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Exorcismo

EXORCISMO

Están en cualquier lugar. Se aparecen en las cumbres, en la profundidad de valles o lagunas, todo sitio se presta a sus propósitos oscuros tenebrosos.

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Donde alguien llora una pena, donde alguno se desvela o muere, donde ocurrió una tragedia brotan como los gases, como una emanación de los avernos y no hay cruces, agua bendita. No hay conjuro que les espante y los aleje.

Se adaptan a todo clima a todos los ambientes. Moran en castillos Transilvanos en humildes bohíos del Caribe en la gravedad elegante de la ópera y en lúgubres taperas de la Pampa.

El texto manda exterminarlos. Me preparé un equipo de exorcismos, con los antídotos adecuados

a todo espíritu inmundo, a todo espectro del universo y estacas de pino, balas de plata, cachiporras y soguitas para matar vampiros. Y me fui a buscarlos por el mundo. Por el Oriente fabuloso, por los oscuros mares tropicales y en los polos de la noche larga donde las blancas distancias nos hielan las espaldas.

Seguí con atención antiguos textos esotéricos me inmiscuí en los lugares a que aluden los misterios más profundos. Pero no los encontré en ninguna parte. Ni siquiera en los bosques más tupidos, ni entre los espejismos del desierto, ni en catacumbas sórdidas, ni en las casas de los más supersticiosos. Hoy lo admito, fue un error salir a perseguirlos, a buscarlos tan lejos. Ellos estaban en mi barrio, en mi propia casa. Me usaban la bicicleta, se tomaban el vino y la cerveza. Convertían mi domicilio sus lugares umbríos

en un sitio lúgubre execrable y tenebroso Como el texto manda concretar el exorcismo. Voy a liberar mi ser, mi cuerpo de todos los demonios. En especial mi mente. Los expulsaré con fuerza que salten bien lejos grotescos espantajos despeinados. Que se diluyan en la noche interminable de los tiempos, Que no regresen nunca y dejen mi imaginación en paz.

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