Alma Mater 688

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JULIO MEDELLÍN 2019

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VENENO PARA EL DOLOR

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VIGILADA MINEDUCACIÓN

ISSN 1657-4303

CUARTA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL: TENDENCIAS Y RETOS EN EL SECTOR SALUD

N.º 688

LOS RETOS DE SER CUIDADOR EN COLOMBIA

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UN RESPIRO PARA EL ENFERMO AIRE DE MEDELLÍN

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Sonoridades

DIRECCIÓN DE COMUNICACIONES

ALMAMATER@UDEA.EDU.CO

@UNIVERSIDADDEANTIOQUIA

@UDEA

Los enigmáticos cantos de las ballenas jorobadas que visitan el Pacífico colombiano, la voz de una mujer que insiste en preservar el eco del vallenato tradicional, la estrecha relación entre los matemáticos y los compositores, las genuinas preferencias musicales de los cerdos. Alma Mater es, en esta edición, un raro parlante universitario en el que coinciden todas estas sonoridades.


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N.º 688 · julio de 2019 · Universidad de Antioquia

JAIME A. HINCAPIÉ GARCÍA PEDRO AMARILES MUÑOZ Profesores Facultad de Ciencias Farmacéuticas y Alimentarias jaime.hincapie@udea.edu.co

La cuarta revolución —o 4RI— ha traído sorprendentes avances para el sector salud. La inteligencia artificial, big data y la medicina de precisión mejoran notablemente el acceso a los servicios, pero, al mismo tiempo, implican importantes retos para la formación y ética profesional, las políticas públicas y una nueva ciudadanía en salud.

#ANÁLISISACADÉMICO

Cuarta revolución industrial:

tendencias y retos en el sector salud Sin duda, la tecnología ha permeado todos los aspectos de

la vida moderna. La mayoría de las personas tienen algún grado de relacionamiento con los avances tecnológicos más recientes y conviven con esta transformación. La revolución digital, hegemónica desde mediados del siglo XX, es el soporte de la cuarta revolución industrial —4RI o industria 4.0—, la cual se caracteriza por la innovación basada en la combinación e integración de las tecnologías. La 4RI supera la digitalización y desdibuja los posibles límites entre las dimensiones y paradigmas físicos, biológicos y digitales. La incorporación de la 4RI al sector salud contribuye a garantizar el derecho a la salud, debido a que mejora el acceso, la oportunidad y calidad de los servicios. Por ejemplo, los avances

tecnológicos —con telemedicina— han permitido la atención de pacientes ubicados en zonas alejadas; también han facilitado la atención a personas en situación de discapacidad —con bioimpresión 3D de órganos y tejidos, o con dispositivos para favorecer el acceso y la inclusión en caso de discapacidad auditiva o visual—; e, incluso, los avances tecnológicos satisfacen necesidades de pacientes con características muy particulares —mediante medicina personalizada—. Por tanto, la incorporación de la 4RI en la prestación de los servicios de salud, incluso para poblaciones vulnerables, podría resultar clave para favorecer la equidad y el bienestar de los colombianos. En este contexto, se identifican tres tendencias sobresalientes en el sector salud, relacionadas con la 4RI.

Inteligencia artificial

La inteligencia artificial —IA— hace referencia a la teoría y el desarrollo de sistemas computacionales inteligentes. En el sector salud, la IA se viene implantando mediante modelos de aprendizaje profundo o aprendizaje automatizado. A la fecha, los sistemas desarrollados tienen la capacidad de mejorar la precisión del diagnóstico de una enfermedad o definir mejor su tratamiento. Por ejemplo, se han desarrollado máquinas que realizan diagnósticos de enfermedades a partir de datos de imágenes; en ocasiones con mayor eficiencia y precisión que el respectivo especialista. Existen sistemas para retinopatía diabética, cáncer de pulmón, osteoporosis o hígado graso. De forma similar, se han diseñado sistemas de soporte de decisión clínica que ayudan a definir el tratamiento más adecuado para cierta enfermedad, contribuyendo a una mayor efectividad y seguridad de las decisiones médicas. Por ejemplo, el software Watson —de IBM— orienta y soporta el actuar médico en pacientes con cáncer de mama.

Comité editorial: Elmer Gaviria Rivera · Vicerrector General Clemencia Uribe Restrepo · Secretaria General Patricia Nieto Nieto · Profesora de la Facultad de Comunicaciones Fabio Humberto Giraldo Jiménez · Profesor del Instituto de Estudios Políticos Álvaro Sanín Posada · Profesor de la Facultad de Medicina Luis Fernando Echeverri Delgado · Profesor de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales

N.º 688 JULIO MEDELLÍN 2019

ISSN 1657-4303

Imágenes: Felipe Uribe Morales.

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Carlos Mario Guisao Bustamante Director de Comunicaciones Luz Adriana Ruiz Marín Jefa División de Contenidos Medios y Eventos Luis Javier Londoño Balbín Coordinador de medios impresos

Pedro León Correa Ochoa Coordinación de edición John Sebastián Otálvaro Pérez Corrección de texto Víctor Aristizábal Giraldo Diseño y diagramación

Portada Ballena jorobada en las aguas del Pacífico colombiano. Foto: cortesía Esteban Duque Mesa / @estebanduquem.

Las opiniones expresadas en ALMA MATER son responsabilidad de los autores y solo a ellos compete.

@UDEA · DIRECCIÓN DE COMUNICACIONES · Ciudad Universitaria · Calle 67 N.º 53-108, bloque 16, oficina 336, Medellín · Teléfono: (4) 2195026


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Medicina de precisión/personalizada

La secuenciación del genoma humano ha favorecido el desarrollo de una serie de tecnologías que usan esta información para identificar o tratar las enfermedades. Se han desarrollado productos basados en terapia celular o terapia génica —por ejemplo, Kymriah, Luxturna o Zolgensma—, los cuales son diseñados para tratar con mayor precisión defectos genéticos y en algunos casos pueden llegar a curar enfermedades que no tenían tratamiento disponible. En este campo, el panorama de investigación es amplio y promisorio. En los próximos años se espera la comercialización de gran cantidad de productos bioterapéuticos de próxima generación, al igual que terapias dirigidas, celulares y génicas, especialmente para enfermedades de alto impacto, como el cáncer o aquellas consideradas como desatendidas —también llamadas huérfanas—.

Algunos retos

De manera general, si bien uno de los objetivos de la incorporación de la 4RI al sector salud es mejorar la eficiencia y contribuir al bienestar de la población, es evidente que algunas de estas tecnologías llegarán a presionar las finanzas de los sistemas de salud, por sus altos costos. Por ello, emergen retos regulatorios, éticos y fiscales, que obligarán al sector salud a perfeccionar las formas de relacionamiento entre los actores, las formas de pago y los procesos orientados a optimizar el uso de los recursos. Es posible que estemos en el inicio de una época de relaciones disruptivas entre los actores del sector, en el cual desempeñan un rol notorio las empresas de tecnología. La privacidad, seguridad, gobernanza y análisis de los datos —big data en general—, así como

la valoración adecuada de la efectividad y seguridad de las nuevas tecnologías, especialmente para el caso del software, dispositivos vestibles y otro tipo de aplicaciones, son los dos retos generales. Adicionalmente, los paradigmas de «medicina basada en la evidencia» y el uso de «evidencia de la vida real», obtenida por big data, serán objeto de discusiones sobre su aplicabilidad. En la era de la 4RI, el paciente estará altamente conectado, dispondrá de la medición en tiempo real de parámetros biológicos e historia clínica autogestionada. Adicionalmente, estará más involucrado y, por eso, el derecho a la salud incorporará la corresponsabilidad, demarcando lo que podría ser una nueva ciudadanía en salud. Por ello, el sector no solo requiere

Big data e internet de las cosas

La masificación de la utilización de la historia clínica electrónica y otras herramientas, para colectar información individual o grupal de los pacientes, ha permitido a instituciones y gobiernos disponer de grandes cantidades de datos, que deben ser utilizados en la gestión clínica y generación de políticas públicas. En Colombia, iniciativas como la «carpeta ciudadana» buscan que las personas tengan un espacio en la nube, que provee el Gobierno, para que allí se alojen elementos de identificación; además, podría ser utilizada para almacenar información clínica del ciudadano. Big data está asociado directamente a otros desarrollos, como los dispositivos vestibles o robots. Por ejemplo, un dispositivo vestible mide continuamente los niveles de azúcar en la sangre —la glucemia— de los pacientes con diabetes, dicha información viaja al teléfono inteligente y todos los datos se alojan en la nube, y allí puede ser consultado por el paciente o por el médico. En este caso, el médico toma mejores decisiones basado en el análisis de datos, sin la necesidad de la presencialidad del paciente. Además, el análisis global de la información de todos los pacientes podría llegar a predecir riesgos, definir conductas y generar políticas públicas. Por tanto, el análisis de grandes volúmenes de datos en salud potencia a los sistemas en su rol de ser proactivos, predecir mejor y vigilar la tecnología en la vida real.

talento humano con habilidades y competencias en ciencia de datos, sino también sensible a la información generada. La velocidad del avance de las ciencias de la salud requiere un abordaje amplio, con una mirada de impacto social. En este sentido, es clave que el estudiante del área de la salud sea formado como un ciudadano integral, con visión social y fortalecido en la ética del cuidado; además, debe estar preparado para el cambio vertiginoso, la explosión de información y para mantener al ser humano como el centro del proceso y el beneficiario principal de la utilización de los robots, la inteligencia artificial y las demás formas novedosas de interacción y transacción, que se consolidarán con el posicionamiento de la 4RI.

Bibliografía 1 Schwab K. The fourth industrial revolution. Foreign Affairs https://www.foreignaffairs.com/articles/2015-12-12/fourth-industrial-revolution (2015). 2Madrigal-Cadavid J, Amariles P, Pino-Marín D, et al. Design and development of a mobile app of drug information for people with visual impairment. Res Social Adm Pharm. 2019 (in press). 3 McCarthy J. What Is Artificial Intelligence? Stanford University, Stanford, CA. Retrieved from http://jmc.stanford.edu/articles/whatisai/whatisai.pdf (2007) 4De Fauw J, Ledsam JR, Romera-Paredes B, Nikolov S, et al. Clinically applicable deep learning for diagnosis and referral in retinal disease. Nat Med. 2018;24(9):1342-1350. 5Somashekhar SP, Sepúlveda MJ, Puglielli S, et al. Watson for Oncology and breast cancer treatment recommendations: agreement with an expert multidisciplinary tumor board. Ann Oncol. 2018;29(2):418-423.


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No solo es una virtuosa cantante de vallenato. Como docente e investigadora, Marina Quintero se ha propuesto custodiar esta tradicional música colombiana. Recientemente presentó la segunda edición de su libro Juglares y trovadores del Caribe Colombiano.

LUZ MARINA RESTREPO URIBE Periodista luz.restrepou@udea.edu.co

#SOYUDEA

«La música que canto es la música que amo»: Marina Quintero Pasión, calidez

y sentimiento. Esas son tres de las notas altas en la voz de Marina Quintero. Escucharla cantar es adentrarse en el Caribe colombiano: el acordeón marca el ritmo de un vallenato y ella —con esa misma pasión, con esa misma calidez, con tanto sentimiento—, arrastra a quien la escucha (¡o a quien la lee!) a conocer sobre trashumancias, juglares y trovadores. Marina Quintero, profesora de la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia, es una de las pocas mujeres colombianas herederas de un oficio que muchos años atrás inició Francisco el Hombre: preservar la música tradicional vallenata y llevarla hasta recónditos lugares. Nacida en Ocaña, Norte de Santander, lleva más de la mitad de su vida en Medellín, donde culminó su formación académica y empezó su vida de artista. Hoy, no solo canta, escribe, da clases de acordeón en la Facultad de Artes e investiga sobre música tradicional vallenata, sino que también realiza el programa radial Una voz y un acordeón, que se transmite hace 36 años, cada semana, por la Emisora Cultural de la Universidad de Antioquia.

Marina Quintero. Foto: Juan Pablo Hernández Sánchez.

«Entendí que me correspondía mirar de frente la tradición; que debía esculcar en los cantos y encontrar los signos de los tiempos. Así emprendí un viaje de regreso al pasado… un viaje que aún no termina». Con esas palabras describe su vocación por ayudar a preservar la tradición vallenata, clasificada en 2014 como patrimonio cultural de la nación y declarada por la Unesco, en 2015, patrimonio inmaterial de la humanidad. Como profesora ha escrito libros y artículos sobre educación, pedagogía y cultura. En el ámbito vallenato cuenta con varias publicaciones, la más reciente es la segunda edición de Juglares y trovadores del Caribe Colombiano. Trashumancia, poesía y canción, presentada en marzo del 2019 y en la cual incluye un capítulo dedicado a los juglares de comienzos del siglo XX. En él hace un recorrido por épocas y lugares en los que los cantores, con su inseparable acordeón, llevaban las noticias de pueblo en pueblo. «En la falta de comunicación de aquellos tiempos se forjaría la identidad de esos rústicos heraldos, a quienes el siglo XX llamará juglares», dice Quintero. El acordeón, según cuenta, llegó de afuera, y no hubo quién lo enseñara, «como dice el maestro Leandro Díaz, quien lo agarró, lo aprendió a interpretar, sacando del instrumento lo mejor que pudo». En el libro —editado por la Facultad de Educación— la autora perfila también a aquellos que dejaron su impronta poética en canciones que han pasado de generación en generación como emblemas musicales y literarios. A partir de compositores como Rafael Escalona, Gustavo Gutiérrez Cabello, Alejo Durán, Lisandro Meza y Calixto Ochoa, entre otros, aborda la juglería de comienzos del siglo XX y lo que significó desde el punto de vista cultural, social y humano, para constatar luego cómo empezó a decaer en la segunda mitad del mismo siglo. Su apuesta, advierte, es preservar la música tradicional vallenata, no el vallenato, pues este es una expresión general. Por eso plantea que para que una obra tenga la connotación de música tradicional vallenata tiene que

¡Póngale ritmo vallenato a esta lectura! Escanee el código con la cámara de su teléfono celular y escuche a Marina Quintero interpretar Matilde Lina, acompañada del acordeón de Hildemaro Bolaño.

responder a lo que esta encarna, como a sus ritmos —paseo, merengue, son, puya—. «Si una canción no tiene esas características, si no tiene que ver con los ritmos —advierte con vehemencia—, no es una cosa ni la otra; deja de ser música tradicional vallenata, así sea una canción bonita, muy comercial y con mucha aceptación entre los nuevos públicos». Su capacidad interpretativa, precisamente, se demuestra en Patrimonio, vallenato, son. Volumen 2, su disco más reciente en el cual recoge el sentir de compositores como Carlos Huertas, Aurelio Núñez, Adolfo Pacheco, Emilianito Zuleta y Rafael Escalona. ¿Qué va a pasar cuando el último de los cantores se vaya? Cuando se le plantea esa pregunta sus ojos se nublan y su voz tiembla. Ya han partido muchos y aunque quedan algunos, ella afirma que se requiere trabajar más en la difusión de la música tradicional vallenata, darla a conocer a las nuevas generaciones y apoyar a quienes demuestran interés por esta. Por ello, con su canto, o frente a un grupo de estudiantes, o en una cabina de radio, o en sus libros, ella, Marina Quintero —espíritu de juglar y trovadora—, insiste en hacerle eco a los sonidos privilegiados del acordeón, la caja y la guacharaca.


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Mientras la araña bananera usa su veneno como repelente, paralizador o arma mortal, en la Universidad de Antioquia esta sustancia se estudia con fines analgésicos. También sería útil para el tratamiento de la disfunción eréctil y como insecticida.

JENNIFER RESTREPO DE LA PAVA Periodista jennifer.restrepo@udea.edu.co

#INNOVACIÓNUDEA

Veneno para el dolor El veneno de la Phoneutria boliviensis es un coctel químico

que viaja rápidamente por el torrente sanguíneo. Diez minutos después de la mordida, la víctima de la también conocida «araña bananera» siente el primer efecto de la sustancia: un intenso dolor en la zona de la mordedura. Lo paradójico es que ese mismo veneno podría contener algunas moléculas útiles para el tratamiento del dolor crónico, presente en enfermedades como el cáncer, la artritis reumatoide, entre otras. Al igual que los venenos de serpientes y escorpiones, el de araña tiene una abundante mezcla de compuestos que varían según la especie. Algunos son conocidos como neurotoxinas, pues una vez dentro del organismo interfieren en las funciones del sistema nervioso central y periférico, afectando el control del movimiento, la capacidad sensorial y los estímulos del dolor. Por ello, investigadoras de la Universidad de Antioquia estudian el arsenal de defensa de las arañas como una alternativa terapéutica a los analgésicos existentes. La profesora y miembro del grupo de investigación Programa de Ofidismo y Escorpionismo de la Universidad, Dora María Benjumea Gutiérrez, explicó que entre los medicamentos que se emplean actualmente para el tratamiento del dolor crónico se encuentran los derivados del opio, que causan efectos adversos como la dependencia física y psicológica, además de la tolerancia; esto último se traduce en que, con el paso del tiempo, el paciente necesitará más cantidad de medicamento para lograr un efecto analgésico. «Los actuales antinflamatorios no esteroideos no son tan efectivos en dolores crónicos o tratamientos a largo plazo», agregó Benjumea, investigadora principal del proyecto Evaluación de la actividad analgésica de algunos péptidos obtenidos a partir de arácnidos colombianos. De acuerdo con la química farmacéutica Julieta Velásquez Escobar, el poco conocimiento del veneno de arañas incentivó este estudio. «Es importante buscar alternativas y el cómo podrían servir para tratar enfermedades o síntomas en humanos, a partir de esta araña que es muy común en Antioquia». Para las pruebas, las investigadoras recolectaron arañas plataneras en Copacabana y en zonas de Chigorodó y Carepa, en el Urabá antioqueño. Debido a la poca cantidad de veneno que se puede obtener durante la extracción, usaron técnicas recombinantes para producir las proteínas. «El veneno fue separado para identificar la fracción responsable de la actividad analgésica. A partir de la extracción de su glándula venenosa, secuenciamos el material genético que codifica las toxinas del veneno de la araña. Luego, con el liderazgo de la profesora Ligia Luz Corrales, coinvestigadora del proyecto, mediante técnicas recombinantes, producimos el péptido responsable de la actividad farmacológica, para tenerlo en mayor escala», agregó la profesora de la Facultad de Ciencias Farmacéuticas y Alimentarias, Dora Benjumea.

Las bondades de la pócima

Según la investigación, el veneno de P. boliviensis tendría potencial como fuente de fármacos y otros compuestos útiles, como insecticidas. Durante el estudio, encontraron, además, otros

Phoneutria boliviensis o araña platanera. Foto: cortesía Andreas Kay / Flickr.

componentes con propiedades enzimáticas, es decir, hacen posible que una reacción química transcurra. «Analizamos la información genética y con la ayuda de una bacteria, produjimos una proteína que tiene actividad paralizante y produce la muerte en insectos. Debemos hacer más ensayos para determinar su actividad analgésica», agregó Vásquez. «Estábamos buscando actividad analgésica, pero encontramos que, además, el veneno produce priapismo, erecciones sin estimulación sexual, prolongadas y dolorosas. Es muy interesante y positivo encontrar más variedad de actividades», afirmó Carolina Lopera Londoño, estudiante de Química Farmacéutica y joven investigadora del proyecto. Otros compuestos hallados tendrían actividad insecticida, es decir, serían potencialmente útiles como control de insectos y la protección de los cultivos. «Debemos analizar su mecanismo de acción, si puede tener efectos farmacológicos en el organismo, esto determinará el avance en ensayos preclínicos y clínicos; aún falta camino por recorrer. Es importante respetar estos animales así les tengamos miedo o no nos gusten, porque pueden ser nuestra salvación en algún momento», recalcó Julieta Vásquez.

Errante nocturna La araña bananera solo ataca en defensa propia y su picadura no suele ser mortal para las personas. Las investigadoras preparan una cartilla para que las personas conozcan sobre las arañas, el envenenamiento, qué hacer ante una mordedura y los posibles usos farmacológicos. Estudios en todo el mundo han inspirado el desarrollo de fármacos antiarrítmicos, antimicrobianos, analgésicos, antiparasitarios, entre otros.


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A través del canto los cetáceos acompañan momentos importantes de sus vidas como el reconocimiento, el cortejo y el parto. Un biólogo de la Universidad de Antioquia investiga la dimensión que tiene la acústica en la vida de las ballenas jorobadas.

NATALIA PIEDRAHITA TAMAYO Periodista natalia.piedrahita@udea.edu.co

#UDEACIENCIA

Los barítonos del mar Mientras la ballena jorobada hembra da a luz, el macho mensaje exacto de lo que quieren decir es un enigma, opinó canta. Su canción dura cerca de treinta minutos y es la misma Simón Castaño Ramírez, músico e investigador de las músicas que entonan los individuos de su grupo cercano. Ante los oídos de los animales. humanos, es un sonido fuerte, penetrante, complejo, que abarca Los cantos de ballenas, y en general los sonidos que emiten todo el espectro audible. Ese canto es producto de un aprendizaje. algunas especies de la fauna terrestre, pueden ser analizados «Los cantos de ballenas no vienen codificados genéticadesde la ciencia, pero también desde la estética. Sin embargo, mente. Aunque todas nacen con la capacidad de cantar, van con el ánimo de obtener información meramente biológica y de aprendiendo las canciones a través de su vida. Pueden aprenevitar al máximo el sesgo humano, cada sonido es sometido a derlas de su familia, pero también de individuos que están algoritmos estadísticos que permiten establecer una medición fuera de su núcleo», explicó Esteban Duque Mesa, biólogo de y le dicen al investigador si su clasificación es consistente. Desde la Universidad de Antioquia dedicado a la investigación sobre la biología, la predictibilidad es el factor que hace que una la acústica de cetáceos. Hasta hoy solo se han estudiado los cantos de las azules, las jorobadas y las francas del Pacífico norte. La complejidad de sus sonidos hace que los científicos acudan a una suerte de sinestesia para estudiarlos, ya que no responden a los patrones de la comunicación humana. Los métodos de análisis de la acústica de cetáceos apelan a las diferencias en las vocalizaciones. A través de un programa llamado Raven, los investigadores generan espectrogramas — representaciones visuales del sonido— de dos ejes, X: tiempo y Y: frecuencia, y, para establecer particularidades, miden parámetros como la duración, la frecuencia y la energía. «La frecuencia pico, por ejemplo, es el parámetro que evidencia el punto de energía máxima de un sonido y, en el contexto de la fauna marina, representa el punto de la acústica en el que el animal quiere dar énfasis. Desde lo biológico esto es muy significativo porque habla de aquel aspecto que el animal más desea comunicar o transmitir», detalló Duque Mesa, quien ha desarrollado gran parte de sus Ballena jorobada en las aguas del Pacífico colombiano. Foto: cortesía Esteban Duque Mesa. investigaciones en Bahía Solano y Tribugá, en la costa del departamento del Chocó. Esta región es sala de parto de cerca de 3000 ballenas jorovocalización sea canto, también tiene que ver con la repetitivibadas que semestralmente transitan el Pacífico sudeste, entre dad, que puede evidenciar que hay composición. el norte de Perú y Costa Rica. Los cetáceos llegan atraídos por la temperatura del agua y las leves corrientes marinas que propiSistemas sociales sonoros cian la protección de sus recién nacidos. Mientras los ballenatos Por medio del estudio de cantos de ballenas jorobadas que trannacen, la zona se convierte en una miscelánea de sonidos de sitan los mares de Perú y Colombia, y, posteriormente, de las que cetáceos. habitan los mares cercanos a México y Estados Unidos, Duque Para estos análisis sonoros se hace un muestreo a través de Mesa cree que es posible que las ballenas del mundo compartan un hidrófono —micrófono acuático de gran sensibilidad—. A información acústica, algo así como si cantaran fragmentos de cada canto se le pone códigos e información rigurosa sobre el una misma canción. Otros investigadores en el mundo también individuo que las emite —sobre su especie, si está solo o acomhan coincidido con esa perspectiva. pañado— y sobre las condiciones meteorológicas en las que se En las costas peruana y colombiana cantan una canción dio el canto —el oleaje, la nubosidad, la pluviosidad—. que se conecta eventualmente con el canto de las ballenas de Desde la perspectiva musical, las ballenas tienen dialectos la costa de México y Hawai. Estas, a su vez, conectan su canto con el de las ballenas de los mares del norte de Asia. Y así se va y, dependiendo de las comunidades, tienen ciertos tipos de generando una melodía circular alrededor de la Tierra, en la que acentos; además hay elementos que señalan que tienen ritmos, un grupo de ballenas finaliza el canto donde otro lo comienza. escalas y pulsos. Aunque se evidencia que sus construcciones Esto, según Duque Mesa, es un sistema cultural. sonoras tienen que ver con la estética o la comunicación, el


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Al igual que las matemáticas, la música es considerada un lenguaje universal. Más allá de esta similitud, existe una estrecha y poco conocida relación entre ambas. El estudiante Juan Andrés Herrera investiga esa relación y propone motivar la incursión de las matemáticas en la formación musical.

JENNIFER RESTREPO DE LA PAVA Periodista jennifer.restrepo@udea.edu.co

#INVESTIGACIÓNUDEA

¿A qué suenan las matemáticas? Hacer música es como seguir una receta

en la que el ingrediente principal es la creatividad. La teoría de la armonía o teoría musical es la receta que pone las reglas para conseguir un delicioso resultado. Sin embargo, la historia muestra que para la preparación de cualquier obra musical también hay recetas alternativas y poco exploradas, basadas en las matemáticas. Esta relación estrecha entre la música y las matemáticas data desde Pitágoras, en la antigua Grecia. En la Europa occidental de la Edad Media, el lenguaje de la música tenía un papel importante en la ciencia, tanto así, que hacía parte de las cuatro artes liberales de la época, llamadas quadrivium: aritmética, geometría, astronomía y música. En la actualidad, algunos músicos y matemáticos proponen volver a hacer música «a la antigua», en la que la matemática dicta la escritura de la partitura. La música estocástica, por ejemplo, está basada en las leyes de la probabilidad para su composición, es indeterminada, aunque con una estructura predecible.

Foto: Juan Pablo Hernández Sánchez.

La cercanía con la música, influida por su familia, generó en Juan Andrés Herrera Diossa, estudiante del pregrado en Matemáticas de la Universidad de Antioquia, la inquietud de explorar otras formas de hacer música, a través de las matemáticas. Con su trabajo de grado, Herrera busca explorar y hacer una revisión de la asociación de la música con las matemáticas, para enriquecer la composición a través de la teoría abstracta de grupos con los elementos del grupo Z12 —las clases de equivalencia de los números enteros módulo 12—. De acuerdo con Herrera Diossa, la teoría de grupos estudia conjuntos de objetos dotados de una operación que cumple ciertas propiedades. En la teoría de grupos también se estudian relaciones entre cosas, como la química, el cubo de Rubik y las transformaciones de objetos que tienen algo común, y por eso están en el mismo conjunto. «La teoría es general, no dependería de ningún instrumento musical. Tomaría los

elementos —las notas musicales— para identificarlas con los elementos del Z12. Después de identificados, ya no se habla de sonido, sino de relaciones entre los acordes, transformaciones, o inversiones en las notas», explicó Juan Andrés Herrera. Según Juan Diego Vélez Caicedo, músico y profesor de Ciencias de la Universidad Nacional sede Medellín, además de poder explorar otras notas, tiene un enorme valor decantar procedimientos, sintetizarlos y hacerlos visibles. «La escala musical cromática o dodecafónica tiene 12 notas, al igual que la estructura de grupos de los Z12. Es como un reloj, cuando son las 2:00 p. m. también podrían ser las 14:00 horas, eso mismo ocurre con la forma de identificar la escala musical con los Z12.», explicó Vélez Caicedo.

Músicos y científicos

Y aunque integrar las matemáticas con la música no haría científicos, la enseñanza básica permitiría la construcción de escalas con transformaciones basadas en esta ciencia exacta, métodos que ya se usan en Europa para la formación de la música. «Se puede demostrar que los acordes, todas sus inversiones y transposiciones, y las reducciones de la armonía y toda la teoría musical, son grupos matemáticos bajo la operación de composición. Hay grupos isomorfos, que tienen la misma estructura, se podrían hacer las inversiones y otro tipo de operaciones que se van a trabajar. Se podría hacer música igual por dos caminos distintos», recalcó el estudiante. El profesor Vélez Caicedo enfatizó en que esto podría mostrar en el fondo qué operaciones son y qué se podría variar en la música. «Los músicos saben muy bien lo que hacen, pero no desde el sentido matemático. Conceptualmente muchas cosas podrían aclararse, cualquier cosa que uno haga en aras de entender un fenómeno y ponerlo en término de reglas más simples y axiomas, permite ganar conocimiento y distinguir qué hay de científico y de especulativo», añadió Juan Diego. Con su trabajo, el estudiante de matemática espera motivar a que las matemáticas lleguen a la formación musical complementaria como materia electiva. «No es que un músico necesite esto para hacer música, pero sí es una formación complementaria muy interesante», dijo Andrés Herrera. De acuerdo con los matemáticos, integrar de alguna forma los saberes de las carreras relacionadas con la música y las artes con esta ciencia exacta, es algo que beneficiaría a muchas personas aficionadas y profesionales de ambos ámbitos a encontrar un terreno en común que sería muy valioso explorar.


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Con interpretaciones sonoras en vivo, piezas musicales originales y señales acústicas sintetizadas, investigadores de la Universidad de Antioquia estudian el comportamiento, la biología de las emociones y el estrés crónico del ganado porcino.

ELIZABETH CAÑAS RODRÍGUEZ Periodista elizabeth.canas@udea.edu.co

#INNOVACIÓNPARAELCAMPO

Música para cerdos No escuchan

reguetón, vallenato, ni canciones románticas, tampoco la música de Chopin. Los cerdos que tiene la Universidad de Antioquia en la hacienda La Montaña —en el municipio de San Pedro de los Milagros, Norte antioqueño—, escuchan música compuesta especialmente para su disfrute. Los cerdos entre cuatro y catorce semanas de nacidos o que están en la etapa de recría escuchan conciertos en vivo, sonidos producidos con sintetizador y piezas musicales originales, lo que permite a los expertos de la Alma Máter de los antioqueños conocer el efecto de la música sobre las emociones, el comportamiento, el estrés y la salud del ganado porcino. «Tienen la capacidad para reaccionar emocional y conductualmente a distintos tipos de música. Si esta varía, también cambia su efecto en los animales. Podríamos decir que los cerdos tienen una preferencia musical genuina porque sus gustos no están mediados por prejuicios sociales», dijo el profesor Berardo Rodríguez, coordinador de Quirón —Grupo de investigación en patobiología— de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Antioquia. Este grupo es el compositor de las piezas musicales y de los estímulos acústicos para cerdos. El profesor Rodríguez, junto con sus colegas investigadores Juliana Zapata, patóloga veterinaria y profesora del programa de Medicina Veterinaria; Natalia Álvarez, etóloga; Andrés Felipe Macías, ingeniero de sonido; y Santiago Duque, estudiante de la maestría en Ciencias Veterinarias, desarrollaron un modelo que incluye el análisis de estructuras musicales y acústicas y sus efectos en los estados emocionales de los cerdos. De acuerdo con la profesora Zapata, se trata de «un trabajo que relaciona los estudios hasta ahora logrados por la biomusicología en la comprensión del origen biológico y evolutivo de la musicalidad. Se eligió a los cerdos por sus similitudes anatómicas —entre ellos el oído—, así como neurofisiológicas con el ser humano, con la intención de reducir el estrés de estos animales, que puede llegar a ser crónico debido al confinamiento, y servir para modelar aplicaciones terapéuticas en humanos». Para lograr ese propósito, dijo la profesora, entre otros análisis «investigamos los efectos neuroendocrinos y psicológicos en los animales, causados por el uso de estímulos acústicos diseñados para esta especie. Para ello se relacionan conocimientos, procesos y análisis propios de la neurociencia, la fisiología, la patología, la producción y el bienestar animal, la acústica y la producción musical». El profesor Rodríguez añadió que «la investigación incluye el análisis de la neuroplasticidad del hipocampo —área relacionada con la corteza cerebral—, al evaluar las diferencias estructurales y los biomarcadores que presentan los cerdos al escuchar música». Los resultados se convalidan desde distintos enfoques: desde lo neuroendocrino y etológico, para valorar cuáles estímulos pueden realmente disminuir el estrés crónico; y desde lo clínico, para comparar el estado de mejoría de los animales expuestos y no expuestos a los estímulos sonoros. También, se usan estudios de histopatología —el diagnóstico de enfermedades a través del estudio de los tejidos— para conocer el estado de salud de sus tejidos. Los investigadores resaltan la musicalidad como «hilo conector entre las distintas especies y la existencia de rasgos comunes

La investigación de los efectos de la música en los cerdos cuenta con el apoyo del Fondo de Innovación y recursos de la Convocatoria Programática Ciencias Sociales, Humanidades y Artes de la Universidad de Antioquia. El destete es considerado entre los factores principales que desencadenan el estrés porcino. Según los expertos los rasgos de inteligencia de un cerdo, así como su comportamiento, lo hace comparable en estas condiciones a un niño de tres años.

en la interpretación de señales acústicas», explicó Rodríguez, quien también enfatizó que «contrario a lo que suele creerse, el cerebro del cerdo le permite —igual que a una persona— interpretar las señales acústicas que le proporcionan información del ambiente y de sus congéneres». De acuerdo con el profesor, aunque los estudios realizados en la Universidad se sustentan en trabajos previos, la particularidad de este es que cuenta con producción musical y sonora propia, adaptada a la especie porcina, y evalúa los efectos de manera integral e interdisciplinar. Ahora, contó el investigador, «incluimos en los estímulos sonoros la vocalización; en el futuro podría incorporarse la voz humana para comunicar emociones entre especies. Buscaremos aplicar nuestra tecnología en otros animales, en albergues y en la investigación comparada aplicable a mejorar el bienestar y la salud de humanos y animales».

Foto: cortesía Facultad de Ciencias Agrarias.


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LINA MARCELA GALLO BENÍTEZ Comunicadora Corporación Académica Ambiental comunicacionesambiental@udea.edu.co

Miden la radiación ultravioleta con un solmáforo, visitan laboratorios en la Universidad de Antioquia, reciclan y reutilizan residuos, debaten sobre la crisis climática y se preguntan cómo proteger al mundo desde Bocas del Atrato. Ellos son los niños azules.

#EXTENSIÓNREGIONAL

Niños azules,

los superhéroes del cambio climático A Bocas

del Atrato se llega atravesando el golfo de Urabá en lancha rápida o panga, partiendo del municipio de Turbo. Tras veinte minutos se arriba al caserío, donde viven cerca de 600 personas. Las casas palafíticas, hechas con madera de mangle, se recorren linealmente a orillas del Atrato, el majestuoso río que ha viajado 700 kilómetros para verter allí alrededor de 4900 m³ de agua por segundo. En este lugar de encuentro entre el río Atrato y el mar Caribe los niños andan descalzos, el ambiente es húmedo y apacible, y se oyen con frecuencia los cantos de Petrona Martínez. En el corazón del pueblo está la Institución Etnoeducativa Bocas del Atrato. Etnoeducativa porque «estamos mirando cómo desde lo propio, desde nuestra cosmovisión, podemos transformar el entorno», explicó Milton Durán, rector de la institución en la que se desarrolla el proyecto que busca, con la participación de los niños, comprender la crisis climática y generar acciones locales para enfrentarla. Se trata del proyecto «Niños azules, el desafío de las nuevas generaciones ante el cambio climático», impulsado por el grupo de investigación Océanos, Clima y Ambiente —OCA—, adscrito a la Corporación Académica Ambiental de la Universidad de Antioquia y apoyado por el Banco Universitario de Programas y Proyectos de Extensión —Buppe—. El aumento del nivel del mar es planetario y es generado principalmente por el deshielo de los casquetes polares. «Esto incidirá en el aumento del caudal del río Atrato y poblaciones como Bocas del Atrato podrían inundarse o desaparecer», afirmó Lennin Flórez Leiva, coordinador del proyecto. También aumentará la lluvia en el Chocó biogeográfico y la temperatura en el ambiente, «por ello buscamos que los estudiantes aprendan a medir ciertas variables de cambio climático».

Con las raíces en el agua

Uno de los grandes aliados para contrarrestar el cambio climático es el bosque de mangle. En Bocas del Atrato el manglar es más que paisaje. Estos bosques son cuna de peces; protección frente a mareas, desbordamientos y eventos climáticos; fuente de la miel que comercializan los habitantes; y, además, poderosos pulmones del planeta que capturan carbono, pues se calcula que allí se encuentran los manglares más extensos y productivos del Caribe sur.

Estudiantes de la Institución Etnoeducativa Bocas del Atrato. Foto: cortesía Carlos Nobles.

Los «niños azules» se sienten como el manglar: con las raíces en el agua. María Alejandra Moreno, una de las niñas participantes escribió un cuento sobre la madre mangle, en él explica cómo este animal —ojos verdes, piel de raíz y manos de hojas— evita que alguien corte el mangle. La especie más abundante, el mangle rojo —Rhizophora mangle—, alcanza hasta los 10 metros de largo y es muy codiciado por coteros foráneos. Para proteger estos valiosos bosques de mangle, los niños azules participan de talleres de educación ambiental. Los acompaña Malinali Castañeda, licenciada en Ciencias de la Tierra de la Universidad Autónoma de México, quien se encuentra realizando una pasantía. «Hemos aclarado de formas lúdicas qué es el reciclaje, pues a menudo lo confundimos con el reúso».

Un viajero inusual: el solmáforo

«Trajimos un solmáforo desde Chile para medir la radiación ultravioleta», contó Flórez. Este equipo utiliza sensores ópticos y filtros UV; y revela la intensidad de la radiación UV mediante colores, como un semáforo solar. «Cuando lo trajimos, todos los habitantes querían saber de qué se trataba, pues nunca

habían visto un instrumento de este calibre», relató Andrés Felipe Gallón, estudiante de Oceanografía, quien ha acompañado los talleres sobre radiación solar. El extraño solmáforo incentivó la curiosidad, ahora los niños quieren saber más sobre la atmósfera y el agujero de ozono en la Antártica. Una primera tarea de los niños azules ha sido promover en la comunidad el uso de bloqueador solar, camisas de manga larga, gorras y evitar la exposición solar durante el mediodía. «En el mediodía el solmáforo ha llegado al nivele rojo —entre 7.5 y 10.5, índices UV—, e incluso morado, que puede producir cáncer de piel, según la Organización Mundial de la Salud —OMS—», advirtió Gallón. Apropiación social del conocimiento especializado, así define Érika Juliana Obando Montoya —estudiante del doctorado en Biotecnología— lo que hacen los pequeños. Así, con pequeñas acciones, una nueva generación de habitantes de Bocas del Atrato crece siendo consciente de su papel protector. Su capa, si la tuvieran, podría ser azul, como el cielo que los cobija o el océano que tienen frente a sus ojos. Estos pequeños superhéroes están dispuestos a luchar contra la crisis climática.


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En el Museo Universitario —Muua— se encuentra una de las principales colecciones de meteoritos del país. Conocer cómo llegan a la Tierra también hace parte del interés de los investigadores de la Universidad de Antioquia. Un reciente estudio sobre el tema fue publicado en la prestigiosa revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.

NATALIA PIEDRAHITA TAMAYO Periodista natalia.piedrahita@udea.edu.co

#CIENCIAUDEA

Meteoritos: nómadas d

Ilustración: cortesía Eliana Calvachi Hernández.

¿Le ha pedido un deseo a una estrella fugaz?

Para muchos, el avistamiento de una de estas tiene una carga mística, otros, incrédulos, simplemente se maravillan con el fenómeno. Lo cierto, sin embargo, es que ese destello aparentemente lejano, tiene mucho que ver con la Tierra. Una lluvia de estrellas —suceso astronómico cuyo nombre tiene un tinte poético— es un fenómeno que ocurre cuando la Tierra, en su recorrido orbital por el sistema solar, coincide con una nube de fragmentos de asteroides o cometas. «Cuando los fragmentos rocosos que vienen del espacio —llamados también meteoroides— logran traspasar la atmósfera terrestre, soportando las condiciones de presión y temperatura generadas por la fricción, y golpean el suelo planetario, hablamos de la llegada de meteoritos», explicó el investigador Pablo Andrés Cuartas Restrepo, uno de los autores del artículo Can we predict the impact conditions of metre-sized meteoroids?, en el que también participaron Jorge Zuluaga

El Museo Universitario de la Universidad de Antioquia —Muua— custodia una colección de meteoritos de diferentes procedencias. Estos son algunos:

Callejas, Johnatan Moreno y Mario Sucerquia Areiza, investigadores del pregrado en Astronomía de la Universidad de Antioquia. La publicación se dio en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, una de las más importantes revistas científicas del mundo en astronomía y astrofísica. El artículo se basó en dos eventos que se dieron en Chelyabinsk, Rusia, y en Viñales, Cuba, el 15 de febrero de 2013 y el 1 de febrero de 2019, respectivamente. Con él se trata de alertar sobre la necesidad de rastrear la trayectoria de los bólidos para intentar prever un impacto sobre la Tierra. En ambos casos, las comunidades registraron videos de bólidos o «bolas de fuego» pasando por el cielo, lo cual permitió la reconstrucción de su trayectoria a partir de un código computacional desarrollado por Zuluaga Callejas y Sucerquia Areiza, denominado «gravitacional ray tracing» —trazado de rayos gravitacional— a través del cual se puede generar

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1 y 2. Meteoritos hallados en Marruecos, África. 3. Acondrita brecha lunar / Pieza completa. Peso: 4.8 gramos. 4. Meteorito de Cheliábinsk, Rusia / Pieza completa. Peso: 17.7 gramos.

Fotos: Juan Pablo Hernández Sánchez.

una simulación de las trayectorias orbitales de estos cuerpos celestes. «Todos los días la Tierra y la Luna son impactadas por rocas del espacio», advirtió Cuartas Restrepo, quien reconoce que uno de los principales motivos para observar estos fenómenos reside en las huellas que pueden dejar: basta con mirar la superficie lunar para notar los cráteres generados por la llegada de fragmentos rocosos a su suelo. Los objetos espaciales de uno o dos metros se desvanecen en la atmósfera, pero los que son de cientos de metros sí pueden ser potencialmente peligrosos: «Hay dos familias de asteroides muy amenazantes para la Tierra, los "Atens" y los "Apollos"; asimismo, desde el cinturón principal de asteroides pueden llegar rocas nefastas».

El estudio de las rocas extraterrestres

Las raíces de la palabra meteorito se pueden rastrear hasta el griego antiguo: «μετέωρος» (metéōros «que está en el aire, en la atmósfera, o en el

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del universo

cielo»), compuesta por el prefijo μετα (meta- «más allá»), y el verbo ἀείρω (airo «yo levanto»). En la lengua española, su estructura y significado están relacionados con el proceso de vaporización por el que pasan estos cuerpos al entrar en la atmósfera, el cual hace que se desintegren parcial o totalmente antes de caer en tierra. Es fácil hallarlos en algunos desiertos. Sin embargo, su conservación requiere de unas condiciones especiales. En el contexto colombiano, por ejemplo, se destaca la zona de La Guajira como lugar con mayores opciones para rastrearlos, «ya que la roca del desierto tiene un color más claro y los meteoritos son casi todos muy oscuros. Sin embargo, en otros contextos similares, como el desierto de La Tatacoa, no se conservan fácilmente por sus altas condiciones de humedad», explicó Ospina Moreno, quien ha coleccionado y estudiado en los últimos años las rocas que caen del cielo. Pero para determinar que una roca es extraterrestre hace falta un análisis detallado de sus características físicas y químicas, que se logra a través de análisis petrográficos —estudio de imágenes del interior de una roca—. Otra característica notoria, sobre todo en los meteoritos metálicos o remaglifos, son las prominentes ondulaciones que delatan que se quemaron cuando atravesaron la atmósfera, generando una costra de fusión que se ve más acentuada cuando su conformación es reciente.

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«Cuando una roca está cauterizada puede ser un meteorito —explicó Cuartas Restrepo—, los cuales son más densos que las típicas rocas de la corteza terrestre. Estas últimas son, en su mayoría, granitos y silicatos de densidades de 3.0 a 3.5 gramos por centímetro cúbico. Si un meteorito es rocoso y metálico, es más denso. No es tan difícil reconocerlo». El otro paso para reconocer estas rocas es evaluar su composición química, que puede dar pistas de su origen. «Si tienen una alta carga de metales como iridio o cobalto, es probable que vengan de lugares diferentes a la Tierra». De todos los meteoritos que se han hallado en el planeta, las condritas son las más comunes y representan el 83 % del total. La mayoría se formaron antes que la Tierra, hace aproximadamente 4500 millones de años. Son fragmentos rocosos que no lograron hacer parte de algún planeta, fueron los primeros sólidos que se formaron en la nebulosa presolar. El restante 17 % de meteoritos hace parte de dos series: la metálica, que proviene de grandes asteroides, y las acondritas, que son de la Luna, Marte y del asteroide Vesta. El origen de los que vienen de otros cuerpos estelares solo puede determinarse en los casos de los que hayan sido estudiados previamente. Por ejemplo, la Luna, de la que las misiones Apolo trajeron elementos que permiten establecer puntos de comparación. «Si algún día vamos a Venus o Mercurio — afirmó Ospina Moreno sobre los meteoritos aún no clasificados—, sabremos si provienen de ellos. Ya se tienen acondritas de Vesta, objeto del cinturón de asteroides, porque tenemos el análisis químico de ese lugar». El evento reciente que mayor impacto ha tenido en ciudades fue el de Cheliábinsk, cuando un objeto de 30 metros liberó energía de cerca de 500 kilotones —treinta veces la bomba nuclear de Hiroshima—, dejando a más de 1400 personas heridas. En predios cercanos de Cheliábinsk también se han registrado impactos, aunque no de esa magnitud.

Impactos en Colombia Un meteorito cayó en la población de Santa Rosa de Viterbo, en Boyacá, encontrado en la colina de Tocavita por Cecilia Corredor, el 20 de abril de 1810; pesó 612 kilogramos. Los habitantes de Puya Medio, cerca de Turbo, Antioquia, presenciaron un gran estruendo el 16 de febrero de 2017, este fue producido por un gran bólido. Días después fue hallado un meteorito de varios kilos en San Pedro de Urabá. En el Valle del Cauca, un suceso alertó a las comunidades de nueve municipios, el 6 de julio de 2007: una bola de fuego cruzó el cielo. Fragmentos de meteoritos impactaron los techos de varias casas en el sur de Cali. Investigaciones científicas han revelado que el impacto de un fragmento de roca espacial desencadenó la extinción de los dinosaurios y de más de la mitad de las especies vivas en la Tierra hace 66 millones de años. En contraposición de lo anterior, algunos plantean que los ingredientes esenciales de la vida pudieron haber viajado en el interior de los meteoritos desde otro lugar del espacio hasta la Tierra. «Cuando están quemándose en la atmósfera, la parte interna del meteoroide no se da cuenta de que está siendo quemada —explicó Cuartas Restrepo—, eso nos dice que es posible que la vida y otros fenómenos se hayan guardado allí. En ese sentido, nuestro origen podría ser marciano o de orillas más lejanas».


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La Universidad de Antioquia tiene la más grande colección de hongos del país. La integran 12 550 especímenes. La investigación micológica, aunque incipiente en Colombia, promete importantes aportes para sectores como la medicina farmacéutica, la industria y el medio ambiente.

ELIZABETH CAÑAS RODRÍGUEZ Periodista elizabeth.canas@udea.edu.co

#UDEACIENCIA

Reino Fungi colombiano: de la orfandad a la conquista investigativa «Somos más micólogos ahora que hace diez años, pero seguimos siendo insuficientes para el estudio y aprovechamiento de la micota en el país. Esa orfandad se debe, en parte, a la falta de motivación y de entendimiento sobre el papel de los hongos en la construcción de ecosistemas sostenibles y su contribución a los suelos y a la fertilidad». Así lo advirtió la integrante de la actual Misión de Sabios de Colombia Mabel Gisela Torres Torres, quien señaló también que el estudio de los hongos «no se ha puesto en el renglón que merece, porque, además, falta compromiso para incluirlos en las apuestas por el medio ambiente». De acuerdo con la profesora Ana Esperanza Franco Molano, vinculada al grupo de investigación Taxonomía y Ecología de Hongos del Instituto de Biología de la Universidad de Antioquia, «los hongos están al nivel de plantas y animales, ya que tienen su reino propio, pero no han sido tenidos en cuenta en estudios de biodiversidad e impacto ambiental en el país. Su desconocimiento —dijo Franco— se atribuye en parte a la falta de apoyo para estudiarlos y conocerlos, a lo que se suma que además se trata de un reino difícil, poco taquillero, a pesar de su importancia». La investigadora explicó que, desde 1986, la Universidad de Antioquia ha venido convirtiéndose en un referente en las investigaciones en este campo, cuando fortaleció la colección a través de la gestión de profesores y estudiantes; también con donaciones de especímenes de varias partes del país y del mundo. Hoy, cuenta con la más grande micoteca de Colombia. Se trata de 12 550 especímenes herborizados —es decir, conservados

Hongos en Sonsón El interés de la Universidad de Antioquia en contribuir al estudio de los hongos también se refleja en las regiones donde tiene presencia. En una salida de campo del curso de Biología General, estudiantes y docentes de la Seccional Oriente —en El Carmen de Viboral—, encontraron especímenes de hongos con gran potencial para realizar investigación básica y aplicada. El hallazgo se dio en una reserva campesina en la zona Altos de la Sabana, en la vereda La Argentina, en el municipio antioqueño de Sonsón.

Identificación en laboratorio de hongos colectados en salidas de campo. Foto: cortesía grupo de investigación Taxonomía y Ecología de Hongos.

Ahora trabajan en la identificación taxonómica y genética para clasificar los hongos hallados y sus cualidades biológicas, con miras a posibles usos en la producción de enzimas con fines alimentarios, farmacéuticos, antibióticos e industriales, y como controladores de plagas.

«Este es un trabajo muy interesante, que impulsa a explorar zonas nuevas y genera conexiones entre las sedes de El Carmen de Viboral y Sonsón, donde se configura un corredor de investigación biológica entre el Valle de San Nicolás y el “oriente lejano” de Antioquia».

Juliana Osorio Echavarría, integrante del grupo Bioprocesos del Departamento de Ingeniería Química y profesora del pregrado en Ingeniería Bioquímica ofrecido por la Universidad en la Seccional Oriente, señaló que el desarrollo de la investigación tiene como aliados al Tecnoparque Sena, Nodo Rionegro, y al Comité para el Desarrollo de la Investigación —Codi—.

La investigadora explicó que este es un proyecto pionero de base biotecnológica en fase de exploración, que generó la producción de una cartilla con registros fotográficos de especímenes. «Ha sido inspirador para fortalecer la investigación en la zona y del que se desprende la apertura de semilleros de investigación», puntualizó.


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con las técnicas del Herbario Universitario, donde están alojados—. Algo más de 30 especies fueron encontradas en la Ciudad Universitaria, en Medellín, entre las cuales hay registros nuevos para el país. El conocimiento micológico se usa para investigaciones en biotecnología, control biológico y bioprospección —es decir, el estudio de la naturaleza dedicado al hallazgo de organismos y sustancias con posibles usos para beneficio del ser humano—.

Ganando popularidad

En Colombia se puede encontrar una gran diversidad de hongos, «pero tanto a nivel mundial, como a nivel nacional, desafortunadamente no conocemos ni el 10 % de las especies que se estima deben existir. Para la región amazónica, por ejemplo, el 25 % de las especies de hongos ectomicorrízicos asociados con las raíces y colectados son especies nuevas para la ciencia». Así lo explicó la profesora Aida Marcela Vasco, del programa de Microbiología Industrial y Ambiental de la Escuela de Microbiología, al comentar que, en la Universidad de Antioquia, además de aportar al conocimiento de la diversidad micológica del país, se ha estado explorando su potencial. La Escuela de Microbiología, por ejemplo, se encuentra en este momento gestionando ante el Instituto Alexander von Humboldt el registro de la Colección de Microorganismos Escuela de Microbiología —CEM-EM-UdeA—. Esta colección incluye hongos y bacterias de importancia clínica, así como una colección de hongos de importancia ambiental e industrial.

Foto: cortesía grupo de investigación Taxonomía y Ecología de Hongos.

Sin hongos, las plantas no hubieran colonizado la superficie terrestre. El 80 % de ellas están asociadas con hongos micorrízicos o que hacen simbiosis con las raíces de árboles y plantas. Las enzimas que producen los hongos pueden degradar moléculas complejas como hidrocarburos y colorantes, y por esto pueden ser utilizados en procesos de biorremediación o descontaminación de suelos y de aguas. Gracias a su potencial enzimático, a las interacciones con organismos como plantas e insectos y a su importancia en la regulación de los ciclos biogeoquímicos del suelo, los hongos tienen una gran relevancia en los ecosistemas naturales y también un amplio potencial de uso en la industria y la agricultura. Los hongos se han utilizado desde hace miles de años para la producción de pan, cerveza y vino; se cosechan y se consumen directamente. También son utilizados en actividades medicinales. En Colombia, por ejemplo, algunas comunidades indígenas y campesinas consumen especies silvestres de hongos o los usan para tratar enfermedades.

Estudiante del curso Agaricales en un trabajo de campo en Santa Rosa de Osos, Norte antioqueño. Foto: grupo de investigación Taxonomía y Ecología de Hongos.

«Contamos con al menos 20 cepas de hongos entomopatógenos —infecciosos—, descomponedores de madera, unos de importancia alimenticia y otros con potenciales para la industria, colectados en la Ciudad Universitaria y alrededor del área metropolitana», contó Vasco. De acuerdo con la profesora, este material es de gran interés investigativo. Su exploración se realiza en conjunto con el grupo de investigación Bioprocesos Microbianos —BIOmicro—, «con el que se desarrolla un proyecto de innovación tecnológica, en la bioprospección de algunas de estas cepas de hongos de la pudrición blanca, como alternativa para el tratamiento de colorantes residuales industriales», dijo la profesora Vasco. Añadió que «el sueño es contar con un cepario de hongos y bacterias». Aunque, advirtió, ello demanda un gran esfuerzo institucional. «En la Escuela de Microbiología se han dado los primeros pasos y la meta es trabajar de manera integrada con otras unidades académicas».


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Profesores de la Facultad de Ingeniería desarrollaron un prototipo para el diagnóstico de máquinas usadas en pequeñas y medianas empresas. Este desarrollo fue patentado y representa una solución económica para el mantenimiento mecánico y la calidad industrial.

ELIZABETH CAÑAS RODRÍGUEZ Periodista elizabeth.canas@udea.edu.co

#INNOVACIÓNUDEA

Vibroanalizador predice vida útil de maquinaria de las pymes La inquietud por los efectos que podría tener en la salud

la vibración constante producida por el uso de equipos como un taladro o una moto, concentró la atención de un grupo de profesores e investigadores de la Universidad de Antioquia. Ese interés se transformó luego en el desarrollo de un vibroanalizador para el diagnóstico predictivo de equipos mecánicos en pequeñas y medianas empresa. Se trata de una aplicación cinco veces más económica que otras existentes en el mercado. De acuerdo con Ricardo Moreno Sánchez, profesor de Ingeniería Mecánica, el vibroanalizador «constituye una conversación con la máquinas para saber cómo están en todo momento. El dispositivo consta de un hardware que es una tarjeta de adquisición; un sensor que es un acelerómetro y que mide la vibración; y un software que procesa los datos y que genera unos espectros, con los cuales se logran los diagnósticos» De esta forma, explicó el investigador, «se consigue información de frecuencia en velocidad, aceleración y de los componentes que se pueden relacionar con elementos que integran la máquina, lo que es un factor poderoso del medidor. Además, se logró con una electrónica muy simplificada y un software amigable que permite a muchas empresas hacer el mantenimiento predictivo, lo cual, —en muchos casos—, no se incluye como parte de la rutina industrial». El dispositivo, que empezó a ser parte de los activos de alrededor de 10 empresas locales y nacionales, permite tener información sobre la vida útil de los repuestos y, de esta manera, evita cambiarlos cuando aún pueden seguir siendo usados, pues el analizador de vibraciones determina cuánto tiempo les queda para operar en óptimas condiciones. Claver Ramírez Arango, vinculado a la empresa Endicontrol S. A., señaló que el dispositivo creado en la Universidad es un complemento de los métodos de evaluación de ultrasonido, inspección visual, partículas magnéticas y radiografías, así como de líquidos penetrantes usados para determinar la condición física, la sanidad y el comportamiento de los equipos bajo condiciones de servicio». El ingeniero mecánico Julio Andrés Moncada García, quien trabaja en la refinería de Ecopetrol, en Barrancabermeja, señaló también que «la principal bondad del vibroanalizador es la optimización de costos, porque con los datos predictivos que arroja el dispositivo se pueden reducir las suspensiones inesperadas de los equipos, se tiene una visión precisa de cuáles son las fallas y se evitan tiempos en indagaciones sobre los daños o posibles reemplazos de piezas».

El “Dispositivo electrónico medidor de vibraciones que incluye un acelerómetro piezoeléctrico y una interfaz de comunicación USB”, obtuvo la patente de invención en diciembre del 2017. Foto: cortesía Ricardo Moreno Sánchez.

El profesor Moreno Sánchez explicó que la concepción del vibroanalizador se enmarca en la tendencia de automatización preventiva industrial. Además, este es resultado del trabajo interdisciplinario, porque fue gestado durante cinco años en conjunto con los profesores Orlando Carrillo Perilla, Andrés Sánchez y Frank Alexánder Ruiz Holguín, del programa de Ingeniería Electrónica. Por este desarrollo, la Superintendencia de Industria y Comercio —SIC— otorgó, en 2017, la patente a la Universidad y al grupo de profesores . Además, el vibroanalizador ha incentivado otros proyectos paralelos en los que se han involucrado estudiantes de la Facultad de Ingeniería, así como cursos de extensión para el manejo del dispositivo. «Es un logro que en absoluto reemplaza el trabajo de los mecánicos, sino que les ayuda a ser asertivos con su trabajo, porque el dispositivo puede compararse, en el campo médico, con una ayuda diagnóstica o un examen de sangre», dijo el profesor Moreno.


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Capacitación técnica, recursos económicos, una mayor participación ciudadana y la apropiada respuesta de las instituciones, son algunos de los desafíos que tiene la sociedad colombiana respecto a los cuidadores de la salud y las personas que tienen a su cargo.

JUAN DIEGO RESTREPO TORO Periodista juan.restrepo16@udea.edu.co

#CALIDADDEVIDA

Los retos de ser cuidador en Colombia El ser invidente no ha impedido que Marco Tulio Hernández

cuide a las tres personas que tiene a su cargo. «Lo primero que hago cada mañana es ponerle el oxígeno a mi mamá y revisar que haya amanecido bien. Después preparo el desayuno para todos y ordeno la casa», relató este líder comunitario del corregimiento de Santa Elena, en Medellín. Personas como Marco Tulio tienen un papel decisivo en la salud pública del país. Además de trabajar 24 horas al día, los siete días de la semana, sin relevos o descansos, por lo general los cuidadores de personas con dependencia —bien sea por discapacidad, enfermedad crónica o vejez— no reciben un pago por su labor. Muchos de ellos tienen que dejar de trabajar o dedicarse a la informalidad para asumir una tarea para la que no han sido capacitados técnicamente: bañar a una persona en la cama, ayudarla a mover, alimentarla, darle la medicación, gestionar sus trámites médicos, acompañarla en las dolencias o ayudarla con la rehabilitación; además de las tareas diarias de la casa. A lo que se suma el alto gasto en artículos de aseo, como pañales, en medicamentos y desplazamientos. Todo esto en un país inequitativo, donde pocas personas reciben pensión en su vejez y donde aumenta el abandono de personas ancianas o con discapacidad. Desde que perdió la visión, a los 23 años, Marco Tulio tuvo que rehacer su vida. Aprendió a leer con el sistema braille y a desplazarse con bastón. Hoy, con 56 años «bien vividos», ha acumulado experiencia en el cuidado de su madre, de 86 años, quien padece una enfermedad pulmonar obstructiva crónica, y de sus hermanos, de 58 y 62 años, uno de ellos con diagnóstico de bipolaridad. «Los conocimientos académicos son muy importantes, pero lo más difícil es la sostenibilidad económica», explicó Marco Tulio, quien es representante de su vereda en el tema de discapacidad. «Yo me la rebusco, pero recibimos pocos ingresos. Por eso tenemos la regla de pagar primero el impuesto predial y los servicios, así no alcance para la comida. Como mi mamá es oxígeno-dependiente, no nos podemos quedar sin energía». Según el decano de la Facultad de Medicina, Carlos Palacio Acosta, la sociedad colombiana debe generar respuestas ante el fenómeno de tener una alta cantidad Foto: Juan Pablo Hernández Sánchez.

de población adulta mayor, con una carga superior de enfermedades crónicas, y una menor población infantil. Este proceso se llama transición demográfica y, según el Ministerio de Salud y Protección Social, entre 1951 y 2020 el índice de envejecimiento se ha cuadruplicado, al pasar de 12 a 49 personas de 60 años o más por cada 100 menores de 15 años. «Como las personas viven más años, pero más enfermas, hay que desarrollar estrategias para mejorar la calidad de vida», señaló Palacio Acosta. Marco Tulio adquirió y fortaleció conocimientos que ya tenía sobre autocuidado, manejo de las emociones, dinámicas familiares y estilos de vida saludable en el programa Cuidadores de personas mayores de la Alcaldía de Medellín, operado por el Parque de la Vida, de la Universidad de Antioquia, que ha formado a 1205 cuidadores desde el 2016. «Con este programa se trata de garantizar una mejor calidad de vida y un mayor reconocimiento para los cuidadores, así como favorecer el bienestar de las personas que tienen a su cargo, y fortalecer sus redes de apoyo», indicó Paulina Suárez, secretaria de Inclusión Social, Familia y Derechos Humanos del municipio. El programa también cuenta con apoyo al emprendimiento de proyectos productivos. Desde el 2016 ha formado a 411 personas que tienen un emprendimiento, y 255 han recibido fortalecimiento de sus unidades productivas. «Además de la capacitación hay que promover la participación comunitaria, instalar el tema en la agenda pública, porque se ha mantenido invisible como un asunto privado, y hacerle exigencias al Estado», explicó la antropóloga Berena Torres Marín, profesora de la Facultad de Enfermería, para quien es necesario promover y fortalecer redes comunitarias de cuidado, como las de los barrios La Cruz y La Honda, que pueden responder a problemáticas colectivas y donde se desarrollan competencias de cuidado pues, según el caso, un cuidador formado podría servirle a varias personas. Con paciencia, creatividad y amor, cuidadores como Marco Tulio trabajan diariamente, a veces en un estado de alerta permanente, para acoger, ayudar y proteger a los suyos —como si fueran artesanos, según escribió la investigadora Carmen de la Cuesta—, en contextos dolorosos y económicamente adversos.


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En Medellín, los malos hábitos de conducción y dificultades en la movilidad incrementan la contaminación del aire hasta un 300 %. Algunos cambios sencillos de los ciudadanos evitarían que el problema pase de ser temporal a permanente.

JENNIFER RESTREPO DE LA PAVA Periodista jennifer.restrepo@udea.edu.co

#SOSPORELAIRE

Foto: cortesía periódico El Colombiano / Fotógrafo: Juan Antonio Sánchez.

Un respiro para el enfermo aire de Medellín Cuando la

densa capa de contaminación desaparece de la atmósfera de ciudades como Medellín y Bogotá, dirigimos la atención a otros asuntos y pareciera que, al menos por unos meses, el problema de la calidad del aire «desapareciera». Académicos, autoridades locales y diversos actores de la sociedad, hicieron un llamado a los ciudadanos sobre la importancia de ver esta problemática como un tema de todo el año y la necesidad de darle un respiro al aire con acciones concretas, inmediatas y sencillas de aplicar. «Es un tema de obligatoria discusión por las condiciones que ha pasado el Valle de Aburrá. Nos reunimos para contribuir, a partir del conocimiento, a mitigar los impactos de la contaminación y proponer salidas que prevengan males mayores», enfatizó John Jairo Arboleda Céspedes, rector de la Universidad de Antioquia, durante el Foro El aire del Valle de Aburrá, ¿un SOS aplazado?, realizado por la institución el 17 de mayo de 2019.

Educación con apellido ambiental

De acuerdo con la coordinadora del Grupo de Higiene y Gestión Ambiental del Politécnico Jaime Isaza Cadavid, Miryam Gómez

Marín, Medellín tiene en promedio 1 600 000 vehículos, (entre carros y motos), sin embargo, es como si circularan 5 millones, debido a los altos niveles de emisiones producto de las malas prácticas de conducción y factores propios de la movilidad, como el frenado en seco y la aceleración constante. «De las ocho horas en promedio que trabaja un taxista de la ciudad, dos de ellas se moviliza con fluidez, en las demás el carro permanece en ralentí, es decir, en neutro; o frenando y arrancando, a causa de los trancones, semáforos, obras en la vía y por la topografía y diseño de Medellín», señaló. Según el director del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, Eugenio Prieto Soto, en la capital antioqueña el ralentí estaría relacionado con el incremento de la contaminación entre un 100 % y un 300 %. La ingeniera Gómez Marín insistió en que, para entender la importancia del problema de la calidad del aire, las personas deben ser conscientes de que este se deriva de acciones cotidianas. Una buena práctica es apagar el carro o la moto mientras se esté en un trancón que haya superado, sin avanzar, los cinco minutos. También es importante conducir de acuerdo con las normas de tránsito.


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RAMÓN JAVIER MESA CALLEJAS Profesor de la Facultad de Ciencias Económicas ramon.mesa@udea.edu.co

#UDEAOPINIÓN

Alterar o tapar la placa del vehículo, conducir por donde no hay cámaras y usar las avenidas como parqueadero mientras pasa el pico y placa, es elegir confort sobre calidad de vida. «Para el cuidado del aire es necesario un modelo de cultura similar a la Cultura Metro», resaltó la profesora Gómez.

Movilidad activa y otras alternativas

La movilidad activa hace referencia a la capacidad para desplazarnos usando el cuerpo como instrumento o motor: caminar y montar en bicicleta, por ejemplo. Para el ingeniero mecánico John Ramiro Agudelo Santamaría, profesor de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Antioquia y panelista del foro, el problema radica en el actual modelo de desarrollo que se centra en el consumismo. Agudelo también cuestionó la búsqueda de energías alternativas. «Es más la energía que se invierte en la fabricación de vehículos eléctricos a lo que se obtiene en beneficio por su uso. Lo que tendremos es un trancón eléctrico. La vida útil de la batería es de tres años, hay más de dos mil contenedores llenos de baterías que ya no tienen uso. El gas natural y otros combustibles también contaminan», enfatizó. Durante el foro, también surgieron propuestas sobre el transporte masivo «Necesitamos más líneas férreas y acabar con la dualidad entre el transporte colectivo y el masivo. El Área Metropolitana tiene que ser una autoridad de planificación del suelo y de las rutas», señaló el consultor del Centro Nacional de Producción Más Limpia, Diego Zapata Córdoba.

Medidas que despejan calles, pero no dudas

«El pico y placa tiene un efecto superficial. No se justifica alterar tantos procesos por un cambio que afecta entre el 1 y 2 % del aire. Si se retiran las grandes chimeneas de humo como volquetas, camiones y tractomulas, y se ejerce un control serio, inmediatamente el aire se siente limpio hasta en un 90 %. Estos son los fumadores de la ciudad», afirmó Elkin Martínez López, epidemiólogo ambiental e investigador de la Universidad de Antioquia. Con respecto al pico y placa y a su utilidad, Eugenio Prieto respondió que es la única medida que hasta ahora ha funcionado en las contingencias. «Estamos estudiando el pico y placa, hemos hecho más de 108 modulaciones de horario y de medidas. En este momento se está haciendo un análisis por parte de la junta de la entidad», dijo. De acuerdo con la autoridad ambiental, la renovación de camiones y volquetas no se ha dado por falta de medidas del Gobierno nacional, sin mencionar que aún sigue entrando al país una tasa muy alta de carros con tecnologías viejas.

¿Aprenden nuestras empresas de la inversión extranjera? De tiempo atrás, se ha sostenido la tesis sobre la importancia que tiene para las

economías una mayor entrada de recursos por inversión extranjera directa —IED—. Estos flujos han crecido de manera significativa en el mundo y se han convertido en causa-efecto de crecimiento económico. En el caso colombiano, de acuerdo con la literatura disponible, la IED ha exhibido un desempeño satisfactorio en las últimas tres décadas, con un impacto favorable en el PIB, el consumo privado, la remuneración del trabajo y las exportaciones, entre otras variables. No es fácil percibir las ganancias o aprendizajes residuales de la IED sobre la estructura productiva de empresas locales, debido a que estos beneficios no resultan fácilmente observables ni medibles. En otras palabras, es posible que la inversión extranjera de las empresas multinacionales extienda de forma no compensada efectos indirectos positivos o negativos que pueden afectar la productividad, la transferencia de tecnología, el grado de conocimientos o, simplemente, la competencia de las empresas nacionales. Estos efectos, conocidos como spillovers o derrames, se manifiestan de diversas formas: (i) mediante el intercambio de conocimiento cuando se dan movimientos de personal altamente cualificado de las multinacionales a las empresas nacionales; (ii) cuando las empresas locales imitan o copian las tecnologías de producción superiores de las multinacionales; (iii) a partir de la competencia que se deriva por la presencia de las multinacionales, la cual induce a las empresas domésticas a actualizar las tecnologías y técnicas de producción para ser más productivos; y (iv) por el aprendizaje asociado con las plataformas de nuevo conocimiento de las multinacionales en términos de infraestructura, publicidad, inteligencia de mercados y redes de distribución, por citar algunas. Un análisis para un grupo de importantes empresas colombianas —consideradas como multilatinas—, que utilizó la metodología de caso, permitió evaluar los aprendizajes derivados de la IED en la última década. Grosso modo, se pudo establecer que para aquellas empresas nacionales con ventajas competitivas sólidas, mayor presencia internacional, tradición exportadora y portafolios productivos diversificados, los principales aprendizajes se ven reflejados en el desarrollo de innovaciones y derrames tecnológicos, al igual que procesos organizacionales que fomentan de manera activa la expansión de sus productos y marcas, la explotación de sus mejores prácticas y la consolidación de sus activos en los mercados internacionales. Por su parte, para aquellas empresas nacionales con ventajas competitivas débiles, con baja presencia internacional, los vínculos indirectos fomentan la imitación de los productos y la copia de las mejores prácticas de las multinacionales residentes en el país. Sin embargo, el mayor aprendizaje para el grupo de empresas observadas, se pudo establecer a partir de la competencia y las alianzas que se desprenden de la inversión extranjera. Para las empresas nacionales más fuertes, esto funciona como una oportunidad de crecimiento, diversificación y mayor presencia global; mientras que, para otro grupo, representa una amenaza ante el temor de la pérdida del mercado interno, lo cual las obliga a mejorar la oferta productiva para mantener sus cuotas de mercado. En síntesis, independiente de las diferencias entre las empresas nacionales, la intención de muchas multinacionales cuando ingresan a países en desarrollo, como el nuestro, es la búsqueda de mercados internos en sectores dominados por inversionistas locales, la extracción o utilización de recursos naturales, la constitución de plataformas de exportación para llegar a economías grandes y como financiadores de obras de infraestructura. Bajo este escenario, más allá de los aprendizajes que se puedan derivar y de los impactos en la economía, la presencia de estas firmas internacionales también genera repercusiones políticas indeseadas como es el fomento de la corrupción. La experiencia con la multinacional Odebrecht es un pésimo ejemplo para el país; esta firma entregó coimas en dinero a funcionarios públicos y políticos para lograr, de manera irregular, la adjudicación de contratos millonarios para la construcción de obras en algunas regiones colombianas.


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N.º 688 · julio de 2019 · Universidad de Antioquia

En Ituango, 80 maestros y 40 estudiantes de primaria y secundaria trabajan en construcción de paz territorial desde la resolución de conflictos y el fortalecimiento comunitario. El proyecto es acompañado por la Unidad Especial de Paz de la Universidad de Antioquia.

JUAN DIEGO RESTREPO TORO Periodista juan.restrepo16@udea.edu.co

#UDEACONSTRUYEPAZ

Un pueblo para abrazar a la escuela —Sueño con un grupo de boy scouts para que los jóvenes

se apropien del territorio—, dice el profesor de Ciencias Sociales, Hans Velásquez. —Pero primero hay que desminar el Nudo de Paramillo—, le contesta un compañero suyo, entre pesimista y resignado. Una tercera voz es la de la profesora Miryam Restrepo, quien sueña con promover un festival de cometas. El evento, dice, le daría un significado distinto a un municipio estigmatizado por la guerra. Se acerca el mediodía. A través de las ventanas de la Institución Educativa Pedro Nel Ospina, diviso el cielo soleado y las montañas que rodean al pueblo. Allí mismo, 80 profesores del área rural y urbana reflexionan sobre el significado de la paz. Entre ellos hay quienes dicen que la guerra se ve muy posible, mientras la paz parece imposible. «La paz es volar», le escuché decir también a la profesora Myriam. Mientras almuerzo en uno de los restaurantes del parque pienso en esa frase. Desde mi mesa, imagino el cielo lleno de cometas. Las altas montañas del extremo norte de la cordillera Occidental, donde nacen los Andes, sirvieron para represar el caudaloso Cauca. Pienso en los turistas que traería un festival artístico y cultural: tendrían que pasar por Hidroituango. Alguien bromeó con que era el único pueblo con portería. Por las faldas del pueblo suben y bajan perros callejeros, niños que juegan, trabajadores. Algunos caminan apurados, pues los vientos fríos anuncian lluvias. Otros apenas se mueven, como los ancianos que toman tinto en un café de esquina, o los soldados que hacen guardia en la base militar, un edificio gris que desentona con las puertas y zócalos coloridos del pueblo. La comunidad ha solicitado su traslado, pero hasta ahora no ha sido posible. A pesar de la firma de los acuerdos de La Habana, ni la paz, ni el Estado, ni los proyectos productivos parecen llegar a este municipio de 2347 km², que se disputan estructuras armadas

Ituango es uno de los 17 municipios del Norte antioqueño. Foto: cortesía Rafael Alonso Mayo.

ilegales como las Autodefensas Gaitanistas, el Clan del Golfo, el ELN, las disidencias de las Farc y otras. Su ubicación es estratégica para el narcotráfico: tras el Nudo de Paramillo están las planicies de Córdoba y del golfo de Urabá. «En agosto del 2018, cuando la Universidad de Antioquia comenzó su trabajo de construcción de paz con la escuela, la preocupación principal era la alta deserción escolar por causa de la crítica situación económica en que se encuentra el municipio y, con ello, las ofertas que los grupos que han tenido presencia en el territorio y otros emergentes, le hacen a la juventud ituanguina», explicó María Cristina Rengifo, coordinadora académica de la Unidad Especial de Paz. El proyecto universitario Comprendiendo el conflicto para caminar la paz: el territorio de la escuela en Ituango, surgió tras experiencias previas en el municipio y en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación Santa Lucía, uno de los ETCR para la implementación del acuerdo de paz. La intención del proyecto es fortalecer a la comunidad con enfoque en el territorio de la escuela, que no es solo el espacio físico. Con una apuesta por la construcción de paz territorial, el proyecto propone que tanto docentes como estudiantes identifiquen y comprendan conflictos que se generan al interior de la escuela. A partir de ello se promueve la formación de negociadores, y se busca que el arte y la estética sean una herramienta pedagógica y didáctica, es decir, una práctica de vida para la reconciliación y la convivencia en el territorio escolar. Según William Estrada Cano, profesor de la Facultad de Educación, en la historia de Ituango hay una suma de violencias: subversiva, paramilitar, delincuencial y estructural. El municipio ha sido estigmatizado por la guerra y, pese al proceso de paz, su abandono y estigmatización continúa. «¿Con qué dinero se paga la energía que va perdiendo el alma cuando la invade la peste del desarraigo?», se pregunta Teresita Jaramillo frente al proyecto hidroeléctrico. Esta profesora ituanguina escribió un libro para recoger la memoria del pueblo porque piensa que los foráneos, incluidos los grupos armados, han ocupado su territorio. «Los jóvenes se están quedando sin identidad, muchos elementos extranjerizantes están desplazando a nuestra cultura. Me di a la tarea de rescatar lo que somos y heredamos de nuestros ancestros, para que ellos vean que esta guerra no nos pertenece y que este territorio sí nos pertenece». Por su parte, Luis Palacio, integrante de la Mesa de Derechos


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SARA FERNÁNDEZ MORENO* Profesora Facultad de Ciencias Sociales y Humanas sara.fernandez@udea.edu.co

#UDEAOPINIÓN

Diálogo social con la Comisión Presidencial de Derechos Humanos Para un

«Comprendiendo el conflicto para caminar la paz: el territorio de la escuela en Ituango», es el proyecto que promueven en ese municipio las facultades de Artes y Educación, y la Unidad Especial de Paz de la Universidad de Antioquia.

Humanos del municipio, explica que la escuela es el primer escenario para el fortalecimiento de la defensa de los derechos y de ahí se proyecta al territorio. «La escuela tiene que ser formadora de líderes desde el salón, en el respeto por la autonomía y libertades del otro». Pasadas las tres de la tarde converso con un grupo de estudiantes en un café de esquina. Ellos son reconocidos como líderes y participan del proyecto. Unos sueñan con escribir un libro, ser abogados o mudarse a la ciudad; otros desean pertenecer a equipos deportivos. Coinciden en que «los problemas no se resuelven a punta de golpes» y quieren adquirir técnicas para tener una mejor comunicación. Pero divergen a la hora de identificar los conflictos en la escuela. Para unos, los afectan las peleas entre compañeros. Otros dicen que esas peleas se dan por fuera del colegio. Los demás hablan de cómo los problemas familiares o de la vereda en la que viven inciden en su vida escolar. También hay quienes llaman la atención sobre los problemas con sus profesores. «Incluso cuando uno sabe que no tiene la razón, pedir disculpas haría la diferencia y sería el primer paso para resolver cualquier conflicto», expresa uno de ellos. Tras despedirme del grupo de estudiantes camino por las calles del pueblo y pienso en esos sueños: cometas, arte y cultura; también proyectos de cultivo de café y fríjol. Y pienso también en sus desesperanzas: los nuevos conflictos, el impacto del proyecto hidroeléctrico y las promesas que, parece, no cumplirá. Qué tiene que hacer la escuela para asegurar la permanencia de los jóvenes, qué les ofrece la sociedad, qué están haciendo con el territorio. La I. E. Pedro Nel Ospina —así como tantas otras escuelas rurales del país—, ha sido abandonada, maltratada, señalada, reclutada y desplazada. Tenemos una deuda histórica con la escuela, y la Universidad le apuesta a su reparación. Recuerdo el proverbio africano: «Se necesita todo un pueblo para educar a un niño». Pero también de un pueblo para abrazar a la escuela, y una Universidad y un Estado para acogerla.

diálogo social por la educación, el 17 de junio de 2019 los estamentos profesoral, estudiantil, trabajadores, jubilados, y pensionados de la Universidad de Antioquia se reunieron con la Comisión Presidencial de Derechos Humanos. Los comisionados invitados representan a la Consejería Presidencial, el Ministerio de Educación, el Ministerio de Trabajo y la Procuraduría. Esta visita hizo parte de las garantías de la «Mesa de diálogo para la construcción de acuerdos para la educación superior pública», entre el movimiento estudiantil y profesoral y el Gobierno nacional, firmada el 14 de diciembre de 2018. Dando cumplimiento al punto siete del acuerdo —cobijado por el artículo 37 de la Constitución, en el que se reconoce el ejercicio del derecho a la protesta pacífica y pública— se creó el Comité Permanente de Derechos Humanos del sector educativo en el ámbito de la protesta social, para documentar, hacer seguimiento y articular acciones para la atención de violaciones o amenazas en este contexto. Esto evidenció la necesidad del Gobierno de incluirlo en la elaboración del Plan Nacional de Acción de Derechos Humanos. Como está planteado, este comité —liderado por la Consejería Presidencial para los Derechos Humanos y Asuntos Internacionales— recibió por parte de los estamentos universitarios de nuestra Alma Máter los informes y reportes de las personas que han tenido afectaciones durante las protestas al interior del campus. Los estamentos se dispusieron a documentar los hechos de amenazas reiteradas y periódicas de las que es objeto la Universidad de Antioquia, de forma individual y colectiva, los daños y efectos del uso excesivo de la fuerza con la incursión del Escuadrón Antidisturbios en los campus, los señalamientos de los medios de comunicación locales y nacionales, y el prejuicio de las declaraciones públicas, desobligantes y sin sustento, de altos funcionarios del Gobierno nacional y de los departamentales. La Mesa multiestamentaria ha dejado en evidencia el trabajo colectivo en defensa de la universidad pública y la educación. Es estimulante saber que nuestra Universidad de Antioquia tiene un trabajo articulado entre sus organizaciones gremiales, sindicales y estudiantiles, toda vez que la Comisión de DD. HH. no solo lo ha reconocido, sino que ha encontrado en otras universidades un panorama menos alentador, donde existen enfrentamientos al interior de los estamentos y organizaciones, además de tensión permanente con las directivas. Entre las conclusiones de la visita de la Comisión, se hace evidente la necesidad imperativa de tener un protocolo especial para las contingencias, tanto para las amenazas directas a personas y organizaciones como para las amenazas durante la movilización social —que demostró evidentes fallas con la administración departamental y municipal—. También se demostró la carencia de medidas más colectivas e institucionalizadas frente a la evacuación y a la incursión de los agentes del Esmad, lo que deja como resultado afectaciones en la salud del personal administrativo, docente y en la comunidad universitaria en general, por el uso deliberado de gases lacrimógenos; aparte del detrimento patrimonial y del aumento del déficit del presupuesto producto de los bienes, equipos y materiales afectados. Así mismo, se considera el rechazo rotundo a los actos vandálicos y ejercicios de violencia, venga de donde venga. Es compromiso de la Mesa multiestamentaria seguir con la movilización en los espacios asamblearios para realizar un acompañamiento más efectivo y visibilizar las vulneraciones en derechos humanos. Como propuesta de la jornada, se solicitó el reconocimiento de la Universidad de Antioquia como víctima del conflicto armado en el país y sujeto de reparación colectiva. Por ello, es plausible la iniciativa de que la Universidad pueda suscribirse a la JEP, estamos en la ventana de oportunidades para presentar el informe e inscribirnos como caso especial de reparación. Las universidades de Córdoba y Atlántico ya lo hicieron. * Secretaria de la Asociación de Profesores de la Universidad de Antioquia.


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Una estampilla conserva un acontecimiento, un pequeño retrato de un suceso en la historia de un país. Andrés Felipe Echavarría Peláez le entregó a Colombia un tesoro filatélico único: 3757 estampillas, ahora custodiadas por el Muua.

NATALIA PIEDRAHITA TAMAYO Periodista natalia.piedrahita@udea.edu.co

#CULTURA

Retratos filatélicos para el país Desde mayo

del 2019, el Museo Universitario de la Universidad de Antioquia —Muua—, conserva formalmente 3757 estampillas que dan cuenta de temas de salud, eventos deportivos, animales, flores y causas sociales de diferentes países y épocas. Se trata de un robusto archivo filatélico donado por Andrés Felipe Echavarría Peláez, egresado de la Facultad de Artes de la Alma Máter, quien custodió y amplió por más de veinte años esa herencia familiar. De acuerdo con Echavarría Velásquez —apasionado por la filatelia—, su propósito al dejar esta colección en manos de su alma mater, es garantizar el libre acceso de las nuevas generaciones a ella. Como parte de esta donación, la Colección de Historia del Muua recibió la estampilla más antigua que posee ahora: una pieza de 1860, de color naranja, que mide 17 x 23 milímetros y que perteneció a la segunda emisión del escudo nacional de la Confederación Granadina, nombre que adoptó Colombia después de la Constitución de 1858. Pero no todas estas estampillas fueron recolectadas por Echavarría Peláez. Él se encargó de clasificar y preservar las que le dejó su tía Wbiter Peláez. Posteriormente, Echavarría consiguió nuevas estampillas y las salvaguardó en papel mantequilla, un método que propicia la conservación por su baja acidez. Esta costumbre alimentó su fascinación por el trabajo gráfico, que en estas piezas evidencia una memoria histórica. «No solo dan cuenta de un timbre postal, sino también de una comunicación personal de una época específica —explicó Echavarría—. Por ejemplo, en el periodo de las batallas entre liberales y

Esta estampilla —del año 1860 y parte de la colección donada por Andrés Felipe Echavarría—, es la más antigua que ahora posee el Muua. Fotos: Juan Pablo Hernández Sánchez.

conservadores, en las estampillas solo se plasmaba el escudo nacional. Fue el momento en el que se configuraron las luchas de los campesinos y las fuerzas emergentes, y desde las emisiones postales delataban la tensión y cómo se luchaba, también, para que, por lo menos, se mantuviera un mismo escudo». Series de fauna, flora, certámenes, personajes ilustres, programas de radio y televisión de Colombia; y otras provenientes de países como México, Francia y Estados Unidos, hacen parte de esta colección de estampillas, ahora preservada en la Universidad de Antioquia. «Estos archivos hablan del viaje, del mundo, de la comunicación; pero también de la transición de la letra cursiva al e-mail, y con ello se abren preguntas sobre la percepción de los coleccionistas ante los sellos del pasado y los del presente», destacó Óscar Roldán Alzate, director del Museo Universitario. En Colombia el uso de estampillas fue establecido por ley desde 1859, como previo pago del porte del correo. En la actualidad, el servicio de envíos de Colombia 4-72 mantiene viva la memoria filatélica, sin embargo, el paso de las cartas escritas o mecanografiadas en papel al correo electrónico, minimizó el uso de los símbolos históricos como sellos distintivos del remitente.


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