decirles creed en mi Palabra y si no creéis vosotros al menos no impidáis que otros la escuchen, no eliminéis mis mensajes dejad que vuestros hermanos decidan por ellos mismos si han de creer o no, porque Yo os digo que jamás podréis acallar mi Voz pues no hablo a un solo hombre, cientos de hombres en el mundo están recibiendo la Palabra de vuestro Padre, hablo a todos con la misma Voz que hablo a vosotros, porque vuestro Padre desea una casa poblada de sus hijos, no deseo una morada desnuda y solitaria. Libres os he creado y libres seguiréis por siempre para vivir o para morir, para creer o no creer, solo os pido que seáis justos como vuestro Padre lo es y que deis al cesar lo que es del cesar y a Dios lo que es de Dios. Cuanto os amo hijos míos, cuanta alegría hay en mi corazón con tan solo una mirada de amor de vuestra parte, pero he de deciros que vuestras miradas de amor son una caricia para vuestro Padre, pero vuestro Padre no precisa de vuestro amor para ser quien es, Yo Soy el Señor de la Vida y de la muerte, mas bien sois vosotros los que precisáis de mi presencia para Ser lo que estáis llamados a ser. Os veo en la tierra mirando el cielo deseando llegar hasta donde Yo estoy, anhelando esa vida de paz y felicidad que os prometí, pero también os veo detenidos sin esforzaros por llegar, esperáis que los ángeles desciendan y os busquen y os lleven de la mano hasta el cielo y eso no es así, merced a vuestro trabajo espiritual es que llegaréis a


Mi, merced a vuestra fe, merced a vuestra entrega, merced a vuestra aceptación de la existencia de vuestro Dios, de su amada Esposa vuestra Madre María, de su Hijo unigénito vuestro Maestro y Señor Jesús y de su Santo Espíritu de amor. Me he revelado a vosotros en todas las épocas de vuestro mundo a lo largo de la historia del hombre, me habéis encontrado acompañándoos en el camino, os he dado claras señales de mi presencia en medio vuestro, dadme vosotros a Mi claras señales de que me reconocéis como vuestro Padre, como vuestro Dios, mostradme vuestro rostro, como Yo os he mostrado mi Rostro por medio de mi hijo, deseo ver vuestro rostro de amor y gozar de vuestra presencia eternamente. - Bendito seas Señor Dios del universo, bendito seas con tus ángeles y con tus santos, bendito sea tu Santo Nombre y que todas las criaturas del cielo y de la tierra te alaben eternamente, bendito eres Señor mío y Dios mío. Padre amado dentro de mí hay una pregunta que arde, que quema y no encuentra respuesta, pues a pesar de tu Palabra dada a los hombres a lo largo de los siglos, a pesar de tu Divina Presencia en medio nuestro y que tus signos pueden verse en cada momento de nuestras vidas, a pesar de todo ello no encontramos los canales adecuados para hacer de este nuevo reino aquello que tu tanto deseas, un reino de amor y justicia, de igualdad de oportunidades para todos, de lazos de hermandad, de acompañamiento y sostenimiento mutuo. Dinos Divino Padre cual es el camino, cuales son las palabras, cuales son los gestos que debemos practicar todos los días a fin de concretar por fin la unión entre los pueblos. Hija mía el camino siempre ha sido uno solo y se os ha dado ya el camino del corazón, si verdaderamente el hombre emprende el camino del corazón encontrará las respuestas a todas las preguntas, mientras ese camino se haya transitado a medias, o tal vez no se haya iniciado siquiera, no podréis encontrar verdaderamente la paz. ¿Te has preguntado, hija mía porqué el hombre no tiene paz en su vida? - Muchas veces Padre. Pues la respuesta hija es sumamente sencilla, la falta de paz es simplemente la ausencia de Dios en vosotros y la ausencia de Dios en vuestro ser no es porque yo vuestro Padre haya tomado un rumbo diferente al vuestro o porque haya simplemente desoído vuestras voces, sino que en el mundo en el cual os estáis transitando, vuestro mundo permanentemente os aleja de vuestro Padre, la falta de paz hija mía es la carencia en vuestra conciencia de la Presencia de Dios. Muchas veces os he escuchado decir, “esta vida ya me fue dada no la he creado yo”, y es verdad pues solo Dios es creador de la vida, pero vosotros


sois los autores de vuestras vidas por lo tanto de la creación, hay un paso importante del cual sois vosotros mismos los autores y es el rumbo que a vuestra vida deis, de ella dependerá. Cuantas veces hijos míos os he escuchado lamentaros de vuestro infortunio y clamar hacia mí diciendo “Cuantas faltas tengo Padre” Una vez que las faltas han sido sanadas proseguís lamentándoos de cuantas teníais y así sucesivamente de allí parte vuestra falta de paz, vuestra mente es la que gobierna vuestras vidas, pues he de deciros que la paz no proviene de vuestra mente sino de su descanso, para eso hijos míos siempre os he dicho que al poneros en contacto con mi Ser Divino hagáis que vuestra mente descanse de vuestros ruidos interiores, no tratándolo de acallarlos pues eso es imposible, pero si de que sepáis de donde proviene para poder ganar confianza en vosotros mismos, pues si no hay confianza, habrá temor y si hay temor la paz se experimentará en vosotros como una mera ilusión, y en vuestra mente esta ese ser, ese ego que tantas veces os frena y es el culpable de tantas luchas y de tantos desencuentros, ese ego muchas veces os confunde haciéndoos creer que es vuestro Padre el que os habla cuando en realidad son vuestros propios egoísmos y vuestros deseos desenfrenados de gobernar vuestras vidas en ausencia total de vuestro Dios. Vuestro Padre hoy os dice lo primero que debéis encontrar en vosotros es la paz de vuestra mente para luego poder encontrarla en el mundo, debéis observar atentamente vuestros pensamientos sin desesperaros, sin culparos y sin deseos de atacaros por los deseos no satisfechos y sin buscar gloria en esto, entonces en vosotros dará comienzo sensaciones reales de paz, si tan solo un instante de vuestras vidas de cada día os dedicarais a la observación de vuestros pensamientos como si no fuerais vosotros sino como si fuerais espectadores que desde fuera observan un espectáculo, el espectáculo de vuestra vida, entonces en vosotros daría comienzo la liberación de vuestro ser, os falta salir de vosotros mismos para analizaros en profundidad y liberaros de vuestras pesadas cargas, la mayor parte del tiempo estáis presos de vosotros mismos, sois vuestros propios carceleros y eso os impide avanzar en la paz del espíritu, el egoísmo no tolera ni conoce la paz. Hijos míos muchas veces confundís la euforia de vuestros deseos mezquinos con la felicidad que buscáis, de allí proviene también vuestra falta de paz, deberíais ser felices simplemente por el hecho de ser hijos perfectos de un Padre perfecto en un universo perfecto, si no os aceptáis a vosotros mismos como sois, el amor parecerá algo inexistente por más que os afanéis en buscarlo, la paz hijos míos es el reconocimiento constante de quienes sois uno junto con todos, debéis reconoceros como partes de un todo perfecto en vuestro ser divino, vuestro Dios, allí comienza el camino hacia la paz interior y el camino del corazón. ¿Dime hija mía cuando sientes paz en tu alma? - Creo Padre que cuando encuentro la solución a un problema.


Eso es un error hija amada la felicidad y la paz no llegan al encontrar la solución a un problema sino cuando observas que no existe tal problema. La paz y la felicidad hija mía no tiene su raíz en el cese del sufrimiento sino en la imposibilidad de la existencia de tal sufrimientos y no existiría en tanto descubráis que solo existe algo si vosotros lo creáis si vosotros permitís que exista, si vosotros os afanáis en estar presos de vuestra soledad, allí radican los sufrimientos, el núcleo de la paz hija mima, está en no sentiros solos sino en comunicación y compañía constante de la Presencia amorosa e incondicional de vuestro Padre que es el amor presente y omnipotente en vuestras vidas, mi presente, cuando os consagréis a ese amor enteramente estaréis entonces en condiciones de dar y recibir de maneras y formas ilimitadas. Ya has visto hija mía, acabas de atravesar una gran tormenta pero te abandonaste en mis manos y el problema no existía pues estabas en los brazos de tu amante esposo y de vuestro Padre, el abandono completo en mi Ser es el eslabón que os falta para alcanzar la paz perfecta. Deseo ardientemente que encontréis las llaves que abren la celda de vuestra alma y la que os posibilita encontrar caminos de paz y de redención, una vez más vuestro Padre os dice que la fuerza radica en vosotros que la paz nacida desde dentro es la paz proyectada hacia fuera, transformará el mundo entero, abandonad un poco la imagen de la tierna paloma blanca, mientras permanezcáis aferrados a esa imagen como a la espera de ser milagrosos que os de la paz tan anhelada, esa paz jamás llegará, más bien miraos vosotros en un espejo y en esa imagen repetíos una y otra vez, yo soy la paz, yo soy el que ha de transformar el mundo, pues yo soy vive en mi, es este Ser y no otro el que ha de lograr la paz entre los hermanos y el Espíritu de Dios que mora dentro de mi Ser, no hay mejor paloma blanca que mi alma blanca y pura, libre de ataduras y libre de prejuicios es mi alma el lugar donde se forja y se hace la paz y es el alma de mi hermano la que debo ayudar y liberar hasta que se funda en un abrazo, puro, tierno y eterno con su Dios y Señor. Escribe hija mía, escribe para que mis hijos escuchen mis mensajes, escribe para que comprendan tantas cosas que aún desconocen, escribe para que mi Voz remueva dentro vuestro esa luz que duerme y necesita ser avivada para que el mundo todo encuentre caminos de luz. La voz de mi hijo un día os dijo: Si alguien quiere venir en pos de mi, niéguese a sí mismo y sígame, porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá. En esas palabras se encierra el gran misterio del discipulado cristiano, veo que muchos de mis hijos aún no comprenden totalmente lo que significa


ser hijo de Dios y discípulo de Cristo. En el discipulado cristiano debéis tener presentes tres aspectos fundamentales del mismo, - el padecimiento - el rechazo - y la muerte. Pero sin temor ninguno, allí tenéis el ejemplo de mi hijo que fue enviado en misión al mundo de los hombres para traer la paz espiritual y esa paz debía ser ganada mediante la entrega total generosa y obediente pues el mundo había entrado por canales de pecado muy profundo, giraba sin sentido y hermanos contra hermanos libraban una batalla cruel contra la oscuridad para que ese mundo fuera liberado. Mi amado hijo debía sufrir el rechazo de los hombres para que la luz de vuestro Padre brillara en el corazón de las almas, mi hijo debía morir en tinieblas y para que el agua de la vida pudiera fluir en abundancia a todas las almas sedientas, vuestro maestro debía morir sediento pues el mundo debía reconciliarse con Dios, debía el Padre desamparar al Hijo en el calvario para poder dar vida a las almas que estaban muertas, entonces el hijo debía morir para rescatar a las almas del abismo y del poder de las tinieblas. Deseo que sepáis especialmente mis maestros que el ser líder espiritual, el ser verdaderamente discípulos de Cristo lleva consigo un precio muy elevado, ese precio es el de la fidelidad a vuestro Señor en todo tiempo y bajo cualquier circunstancia el precio del sacrificio y del rendimiento total e incondicional a vuestro creador y sobretodo el precio de la perseverancia, pues si permanecéis en mis palabras seréis verdaderamente mis discípulos y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres. Vuestro Padre necesita que toméis conciencia de la gran tarea encomendada, esa tarea es continuar la obra redentora de mi Hijo es vuestro turno, el de continuar la fe en único Dios para todos los hombres, nadie puede conocer en plenitud a Dios si antes no conoce al Hijo, y nadie puede seguir al Hijo sin antes haberlo conocido profundamente. Si verdaderamente sois seguidores de mi amado hijo, debéis andar por la tierra como él anduvo y para poder caminar sus mismos pasos es necesario que abandonéis por completo vuestra vida pasada y caminéis en una vida renovada, plena de luz. El discipulado demanda obediencia y la obediencia solo es posible cuando vuestra fe es auténtica y esa fe es real, únicamente si sois obedientes pues no solamente los que obedecen creen, a partir de la obediencia se gesta, se nutre y se alimenta la paz necesaria en el hombre nuevo, el nuevo reino tiene trabajadores revestidos de hombres nuevos no hay lugar para el hombre viejo quejoso y lleno de dudas, el nuevo reino exige de esos hombres tres cosas, negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguir a Cristo, Maestro y Señor.


Muchos hijos míos aún siguen sin comprender que es negarse a sí mismo, negarse es una acción decisiva que todo hombre debe tomar, significa que la voluntad de Dios se ha de colocar en primer lugar en vuestras vidas, significa hijos míos vaciarse de todo aquello que os separa de vuestro Padre, negarse a sí mismo es despojarse quedarse vacío para llenarse completamente de Dios, pero esa negación siempre ha de ser en libertad, sin exigencias, sin imposiciones pues significa iniciar una nueva vida, pero será necesario hijos míos descender del pedestal en el que muchos de vosotros os habéis subido, para iniciaros en el camino de la obediencia, es morir para vivir, no améis al mundo ni las cosas que están en el mundo pues si alguno ama al mundo, el Padre no está en él. Yo vuestro Padre estoy en la luz y no en la materialidad de la carne, debéis realmente iniciar un nuevo nacimiento. Os he escuchado renegar de vuestra cruz, que vuestra cruz es pesada, a cual cruz os referís hijos míos, la cruz que vosotros mismos creáis, vuestro Señor os ha dicho tomad vuestra cruz y seguidme, pero la cruz se refiere a morir a vuestras mezquindades, a morir al hombre viejo para dar lugar a la nueva generación de la luz, a todos vosotros la vida en Dios se os hace difícil porque en lugar de tomar la cruz que os corresponde tomáis otras cruces, cruces creadas por vosotros mismos y entonces os creáis pesadas cargas que os vuelven insoportables de llevar. Amados hijos cuando vuestro hermano murió, murió por todos vosotros y así como vuestro hermano resucitó a una nueva vida, vosotros también resucitasteis a su nueva vida, tomad vuestra cruz, significa morir todos los días de vuestra existencia a las influencias del pecado y de la oscuridad, significa vivir liberados porque Cristo os liberó y si verdaderamente comprendéis el significado de tomar vuestra cruz estaríais aliviados pues vuestro Padre os ha dicho mi yugo es suave y no ato a vosotros pesadas cargas, si lleváis pesadas cargas es porque aún no habéis encontrado el verdadero sentido de vivir en Dios. Amados hijos vuestro Señor os dijo ¿deseáis saber donde vivo? Seguidme. Ese seguimiento ha de ser incondicional, pues muchas veces vuestro Padre os ha escuchado decir, “Padre aún no puedo seguirte porque mis padres, aún están ancianos y enfermos” El seguimiento es la primera decisión que debéis tomar, el seguimiento hijos míos es la primera respuesta que debéis dar. Primero es el reino, primero es el seguimiento a Dios y después sois vosotros, solo así el nuevo reino se convertirá en el mundo de paz que tanto anheláis. A vuestro Dios se le sigue o se le deja, pues aún en compañía de vuestros pares podéis ser mis seguidores y mis discípulos, vuestro creador os dice que la paz es el camino del corazón y ese camino está marcado por el


seguimiento sin retaceos a mi Voz, está marcado por tomar la cruz y vivir en Cristo, está marcado por la obediencia. Te he preguntado muchas veces Padre amado ¿Qué deseas de mi? Y has hecho silencio, entonces las respuestas vinieron a mi corazón como un rayo de luz, deseo Señor quererte darte todo de mi, deseo agradarte siempre y temer una sola cosa, el ofenderte, deseo despojarme de todo vivir, una nueva vida y olvidada de todo lo antiguo de mi vida, conocerte olvidada de todo, buscarte y poder hallarte en lo profundo de mi corazón y entonces sentirte dentro de mi ser y abrazarme a la llama de tu amor ardiente, deseo transfigurarme en Ti, vivir la gloria de tu luz resplandeciente y servir a este esposo mío que me has dado como compañero de vida y de camino pues al servirle a él te estoy sirviendo a Ti, deseo por último Señor y Dios mío vivir tomada de tu mano siguiendo fielmente la huella de tus pasos por toda la eternidad. Amén. Bendiciones hijos míos. ¿Hija mía has visitado el jardín últimamente? - No Padre, hace tiempo ya que no llego al jardín. Deseo mostraros algo, tomad mi mano y venid en pos de Mí. Ahora hija mía describe en detalle lo que ves. - Veo un verdor muy intenso y hay aroma a hierba mojada. Ha llovido, veo agua esparcida en el verde pasto. Veo a mi derecha grandes cestas de flores de un color rojo intenso, con el centro amarillo. A mi izquierda grandes espacios de piedritas de colores, muy pequeñas, nunca había visto piedrecitas azules, tampoco las vi rojas, son pequeñitas y si las tomo con mis manos se escurren con facilidad entre mis manos. Al frente está la fuente que tantas veces he visto poblada de ángeles en su borde. En su borde sentada está mi amada hermana Roser sosteniendo en su falda a dos niños, mientras una niña de cabellos muy negros está sentada a su pie jugando con las flores, le ha puesto en la cabeza una corona de flores amarillas y rojas y un vestido muy blanco con puntillas en los bordes. Su cabello está sujeto con dos colitas y unas cintas blancas como terciopelo adornan su cabello. Muy bien hija mía, allí tienes a tus próximos hijos, ahora prosigamos. - Padre siento mucha curiosidad veo a Emiliano muy afanado con un árbol muy especial, alguna vez escuché que existe el árbol de las hojas doradas, nunca lo había visto y ahora lo tengo frente a mi, su tronco es grueso se lo ve fuerte, sus ramas caen en cascada y sus hojas doradas relucen con el sol, también hay cientos y cientos de pajarillos en sus ramas todos cantando al mismo tiempo cada uno cantando al mismo tiempo, cada uno con su trino particular, ensordecen mis oídos, pero es tan alegre su trinar, es tan maravillosa la melodía que compone con sus cantos me quedaría a vivir en


este sitio. ¿Padre antes no vi ese árbol? ¿Por qué ahora recién lo descubro si es tan bello, tan fuerte y tan alegre? - Porque ese árbol siempre ha sido muy especial, ha estado al cuidado del jardinero siempre, puede faltar de atender alguna planta alguna vez, pero este no. ¿Hija sabes como se llama? - No Padre. Alegría, es el árbol de la alegría por eso allí se posan todas las aves, por eso siempre allí hay música, por eso es tan fuerte porque la alegría hija mía fortalece, todo aquello que se cimenté sobre la alegría tiene asegurada una vida larga y próspera. Por eso deseaba mostraros hoy este sitio y en especial el árbol de la alegría es lo que más falta os hace para alcanzar la paz y lo que menos mis hijos ejercitan la alegría. Hoy deseo que dejéis de sufrir es hora de despertar ya de enterrar el hacha de la ira y de sacudiros esa pesada carga que lleváis, es hora de que os miréis a vosotros mismos con benevolencia y con ternura hasta que os convirtáis en el gran amigo de vosotros mismos, os estoy dictando el evangelio de la paz, os estoy dando los medios y la manera para que en vosotros solo sea una fuente de paz eterna, perpetua, pero si no os amigáis con vosotros mismos si no recobráis el árbol de la alegría que cada uno de vosotros lleva plantado dentro no será posible la paz. ¿Cuántas aves se posan en vosotros para cantar? ¿Encuentran las aves en vosotros un árbol fuerte, alegre y propicio para vivir? Es una pregunta que todos deberéis hacer si es que en verdad deseáis vivir en el reino de la paz. A lo largo del recorrido de vuestra vida habéis ceñido vuestra cintura con el cinturón de la hostilidad y a vuestra cabeza solos vosotros le habéis puesto una corona de espinas donde nadie puede posarse y descansar, dejaos ya de martirizaros, mirad a vuestra Madre como os cuida celosamente día y noche, pero hay algo que ella no puede hacer por vosotros y es amaros a vosotros mismos, entonces como se ama al hijo más desvalido deberéis amar a esa frágil vasija que es vuestro ser, precisamente porque es muy quebradiza necesitáis envolverla en un abrazo de piedad y de ternura. Las estrellas giran eternamente aquí arriba frías y silenciosas, los acantilados permanecen inconmovibles al borde de los océanos, con sus raíces hundidas en la arena, el invierno es frío y el estío ardiente. Hijos míos las cosas son como son, vosotros sois como sois y de todas maneras a pesar de todas vuestras carencias de todas vuestras mezquindades son una maravilla. Veo a mis hijos deprimirse, se han colocado grandes metas y no las alcanzan, anhelan tener la virtud y los dones de otros y eso los pone vanos y amargados, desean adquirir aquellas cosas que sus hermanos poseen y como no es posible entonces caminan


por el mundo maldiciendo su poca fortuna, no os irritéis, no os deprimáis hijos míos ni os entristezcáis por nada. Veo hijo mío como tus hermanos avanzan y retroceden y veo cuanta preocupación hay dentro de ti y la pregunta es hijo mío ¿Por qué te preocupas tanto? El que es superficial morirá superficial, pero mejorado por tu empeño, por tu entrega, aquél que reniega de Dios morirá renegando, pero mejorado por ti, cada ser es como es no se puede exigir el cambio, pero si la mejora, con tan solo una mejora en el ser espiritual la tarea está cumplida. ¿Qué no llegan? ¿Qué no avanzan? ¿Qué una y otra vez regresan a lo mismo? Así es hijo mío y aún así el reino del amor se construyó y el reino de la paz se instaurará, que nada te quite la calma, ni la paz, las tareas se cumplen como deben ser, el trabajo se lleva adelante, paso a paso sin detenerse y sin fatiga. Si hijo mío por eso deseaba mostrarte el árbol de la alegría, tu árbol es el más bello que haya visto jamás, en él se posan tantos hermanos, a él acuden tantas almas en busca de sombra para protegerse del sol abrasador del enemigo que los quema, a él acuden tantos a refugiarse detrás de su ancho tronco, cuando las sombras los persiguen. Siempre en ti debe crecer el árbol de la alegría y en cada uno de mis hijos, no te avergüences jamás por nada, no eres una estatua de arcilla hijo mío, eres aurora de la mañana y campana, eres una preciosa arquitectura que poco a poco llegó a ser lo que hoy es una catedral de la fe. Hoy deseo que mis hijos sean todos benevolentes y cariñosos consigo mismos, sed felices porque son multitudes que esperar participar de vuestra lumbre de contagiarse de vuestra alegría, nadie en vuestra vida puede regresar atrás las cosas que ya sucedieron, forman parte de vuestra historia, las lágrimas derramadas ya fueron derramadas, ahora es necesario que llenéis vuestra casa de armonía y entonces el mundo todo se llenará de armonía, tened presente siempre que vuestra existencia es una gran fiesta y que vivir es un privilegio, cultivad siempre ese árbol y sobretodo amaos, amaos mucho como Yo os amo, no añoréis aquellas cosas que no podéis poseer, pero añorad siempre la paz. ¿Por qué algunos viven más y otros menos? ¿Me preguntan mis hijos? Porque cada uno de vosotros tiene trazado un plan, aún el niño pequeño que no logra vivir más que unos minutos, aún ellos tienen un trabajo que cumplir y este se cumple, dejan huella, todos atraviesan esta vida con un propósito y si vuestro Padre los llama a su Presencia, es porque su propósito ha sido cumplido, aún los animales que pueblan la tierra, cada uno de ellos está allí y ha tenido vida porque cumple con su fin. Si tienes eso presente, si comprendéis que vuestra vida forma parte de un gran plan de vuestro Padre en el cual todos vosotros estáis inmersos, si lográis


comprender que sois valiosos a pesar de lo que el mundo os diga, entonces estaréis cultivando el árbol de la alegría y la paz, será posible dentro vuestro y por ende hijos míos en el mundo entero. Vuestro hermano Francisco decía, Cantan los prados, cantan las flores con armoniosa voz y mientras que cantan prados y flores, yo soy feliz pensando en Dios. ¿Qué hacia en ese momento? Cuidaba, adornaba y regaba el árbol de la alegría aún en medio de tanta pobreza y de tantas carencias. La alegría era su evangelio. Amada hijo en la paz y en la certeza de que pisas las huellas que Yo te he marcado, que no existe un solo movimiento de tu ser que no haya sido trazado por Mi, en la certeza de que tus caminos son mis caminos y que cada paso te conduce directamente hacia tu destino. Ten paz y vive en la alegría de quién se sabe amado por Dios. Ardo de deseos de que cada uno de mis hijos comprendan que su Dios, su Padre eterno es compañía permanente en sus vidas, ardo de deseos de que tomen mi mano y me sientan cercano, ardo de deseos de posarme Yo como una ave pequeña en sus ramas y escuchar como una sinfonía majestuosa el latido de sus corazones diciendo Te amo Dios, Yo te amo Dios. A veces me pregunto ¿sabrán mis hijos que su Padre también desea ser abrazado? ¿Que su Padre también desea escuchar de sus hijos, te amo Padre y se que estas a mi lado? Que al haceros la señal de la cruz me agradaría mucho que vuestros labios murmuren, te amo Señor mío y Dios mío es mi gran deseo, amados hijos. Yo quiero ser Señor amado como el barro en tus manos, toma mi vida Padre y hazla de nuevo, yo quiero ser un vaso nuevo. Te amo Padre. Os amo hijos míos. Vuestro Padre ha hablado.


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