SUEÑO, EL LAPSO REPARADOR
P. 2-3
SEGOVIA YA NO ES EL MÁS CONTAMINADO POR MERCURIO
P. 7
VIGILADA MINEDUCACIÓN
ISSN 1657-4303
N.º 693
FEBRERO MEDELLÍN 2020
MINCIENCIAS: ¿UN NUEVO CAMINO PARA LA CIENCIA EN COLOMBIA?
P. 10-11
LA CUMBIA DEL SARGENTO REMOLACHA
DIRECCIÓN DE COMUNICACIONES
ALMAMATER@UDEA.EDU.CO
@UNIVERSIDADDEANTIOQUIA
@UDEA
P. 16-17
Las conquistas de los «raros» En 1912 Emilia Restrepo fue capturada y acusada de «falsa mujer». Su caso está referenciado en el libro Raros. Historia cultural de la homosexualidad en Medellín, 1890-1980. Las representaciones que motivaron mezquinos casos de segregación y las reivindicaciones logradas por la comunidad LGBTI en Colombia, inspiraron la investigación por la que Guillermo Correa, profesor de la Universidad de Antioquia, fue reconocido en los Premios Alejandro Ángel Escobar. P. 4-5
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N.º 693 · febrero de 2020 · Universidad de Antioquia
El sueño profundo es clave para el bienestar de los seres humanos: reconfigura el funcionamiento de su mente y cuerpo. Sin embargo, el uso de dispositivos electrónicos, advierten los expertos, le quita espacio al buen dormir, afectando la salud mental y la calidad de vida.
NATALIA PIEDRAHITA TAMAYO Periodista natalia.piedrahita@udea.edu.co
#SALUD
Sueño, el lapso reparador Cuando una persona cae «en brazos de Morfeo» —como suele decirse aludiendo al dios de los sueños en la mitología griega—, el cuerpo entra en un lapso de compensación y reparación, determinante para la buena salud. Por ello, si alguien siente que los días le rinden menos para realizar sus actividades cotidianas o que su estado de ánimo no es el mejor, la pregunta por el cómo está pasando sus noches debería aparecer como una alerta temprana. En efecto, si la persona no alcanza un sueño reparador al descansar, nada garantizará que sus órganos vitales funcionen correctamente. «Es más importante dormir que comer. Es más probable morir por falta de sueño que por falta de comida. Las funciones del sujeto comienzan a fallar al tercer día de no dormir», aseguró Luis Guillermo Duque Ramírez, médico y especialista del sueño. Mediante sus investigaciones en el campo de la neurología, el también docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia ha estudiado los trastornos del sueño y sus posibilidades de tratamiento. El sueño tiene dos etapas: MOR —de movimientos oculares rápidos— y NMOR —movimientos oculares lentos—. En la primera, el cerebro «barre, lava y trapea», es decir, reorganiza las conexiones de las neuronas y empaqueta las memorias para llevarlas a la corteza cerebral. En la segunda, el durmiente entra en un sueño profundo y el cerebro pone a prueba todos los sistemas; hay disminución de la frecuencia cardiaca y de la frecuencia respiratoria, para que al despertar todo funcione bien. «No basta con dormir, el sueño debe garantizar una reparación de los sistemas y esto depende de la profundidad que alcance el durmiente», explicó Duque Ramírez, quien señaló también que el descanso tiene que ver con el autoconocimiento, ya que la percepción
Los aparatos electrónicos están afectando hábitos de bienestar. «Reserve su cama solo para dormir y el sexo», dice el mandamiento de higiene del sueño. Foto: Gaelle Marcel / Unsplash.
El sueño en otras especies
Nos diferenciamos de otras especies también en el acto de dormir. Los delfines, por ejemplo, duermen con la mitad de su cerebro, oscilan de un hemisferio a otro. La hibernación es otra modalidad de sueño; especies como los osos la emplean por cerca de tres meses para descansar, durante ese lapso solo mantienen el 10 % de su cuerpo funcionando, todo esto para mantener su energía. Algunos tardígrados emplean la criptobiosis como manera de preservar y alargar su vida en condiciones adversas. En el ser humano siempre hay actividad automática durante el sueño, es decir, no tenemos que pensar en respirar o en mantener la circulación, estas funciones se mantienen.
Rector John Jairo Arboleda Céspedes Comité editorial:
N.º 693 FEBRERO MEDELLÍN 2020
ISSN 1657-4303
Elmer Gaviria Rivera · Vicerrector General Clemencia Uribe Restrepo · Secretaria General Patricia Nieto Nieto · Profesora de la Facultad de Comunicaciones Fabio Humberto Giraldo Jiménez · Profesor del Instituto de Estudios Políticos Álvaro Sanín Posada · Profesor de la Facultad de Medicina Luis Fernando Echeverri Delgado · Profesor de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales ALMAMATER@UDEA.EDU.CO
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Carlos Mario Guisao Bustamante Director de Comunicaciones Luz Adriana Ruiz Marín Jefa División de Contenidos, Medios y Eventos Pedro León Correa Ochoa Coordinación de edición John S. Otálvaro Pérez Corrección de texto Víctor Aristizábal Giraldo Diseño y diagramación
Portada Rosa Emilia Restrepo (o Roberto Durán). Las fotografías, tomadas en 1912 por Benjamín de la Calle, ilustran un caso emblemático de la época sobre las llamadas «falsas mujeres». Fotos: Archivo Fotográfico - Biblioteca Pública Piloto. Impresión Editorial La Patria S. A. Las opiniones expresadas en ALMA MATER son responsabilidad de los autores y solo a ellos compete.
@UDEA · DIRECCIÓN DE COMUNICACIONES · Ciudad Universitaria · Calle 67 N.º 53-108, bloque 16, oficina 336, Medellín · Teléfono: (4) 2195026
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sobre este es subjetiva: «Algunos pacientes perciben que tienen suficiente con dormir cinco horas de sueño, otros piensan que con diez horas no han descansado lo necesario».
Factores subjetivos del sueño
Aunque culturalmente nos inculcaron que «al que madruga Dios le ayuda», es importante que cada persona sea consciente de su reloj biológico. El hecho de que un individuo tenga como comportamiento preferente levantarse tarde o temprano parece tener, incluso, vínculos genéticos. Sin embargo, cada persona, de acuerdo a sus costumbres, preferencias y posibilidades, puede organizar su lapso de descanso. «El sueño no es parejo, sino un proceso dinámico. Uno no pasa de despierto a dormido inmediatamente, sino que durante la noche oscila entre el sueño MOR y NMOR. Además, se tienen micro despertares, imperceptibles para el durmiente. Lo ideal es que se tengan entre tres y cinco ciclos completos de sueño durante la noche», advirtió Valentina Plazas Quibano, investigadora de la Facultad de Medicina. En promedio, el ser humano
Enfermedades asociadas al sueño
Si de manera constante se detecta dificultad para conciliar el sueño a los 30 minutos después de estar dispuesto para dormir, teniendo las condiciones correctas, la recomendación es consultar a un especialista. La Guía de consulta de los criterios diagnósticos del DSM-5 (2014) publicada por la American Psychiatric Association, es un documento que aporta novedades con respecto a la codificación, clasificación y diagnóstico de los trastornos mentales, que tienen amplios efectos sobre muchas especialidades. En la guía hay referencias a los trastornos del sueño-vigilia: Insomnio: es una predominante insatisfacción por la cantidad o la calidad del sueño. Se manifiesta en la dificultad para iniciar el sueño o para mantenerlo, y en la capacidad para volver a dormir luego al despertar pronto en la mañana. Hipersomnia: las personas manifiestan una somnolencia excesiva (hipersomnia) a pesar de haber dormido durante un período principal que dura al menos siete horas. Narcolepsia: se trata de la necesidad irrefrenable —durante varios momentos recurrentes al día— de dormir, de abandonarse al sueño o de echar una siesta. No más del 1 % de la población la padece. Apnea-hipopnea obstructiva del sueño: es uno de los trastornos del sueño relacionados con la respiración. Entre sus signos comprende alteraciones nocturnas de la respiración como ronquidos, resoplidos/jadeos o pausas respiratorias. Parasomnias: comprende a su vez varios trastornos entre los cuales está el sonambulismo, los terrores nocturnos, las pesadillas y el síndrome de las piernas inquietas; este último está acompañado de calambres entre la rodilla y el pie y, por ello, la persona tiene la necesidad de levantarse continuamente.
debe dormir entre seis y nueve horas diarias: si un ciclo dura dos horas, se recomiendan entre tres y cuatro ciclos, es decir, unas ocho horas. En la Guía de consulta de los criterios diagnósticos del DSM-5, a través de la cual se enlistan y clasifican los trastornos mentales, se mencionan cien enfermedades del sueño. Las consecuencias más evidentes de estos trastornos son los problemas de memoria, afectación a la disposición para relacionarse con otras personas, aumento de la accidentalidad en el trabajo, disminución en la productividad y la dependencia de narcolépticos o medicamentos. «Los humanos evolucionamos para dormir de noche y vivir de día. Todas las especies tienen momentos de reposo o descanso, en el caso de los humanos se evidencia que el descanso del sueño ha comenzado a ser reemplazado por momentos de interacción a través de dispositivos electrónicos y con esto se está dando una disminución en la salud mental y la calidad de vida», destacó Duque Ramírez.
Mandamientos de un buen sueño
Cuando las personas comienzan a detectar problemas de sueño, aparecen rituales para inducirlo, como la música, la televisión o las luces compañeras; estos elementos condicionan el acto natural de dormir, para el cual solo se necesitan dos factores: el cansancio que lleva al sueño y el ambiente propicio, es decir, tener una cama cómoda, ubicada en un recinto silencioso y con poca iluminación. A través de los sueños, el inconsciente elabora situaciones que afectan al sujeto en la cotidianidad. De hecho, no recordar los sueños refleja que no se está alcanzando un sueño profundo y reparador. Como lo explicó Plazas Quibano, todas las deudas se pagan, entonces, quien no descansa de noche amanece agotado: «La somnolencia diurna es un estado muy común pero evitable, que afecta seriamente la salud, puede deteriorar desde la piel hasta la frecuencia cardiaca y puede llevar a un estado de estrés fatal».
La World Sleep Society enlistó diez mandamientos que garantizan la «higiene del sueño»: 1
Establecer un horario regular para irse a dormir y despertarse.
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Si tiene la costumbre de tomar siestas, no exceder los 45 minutos de sueño diurno.
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Evitar la ingestión excesiva de alcohol 4 horas antes de acostarse, y no fumar.
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Evitar la cafeína 6 horas antes de acostarse. Esto incluye café, té y muchos refrescos, así como chocolate.
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Evitar los alimentos pesados, picantes o azucarados 4 horas antes de acostarse. Un refrigerio ligero antes de acostarse es aceptable.
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Hacer ejercicio regularmente, pero no justo antes de acostarse. Usar ropa de cama cómoda y acogedora.
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Encontrar una configuración de temperatura de sueño cómoda y mantener la habitación bien ventilada.
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Bloquee todo el ruido que distrae y elimine la mayor cantidad de luz posible.
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Reserve su cama para dormir y el sexo, evitando su uso para el trabajo o la recreación general.
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Hasta los años ochenta ser homosexual era considerado en Colombia un delito. En su libro Raros, Guillermo Correa Montoya, profesor e investigador de la Universidad de Antioquia, hace un interesante trazo sobre la historia cultural de las luchas y conquistas de los homosexuales en el país.
NATALIA PIEDRAHITA TAMAYO Periodista natalia.piedrahita@udea.edu.co
#INVESTIGACIÓNUDEA
Las conquistas de los «raros» En Medellín,
una ciudad para entonces regulada moralmente por los mandatos de la iglesia, declararse diferente hace apenas unas cuatro décadas era confesarse culpable. Culpable de no estar en el canon. Culpable de no pertenecer a lo «normal». Declararse culpable, incluso, de los errores que no eran propios, porque ser «raro» era cargar con la culpa de los prejuicios de otros. «Desde 1890 el Código Penal Colombiano criminalizó las relaciones sexuales entre hombres —se consagró literalmente como delito y daba entre 6 y 12 años de cárcel—. En la actualidad no es ilegal, pero esa Colombia antigua sintió la necesidad de crear un delito relacionado con ello», relató Guillermo Correa Montoya, docente y jefe del Departamento de Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, de la Universidad de Antioquia. En su libro Raros, producto de su investigación doctoral, Correa aborda la historia de los gais desde 1890 hasta 1980, en la que se recalca cómo solo a partir de este último año se despenalizó en el país la homosexualidad, que hasta entonces se relacionaba también con una enfermedad mental. Precisamente, dicha investigación recibió en octubre del 2019 una mención de honor —en la categoría Ciencias Sociales y Humanas— de los Premios Alejandro Ángel Escobar, considerados uno de los más altos galardones científicos que se entregan en el país. El reconocimiento resalta la investigación como un texto de referencia para la historia cultural y, en particular, para la historia de la homosexualidad en Colombia. Raros, que fue editado en 2017 por la Editorial Universidad de Antioquia, recoge también las historias de personajes que padecieron los rezagos de una sociedad plagada de doble moral e inequidad, pero que fueron más allá, liderando debates y acciones para garantizar la protección de la dignidad y los derechos humanos de las diversidades sexuales y de género. Hasta 1930, Medellín se relacionó de manera singular con la homosexualidad y los travestis. «De hecho, esos conceptos no existían en la ciudad —explicó Correa—. Aquí se referían a estas personas como "locas" o "falsas mujeres"; ellas estaban casi siempre en bares del sector de Guayaquil, como el Bar Venus, del que quedaron todo tipo de anécdotas». Estos espacios eran considerados «zonas de fuga», escenarios en los que se permitía el juego burlesco y la crítica a la sociedad, regulada afuera por el machismo y la iglesia. En esos imaginarios sobre la depravación fue notable también el papel de la prensa sensacionalista. Los relatos descritos en los periódicos locales fortalecieron la exclusión de esos personajes vestidos de chicas que bailaban con campesinos. De ahí se desprendieron otras ideas, como la que vinculaba al hombre soltero —llamado también «de cuerpo ocioso»— con los homosexuales, de los que se afirmaba, además, que eran por naturaleza corruptores de menores. Ni las mujeres se salvaban de señalamientos como estos, pues se decía popularmente que, aquella que cumplidos sus 30 años no se hubiese casado, la habría «dejado el tren». Raros —una obra construida con un riguroso rastreo documental—, es también un anecdotario sobre los gritos de resistencia en torno a las reivindicaciones y el reconocimiento de los derechos de los homosexuales. Una de esas anécdotas relata, por ejemplo, el arresto de un grupo de «falsas mujeres» que, en 1940, fueron llevadas a la cárcel La Ladera —en la zona centro
oriental de Medellín— y solo fueron dejadas en libertad con el compromiso de que cuando salieran no volvieran a vestirse como mujeres. «Nunca lo cumplieron, se siguieron vistiendo con faldas y maquillándose la cara. Era una afirmación libertaria: por más que la sociedad quiera corregirnos, seguiremos en ello», contó Correa.
Universidad, un lugar para los «raros»
En las páginas del libro también se reconoce la experiencia de líderes como León Zuleta Ruíz, creador, en 1970, del Movimiento Homosexual Colombiano, y de Manuel Antonio Velandia, exiliado, promotor de revistas culturales como Ventana Gay y uno de los fundadores del Grupo de Estudio de la Cuestión Homosexual Greco. Este grupo, que estaba constituido por estudiantes de la Universidad de Antioquia y la Universidad Nacional de Colombia, fue el primero en permitir la unión de mujeres a su causa e incidió en el establecimiento de políticas inclusivas, que hicieran tangible el reconocimiento de las diversidades sexuales y de género en la Constitución de 1991. También se narran experiencias como la del profesor Manuel Bermúdez —conocido como el «ciudadano gay de Medellín»—, que le planteó a Colombia la necesidad de abordar el tema del matrimonio de homosexuales; y la de Hernando Muñoz, organizador de las primeras marchas de las diversidades sexuales, desde 1980. La narración de Correa Montoya
Primera marcha gay en Bogotá, 1983. Foto tomada del libro De leones y mariposas (2005), escrito por Juan Ricardo Urrego, Róbinson Sánchez y Paul Ospina.
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JUDITH NIETO Profesora - Escuela de Microbiología judith.nieto@udea.edu.co
#UDEAOPINIÓN
«Los sin papeles»
Emilia Restrepo o Roberto Durán (1912), retrato del fótógrafo Benjamín de la Calle. Fotos: Archivo Fotográfico - Biblioteca Pública Piloto.
La historia de Roberto Durán o Rosa Emilia Restrepo —portada de esta edición— también es relatada en la investigación de Correa. Benjamín de la Calle retrató en 1912 a esta trabajadora doméstica, quien fue capturada y acusada como «falsa mujer», después de que los médicos demostraran que en realidad tenía pene y testículos. Fue obligada a vestirse y actuar de acuerdo a su rol «natural» como hombre. La referencia a este hecho evidencia la preocupación social por la transgresión de los roles de género y la alteración normativa del cuerpo y su representación pública. «No corresponder a la imagen reconocible y permitida supone una traición a la imagen instituida del hombre hegemónico». Traición interpretada, para entonces, como delito, explica Correa en su investigación.
evidencia las conquistas de la comunidad LGTBI: «En Bogotá, en 1982, se registró una marcha con 25 personas y 100 policías. Ahora se ven 10 000 marchantes y unos cuantos policías», recalcó. Varios de los personajes referenciados en Raros tuvieron en Medellín un lugar de confluencia: la Universidad de Antioquia, en donde varios estudiantes de la Facultad de Derecho, a finales de la década de los 90, generaron la Corporación El Otro, una de las entidades que lideraron en la ciudad la conversación sobre temas legales e identitarios de la comunidad LGTBI. A este libro le anteceden otras investigaciones sobre el tema realizadas por el profesor Guillermo Correa Montoya. Para optar al título de trabajador social desarrolló la investigación Quién controla estas ganas: juegos de seducción, conquista y prácticas sexuales de homosexuales en la Universidad de Antioquia en el 2001. La investigación para su maestría en Hábitat, en la Universidad Nacional de Colombia, también dejó, en 2007, el libro Del rincón y la culpa al lado oscuro de las pasiones: aproximación espacial con un filtro histórico.
El título que antecede a las presentes líneas es de Pedro Nel Valencia, de ahí las comillas, que además de indicar que se trata de una frase ajena, parecen custodiar la realidad de miles de inmigrantes en el ámbito mundial. El relato de Valencia es el de uno de tantos inmigrantes colombianos que huyen de una realidad conocida, para encontrarse con otra difícil y desconocida. Se trata de un ejercicio de palabra y recuerdo que le permitió al periodista Valencia, nacido en El Peñol (Antioquia), traducir en una narración lograda en primera persona, su experiencia y condición de inmigrante «sin papeles» en Madrid, estado que, como muchos viajeros colombianos, soportó durante un tiempo en esa capital europea. Su formación y sus vivencias sirven de acicate para que este comunicador, egresado de la Universidad de Antioquia, consiga tejer en Es de noche en Madrid (2019), una narración existencial acerca de los diez años vividos en Madrid, en calidad de extranjero, primero en condición de inmigrante indocumentado y, luego, por unos años, con permiso de residencia. La Puerta del Sol fue solo un remedo de morada para Valencia, un ciudadano efímero que, no obstante las difíciles situaciones sorteadas en tierra ajena, tuvo momentos interesantes durante el proceso de obtención de «los papeles» de residente, documentos que además de servir de fuentes periodísticas, le permitieron adelantar estudios y, gracias a sus sobresalientes notas, lograr el título de máster en Migraciones Internacionales en la Universidad Pontificia de Comillas (España). Es de noche en Madrid, publicado bajo el sello Editorial Universidad de Antioquia, pone al lector frente a una historia conmovedora por el fondo y la forma como se consigue el relato; y porque la prosa alcanzada sabe avanzar en los momentos de alegría vividos por este singular viajero, sin ahorrar detalles para dar cuenta también del sufrimiento de innumerables afugias personales, familiares y materiales. Regocijos, urgencias y precariedades propias de un inmigrante ilegal, de un «sin papeles», que no puede desprenderse del lugar que un día dejó. Un extranjero que vive en territorio ajeno sin desarraigarse del propio, que se apoya en la nostalgia como única garantía para impedir que su vida se fragmente en otras geografías, en otras culturas o en otras realidades sociopolíticas; y que pueden llegar a extraviarlo definitivamente hasta el punto de no saber de dónde es, ni a qué tierra pertenece. Si es que un inmigrante pertenece a lugar alguno. Dos lustros vividos con intensidad en la capital española han quedado vertidos en 291 páginas, portadoras de las huellas dejadas por un sueño sobre el que, al final, el autor parece dudar de si valió la pena, máxime cuando se refiere al «proyecto migratorio» como «un barco averiado y a la deriva. Balance demoledor. Apuesta perdida» (p. 289). Es de noche en Madrid da cuenta de una creación diferente e híbrida, entre autobiografía, crónica, testimonio, memorias familiares y relato íntimo; ejercicio difícil, pero bien conseguido que, por momentos, hace evocar a Pitol, maestro en este tipo de alcances literarios, que se alejan de la «pureza» del género para permitir que la literatura surja en otras claves. Buen logro el de Pedro Nel Valencia, periodista y escritor que sabe contar acerca de lo vivido, de lo que se ha alejado —particularmente de su hijo Jacobo, nombre presente y reiterado en tono de completa nostalgia durante casi todo el libro—, de lo ganado y de lo padecido, sin ahorrar la presencia del humor. Sin duda, se trata de una interesante publicación que vale la pena leer en este momento en el que multitudes de desarraigados se arriesgan a salir de sus lugares de origen en busca de mejores condiciones de vida, soñadas en una geografía diferente a la propia. Apuesta que pronto verán estrellada contra el muro amenazante o la frontera donde se exigen pasaportes para, luego de sellados, permitir a sus portadores el ingreso con un permiso temporal, que al expirar los convierte en ilegales, en los expuestos a pasar por el lado de la policía con temor a una requisa que los delatará como «los sin papeles»...
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Roja y jugosa: cualidades seductoras de la fresa que duran tan poco como ella misma. Este fruto, que puede conservarse en excelente estado alrededor de tres días, podría durar hasta 10 gracias a un recubrimiento comestible de origen vegetal, desarrollado por investigadores de la Universidad de Antioquia.
YÉNIFER ARISTIZÁBAL GRAJALES Periodista jennifer.aristizabal@udea.edu.co
#CIENCIAUDEA
Fresas más duraderas: desafío científico que beneficiaría a cultivadores Arepas, queso
y ahora fresas son campos de experimentación para los investigadores del grupo de investigación Biotecnología de Alimentos —Bioali— que desde hace nueve años vienen trabajando en diferentes recubrimientos comestibles para alimentos. Su apuesta ha sido aumentar la vida útil de estos y añadirles compuestos de origen natural que les brinden un mayor valor nutricional. Ahora sus ojos están puestos en la fresa, fruta que cuenta con una vida útil de tres a cuatro días y que con este recubrimiento podría durar diez, lo que facilitaría su venta, especialmente en zonas donde las vías terciarias se encuentran en mal estado y la comercialización puede resultar más costosa por cuenta de los tiempos de transporte y la venta a intermediarios. «Actualmente los cultivos de fresa tienen un problema y son las vías de acceso. Mientras los productores sacan la fresa y la llevan a los comercializadores, pueden perder uno o dos días. Casi que solo queda un día para venderla y, aunque tengan alternativas de procesamiento, los consumidores tampoco quieren comer alimentos procesados para evitar agentes conservantes», explicó Óscar Alfonso Vega Castro,
investigador de Bioali, grupo de investigación de la Facultad de Ciencias Farmacéuticas y Alimentarias de la Universidad de Antioquia. Varios de los recubrimientos comestibles desarrollados por este grupo son a base de almidón de yuca. Al recubrimiento que actualmente se desarrolla para la fresa, le añaden extracto de aceite de romero, al cual se le han identificado propiedades antimicrobianas que garantizan que un hongo como el Botrytis cinerea —común en este fruto— no crezca allí y deteriore la fresa. «Estamos buscando una concentración propia de este extracto que permita inhibir el crecimiento de ese hongo. Una vez la encontremos, la incluimos en la formulación del recubrimiento, por medio de procesos de nanotecnología o emulsiones», explicó el investigador, y añadió que una vez el aceite migre hacia la fresa podrá evitar el crecimiento del Botrytis cinerea. El mercado también le plantea a los investigadores la necesidad de conservar la firmeza, el color, el sabor y las propiedades fisicoquímicas, texturales y antioxidantes de la fresa. «Esto beneficia a la comunidad campesina y a los
El desarrollo de este recubrimiento ayudaría a prolongar la firmeza, el color y el sabor de la fresa. Foto: Yénifer Aristizábal Grajales.
comercializadores porque la fruta tendría más tiempo de vida en anaquel. Y también al consumidor porque el recubrimiento no tiene nada de aditivos de origen químico, sino natural», añadió Vega Castro. Los análisis de esta solución innovadora llevan más de seis meses y esperan que duren un año más para, posteriormente, buscar apoyo en la oficina de Transferencia Tecnológica de la Universidad de Antioquia y llevar el producto final a los campesinos interesados. «La ventaja de este proyecto, financiado por el Comité para el Desarrollo de la Investigación —Codi— es que lo podemos extender a cualquier comunidad en el mundo porque en general el microorganismo que más afecta la fresa es el Botrytis cinerea», concluyó el docente. Actualmente, este equipo de investigación estudia el impacto que tendría tal desarrollo en comunidades de agricultores, al tiempo que capacitan a grupos de campesinos en buenas prácticas agrícolas y de manufactura de la fresa en el municipio de La Unión, en el Oriente antioqueño. Este municipio es reconocido por su tradición en el cultivo de papa, sin embargo, los campesinos han migrado también a productos como la uchuva y la fresa. «Eso nos da la menuda», dijo Pedro Pablo Ríos García, agricultor local dedicado al cultivo de este producto. «Tengo sembradas 6500 matas en un cuarto de hectárea, recogemos dos veces a la semana y administro el cultivo yo solo», comentó Ríos, quien una vez recogida la cosecha, la clasifica en cuatro o cinco tamaños y se la vende a un comercializador que surte almacenes de cadena en Medellín. Yésica Quintero Montoya, ingeniera agropecuaria y directora de la Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria —Umata— de La Unión, explicó que la economía local de este municipio ahora es jalonada en gran parte por los cultivos de fruta pequeña, entre ellos los de fresa y, que una duración mayor de este fruto perecedero ayudaría a que la cadena de valor fuera más sostenible para los pequeños agricultores. «Los campesinos sabrían que la fresa no se les va a dañar de hoy a mañana y no tendrían el problema de perder toda la ganancia por la sobremaduración», comentó Quintero.
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N.º 693 · febrero de 2020 · Universidad de Antioquia
Trabajo entre investigadores de la Universidad de Antioquia y los trabajadores asociados en la Mesa Minera de Segovia y Remedios logró reducción sustancial en la presencia de mercurio en el aire, el agua y en los habitantes de este municipio del Nordeste antioqueño.
CARLOS OLIMPO RESTREPO S. Periodista olimpo.restrepo@udea.edu.co
#UDEAREGIONES
Segovia ya no es el más contaminado por mercurio
El trabajo con los mineros de Segovia ha logrado disminuir en más de un 75 % el uso de mercurio, con positivos impactos en la salud de la comunidad. Foto: cortesía Mapre.
Hasta el año pasado, Colombia ocupaba el tercer lugar en contaminación mundial por mercurio —solo superado por China e Indonesia—, pues más de 75 toneladas de este metal, usado en la extracción de oro, iban a parar como desecho contaminante a corrientes de agua y al aire de las zonas mineras. Y en el país, el municipio antioqueño de Segovia mostraba las cifras más preocupantes. Según un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial —Onudi—, divulgado en marzo de 2010, en esa localidad del Nordeste se detectaron hasta 943 microgramos por metro cúbico (µg/m3) de mercurio (Hg) en el aire de algunas zonas de trabajo tradicional, conocidas como entables. En lugares de compra se detectaron 662 µg/m3, en calles frente a los entables fue de 60 y en otras vías apartadas de estos sitios llegó a 13.6 µg/m3. La Organización Mundial de la Salud —OMS— recomienda que la presencia de mercurio no pase de un microgramo en cada metro cúbico de aire. A finales de noviembre de 2019, dentro de los entables intervenidos se encontró que la concentración del metal en el aire era de 3.9 µg/m3, en las compras fue de 16 µg/m3, en las calles frente a entables llegó a 0.543 µg/m3 y en otras vías 0.379 µg/m3. En la evolución de esta situación, el grupo de investigación de Materiales Preciosos — Mapre—, adscrito a la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Antioquia, fue fundamental. «La comunidad nos dijo que requería nuestra presencia, nuestra asesoría técnica, nuestra
Las tecnologías usadas
El trabajo conjunto llevó a la implementación de tecnologías limpias, como equipos que aprovechan la gravedad para separar el oro de otros minerales sin necesidad de mercurio, entre las cuales se destacan la mesa Wiffrey y el concentrador centrífugo. Para las partículas de oro muy pequeñas (75 micrones o menos) se usa el método de concentración por flotación. El sistema más recomendado es el del tanque de cianuración y precipitación, toda vez que el cianuro —además de permitir una alta recuperación de oro— no se acumula en seres vivos, y puede degradarse mediante el uso de prácticas adecuadas en el ambiente.
capacitación y todo lo que tenía que ver con la implementación de tecnologías limpias para disminuir o erradicar completamente el uso del mercurio», aseguró Jairo Ruiz Córdoba, director del grupo de investigación. Fue la Mesa Minera de Segovia-Remedios —que agrupa a mineros ancestrales y artesanales— la que facilitó el acceso de los investigadores universitarios a los entables y compras de oro.
El objetivo de estos trabajadores, explicó el ingeniero metalúrgico, es erradicar el uso del mencionado metal en la extracción del oro, como lo exigen normas nacionales —Ley 1658 de 2013— y acuerdos internacionales —Convenio de Minamata—, apoyados en iniciativas locales, como Municipios sin mercurio, del que hacen parte la Gobernación de Antioquia, la corporación autónoma regional Corantioquia y el grupo Mapre, además de las administraciones de 80 municipios. «En la Mesa Minera se está trabajando con la minería ancestral, que es la reconocida por su antigüedad y métodos tradicionales. La Mesa busca que se le dé un reconocimiento de minería ancestral tanto a los barequeros, como a los chatarreros y a la minería tradicional, que eso es lo interesante», afirmó el investigador Ruiz Córdoba. Y tras cinco meses y medio de trabajo con recursos propios del grupo Mapre, los resultados son más que satisfactorios, pues además de lograr más de un 75 % de reducción en el uso de mercurio entre estos mineros, también se lograron mejoras en la salud humana. Según el informe de la Onudi de marzo de 2010, en una muestra representativa de mineros ancestrales se detectó que el 48 % presentaba intoxicación por mercurio y 43 % contaminación. Hoy, los porcentajes se encuentran en 41 % y 22 % respectivamente, luego de que, además de estar en ambientes con menor concentración del metal en el aire, algunos de ellos fueron tratados con una dieta rica en vitamina C y frutos secos, además de otros complementos multivitamínicos recomendados por médicos vinculados al grupo. «Esto muestra un cambio de mentalidad en los mineros, en las alcaldías y en las autoridades en general. Y para consolidarlo hay que mantener el diálogo, la asistencia técnica, el acompañamiento de las universidades», enfatizó el director del grupo Mapre.
El proyecto tiene un especial énfasis en la minería ancestral, tanto de los barequeros como de chatarreros y mineros tradicionales. Foto: cortesía Mapre.
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¿Cómo actuaban las comunidades precolombinas ante los volcanes? Un profesor de la Alma Máter se ha dedicado a investigar cómo los poderosos edificios geológicos de nuestra región cafetera no solo determinaron alianzas poblacionales en la época precolombina, sino también el uso del territorio y las formas de vida.
NATALIA PIEDRAHITA TAMAYO Periodista natalia.piedrahita@udea.edu.co
#INVESTIGACIÓNUDEA
Trazas del fuego, huellas del pasado precolombino Si el
calor interno de la Tierra no necesitara una salida, no existirían los volcanes. Y sin estos, tampoco tendríamos vida planetaria. A través de la desgasificación —mecanismo mediante el cual los componentes del núcleo terrestre salen de su interior— se generó y se renueva la atmósfera. «El calor de la Tierra se acabará en muchos millones de años. Cuando esto suceda, la vida desaparecerá y el planeta tendrá unas condiciones similares a las de Marte», explicó John Jairo Sánchez Aguilar, geólogo del Departamento de Geociencias y Medio Ambiente de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín. Esas relaciones son, incluso, más complejas. Todos los elementos terrestres están interconectados: los asentamientos prehispánicos y la relación de los grupos humanos con el territorio estuvo influenciada por el vasto conocimiento que estos tuvieron de los procesos geológicos y de la incidencia que elementos como el viento y el agua podían tener en sus vidas.
«Estos fenómenos no son aislados. Un volcán tiene la capacidad de afectar el clima a escala global, de descomponer la concentración de gases de la atmósfera generando alteraciones en la precipitación, la temperatura y el clima. Estos procesos se reflejan en las poblaciones animales —también humanas— y en la vegetación». Así lo afirmó William Andrés Posada Restrepo, antropólogo e investigador de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad de Antioquia. Su investigación Arqueología en territorios de incandescencia, publicada en enero de 2020, es producto de su trabajo doctoral sobre la relación de las comunidades precolombinas con los procesos de vulcanismo en el Holoceno. Este estudio se focalizó en la zona rural de los municipios de Manizales, Chinchiná y Neira —entre los 1500 y los 2000 metros sobre el nivel del mar— en las cuales se ha identificado la mayor densidad de ocupaciones prehispánicas de la región cafetera de Colombia.
El volcán Cerro Bravo está ubicado en la Cordillera Central de los Andes, en el Tolima, a 150 kilómetros de Bogotá y 25 de Manizales. Foto: cortesía Servicio Geológico Colombiano.
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Mediante el estudio de restos cerámicos precolombinos y la reconstrucción de la paleovegetación de la época —fitolitos o fósiles vegetales—, logró una reconstrucción del uso del suelo en distintas épocas y obtuvo información sobre las poblaciones y su relación con los eventos eruptivos: «La gente vivió períodos de erupciones muy violentas, pero esto no parece haber afectado significativamente a las comunidades de la región, porque ocurrieron en lugares muy específicos y duraron poco. Pero cuando las erupciones fueron pequeñas pero muy prolongadas en el tiempo, sí hubo una afectación en el desarrollo del suelo y en las plantas». Estos hallazgos permiten una aproximación a los procesos de cambio social y ambiental bajo condiciones de vulcanismo activo, tal y como lo titula el profesor en su investigación, ya que los cambios en los usos del suelo identificados a causa de la actividad de los volcanes Cerro Bravo y Nevado del Ruiz, generan cambios socioculturales que se reconocen bien en los restos arqueológicos. Esta relación de las comunidades precolombinas con situaciones que en la actualidad percibimos como trágicas, las llevaron «a generar alianzas, trabajo cooperado y solidario, lo cual derivó en la conformación de sociedades más diversas y extensas, un tejido de resiliencia», advirtió Posada Restrepo. Esta reconstrucción del pasado, basada en la geoarqueología, también cuestiona la idea de que en la actualidad se conoce más sobre los procesos geológicos: «¿Si hoy en día tenemos un conocimiento de los volcanes, por qué los ancestros no habrían de tenerlo? Ellos vivieron ahí milenios y nuestro conocimiento geológico es solo de siglos. Creo que es más lo que tendríamos que aprender de ellos».
Testimonios de identidad
1. Los fragmentos cerámicos se clasifican según sus atributos, la incisión fina es una técnica decorativa que se realiza con un punzón y sobre el barro blando. Este es un marrón de inciso fino que corresponde al periodo clásico, es decir, a los primeros siglos de la era actual. 2. Volante de huso: una herramienta utilizada para hilar. Este ejemplar, hallado en el área de influencia de la investigación, corresponde al periodo tardío, cerca al año 1300 d. C. 3. Esta es una muestra de un conjunto de piezas cerámicas encontradas en el área de investigación. Fotos: cortesía William Andrés Posada.
En Colombia se tienen 120 volcanes documentados y, de estos, 21 están activos y son potencialmente peligrosos. Su estudio permite conocer los procesos del estado del tiempo que se han desarrollado en la tierra en el pasado. «¿Por qué los ancestros permanecían cerca de los volcanes conociendo los riesgos de estar ahí?», cuestionó Sánchez Aguilar. Sus amplios estudios en geología le han dado varias hipótesis: Al igual que en la sociedad actual, las comunidades ancestrales veían en los volcanes entes benéficos, permeando su identidad. Destaca una síntesis del testimonio de los habitantes de Pasto, ciudad erigida junto al volcán Galeras: «Aquí está mi finca, esta fue la tierra que cosecharon mis abuelos, estamos tranquilos al lado de este volcán, es nuestra fuente de agua y alimento». Según esta investigación, los ancestros sabían que el viento determina los alcances de la erupción. Esas poblaciones conocían
Qué es la geoarqueología
Es la articulación de las geociencias y la arqueología, que en este caso permite investigar la relación entre los fenómenos volcánicos y las poblaciones humanas en épocas precolombinas.
la probabilidad de dispersión de emisiones según los vientos y se ubicaban de acuerdo con ello. Las cenizas volcánicas pueden ser buenas para la siembra, pero también pueden esterilizarla. En el contexto continental, ciudades como Lima, Quito, Santiago de Chile y La Paz están construidas sobre materiales volcánicos.
El fuego generó alianzas
El planeta es una roca de 6000 kilómetros de diámetro, con un núcleo —centro sólido y metálico— más grande que la Luna. En su parte externa, este centro es de hierro y níquel fundido a una temperatura de más de 6000 grados centígrados: «El escaso calor que se escapa de ese centro produce todo tipo de erupciones volcánicas y movimientos de placas. Por el calor interno de la Tierra se formó la vida», explicó Sánchez Aguilar. En Colombia tenemos varias zonas volcánicas, destacándose las de Huila y Tolima, en este último departamento está ubicado el Nevado del Ruíz, activo actualmente y enlistado como uno de los más peligrosos del mundo. En esta misma lista se menciona el volcán Puracé, ubicado en la cadena de los Coconucos, en Popayán. Sin embargo, el volcán con registros más antiguos de actividad en Colombia es el Galeras, en Pasto. Entre Colombia y Ecuador también existe una cadena volcánica en el área del Proyecto Geotérmico Binacional. En Antioquia, los volcanes están extintos, sin embargo, sus campos fumarólicos inactivos son un gran laboratorio para investigadores de diferentes ciencias, ya que en los materiales que residen en ellos está el testimonio del pasado terrestre. Cerro Tusa y El Sillón son los más destacados. El Servicio Geológico Colombiano es la entidad que gestiona los riesgos y previene a las poblaciones que viven cerca a ellos: «Los terremotos no se pueden predecir, pero las erupciones volcánicas sí», explicó Sánchez Aguilar. Uno de los mayores alcances de estas investigaciones es la contribución con el panorama general de un país que, aunque tiene gran actividad volcánica, de ellos tiene todo por conocer.
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El nuevo Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación empezó sus funciones en medio de un abierto debate frente a los cánones científicos. El punto de partida de esta cartera, sin embargo, exige no desviar la mirada de tareas de primer orden: aumentar su financiación, la acción territorial y, sobre todo, la creación de la política pública de investigación.
YÉNIFER ARISTIZÁBAL GRAJALES Periodista jennifer.aristizabal@udea.edu.co
#ACTUALIDADNACIONAL
El pasado viernes 24 de enero empezó en firme el trabajo del recién creado Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación —Minciencias—. Esta entidad tiene múltiples retos relacionados con la creación de la política de investigación, la agenda científica del país, la articulación de los múltiples actores y la financiación para que todo esto sea posible. El país recibió la puesta en marcha de Minciencias en medio de un agitado debate nacional alrededor del concepto de ciencia en Colombia. Investigadores de distintas orillas se han pronunciado alrededor de la generación de conocimiento y los protocolos de investigación. Conciliar las diferentes miradas y articular todos los actores del sector es una de las principales apuestas políticas de esta nueva cartera. Detrás de este concepto llegan temáticas relevantes como las métricas utilizadas para medir productos generados en áreas como las ciencias sociales, humanidades y artes, la inclusión étnica y la relevancia territorial a la hora de formular la política pública de investigación; una de las tareas más apremiantes del Ministerio. «A nosotros nos interesa mucho que se revisen otras formas de medición, otras formas de conocimiento», aseguró Gustavo Villegas Gómez, representante del área de ciencias sociales, humanidades y artes, ante el Comité para el Desarrollo de la Investigación de la Universidad de Antioquia —Codi—. De acuerdo con el investigador, desde su área se están pensando modelos métricos que ayuden al Ministerio a valorar lo que para cada disciplina es importante, y para que su relevancia no solo se dé desde «la inclusión en índices internacionales, sino tambián desde la medición de otros productos de nuevo conocimiento que son importantes y generan impactos sociales». La urgencia por más recursos
Otra de las tareas importantes, que ayudará a definir el futuro de la ciencia en el país, es la gestión de recursos para hacer posible la promesa del presidente Iván Duque de llegar al 1.5 % del PIB, partiendo del 0.6 % actual, destinados a ciencia, tecnología e innovación. «Es una meta bastante grande y significa articular a diferentes actores: cooperación internacional, el Estado, el sector privado. Tenemos que empezar a captar estos recursos, pero sobre todo empezar a articular estos actores para que ese 1.5 del PIB que se sueña, se pueda alcanzar», aseguró Mabel Torres Torres, quien se convirtió en la primera ministra de Ciencia, Tecnología e Innovación de Colombia. Esa declaración la dio al cabo del seminario Diálogo de Saberes, realizado por la Universidad de Antioquia el 24 de enero,
¿Un nuev para la ciencia
Integrantes del Grupo de Investigación en Sustancias Bioactivas —GISB—, de la Universidad de Antioquia. Foto: cortesía Vicerrectoría de Investigación.
justo el «día D» para la puesta en marcha de la nueva cartera. En materia de financiación el documento Reflexiones y recomendaciones de la Universidad de Antioquia para la creación del Ministerio de CTeI de Colombia, hace un llamado para que las condiciones presupuestales con que empieza a funcionar el Ministerio (las mismas de Colciencias) duren apenas su primer año, y que un aumento del presupuesto represente la posibilidad de desarrollo de la ciencia, la tecnología y la innovación en el país. «El nuevo Ministerio debe trabajar en el robustecimiento del presupuesto para CTeI, por ejemplo, a partir de la gestión de cooperación, convenios y créditos internacionales. Hacer lobby político para tener participación en el Plan de Desarrollo y la Ley de Presupuesto y generar articulación interinstitucional, así como mecanismos de alivio tributarios que incentiven la inversión en CTeI», recomienda el documento, coordinado desde el Instituto de Estudios
Regionales de la Universidad de Antioquia —Iner— y entregado desde septiembre por el rector, John Jairo Arboleda Céspedes, a la Vicepresidencia de la República. Esta también fue una de las advertencias más enfáticas de la Misión de Sabios —compuesta por 43 integrantes, entre ellos la hoy Ministra de Ciencias—, cuyos resultados y recomendaciones al Gobierno nacional fueron presentados el pasado diciembre. Un país con una creciente apuesta por la bioeconomía, la economía naranja e industrias menos contaminantes, son algunas de esas recomendaciones, ligadas a una inversión en investigación de un 1.2 % del PIB. «Si no se aumenta la financiación, posiblemente las recomendaciones de la Misión de Sabios servirían como una guía a futuro, pero podrían quedar como enunciados o preceptos sin el respaldo financiero suficiente para convertirse en realidad», advirtió Sergio Cristancho Marulanda, vicerrector de Investigación de la Universidad de Antioquia.
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vo camino en Colombia?
Cristancho Marulanda señaló, además, que «se agotó la etapa del centralismo científico» en el país, y que, pese a que esta «ha surtido muy buenos resultados, sobre todo para territorios donde están las grandes universidades, hoy se evidencia una gran necesidad de generar conocimiento que sea de utilidad para los territorios». Para esto será fundamental, según ambos funcionarios, la participación de los entes territoriales y la inclusión de la ciencia y tecnología en las agendas políticas locales y departamentales en zonas donde, hasta ahora, no se ha desarrollado por la ausencia de grandes universidades y centros de estudio que lideren la generación de conocimiento. Otra de las apuestas importantes, en este caso para disminuir el rezago de la mujer y su participación en las vocaciones científicas, es fomentar la formación en mujeres y niñas para que puedan vencer las barreras que les impide aspirar a ser profesionales vinculadas con la ciencia. «Hay muchos estereotipos que llevan a las niñas a no escoger carreras científicas. Hay que hacer un trabajo muy grande en la cultura de la ciencia, de la tecnología e innovación, no solo visto desde la financiación sino desde la participación de las niñas en este tipo de actividades”, resalta la investigadora.
Una agenda de investigación pública
Para la articulación de todos los actores del ecosistema investigativo y la financiación, principal reto del Ministerio, el vicerrector de investigación de la Universidad de Antioquia resalta la importancia de tener presente al sector empresarial como uno de los actores que potencialmente podría contribuir al desarrollo científico del país. «Hasta el momento han sido muy tímidos los esfuerzos y la capacidad del Gobierno para promover y fomentar el desarrollo de la investigación al interior del sector empresarial», resaltó Cristancho Marulanda. Este apoyo necesario del sector privado deberá estar acompañado de una «adecuada gobernanza de la administración de esos recursos y el establecimiento de sus límites, de acuerdo al nivel de maduración del sistema de ciencia», dijo. Villegas Gómez, en un llamado desde el área humanista y Investigación territorial social de la investigación en la Universidad, también abogó por De acuerdo con la ministra Mabel Torres, el actuar del nuevo ministerio está «agendas de investigación científicas que no estén dirigidas únicacentrado en el aporte a la construcción de un país equitativo, con desarrollo mente a las prioridades políticas o económicas, sino también a la humano y sostenible; parte de esta apuesta pasa por generación de investigación básica; teorías y llegar a las regiones, a las poblaciones más vulnerables planteamientos que permitan cualificar la y a públicos hasta ahora alejados de la cultura científica. investigación y el conocimiento en el país». «Una de nuestras funciones es la democratización, Esta participación de dineros privados llegar a las regiones, construir ciencia también para ellas, señala un desafío en la construcción de conectar todo el conocimiento que se ha generado desde dicha agenda pública de investigación, la la academia y los centros de investigación para generar Ministra planteó que esta se debe «consdesarrollo en los territorios», expresó Torres. En ese sentitruir con los intereses de cada uno de esos do, anunció también la implementación de la estrategia actores, y para eso se debe articular el Toma territorio, con la que irá a cada departamento a traconocimiento que se está generando en la bajar con los gobernadores en sus indicadores y apuestas academia con esas necesidades». en materia científica. El camino de este nuevo ministerio apenas comienza, lo que logre de aquí en adelante «Hay un recurso, el de regalías, al que cada territorio definirá el rumbo de la ciencia, la tecnología puede tener acceso, pero aquí tienen que haber aliany la innovación en Colombia y podrá diszas muy grandes: administraciones departamentales, tanciarse, o no, de lo que hasta ahora había la academia, los emprendedores y la sociedad civil, Mabel Gisela Torres Torres, primera minciencias de Copara construir proyectos que sean pertinentes para el logrado Colciencias en materia de promoción lombia, participó en un diálogo de saberes con investerritorio y nos permitan tener victorias tempranas», y fortalecimiento del ejercicio científico como tigadores de la Univerdsidad de Antioquia. Foto: Juan Pablo Hernández. recalcó la ministra. departamento administrativo.
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Un semillero de matemáticas para personas sordas, en la Universidad de Antioquia, ha trascendido el objetivo de formar en razonamiento lógico. Ahora, sus integrantes aportan a la creación de nuevas señas para la enseñanza de las matemáticas a la comunidad sorda del país.
SERGIO A. RUIZ SALDARRIAGA Periodista salejandro.ruiz@udea.edu.co
#UDEACASADETODOS
Signos, símbolos… ¿y señas matemáticas? No hay fallas en el resultado: la matemática
es un lenguaje universal. Sin embargo, ese atributo de universalidad se ve confrontado cuando esta ciencia formal se enseña a personas sordas señantes. ¿Cómo resolver, con fluidez y a partir de señas, una compleja ecuación? La respuesta no es fácil. El proceso de configuración de un concepto matemático para los señantes depende, casi siempre, de una interpretación desde la oralidad, lo que en un proceso de aprendizaje dirigido a la comunidad sorda dificulta la precisión en las definiciones. Enfrentar esa dificultad ha sido una de las principales inspiraciones del Semillero para la enseñanza de matemáticas a población sorda oralizada, semilingüe y señante. Su objetivo inicial era impactar los resultados de aspirantes que presentaban el examen de admisión de la Universidad de Antioquia. Ese objetivo se hizo más ambicioso y, hoy, busca aportar en la construcción de neologismos para la enseñanza de matemáticas en el país. «Hoy la población sorda del país no habla su lengua en consenso. Sin embargo, su capacidad visual se convierte en su mayor fortaleza dentro de sus procesos de comunicación», afirmó Geraldín Giraldo García, estudiante de último
En Colombia se adelanta un proyecto que busca recolectar las señas de los conceptos básicos impartidos en los cursos de primer semestre de Matemáticas en la Universidad Tecnológica de Pereira. En Texas (Estados Unidos) y Brasil también se han adelantado importantes procesos de neologismos en la enseñanza de matemáticas para personas sordas. La Lengua de Señas Colombiana —LSC— fue reconocida por la Ley 324 de 1996. Su alfabeto está compuesto de 32 configuraciones manuales y usa las 27 letras del alfabeto en español. Este semillero hace parte de la estrategia Soy Capaz, de la Vicerrectoría de Docencia. La Universidad también adelanta diversos procesos de enseñanza para certificar la lengua de señas en empleados y profesores que tienen contacto frecuente con la comunidad sorda.
semestre de la Licenciatura en Matemáticas y docente del Semillero. Este espacio de formación reúne quincenalmente, en el campus principal, a una treintena de estudiantes sordos provenientes de distintos lugares de Antioquia. Para Cristian Alexis Granada Gómez —de 26 años—, este semillero ha sido un valioso espacio de aprendizaje. «Todas las personas sordas deberían tener la posibilidad de estar en un espacio así. Toda mi vida tuve un docente oyente enseñando matemáticas desde la oralidad. Ahora, es muy interesante ver a la docente comunicarse con nosotros directamente en nuestra lengua, sin necesidad de mediar la información con un intérprete». La creación de nuevas señas ha sido un proceso conjunto en el que los estudiantes han encontrado las maneras de definir cada una de las operaciones o conceptos, partiendo de su propia lengua y no de una derivación de un concepto de la cotidianidad.
Llegar a la Universidad, un reto
El ingreso de personas sordas a la Universidad de Antioquia es uno de los grandes retos que plantea el examen de admisión. Los resultados de la comunidad sorda en el componente de razonamiento lógico han sido históricamente bajos, entre 10 y 15 puntos. Una de las estudiantes del semillero, sin embargo, logró recientemente un resultado superior a 50 puntos. Y aunque desde el año 2005, sordos señantes han participado en el proceso de admisión, ninguno ha logrado ingresar. Actualmente, la institución solo cuenta con estudiantes sordos usuarios del español oral. Sin embargo, aunque se busca garantizar y estabilizar los procesos educativos, las barreras para su implementación deben pasar del papel y convertirse en metodologías instauradas. «Es común que en una cátedra universitaria el profesor asigne lecturas previas para su clase. Lo que se nos olvida es que, para una persona sorda, el proceso de interpretación y traducción de dichos textos podría tardarse hasta meses», contó Giraldo. Ahora, las apuestas de esta iniciativa están en la conformación de un comité, de la mano con otras entidades que vienen creando señas académicas en el país para la comunidad sorda, que permita la difusión e implementación de nuevos conceptos para la enseñanza de las matemáticas, aportando su granito de arena para hacer de estas un verdadero «idioma universal».
Álgebra
Datos
Paso 1
Paso 2
Lógica
Lógica
+ Proposicional
Las imágenes ilustran algunas secuencias de señas definidas por el Semillero como neologísmos matemáticos. Foto: cortesía Geraldín Giraldo García.
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Construir un proyecto de ciudad articulada con la región y el departamento a mediano y largo plazo es el objetivo central de la alianza Inntegra, de la cual hacen parte la Alcaldía municipal, la Universidad de Antioquia y la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín.
CARLOS OLIMPO RESTREPO S. Periodista olimpo.restrepo@udea.edu.co
#DESARROLLOURBANO Temas claves
Universidad pública,
clave para el futuro de Medellín
Docentes, investigadores y profesionales de las dos principales universidades públicas del país contribuirán al plan de desarrollo de Medellín. Esta iniciativa se construirá a partir de cuatro macroestrategias que tienen que ver con necesidades actuales y propuestas para el crecimiento futuro, en la cual participan profesionales de las dos principales universidades con funcionarios de la Alcaldía.
Ecociudad
Estará liderada por la Universidad Nacional, desde la Escuela de Hábitat, además de unidades académicas como Ciencias Agrarias y Estudios Políticos. Tocará asuntos como la prevención ante los riesgos, la vulnerabilidad ante la crisis climática, el plan habitacional, la movilidad y la ruralidad, entre otros aspectos.
Recuperemos lo social
El plan habitacional y la movilidad hacen parte de una de las macroestrategias que tendrá el plan de desarrollo. Foto: cortesía Alcaldía de Medellín / Carlos Vidal.
La última vez que la capital de Antioquia
tuvo una propuesta de desarrollo amplia que buscó trascender la administración de turno fue en 1949, cuando se entregó a la ciudad el Plan Piloto Wienert-Sert. Antes de este se destacó el plan Medellín Futuro de 1913, de Ricardo Olano y Carlos E. Restrepo. Con base en estas iniciativas, el alcalde Daniel Quintero Calle invitó a las universidades de Antioquia y Nacional de Colombia Sede Medellín, a conformar con el Municipio de Medellín la alianza Inntegra, para que, con base en su programa de gobierno para el cuatrienio 2020-2023, construyan ideas para que la ciudad, la región y el departamento avancen en el mediano y largo plazo. «Este impulso le permitirá a la ciudad avanzar en sus sueños de hacer de Medellín una ecociudad y un valle del software, de recuperar lo social y de emprender la gran transformación educativa que nos permita convertirnos en la sociedad que queremos», aseguró el mandatario municipal al presentar el pacto, el 27 de enero, en compañía del rector de la Universidad de Antioquia, John Jairo Arboleda Céspedes,
y el vicerrector de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín, Juan Camilo Restrepo. «No se trata solamente de entregar un documento que se llame plan de desarrollo, también vamos a acompañar la institucionalidad en todo el proceso de implementación», destacó el rector Arboleda, quien agregó que «no se va a pretender que el desarrollo de Medellín esté alejado de los otros municipios del Valle de Aburrá, es necesario sumar voluntades con ellos, tenerlos en consideración. También debe estar en concordancia con el plan de desarrollo de Antioquia, porque está claro que todo lo que sucede en Medellín tiene influencia en el departamento y viceversa». Un activo importante de esta alianza es también la relación de las universidades con el sector empresarial de la ciudad. «Desde el Comité Universidad Empresa Estado —CUEE— venimos construyendo esa comprensión de lo que es el desarrollo de la ciudad y del departamento, es una situación muy favorable para todo este contexto, en el cual esperamos construir nuestro plan de desarrollo», anotó el rector John Jairo Arboleda Céspedes.
En la Universidad de Antioquia las facultades de Ciencias Sociales y Humanas, Derecho y Ciencias Políticas, el Instituto de Estudios Regionales —Iner— se destacan en esta temática. Considera aspectos como recreación y deporte, seguridad, salud pública, diversidad y poblaciones, arte y cultura.
Valle del software
Encabezada por profesores de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Antioquia, quienes desde hace varios años trabajan en el desarrollo de una estrategia de esta naturaleza y que es fundamental dentro de la propuesta de gobierno de la nueva administración municipal. Incluye aspectos como ciencia, tecnología, innovación, desarrollo económico, territorios inteligentes y centro para la industria 4.0.
Transformación de la educación
La facultad de Educación de la Alma Máter guía este aspecto, que es transversal a las demás macroestrategias. Aborda la transformación que se requiere en la secretaría del sector, con miras no solamente a fortalecer la cobertura, sino también la calidad y cómo articularla con las expectativas que tiene la administración y la ciudad en los próximos años sobre todo el sistema educativo.
Así se hará
Las universidades no solo participarán en la formulación del documento de plan de gobierno, en el cual están trabajando desde diciembre de 2019. En febrero próximo se entrega al Consejo Territorial de Planeación y las autoridades ambientales, luego de haber discutido las propuestas en los 21 encuentros territoriales —uno por comuna y cuatro de carácter temático—, para luego pasar a discusión en el Concejo Municipal. En todas estas fases harán presencia los profesionales universitarios. Luego de que sea aprobado y promulgado, el reto de las universidades será apoyar y participar en su implementación durante los próximos años.
Juan Camilo Restrepo, vicerrector de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín; John Jairo Arboleda Céspedes, rector de la Universidad de Antioquia; y Daniel Quintero, alcalde de Medellín. Foto: Carlos Olimpo Restrepo.
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Un «modelo» de Escuela Nueva virtual es la inspiración de Carlos Andrés Guevara, ingeniero electrónico y magíster de la Universidad de Antioquia. Su trabajo tiene hoy a varias escuelas rurales de Ituango, municipio antioqueño, con acceso al mundo virtual.
YÉNIFER ARISTIZÁBAL GRAJALES Periodista jennifer.aristizabal@udea.edu.co
#ORGULLOUDEA
El maestro que reconcilió a las escuelas rurales de Ituango con la virtualidad
Carlos Guevara, egresado de la Universidad de Antioquia, le apuesta a la tecnología como una herramienta educativa para la equidad y construcción de paz en la ruralidad. Foto: cortesía Carlos Guevara.
Desde que
Carlos Guevara llegó a Ituango se preguntó, pareciera exagerado, si estaba ante un escenario similar al del conflicto sirio o afgano. Las trincheras que encontró en el parque de este municipio —en el norte de Antioquia— le hicieron entender que había tomado una gran decisión: dejar un cómodo cargo docente en un colegio privado envigadeño para ocupar una plaza en una escuela rural de un municipio golpeado por la violencia durante décadas. La puerta de la Institución Educativa Rural José Félix de Restrepo —en la vereda Chontaduro, a una hora del casco urbano—, ha sido testigo del tránsito firme y amenazante de hombres y mujeres pertenecientes a grupos armados que, en función de la guerra, transitan por allí. Cuando Guevara —ingeniero electrónico y magíster en Enseñanza de las Matemáticas de la Universidad de Antioquia— llegó a esta escuela, encontró las tabletas digitales guardadas en cajas y los computadores en mal estado. Muchos estudiantes no sabían qué era Wikipedia o Youtube; la virtualidad, pan de cada día para cualquier niño o adolescente de ciudad, era ajena para ellos. «Algunos, incluso, no conocían aún el parque de Ituango. El conflicto los ha tenido marginados», contó Guevara. En este municipio confluyen varios grupos armados: el GAO residual (conocido como disidencia) del frente 18 de las Farc, el Clan del Golfo o los Gaitanistas y los Caparros, quienes se disputan el control por las rutas del narcotráfico. Esa presencia y
una historia asociada a la crudeza del conflicto armado tienen implicaciones profundas en la apuesta de construir paz y reconciliación mediante la educación. «Cuando a un profesor le dicen: Ituango, responde: no, yo para allá no me voy», dijo Guevara, quien considera que ello hace más difícil mejorar la calidad en la educación rural.
Propuesta educativa made in Chontaduro
Guevara sabía que su conocimiento tecnológico podía ser útil para enseñar matemáticas, así que convenció a las directivas de la institución de poner a funcionar las tabletas y computadores, aunque el acceso a internet fuera una limitación. Según Gustavo Jaramillo Franco, subsecretario de Planeación Educativa de Antioquia, solo 440 de las más de 3900 sedes ubicadas en las nueve subregiones del departamento tienen conexión permanente a internet. La escuela en Chontaduro no es una de ellas. Para hacerle frente a esta limitación, Guevara montó una plataforma Moodle local que funciona con un servidor —algo así como una comunidad de aprendizaje en línea exclusiva para la institución—; se reunió con un profesor de cada área para construir los contenidos y, cuando la plataforma estuvo completa, fue replicada con servidores pequeños en las diez sedes rurales de la institución. «Un profesor de otra sede de la institución, en una vereda a ocho horas de nosotros, se lleva su portátil y ahí tiene un servidor.
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ADRIÁN RESTREPO PARRA Profesor del Instituto de Estudios Políticos adrian.restrepo@udea.edu.co
#UDEAOPINIÓN Con tres o cuatro tabletas ya puede replicarla en lo que sería un nuevo modelo de Escuela Nueva, casi virtualizado», explicó el ingeniero, para quien es paradójico que esta generación de estudiantes, nativa digital, no tenga acceso a los recursos educativos del internet. Guevara llegó a la sede rural en enero de 2019 y, poco a poco, ha visto el impacto de esta iniciativa. En septiembre de ese mismo año la Secretaría de Educación de Ituango instaló el servicio de internet en la escuela, que todavía funciona de forma inestable por las lluvias o la nubosidad.
La frustración inspiró su trabajo de grado
Mientras cursaba la maestría, Guevara sintió la necesidad de inyectarle algo de motivación a su vocación docente, cuestionada entonces por algunas frustraciones provocadas por su trabajo en la ciudad. Tras su decisión de trasladarse a Ituango supo que allí podría desarrollar la propuesta de trabajo de grado que venía planteando: abordar el aprendizaje significativo de los triángulos a partir de las TIC. Diseñó otra forma de enseñar conceptos como el teorema de Pitágoras y, en lugar de pedir que llenaran hojas y hojas de un cuaderno, motivó a sus estudiantes de décimo y once para que crearan aplicaciones para Android y aprendieran a programar; con un software del MIT, sus 17 estudiantes se motivaron a hacerlo. Así, mientras Guevara desarrollaba su trabajo de grado de magíster, impulsó a que varios adolescentes de once, que se graduarían con los conocimientos propios de una escuela agropecuaria, aprendieran de tecnología y, varios de ellos, buscaran estudiar desarrollo de software en el Sena. «Algunos, que no tenían, llevaban hasta el celular de su papá o de algún familiar. Uno de mis estudiantes creó una aplicación que lo despertaba todas las mañanas con la canción favorita de su mamá, recientemente asesinada por un grupo armado en el pueblo», relató el ingeniero. Para el profesor, su experiencia en las montañas de Ituango ha sido vital pues a través de la enseñanza de la estadística, la aritmética y la física, ha acercado un amplio panorama de posibilidades educativas a jóvenes rurales históricamente marginados social y tecnológicamente. Ahora, ellos aprenden también de robótica, tienen bases para reparar computadores y pueden acceder a laboratorios virtuales de física, química y sonido de la Universidad de Colorado, de Estados Unidos. Además, mediante la página www. innovaituango.com los niños se conectan desde las 10 sedes rurales del municipio. «En cada sede debe haber mínimo el portátil del profesor, dos portátiles para estudiantes y cuatro tabletas. El problema es que a veces no hay portátiles». Sin embargo, Guevara está empecinado en seguir reconciliando a las escuelas rurales de Ituango con la virtualidad. Y así como cuando llegó insistió en quedarse en la vereda, pese a que ya había otro profesor de matemáticas, ahora insiste en que seguirá posibilitando que el mundo digital le abra las puertas a la educación rural en una región donde la construcción de paz y oportunidades parece aún una utopía.
Duque y sus manzanas podridas Para el gobierno Duque son «manzanas podridas» aquellos miembros del Ejército
Nacional que, según denunció Semana, han realizado interceptaciones ilegales a magistrados de la Corte Suprema de Justicia, políticos de oposición, periodistas e incluso a sus propios compañeros de filas. La expresión «manzanas podridas» suele usarse para bajarle dimensión a los problemas, para el caso: las chuzadas solo competen al obrar de unos cuantos díscolos y delincuentes. En esa línea, Holmes Trujillo, ministro de Defensa, dijo que sobre el hecho solo saben lo publicado por la revista y que empezarán una investigación para establecer la veracidad de los hechos. El encargado de la seguridad nacional dijo no saber nada sobre un hecho tan delicado como el uso ilegal del aparato de inteligencia militar del Estado para beneficio de privados. Pero al parecer no es cuestión de tener la veracidad de los hechos, como aduce el ministro. Por el contrario, parece tan veraz la información proporcionada por Semana que permite controvertir tanto el argumento formal presentado por el comandante del Ejército, Nicacio Martínez, para justificar su retiro (asuntos familiares), como la respuesta de Holmes. Al parecer, el Gobierno tenía la información de las chuzadas y, considerando especialmente la inevitabilidad de la noticia, decidió cambiar el comandante, así cuando llegara el escándalo —tal como está pasando—, Martínez ya no sería parte de la cúpula militar designada y dirigida por el Gobierno. El poder ejecutivo ha querido restarle importancia a un hecho sumamente delicado que compromete la integridad de la inteligencia militar de un Estado democrático y de derecho, y por supuesto al mismo Gobierno, responsable de los nombramientos y del control de los militares. Sin embargo, no ha sido posible callar la situación porque, entre otros factores, el Ejército, como otras instituciones permeadas por los cambios del siglo XXI, sufre una transformación interna. En esa situación, el proceso de paz marcó una ruptura entre los verdes oliva en la manera de considerar la forma de hacer la guerra y lograr la paz. Una parte considerable del Ejército no quiere terminar en la Justicia Especial para la Paz —JEP— o en estrados internacionales por haber cumplido órdenes como el conteo de cuerpos que derivó en ejecuciones extrajudiciales. Igualmente, hay una parte del Ejército éticamente convencida de que el Estado de derecho y democrático no se construye actuando como o en alianza con «bandas de ladrones». Son militares que también desean instituciones estatales sin corrupción y en consecuencia han denunciado los peculados de sus compañeros, asumiendo los riesgos mortales. Este sector de militares logró el acompañamiento de periodistas que, también tomando los riesgos, develaron buena parte del entramado. Esperemos que la Corte Suprema de Justicia y la Fiscalía establezcan los alcances de los usos y beneficiarios de la información ilegalmente obtenida utilizando la inteligencia militar, de la cual es responsable político el Gobierno Duque. Además, de comprobarse que parte de la información adquirida ilegalmente estaría dirigida hacia el partido de Gobierno, con mayor razón la responsabilidad será del gobernante de turno en toda esta situación. Quien con su actuar contradice dos de sus consignas: respeto a la institucionalidad y legalidad. El Gobierno es el responsable de las manzanas podridas. El 10 de diciembre de 2018 nombró a un comandante del Ejército que resultó altamente cuestionado, al punto que recién retirado ya tiene abogado para defenderse de toda esta situación de chuzadas y corrupción. Un cargo de tanta envergadura debe estar exento de escándalos como estos. Duque y su ministro de Defensa deberían reconocer que esas «manzanas podridas» son suyas, ellos las designaron en el puesto.
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El universo musical de Juancho Valencia va desde la nostalgia bailable del folclor hasta la profundidad de las composiciones sinfónicas. Valencia —formado en las aulas de la Universidad de Antioquia— habla aquí de su activismo social a través de la música, y del álbum Yo me llamo cumbia, recientemente ganador del Grammy Latino.
NATALIA PIEDRAHITA TAMAYO Periodista natalia.piedrahita@udea.edu.co
#ORGULLOUDEA
La cumbia del Sargento Remolacha Desde que era un niño, Juancho Valencia —Juan Diego Valencia Vanegas— se internó en el mestizaje musical, no solo impulsado
por una familia melómana sino también por una estricta disciplina académica: se formó en el Conservatorio de la Universidad de Antioquia y en la carrera de Música de la Universidad Eafit. Hoy, el nombre del Sargento Remolacha —como también se le conoce— no tarda en aparecer cuando de protagonistas de la nueva música colombiana se trata. El compositor y arreglista de sonoridades irreverentes, neotropicalismos, jazz a lo colombiano y sonidos sinfónicos orquestales, es también el director de Puerto Candelaria, agrupación antioqueña que en noviembre pasado ganó su primer Grammy Latino, en la categoría Mejor Álbum Cumbia-Vallenato. Tras engendrar siete álbumes, la banda recibió el reconocimiento por su producción Yo me llamo cumbia, una declaración de amor a las raíces rítmicas colombianas. El premio coincidió con la reciente movilización ciudadana en Colombia, a la que el mismo Valencia le puso ritmo con el «salserolazo y la marcha con sabor», reafirmando que su apuesta artística está también impregnada de activismo social y político. Él mismo señaló que con el premio «ganó la música que construye, ganó la diversidad musical, ganó la Latinoamérica que soñamos: justa, libre, creadora».
Al recibir el Grammy 2019, usted resaltó en Puerto Candelaria una trayectoria de 20 años «desde la independencia». ¿Qué significa ese atributo?
Ser un músico independiente tiene que ver con varias cosas. La primera es la autogestión, no existe una institución que te patrocine, el dinero lo gestionas tú. La segunda es que tú mismo construyes los pasos que se requieren para tu producción, entonces la música es libre, nadie más que tú define qué tienes que hacer o no. Las multinacionales, llámense Universal o Wagner, piden al artista que sea tendencia; cuando renuncias a ellas, renuncias al capital de las empresas. Llegar a un Latin Grammy desde esa independencia es una hazaña, porque no existe igualdad de condiciones con artistas de las máquinas multinacionales que pagan por hacer música. Es un hecho histórico que nos hizo lograr lo imposible.
Allí mismo en el escenario de los Grammy dijo que su música es también una construcción regional. ¿Por qué ese énfasis?
Cuando la transacción económica prima en el arte, en la política, en la alimentación, el dinero tiende a bajar la calidad del producto, y con ello se pierde el contenido esencial. Una música que construye región, como dije en el discurso, alimenta a la sociedad, porque exalta el pasado y promete un mejor futuro. Cuando eres músico independiente, puedes hacer música orgánica y saludable, pero compites con los que tienen el dinero para hacer música. Nuestro reconocimiento fue como si un cafeterito poco popular compitiera con Starbucks y Juan Valdés, y se ganara un premio. Lo asumimos con responsabilidad, pero también pensando en la validez de nuestra trayectoria. El mensaje es de esperanza para los artistas que nos hemos visto encerrados en medio de la destrucción de la diversidad sonora que tenemos como región: no tienes que ser tendencia para ganar un Grammy.
Un rasgo importante del disco Yo me llamo cumbia fue su componente sinfónico. ¿Qué tan fácil fue esa armonización?
El proceso dependió de mi conocimiento como compositor, arreglista y productor. Llevo treinta años de carrera profesional y mi
cualidad es que nunca estuve en un solo estilo musical, todos los géneros sucedieron en mí. Mientras papá era un melómano de jazz, mamá me alimentaba con sus boleros. Mientras fui un adolescente rockero, disfrutaba también el rap. Tengo seis nominaciones en salsa, músicas urbanas, tradicionales y un Grammy en música guapachosa. Puerto Candelaria es un bicho extraño que tiene la capacidad de mimetizarse en diferentes ritmos, es de las únicas bandas que han tocado en Rock al Parque, Jazz al Parque y luego en espacios de música popular. Yo me llamo cumbia es un álbum homenaje a la música que más admiro de Colombia, la cumbia orquestada; un género muy específico que sucedió entre 1940 y 1950 a través de artistas como Pacho Galán, Edmundo Arias y Lucho Bermúdez, quienes tomaron las músicas instrumentales folclóricas de la sabana y del Caribe de agua dulce, y las mezclaron con el jazz de las big bands. Es un ritmo que no pasa de moda: se baila en diciembre, en días de la madre y del padre, hace parte de lo que somos.
Usted es egresado de la Universidad de Antioquia, ¿qué de esa formación de universidad pública se ve reflejado en esa convicción por mantener vigente la identidad musical? Estudié mi bachillerato musical en la Universidad de Antioquia, fue un programa muy exigente en el que estuve desde los ocho años hasta que me gradué del colegio. Allí estudié piano clásico y Aidé Marín, Darío Rojas y Clara Misas, eran algunos de nuestros maestros, por lo que fuimos muy afortunados. Así que yo creo que, si desde pequeño uno puede ver el mundo desde la universidad pública, se sensibiliza hacia lo social.
«Que la paz no nos mate», dijo también en su discurso en los Grammy. ¿Por qué ese llamado?
Por más de veinte años Puerto Candelaria ha jugado con la metáfora y la poesía desde su discurso. Este premio, que nos recibió tras una gira por 16 países de Europa y Euroasia en la que recibimos mensajes como «Colombia ya está en paz», o «se reactivó el turismo y la economía», nos llevó a pensar que somos testigos de lo contrario: hoy poco se hace frente a las fatigas y guerras que engendró el posconflicto. En Colombia hay una tendencia a la indiferencia, no podemos creer que la paz es ese momento en
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Usted promovió el «salserolazo» y la «marcha del sabor». ¿Cómo comprende ese simbolismo sonoro, pero a la vez político y social?
La música para el latino está unida a todo. Hay música en el nacimiento, el enamoramiento y el desenamoramiento, la muerte… Todo lo de los latinos tiene sonoridad, incluso con otro asunto: casi toda la música latina se baila, te divierte. Es la riqueza de nuestros ritmos. Entonces, si la música nos acompaña en todo, ¿por qué no acompañar este momento? La sociedad espera que los artistas sean concretos, pero no todos saben dar discursos, incluso ahora es más importante la opinión de un artista que la de un político. Los cacerolazos son una manera de impulsar reflexiones, pero se necesitan más acciones para un cambio, no debemos irnos todos a un solo discurso.
Usted es hoy un referente de músicos formados y con reconocimiento. ¿Qué opinión le merece la formación musical que hoy se da en la academia colombiana?
Juancho Valencia, autonombrado el Sargento Remolacha, estudió Piano Clásico en la Universidad de Antioquia. Foto: Emanuel Zerbos.
el que no pasa nada, las sociedades que no estamos en conflicto directo no podemos estar tranquilas respecto a los conflictos que se siguen dando en lo rural, en las provincias y en lugares como el Valle del Cauca, por ejemplo.
Los procesos de formación musical en Colombia no cumplen las necesidades y los nuevos valores de la música, eso hace que estén en peligro, por eso muchas personas desertan de las carreras de música. Algunos perfiles de los músicos que se construyen en las universidades no existen en la realidad, muchos se quedan en la burbuja del mundo académico, pero esa no es la realidad de la música. La Universidad de Antioquia ha entendido que debe conectarse con lo que se está pidiendo en el momento, por ello la creación del posgrado en músicas populares y colombianas. Un pianista para obtener un nivel competitivo mundial, tiene que invertir muchas horas diarias en veinte años de carrera, para esto no hay un mercado, además hay una cantidad de información sobre gestión y derechos de autor que no la dan en las carreras y que, desde tu primer día de músico, se te exige manejar. La academia debe ser ágil en captar los cambios que se están dando, muchos ahora aprenden por Youtube.
Mientras que unos músicos han estado muy activos en la reciente movilización social otros optaron por estar al margen. ¿Cómo ve esas posturas?
Siempre se ha cuestionado si el arte debe tener una función social. Hay una respuesta de las instituciones sólidas que fundaron el concepto europeo del arte: que el arte no tiene una función en la sociedad. Pero en el tercer mundo, y específicamente en Colombia, valdría la pena volver a hacer esa pregunta. Desde mi perspectiva, en Latinoamérica hay que utilizar todas las maneras de construir una mejor sociedad, y el arte es una de ellas. Además, porque carecemos de instituciones confiables: los gobiernos, las iglesias. Este es el pensamiento de Merlín Producciones y de Puerto Candelaria: hay que construir sociedad, no solo cuando un micrófono está prendido, también cuando se apaga. El silencio de una artista es una manera de hacer política. Eso es lo que a veces no entendemos. Si una persona está en silencio ante una crisis, está avalando esa situación. Ahora, uno debe entender que no a todos les está yendo mal con las crisis en Latinoamérica y que algunos artistas comparten las filosofías de quienes están en el poder o ven a la sociedad como una simple transacción económica. Hay tela para cortar sobre ese tema.
¡Póngale música por la paz a esta lectura! Escanee el código con la cámara de su teléfono celular y escuche Positivo soy.
Esta canción, presentada en diciembre del 2019 por la Comisión de la Verdad, fue compuesta y grabada por Puerto Candelaria junto a seis niños y jóvenes músicos de Buenaventura, Cartagena y Cauca. El ejercicio hizo parte del Tercer Encuentro por la Verdad, en el que niños, niñas y adolescentes víctimas del conflicto armado compartieron su testimonio para que nunca más se repitan sus historias en otros niños. Puerto Candelaria también está integrado por Catt Calle, Didier Martínez y Eduardo González Moreno, quien es también egresado en Contrabajo Clásico de la Universidad de Antioquia y fue uno de los creadores de la agrupación junto con Valencia.
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El Caribe colombo-panameño es un paradisiaco laboratorio natural en el que convergen mar, ríos y selva. Hoy, sin embargo, se elevan alertas por su deterioro ambiental. Investigadores de Ciencias del Mar de la Universidad de Antioquia advierten sobre el impacto del plástico que llega a estas aguas, un turismo sin criterios de sostenibilidad y la erosión costera.
YÉNIFER ARISTIZÁBAL GRAJALES LINA MARCELA GALLO BENÍTEZ Periodistas jennifer.aristizabal@udea.edu.co
#SOSTENIBILIDADAMBIENTAL
Hasta la bahía de Sapzurro llega el sistema montañoso de la serranía del Darién. Foto: cortesía Mauricio Montoya / @mamonto.
Sapzurro y La Miel, ecosistemas marinos en alerta Los océanos albergan cerca del 50 % de la
diversidad marina y reciben alrededor de 8 millones de toneladas de plástico anual. Cerca del 75 % de la contaminación marina en el mundo es producto de las actividades que los humanos desarrollan en superficie terrestre, según datos la Comisión Económica para América Latina y el Caribe —CEPAL—. La costa Caribe colombiana no es ajena a esta problemática mundial. El profesor Alfredo Jaramillo Vélez, coordinador del pregrado Ingeniería Oceanográfica de la Universidad de Antioquia, explicó que esta se da por el uso irracional, la falta de hábitos de reciclaje y recuperación de los plásticos: «Cuando en las ciudades disponen los residuos en las quebradas o ríos, a la final todo esto llega al mar. El mar no empieza en la playa, empieza en la montaña». El pasado mes de octubre, el Centro de Investigaciones Hidráulicas e Hidrotécnicas de la Universidad Tecnológica de Panamá dio a conocer un estudio que indica que el litoral Caribe de Colombia está cuatro veces más contaminado con microplásticos que las playas del Pacífico. «Algunos de esos residuos irán al fondo del mar, otros quedarán flotando y otros, incluso, serán consumidos por especies marinas como tortugas y peces, que los confunden con medusas u otros organismos. Causan un daño en
la cadena trópica de todo este ecosistema», advirtió Jaramillo Vélez. El litoral Caribe de Panamá y de Colombia comparten condiciones de contaminación similares. Sapzurro, corregimiento chocoano ubicado al sur del mar Caribe, y La Miel, corregimiento panameño vecino, son ejemplo de ello.
Turismo con doble filo
Paula Quiceno, coordinadora de pregrados de la Corporación Académica Ambiental, y sus estudiantes —quienes visitan estas playas como laboratorios naturales—, han venido alertando sobre el estado actual del ecosistema marino de Sapzurro y La Miel. Allí la zona coralina se encuentra deteriorada o sin vida. Los turistas, al meterse al mar, se posan encima de las lisas cabezas de coral para salir a respirar. Con ese tipo de acciones generan rupturas, o la separación de un mucílago que protege los corales de bacterias y que, al quedar expuesto, puede sufrir enfermedades y morir. Para Jaramillo Vélez hay una relación directa entre la contaminación generada por los plásticos y el estado de los arrecifes: «Una bolsa de basura que cae a un arrecife de coral, forma un anillo de muerte alrededor de ese conjunto de residuos. Cambia el pH, la cantidad de oxígeno alrededor, un poco la salinidad
y otras condiciones físicoquímicas que pueden afectarlo», explicó. Quiceno explicó también que, en sus últimos recorridos académicos a estas zonas costeras, en lugar de ver los peces típicos de un parche coralino, los estudiantes vieron «mucha alga calcárea, que es la que invade los corales cuando ya están muriendo. Si el turismo se fuera y dejáramos el ecosistema quieto —añadió—, es probable que no siga el deterioro por impacto antropogénico. Y hay otra variable imparable que es el cambio climático y el calentamiento global. El panorama no es alentador». La docente recalcó que recuperar los parches coralinos es muy difícil. Actualmente hay guarderías y resiembras de las que apenas se está mirando la efectividad, pero son proyectos a largo plazo. «Para que un coral crezca dos centímetros se puede demorar una década, restaurar un arrecife se puede demorar cientos de años, eso no lo vamos a ver», concluyó. Por su parte, Jaramillo Vélez advirtió que para ese propósito de recuperación se deben cambiar hábitos, especialmente entre turistas: no dejar allí los plásticos que se utilizan y promover la reutilización. Además de reforzar la pedagogía para que los lancheros hagan el anclaje en zonas específicas, donde no se afecte el entorno coralino.
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LUIS ALFREDO ATEHORTÚA CASTRO Profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas luis.atehortua@udea.edu.co
#UDEAOPINIÓN El gran problema de la erosión costera
Una de las grandes problemáticas que aquejan no solo a las bahías del Caribe colombo-panameño sino también a zonas costeras del Pacífico Chocoano y del Urabá antioqueño, es la erosión costera. Paulatinamente reduce el tamaño de las playas, perjudica los ecosistemas coralinos y deteriora las estructuras que se encuentran en el entorno costero, afectando la subsistencia de las comunidades aledañas. Varnady Arboleda Montañez, geólogo de la Corporación Autónoma Regional para el Desarrollo Sostenible del Chocó —Codechocó—, explicó que esta es una problemática relacionada con crisis climática, ante la cual las zonas costeras son especialmente sensibles. «Cada año el problema de erosión se intensifica y las medidas que se toman no alcanzan a proteger toda la bahía y por eso se evidencia una pérdida de playa», indicó el funcionario. «Esta problemática viene más o menos desde 2015 y se intensificó entre el 2016 y el 2018», dijo. Según él, Codechocó ha hecho un seguimiento y monitoreo en playas como Capurganá y Sapzurro, en territorio de Acandí, donde la administración municipal ha adelantado obras de enrocado, muros de contención y mitigación. Para Alexander Mera, líder comunitario acandilero, nacido en Sapzurro, el problema de esta y de las otras playas cercanas también pasa por una falta de apropiación local y la ausencia «de políticas que restrinjan el turismo». Mera señaló que «falta conocimiento y conciencia para que el turista se devuelva con cierta cantidad de basura, además de no vender, por ejemplo, el agua en plástico y mejor destinar bebederos públicos». Pese a los esfuerzos por contener la erosión y las campañas que se realizan para detener la invasión
de plásticos y microplásticos en la playa, cada año se observa cómo las barreras empiezan a ceder, el oleaje o los fuertes vientos afectan a estas pequeñas bahías, y los plásticos siguen fragmentándose a tal punto que los microplásticos terminan siendo parte de las playas, las arenas y hasta de la cadena trópica. «Esos compuestos orgánicos que van liberando afectan la fauna y la flora de estos sistemas», concluyó Jaramillo.
Tres conceptos, tres realidades Dice la filósofa española Amelia Valcárcel que la ética trata sobre el bien
y la estética sobre la belleza, de modo que la política podría entrar en una encrucijada, dados los eventos y episodios más impactantes que experimentamos en la actualidad. No obstante, sobre la definición de la política ya tenemos bastantes referencias útiles para comprender que es aquello relacionado con el poder, con el Estado, con los gobiernos; pero también con aquellas expresiones que vinculan las decisiones y acciones que definen el orden en una sociedad. Órdenes que transitan entre el espacio regulado y constitucional de los estados modernos, entre los espacios dejados a «la mano invisible» del mercado y entre los espacios controlados y gestionados por actores al margen de la ley. Es así, que la política se mueve entre el orden y el consenso, como lo definiría Hannah Arendt y un orden expresado en el conflicto, como lo defendería Carl Schmitt. La comprensión de los mundos contemporáneos, sí, esos mundos de la vida privada y de la vida pública de las personas, de la sociedad, va de la mano de un mundo individual expresado en el conjunto de las emociones que se dan en el relacionamiento con otros; en el trabajo, en la calle, en la escuela, en el barrio, o en la universidad. Allí habitan la solidaridad, pero también la indiferencia, el individualismo rampante que coloca lo particular por encima de lo general, de lo colectivo. Son estos los aspectos esenciales de la vida cotidiana, episodios que nos invitan a comprender que transitamos como individuos en un mundo social que nos contempla, que nos determina y que nos condiciona en muchas ocasiones. Ante los retos y exigencias de la vida moderna, debemos como sociedad, hablando de los colombianos, articular conceptos y realidades que ayuden a entender mejor nuestro devenir como oportunidad y no como problema. La estética ha sido históricamente entendida como un dispositivo físico-espacial expresado en formas y en bisutería, pero autores como Martha Nusbaum, nos muestran también que han sido dispositivos para el control, para la fragmentación y muchas veces para la indiferencia. Por su lado, la ética no es definitivamente un asunto sólo de los filósofos, como algunos incautos y oportunistas han querido sostener, no, la ética le asigna al sujeto político de las sociedades actuales, compromisos con el bien colectivo, con la paz, con la inclusión, con el reconocimiento y con la justicia social. Temas, todos ellos, protagonistas en la agenda de los gobiernos, de las organizaciones sociales, de las agencias informativas, medios tradicionales y alternativos, políticos y ciudadanos del común. Es aquí donde la política, como dispositivo para las transformaciones que requiere una sociedad, convierte a la ética en una luz que ilumina en la oscuridad y a la estética como un soporte vertical y horizontal desde el cual, las formas y las expresiones del arte y la cultura toman un lugar, ya no para la indiferencia y la exclusión, sino como un dispositivo vinculante y necesario para sensibilizar a quienes han querido sospechar de todas las apuestas creativas que vinculan el arte para la transformación social. En Colombia, con la creación del Ministerio de Cultura desde los años noventa, con las promociones del arte, el papel de la literatura, el cine y últimamente los eventos artísticos como la Fiesta del Libro y el Festival de Altavoz, en Medellín, develan el lugar insospechado para pensar una relación bastante compleja, pero definitivamente necesaria para hacer de la política, algo más útil, más cercano a la gente, donde la ética configura sistemas de valor para el respeto a la diversidad de voces, de diferentes culturas y de otras esencias en un mundo plural como el que tenemos.
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Torre, una escultura a partir de vestigios urbanos, hace alusión al simbólico y derribado edificio Mónaco. Su creador, el artista Fredy Alzate, la instaló en la Ciudad Universitaria como dispositivo de memoria y reflexión crítica sobre los contrastes del pasado del narcotráfico en Medellín.
YÉNIFER ARISTIZÁBAL GRAJALES Periodista jennifer.aristizabal@udea.edu.co
#ARTEYMEMORIA
Torre: monumento a la ruina Fredy Alzate
nunca quiso visitar el edificio Mónaco cuando este era parada obligada del «narcotour» que atraía a turistas colombianos y extranjeros. No se interesó por conocerlo hasta cuando la Alcaldía de Medellín invitó a un colectivo de artistas para pensarse una ruta de la memoria que pudiera reemplazar la del narcotráfico, días previos a la demolición del icónico edificio por parte de la administración municipal. «Estar allí me hizo pensar en qué es lo que sostiene o soporta el mito», indicó. Sus preguntas por aquello que representó el edificio derribado y el intento por destruir el mito del narcotráfico con ese gesto de «borramiento» —la implosión se llevó a cabo el 22 de febrero del 2019— lo llevaron a crear y materializar Torre, escultura que estará ubicada en la plazoleta central del campus principal de la Universidad de Antioquia hasta mayo del 2020. Para Alzate nada ha cambiado pese al derribamiento del edificio que construyó el narcotraficante Pablo Escobar como una lujosa residencia para su familia en la década de los ochenta. «Va a seguir siendo el lote donde estaba el edificio Mónaco». Un símbolo remanente de la cultura del narcotráfico en Medellín. La obra escultórica de Alzate no solo refleja un frágil castillo de naipes con fragmentos de madera desvencijada, también evidencia las jerarquías sociales y cómo la arquitectura expresa las estructuras de poder. «Estas arquitecturas efímeras me hacen pensar en un sistema social donde antes había estructuras más identificables en la sociedad, pero que hoy están diseminadas y se expresan desde el
Foto: Juan Pablo Hernández Sánchez.
microtráfico en ejercicios de poder diversos, que este "borramiento" realmente no cambia mucho», expresó el artista plástico. Alzate —egresado y docente de la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia— advirtió que el sistema social y político colombiano se caracteriza por un permanente «estado de contingencia», con una continua fragilidad, corrupción y precariedad. La procedencia de los materiales de esta obra es heterogénea; hacen referencia a lo urbano, doméstico e industrial. El vestigio, advirtió Alzate, tiene una impronta y una memoria. Este es un signo polisémico que invoca a los imaginarios para que cada espectador de la obra valore lo que allí está emplazado. «Me gusta cuando la gente lo ve y dice: "qué bonito… pero es ruina"». Me gusta porque así nos leemos nosotros: como una sociedad feliz, pero con cosas vergonzantes y que no queremos reconocer». Esa paradoja se encuentra también en otras de sus obras, asociadas a las dinámicas y topografías urbanas. Para la politóloga María Ochoa Sierra, la escultura Torre «activa una memoria colectiva alrededor de un fenómeno social como el narcotráfico, frente al cual tenemos una lectura contradictoria como sociedad». Para la docente e investigadora del Instituto de Estudios Políticos de la Alma Máter, dicho fenómeno siempre se ha querido leer como un evento externo del que no queremos hacer parte, que podemos señalar u ocultar. «Pero todos tenemos una historia que contar alrededor del narcotráfico. Esta obra se erige como una torre que también nos recuerda la movilidad social ascendente que permitió el narcotráfico», señaló.