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25 aĂąos de difundir la cultura PaquimĂŠ Jorge Carrera Robles En este mes de febrero el Instituto Nacional de AntropologĂa e Historia (INAH) cumple 82 aĂąos de existencia. Son mas de ocho dĂŠcadas dedicadas a promover la investigaciĂłn, protecciĂłn y conservaciĂłn del patrimonio histĂłrico y cultural de MĂŠxico, asĂ como la difusiĂłn del mismo con el objetivo de fortalecer la identidad y contribuir a la formaciĂłn de niĂąos y jĂłvenes estudiantes. Parte esencial de la estrategia de difusiĂłn lo constituye su red nacional de museos, la cual con mas de 160 espacios a lo largo y ancho del paĂs, ofrecen un acercamiento a la historia y cultura de nuestro paĂs. Uno de esos espacios de la red lo es el Museo de las Culturas del Norte o de PaquimĂŠ, como suele llamĂĄrsele. Este inmueble durante el mes de febrero tambiĂŠn cumple un cuarto de siglo de existencia. 25 aĂąos que ha permanecido abierto a miles de visitantes nacionales y extranjeros interesados en conocer aspectos relevantes de la cultura PaquimĂŠ: su arquitectura de tierra, cerĂĄmicos, plazas, organizaciĂłn social, utensilios y herramientas, sistema hidrĂĄulico, fiestas, prĂĄctica agrĂcolas, entre otras temas de gran importancia. Vaya desde este espacio una sentida felicitaciĂłn a quienes han contribuido y siguen contribuyendo con la operaciĂłn y mantenimiento del museo. A quienes desempeĂąan labores de custodia, vigilancia, investigaciĂłn, visitas guiadas y talleres, museografĂa, registro de piezas, trabajos de conservaciĂłn, labores administrativas y de direcciĂłn. Nuestro reconocimiento por su esfuerzo y compromiso, en hora buena.
Los primeros conquistadores en Chihuahua
H
VĂctor Ortega LeĂłn
ace quinientos aĂąos, MĂŠxico-Tenochtitlan, la capital del imperio mexica, sucumbĂa ante el ejĂŠrcito liderado por HernĂĄn CortĂŠs, hecho que se toma como referencia para hablar de la conquista de MĂŠxico. Pero la exploraciĂłn del norte del paĂs no habĂa siquiera iniciado, y su conquista y colonizaciĂłn llevarĂa mucho mĂĄs tiempo. La primera incursiĂłn espaĂąola importante hacia el noroeste mexicano la llevĂł a cabo NuĂąo BeltrĂĄn de GuzmĂĄn, quien lideraba tropas numerosas compuestas tanto de espaĂąoles como de indĂgenas. Gonzalo LĂłpez, uno de sus capitanes, alcanzĂł el norte del estado de Durango y posiblemente el lĂmite sur de Chihuahua, en 1531. Pero, a ciencia cierta, los primeros extranjeros en cruzar de lado a lado el actual territorio chihuahuense, entre 1535 y 1536, serĂan Ă lvar Núùez Cabeza de Vaca, AndrĂŠs Dorantes, Alonso del Castillo y Estebanico, quienes, a raĂz de un naufragio en La Florida,
Los primeros conquistadores en Chihuahua, continĂşa...
Consejo Editorial AcadĂŠmico JosĂŠ Francisco Lara Padilla VĂctor Ortega LeĂłn
Adria Lozano Castro
DIFUSIĂ“N/CORRECCIĂ“N DE ESTILO
JosĂŠ Fierro Morales DISEĂ‘O EDITORIAL
a finales de 1527, se vieron orillados a tratar de regresar por tierra a los territorios ya conquistados por los espaĂąoles; sin embargo, las circunstancias demorarĂan este retorno durante casi nueve aĂąos, hasta que, en 1536, encontrarĂan tropas espaĂąolas en la provincia de CuliacĂĄn, en el actual estado de Sinaloa. Y aunque se desconoce cuĂĄl fue la ruta exacta seguida por estos nĂĄufragos durante su paso por Chihuahua, sabemos que, al menos en parte, tocaron la cuenca del rĂo Conchos y, mĂĄs adelante, arribaron a la regiĂłn de los actuales municipios de Ignacio Zaragoza, Madera y Casas Grandes, al noroeste del estado. Por supuesto, hay diversas hipĂłtesis al respecto, pero no las abordaremos aquĂ por falta de espacio. Casi treinta aĂąos mĂĄs tarde, en 1564, el capitĂĄn Francisco de Ibarra emprenderĂa nuevas exploraciones hacia el este y norte de Zacatecas –donde a la sazĂłn se encontraba–, las cuales lo llevarĂan a recorrer mĂĄs de tres mil kilĂłmetros de los actuales estados de Durango, Sinaloa, Sonora y Chihuahua, y la fundaciĂłn del Reino de Nueva Vizcaya. Durante sus recorridos, Ibarra y su ejĂŠrcito exploraron el noroeste del territorio chihuahuense y, especialmente, la cuenca del actual rĂo Casas Grandes. Como dato de interĂŠs, la primera descripciĂłn de la actual Zona ArqueolĂłgica de PaquimĂŠ la encontramos en la obra de uno de los soldados que acompaĂąaban a Ibarra: Historia de los descubrimientos antiguos y modernos de la Nueva EspaĂąa, escrita por Baltasar de ObregĂłn y publicada en 1584. Esta obra es de gran importancia para conocer la historia temprana de estas regiones, y aporta no pocos datos sobre los grupos originarios que la poblaban en el siglo XVI. El establecimiento del Reino de Nueva Vizcaya, que incluĂa todo el sur del actual territorio chihuahuense, resultĂł fundamental tanto para la colonizaciĂłn de estas latitudes como para la continuaciĂłn de las exploraciones. Hacia 1581, el fraile franciscano AgustĂn RodrĂguez organizarĂa una expediciĂłn mucho mĂĄs modesta que las anteriores, hacia el norte de la ciudad minera de Santa BĂĄrbara, donde se encontraba. Comandada por el militar Francisco SĂĄnchez, apodado El Chamuscado, el contingente saliĂł de Santa BĂĄrbara y
à lvar Núùez Cabeza de Vaca
DIRECTOR CENTRO INAH CHIHUAHUA
Estebanico
Jorge Carrera Robles
AndrĂŠs Dorantes
Alonso del Castillo
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siguiĂł todo el rĂo Conchos hasta llegar a la regiĂłn donde se une con el rĂo Bravo. Siguieron ĂŠste Ăşltimo y se adentraron en el territorio del actual Nuevo MĂŠxico. En el transcurso, pudieron conocer numerosos grupos indĂgenas y estimar las posibilidades econĂłmicas de las zonas por las que iban pasando, especialmente en cuanto a la riqueza de sus yacimientos minerales. Tanto RodrĂguez como El Chamuscado murieron durante la expediciĂłn, pero los sobrevivientes lograron llegar a Santa BĂĄrbara en 1582 y relataron la historia. Hacia el final del siglo XVI, en 1598, Juan de OĂąate liderarĂa la expediciĂłn que lo llevarĂa desde Santa BĂĄrbara hasta diversas regiones de los actuales Estados Unidos, principalmente de Nuevo MĂŠxico y Texas, cruzando de sur a norte el territorio chihuahuense y sorteando las dificultades que imponĂa el desierto de Samalayuca. Desde un punto que bautizĂł como Paso del Norte, tomĂł posesiĂłn de los territorios al norte del rĂo Grande en nombre de la Corona espaĂąola. Este lugar se localiza en la regiĂłn formada actualmente por Ciudad JuĂĄrez y El Paso, uno de los puntos fronterizos mĂĄs importantes del norte mexicano. El siglo XVII verĂa una presencia espaĂąola creciente en los territorios chihuahuenses y el inicio de los proyectos misionales de franciscanos y jesuitas a lo largo y ancho de la entidad, asĂ como la multiplicaciĂłn de presidios y demĂĄs instituciones novohispanas, como reales de minas y haciendas, entre otras. Cabe recordar que cada regiĂłn del paĂs ha tenido una historia muy particular, y es necesario conocer sus caracterĂsticas para valorar la riqueza y diversidad de nuestra herencia histĂłrica.
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La geodemografĂa del sistema regional de PaquimĂŠ
L
a explicaciĂłn de la geodemografĂa cultural de los pueblos de Casas Grandes o, en otras palabras, la distribuciĂłn geogrĂĄfica de la poblaciĂłn de la cultura Casas Grandes, se encuentra en la encrucijada de cuatro ciencias sociales: la sociologĂa, la geografĂa, la demografĂa y, por supuesto, la arqueologĂa. Las posibilidades de aplicaciĂłn de los estudios de poblaciĂłn en arqueologĂa son numerosas y nos permiten visibilizar un territorio o cĂłmo se distribuye la poblaciĂłn en la geografĂa. Esta vez, nuestro referente empĂrico serĂĄn los sitios arqueolĂłgicos registrados por el Instituto
Eduardo PĂo Gamboa Carrera distribuida a lo largo de las arterias de vida que conforman los rĂos del noroeste del estado. El inventario de sitios arqueolĂłgicos de Chihuahua incluye un registro de mĂĄs de dos mil, de los cuales cerca de mil 500 corresponden a los vestigios de la cultura Casas Grandes. Estos sitios comenzaron a ser registrados por los estudiosos de la arqueologĂa a finales del siglo XIX, y durante el siglo XX. Entre los personajes mĂĄs citados sobre el tema podemos mencionar a viajeros como Carl Lumholtz, y a estudiosos como Sauer, Carey, Lister, Di Peso, Guevara, Gamboa y Minnis & Whalen.
Entre las fuentes de informaciĂłn se encuentran las publicaciones derivadas de los estudios regionales del sistema de poblamiento. La bondad de fragmentar la informaciĂłn permite observar los rasgos espaciales mĂĄs relevantes del sistema de asentamiento, por ejemplo, en el ĂĄrea nuclear de Casas Grandes, PaquimĂŠ, con un radio de ocupaciĂłn de 14 kilĂłmetros. La capital del sistema se representa con un sĂmbolo en forma cuadrada, mientras que los demĂĄs sitios estĂĄn representados por puntos. Las ĂĄreas donde se encuentran los recursos naturales estĂĄn representadas con otra simbologĂa, e incluyen yacimientos para la obtenciĂłn de minerales, atalayas o puntos de vigilancia, caminos y campos PatrĂłn de asentamientos en el Valle de Casas Grandes. Modificado de Di Peso, 1974. agrĂcolas, elementos que permiten observar la jerarquizaciĂłn de los Nacional de AntropologĂa e Historia en el sitios o la temporalidad. En este mapa encontramos en primer lugar noroeste de Chihuahua. Como ya hemos visto, a PaquimĂŠ; en segundo lugar, sitios de tamaĂąo mediano como los vestigios comprenden un rango de Galeana, Pancho Villa; y en tercer lugar, los caserĂos de la ocupaciĂłn entre el periodo viejo (600 – 900 poblaciĂłn. d.C.) y el colapso de la cultura Casas Grandes, Los elementos en el mapa permiten realizar estudios de la hacia 1450, cuando la poblaciĂłn estaba poblaciĂłn, por ejemplo, el mosaico de las sociedades que Gaceta informativa digital
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PatrĂłn de asentamientos en la regiĂłn de Casas Grandes. Modificado de Di Peso, 1974.
conformaron el sistema regional de Casas Grandes, que estaba dividido en cuatro regiones principalmente: al noroeste, la regiĂłn de El Paso y Samalayuca; al sur, la regiĂłn BabĂcora y Madera; y al oeste, las Casas en Acantilados de la Sierra Madre Occidental. Cada una de ellas comparte los rasgos mĂĄs generales de la cultura, sin embargo, tambiĂŠn rasgos caracterĂsticos que los hacen diferentes entre ellos. Las Casa en los Acantilados de la Sierra emplean el sistema constructivo y los diseĂąos arquitectĂłnicos de PaquimĂŠ, aunque la escala de la construcciĂłn es modificada al grado de generar una tipologĂa derivada de estas Ăşltimas construcciones. La cerĂĄmica de la regiĂłn de Villa Ahumada es una producciĂłn que se distingue de la producciĂłn de PaquimĂŠ, por los motivos y colores empleados en los acabados de la superficie, y cada uno de estos detalles las hacen diferentes entre sĂ, conformando un mosaico de culturas en tiempos y espacios. Para finalizar, otro tema tambiĂŠn importante en la visibilizaciĂłn espacial del
comportamiento de la poblaciĂłn, es la movilidad y las migraciones, o el movimiento poblacional en general. En el plano de arriba, los arqueĂłlogos registraron entre otros rasgos, los caminos que se dirigen hacia el suroeste y las rutas de comercio por donde se traficaba la turquesa y la concha, esta Ăşltima que apareciĂł por toneladas en PaquimĂŠ. Asimismo, en otro plano de asentamientos por temporalidad, se observarĂa que los sitos que corresponden a los eventos migratorios se encuentran distribuidos hacia el norte, en la regiĂłn de AscensiĂłn, Chihuahua, donde se han encontrado restos de la cultura Mimbres, un fenĂłmeno poblacional anterior al sistema regional de Casas Grandes en el norte de MĂŠxico.
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La investigaciĂłn desde el INAH JosĂŠ Francisco Lara Padilla
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entro de las responsabilidades que pautan el desempeĂąo del Instituto Nacional de AntropologĂa e Historia (INAH), desde su fundaciĂłn en el aĂąo de 1939, estĂĄ la investigaciĂłn. Para un pĂşblico poco familiarizado en cualquiera de las disciplinas de la antropologĂa y la historia, destaco de manera sucinta que el acervo de bienes materiales e intangibles, a los que de manera general se les denomina patrimonio cultural del paĂs, suelen ser los objetos de estudio de los investigadores que laboramos en este Instituto. AsĂ, desde la antropologĂa se analizan rituales, formas de organizaciĂłn, sistemas normativos, prĂĄcticas, valores, estructuras lingĂźĂsticas y patrones de asentamiento, ya se trate de culturas ancestrales extintas o contemporĂĄneas. Asimismo, desde la historia y la etnohistoria, se construyen narrativas en torno a culturas y procesos. El estudio de los materiales arqueolĂłgicos, las manifestaciones estĂŠticas y simbĂłlicas de larga data expresadas en arte rupestre, asĂ como la condiciĂłn biolĂłgica humana, sus particularidades y su evoluciĂłn, son tambiĂŠn objeto de estudio de las disciplinas antropolĂłgicas. La vitalidad del INAH y sus capacidades normativas son asideros que han acompaĂąado a la historia del MĂŠxico contemporĂĄneo, describiĂŠndolo histĂłricamente, explicĂĄndolo en su realidad pluricultural, y proveyendo elementos para la reflexiĂłn y el orgullo por las identidades. La importancia de la investigaciĂłn que se genera al interior del INAH conlleva una vinculaciĂłn ineludible con los contextos regionales, ya que provee elementos para comprender el pasado, explicĂĄndonos las razones que nos han motivado a evolucionar con determinadas orientaciones y estrategias. Visto hacia el futuro, sin duda la
valoraciĂłn de la historia y el patrimonio cultural nos fortalece al momento de delinear horizontes por explorar. El 3 de febrero se cumplen 82 aĂąos de la fundaciĂłn del INAH, cuyas tareas se multiplican con la emergencia de nuevas problemĂĄticas por estudiar, demandas sociales, mejores tecnologĂas para el anĂĄlisis de materiales, tensiĂłn entre los modelos de desarrollo y la preservaciĂłn misma del patrimonio biocultural, entre otros. Por ello, uno de los retos de la investigaciĂłn como actividad sustantiva del INAH, es la optimizaciĂłn creativa de los recursos destinados al quehacer cientĂfico, compartiendo a travĂŠs de la
divulgaciĂłn los hallazgos que deriven del estudio del patrimonio cultural. Justo ahĂ, considero que radica el rasgo mĂĄs importante de la investigaciĂłn del INAH en los albores del siglo XXI: trascender el ĂĄmbito de los especialistas, generando productos de comunicaciĂłn social capaces de develar la pluralidad cultural de la naciĂłn y fortaleciendo los sentidos de pertenencia en las regiones de cada entidad y del paĂs.
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La arquitectura de tierra y nuestra huella ecolĂłgica Ana Karen Zaragoza
En el norte de MĂŠxico la tierra fue empleada sin discriminacion para la construcciĂłn tanto de casas y edificios de almacenamiento, como haciendas, palacios y templos. El sistema mĂĄs utilizado durante la ĂŠpoca posterior a la conquista espaĂąola es el adobe; consistente en bloques de tierra cruda secados al sol.
muestra del amplio conocimiento y contacto de los habitantes con el medio ambiente. Los materiales empleados: tierra, paja, piedra, arena, madera y cal no requieren de una gran transformaciĂłn industrial, desmonte de bosques o destrucciĂłn de cerros para su obtenciĂłn y los desperdicios o residuos; al tratarse de elementos naturales minerales u orgĂĄnicos desaparecen con el paso del tiempo descomponiĂŠndose o integrĂĄndose al paisaje, a diferencia del edificio mismo, ya que con el debido mantenimiento pueden perdurar por siglos sin problemas.
Las casas tradicionales, realizadas con esta tĂŠcnica son una
Estos inmuebles, diseĂąados para el confort humano,
Desvalorizada en la actualidad, la tierra ha sido considerada como uno de los materiales constructivos predilectos por el hombre. Su ĂŠxito puede atribuirse a la abundante disposiciĂłn del elemento, ya que casi cualquier suelo puede ser utilizado; al mejorarse o estabilizarse con agregados como arena, paja o cal, excluyendo Ăşnicamente las tierras de cultivo y las arcillas expansivas.
brindan sombra, propician la ventilaciĂłn cruzada, sus materiales aumentan la humedad interior evitando alergias, tienen gran aislamiento acĂşstico y resistencia al fuego, siendo ademĂĄs eficientes energĂŠticamente ya que la tierra cuenta una gran capacidad para almacenar calor y luego cederlo, propiciando un ambiente agradable con dĂas frescos y noches cĂĄlidas, ideales para climas ĂĄridos. Si bien en la actualidad el tamaĂąo promedio de los terrenos, dificulta el uso de gruesos muros de adobe, debemos considerar la posibilidad de impulsar la habitabilidad de edificios histĂłricos, no sĂłlo como elementos contemplativos para museos o dependencias gubernamentales, sino recuperar su uso original como zonas habitacionales.
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El Museo de las Culturas del Norte cumple 25 aĂąos Adria Lozano Castro
El Museo de las Culturas del Norte, ubicado en la Zona ArqueolĂłgica de PaquimĂŠ, en Casas Grandes, Chihuahua, no sĂłlo es un espacio de resguardo y divulgaciĂłn de historias y piezas arqueolĂłgicas, sino que en ĂŠl confluye tambiĂŠn la investigaciĂłn, el archivo, la educaciĂłn y sus actividades lĂşdicas. Hoy, a 25 aĂąos de su inauguraciĂłn (26 de febrero de 1996), miramos las piezas que lo conforman, a travĂŠs de personas que han contribuido a su funcionamiento: Carlos Mario Soto, custodio de la zona arqueolĂłgica, iniciĂł sus labores en octubre de 1997 y desde ese momento ha sido uno de sus guardianes. Recuerda cuando los pobladores de Casas Grandes y sitios aledaĂąos, guiados por la curiosidad, comenzaron a visitar la zona; tambiĂŠn hace memoria de las distintas restauraciones del lugar, y de los miles de asistentes –en su mayorĂa niĂąos, extranjeros y personas de la tercera edad– que lo han visitado. El museo, que cuenta con un acervo de mĂĄs de 4 mil piezas, ofrece la exhibiciĂłn de sus salas permanentes y de numerosas exposiciones temporales de talla nacional e internacional que han ocupado el espacio a lo largo de su historia. HĂŠctor LĂłpez, museĂłgrafo desde marzo de 1998, explica el valor cultural de las mismas y de la importancia de conservar el patrimonio: “AyĂşdenos a conservarlo y difundirlo. Nosotros nos vamos pero dejamos una semilla para las futuras generacionesâ€?. Para ello, es que se llevan a cabo campaĂąas de sensibilizaciĂłn, visitas guiadas, talleres y material didĂĄctico, con las que se invita a “conocer la historia de nuestros antepasados prehispĂĄnicos, sus costumbres, vida cotidiana y organizaciĂłn socialâ€?, comenta Perla Bustillos de Servicios Educativos, quien lleva 10 aĂąos atendiendo a docentes y grupos escolares. Por su parte, Ibeth Sing, encargada de AlmacĂŠn y con cinco aĂąos de labor en el museo, dice sentirse orgullosa de convivir de cerca con la historia de la regiĂłn y anima al pĂşblico a visitarlo: “Es una joya lo que tenemos aquĂ, somos privilegiados de tener un museo con una historia tan preciosa y amplia. Vengan y pidan una visita guiada, van a aprender muchoâ€?. El Centro INAH Chihuahua, en el marco de este 25 aniversario, felicita al personal del Museo de las Culturas del Norte y reconoce su contribuciĂłn en el fortalecimiento de nuestra identidad cultural, en el resguardo, cuidado, conservaciĂłn y difusiĂłn del patrimonio cultural.
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FotografĂas en Chihuahua
Jorge MelĂŠndez FernĂĄndez
Retratistas sobre vidrio y charol Varios fotĂłgrafos visitaron el estado de Chihuahua durante la segunda mitad del siglo XIX ofreciendo sus servicios como retratistas en vidrio y charol. Se referĂan a los materiales sobre los que se registrarĂan los parecidos de las personas, el vidrio del ambrotipo y una placa de metal ennegrecida para los ferrotipos. Entre 1860 y 1865, los fotĂłgrafos itinerantes Horace Gates Hendrick y M.W. Barker viajaron del sur de E.U.A. a Chihuahua, invitando a los pobladores a retratarse; por esos aĂąos, Estevan RodrĂguez estableciĂł en la capital el primer gabinete fotogrĂĄfico de un chihuahuense del que se tiene noticia. Si quieres conocer mĂĄs sobre fotografĂa histĂłrica sĂguenos en: Facebook: Fototeca INAH Chihuahua Instagram: fototecainahchihuahua Para consultas sobre el material fotogrĂĄfico en resguardo de la Fototeca INAH Chihuahua te puedes comunicar al 614 429 3300 ext. 11740 o al correo electrĂłnico jorge_melendez@inah.gob.mx
Jovencita sentada. FotĂłgrafo no identificado, ca.1865, ferrotipo, 11 x 6.5 cms. ColecciĂłn “Del a Garza / Issaâ€?. Gaceta informativa digital
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AntropĂłlogas Radicales en MĂŠxico
Esperanza Penagos
Este libro narra la historia o fragmentos biogrĂĄficos de cinco antropĂłlogas involucradas con el desarrollo de la arqueologĂa y la antropologĂa en MĂŠxico. Mujeres multidimensionales –para usar los tĂŠrminos de Luis VĂĄzquez LeĂłn, editor del libro–, caracterizadas por su radicalidad, debida no exclusivamente a sus posturas ideolĂłgicas sino a que se adelantaron a su tiempo en el ejercicio de la crĂtica y la docencia, o por su desempeĂąo profesional. No fueron radicales por ser reconocidas como “guerrilleras, revolucionarias o partisanasâ€? –aunque algunas de ellas sĂ lo fueron en diversas circunstancias y contextos–, sino porque pudieron reconstituirse y ocupar un lugar importante en los mĂşltiples desempeĂąos que tuvieron, incluso fuera de la antropologĂa. En el caso de Eulalia GuzmĂĄn BarrĂłn –reconocida veterana de la RevoluciĂłn Mexicana, con una carrera ascendente en el magisterio nacional–, sus tareas como docente no le bastaron para desarrollarse por otros derroteros, como el de ser ayudante en las excavaciones de Alfonso Caso en Monte AlbĂĄn, lo que le llevarĂa –entre otras cosas– a obtener tempranamente el tĂtulo de arqueĂłloga mediante un convenio entre la SEP y el INAH; o el caso de Anita Brenner, alumna de Franz Boas y primera mexicana en doctorarse en ArqueologĂa, no en la ENAH, sino
en la Universidad de Columbia, profesiĂłn que abandonarĂa –aburrida por la clasificaciĂłn de tiestos arqueolĂłgicos– para dedicarse al periodismo y a ser corresponsal de guerra en la EspaĂąa franquista. Posteriormente se dedicarĂa a la promociĂłn del arte mexicano en los Estados Unidos y a la producciĂłn agrĂcola en su Aguascalientes natal. Otra de ellas es Calixta Guiteras, quien arribara a MĂŠxico como asilada polĂtica con un doctorado en FilosofĂa bajo el brazo, y quien tuvo una carrera reconocida en la enseĂąanza de la EtnologĂa, en la ENAH de los aĂąos 50. Ella junto con su hermano menor, Antonio Guiteras, jugaron un papel importante en la lucha antiimperialista y contra el rĂŠgimen de Gerardo Machado. Conocida a su regreso a Cuba como la hija de “la madre de la revoluciĂłnâ€?. Asimismo, el libro toca la figura de Margarita UrĂas, antropĂłloga e historiadora chihuahuense, participante de un movimiento guerrillero en la dĂŠcada de los 60 en contexto nacional, que se volcara posteriormente en la investigaciĂłn histĂłrica; por Ăşltimo, Aura Marina Arriola Pinagel, segunda antropĂłloga guatemalteca egresada de la ENAH, quien tuvo una importante participaciĂłn en el movimiento armado guatemalteco que iniciĂł en 1962 y terminĂł con la firma de la paz en 1996. Este personaje que viviĂł los 36 aĂąos del movimiento armado, fue figura clave en la formaciĂłn de redes de solidaridad y apoyo entre la guerrilla guatemalteca y las izquierdas europeas en Italia y Francia. Al final de sus dĂas fue investigadora en la DirecciĂłn de EtnologĂa y AntropologĂa Social en el INAH.
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Ventanilla Ăšnica El objetivo de la Ventanilla Ăšnica del Centro INAH Chihuahua es ofrecer atenciĂłn y gestiĂłn al pĂşblico usuario en un solo punto respecto a todos los trĂĄmites y servicios, asĂ como brindar un servicio de calidad que dĂŠ confianza, claridad y certidumbre a la sociedad. La mejora en la recepciĂłn, remisiĂłn y la respuesta al ciudadano, corresponden a las funciones de las ventanillas Ăşnicas pero el proceso integral involucra a instancias tĂŠcnicas del propio Instituto. Por lo anterior, es indispensable que los trĂĄmites y servicios se rijan por criterios estructurados en una polĂtica institucional que permita atender oportunamente las solicitudes y que los hagan transparentes a los usuarios. Al atender estas premisas, la gestiĂłn de las ventanillas Ăşnicas mejorarĂĄ la colaboraciĂłn del INAH con autoridades estatales y municipales, presentĂĄndose simultĂĄneamente ante la ciudadanĂa como un organismo que regula el manejo del patrimonio cultural, sin que las polĂticas y acciones para la protecciĂłn y difusiĂłn representen un obstĂĄculo para el desarrollo local. AsĂ, mediante esta simplificaciĂłn y regulaciĂłn de los procedimientos, el Instituto ofrece canales rĂĄpidos y simples para que la sociedad pueda acceder a ellos evitando el exceso de trĂĄmites burocrĂĄticos.
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