Alma Mater 681

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ISSN 1657-4303

N.º 681

VIGILADA MINEDUCACIÓN

NOVIEMBRE MEDELLÍN 2018

LA FÍSICA AYUDA A EXPLICAR LA PRESENCIA PARAMILITAR EN MEDELLÍN

P. 6 PRESUPUESTO PARA CIENCIA EN 2019: MÁS PERO INSUFICIENTE

P. 8 ENTREVISTA CON CARLOS ANTONIO LOZADA, SENADOR DE LA FARC

P. 14-15 UNA DESPENSA DE MOSQUITOS SANOS

P. 19

Universidad, paz y territorios

DIRECCIÓN DE COMUNICACIONES

ALMAMATER@UDEA.EDU.CO

@UNIVERSIDADDEANTIOQUIA

@UDEA

La construcción de paz territorial, la implementación del Acuerdo, la protección del medio ambiente y la reincorporación de excombatientes a la vida civil, representan hoy un desafío para Colombia. Las universidades, un actor clave.


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N.º 681 · noviembre de 2018 · Universidad de Antioquia

NATALIA PIEDRAHÍTA TAMAYO Periodista natalia.piedrahita@udea.edu.co

La zona de influencia de Hidroituango es un paraíso aviar. Investigadores registraron allí 261 especies. El «Cucarachero paisa» es una de las aves con mayor presencia en la zona.

INVESTIGACIÓN

El cañón del río Cauca,

tierra de aves Por su

Ilustraciones: Adriana María Sanín Escobar y Diego Armando Zapata Zapata

Habia copetona (Habia cristata) Esta ave endémica que mide 19 centímetros, busca los grupos ruidosos. Vive con su pareja o su familia y construye los nidos cerca al suelo. Su cresta es más notoria en las hembras que en los machos y se destacan ambos por su color rojo intenso. Se alimentan de insectos.

Comité editorial: Elmer Gaviria Rivera · Vicerrector General Clemencia Uribe Restrepo · Secretaria General Carlos Mario Guisao Bustamante · Director de Comunicaciones Patricia Nieto Nieto · Profesora de la Facultad de Comunicaciones Diana Carmona Hernández · Profesora de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas

N.º 681 NOVIEMBRE MEDELLÍN 2018

ISSN 1657-4303

Cacique candela (Hypopyrrhus pyrohypogaster) La crianza de los pichones de esta ave endémica, que se destaca por sus colores rojo y amarillo de brillo intenso, es cooperativa, es decir, que no discrimina si son crías propias o ajenas. Vive en grupos pequeños y se alimenta de frutas e insectos.

diversidad ecosistémica Colombia alberga alrededor del 18 % de las aves del planeta, y la variedad climática que se da en el cañón del río Cauca, que abarca 80 kilómetros —desde la zona semidesértica próxima a Santa Fe de Antioquia hasta las zonas lluviosas en Valdivia— permite que aproximadamente 290 especies de aves, incluyendo endémicas, casi endémicas; residentes y migratorias, se alberguen allí. El libro Aves del cañón del río Cauca es una guía ilustrada de la avifauna de esta zona y es producto del estudio «Monitoreo de las aves del cañón del río Cauca en el área de influencia de Hidroituango», realizado por el grupo de Ecología y Evolución de Vertebrados del Instituto de Biología de la Universidad de Antioquia, que convocado por EPM, exploró por más de dos años el área de influencia del Proyecto Hidroeléctrico Ituango, ubicado en el noroccidente de Antioquia. Los hallazgos que se dieron en esta región, poco estudiada y de difícil acceso, permitieron la entrega de información detallada sobre las características de cada especie presentada en el libro; entregando datos sobre su alimentación, vivienda, reproducción y distribución en Colombia a través de iconografía didáctica. «Estas aves son fundamentales para que se den procesos ecosistémicos como la dispersión de semillas o la polinización, contribuyendo a la salud de los ecosistemas», explicó el profesor Héctor Fabio Rivera Gutiérrez, biólogo coordinador del proyecto. Con ilustraciones y fotografías que detallan la morfología de estas aves, se dan herramientas para el reconocimiento de la biodiversidad de una porción territorial donde reside la tercera parte de la totalidad de aves de Antioquia, un departamento en el que a su vez viven cerca del 10 % de las especies aviarias de todo el mundo.

ALMAMATER@UDEA.EDU.CO

@UNIVERSIDADDEANTIOQUIA

Carlos Mario Guisao Bustamante Director de Comunicaciones Luz Adriana Ruiz Marín Jefa División de Contenidos Medios y Eventos Luis Javier Londoño Balbín Coordinador de medios impresos

Pico de hacha (Clytoctantes alixii) El pico afilado y con una curvatura hacia arriba es el principal encanto de esta ave, que la utiliza como herramienta para abrir tallos y buscar insectos con los que alimentarse. Mide 17 centímetros, es de color negro intenso y suele ser tímido y silencioso. Está en peligro de extinción.

Portada Pedro León Correa Ochoa Habitante de Araracuara, Amazonas, Coordinación de edición con un ramillete compuesto John Sebastián Otálvaro Pérez por la particular flor del Inírida. Corrección de texto Foto: cortesía Julián Roldán Alzate. Luisa Santa Diseño y diagramación Las opiniones expresadas en ALMA MATER son responsabilidad de los autores y solo a ellos compete.

@UDEA DIRECCIÓN DE COMUNICACIONES · Ciudad Universitaria · Calle 67 N.º 53-108, bloque 16, oficina 336, Medellín · Teléfono: (4) 2195026


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N.º 681 · noviembre de 2018 · Universidad de Antioquia

Riqueza de aves en el mundo

Especies del cañón del río Cauca

Riqueza de aves en Colombia

297

número total de especies registradas en el proyecto

1909

10 507 especies

especies

31

Órdenes

«La relación de estas especies con su territorio determina las dinámicas naturales que allí se dan».

Guacamayo verde (Ara militaris) Esta ave de gran tamaño —71 centímetros— está ligada al río Cauca, utiliza sus cavidades en taludes para anidar y es común verla realizar sus vuelos grupales sobre él. Reúne un variado colorido en su plumaje y a lo largo de su cuerpo: verde, azul, blanco y rojo. Es granívora y frugívora.

registradas

724 90

Familias

321

261

Géneros

8

224

especies que probablemente estén en el área, estimadas por modelos matemáticos

residentes/ migratorias*

residentes

1

introducida

Además, se entregan infografías y mapas sobre temas de importancia para la región, como la riqueza hídrica y la presencia de las aves en bosques secos, húmedos y en territorios transformados, ya que como el profesor Rivera Gutiérrez lo indicó: «La relación de estas especies con su territorio determina las dinámicas naturales que allí se dan». La estabilidad ecosistémica está ligada a la presencia de las aves. Tanto la cobertura vegetal, como la presencia de insectos en esa zona, están relacionadas con la avifauna. Las aves frugívoras son importantes para la dispersión de semillas, mientras que las insectívoras controlan las poblaciones de insectos. Además, las aves nectarívoras cumplen un papel fundamental en la polinización de las plantas. Así, el equilibrio del entorno depende de la presencia de cada uno de estos grupos de aves. «La idea de EPM con este libro es generar una herramienta para que la comunidad de la zona conozca los elementos vivos de su región, para que se vuelvan guardianes y defensores de este legado natural», explicó Juan Gonzalo Vélez Arango, biólogo de la Dirección Ambiental, Social y Sostenibilidad del Proyecto Ituango, quien puntualizó que en los próximos meses este libro se entregará a diferentes comunidades de la zona de influencia. Otro de los mensajes urgentes que envía la publicación es que se deben proteger los bosques secos a escala departamental y nacional, ya que este es el ecosistema más amenazado en el país y acoge una gran diversidad de organismos, incluyendo muchas especies de aves. En Colombia nos queda alrededor del 8 % de la extensión original de bosque seco, el cual se ve amenazado principalmente por las actividades humanas. Entre estas coloridas ilustraciones y su descripción resulta evidente que la riqueza natural no está dada por una especie en particular, sino por el entramado de relaciones que se construyen entre la fauna y la flora que vive en el cañón del río Cauca.

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migratorias

*Tiene poblaciones residentes y otras poblaciones que son migratorias

Cucarachero paisa (Thryophilus sernai) Su nombre viene de su principal fuente de alimento: las cucarachas. Fue descubierto apenas en 2012 en el cañón del río Cauca por el profesor Carlos Esteban Lara de la Universidad de Antioquia. Es muy activo en sus vocalizaciones, a través del canto y el chasquido defiende su territorio y su nido. Vive en parejas o solo. Se le observa fácilmente entre los caminos y las plantas de pringamosa de municipios como Ituango y Liborina.

140 especies (7 %) de las 1910 especies de aves registradas en el país están amenazadas. De estas, 79 (4 %) son exclusivas del país. En el área del proyecto fueron halladas 7 especies exclusivas de las registradas a escala nacional. Así como hay aves que habitan en los bosques y las montañas, otras habitan territorios transformados, algunas de ellas son la tortolita común, la asoma terciopelo, el gavilán caminero, la pigua y el carpintero habado. Solo el 4.64 % de los bosques húmedos y muy húmedos en Colombia son áreas protegidas. La mayor pérdida de este ecosistema se ha dado por actividades de agricultura y ganadería en el valle del río Magdalena y en Urabá.


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Anestesiólogo, lector, cinéfilo, mago, profesor. Muchos en uno: así es Tiberio Álvarez Echeverri, galardonado este año con la distinción al Egresado Sobresaliente de la Alma Máter.

STIVEN ARIAS HENAO Periodista stiven.arias@udea.edu.co

PERFIL

El lector de la risa fúnebre Nada lo define tanto como su biblioteca: detallados relatos de la medicina antioqueña, citas y manuscritos de tinta fecunda, fértiles colecciones cinematográficas, el viejo y el nuevo libro. Ahí está Tiberio —con el bigote de Einstein y fiebre por Chaplin— evocando a media luz historias de dolores aliviados o regalos de paz para pacientes desahuciados. Ahí está el anestesiólogo, el historiador, el cinéfilo… el lector de la risa fúnebre. ¿Quién es Tiberio Álvarez Echeverri sino la suma de sus lecturas? Su destreza para repentizar frases y títulos confunde a su interlocutor: no sabe uno si realmente es él quien habla o los autores que lo habitan. Su cédula afirma que nació en 1942 en San Andrés de Cuerquia, en el Norte antioqueño; pero su vocación apela otra fecha: su nacimiento fue en 1956, cuando ingresó al Liceo Antioqueño de la Alma Máter. En 1960, ya en la Universidad, se encontró con la influencia de la medicina francesa y, en simultánea, su ímpetu de voraz lector trascendió a escritor, convirtiéndose en el autor de Historias subterráneas de la medicina antioqueña. De la corriente francesa heredó la tendencia humanista; su práctica médica actual para el tratamiento del dolor lo demuestra: escuchar al paciente, mirarlo a los ojos, abrazarlo y, a veces, llorar con él. Tras una difícil infancia, el médico cirujano hijo de un humilde maestro de escuela, graduado en 1967, se propuso viajar al exterior para continuar sus estudios. Quería ir a Francia pero, de pronto, tuvo que cambiar la bata por las botas y el rigor del servicio militar obligatorio. Pasó a ser el soldado Álvarez Echeverri. Una vez dejó el uniforme se estableció en Abriaquí, en el Occidente antioqueño. En un año de pocos pacientes logró un record: leer un libro por noche, entre ellos los clásicos de Dostoievski. Después se fue a Frontino, donde tuvo contrastada y rebosante actividad; allí, durante cinco años, su camioneta pick up le sirvió de ambulancia y carro fúnebre a la vez. Terminó la especialización en Anestesiología en 1974 para ser docente en la Universidad de Antioquia y, ¡por fin!, ir a París. «Allá la medicina era importante y me atraía, pero lo que más me llamaba la atención era el cine. Decía que iba por la medicina, pero era para que me patrocinaran», cuenta mientras se carcajea este «viejo zorro». Antes de viajar alimentó su expectación liderando cineclubes en la Facultad de Medicina y «ojeando» la inasequible revista Cahiers du Cinéma en una reconocida librería.

En París asistió a la primera entrega de Los Césares, los Premios Óscar del cine francés. «Me sentía en la crema y nata», dice. Hoy cuenta con una colección con 24 ejemplares de proyectores de cine. «Doy conferencias y soy un experto en Chaplin; tengo una obra de más de 80 libros sobre Chaplin; visité los lugares donde nació y murió Chaplin; hace un año estuve en el museo de Chaplin». Chaplin, Chaplin, Chaplin… su incurable fiebre perdura. No es casual que tenga algo del ícono inglés. ¿Qué? «Cierta risa fúnebre —responde—, una risa con dejos de tristeza como era la risa de Chaplin, que no era una risa franca, que tenía algo del ethos de una persona que vino de abajo». Esa risa surge cuando está con sus pacientes. Hoy se dedica a tratar aquello que espanta a la mayoría: el dolor y la muerte. «Hay que reír porque los pacientes tienen recuerdos agradables. No tiene que ser todo tan macabro, muchos mueren con una sonrisa en el rostro», asegura. De su extensa carrera médica le quedan narraciones que acumula en hojas amarillentas en su biblioteca: la del médico moribundo que pide consejo; del sicario agónico de la guerra sucia; del joven que ruega que no deje ir a su mamá; del niño guerrillero de Ituango que le dijo: «maestro, no me deje morir, necesito volver a ayudar». Desde los años 80, Tiberio trata el dolor y realiza cuidados paliativos, lo cual requiere, antes que nada, ser un consumado y diestro lector. Un lector de tonos, silencios, sollozos y ademanes. Las distintas modalidades de tratamiento —sicológico, fisioterapéutico o cognitivo— están en segundo renglón. Lo primero que necesita ese ser apenado hasta el desmayo es que sepan leerlo. Ser pionero local en atención de desastres, fundar la primera clínica ambulatoria en Medellín para el alivio del dolor, escribir libros sobre dolor asistencial en niños y dolor en cáncer… esas son meras anécdotas. Lo que pesa en verdad son las historias que han hecho de Tiberio ese hábil lector de la risa fúnebre.

Tiberio Álvarez Echeverri se graduó como médico de la Alma Máter en 1967. Foto: Stiven Arias Henao.


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Académicos reclaman la urgencia de regular la profesionalización de entrenadores deportivos. La expansión de la actividad física como práctica cotidiana y educativa, exige un acompañamiento idóneo.

JENNIFER RESTREPO DE LA PAVA Periodista Jennifer.restrepo@udea.edu.co

FORMACIÓN

Por un entrenamiento deportivo

en buenas manos

Aparecen por

todas partes: centros deportivos, canchas, polideportivos, cuadriláteros de boxeo, clubes y gimnasios se abren paso en centros comerciales y zonas residenciales. Sin duda, la extendida cultura fitness llegó para quedarse. Sin embargo, bien sea por moda o como hábito saludable, lo cierto es que el entrenamiento que ofrecen estos lugares exige, cada vez más, profesionales preparados e idóneos. «El entrenamiento sin una dosificación adecuada ni un aumento progresivo, puede causar daños irreversibles a la salud», así lo advierte Carlos Alberto Agudelo Velásquez, coordinador del pregrado Entrenamiento Deportivo de la Universidad de Antioquia. Por ello, la Asociación Colombiana de Facultades del Deporte, Educación Física y Recreación —Arcofader, trabaja desde hace 8 años en un proyecto de Ley para la profesionalización de entrenadores deportivos. Según los académicos, cuando se lleva a una persona a sus máximos niveles funcionales fisiológicos sin un conocimiento profesional, se está poniendo en riesgo la vida. Sin duda, dirigir rutinas en gimnasios, ejercicios en intervalos de alta intensidad y entrenamientos deportivos profesionales, requiere que quien lo haga tenga amplios conocimientos en anatomía, nutrición, didáctica, ciencias sociales y sicología, entre otros. «Lo que pretende el proyecto de Ley es que quienes realicen procesos de iniciación deportiva, con talentos y atletas de alto rendimiento, cumplan con unos requerimientos académicos y tengan conocimientos en bioquímica y fisiología», señaló Gloria María Castañeda Clavijo, directora del Instituto Universitario de Educación Física, de la Alma Máter de los antioqueños. De acuerdo con Castañeda, la normativa propuesta establece un marco de idoneidad para cuidar que la labor de los entrenadores deportivos no afecte, a corto, medio y largo plazo, la salud e integridad de las personas. El proyecto había sido radicado hace siete años —el 11 de mayo de 2011— ante la Cámara de Representantes. Sin embargo, un año después, el Gobierno nacional lo había objetado, advirtiendo como inconstitucionales algunas de las disposiciones que plantea. Ahora, Arcofader espera que el proyecto sea revisado por la Corte Constitucional, entidad que se pronunciará definitivamente sobre la pertinencia jurídica de su contenido.

Carlos Agudelo aclaró que la ley pondría al entrenador en otro nivel, posibilitaría mejorar su trabajo, y crearía mayor conciencia sobre la importancia de la educación física, la actividad física y el deporte, además de ofrecer oportunidades para la profesionalización.

Más que un recreo de escuela

Uno de los escenarios que reclama esta profesionalización son las instituciones públicas de educación básica. «Los niños que practican actividad física desde temprana edad mejoran elementos de aprendizaje y lenguaje», afirmó Beatriz Elena Chaverra Fernández, profesora del Instituto Universitario de Educación Física. Aunque la Ley 115 de 1994 establece como obligatoria «en los niveles de preescolar, básica y media, la práctica de la educación física, la recreación y el deporte formativo», Chaverra Fernández expresó que en las escuelas no hay profesionales, mientras que la mayoría de licenciados en esa área están vinculados al bachillerato. «Por esta razón la educación física de los niños está orientada por docentes formados en otras áreas, la clase termina siendo un recreo con implementos deportivos —dijo la profesora—; y el principal riesgo de ello es que no favorece el aprendizaje y el desarrollo motor de los pequeños». Al llegar al bachillerato, los estudiantes tienen falencias en la motricidad, el desarrollo afectivo, social y cognitivo. Por otra parte, «la intensidad horaria no es la indicada para el logro de los propósitos de formación expuestos en la Ley», señaló Chaverra.

«El entrenamiento sin una dosificación adecuada ni un aumento progresivo, puede causar daños irreversibles a la salud». Como una paradoja, cataloga el experto en actividad física Francisco Carreiro da Costa, la situación por la que pasa la Educación Física en el contexto internacional. «Esta situación no es exclusiva de Colombia, estudios evidencian que la educación física es mínima en la primaria, en la mayoría de los países, y está en descenso. Esto se debe a que la prioridad del sistema educativo está en ocupar ránquines, reduciendo el tiempo de enseñanza para las asignaturas que no cuentan con estas estadísticas como la educación física y las artes», señaló. Por otro lado, la baja intensidad horaria, el alto número de estudiantes por grupo, la falta de infraestructura, material didáctico y una política de formación permanente de los profesores, alejan la ley colombiana de la realidad. Foto: Bienestar Universitario, Universidad de Antioquia.


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Investigadores recurrieron a la física estadística y a la cuántica para explicar cómo fue la dinámica de tres bloques paramilitares en Medellín.

STIVEN ARIAS HENAO Periodista stiven.arias@udea.edu.co

INVESTIGACIÓN Integrantes del Bloque Cacique Nutibara. Foto: cortesía periódico El Colombiano.

La física ayuda a explicar la presencia paramilitar en Medellín

Herramientas de

la física estadística y la física cuántica ayudaron a explicar la estructuración y el funcionamiento en la ciudad de tres bloques paramilitares: Metro, Cacique Nutibara y Héroes de Granada. Se trata del informe Caracterización matemática de las bandas criminales de Medellín entre 1996 y 20141, resultado del estudio desarrollado durante tres años mediante una colaboración del Instituto de Física de la Universidad de Antioquia con el Centro Nacional de Memoria Histórica —CNMH. El informe —enmarcado en la Ley 1424 de 2010 sobre surgimiento y actuación de estructuras paramilitares en Medellín—, busca contribuir a la reparación de las víctimas y a garantizar la no repetición. Aunque otras organizaciones paramilitares también operaron en contextos urbanos, las tres estructuras mencionadas se distinguen porque cimentaron su militancia en la cooptación y el sometimiento de bandas delincuenciales preexistentes en la ciudad durante las décadas de los 70, 80 y 90, explicó Gisela Aguirre García, magíster en Ciencias Políticas e investigadora del CNMH, quien coordinó el informe. ¿Cuál era el «organigrama» de dichas estructuras? De acuerdo con lo planteado por Aguirre García, mientras que en otros grupos armados era fácil identificar al comandante militar o financiero, o cuántos frentes y escuadras tenían, en el caso de Medellín fue diferente porque no se trató de ejércitos con jerarquías típicas sino de la articulación de bandas que ejercían control territorial al servicio de la red del narcotráfico. Dicha red fue el resultado tras la persecución al Cartel de Medellín, a las autodefensas Campesinas de Córdoba —ACCU y a las Autodefensas Unidas de Colombia —AUC. Los investigadores encontraron en la física posibilidades metodológicas para la búsqueda automática y masiva en Internet de todas las

categorías de análisis del informe, a partir, por ejemplo, de noticias que sirvieran como correlato a las narraciones de los desmovilizados. Al traducir los hallazgos a códigos que pudieran abordarse desde la física estadística, el estudio confirmó que Medellín se sumergió por décadas en una guerra fratricida patrocinada por una alianza paramilitar. En una lucha por la sobrevivencia física y económica, los habitantes de empobrecidos barrios de las laderas de la ciudad se enfrentaron entre ellos mismos. Quienes durante años habían sido familiares, amigos y vecinos, se abalanzaron a sangre y fuego contra ellos mismos en las esquinas en las que solían confraternar. Leonardo Pachón Contreras, investigador del Grupo de Física Atómica y Molecular de la Universidad de Antioquia, explica que «este modelo de análisis es similar al que se usa para estudiar la competencia entre empresas de distintos renglones de la economía».

Algunos resultados

Según lo planteado por Pachón Contreras, entre los años 1995 y 2000 se encontró en Medellín una alta correlación entre el número de hechos violentos y el número de confrontaciones entre bandas. La mayoría de episodios violentos en la ciudad durante ese periodo estuvo asociada a las dinámicas de las bandas. Entre 2000 y 2014 la correlación disminuyó: primaron los episodios de delincuencia común. Durante los años 90, las estructuras paramilitares fortalecieron sus filas con cientos de

jóvenes sometidos a elegir entre supervivencia o exterminio, con elevadas tasas de homicidio selectivo. De acuerdo con Aguirre García, dichos homicidios fueron efectos que se adicionaron a la violencia derramada sobre líderes políticos y sociales, y organizaciones defensoras de derechos humanos. Aunque no hay un dato exacto sobre el reclutamiento de menores, las siguientes cifras ofrecen un acercamiento: «El 27.3 % de los vinculados al Bloque Metro en Medellín fueron menores de edad —dijo Aguirre García—. Para el Bloque Cacique Nutibara y el Bloque Héroes de Granada fueron el 25.1 % y el 10.5 %, respectivamente. Podría afirmarse, según la muestra del informe, que entre el Bloque Cacique y el Bloque Héroes de Granada vincularon a más de 420 menores de edad». Medellín se acostumbró a los titulares sobre distintas modalidades de violencia. Pese a esto, según advirtió la coordinadora del informe, las instituciones no han encontrado políticas eficaces de desvinculación y prevención del reclutamiento de «jóvenes que libraron, a sueldo, las guerras del narcotráfico y el paramilitarismo bajo un férreo control criminal a las libertades de los habitantes de los barrios». Ese control perdura hoy y es más evidente a medida que uno sube las empinadas montañas de la ciudad. Nota 1 La versión final será publicada en los próximos meses. Los comentarios de los investigadores en esta nota no reflejan ni comprometen la posición del CNMH.

Sobre la mesa queda la pertinencia de desarrollar índices más precisos para la prevención del reclutamiento infantil, a partir de la física. Los investigadores argumentan que herramientas como esta podrían ayudar a diseñar políticas públicas que intervengan adecuadamente el problema de las economías criminales trasnacionales. «La física se encarga de estudiar sistemas, es decir, conjuntos de entes que interaccionan entre sí bajo ciertas leyes. Con sus métodos se puede llegar a un problema, identificar variables y proponer soluciones», explicó Pachón Contreras.


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N.º 681 · noviembre de 2018 · Universidad de Antioquia

NATALIA PIEDRAHÍTA TAMAYO Periodista natalia.piedrahita@udea.edu.co

Tecnología satelital propia le permitiría a Colombia, entre otro beneficios, prevenir y mitigar catástrofes. Hoy el país paga a empresas extranjeras por ese servicio.

DESARROLLO

Autonomía espacial de Colombia,

un asunto pendiente Colombia depende

de otros países para observar su territorio. Como no tiene satélites en el espacio debe contratar con proveedores extranjeros servicios que aportan valiosa información sobre cuestiones agrícolas, climáticas, medioambientales y geopolíticas. Esa situación no solo incide en la calidad de los servicios, sino que también deja a Colombia en desventaja frente a países que cuentan con satélites propios y han hecho de estos un factor fundamental de sus economías. A través de esa tecnología han fortalecido asuntos como la educación virtual, la telefonía, las fotografías a gran escala y la planeación territorial. Según Pablo Andrés Cuartas Restrepo, observar el país con dispositivos propios permite tomar mejores decisiones. La vigilancia satelital es una manera efectiva de prevenir y mitigar los efectos de catástrofes. «Es fundamental desmitificar el concepto “satélite” y ver las posibilidades que estos le generarían al país», dijo Cuartas, astrónomo y profesor del Instituto de Física de la Universidad de Antioquia. «Con la miniaturización de la electrónica cualquier país está en la capacidad de generar sus propios satélites. En Colombia, en la Universidad de Antioquia particularmente, estudiantes y profesores de varias ingenierías como la electrónica y la aeroespacial, han venido trabajando en ello», explica David Pineda Vargas, profesor del pregrado en Ingeniería Aeroespacial. Pero una cosa es el gasto en fabricación de un satélite y otra el de su puesta en órbita. Colombia tendría que acudir a misiones de otros países que lideran la exploración del espacio. «Llevar un satélite de observación de la Tierra al espacio le costaría al país cerca de 50 millones de dólares —es decir, más de 150 mil millones de pesos—. Si se piensa en que la consulta anticorrupción costó el doble de ese monto y en los avances que generaría en materia de telemedicina, planeación urbana y vigilancia, no solo resulta posible sino también necesario», argumentó el profesor Jorge Iván Zuluaga Callejas, doctor en Astrofísica y fundador del pregrado de Astronomía de la Universidad de Antioquia. Una de las ventajas de Colombia es que en cuestiones espaciales cuenta con gran respaldo internacional, como se evidenció en el VII Congreso Internacional de Ciencia y Tecnología Aeroespacial —Cicta, organizado

por la Universidad Francisco José de Caldas y la Universidad de Antioquia. Christer Fuglesang, vinculado al Real Instituto de Tecnología de Estocolmo y a la Agencia Espacial Europea — ESA, por sus siglas en inglés, declaró que ambas instituciones están dispuestas a acompañar a Colombia para lograr su autonomía espacial. Fuglesang, primer astronauta sueco, viajó al espacio en el 2009, con la ESA.

Qué se ha logrado y qué falta por hacer

Las tecnologías satelitales para observación de la Tierra y satisfacción de la demanda interna de imágenes de sensores remotos han incrementado en todo el continente, especialmente en países como Chile, Perú, Argentina y México. Brasil es líder en la región en temas satelitales y espaciales. En el ámbito internacional, Colombia ha realizado acciones para integrarse a las políticas e iniciativas de observación de la Tierra. Una de las más importantes fue en 2009, cuando asumió la presidencia de la Comisión para la Utilización del Espacio Ultraterrestre con Fines Pacíficos —Copuos, que apoyó la creación de programas de cooperación técnica y el desarrollo del derecho espacial internacional. La Comisión Colombiana del Espacio y la vicepresidencia de la República, firmaron en 2008 dos acuerdos que abren una ruta para la autonomía satelital: «Respaldo de alto nivel para la implementación del Plan Nacional de Observación de la Tierra» y «Promoción del acceso y uso de imágenes de sensores remotos a través del BNI». Además, instituciones como Colciencias, el Instituto Geográfico Agustín Codazzi —Igac, y el Centro Internacional de Física —CIF, están trabajando en la formulación del Programa Satelital Colombiano de Observación de la Tierra. Sin embargo, aunque estas acciones evidencien voluntades y alianzas fundamentales para que se logre dicha autonomía, están en el papel, esperando a ser implementados. «Colombia está a punto de firmar la hoja de ruta definitiva para lograr su autonomía espacial. Ha faltado apoyo gubernamental, lo que deja en desventaja al país si se piensa en las posibilidades que ello le dejaría a todos los sectores, incluido el político», concluye Zuluaga Callejas, enfatizando en que se debe proyectar la puesta en órbita, no solo de uno, sino de varios satélites.

«Llevar un satélite de observación de la Tierra al espacio le costaría al país cerca de 50 millones de dólares».

Imágenes satelitales del territorio colombiano. Foto: cortesía Instituto Geográfico Agustín Codazzi.


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N.º 681 · noviembre de 2018 · Universidad de Antioquia

STIVEN ARIAS HENAO Periodista stiven.arias@udea.edu.co

El presupuesto de ciencia para 2019 en Colombia será de 356 mil millones de pesos, 13.56 % más que en 2018. Investigadores de la Universidad de Antioquia opinan al respecto.

INVERSIÓN

Presupuesto para ciencia en 2019:

más pero insuficiente En 2019,

Fotos: Sede de Investigación Universitaria —SIU.

¿Cuándo se podrá aplicar a regalías? El pasado 6 de agosto se publicó el Decreto 1467, el cual reglamenta la Ley 1923. Esta última regula lo relativo a proyectos financiados por el fondo de CTI del Sistema Nacional de Regalías. Hernández Lozada, director de Colciencias, afirma que la entidad espera que las convocatorias de los proyectos sean publicadas a partir del 1 de enero de 2020. «En 2019 tenemos que preparar la reglamentación para sacar las convocatorias y concluir los 250 proyectos que están, actualmente, en el régimen de transición», explicó.

el presupuesto nacional para Ciencia, Tecnología e Innovación —CTI, será de 356 mil millones de pesos: 13.56% más que en 2018. El anuncio de Diego Fernando Hernández Lozada, director del Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación —Colciencias, significa romper la tendencia de disminución de recursos que se mantuvo durante el último lustro —a excepción del incremento de 2017 en relación con 2016—. Sin embargo, ¿es suficiente para solventar premuras del ecosistema científico colombiano? Colciencias espera agregar más recursos a dicho presupuesto a través de un programa de becas doctorales nacionales con 250 mil millones de pesos del fondo de CTI del Sistema Nacional de Regalías, que para el próximo bienio contará con cerca de 2 billones de pesos. Hernández Lozada es optimista frente a la posibilidad de gestionar 250 mil millones de pesos adicionales de otros fondos de regalías, los cuales completarían una inversión final para el programa de 500 mil millones de pesos. De este modo, el ente rector de la ciencia en Colombia espera evitar que se repita la fuga de cerebros de los últimos años. No obstante, aunque es imperativo invertir en formación de investigadores de primer nivel, «el aumento de la financiación debe hacerse muy inteligentemente», afirmó el vicerrector de Investigación de la Universidad de Antioquia, Sergio Cristancho Marulanda. Según el directivo, sería ineficaz impulsar dicho programa si no se atienden integralmente las demandas del ecosistema científico colombiano, por ejemplo, incrementando la financiación de proyectos de investigación y estableciendo políticas claras para la empleabilidad de los doctores recién egresados. Cristancho afirmó que es necesario fortalecer la capacidad de absorción de estos investigadores por parte de las universidades y los grupos de investigación, y aumentar la inversión en los institutos científicos del país y los departamentos de investigación e innovación de las empresas. Por su parte, el director científico de la Sede de Investigación Universitaria —SIU, Carlos

Ostos Ortiz, señaló que, aunque se reconoce la iniciativa de becas doctorales, su financiación debería provenir directamente del Gobierno. «Se estaría lastimando un presupuesto (el de regalías) que ya venía con dificultades a nivel de ejecución. Intentamos resolver una necesidad primaria del país tocando, de nuevo, el bolsillo de CTI».

¿Cuánto más faltaría?

Según Ostos Ortiz, también es imprescindible hacer mejoras en infraestructura científica universitaria y consolidar a los investigadores, nacional e internacionalmente, para dar respuestas acertadas a las necesidades del entorno. Y todo ello demanda mayores recursos. «Se aplaude que haya un incremento presupuestal, pero el país seguiría estando entre 1.5 y 2 billones de pesos por debajo de lo que se requiere para CTI», dijo. En la misma línea va Cristancho Marulanda, quien estima que un presupuesto adecuado para CTI en Colombia debería adicionar 2 billones de pesos a la inversión total actual, que según valoraciones de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia —Andi, es de 2 billones de pesos que provienen de distintas fuentes estatales y privadas, incluida Colciencias. «Es difícil de comprobar la valoración de la Andi mientras no haya un organismo centralizado que dispense los recursos de CTI coordinadamente», opinó el vicerrector de Investigación, quien considera clave instituir un Ministerio de CTI que incentive la inversión privada para aprender de modelos como el de Corea del Sur, donde el 60 o 70 % de la inversión doctoral proviene de la órbita empresarial y el 30 o 40 % del Estado. Para muchos es claro que Colombia requiere inversiones superiores en ciencia. Según Cristancho Marulanda, la sola Universidad de Antioquia gestiona un promedio anual de 1200 proyectos de investigación por 250 mil millones de pesos de distintas fuentes. Esta contundente cifra representa más del 70 % del presupuesto de Colciencias para 2019, con más de un centenar de universidades intentando hacer investigación.


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N.º 681 · noviembre de 2018 · Universidad de Antioquia

En Colombia el 97 % de la población tiene acceso a cobertura eléctrica. La academia y organizaciones internacionales cooperan en el avance de las llamadas «transiciones energéticas».

SERGIO RUIZ SALDARRIAGA Periodista salejandro.ruiz@udea.edu.co

SECTOR ENERGÉTICO

El largo camino hacia las energías limpias Cocinar, transportarse,

refrigerar alimentos y hasta conectarse a Internet, son actividades de la vida cotidiana que están determinadas por un elemento común: la energía. Históricamente, esta fuente básica de desarrollo ha transitado por energéticos que van desde la biomasa con el fuego, el carbón, el posicionamiento del petróleo como principal activo mundial, hasta la más reciente: el gas natural. Hoy hay un interés mundial por acelerar una nueva transición energética sustentada en la penetración de energías renovables como la hidráulica, la eólica y la solar. Según advierte Salvador Martín Aceves, jefe del Programa de Hidrógeno del Laboratorio Nacional de Lawrence Livermore, de Estados Unidos, las sociedades de hoy están en el punto de partida de una revolución que dirige su atención a energías renovables.«El futuro es solar. Si consideramos qué energía hay disponible en este mundo, aparte de las fuentes fósiles —que causan todo tipo de problemas ambientales— la energía disponible proviene del Sol. Tenemos pocas opciones y esta es una buena alternativa», aseguró Aceves, quien señaló también que hoy las energías renovables, en muchos casos, son la fuente más económica que existe. Por su parte, Andrés Amel Arrieta, profesor titular de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Antioquia, advirtió que la energía más cara que una sociedad puede tener es la que no está disponible. «Estamos en una transición energética que se va a caracterizar por la complementariedad entre la fuentes convencionales y las nuevas fuentes. Las energías renovables, sobre todo la eólica y solar, son intermitentes y fluctuantes», dijo el coordinador del Grupo de ciencia y tecnología del gas y uso eficiente y racional de la energía —Gasure.

Los retos energéticos de Colombia

Según el Sistema de Información Minero Energético Colombiano, el 97 % de la población tiene acceso a cobertura eléctrica, sin embargo, hay regiones en las que persisten problemas de calidad, disponibilidad y altos costos. Si bien el panorama es positivo frente al avance mundial, que en cobertura alcanza

el 83 % según la Agencia Internacional de Energía, el país debe avanzar en la implementación de fuentes renovables y en políticas que garanticen el suministro sin interrupciones de energía eléctrica y térmica confiable, de calidad y a costos moderados. Aunque Colombia tiene un buen inventario de fuentes renovables de energía, con potencial de hidroelectricidad particularmente en la región Andina, «hoy preocupan un poco los impactos ambientales que los grandes proyectos hidroeléctricos han generado, y los efectos sicológicos que han generado los problemas sucedidos con el proyecto Hidroituango», dijo Amel. Para Aceves, es un reto la inversión para el desarrollo tecnológico y el posicionamiento de la industria e infraestructura, sobre todo en países en desarrollo, pues los recursos para nuevas fuentes, como la solar, son escasos. ¿Cómo, a partir de una fuente de energía que solo dura la mitad del día, se puede garantizar electricidad permanente? Allí es donde Amel Arrieta encuentra el mayor problema actual: el almacenamiento. «A las universidades con conocimiento en temática energética, nos corresponde consolidar esas capacidades que dependen de la inversión estatal en ciencia y tecnología, que permita optimizar sistemas energéticos y seguir el cambio tecnológico mundial en energía», argumentó Amel.

Las posibles salidas

A pesar de las ventajas en recursos renovables de Colombia, la carrera por reemplazar los combustibles fósiles enfrenta un camino largo. Por lo pronto, lo recomendado es diseñar una «canasta energética híbrida, complementaria, que dependerá de los avances tecnológicos para que unas fuentes alcancen mayor penetración e impacto», concluyó Amel. Aceves —que en los últimos 20 años se ha dedicado al estudio del hidrógeno como combustible en vehículos automotores—, cree que una solución a mediano plazo está en acuerdos con compañías energéticas privadas, donde la sociedad compre la electricidad a un cierto precio de garantía, a cambio de que ellos hagan la inversión inicial para obtener fuentes de energía renovables.

Un tema de Expoingeniería Las tendencias energéticas mundiales y los retos para el desarrollo del sector energético colombiano fueron temas protagónicos en Expoingeniería, la feria internacional que desarrolló la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Antioquia entre el 16 y 19 de octubre del 2018. El tema hace parte de la agenda internacional de organizaciones como la ONU, que ha incluido el acceso a la energía asequible y no contaminante como uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible a cumplirse antes del 2030.

15

billones de pesos

cuesta la baja eficiencia de los sistemas de conversión energética en Colombia.

En Colombia el

40 %

del consumo de energía está en el sector rural y este consumo se hace con sistemas energéticos rudimentarios.

Para el 2050 se espera que la participación de energías renovables sea de

43 % =

26 % Eólica

9%

Solar

8%

Hidroeléctrica

CO2

Colombia aporta 0.4 % de la emisión de gases invernadero en el mundo, que equivalen a 152 millones de toneladas anuales.

13 %

de la población mundial

1.3 billones de habitantes no tienen acceso a la electricidad, sobre todo en países africanos, Asia y algo de América latina.

3

billones de habitantes

casi el 40 % de la población mundial, no tienen acceso a sistemas de cocción y calentamiento moderno y cocinan con leña y fogones artesanales.

Fuentes: Min Minas, Red Colombiana de Conocimiento en Eficiencia Energética, Ideam, Informe sobre el Progreso Energético Mundial.


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N.º 681 · noviembre de 2018 · Universidad de Antioquia

Con la Unidad Especial de Paz, que funcionará a partir de noviembre del 2018, la Universidad le apuesta a la construcción de paz en los territorios y la solución pacífica de conflictos.

JUAN DIEGO RESTREPO TORO LUZ MARINA RESTREPO URIBE Periodistas

UNIVERSIDAD, PAZ Y TERRITORIOS

Construir paz territorial

es vital para Colombia: Hugo Buitrago Hugo Alberto Buitrago Montoya, director de la Unidad Especial de Paz de la Universidad de Antioquia. Foto: Juan Diego Restrepo Toro.

La paz

no significa ausencia del conflicto. Para Hugo Buitrago Montoya esta idea representa la posibilidad de transformar los conflictos y resolverlos sin violencia, sin eliminar o agredir al contrario. Buitrago, profesor de la Facultad de Educación, asumirá la dirección de la novedosa Unidad Especial de Paz de la Universidad de Antioquia, que le apostará a la producción de conocimiento y a la articulación de iniciativas universitarias en temas de conflicto armado y construcción de paz.

académico y teórico, también va a implicar un compromiso directo con la solución de problemas. La paz no es ausencia de conflicto, lo que se resolvió fue el conflicto en su expresión armada. Como dijo el filósofo Estanislao Zuleta: «Una sociedad mejor es una sociedad capaz de tener mejores conflictos. De reconocerlos y de contenerlos. Solo un pueblo escéptico sobre la fiesta de la guerra, maduro para el conflicto, es un pueblo maduro para la paz».

El 24 de noviembre se cumplen dos años de la firma del Acuerdo de Paz con las Farc, gran reto de construcción de paz en el país. ¿Cómo ha venido acompañando la Universidad, desde su institucionalidad, esa construcción? Desde hace décadas la Universidad ha estado vinculada con la construcción de paz desde diferentes unidades académicas, con trabajos de distinta índole en investigación, extensión y docencia en los territorios. A esto se le suma que en su Plan de Desarrollo Institucional 2017–2027, la Institución se comprometió con la construcción de paz, la equidad, la inclusión y la interculturalidad. Además, en el Plan de Acción 2018–2021 se acordó crear la Unidad Especial de Paz, que articulará los distintos proyectos para construir un proceso articulado, crítico y reflexivo, que nos permita reconocernos como universitarios en los métodos, enfoques e intencionalidades; una tarea que ha tenido avances con la experiencia de la Mesa Universitaria por la Paz. Todo eso expresa una postura política de la Universidad hacia el proceso.

«La paz no es ausencia de conflicto, lo que se resolvió fue el conflicto en su expresión armada».

¿Por qué una universidad pública le apuesta a la creación de esa Unidad? Porque nos permitirá dialogar de manera permanente con las comunidades. La construcción de la paz territorial es vital para la sociedad antioqueña y colombiana. Por eso la vinculación directa de la Universidad, no solo es un ejercicio

Profesores, estudiantes y empleados de la Universidad han trabajado en territorios donde los excombatientes dejaron las armas y buscan su reincorporación. ¿Cómo ha sido el trabajo allí? En principio, estamos construyendo formas de acercamiento. Las experiencias en los municipios antioqueños de Anorí, Dabeiba e Ituango son preliminares a la construcción de una forma articulada de trabajo para construir conocimiento teórico, conceptual y metodológico. Tenemos unas buenas experiencias pero existen retos.

¿Cuáles son esos retos? Debemos pensar de manera conjunta para hacer ajustes en la relación que establecemos con las comunidades. A veces, distintas unidades académicas trabajan con las mismas poblaciones u ofrecen contenidos comunes, y eso genera fatiga para las comunidades. Por eso la necesidad de articular esfuerzos de los equipos académicos e investigativos, para ser más efectivos en tiempos y recursos. La Universidad se ha visto afectada de manera directa por el conflicto armado. ¿Cómo se vincula la Unidad de Paz con los procesos de memoria y reparación? De muchas maneras. Una parte del ejercicio es construir nuestros propios relatos de lo que nos pasó como Universidad. Relatos en plural, porque no puede haber un solo relato. Esto sería muy valioso para la Comisión de la Verdad, porque le permitiría perfilar qué significó el conflicto armado en la universidad pública. Se trata de averiguar qué, por qué y cómo pasó, en la perspectiva de la no repetición. De otro lado, la Comisión de la Verdad está interesada en el acervo académico que tiene la Universidad, porque hay profesores, grupos y centros de investigación que han adelantado estudios en temas de conflicto armado y construcción de paz. ¿Cómo se articulará el trabajo de la Unidad Especial de Paz? En seis ejes: la instalación de los temas de paz en la agenda pública de la Universidad; la articulación de proyectos y servicios desarrollados por las unidades académicas; la gestión de iniciativas institucionales que incidan en las políticas públicas; el desarrollo de cursos de extensión, diplomados, pregrados y posgrados en estos temas; y la producción de conocimiento conceptual, teórico y metodológico.


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N.º 681 · noviembre de 2018 · Universidad de Antioquia

JUAN ESTEBAN PÉREZ MONTES Médico veterinario M. Cs. profesor de la Facultad de Ciencias Agrarias esteban.perez@udea.edu.co

Los excombatientes de las Farc ubicados en Anorí, hacen parte del Aula Taller, una estrategia universitaria de construcción de paz que vincula a profesores, estudiantes y empleados de la Universidad de Antioquia.

UNIVERSIDAD, PAZ Y TERRITORIOS

El Aula Taller, una experiencia de comunidad universitaria La comunidad fariana que decidió cumplir con el Acuerdo

de Paz de La Habana, dio un salto de fe al vacío y asumió que el pueblo colombiano sería solidario y consecuente con este hecho histórico, pero no contó inicialmente con el trabajo político que se hizo en contra de la negociación y firma de los acuerdos. El resultado del plebiscito de octubre de 2016, la revisión apresurada y la posterior firma de los acuerdos en un ambiente nacional crispado, dificultaron que las agencias y las organizaciones oficiales de orden nacional e internacional, facilitaran el proceso de reincorporación de manera metódica, ordenada y plenamente concertada con las Farc. Esta situación complicó la concentración en las Zonas Veredales Transitorias de Normalización —ZVTN, y en los posteriores Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación —ETCR. Las universidades del país, de manera oficial, iniciaron tímiFoto: Juan Diego damente su aporte al proceso de reincorporación, lo que pudo Restrepo Toro. ser el reflejo de la actitud que tuvieron algunas directivas universitarias frente a los Diálogos de La Habana. No obstante, el sentido de lo social y la solidaridad fueron motores de algunos colectivos universitarios, especialmente de las universidades públicas. En la Universidad de Antioquia, a partir de la sensibilidad social de algunos profesores, se emprendieron acciones aisladas pero significativas. El proyecto «Modelo colaborativo de educación rural para el Nordeste», promovió el proyecto Aula Taller, un enfoque novedoso de trabajo colaborativo, cuya población protagonista fue la de la vereda Aula Taller es una experiencia La Plancha, en el municipio de Anorí. de comunidad académica en la La primera actividad fue el 31 de octuque participaron dependencias bre de 2017, una jornada maratónica. Esta de la Universidad de Antioquia experiencia dejó ver la rigidez del trabajo como la Dirección de al que nos hemos acostumbrado como Regionalización, el Instituto de universitarios, docentes e investigadores, y Estudios Regionales —INER, el que no permitía tener una visión de lo rural, Instituto de Estudios Políticos más aún de la comunidad fariana, que no —IEP, y las facultades de Artes, se puede homologar a la de los campesinos Educación, Ciencias Sociales tradicionales, con sus particularidades poy Humanas, Comunicaciones, líticas, sociales y de pensamiento colectivo. Salud Pública y Ciencias Agrarias. En esta primera visita emergieron El testimonio aquí publicado inquietudes y temores, pero esto nos está basado en el texto permitió, como equipo, cambiar las formas del libro Aula Taller. de reconocer y apoyar a la comunidad Aportes pedagógicos y políticos fariana y a la población campesina vecina. para la construcción de paz Entendimos que llegar con ofertas educatien La Plancha, Anorí vas como un portafolio de servicios, a unas (septiembre del 2018). comunidades saturadas de propuestas, no solucionaba los problemas inmediatos.

Las siguientes visitas permitieron ganar confianza. Un fortalecimiento de nuestro colectivo que facilitó que de forma natural los excombatientes comenzaran a exponer sus ideas, angustias y esperanzas. La integración como comunidad permitió acercarnos a las expectativas de los individuos y contrastarlas con la realidad dura y cruda. Se dejaron ver actitudes y aptitudes, retirar esa etiqueta, esa referencia de otredad, y descubrir los intereses y capacidades de hombres y mujeres que apenas han comenzado a entender el contexto social y civil de un país hostil con sus campesinos. Una dificultad ha sido la imposibilidad para la comunidad fariana de adquirir tierras para trabajarlas, se ha recurrido a arrendamientos o sistemas de partición de ganancias, lo que obligó a algunos a moverse a otros territorios y establecer sus proyectos lejos del colectivo. La escasa tierra trabajable en el ETCR no permite la siembra de cultivos de autoconsumo o comerciales, pero a partir de una campaña de recolección y donación de semillas autóctonas, coordinada por un integrante de la Corporación La Ceiba, se inició un pequeño semillero. El trabajo con este proyecto productivo, permitió evidenciar que nuestro apoyo debía centrarse en planes de vida con enfoque agropecuario. A esta comisión de trabajo colaborativo la definimos en nuestra Aula Taller como «Planes de vida», para incluir allí actividades relacionadas con la producción agropecuaria de autoconsumo, actividades del sector agrícola con visión empresarial y proyectos de la ruralidad que son de otras áreas de negocio. Como docente puedo decir que fue mayor el aprendizaje que la enseñanza aportada, tanto en la consolidación de la comunidad universitaria del Aula Taller, como en la interacción con los habitantes del ETCR. Fue una experiencia para sentir en el territorio la trascendencia de este momento histórico del país, así como lo necesario del aporte del saber universitario a la construcción de una vida campesina digna. Foto: Santiago Rodríguez Álvarez.


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N.º 681 · noviembre de 2018 · Universidad de Antioquia

Tras el Acuerdo de paz y la salida de grupos armados ilegales de varias zonas del país, el Estado tiene el reto de proteger valiosos ecosistemas, amenazados por la deforestación y el cambio climático.

STIVEN ARIAS HENAO Periodista stiven.arias@udea.edu.co

UNIVERSIDAD, PAZ Y TERRITORIOS

Protección de

los ecosistemas colombianos, un reto en tiempos de paz El departamento de Caquetá, uno de los más afectados por el conflicto armado, es rico en biodiversidad. Foto: cortesía Luis Ángel Polo. Flickr/luis_polo

Según el Ideam, en 2016 la tasa de deforestación nacional creció 44 %.

El implacable

avance del cambio climático combinado con el impulso de productividad derivado de la firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las Farc, auguran un sombrío panorama medioambiental para finales de este siglo. Autoridades científicas nacionales e internacionales advierten sobre la urgencia de intervenir el futuro ambiental, social y económico del país. La firma del Acuerdo de Paz, en 2016, abrió la puerta para que las industrias minera y agrícola accedan a los bosques y selvas que estuvieron bajo el dominio guerrillero durante décadas. Paradójicamente, el conflicto resguardó ecosistemas que, sin el amparo de los fusiles, parecen tener los días contados. Según el Ideam, en 2016 la tasa de deforestación nacional creció 44 %. Juan Camilo Villegas Palacio, investigador del Grupo de Ingeniería y Gestión Ambiental de la Universidad de Antioquia —Giga, indicó que más de la mitad de esa nueva ola de deforestación se concentra en la Amazonía, dejando a Colombia entre las cinco tasas más altas de deforestación a nivel mundial. El apetito voraz de la industria hace que el compromiso del Estado ante la Convención Marco de Cambio Climático de las Naciones Unidas de frenar la tala de árboles para 2020, parezca de papel. De ahí que científicos de prestigiosas instituciones alerten sobre dos escenarios climáticos factibles para finales del siglo actual. Dichos escenarios, proyectados por el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático —IPCC, se detallaron en el artículo Ecología de la paz: preparando a Colombia para nuevos climas políticos y planetarios, publicado en la revista Frontiers in Ecology and the Environment en septiembre de 2018.

Mitigar lo inminente

Alejandro Salazar Villegas, doctor en Ciencias Biológicas que trabaja en la Universidad de Islandia, señala que en el primer escenario el promedio anual de temperatura en Colombia habrá aumentado 1 °C para finales de siglo. «El siglo pasado

—advirtió—, un aumento de 0.8 °C significó una reducción del área cubierta de nieve en nuestro territorio del 90 %». El que Salazar Villegas califica como «el más utópico de los escenarios» presagia un día en que nuestros paisajes blancos serían meras anécdotas en la polvorienta gaveta de la nostalgia. El segundo escenario contempla un ascenso de casi 4 °C. Grandes poblaciones, víctimas de la hostilidad ambiental, huirían de regiones como La Guajira hacia grandes ciudades, fenómeno conocido como «migración climática». Los servicios ecosistémicos que ciudades como Medellín y Bogotá —con 3 y 8 millones de habitantes respectivamente— demandan diariamente de fuentes naturales finitas serían insostenibles, según advirtió Villegas Palacio. En cualquier escenario, hay cambios inevitables: se reducirá la capacidad de los ecosistemas para confinar carbono en la biomasa, aumentará la erosión de los suelos y disminuirá notablemente la regulación de los caudales de ríos. Las pérdidas en la ganadería y sectores agrícolas —como el café, el banano o la caña de azúcar— protagonizarían alarmantes titulares de prensa. «Cuando se pierden bosques, la lluvia impacta muy fuerte el suelo y lo desprende. Por las pendientes tan altas en las regiones montañosas de nuestra geografía, el suelo “se lava” —explicó Villegas Palacio—. El Ideam estima que prácticamente toda la región andina tiene hoy problemas de erosión muy severos y, en los


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Río Caquetá. Cortesía: Luis Ángel Polo. Flickr/luis_polo

por el conflicto, de las cuales se sabe poco sobre cómo están respondiendo al cambio climático. Iniciativas similares del IPCC han dinamizado colaboraciones entre científicos y dirigentes, pero su impacto mundial continúa en deuda, aseguró la ingeniera química Lina Mercado, quien hizo su doctorado en fotosíntesis del bosque amazónico y trabaja en la Universidad de Exeter, en Inglaterra. «Hay que vincular la industria; cuando las cosas producen plata, ocurren», aseguró. Para Villegas Palacio, la apuesta por un desarrollo rural sostenible que priorice regiones no boscosas es un desafío que se puede abordar en la implementación del primer capítulo del Acuerdo de Paz. «Recomendamos desarrollar acciones en pastizales de los llanos orientales y toda la planicie del centro-oriente del país, en lugar del crecimiento desordenado que se está dando en zonas boscosas en el Amazonas y en sectores del Pacífico», agregó Salazar Villegas.

«Ética del ciudadano del planeta»

mejores casos, moderados». Como resultado, el país ya no sería «asimilador» sino «emisor» de gases de efecto invernadero. El investigador del Giga ilustra así la feroz embestida humana hacia el medioambiente: «Este planeta ha tenido cerca de cinco catástrofes con fenómenos de extinción masiva, generalmente asociados a erupciones volcánicas, meteoritos, variaciones en la actividad solar, etc. Hoy está ocurriendo una catástrofe llamada Homo sapiens que, eventualmente y sin ser alarmista, puede llevar a la autoextinción». Kenneth Feeley, doctor en Biología y profesor de la Universidad de Miami, lamenta que la deforestación esté extinguiendo especies de plantas y árboles que el conflicto armado no permitió estudiar durante medio siglo. «Es difícil proyectar lo mucho que podríamos perder porque simplemente no conocemos qué especies hay en los bosques colombianos. Perdemos especies antes de que siquiera tengan un nombre», señaló.

Modelar un mejor panorama ecológico es una empresa titánica. Lina Mercado propone estrategias como la generación de tecnologías con fuentes naturales renovables que gradualmente releguen los combustibles fósiles. Por su parte, Adriana Sánchez Andrade, doctora en Biología y docente de la Universidad del

Rosario, de Bogotá, invoca la «ética del ciudadano del planeta». «Pretender que nuestros actos no tengan consecuencias es irresponsable e ingenuo», reclamó Sánchez Andrade. Para ella, la sociedad colombiana poco se toma a pecho su responsabilidad medioambiental. En ese sentido considera que la ciudadanía debe replantearse el nivel de consumo de carne animal. Cuanta mayor demanda, la industria cárnica necesita más espacios para el albergue de vacadas, lo cual conduce a mayor deforestación. Además, «al pasto le agregan agroquímicos en fertilizantes con incidencias graves en las dinámicas de los suelos —advierte Sánchez Andrade—, y las vacas pisan el suelo y lo compactan, dificultando la regeneración de bosques». La investigadora insiste en que no hay que estigmatizar el consumo de proteína animal, sino tomar consciencia de lo que genera el consumo desproporcionado. Lo que sí está claro es que el tiempo deshoja los calendarios. Aunque se efectúen cambios radicales a distintos niveles, los resultados tardarán. Por ejemplo «el tiempo de vida del CO2 acumulado en la atmósfera puede ser de décadas», reconoció Salazar Villegas. En efecto, la convaleciente ecología colombiana exhala las últimas esperanzas de que su sociedad se responsabilice de su propio devenir.

Un desarrollo rural sostenible que priorice regiones no boscosas es un desafío en la implementación del primer capítulo del Acuerdo de Paz.

Decisiones con criterio científico

Ni ilusa indiferencia ni histeria apocalíptica. Consciencia, apertura y determinación. Ese es el llamado de los expertos ambientalistas, quienes subrayan que el trasfondo económico de las decisiones medioambientales no debe ser excusa para que la esfera política nacional ignore los criterios científicos. Los investigadores sugieren crear una red de monitoreo ambiental nacional con énfasis en zonas aisladas Balcón del Diablo, a los pies el río Caquetá. Foto: cortesía Julián Roldán Alzate.


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El senador de la Farc habla sobre la presencia clandestina que tuvo el grupo guerrillero en las universidades, el trabajo de la academia en la implementación del Acuerdo y las propuestas de su partido frente a la desfinanciación de la educación.

PEDRO LEÓN CORREA OCHOA Periodista leon.correa@udea.edu.co

UNIVERSIDAD, PAZ Y TERRITORIOS

«Las Farc fueron un elemento más en las

problemáticas de las universidades»: Lozada Carlos Antonio

Lozada —o Julián Gallo Cubillos— visitó la Universidad de Antioquia el pasado 7 de septiembre de 2018. Lo hizo en calidad de senador de la República, representante del partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común —Farc. Durante 39 años estuvo vinculado a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo. Como comandante de esa organización guerrillera participó en el proceso de paz y tuvo un papel protagónico en el acuerdo de cese al fuego y dejación de armas. Lozada fue uno de los invitados por la Universidad al encuentro académico Universidad, Paz y Reconciliación. Su papel en los diálogos de La Habana estuvo muy orientado a la reincorporación de las Farc, algo a lo que la Universidad le viene apostando decididamente. ¿Cómo ve esa apuesta?

Carlos Antonio Lozada, senador de la Farc. Foto: Diana Grajales López.

Para nosotros es muy importante que las universidades y los distintos sectores se vinculen activamente a la implementación de los acuerdos. Este proceso de paz ha adolecido de esa apropiación de los acuerdos y pareciera que la sociedad entiende que es un acuerdo entre el Estado y las Farc. Solamente si los distintos sectores, desde sus posibilidades y condiciones, asumen ese compromiso de llevar la implementación a la realidad, va a ser posible, entre otras cosas, ponerle un tope a las fuerzas que se oponen, pero sobre todo a que el conjunto de la sociedad haga propio los acuerdos y, sobre esa base, logremos comenzar realmente la construcción de la paz estable y duradera en Colombia.

Por ello la Universidad ha hecho presencia con proyectos puntuales en los ETCR1, con una interesante interacción de excombatientes, comunidad fariana, profesores y estudiantes universitarios, una mistura impensable hace un par de años… Sí, ha sido muy importante. En los territorios donde el Estado no ha llegado con la contundencia, eficacia y eficiencia con la que debería haber llegado en el proceso de reincorporación, la presencia de universidades y de otros sectores sociales ha enviado una señal, si se quiere de esperanza, de que sí hay interés de acoger la llegada de los excombatientes a las tareas de la reincorporación. De alguna manera se va rompiendo esa estigmatización. Nosotros valoramos enormemente esas decisiones que han venido tomando distintas instituciones de vincularse y, a su vez, consideramos que eso genera una retroalimentación porque se comienza a tener otra perspectiva de lo que realmente es el proceso de implementación y de reincorporación.

Leía en un perfil sobre usted que en la guerrilla tuvo un rol destacado desde la clandestinidad. No es un secreto que las Farc tuvieron presencia clandestina en la Universidad de Antioquia, ¿en qué consistía esa presencia? Yo fui comandante de la red urbana Antonio de Nariño que operaba en Bogotá. De los 39 años que duramos en la guerra, 19 estuve dedicado al trabajo clandestino en las ciudades. Teníamos toda una proyección para incidir en los distintos sectores de las ciudades, no tanto en la vía de infiltrarse, sino más bien de desarrollar un trabajo político y organizativo al interior de las universidades, de los barrios, de las fábricas, que de alguna manera recogiera la inconformidad que existía. Frente al caso específico de las universidades, la grave problemática que afecta la educación, pero también problemáticas específicas de las universidades. De manera que más bien ha sido como una vinculación y compromiso de estudiantes, o de obreros en el caso de las fábricas, o de comunidades en los barrios. Eso en condiciones de clandestinidad siempre fue sumamente complejo de desarrollar porque, desafortunadamente en medio del conflicto, cualquier tipo de identidad o de afinidad significaba prácticamente quedar estigmatizado como un guerrillero, y eso llevó a situaciones muy difíciles y muy dolorosas en distintas universidades del país, incluso llegar a desaparecer dirigentes


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o activistas estudiantiles, a expulsarlos, o amenazarlos y llevarlos ahí sí a tomar el camino de las armas. La universidad no fue un escenario ajeno a todo el conflicto que se vivió en el país.

¿No le parece que ha tenido un costo muy alto para la Universidad esa cercanía: paros, daños a infraestructuras y, como usted mismo dice, vidas perdidas? Es que no se puede ver en términos absolutos. En gracia de discusión pura podemos decir «bueno, es que las Farc firmaron la paz e hicieron dejación de las armas, pero no han acabado los conflictos». Nosotros éramos un elemento más dentro de un conjunto de conflictos que hay en la sociedad colombiana. La gente decía: «es que las Farc es el cartel más grande del mundo». Pero nosotros sellamos el acuerdo y siguen aumentando los cultivos, porque detrás de eso hay una problemática socioeconómica que tiene que ver con la tenencia de la tierra, con la falta de garantías para que los campesinos puedan producir de manera lícita y llevar esos productos al mercado. El caso de las universidades es igual. Le puedo garantizar que en 5 o 6 años ojalá lográramos la paz también con el Ejército de Liberación Nacional, pero que la problemática universitaria va a seguir allí, es decir, los estudiantes van a seguir organizándose contra el alza en la matrícula, por la autonomía universitaria, por mejoras en la educación pública. Entonces no es que haya sido un plan perverso de las Farc el infiltrarse en las universidades para generar problemáticas. No, nosotros somos un elemento más que aparece dentro de todo el conjunto de la problemática social en las universidades, en los barrios, en el campo, pero lo que buscábamos nosotros con esa presencia era antes llevar consciencia frente a esa problemática y posibilitar que la gente se organizara para encontrar salidas y soluciones a esos problemas, pero en ningún momento la idea de destrucción, como se llega a plantear a veces.

En las últimas semanas, un potente movimiento social ha llamado la atención del país por la desfinanciación de las universidades públicas. Hoy la Farc está en el Congreso como partido político, usted mismo es congresista, ¿qué vienen haciendo en ese tema?

del modelo neoliberal, lo que son derechos fundamentales como el derecho a la salud y a la educación, terminaron privatizados y se convirtieron en negocio. Ahí habría que poner el énfasis y la discusión en este momento.

Con los parlamentarios que tenemos en este momento somos 8 y tenemos otras dos curules que estamos tratando de resolver. Además hay 43 parlamentarios que hemos denominado la Convergencia por la paz y la vida. Tenemos un compromiso grande por asumir la representación y la vocería de los sectores que históricamente han estado abandonados en nuestro país. Conocemos claramente la problemática de la educación pública. Estamos trabajando la idea de construir de la mano con las comunidades, sería en este caso con la comunidad universitaria, proyectos de ley que de alguna manera permitan iniciar desde el Congreso un debate a nivel nacional de cómo resolver estas problemáticas. Ayer estábamos casualmente en una audiencia de la Comisión Primera, donde se discutió el tema del derecho a la educación, y nos encontrábamos con cifras donde servidores públicos vinculados al sector defensa son mayoritarios frente al número de servidores públicos dedicados a la educación. En un nuevo contexto del fin del conflicto, decíamos que esos recursos que se están yendo todavía para el tema de defensa, deberían ser canalizados hacia la educación pública. Cómo mejoramos las condiciones de los profesores y de los académicos, cómo invertimos en el tema de la investigación científica. La paz lo que permite es precisamente que comience a discutirse en el país otras problemáticas que de alguna manera estaban ahí invisibilizadas por la existencia del conflicto. Y en eso tenemos obviamente un compromiso total, y toda la disposición para comenzar a construir salidas y proyectos de ley en un diálogo con las comunidades, que se puedan materializar en mejora de las condiciones. La crítica principal que nosotros hacemos es que, con la introducción

Uno de los campesinos asistentes al encuentro académico, decía algo muy bello: «la paz es algo más que tres letras». ¿Qué es la paz para Carlos Antonio Lozada? ¡Hombre!, yo creo que para los que vivimos la mayor parte de nuestra vida en medio de la confrontación, yo se lo graficaría la posibilidad de salir a caminar tranquilamente por la calle, que el campesino pueda levantarse todos los días, sin preocupaciones, a arar la tierra. Que podamos convivir como viven las sociedades que han logrado niveles superiores de desarrollo, de cultura política. Pienso que es esencialmente poder vivir tranquilo, haciendo lo que le gusta hacer sin pensar en que le pueden pegar un tiro por la espalda. Ese es el símbolo de la paz: poder estar con los hijos, por ejemplo, algo que se nos negó durante todo este tiempo, sentarse en un parque a comerse un helado tranquilamente. Nota 1 Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación

Universidad, paz y reconciliación Esta entrevista se realizó durante el encuentro Universidad, Paz y Reconciliación, organizado por diferentes dependencias de la Universidad de Antioquia. Durante tres días, cerca de 60 integrantes de la comunidad fariana de Antioquia, así como profesores, estudiantes universitarios e invitados internacionales, compartieron experiencias y aprendizajes de procesos de reconciliación en Colombia y en algunos países de América Latina.

La presencia de las universidades en los Espacios Territoriales ha enviado una señal, si se quiere de esperanza, de que sí hay interés de acoger la llegada de los excombatientes.


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Brigitte Baptiste fue galardonada como Defenzoora del Año, premio entregado por la Vicerrectoría de Extensión de la Alma Máter y el grupo Defenzoores. Su activismo y defensa de los animales y la biodiversidad, motivaron el reconocimiento.

NATALIA PIEDRAHÍTA TAMAYO Periodista natalia.piedrahita@udea.edu.co

DIVERSIDAD

La dignidad de la diversidad «La creatividad,

el ingenio y el arte son las cualidades fundamentales en el espíritu humano. Solo manteniendo esa capacidad viva, vamos a poder sobrevivir al cambio climático y a los cambios sociales», fueron palabras de Brigitte Baptiste mientras argumentó cómo el ser humano creyó por siglos que era el centro del universo y después tuvo que asumir que ese centro era el Sol. Ahora está ante el reto de acercarse a la realidad: es un animal más, tan encantador o fugaz como la cantidad de especies con las que ha compartido el planeta, ese que le ha permitido la vida y al que ha vulnerado sin piedad. Las palabras de Brigitte plantean interesantes interrogantes sobre la diversidad como requisito necesario para que se dé la vida, porque si estamos aquí es gracias a una cantidad de procesos de hibridación que han garantizado el movimiento, la continuidad. No hay un ser igual a otro, aunque sean de la misma especie, pero ¡cuánto nos cuesta aceptarlo! Y más aún: cuánto nos está costando aceptar que ese poder que hemos creído tener sobre las demás especies, y sobre la misma Tierra, nos haya vuelto ciegos y nos esté cortando la sensibilidad.

Brigitte Baptiste recibió el Cinocéfalo, estatuilla creada por el artista Jorge Mazuera. Foto: Juan Pablo Fernández Álvarez.

Reconocimiento a la defensa de la vida La defensa de los animales ha sido la bandera del grupo Defenzoores, entidad sin ánimo de lucro creada en 1996 y en la que confluyen estudiantes y egresados de la Universidad de Antioquia, y otras instituciones educativas, para ayudar a animales abandonados y sensibilizar a las comunidades en temas relacionados con la convivencia y el buen trato de las especies. En palabras de Mauricio Gómez Muñoz, director de Defenzoores, en esta ocasión se destacó el trabajo de Brigitte Baptiste por «su activismo y experiencia en materia de defensa de los derechos de todos los animales, incluido el hombre, por su rescate de la biodiversidad como riqueza y oportunidad de cambio». El galardón había sido entregado en años anteriores a instituciones como el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, la fundación Natura, a Fauna; y a personas que han liderado la defensa de los animales, como María Victoria Calle, Gustavo Petro y Vladimir Flórez «Vladdo».

Baptiste ha dedicado una buena parte de su vida al estudio de las especies y a generar estrategias de conservación, su voz es ante todo una reivindicación de la dignidad de la vida en todas sus manifestaciones. «Hoy sabemos que los ríos tienen voz y las montañas voluntad. El río Atrato le contesta a quienes lo han contaminado. El conocimiento de esas redes de sentido del mundo define los umbrales del ego humano, señala quiénes somos y a qué tenemos derecho», expresó. Al recibir el Cinocéfalo —estatuilla creada por el artista Jorge Mazuera, y a través de la cual la Vicerrectoría de Extensión y el grupo Defenzoores han condecorado a las entidades y personas que promueven el bienestar animal—, se declaró honrada y dijo que la educación es fundamental para la construcción de espacios de respeto y sensibilización ante la grandeza de cada especie, por pequeña, extraña o foránea que parezca. La conferencia fue la clarificación de que todos estamos vinculados a ecosistemas «por más urbanos o artificiales que parezcan». Lo cual quiere decir que se nos hace necesario establecer conexiones para sobrevivir como especie y lo que debería llevarnos a resignificar conceptos culturales que nos han llevado a tratar de homogeneizar los comportamientos de los sujetos. Afortunadamente la cultura resignifica las prácticas permanentemente, porque como dijo Baptiste «cada vez que nos enfrentamos al fenómeno biológico lo hacemos a través de la cultura», entonces si se quiere generar un cambio social para que animales y vegetales crezcan mejor y más felices, estamos llamados a cambiar las discriminaciones implantadas por órdenes políticos y replicadas desde la sociedad. Uno de los mayores retos, sobre todo para lograr el bienestar de las nuevas generaciones de todas las especies, es evitar construir vulnerabilidades o jerarquías a priori para definir quién tiene el poder sobre quién, y en ello enfatizó Baptiste «juega por igual el respeto por la naturaleza o por los seres humanos, independientemente de cómo se expresan y de cómo quieran crecer». En medio del reconocimiento, un mensaje contundente: «Todas las diversidades crean oportunidades y la mejor manera de propiciar la adaptación de los seres vivos es reconocer y apoyar sus diferencias».


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N.º 681 · noviembre de 2018 · Universidad de Antioquia

Cerca de 100 caficultores de Andes se certificaron en buenas prácticas agropecuarias. La experiencia, respaldada por la alcaldía de ese municipio, apuesta por un campo más sostenible.

VÍCTOR HUGO OBANDO PALACIO Periodista – Seccional Suroeste comunicacionesseccionalsuroeste@udea.edu.co

REGIONES

Caficultores, ¡a cultivar con sostenibilidad! Resuelto a ser ovacionado o abucheado, John Mario Zapata

Tatiana, Edilma y Nepomuceno, de la familia Benitez Sánchez, son tres de los caficultores beneficiados. Foto: Víctor Hugo Obando Palacio.

Zapata se levantó de su silla y tomó el micrófono. «Les quiero agradecer a mi manera», dijo emocionado. A ritmo de corrido mexicano y algo nervioso, por aquello del pánico escénico que suele jugarles malas pasadas a los artistas, entonó con fuerza: «Señores vengo a contarles / más que historias, una realidad / a un grupo de caficultores / nos invitan a la U. a estudiar / nos hablaron de lo importante / que es cultivar con sostenibilidad». No terminaba la primera estrofa y ya se dificultaba escuchar su canto, no porque John hubiera atenuado el tono de su voz, sino porque se le unieron los gritos y aplausos del público presente en el auditorio: profesores y directivos, familiares y estudiantes de los programas académicos de la Universidad de Antioquia. La escena ocurrió durante el acto de graduación de la segunda cohorte de Sostenibilidad para el campo, un proceso formativo promovido por la alcaldía de Andes, desarrollado por la Seccional Suroeste de la Universidad de Antioquia y que beneficia a 500 caficultores del municipio, conocido como «capital cafetera de Antioquia». Como John Mario, un centenar de caficultores de todas las edades recibieron el certificado que acredita su paso exitoso por el curso teórico-práctico sobre buenas prácticas agropecuarias. Este proceso formativo, de 172 horas, es el componente educativo del programa municipal «Una hectárea para la vida, una hectárea para la paz», de la alcaldía de Andes. Los caficultores han aprendido, por ejemplo, a darle un mejor manejo a los subproductos que quedan tras el procesamiento del grano de café recolectado. Ahora saben crear pacas biodigestoras, es decir, unas cajas de madera —con capas de pulpa de café, tierra, material vegetal y microorganismos eficientes—, donde pueden sembrar hortalizas. Estas crecen más rápidamente y con mejor resistencia a plagas. Otro aprendizaje es el empoderamiento de los caficultores como sujetos sociales. En ese módulo aprenden sobre mecanismos de participación ciudadana y generación de proyectos, además de

cómo organizarse social y jurídicamente para gestionar recursos del Estado. Gustavo Patiño Bustamante, líder cafetero, dijo que tras este proceso formativo es más consciente de lo que tiene por aprender. «Uno cree que para ser líder basta con hablar en representación de la comunidad y hacerse notar, pero cuando comprende que hay varios métodos de acción para gestionar recursos, se da cuenta del potencial que tiene en pro de la vereda». El alcalde de Andes, John Jairo Mejía Aramburo, expresó su satisfacción por la sinergia universidad-empresa-Estado. «De no haber sido por la Universidad de Antioquia, no hubiera sido posible consolidar este proyecto que vemos como el mejor modelo de una reforma agraria de fondo, pues al basar su premisa de acción en la educación, genera el poder para que las personas cambien su entorno y mejoren su calidad de vida», precisó el mandatario.

Además de buenas prácticas agropecuarias, en este curso los caficultores son capacitados en liderazgo y participación ciudadana. Sara María Márquez Girón se propuso un reto cuando asumió la dirección de la que se conoce como la «seccional cafetera de la Alma Máter». «Aunque en mis años como profesora el anhelo de transmitir concomimiento ha sido satisfactorio, trabajar con las comunidades campesinas tiene un componente especial —afirmó la doctora en Agroecología—, porque después de clase ellos “corren”, ansiosos, a aplicar en sus fincas lo que aprendieron, y a la semana siguiente vienen felices a compartir sus experiencias, interesados en aprender más. Eso es realmente gratificante». Jaime Tejada Castro, habitante del corregimiento Santa Inés, es otro de los caficultores protagonistas. Tejada aseguró que nunca creyó poder estudiar en la Universidad pese a que lo anhelaba, por eso no lo pensó dos veces. «No pude seguir estudiando porque tuve que salir a buscar trabajo. He hecho de todo en la vida y hace varios años empecé a trabajar en el campo y me enamoré del oficio; he podido sacar a mi familia adelante. Ahora, con lo que aprendí en el curso, espero ser más productivo», expresó este medellinense que se enamoró del Suroeste antioqueño y optó por una vida en medio de cámbulos y cafetales. De este programa quedan tres cohortes por formarse, cada una de 50 familias. El objetivo es que Sostenibilidad para el campo sirva de modelo pedagógico para otras entidades territoriales locales y para los gobiernos departamental y nacional.


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N.º 681 · noviembre de 2018 · Universidad de Antioquia

JORGE IVÁN ZULUAGA CALLEJAS Profesor de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales jorge.zuluaga@udea.edu.co

El 10 de diciembre será el acto de entrega de los Premios Nobel. La presencia de dos mujeres entre los ganadores, es una de las buenas noticias de estos reconocimientos en 2018.

CIENCIA

Las sorpresas de los Premios Nobel 2018

De cada 100 nobeles solo 6 han sido mujeres, y de estas solo 3 han recibido el Nobel de Física, una de ellas ganadora este año. Sin duda, la presencia de dos mujeres entre los ganadores es una de las gratas sorpresas de los Nobel de 2018. Según Nora Restrepo Sánchez, profesora del Instituto de Química de la Universidad de Antioquia, «la limitada participación de mujeres en escenarios de liderazgo y toma de decisiones, es un asunto que no depende solamente de las capacidades de estas, sino también de los determinantes de un entorno históricamente dominado por hombres».

Las trayectorias profesionales de las galardonadas este año reflejan esa situación. Donna Strickland —ganadora del Nobel de Física—, era profesora asociada, no titular, en su universidad, a pesar de sus significativos aportes en el campo de la óptica. Frances Arnold —ganadora del Nobel de Química—, tiene una vida familiar y personal como la de cualquier otra mujer; su padre, un reconocido físico nuclear, fue su inspiración y apoyo para perseguir una carrera científica.

Macroeconomía y cambio climático

Dos economistas, William Nordhaus y Paul Romer, fueron galardonados este año en su disciplina. Según Harold Cardona Trujillo, profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Antioquia, el trabajo de Nordhaus «integra el cambio climático en el análisis macroeconómico a largo plazo [...] examinando cómo los cambios en la temperatura interactúan con la actividad económica». Los trabajos de Romer «centran su atención en demostrar cómo el conocimiento funciona como un motor de crecimiento económico a largo plazo». Estos estudios —explicó Cardona— ponen de relieve, una vez más, la trascendencia de que las ideas y la innovación «no sufrirán escasez y rendimientos decrecientes como los que experimentan los bienes materiales». El reconocimiento a estas líneas de investigación, da pistas de la importancia que vienen adquiriendo los estudios sobre el impacto ambiental de las actividades humanas en el futuro económico.

Imitar la naturaleza para curar El poderoso sistema inmune

El Nobel de Medicina será para James Allison y Tasuku Honjo, dos inmunólogos que desarrollaron técnicas para permitir que nuestro propio cuerpo cure el cáncer. Se sabe que el sistema inmune detecta y rodea las células cancerígenas, pero su acción sobre ellas es bloqueada por ciertas sustancias a su alrededor. Allison y Honjo descubrieron la manera de manipular esas sustancias supresoras para permitir que, sin métodos externos como quimioterapia o radioterapia, los tumores sean tratados y curados por nuestro propio organismo.

Pinzas de luz

El premio Nobel de Física fue otorgado a una mujer, Donna Strickland, y a dos hombres: Arthur Ashkin y Gérard Mourou. Desarrollaron ingeniosas maneras para manipular objetos microscópicos con luz —pinzas de luz— y producir pulsos láser breves. Las «pinzas de luz», desarrolladas a partir de los trabajos pioneros de Ashkin, son utilizadas desde 1960 para mover objetos diminutos, usando la imperceptible «presión» de la luz. Por otro lado, los pulsos ultracortos de luz láser, en los cuales los trabajos de Strickland y Mourou han sido fundamentales, han permitido el desarrollo de cirugías de la visión sin que los tejidos del ojo se sobrecalienten.

Es precisamente lo que hicieron los ganadores del Nobel de Química. Una mujer, Frances Arnold, y dos hombres, George Smith y Gregory Winter, imitaron la evolución natural descubierta por Darwin, para manipular sistemas biológicos y producir sustancias químicas a la medida. Arnold es pionera en «evolución dirigida», en la que se somete a bacterias a una versión acelerada de la evolución natural para buscar mejores «enzimas». Smith y Winter han manipulado el código genético de virus que infectan bacterias, para crear anticuerpos utilizados para tratar enfermedades como la artritis reumatoidea y la psoriasis.

Profesores de la Universidad de Antioquia analizan las investigaciones galardonadas con los premios nobel de Física, Medicina, Química y Economía del 2018.

Ilustración: Niklas Elmehed. Copyright: Nobel Media AB 2018.

Escanee el código con su teléfono móvil para leer el análisis completo en www.udea.edu.co.


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N.º 681 · noviembre de 2018 · Universidad de Antioquia

3 millones de mosquitos produce cada semana la biofábrica de la Universidad de Antioquia. En 2019 se usarán para control biológico de enfermedades tropicales en todo el Valle de Aburrá y Cali.

JENNIFER RESTREPO DE LA PAVA Periodista Jennifer.restrepo@udea.edu.co

INVESTIGACIÓN

Una despensa de mosquitos sanos La biofábrica de mosquitos del World Mosquito Program

—WMP y de la Universidad de Antioquia, es el único criadero de insectos del país para el control biológico de enfermedades tropicales. Con una capacidad de producir 20 millones de mosquitos semanales, el insectario tiene a Medellín en la mira de la comunidad científica para la exportación de mosquitos sanos, es decir, que no transmiten enfermedades tropicales. En el segundo semestre de 2019, la liberación de mosquitos que se realiza en Medellín y Bello se extenderá a los ocho municipios restantes del Valle de Aburrá, en Antioquia. A la par, iniciará la expansión en Colombia con las primeras liberaciones en Cali. Iván Darío Vélez Bernal, director del Programa de Estudio y Control de Enfermedades Tropicales —Pecet, de la Facultad de Medicina, destacó que la biofábrica se proyecta como un depósito de mosquitos sanos para los países andinos, centroamericanos y del Caribe. «Tenemos solicitudes de Armenia, Cúcuta y Montería. También nos han visitado alrededor de 45 delegaciones de distintos países interesados en el proyecto».

El cultivo del Aedes aegypti

El insectario —de 1300 m2 y ubicado en el sector de la Aguacatala, en la capital antioqueña—, es considerado el más moderno de América Latina. Cuenta con áreas para pruebas moleculares, identificación de especímenes, producción, alimentación y empaque de insectos. Allí se cultiva el mosquito Aedes aegypti, especie famosa por transmitir dengue, zika, chicungunya, fiebre amarilla y otras enfermedades.

Fotos: cortesía Programa de Estudio y Control de Enfermedades Tropicales —Pecet.

Estos mosquitos provienen de generaciones manipuladas genéticamente a las que se les implantó una bacteria llamada Wolbachia, que inhibe en los insectos el crecimiento de estos virus y su transmisión a los humanos. Los científicos toman muestras de las colonias de cada comuna, luego de una selección molecular cultivan los huevos y cuando eclosionan, los mosquitos locales se aparean con los que tienen la Wolbachia y así su descendencia hereda la bacteria. «Actualmente producimos 3 millones de mosquitos por semana, unos son liberados y otros los dejamos en la colonia. En cada 2500 metros cuadrados de las comunas hay un punto de liberación, allí liberamos entre 100 y 150 mosquitos por semana, proceso que se repite durante 20 semanas. Estamos devolviendo a los territorios sus mosquitos pero con Wolbachia», destacó el profesor Vélez.

Una «arma» biológica

La Wolbachia es una bacteria natural presente en el 60 % de las especies de insectos como libélulas, polillas, mariposas y moscas de la fruta, sin embargo, no se encuentra en el Aedes aegypti. Se transmite de generación en generación a través de los huevos y es inofensiva para los humanos. Investigadores de la Universidad de Monash en Australia, tomaron la bacteria de la mosca de la fruta y la inyectaron en los huevos del mosquito, a los insectos que nacieron con Wolbachia los infectaron con dengue. Encontraron que el virus no se desarrolló en ellos y, por lo tanto, no podían transmitirlo a los humanos, de este hallazgo surgió el programa internacional de control biológico.

Panorama local

Según la OMS, se producen 390 millones de infecciones por dengue cada año. Se estima que 3900 millones de personas, de 128 países, están en riesgo de infección. Actualmente el proyecto realiza el segundo ciclo de liberaciones en Bello y el primer ciclo continúa en Medellín. WMP es liderado por la Universidad de Monash y financiado por Wellcome Trust, la Fundación Bill & Melinda Gates y los gobiernos de Estados Unidos y el Reino Unido.

En el 2014 inició en el país la prueba piloto del WMP con la liberación de mosquitos sanos en el barrio París de Bello. Este año, el municipio tiene la cifra más baja de casos de dengue en los últimos siete años. El epidemiólogo de la Secretaría de Salud, Henry Pulido Duarte, indicó que adelantan un estudio para identificar los factores relacionados con la disminución del virus. «Pasamos de 1800 casos de dengue en el 2016 a 104 casos en el 2018 y queremos saber si el proyecto ha influido en esta disminución. La estrategia ha reforzado nuestro programa de control de dengue que se basa también en un componente educativo, en la eliminación de criaderos y en asistencia al personal médico», señaló Pulido Duarte. De acuerdo con Iván Darío Vélez, las cifras oficiales sobre casos de dengue en Bello se revelarán cuando termine el estudio.


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N.º 681 · noviembre de 2018 · Universidad de Antioquia

Varias vidas ha salvado el Banco de tejidos sanguíneos de la Universidad de Antioquia, único en el país. Custodia las arterias que son trasplantadas a pacientes con enfermedades vasculares.

SALUD

Fotos: Laboratorio de terapia celular y biobanco de la IPS Universitaria.

En el banco de arterias circula la vida Como nunca,

MARGARITA RUIZ CORREA Periodista de la Facultad de Medicina boletinesmedicina@udea.edu.co

la virgen de Torcoroma recibió súplicas y rogativas. La familia Quijano, en Cartagena, y el mismo Alonso, en la Clínica León XIII de Medellín, entonaron padrenuestros y avemarías para que la cirugía fuera exitosa. Desconfiado por la alternativa que le plantearon los médicos, el cartagenero pensó que a sus 51 años su vida llagaba al límite. «Creía que era muy, muy difícil que me pudieran salvar —recuerda—. Pero les dije que sí, que sí me sometía a la cirugía, que yo confiaba mucho en Dios». Alonso cuenta ese suceso como una anécdota más, mientras se recupera satisfactoriamente en su natal Cartagena. En el 2011 le habían puesto un injerto sintético como consecuencia de un aneurisma que había deformado su aorta abdominal. Pero este año comenzó a sentirse mal, el implante se infectó y desde Bucaramanga lo remitieron a Medellín. La solución: recibir una arteria criopreservada de un paciente fallecido, conservada por el Banco de tejidos sanguíneos de la Universidad de Antioquia y su Facultad de Medicina. Este lugar, abierto en 2011, es el único banco del país especializado en tejidos vasculares, dedicado a su rescate, almacenamiento y distribución. El banco presta un servicio vital para pacientes con enfermedades vasculares, un subgrupo del gran grupo de personas con alteraciones cardiovasculares, que constituyen la primera causa de muerte en el mundo.

En el 2013 el Biobanco —como se le llama coloquialmente—, fue certificado por el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos —Invima. Desde entonces ha rescatado 140 arterias de personas fallecidas entre los 16 y los 45 años. «La congelación de los tejidos se efectúa de manera controlada. Se usan sustancias para congelar las arterias sin que sufran daño y la temperatura se baja a una velocidad preestablecida para que los cristales de hielo que se forman sean pequeños y no rompan los tejidos», explicó Sergio Estrada Mira, director técnico científico del Laboratorio de terapia celular y biobanco de la IPS Universitaria, y profesor e investigador de la Facultad de Medicina. El proceso descrito por Estrada se llama criopreservación. Una vez criopreservados, los tejidos se almacenan por tiempo indefinido, en condiciones de esterilidad y con sus procesos metabólicos virtualmente detenidos, lo que impide su degradación. El banco ha entregado arterias hasta con cuatro años de almacenamiento. Estos tejidos provienen de personas que en vida manifestaron su deseo de donarlos y, tras su muerte, sus familiares estuvieron de acuerdo con la decisión tomada y dieron su consentimiento. Las arterias se rescatan antes de que hayan transcurrido 12 horas desde el deceso de los donantes y el procesamiento garantiza que no

estén colonizadas por bacterias, para que no transmitan infecciones al receptor. Los principales beneficiarios de la labor del Banco son pacientes con enfermedad arterial periférica —obstrucción de los vasos sanguíneos de piernas y brazos—, que en muchas ocasiones sufren pérdida o amputación. El manejo estándar de esta enfermedad incluye la aplicación de injertos sintéticos, que se infectan con facilidad —como fue el caso de Alonso—, o el trasplante de una arteria crioconservada, en cuyo procesamiento interviene un equipo humano especializado para garantizar que el tejido sea microbiológicamente estéril, de calidad y funcional. El Biobanco hace posible que los pacientes en Medellín y el Área Metropolitana, ante complicaciones de enfermedad arterial periférica que presenten infección del injerto sintético, reciban una arteria criopreservada que se ha procesado con los más altos estándares de calidad. «Si bien las instalaciones son las de un banco pequeño, nuestros procesos están a la vanguardia. Nos hemos comparado con bancos de otras latitudes, hemos hecho referenciación internacional, han venido expertos de otras partes y nosotros hemos ido a otros lugares, y la conclusión es que nuestro banco es bastante competitivo», dijo Estrada. Gracias al trabajo realizado en este lugar, las arterias donadas por mujeres y hombres que hoy no están con nosotros, prestan su servicio en otros cuerpos y continúan con su necesaria función de poner a circular ese torrente de sangre que sustenta la vida.

60 arterias, aproximadamente, ha distribuido el Biobanco hasta octubre de 2018, mejorando la calidad de vida de decenas de colombianos e incluso evitado su muerte. 17 bancos de tejidos tiene Colombia actualmente. El de la IPS Universitaria y la Universidad de Antioquia es el único dedicado al procesamiento y criopreservación de arterias. 84 mil injertos vasculares ha distribuido Cryolife desde 1986, el banco de tejidos más grande del mundo. Su sede principal se encuentra en Estados Unidos.


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N.º 681 · noviembre de 2018 · Universidad de Antioquia

El 85 % de los servicios de salud en Colombia se concentra en las grandes ciudades. Las desigualdades regionales de los sistemas de salud también preocupan en otros países latinoamericanos.

JUAN DIEGO RESTREPO TORO Periodista juan.restrepo16@udea.edu.co

SALUD

América Latina: capitales saludables, regiones enfermas Que al nacer, un niño del litoral Pacífico tenga el doble de posibilidades de morir que un niño de Bogotá, más que un rasgo de la grieta entre ricos y pobres, es una expresión del centralismo económico y político colombiano. No es una cuestión del azar. Los sistemas de salud centralizados privilegian la aglomeración de recursos de salud donde son rentables. «Con la salud rural pasa lo mismo que con las escuelas rurales, que son del sector público, porque el sector privado no va a invertir en territorios alejados para perder», explicó Liliana Gallego Duque, profesora de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Antioquia. Desde este punto de vista, habría que fortalecer la oferta pública para los lugares donde la demanda es escasa y articular las redes de atención. Pero el modelo castiga a las regiones, en donde muchos hospitales locales están en aprietos porque las aseguradoras privadas les deben altas sumas de dinero o han sido saqueados por la corrupción. «A pesar de que se habla de un sistema universal, hay una escala de atención muy desigual», añadió Gallego. Miles de colombianos habitan zonas rurales a kilómetros de distancia de los centros de salud, que en su mayoría solo les ofrecen una atención básica. Y si las personas requieren especialistas u hospitalización, deben ser remitidos a centros especializados en las ciudades, a través de ambulancias y, a veces, con recursos de su propio bolsillo. El problema es complejo y la solución depende de la voluntad política. Una de las reflexiones expuestas durante el VIII Congreso de Economía de la Salud de América Latina y el Caribe, es que superar estas desigualdades implicaría reformas en múltiples sectores, no solo del sistema de salud, sino también en el agrario, tributario, educativo y laboral. Más allá del nivel de ingreso de los colombianos, las inequidades se manifiestan en múltiples dimensiones: si las personas tienen, o no, trabajo, educación o salud; su género; si son migrantes o desplazados; si están en zonas de conflicto; o si pertenecen a alguna etnia. Ahora bien, esta problemática no es exclusiva de Colombia. Superar las desigualdades regionales es uno de los retos a los que se enfrentan los sistemas de salud en América Latina

y el Caribe. Así lo advirtió Camilo Cid, asesor regional en economía y financiamiento de la salud de la Organización Panamericana de la Salud. Pero las economías latinoamericanas son muy vulnerables a las decisiones políticas, lo que determina si se logra disminuir la brecha o si se profundiza. Por ejemplo, Janice Dornelles de Castro, profesora de la Universidad Federal Río Grande del Sur, expuso en el Congreso —realizado por la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Antioquia, del 1 al 3 de octubre de 2018— cómo los cambios en la estructura política de Brasil están incidiendo y aumentando las desigualdades regionales en el campo de la salud del gigante sudamericano. De manera similar, el secretario de Relaciones de la Asociación de Economía de la Salud de Argentina, Ariel Goldman, se refirió a la inequidad interprovincial en ese país, una cuestión de décadas en un Estado que, aunque federal y descentralizado, concentra su peso económico y político en la ciudad de Buenos Aires. Hoy, el país sufre una crisis económica y política por la devaluación de su moneda y el aumento de la inflación. Eso llevó al presidente de la Nación, Mauricio Macri, a realizar un ajuste económico, por el cual se rebajó el status del Ministerio de Salud, que ahora es una Secretaría. La decisión viene justo cuando la crisis genera más pobreza. Liliana Gallego señaló que, en momentos de vulnerabilidad de la economía, los recursos públicos para derechos fundamentales como salud y educación quedan en riesgo. Para Gallego, lo económico va de la mano de lo político, «no podemos esperar que una reforma económica se dé para lograr la igualdad, si lo político no tiene voluntad». Este es un reto que tiene el actual gobierno colombiano, pues tanto las inequidades en salud, la crisis migratoria de venezolanos, la baja capacidad resolutiva del sistema, el deterioro de los hospitales públicos, la fragmentación de la atención, las fallas regulatorias, el desfinanciamiento estructural, la informalidad, el deterioro patrimonial y la corrupción, son problemáticas que se sufren en las regiones.

Foto: Facultad de Medicina

El 45 % de los 1101 municipios colombianos no tiene instituciones prestadoras de salud privadas. Solo cuenta con IPS públicas.


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N.º 681 · noviembre de 2018 · Universidad de Antioquia

Más de 2000 actividades laborales en 800 profesiones tienden a ser automatizadas. La cuarta revolución industrial transforma radicalmente la sociedad e impone retos para la enseñanza universitaria.

JOHN FREDDY DUITAMA M. Profesor de la Facultad de Ingeniería john.duitama@udea.edu.co

ANÁLISIS

La industria 4.0 y la universidad Cada vez, con más frecuencia, nos entera-

mos de robots que hacen los oficios domésticos, de la producción de alimentos modificados genéticamente, de la producción automatizada de vehículos autónomos, de software que atiende los clientes en los contact center o que reemplaza a los corredores de bolsa. Todos estos ejemplos son los pioneros de la llamada industria 4.0. La cuarta revolución industrial es un nuevo paradigma de organización de los medios de producción en el que convergen tecnologías digitales, físicas y biológicas, para automatizar la producción industrial, por medio de la interacción de la inteligencia artificial, el internet de las cosas (los objetos cotidianos conectados a Internet), la biotecnología y los nuevos modelos de hacer negocios. El propósito: lograr la optimización de recursos e incrementar la productividad. La primera revolución industrial permitió pasar de la producción manual a la mecanizada; la segunda, propició la producción en masa gracias a la electricidad; la tercera se caracteriza por el auge de la electrónica y la proliferación de la tecnología de la información. Como las anteriores, la cuarta revolución también ha generado cambios radicales en la sociedad, oportunidades y, por supuesto, retos. El primer reto tiene que ver con el proceso de destrucción creativa que origina, pues a diferencia de las precedentes, creará menos empleos de los que destruirá. Según McKinsey Global Institute, más de 2000 actividades laborales en 800 profesiones tienen el potencial de ser automatizadas. Un segundo reto está relacionado con el uso de programas basados en la inteligencia artificial, que parten de identificar nuestros patrones de comportamiento y pueden llegar a acumular un gran conocimiento sobre cada uno de nosotros. La inteligencia artificial podría ser usada para moldear nuestros comportamientos e incidir en las relaciones sociales y las formas de organización. Un tercer reto es la contradicción entre el logro de una máxima productividad y una disminución de la capacidad de consumo, dado el alto desempleo que generará la industria 4.0. Algunos países ya han propuesto la figura del ingreso básico universal como un paliativo, más no una solución, a la desigualdad en los ingresos que producirá la cuarta revolución. Un cuarto reto se refiere a la velocidad con la que cambian las cosas y la dificultad para establecer qué pasará con el mundo en los

próximos años y qué tipo de sociedad, de personas y de modelos de producción devienen. Las profesiones y los oficios cambiarán rápidamente, y los saberes perderán vigencia.

Desafíos para la universidad

En una sociedad en donde el cambio es la constante y los oficios y las profesiones se deben reinventar cada día, aparece una serie de retos para la universidad. En este nuevo contexto, muchos expertos en pedagogía indican que la enseñanza debería dedicarse a desarrollar en los alumnos principalmente el pensamiento crítico, la capacidad de comunicación, el trabajo colaborativo y la creatividad; que, en lugar de desarrollar habilidades específicas, la universidad debe instruir en habilidades de uso general para la vida y sobre todo en la capacidad de adaptarse al cambio y a aprender nuevas cosas. Otra área fundamental para todas las profesiones son las competencias digitales, pues su adecuado uso las hace mucho más productivas; se sugiere entonces que todos los profesionales deberían tener capacidades para usarlas en sus labores como herramientas en el análisis y gestión de la información: la medicina en los diagnósticos clínicos, el derecho como apoyo al análisis jurídico, las ciencias sociales en el análisis del comportamiento humano, entre otros. No en vano, en países como Japón e Inglaterra ya se enseña algoritmia y programación a todos los estudiantes de secundaria. La universidad, sin descuidar las competencias básicas fundamentales para seguir avanzando en mejorar la calidad de la educación y las prácticas pedagógicas en matemáticas, competencias lectoras y ciencias, debe imaginar nuevos escenarios y prácticas, en donde los alumnos de todas las profesiones adquieran competencias digitales avanzadas, tomen cursos de las plataformas internacionales más reconocidas y las horas de clase las dediquen a la discusión de los problemas de su campo de conocimiento, al trabajo interdisciplinario y en equipo, en donde se potencien las capacidades para imaginar nuevas soluciones y se incentive el emprendimiento. En este nuevo marco, el profesor deja de ser el transmisor o quien todo lo sabe, y asume un papel de asesor y coautor de las soluciones; su labor como «transmisor» de información pierde relevancia y su nuevo rol estará en formar habilidades en el alumno para discernir lo que es importante y válido en este mar de información, no siempre confiable. Un último rol de la universidad tiene que ver con la formación continua y cómo lograr que el gran número de profesionales que pierden vigencia se reinventen y puedan, de esta manera, insertarse en las nuevas dinámicas productivas que la revolución industrial está generando.

La universidad debe imaginar nuevos escenarios y prácticas en donde los alumnos, de todas las profesiones, adquieran competencias digitales avanzadas.


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N.º 681 · noviembre de 2018 · Universidad de Antioquia

ELVIA MARÍA GONZÁLEZ AGUDELO

JOHN MARIO MUÑOZ LOPERA

Presidente de la Asociación de Profesores de la Universidad de Antioquia

Decana de la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia

jhonmalopera@yahoo.com

elvia.gonzalez@udea.edu.co

OPINIÓN

El necesario timonazo a la educación superior pública

¿Cómo se relacionan la educación, la paz y la pobreza?

La gran movilización del 10 de octubre por la educación superior

Entre los 17 objetivos de desarrollo sostenible para 2030, la Unesco plantea el fin de la pobreza, la educación de calidad, y la paz, justicia e instituciones sólidas. ¿Cómo se relacionan? La educación permite introducir a los individuos en los procesos sociales; todos los seres humanos son susceptibles de modificarse, por tanto, pueden ser educados y convivir en sociedad. La educación es una responsabilidad del Estado para garantizar dicha convivencia, por ello en Colombia, según el artículo 1.o de la Constitución, las personas que la integran deben ser demócratas, dignas y solidarias; he ahí los fines de nuestra educación. Pero, ¿cómo garantiza el Estado la dignidad? Según Kant, la dignidad es todo aquello que trasciende un precio y la trascendencia es la libertad plena; ser autónomo, no deberle nada a nadie para poder decidir en conciencia es la condición humana en sí misma, su esencia: todos somos iguales, nadie es más que alguien. Vivimos en pro del bien común, la solidaridad. La indignidad, en cambio, empieza con la pobreza. En Colombia, según el Dane, en 2016 había 8 586 000 personas pobres, sin ingresos suficientes, ni educación (aunque por ley es gratuita, hoy hay más de 2.7 millones de analfabetas), salud, calidad de vida (sin electricidad, batería sanitaria, agua potable, suelo, es decir, sin una vivienda digna, en hacinamiento). Tampoco tienen bienestar (ni radio, ni televisión, ni teléfono, ni transporte, ni Internet, ni recreación, ni espacio para los deportes y las artes). Este panorama de injusticia social es una indigna contingencia de vida, que solo se supera con educación para todos y durante toda la vida. El artículo 67 de la Constitución prescribe que la educación es un derecho de la persona, que busca el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la técnica, a la cultura, y a los demás bienes y valores de la cultura. Por eso, la educación debe forjar el respeto a los derechos humanos, a la paz, a la democracia y al ambiente; formar en lo moral, lo intelectual y lo físico, y promover, además de la libre formación, de la singularidad como persona —en palabras de Gadamer, la elaboración histórica de su propia conciencia—, la solidaridad, la convivencia y la dignidad. En un país digno no puede haber pobres. Pero los ideales teóricos y constitucionales están lejos de la realidad: no todas las niñas y niños están en la escuela (cobertura), ni todas las escuelas son atractivas (calidad). Además, la escuela necesita pensarse con políticas públicas simples que permitan a los infantes dormir, iniciar la jornada escolar después de las 8:00 a. m., pues el sueño mejora la salud mental y física; hacer educación física tres veces a la semana, que es lo mínimo para prevenir en salud; jugar en clase, ya que lo que se aprende jugando no se olvida y en el juego se comparte y se incorpora el cumplimiento de la norma; erradicar las tareas para la casa; posibilitar el desarrollo de las múltiples inteligencias (no todos van a ser matemáticos ni lingüistas); incorporar espacios físicos diversos, dejar atrás los salones rectangulares y los horarios rígidos; provocar una educación basada en proyectos y formar en filosofía, pues la mayoría de los problemas de la humanidad son sobre la existencia humana: ¿quién soy yo?, ¿quién eres tú?, ¿cómo podemos ser un nosotros?, ¿qué vamos a ser en la vida? Si el Estado cumple con una educación de calidad para todos, seguramente seremos dignos, solidarios y pacíficos.

fue, sin lugar a dudas, de las más grandes en la historia de Medellín y el país. La forma pacífica, artística y creativa como se adelantó permitió que muchos sectores se sumaran a la iniciativa por la defensa de la educación superior pública, la cual, según la encuesta de CM& en Pregunta Yamid, mostró una aceptación del 96 %. Pero las marchas y solicitudes no han redundado en respuestas claras del gobierno para llamar a una mesa intersectorial, que de manera amplia y conjunta busque salidas, no coyunturales ni de gobierno, sino de Estado. Es decir, debe trazarse una política que brinde salidas estructurales y sostenibles a la crisis de la educación superior pública. En contraste, el gobierno del presidente Duque anunció el 20 de octubre su programa central de la política educativa para las universidades llamada Generación E, una nueva versión de Ser pilo paga, que no resuelve el problema sino, por el contrario, lo profundiza, ya que orienta cuantiosos recursos públicos a las universidades privadas, y los estudiantes y familias deben pagar parte de la matrícula. En cuanto a las universidades estatales, los ingresos por ese programa resultan exiguos por el bajo costo de las matrículas, y porque no se contempla el valor real de cada estudiante, a quien la educación superior pública, además de la formación académica, le cubre servicios de bienestar universitario, deportivos, recreativos y culturales. Por eso, hemos insistido que los recursos de Ser pilo paga, ahora Generación E, deben ir en su totalidad a las universidades públicas y hacer base presupuestal. Y respecto de los 500 mil millones adicionados en el presupuesto general de la Nación, solo 55 mil millones hacen base presupuestal y deben repartirse entre 32 universidades. Y ni qué decir del incierto billón de pesos anunciado por regalías, pues el presidente queda atrapado en la voluntad política de las decisiones regionales y locales del Órgano Colegiado de Administración y Decisión —Ocad. Clarificar estas cifras permite desentrañar lo que los medios quieren instalar en la mentalidad de la sociedad, esto es, que el gobierno está cumpliendo, cuando la crisis del sistema de educación superior público señala un déficit estructural de financiación que ronda los 18.2 billones, producto de unas normas ancladas, para una universidad de principios de los noventa. El gobierno joven de Duque y su gabinete tiene en sus manos la oportunidad histórica de darle un giro estructural a la educación, con una gran alianza interpartidista, para poner a la educación en el lugar que se merece, como motor de desarrollo social, económico, cultural. Ahora que hablamos de posconflicto, la educación es sustancial y debe llegar a las regiones más apartadas, revertir los espacios de violencia y de falta de oportunidades en grandes proyectos sociales, en todos los rincones del país. Debe entender el presidente Duque que mejor oportunidad no puede tener, ya que todos los sectores comparten esta loable misión; él tiene un plan de desarrollo en ciernes que puede ser bitácora para este propósito. Solo resta esperar que el joven presidente, que prometió en campaña política educación gratuita, esté a la altura de las circunstancias, o sea un bufón más. Por nuestra parte, para crecer en la movilización y no caer en la estigmatización y atomización, se debe preservar el carácter amplio de esta iniciativa universitaria y ciudadana, más allá de los partidos políticos que buscan réditos para sus causas electorales.


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N.º 681 · noviembre de 2018 · Universidad de Antioquia

191 postulaciones recibieron las cuatro categorías de los Premios Nacionales de Cultura Universidad de Antioquia en 2018. Geófago es la escultura seleccionada, inspiración de los 50 años del Campus.

NATALIA PIEDRAHÍTA TAMAYO ELIZABETH CAÑAS RODRÍGUEZ Periodistas

CULTURA

Geófago:

un ciempiés gigante para el Campus Lo invisible causa lo visible: el viento mueve las aguas, la voz genera acciones, y la necesidad lleva al hombre —animal— a saciar sus sentidos; a costa de todo, incluso, de la vida misma. En esa idea, podría decirse, está inspirada la escultura Geófago, ganadora en la reciente entrega de los Premios Nacionales de Cultura Universidad de Antioquia. En 2018, inspirados por la efeméride de los 50 años de la sede principal de la Alma Máter, estos reconocimientos ofrecieron el Premio Campus 50, en la modalidad escultura monumental. Geófago es una manifestación del caos implantado por los humanos en la Tierra, ese mismo que les ha dado los elementos para sobrevivir. Parece la columna de un animal en movimiento pero es una manifestación de la geofagia. «No hay que buscar en mi propuesta a un animal, porque el de mi obra no está incluido en los libros de biología, sino en el imaginario de nuestra relación con el territorio», expresó el artista y docente Gabriel Fernando Botero Serna, ganador del premio. Según él, todos somos geófagos porque podemos deteriorar el territorio hasta que se vuelva estéril. La armazón —de tres metros y 289 picos— fue nombrada desde las raíces etimológicas geo, que significa tierra, y fago: engullir o comer. Según su creador, la suya se distinguirá de las otras 33 esculturas asentadas en el Campus. «Está en disonancia con todo el acervo escultórico que tiene la Universidad. Es crítica, más dramática que lírica y quizás menos ensoñadora; para pensar la realidad de hoy».

Premiados en otras tres categorías 44° Salón Nacional de Artes, modalidad dibujo. 72 obras postuladas. Obra ganadora: serie Infantes, Hermana Espejo y Maleducados recuerdos, de María Adelaida Correa Posada. 36° Premio Nacional de Literatura, modalidad cuento. 93 obras literarias postuladas. Obra ganadora: Los habitantes del colegio, de Juan Diego Taborda Colorado. 8° Premio Nacional de Investigación y Gestión Cultural, modalidad estudios en cultura. 14 investigaciones postuladas. Investigación ganadora: Autores afrocolombianos: dramaturgia para la liberación y la escena, de Rodrigo Vélez Ángel.

Botero concibió esta escultura como un fósil fabricado en metal —bronce o hierro—. «Será punzante y de lejos parecerá una escolopendra o un ciempiés gigante», dijo. Además, tendrá un rasgo fractal: fisuras que pueden ser continuas, discontinuas, o un fragmento de algo que no tiene fin, dependiendo del observador. En la obra se «fundamentan las condiciones de la Universidad: la ciencia, la relación con el territorio y la necesidad de apropiarnos del mismo», explicó el artista. Geófago se integrará a las otras 33 esculturas distribuidas actualmente en el Campus. Estará ubicada en el costado sur del bloque 17, conocido como La Capilla, un espacio que complementa la autonomía de la obra, pues cuenta con la altura suficiente para observar buena parte del Campus.

5 décadas cumplieron los Premios en 2018, un sello del compromiso cultural —sin fronteras— de la Universidad de Antioquia.

191 propuestas en total se presentaron a la edición 50 de los Premios, provenientes de Canadá, México, Estados Unidos y Colombia. Imagen digital de la escultura Geófago. Foto: Cortesía Gabriel Fernando Botero Serna.


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