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Condición finita

CONDICIÓN FINITA

Me alegro de haber nacido porque existo, porque vivo. A veces hasta sonrío y algún día me daré el gusto de morir. Mi memoria se remonta jubilosa hasta el lugar de donde soy. En otras ocasiones, en momentos sombríos me olvido a qué venía; a qué venía yo a este mundo y otras veces me engaño pensando que fue un hecho involuntario.

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La infancia me gustó porque, todos los cretinos de mi edad entonces eran niños inocentes niños que jugaban y las mujeres que hoy crecieron o engordaron; eran tiernas señoras damas de trenzas y guardapolvos. Sarmiento un viejo pelado

y el general Susvin y la aritmética y la siesta cuyana con los barriletes en otoño.

Por suerte la niñez es fugaz, un día se termina y no jode más. Tan sólo se repite en la locura. Dejar de ser niño ¡Qué alegría! Y pasar después volando las edades conflictivas con pelusa en el bigote y novias con ojos maquillados. Andar en moto, salir de mochilero, fumar…llenarse de humo y misticismo, hasta perder la paciencia adolescente y crecer, crecer, madurar envejecer, tener derecho a la nostalgia.

Me alegro de haber nacido porque existo, porque vivo, con intensidad, mansamente y valientemente porque un día, me daré el gusto de morirme. Intensamente también,

con ganas, bien muerto. Pero ni un minuto antes, ni un segundo después, en el momento justo, me muero y chau no jodo más. Y me iré descomponiendo, desecando, esta mi identidad será tan sólo un nombre, palabras esparcidas, malos y buenos recuerdos. Enemigos que amargamente sonrían, amigos que sonreirán al evocarme y yo continuaré mi descarne mi última deshidratación, hasta ser tan sólo huesos, un buen flaco, un simpático esqueleto de risa desdentada. ¡Habré cumplido!

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