Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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EN S O M A C DU A I M E Cร MO E D N PA A L E D S TIEMPO รกjera or: Coordinad

รกrez durante la pandemia por el Covid-19 Zona 70, Sector 15





N E S O M A UC D E O IA M M E Cร D N A A P L E D S TIEMPO รกjera

or: Coordinad

Coordinador:

Luis Guerrero Rubio Nรกjera


Cómo educamos en tiempo de la pandemia DERECHOS RESERVADOS Primera edición: 2020

© Luis Guerrero Rubio Nájera Impreso en México Printed in Mexico


ESPERANZA De Alexis Valdés

Cuando la tormenta pase y se amansen los caminos, y seamos sobrevivientes de un naufragio colectivo.

Entenderemos lo frágil que significa estar vivos Sudaremos empatía por quien está y quien se ha ido.

Con el corazón lloroso y el destino bendecido, nos sentiremos dichosos tan sólo por estar vivos.

Extrañaremos al viejo que pedía un peso en el mercado, que no supimos su nombre y siempre estuvo a tu lado.

Y le daremos un abrazo al primer desconocido, y alabaremos la suerte de conservar un amigo. Y entonces recordaremos todo aquello que perdimos, y de una vez aprenderemos todo lo que no aprendimos. Ya no tendremos envidia pues todos habrán sufrido, y no tendremos desidia seremos más compasivos. Valdrá más lo que es de todos que lo jamas conseguido. Seremos más generosos mucho más comprometidos

Y quizás el viejo pobre era tu Dios disfrazado. Nunca preguntaste el nombre porque estabas apurado. Y todo será un milagro Y todo será un legado Y se respetará la vida, la vida que hemos ganado. Cuando la tormenta pase te pido Dios, apenado, que nos devuelvas mejores, como nos habías soñado.



Contenido Hilitos de colores para mamá...................................... 13 Maestra María de Montserrat de Anda

Empatía................................................................... 19 Maestra Irma López Sandoval

Banco de alimentos: Dar para dar................................ 23 Maestra María de los Ángeles Morales Sánchez

Más cerca de los padres de familia................................ 27 Maestra Griselda Anahí Ríos Alarcón

Los docentes como seres emocionales.......................... 33 Maestra Claudia Fontes Maldonado

Mi experiencia en la etapa de contingencia................... 35 Miss Tania Herrera Melero

Una breve reflexión.................................................... 37 Maestra Yessica Aimé Udave Trevizo

Extrañamos la calidez humana.................................... 39 Miss Daniela Chairez Macías

Camila, la luz que despertó mi alma de docente............. 41 Maestra Margarita Castellanos Rosales

Experiencias desde la distancia................................... 43 Mtro. Roberto Salcido Cano

La capacitación docente en tiempos de pandemia.......... 45 Maestra Blanca Yudith Molina Salcido Maestra Isabel Cristina Arroyo Briano

Una ceremonia de graduación virtual.......................... 49 Maestra Liliana Abigail Hernández Frías

Del WhatsApp a la plataforma Classroom ...................... 53 Maestra Karla Francisca Moreno Urbina

Un sube y baja de emociones y aprendizajes................... 57 Profr. Salvador Osollo Mendoza

Una revista para mis alumnos graduados...................... 61 Maestra Adriana Márquez González

Una nueva forma de vida............................................. 63 Profr. Marino Antúnez Valencia

Me faltaron líneas para seguir escribiendo…................. 67 Maestra Liliana García Rubio


Es la vida, tratando de enseñarte algo........................... 75 Maestra Ana Rosa Ríos López

Saldremos más fuertes............................................... 81 Farid Baro Tijerina (12 años)

Foro de experiencias socioemocionales de docentes y directivos.................................................................... 83 Mtra. Georgina Bejarano Colorado

Contingencia sanitaria: entre adversidades y satisfacciones ������������������������������������������������������������������������������ 85 Maestra Gloria Baro Tijerina

¡El milagro llegó!...................................................... 89 Mtra. Flor Olimpia Limas Zambrano

Supervisar y comunicar, hoy....................................... 93 Profr. Luis Guerrero Rubio Nájera


Presentación El pasado 11 de junio llevamos a cabo un foro de experiencias socioemocionales. En esa ocasión, miramos y escuchamos a través de la pantalla a doce maestras y maestros que compartieron sus experiencias docentes. Disfrutamos ese momento porque se recrearon muchas cosas interesantes de lo vivido en esta contingencia sanitaria. Confirmamos el empeño puesto en el trabajo por nuestros colegas, quienes sin amedrentarse ante la adversidad, asumieron el reto con profesionalismo y decisión, pero sobre todo, con humanismo. Por todo ello, el acto fue particularmente muy emotivo. Pero cometimos una omisión: no grabamos a los participantes. Y era necesario preservar esas voces para la historia. Porque las maestras y maestros habían estado en contacto directo con alumnos y padres de familia. Y en el foro expusieron parte de su trabajo con mucho valor y dignidad. Por eso nació la idea de hacer este documento, para el cual decidimos ampliar la invitación al resto de las maestras y maestros de la zona. Sabíamos que todos tenían algo qué decirnos, algo qué enseñarnos. Y no nos equivocamos. Con grata sorpresa se rebasó la expectativa en la cantidad de colaboraciones: ¡Recibimos 23 textos! Resulta difícil convencer a los maestros de que escriban para publicar. Muchos docentes eligen la acción y escriben para ellos mismos. Y generalmente prefieren compartir su experiencia de viva voz, como en el foro que realizamos. Pero esta vez —y qué bueno— se decidieron a hacerlo a través de la palabra escrita. Nuestro más profundo reconocimiento a cada una y a cada uno de ellos. Agradezco en particular a la maestra Flor Limas y a la maestra Georgina Bejarano, supervisoras de educación especial, así como al maestro Roberto Salcido, director de la USAER 198, que con entusiasmo se unieron a este proyecto de escritura. Gracias también a la maestra Gloria Baro, asesora técnico pedagógica del Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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Sector 15 y a su hijo Farid (de apenas 12 años de edad), por unirse a esta aventura. Y aquí están los textos, unos más breves que otros. Diversos e interesantes todos. Con denominadores comunes: su pasión por lo que hacen, sus dificultades, sus angustias, su amor por los niños, su empatía con los padres de familia. En muchos textos resalta esa preocupación por la difícil realidad que vivían las familias, la cual derivó siempre en un apoyo moral y efectivo por parte de los docentes. Nos queda claro que después de esta etapa de dificultades esa relación se ha fortalecido. Y los más beneficiados de ello serán las alumnas y alumnos, quienes son la razón de ser de la escuela. Estas páginas conforman una especie de testimonio, el cual ponemos hoy a su consideración. Son palabras escritas por maestras y maestros de carne y hueso. Historias reales y cálidas, cargadas de humanismo. Quizá lo único ficticio, en algunos casos, sean los nombres de los alumnos, modificados para proteger su integridad y derecho a la privacidad. Son todas historias salidas del corazón, que seguramente contribuirán a dignificar aún más la labor del maestro ante la sociedad. Y también, sin duda, contagiarán de la pasión con la que fueron escritas. Gracias por su esfuerzo a quienes decidieron participar en este trabajo colectivo. Mi profunda gratitud por su confianza. Profr. Luis Guerrero Rubio Nájera Ciudad Juárez, Chihuahua, julio de 2020

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Hilitos de colores para mamá Maestra María de Montserrat de Anda

Escuela Primaria Lic. Óscar Flores Sánchez T.V.

El grupo al que voy a referirme es un primer grado. Las edades de estos alumnos oscilan entre los 5 y 6 años. Las características principales de esta edad son la actividad física permanente, así como procesos importantes de lectura, escritura y agilidad en el pensamiento matemático. Empezaré por compartirles que cuando dejamos las aulas en aquel 20 de marzo, pensé: “Bueno, son tres semanas, dos de vacaciones y la última de marzo. Espero que mis alumnos no olviden lo aprendido hasta ahora.” Pero los medios de comunicación y el ambiente de incertidumbre que se escuchaba en los noticiarios las 24 horas del día, empezaron a campanear en mi cabeza. Como sabemos, el aislamiento preventivo que inició el lunes 23 de marzo se fue extendiendo. Se suponía que regresaríamos a clases presenciales el 20 de abril, pero no fue así, y ni siquiera los alumnos tenían su equipo de libros de texto completo en casa. Sin embargo, yo necesitaba trabajar habilidades cerebrales para mantener a los alumnos en buena aptitud física y mental. Y ustedes se preguntarán: ¿Y qué es la aptitud física? Pues es la habilidad o capacidad del ser humano para realizar diferentes actividades físicas con un buen rendimiento y minimizar los efectos de agotamiento, sedentarismo, cansancio y debilidad. La aptitud física también está relacionada directamente a la salud del cerebro y específicamente a la capacidad de aprender. Y se me vinieron a la mente palabras clave: Incertidumbre, estrés, ansiedad, encierro, aislamiento. La realidad era que mis alumnos no podrían salir de sus casas. Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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Al hacer conciencia de ello, se me vino una cascadas de necesidades en relación a los alumnos del grupo de 1º B, como una mamá que empieza a hacer la lista del mandado antes de ir al súper para satisfacer las necesidades de su familia: • Necesito mantenerlos en una actividad que agilice sus neuronas. • Necesito que aunque estén en casa, su cerebro siga trabajando, que esté despierto, activo. • Necesito que aunque estén bajo cierto sedentarismo, inviertan ese tiempo en una actividad que mejore ampliamente la concentración mental. • Necesito trabajar su hemisferio derecho, específicamente la parte creativa para que sus neuronas estén en movimiento Así me llegó la idea del bordado, como un pasatiempo creativopasivo, por decirlo de alguna manera. Todas esas necesidades que veía en el grupo me trasladaron a mi infancia. La actividad del bordado lo cubría todo en mi mente de maestra, junto con lo que estaba pasando en esta pandemia. Así fue como la estrategia hilitos de colores para mamá fue tomando forma. Compré lienzos con cuatro costuras por metro, hilazas de colores y agujas de canevá (sin punta, para que los niños no se lastimaran). Luego me pregunté: ¿Ahora cómo se los entrego? Y rápido me respondí: ¡En bolsas desinfectadas con su nombre! Para ello, me apoyé en la vocal del grupo, ya que la señora vive a la vuelta de la escuela. Con una cuerda elaboramos un tendedero donde colgamos los kits para bordar, con los nombres de Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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los alumnos. Y ahí mismo envié un mensaje a los padres de familia, donde les di a conocer la importancia de la actividad, instrucciones, precauciones y beneficios. Para terminar de convencerlos, les comenté que sería el resultado de la asignatura de Arte, y que para ser tomada como calificación, tendrían que enviarme evidencias de que los alumnos estaban bordando solos o bajo la supervisión de un adulto en casa. Esto último evitaría que la abuelita o la comadre les hicieran la tarea completa. El plan era terminar la actividad en dos semanas, pero se tuvo que prorrogar a tres. Y como se acercaba la celebración del Día de las Madres, les dije que la costura sería un hermoso regalo para mamá. El día 8 de mayo recogería su costura previamente desinfectada, en una bolsa sanitizada y con el nombre del alumno. Todo sería a través de la vocal del grupo. Las evidencias del proceso de costura que me enviaban por whatsapp me dejaron con el “ojo cuadrado” p or once alumnos estaban bordando de varias maneras. Aunque también hubo comentarios negativos de parte de algunas madres de familia, de esos que nunca faltan. Pero insistí en los beneficios de dicha actividad y rematé con la idea de la calificación en Artes. El 8 de mayo por la tarde cuando llegué a casa de la vocal del grupo, me aguardaba una grata sorpresa: Once costuras terminadas. Me desbordó la alegría. A la mañana siguiente visité a un sastre que vive cerca de mi casa, quien a causa de la cuarentena no tenía trabajo. Le platiqué la idea de hacer cojines con las costuras de los niños y gustoso me dio su ayuda para coserlos. Les dejamos una abertura para rellenarlos. A cada cojín se le bordó el nombre de cada mamá, quien seguramente había estado al lado de su hijo en todo ese proceso ya fuera para ayudarlo o para desestresarse ella misma. La tarde del sábado 9 de mayo la destiné a rellenar y a coser, a envolver y preparar los cojines. Tenían que estar listos para el 16

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domingo 10 de mayo. Y así fue como este Día de las Madres del 2020, en plena etapa de contingencia, los alumnos obsequiaron un atractivo y confortable regalo a mamá, hecho con sus propias manitas. Las mamás me compartieron fotografías donde sonrientes, recibían de parte de sus pequeños hijos un regalo inolvidable. Esta es la breve historia de cómo nació y se hizo posible la idea de la estrategia de Hilitos de colores para mamá.

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Empatía

Maestra Irma López Sandoval Escuela Francisco I. Madero

¡Vaya tiempo histórico el que estamos enfrentando! Tiempo que nos va a dejar a cada una de nosotros muchas anécdotas para contar. Soy la maestra Irma López Sandoval de la escuela primaria Francisco I. Madero. Esta es mi historia: Durante el proceso del diagnóstico para iniciar con esta nueva modalidad de trabajo, hubo un suceso lamentable en el cual mis emociones se vieron comprometidas con la realidad. Una de las familias de mi grupo estaba enfrentando una difícil situación de salud en esta contingencia, que era la enfermedad del COVID-19, causada por un coronavirus, perteneciente a una extensa familia de virus que pueden causar enfermedades tanto en animales como en humanos. En los humanos, se sabe que varios coronavirus causan infecciones respiratorias que pueden ir desde el resfriado común hasta enfermedades más graves como el síndrome respiratorio. En el 2019 se identificó un nuevo coronavirus como la causa de un brote de enfermedades que se originó en China. Se presentó la oportunidad para que la señora me tuviera la confianza necesaria y me platicara sobre lo que estaban viviendo. Aunque ya había pasado el peligro, aún estaban aislados y afectados emocionalmente. La señora me platicó que primero se enfermó su esposo y dos de los hijos y que ella se hizo cargo de cuidarlos, pero que gracias a Dios pronto se recuperaron. Al principio pensaban que había sido una fuerte gripa, pero a los pocos días enfermó ella también y se le presentaron todos los síntomas muy severos. Cuando decidió ir al doctor el galeno no quiso atenderla; después fueron con otro médico, quien les sugirió que mejor acudieran a la clínica del Seguro Social a recibir atención, ya que ella presentaba todos los Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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síntomas del COVID-19. Ella no quiso que la internaran en el hospital Seguro Social por el temor de no volver a ver a su familia. Optó por quedarse en su casa, teniendo comunicación con el doctor por vía telefónica. Me platicó que vivió dos semanas muy difíciles, pero sobre todo una, que fue la más intensa, con temperaturas muy altas en su organismo, mucho dolor muscular y ni siquiera podía hablar porque se agitaba; además, experimentaba dificultad para respirar. En resumen, presentaba un cuadro grave de coronavirus. Nadie más sabía por lo que ella estaba pasando, solamente su mamá, quien se hacía cargo de llevarles el mandado y medicamento, el cual se los dejaba en la puerta de la casa. El padre de familia era el encargado de salir y recoger los insumos que necesitaban para seguir viviendo. La señora tenía mucho miedo de que algún vecino o alguien más se enteraran de lo que estaban pasando. Sabía por las noticias de algunos hechos lamentables por los que habían pasado otras personas que habían salido positivas del COVID-19. Supo, por ejemplo, que a una familia le habían quemado la casa por el solo hecho de que eran portadores del virus. A ellos todo eso los mantenía muy angustiados. Vivían pues, con el temor real de sufrir una agresión, ya sea física o verbal. Estuvieron aislados en casa durante un mes sin salir para nada. Platica la señora que los niños lloraban mucho por el temor de que ella pudiera morir, querían estar cerca de ella en todo momento, pero no les permitían que entraran a su recámara. Ella sufría mucho al ver a sus tres hijos y a su marido. ¡Le pedía a Dios que le permitiera vivir para cuidar de su familia! Al escucharla, debo confesar que no supe qué decir; pero sabía que debía actuar. Me uní a su pesar y traté de transmitirle toda la actitud positiva que le apoyara de alguna manera. Fue un conflicto de emociones, no podía intervenir de manera directa, por lo cual 20

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opté por estar en comunicación vía telefónica y en mensajes por el WhatsApp constantemente. Sentía una gran preocupación por saber cómo se encontraba la familia, tanto emocional como físicamente. Considero que como docentes no estamos preparados para este tipo situaciones. No sabemos cómo responder de la mejor manera a nuestros semejantes ante esta contingencia. ¡Siempre va a ser muy doloroso imaginar lo que una familia completa está viviendo en estos casos! No obstante, hacemos el esfuerzo por responder de la mejor manera, esperando contar en nuestro país con un protocolo adecuado de respuesta. Porque además, no podemos cegarnos a esta realidad de violencia que en ocasiones se agudiza por esta contingencia. Bueno, pues este es uno de los casos que quise compartirles, entre otras tantas experiencias que se han vivido con otros padres de familia y alumnos, los cuales han transformado mis pensamientos y mi labor como docente. Gracias.

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Banco de alimentos: Dar para dar Maestra María de los Ángeles Morales Sánchez Directora de la Escuela Francisco I. Madero

Agradezco la invitación que se me hizo de participar en este intercambio de experiencias durante la contingencia por el Covid- 19. Esta circunstancia nos sorprendió y a todos nos ha afectado de diferentes maneras en algún momento. Hemos estado cerca de personas que se han visto afectadas por esta pandemia; algunos son familiares, amigos, vecinos o simplemente miembros de la comunidad donde vivimos. Por otra parte, al estar en contacto con nuestros alumnos y sus padres, también nos dimos cuenta que algunos de ellos están pasando por malos momentos, ya sea por la pérdida de algún ser querido o porque se han quedado sin empleo, con la consecuente falta de ingresos para sustentar a una familia con todo lo que conlleva. ¿Qué sentimos al momento de saber que nuestros alumnos no tienen qué comer? No hemos sido indiferentes. Y digo no hemos sido, porque estoy segura de que todos hemos sentido esa angustia del padre de familia, hemos sido empáticos y eso ha ido más allá de la preocupación: nos hemos puesto en acción. Me siento profundamente afortunada por ser el vínculo de apoyo y agradezco profundamente su confianza depositada en mi persona, para ser el enlace entre el docente y el padre de familia en este proyecto titulado Banco de alimentos. Un bonito proyecto que se está llevando a cabo a nivel zona, con la participación de los integrantes de la zona 70 y zonas 2 y 20 de educación especial, que ante esta necesidad nos hemos convertido en un solo equipo. Esto inicia como todos los proyectos: con la idea. Y esa idea la hicimos realidad, demostramos una vez más de qué estamos hechos los maestros, sacamos a flote el lado humanista, el amor al prójimo, Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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virtudes que no cualquier profesionista posee y que nos caracterizan como docentes. Agradezco al profesor Luis Rubio, supervisor de la zona, por ser la bujía de este proyecto; así como a todos los compañeros que poco a poco se han involucrado. Esta noble acción ha logrado remover nuestros sentimientos: la empatía y la solidaridad para dar de lo que tenemos. Porque este proyecto de alimentos se trata de dar y aquí solo el que no quiere, no lo hace. Quiero decirles que en este proyecto de Banco de alimentos, hasta el momento se han entregado alrededor de 57 despensas (Al final se entregaron 72), distribuidas en seis de las siete escuelas de la zona 70, todas a familias que los docentes han nominado para que reciban los alimentos. Porque son ustedes queridos compañeros, quienes tienen el contacto directo con ellas. Se han ganado la confianza para que el padre o madre de familia deje a un lado su orgullo –o tal vez la vergüenza– y les platique de su necesidad. Eso se valora mucho, porque la confianza depositada en ustedes maestros y maestras, significa que se vuelve a confiar en nosotros. Quiero compartirles que en la escuela Francisco I. Madero, donde soy la directora, desde antes de este proyecto se entregaron alrededor de 25 despensas con la aportación de todos los compañeros de la escuela. Eso me llena de emoción y agradezco a Dios el ser tan afortunada por estar cerca de tan grandes personas. Gracias a la gestión del profesor Luis Rubio ante el municipio, siempre atento y ayudándonos en todos los aspectos. Deseo compartirles esta experiencia, porque el mérito no es mío, es de todos ustedes que no dudaron en dar para que ese niño, niña, madre o padre de familia tuviera al menos un día sin preocuparse por la comida. Esas miradas vidriosas de agradecimiento, algunas preñadas de lágrimas, ese gesto, esa voz emocionada, esas palabras, esa sonrisa, esas gracias al momento de recibir su despensa, quedarán grabadas en mi corazón. Al entregarles los alimentos a las señoras, 24

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les he dicho que son de parte de todos ustedes. Créanme, compañeros: recibe uno más de lo que da. Es trabajo extra porque se tiene que estar en la recepción y entrega de los alimentos, pero esa satisfacción que sentí, creo que vale la pena y con gusto lo vuelvo a hacer en caso de ser necesario.

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Más cerca de los padres de familia Maestra Griselda Anahí Ríos Alarcón Escuela Luis Donaldo Colosio Murrieta

Atiendo el grupo de 3º A en la escuela Luis Donaldo Colosio, el primero que se me asigna como titular. Soy nueva en este centro de trabajo y cuando llegué en el ciclo escolar 2019-2020, este grupo aún no había sido elegido por ningún maestro o maestra. Desde el primer momento me propuse atenderlo con la mayor dedicación. El grupo tiene 28 alumnos, 17 varones y 11 niñas; cuatro son atendidos por el equipo de USAER; dos presentan rezago en escritura, lectura y operaciones básicas; dos alumnos manifiestan ciertos problemas de conducta. El grupo es activo, su estilo de aprendizaje predominante es kinestésico. Así que ustedes ya se imaginarán la revuelta que se hace dentro y fuera del salón de clases. Pese al contraste del estilo de aprendizaje de mis alumnos con mi estilo de enseñanza (visual y auditivo), creo que logramos una buena relación. Ellos aprendieron de mí, sin duda, y yo de ellos. Las dos partes cedimos y nos adaptamos a las diferencias. Todo marchaba dentro de lo razonable; bien, se podría decir. Había escasa, pero buena comunicación con los padres de familia. Y de pronto, ya casi en las vacaciones de semana santa, corrió el rumor de que por causa del COVID-19, se adelantarían y alargarían las vacaciones. Sinceramente no imaginaba lo complicado de la situación; no preparé la documentación de mis alumnos para localizarlos en caso necesario. En realidad nadie sabía lo que nos esperaba. Así que paso a platicarles las experiencias que vivimos en el grupo de 3o A durante el periodo de contingencia sanitaria. Comencé por integrar un grupo de WhatsApp con ayuda de la Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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vocal del grupo. Ella se encargó de agregar a varios contactos y yo le pasé otros. Pero el grupo seguía incompleto, así que empezamos a investigar números telefónicos; algunos papás, al integrarse, nos proporcionaban nuevos contactos y así pudimos por fin completar el grupo. No hubo necesidad de poner reglas, fui flexible para la entrega de actividades diarias. No establecí horarios. Me puse a disposición de los padres y ellos, sin decirlo, estuvieron dispuestos a colaborar con sus hijos de la mejor manera, en lo que a diario les pedía. Quiero confesarles algo: al inicio pensaba que la educación a distancia —al menos en mi grupo— sería un fracaso. Mis temores se debían a que en la clase regular siempre terminaba agotada. Varios alumnos —sin motivación para trabajar— no acataban las reglas del salón. Y respecto a los padres de familia, solo algunos se acercaban a preguntar sobre avances o retrocesos de su hijo o hija. Por lo tanto, como podrán darse cuenta, no albergaba grandes esperanzas para mi trabajo durante la contingencia. Sin embargo —¡Oh, sorpresa!—, mis expectativas cambiaron exageradamente en el trabajo a distancia. Los papás y mamás siempre tenían comunicación y, sobre todo, confianza en mi persona. En una ocasión les pedí que elaboraran un juguete con material reciclado. Sinceramente mi actitud era un tanto negativa, no esperaba que lo hicieran y el resultado me sorprendió gratamente. Los alumnos me enviaron una diversidad de juguetes que reflejaban el ingenio e interés que aplicaron en su elaboración: aviones, tortugas, portalápices, ratones, etc. Después del éxito en esta actividad aumentó mi motivación. Se me ocurrió hacer una exposición virtual: envié la actividad al grupo de whatsApp para que todos pudieran ver el trabajo de los demás. Algunas mamás me platicabaron lo divertido que les parecieron las actividades, me daban las gracias porque pasaron un buen rato de 28

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risas. Una de las mamás me expresó en un mensaje: “Gracias por esta tarea. Nos sirvió para distraernos. Y ahí perdone los dibujos de Eduardo, dice que no se le da.” Pero claro, no todo fue fácil y perfecto. En distintos días, varias mamás comentaban que batallaban con su hijo o hija. Una de ellas se expresaba así: “Buenos días, maestra. Sabe que estoy batallando con Mariana para hacer la tarea. Sí la hace, pero tarda muchísimo...” Otra madre de familia, a pregunta mía, me respondía: “Buenas tardes, Miss, sabe que estoy batallando demasiado con Antonio (…) Ya llegué a los gritos porque no me hace caso”. Para motivar a los alumnos con poca disposición, platicaba con ellos por teléfono; eso era mucho más efectivo que los mensajes de WhatsApp. Les preguntaba cómo estaban de salud, tanto ellos como sus familiares; si tenían dificultades para realizar las actividades. Por fortuna, en los casos que menciono la salud y economía eran estables; solo estaban pasando por un momento de estrés y apatía hacia el trabajo en casa. Así transcurrió un mes aproximadamente, hasta que supe de malas experiencias. El primer caso fue el fallecimiento de la abuelita de Darío, uno de mis alumnos; me envió un mensaje desde el whatsApp de su mamá expresando que estaba muy triste porque su abuelita murió por posible COVID-19. Ella padecía de presión alta y en esa ocasión sufrió un pre infarto, luego la llevaron al hospital del Seguro Social y ya no la volvieron a ver con vida. Miguel es un alumno muy intelectual, pero la educación exige como evidencias un cuaderno, calificaciones y una enseñanza un tanto teórica. Es participativo y siempre tiene buenos argumentos, sus opiniones enriquecen la clase. Durante el periodo de educación a distancia la mamá dedicó tiempo para apoyar a su hijo, y Miguel me envió absolutamente todas las actividades. Pero apareció un inconveniente durante ese periodo: Miguel y su mamá empezaron a Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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retrasarse con los trabajos y de pronto recibí un mensaje: “Buenas tardes, maestra. Luego nos ponemos al corriente con la tarea del viernes y la de hoy. Tuve un problema familiar, el papá de Mike está muy malo. Hoy le hacen la prueba del Covid-19”. Me quedé helada. Le respondí: “Qué mala noticia, espero que cualquiera que sea el resultado, él se recupere. Le mando un abrazo.” La señora me respondió agradecida: “Muchas gracias, maestra. Dios la bendiga.” El papá salió positivo al COVID-19, pero afortunadamente se recuperó. Poco después, una mamá sufrió un accidente en su cocina con la olla de presión, le explotó y derramó sobre su cuerpo parte del contenido. Como resultado, sufrió quemaduras de primero y segundo grado. Esa señora siempre ha apoyado a su hijo y mí, como maestra. Colaboraba en las actividades escolares como aseos, organización de festejos y cuidado de los alumnos. Y pese a su dolor, logró que su hijo cumpliera con la totalidad de las actividades en esta modalidad de educación. En ocasiones yo le mandaba mensajes para preguntar cómo seguía de salud, y ella me respondía agradecida por estar al pendiente de su progreso. Al final les envié a mis alumnos un reconocimiento por haber concluido sus actividades. Fue increíble cómo esa imagen con el nombre del alumno, donde se les reconocía la dedicación, alegró sobremanera a los padres de familia y alumnos. Me agradecían y expresaban la emoción que sintieron al recibirlo. Mi experiencia en esta etapa de mi vida la describo como indescifrable. Con frecuencia nos hacemos ideas erróneas sobre los alumnos y padres de familia; creemos que algunos de los niños no tienen interés por trabajar o que en casa no los apoyan; que lo padres de familia son los principales enemigos de nuestra labor… Pero ahora cambió mi perspectiva. Más que como padres de familia o alumnos, los concibo como seres humanos, que se cansan, se desmotivan; que 30

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sufren infinidad de cosas como hambre, tristeza, pérdidas humanas, estrés, depresión, etc. Todos sufrimos o nos beneficiamos por acciones que hacemos y afectan a toda la sociedad. En este caso, nos tocó unirnos de una manera diferente, todos en casa. Y si un grupo de personas no tomaban conciencia y salían, a todos nos afectaba. Así concibo la educación: si el alumno, papá, mamá, maestro, maestra, directivos, conserje, encargada de cooperativa, no hace bien el trabajo que le corresponde se afecta a toda la comunidad escolar. ¿Qué pasaría si el conserje no limpia por una semana la escuela? ¿Qué sucedería si la

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persona que vende productos para los alumnos solo surte alimentos chatarra? ¿Qué consecuencias habría si el docente en lugar de preocuparse por el aprendizaje de los alumnos solo piensa en el bienestar propio? ¿Qué ocurriría si los papás y mamás no apoyaran con actividades como kermeses, festivales, festejos, limpieza o tareas extraescolares? Todos somos parte importante de la comunidad escolar y debemos estar en armonía para que se cumpla el perfil de egreso del alumno. Y en esto, la buena comunicación es un factor primordial para que se cumplan las metas. Sigamos adelante tratando de hacer cada quien lo mejor posible nuestra tarea.

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Los docentes como seres emocionales Maestra Claudia Fontes Maldonado Escuela Anáhuac

Sin duda a todos nos tomó por sorpresa la nueva realidad. La emergencia sanitaria derivada por el Covid-19 nos movió todos los esquemas. De pronto tuvimos que irnos a casa y vivir en confinamiento. Y los docentes tuvimos que enfrentar el reto de cómo seguir realizando nuestro trabajo a la distancia. Y no se trataba nada más de contar con herramientas tecnológicas, sino también el hecho de saber cómo apoyar a nuestros alumnos y padres en lo socioemocional. Y lo más importante: cómo poder nosotras mismas tener la estabilidad emocional necesaria para desarrollar nuestra labor. En estas líneas quiero compartir brevemente cómo viví esta etapa con mis alumnos, con los padres de familia y conmigo misma. Empezaré por decir que mantuve comunicación con mis alumnos de manera continua, enviando las actividades que nos marca el programa, considerando los aprendizajes esperados que debíamos trabajar. Al principio los padres de familia se mostraban muy atentos ante las actividades a trabajar en casa. Sin embargo, al paso de los días los percibí un tanto apagados en los comentarios; ya no se notaba la participación de todo el grupo. Y al indagar sobre lo que estaba pasando, me comentaron que ya había casos de este mal que nos aqueja y, obviamente, se notó en la caída de la moral del grupo. Y cómo decirles que yo también estaba pasando por una situación de depresión, que tenía ansiedad y no podía conciliar el sueño; que no tenía ánimos de hablar con nadie. No podía decírselos a ellos. Y siempre me mostré activa en mi quehacer y responsabilidad, porque tenía claro que yo debía ser el aliento para ellos.

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Quiero compartir que algunas madres de familia manifestaron que sus hijos no presentaban el mismo interés al realizar las actividades escolares, algunos lloraban o se mostraban muy tristes. El mantener una comunicación constante con los padres de familia permitió que en conjunto lográramos motivar a los alumnos y que ellos recuperaran nuevamente el interés por las actividades, con lo cual se mejoró el aprendizaje en casa. También quiero comentar que durante una reunión virtual con el personal de mi escuela, el supervisor pidió que expresáramos si nosotros los docentes estábamos pasando por alguna situación de estrés, y que le hiciéramos saber si necesitábamos ayuda. Y fue hasta ese momento cuando me animé a pedir apoyo a la situación personal que yo estaba viviendo desde tiempo atrás. Y agradezco la ayuda que de inmediato recibí a través del equipo de USAER, ya que me canalizaron con una psicóloga y esto permitió aligerar mi estado de ánimo. Por eso creo que más allá de que a los maestros nos vean como guías para nuestros alumnos, para los padres de familia o la misma sociedad, es necesario reconocer que nosotros también tenemos necesidades y sentimientos. Y que a veces es muy difícil expresarlos, por el hecho de que uno es quien debe estar al pendiente y ser esa persona que muestre la fortaleza. En general, puedo decir que en esta etapa de contingencia me sentí muy satisfecha. Creo que pude contribuir en algo positivo ante las situaciones de emociones que se presentaron. Dejé un poco de lado los aprendizajes de las materias y traté de desarrollar bienestar emocional en mis alumnos, aprendiendo primero, a regular mis propias emociones. Esta etapa de mi vida me deja muchos aprendizajes y me permite reflexionar sobre situaciones que puedo modificar para mejorar mi práctica docente.

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Mi experiencia en la etapa de contingencia Miss Tania Herrera Melero Colegio CIMA

Mi experiencia en este periodo de contingencia ha sido grande y de muchos aprendizajes. Sin embargo, también he pasado por situaciones que me han generado diversos sentimientos como tristeza, por no poder ver a mis alumnos y alumnas; y estrés, al tener que adaptarme y esperar a que mis alumnos junto a sus padres también se adaptaran a la modalidad del trabajo a distancia. De igual manera sentí estrés al pensar si mis alumnos estaban alcanzando los aprendizajes que yo proponía y el pensar en si estoy cumpliendo con las expectativas de los padres de familia. Me preguntaba si la organización y la modalidad escogida de trabajo era la correcta para ellos. Sentí estrés de querer partirme en mil y dedicarle tiempo a todo, ya que esto implicó más trabajo de lo normal; se amplió la jornada diaria y se descuidaron otros aspectos como la familia, el hogar, etcétera. Sin embargo, soy consciente que siempre se está para nuestros alumnos. Lo que me llevo de esta experiencia es la satisfacción de ver cómo una video- llamada emociona a mis niños al verme. Los extraño tanto que al ver sus fotos en sus evidencias me llenaba de alegría. Ahora es sorprendente escucharlos y volver a oír sus ocurrencias (Porque hasta por videollamada nos llenan de secretos). También me colma de satisfacción el ver sus logros y avances significativos por medio de sus trabajos y escuchar las muestras de agradecimiento de la gran mayoría de los papás por la paciencia y dedicación como docente. Una experiencia que no olvidaré fue la visita de una alumna, que vino hasta la puerta de mi casa a traerme un detalle por el Día del maestro. Salí y no pudimos evitar darnos un abrazo, mis ojos se Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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llenaron de lágrimas; su mamá la acompañaba. Me dejaron una taza y un pastelito y se retiraron; no tenía palabras, solo agradecí. Esto sin duda es algo que quedará marcado para siempre en mi vida. Ante esta situación aprendí que a pesar de las adversidades siempre habrá una manera de salir adelante. Y aunque se involucren muchos sentimientos, siempre vencerá el amor a mi profesión. Porque sabemos que siempre después de la tormenta, llega la calma. Agradezco la oportunidad de dejarme expresar mi sentir.

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Una breve reflexión

Maestra Yessica Aimé Udave Trevizo Escuela Lic. Óscar Flores Sánchez T.V.

Hoy me siento muy afortunada de vivir esta etapa del confinamiento voluntario, pues he tenido la oportunidad de acercarme a los padres de familia. Desde explicarles cómo aplicar una estrategia o una actividad con sus hijos. Y me he dado cuenta de lo valiosa que es nuestra labor y lo necesario que es nuestro trabajo para apoyar a las familias. En estas circuntancias me he percatado que tengo todo tipo de papás: inseguros, tímidos, enojones, creativos, responsables, tecnológicos, evasivos, callados, platicones, adultos, jóvenes, no tan jóvenes... Y todos con un ritmo de trabajo diferente. Aunque a veces me sacan de quicio (en el buen sentido). No lo puedo evitar. Negarlo sería mentira. Pero al ver un “¡Ya pude!” o un “entregué el trabajo”, o al escuchar en su voz ese alivio entiendo que algo se está haciendo bien. Ahora soy consciente de que no solo estoy educando niños, sino que además estoy guiando adultos. Mi trabajo ha dado un giro sorprendente en solo seis semanas. Es abrumador, pero a mí en lo personal los retos me encantan. Me siento muy contenta porque he obtenido buenos resultados. Y mi trabajo lo disfruto al máximo.

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Extrañamos la calidez humana Miss Daniela Chairez Macías Colegio CIMA

Es increíble ver cómo todo cambia de un momento a otro; cómo puede paralizarse el tiempo y, a la vez, parecer que va a mil por hora. Es asombroso cómo la vida nos enfrenta a nuevos retos, a nuevos caminos día a día, cómo de pronto tenemos que repensar nuestro quehacer, salir de la zona de confort y adaptarnos al cambio. Hoy en día nos enfrentamos a una situación poco común, situación que llegó a mover la vida de todos, que nos afecta de uno y otro modo y que quedará grabada en nuestra historia. Hoy que no podemos estar juntos, usamos lo que tantas veces criticamos y negamos: una pantalla. Ahora nuestro principal medio de comunicación es a través de audios e imágenes. Hoy extrañamos esa calidez humana, la valiosa convivencia, añoramos los “¡Buenos días, Miss!, ¡Buenos días, profe!”, pronunciadas con la peculiar voz de nuestros alumnos. Echamos de menos ese saludo tan tierno y entusiasta expresado al comenzar un día más; extrañamos también esos agradecimientos sinceros, las caritas de sorpresa y la alegría por descubrir algo nuevo; las risas por los pasillos y la convivencia en los recreos. Queridos alumnos: Extrañamos escuchar sus historias, sus alegrías y preocupaciones, los abrazos cálidos que solo ustedes saben dar; extrañamos estar frente a ustedes y atender sus inquietudes, enseñarles, guiarlos y aprender de ustedes; verlos y confirmar que es con ustedes el lugar donde queremos estar y a donde pertenecemos. Sin duda alguna esto nos hace revalorar nuestra labor; nos hace volver a pensar la importancia que le damos a nuestro trabajo. Pero, sobre todo, nos hace revalorar las cosas maravillosas que te deja la docencia. Hoy nos toca estar separados, pero seguimos con el firme Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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compromiso de dar lo mejor de nosotros por y para ustedes. Hoy nos toca la distancia, pero mantenemos la esperanza de que todo esto pase para que pronto estemos juntos, envueltos otra vez en esa calidez humana que tanto extraĂąamos.

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Camila, la luz que despertó mi alma de docente Maestra Margarita Castellanos Rosales Escuela Lic. Óscar Flores Sánchez T.M.

En la situación que pasamos, innegablemente podemos calificarla como algo grave que aqueja a la sociedad entera, en la cual tenemos que afrontar diferentes retos demasiado complicados, y donde el aspecto socioemocional es sin duda la más grande prioridad de atender. Debemos reconocer que la actividad educativa es una acción eminentemente social. Por otro lado, recordemos que uno de los objetivos de la Nueva Escuela Mexicana, no solamente es educar a la mente, sino también al corazón. Y el maestro no puede ser la excepción, puesto que este escenario se compone de varios agentes importantes como son los alumnos, padres de familia y autoridades educativas. Por una sola razón: todos somos humanos y todos sentimos. Quiero compartir que yo, maestra Margarita Castellanos Rosales, afronté una crisis sumamente considerable donde la tristeza, preocupación, angustia y melancolía invadió mi ser, arrojándome a la negatividad, desesperanza y muerte. Pasaban las horas y la cama era el único testigo de mi agonía, fue en ese preciso momento cuando un sonido insignificante llamó mi atención. Era mi celular con un video de Camila, mi alumna que había estado en situación de rezago y con una madre que padecía una enfermedad incurable. Camila me mostraba lo contenta y entusiasmada que estaba porque ya podía leer el texto que les había asignado. En su carita inocente solo había esperanza y fe, su madre me daba una gran enseñanza al estar luchando por sacar adelante a su hija, a pesar de no contar con el método idóneo. Su madre era esa señora de tez pálida y cansancio notorio, cada Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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vez más delgada y de aspecto triste; esa mujer a quien dos semanas antes habían intervenido quirúrgicamente y que por fortuna había salido ilesa. Esa mujer con serias dificultad para caminar, quien un día se presentó en el salón de clase a recoger a la niña. Fue tanta mi admiración que le pedí que no volviera a la escuela hasta que estuviera totalmente restablecida. Cómo imaginar que ya no la vería por mucho tiempo, ya que la escuela se cerró y todos nos confinamos en casa, repasando nuestra lección y adoptando una nueva forma de vida. Tendríamos que esperar hasta que las cosas se controlaran, para evitar el riesgo de contagiarnos por ese virus que llegó y puso en riesgo nuestra salud. ¡Quién imaginaria lo difícil que sería nuestro nuevo estilo de vida! Después de recibir el video de mi alumna fue tanta la alegría que sentí, que mis lágrimas corrían incontenibles. Y ahí fue donde nació, de lo más profundo de mi ser, una inspiración hacia mi voluntad pedagógica para trascender y continuar con pasión y agrado mi trabajo. Ese gran día se demostró que los sentimientos tienen un gran poder para transformar realidades y mover al ser humano en la esfera que sea necesaria. Reafirmo que son clave fundamental para el aprendizaje y para la vida misma. Después de aquel día, inicié con entusiasmo actividades que nunca imaginé, como crear videos y usar plataformas que antes me causaban temor. Y termino diciendo que Camila, ese ser indefenso, hermoso y con esa sonrisa dibujada en su rostro, fue el motor que me impulsó a dar lo mejor y trascender en mi ser y para con mis semejantes. Hasta este día me siento fuerte, invencible y con la esperanza de vivir muchos años, feliz y agradecida por ser una maestra de vocación.

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Experiencias desde la distancia Mtro. Roberto Salcido Cano

Director de la USAER No. 198, zona 20.

Durante la pandemia causada por el virus SARSCoV-2 del 2019 y 2020, nuestra patria, que no quedó ajena, ha vivido una serie de sucesos inéditos, insospechados, de sobresaltos, crisis y paradojas. En nuestro sistema educativo, en consecuencia, se implementó la estrategia “Aprende en casa”, en la que alumnos, padres y maestros hubimos de participar durante estos últimos meses, viviendo una nueva forma de hacer educación, de “ir a la escuela”. De pronto, la escuela se metió a las casas, los maestros nos vimos a través de pantallas con nuestros alumnos y con sus padres. La realidad, que tan acostumbrados estábamos a atisbar más allá del aula, que ellos nos dejaban ver en su plática, en su ropa, en su mochila, se volvió tan distante como una conferencia en video, tan evasiva como una llamada, tan ausente como un mensaje de texto. Encerrados en nuestras propias casas, en algún momento vimos el sordo martilleo del silencio; de la ausencia, del abandono a través del insomnio o del hastío torturando bancas, mesas, sillas, pizarrón, láminas, librero, puerta, suelo, muros y techo… Esos espacios tan nuestros en la distancia. Algunos no pudieron soportar el peso del recuerdo, se rompieron, se abandonaron a este y otros dramas. Una figura sombría terminó de rasgar de una vez la raída sábana con la que se cubrían de su desdicha, se ocultaban del insoportable encierro, se defendían acaso de sí mismos, jugando a cubrir, con la fantasía de la rutina, las hirientes miradas de la realidad. Tuvimos que desaprender. Otros no se resignaron. Su obstinación los llevó fuera de su Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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seguridad, a hacerse vulnerables para encontrarse con la carencia de otros, a hacer más. Tuvieron que salir a la calle con la cara cubierta para engañar su propio miedo, ver un extraño color en las cosas de afuera con la mirada inexpresiva; salir a tocar puertas y llegar hasta donde no llegó el mensaje escrito y vencer el hambre; y dejar que esta venciera el encierro, el orgullo, la falsa seguridad. Era un hambre mayor, no solo de pan, sino de encuentro, de hacer escuela. Salieron, y se llevaron con ellos a otros, los contagiaron, algo los contagió a todos y se fueron. Se fueron a encontrar a otros, y en la búsqueda se encontraron con ellos mismos, con esa parte de ellos mismos que suele salir solamente cuando la soledad es compartida con otras soledades más profundas. Tan profundas, tan compartidas, que nos ponen a todos a la misma altura, a la altura del corazón.

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La capacitación docente en tiempos de pandemia Maestra Blanca Yudith Molina Salcido Maestra Isabel Cristina Arroyo Briano

Asesoras técnico pedagógico zona 70

Al principio reinó la zozobra y el desconcierto entre los docentes. Y era natural: ¿cómo iban a continuar educando a sus alumnos desde el confinamiento en casa? El reto era enorme. Pero los docentes sabían que tenían que hacerlo de alguna forma. Tenían que aprovechar todas las fortalezas a su alcance. Y la herramienta más común era el teléfono móvil, los celulares. El whatsapp. Y la mayoría de ellos así empezaron a trabajar con sus alumnos. Pero después la SEP puso a su disposición una herramienta más completa y efectiva: La plataforma Google Classroom. Y se tejió toda una red al servicio de los docentes del país. Se enviaron correos electrónicos y contraseñas a miles de docentes y millones de alumnos. La plataforma no era en sí una novedad tecnológica en educación, se utiliza desde hace años en educación superior. Pero en educación básica era en gran parte una novedad. Y más para alumnos y padres de familia. Además, la herramienta no estaba al alcance de grandes sectores de la población. Y a muchos docentes, sin conocerla, les parecía muy compleja. Y ciertamente no se dio una capacitación sistemática sobre la plataforma Google Classroom a los docentes. Muchos que tenían el interés y la motivación exploraban tutoriales en YouTube Pero esa decisión quedaba a la voluntad de cada maestro. Porque además, se había dado la libertad de elegir la estrategia de trabajo a cada docente, de acuerdo a su contexto y dominio de habilidades. Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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Eso percibimos nosotras, como parte del equipo de supervisión de zona. Y lo comentamos y analizamos con nuestro supervisor. Y nos vimos en la necesidad de explorar la nueva herramienta, de auto capacitarnos, por decirlo de alguna manera. Así fue como decidimos ofrecer a los maestros de la zona, una capacitación básica en el dominio de esa herramienta. Empezamos a hacerlo por centros de trabajo, a partir de una organización a nivel Consejo Técnico de Zona. Algunos docentes –muy pocos– ya estaban experimentando esa forma de trabajo con sus alumnos. En la primera capacitación que dimos a una escuela –la Óscar Flores Sánchez T.V. –, sin duda las que más aprendimos fuimos nosotras mismas. Y a partir de la siguiente capacitación, se unió a nosotros la maestra Angélica Ruiz Orozco, directora de una USAER que trabaja en esta zona. Y así continuamos capacitando al resto de los docentes de la zona. Uno de nuestros principales propósitos era motivarlos a que exploraran por ellos mismos las ventajas que ofrecía esa herramienta de trabajo. Porque éramos conscientes de los conocimientos básicos que les compartíamos. Empezamos a escuchar voces de docentes que expresaban las ventajas del uso de la plataforma. Eran ellos mismos, no nosotras, quienes lo percibían de esa manera. Porque la línea de trabajo en la zona se mantuvo de principio a fin: libertad al docente para elegir su estrategia pedagógica en la modalidad de educación a distancia. Y al final, nos tocó vivir una grata experiencia. Después de capacitar por centros de trabajo, convocamos a una capacitación voluntaria a todos los docentes de la zona y al personal de educación especial. Y en esa jornada se unieron más de cuarenta docentes. Fue una gran satisfacción. Porque hubo incluso, docentes de otras zonas escolares, a quienes con gusto aceptamos que se unieran a esa experiencia del conocimiento. Finalmente, como asesoras técnico pedagógicas de la zona 70, 46

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debemos reconocer que esta contingencia sanitaria, entre el marasmo de la adversidad, nos ha traĂ­do grandes experiencias de aprendizajes.

CĂłmo educamos en tiempos de la pandemia

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Una ceremonia de graduación virtual Maestra Liliana Abigail Hernández Frías Escuela Lic. Óscar Flores Sánchez T.M.

Una de las experiencias más gratas desde mi inicio como docente, la viví en días pasados en la graduación virtual realizada el 24 de junio del presente año. Una graduación que implicó un gran reto de organización para todo el personal de la escuela Lic. Oscar Flores Sánchez T.M., en particular tanto para los directivos (maestra Rosy y maestra Myrna) como de mis compañeras a cargo de los otros grupos de sexto, la maestra Idalia Delgado y la maestra Gabriela Rodríguez. Con esta acción tratamos de reconfortar a nuestros alumnos graduados, para que disfrutaran de la mejor manera los últimos momentos de su educación primaria, y que les afectara lo menos posible la situación de aislamiento que vivían a causa de la pandemia. Para los alumnos dicha educación representa seis años de esfuerzos conjuntos, diferencias de opinión, intercambio de conocimientos, apoyo académico; pero sobre todo, son seis años de una convivencia diaria que los une como compañeros. De este grupo escolar surgieron grandes amistades que no tuvieron la oportunidad de un cierre normal a su etapa; las familias dejaron de convivir súbitamente. Porque la circunstancia de la contingencia nos orilló a organizar una ceremonia virtual, una forma que jamás habíamos imaginado. El evento tuvo especial relevancia para una servidora por el papel fundamental que mis alumnos representaron en este proceso. Desde que recibí este grupo observé los vínculos que crearon entre ellos; a su corta edad habían constituido un equipo muy fuerte, con el valor que aportaron cada uno de ellos. Existen alumnos serios que Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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comparten poco con el resto del grupo, pero que a su vez son parte vital del mismo. Se hacen fuertes entre ellos, son cómplices y amigos. Por otra parte, las alumnas en las que aún se percibe la inocente niñez le dan el toque tierno a la agrupación. En este grupo también había alumnos a quienes las circunstancias y vivencias familiares los habían obligado a madurar y a ser rudos, a quienes les cuesta trabajo manejar sus emociones ante situaciones que les desagradan y quienes constantemente son acreedores a reportes y sanciones. También hay quienes están ansiosos por ser adultos e imitan a sus padres en el vestir y actuar. Describo a mis hoy exalumnos y no puedo evitar que me invada la nostalgia de lo vivido en este corto ciclo escolar. Pero más añoro lo que sin lugar a dudas faltó por vivir, en el sentido académico, social y emocional. Me queda la sensación de algo inconcluso, como aquello que la vida interrumpe y no da la oportunidad de terminar. Albergo la esperanza de que lo brindado a mis alumnos sea suficiente y que estas nuevas e inéditas vivencias, hagan de ellos personas más fuertes, solidarias y empáticas. Todo lo antes mencionado fue antecedente para la realización de la ceremonia, la cual inició como una idea donde se debían conjuntar todos los planes previstos. ¿Cómo fue esta graduación virtual? Lo describo a continuación: • Reunimos a todos los alumnos de 6to. grado y a sus familias,

quienes en su mayoría formaron parte de nuestra escuela los pasados seis años; queríamos despedir, agradecer e impulsar a nuestros alumnos a dar el siguiente paso en su formación académica.

• Por medio de la ceremonia cívica virtual resaltamos nuestro

sentir patriótico, mas en estos tiempos cuando la solidaridad debe ser el valor común.

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• Por medio de fotografías de nuestros alumnos recordamos

vivencias desde el primer grado; en las cuales compartieron experiencias, desarrollaron habilidades y crecieron juntos.

• Escuchamos las palabras de despedida por una alumna, quien

a nombre de todos expresó su sentir ante el culmen de su educación primaria y, aún más, su percepción de la situación de salud que atravesamos.

• Realizamos el último pase de lista, en el cual proyectamos las

fotografías de los alumnos. En voz mía, su maestra, mencioné su nombre por última vez en esa etapa de su vida. Era un culmen simbólico de este ciclo escolar.

• Para concluir, se invitó a bailar el vals con sus padres. Fue un

momento muy emotivo en el cual los alumnos desde sus hogares bailaron junto con sus padres, quizá como hacía mucho tiempo que no lo hacían.

La condición de virtual que caracterizó a este evento tuvo principal valor debido al apoyo invaluable de la opción brindada por nuestras autoridades educativas, por medio de la plataforma Classroom. Esta aplicación nos da la oportunidad de estar comunicados desde nuestros hogares tanto visual como auditivamente. Otra de las grandes ventajas de esta aplicación es la interacción de los participantes, así como la posibilidad de proyectar en la pantalla diversas presentaciones. Debo mencionar que esta vivencia llegó hasta lo más profundo de mi ser, no solo por el gran reto de organización requerido (mas en este tiempo de aislamiento, en que todo recae en las capacidades propias), sino además por los sentimientos que esto provocó en una servidora. Me fue difícil decir adiós a la distancia; no poder vivir al lado de mis alumnos sus últimos días de formación primaria, reafirmar conocimientos, platicar experiencias y fraternalmente despedirnos. Lloré al pronunciar mis palabras de despedida, era Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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triste no poder abrazarlos y expresarles el cariño que despertaron en mí. Me di cuenta de cómo damos por hecho tantas cosas sencillas que hacen grata nuestra vida, como el hecho de asistir a nuestras escuelas diariamente, ir al supermercado y visitar a nuestras familias. Todas estas actividades han sido modificadas por la pandemia. Quiero concluir este escrito destacando las bondades de mi profesión. A pesar de las adversidades que se presenten, la finalidad será siempre la misma: Educar. Aunque esto conlleve modificar técnicas y aventurarse a utilizar recursos disponibles en nuevas circunstancias, aun las más adversas. Dejar recuerdos gratos como lo fue esta ceremonia de graduación virtual y marcar positivamente la vida de nuestros alumnos. Esto resume la prioridad de la tarea docente: hacer más humanos a nuestros alumnos.

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Del WhatsApp a la plataforma Classroom Maestra Karla Francisca Moreno Urbina Escuela Lic. Óscar Flores Sánchez T.V.

Después de varios meses de incapacidad por fin me reintegro a trabajar, con infinidad de dificultades que se presentaron en esos días. Pero no transcurrieron ni dos meses de mi regreso a las aulas, cuando llegó la terrible noticia: “Un virus llamado covid 19 se estaba extendiendo por el mundo provocando infinidad de muertes”. Ante esto, la primera estrategia del gobierno fue suspender clases para evitar contagios masivos, y poco a poco entramos en cuarentena. La mayoría de los empleados debía quedarse en casa. Nadie estábamos preparados para enfrentar esta situación, ni el mismo gobierno; así que de manera rápida se implementó la estrategia de “Educación a distancia”, donde los docentes diseñamos actividades para que los alumnos trabajaran en casa los contenidos por el periodo de dos semanas, ya que se aproximaban las vacaciones de semana Santa. Mientras tanto, ya con tiempo y de manera organizada, el gobierno preparaba una plataforma para que pudiéramos de manera más efectiva, llevar a cabo las clases en línea. Se crearon cuentas para los docentes y alumnos de todo el país. Sin embargo ya era tiempo de regresar y mientras la plataforma quedaba lista, reanudamos las clases. Esta vez por medio de WhatsApp, lo que para mí fue un reto porque no podía localizar a todos los alumnos. Utilicé todos los recursos a la mano y me apoyé en los padres de familia con los que tenía contacto para localizar al resto de los alumnos. Incluso me comuniqué con el chofer del transporte escolar, para pedirle que me apoyara con los números telefónicos de dos alumnos que me Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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faltaba localizar. Pero él, amablemente, prefirió ir a buscarlos hasta su domicilio, dejándoles mi número de teléfono y explicándoles la manera en que íbamos a trabajar. Se creó el grupo acordado y los alumnos estaban muy contentos trabajando en esta modalidad. Aunque para mí todo cambió, pues los alumnos mandaban mensajes todo el día e incluso a media noche. Ante esto, platiqué con los papás y establecimos horarios sobre la comunicación fuera de las clases y poco a poco nos fuimos organizando mejor. Después de dos semanas nos informaron que la plataforma ya estaba lista y que podíamos trasladar nuestras clases a la misma. Algunos padres, con la información proporcionada, fácilmente pudieron acceder a la plataforma; pero otros batallaron mucho. Les tuve que auxiliar para poder entrar al sistema y obtener el usuario y contraseña de la cuenta que la SEP les asignó. Así fue como empezamos a trabajar en Classroom. Antes de esto, la SEP ofreció capacitaciones para que los docentes conociéramos gradualmente la plataforma y que al utilizarla, hiciéramos más efectivas las clases. Pero no me era suficiente, así que empecé a capacitarme con videos de YouTube y hasta tomé cursos donde obtuve una constancia por las capacitaciones de Classroom. Todo lo hice para tener un mayor dominio de la plataforma y sus herramientas, lo cual aún era insuficiente para trabajar en línea. Traté de que mis alumnos comprendieran los contenidos escolares por medio de videos ya establecidos en la red y creando otros propios. Después de dos semanas con el uso de la plataforma la SEP subió contenidos educativos, como sugerencias para facilitarnos el diseño de las clases a través de estrategias didácticas. Sin embargo, debido al cambio de docentes en el grupo durante el periodo de mis licencias médicas, muchas de las sugerencias tuve que modificarlas y adaptarlas al contexto de mis alumnos. 54

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Todo iba muy bien hasta que algunas familias empezaron a tener dificultades económicas y de tipo emocional. Los padres ya no querían prestar los dispositivos a sus hijos; otros realmente ya no podían hacerlo pues sus empresas los estaban llamando a trabajar y no contaban con computadoras para que sus hijos pudieran tomar las clases. Algunos tenían varios hijos y sus otros maestros ya empezaban también a trabajar en línea. Y había otras circunstancias que estaban afectando mi trabajo: algunos niños permanecían durante un tiempo con la mamá, otro con la abuelita o con el papá y así era más difícil ayudarles. Por esta razón tenía que buscar otras opciones para que los alumnos resultaran menos afectados. De común acuerdo con los padres de familia, decidimos que quienes pudieran hacerlo se conectarían y que, de igual manera, las actividades del día se las compartiría en Classroom. Y para aquellos niños que no podían conectarse en esos momentos, les facilitaríamos las actividades a realizar de una manera más explicada para que las hicieran individualmente y con ayuda mínima de sus padres, pero subiendo las evidencias a la plataforma. Después de que la SEP dispuso la conclusión de las clases y que siguiéramos con actividades divertidas, percibí que tanto los niños como los padres o tutores se relajaron y de nuevo los noté más tranquilos. Con algunos niños no volví a tener contacto, pues sus padres volvieron a trabajar y ya solo subían evidencias. Estoy agradecida con los padres de familia por el apoyo que me dieron y sobre todo por sus bellos mensajes de agradecimiento. Sin embargo, y aunque todo esto ha sido un reto y una oportunidad de crecimiento profesional y personal, a pesar de los progresos y logros, puedo decir que hacen falta esos días en el salón de clase, ese contacto con los alumnos. Creo que si algún día la tecnología reemplaza las clases presenciales, en gran medida se acabará esa parte humana. Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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Esperemos que todo esto pase pronto y nos adaptemos a la nueva normalidad, pero que sea en el salรณn de clases.

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Un sube y baja de emociones y aprendizajes Profr. Salvador Osollo Mendoza

Escuela Diana Laura Riojas de Colosio

Recordando un poco la forma en que ocurrieron los eventos, es ineludible dejar de lado aquel domingo que marcaba el fin del periodo vacacional del mes de abril del ciclo lectivo, pues se convirtió en el punto de partida de una serie de eventos de carácter socioeducativo. Todo ello contrastaría la historia en nuestro sistema educativo nacional, pues se presentó de manera obligada la modalidad de enseñanza y trabajo escolar desde el hogar. Se atendería mediante diversas plataformas virtuales o por medio de alguna red social, debido al periodo de contingencia sanitaria que aquejaba a todo nuestro país. En términos generales así inició todo. Días atrás y con antelación varios compañeros maestros y nuestro director habíamos acordado acudir al centro de trabajo a recabar materiales que teníamos resguardados en las aulas. Se aprovecharía para obtener los expedientes de los estudiantes que contenían las hojas de datos con números telefónicos, que servirían para contactar directamente a los padres de familia. Así se hizo, cierta mañana estuvimos en la escuela, cada docente tomó lo necesario para laborar y prepararse desde casa ante la nueva normalidad –si es que ya se podía llamar de esa manera– que venía en camino. En mi caso fue un poco exhaustivo el asunto. Organicé y separé las carpetas de los estudiantes, registré los nombres de padres de familia y añadí números telefónicos tanto del hogar como los de celular. Durante la tarde estuve contactando de manera particular a cada uno de los padres de los alumnos, explicando los motivos de mi llamada, exponiendo la nueva singularidad de trabajo, mencionando las fechas y horarios en que se llevaría a cabo el mismo, entre otros Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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acometidos. Todo este asunto me llevó algunas horas, pues hubo a quien pude localizar al primer intento, pero en otros casos les tuve que llamar en más de una ocasión. Se llegó el primer día de trabajo, el regreso a labores mediante una nueva singularidad. Se creó un grupo de WhatsApp para estudiar, pues algunos no contaban con el acceso a internet directo en sus hogares y fue más factible usar datos móviles desde un celular; así que se decidió usar esta red en términos de practicidad. Una vez arribada la fecha se contó con la participación de 22 de los 30 estudiantes que integraban el grupo, un buen número para empezar. Eventualmente se fueron añadiendo otros alumnos, hasta llegar a la cifra total de 28 padres de familia. Desafortunadamente no se pudo tener acercamiento con dos de ellos durante el periodo restante. En el grupo se presentaba un ambiente de incertidumbre y dudas ante lo ajeno hasta ese momento. Los primeros días relativamente fueron una prueba piloto donde los padres se adecuaban a trabajar con sus hijos en relación a las actividades diarias expuestas en el grupo. También se aprovechaba para despejar todo tipo de interrogantes y, al concluir la jornada, debían mandar las evidencias correspondientes que justificaban el registro de cada educando. Claro que no todos se reportaban en tiempo y forma. Hubo quienes se disculparon por mandar los trabajos a destiempo debido a la falta de saldo, o por cuestiones familiares o laborales. En cambio, otros nunca explicaron las razones del por qué no mandaron las pruebas de su trabajo. Fue una amalgama de experiencias y saberes con un sabor agridulce. Conforme avanzaban las semanas y ya adentrados de lleno en las labores académicas, hubo días en que me sorprendió el nivel de cumplimiento de las acciones diarias. En ocasiones el porcentaje de entrega de trabajos fue muy bueno; en cambio en otras fue todo lo opuesto, con bajo nivel de desempeño. Hubo padres a los que, 58

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invariablemente, se les tenía que recordar casi a diario para que mandaran las evidencias de las tareas. En fin, aquello parecía una carrera de relevos un tanto desgastante. Recapitulando y sintetizando, se puede decir que hubo de todo. Un caso en particular me generó una gran satisfacción, y no me refiero solo al hecho de trabajar con la gran mayoría del grupo de 4°A, sino que me enteré de una situación individual digna de reconocer. Meses atrás se integró al grupo una nueva estudiante proveniente de otro estado de la república. Su madre había dialogado conmigo, explicando que estaban pasando por un momento familiar y económico un tanto complejo. Sin embargo, tenía toda la disposición para el trabajo académico y apoyo desde el hogar. Y, en efecto, así fue. Otra madre de familia me comentó que la niña antes mencionada, vivía justamente frente a su hogar y que había entablado amistad con su hija, coincidiendo en que ambas estaban en el mismo grupo. Fue tanto el acercamiento entre ellas, que cuando la nueva estudiante no podía descargar sus tareas por falta de saldo, durante las tardes se reunía con su hija para trabajar en conjunto y que no perdiera la clase de ese día. Para mí, ese fue una cuestión muy satisfactoria. Se demostró que aunque no se cuente con los medios necesarios, siempre hay alternativas para salir adelante y proseguir con los estudios. En un panorama extensivo esa era mi rutina usual, un sube y baja de emociones y aprendizajes; tanto de los alumnos, padres de familia y desde el punto de vista profesional. No diré que mi trabajo fue sencillo, ni mucho menos el más exitoso, pero sí me dejó una vasta serie de prácticas enriquecedoras para el acervo de mi quehacer docente. Al dar por concluidas las acciones en el grupo de cuarto grado, fueron muy gratificantes algunas expresiones y palabras de agradecimiento brindadas por parte de los padres de familia, debido al acompañamiento y Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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seguimiento que se les brindรณ a los alumnos durante este periodo de cuarentena y resguardo en casa.

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Una revista para mis alumnos graduados Maestra Adriana Márquez González Escuela Anáhuac

A través de este medio y agradeciendo la oportunidad que se me presenta, quiero expresar la experiencia de haber tenido en este ciclo escolar (2019-2020) el grupo de sexto grado y su generación “Sangre de campeones”, en la escuela primaria Anáhuac. Hasta antes de que la pandemia del COVID-19 hiciera su aparición, los preparativos para la celebración de la culminación de la educación primaria de estos niños estudiosos, la iniciamos desde el principio del ciclo escolar. Todo lo habíamos empezado con la anuencia de la dirección de la escuela y la solidaridad y colaboración de los padres de familia de mis alumnos. Desafortunadamente se suscita este terrible flagelo que padece la humanidad entera, lo cual nos obligó a buscar otra estrategia para celebrar como se merecen a estos educandos y su generación “Sangre de campeones”. Después de analizar varias alternativas, llegué a la conclusión de estilar un tipo de revista, donde se plasmaran los aspectos sobresalientes que los alumnos vivieron a su paso por esta querida institución, la Primaria Federal Anáhuac. No era un proyecto sencillo, pero me di a la tarea con todo mi empeño, con el propósito de hacer sentir bien a ese grupo de jovencitos que todo se merecían, que todo se habían ganado gracias a su esfuerzo manifiesto durante el ciclo escolar. Y por eso les compartí la idea de la revista a los padres de familia y al director de la escuela, quienes la acogieron con mucho gusto e interés. Y me brindaron todo su apoyo. Los padres de familia, con mucho entusiasmo, me enviaron fotografías de cuando sus Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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hijos eran pequeños. Me avoqué a buscar quien me apoyara en la edición e impresión de la revista y encontré en mi padre, un apoyo desinteresado y leal en este proyecto. Asimismo, le agradezco al supervisor de la zona, el profesor Luis Rubio, su apoyo en la revisión. Sé que tal vez nada suplirá el anhelo que tenían los padres y sus hijos, de poder disfrutar una ceremonia de graduación de gala, en la cual pudieran demostrarse el cariño y reconocimiento. Así lo anhelábamos todos, también los maestros y la comunidad en general. Pero estas son las circunstancias que hoy por hoy nos tocó vivir. Aún no sé cuándo ni cómo les haré entrega de la revista a los alumnos, pero trataré de que sea para ellos un momento grato e inolvidable. Deseo que esto se quede grabado para siempre en los corazones de esta generación “Sangre de campeones”, así como de los padres de familia a quienes llevaré siempre presentes y estaré por siempre agradecida.

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Una nueva forma de vida Profr. Marino Antúnez Valencia Escuela Anáhuac

En este tiempo de contingencia me enteré que las familias tienen muchas necesidades. Con este tipo de sucesos nos damos realmente cuenta de la realidad al interior de los hogares. A mí me tocó ser de todo: psicólogo, concejal matrimonial, paño de lágrimas y muchas cosas más. La herramienta que utilicé fue el WathsApp. No batallé porque desde hace tres años he usado este medio en mis grupos de alumnos. Y me ha dado muy buenos resultados. Todo marchaba muy bien hasta las primeras semanas antes del receso del periodo de Semana Santa. Pero todo cambió en forma drástica al regreso de vacaciones. Empecé a perder comunicación con algunos padres de familia. Me preocupé y llamé a cada uno de ellos para investigar lo que sucedía. Y en ese momento, ante la realidad de la situación, percibí la vida de otra manera. Uno de los casos que más me sorprendieron fue el de un niño que siempre entregaba los trabajos en tiempo y forma, hasta que de repente dejó de hacerlo. Al enviarle mensaje a su mamá, me comunicó que al papá del niño lo habían asaltado al salir de su trabajo y que se encontraba hospitalizado. Y como a ella la habían descansado en su trabajo, se encontraba cuidando de su esposo en el hospital y el celular le era muy indispensable. Por eso el niño no podía enviar los trabajos de la escuela. Al escuchar esa historia me sentí muy mal y lo primero que hice fue apoyarla moralmente, diciéndole que no se preocupara por la escuela, que primero estaba la salud. Seguí en comunicación con esa mamá, pero el señor seguía enfermo y a la semana murió. Este acontecimiento fue algo fuerte en mi experiencia; con esa persona interactuaba al salir de clases cuando Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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iba por su niño. Mucha gente desconoce esa faceta de los profesores; inconscientemente nos conectamos con los padres de familia y los hacemos parte de nosotros. Le di el pésame a la señora por teléfono y le brindé mi apoyo moral, al igual que a su hijo. En este tipo de situaciones me doy cuenta que los profesores tenemos un compromiso muy grande con nuestra sociedad; son las reglas no escritas. En la docencia nos preparan con una metodología para llevarla al salón de clases. Pero no para esto. Tal vez en mi caso particular, tuve la fortuna de haber estudiado en una Normal Rural, en la cual, cada vez que salíamos a practicar a los pueblitos alejados de las grandes ciudades, veíamos las carencias extremas en que vivían algunas comunidades. Y eso nos abría más a ese ser humano que llevamos dentro. Otro caso fue el de una madre de familia que se quedó sin empleo y sin datos en el plan del celular. A ella empecé a marcarle e indicarle lo que tenía que hacer. Al principio todo iba bien pero y después ya no pudo enviarme los trabajos, por lo cual opté por ponerle saldo. Eso me lo agradeció mucho. Lo hice para que pudiera enviarme los trabajos, pero ella me comentó que gracias a eso ella pudo comunicarse con sus papás que se encontraban en el rancho y quienes ya eran señores mayores de edad. Sin querer le hice un favor a una persona que no era mi familiar. Son de las cosas que me llenan de mi profesión, el saber que podemos hacer el bien cuando se puede y que dichas acciones nos acercan más con los padres de familia. También dentro de esta contingencia tuve que enseñarles a unas abuelitas de mi grupo a usar la aplicación de WhatsApp. Hice acopio de mucha paciencia pero fue divertido ir viendo como las señoras se esmeraban en aprender y moverle al celular; fue toda una odisea. Una de ellas había perdido a su hija -mamá de uno de mis alumnosen las vacaciones de Semana Santa. Su muerte me había hecho sentir muy mal anímicamente, ya que esa señora todos los días preguntaba 64

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por su hijo y se quedaba un rato a platicar, cuando el niño se portaba mal en casa. Me pedía consejos de cómo hablarle a su hijo para que mejorara su conducta. En cuestión de trabajos estuve un poco estresado. Recibía las actividades de los alumnos, las revisaba y los regresaba para su corrección; y otra vez recibía, revisaba, corregía. Cuando los trabajos ya estaban bien, los ponía en la carpeta de cada alumno en mi computadora y luego las subía a la nube. Este exceso de trabajo en la computadora me provocó un derrame ocular, el cual comenzó por un fuerte dolor en la mitad izquierda de mi rostro. También sufrí obstrucción de la fosa nasal del mismo lado de la cara. Esa noche no soportaba el dolor, me tomé unas pastillas y me fui a dormir. Al despertar me comenzó a arder muy fuerte el ojo izquierdo; era un ardor insoportable seguido de punzadas. No podía abrirlo. De inmediato fuimos al doctor, pero con el miedo a la pandemia no sabíamos a cuál hospital ir. Fuimos a uno particular, pero el medicamento no surtió efecto. El dolor seguía igual. Entonces un amigo oculista me recomendó unas gotas, las cuales me calmaron la molestia. Luego reservé cita con un oftalmólogo, pero en el trayecto al doctor tuvimos un accidente vial y ya no pudimos llegar. Otra de las novedades en esta contingencia fueron los festejos del Día del niño, el Día de las madres, el Día del maestro y el Día del padre. Cada uno de ellos fue algo especial, el día de las madres les envié un video felicitándolas y les mandé un mensaje personalizado. Algunas de ellas externaron que esto les hizo bien, esta fecha siempre toca fibras dentro de nosotros. Algunas habían perdido a un ser querido en esta contingencia: un padre, una madre o una hija. El Día del niño les preparé un video especial, además del que les hicimos los profesores. Les gustó mucho a los niños. Pasaron un rato agradable y lograron distraerse un poco de lo que estaban viviendo. El Día del maestro me llevé una gran sorpresa por parte de los Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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padres de familia. Algunos me prepararon videos de los alumnos felicitándome, lo cual me hace ver que estoy haciendo bien mi trabajo. El reconocimiento que dan los padres y los alumnos es algo que llevaré para toda la vida. El Día del padre también recibí muchos mensajes, pero hubo un video que me hizo llorar. El de una alumna diciéndome lo mucho que me apreciaba, por ponerles mucha atención en el salón y que soy como un segundo padre de ella; que le agrada mucho cómo doy las clases y que conmigo estaba aprendiendo mucho. Ahí es cuando más valoro mi profesión. Podría escribir muchas experiencias más que obtuve en esta contingencia. Por el momento solo espero que todo esto pase y que nos podamos integrar nuevamente a la normalidad. Y que esto nos quede en el recuerdo para contar a las nuevas generaciones, del día en que una pandemia me hizo cambiar de pensamiento y querer aún más esta profesión que me llena de mucha satisfacción. Como conclusión se podría decir que nuestra profesión es única entre todas las demás, ya que trabajamos con personas y no con máquinas. Con personitas que están en pleno desarrollo, en busca de su personalidad y que en esa búsqueda lloran, pelean, ríen, juegan, se raspan las rodillas… Y tenemos que estar ahí y saber qué hacer en cada situación. La escuela es nuestro segundo hogar. Además tenemos que lidiar también con los problemas de algunos padres y madres de familia. Así aprendemos a ser papás, tíos, abuelitos, hermanos, psicólogos, terapeutas y un sinfín de roles más. Sobre todo, somos y seguimos siendo PROFESORES.

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Me faltaron líneas para seguir escribiendo… Maestra Liliana García Rubio

Escuela Lic. Óscar Flores Sánchez T.M.

Es difícil iniciar un escrito en donde se plasmarán diferentes sentimientos. Sentimientos encontrados en donde predomina la nostalgia, la tristeza e impotencia. Esta es mi experiencia desde la perspectiva como maestra, madre de familia y esposa de un maestro. Todo comenzó desde marzo de 2020, cuando los alumnos se quedaron en casa antes de las vacaciones de semana santa. Inició el encierro para ellos (como así lo llamamos, o también periodo de cuarentena) y comenzó el estrés para los padres de familia, pues el tener a todos en casa, resultaba aún más difícil: más comida en el refrigerador, aumento de la luz por los calorones y a encender el aire acondicionado todo el día. Pero aún más complejo era tener a los hijos juntos todo el día y todos los días, de diferentes gustos y edades. Y como sabemos, por lo general los hermanos se la pasan peleando. En la otra cara de la moneda también fue difícil para las familias con hijo único, que al no tener a alguien más para distraerse, requerían más tiempo de sus padres. Así era en general y muchos padres seguían trabajando y debían atender también las tareas extras de la casa. Las vacaciones se extendieron, pero no perdíamos la esperanza de poder regresar de nuevo a nuestras aulas. Para algunos fue disfrutar en familia, para otros el tormento y la preocupación de dónde dejar a sus hijos pues tenían que seguir trabajando; a nosotros como maestros nos sucedió igual durante casi una semana. Para mí, como madre de tres hijos fue realmente preocupante, en dónde podía dejarlos sin la edad para quedarse solos en casa. Y ya comenzaba la incertidumbre de los contagios. Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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Conforme pasó el tiempo prevaleció un poco la calma, nos fuimos acostumbrando a vivir con los nuevos hábitos, con los protocolos de seguridad y prevención: uso de cubre bocas, salir solo para lo indispensable, dos adultos en carro y de preferencia no niños en la calle, usar gel antibacterial en tanto se podían lavar las manos con agua y jabón, solo un integrante por familia en los centros comerciales, guardar siempre la distancia entre una persona y otra. Se tenía que llegar a casa y desinfectar todos los productos, sanitizarse antes de entrar y… ¡directo a un regaderazo con abundante jabón! Poco a poco todo va formando parte de nuestra rutina, aunque muy complejo de asimilar. Tanto que muchas familias desearíamos no salir más a la calle pues los casos por el COVID-19 aumentan cada día. La desconfianza se percibe a nuestro alrededor, todos nos miramos unos a otros como bichos raros, con el temor de ser infectados o infectar a alguien más. Realmente fueron y siguen siendo tiempos muy difíciles. Todo esto apenas comenzaba. Regresamos a clases el 20 de abril, educación a distancia. Los docentes estábamos confusos sobre la forma de trabajo. El primer día experimenté con la modalidad de la televisión educativa. Inicié con la programación de preescolar a las 6:00 a.m. para mi hija, estábamos entusiasmados pero fue pesado levantarnos tan temprano, sobre todo para ella. Después no paró el celular con mensajes de angustia por parte de los padres de familia: “¿A qué hora iniciará la clase de quinto grado?, ¿Maestra, en qué canal pasará por televisión abierta y por cable?, Mi televisión no agarra señal, se me pasó la hora, iniciaba con horario de México…” Un sin fin de llamadas y mensajes, fue desgastante. No podía ni sentarme a preparar los alimentos, mucho menos a desayunar; el primer bocado lo probé ese día apresurada, a las 3:00 p.m. La clase se transmitió en dos horarios distintos, lo cual complicó las cosas. Con tanto bombardeo de preguntas todo el día, opté por 68

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pedir únicamente los trabajos de la primera clase. Fueron contenidos muy pesados, era demasiado el estrés de estar al pendiente del contenido de cada materia pues ni nosotros lo conocíamos. No se diga de los productos a realizar: pasaban la indicación y era tomar la foto al instante para luego compartirla con los padres de familia por medio de whatsaap. Conforme pasaron los días se facilitó esta técnica, pero yo la dejé a un lado. A partir del segundo día envié actividades. Diariamente me enviaban los trabajos, revisaba, aclaraba dudas, enviaba videos o fotografías para reforzar el tema; llamadas, mensajes personales para dar explicaciones principalmente en la materia de matemáticas y registraba cada uno de los trabajos. Las últimas dos semanas iniciamos las actividades por medio de la plataforma de Google classroom, un gran reto para alumnos, padres y nosotros los docentes. Pero fue una gran experiencia que aminoró las jornadas diarias y, sobre todo, el desgaste físico. Además ahorró la memoria del celular, entre muchos otros beneficios. Indiscutiblemente nuestra jornada fue de tiempo completo. Iniciaba a las 8:00 am con el envío de los trabajos del día, para terminar a eso de las 11 de la noche. No podía poner un reglamento, pues varias madres de familia no estaban en casa, al tener que salir a trabajar y hasta que regresaban enviaban los trabajos. Incluso ya muy tarde, seguía yo aclarando dudas. La primera semana fue desgastante, las emociones estaban a flor de piel. Atender el celular y la computadora durante todo el día implicó el descuido de mi familia y las tareas del hogar. La relación con mis hijos fue más distante, y mi hija de seis años lo resintió mucho más, pues llegó a cuestionarme quién era más importante: ella o mi celular. Le resultó difícil entender que era nuestra nueva forma de trabajo y que su padre y yo éramos muy afortunados de poder trabajar desde casa, sin salir a exponernos ni exponerlos a ellos. Como Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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agradecimiento estamos muy comprometidos en sacar adelante a nuestros alumnos. Gracias a esta modalidad de trabajo tenemos el pan de cada día en casa y podemos solventar los gastos diarios. Como lo dije antes, esa primera semana fue muy pesada; no fue fácil acostumbrarnos a organizar nuestro tiempo ante las nuevas circunstancias. Además del trabajo con nuestros alumnos, tuvimos que dar clases a las madres de familia que desconocían el manejo de la tecnología. Al principio batallaron para adaptarse al nuevo ritmo de trabajo pues querían hacerlo como ellas lo disponían, pero luego comprendieron que mis decisiones eran adecuadas y oportunas, con la mejor intención de ayudarlas. Afortunadamente al principio tuve comunicación con todas las madres de familia. Durante la primera semana obtuve excelente respuesta. Sin embargo, al paso de los días el ritmo de trabajo fue disminuyendo. La comunicación se vio afectada por los problemas económicos ya que algunas familias no tenían dinero para pagar el servicio de internet. Al principio solo uno de mis 33 alumnos no contaba con ese servicio. Pero la crisis económica y la escasez de empleo se fue agudizando: llevar comida a casa se convirtió en la principal preocupación. Quienes corrieron con suerte trabajaban desde casa, algunos con medio sueldo; otros se quedaron sin ingreso alguno. El ánimo de alumnos y padres de familia disminuyó drásticamente ante la cada vez más crítica situación. En ese momento deseaba tener una varita mágica para ayudar a todas las familias necesitadas. Mi impotencia aumentó al no tener la forma de apoyarlos, aunque buscamos ayudas alimentarias que en algo ayudaron. Me convertí en la esperanza de muchas madres de familia, en su psicóloga, pues confidencialmente me comenzaron a platicar su situación; eran casos que rompían mi corazón, pero tuve que sacar fuerzas para salir adelante. No podía fallarles, ni a ellas ni a mi familia donde aparentemente todo iba bien. Pero nuestro círculo 70

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sentimental decaía cada vez más, no es fácil la convivencia cotidiana de dos maestros en la misma casa. Nos comprendemos pero también nos apasionamos por nuestros alumnos, y a veces dejamos las necesidades familiares en segundo término. Al igual que muchas parejas, nuestro matrimonio se puso en riesgo. Muchos casos marcaron mi vida y me hicieron cada vez más fuerte y menos exigente en mi trabajo. Alondra, esa niña alegre, desenvuelta e inteligente, sin saberlo estaba siendo abusada por su padrastro. Afortunadamente no pasó a mayores y gracias a la confianza que su madre le dio, ella pudo confesarlo y pedir ayuda. Nunca temió que su madre no le creyera. Muchas veces el amor ciega y aguantan cualquier cosa por su pareja. Para esa madre y sus dos hijas la situación fue más difícil, pero hizo y sigue haciendo hasta lo imposible para salir adelante con sus dos pequeñas. Raúl es un niño tímido en clases, pero rebelde fuera del aula. Un niño que, como hijo menor, pide a gritos la atención de sus padres. Las carencias económicas de su familia hacen que ambos padres tengan que salir a trabajar y dejar a sus hijos solos en casa. Se me hacía raro que no enviara ningún trabajo, ni preguntaran por ello. Un día le marqué a su mamá, quien apenas regresaba del hospital pues su esposo estuvo internado por varios días a causa de un accidente, pero por fortuna ya estaban de regreso con sus hijos. Le pedí hablar con su hijo, al pasarle el teléfono le dije: - Hola Raúl, ¿cómo estás? Esperaba escuchar lo de siempre, me encuentro bien, pero ¡oh! cual fue mi sorpresa, me respondió: - ¡Muerto! Sentí que mi mundo se venía abajo, quise soltar el llanto pero me contuve. Escuchar esas palabras de un niño, fue lo peor que podía pasar. Platiqué largo rato con él y su madre, agraciadamente logré cambiar su estado de ánimo y pude escuchar una sonrisa. Eso me confortó un poco, el poder que tenemos los maestros es grande: puede transformar o destruir. A partir de ese día su madre estuvo pendiente de los trabajos por medio de whatsapp. Raúl resolvía las tareas diariamente y las enviaba, rara Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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actitud durante el ciclo escolar. Seguí en comunicación con ellos, escuchar al niño y su hermosa sonrisa me daba cada vez mayor satisfacción. Y como era de esperarse, un día llegó a lo que temíamos: La enfermedad alcanzó a una de las familias del grupo. Tristemente Lety lo vivió en carne propia, ella y sus hermanos tuvieron que alejarse de su madre, quien solo había salido de casa en dos ocasiones: una por productos básicos al mercado y otra por material para las tareas de sus hijos. No podían creer la gran pesadilla que estaban viviendo, fue un tormento todo ese tiempo. ¿Cómo lograr que sus hijos se concentraran en hacer la tarea? Imposible, ellos estaban atrapados por ese gran dolor. Pero nunca perdieron la esperanza, a pesar de estar lejos de su madre y de las cosas horribles que escucharon sobre la enfermedad. Su madre aferrada a la vida, sufrió además de la enfermedad, el obligado alejamiento de sus hijos al no poder abrazarlos y apoyarlos en sus tareas como siempre. Después de mucho tiempo los hijos regresaron a casa, pero seguían sin poder acercarse a su madre, aunque tenían el consuelo de que ella estaba mucho mejor, con menos exigencias de cuidado. Solo debían mantener las normas de higiene. Lety vivió ese gran sufrimiento, el encierro, el temor y la desesperación. Celebró su cumpleaños con su madre enferma, una fecha que jamás borrará de su mente. Muchas familias disfrutaron unidos este periodo de cuarentena, pero no todos tenemos la misma suerte. Afortunadamente la mamá de Lety pudo vencer ese maldito virus, pero muchos no vivieron para contarlo. Yo como docente solo traté de acompañarlos en su sufrimiento, hacerles saber que podían contar conmigo en lo que fuera necesario y, lo más importante: dejé a un lado el compromiso de las tareas para que ellos pudieran vivir su sufrimiento sin preocupación alguna. Eso nos corresponde hacer, ser empáticos y 72

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apoyar por lo menos para sobrellevar esta pesadilla. El ser maestros nos convierte no sólo en educadores, sino en una familia más para nuestros alumnos y sus padres. Nosotros somos y seguimos siendo el pilar de la educación, somos grandes seres humanos que siempre estamos dispuestos a derramar amor, cariño, apoyo y comprensión. Necesitaría escribir un libro completo para platicar cada uno de los casos que lamentablemente pasaron durante esta contingencia. Necesito muchas más líneas para sacar todo lo que quedó dentro de mí, tristemente la mayoría fueron cosas lamentables. Pero también hubo cosas que fortificaron esta etapa de nuestras vidas; grandes memorias quedarán en nuestras mentes y en nuestros corazones. Los padres de familia recordaron el valor de los maestros, pues la educación en casa no fue nada fácil, recobramos un poco de lo mucho que se ha perdido. Este tiempo de contingencia dio un respiro al mundo, a su naturaleza, a valorar la vida, nuestras familias, nos recordó aún más la importancia del amor, de la unión y del perdón. Me hacen falta más líneas para seguir memorando, quisiera seguir contando todo lo que viví y aprendí con mis alumnos, con sus madres, con mi esposo, con mis hijos, con familia, mis vecinos, grandes enseñanzas estamos viviendo. Quisiera seguir escribiendo para recordar a quienes ya no están entre nosotros, muchos de nuestros familiares partieron de este mundo, amigos entrañables, conocidos, desconocidos. Lamentablemente también se ha probado el trago amargo del dolor de perder a un recién nacido. Tenemos que contar a las futuras generaciones que es difícil pervivir en este mundo; que debemos valorar día a día cada respiro, cada atardecer, cada amanecer, porque el día de mañana no sabemos si seguiremos en este mundo. Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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Antes de despedirme les cuento que mis hijos formaron parte de la generaciรณn de graduados en casa, mi hija del preescolar y mi hijo de la primaria. Un momento tan esperado que se esfumรณ en un abrir y cerrar de ojos; pero lo importante es que estemos bien, que sigamos unidos como la gran familia que somos. Fue, es y seguirรก siendo un gran aprendizaje en nuestras vidas. Ojalรก que esta triste historia solamente quede grabada en las hojas de un libro y jamรกs se vuelva a repetir.

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Es la vida, tratando de enseñarte algo Maestra Ana Rosa Ríos López

Escuela Lic. Óscar Flores Sánchez T.V.

Un día a corta edad, dije a mi madre: quiero ser maestra. Ella, viéndome a los ojos expresó: Y lo serás y de las mejores porque tú educarás con el corazón. Esas palabras se quedaron en mi mente por años. Y fueron clave para lograr mi objetivo a pesar de todas las dificultades que se presentaron al pertenecer a una familia numerosa. Me es imposible no mencionar que después del nacimiento de mi hijo creció aún más el amor por los niños, ya que en cada uno de ellos veía a mi pequeño Iñaki. Comprendí que durante esas cuatro o cinco horas que están conmigo en un salón de clases, deben aprender, ser felices, jugar… Y ver en mí a una persona que les muestre cosas nuevas, en la que pueden confiar, abrazar, besar. Así ha sido mi vida durante casi 15 años de docencia. En este tiempo sin duda he cometido errores, pero también muchos aciertos. Lucho a cada segundo para que sean estos últimos los que describan mi trabajo. Trato de que mis alumnos obtengan las habilidades necesarias para desarrollarse en forma integral. Y de pronto llegó esta contagiosa enfermedad, Covid-19. Y a muchos nos tomó por sorpresa. Creímos que era algo inventado, una teoría de conspiración, algo escrito por un loco en las redes sociales. Luego muchos decían que se había originada por comer sopa de murciélago. China culpaba a Estados unidos y Estados Unidos a China. Y entre estos dimes y diretes, la población seguía con más dudas e incertidumbre. Con miedo. Y en medio del caos, nuestros alumnos, sin saber a ciencia cierta lo que pasaba en el mundo, tuvieron que quedarse en casa. Sin poder asistir a la escuela, sin convivir con sus amigos, sin salir al parque o al Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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cine. Sin visitar a la familia, ni hacer una carne asada familiar de fin de semana, como se acostumbra en nuestra ciudad. De pronto se perdió ese agradable contacto físico, tan necesario para nuestro bienestar psicológico, emocional y corporal, ya que acrecienta la alegría y la salud del individuo en sociedad. Se suspendieron los diarios abrazos de bienvenida al iniciar las clases, los besos más sinceros que un docente puede recibir, los juegos que te convierten por unos minutos en un niño más. También he perdido lo que mis 30 alumnos me enseñan diariamente cuando exploro sus ideas previas y descubro su capacidad de aprender a cada momento. Ya no puedo sentir en vivo sus motivaciones o desalientos, sus actitudes y valores que manifiestan frente al estudio de cada tema. En lo emocional todos los días recibes golpes de la vida, que de momento crees que no resistirás; pero cuando llegas con ese grupo de pequeños, te muestran de formas diferentes y sinceras que la vida sigue y vale la pena. Y te recuerdan de esa forma que ellos, en ese corto tiempo, necesitan de tu amor, tu comprensión, tu alegría y protección. Durante estos meses de cuarentena y aislamiento preventivo, en nuestra escuela como en muchas otras, se calendariza una larga lista de fechas cívicas y culturales: Día del niño, 1 de mayo, 5 de mayo, 10 de mayo, 15 de mayo, Día del padre, graduaciones, inscripciones escolares… Actividades que esta vez no se realizaron debido a la pandemia. Y es lamentable, ya que es importante saber por qué se conmemoran o celebran estas fechas. Pero lo más esencial de todo esto es la organización, la convivencia que se da entre maestros, alumnos y padres de familia. Por esta razón, al acercarse el Día del niño pensé en organizar una actividad para que mis alumnos pasaran un día feliz. Tenía que ser algo diferente a lo que regularmente estaban acostumbrados, algo no académico, que les hiciera sentir mejor en esta difícil situación. 76

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Entonces compré moldes para hacer pequeñas figuras de yeso con sus personajes favoritos; completé 27 paquetes en total, con diez piezas cada uno; además, en cada paquete incluí seis pequeños vasos de pinturas de diferentes colores y dos pinceles. A través de nuestro grupo de comunicación establecí un lugar para la entrega de los paquetes a los padres de familia, con un breve mensaje. Esa fue una forma de festejar con diversión a mis alumnos; y de hacerles sentir que a pesar de la distancia su maestra los quiere y piensa en ellos. Después, durante las reuniones del CTE, se nos sugería que las tareas y trabajos enviados a los alumnos fueran flexibles y lúdicos, para que el tiempo en casa, tanto para alumnos y padres se hiciera ligero. Y entonces me puse a pensar en todas las actividades académicas que les había enviado a mis alumnos, y me pregunté: ¿Dónde estoy dejando el aspecto emocional? Me he enfocado tanto en los contenidos, que he olvidado esta dimensión tan importante de la personalidad en mis alumnos. En ese sentido, mi primera idea fue tener una plática con ellos a través de la plataforma Google Classroom, utilizando la herramienta de Meet. Sin embargo, había muchos impedimentos técnicos: algunos no tenían computadora, otros no podían hacerlo por celular, otros no tenían internet… Así que no tuve mucho éxito en esta actividad. Solo algunos alumnos lograron comunicarse por este medio, aunque con mucho agrado de ver a sus compañeros y por lo novedoso de la aplicación. Y precisamente, considerando que esa actividad tuvo poco éxito, decidí probar con otra que me ayudara a trabajar el aspcto emocional en mis alumnos. Así fue como les pedí que a través de un video expresaran sus emociones, que anotaran en un cartel tamaño de media cartulina cómo se sentían y luego explicaran por qué se sentían así. Tengo cinco alumnos donde la expresión oral no es su fuerte y ellos solamente enviaron una fotografía con su cartel en manos. Cabe Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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recalcar que yo también les presenté mi video y cartel, para animarlos y fomentar la comunicación. El conteo final fue el siguiente: • 3 alumnos felices • 4 alumnos desesperados • 17 alumnos tristes y desesperados • 3 alumnos sin contacto A partir de estos resultados, conociendo lo que agrada a mis alumnos, programé dos actividades más. La primera enfocada a pintar y colorear; la segunda hacia el desarrollo de una actividad física, que fuera sencilla, diferente, divertida y relajante y que además involucrara a sus padres. Como cada lunes, los padres de familia esperaban la lista de actividades a realizar en libros y cuadernos. Esto fue lo primero que les envié: “Cuando los padres disfrutan realmente la compañía de sus hijos se convierten en los mejores maestros que los niños pueden tener.” Elaboré otros paquetes agregando cosas que fueran diferentes. E invité a los padres a que dejaran a sus hijos realizar libremente la actividad, en un lugar donde ellos pudieran tirar y pintar. Y les propuse que mientras la desarrollaban, sus hijos escucharan la canción “Color esperanza”. Los resultados fueron muy buenos ya que los padres expresaron que a los niños les gustó realizar algo en completa libertad. Posteriormente les propuse a los padres realizar una actividad familiar, donde el objetivo principal era la convivencia a través de una técnica de concentración para conseguir un mayor control físico y mental llamada “Práctica de yoga familiar”. Lo importante para mí 78

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siempre es tener buena comunicación con los padres de familia y convencerlos de la importancia de la convivencia familiar durante este aislamiento preventivo. Como inicio de la actividad, para motivarlos les envié el siguiente mensaje: “Lo importante de una familia no es vivir juntos sino estar unidos” Después les expliqué acerca de la actividad del yoga, qué es y para qué: El yoga es una práctica que conecta el cuerpo, la respiración y la mente. Esta práctica utiliza posturas físicas, ejercicios de respiración y meditación para mejorar la salud general. Hoy en día la mayoría de las personas hacen yoga como ejercicio y para reducir el estrés. Y con base en este fundamento se propuso la clase familiar, sugiriendo algunas posiciones sencillas y música con la que podían acompañar esta práctica. La evidencia de esta actividad es un video que los padres mandaron con la actividad realizada, para constatar si el objetivo planeado se logró. Según los comentarios expresados por alumnos y padres de familia, la actividad fue muy positiva y se logró el propósito. Nos habíamos enfocando demasiado en la académico, dejando de lado lo socioemocional. A partir de esas actividades envío alguna frase a mis alumnos. O videos donde les digo que los extraño y los quiero. Y ellos me platican acerca de lo que hacen en casa. A sus padres les pido que además de escuchar canciones con sus hijos, de ser posible también las canten… y las bailen. Todo para que esa convivencia familiar no se pierda, aunque dure solamente los cinco minutos de la canción. Quisiera poder hacer tantas cosas. Porque debo confesar que yo como adulto muchas veces me siento frustrada, desesperada, aburrida… Y me entristece saber que mis alumnos, tan pequeños e Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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indefensos, estén pasando por esta situación que tanto nos afecta, sobre todo en lo emocional. Y seguramente, con todo esto que hoy pasamos y sufrimos, por fin aprendamos que es la vida, tratando de enseñarnos algo. La vida que a cada segundo, minuto, hora, día, mes, año… siempre trata de que aprendamos algo. Y a mí me ha enseñado que con cosas tan sencillas, puedo poner un granito de alegría a mis alumnos.

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Saldremos más fuertes Farid Baro Tijerina (12 años) Invitado

La pandemia de enfermedad por Covid-19 en México, que inició en China a finales del 2019, se suscitó a partir del 27 de febrero del 2020. En México, el 30 de marzo se declaró una emergencia sanitaria por causa de fuerza mayor. El 24 de marzo, México entra en fase dos, por tal motivo se interrumpieron todas las actividades económicas, políticas, sociales, culturales y eventos masivos. Me siento mal por las ciudades, por el mundo entero; este fenómeno se presentó hace un milenio con la peste bubónica. Pero han resultado cosas positivas como que la Tierra tiembla menos y entre en equilibrio ecológico al reducirse la contaminación a nivel mundial. También, vemos que las familias han vuelto a reencontrarse, fortaleciendo el amor. La empatía y tolerancia han crecido. Nos hemos dado cuenta de lo vulnerables que somos ante la vida. ¡Quiero que ya termine esto del Coronavirus! Estoy cansado de estar encerrado, ya quiero salir a pasear. Extraño mi vida habitual: ir a la escuela, convivir con mis amigos y maestros, mi clase de baile, ir al cine… Desafortunadamente, el virus se ha seguido propagando, han fallecido miles de personas, los hospitales no se dan abasto. Ante esto me siento triste, al mismo tiempo soy optimista, sobrellevando la situación de la mejor manera. Hago ejercicio en casa, eso libera endorfinas que me producen bienestar físico y emocional. No puedo negar que en ocasiones siento miedo, por lo tanto, sigo las recomendaciones y espero confiado en que la pandemia termine pronto.

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Mi mamá dice que somos muy fuertes mentalmente. Ella ha trabajado en eso conmigo desde siempre. Y asegura que de esta, saldremos más fuertes ¡Porque soy un guerrero y no me sé rendir!

Texto escrito el 2 de junio de 2020.

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Foro de experiencias socioemocionales de docentes y directivos Mtra. Georgina Bejarano Colorado

Supervisora de la Zona 2. Educación Especial.

El Foro de experiencias socioemocionales de docentes y directivos coincide con varios aspectos establecidos en la Estrategia Nacional de Educación Inclusiva y comunica a través de los participantes, el punto de partida para el diseño, aplicación, elaboración y seguimiento de las estrategias pedagógicas aplicadas por los docentes con base en la política educativa actual; además, este Foro expuso la forma en que la intervención pedagógica se adecuó a las necesidades requeridas por los niñas, niños y adolescentes –NNA–, durante la contingencia sanitaria por el COVID-19. En este sentido, el Foro fue un espacio de diálogo pedagógico que permitió la articulación entre los niveles y servicios, mediante la suma de esfuerzos de los diferentes actores educativos. Considerando que dicho diálogo, reflejó también la vinculación a favor de la Educación Inclusiva que promueve desde hace tiempo, el equipo de Supervisión de la Zona 70 de primaria, integrado por el Profesor Luis Guerrero Rubio Nájera y las Asesoras Técnico Pedagógicas: Isabel Cristina Arroyo Briano y Blanca Judith Molina Salcido. Y fue este equipo de trabajo, quien esta vez, en coordinación con las supervisiones de las Zonas 2 y 20 de Educación Especial, convocaron a los docentes y directivos de las tres zonas escolares en mención, a compartir sus experiencias socioemocionales en la estrategia de “Aprende en casa”, vividas durante el período de Contingencia Sanitaria del COVID-19. Asimismo, el foro de experiencias socioemocionales fue un medio para reconocer el trabajo realizado por los docentes y directivos, los cuales adaptaron e innovaron diversos aspectos del proceso de enseñanza aprendizaje, durante el tiempo de la educación Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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a distancia. La experiencia socioemocional compartida involucró a los alumnos, docentes, padres y directivos, donde cada participante con su narración resaltó lo más significativo de su experiencia personal, considerando, además, que el área socioemocional tiene una relación directa con el aspecto pedagógico; es decir, durante el proceso de enseñanza- aprendizaje es posible generar satisfacción y placer, debido a que se despiertan diversas emociones, tanto en el alumno como en el docente. En este sentido, las experiencias socioemocionales compartidas por los docentes y directivos durante el desarrollo del Foro, reflejaron el uso de los apoyos en todas las actividades con el fin de aumentar la capacidad de cada escuela en dar respuesta a la diversidad de sus educandos, con base en las circunstancias de la Contingencia Sanitaria del COVID-19. En consecuencia, los esfuerzos realizados por cada uno de los docentes trataron de abarcar todas las áreas de la vida de los alumnos, promoviendo la educación inclusiva y buscando que ningún alumno quedara excluido del proceso educativo, por lo cual se realizaron los ajustes razonables en función de sus necesidades específicas durante este periodo escolar. Finalmente, es posible concluir que el foro de experiencias socioemocionales de docentes y directivos, manifiesta la necesidad de continuar favoreciendo la colaboración entre las Supervisiones, Direcciones de Educación Básica y Educación Especial. De igual forma es indispensable promover la vinculación interinstitucional para acercar un mayor número de recursos de la comunidad a los docentes, alumnos y padres de familia, con el fin de atender de manera oportuna el proceso educativo que se avecina.

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Contingencia sanitaria: entre adversidades y satisfacciones Maestra Gloria Baro Tijerina

Asesora técnico-pedagógico del Sector 15

Fue un 23 de marzo de 2020. ¿Cómo olvidarlo? A partir de entonces trabajaríamos desde casa. Fue la indicación oficial que recibimos. Sería de manera virtual, a través del uso de la tecnología: celular, ipad, computadora… Aparentemente, el mundo se detuvo. Fue difícil para todos, más para los niños. De un día para otro, los sacamos de su escuela. Ya no vieron más a sus maestros y amigos. De un día para otro, de manera abrupta, cambió su rutina de vida. E inició el confinamiento. Con cautela, para prever posibles complicaciones. Desde el acopio de víveres suficientes y los servicios propios del hogar. ¡Internet, desde luego! Se extremaron las precauciones en cuanto a salud y en todo lo necesario para evitar un accidente. No podíamos salir. Mucho menos ir al hospital: era campo minado. El tiempo siguió su curso. Poco a poco me acostumbré a esta nueva y temporal forma de vida; desarrollé nuevas habilidades. Sí, tecnológicas, pero sobre todo, puse de manifiesto mis recursos interiores para estar bien conmigo misma y con las personas que viven conmigo. Se tocaron mis fibras de empatía, solidaridad, comprensión y amor al prójimo. Hubo momentos de angustia y desesperación, pero no pasó a mayores. Porque si algo poseo, es la paciencia. Desarrollé esta cualidad con el paso del tiempo. De manera general, vivo siempre en el presente y en el hoy; evito ir al futuro. Desde luego, tengo un panorama de lo que quiero y lo que debo hacer para lograrlo. ¿Cómo fue mi día a día? Reuniones virtuales de lunes a sábado, Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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en diferentes horarios. Eran además, reuniones que tenían que ver con mi hijo, tanto de su escuela regular como de sus prácticas de baile. Tardes de tarea, repasar contenidos, checar correos, tomar fotografías, enviar evidencias… Evidencias de casi todo: de mi trabajo, de reuniones, de los bailes. Y cuando ya estaba al corriente y me sentía libre… escuchaba de pronto la notificación del celular… ¡Uff! Definitivo, era un cuento de nunca acabar. Deseé un día sin tareas para mi hijo. Porque soy mamá responsable, y eso me agotaba. Siempre estaba al pendiente de que todo lo hiciera bien, que la foto fuera nítida y enviada. Y aunque no era lo único que hacía en el día, me consumía mucho tiempo y energía. Además, mi hijo es inquieto, pero responsable. Y también tenía sus dosis de estrés, que en tiempos ordinarios no pasaría nada, solamente cumplir con su responsabilidad. Pero en ese tiempo que rebasaba los 80 días de encierro sin ver a sus amigos, maestros, familia… y donde los festejos se habían limitado a una videollamada… todo, todo se complicaba. Porque su energía estaba contenida, y no podía liberarla al salir a caminar o a jugar fuera de casa, como era lo normal en otros tiempos. En este periodo de contingencia, dentro de mi función como asesora técnico pedagógica del sector número 15, acompañé a las zonas en las diversas reuniones virtuales y demás actividades que realizaron. Las jornadas fueron extenuantes porque no había horario de trabajo, eran de tiempo completo. Pero fue gratificante estar en contacto con los directivos de las distintas escuelas, y en ocasiones con los colectivos completos. ¿Qué decir de los supervisores? Su visión fue acertada tanto en las acciones de corte administrativo como en la dimensión académica. Percibí en ellos la sensibilidad humana en el servicio, como guías de su comunidad educativa, siempre atentos a las necesidades de los maestros a su cargo. Y como parte de ese mismo equipo de trabajo, estaban mis compañeras Atps, dispuestas, responsables como siempre, comprometidas, sugiriendo y llevando a 86

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cabo. Pareciera exagerado lo que digo. Sin embargo, expreso lo que vi en ese tiempo: a todos trabajando con mucho compromiso, cada quien desde su función. En particular, en mi trabajo como asesora en la zona 70, a cargo del profesor Luis Guerrero Rubio Nájera, debo decir que en este periodo los acompañé en 20 o más reuniones virtuales (que no son pocas), además de la graduación virtual de la escuela Oscar Flores Sánchez T.M. Las reuniones se llevaban a cabo los martes con colectivos de educación regular y, los jueves, con los equipos de USAER. Estas últimas fueron muy fructíferas ya que además de los equipos de directivos de las escuelas que cuentan con ese apoyo, participaban también los directores de las USAER, así como los tres supervisores (dos de educación especial) además de las ATPs. Como parte de las actividades propuestas en esta zona, con entusiasmo me sumé a la del Banco de Alimentos. Antes ya había apoyado de manera directa a una madre de familia en apuros económicos, gracias a la petición que me hizo una amiga maestra. En ese momento se dio una mezcla de emociones donde las palabras no fueron necesarias, su mirada lo decía todo: en cuanto la señora recibió la despensa, su hijo que le acompañaba sacó del paquete unas galletas y de inmediato empezó a comerlas, entre el gozo y la desesperación. Las dos ocasiones siguientes en las que participé, ya fue como parte del proyecto del Banco de alimentos, donde había un listado de artículos sugeridos. Cuando realicé las compras siempre pensé en los niños. Además de los productos de primera necesidad, agregué galletas, papitas y palomitas de maíz, porque sé que a ellos les encantan. Y así viví esa bonita experiencia. No me importó dejar mi confinamiento y salir a la calle para ir a hacer entrega de mi aportación hasta la escuela sede. Fue gratificante poder ayudar con un poco a las familias que carecían de alimento. Con gusto lo volveré a hacer. Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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Otro gran acierto en esta zona fue la organización del Foro de experiencias socioemocionales. En ese espacio, los docentes expusieron cómo sobrellevaron el confinamiento, tanto en lo personal como con alumnos y padres de familia. En este evento tan emotivo quedó de manifiesto la vulnerabilidad del ser humano. Los relatos fueron tan conmovedores que provocaron momentos de silencio y ahogados sollozos. Con este foro la zona 70 fue punta de lanza, ya que provocó un efecto dominó al motivar a la realización de eventos similares en otras zonas del sector 15 y más allá. Hubo además otras actividades que me dejaron claro, como lo dije anteriormente, que las maestras y maestros asumieron con mucho compromiso y vocación los retos ante la situación de la contingencia. Y por eso me siento orgullosa de pertenecer al gremio del magisterio. Como lo pudimos ver, la adversidad también nos deja satisfacciones y aprendizajes. Estoy convencida de que cuando todo esto pase, seremos diferentes, más fuertes, más humanos. Así será.

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¡El milagro llegó!

Mtra. Flor Olimpia Limas Zambrano

Supervisora de la zona 20 de Educación Especial

Llegó el 20 de abril del 2020, trabajo en casa, desde casa y para casa… dijo el Secretario de Educación, Esteban Moctezuma…Y entonces, educación especial ¿cómo trabajaría con el personal de la escuela regular? Si de manera presencial el conjuntar esfuerzos ya es un reto ¿Cómo sería a distancia? Esas fueron las primeras interrogantes que llegaron galopantes a mi mente. Sin embargo, mi obligación como supervisora era plantear la estrategia de trabajo y promover el procedimiento. Esperando… ¿Tal vez un milagro? Tenía que afrontar el reto del nuevo escenario. Me dispuse a hablar con los supervisores de educación regular. Honestamente, primero hablé con quien sentía mayor confianza, la respuesta de ellos me animaría a hablar con quienes tenía menos comunicación. Entre los de confianza —digamos, mediana— se encontraba el supervisor de la zona 70 de educación primaria, con quien hablé —no recuerdo si el día 20 o 21 de abril— vía telefónica sobre la estrategia de trabajo estatal y la concretada a nivel regional para los servicios que prestan las USAER. Cabe mencionar que todos los jefes de sector, incluyendo al profe Luis como supervisor, aceptaron con agrado que el personal de USAER asumiera la responsabilidad de trabajar hombro a hombro con ellos. Algunos comentaron sorprendidos: “¡USAER también está trabajando! ¡Se sumará al esfuerzo! Otros fueron más sinceros: “No había pensado en USAER, qué bueno que me dice, maestra. Estaré al pendiente.” La supervisora de preescolar también fue parte del trabajo conjunto. Sin embargo, reconozco que me faltaron algunos de contactar: tres supervisores de educación secundaria y uno de Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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primaria. A ellos los contactarían los directores de las Unidades ¿Son los de menos confianza? Me queda a reflexión y acción. Organizando el trabajo con los directores de la zona 20, se solicitó evidencia de trabajo conjunto con maestros regulares y/o padres: Calendario de trabajo por maestro, por alumno y por semana. Un poco sorprendidos, turbados, desorientados tal vez, asumieron la responsabilidad y se pusieron a trabajar. Por mi parte, asumí con decisión el nuevo proceso experimental y muy retador. Solo yo sabía todos los sentimientos y emociones que de mi emergían. Eran tantas cosas tangibles de lo hecho en el pasado inmediato, sabía de la falta de trabajo conjunto entre el personal de la USAER y el personal de la escuela regular. Y sin embargo, en este momento de crisis se tenía que avanzar y sacar adelante el trabajo inmediato. El día 24 de abril recibí un mensaje del supervisor de la zona 70: Maestra, haremos una reunión por meet y la queremos integrar, ¿me puede compartir su correo? El mensaje no me sorprendió del todo, ya que antes habíamos realizado algunas acciones juntos. Lo que me sorprendió fue el desarrollo de la reunión, acuerdos: Una reunión con USAER por semana con los directores de las escuelas que tienen apoyo y con los directores de las Unidades, ATP´s, además del supervisor y supervisoras. ¡Tómala! En la vida imaginé ese nivel de involucramiento. Pero, bueno, pensé: “Veremos cuantas semanas dura el gusto” ¿Pues qué creen? Hubo semanas que fueron dos o hasta tres reuniones con esta zona escolar. Y conforme avanzaba la cuarentena se generaban más acciones y más situaciones problemáticas derivadas del nuevo escenario. Se llegó a hablar de la necesidad de los padres de familia de las escuelas de la zona 70 en situación de pobreza extrema, que no tenían ni para comer. En ese primer planteamiento, abrumada por las responsabilidades académicas, pensé: “Y yo qué puedo hacer, eso no le toca a la escuela”. Pero ese pensamiento cambió al término de la reunión. Recordé a mis padres, que siempre daban un taco a quien se acercaba 90

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a pedirlo, o le enviaban comida al vecino anciano, quien vivía muy cerca, atrás de nuestra casa. Pero también recordé a los maestros de la escuela de educadoras de la UACJ, donde obtuve mi formación inicial como maestra. Siempre nos decían: “La maestra es primero ser humano, tiene una responsabilidad social, ¡hay comunidades muy necesitadas, muchachas! Etcétera, etcétera…” Con tristeza por las historias contadas y escuchadas en las sesiones de videoconferencias, decidí sumarme a la actividad sugerida por el supervisor, denominada “Banco de alimentos”. Fue una agradable experiencia para mi familia, pues siempre hemos acostumbrado apoyar económicamente a personas cercanas a nuestra casa, como el guardia del fraccionamiento o las personas de limpieza. O donar ropa casi siempre usada a diversas instituciones, o apoyar ocasionalmente a la iglesia que asistimos… Pero en esta ocasión mis hijas y esposo ayudaron desde la compra y organización de despensas hasta llevarlas a la escuela de acopio. Debo decir que fue realmente gratificante. El trabajo conjunto especial-regular con la zona 70 se mantuvo durante todo el periodo estipulado por la secretaría de educación, tanto federal como estatal. Y así pasó de ser un supervisor de mediana confianza a uno de los de mayor confianza. Excelente comunicación, respeto y todos los ingredientes necesarios para continuar realizando trabajo en equipo. ¡Toda una lección de vida, personal y profesional! No hay duda que nunca se deja de aprender y hasta los momentos más difíciles dejan grandes enseñanzas. Finalmente, creo que se cumplió la misión encomendada en el periodo de contingencia. ¡El milagro –vaya que sí existen– se hizo presente!

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Supervisar y comunicar, hoy Profr. Luis Guerrero Rubio Nájera Supervisor escolar de la zona 70

Ante la inédita situación que empezamos a vivir a partir del mes de abril con la estrategia de Educación a distancia, tuve que hacerme la siguiente pregunta: ¿Cuál será mi papel como supervisor? El reto era enorme: supervisar a la distancia, con todas las implicaciones de esta función. Lo más sencillo era dedicarme a transmitir la información recibida por parte de la autoridad educativa. Y tampoco era difícil seguir atendiendo los asuntos administrativos desde casa. Mi reto era cómo mantener una estrecha comunicación con el equipo de directores. Y todavía más: cómo entablar la comunicación con los docentes. Cómo darme cuenta de lo que pasaba por la mente de los maestros. Cómo conocer sus estados de ánimo. Cómo estar al tanto de sus situaciones de salud. Cómo entusiasmarlos a afrontar el nuevo reto con dignidad y profesionalismo. Y lo más complicado: cómo apoyarlos de manera oportuna y humana en los casos necesarios. Así fue como mi mente se llenó de Cómos. (Con acentos diacríticos). Me quedaba claro que como todo, tenía que empezar por el principio. Y el principio era elaborar una adecuada estrategia de comunicación. Porque una buena comunicación nos proveería de una buena información. Y así le hice. Desde el viernes 17 de abril, todavía en el periodo vacacional, celebré la primera reunión con mi equipo de directores y asesoras técnico pedagógicas. Necesitábamos vislumbrar cómo y por dónde nos moveríamos en ese escenario cada vez más incierto y lleno de miedos. Y los directores y subdirectores, con gran responsabilidad, respondieron al llamado. A partir de ese momento celebramos sesiones semanales de seguimiento. Las preguntas recurrentes en aquellas primeras reuniones, eran: ¿Cómo están? ¿Cómo están sus maestros? ¿Cómo están nuestros alumnos y padres de familia? Así completamos más de una docena de Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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videoconferencias en este periodo. En esa misma línea, celebré reuniones semanales con el equipo de supervisión y mantuve comunicación telefónica de manera personal con los directores. Con algunos de ellos, incluso por las noches. Así lo demandaban las circunstancias. Además, por diversos motivos entablé comunicación con casi veinte docentes. Dos de ellos perdieron a un ser querido durante la pandemia. Con otros maestros el contacto fue por la situación económica o de contagio de los padres de familia. O la situación emocional que estaban pasando en lo personal, o por algún otro asunto. Total que me sentí afortunado de ese contacto directo con los docentes. Esto, además de las reuniones virtuales de los colectivos escolares, en los que tuve la oportunidad de estar presente y escucharlos. También debo compartir que durante el periodo de contingencia logramos una magnífica vinculación con el personal de Educación Especial. Realizamos reuniones semanales con los directivos de las escuelas que cuentan con el servicio de USAER, incluyendo a los directores de dichas unidades de apoyo, así como las dos supervisoras de educación especial que atienden las tres escuelas de la zona: las maestras Georgina Bejarano Colorado (zona 2) y Flor Olimpia Limas Zambrano (zona 20). En estas reuniones, por supuesto, siempre estuvieron presentes las maestras asesoras de esta supervisión: Isabel Cristina Arroyo Briano y Blanca Yudith Molina Salcido. Y la maestra Gloria Baro, Atp del sector 15. De estas reuniones emergió el proyecto del Banco de alimentos y el foro de experiencias socioemocionales. Ambos nos dieron gratas satisfacciones. También en este espacio logramos la coordinación para las jornadas de capacitación a los docentes en la plataforma de Google Classroom. Y la invitación a otros foros y capacitaciones como el de Primeros auxilios psicológicos. Aunado a todo lo anterior, por supuesto que durante este tiempo


mantuve estrecha comunicación con el profesor Ariel Acosta Ramos, mi autoridad inmediata, tanto a través de las reuniones virtuales a las que fui convocado, como de manera directa. En resumen, creo que este periodo, con todas sus angustias y tribulaciones, me trajo también grandes satisfacciones y aprendizajes. El éxito se obtuvo gracias a una buena estrategia de comunicación y al gran compromiso de docentes y directivos de la zona. Pero nada fue fácil. Nada ha sido fácil. Pero todo el esfuerzo valió la pena.


ANEXOS

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ANEXOS BANCO DE ALIMENTOS ZONA 70 Este proyecto surgió entre los docentes de las zonas 70 y el personal de Educación Especial, zonas 2 y 20. Se ideó para apoyar a las familias en situación económica más vulnerable. Se desarrolló en tres etapas de acopio de alimentos. La sede fue la escuela Francisco I. Madero y la responsable de este centro de acopio fue la directora de ese plantel, la profesora Ma. de los Ángeles Morales Sánchez. En total se recaudaron 73 despensas. De la siguiente lista de donadores, hubo personas que aportaron hasta tres o más despensas. Donadores: Luis Guerrero Rubio Nájera Roberto Salcido Cano Ma. De los Ángeles Morales Sánchez Esc. Luis Donaldo Colosio Murrieta Yessica Aimé Udave Trevizo Gloria Baro Tijerina. Isabel Cristina Arroyo Briano Georgina Bejarano Colorado Blanca Yudith Molina Salcido Flor Olimpia Limas Zambrano Juana Judith Zamora Quiñonez Renato Rascón Ramos Humberto Quezada Prado Claudia Ivonne Sinecio Rojas Laura Ruiz Cisneros Esc. Lic. Óscar Flores Sánchez T. M. Colegio CIMA Oguer Martínez Lara Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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ANEXOS Irma López Sandoval Isabel Castillo Mena Esc. Diana Laura Riojas de Colosio Aida Isalda Sánchez Méndez Escuela Francisco I. Madero Ariel E. Acosta Ramos Julia Rosa Rey Medina Escuela Anáhuac Daniela Chairez Macías Mauro Hinojos Martínez Ma. De Montserrat de Anda Suárez María Rosa Elena Gradilla de la Torre Itzamara Santamaría Beltrán

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ANEXOS FORO DE EXPERIENCIAS SOCIOEMOCIONALES La supervisión de las zonas 70 y las supervisiones 2 Y 20 de educación especial, en conjunto convocaron a participar en el FORO DE EXPERIENCIAS SOCIOEMOCIONALES DE LA CONTINGENCIA SANITARIA POR EL COVID-19, el cual se realizó de manera virtual el día 11 de junio de 2010 a las 11:00 horas. Contó con un auditorio cercano a las 100 personas. Relación de participantes como ponentes: 1. Montserrat de Anda. Esc. Lic. Óscar Flores Sánchez T.V. 2. Irma López Sandoval. Esc. Francisco I. Madero 3. Ma. de los Ángeles Morales Sánchez. Esc. Francisco I. Madero 4. Ana Rosa Ríos López. Esc. Lic. Óscar Flores Sánchez T.V. 5. Claudia Fontes Maldonado. Esc. Anáhuac 6. Imelda Sáenz Caraveo. Esc. Luis Donaldo Colosio 7. Roberto Salcido Cano. Educación especial. Zona 20 8. Tania Herrera Melero. Colegio CIMA 9. Dinorah Albizo Salinas. Colegio CIMA 10. Homero Castillo Vázquez. Educación especial. Zona 2. 11. Gladiola Quirino Méndez. Esc. Lic. Óscar Flores Sánchez. T.M. 12. Margarita Castellanos Rosales. Esc. Lic. Óscar Flores Sánchez T. M. Cómo educamos en tiempos de la pandemia

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Conductor del programa: Julio Omar Ortiz Flores. Apoyo técnico: Isabel Cristina Arroyo Briano y Blanca Yudith Molina Salcido Autoridades educativas presentes en el foro: Lic. Georgina Romero Ruiz, en representación del Profr. Mario Alberto Luján Andujo, Director de Educación Primaria de los S.E.E.CH. Mtro. José Armando Rey Manríquez, Director de Atención a la diversidad y acciones transversales. Mtro. Jesús Roel Sánchez Gurrea, Enlace del nivel de Primarias, zona Norte. Mtro. Ariel Enrique Acosta Ramos, Jefe del Sector número 15. Mtro. Jesús Socorro Chávez Nevárez, Jefe del Departamento de Educación Especial. Mtra. Ana Clarissa Arriaga Marrufo, Enlace Académico del Departamento de Educación Especial. Mtra. Georgina Bejarano Colorado, Supervisora de Educación Especial zona 2. Mtra. Flor Olimpia Limas Zambrano, Supervisora zona 20 Educación Especial. Directivos de las escuelas de la zona 70. Directoras y directores de U.S.A.E.R.

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Cómo educamos en tiempo de la pandemia Se terminó de imprimir el 17 de julio de 2020, durante la etapa de contingencia sanitaria por el Covid-19 en Encuadernaciones Ari de la ciudad de Chihuahua Edición y diseño: José Fierro Morales

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