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Dentro de una botella

Pravia Arango

I have a dream (Luther King) Tengo un sueño (Pravia Arango)

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−Y el Nobel de Literatura… (música de suspense). −Oeeeeé; oé, oé, oé… ¡Joyce!, ¡Joyce!, ¡Joyce! (entonación futbolera). −Es para… (redoble de tambor). −¡Oates!, ¡Oates!, ¡Oates! Oates es cojonuda, como Oates no hay ninguna (musiquilla popular). −Luoise Glück. −¡Tongo, tongo, tongo! (pitos y abucheos).

Que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.

(Calderón de la Barca)

oyce Carol Oates. Eterna aspirante al Nobel. En la lista de creadores de obras maestras dentro de la novela norteamericana del XX junto a Philip Roth (Pastoral americana, Elegía) o Norman Mailer (Un sueño americano). Si no la conocen, merece la pena un acercamiento; el menú es variadísimo porque es una autora prolífica. Les propongo una degustación a base de los siguientes títulos: Qué fue de los Mulvaney, La hija del sepulturero y Las hermanas Zinn. Aquí pueden elegir entre una novela redonda, la más conocida o la más compleja. En este artículo intentaré desarrollar la fórmula narrativa de Oates: convierte culebrones en obras de calidad literaria asombrosa. Un filo donde la equilibrista Oates se mueve de maravilla. Para ello me acercaré a uno de sus últimos títulos, Un libro de mártires americanos porque curiosamente es una novela perfecta dentro de un libro culebrón, y como tal inverosímil e imperfecto.

Por partes.

Fórmula narrativa:

Culebrón (cúmulo de peripecias vitales) + calidad literaria (naturalidad, visibilidad, continuidad, personalidad). 5

A D ENTRO DE UNA BOTELL

Culebrón. En Un libro de mártires americanos hay asesinato, pena de muerte por inyección, enfermo de sida, de cáncer, madres que abandonan a sus hijos, hermanos que se desprecian, abuelas que se desentienden para terminar como seres tiernos y amantísimos, desequilibrados mentales, chicas que se odian y acaban “fundidas en un abrazo”, hijos que reniegan de su familia, tías sucias, alcohólicas y vagas, adictas a las pastillas, violación con un palo a una adolescente, familias acosadas por sus ideas… En fin. Orín (pis) que la autora convierte en oro de veinticuatro quilates. Y lo consigue con las cuatro reglas del buen narrador. Me explico.

Oates no escribe “bonito”; no le interesa sobrescribir a fuerza de juegos literarios, metaliterarios y demás. No. Pretende hacerse entender a la primera y por ello cuenta con naturalidad. Busca, sobre todo, la confianza del lector con un estilo estándar que la aleja diametralmente de la “Fábula de Polifemo y Galatea” (un ejemplo extremo). Unos considerarán la manera de escribir de Oates como falta de estilo o estilo plano; otros juzgarán la escritura gongorina de la “Fábula” como estilo sonajero. Gustos. Gustos. Y más gustos. Oates cuenta poco y muestra mucho. Busca la visibilidad para que el lector se meta en la cabeza de Dunphy, y lo hace tan bien que este entiende de maravilla la lógica de un individuo desequilibrado, sectario, asesino (no me queda claro si con una o dos muertes y, eso sí, un intento). Es más, el lector acaba compadeciendo (padeciendo con) a Dunphy y lo etiqueta como un mártir americano más.

Otrosí. Joyce es consciente de que el lector es olvidadizo y distraído; por tanto, debe mantenerlo con continuidad en la historia. Ha de repetir y repetir lo que importa; el aborto en una familia abortista; en otra antiabortista, con consecuencias desastrosas para ambas; el aborto en un jurado; el aborto para un funcionario de prisiones; para una joven antiabortista que necesita abortar; para alguien que no quiso abortar: todos mártires americanos. Bien es cierto que unos más que otros, pero todos víctimas de una superestructura cada vez más opresiva y castradora de la libertad individual.

Y todo contado con personalidad. ¿Esto qué es? Pues estar en el mundo muy atento para elaborar tu experiencia de vida, vivir y mirar de la manera más fresca y original posible, alejado de tópicos y postureos.

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