No. 50
MAYO — AGOSTO/2008
REVISTA
UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA N°. 50
Contenido 2
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La educación superior es un bien público social, un derecho humano y universal y un deber del Estado
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No puedes comer dinero
La EVALUACIÓN EDUCATIVA, una práctica para reconfigurar
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Las tres crisis
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¿Economía de revolución?
Por Marta Lorena Salinas S.
Historia de las Ideas Políticas en Colombia 22 Por Guillermo Hoyos Vásquez 30
Descubrimientos, tolerancia, pluralismo, utopías
38
Pinceladas de un viaje por Bolivia Por Fáber Cuervo
74
78
Las finanzas de la universidad pública
De la especulación inmobiliaria a la especulación con el hambre
80
A propósito de la ronda de negociaciones de la OMC
Etanol, de héroe a villano
Las instituciones financieras regionales en América Latina Un pueblo sin la conciencia de sus raíces pierde identidad Por Eduardo Domínguez Gómez
83
La irrazonable lucha del Estado contra los pequeños proveedores del servicio de agua en Colombia Por Germán Darío Valencia Agudelo
Por Wim Dierckxsens
Por Maria Luisa Mendonça
Los acuerdos de Doha ponen en peligro al sector servicios
Por Eduardo Gudynas
Por Ricardo Gómez Giraldo
Por Ana Esther Ceceña
64
Por Leonardo Boff
Por Evo Morales
Base de Manta. Posición neurálgica de EE.UU. 52 en la región andino-amazónica
55
Por Ignacio Ramonet
Por Walden Bello
Por Guillermo Hoyos Vásquez
48 Collar de historias Por Eduardo Galeano 51
71
Por Gustavo Soto
87
Naturaleza del juicio jurídico Por Hubed Bedoya Giraldo
Respuesta al anhelo de estudiantes y profesores de disponer de una publicación que sea canal de expresión de las disposiciones y puntos de vista de los universitarios.
Alberto Uribe Correa, Rector - Ana Lucía Herrera Gómez, Secretaria General Editor: Alberto González Mascarozf, agonzale@arhuaco.udea.edu.co Correción: Luis Javier Londoño Balbín, Diseño original: Saúl Álvarez Diagramación: Juan Camilo Vélez Rodríguez Departamento de Información y Prensa – Secretaría General - Ciudad Universitaria, Bloque 16 oficina 336. Medellín. Teléfonos 2195023 y 2195026. Fax 2331627. E-mail: almamater@arhuaco.udea.edu.co Consulte DEBATES en almamater.udea.edu.co/debates El contenido de los artículos que se publican en DEBATES es responsabilidad exclusiva de sus autores y el alcance de sus — — afirmaciones sólo a ellos compromete.
UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
Declaración final de la Conferencia Regional de Educación Superior en América Latina y el Caribe (CRES-2008)
El 6 de junio pasado, bajo la coordinación de la UNESCO y el Instituto Internacional para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC), concluyeron los trabajos de la Conferencia Regional de Educación Superior en América Latina y el Caribe (CRES-2008), en Cartagena de Indias, preparatoria de la Conferencia Mundial de Educación Superior que se realizará el año entrante en París. El siguiente es el texto de la Declaración Final.
La Educación Superior es un bien público social, un derecho humano y universal y un deber del Estado. Ésta es la convicción y la base para el papel estratégico que debe jugar en los procesos de desarrollo sustentable de los países de la región. En la Conferencia Regional de Educación
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Esas políticas deben apuntar al horizonte de una educación superior para todos y todas, teniendo como meta el logro de una mayor cobertura social con calidad, equidad y compromiso con nuestros pueblos; deben inducir el desarrollo de alternativas e innovaciones en las propuestas educativas, en la producción y transferencia de conocimientos y aprendizajes, así como promover el establecimiento y consolidación de alianzas estratégicas entre gobiernos, sector productivo, organizaciones de la sociedad civil e instituciones de educación superior, ciencia y tecnología. Superior de América Latina y el Caribe (CRES), celebrada del 4 al 6 de junio de 2008, en la ciudad de Cartagena de Indias, Colombia, bajo los auspicios del Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC-UNESCO) y el Ministerio de Educación Nacional de Colombia, con la colaboración de los gobiernos de Brasil, España, México y la República Bolivariana de Venezuela, han participado presencialmente más de 3.500 integrantes de la comunidad académica regional – directivos, profesores, investigadores, estudiantes, funcionarios administrativos, representantes de gobiernos y de organismos nacionales, regionales e internacionales, de asociaciones y redes y otros interesados en educación superior. La CRES 2008 también fue trasmitida por Internet en cuatro idiomas a todos los países de América Latina y el Caribe (ALC) y el mundo desde los portales de la CRES, de la UNESCOParis, del Ministerio de Educación Nacional de Colombia y del Ministerio de la Educación de Brasil, y otros medios como radio y televisión. Esta Conferencia ha contribuido a identificar los principales planteamientos de América Latina y el Caribe ante la Conferencia Mundial de Educación Superior, prevista para el año 2009, así como las ideas-fuerza para la consolidación, expansión y creciente calidad y pertinencia de la educación superior en la región. La CRES 2008 se realiza a 10 años de la Conferencia Mundial de Educación Supe-
rior (1998), a 12 años de la Conferencia Regional de La Habana (1996) y a los 90 años de la Reforma de Córdoba, cuyos principios constituyen hoy orientaciones fundamentales en materia de autonomía universitaria, cogobierno, acceso universal y compromiso con la sociedad. El amplio proceso de preparación de este evento ha contado con la activa participación de las comunidades académicas de la región, incluidos los estudiantes a través de la Organización Continental Latinoamericana y Caribeña de Estudiantes (OCLAE). Dicha participación se ha dado en múltiples foros y encuentros de carácter nacional, subregional y regional, cuyas conclusiones nutren el evento. Por otra parte, los estudios coordinados por IESALC han conducido a la elaboración de los documentos ampliamente divulgados que sirven de base para el debate en esta Conferencia. El balance realizado visualiza, en términos prospectivos, los retos y las oportunidades que se plantean en la educación superior de la región, a la luz de la integración regional y de los cambios en el contexto global. El objetivo es configurar un escenario que permita articular, de forma creativa y sustentable, políticas que refuercen el compromiso social de la educación superior, su calidad y pertinencia, y la autonomía de las instituciones. Esas políticas deben apuntar al horizonte de una educación superior para todos y todas, teniendo como meta el logro de una
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mayor cobertura social con calidad, equidad y compromiso con nuestros pueblos; deben inducir el desarrollo de alternativas e innovaciones en las propuestas educativas, en la producción y transferencia de conocimientos y aprendizajes, así como promover el establecimiento y consolidación de alianzas estratégicas entre gobiernos, sector productivo, organizaciones de la sociedad civil e instituciones de educación superior, ciencia y tecnología. Deben también tomar en cuenta la riqueza de la historia, de las culturas, las literaturas y las artes del Caribe y favorecer la movilización de las competencias y de los valores universitarios de esta parte de nuestra región, para edificar una sociedad latinoamericana y caribeña diversa, fuerte, solidaria y perfectamente integrada. La Conferencia Regional de Educación Superior 2008 hace un urgente y enfático llamado a los miembros de las comunidades educativas, particularmente a los encargados de la toma de decisiones políticas y estratégicas, a los responsables de los Ministerios de Educación, de Educación Superior, de Cultura y de Ciencia y Tecnología, a las organizaciones internacionales, a la propia UNESCO y a los actores y personas involucrados en las tareas educativas y universitarias, a considerar los planteamientos y las líneas de acción que se han derivado del debate sostenido en ella acerca de las prioridades que la educación superior debe asumir, sobre la base de una clara conciencia respecto de las posibilidades y aportes que ésta reviste para el desarrollo de la región. Los desafíos y retos que debemos enfrentar son de tal magnitud que, de no ser atendidos con oportunidad y eficacia, ahondarán las diferencias, desigualdades y contradicciones que hoy impiden el crecimiento de América Latina y el Caribe con equidad, justicia, sustentabilidad y democracia para la mayoría de los países que la conforman. Esta Conferencia
En un mundo donde el conocimiento, la ciencia y la tecnología juegan un papel de primer orden, el desarrollo y el fortalecimiento de la edcación superior es un elemento insustituible para el avance social, la generación de riqueza, el fortalecimiento de la identidad cultural, la cohesión social, la lucha contra la pobreza y el hambre, la prevención del cambio climático y la crisis energética, así como para la promoción de la cultura de paz. Regional señala que, si bien se ha avanzado hacia una sociedad que busca cambios y referentes democráticos y sustentables, aún faltan transformaciones profundas en los ejes que dinamizarán el desarrollo de la región, entre los cuales, uno de los más importantes, es la educación y en particular la educación superior. Por ello, convencidos del valor primordial de la educación superior en el forjamiento de un futuro mejor para nuestros pueblos, declaramos:
A.- Contexto 1.- La construcción de una sociedad más próspera, justa y solidaria y con un modelo de desarrollo humano integral sustentable, debe ser asumida por todas las naciones del mundo y por la sociedad global en su conjunto. En este sentido, las acciones para el cumplimiento de los objetivos del milenio (ODM) deben constituirse en una prioridad fundamental. 2.- Nuestra región es profundamente multicultural y plurilingüe. La integración regional y el abordaje de los desafíos que enfrentan nuestros pueblos requieren enfoques propios
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que valoren nuestra diversidad humana y natural como nuestra principal riqueza. 3.- En un mundo donde el conocimiento, la ciencia y la tecnología juegan un papel de primer orden, el desarrollo y el fortalecimiento de la educación superior es un elemento insustituible para el avance social, la generación de riqueza, el fortalecimiento de la identidad cultural, la cohesión social, la lucha contra la pobreza y el hambre, la prevención del cambio climático y la crisis energética, así como para la promoción de la cultura de paz.
B.- La educación superior como derecho humano y bien público social 1.- La educación superior es un derecho humano y un bien público social. Los Estados tienen el deber fundamental de garantizar este derecho. Los Estados, las sociedades nacionales y las comunidades académicas deben ser quienes definan los principios básicos en los cuales se fundamenta la formación de los ciudadanos, y velar porque ella sea pertinente y de calidad. 2.- El carácter de bien público social de la educación superior se reafirma en la medida que el acceso a ella sea un derecho real de todos los ciudadanos. Las políticas educacionales nacionales constituyen la condición necesaria para favorecer el acceso a una educación superior de calidad, mediante estrategias y acciones consecuentes. 3.- En América Latina y el Caribe, en particular, se necesita una educación que contribuya eficazmente a la convivencia democrática, a la tolerancia y a crear un espíritu de solidaridad y de cooperación, que construya la identidad continental, que cree las oportunidades para quienes hoy no las tienen y que contribuya, con la creación del conocimiento, a la trasformación social y productiva de nuestras sociedades. En un continente con países que vienen saliendo de la terrible crisis democrática que provocaron las dictaduras y que ostenta
la penosa circunstancia de tener las mayores desigualdades sociales del planeta, los recursos humanos y el conocimiento serán la principal riqueza de todas cuantas disponemos. 4.- Las respuestas de la educación superior a las demandas de la sociedad han de basarse en la capacidad reflexiva, rigurosa y crítica de la comunidad universitaria cuando define sus finalidades y asume sus compromisos. Es ineludible la libertad académica para poder determinar sus prioridades y tomar sus decisiones según los valores públicos que fundamentan la ciencia y el bienestar social. La autonomía es un derecho y una condición necesaria para el trabajo académico con libertad, y a su vez una enorme responsabilidad para cumplir su misión con calidad, pertinencia, eficiencia y transparencia de cara a los retos y desafíos de la sociedad. Comprende asimismo la rendición social de cuentas. La autonomía implica un compromiso social y ambos deben necesariamente ir de la mano. La participación de las comunidades académicas en la gestión y, en especial, la participación de los estudiantes, resulta indispensable. 5.- La educación superior como bien público social se enfrenta a corrientes que promueven su mercantilización y privatización, así como a la reducción del apoyo y financiamiento del Estado. La educación no puede en modo alguno quedar regida por reglamentos e instituciones previstas para el comercio, ni por la lógica del mercado. El desplazamiento de lo nacional y regional hacia lo global (bien público global) tiene como consecuencia el fortalecimiento de hegemonías que existen de hecho. 6.- La educación suministrada por proveedores transnacionales, exenta de control y orientación por parte de los Estados nacionales, favorece una educación descontextualizada en la cual los principios de pertinencia y equidad quedan desplazados. Ello amplía la exclusión social, fomenta la desigualdad y consolida el subdesarrollo. Debemos promover en nuestros países las
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La Educación Superior es un bien público social, un derecho humano y universal y un deber del Estado
La educación superior como bien público social se enfrenta a corrientes que promueven su mercantilización y privatización, así como a la reducción del apoyo y financiamiento del Estado. La educación no puede en modo alguno quedar regida por reglamentos e instituciones previstas para el comercio, ni por la lógica del mercado. El desplazamiento de lo nacional y regional hacia lo global (bien público global) tiene como consecuencia el fortalecimiento de hegemonías que existen de hecho. leyes y los mecanismos necesarios para regular la oferta académica, especialmente la trasnacional, en todos los aspectos claves de una educación superior de calidad. 7.- La incorporación de la educación como un servicio comercial en el marco de la Organización Mundial de Comercio (OMC) ha dado lugar a un rechazo generalizado por parte de muy diversas organizaciones relacionadas directamente con la educación superior. La referida incorporación constituye una fuerte amenaza para la construcción de una educación superior pertinente en los países que acepten los compromisos exigidos en el Acuerdo General de Comercio y Servicios y ello supone graves daños para los propósitos humanistas de una educación integral y para la soberanía nacional. Por ello, desde la CRES, advertimos a los estados de América Latina y el Caribe sobre los peligros que implica aceptar los acuerdos de la OMC y luego estar obligados por ellos, entre otras aspectos lesivos, a orientar fondos públicos hacia emprendimientos privados extranjeros implantados en su territorio en cumplimiento del principio del “trato nacional” que en ellos se establece. Asimismo afirmamos nuestro propósito de actuar para que la educación en general y la educación superior en particular no sean consideradas como servicio comercial.
C.- Cobertura y modelos educativos e institucionales 1 - Para asegurar un significativo crecimien-
to de la cobertura educacional requerida para las próximas décadas, se hace imprescindible que la educación superior genere las estructuras institucionales y las propuestas académicas que garanticen el derecho a ella y la formación del mayor número posible de personas competentes, destinadas a mejorar sustancialmente el soporte sociocultural, técnico, científico y artístico que requieren los países de la región. 2 - Dada la complejidad de las demandas de la sociedad hacia la educación superior, las instituciones deben crecer en diversidad, flexibilidad y articulación. Ello es particularmente importante para garantizar el acceso y permanencia en condiciones equitativas y con calidad para todos y todas, y resulta imprescindible para la integración a la educación superior de sectores sociales como los trabajadores, los pobres, quienes viven en lugares alejados de los principales centros urbanos, las poblaciones indígenas y afrodescendientes, personas con discapacidad, migrantes, refugiados, personas en régimen de privación de libertad, y otras poblaciones carenciadas o vulnerables. 3 - Se deben promover la diversidad cultural y la interculturalidad en condiciones equitativas y mutuamente respetuosas. El reto no es sólo incluir a indígenas, afrodescendientes y otras personas culturalmente diferenciadas en las instituciones tal cual existen en la actualidad, sino transformar a éstas para que sean más pertinentes con la diversidad cultural. Es necesario incorporar el diálogo de saberes y el reconoci-
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miento de la diversidad de valores y modos de aprendizaje como elementos centrales de las políticas, planes y programas del sector. 4 - Dar satisfacción al aumento de las exigencias sociales por educación superior requiere profundizar las políticas de equidad para el ingreso e instrumentar nuevos mecanismos de apoyo público a los estudiantes (becas, residencias estudiantiles, servicios de salud y alimentación, tanto como el acompañamiento académico), destinados a permitir su permanencia y buen desempeño en los sistemas. 5 - Producir transformaciones en los modelos educativos para conjurar los bajos niveles de desempeño, el rezago y el fracaso estudiantil, obliga a formar un mayor número de profesores capaces de utilizar el conjunto de las modalidades didácticas presenciales o virtuales, adecuadas a las heterogéneas necesidades de los estudiantes y que, además, sepan desempeñarse eficazmente en espacios educativos donde actúan personas de disímiles procedencias sociales y entornos culturales. 6 - Avanzar hacia la meta de generalizar la educación superior a lo largo de toda la vida requiere reivindicar y dotar de nuevos contenidos a los principios de la enseñanza activa, según los cuales los principales protagonistas son individual y colectivamente quienes aprenden. Podrá haber enseñanza activa, permanente y de alto nivel sólo si ella se vincula de manera estrecha e innovadora al ejercicio de la ciudadanía, al desempeño activo en el mundo del trabajo y al acceso a la diversidad de las culturas. 7 - Ofrecer mayores opciones para los estudiantes al interior de los sistemas, a través de currículas flexibles que les faciliten un tránsito por sus estructuras, permitirá atender de modo eficiente sus intereses y vocaciones particulares, permitiéndoles acceder a nuevas formaciones de grado de naturaleza polivalente y acordes con la evolución de
Se deben promover la diversidad cultural y la interculturalidad en condiciones equitativas y mutuamente respetuosas. El reto no es sólo incluir a indígenas, afrodescendientes y otras personas culturalmente diferenciadas en las instituciones tal cual existen en la actualidad, sino transformar a éstas para que sean más pertinentes con la diversidad cultural. Es necesario incorporar el diálogo de saberes y el reconocimiento de la diversidad de valores y modos de aprendizaje como elementos centrales de las políticas, planes y programas del sector. las demandas en el mundo del trabajo. Todo esto exige perfeccionar la articulación entre los distintos niveles de formación, mecanismos educativos formales y no formales, así como programas conciliables con el trabajo. Superar la segmentación y la desarticulación entre carreras e instituciones, avanzando hacia sistemas de educación superior fundados en la diversidad, permitirá la democratización, el pluralismo, la originalidad y la innovación académica e institucional, firmemente sustentada en la autonomía universitaria. Igualmente, resultan imprescindibles la desconcentración y regionalización de la oferta educativa para procurar la equidad territorial, tanto como para facilitar la incorporación de los actores locales en la educación superior. 8 - Las tecnologías de información y comunicación deben contar con personal idóneo, experiencias validadas y un sistema de estricto control de la calidad para ser una herramienta positiva de expansión geográfica y temporal del proceso de enseñanza- aprendizaje. 9 - Dado que la virtualización de los medios educativos y su uso intensivo en los pro-
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La educación superior tiene una indudable responsabilidad en la formación de profesores para todo el sistema educativo, así como en la consolidación de la investigación pedagógica y la producción de contenidos educativos. Los Estados deben asumir en su plenitud la prioridad de garantizar una educación de calidad para todos, desde la educación inicial hasta la superior. En este sentido, las políticas de acceso a la educación superior deben también considerar la necesidad de la implementación de programas de enseñanza e investigación de calidad en los posgrados. cesos de enseñanza-aprendizaje tenderán a crecer aceleradamente, cobra enorme importancia el papel de la educación superior en la formación de personas con juicio crítico y estructuras de pensamiento capaces de transformar la información en conocimiento, para el buen ejercicio de sus profesiones y liderazgo en los sectores público y privado. 10 - La educación superior tendrá que hacer efectivo el desarrollo de políticas de articulación con todo el sistema educativo, colaborando en la formación de sólidas bases cognitivas y de aprendizaje en los niveles precedentes, de tal manera que los estudiantes que ingresan al nivel superior cuenten con los valores, las habilidades, destrezas y capacidades para poder adquirir, construir y transferir conocimientos en beneficio de la sociedad. La educación superior tiene una indudable responsabilidad en la formación de profesores para todo el sistema educativo, así como en la consolidación de la investigación pedagógica y la producción de contenidos educativos. Los Estados deben asumir en su plenitud la prioridad de garantizar una educación
de calidad para todos, desde la educación inicial hasta la superior. En este sentido, las políticas de acceso a la educación superior deben también considerar la necesidad de la implementación de programas de enseñanza e investigación de calidad en los posgrados. 11 - Hay que reconocer al cuerpo docente como actor fundamental del sistema educativo, garantizando su formación, capacitación permanente, adecuadas condiciones laborales y regímenes de trabajo, salario y carrera profesional que permitan hacer efectiva la calidad en la enseñanza y la investigación. 12 - Es indispensable garantizar la universalización de la educación media. Igualmente, la incorporación de toda la población a las dinámicas del conocimiento exige, por parte de las instituciones de educación superior, el desarrollo de alternativas y trayectorias educativas conducentes a certificaciones para el trabajo, la alfabetización digital y el reconocimiento, de experiencias y saberes adquiridos fuera de los sistemas formales. En este sentido, debe rescatarse, entre otras, la experiencia de las Universidades Populares de los inicios del reformismo universitario. 13 - Las instituciones de educación superior de la región necesitan y merecen mejores formas de gobierno, capaces de responder a las transformaciones demandadas por los contextos internos y externos. Eso exige la profesionalización de los directivos y una vinculación clara entre la misión y propósitos de la institución y los instrumentos de gestión.
D.- Valores sociales y humanos de la educación superior 1 - Es preciso hacer cambios profundos en las formas de acceder, construir, producir, transmitir, distribuir y utilizar el conocimiento. Como ha sido planteado por la UNESCO en otras oportunidades, las instituciones de educación superior, y, en particular, las uni-
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Es necesario promover el respeto y la defensa de los derechos humanos, incluyendo: el combate contra toda forma de discriminación, opresión y dominación; la lucha por la igualdad, la justicia social, la equidad de género; la defensa y el enriquecimiento de nuestros patrimonios culturales y ambientales; la seguridad y soberanía alimentaria y la erradicación del hambre y la pobreza; el diálogo intercultural con pleno respeto a las identidades; la promoción de una cultura de paz, tanto como la unidad latinoamericana y caribeña y la cooperación con los pueblos del mundo. versidades, tienen la responsabilidad de llevar a cabo la revolución del pensamiento, pues ésta es fundamental para acompañar el resto de las transformaciones. 2 - Reivindicamos el carácter humanista de la educación superior, en función del cual ella debe estar orientada a la formación integral de personas, ciudadanos y profesionales, capaces de abordar con responsabilidad ética, social y ambiental los múltiples retos implicados en el desarrollo endógeno y la integración de nuestros países, y participar activa, crítica y constructivamente en la sociedad. 3 - Es necesario promover el respeto y la defensa de los derechos humanos, incluyendo: el combate contra toda forma de discriminación, opresión y dominación; la lucha por la igualdad, la justicia social, la equidad de género; la defensa y el enriquecimiento de nuestros patrimonios culturales y ambientales; la seguridad y soberanía alimentaria y la erradicación del hambre y la pobreza; el diálogo intercultural con pleno respeto a las identidades; la promoción de una cultura de paz, tanto como la unidad latinoamericana y caribeña y la cooperación con los pueblos del mundo. Éstos forman parte de los compromisos vitales de la educación superior y han de expresarse en todos los programas de formación, así como en las prioridades de investigación, extensión y cooperación interinstitucional. 4 - La educación superior, en todos los ámbitos de su quehacer, debe reafirmar y fortalecer
el carácter pluricultural, multiétnico y multilingüe de nuestros países y de nuestra región. 5 - Las instituciones de educación superior deben avanzar en la configuración de una relación más activa con sus contextos. La calidad está vinculada a la pertinencia y la responsabilidad con el desarrollo sostenible de la sociedad. Ello exige impulsar un modelo académico caracterizado por la indagación de los problemas en sus contextos; la producción y transferencia del valor social de los conocimientos; el trabajo conjunto con las comunidades; una investigación científica, tecnológica, humanística y artística fundada en la definición explícita de problemas a atender, de solución fundamental para el desarrollo del país o la región, y el bienestar de la población; una activa labor de divulgación, vinculada a la creación de conciencia ciudadana sustentada en el respeto a los derechos humanos y la diversidad cultural; un trabajo de extensión que enriquezca la formación, colabore en detectar problemas para la agenda de investigación y cree espacios de acción conjunta con distintos actores sociales, especialmente los más postergados. 6 - Es necesario promover mecanismos que permitan, sin menoscabo de la autonomía, la participación de distintos actores sociales en la definición de prioridades y políticas educativas, así como en la evaluación de éstas.
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E.- La educación científica y humanística y el desarrollo integral sustentable 1 - La educación superior tiene un papel
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imprescindible en la superación de las brechas científicas y tecnológicas con los países hoy más desarrollados y al interior de la región. La existencia de dichas brechas amenaza con perpetuar en nuestros países situaciones de subordinación y pobreza. Se requiere incrementar la inversión pública en ciencia, tecnología e innovación, así como la formulación de políticas públicas para estimular una creciente inversión por parte de las empresas. Estas inversiones deben estar dirigidas al fortalecimiento de las capacidades nacionales y regionales para la generación, transformación y aprovechamiento del conocimiento, incluyendo la formación calificada, el acceso a la información, el equipamiento necesario, la conformación de equipos humanos y comunidades científicas integradas en red. 2 - Las políticas nacionales, regionales e institucionales deben estar encaminadas fundamentalmente a lograr una transformación de los modelos de relación entre los grupos de investigación académica y los usuarios del conocimiento, sean estos empresas de producción, servicios públicos o comunidades, de forma que las necesidades sociales y productivas se articulen con las capacidades académicas, conformando líneas de investigación prioritaria. 3 - El desarrollo de las capacidades científicas, tecnológicas, humanísticas y artísticas con clara y rigurosa calidad debe estar vinculado a una perspectiva de sustentabilidad. El agotamiento del modelo predominante de desarrollo se evidencia en la contraposición entre las necesidades humanas, los modelos de consumo y la conservación de la habitabilidad del planeta. Se trata de propiciar enfoques que apunten a combinar la atención de los problemas sociales, económicos y ambientales, reduciendo el hambre, la pobreza y la inequidad, a la vez que se mantienen la biodiversidad y los sistemas de soporte de la vida en la Tierra. La educación es crucial para transformar valores
que hoy estimulan un consumo no sustentable. Las instituciones de conocimiento tienen un papel fundamental en la orientación de las nuevas tecnologías y la innovación hacia sistemas de consumo- producción que no condicionen las mejoras en el bienestar al consumo creciente de energía y materiales. 4 - Las nuevas tecnologías convergentes forman parte de la dinámica contemporánea del desarrollo científico-técnico que transformará a las sociedades en el curso de las próximas décadas. Nuestros países deberán sortear nuevos y difíciles desafíos para poder generar y utilizar este conocimiento e introducirlo y adaptarlo a metas sociales y económicas. Es necesario prestar especial atención a las barreras y potenciar la construcción de bases y plataformas científico-tecnológicas endógenas. 5 - El proceso de construcción de una agenda en ciencia, tecnología e innovación compartida por la universidad latinoamericana y caribeña debe apuntar a generar el conocimiento que nuestro desarrollo y el bienestar que nuestros pueblos demandan. Debe también
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Se requiere incrementar la inversión pública en ciencia, tecnología e innovación, así como la formulación de políticas públicas para estimular una creciente inversión por parte de las empresas. Estas inversiones deben estar dirigidas al fortalecimiento de las capacidades nacionales y regionales para la generación, transformación y aprovechamiento del conocimiento, incluyendo la formación calificada, el acceso a la información, el equipamiento necesario, la conformación de equipos humanos y comunidades científicas integradas en red.
Es indispensable acortar las distancias entre los campos científicos, técnicos, humanísticos, sociales y artísticos, entendiendo la complejidad y multidimensionalidad de los problemas y favoreciendo la transversalidad de los enfoques, el trabajo interdisciplinario y la integralidad de la formación.
propiciar una actividad científica fundada en las necesidades sociales y una creciente comprensión de la ciencia como un asunto público que concierne a la sociedad en su conjunto. 6 - Debe incrementarse la difusión y la divulgación del conocimiento científico y cultural a la sociedad, dando a los ciudadanos la oportunidad de participar en las decisiones sobre asuntos científicos y tecnológicos que puedan afectarlos directa o indirectamente, buscando convertirlos en soporte conciente de ellas, y al mismo tiempo abriendo el sistema científico a la crítica social. 7 - Tan importantes como la generación y socialización del conocimiento en las áreas de ciencias exactas, naturales y tecnologías de producción son los estudios humanísticos, sociales y artísticos con el fin de fortalecer perspectivas propias para el abordaje de nuestros problemas, responder a los retos en materia de derechos humanos, económicos, sociales y culturales, equidad, distribución de la riqueza, integración intercultural, participación, construcción democrática y equilibrio internacional, así como de enriquecer nuestro patrimonio cultural. Es indispensable acortar las distancias entre los campos científicos, técnicos, humanísticos, sociales y artísticos, entendiendo la complejidad y multidimensionalidad de los problemas y favoreciendo la transversalidad de los enfoques, el trabajo interdisciplinario y la integralidad de la formación.
8 - La formación de posgrado resulta indispensable para el desarrollo de la investigación científica, tecnológica, humanística y artística, basada en criterios rigurosos de calidad. El posgrado ha de estar fundamentado en líneas activas de investigación y creación intelectual para garantizar que sean estudios que promuevan las más altas calificaciones profesionales y la formación permanente, contribuyendo efectivamente a la generación, transformación y socialización del conocimiento.
F.- Redes académicas 1 - La historia y los avances construidos desde el ámbito de la cooperación han hecho a nuestras instituciones de educación superior actores con vocación de integración regional. Es mediante la constitución de redes que las instituciones de educación superior de la región pueden unir y compartir el potencial científico y cultural que poseen para el análisis y propuesta de solución a problemas estratégicos. Dichos problemas no reconocen fronteras y su solución depende de la realización de esfuerzos mancomunados entre las instituciones de educación superior y los Estados. 2 - Las redes académicas a escala nacional y regional son interlocutores estratégicos ante los gobiernos. Son, asimismo, los protagonistas indicados para articular de manera significativa identidades locales y regionales, y colaborando activamente en la superación de las fuertes
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asimetrías que prevalecen en la región y en el mundo frente al fenómeno global de la internacionalización de la educación superior.
Decimos con Gabriel García Márquez, desde su sentida Colombia, que nos toca avanzar hacia “una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra”.
G - La emigración calificada 1 - Un tema que merece la mayor atención es la prevención de la sustracción de personal de alta calificación por vía de la emigración. La existencia de políticas explícitas por parte de países industrializados para la captación de dicho personal proveniente de los países del Sur significa, en muchos casos para éstos, la pérdida de capacidades profesionales indispensables. Resultan impostergables políticas públicas que atiendan al problema en su complejidad, salvaguardando el patrimonio intelectual, científico, cultural, artístico y profesional de nuestros países. 2 - La emigración se ve acelerada por el reclutamiento de jóvenes profesionales de la región por parte de los países centrales, para atender la disminución de su población estudiantil universitaria. Ello podrá enfrentarse mediante la apertura de ámbitos locales de trabajo acordes con sus capacidades, y el aprovechamiento, a través de mecanismos que minimicen el impacto de las pérdidas, de las ventajas estratégicas que puede significar la emigración calificada en otras regiones para el país de origen cuando éste no pueda absorberla directamente.
H - Integración regional e internacionalización 1 - Es fundamental la construcción de un Espacio de Encuentro Latinoamericano y Caribeño de Educación Superior (ENLACES), el cual debe formar parte de la agenda de los gobiernos y los organismos multilaterales de carácter regional. Ello es básico para alcanzar niveles superiores que apunten a aspectos fundamentales de la integración regional: la profundización de su dimensión cultural; el desarrollo de fortalezas académicas que consoliden las perspectivas regionales ante los más acucian-
tes problemas mundiales; el aprovechamiento de los recursos humanos para crear sinergias en escala regional; la superación de brechas en la disponibilidad de conocimientos y capacidades profesionales y técnicas; la consideración del saber desde el prisma del bienestar colectivo; y la creación de competencias para la conexión orgánica entre el conocimiento académico, el mundo de la producción, el trabajo y la vida social, con actitud humanista y responsabilidad intelectual. 2 - En el marco de la consolidación del ENLACES, es necesario acometer: a. la renovación de los sistemas educativos de la región, con el objeto de lograr una mejor y mayor compatibilidad entre programas, instituciones, modalidades y sistemas, integrando y articulando la diversidad cultural e institucional; b. la articulación de los sistemas nacionales de información sobre educación superior de la región para propiciar, a través del Mapa de la Educación Superior en ALC (MESALC), el mutuo conocimiento entre los sistemas como base para la movilidad académica y
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como insumo para adecuadas políticas públicas e institucionales. c. el fortalecimiento del proceso de convergencia de los sistemas de evaluación y acreditación nacionales y subregionales, con miras a disponer de estándares y procedimientos regionales de aseguramiento de la calidad de la educación superior y de la investigación para proyectar su función social y pública. Los procesos de acreditación regionales deben estar legitimados por la participación de las comunidades académicas, contar con la contribución de todos los sectores sociales y reivindicar que calidad es un concepto inseparable de la equidad y la pertinencia; d. el mutuo reconocimiento de estudios, títulos y diplomas, sobre la base de garantías de calidad, así como la formulación de sistemas de créditos académicos comunes aceptados en toda la región. Los acuerdos sobre legibilidad, transparencia y reconocimiento de los títulos y diplomas resultan indispensables, así como la valoración de habilidades y competencias de los egresados y la certificación de estudios parciales; igualmente hay que dar seguimiento al proceso de conocimiento recíproco de los sistemas nacionales de posgrado, con énfasis en la calidad como un requisito para el reconocimiento de títulos y créditos otogardos en cada uno de los países de la región. e. el fomento de la movilidad intrarregional de estudiantes, investigadores, profesores y personal administrativo, incluso a través de la implementación de fondos específicos; f. el emprendimiento de proyectos conjuntos de investigación y la creación de redes de investigación y docencia multiuniversitarias y pluridisciplinarias; g. el establecimiento de instrumentos de comunicación para favorecer la circulación de la información y el aprendizaje; h. el impulso a programas de educación a distancia compartidos, así como el apoyo
a la creación de instituciones de carácter regional que combinen la educación virtual y la presencial; i. el fortalecimiento del aprendizaje de lenguas de la región para favorecer una integración regional que incorpore como riqueza la diversidad cultural y el plurilingüismo. 3 - En el plano internacional es preciso fortalecer la cooperación de América Latina y el Caribe con las otras regiones del mundo, particularmente la cooperación Sur-Sur y, dentro de ésta, con los países africanos. La Conferencia encomienda al IESALC designar una comisión encargada de presentar a la brevedad una hoja de ruta que permita la integración progresiva de las instituciones de educación superior de la región. Los participantes en este encuentro reconocen la labor enjundiosa realizada por el Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC-UNESCO) en la preparación y realización de este evento, que ha permitido recoger la opinión de la comunidad académica regional con miras a la Conferencia Mundial de Educación Superior, París 2009. La integración académica latinoamericana y caribeña es una tarea impostergable. Es necesaria para crear el futuro del Continente. Los participantes de la CRES 2008 ratifican el compromiso de asegurar esta tarea. Tenemos la obligación y la responsabilidad de crear un futuro propio. Decimos con Gabriel García Márquez, desde su sentida Colombia, que nos toca avanzar hacia “una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra”.
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La EVALUACIÓN EDUCATIVA, una práctica para reconfigurar Por Marta Lorena Salinas S.* Decana Facultad de Educación Universidad de Antioquia. losalas@quimbaya.udea.edu.co
En este texto se presentan algunos de los elementos considerados básicos para una discusión alrededor de la evaluación en la universidad. En un primer apartado se señalan las determinaciones de orden social, económico y político que condicionan las instituciones escolares y la forma como la evaluación ha ido invirtiendo su sentido fundamental. Luego se señalan los discursos que soportan las prácticas de evaluación, tratando de revelar los riesgos de pensarla desprovista de poder, como ejercicio meramente técnico y finalmente se esbozan las funciones pedagógica y social de la evaluación tratando de mostrar su articulación en el ámbito universitario. Ponencia presentada en el Foro Regional de Evaluación del Aprendizaje de Educación Superior Antioquia-Chocó, realizado el 1º de agosto de 2008 en Medellín, bajo la coordinación del Ministerio de Educación Nacional, con el apoyo de la Vicerrectoría de Docencia y de la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia, lo mismo que de la Asociación Colombiana de Facultades de Educación –ASCOFADE–. A este encuentro asistieron representantes de 39 instituciones de educación superior.
Para iniciar el debate Las discusiones alrededor de la evaluación en los
* Además de decana de la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia, la profesora Marta Lorena Salinas Salazar es Presidenta de la Asociación Colombiana de Facultades de Educación.
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espacios educativos se tornan cada vez más frecuentes e intentan polemizar su aplicación como un hecho natural, que aunque genere conflictos y tensiones, no se cuestiona, aparece como un sine qua non de lo educativo, como un mal necesario. Para intensificar este debate, es importante revisar las circunstancias de carácter epistemológico, social, histórico e incluso económico, en que la noción entró a ser parte de las instituciones escolares. La evaluación es un proceso complejo, es un campo de tensiones en el que se dirimen un sinnúmero de posturas que se apoyan en concepciones diversas y desde las cuales toman cuerpo prácticas y análisis que dejan abierto y en alerta un lugar por construir. Concebir la evaluación es pensar no únicamente en los aprendizajes de los estudiantes, es también forjar la evaluación institucional, proponerse una mirada sobre los programas, hacer el análisis del desempeño y las funciones docentes, es revisar estructuras altamente complejas como las instituciones educativas, las cuales no pueden ser evaluadas con esquemas simples. Evaluar es establecer un compromiso ético. Esta es la razón por la cual podemos afirmar que las instituciones educativas tienen el compromiso de convertir la evaluación en un proceso transparente, lo cual significa que tiene que ser un producto legítimo de su vida interna como comunidades disciplinares. Para las instituciones educativas la evaluación es la herramienta para hacerse ellas mismas transparentes. Trabajo difícil como lo señala Pérez, cuando propone: “El primer problema de la evaluación es la resistencia que genera en una sociedad donde el ocultamiento, la opacidad, la complacencia, el corporativismo, la mentira o la corrupción, han configurado las estructuras de poder.” (Pérez, 1994: 245). Un primer debate puede establecerse alrededor de los usos que se están dando a las concepciones sobre evaluación en relación con los principios fundamentales, propios de las instituciones educativas en todos los niveles. Algunos de estos principios podrían estar siendo transgredidos en su esencia con intervenciones sutiles que cada vez se extienden más. Por ejemplo, el conocimiento en ocasiones aparece ponderado de acuerdo con criterios que no emanan propiamente de dichas instituciones, dando origen a una clara discrepancia, no siempre explícita, entre la evaluación en la academia y el control de recursos. Esta discrepancia ocurre porque la evaluación está estrechamente ligada a las concepciones educativas en general, y a los discursos que la soportan en particular.
La presencia de las políticas y las leyes del mercado trazando caminos para la educación, se expresa a través de un lenguaje embaucador que tiende a responsabilizar a los sujetos individuales.
La evaluación, es decir, sus prácticas e implicaciones, no sólo remiten a la revisión rigurosa y sistemática de todos los procesos educativos, sino que también, tiene un fuerte determinismo por las condiciones globales de la internacionalización y las demandas del mercado. Demandas que respaldan principios y postulados que le marcan un nuevo rumbo a las políticas estatales. Comúnmente la evaluación se mueve entre dos tensiones importantes. De una parte las tendencias nacionales que intentan recoger las características y condiciones de lo regional y, de otra, las tendencias internacionales que determinan y condicionan no solo la formulación de políticas, sino las formas culturales que exponen y representan, y, por supuesto, las condiciones económicas que las respaldan. Bajo la influencia de estas tensiones también hay que leer los resultados del sistema educativo. Si bien la responsabilidad sobre las instituciones educativas tiene que ser compartida por diversos sectores, incumbe a los universitarios suscitar procesos de análisis y abrir opciones que promuevan propuestas diferentes sobre su papel académico frente a lo que se impone como exigencias del mercado. Propuestas que por su naturaleza se conviertan en nuevos elementos de reflexión para generar modelos de evaluación propios de cada institución que se correspondan con sus condiciones históricas, políticas, sociales y académicas; con su entorno territorial y político y con los campos de la docencia, la investigación y la extensión o proyección social. Es urgente mantener abiertos los debates sobre los dispositivos teóricos y metodológicos que apoyen los procesos de autoevaluación, en búsqueda de la autorregulación, de tal suerte que se avance en la redefinición de las perspectivas en torno a las
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concepciones y a las intenciones de cada institución, reencontrando así el lugar que le pertenece al conocimiento universitario y a los propósitos académicos y sociales de la educación superior. La presencia de las políticas y las leyes del mercado trazando caminos para la educación, se expresa a través de un lenguaje embaucador que tiende a responsabilizar a los sujetos individuales. Palabras que transmutan sus sentidos más primigenios del campo educativo hacia un proyecto económico, empresarial y rentable. Las políticas educativas están insertas en un proyecto socioeconómico, que como lo señala Glazman (2001) a manera de currículum oculto, se impone en el terreno educativo, poniendo a los académicos a aceptar como propios postulados, pensamientos y propuestas a merced de intereses económicos y políticos determinados de un mercado que intenta mostrarse imparcial, y que los obliga a desplazar significados, a extrapolar explicaciones de un campo a otro, a usar las palabras como negación de la discriminación, y la equidad, justamente, como mecanismos legalizados para la exclusión, la descalificación y la inequidad. En el escenario para este lenguaje se presentan nuevos actores que se reconocen por su alta calificación, se crean elites soportadas sobre credenciales y certificados, se pasa a definir la persona por el rol que va a desempeñar y no por lo que es, se van dejando de lado los proyectos personales, los sueños, las dudas y las preguntas, se aleja la vida y se entra en la carrera desmedida del ganar a como de lugar. Se deja de ser ciudadano de una sociedad política y se existe en cuanto trabajador. La educación pierde su rumbo, y actúa con base en las demandas del mercado. Touraine, (1998). Cuando la sociedad está atribulada por los acosos de los intereses económicos, se inhiben los desarrollos autónomos, plurales, la autorrealización con base en los intereses y los sueños propios se aplazan para dejar paso a una preparación temporal que le permita al individuo tener participación en el mundo laboral. Este contrasentido, a su vez, va desdibujando el espacio para la transformación, al instalarse en una lógica de corto plazo, que responde sólo a las urgencias del mercado y pone a los individuos en el lugar de la obediencia y del trabajo, los aleja de la complejidad del mundo y de su existencia. Olvidado de su propia existencia, el ser humano se desintegra, la búsqueda de verdades se desplaza, todo cabe, todo vale y se promueve la competencia entre sujetos, programas e instituciones. El conocimiento se convierte en un valor práctico y la evaluación parece
La evaluación es un proceso complejo, es un campo de tensiones en el que se dirimen un sinnúmero de posturas que se apoyan en concepciones diversas y desde las cuales toman cuerpo prácticas y análisis que dejan abierto y en alerta un lugar por construir. Concebir la evaluación es pensar no únicamente en los aprendizajes de los estudiantes, es también forjar la evaluación institucional, proponerse una mirada sobre los programas, hacer el análisis del desempeño y las funciones docentes, es revisar estructuras altamente complejas como las instituciones educativas, las cuales no pueden ser evaluadas con esquemas simples.
operar con un efecto invertido. Ésta no sirve para leer el estado de los procesos y cotejarlos con lo que la institución, el programa, el profesor, el curso o el estudiante se plantearon inicialmente sino para confirmar qué se evalúa. Los planes de estudio, los resultados de la labor docente y de la investigación se orientan hacia las demandas de la instancia evaluadora. En esta inversión de significados no se sabe, como lo señalan Sacristán y Pérez (1992) si se evalúa porque se quiere comprobar lo enseñado o se enseña porque hay que evaluar. De hecho las representaciones sociales de los estudiantes alrededor de la evaluación dejan leer con precisión que aquello que se evalúa es realmente lo importante de la disciplina. Las pruebas, los procedimientos y los enfoques no se adaptan a la educación para que ratifiquen, transformen o sugieran otros procesos educativos, sino que los procesos educativos se adaptan a las formas de evaluación que abundan en el medio1. He ahí el punto nodal en esta forma velada del mercado, el problema gravita en torno a las diferencias en las capacidades, actitudes y talentos de las personas. Se trata de reducir las reivindicaciones y las expectativas sociales para privilegiar el individualismo. Se cree que las desigualdades son
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el resultado de las diferentes capacidades de las personas y no el producto de un mercado sin reglas, por tanto ese no es considerado como un problema del Estado (Pasquino 2004). La crisis de la escuela no pocas veces es enunciada como resultado de ineficacia, o de la incompetencia de quienes trabajan allí. Para ello se pregonan remedios eficaces y eficientes, como por ejemplo, promover la competencia en el mercado; ahora ya no se es ciudadano, se es cliente.
La evaluación en la universidad Cuando la evaluación se realiza al margen de la cotidianidad y se inscribe en lógicas particulares, que representan bien las demandas externas, ya sean de mercado, de formas de operación del orden administrativo en contravía con la lógica del conocimiento, que expresa fisuras y discontinuidades, centra toda la atención en los aspectos formales, y se reduce a la aplicación de pruebas para obtener resultados, las más de las veces terminales, que se presentan como productos tangibles, medibles, mostrables, objetivos y se deja de lado todos los procesos simbólicos y sutiles que le dan cuerpo y valor a la evaluación. (Díaz 2000). La evaluación tiene que servir para que las instituciones, los profesores y los estudiantes, lean sus propios recorridos, tejan sus proyectos y determinen finalmente hasta donde quieren llegar. En este sentido, es útil conocer cuáles son los discursos y las funciones de la evaluación.
Los discursos de la evaluación Debatir, conversar, poner en consideración los conflictos y tensiones que genera la evaluación, conduce inexorablemente a una lectura sobre los discursos que se estructuran alrededor de ella y que se convierten en su sentido más primario. Un discurso ético político referido a derechos, legitimidad y poder; un discurso técnico referido a formas, a procedimientos y a herramientas y; un discurso profesional referido a la acreditación y a la certificación. Discursos que deberían estar íntimamente enlazados reconociendo su estrecha interdependencia. No obstante, en la manera de entender y comprometernos con el discurso ético político, subyace una concepción ideológica y de poder que se enfrenta con los mismos principios y postulados con que se corresponde la concepción que cada uno de nosotros tiene sobre la sociedad, la ciudadanía y la civilidad. La institución universitaria compromete sus principios fundamentales, despliega su criticidad para revi-
sar su ejercicio cotidiano, su razón de ser se convierte en fuerza insoslayable que acompaña a cada una de sus funciones. Los profesores, actuamos en relación con la evaluación, no sólo en estrecha dependencia con la forma como nos relacionamos con la disciplina que enseñamos y el saber sobre la enseñanza, la creación de ambientes de aprendizaje, la construcción de proyectos, la lectura de los diferentes contextos, sino con las concepciones éticas y políticas que configuran nuestra propia historia. E igualmente los estudiantes se acompañan de su concepción, así, la evaluación se puede convertir en un aliado para el seguimiento y la transformación o en artificio que se aprende, para burlar la obtención de resultados. Desde una concepción ética y política elegimos la forma de operar con el discurso técnico, es decir, seleccionamos las herramientas y los instrumentos para recoger la información; con ella tomamos decisiones y desarrollamos la actuación sobre la evaluación, como encuentro o desencuentro, compañía o intimidación, análisis o enfrentamiento, fiscalización o diálogo, juicio o comprobación, ayuda o competición: Santos (1994). Con base en la elección, las técnicas y sus formas de uso se convierten en ayuda para recoger y sistematizar la información, con ellas regulamos la enseñanza, permitimos que el otro organice su aprendizaje o dejamos convertir el mundo académico en verdaderas contiendas entre profesores y estudiantes. De la misma manera, en el discurso para la certificación y la acreditación, se puede partir de la necesidad primaria de comparecer inicialmente frente a nosotros mismos, haciendo explícito a través de ejercicios rigurosos el estado de los procesos, en una clara manifestación de
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La evaluación, es decir, sus prácticas e implicaciones, no sólo remiten a la revisión rigurosa y sistemática de todos los procesos educativos, sino que también, tiene un fuerte determinismo por las condiciones globales de la internacionalización y las demandas del mercado. Demandas que respaldan principios y postulados que le marcan un nuevo rumbo a las políticas estatales.
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autorregulación. Así la certificación no se convierte en un afán desmedido por el credencialismo, sino que podría ser el compendio de resultados parciales que van configurando un resultado acorde y coherente con los procesos vividos. La forma como se conciben y operan estos discursos favorece o niega la formación integral. El discurso ético político de la evaluación, por ejemplo, tiene una gran carga de poder y es usual que tome extremos opuestos en la formas de ser concebido. Un extremo apunta a dejar hacer - dejar pasar, todo vale, aquí la enseñanza, el aprendizaje y por supuesto la evaluación pierden su norte y entran en un espacio vacío; la evaluación es un remedo y apenas si aparece como sentido terminal que invisibiliza la relación con el otro. Un problema grave acusa esta forma de leerse, la confusión de lo cualitativo y su asociación con la promoción automática. El otro extremo delimita la evaluación como espacio para la intimidación y el chantaje, que obliga al otro a construir formas de defensa. Algunas frases leídas en la universidad ejemplifican este extremo: “lo peor de ser profesor es tener que evaluar”, “es que hay que hacer examen, porque si no ellos no estudian”, “el que saca cinco es el profesor”, “cada vez los estudiantes son más malos”. Estos postulados de fuerza, por fortuna, cada vez se escuchan menos. Estas formas de poder se hacen presentes también, cuando existen intimidaciones o chantajes en la relación profesor es-
Es urgente mantener abiertos los debates sobre los dispositivos teóricos y metodológicos que apoyen los procesos de autoevaluación, en búsqueda de la autorregulación, de tal suerte que se avance en la redefinición de las perspectivas en torno a las concepciones y a las intenciones de cada institución, reencontrando así el lugar que le pertenece al conocimiento universitario y a los propósitos académicos y sociales de la educación superior.
tudiante, cuando las notas se asignan de acuerdo con ofrecimientos que nada tienen que ver con la academia, cuando median las amenazas, entre otras prácticas. Por supuesto, estas formas de ejercer una postura autoritaria determinan las características que asumen el discurso técnico y la acreditación. En este orden de ideas, la evaluación externa tiene sentido únicamente cuando la institución, los programas, los profesores y los estudiantes se rigen por su propia autoridad, de tal suerte, que la mirada externa se ocupará de equilibrar, a través de la lectura, del registro, en el caso de las universidades del documento de autoevaluación, todos los procesos allí expresados, contribuyendo a fortalecer su tradición crítica. La formación integral se favorece cuando el discurso es entendido como responsabilidad ética, que señala caminos, que propone enfoques, teorías, corrientes de pensamiento y que acompaña a los estudiantes a acercarse y a conocerlos todos, a optar. El poder se magnifica en la autoridad que da el saber enseñar, aprender y evaluar, en el conocimiento profundo sobre lo que se enseña y en el reconocimiento del otro como un interlocutor válido, que se sabe diferente y se respeta. Cuando la evaluación de los aprendizajes se resuelve sólo desde el discurso técnico, referido a formas y a herramientas, se queda en un mero ejercicio instrumental, que desvirtúa el sentido formativo que ella ha de tener. Es preocupante que todavía las discusiones giren fundamentalmente sobre la forma, en tanto se demanda por el conocimiento de herramientas para recoger la información, sistemas de calificación y escalas de porcentajes. Cuando todos estos elementos útiles y necesarios son conocidos y puestos en práctica sin un contexto de comprensión sobre su intencionalidad, la evaluación pierde su esencia y se convierte en un mecanismo frío, alejado de la comprensión de los procesos de enseñanza y de aprendizaje. La evaluación de los aprendizajes en las instituciones tiene que concebirse como un proceso para promover la discusión, la reflexión y la investigación. La discusión en términos de la participación de los distintos actores que argumentan sus puntos de vista; la reflexión como transcurrir en sentido colegiado de grupos de trabajo; y la investigación como aporte, en la medida en que sus hallazgos tracen nuevos caminos para dibujar un horizonte de sentido que involucre a toda la institución. Cuando esto sea posible el discurso sobre la cer-
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tificación tendrá suficientes apoyos y argumentos para que sean la institución, los profesores, los estudiantes, quienes determinen si podrán o no, ascender a otros niveles, categorías, semestres, cursos o contenidos particulares.
Cuando la sociedad está atribulada por los acosos de los intereses económicos, se inhiben los desarrollos autónomos, plurales, la autorrealización con base en los intereses y los sueños propios se aplazan para dejar paso a una preparación temporal que le permita al individuo tener participación en el mundo laboral. Este contrasentido, a su vez, va desdibujando el espacio para la transformación, al instalarse en una lógica de corto plazo, que responde sólo a las urgencias del mercado y pone a los individuos en el lugar de la obediencia y del trabajo, los aleja de la complejidad del mundo y de su existencia.
Las funciones de la evaluación A la evaluación se le ha puesto a cargar con múltiples funciones disciplinarias, de premios y castigos que reflejan la concepción de evaluación de la institución, del docente y del estudiante. Nos ocuparemos de dos funciones básicas la pedagógica y la social. A la primera le corresponde la regulación de los procesos, a través del registro sistemático del estado de los mismos, lo cual permite determinar los cambios que es necesario introducir. El propósito básico es el de mejorar, por ello, está inserta en los procesos de formación. Las decisiones a tomar son de carácter estrictamente pedagógico, es decir, se entrega a cada cual su responsabilidad, se revisan todos los factores implicados: la institución, los profesores, los estudiantes, las formas de enseñanza, los aprendizajes y en cada uno de ellos, todas las variables que se ven comprometidas. Recordemos que cada uno de estos factores y variables son estructuras altamente complejas, que no pueden ser reducidas al reporte de calificaciones. La otra función es de carácter social, de selección y clasificación, y de orientación al grupo de estudiantes. Su misión es informar el progreso de los aprendizajes a los estudiantes, a las familias y a la sociedad. Le corresponde comunicar de manera rigurosa el estado de los procesos descritos en la función pedagógica, informe que ha de ser convenido entre los actores implicados y que por supuesto no podrá estar al margen, es decir, los primeros que deben saber cómo van sus procesos son las instituciones, los profesores y los alumnos al hacer acopio de la información recogida y contrastarla con lo esperado. Las instituciones no tendrían que escindir estas funciones, cuando lo hacen están negando que la universidad asume de manera responsable su papel de educadora de hombres y mujeres, como ciudadanos y como profesionales responsables frente al país. (Jorba, J y Casellas: 1997). No obstante, en la educación para la primera infancia y la educación básica, la evaluación debe ser eminentemente formativa y no debería excluir a ninguno del sistema escolar. Pero esto va más allá de convertirlo en norma legal,
empezaría por eliminar todo tipo de calificaciones y competición en la escuela, garantizando a cada niño y joven de manera simultánea, la formación para la convivencia en el pleno ejercicio de sus derechos y deberes, y brindar los conocimientos básicos para comprender la sociedad y participar en su desarrollo. Es decir, evaluar para ayudar al otro a alcanzar su mayoría de edad en términos kantianos. La separación de la función pedagógica de la social, influye sobre cuatro focos problemáticos de la evaluación, mencionados por Latorre y Suárez (2000) y en los cuales nos vamos a detener. 1. La desarticulación de las prácticas de evaluación del proceso pedagógico y de los fines de la educación; esta des-sintonía hace creer que se puede evaluar al margen de la elección de teorías, modelos, enfoques pedagógicos. Cuando se escinden la enseñanza, el aprendizaje y la evaluación, se convierten en actos solitarios que no dejan leer su gran proximidad y se deterioran en un espacio amorfo que niega la integralidad de los maestros y de los alumnos. Negación que dota a la evaluación de un
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Con base en la elección, las técnicas y sus formas de uso se convierten en ayuda para recoger y sistematizar la información, con ellas regulamos la enseñanza, permitimos que el otro organice su aprendizaje o dejamos convertir el mundo académico en verdaderas contiendas entre profesores y estudiantes. De la misma manera, en el discurso para la certificación y la acreditación, se puede partir de la necesidad primaria de comparecer inicialmente frente a nosotros mismos, haciendo explícito a través de ejercicios rigurosos el estado de los procesos, en una clara manifestación de autorregulación. Así la certificación no se convierte en un afán desmedido por el credencialismo, sino que podría ser el compendio de resultados parciales que van configurando un resultado acorde y coherente con los procesos vividos.
poder que no le corresponde, y se le atribuyen toda clase de situaciones que no le son propias. 2. La distorsión de la evaluación, al centrarla exclusivamente en el acto terminal que califica lo que supuestamente un estudiante conoce, que no necesariamente coincide con lo real. La evaluación tiene un significado diferente en la universidad, frente a la sociedad del conocimiento y los profundos avances en la tecnología. No prima ya la enseñanza de contenidos específicos, dado que se reconoce el carácter transitorio de las teorías y de las leyes de las ciencias. Además, en función de los avances de la revolución informática, es oportuno y necesario desarrollar en los sujetos la capacidad para valorar enunciados, de acuerdo con la dinámica propia de cada disciplina. Como consecuencia, ya no se evalúa solamente para hacer explí-
cito cuánto recuerda el estudiante sobre determinado tema, sino para hacer visible su capacidad para apropiarse críticamente de los lenguajes especializados y establecer relaciones y preguntas que lo conduzcan por los caminos de la interconectividad, de lo complejo. Como lo dice Edgar Morin: “...nuestra formación escolar, y universitaria, nos enseña a separar (los objetos de su entorno, las disciplinas unas de las otras) y no a enlazar, y la separación de las disciplinas hace que sea casi imposible captar ‘lo que se ha homogenizado conjuntamente’, es decir, según el sentido original del término: lo complejo” (Morin, 1998: 21). De igual manera nos vemos obligados a revisar la aparente neutralidad valorativa en la enseñanza de las disciplinas. Tiene que ver con las formas de enseñarlas, donde lo válido es lo positivo, lo medible, lo cuantificable, herencia del determinismo y de la exigencia por los resultados. El conocimiento y las disciplinas en este contexto, adquieren el carácter de verdad revelada, de absoluto, lo cual niega de paso, su evolución, lo falible que permite su progreso y el espacio para lo valorativo. Es consecuente con la aparente neutralidad, pero lamentable para una comunidad de saber, una enseñanza terminal de las disciplinas que no se pregunta por la estructura misma, tanto en la génesis de su construcción, evolución y desarrollo, como en el análisis epistemológico propio de cada una. 3. La poca consistencia en la definición de una propuesta de evaluación que elija un método que logre hacer congruentes y coherentes las teorías, los modelos, los enfoques, que apoyan la propuesta general de la institución. En este sentido, tiene gran peso la ausencia de una tradición crítica. Ausencia que obnubila el análisis, al no tener con que decantar todo lo que llega, bien como producción de teorías o como avalancha de decretos y normas, que al pasar sin ningún tamiz, empiezan a operar como cambios formales. Lo viejo se nomina de la nueva manera para no aparecer por fuera de lo actual, o para obedecer y cumplir con lo mandado. Cuando no se logra interrogar lo que llega nuevo, entender sus propuestas, encontrar espacios para su incorporación, entra superponiéndose a lo que ya existía y todo se queda gravitando de manera anárquica, no es posible explicar con argumentos lo que se hace, no se logra evidenciar ningún tipo de transformación. 4. La formación de los profesores ha estado apoyada más en el discurso técnico de la evaluación, enseñada como paso final, acortando las posibilidades de una reflexión de carácter epistemológico. De he-
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La formación integral se favorece cuando el discurso es entendido como responsabilidad ética, que señala caminos, que propone enfoques, teorías, corrientes de pensamiento y que acompaña a los estudiantes a acercarse y a conocerlos todos, a optar. El poder se magnifica en la autoridad que da el saber enseñar, aprender y evaluar, en el conocimiento profundo sobre lo que se enseña y en el reconocimiento del otro como un interlocutor válido, que se sabe diferente y se respeta.
cho la evaluación se centró en un paradigma de corte experimental que abogaba por los resultados finales independientemente de la complejidad de los fenómenos lingüísticos, políticos, económicos, sociales que influyen sobre ella y que condicionan su desarrollo. Es decir, se enseñó sólo su función social a partir de la medición lo cual hace que los profesores tengamos dificultad para romper ese círculo en el ejercicio de la profesión. Evaluamos como nos evaluaron a nosotros, en aras a la objetividad reducimos las múltiples interacciones del aula al examen y alegamos que es imposible hacer evaluación formativa con estudiantes o muy jóvenes o bastante mayores, o a grupos muy numerosos, etc. Acá aparecen asociadas dos situaciones. Una, la conformación, aún incipiente, de comunidades académicas, que hace lento el ejercicio de explicitar, debatir y reflexionar algunas prácticas, que habían permanecido ocultas por la fuerza de la costumbre, ahora puestas sobre la mesa, se desarrolla el mejor ejercicio de resolución de conflictos que puedan vivir las comunidades académicas. Otra, el también lento proceso de transformación de la cultura de la evaluación, lo cual implica una reconceptualización de la participación, es decir, recoger las ideas, los supuestos y los conocimientos de todos los actores; y demanda comprender, conocer y entender los hechos, su evolución histórica, su contexto. Este proceso exige la reconstrucción crítica, que sólo es posible con la argumentación, pues no se trata de una reconstrucción aséptica. Finalmente, se hace necesaria la cualificación, no sólo sobre los resultados finales, sino también en el sentido de que lo que se espera son mejores productos porque se tienen mejores procesos.
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Notas 1. Exámenes de Estado para el ingreso a la Educación Superior, Evaluación Censal de Competencias Básicas, Exámenes de Calidad de la Educación Superior, ECAES, entre otros.
Referencias bibliográficas Díaz, Ángel. Evaluación académica. Centro de estudios sobre la universidad UNAM. México: Fondo de cultura económica. 2000. pp. 10 - 31. Glazman, Raquel. “Evaluación y exclusión en al enseñanza universitaria” México: Paidós, 2001. p.191. Jorba, J. y Casellas, E. (Editores) La regulación y la autorregulación de los aprendizajes. Madrid: Síntesis, 1997. p. 239. Latorre H, y Suárez P, La evaluación escolar como mediación: enfoque socio-crítico, Fundación Francisca RadkeUPTC, Bogotá D. C., 2000. Morin, Edgar. “Sobre la reforma de la Universidad”. En: La Universidad en el cambio de siglo. Compiladores: Porta, J y Lladonosa, M. Madrid: Alianza, 1998. pp. 19-29. Pasquino, Gianfranco. “Sólo la izquierda puede ponerle reglas a la globalización” en Rev Semana No. 1.166 Septiembre de 2004. pp. 60-61 Pérez, G. “Los avatares de la evaluación”. En: Universidad y evaluación estado del debate (compilación). Buenos Aires: Aique, 1994. pp. 237-248 Popper, K. Conjeturas y refutaciones: El desarrollo del conocimiento científico, España: Paidós, 1972. p. 513. Sacristán, G y Pérez, G. Comprender y transformar la enseñanza. Madrid: Morata, 1992 p.447. Santos, Miguel. Entre Bastidores. El lado oculto de la organización escolar. Madrid: Aljibe, 1994. p. 354. Touraine, A. ¿Podremos vivir juntos? La discusión pendiente: el destino del hombre en la aldea global. Argentina: Fondo de Cultura Económica, 1998.
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Historia de las Ideas Políticas en Colombia Los autores de esta Historia de las ideas políticas han sabido cepillar la historia de Colombia a contrapelo. Ojalá lo puedan aprender sus lectores. Lejos de dejarse seducir por quienes recientemente nos han dado “la bienvenida al futuro” a costa de mayor desempleo, menos igualdad, menos autonomía nacional, son enfáticos en buscar las causas de la pobreza, las exclusiones y discriminaciones en una historia que va más allá de ser bicentenaria, pero que prometió en su momento emancipación, dignidad, justicia como equidad.
Por Guillermo Hoyos Vásquez
“Propio del pensar no es sólo el movimiento de las ideas, sino igualmente su detención”. (Walter Benjamín, Über den Begriff der Geschichte)1
Esta Historia de las Ideas Políticas en Colombia que presenta la Editorial Taurus y el Instituto de Estudios Sociales y Culturales PENSAR a la opinión pública, busca fomentar la reflexión acerca de la situación que atraviesa el país, situación tan extrema que bien pudiera llevar a la interpretación del poeta Hölderlin de que “allí
El siguiente texto –cedido para su publicación a Revista DEBATES por el autor– corresponde al prólogo del libro Historia de las Ideas Políticas en Colombia, editado por la Editorial Taurus y el Instituto de Estudios Sociales y Culturales PENSAR de la Pontificia Universidad Javeriana.
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donde crece el peligro allí está la salvación”. Naturalmente sólo se da la salvación a quienes asumen el peligro. Disintiendo, por tanto, de quienes estiman que reflexiones filosóficas sobre la crisis y la sociedad colombiana, al ser menos concretas pueden ser calificadas de no pertinentes, quiero leer las Tesis sobre la historia, las reflexiones de Walter Benjamín sobre “el concepto de historia”, escritas entre 1939 y 1940, cuando la situación política de Europa en plena guerra lo lleva a quitarse la vida en la frontera con España. Mi lectura pretende ayudar a comprender nuestra historia ya bicentenaria, magníficamente expuesta por los 10 colegas que la han escrito. I Mi interpretación desde Benjamín se facilita al constatar que los autores no han caído en una presentación funcionalista de nuestra historia, y mucho menos historicista, en el sentido que la critica Benjamín: El historicismo se contenta con establecer un nexo causal entre distintos momentos de la historia. Pero ningún hecho es ya un hecho histórico solamente por ser una causa. Habrá de serlo, póstumamente, en virtud de acaecimientos que pueden estar separados de él por milenios2. Y aquí radica el problema de la comprensión de la historia para un historiador crítico, quien no simplemente va acumulando datos, héroes y eventos. Debe penetrar en el sentido de épocas pasadas, en las que se dieron muchas luchas por el cultivo de la humanidad y por la construcción de un futuro mejor, que en la perspectiva de nuestros predecesores es nuestro presente y en relación con la cual se puede evaluar mejor qué pudo pasar para que no se cumplieran las esperanzas de generaciones anteriores. Continúa Benjamín: El historiador que parte de esta comprobación no permite ya que la sucesión de acaecimientos le corra entre los dedos como un rosario. Aprehende la constelación en la que ha entrado su propia época con una muy determinada época anterior. Funda de esta
La tensión en la que se encuentra el historiador y que es en última instancia su razón de ser entre un futuro que nos jala hacia el progreso y un pasado que nos retiene, si todavía somos capaces de sensibilidad moral, es la que lo lleva a comunicarse con las víctimas, sobre cuyas ruinas se ha construido el progreso. No es válida una evaluación de las acciones humanas orientada sólo por resultados. El progreso por sí mismo no explica la historia, más bien la desfigura, instalando el progreso y no el “principio esperanza” como su teleología, haciendo de ella el protagonismo de los vencedores. manera un concepto del presente como ese “tiempo del ahora” en el que están incrustadas astillas del tiempo mesiánico3. Este “tiempo del ahora”, “Jetztzeit”, en el que el historiador que piensa y no sólo recita como autómata las avemarías del rosario, le otorga no sólo la visión del pasado, en el sentido en que lo hemos dicho, sino el de un pasado detenido en el “tiempo del ahora”, para darle una nueva oportunidad, sin repetirlo, al proyectarlo a un futuro que es nuestro presente viviente, desde el cual como limitada respuesta a las angustias e ilusiones de generaciones anteriores, es posible decir algo de un futuro que no puede no responder a las frustraciones propias de la historia. El historiador no puede olvidar el sentido del pasado que se le da en las múltiples luchas sociales y políticas, no siempre no violentas. Para desarrollar esta idea, quizá nada mejor que la imagen bellamente propuesta por Benjamín del “ángel de la historia”: se trata de la muy conocida tesis XI que con epígrafe reza como sigue: “Mi ala está pronta al vuelo. Retornar, lo haría con gusto,
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pues, aun fuera yo tiempo vivo, mi suerte sería escasa.” Gerhard Scholem, Saludo del Angelus. Hay un cuadro de Klee que se titula Angelus Novus. Se ve en él un ángel, al parecer en el momento de alejarse de algo sobre lo cual clava la mirada. Tiene los ojos desorbitados, la boca abierta y las alas tendidas. El ángel de la historia debe tener ese aspecto. Su rostro está vuelto hacia el pasado. En lo que para nosotros aparece como una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única, que arroja a sus pies ruina sobre ruina, amontonándolas sin cesar. El ángel quisiera detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo destruido. Pero un huracán sopla desde el paraíso y se arremolina en sus alas, y es tan fuerte que el ángel ya no puede plegarlas. Este huracán lo arrastra irresistiblemente hacia el futuro, al cual vuelve las espaldas, mientras el cúmulo de ruinas crece ante él hasta el cielo. Este huracán es lo que nosotros llamamos progreso4. El ángel de la historia nos funda como comunidad con el pasado y con el futuro, para que en comunicación5 descubramos lo que ha sucedido a partir de las penurias que han desembocado en nuestro presente, para que, tenidas en cuenta, encuentren en el futuro respuestas menos dolorosas y más felices. Pero al ángel de la historia no se le dan hechos desencadenados, se le da el todo: una catástrofe única, en la que crece el cúmulo de ruinas hasta el cielo. Se trata pues de una historia de personas y colectividades, no de hechos, instituciones y resultados. Y esta relación con las personas es sobre todo una relación con las víctimas, con los perdedores, con los que su memoria nos reclama seguir luchando por una forma de hacer política sin violencia. La tensión en la que se encuentra el historiador y que es en última instancia su razón de ser entre un futuro que nos jala hacia el progreso y un pasado que nos retiene, si todavía somos capaces de sensibilidad moral, es la que lo lleva a comunicarse con las víctimas, sobre cuyas ruinas se ha construido el progreso. No es válida una
Es muy importante que el historiador logre reconstruir la relación entre las víctimas y el dominador en la época que pretende analizar. Pero para hacerse al punto de vista de los perdedores es necesaria sensibilidad moral, capacidad de sentir con las víctimas, empatía que rompe con ese desabrimiento moral, con la apatía e indiferencia de quienes siempre han estado del lado de los vencedores, del progreso a toda costa. Y por ello el veredicto contundente: el historiador historicista y funcionalista es funcionario del vencedor, su cómplice, no pocas veces adornado de cientificidad, neutralidad valorativa, actitud no política. evaluación de las acciones humanas orientada sólo por resultados. El progreso por sí mismo no explica la historia, más bien la desfigura, instalando el progreso y no el “principio esperanza” como su teleología, haciendo de ella el protagonismo de los vencedores. La razón por la cual Benjamín insiste en la necesidad de privilegiar a los perdedores y a las víctimas en la presentación de la historia no es sólo de índole moral y política. También hay razones epistemológicas si se quiere tener una auténtica visión de lo acontecido. Así lo formula la Tesis VII: “Considerad lo oscuro y el gran frío De este valle que resuena de lamentos” Brecht, La ópera de tres centavos. Fustel de Coulanges le recomienda al historiador que quiera revivir una época que se quite de la cabeza todo lo que sabe del curso ulterior de la historia. Mejor no se podría identificar al procedimiento con el que ha roto el materialismo histórico. Es un procedimiento de empatía. Su origen está en la apatía del corazón, la acedia, que no se
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atreve a adueñarse de la imagen histórica auténtica, que relumbra fugazmente. Los teólogos medievales vieron en ella el origen profundo de la tristeza. Flaubert, que algo sabía de ella, escribió: “Pocos adivinarán cuán triste se ha necesitado ser para resucitar a Cartago“. La naturaleza de esta tristeza se esclarece cuando se pregunta con quién empatiza el historiador historicista. La respuesta resulta inevitable: con el vencedor. Y quienes dominan en cada caso son los herederos de todos aquellos que vencieron alguna vez. Por consiguiente, la empatía con el vencedor resulta en cada caso favorable para el dominador del momento6. Es muy importante que el historiador logre reconstruir la relación entre las víctimas y el dominador en la época que pretende analizar. Pero para hacerse al punto de vista de los perdedores es necesaria sensibilidad moral, capacidad de sentir con las víctimas, empatía que rompe con ese desabrimiento moral, con la apatía e indiferencia de quienes siempre han estado del lado de los vencedores, del progreso a toda costa. Y por ello el veredicto contundente: el historiador historicista y funcionalista es funcionario del vencedor, su cómplice, no pocas veces adornado de cientificidad, neutralidad valorativa, actitud no política. Y entonces se deja todo sentido de solidaridad con los oprimidos a una pertenencia religiosa, que renunciando a la acción política, o haciendo política desde los máximos de sus creencias, desgasta su discurso en misericordia, no rencor, virtudes y moralismo edificante. Continúa Benjamín: El materialista histórico tiene suficiente con esto. Todos aquellos que se hicieron de la victoria hasta nuestros días marchan en el cortejo triunfal de los dominadores de hoy, que avanza por encima de aquellos que hoy yacen en el suelo. Y como ha sido siempre la costumbre, el botín de guerra es conducido también en el cortejo triunfal. El nombre que recibe habla de bienes culturales, los mismos que van a encontrar en el materialista histórico un observador que toma distancia. Porque todos los bienes culturales
Pero si los historiadores comprenden la historia que ayuda a refundar identidad, explicando qué pudo pasar, precisamente desde la perspectiva de las víctimas, los mismos alemanes engañados, pero sobre todo, los judíos, polacos, checos, la población campesina rusa masacrada al final del holocausto, entonces sí parece tener sentido su oficio como pedagogos de una nueva ocupación con la historia en su uso público: sus museos, monumentos, archivos, escritos que hablan desde un pasado no resuelto con los vecinos y con los de otras razas. que abarca su mirada, sin excepción, tienen para él una procedencia en la cual no puede pensar sin horror. Todos deben su existencia no sólo a la fatiga de los grandes genios que los crearon, sino también a la servidumbre anónima de sus contemporáneos. No hay documento de cultura que no sea a la vez un documento de barbarie. Y así como éste no está libre de barbarie, tampoco lo está el proceso de la transmisión a través del cual los unos lo heredan de los otros. Por eso el materialista histórico se aparta de ella en la medida de lo posible. Mira como tarea suya la de cepillar la historia a contrapelo7. Los autores de esta Historia de las ideas políticas han sabido cepillar la historia de Colombia a contrapelo. Ojalá lo puedan aprender sus lectores. Lejos de dejarse seducir por quienes recientemente nos han dado “la bienvenida al futuro” a costa de mayor desempleo, menos igualdad, menos autonomía nacional, son enfáticos en buscar las causas de la pobreza, las exclusiones y discriminaciones en una historia que va más allá de ser bicentenaria, pero que prometió en su momento
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emancipación, dignidad, justicia como equidad. Así lo plantearon los autores de Dialéctica de la ilustración, cuando mostraron el rostro de Jano de doble fase de la modernidad, devenida en mera modernización. Cepillar la historia a contrapelo significa comprometerse con un sentido de cultura y de progreso más complejo que el de los funcionalistas modernizadores. Es cuestionar radicalmente propuestas de desarrollo científico, técnico y tecnológico, en los que el criterio para la innovación y las políticas de investigación, se reducen a la productividad y a la competitividad. Se ha olvidado la componente social, de la cual el historiador sabe mucho si se compromete sin pusilanimidad y sin cobardía con la memoria. Y en cada momento de crisis, después de guerras partidistas entre generales ansiosos de victoria, después de constituciones que parecerían ser los catálogos de lo no cumplido por el Estado de derecho, después de reformas radicales, conservadoras o liberales, que lo único que no tenían en cuenta es que las anteriores reformas se hicieron sin contar con la ciudadanía de carne y hueso, se volvió a prometer lo mismo, sin considerar que es necesario tener en cuenta también La razón de los vencidos8, a los que por ser perdedores se les niega toda razón, dado que por algo van perdiendo. Pero la orientación de Benjamín, de acuerdo con Jürgen Habermas, es radicalmente diferente a la del historicismo: “La esperanza de lo nuevo en el futuro sólo se llena por la memoria de un pasado reprimido”9. Lo cual significa trascender la concepción de historia como simple espacio de experiencia o mero horizonte de esperanzas. No es el futuro en cuanto tal el que nos puede salvar, sino nuestra capacidad de responder en el futuro a un pasado que nos dona el tiempo y lo carga de tareas y nos lo conserva en la memoria (histórica). Habermas concluye sus reflexiones sobre las Tesis mostrando cómo ellas transforman radicalmente la ocupación con la historia: “La reparación anamnética de una injusticia, que ya no se deja considerar como no sucedida, pero que sí puede ser reconciliada al menos virtualmente gracias a la memoria, ata el presente a un contexto comunicativo de una solidaridad histórica universal”10. Y
Uno de los fenómenos más interesantes del desarrollo de lo público en la sociedad postsecular es la visibilidad que han cobrado las víctimas. En otras épocas era posible una justicia de transición teniendo a las víctimas solamente como objeto posible de reparación, si ésta no se entendía inclusive sólo como pena para evitar toda impunidad. La justicia restaurativa trata de responder a las víctimas. En cierta forma las víctimas son quienes mejor ponen de manifiesto los diversos sentidos complementarios de la tolerancia. Son ellas quienes efectivamente toleran el crimen, lo soportan, y son también ellas quienes ofrecen la clave fundamental para la reconciliación, dado que la víctima conserva en su existir, en su memoria como negación de la tolerancia, el imperativo de la política sin violencia esta visión es crítica a un narcisismo muy propio de la modernización que ha depositado todo el futuro en la responsabilidad de un presente, en perspectiva pragmática, que al no mirar hacia el pasado y motivarse por sus falencias, repite todos los errores cometidos desde antaño. II Es también en estas Tesis sobre el concepto de historia en las que se inspira Jürgen Habermas al dar el famoso debate a los historiadores alemanes, que pretendían poder fortalecer la identidad alemana de la posguerra haciendo un paréntesis al holocausto11. Se trataba de tendencias apologéticas, que disculpaban de alguna forma el régimen nazi y en especial a colaboracionistas y a la población civil, como fenómeno anómalo y disfuncional de la historia de Alemania, y opta-
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ban por un uso público de la historia que fuera edificante para ciudadanas y ciudadanos que tenían que integrarse dignamente en el proyecto democrático de Occidente al terminar una guerra incomprensible, absurda. Se establecía una especie de continuo historicista entre la nación alemana de entreguerras y la liberada del régimen nazi, ansiosa de futuro, capaz de cumplir sus tareas en Occidente, como si la barbarie hubiera sido algo así como un vacío histórico, inexplicable por parte de los alemanes, producto de mentes enloquecidas, terroristas, enfermas, provocadas además por la intransigencia de dos enemigos en Oriente y Occidente, entre el comunismo soviético y materialista y el no menos materialista americanismo individualista y pragmático. Los historiadores neoconservadores y neoliberales miran la historia desde el futuro del progreso, no desde sus víctimas en los campos de batalla y en los otros campos, sin tener en cuenta los vecinos, traicionados, perseguidos y desplazados, porque había que ganarle al monstruo, que había interrumpido la historia de Europa. Culpabilidad, ninguna, y la que hubiere, había sido castigada por los vencedores en Nüremberg. Justo castigo, que cancelaba un error histórico. Responsabilidad de la población y sobre todo de sus políticos, muchos de ellos conniventes con el tirano, no conviene urgirla, porque la memoria amenaza con debilitar la unidad. Pero otro es el sentido de identidad de un pueblo y de una nación, quizá no tanto de aquella “Patria”, de la que más hablaba Hitler, cuanto más se aproximaba la hecatombe: das Vaterland! Pero si los historiadores comprenden la historia que ayuda a refundar identidad, explicando qué pudo pasar, precisamente desde la perspectiva de las víctimas, los mismos alemanes engañados, pero sobre todo, los judíos, polacos, checos, la población campesina rusa masacrada al final del holocausto, entonces sí parece tener sentido su oficio como pedagogos de una nueva ocupación con la historia en su uso público: sus museos, monumentos, archivos, escritos que hablan desde un pasado no resuelto con los vecinos y con los de otras razas. Y la identidad sólo puede con-
sistir en la conciencia de un pueblo de ser capaz de avergonzarse y por tanto de reconocer culpa y hacerse digno del “perdón de lo imperdonable” (Derrida). Se trata del entonces Canciller de Alemania arrodillado a la entrada del campo de concentración de Varsovia, reconociendo que los vencedores también pueden pedir perdón a los vencidos. III En Colombia esperaría uno, naturalmente en tono menor, pero por ello mismo no menos justo con nuestra identidad nacional, un discurso que la refunde desde la perspectiva de las víctimas12 . Lo importante de esta Historia de las ideas políticas es que podemos contar, por lo discutido en ella, con historiadores que se oponen a la fábula de que en estos últimos años de violencia en Colombia, por más despolitizada y desmoralizada que se la quiera estampar y por más criminalizada que se la sufra, no se ha tratado de confrontación armada, manifestación ella de parte de nuestra identidad nacional. Sólo si la asumimos como tal, –y a esto tendían quienes criticaron hasta último momento la ley de justicia y paz– lograremos integrar en nuestra identidad a los desplazados, las víctimas, las injusticias, discriminaciones y toda esa serie que se pierde en el infinito, hasta las vísperas de la independencia, de crímenes de exclusión, masacres, esclavitud, explotación. También esas víctimas, por cuanto han sido los “pacientes” en esta empresa bicentenaria de agentes del progreso, son parte de nuestra identidad, nos guste o no nos guste, quepan o no quepan en el sospechoso término nacionalista a ultranza de la “Patria”. Desde la primera campaña presidencial de Álvaro Uribe Vélez el protofilósofo de la seguridad democrática, José Obdulio Gaviria Vélez, se inventó, con aquella originalidad fantasiosa que lo caracteriza, el metarrelato de que en Colombia no hay conflicto13; lo que hay es una manada de bandidos, es decir terroristas que le tienen declarada una guerra al Estado colombiano, a la “Patria”. Este imaginario llevó a la política del gobierno Uribe I y Uribe II a consumirse en seguridad democrática; en ella inmoló un sentido
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de política, que se inventó para solución de los conflictos, comenzando por el de la “insociable sociabilidad” (Kant), y desplazó la política de su principal campo de acción en tiempos de crisis, entre la violencia política y la política democrática, precisamente en la solución de las causas de las luchas que inveteradamente se busca solucionar a bala, de suerte que puedan ser solucionadas con palabras. Se opta por la concepción de política a la Cart Schmitt, uno de los más cercanos al nacionalsocialismo, para plantear el campo de la política entre amigo/enemigo, acercándose peligrosamente en términos locales a uribistas/terroristas. Se hace necesario constitucionalizar la política, de suerte que no quede a disposición del más fuerte (Schmitt) o de una comprensión moralista nacionalista de la democracia (doctrina Bush). Esto se refleja en dos formas de entender hoy en día el problema del terrorismo y en dos modos de concebir la cooperación internacional. Un derecho hegemónico que exige represión inclusive violando derechos humanos y territorios ajenos y un sentido de organización democrática que tiene ante todo en cuenta la soberanía de los Estados y los derechos de la personas como ciudadanos del mundo14. En la última cumbre de Río sostenida en República Dominicana el viernes 7 de marzo de 2008, el Presidente Álvaro Uribe declaró en su militante intervención delante de todos los jefes de Estado y sus Cancilleres de Latinoamérica: “yo no nací para la política, esto tiene mucho de farsa, lo mismo la diplomacia”; más adelante se confesó demócrata y cristiano. Me temo que ni siquiera podría ser recibido en la democracia cristiana, quien declara farsa la política y la diplomacia en un evento que se caracterizó felizmente por ser muestra fehaciente de hasta dónde puede llegar la política en el camino hacia la paz perpetuamente, de acuerdo con el Kant de La paz perpetua que auguraba ya a fines del siglo XIX algún día en el que la política, si bien lentamente, brillara con todo su esplendor15. Para apostarle de esta forma decidida a la paz antes que a la guerra hay que compartir lo que el mismo Kant recoge de un pensador griego: “Lo malo de la guerra ra-
dica en que crea más personas malas que las que elimina”16. Por ello, si no se parte de un compromiso inconfundible con la paz antes que con la guerra, con ciudadanas y ciudadanos en frontera antes que con el protagonismo de los líderes y de los militares, la escena de Santo Domingo queda trasformada, con abrazo final incluido y con frenéticos aplausos, en juego de marionetas en el que se enfrentan y se abrazan como títeres unos a otros como en el teatro de guiñol. Allí repitió el Presidente Uribe su interpretación de la reciente historia de Colombia, expuesta académicamente en el periódico de la Universidad de Antioquia, Alma Mater, N°. 568 de febrero de 2008 bajo el ilustrado título, digno de una “inteligencia superior” (expresión del protofilósofo): “Izquierda y derecha. Esa discusión en el continente es obsoleta, polarizante”. Afirma Uribe, abogado de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas en la conmemoración de los 180 años de su Facultad: De allí viene la tragedia que han padecido sindicalistas de nuestro país. Porque esas guerrillas marxistas, en nombre de la combinación de formas de lucha, penetraron sectores del movimiento sindical, de la política y del periodismo. Siguieron avanzando los terroristas frente a un Estado que tenía la equivocada concepción de que la civilidad era buscar el diálogo con los terroristas y no enfrentarlos. Y después llegaron los otros terroristas, los paramilitares, a competir en crueldad e hicieron lo mismo. Y asesinaban líderes sindicales acusándolos de ser colaboradores de la guerrilla y viceversa. Así de simple como toda la historia de Colombia cuando se lee desde los triunfadores. Como si todo esto sucediera por arte de birlibirloque, sin luchas sociales, sin exclusiones, masacres, genocidios de indígenas y afrocolombianos o simplemente de campesinos que estorbaban el desarrollo de la industrialización del campo y convertían cualquier intento de reforma agraria en campo de rastrojos. Y lo más grave la masacre de la Unión Patriótica, auténtica solución política, resultado de los diálogos de paz del Presidente Betancur,
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si los colombianos hubiéramos estado preparados para la solución pacífica del conflicto17. Uno de los fenómenos más interesantes del desarrollo de lo público en la sociedad postsecular es la visibilidad que han cobrado las víctimas. En otras épocas era posible una justicia de transición teniendo a las víctimas solamente como objeto posible de reparación, si ésta no se entendía inclusive sólo como pena para evitar toda impunidad. La justicia restaurativa trata de responder a las víctimas. En cierta forma las víctimas son quienes mejor ponen de manifiesto los diversos sentidos complementarios de la tolerancia. Son ellas quienes efectivamente toleran el crimen, lo soportan, y son también ellas quienes ofrecen la clave fundamental para la reconciliación, dado que la víctima conserva en su existir, en su memoria como negación de la tolerancia, el imperativo de la política sin violencia18. Su experiencia del mal es reclamo permanente no sólo para los victimarios sino para la sociedad en general: es injusta una política con base en la violencia, la exclusión y discriminación, la negación del otro como persona moral y como ciudadano. Por ello no se puede pensar en una paz negociada ignorando el punto de vista y la experiencia de las víctimas. Ellas son tolerancia visible. Si se las tiene en cuenta y se reconoce su punto vista, es decir su exigencia de verdad, se puede muchas veces constatar que su reclamo de justicia no es tanto el de un castigo ejemplar, sino el de la urgencia de crear condiciones que eviten en el futuro la repetición de actos violentos. En este sentido la reconciliación debe mirar ante todo a constituir las condiciones para una paz y una convivencia viable, en especial entre comunidades que se han excluido y victimizado mutuamente. Este libro sobre la historia de las ideas políticas en Colombia aspira a tener muchos lectores y sobre todo historiadores que no se la crean: el conflicto actual tiene su historia, sus víctimas y victimarios, como también el actual gobierno la tiene: es resultado de historias de dominación, de intolerancia, de injusticias, es el de los triunfadores.
Notas 1. Walter Benjamín, “Über den Begriff der Gescichte” en: Walter Benjamín, Gesammelte Schriften, I, 2, Hrgg. Von Rolf Tiedelmann und Hermann Schweppenhäuser, Frankfurt a.M., Suhrkamp, 1991, p. 712 (Tesis XVII). Las traducciones las he tomado, citando la página en internet, de la magnífica edición y traducción de Bolívar Echeverría, Walter Benjamín, Tesis sobre la historia y otros fragmentos, http://www. bolivare.unam.mx/traducciones/tesis.pdf (aquí p. 31). 2. Ibid., p. 704 (Apéndice A) (Trad. p.33). 3. Ibid. 4. Ibid., ps. 697-8 (Trad. p. 24). 5. Insisto, a pesar de historiadores colombianos de profesión, en mi interpretación de este pasaje de las Tesis desde una teoría del actuar comunicacional, como lo hice en mi “Introducción: la historia es comunicación” a Varios Autores, Un mundo jamás imaginado 1492-1992. Ministerio de Educación Nacional, Santillana, Bogotá 1992, pp. 6-9. 6. Walter Benjamín, op. cit., p. 696 (Trad. 22-23). 7. Ibid., pp. 696-697 (Trad. p.23). 8. Éste es el título de uno de los primeros libros de Reyes Mate, inspirado en el pensamiento de Walter Benjamín, en Anthropos, Barcelona, 1991. 9. Jürgen Habermas, Der philosophische Diskurs der Moderne, Frankfurt a.M., Suhrkamp, 1985 (excurso sobre las tesis de filosofía de la historia de Walter Benjamin), p. 21. 10. Ibid., p. 26. 11. Ver: Jürgen Habermas, “Eine Art Schadensabwicklung“ en: J. Habermas, Eine Art Schadensabwicklung. Kleine politische Schriften VI, Granfurt a.M., Suhrkamp, 1987, pp. 115-158. 12. Ver Guillermo Hoyos Vásquez (Editor y Prólogo), Las víctimas frente a la búsqueda de la verdad y la reparación en Colombia, Bogotá, Goethe/PENSAR, 2007, pp. 9-21. 13. Ver. José Obdulio Gaviria Vélez, Sofismas del terrorismo en Colombia, Bogotá, Planeta, 2005. Esta tesis se repite en sus múltiples publicaciones e intervenciones, como si la verdad de las ideas dependiera del número de veces que enuncian, así los argumentos y los hechos las vayan cuestionando. 14. Ver mi ensayo: “Ethos mundial y justicia global en un enfoque discursivo” en: Francisco Cortés Rodas y Miguel Giusti, Justicia global, derechos humanos y responsabilidad, Bogotá: Siglo del Hombre Editores, 2007, pp. 333-359. 15. Ver: Immanuel Kant, La paz perpetua, Madrid, Aguilar, 1966, p. 113. 16. Ibid., p. 82. 17. El autor de este Prólogo estuvo como miembro de la Comisión de Verificación de los Acuerdos de Paz en la Fundación de la Unión Patriótica y recientemente asistió en 2006 como Presidente de la Comisión de “solución amistosa” a la ruptura de la misma. 18. Ver: Reyes Mate, Justicia de las víctimas y reconciliación en el País Vasco, Madrid, Fundación Alternativa, 2006 (Documento de trabajo).
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Descubrimientos, tolerancia, pluralismo, utopías Por Guillermo Hoyos Vásquez Pontificia Universidad Javeriana
En la instalación del III Congreso Iberoamericano de Filosofía, que convocó a cerca de 1.500 conferenciantes y asistentes en julio en la Universidad de Antioquia, el Instituto de Filosofía rindió un homenaje al profesor Hoyos, considerado uno de los filósofos más destacados del país. En el certamen, donde también se presentó el más reciente volumen de la Enciclopedia Ibeoramericana de Filosofía, el actual director del Instituto Pensar, en Bogotá,intervino con la siguiente reflexión.
Comienzo por reconstruir la historia de lo que ha sido para muchos de nosotros este programa de filosofía iberoamericana. En una mañana de octubre de 1992 fuimos invitados a Casa de América en Madrid para el lanzamiento de los dos primeros volúmenes de la Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía, un proyecto de colegas españoles, mexicanos y argentinos, que llevaban como título: “Filosofía iberoamericana en la época del encuentro” y “Concepciones de la ética”. Ese día fuimos integrados otros colegas latinoamericanos. De este proyecto para filósofos que tienen al español por instrumento lingüístico se afirma desde el primer volumen: “Existe una pujante y emprendedora comunidad filosófica hispanoparlante que carece, sin embargo, de una obra común
Nos hemos venido descubriendo los unos a los otros, hemos aprendido tolerancia y constatamos que el pluralismo es la clave para la solución de los conflictos, la búsqueda de la democracia y la cooperación entre las naciones. Pensar en español nos podría llevar hoy a ser más audaces y comenzar a pensar Iberoamérica como proyecto político. —30—
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que orqueste su plural riqueza y contribuya a su desarrollo. No se pretende aquí una enciclopedia de filosofía española sino articular la contribución de la comunidad hispanoparlante a la filosofía… La monografía temática permite un estudio diversificado, como diverso es el mundo de los filósofos que escriben en español”. Ese día estaba también en Casa de América el maestro de la generación que supo animar éticamente la transición a la democracia en España, José Luís Aranguren, miembro también él del Comité Académico de la Enciclopedia, con sus tesis acerca de la filosofía moral, política y del derecho: “Los individuos o grupos aislados, –había escrito en el emblemático año 68–, los que se sienten excluidos, a la izquierda o a la derecha, social o regionalmente, de la política, los que se consideran desprovistos de derechos, atención pública o status, así como los grupos sociales en declive o mal dotados para una adaptación a las demandas de una civilización en transición o expansión, y quienes se consideran sin oportunidades, condenados a la inmovilidad, a un imposible ascenso social, se inclinan, normalmente, al disconformismo radical y, por tanto, a la repulsa de una democracia que, para ellos, no es tal”1. La comunidad filosófica iberoamericana, motivada entre otras por los primeros 17 volúmenes de la Enciclopedia, se reunió en 1998 en Cáceres y Madrid para el I Congreso Iberoamericano de Filosofía. En la inauguración nos invitó José Saramago a descubrirnos los unos a los otros, acompañándolo en La balsa de piedra, que lejos de ser un acta de protesta y de rechazo contra la Europa comunitaria, terminó por llevarlo “al extremo de imaginarse marinero de la fantástica embarcación de piedra en que había transformado la Península Ibérica, fluctuando impávida sobre las aguas del Atlántico, rumbo al sur y a las nuevas utopías”2. A este propósito Javier Muguerza hablaba de la Península como la provincia europea de Iberoamérica. Lo que no sospechaba entonces Saramago era que poco después la balsa encallaría en las Azores, contemplada desde la lejanía por Colombia, único país latinoamericano que apoyara la criminal coalición contra el eje del mal. La pesadilla no duró demasiado para bien de la Península y nues-
La tendencia a caracterizar toda violencia como terrorismo, convirtiendo relaciones sociales en objetos y máquinas de terror, es propia de una concepción empirista de la democracia, para la cual lo importante son los resultados de acuerdo con lo que se piensa que la gente espera de ella: eficacia, bienestar y lo que hoy llaman seguridad democrática. tro, de acuerdo con lo que acaba de anunciar el Jefe del Gobierno Español: “No venceremos al terrorismo internacional abordándolo como una guerra”. Y la crisis con Irán “debe resolverse con firmeza, pero a través del diálogo”. Y así pudo la balsa volver a orientarse hacia las utopías: remolcar a Europa hacia el sur, “apartándola de las obsesiones triunfalistas del norte y tornándola solidaria con los pueblos explotados del Tercer Mundo”; o al menos logrando que España y Portugal, “sin dejar de ser Europa, descubrieran en sí, finalmente, esa vocación de sur que llevan reprimida, tal vez como consecuencia de un remordimiento histórico que ningún juego de palabras podrá borrar, y sólo acciones positivas contribuirían a hacerlo soportable”. Saramago concluyó constatando que “el tiempo de los descubrimientos aún no ha terminado. Continuemos, pues, descubriendo a los otros, continuemos descubriéndonos a nosotros mismos”3. Ya en su exhortación Saramago nos invitaba a la tolerancia al señalar que “el demonio de la intolerancia, la dificultad de aceptar y reconocer al otro en todas sus diferencias, y peor todavía, el rechazo a admitir que la razón del otro pudiera, racionalmente, prevalecer sobre la nuestra, y que el espíritu del otro hubiera podido alcanzar, por sus propios medios, una plenitud igual o superior a aquella a la que suponemos ha llegado el nuestro”4. Dos estaciones, una en Morelia, México, año
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Descubrimientos, tolerancia, pluralismo, utopías
Habría que aprender, más bien, que la tolerancia es virtud necesaria para una sociedad que busca en la democracia una pedagogía para la solución de conflictos que no se deben resolver con la guerra. Comprender la necesidad de la tolerancia para el presente significa hacer memoria para reconocer que la violencia se debe sobre todo a la intolerancia de la sociedad, que legitima un Estado autoritario.
2000, para hablar de filosofía de las ciencias, como lo hicimos hace poco en Tenerife en el 2005, y otra en Alcalá de Henares, en el 2002 para debatir problemas de ética, nos llevaron a Lima en enero de 2004 al II Congreso Iberoamericano de Filosofía sobre “TOLERANCIA”. En su inauguración Ernesto Garzón Valdés nos recordó sus tesis certeras en torno al concepto de tolerancia, presentadas en su ya clásico texto: “No pongas tus sucias manos sobre Mozart”, título que ya para entonces no habría podido ser malinterpretado ni por el más escéptico con respecto a nuestro audaz proyecto de PENSAR EN ESPAÑOL. De su posibilidad también daban ya crédito dos ciclos sobre el tema en Casa de América en Madrid. ¿Tolerar la intolerancia? Quizá lo más relevante de lo debatido en Lima5 fue el análisis de aquellos tipos de violencia, cuyos actores y accionar son tenidos como no tolerables en absoluto, porque impiden el normal desarrollo de la sociedad, atentando contra la vida de las personas y contra las instituciones. Ahora bien, cuando, justificada o injustificadamente, se señala sin más toda forma de violencia como terrorismo, se niega la posibilidad de interpretar cierta violencia
como expresión de conflicto todavía en aquellos límites de la tolerancia, en los que podría la política negociar soluciones. En dichos límites, la violencia política podría ser comprendida, a partir de principios morales, como reclamo justificado de reformas radicales en una sociedad excluyente. La tendencia a caracterizar toda violencia como terrorismo, convirtiendo relaciones sociales en objetos y máquinas de terror, es propia de una concepción empirista6 de la democracia, para la cual lo importante son los resultados de acuerdo con lo que se piensa que la gente espera de ella: eficacia, bienestar y lo que hoy llaman seguridad democrática. La legitimidad queda reducida al reconocimiento de las competencias administrativas, el cual se expresa como popularidad, con la que se garantiza gobernabilidad. Por esto la confrontación sin límites, entre una violencia que se vuelve terrorismo, objeto aniquilable, y un Estado que se vuelve cada vez más contundente, cierra el camino para encontrarle salidas al callejón en el que se hayan secuestradas algunas de nuestras democracias7. Esta confrontación de intolerancias es guerra de perdedores. Habría que aprender, más bien, que la tolerancia es virtud necesaria para una sociedad que busca en la democracia una pedagogía para la solución de conflictos que no se deben resolver con la guerra. Comprender la necesidad de la tolerancia para el presente significa hacer memoria para reconocer que la violencia se debe sobre todo a la intolerancia de la sociedad, que legitima un Estado autoritario. Frente a esto es necesario explicitar aquellas características de la tolerancia que no sólo han sido definitivas para el desarrollo de la democracia, sino que la constituyen en recurso para resolver hoy aquellos conflictos que sólo parecieran poderse solucionar con violencia, generando entonces más violencia. Razonable es la tolerancia porque cuando nos parece que lo más racional es nuestro punto de vista, nos aconseja no sólo no absolutizarlo, sino suspender la intencionalidad afirmativa que nos lleva de la experiencia al juicio, para poder tener también en cuenta el punto de vista del otro, tolerarlo
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como el mío, es decir, ni afirmarlo ni negarlo, y sí reconocerlo como igualmente justificable que el propio en un horizonte de reciprocidad y universalidad en el que se va constituyendo la necesidad práctica de lo que no podría ser objetado razonablemente por nadie. Esta constitución subjetivo-relativa de la experiencia y del juicio a partir de ella, es el fundamento de la tolerancia y lo que no sólo la justifica sino que la exige. Una fenomenología del mundo social nos permite comprender su conflictividad como ocultamiento de lo subjetivo-relativo de nuestras visiones del mundo. Del mundo-uno sólo puedo tener perspectivas y el conflicto surge cuando cada quien, cada cultura se empeña en ser la perspectiva englobante, el absoluto desde donde se conoce el mundo. La intolerancia se explica como consecuencia de la actitud dogmática, para la que es natural la inconmensurabilidad de las culturas no sólo desde el punto de vista epistemológico, sino especialmente desde el valorativo y moral. La solución de los conflictos sociales se busca entonces con la ayuda de una tolerancia calculada como dispositivo para negociar la convivencia no violenta, si no es que se resuelve por la vía de la discriminación que estigmatiza una tolerancia permisiva. En el extremo opuesto las religiones predican la tolerancia como generosidad para con la buena fe de los no creyentes. Entendida así la tolerancia llega a los límites del utilitarismo o carece de motivación razonable para considerar lo no tolerable.
sus dioses, demonios, potencias míticas, como el mundo absolutamente evidente y real. Surge, en este sorprendente contraste, la diferencia entre la representación del mundo y el mundo real y emerge la nueva pregunta por la verdad”8. Pregunta que se supone es propia de la filosofía y de las ciencias europeas. Pero no es lo mismo contemplar la diversidad, en actitud de observador desinteresado para describir el multiculturalismo, que reconocerse en actitud de participante en un mundo plural. El mismo Husserl afirma allí mismo: “En el sentido espiritual pertenecen manifiestamente también a Europa los Dominios Británicos, los Estados Unidos, etc., pero no los esquimales ni los indios de las exposiciones de las ferias ni los gitanos que vagabundean permanentemente por Europa”9. Esta visión le permite destacar cómo “todos los otros grupos de la humanidad” se motivan a europeizarse, “mientras que nosotros”, los europeos, “si nos comprendemos rectamente, jamás, p.ej., nos aindiaremos”10. Y claro, entonces es obvio que “nuestro mundo circundante y el del
Tolerancia y pluralismo Para mostrar que el pluralismo es la última justificación de la tolerancia, volvemos a la descripción fenomenológica del modo como se nos da el mundo-uno. En el retorno al origen de la filosofía y la ciencia en Grecia, enfatiza Husserl que al hombre en actitud natural el mundo sólo se le da en cosmovisiones (Conferencia de Viena, 1935): “Orientado así, el hombre contempla ante todo la diversidad de las naciones, las propias y las ajenas, cada una con su mundo circundante propio, considerado con sus tradiciones, —33—
Es necesario por tanto asumir el cambio de paradigma: de una filosofía, cuya vía regia ha sido la teoría crítica del conocimiento, basada en la reflexión como diálogo del alma consigo misma, y de unas ciencias sociales desde la actitud del observador; retornar a la experiencia cotidiana en actitud de participantes, que en procesos de comprensión de la pluralidad del mundo y de la sociedad, definen su propia identidad y buscan en comunicación intersubjetiva resolver los problemas y conflictos del mundo y la sociedad.
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Papúa son totalmente diferentes, pero no en el sentido en que lo son Australia y Europa”11. En contraste proponemos un sentido ontológico del pluralismo, radicalizado en relación con el mundo social. Éste no sólo se nos da en la temporalidad y contextualidad propia de lo subjetivo-relativo de nuestras experiencias, sino que es el mundo-uno en el que participamos como diferentes y como miembros de las más diversas culturas. Es necesario por tanto asumir el cambio de paradigma: de una filosofía, cuya vía regia ha sido la teoría crítica del conocimiento, basada en la reflexión como diálogo del alma consigo misma, y de unas ciencias sociales desde la actitud del observador; retornar a la experiencia cotidiana en actitud de participantes, que en procesos de comprensión de la pluralidad del mundo y de la sociedad, definen su propia identidad y buscan en comunicación intersubjetiva resolver los problemas y conflictos del mundo y la sociedad. Esto equivale a detrascendentalizar (Habermas) el sujeto de la experiencia fenomenológica, y si se quiere ser más radical, volver a la antropología como filosofía primera (Tugendhat) en unión con la psicología como “el verdadero campo de las decisiones”12 (Husserl). Lo anterior nos obliga a relativizar epistemológica y sobre todo prácticamente nuestras posiciones y reconocer las de los demás como también razonablemente defendibles. Es esto lo que lleva a John Rawls a reconocer como punto de partida de la filosofía política el pluralismo y no la moral, aceptando precisamente que inclusive la moral y la filosofía, no sólo la religión, son plurales, como lo formula en su clásica pregunta: “¿Cómo es posible que exista por tiempo prolongado una sociedad estable y justa de ciudadanos libres e iguales profundamente divididos por doctrinas razonables, aunque incompatibles, de índole religiosa, filosófica y moral? En otras palabras: ¿Cómo es posible que puedan convivir doctrinas omnicomprensivas profundamente opuestas aunque razonables y que todas ellas acepten la concepción política de un régimen constitucional?”13 La respuesta parte del reconocimiento del hecho del pluralismo en todas las esferas de la vida, la filo-
La discusión contemporánea busca en el pluralismo la clave para solucionar globalmente no sólo los problemas entre las culturas dominantes, el estado de derecho y las minorías de diversa índole, sino especialmente los conflictos en torno a la guerra y la paz, incluidos los del terrorismo. Y así como aprendimos tolerancia en las guerras de religión, tendremos que aprender pluralismo para una sociedad postsecular en la lucha de los fundamentalismos. sófica, la moral, la religiosa, la cultural y la política, para buscarle soluciones posibles a asuntos que no se resuelven acudiendo a un sentido cognitivo de la verdad de teorías. Reconocido el pluralismo, es decir, comprendida la pretensión de universalidad y a la vez la relatividad de algunas concepciones de la vida y de las diversas culturas a las que pertenecemos (valores de máximos), parece posible llegar a un consenso entrecruzado (moral de mínimos), que nos permita vivir en sociedad realizando nuestros máximos y respetando los de los demás. Esta concepción del pluralismo es más radical y profunda que la de la tolerancia. No es un logro del liberalismo, como sí lo puede ser la tolerancia, va más a la raíz, en cuanto principio de la modernidad misma, precisamente al criticar ésta formas de pluralismo tradicionales, legitimadas por diferencias de estatus, raza, nivel económico o social. En la modernidad la constitución de la persona periclita entre el individualismo y el universalismo, encontrando en uno y otro extremo sus límites14. La crisis de la modernidad se acentúa en el momento que ésta deviene sólo modernización al fomentar el individualismo posesivo o el universalismo del mercado, ambas manifestaciones ambiguas de la modernidad en Occidente. La crítica libera un sentido de modernidad incon-
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clusa, de la que Occidente es sólo un momento, de suerte que el pluralismo se constituye en el protofenómeno de la mundialización y de la ciudadanía cosmopolita, por cuanto incluye en el horizonte temporal y geográfico todas las culturas, también las orientales, aborígenes, africanas, etc. (en el sentido más riguroso y amplio de este etcétera). Se trata de comprender los orígenes mismos de la lucha de civilizaciones, de suerte que ésta pueda ir siendo reemplazada por el reconocimiento del pluralismo propio y originario del sentido mismo de civilización. Lo que nunca pudo aceptar plenamente ni la ilustración occidental ni el idealismo alemán. Surge entonces la necesidad de reconocer la complementariedad de los dos rasgos de la persona moderna, su identidad y su intersubjetividad: la insociable sociabilidad, como problematicidad propia del ser humano, a la base de todo pluralismo, y que Kant pensaba resolver, sin anularla, reconociendo la pluralidad de lenguajes, religiones y culturas, con el recurso moral de la humanidad. Es una manera de hacerlo, pero precisamente el pluralismo nos abre a otras diferentes, propias de otras culturas y civilizaciones. Esta problematicidad no sólo nos hace conscientes del conflicto propio de la condición humana, sino que puede constituirse ella misma en fuente de recursos para el desarrollo de las sociedades. Lo que pareciera perderse de normatividad en la relativización de los diferentes paradigmas morales15, culturales o filosóficos, se gana en nuevos sentidos de la vida y recursos motivacionales que desde los máximos holísticos de las diversas culturas constituyen los mínimos mediante un posible consenso entrecruzado. Lo primero con respecto al pluralismo es la comprensión, teniendo en cuenta que “sin intersubjetividad del comprender ninguna objetividad del saber”16 (Habermas). Se trata de la forma originaria de comunicación humana, consistente en el reconocimiento del otro y de otras culturas como diferentes en su diferencia, sin que comprenderlas signifique tener que estar de acuerdo con ellas. Es el ámbito de la hermenéutica en su sentido más amplio, en el que entran en juego
los sentimientos, las tradiciones, los valores, las identidades y las diferencias. Sería deseable que las relaciones sociales se dieran motivadas sólo en la comprensión sin tener que pasar, en casos especiales, al consenso entrecruzado con base en razones y motivos de orden cognitivo, práctico o pragmático. A veces es necesario intentar ir más allá de la comprensión de los diferentes puntos de vista para proponer posibles acuerdos sobre mínimos. Aquí la comunicación, sin renunciar al principio del pluralismo, busca constituir, a partir de las diferencias, mínimos que permitan reconocer a los máximos como valores de diferentes culturas y personas. El pluralismo aconseja además sobriedad en los criterios universales y necesarios para llegar al entendimiento mutuo. De esta forma la antinomia de la modernidad entre individualismo y universalismo puede ser resuelta dialogalmente desde el pluralismo: en un primer paso comprendemos las otras culturas como pertenencias identitarias omnicomprensivas con pretensiones de universalidad, y en un segundo paso deliberamos y resolvemos discursivamente, políticamente, aquellos mínimos compatibles con el pluralismo razonable, que faculta el discurso en procura del consenso entrecruzado sobre mínimos: los derechos humanos. La filosofía política denomina este proceso democracia y su resultado estado de derecho. De esta forma, el pluralismo en lugar de fomentar el fantasma del escepticismo, la medusa de muchas cabezas, obstáculo para los procesos sociales, al partir del mundo de las opiniones en el sentido originario de la skepsis, se constituye en clave para la democracia incluyente y participativa. La paz perpetua, o mejor (como lo formula Carlos Pereda) hacia la paz perpetuamente No sólo porque lo grave de la guerra es que hace más personas malas que las que logra eliminar, sino sobre todo porque no debe haber guerra, es por lo que Kant le apuesta a la utopía de la paz, anotando que ésta no es posible si a la vez no se busca internamente en las diversas naciones y entre ellas. Y debe buscarse, así parezca un absurdo, dada la insociable sociabili-
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dad humana, porque renunciar a ello equivale a renegar de la razón misma. Esto sería suficiente para rechazar que en mi país, en especial el gobierno, intente primero ganar la guerra para después hablar de paz. La discusión contemporánea busca en el pluralismo la clave para solucionar globalmente no sólo los problemas entre las culturas dominantes, el estado de derecho y las minorías de diversa índole, sino especialmente los conflictos en torno a la guerra y la paz, incluidos los del terrorismo. Y así como aprendimos tolerancia en las guerras de religión, tendremos que aprender pluralismo para una sociedad postsecular en la lucha de los fundamentalismos. Reyes Mate acaba de recordar a laicistas que excluyen la religión del debate público que la ilustración no inventó ni el sentido de igualdad ni el de justicia, sino que los tradujo de tradiciones religiosas, y nos advierte que “lo mismo puede ocurrir hoy o mañana con el perdón como virtud política”17. Lo cierto es que sin reconciliación no parece posible construir la democracia por venir, la que nos oriente hacia la paz perpetuamente. Esto lleva a que nuestra opción por el pluralismo incluya también concepciones de la vida en comunidad no necesariamente determinadas sólo por la razón y menos todavía sólo por el mercado; algo que quizá comprenden hoy mejor ciertas filosofías latinoamericanas y teologías de la liberación que la clásica teología política europea. La balsa de piedra está llegando precisamente en vísperas del bicentenario de las guerras de independencia, efeméride importante para seguirnos descubriendo los unos a los otros y para fijar nueva agenda. La independencia de la Península Ibérica fue todo menos que emancipación para los pueblos de Latinoamérica, si se tiene memoria de las guerras civiles por el poder, cuyo perdedor fue el pueblo, la esclavitud de los negros, la exclusión de los indígenas, la explotación de la clase obrera y la pauperización del campo, las masacres de las minorías y de los inconformes. Las teorías de la dependencia mostraron en lo que terminó la utopía emancipatoria y hoy, después de la terrible experiencia de las dictaduras
de la seguridad nacional y de las democracias fetiche, la filosofía política en estrecho diálogo con las ciencias sociales críticas latinoamericanas, superando en concreción a la misma teoría crítica de la sociedad, analizan positivamente los movimientos sociales que en diversas regiones y con variados matices incorporan nuevas formas de participación popular ciudadana y democrática, que son alternativa a gobiernos dependientes del Norte y de su modelo hegemónico de dominación neoliberal. Entre tanto, la tragedia de dos guerras y la vergüenza del holocausto, sumadas a la experiencia de la guerra fría y la partición de Europa, la opción por el pluralismo, el compromiso fundamental con los derechos humanos y la voluntad de paz convierten la utopía de la Unión Europea en realidad política, no muy lejana de la federación de estados considerada por Kant como la única posible hacia la paz perpetuamente, al no ser viable ni deseable una república mundial. Doscientos años de historia aconsejan a Europa una constitución que garantice en dicha federación los derechos de las personas, no sólo como miembros de una pluralidad de estados, sino como ciudadanos del mundo, y obligue a la cooperación entre los diversos estados para evitar las guerras y realizar los derechos humanos18. La situación de América Latina y el Caribe, si se toma el pluralismo, en lugar de falsos vanguardismos y liderazgos, como punto de partida, en cuanto recurso motivacional, moral y político para la comprensión de los conflictos internos y entre nuestras naciones, invita a proponerse proyectos ambiciosos de cooperación política, reconociendo nuestras múltiples diferencias como fortalezas más que como obstáculos: el resurgimiento de movimientos indigenistas y afroamericanos, las corrientes migratorias de los transterrados ibéricos, italianos, alemanes y asiáticos, nuestros mestizajes, nuestras diversidades regionales con sus riquezas ambientales, nuestras experiencias acumuladas y fracasos como repúblicas aisladas, nuestras tradiciones, valores y costumbres, en una palabra, todo aquello que constituye hoy el tema del pluralismo. No parece entonces utópico proponerse me-
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tas de cooperación que nos acerquen gradualmente a una federación de estados, a la Carta de la Unión Latinoamericana, con la que fuéramos construyendo la democracia por venir: en la que nuestras fronteras fueran escenarios de conciertos por la paz, de comprensión de las diferencias y cooperación entre vecinos, en lugar de sitios para la confrontación violenta, armamentismos dementes y guerras entre hermanos; en la que la economía estuviera supeditada a procesos democráticos en estados de derecho; en la que la inclusión de las diferencias, los derechos humanos civiles y materiales, la justicia como equidad y en general las políticas sociales, primaran sobre la competitividad de los diversos estados; en la que la concertación y la participación política desplazaran el autoritarismo y la intolerancia. Son tareas que podrían compartir ciudadanas y ciudadanos de la balsa ibérica a partir de sus principios de pluralismo y compromiso con los derechos humanos: respeto a nuestras experiencias por democratizar la democracia, comprensión de la problemática del narcotráfico y del tráfico de armas, también del legal, los mayores insumos de las violencias y obstáculos de la paz; opción por la justicia global y disminución de la pobreza, morigeración del mercado, del intercambio comercial y de las obligaciones del endeudamiento, políticas de migración y de movilidad humana, fomento de la cooperación y no del vanguardismo, para sólo indicar algunas de las prioridades de la cooperación que pueden llegarse a imaginar quienes han participado activamente en la experiencia paradigmática de la constitución de la Unión Europea. Nos hemos venido descubriendo los unos a los otros, hemos aprendido tolerancia y constatamos que el pluralismo es la clave para la solución de los conflictos, la búsqueda de la democracia y la cooperación entre las naciones. Pensar en español nos podría llevar hoy a ser más audaces y comenzar a pensar Iberoamérica como proyecto político.
Notas 1. José Luis Aranguren, Ética y política, Guadarrama, Madrid, 1968, p. 205. 2. José Saramago, “Descubrámonos los unos a los otros”. En: ISEGORÍA, No. 19, diciembre de 1998, Instituto de Filosofía, CSIC, Madrid, p. 44. 3. Ibid., p. 51. 4. Ibid., p. 49. 5. Ver: Guillermo Hoyos Vásquez, “De la intolerancia de la violencia a la intolerancia política” y “Tolerar para democratizar la democracia”. En: Guaraguao. Revista de Cultura Latinoamericana, Año 8. Nº 19. Invierno 2004, CECAL, Centro de Estudios y Cooperación para América Latina, Barcelona, pp. 9-20 y 41-47. 6. Ver: Jürgen Habermas, Facticidad y Validez, Trotta, Madrid, 1998, p. 364. 7. Ver: Hernando Gómez Buendía (coordinador), El conflicto, callejón con salida, Informe Nacional de Desarrollo Humano, Colombia 2003. Entender para cambiar las raíces locales del conflicto, PNUD, Bogotá, 2003. 8. Edmund Husserl, “La filosofía en la crisis de la humanidad europea” en: E. Husserl, Filosofía como ciencia estricta, Nova, Buenos Aires, p. 155. 9. Ibid., p. 140. 10. Ibid., p. 142. 11. Observación al texto de su Conferencia de Viena. En: Edmund Husserl, Die Krisis der europäischen Wissenschaften und die transzendentale Phänomenologie, Martinus Nijhoff, Den Haag, 1962, p. 548. 12. Edmund Husserl, Die Krisis der europäischen Wissenschaften und die transzendentale Phänomenologie. Ergänzungsband. Texte aus dem Nachlass, 1934-1937, Husserliana XXIX, Kluwer Academic Publishers, Dordrecht / Boston / London, 1993, p. 121. 13. John Rawls, Political Liberalism, Columbia University Press, New York, 1993, pg. XVIII. Ver: Roberto Gargarella, Las teorías de la justicia después de Rawls, Paidós, Barcelona, 2001. 14. Ver: José Manuel Bermudo (coordinador), Pluralismo filosófico y pluralismo político, Universitat de Barcelona, Barcelona, 2008. 15. Ver: Jesús Rodríguez Zepeda, La política del consenso. Una lectura crítica de “El liberalismo político” de John Rawls, Anthropos, Barcelona, 2003. 16. Jürgen Habermas, Zwischen Naturalismus und Religion, Suhrkamp, Frankfurt a.M., 2005, p. 177. 17. Reyes Mate, “El debate Habermas / Flores d’Arcais. La religión en una sociedad postsecular”. En: Claves de la razón práctica, Número 181, Abril 2008, Madrid, p.28. 18. Ver: Jürgen Habermas, “Eine politische Verfassung für die pluralistische Weltgesellschaft?“. En: Zwischen Naturalismus und Religion, op. cit., pp. 324-366.
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Pinceladas de un viaje por Bolivia Por Fáber Cuervo Economista, egresado de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Antioquia fabercue@hotmail.com
Lo que cada vez es más claro en Bolivia y que ayuda a orientar a la ciudadanía, es que el proceso de cambios sociales y políticos a favor de los centenariamente desechados –mayoría indígena en ese país– está en riesgo de ser cercenado, por una conspiración oligárquica interna apoyada por la embajada de los EEUU y sus filiales intervencionistas USAID (Agencia de EU para el Desarrollo Internacional) y NED (Nacional Endowment Foundation). Pretenden interrumpir de un plumazo con “golpe mediático”, lo mucho que Morales y su equipo de gobierno ha hecho en la recuperación económica y en la democratización de la sociedad. La autonomía, tan publicitada por los medios privados de comunicación, no es para el bienestar de los pobladores de Santa Cruz y de los otros departamentos de la Media Luna, sino separación y disolución de Bolivia, para provecho de unos terratenientes, empresarios y familias ricas, que quieren aferrarse a sus desproporcionadas fortunas y ganancias.
Un cielo azul cerúleo y un sol invisible pero dadivoso cubrieron casi todo el recorrido por las cumbres de la altiplanicie andina. Ayudaron a amainar el frío que penetraba como nieve por las ventanillas del bus. De vez en cuando, las montañas rocosas, verdes grisáceas, cedían su hegemonía a la aparición de un extenso pajonal que allí llaman “uchi”, o a sembrados de maíz, habas y cebada. Unas pocas casas de barro se esfumaban en medio de los cultivos. Otras brotaban pintorescas, como un cuadro de Van Gogh, entre la profusión de flores amarillas que acompaña al nabo. Las ovejas, en rebaños, pastaban en la compañía de intrusas vacas. En mi cabeza no dejaba de flamear el “paraíso terrenal” que ¡por fin! había hallado, en el centro de un lago. Lo había buscado en los libros, en mis estudios de economía, y nada había encontrado, sólo fórmulas arrogantes e inanes. Titijaja significa “puma gris” en aymará, o “puma grande” en quechua, dos de las varias lenguas que se hablan en Bolivia. El lago que lleva
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su nombre está en un 60% de su extensión en Perú, mientras que el otro 40% queda situado en Bolivia. Durante casi todo el viaje de Puno hasta Copacabana, unas cuatro y media horas, bordeamos este gigante de agua anclado en las alturas. Los pasajeros sonreían al ver las sumisas alpacas en los peñascos; pero mi mente seguía detenida en el “modo de vida” de los uros, tribu que habita sobre balsas de totora, flotantes en el lago Titijaja. A los uros no les gusta la guerra; viven entre el ocio y una madura calma. No existe allí la policía. No consumen bebidas alcohólicas. Cada hombre tiene a una sola mujer. No pagan impuestos de ningún tipo. Obtienen, gratuitamente, el agua y el pescado del lago. No necesitan energía eléctrica. Se acuestan con la caída del sol, se despiertan con la aurora, “de azafranado velo”. No son autárquicos porque no disponen de tierra para cultivar. Sólo falta allí una buena biblioteca. Llegamos a Desaguadero, puesto de control fronterizo entre Perú y Bolivia. En la oficina de migración de Bolivia, un agente me ordenó fotocopiar mi pasaporte, antes de estampar el sello de ingreso. Le pregunté por qué debía dejar esa fotocopia, si a nadie más en la fila se la exigía. Me contestó: “a los colombianos les pedimos este requisito”. No me atreví a preguntar más. Realicé el trámite. Luego, salí a cambiar soles por bolivianos, para pagar un refrigerio en Copacabana, la primera ciudad boliviana que encuentra el viajero al cruzar la frontera. La ciudad El Alto, poco antes de llegar a La Paz, es un enorme suburbio con mucho tráfico de “combis” (microbuses en mal estado), camiones, volquetas, carros particulares. Proliferan allí las ventas callejeras, las construcciones pequeñas y desordenadas. Los lustrabotas descansan en las zonas verdes, sus rostros están cubiertos con pasamontañas. Al descender de El Alto, aparece abajo La Paz, incrustada como entre una batea. Es una ciudad mediana, abigarrada, de apretados mercados, centros populares y comercio de artesanías, construcciones apeñuscadas y contrastantes en sus estilos arquitectónicos. Nubes de gentes atraviesan, sin cesar, calles y aceras. Vestidos indígenas, también cachacos y deportivos, protegen las pieles de los transeúntes. En las esquinas se juntan hasta 3 policías para dirigir el tráfico. Encontré un alojamiento de 17 bolivianos en la calle Santacruz con la Jiménez. Es de lo más barato que uno puede conseguir en el centro, pues equivalen a poco más de 2 dólares. En ese hostal pernoctan viajeros mochileros, truhanes, aventureros, vendedores, parejas, gentes provenientes de pueblos que vienen a
“Ahora que Evo está en el poder –continuó don Santiago–, los ricos de Santacruz, Tarija, Beni y Pando, piden autonomía. ¿Por qué no la pidieron antes? Porque antes metían mano como les diera la gana al erario público. Santacruz es de hacendados que han concentrado la tierra. Tarija es gas, Beni es ganado, Pando es oro. Quieren todo para ellos, no quieren compartir con los pobres”.
hacer algún trámite en la capital, estudiantes. Allí conocí a un peruano que se ganaba la comida tragando candela en los semáforos. La alimentación que encontré en los comedores populares, a unas pocas cuadras, es quizá la más nutritiva y más barata de Suramérica. Un almuerzo compuesto de sopa de buen cereal (quinua, chairito, maíz) o caldo de cordero, más chunga (papa helada), pejerrey (pescado del Titijaja), arroz y ensalada de tomate y cebolla blanca, cuesta 8 bolivianos… ¡1 dólar! La ropa y las artesanías en lana, madera y cuero también son demasiado baratas. Son los productos para la subsistencia de los campesinos y los indios, los más subestimados en el circuito económico de su propio país, donde son mayoría étnica. La Plaza Murillo de la Paz, o plaza de armas, como llaman también en Perú a sus sedes de gobierno, está circundada por una hermosa catedral levantada en piedra de granito y edificios de bella arquitectura republicana, pintadas con suaves colores. El parque tiene andenes de baldosa, rodeados de elegantes faroles y cuidadas plantas ornamentales. En una de sus bancas, me encontré casualmente con don Santiago Contreras, presidente de una junta vecinal de ciudad El Alto. Fue precisamente este suburbio el que derrocó al presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, a raíz de la “guerra del gas” en 2003. “Somos 60 juntas, todas con una fuerte base social –empezó a contarme
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Bizmar me dice: “La gente de Beni apoya a los ricos que quieren autonomía, sin saber lo que hay detrás de eso. Esto poco le conviene a Beni; los problemas son más graves. Beni producía tomate, caña dulce, naranja, limón, lima, yuca; pero, ahora, la gente no quiere trabajar. Los sueldos que pagan los hacendados son entre 400 a 500 bolivianos mensuales (55 dólares aproximadamente)”. Bizmar cuenta que en Pando, la situación es muy parecida. Las inundaciones han ahogado mucho ganado y cultivos; los indígenas son esclavizados en labores muy duras. La selva y los bosques de Bolivia naufragan, mientras arrecian los enfrentamientos políticos, económicos y raciales.
don Santiago, no sin antes preguntarme por mi país–; el movimiento que derrocó al Goni Sánchez no pretendía esto, sino pedirle que respetara acuerdos para no regalar los hidrocarburos. Pero, en vez de escuchar, hizo asesinar a varios civiles, y El Alto se radicalizó. ´Se va el Goni´, sentenciamos. Bloqueamos las entradas a La Paz. Se agotaron víveres y combustibles diesel. Entonces Goni hizo que lo trajeran en cisternas vigiladas por el ejército. El pueblo se opuso, el Goni volvió a dar la orden de matar. Un soldado que se negó a disparar fue asesinado. Esto lo taparon los medios de comunicación”. En este punto de su relato, volvió a mi mente el “paraíso terrenal” o “lagunal”, el mismo que desafiaba dos de los más caros valores de la modernidad: la velocidad y la sujeción al trabajo asalariado. Según Álvaro, uno de los uros –con quien conversé en su ca-
noa de totora–, su tribu huyó de tierra firme hace 700 años, refugiados en balsas hechas de totora. No querían perder su libertad. Una balsa de estas la hacen 6 hombres durante 2 meses, trabajando arduamente día tras día. ¿Por qué no multiplican los bolivianos su paraíso terrenal? “Ahora que Evo está en el poder –continuó don Santiago–, los ricos de Santacruz, Tarija, Beni y Pando, piden autonomía. ¿Por qué no la pidieron antes? Porque antes metían mano como les diera la gana al erario público. Santacruz es de hacendados que han concentrado la tierra. Tarija es gas, Beni es ganado, Pando es oro. Quieren todo para ellos, no quieren compartir con los pobres”. Al día siguiente, madrugué a comprar pasaje hacia Cochabamba, la segunda ciudad de Bolivia. En la calle me abordaron unas muchachas inglesas, que habían llegado en el mismo bus en que viajé desde Puno. Parecía que no habían dormido bien esa noche; me preguntaron con ansiedad dónde había una agencia de tiquetes aéreos. En sus rostros había angustia y temor, pero no quise indagar. Las filas en la terminal salían hacia la calle desde varias taquillas. En los pisos, muchos viajeros estaban recostados sobre sus equipajes. Los televisores en los andamios anunciaban el cierre de la vía La Paz-Cochabamba, debido al bloqueo que manifestantes hacían en protesta por la escasez del diesel. Los pasajeros a Cochabamba habían amanecido atrancados en la terminal. Compré tiquete para Oruro, ciudad de minas de estaño. En el bus pusieron a rodar una película violenta y anodina que ya había visto en otro bus del Perú. Tras tres horas y media de viaje, debí pagar el doble de hotel, entre la calle Pagador y la Cochabamba, porque los baratos estaban abarrotados. La proximidad del carnaval de los mineros encarece los precios de todo allí. Le dije al niño (14 años) que me atendió en la recepción que quería hablar con el administrador. Me contestó que el administrador era él. Y era verdad; empecé a acostumbrarme a ser atendido por niños en los hostales, en los restaurantes, en las aceras de embarque de las terminales de transporte. Hay un excesivo trabajo infantil en Bolivia. La paga que reciben es muy inferior a la que ganan los adultos, que también es baja. Salí a caminar hacia las afueras de la ciudad a buscar la mina San José, de la cual me decían fue una de las más prósperas cuando la tenía la antigua Comibol (Corporación Minera de Bolivia). Ahora, con 1.700 mineros asociados, son tres cooperativas las que trabajan la mina: La 10 de febrero, La Multiactiva y La Salvadora. Marcelo Rojas, un guía minero me hizo comprar dos bolivianos
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de hoja de coca (una bolsa pequeña) para ofrecerla al “Tío” en las entrañas arruinadas de la vieja mina. Todos los mineros mascan la coca durante su trabajo para no desgastarse y para alejar el tedio. Son 10 y hasta 12 horas seguidas que pasan debajo de la tierra, acostados o inclinados, sin ver el sol; “chanqueando”, es decir, partiendo piedras a golpe de cincel con el fin de hallar el estaño y la plata, los preciados minerales que son la subsistencia de miles de familias en esta ciudad. Una roca cayó sobre mi casco con lámpara. “En cualquier momento se desprenden pedazos de la mina; por eso debemos llevar el casco”, me dijo Marcelo. Seguidamente, sentí un olor penetrante que ascendía desde las profundidades de ese túnel. “Es el arsénico, un gas que produce la tierra, pero no es peligroso. El que es inflamable es el metano, pero sólo se forma más allá de los 200 y 300 metros”, me tranquilizó el guía. Llegamos donde el “Tío”. En una especie de altar, reposaba una pequeña efigie con rostro de diablo. Delante, las ofrendas que le depositan los mineros: fetos de una llama y de un cordero, baldosines, hojas de coca, restos de comida, el esqueleto de un ave. “Junte sus manos como una taza”, me ordenó Marcelo. Así lo hice para recibir hojas de coca que me encomendó eran para ofrendarle al “Tío”. Entonó una oración, sacó un frasquito de un bolso de cuero, roció alcohol sobre un pucho de cigarrillo que el “Tío” tenía en la boca, también sobre los ojos. “Le di de beber”, dijo el guía. Todos los mineros le rezan al “Tío” para que nada malo les ocurra dentro de la mina, y para poder hallar el estaño. Estos mineros viven el día a día con lo que le arrancan a las entrañas de la tierra. Sus cuerpos son macilentos, su piel cetrina, los ojos han perdido el brillo que da el contacto con el sol. El “Tío” era un espíritu bueno que le ayudaba a la gente en el campo. Pero el diablo lo quiso atraer al mal, aquél no se dejó. Entonces, el diablo, en venganza, le deformó la cara como otro diablo. Al volver donde la gente, el “Tío” fue rechazado por su fealdad; escogió vivir dentro de la montaña para ayudar a quienes trabajaban en su abdomen. La ceremonia más importante que le celebran al “Tío” consiste en sacrificar una llama, sacarle el corazón y depositarlo en su altar dentro del socavón, para que él lo coma. Durante 3 días, nadie puede entrar a la mina para permitir que el “Tío” se alimente tranquilamente. Iguales tradiciones viven en la ciudad de Potosí, a 5 horas de Oruro. Allí está la mina de plata “Cerro Rico”, la que fuera la más rica de América en tiempos de la colonia. Todavía suben a su empinada y esquilmada
riqueza hombres rústicos a arañarle lo que le queda. Trabajan en esa pirámide kaki que se alza como un volcán al frente de Potosí, 54 cooperativas que agrupan a 30.000 mineros. Pronostican que Cerro Rico o “Calvario” como también la llaman, se desplomará en cualquier momento. Es que está más agujereada que una viga de madera a merced de las termitas. Las permanentes explosiones con dinamita, los humos y contaminación emanados, consumen lentamente la esperanza de vida de los mineros. La minería es la principal fuente de subsistencia en esta ciudad que conserva construcciones coloniales. Potosí tiene una iglesia en cada tres cuadras. Vestigios de la alianza eclesial con los voraces metaleros españoles. En sus atrios se apretujan las gentes para ver el carnaval en honor al “Tata Ckacchu”, dios de los mineros. En el aire estallan los “diablitos” de pólvora, mientras en las calles desfilan bandas musicales, provenientes de todas las regiones, con sus aproximadamente 5.000 danzarines. Son exóticas coreografías, trajes típicos, máscaras de fantasía, campanillas en las botas gamuzadas. Por encima de ellos vuelan bombas llenas de agua que van a estallar en las humanidades de los espectadores. Unos turistas gringos juegan a mojarse. Una señora indígena y su hija sonríen felices porque agotaron las existencias de bombas y choclos.
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Todos los mineros le rezan al “Tío” para que nada malo les ocurra dentro de la mina, y para poder hallar el estaño. Estos mineros viven el día a día con lo que le arrancan a las entrañas de la tierra. Sus cuerpos son macilentos, su piel cetrina, los ojos han perdido el brillo que da el contacto con el sol.
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Al declinar el día, también declinan miles de cuerpos festivos en las aceras, doblegados por la cebada fermentada de la “potosina”, la cerveza local. Santacruz de la Sierra está ubicada hacia el centro oriente de Bolivia. Su terminal de transporte es la más grande y mejor dotada de todo el país. Constantemente salen y llegan pasajeros, provenientes del interior, de Paraguay y del Brasil. Desde esta terminal sale también tren hacia Puerto Quijarro, en la frontera suroriental, donde se puede hacer trasbordo hacia Campo Grande, capital del estado del Mato Grosso do Soul en Brasil. Alrededor de su plaza principal, pululan las casas de cambio y los cambistas callejeros. Fácilmente se encuentran los hoteles y las bibliotecas. La sede de la prefectura tiene una pancarta inmensa en su fachada que reza: “Democracia, libertad y autonomía”. Al lado de la misma prefectura, hay un flamante banco de la nación argentina. Me alojé en una torre de residencias al frente de la terminal, 25 bolivianos diarios, poco más de 3 dólares. Allí hice amistad con Bizmar, un joven indígena de Trinidad, capital del departamento de Beni (frontera con Brasil), quien por primera vez llegaba a una ciudad grande de su país. Su candor saltaba a la vista, pues manifestaba temor de extraviarse si salía del hotel; se asombraba con todas las actividades que allí dentro se desplegaban. Visitaba mi habitación con frecuencia,
Los enfrentamientos entre el oriente y el occidente del país son históricos, pero se reactivaron desde el mismo momento en que Evo Morales Ayma asumió la presidencia. Morales tiene apoyo fuerte en La Paz, Oruro, Potosí y Cochabamba, las capitales de los departamentos de occidente. Pero, los sectores empresariales, controladores también del poder político en La Media Luna, se oponen al proyecto pluralista del primer presidente indígena de América, y a su partido, el MAS (Movimiento al Socialismo).
para conversar. Conocía gente del Brasil, pero para él eran iguales a los de Beni. Las facciones de Bizmar eran similares a las de un rondonio (de Rondonia, estado brasilero), además hablaba el moxeño. “Evo cometió el error de decir que en Bolivia no habrán más religiones”, me dijo en uno de nuestros diálogos. “Mucha gente le criticó esto, pues hay otras iglesias distintas a las de la católica”. Después supe que Bizmar pertenecía a una iglesia evangélica, una de las iglesias minoritarias en el país de las quenas, donde el 80 % de la población profesa religión católica. El periódico El Deber, el más importante de Santa Cruz de la Sierra, destacaba en sus titulares los deseos autonómicos de los prefectos de Beni, Pando y Santa Cruz. Estos tres departamentos, más el de Tarija (en la frontera con Argentina), componen “La Media Luna” oriental tropical de Bolivia, las dos terceras partes del territorio boliviano en las tierras bajas, y un tercio de su población. Allí se concentra la riqueza gasífera, agrícola, industrial y ganadera, equivalente al 60% de la producción nacional. Sus clases dirigentes quieren una independencia política, administrativa y económica respecto del gobierno de La Paz, al cual consideran centralista y autoritario. Los enfrentamientos entre el oriente y el occidente del país son históricos, pero se reactivaron desde el mismo momento en que Evo Morales Ayma asumió la presidencia. Morales tiene apoyo fuerte en La Paz, Oruro, Potosí y Cochabamba, las capitales de los departamentos de occidente. Pero, los sectores empresariales, controladores también del poder político en La Media Luna, se oponen al proyecto pluralista del primer presidente indígena de América, y a su partido, el MAS (Movimiento al Socialismo). A Bizmar le preocupa la suerte de la selva boliviana. Un proyecto hidroeléctrico sobre el río Madera que divide a Bolivia de Brasil, está inundando la manigua compartida por ambos países. “Los ríos ya no tienen orillas, el agua huele a podrido, los cultivos se ahogan, los animales huyen”, manifiesta con la impotencia con la que hablan los de abajo. Aunque este proyecto binacional no lo firmó Evo Morales, su gobierno tampoco muestra políticas comprometidas con la conservación de la selva tropical. Las urgencias económicas de su pueblo, obligan al presidente a firmar acuerdos de explotación de minerales con empresas trasnacionales, como el del yacimiento de hierro de Mutún que beneficia a los pobladores de la provincia Germán Busch (departamento de Santa Cruz), pero, también, produce contaminación, derroche y envenenamiento de aguas. Cabría preguntarse, ¿en qué se diferencia un
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gobierno de izquierda de uno de derecha en su relación con la naturaleza?, si ambos contribuyen al empobrecimiento ambiental, a la amenaza del hambre, al calentamiento global, a la crisis energética. Santa Cruz es el epicentro de la oposición contra las transformaciones sociales y económicas que inició Evo Morales. El Comité Cívico Pro Santa Cruz, conformado por los exportadores de soya, los grandes hacendados, ganaderos y empresarios del departamento, dice que la “nueva ley de tierras” que ordena la reversión de éstas en caso de que no cumplan la Función Económico Social (FES), atenta contra el derecho a la propiedad privada, viola la constitución política y retrasa el desarrollo económico del país. Esta postura es compartida también por la Federación de Ganaderos del Beni (Fegabeni) y por los prefectos de la Media Luna. Sobre esto anotó el intelectual Jaime Iturri en el periódico La Razón, de La Paz: “La derecha boliviana (los prefectos del oriente) quiere apropiarse de las banderas democráticas para hacer aparecer al gobierno de izquierda como dictadura, el gobierno más votado de la historia boliviana. La democracia somos todos, los cambios vendrán porque la mayoría de los bolivianos lo quieren; así se redistribuirá la tierra, se empoderará a los más desposeídos y se construirá un mundo nuevo”. Bizmar me hizo entender la perniciosa división cultural que existe en Bolivia, y que está alentando las intenciones separatistas de la Media Luna oriental. “Hay dos bolivias, la de los collas, que componen los aymará y los quechuas de occidente; y los cambas, los nativos pobres de oriente”. Los cambas al igual que los collas han sido centenariamente marginados por el centralismo andino causado por élites gobernantes blancas y mestizas conectadas con intereses externos. Pero, los cambas, azuzados por el Comité Cívico, asocian al gobierno de Evo Morales a la misma tradición. Consideran que las autonomías pueden redimirlos de su estado de servidumbre cuando el destino puede ser peor, pues los estatutos autonómicos de Santa cruz son aún más excluyentes y discriminatorios, al no dejar espacio para las minorías ni para la oposición en la Asamblea Legislativa Departamental. Las diferencias culturales, que deberían unir en la diversidad regional, son utilizadas por la clase dirigente de oriente para atizar la división y lograr la separación de sus departamentos. En los Estatutos Autonómicos que promueven para ser aprobados en un referéndum, se afirma que “el pueblo cruceño es en su mayoría de raza mestiza”; se exacerba así el racismo contra los “cholos” o los residentes paceños, orureños, potosinos y los del occi-
Se percibe hasta en los más apartados rincones de Bolivia un zangoteo político y una inconformidad con el estado de cosas. Conversé con un policía que vigilaba el majestuoso teatro Mariscal Sucre –que fuera sede de la Asamblea Constituyente–, y lo que más quería saber era cuánto ganaba un uniformado en Colombia, qué derechos y privilegios tenía, cómo era tratado por el gobierno. El 90 % de la policía de Bolivia está con Evo, porque son pobres; pero, tienen celos con los militares porque éstos ganan el doble que ellos. Los mineros organizados en cooperativas se enfrentan a los mineros estatales; han llegado a atacarse con tacos de dinamita. Los opositores a Evo Morales, polemizan con todos sus actos de gobierno.
dente de Santa Cruz. Estas discriminaciones han dado piso para que líderes de la Unión Juvenil Cruceñista (UJC) repudien al “indio ignorante” que gobierna al país, y amenacen con una “limpieza étnica”. No en vano, la UJC utiliza símbolos nazis como la esvástica, conforma “grupos de choque” e intimida a los collas, a los cuales trata de “excrementos”. Este puzzle idiosincrásico hizo preguntarme, bueno, y los uros…¿qué significado tienen estos descomplicados y pacíficos seres, en este tejido de diferencias culturales? ¿Será que nada les dice la simplicidad con la que viven estos hombres que fabrican sus muebles, sus paredes y puertas, sus camas, sus embarcaciones, de totora, el junco que les da, pródigo, el lago Titijaja? ¿Tan insignificantes son estos seres que no trabajan en fábricas, ni van a universidades ni templos, ni despojan a la Pacha Mama de sus materias primas? Recordé su saludo en aymará, ¡Kamisaraky! (¡buenos días! –o tardes- ¿cómo está?), y la respuesta…auliki
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Cada que me encuentro ante estos casos de acumulación de riqueza desaforada, me acuerdo de dos frases, una de ellas es el epígrafe de la novela “El padrino” de Mario Puzzo que reza: “Detrás de toda gran fortuna hay un crimen”. La otra frase es una pregunta y se la hacía Franz Kafka: ¿Es ético ganar más de lo que se necesita?”.
(estoy bien). En Santa Cruz de la Sierra no encontré quién me contestara este saludo nativo. Evoqué las faldas largas de colores alegres de las mujeres uros y los pantalones negros de paño y camisones blancos de sus hombres. El 70 % de la comunidad de los uros no quiere la presencia del turismo ni de las cámaras fotográficas en sus balsas flotantes. Álvaro dice que “los extranjeros traen licores, droga, bulla, y quieren dañar a nuestras mujeres”. La autonomía cruceña la iniciaron menos de 100 familias, dueñas de al menos 25 millones de hectáreas de tierra en Bolivia, 5 veces más que lo que posee 2 millones de campesinos e indígenas de ese país, según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Aquellos clanes dirigen los hilos de la agroindustria, la banca, el comercio internacional, los medios privados y comerciales de comunicación, la Corte Departamental Electoral (CDE). Se calcula que tan sólo la familia Marinkovic (de origen croata) posee 300.000 hectáreas de tierra y además fábricas de aceite de exportación. Cada que me encuentro ante estos casos de acumulación de riqueza desaforada, me acuerdo de dos frases, una de ellas es el epígrafe de la novela “El padrino” de Mario Puzzo que reza: “Detrás de toda gran fortuna hay un crimen”. La otra frase es
una pregunta y se la hacía Franz Kafka: ¿Es ético ganar más de lo que se necesita?”. Los prefectos de Pando y Beni se contagiaron de la ilusión separatista, y venden un “mejor futuro” a sus ciudadanos, si siguen el ejemplo de Santa Cruz. Bizmar me dice: “La gente de Beni apoya a los ricos que quieren autonomía, sin saber lo que hay detrás de eso. Esto poco le conviene a Beni; los problemas son más graves. Beni producía tomate, caña dulce, naranja, limón, lima, yuca; pero, ahora, la gente no quiere trabajar. Los sueldos que pagan los hacendados son entre 400 a 500 bolivianos mensuales (55 dólares aproximadamente)”. Bizmar cuenta que en Pando, la situación es muy parecida. Las inundaciones han ahogado mucho ganado y cultivos; los indígenas son esclavizados en labores muy duras. La selva y los bosques de Bolivia naufragan, mientras arrecian los enfrentamientos políticos, económicos y raciales. La demanda mundial de agrocombustibles empieza a incidir en la inestabilidad política y en la pérdida de seguridad alimentaria de Bolivia. En lugar de pan, habrá etanol. La disputa por la tierra se tornará más feroz, porque los exportadores de aceite y de soya querrán monopolizar más hectáreas para sembrar biocombustibles. Resistirán más la nueva ley de tierras, le robarán más frontera a los bosques nativos, presionarán el uso de las aguas y las contaminarán, degradarán los suelos, subirán los niveles de subnutrición y los precios de los alimentos. Claro que la producción de agrocombustibles para la exportación es un buen negocio: mejora la balanza comercial, asegura el ingreso de divisas, los altos precios del petróleo presionan la demanda sobre sus sustitutos. Pero, la población no come dinero. El desarrollo humano, asentado sobre las economías locales, rurales, los pequeños y medianos productores, se verá enflaquecer. En una visita que hice a una biblioteca me pidieron un documento para prestarme los periódicos que consulté. Desde mi mesa, escuché a una secretaria que le decía a otra: “Es de Colombia, a lo mejor es un paramilitar”. Me acordé, entonces, de la fotocopia que me exigió el agente en la oficina de migración de Desaguadero. Quise partir de Santacruz hacia Cochabamba, pero, nuevamente, debí cambiar mi ruta, pues esta vez, la vía estaba anegada a causa de las intensas lluvias que también afectaron al departamento de Beni. Al partir de Santa Cruz de la Sierra hacia Sucre, vi graffitis en algunos muros que decían: “Autonomía carajo”, “El 50% de las regalías”, “Muerte a los collas”, “Evo raza maldita”. Llegué a la capital constitu-
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cional tras 16 horas de un viaje accidentado por los derrumbes. En varios tramos el río ha mordido la carretera; los obreros construyen muros de contención y detienen el flujo del transporte. Es notoria la falta de asfalto en las principales vías de Bolivia; ciudades importantes están conectadas por auténticos caminos de piedra. Los buses que transitan son en su mayoría Volvo o Mercedes, los más capacitados para aguantar el duro trajín. También faltan vías alternas para el desplazamiento; la gente de Beni tiene que bajar irremediablemente hasta Santa Cruz para poder subir a La Paz, los de Pando están casi aislados, a veces sólo es posible llegar o salir vía aérea o fluvial. Se percibe hasta en los más apartados rincones de Bolivia un zangoteo político y una inconformidad con el estado de cosas. Conversé con un policía que vigilaba el majestuoso teatro Mariscal Sucre –que fuera sede de la Asamblea Constituyente–, y lo que más quería saber era cuánto ganaba un uniformado en Colombia, qué derechos y privilegios tenía, cómo era tratado por el gobierno. El 90 % de la policía de Bolivia está con Evo, porque son pobres; pero, tienen celos con los militares porque éstos ganan el doble que ellos. Los mineros organizados en cooperativas se enfrentan a los mineros estatales; han llegado a atacarse con tacos de dinamita. Los opositores a Evo Morales, polemizan con todos sus actos de gobierno. También es patente en algunos empleados (públicos y privados) y en parte de la población, un trato descortés hacia el extranjero, sobre todo al chileno. Esto se puede entender, parcialmente, como reacción al trato humillante que ellos han recibido por parte de la elite criolla y las colonias externas que se han enriquecido a costa de su miseria y marginación. Sucre es una ciudad blanca, de bella y armoniosa arquitectura. Más tranquila y ordenada que la capital político-económica. El que fuera el palacio de gobierno es hoy la prefectura del departamento de Chuquisaca. En un costado hay una inmensa pancarta que reza: “No queremos la división. Que se acaben los latifundios improductivos y recuperemos los recursos naturales para ser un pueblo libre y soberano”. Unos niños lustrabotas se pelearon para limpiar mis zapatos llenos del barro de los derrumbes. Cientos de niños andan por la ciudad ofreciendo golosinas y periódicos. Viven en los barrios altos donde los esperan sus hermanos pequeños para completar el sustento del día. Los lustrabotas me recomendaron que fuera a Tarabuco, un pintoresco pueblo de barro cerca de Sucre, que vive de las dádivas del turismo. Almorcé en la plaza
Llica es la encarnación de la Bolivia de la edad de piedra y de barro. Un pequeño pueblo donde la luz se va temprano, porque no alcanza la planta eléctrica. Sus casas son de adobe, piedra y techos de paja, no existe un edificio. Las calles son de tierra agrietada, la sala de Internet siempre tiene turnos en espera. Sin embargo, esta simplicidad y la resistencia al “progreso” tecnológico –el que nos está suicidando–, es lo que hace de Bolivia un país inusitado y curioso. La comodidad, para quienes la busquen, se encuentra en las grandes ciudades, tan parecidas en todas partes; pero, abunda la sencillez y la austeridad en sus pueblos periféricos.
de mercado, donde los niños ayudan a sus padres a revolver la horchata, a limpiar las mesas, lavar trastos y hacer mandados. Allí se puede consumir el popular “tucumucu” (carne de res asada y chorizo con arroz, papa frita y ensalada); el locro (caldo de gallina); fricasé (caldo con carne de llama); sopa de maní, de fideos, de legumbres, de tallarines; caldo de riñón. Las carnicerías son atendidas por mujeres. Los buses de Bolivia huelen a hierbas, a comida, a tejido. El boliviano carga arroz, arveja y maíz cocinado, en bolsas plásticas, para consumir durante el viaje. El paisaje entre Sucre y Uyuni es de montañas semiáridas, salpicadas de desabridos arbolillos. Una sucesión de yermos y soledades se instalan en su suelo pelado de grises y blanco hueso. Recuerdan los lienzos fantásticos y sombríos de Brueghel el viejo. Son doce horas talladas de viaje. Al llegar a Uyuni, los pasajeros somos abordados por mujeres enruanadas que ofrecen tours por el salar y la Isla del Pescado. Al siguiente día tomé un bus ordinario hacia Llica, un pueblecito al otro lado del salar. Para llegar allí, el bus atravesó durante 4 horas un duro mar blanco con un horizonte semejante a una superficie lunar. El desierto se había convertido en
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un bello e inmenso bloque de sal cubierto con un leve espesor de agua. El bus hacía saltar el líquido represado de las últimas lluvias, como si fuera una lancha surcando el océano. El sol del mediodía hacía brillar sus granos como gemas. El salar era un espejo límpido, el cual reflejaba las formas de las lejanas montañas y de las nubes en cabalgata. Un par de españoles no paraba de disparar sus máquinas fotográficas, estaban embebidos con el magnífico paisaje. Pasamos frente a la Isla del Pescado; luego por la pequeña isla Inkawasi. Varias camionetas Toyota Land Cruiser estaban allí apostadas esperando a los turistas. La Isla de Pescado tiene una vegetación de desierto; son cactus gruesos, altos, longevos, de colores cálidos. Hay partes en el salar en que no se ve su fin. Se confunde con el cielo en el horizonte, parece extenderse hasta la mismísima Tierra del Fuego. Todo es blanco y azul suave. Ninguna ave transita sobre este espejo acostado. ¿Les dará miedo verse reflejadas con deslumbrante patetismo? ¿O cansarse y no tener donde hacer una pausa? Da la sensación de que se flota sobre nubes en un país blanco, cuyos seres más próximos son los 12 pasajeros de un bus errante. El conductor se orienta a través de señalizaciones con palos y la disposición de las islas. Me hospedé en el hostal más barato que encontré en Bolivia, 15 bolivianos, poco menos de dos dólares. Llica es la encarnación de la Bolivia de la edad de piedra y de barro. Un pequeño pueblo donde la luz se va temprano, porque no alcanza la planta eléctrica. Sus casas son de adobe, piedra y techos de paja, no existe un edificio. Las calles son de tierra agrietada, la sala de Internet siempre tiene turnos en espera. Sin embargo, esta simplicidad y la resistencia al “progreso” tecnológico –el que nos está suicidando–, es lo que hace de Bolivia un país inusitado y curioso. La comodidad, para quienes la busquen, se encuentra en las grandes ciudades, tan parecidas en todas partes; pero, abunda la sencillez y la austeridad en sus pueblos periféricos. Sus habitantes viven tranquilos, entre la indiferencia y el ver pasar los días, ocupados en faenas muy elementales. Llevan el pan sin ningún empaque por las calles; cargan leña, desechos, hojas secas y bosta, para alimentar los fogones. Bolivia es el segundo país productor de energía mineral en el mundo; sin embargo, la mayoría de su gente usa combustibles fósiles en la cocina. No usa gas licuado de petróleo (GLP) ni gas natural (GN). El Sapajo es una bella montaña de 4.500 metros, detrás de Llica, a 5 kilómetros de distancia. Su pico
Lo más preocupante del escenario político boliviano es la aparición de grupos paramilitares en Tarija y Santa Cruz, que presionan a la gente para apoyar la separación. Es, precisamente, en esos departamentos donde los indígenas guaraníes y los del Chaco boliviano, sufren oprobiosas formas de esclavitud en las haciendas. Los sectores conservadores de Bolivia casi han logrado frenar las iniciativas del gobierno de un indio. No aceptan cambios, chantajean con amenazas separatistas, utilizan la violencia. La supuesta autonomía podría aumentar la inestabilidad política, agudizar el odio racista y de clase, conducir a choques entre civiles. amaneció nevado. Los fotógrafos españoles se encaminan a pasar un par de días allá. Les sirve de guía don Fabio, un campesino que tiene un cultivo de papa en una estribación de la elevada arista. Me les uno durante un trecho del camino y me regreso para alcanzar el único bus que sale hacia Uyuni. Atravieso el desierto, desde el cual se ve la pequeña torre de la iglesia de Llica, amarilla y blanca. Bordeo unos sembrados de quinua, una planta rica en proteína, muy consumida en sopas y bebidas. Unas murallas de piedra, de baja altura, rodean los sembrados para que no entren las ovejas , ni las llamas, a comerlos. En las goteras del pueblo, los “chanchos” escarban en un fangal lleno de basura. Algunas paredes de Uyuni mostraban graffitis que revelan otro espectro de las multiplicidades existenciales y políticas de Bolivia. “Constituyente: circo de payasos para que todo siga igual”, “Constituyente: trampa de la burguesía”, “La revolución único camino para hacernos libres”. Todos esos graffitis estaban firmados por “P.O.R.”. Era evidente que la nueva Constitución Política redactada por una Asamblea
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Nacional Constituyente muy saboteada (en espera de un referéndum), no sólo era rechazada por la oposición de derecha de la Media Luna oriental, sino también por la oposición de izquierda proveniente de sectores maoístas, y movimientos sociales radicales. La nacionalización de los hidrocarburos realizada por Morales, es quizá, la reforma que más ha aglutinado y concentrado fuerzas políticas alrededor del presidente. En especial, los movimientos sociales de la ciudad de El Alto, quienes consideran que los poderes que actúan en la ciudad de Santa Cruz, con el proceso autonómico, en el fondo, quieren seguir explotando y enajenando los recursos naturales de Bolivia y seguir siendo propietarios de extensas tierras en el oriente boliviano. Lo que cada vez es más claro en Bolivia y que ayuda a orientar a la ciudadanía es que el proceso de cambios sociales y políticos a favor de los centenariamente desechados –mayoría indígena en ese país– está en riesgo de ser cercenado, por una conspiración oligárquica interna apoyada por la embajada de los EEUU y sus filiales intervencionistas USAID (Agencia de EU para el Desarrollo Internacional) y NED (Nacional Endowment Foundation). Pretenden interrumpir de un plumazo con “golpe mediático”, lo mucho que Morales y su equipo de gobierno ha hecho en la recuperación económica y en la democratización de la sociedad. La autonomía, tan publicitada por los medios privados de comunicación, no es para el bienestar de los pobladores de Santa Cruz y de los otros departamentos de la Media Luna, sino separación y disolución de Bolivia, para provecho de unos terratenientes, empresarios y familias ricas, que quieren aferrarse a sus desproporcionadas fortunas y ganancias. Si el centralismo y el poder absoluto en manos de unos pocos es lo que quieren acabar los movimientos autonomistas, estarían en un buen camino. Pero, la mayoría de voces de este país señalan que detrás de todo el escándalo autonómico está la mano inequitativa y parasitaria de los políticos vinculados con los ex presidentes de la república, Gonzalo Sánchez de Losada, Jorge Tuto Quiroga y Jaime Paz Zamora. Jorge Quiroga lidera la agrupación ciudadana Podemos (Poder Democrático y Social), partido político derivado de la antigua ADN (Acción Democrática Nacionalista), fundado por el dictador Hugo Banzer Suárez y que estaba al servicio de las transnacionales con grandes lesiones para la economía boliviana, pues recibía pírricos porcentajes de la explotación de los recursos energéticos. Jaime Paz Zamora inició
la privatización de 100 empresas estatales, muchas de las cuales fueron vendidas a precios muy bajos a sus amigos y parientes. Lo más preocupante del escenario político boliviano es la aparición de grupos paramilitares en Tarija y Santa Cruz, que presionan a la gente para apoyar la separación. Es, precisamente, en esos departamentos donde los indígenas guaraníes y los del Chaco boliviano, sufren oprobiosas formas de esclavitud en las haciendas. Los sectores conservadores de Bolivia casi han logrado frenar las iniciativas del gobierno de un indio. No aceptan cambios, chantajean con amenazas separatistas, utilizan la violencia. La supuesta autonomía podría aumentar la inestabilidad política, agudizar el odio racista y de clase, conducir a choques entre civiles. Para analistas independientes de ese país, el enfrentamiento entre oriente (Media Luna) y occidente, no es más que el conflicto clasista y político del separatismo contra la unidad boliviana, de la oligarquía contra los movimientos sociales, del racismo contra el multiculturalismo, del latifundismo contra la pequeña y mediana propiedad, del viejo modelo neoliberal excluyente contra un modelo social incluyente. Podríamos agregar, es la lucha entre la muerte –agazapada en el imperio de la rentabilidad–, y la vida, palpitante y encarnada en la dignidad indoamericana. En Uyuni, los niños de la escuela Padilla, enfundados en bombachos y chompas rojas, cantaban en las calles: “Padilla, pedacito de mi corazón”. Vibro con la ternura de ese verso y repito para mi solo: “Bolivia, pedazo grande de mi corazón”. Me detengo ante el monumento al trabajador ferroviario, una escultura en hierro de cuerpo entero. Llego a la estación donde hay dos viejas locomotoras en exhibición. Uyuni se enorgullece de una fuerte tradición ferrocarrilera. Por aquí sale producción de minerales hacia puertos de Chile. También, llegan y salen trenes para Oruro, Challapata, Mulatos, Atocha, Tupiza, Villazón (frontera con Argentina) y Abaroa (frontera con Chile). Consigo tiquete hacia este último destino, lo que marca el final de este apasionante viaje por el país de los uros, donde hallé el “paraíso terrenal” en el centro de un lago; el país de las altas culturas Wankarane y Chiripa, Tiahuanaco y Mollo. Mayo de 2008
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ga de hambre. Paradójicamente, toda Bolivia terminó ayunando con ellas, hasta que la dictadura cayó.
Collar de historias Esta región nuestra forma parte de una América Latina organizada para el divorcio de sus partes, para el odio mutuo y la mutua ignorancia. Pero sólo siendo juntos seremos capaces de descubrir lo que podemos ser, contra una tradición que nos ha amaestrado para el miedo y la resignación y la soledad y que cada día nos enseña a desquerernos, a escupir al espejo, a copiar en lugar de crear.
Yo había conocido a una de esas cinco porfiadas, Domitila Barrios, en el pueblo minero de Llallagua. En una asamblea de obreros de las minas, todos hombres, ella se había alzado y había hecho callar a todos. —Quiero decirles estito –había dicho–. Nuestro enemigo principal no es el imperialismo, ni la burguesía, ni la burocracia. Nuestro enemigo principal es el miedo, y lo llevamos adentro.
Nuestra región es el reino de las paradojas. Brasil, pongamos por caso: paradójicamente, el Aleijadinho, el hombre más feo del Brasil, creó las más altas hermosuras del arte de la época colonial; paradójicamente, Garrincha, arruinado desde la infancia por la miseria y la poliomelitis, nacido para la desdicha, fue el jugador que más alegría ofreció en toda la historia del fútbol; y paradójicamente, ya ha cumplido cien años de edad Oscar Niemeyer, que es el más nuevo de los arquitectos y el más joven de los brasileños. O pongamos por caso, Bolivia: en 1978, cinco mujeres voltearon una dictadura militar. Paradójicamente, toda Bolivia se burló de ellas cuando iniciaron su huel-
—No sean bobos –les decía–. Júntense. Nosotros, allá en Bolivia, nos juntamos. Aunque sea para pelearnos, nos juntamos. Y cuánta razón tenía.
Juntarnos: y no sólo para defender el precio de nuestros productos, sino también, y sobre todo, para defender el valor de nuestros derechos. Bien juntos están, aunque de vez en cuando simulen riñas y disputas, los pocos países ricos que ejercen la arrogancia sobre todos los demás. Su riqueza come pobreza, y su arrogancia come miedo. Hace bien poquito, pongamos por caso, Europa aprobó la ley que convierte a los inmigrantes en criminales. Paradoja de paradojas: Europa, que durante siglos ha invadido el mundo, cierra la puerta en las narices de los invadidos, cuando le retribuyen la visita. Y esa ley se ha promulgado con una asombrosa impunidad, que resultaría inexplicable si no estuviéramos acostumbrados a ser comidos y a vivir con miedo. Miedo de vivir, miedo de decir, miedo de ser. Esta región nuestra forma parte de una América Latina organizada para el divorcio de sus partes, para el odio mutuo y la mutua ignorancia. Pero sólo siendo juntos seremos capaces de descubrir lo que podemos ser, contra una tradición que nos ha amaestrado para el miedo y la resignación y la soledad y que cada día nos enseña a desquerernos, a escupir al espejo, a copiar en lugar de crear. Todo a lo largo de la primera mitad del siglo diecinueve, un venezolano llamado Simón Rodríguez anduvo por los caminos de nuestra América, a lomo de mula, desafiando a los nuevos dueños del poder:
Discurso de agradecimiento al título de Primer Ciudadano Ilustre del Mercosur. Montevideo, 3 de julio 2008
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Juntarnos: y no sólo para defender el precio de nuestros productos, sino también, y sobre todo, para defender el valor de nuestros derechos. Bien juntos están, aunque de vez en cuando simulen riñas y disputas, los pocos países ricos que ejercen la arrogancia sobre todos los demás. Su riqueza come pobreza, y su arrogancia come miedo.
Y años después, reencontré a Domitila en Estocolmo. La habían echado de Bolivia, y ella había marchado al exilio, con sus siete hijos. Domitila estaba muy agradecida de la solidaridad de los suecos, y les admiraba la libertad, pero ellos le daban pena, tan solitos que estaban, bebiendo solos, comiendo solos, hablando solos. Y les daba consejos:
Porque, digo yo: ¿existen los dientes, si no se juntan en la boca? ¿Existen los dedos, si no se juntan en la mano? Por Eduardo Galeano Escritor y periodista uruguayo
Porque, digo yo: ¿existen los dientes, si no se juntan en la boca? ¿Existen los dedos, si no se juntan en la mano?
—Ustedes –clamaba don Simón–, ustedes que tanto imitan a los europeos, ¿por qué no les imitan lo más importante, que es la originalidad? Paradójicamente, era escuchado por nadie este hombre que tanto merecía ser escuchado. Paradójicamente, lo llamaban loco, porque cometía la cordura de creer que debemos pensar con nuestra propia cabeza, porque cometía la cordura de proponer una educación para todos y una América de todos, y decía que al que no sabe, cualquiera lo engaña y al que no tiene, cualquiera lo compra, y porque cometía la cordura de dudar de la independencia de nuestros países recién nacidos: —No somos dueños de nosotros mismos –decía–. Somos independientes, pero no somos libres. Quince años después de la muerte del loco Rodríguez, Paraguay fue exterminado. El único país hispanoamericano de veras libre fue paradójicamente asesinado en nombre de la libertad. Paraguay no estaba preso en la jaula de la deuda externa, porque no debía un centavo a nadie, y no practicaba la mentirosa libertad de comercio que nos imponía y nos impone una economía de importación y una cultura de impostación. Paradójicamente, al cabo de cinco años de guerra feroz, entre tanta muerte sobrevivió el origen. Según la más antigua de sus tradiciones, los paraguayos habían nacido de la lengua que los nombró, y entre las ruinas humeantes sobrevivió esa lengua sagrada, la lengua primera, la lengua guaraní. Y en guaraní ha-
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blan todavía los paraguayos a la hora de la verdad, que es la hora del amor y del humor. En guaraní, ñe’é significa palabra y también significa alma. Quien miente la palabra, traiciona el alma. Si te doy mi palabra, me doy. Un siglo después de la guerra del Paraguay, un presidente de Chile dio su palabra, y se dio. Los aviones escupían bombas sobre el palacio de gobierno, también ametrallado por las tropas de tierra. Él había dicho: —Yo de aquí no salgo vivo. En la historia latinoamericana, es una frase frecuente. La han pronunciado unos cuantos presidentes que después han salido vivos, para seguir pronunciándola. Pero esa bala no mintió. La bala de Salvador Allende no mintió. Paradójicamente, una de las principales avenidas de Santiago de Chile se llama, todavía, Once de Setiembre. Y no se llama así por las víctimas de las Torres Gemelas de Nueva York. No. Se llama así en homenaje a los verdugos de la democracia en Chile. Con todo respeto por ese país que amo, me atrevo a preguntar, por puro sentido común: ¿No sería hora de cambiarle el nombre? ¿No sería hora de llamarla Avenida Salvador Allende, en homenaje a la dignidad de la democracia y a la dignidad de la palabra? Y saltando la cordillera, me pregunto: ¿por qué será que el Che Guevara, el argentino más famoso de todos los tiempos, el más universal de los latinoamericanos, tiene la costumbre de seguir naciendo? Paradójicamente, cuanto más lo manipulan, cuanto más lo traicionan, más nace. Él es el más nacedor de todos. Y me pregunto: ¿No será porque él decía lo que pensaba, y hacía lo que decía? ¿No será que por eso sigue siendo tan extraordinario, en este mundo donde las palabras y los hechos muy rara vez se encuentran, y cuando se encuentran no se saludan, porque no se reconocen? Los mapas del alma no tienen fronteras, y yo soy patriota de varias patrias. Pero quiero culminar este viajecito por las tierras de la región, evocando a un hombre nacido, como yo, por aquí cerquita. Paradójicamente, él murió hace un siglo y medio pero sigue siendo mi compatriota más peligroso. Tan peligroso es que la dictadura militar del Uruguay no pudo encontrar ni una sola frase suya que no fuera subversiva, y tuvo que decorar con fechas y nombres de batallas el mausoleo que erigió para ofender su memoria. A él, que se negó a aceptar que nuestra patria grande se rompiera en pedazos; a él, que se negó a aceptar
Paradójicamente, era escuchado por nadie este hombre que tanto merecía ser escuchado. Paradójicamente, lo llamaban loco, porque cometía la cordura de creer que debemos pensar con nuestra propia cabeza, porque cometía la cordura de proponer una educación para todos y una América de todos, y decía que al que no sabe, cualquiera lo engaña y al que no tiene, cualquiera lo compra, y porque cometía la cordura de dudar de la independencia de nuestros países recién nacidos que la independencia de América fuera una emboscada contra sus hijos más pobres; a él, que fue el verdadero primer ciudadano ilustre de la región, dedico esta distinción, que recibo en su nombre. Y termino con palabras que le escribí hace algún tiempo: 1820, Paso del Boquerón. Sin volver la cabeza, usted se hunde en el exilio. Lo veo, lo estoy viendo: se desliza el Paraná con perezas de lagarto y allá se aleja flameando su poncho rotoso, al trote del caballo, y se pierde en la fronda. Usted no dice adiós a su tierra. Ella no se lo creería. O quizás usted no sabe, todavía, que se va para siempre. Se agrisa el paisaje. Usted se va, vencido, y su tierra se queda sin aliento. ¿Le devolverán la respiración los hijos que le nazcan, los amantes que le lleguen? Quienes de esa tierra broten, quienes en ella entren, ¿se harán dignos de tristeza tan honda? Su tierra. Nuestra tierra del sur. Usted le será muy necesario, don José. Cada vez que los codiciosos la lastimen y la humillen, cada vez que los tontos la crean muda o estéril, usted le hará falta. Porque usted, don José Artigas, general de los sencillos, es la mejor palabra que ella ha dicho.
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* Autor de Las venas abiertas de América Latina, Memorias del fuego y Espejos/Una historia casi universal.
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Las finanzas de la universidad pública Mientras las universidades públicas casi duplicaron estudiantes, aportes estatales no aumentaron Por Ricardo Gómez Giraldo Rector Universidad de Caldas
Las universidades públicas afrontan una situación financiera delicada: sus costos de funcionamiento crecen por encima de sus ingresos desde hace años; esto debido al aumento de matriculados sin aumento paralelo de recursos. La Sentencia C-220 de la Corte Constitucional de 1997, estableció que cuando a una universidad se le giran recursos de la Nación en un año determinado, para el siguiente, y de ahí en adelante, se debe girar al menos la misma cantidad de dinero, más el equivalente a la variación del IPC. El efecto de esta decisión es la creación de una base fija de recursos que se convirtió en un límite, inamovible en la práctica, tanto hacia arriba como hacia abajo. El Gobierno Nacional no gira dinero adicional a las universidades (en caso de un mejor recaudo tributario en un año cualquiera o de una específica necesidad de una universidad) porque sabe que no puede disminuir ese dinero en lo venidero. Paradójicamente, durante el tiempo en el que la gran mayoría de universidades públicas casi duplicaron el número de estudiantes matriculados, no han aumentado los aportes estatales a ellas. Pero el espacio de crecimiento ya se agotó. En general, a las universidades públicas ya no les cabe un estudiante nuevo
más, salvo que llegase más dinero, lo cual no va a suceder debido a la rigidez de la base. Hay otras fuentes de problemas económicos para las universidades públicas. Una de ellas es la productividad docente no financiada: cuando un docente obtiene un título de maestría o doctorado o publica artículos en revistas especializadas, se debe realizar una mejora salarial para él; este aumento, que es merecido y necesario, corre también por cuenta de los recursos de la entidad. En promedio, y según estudios contratados por el Ministerio de Educación, este asunto, acumulado desde 1999 al 2006, ha significado un aumento del 24 por ciento de los costos de nómina, aumento no compensado cada año en las transferencias del Gobierno Nacional. Según estudios internacionales recientes, Colombia es el país de América Latina cuya composición de los recursos de educación superior tiene menos proporción de presupuesto público: 70 por ciento, mientras Argentina tiene el 79, Costa Rica el 85 y Uruguay el 90. En el mundo entero, por el aumento tan grande del número de estudiantes matriculados en los últimos años, el Estado es incapaz de cubrir todos los costos de la educación pública y por eso las universidades han echado mano de fuentes adicionales de ingresos, como las matrículas, las donaciones y la venta de servicios. Pero el mercado para la venta de servicios y otros ingresos difiere para cada universidad, según la ciudad y el país donde se encuentre. Colombia tiene hoy una economía más grande que la de hace una década: los recaudos tributarios han aumentado significativamente, las exportaciones son hoy mucho mayores y el petróleo está a precios inimaginables hace no mucho; las regalías han crecido y pueden seguir haciéndolo, de mantenerse las tendencias globales. En conclusión, dinero sí hay. No queda más que pensar en plantear reformas de fondo, que permitan revertir la situación: aumentar los ingresos de las universidades públicas de manera que crezcan a un ritmo más rápido que sus egresos. Las regalías de los hidrocarburos, por ejemplo, son una interesante y posible fuente. Todos tenemos un papel que jugar: las universidades, mejorar sus prácticas administrativas y de generación de recursos propios; el Congreso y el Gobierno, aprobar las reformas adecuadas de la ley para aumentar las transferencias a la educación superior.
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Artículo de opinión publicado en el diario EL TIEMPO, el 11 de abril de 2008, página 1-21
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Ventajas para EE.UU.
Base de Manta
Posición neurálgica de EE.UU. en la región andino-amazónica
Nota del Editor: La base de Manta ha sido noticia en los últimos años. El pasado 29 de julio, Ecuador notificó a Estados Unidos su decisión de dar por concluido el acuerdo que permite a las fuerzas armadas norteamericanas el uso de este enclave militar al suroeste de Quito, desde el cual despegan aviones equipados con alta tecnología. Por su parte, el gobierno colombiano, según declaraciones del ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, no está interesado en que en territorio de Colombia se construya una base sustituta. A su regreso de Washington, donde Santos se entrevistó con el presidente George W. Bush y con altos funcionarios de la administración estadounidense, dijo públicamente: “Efectivamente les dijimos que base no, que no estábamos interesados en recibir la base de Manta”. El “Acuerdo de cooperación entre el Gobierno de la República del Ecuador y el Gobierno de los Estados Unidos de América concerniente al acceso y uso de los Estados Unidos de América de las instalaciones en la Base de la Fuerza Aérea Ecuatoriana en Manta para actividades aéreas antinarcóticos”, vence el 12 de noviembre de 2009.
Por Ana Esther Ceceña
Investigadora IIE-UNAM*
En 1999, cuando Estados Unidos tuvo que abandonar Panamá y sus posiciones en el canal –uno de los puntos estratégicos más importantes del mundo–, buscó el modo de compensar el retiro con una avanzada. En vez de perder la posición del canal, la mantuvo ampliando el alcance y el radio de acción desde tres nuevas posiciones que formaron un triángulo en torno a Panamá, con un vértice en cada una de las regiones circundantes: Centroamérica, Sudamérica y el Caribe. Mediante una negociación simultánea se consiguió ubicar las nuevas instalaciones, con convenios de diez años, en El Salvador, en el aeropuerto internacional de Comalapa; en Aruba y Curaçao, en los aeropuertos
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• Uso de la Base Aérea de Manta, del puerto marítimo de Manta y lo que pueda incluirse en el concepto de "instalaciones relacionadas con la base y su vecindad", sin costo. • Cede la soberanía sobre el espacio aéreo ecuatoriano: autoriza a las aeronaves operadas por o para Estados Unidos en relación con el Convenio, a sobrevolar el territorio del país. • Establece una condición jurídica de excepción al personal que opere en el convenio y a sus familiares, otorgándoles inmunidad y la misma condición jurídica del personal técnico y administrativo de la Embajada de Estados Unidos. Incluso en los casos en los que autoridades ecuatorianas detuvieren a miembros de ese personal, tienen la obligación de notificar inmediatamente y entregarles a las autoridades de Estados Unidos. • Todo el personal no permanente podrá ingresar y salir no sólo de la Base, sino de la República con la identificación estadounidense, sin pasaportes ni visas y está exento de impuestos de entrada y salida, así como de impuestos sobre las rentas recibidas, propiedad, posesión, uso o cesión, sobre los bienes que se encuentren en el Ecuador, relacionados con su presencia. • El convenio exonera de todos los procedimientos de importación, exportación, aranceles, impuestos directos o indirectos, a los productos, equipos, materiales, provisiones y todos los bienes que ingresen o egresen del país a nombre del acuerdo. E igualmente en lo referente a los permisos y tasas de construcción que prevé la legislación ecuatoriana. • Faculta a Estados Unidos a establecer servicios postales militares, una estación de satélite para radio, tv, y otras telecomunicaciones, las que estarán exentas de inspección, licencia, regulación, derechos, impuestos directos o indirectos y todo tipo de cargos o tarifas. • El Ecuador, mediante el Acuerdo renuncia a todo reclamo por lesiones, muertes de personas o por daños, pérdidas o destrucción de bienes gubernamentales. El Convenio Operativo de 2 de junio de 2000, faculta a los Estados Unidos: • La administración del FOL o COA. • La operación de 4 aviones grandes E03 Awacs y KC135. • La operación de 4 aviones medianos. • Desplegar de 250 a 300 efectivos militares de los EEUU durante operaciones normales. • El número de militares se podrá elevar a 475. • Prohibir a oficiales ecuatorianos volar en aviones de EEUU. • Los aviones de EEUU tendrán el mismo tratamiento que los aviones militares de Ecuador. • En incidentes actuará como Jefe el Jefe del Destacamento VII de EEUU. • El gobierno de EEUU podrá construir nuevas instalaciones, carreteras y servicios públicos. Fuente: Movimientos Indígenas y Sociales del Ecuador
de Reina Beatriz y Hato Rey respectivamente; y en Ecuador, en el aeropuerto Eloy Alfaro, en la costera ciudad de Manta. Las bases instaladas en estos tres puntos corresponden a una concepción relativamente nueva, emanada de la profunda revisión interna del comando conjunto de Estados Unidos que tiene lugar a partir de la “revolución en los asuntos militares” de finales de los años noventa. La idea de grandes posiciones militares en los lugares de conflicto ha venido siendo desplazada por la de instalaciones más pequeñas, menos costosas y más sencillas de manejar, y con un radio de alcance suficiente para no tener que estar ubicadas en el punto de mira sino a una distancia que le evite los riesgos pero le permita actuar con agilidad.
A éstas se les llama Foreign Operating Locations (FOL) aunque, con el propósito de endulzarlas un poco, se les ha cambiado el nombre por el de Cooperative Security Locations (CSLs). Este tipo de bases es relativamente engañoso porque en tiempos regulares tiene muy poco personal (en Manta, por ejemplo, se reportan 13 personas), ya que su funcionamiento está centrado en el monitoreo y detección. No obstante, en dicha base de Manta hay capacidad para albergar 485 personas, entre efectivos militares, personal de inteligencia y empleados civiles y tiene capacidad para recibir aviones pequeños como el F16, grandes como los AWACs e incluso, en caso necesario, aviones de gran envergadura como el C5,
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que sirve para transportar equipo y tropa en gran escala (www.af.mil/factsheets). El monitoreo que se realiza desde la base es ininterrumpido y tiene un sistema de comunicación en tiempo real con el Space warfare center ubicado en Colorado Springs, en Estados Unidos, que recibe comunicaciones similares de todas sus posiciones, fijas o móviles, en el mundo. De esta manera, cada una de estas instalaciones de comunicación se mantiene informada de las actividades de todo el sistema de bases, naves y efectivos. Es decir, este tipo de bases está pensado desde la óptica del just in time. No desperdiciar recursos, disminuir costos, pero mantener la versatilidad para enfrentar cualquier tipo de contingencia o amenaza y la capacidad de respuesta rápida y eficaz que convierta cada acción en un “golpe quirúrgico”. En palabras de Donald Rumsfeld: En el presente siglo nuestras fuerzas deben ser ágiles, letales, rápidamente desplegables y con mínimos requerimientos de soporte logístico. Debemos poder proyectar nuestro poder hacia grandes distancias en cuestión de días o semanas y no de meses. (23/09/2004). Para lograrlo, además de la proliferación de instalaciones tipo FOL en las áreas consideradas inestables, ingobernables, críticas o fallidas, entre las que se encuentra una buena parte de los países latinoamericanos y africanos, estamos mejorando las actividades de comunicaciones e inteligencia. Esto incluye, por ejemplo, el desarrollo del Space Based Radar (SBR) para monitorear tanto los blancos fijos como los móviles en las profundidades de las líneas enemigas o en áreas prohibidas, en cualquier tipo de clima. También estamos trabajando en el Transformational Communications Satellite (TSAT), para proporcionar a nuestras tropas conjuntas una capacidad de comunicación sin precedentes. Para dar una idea de la velocidad y de la conciencia situacional que puede ofrecer el TSAT, consideren que la transmisión de una imagen del Global Hawk a un Militar II toma actualmente alrededor de 12 minutos. Con el TSAT tomará menos de un segundo. (Rumsfeld, 23/09/2004) De acuerdo con el Base Structure Report Fiscal Year 2007 Baseline, informe del Departamento de Defensa sobre las instalaciones militares estadounidenses en el mundo en 2007, las posiciones en Aruba tienen un valor de 1.6 millones de dólares, las de
En palabras de Donald Rumsfeld: En el presente siglo nuestras fuerzas deben ser ágiles, letales, rápidamente desplegables y con mínimos requerimientos de soporte logístico. Debemos poder proyectar nuestro poder hacia grandes distancias en cuestión de días o semanas y no de meses. Curaçao de 46.1 millones, mientras que las de Manta ascienden a 182 millones de dólares, gran parte de los cuales fueron invertidos en la readecuación del aeropuerto a las necesidades de monitoreo, intermediación y respuesta rápida requeridas para las actividades previstas en la región. El área que ocupa Manta es de 412 km2 pero no es inusual ver a los AWACs estacionados en el aeropuerto civil contiguo. En este mismo informe del Departamento de Defensa se registra la existencia de 6 instalaciones pequeñas en Colombia y una en Perú, entendiendo por éstas a las que ocupan menos de 40 km2 o que tienen un valor menor a los 10 millones de dólares. Esto reafirma la hipótesis de Manta como cerebro y centro de operaciones coordinadas de todo el sistema de bases de la región. Si esto es así, y si Manta tiene por tarea la vigilancia ininterrumpida de cualquier tipo de nave o movimiento relacionado con el narcotráfico, la migración ilegal, el terrorismo y cualquier otra de las consideradas amenazas a la seguridad nacional de Estados Unidos, qué fue lo que hizo y lo que no hizo la noche del ataque al campamento de las FARC en Sucumbíos, Ecuador. Si, como ha afirmado el gobierno de Ecuador, las bombas arrojadas en su suelo no pueden ser lanzadas desde los aviones con que cuentan los colombianos (Tucanos), qué relación hay entre los aviones estadounidenses que sí las pueden lanzar y la base de Manta. ¿La tormenta del desierto se ha desplazado a la selva?
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* Economista mexicana. Investigadora en el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
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De la especulación inmobiliaria a la especulación con el hambre Por Wim Dierckxsens* Sociedad Latinoamericana de Economistas Políticos
El alza del precio de los alimentos se atribuye en los medios dominantes a una “tormenta perfecta” provocada por la mayor demanda de alimentos por parte de India y China, la disminución de la oferta de alimentos a causa de las sequías y otros problemas relacionados con el cambio climático, el aumento de los costos del combustible empleado para cultivar y transportar los alimentos, y la mayor demanda de biocombustibles, que ha desviado cultivos como el maíz para alimento hacia la producción de etanol. Nada se habla de la especulación con el hambre.
La actual crisis mundial es más devastadora que la gran depresión de los años 30, afirma Chossudovsky. Tiene muchas más implicaciones geopolíticas; dislocaciones económicas han acompañado el inicio de guerras regionales, la fractura de sociedades nacionales y en algunos casos la destrucción de países enteros. Esta es, por lejos, la crisis económica más seria de la historia moderna (Michel Chossudovsky, The Globalization of Poverty, First Edition, 1997). Frente a la crisis financiera e inmobiliaria que estalló en EEUU a partir de agosto de 2007, los grandes fondos de inversión especulativa trasladaron millonarias sumas de dinero a controlar los productos agrícolas en el mercado internacional o commodities. Cuando la burbuja inmobiliaria se
Agencia Latinoamericana de Información
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De la especulación inmobiliaria a la especulación con el hambre
pinchó, los especuladores rehabilitaron un viejo paraíso: los mercados de cereales (Serge Halimi, “El FMI y el hambre”, en Le Monde Diplomatique, mayo 2008:40). Actualmente, se estima que estos fondos controlan 60 por ciento del trigo y altos porcentajes de otros granos básicos. La mayor parte de la cosecha de soya de los próximos años, ya está comprada como “futuro”. Estos alimentos se han convertido en un objeto más de especulación bursátil, cuyo precio se modifica (y aumenta) en función de los jaloneos especulativos y no en función de los mercados locales o las necesidades de la gente. Según la FAO, entre marzo de 2007 y marzo 2008, el precio de los cereales, sobre todo el trigo, ha aumentado un 130%, la soya un 87%, el arroz un 74%, y el maíz aumentó en ese año un 53% (Aurelio Suárez, “La vulnerabilidad alimentaria de Colombia”, Le Monde Diplomatique, mayo 2008:11). El alza del precio de los alimentos se atribuye en los medios dominantes a una “tormenta perfecta” provocada por la mayor demanda de alimentos por parte de India y China, la disminución de la oferta de alimentos a causa de las sequías y otros problemas relacionados con el cambio climático, el aumento de los costos del combustible empleado para cultivar y transportar los alimentos, y la mayor demanda de biocombustibles, que ha desviado cultivos como el maíz para alimento hacia la producción de etanol. Nada se habla de la especulación con el hambre. En los últimos nueve meses de 2007 el volumen de capitales invertidos en los mercados agrícolas se quintuplicó en la Unión Europea y se multiplicó por siete en EEUU (Domique Baillard, “Estalla el precio de los cereales”, en Le Monde Diplomatique, mayo 2008:6). La especulación creada en torno a los alimentos básicos se transforma en carburante y empuja los precios de los cereales y el azúcar hacia nuevos máximos, inalcanzables para una inmensa masa de población, que principalmente se encuentra en Asia, África y América Latina. Este conjunto de aumentos especulativos recientes en los precios de los alimentos condujeron a una ola de hambre mundial que no tiene precedentes por su escala. La ausencia de me-
didas de regulación desencadena el hambre. Lo que desencadena el hambre es la ausencia de regulaciones en estos mercados especulativos. La volatilidad en los mercados alimentarios es debida sobre todo a la desregulación, la falta de control sobre los grandes agentes y la falta de la necesaria intervención estatal a nivel internacional y nacional para estabilizar los mercados. En el actual contexto, un congelamiento de la especulación en los mercados de alimentos de primera necesidad, tomado como una imperativa decisión política, contribuiría inmediatamente a bajar los precios de los alimentos. Nada impide hacerlo pero nada hace prever que se esté pensando en un prudente cuidadoso conjunto de medidas como éste. Por lo que se ve esto no es lo que está siendo propuesto por el Banco Mundial y por el Fondo Monetario Internacional. La crisis alimentaria está ocurriendo mientras hay suficiente comida en el mundo para alimentar a la población global. El hambre no es la consecuencia de la escasez de alimentos sino al revés: en el pasado, los excedentes de alimentos en los países centrales fueron utilizados para desestabilizar las producciones de los países en desarrollo. Según la FAO, el mundo podría aún alimentar hasta 12 billones de personas en el futuro. La producción mundial de grano en 2007/2008 está estimada en 2.108 millones de toneladas (un aumento de 4,7% comparado a la del 2006/2007). Esto supera bastante la media de crecimiento del 2% en la pasada década. Aunque la producción permanece a un nivel alto, los especuladores apuestan en la escasez esperada y aumentan artificialmente los precios. De acuerdo con la FAO el precio de los granos de primera necesidad se incrementó un 88% desde marzo de 2007 (Véase el art. de See Ian Angus, Food Crisis: “The greatest demonstration of the historical failure of the capitalist model”, Global Research, April 2008). Mientras los especuladores y comercios de gran escala se benefician de la crisis actual, la mayoría de los/as campesinos/as y agricultores no se benefician de los precios altos. La tierra se torna más cara. La especulación con la tierra agrícola va en aumento. Los desalojos a menudo forzados son la
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Actualmente, se estima que estos fondos controlan 60 por ciento del trigo y altos porcentajes de otros granos básicos. La mayor parte de la cosecha de soya de los próximos años, ya está comprada como “futuro”. Estos alimentos se han convertido en un objeto más de especulación bursátil, cuyo precio se modifica (y aumenta) en función de los jaloneos especulativos y no en función de los mercados locales o las necesidades de la gente.
consecuencia. Los campesinos que se mantienen cultivan los alimentos, pero la cosecha a menudo ya está vendida al que presta el dinero, a la compañía de insumos agrícolas o directamente al comerciante o a la unidad de procesamiento. Aunque los precios que se pagan a los campesinos han subido para algunos cereales, ese aumento es muy poco comparado con los incrementos en el mercado mundial y a los aumentos que se han impuesto a los consumidores. Durante los últimos años, las multinacionales y los poderes económicos mundiales, han desarrollado rápidamente la producción de agrocombustibles. Subsidios e inversiones masivas se están dirigiendo hacia este sector en auge. El resultado es que las tierras están pasando en poco tiempo masivamente de la producción de comida a la producción de agrocombustibles. Las multinacionales y los analistas convencionales predicen que la tierra se utilizará cada vez más para agrocombustibles (maíz, pero también aceite de palma, semilla de colza, caña de azúcar…). Una parte importante del maíz de EE.UU ha “desaparecido” repentinamente, pues fue comprada para la producción de etanol. Esta explosión incontrolada del sector de los biocombustibles causó un gran impacto en
los ya inestables mercados internacionales de granos básicos. La especulación se aprovecha de la escasez relativa de los alimentos. Los vendedores mantienen sus reservas alejadas del mercado para estimular alzas de precio en el mercado nacional, creando enormes beneficios. Las multinacionales adquieren agresivamente enormes áreas de tierras agrícolas alrededor de las ciudades con fines especulativos, expulsando a los campesinos (Véase www.ecoportal.net, Henry Saragih, coordinador internacional de La Vía Campesina). En las últimas décadas el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), junto con la Organización Mundial del Comercio (OMC) han forzado a los países a disminuir su inversión en la producción alimentaria y su apoyo a los/ as campesinos/as y pequeños agricultores, que son las claves de la producción alimentaria. Las reglas del juego cambiaron dramáticamente en 1995, cuando el acuerdo en la OMC sobre la agricultura entró en vigor. Las políticas neoliberales socavaron las producciones nacionales de alimentos, y obligaron a los campesinos/as a producir cultivos comerciales para compañías multinacionales y a comprar sus alimentos de las multinacionales en el mercado mundial. Los tratados de libre comercio han forzado a los países a “liberalizar” sus mercados agrícolas: reducir los aranceles a la importación y aceptar importaciones. Al mismo tiempo, las multinacionales han seguido haciendo dumping con los excedentes en sus mercados, utilizando todas las formas de subsidios directos e indirectos a la exportación. El resultado fue que Egipto, el antiguo granero de trigo del Imperio Romano se convirtió en el primer importador; Indonesia, una de las cunas del arroz, hoy importa arroz transgénico, y México, cuna de la cultura del maíz importa hoy maíz transgénico. EEUU, la Unión Europea, Canadá y Australia son los mayores exportadores. Por lo anterior, los países periféricos se han convertido en adictos a las importaciones de alimentos baratos. Y ahora que los precios se están disparando, el hambre está creciendo. Muchos países que hasta entonces producían suficiente comida para su propia alimentación fueron obli-
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gados a abrir sus mercados a productos agrícolas del extranjero. Al mismo tiempo, la mayoría de las regulaciones estatales sobre existencias de reserva, precios, producciones o control de las importaciones y exportaciones fueron desmanteladas gradualmente. Como resultado, las pequeñas explotaciones agrícolas y ganaderas de todo el mundo no han sido capaces de competir en el mercado mundial y muchos se arruinaron. (Véase www.ecoportal.net, Henry Saragih Coordinador Internacional de La Vía Campesina) Las políticas neoliberales de las últimas décadas han expulsado a millones de personas de las áreas rurales hacia las ciudades donde la mayoría de ellos acaban en barrios pobres, con una vida muy precaria. Los últimos son las primeras víctimas de la crisis actual, pues no tienen modo de producir su propio alimento. Su número ha aumentado dramáticamente y tienen que gastar una gran parte de sus ingresos en comida. De acuerdo con la FAO, en los países en vías de desarrollo la comida representa hasta el 60-80% del gasto de los/las consumidores/as. Un aumento brusco en los precios condena a grandes mayorías al hambre. En todo el mundo están estallando disturbios por los precios de los alimentos. Ha habido protestas en Egipto, Camerún, Indonesia, Filipinas, Burkina Faso, Costa de Marfil, Mauritania y Senegal. Demostraciones similares, huelgas y enfrentamientos tuvieron lugar no sólo en la mayor parte del África sub-Sahariana sino también en Bolivia, Perú, México y sobre todo en Haití. (Bill Van Auken, Amid mounting food crisis, governments fear revolution of the hungry, Global Research, April 2008).El precio de los alimentos en Haití subió un promedio de más 40% en 2007, con los de primera necesidad como el arroz, duplicándose en una semana a fines de marzo de 2008. Los disturbios por el alza de los precios de los alimentos en Haití han dejado muertos y cientos de heridos, y condujeron a la destitución del primer ministro Jacques-Edouard Alexis. El Programa Mundial de Alimentos calificó la actual crisis alimentaria como un “tsunami silencioso” que sumirá en el hambre a otras 100 millones de personas. (Véase, Amy Goodman,
Mientras los especuladores y comercios de gran escala se benefician de la crisis actual, la mayoría de los/as campesinos/as y agricultores no se benefician de los precios altos. La tierra se torna más cara. La especulación con la tierra agrícola va en aumento. Los desalojos a menudo forzados son la consecuencia. Los campesinos que se mantienen cultivan los alimentos, pero la cosecha a menudo ya está vendida al que presta el dinero, a la compañía de insumos agrícolas o directamente al comerciante o a la unidad de procesamiento.
“La acciones bursátiles no son combustibles”). Después de 14 años del NAFTA (Tratado de Libre Comercio de Norte América) México pasó por una gran crisis, llamada con frecuencia la “crisis de la tortilla”. De ser un país exportador, México pasó a ser dependiente de la importación de maíz de Estados Unidos. Actualmente México importa el 30% de su consumo de maíz. Durante el último medio año, crecientes cantidades de maíz de los EEUU fueron súbitamente derivadas a la producción de agrocombustibles. Las cantidades disponibles para los mercados mexicanos disminuyeron, provocando un aumento de precios y dejando al país sin ninguna seguridad alimentaria. También en Centroamérica la seguridad alimentaria está en real peligro. Sobre todo afecta a El Salvador donde la dolarización de la economía arrasó con el sector agropecuario. El TLC, junto con la dolarización, desmanteló la agricultura como en ningún otro país. En cuanto a las importaciones se destaca que se está comprando de Estados Unidos para el 2007 el 71% de la producción nacional de maíz (que tanto para el 2006 como para el 2007 fue el tercer producto más importado de
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EEUU). Si se le agrega que se importa maíz blanco de México, se llega al 81% de la producción nacional de maíz del año 2005. Contrario al credo del libre juego de mercado, en El Salvador los precios de los granos básicos tuvieron un sustancial incremento. El precio del maíz por quintal respecto al 2005 tuvo un incremento del 77% hasta noviembre del 2007, en el mismo período el precio del maicillo por quintal se incrementó en 93%, el fríjol rojo de seda 39% y el arroz de primera clase nacional en 33%. (Véase, Julian Ernesto Salinas, “Impactos del TLC a dos años de implementación”).
Bajo las reglas del comercio libre, la protección de los alimentos se ha convertido en un crimen. El proteccionismo se ha convertido en una palabra sucia. Cuánto contraste con la ayuda de miles de millones de dólares que reciben los grandes bancos y empresas financieras para evitar su quiebra ante los juegos especulativos.
Ante las hambrunas la propuesta oficial es más neoliberalismo Mientras estallan los disturbios por hambre en todo el mundo, dirigentes mundiales como Pascal Lamy, director general de la OMC, Dominique Strauss-Kahn, director del Fondo Monetario Internacional (FMI), y el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, están alertando de los peligros del proteccionismo. Según el señor Ban, “más comercio, no menos nos sacará del agujero en el que estamos”. Bajo las reglas del comercio libre, la protección de los alimentos se ha convertido en un crimen. El proteccionismo se ha convertido en una palabra sucia. Cuánto contraste con la ayuda de miles de millones de dólares que reciben los grandes bancos y empresas financieras para evitar su quiebra ante los juegos especulativos. El Banco Mundial y el FMI, así como algunos países centrales, están ahora abogando por más importaciones, eliminando todos los aranceles para los países pobres importadores de alimentos y liberalizar más los mercados para que los países puedan mejorar sus ingresos mediante la exportación. Siguen promoviendo más acceso para sus multinacionales en la Ronda de Doha y condicionar el apoyo financiero extra a criterios políticos para aumentar la dependencia de esos países. Nada dicen sobre la necesidad de una mayor regulación y estabilización del mercado, ni mucho menos de la necesidad de la soberanía alimentaria. La pregunta es: ¿Y llegará la ayuda que
tiene que ir a la producción agrícola basada en los campesinos? No, cuando el precio del trigo sube, la ayuda alimentaria se frena. La generosidad de los países del Norte se manifiesta cuando tienen excedentes. Durante el período 2005-2006 se despacharon 8,3 millones de toneladas de granos para la ayuda alimentaria contra apenas 7,4 millones en 2006-2007 (Baillard, ob. cit:6). Robert Zoellick, actualmente presidente del Banco Mundial, anuncia que los precios seguirán altos por varios años, y que es necesario fortalecer la “ayuda alimentaria” para gestionar la crisis. Zoellick, que pasó a este cargo luego de ser jefe de negociaciones de Estados Unidos en la Organización Mundial de Comercio, sabe de lo que habla. Desde su puesto anterior hizo todo lo que pudo para romper la soberanía alimentaria de los países, en función de favorecer los intereses de las grandes trasnacionales de los agronegocios. Incluso ahora, la receta de la “ayuda alimentaria”, es otra vez un apoyo encubierto a las mismas transnacionales, que tradicionalmente son quienes venden al Programa Mundial de Alimentos los granos que “caritativamente” les entregan a los hambrientos, con la condición de que ellos mismos no produzcan los alimentos que necesitan (Véase, Silvia Ribeiro El hambre de los agronegocios, La Jornada, México, 10-5-08). Los grandes ganadores de la crisis alimentaria son también actores centrales y grandes
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ganadores en la promoción de los agrocombustibles: las trasnacionales que acaparan el comercio nacional e internacional de cereales, las empresas semilleras, los fabricantes de agrotóxicos. En estos dos últimos rubros son en muchos casos las mismas empresas: Monsanto, Bayer, Syngenta, Dupont, BASF y Dow. Estas seis empresas controlan el total de las semillas transgénicas en el mundo. Con la mayor casualidad del mundo, las semillas transgénicas y los agrotóxicos constituyen hoy la solución que proponen los poderosos a todos los nuevos problemas que las mismas transnacionales han generado. Cargill, ADM, ConAgra, Bunge, Dreyfus, juntos dominan más del 80 por ciento del comercio mundial de cereales. Un informe de Grain señala que las ganancias alcanzan para Dreyfus hasta un 77% en el último trimestre de 2007.El neoliberalismo ha permitido que los alimentos pasen a ser una mercancía más expuesta a la especulación y al juego del mercado” (Véase, Grain “El negocio de matar de hambre”, www.grain.org), Las trasnacionales no se dan por satisfechas y van por más. Ahora preparan el próximo asalto, monopolizando a través de patentes los caracteres genéticos que consideran útiles para hacer plantas resistentes a la sequía, salinidad y otros factores de estrés climático. Los gobiernos a su servicio, como México, pretenden apagar el fuego con gasolina: en lugar de reivindicar soberanía alimentaria y control campesino de las semillas e insumos, proponen transgénicos con aún más modificaciones y más riesgos, (Silvia Ribeira, ob. Cit.). Brasil, a su vez, prepara una auténtica ofensiva diplomática para convencer al mundo sobre las bondades del etanol de caña de azúcar, que este año tendrá como colofón una cumbre mundial de biocombustibles. En una reciente conferencia de prensa, el presidente Bush defendió la utilización de alimentos para producir etanol. Las compañías transnacionales y las principales potencias explotan despiadadamente la situación actual, condenando a una gran y creciente masa de personas para que pasen hambre. Es una política genocida.
La respuesta social ante la crisis: soberanía alimentaria Nos hallamos frente a un desmoronamiento estructural, resultado directo de tres décadas de globalización neoliberal. En otras palabras, el mercado de valores no da de comer a los hambrientos, sino que los condena a muerte. El neoliberalismo en muchos países pobres, enfrenta hoy una crisis de grandes proporciones. Ello es así en virtud de sus manifestaciones las cuales dan muestras de ser las de una crisis sistémica en todo el sentido de la palabra. Detrás del hambre, detrás de los disturbios se encuentran los fracasos de los llamados acuerdos de libre comercio y de los brutales acuerdos de préstamos de emergencia impuestos a los países pobres por las instituciones financieras como el Fondo Monetario Internacional. Ante la gravedad de la crisis, caen máscaras y se vacían discursos, como la receta de los agrocombustibles y los supuestos beneficios del libre comercio y la agricultura de exportación. La soberanía alimentaria y el derecho a la alimentación resulta la respuesta más evidente. La irracionalidad del sistema capitalista: “quemar alimentos de los pobres para que sirvan a la movilidad de los países ricos es un crimen contra la humanidad”. A nivel internacional hay que tomar medidas para la estabilización. Deben establecerse reservas de seguridad internacionales así como un mecanismo de intervención para estabilizar los precios. Los países exportadores deben aceptar las normas internacionales que controlan las cantidades que pueden llevar al mercado. Los países deben tener la libertad de controlar las importaciones para poder fomentar y proteger la producción nacional de alimentos. Jacques Diouf, secretario general de FAO, ha afirmado que los países en vías de desarrollo deben poder llegar a la autosuficiencia alimentaria. Urge una moratoria inmediata sobre los agrocombustibles para evitar un auténtico genocidio. La soberanía alimentaria es un derecho inalienable de los pueblos. La pobreza y el hambre no son fatalidades sino consecuencias directas de un sistema económico inhumano y destructor que viola el derecho a la vida. Por esta razón, es urgente establecer una moratoria inmediata
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sobre los biocombustibles. (Véase, ¡Ha llegado el momento de la soberanía alimentaria!, Vía Campesina 2 de mayo de 2008). En cada país hay que establecer un sistema de intervención que pueda estabilizar los precios del mercado. Para conseguirlo, los controles a la importación, con tasas y cuotas, son necesarios con el fin de regular la importación y evitar el dumping o las importaciones baratas que destruyen la producción interna del país. Por lo anterior, la tierra debería distribuirse de forma igualitaria a las personas sin tierra y a las familias de los/las campesinos/ as mediante una genuina reforma agraria y de la tierra. Esta debería incluir el control y el acceso al agua, las semillas, créditos y tecnología apropiada. Debe permitirse a nivel local producir su propio alimento y sustentar a sus propias comunidades. Hay que impedir que arrebaten y desalojen las tierras y que se expandan las tierras dedicadas a la agricultura de los grandes agro-negocios. Se necesitan medidas inmediatas para apoyar a los pequeños agriculturas y campesinos/as a aumentar su producción agro-ecológica de alimentos. Los gobiernos nacionales no deben repetir el error de promover que las grandes compañías agrícolas inviertan en unidades de producción masiva de alimentos. En resumidas cuentas: ¡Alto a los tratados de libre comercio!y sobre todo en economías tan abiertas como las centroamericanas.
La crisis de migradólares: fin de la válvula de escape migratoria De acuerdo con la Organización de Estados Iberoamericanos (OIE), el número de emigrantes internacionales se duplicó a nivel mundial entre 1960 y 2005. En 2005, alrededor de 190 millones de personas, es decir, el 3% de la población mundial vivía fuera de su país natal. Aunque a menudo se cree que la emigración es un fenómeno netamente masculino, las cifras revelan otro cuadro. De los emigrantes internacionales de todo el mundo, la mitad (95 millones) son mujeres. De haber alguna tendencia en las últimas décadas se observa una mayor equidad en esta materia. Entre 1960 y 2005, los mayores aumentos de migración femenina se observan en Oceanía (del 44% al 51%), en
Los grandes ganadores de la crisis alimentaria son también actores centrales y grandes ganadores en la promoción de los agrocombustibles: las trasnacionales que acaparan el comercio nacional e internacional de cereales, las empresas semilleras, los fabricantes de agrotóxicos. En estos dos últimos rubros son en muchos casos las mismas empresas: Monsanto, Bayer, Syngenta, Dupont, BASF y Dow. Estas seis empresas controlan el total de las semillas transgénicas en el mundo. América Latina y el Caribe (del 45% al 50%) y la antigua Unión Soviética (del 48% al 58%). La única región donde se registró una disminución del porcentaje de mujeres emigrantes fue Asia (del 46% al 43%). (Véase para mayor detalle, OEI, “The Internacional Migration of Women”, 2008). Según el artículo “Dinámica reciente de las migraciones en América” (Véase, Boletín Nacional de Población, Año 6, N° 98, 2002), el porcentaje de mujeres entre los inmigrantes en EEUU es 46% para los mexicanos, 50% para los del Cono Sur, 52% para los centroamericanos e incluso 54% para los inmigrantes procedentes del Caribe. De los emigrantes centroamericanos hacia EEUU, la gran mayoría proviene de zonas urbanas: más del 90% de los emigrantes de Nicaragua proviene de zonas urbanas, más del 60% de Honduras y El Salvador y sólo la mitad de Guatemala (Véase, Eduardo Baumeister, “Migración internacional y desarrollo en Nicaragua”, CELADE, Santiago de Chile, 2006). Naciones Unidas dio a conocer un informe, en el que se señala que los trabajadores inmigrantes en los países más ricos enviaron a sus familias la cifra récord de US$167.000 millones durante el año 2005. Inmigrantes latinoamericanos en EEUU
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enviaron un 30% de ello a sus países de origen en 2005 con un monto de US$53.000 millones. Lo anterior constituyó un nuevo récord en el envío de remesas. Según información del Banco Interamericano de Desarrollo, BID, estas cifras representan un aumento del 17% respecto del año anterior. Sea porque aumenta la capacidad de registrarlas o porque su volumen es realmente mayor, las remesas parecían crecer a un ritmo asombroso. Según la CEPAL, en los últimos 25 años, las remesas recibidas en América Latina aumentaron de 1 mil 120 millones de dólares en 1980 a más de 40 mil millones en 2004. Con pequeñas fluctuaciones, las remesas se han duplicado cada cinco años. Los montos que reciben Guatemala, Honduras y El Salvador de sus emigrantes se multiplicaron más de diez veces en 1980-1990, al pasar de 55 a 649 millones de dólares, mostrando una fecundidad realmente asombrosa si consideramos que el número de ciudadanos que migraron en ese período desde esos países a los Estados Unidos sólo se multiplicó por cuatro. Es una válvula de escape muy visible ante los efectos nefastos de la política neoliberal que en vez de politizar, despolitiza. El futuro y la salvación son más que todo de carácter individual y la solución a los problemas se encuentra fuera del país.
La alternativa está en un “proyecto país” Con la crisis financiera e hipotecaria, el monto total de remesas que hacen los emigrantes latinoamericanos desde el exterior a sus países de origen se desaceleró en el año 2007, según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo. Sólo el 50 por ciento de los inmigrantes consultados aseguró enviar dinero a casa, frente al 73 por ciento que lo hacía en 2006, lo que constituye una baja de más de 30%. Al cierre del 2007, México recibió 23 mil 979 millones de dólares en remesas, lo que representa un crecimiento de apenas uno por ciento respecto al 2006. En enero de 2008, los envíos tuvieron una caída de 5.87 por ciento, al sumar mil 757 millones de dólares, revelan cifras del Banco de México (Banxico). La crisis en EEUU afecta a los inmigrantes y con ello a los familiares en su país de origen. La válvula de esca-
Nos hallamos frente a un desmoronamiento estructural, resultado directo de tres décadas de globalización neoliberal. En otras palabras, el mercado de valores no da de comer a los hambrientos, sino que los condena a muerte. El neoliberalismo en muchos países pobres, enfrenta hoy una crisis de grandes proporciones.
pe comienza a cerrarse cada vez más. Aumenta la xenofobia y son cada vez más los inmigrantes deportados de EEUU. En el solo año 2003 fueron deportados 260.000 centroamericanos sin contar los costarricenses. Trátase de 94.000 Guatemaltecos, 76.000 Hondureños, 50.000 Nicaraguenses y 40.000 Salvadoreños (Baumeister, ob. cit). Países como Honduras, Nicaragua, Guatemala, Haití y República Dominicana se ven más afectados con la crisis en las remesas que México, ya que el peso relativo de los envíos de dinero en el PIB nacional es mucho más grande. Los centroamericanos siguen siendo los que per cápita más dinero envían. El 65 por ciento de ellos manda en 2007 remesas a sus familias. Lo hacen el 49 por ciento de los dominicanos, el 48 por ciento de los mexicanos y el 42 por ciento de los sudamericanos. A pesar del descenso en las personas latinoamericanas enviando dinero, el volumen total de las remesas bajó un 13% comparando con el año 2005, alcanzando los 45.900 millones de dólares. El efecto no ha sido mayor debido a que los que siguen mandando dinero lo hacen ahora con más frecuencia (de doce a quince veces al año) y en cantidades levemente superiores. La media de las remesas creció de 300 a 325 dólares por envío. (www.DiarioColatino.com, 1 de mayo de 2008, “Latinoamericanos en EE.UU. envían menos remesas por discriminación”). En el
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año 2008, la crisis económica y la de la construcción en particular afecta especialmente a los inmigrantes ilegales que ahí a menudo trabajan. La caída en las remesas será irreversible y las deportaciones aumentarán sin cesar. Las remesas que los emigrantes centroamericanos enviaban a sus países –predominantemente desde los Estados Unidos, aunque a menudo desde otros países del istmo– alcanzaron en 2007, según estimaciones del BID, los 12 mil 160 millones de dólares, o sea, la mitad de lo que enviaron sus iguales mexicanos. Se enviaron 4,055 millones de dólares a Guatemala, 3,530 a El Salvador, 2,675 a Honduras, 990 a Nicaragua, 590 a Costa Rica y 320 a Panamá. Combinando las estimaciones del BID con las estadísticas de los bancos centrales centroamericanos podemos inferir que en 2006 las remesas superaron el valor de las exportaciones en El Salvador y Honduras, y casi llegaron a ese valor en Nicaragua; alcanzaron un valor equivalente al de la mitad de las importaciones en El Salvador; y representaron la cuarta parte del PIB en Honduras. Con las excepciones de Costa Rica y Panamá, las remesas se han colocado en un sillón de honor en las cuentas nacionales centroamericanas. Su peso ha sido impactante y así también será de fuerte el impacto de la crisis norteamericana en Centroamérica. El valor de las remesas está entre el 9.4 y el 25.5% del PIB, va del 60 al 173.5% del valor de las exportaciones, del 30.3 al 51.6% del valor de las importaciones, del 55 al 67.6% del valor del déficit comercial y del 88.7 al 153.5% del valor del déficit comercial con Estados Unidos. En Guatemala y El Salvador las remesas superan más de seis y siete veces, respectivamente, la inversión extranjera directa. En Honduras y Nicaragua las remesas suman el triple y el doble del valor de esta inversión. Según estimaciones del sociólogo Eduardo Baumeister, en Honduras las familias receptoras de remesas sumaron “alrededor del 16%; en Nicaragua casi el 20%; en Guatemala el 24% y en El Salvador incluso el 28% de las familias del país (Véase, Eduardo Baumeister, Migración internacional y desarrollo en Nicaragua”, CELADE, Naciones Unidas, 2006).
La crisis de los migradólares será particularmente evidente en el caso de El Salvador. Hasta la fecha han sido un mecanismo de descompresión social. Una renuncia a la redistribución por la vía política. Una despolitización de la reducción de la pobreza. Y también tienen un efecto perverso sobre los mecanismos de movilidad social, porque las remesas separan el ingreso del empleo. Y así la posición como trabajador se desvincula crecientemente de la posición de clase, con lo cual se refuerza la despolitización y la evasión del conflicto. La mejora de la calidad de vida está puesta en un “más allá” terrenal, pero “más allá” al fin y al cabo. Nada de lo que se hace en el “aquí y ahora” repercute positivamente sobre el bienestar familiar, excepto el cultivo de frecuentes y amables relaciones con quienes lograron llegar al “más allá”. La ruptura en la llegada de las remesas causará una recuperación ideológica forzosa: se acaba de golpe la renuncia de los migrantes a buscar el desarrollo en su propio país ya que se acaba el sueño de “cambiar de país” antes que “cambiar el país”. Se acabará la actual renuncia de los receptores de remesas a mantener las elementales conquistas de los trabajadores y trabajadoras (Véase, José Luis Rocha, ob. Cit.). Esta situación latentemente explosiva demandará soluciones dentro de los países latinoamericanos en general y los centroamericanos en particular. Ya no sólo se trata de la soberanía agrícola, sino se demanda un proyecto país. Aquí fuerzas políticas como el FMLN de El Salvador tendrá mucha ventaja política sobre ARENA y se presenta una situación de volver de facto al proteccionismo aunque resuenan aún las ideologías neoliberales.
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* Holandés de origen, radicado en Costa Rica. Coordinador del Foro Mundial de Alternativas para América Latina. Miembro de la junta directiva de la Sociedad Latinoamericana de Economistas Políticos (SEPLA). Investigador del Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI).
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Etanol, de héroe a villano Por Maria Luisa Mendonça Periodista y coordinadora de la Red Social de Justicia y Derechos Humanos.
Un informe de la entidad The Rights and Resources Initiative (RRI) reveló que la actual demanda de alimentos, nuevas fuentes de energía y fibras de madera para fabricación de papel debe causar “más deforestación, más conflicto, más emisiones de carbono, más cambios climáticos y menos prosperidad para todos”
A pesar del esfuerzo del gobierno brasileño para convencer a la comunidad internacional de que el etanol brasileño es “renovable”, entre 2007 y 2008 hubo un cambio significativo en relación a esa imagen. Recientemente, denuncias de problemas sociales y ambientales gravitaron para que la Unión Europea reduzca su meta de uso de agrocombustibles, fijada inicialmente en 10% hasta 2020. El 7 de julio de 2008, el Comité de MedioAmbiente del Parlamento Europeo aprobó la reducción de esa meta a 4% hasta 2015, cuando una nueva resolución será adoptada a partir de estudios más a profundidad sobre sus impactos. La meta del 4% incluye el uso de hidrógeno y energía eléctrica en los transportes, lo que significa una reducción todavía mayor en la utilización de agrocombustibles.
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Dos días antes de la votación, la agencia de noticias France Presse había registrado una reunión informal de ministros de energía de la Unión Europea y describió que “lo que parecía ser un impresionante engaño por parte de políticos en Bruselas llega a tal punto que la imagen de los biocombustibles cambió en un periodo de meses, de salvadores del clima a forajidos del clima” (EU ministers ‘discover’ biofuels not an obligation after all, 5/7/2008). Según una nota de la organización Amigos de Terra, “miembros del Parlamento Europeo votaron para reducir de forma significativa las metas de promoción de biocombustibles ante evidencias crecientes de sus impactos en el precio de los alimentos, en los pueblos y en la biodiversidad, y de su incapacidad para combatir el cambio climático”. El propio Comité Científico de la Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA - European Environment Agency) había recomendado la suspensión de la meta de 10% en la utilización de agrocombustibles y evaluado la necesidad de realizar estudios más amplios sobre sus riesgos. El problema de muchas investigaciones realizadas anteriormente fue excluir los impactos ambientales del modelo de producción, de utilización de recursos naturales (como tierra y agua) y de la presión sobre áreas de preservación o de producción de alimentos. Un reportaje de la revista Time observa que la mayoría de los estudios ha calculado el potencial de retención de carbono de los agrocombustibles sin tomar en cuenta el impacto de la implantación de monocultivos en áreas donde la vegetación y el suelo acumulan una cantidad mayor de carbono. “Es como si esos científicos imaginasen que los biocombustibles fuesen cultivados en estacionamientos”, comenta la nota (O mito da energía limpa, 14/4/08). Uno de los estudios más importantes sobre el cambio en las formas de utilización de la tierra y su relación con el aumento en las emisiones de carbono fue publicado por la revista Science (28/2/2008). Los autores afirman que “La mayoría de los estudios anteriores descubrió que sustituir gasolina por biocombustibles podría reducir la emisión de carbono. Esos análisis no considera-
En enero de 2008, el Instituto de Investigaciones Tropicales Smithsonian constató que el etanol producido a partir de la caña de azúcar y el biodiesel hecho a partir de la soya causan más daños al medioambiente que los combustibles fósiles. La investigación alerta sobre la destrucción ambiental en Brasil, causada por el avance de las plantaciones de caña y soya en la Amazonia, en la Mata Atlántica y en el Cerrado. ron las emisiones de carbono que se producen cuando agricultores, en todo el mundo, responden al incremento de precios y convierten bosques y pastos en nuevas plantaciones, para sustituir cultivos de granos que fueron utilizados para los biocombustibles”. El artículo cita el aumento del precio de la soya como factor de influencia para acelerar la deforestación en la Amazonia y estima que su cultivo para la producción de diesel produce una “deuda de carbono” que llevaría 319 años para ser compensada. De acuerdo con el investigador Timothy Searchinger, de la Universidad de Princeton, “bosques y pastos guardan mucho carbono, por lo tanto no hay cómo conseguir beneficios al transformar esas tierras en cultivos para biocombustibles”. Esa investigación demuestra que los efectos de la producción de agrocombustibles deben ser evaluados a partir de todo el ciclo de la expansión de monocultivos. En Brasil, sabemos que las plantaciones de caña avanzan rápidamente, al tiempo que “empujan” la frontera agrícola de las haciendas de ganado y soya. Ante esto, un estudio fiable de impacto ambiental tendría que incluir todo el sector agrícola. En enero de 2008, el Instituto de Investiga-
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ciones Tropicales Smithsonian constató que el etanol producido a partir de la caña de azúcar y el biodiesel hecho a partir de la soya causan más daños al medioambiente que los combustibles fósiles. La investigación alerta sobre la destrucción ambiental en Brasil, causada por el avance de las plantaciones de caña y soya en la Amazonia, en la Mata Atlántica y en el Cerrado. Según el investigador William Laurance, “la producción de combustible, sea de soya o de caña, también causa un aumento en el coste de los alimentos, tanto de forma directa como indirecta” (Agencia Lusa, 9/1/2008). Un informe de la entidad The Rights and Resources Initiative (RRI) reveló que la actual demanda de alimentos, nuevas fuentes de energía y fibras de madera para fabricación de papel debe causar “más deforestación, más conflicto, más emisiones de carbono, más cambios climáticos y menos prosperidad para todos” (BBC News, 14/7/2008, Forests to fall for food and fuel). La divulgación de esos estudios confirma las denuncias de organizaciones sociales y demuestra el cambio de tono en el debate internacional. Como observó el periódico El País “diversos centros de investigación y la mayor parte de los grupos ecológicos y de derechos humanos emiten a diario declaraciones, afirmando que los biocombustibles no contribuyen a combatir los cambios climáticos, que provocan graves impactos ambientales en regiones de alto valor ecológico, alteran el precio de los alimentos y que consolidan un modelo agrícola de explotación laboral y alta dependencia de grandes multinacionales” (Biocombustíveis perdem o rótulo ecológico, 31/3/2008). En Brasil, hay evidencias de sobra para comprobar estos impactos. Como recuerda la sabiduría popular, la peor ceguera es de aquellos que no quieren ver.
Fuente: Agencia Latinoamericana de Información email: info@alainet.org
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No puedes comer dinero Por Gustavo Soto Investigador Universidad Nacional de Córdoba*
Más del 50 por ciento de la superficie de Argentina es árida. Existen zonas desérticas por causas ambientales, pero también decenas de miles de hectáreas que han llegado a esa condición por causas humanas. Tierras que en un pasado no muy lejano fueron aptas para la producción agrícola o ganadera, hoy se han convertido en desiertos improductivos, cada vez con menos población porque sus habitantes se ven obligados a migrar por falta de trabajo y alimento. La desertificación es un fenómeno que avanza, que es imperioso revertir con el compromiso de los distintos agentes sociales involucrados: individuales y colectivos, estatales y no estatales. Los “ordenamientos territoriales” que todas las provincias deben realizar como primera medida de la aplicación de la Ley de Bosques puede ser una oportunidad relevante en este sentido. La normativa establece que este proceso se debiera realizar con suficiente información a la ciudadanía y amplia participación especialmente de comunidades campesinas y aborígenes. Si bien ha quedado en un segundo plano por el debate sobre las retenciones mó-
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Desde el punto de vista social, miles de familias pierden su fuente de trabajo: donde antes había bosque con explotación ganadera y forestal, hoy hay monocultivo de soya bajo siembra directa, con un mínimo de demanda de mano de obra. Familias que antes trabajaban la tierra ven que hoy es más rentable venderla o alquilarla y terminan migrando a las grandes ciudades.
viles a la exportación de granos, no estamos hablando de cosas tan distintas: desertificación, pérdida de fertilidad de los suelos, deforestación y expansión de la frontera agrícola, particularmente para el cultivo de soja, son eslabones de una misma cadena. Desde mediados del siglo XIX, amplias zonas del norte, noroeste, noreste y oeste de Argentina sufrieron un fuerte proceso de extracción de madera con distintos fines. Esta explotación era (y lo sigue siendo en los relictos de bosques que todavía quedan) realizada en forma irracional, extrayendo el recurso forestal sin reponerlo. El 70 por ciento de esta deforestación ocurre en bosque chaqueño, el segundo mayor ecosistema natural en América del Sur, luego del Amazonas, que abarca buena parte de nuestro territorio. A la pérdida de biodiversidad, con todas las graves consecuencias ecológicas que ello trae, debe sumarse la eliminación del “efecto esponja” que brinda el estrato arbóreo. Donde no hay bosques aumenta el efecto de escorrentía, que lava los suelos, arrastra la capa fértil superficial y produce fuertes perjuicios, no sólo en el área desforestada, sino aguas abajo. La forma en que se ha dado la expansión de la frontera agropecuaria en la Argentina y las consecuencias que origina hace que podamos hablar de un “desierto verde”. Tal como cuando se arroja una piedra en un estanque, este fenómeno que comenzó en la pampa hú-
meda hoy se extiende hacia el norte y oeste de nuestro país. Buena parte de esta expansión se debe a la alta rentabilidad del cultivo de soya. En veinte años se multiplicó por seis la cantidad de toneladas cosechadas sólo de ese grano, pasando de casi 6 millones de toneladas en 1985 a casi 36 millones en 2005. La implantación de estos cultivos en zonas ecológicas no aptas y bajo el paquete tecnológico de la siembra directa ocasiona una serie de consecuencias negativas ambientales y socioeconómicas: contaminación de fuentes subterráneas de agua por uso indiscriminado de agrotóxicos, disminución de la biodiversidad animal y vegetal y contaminación de personas por la misma causa y disminución de la fertilidad de los suelos por la falta de rotación de los cultivos son sólo algunas de ellas. Desde el punto de vista social, miles de familias pierden su fuente de trabajo: donde antes había bosque con explotación ganadera y forestal, hoy hay monocultivo de soya bajo siembra directa, con un mínimo de demanda de mano de obra. Familias que antes trabajaban la tierra ven que hoy es más rentable venderla o alquilarla y terminan migrando a las grandes ciudades. Los datos de los dos últimos censos nacionales agropecuarios lo constatan: uno de cada cuatro productores agropecuarios abandonó la actividad, mientras en el mismo período asistimos a un aumento espectacular de la producción total de granos. Como dice nuestro colega Walter Pengue, vamos camino de una “agricultura sin agricultores”. Pasamos de ser el “granero del mundo” en los años ‘50 a convertirnos en un mar verde de un cultivo que no alimenta a nuestro pueblo. Debemos actuar rápidamente antes de que se haga realidad aquel viejo proverbio aborigen que dice: “Cuando hayas talado el último árbol, atrapado el último pez y contaminado el último río, te darás cuenta de que no puedes comer dinero”.
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* Red Agroforestal Chaco Argentino (Redaf)
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Las tres crisis
Por Ignacio Ramonet Director Le Monde Diplomatique
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No había ocurrido jamás. Por vez primera en la historia económica moderna, tres crisis de gran amplitud –financiera, energética, alimentaria– están coincidiendo, confluyendo y combinándose. Cada una de ellas interactúa sobre las demás. Agravando así, de modo exponencial, el deterioro de la economía real. Por mucho que las autoridades se esfuercen en minimizar la gravedad del momento, lo cierto es que nos hallamos ante un seísmo económico de inédita magnitud. Sus efectos sociales apenas empiezan a hacerse sentir y éstos detonarán con toda brutalidad en los meses venideros. Lo peor nunca es seguro y la numerología no es una ciencia exacta, pero el año 2009 bien podría parecerse a aquel nefasto 1929. Como era de temer, la crisis financiera sigue agudizándose. A los descalabros de prestigiosos bancos estadounidenses, como Bear Stearns, Merrill Lynch y el gigante Citigroup, se ha sumado el desastre reciente de Lehman Brothers, cuarta banca de negocios que ha anunciado, el pasado 9 de junio, una pérdida de 1.700 millones de euros. Por ser su primer déficit desde su salida en Bolsa
De la crisis financiera hemos pasado a la crisis social. Y vuelven a surgir políticas autoritarias. El Parlamento Europeo ha aprobado, el pasado 18 de junio, la infame “Directiva retorno”. Y las autoridades españolas ya han proclamado su voluntad de favorecer la salida de España de un millón de trabajadores extranjeros.
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en 1994, esto ha causado el efecto de un terremoto en una América financiera ya violentamente traumatizada. Cada día se difunden noticias sobre nuevos quebrantos en los bancos. Hasta ahora, las entidades más afectadas han reconocido pérdidas de casi 250.000 millones de euros. Y el Fondo Monetario Internacional estima que, para salir del desastre, el sistema necesitará unos 610.000 millones de euros (o sea, el equivalente de ¡dos veces el presupuesto de Francia!). La crisis comenzó en Estados Unidos, en agosto de 2007, con la morosidad de las hipotecas de mala calidad (subprime) y se ha extendido por todo el mundo. Su capacidad de transformarse y de extenderse mediante la proliferación de complejos mecanismos financieros hace que esta crisis se asemeje a una epidemia fulminante imposible de atajar. Las entidades bancarias ya no se prestan dinero. Todas desconfían de la salud financiera de sus rivales. A pesar de las inyecciones masivas de liquidez efectuadas por los grandes bancos centrales, nunca se había visto una sequía tan severa de dinero en los mercados. Y lo que más temen algunos ahora es una crisis sistémica, o sea que el conjunto del sistema económico mundial se colapse. De la esfera financiera la crisis se ha trasladado al conjunto de la actividad económica. De golpe, las economías de los países desarrollados se han enfriado. Europa (y en particular España) se halla en franca desaceleración, y Estados Unidos se encuentra al borde de la recesión. Donde más se está notando la dureza de este ajuste es en el sector inmobiliario. Durante el primer trimestre de 2008, el número de ventas de viviendas en España cayó el ¡29%! Cerca de dos millones de pisos y de chalets no encuentran comprador. El precio del suelo sigue desmoronándose. Y el alza de los intereses hipotecarios y los temores de recesión hunden el sector en una espiral infernal. Con feroces efectos en todos los frentes de la enorme industria de la construcción. Todas las empresas de estas ramas se ubican ahora en el ojo del huracán. Y asisten impotentes a la destrucción de decenas de miles de empleos. De la crisis financiera hemos pasado a la crisis social. Y vuelven a surgir políticas autoritarias. El Parlamento Europeo ha aprobado, el pasado 18 de junio, la infame “Directiva retorno”. Y las autoridades españolas ya han proclamado su voluntad de favorecer la salida de España de un millón de trabajadores extranjeros. En medio de esta situación de espanto se produce el tercer choque petrolero. Con un precio del barril en torno a los 140 dólares. Un aumento irracional (hace diez años,
...la crisis alimentaria se ha agravado repentinamente y ha venido a recordarnos que el espectro del hambre sigue amenazando a casi mil millones de personas. En unos cuarenta países, la carestía actual de los alimentos ha provocado levantamientos y revueltas populares. en 1998, el barril costaba menos de 10 dólares) debido no sólo a una demanda disparatada sino, sobre todo, a la acción de muchos especuladores que apuestan por el alza continua de un carburante en vías de extinción. Los inversores huyen de la burbuja inmobiliaria y desplazan masas colosales de dinero porque apuestan ahora por un petróleo a 200 dólares el barril. Se está así produciendo una financiarización del petróleo con las consecuencias que vemos: formidable subida de los precios en las gasolineras, y estallidos de ira por parte de pescadores, camioneros, agricultores, taxistas y todos los profesionales más afectados. En muchos países, mediante manifestaciones y enfrentamientos, estas profesiones reclaman a sus gobiernos ayudas, subvenciones o reducciones de la fiscalidad. Y como si todo este contexto no fuese lo bastante sombrío, la crisis alimentaria se ha agravado repentinamente y ha venido a recordarnos que el espectro del hambre sigue amenazando a casi mil millones de personas. En unos cuarenta países, la carestía actual de los alimentos ha provocado levantamientos y revueltas populares. La Cumbre de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) del pasado 5 de junio en Roma sobre la seguridad alimentaria, fue incapaz de alcanzar un acuerdo para relanzar la producción alimentaria mundial. También aquí, los especuladores en fuga del desastre financiero tienen una parte de responsabilidad porque apuestan por un precio elevado de las futuras cosechas. De modo que hasta la agricultura se está financiarizando. Éste es el saldo deplorable que deja un cuarto de siglo de neoliberalismo: tres venenosas crisis entrelazadas. Va siendo hora de que los ciudadanos digan: “¡Basta!”.
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Fuente: ATTAC
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¿Economía de revolución? Por Leonardo Boff Teólogo
En las negociaciones de la ronda de Doha sobre comercio internacional se ha notado algo cruel. Mientras los países ricos se negaban a disminuir los subsidios agrícolas y a modificar otros renglones de la agenda comercial para preservar su alto nivel de consumo, otros luchaban, desesperadamente, para garantizar la supervivencia de sus pueblos. La visión de los países opulentos es miope, pues ya está instalada la crisis alimentaria, posiblemente de larga duración, que puede afectarlos a ellos, pero mucho más a millones y millones de personas, que se enfrentan no a la pobreza sino directamente a la muerte. Ya han estallado revueltas de hambrientos en cuarenta países sin que la prensa empresarial, comprometida con el orden imperante, haya hecho referencia alguna. Los hambrientos siempre dan miedo. La crisis alimentaria, asociada a los trastornos provenientes de los cambios climáticos, es de tal envergadura que nos está permitido hablar de la urgencia de una revolución. Ésta fue la palabra usada el día 2 de febrero de 2007 en París por el ex-presidente francés Chirac al oír los resultados alarmantes sobre el calentamiento planetario. Advertía que, ante la situación actual, debemos tomar la palabra revolución en su sentido más literal. Es urgente hacer cambios radicales en las formas de producción y de consumo si queremos salvarnos y preservar la vida en nuestro Planeta. Esta vez no podemos hacer economía de revolución. Hay que llevarla a cabo ya ahora. Evidentemente no se trata de revolución en el sentido de utilizar la violencia, sino con el sentido que le dio nuestro historiador Caio Prado Junior: «transformaciones capaces de estructurar la vida de todo un sistema social de manera que se corresponda con las necesida-
des más profundas y generales de sus poblaciones, algo que confiere un nuevo rumbo a las vidas humanas». Pues eso es lo que se está imponiendo a nivel mundial. La Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la mayoría de los gobiernos han implantado un tipo de industrialización de la agricultura con la liberalización de los mercados que se rigen por la competición y por la especulación, que han acabado por afectar a la soberanía alimentaria de la mayoría de los países del mundo. Es una ilusión pensar que los que han producido la crisis, tienen la llave de su solución. Ellos proponen más de lo mismo: más producción, más fertilizantes, más productos genéticamente modificados, más mercado no para saciar el hambre sino para hacer más dinero. Ninguno piensa en colocar más dinero en las manos de los hambrientos para que puedan comprar comida y sobrevivir. Pueden morir de hambre delante de una mesa repleta a la cual no tienen acceso. La solución se encuentra en las manos de aquellos que en el mundo entero garantizan gran parte del suministro alimentario: la agricultura familiar y las pequeñas cooperativas populares. La agricultura familiar en Brasil representa el 70% de los alimentos que llegan a la mesa. Es responsable del 67% del fríjol, del 89% de la mandioca, del 70% de los pollos, del 60% de los cerdos, del 56% de los lácteos, del 69% de la lechuga y del 75% de la cebolla. Estos pequeños agricultores, articulados entre sí y también a nivel internacional, deben formular las políticas de producción, privilegiar los mercados locales y regionales, y mantener bajo vigilancia los mercados mundiales, para inhibir la especulación e impedir la formación de oligopolios. Este tipo de agricultura aprovecha los conocimientos ancestrales, sabe preservar los suelos y enriquecer su fertilidad con nutrientes naturales. Brasil, al lado del agronegocio, tiene que privilegiar la agricultura familiar, pues ella tiene condiciones para garantizar nuestra soberanía alimentaria y ser la mesa puesta para el hambre del mundo entero.
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Fuente: Agencia Latinoamericana de Información
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Los acuerdos de Doha ponen en peligro al sector servicios Por Walden Bello Sociólogo. Universidad de las Filipinas
Una de las más conocidas escenas de las antiguas películas del oeste es esa en la que un tren acelera hacia una colisión inminente con otro, con la mano sin vida del maquinista, al que unos bandidos han disparado, apoyada sin remedio sobre el acelerador. El desarrollo actual de las finanzas globales es una reminiscencia de esa escena.
Desesperado por cerrar un nuevo tratado global comercial, el jefe de la Organización Mundial de Comercio (OMC), Pascal Lamy, está planeando convocar una reunión «mini-ministerial»… La intención es salir de ella con acuerdos comerciales para la liberalización de mercados en la agricultura, la industria y los servicios, los cuales han sido el foco de atención de los llamados Acuerdos de Doha de la OMC que se vienen alargando desde 2001. Los gobiernos de los países más desarrollados han acordado justamente textos que se refieren a ilusorias promesas de reducción de los subsidios en agricultura en la Unión Europea y en los Estados Unidos, lo que necesita de ambos que recorten sus aranceles industriales proporcionalmente más que los países en vías de desarrollo. Se permitirían, no sólo a sí mismos, malos acuerdos que pondrían en
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Los acuerdos de Doha ponen en peligro al sector servicios
un grave aprieto al sector servicios, incluyendo actividades tan vitales como la provisión de agua, la energía y la intermediación financiera. Mientras la atención global se ha centrado en las charlas sobre los subsidios agrícolas y los aranceles industriales, los Estados Unidos y la Unión Europea han puesto de manifiesto que no aceptarán ningún paquete de medidas que no incluya los servicios. Como ha dejado tajantemente claro hace poco la representante de comercio de los Estados Unidos, Susan Schwab, Washington «no aceptará unas medidas de Doha que no incluyan unos resultados ambiciosos en la liberalización de los servicios que conlleven resultados comercialmente significativos». Mientras Schwab describe los servicios como el primo pobre de la agricultura y la industria, un posible resultado es un acuerdo en materia de servicios que no vaya acompañado de otros en agricultura e industria. Con la polarización entre el norte y el sur en agricultura e industria, salvando los acuerdos sobre servicios de Doha, que representan entre un 50 y un 60% de la actividad económica de los países más desarrollados, puede ser una opción más que atractiva para los EE.UU y la UE. El Acuerdo General de Mercados de Servicios (General Agreement on Trade in Services, GATS), exige a los países conceder el mismo tratamiento a los proveedores de servicios extranjeros que a las empresas locales. No obstante, los países en desarrollo se muestran poco dispuestos a hacer esto, debido a su actual mínima capacidad de regular los negocios transnacionales. Sus temores han sido ventilados por problemas actuales del sistema financiero, y se encuentran con la ausencia de regularización global de los operadores financieros de los países desarrollados. Si bien los servicios financieros son sólo uno de los muchos que cubre el GATS, los EE.UU y la UE han hecho un sector financiero liberalizado con importantes demandas en los países en desarrollo. Se ha revelado que la UE ha pedido que algunos países en desarrollo eliminen las regulaciones sobre las actividades de los hedge funds, las agrupaciones financieras que fueron las causantes del colapso del baht [moneda tailandesa, N. de la R.] en 1997. La UE también ha pedido a México que abra sus mercados a los “derivados”, inseguros instrumentos financieros que han jugado un papel im-
El Acuerdo General de Mercados de Servicios (General Agreement on Trade in Services, GATS), exige a los países conceder el mismo tratamiento a los proveedores de servicios extranjeros que a las empresas locales. No obstante, los países en desarrollo se muestran poco dispuestos a hacer esto, debido a su actual mínima capacidad de regular los negocios transnacionales. Sus temores han sido ventilados por problemas actuales del sistema financiero, y se encuentran con la ausencia de regularización global de los operadores financieros de los países desarrollados.
portantísimo en el caos financiero actual. Muchos países en vías de desarrollo reciben con los brazos abiertos el capital extranjero, pero han aprendido lo costosa que resulta la presencia de una fuerte financiación extranjera, pues supone un fuerte régimen de regulación a la medida de sus particulares necesidades y capacidades. Fue la indiscriminada eliminación de los controles del capital en estas regiones por orden del Fondo Monetario Internacional y el Departamento de Hacienda de los EE.UU la que causó la devastadora crisis financiera asiática. Con prácticamente todos los controles del capital suprimidos y las leyes de inversión liberalizadas, casi 100 mil millones de dólares americanos desembocaron en las economías asiáticas entre 1993 y 1997, con el capital tendiendo hacia áreas de alto y rápido beneficio, como el del mercado de valores de bienes inmuebles. Con pocos controles hacia donde iban los fondos, la sobreinversión pronto hundió las reservas y las economías domésticas, causando un colapso
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de los precios y el consecuente trastorno para los tipos de cambio, la balanza de pagos y la balanza comercial. Llevados por el pánico, los especuladores huyeron por la primera salida que vieron. Con las leyes de entrada y salida liberalizadas, los gobiernos no tenían manera –exceptuando a Malasia, que desafió al FMI e impuso controles de capital– para parar la estampida; y los 100 mil millones de dólares, que desaparecieron de la región en pocas semanas en el verano de 1997, conllevaron una chirriante parada del crecimiento económico desde Corea hasta Indonesia. Después de la crisis financiera asiática, la de Argentina, y el crack del dot.com entre 2000 y 2002, todos ellos causados por las burbujas especulativas y la falta de regulación financiera, uno podría pensar que las autoridades de los países desarrollados harían hincapié en la regulación de las actividades de los actores financieros globales. Sin embargo, la financiación global se resistió a cualquier movimiento hacia una regulación efectiva. Si bien se levantaron voces que pedían controles a la proliferación de los instrumentos financieros como los “derivados”, esto nunca se consiguió. La evaluación y regulación de los “derivados” iba a dejarse en manos de los agentes del mercado, quienes supuestamente tenían acceso a sofisticados modelos de «evaluación de riesgos» cuantitativos que traerían el desarrollo. Arrasados por las consecuencias de esta desregulación financiera, muchos países en desarrollo no se sorprendieron cuando la autorregulación les condujo a una burbuja inmobiliaria que cuando explotó puso al sistema global de finanzas al borde del colapso. Una de las más conocidas escenas de las antiguas películas del oeste es esa en la que un tren acelera hacia una colisión inminente con otro, con la mano sin vida del maquinista, al que unos bandidos han disparado, apoyada sin remedio sobre el acelerador. El desarrollo actual de las finanzas globales es una reminiscencia de esa escena. El consenso global está formando una re-regulación del sector financiero. Pero la despreocupación por este consenso emergente y el caos financiero alrededor de él de los países desarrollados que negocian en la OMC, es como la mano muerta del maquinista, continúa acelerando, presionando a los países en desarrollo para hacer acuerdos en
La UE también ha pedido a México que abra sus mercados a los “derivados”, inseguros instrumentos financieros que han jugado un papel importantísimo en el caos financiero actual. Muchos países en vías de desarrollo reciben con los brazos abiertos el capital extranjero, pero han aprendido lo costosa que resulta la presencia de una fuerte financiación extranjera, pues supone un fuerte régimen de regulación a la medida de sus particulares necesidades y capacidades. materia de servicios que liberalicen drásticamente su sector financiero. Los países en desarrollo conducirían el tren a la colisión de la que naturalmente sobrevendrá la determinación de los EEUU y la UE de conseguir la liberalización financiera global a cualquier precio. Aquéllos no deberían conformarse con un acuerdo del sector servicios que comprometiera su capacidad para regular sus propios sectores financieros y otros servicios. Lo que deben hacer es decir no a los acuerdos arancelarios en agricultura e industria que les sitúan en unas condiciones injustas, y deben también no tomar parte en los acuerdos sobre el sector servicios que no les reportaría otra cosa que ser arrastrados a una terrorífica espiral de desregularización financiera global.
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* Analista del Global South, instituto de investigación de la Universidad de Chulalongkorn en Bangkok. Traducción: Juan José Mediavilla Fuente: ATTAC
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A propósito de la ronda de negociaciones de la OMC Por Evo Morales Presidente de Bolivia
“El comercio internacional puede desempeñar una función de importancia en la promoción del desarrollo económico y el alivio de la pobreza. Reconocemos la necesidad de que todos nuestros pueblos se beneficien del aumento de las oportunidades y los avances del bienestar que genera el sistema multilateral de comercio. La mayoría de los Miembros de la OMC son países en desarrollo. Pretendemos poner sus necesidades e intereses en el centro del Programa de Trabajo adoptado en la presente Declaración”. Declaración Ministerial de Doha de la Organización Mundial del Comercio, 14 de noviembre 2001. Con estas palabras comenzó la ronda de negociaciones de la OMC hace siete años. Realmente
El comercio exterior debe ser un complemento de la producción local. De ninguna manera podemos privilegiar el mercado externo a costa de la producción nacional.
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¿el desarrollo económico, el alivio de la pobreza, las necesidades de todos nuestros pueblos, el aumento de oportunidades para los países en desarrollo están en el centro de las actuales negociaciones en la OMC? Lo primero que debo decir es que si fuera así, los 153 países miembros y sobre todo la amplia mayoría de países en desarrollo deberían ser los actores principales de las negociaciones de la OMC. Pero lo que estamos viendo es que un puñado de 35 países son invitados por el Director General a reuniones informales para que avancen sustancialmente en la negociación y preparen los acuerdos de esta “Ronda para el Desarrollo” de la OMC. Las negociaciones en la OMC se han convertido en una pelea de los países desarrollados para abrir el mercado de los países en desarrollo a favor de sus grandes empresas. Los subsidios agrícolas del norte, que van principalmente a manos de compañías agroalimentarias de los EE.UU. y de Europa, no sólo continuarán sino que se incrementarán como lo demuestra la Ley Agrícola o “Farm Bill 2008”(1) de los Estados Unidos. Los países en desarrollo rebajarán los aranceles a sus productos agrícolas mientras los subsidios reales(2) aplicados por los EE.UU. o la UE a sus productos agrícolas no disminuirán. A nivel de los productos industriales en las negociaciones de la OMC se busca que los países en desarrollo realicen recortes arancelarios de un 40% a un 60% mientras los países desarrollados disminuirán en promedio sus aranceles entre el 25% y el 33%. Para países como Bolivia la erosión de las preferencias arancelarias por la disminución generalizada de aranceles tendrá efectos negativos en la competitividad de nuestras exportaciones. El reconocimiento de las asimetrías, y el trato especial y diferenciado real y efectivo a favor de los países en desarrollo es limitado y obstaculizado en su implementación por los países desarrollados. En las negociaciones se empuja a que nuevos sectores de servicios sean liberalizados por
Estudios de la FAO señalan que con las actuales fuerzas de producción agrícola es posible alimentar a 12.000 millones de seres humanos, es decir, casi el doble de la población mundial actual. Sin embargo, hay una crisis alimentaria porque no se produce para el bienestar humano sino en función del mercado, la especulación y rentabilidad de las grandes productoras y comercializadoras de alimentos.
los países cuando lo que habría que hacer es excluir definitivamente los servicios básicos de educación, salud, agua, energía y telecomunicaciones del texto del Acuerdo General del Comercio de Servicios de la OMC. Estos servicios son derechos humanos que no pueden ser objeto de negocio privado y de reglas de liberalización que llevan a la privatización. La desregulación y privatización de los servicios financieros, entre otros, son la causa de la actual crisis financiera mundial. Mayor liberalización de los servicios no traerá mayor desarrollo, sino mayores posibilidades de crisis y especulación en temas vitales como los alimentos. El régimen de propiedad intelectual establecido por la OMC ha beneficiado sobre todo a las transnacionales que monopolizan las patentes, encareciendo el precio de los medicamentos y otros productos esenciales, incentivando la privatización y mercantilización de la vida misma, como lo prueban las varias patentes sobre plantas, animales e incluso genes humanos. Los países más pobres serán los principales perdedores. Las proyecciones económicas de un potencial acuerdo de la OMC, efectuadas
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A propósito de la ronda de negociaciones de la OMC
Tenemos que acabar con el consumismo, el derroche y el lujo. En la parte más pobre del planeta, mueren millones de seres humanos de hambre cada año. En la parte más rica del planeta se gastan millones de dólares para combatir la obesidad. Consumimos en exceso, derrochamos los recursos naturales y producimos la basura que contamina a la Madre Tierra. incluso por el Banco Mundial(3), indican que los costos acumulados por la pérdida de empleos, las restricciones a la definición de políticas nacionales, y la pérdida de ingresos aduaneros serán mayores que los “beneficios” de la “Ronda para el Desarrollo”. Después de siete años, la ronda de la OMC está anclada en el pasado y desactualizada de los fenómenos más importantes que estamos viviendo: la crisis alimentaria, la crisis energética, el cambio climático y la eliminación de la diversidad cultural. Se está haciendo creer al mundo que se necesita un acuerdo para resolver una agenda mundial y este acuerdo no representa esa realidad. Sus bases no son las adecuadas para resistir esta nueva agenda mundial. Estudios de la FAO señalan que con las actuales fuerzas de producción agrícola es posible alimentar a 12.000 millones de seres humanos, es decir, casi el doble de la población mundial actual. Sin embargo, hay una crisis alimentaria porque no se produce para el bienestar humano sino en función del mercado, la especulación y rentabilidad de las grandes productoras y comercializadoras de alimentos. Para enfrentar la crisis alimentaria es necesario fortalecer la agricultura familiar, campesina y comunitaria.
Los países en desarrollo tenemos que recuperar el derecho de regular(4) nuestras importaciones y exportaciones para garantizar la alimentación de nuestra población. Tenemos que acabar con el consumismo, el derroche y el lujo. En la parte más pobre del planeta, mueren millones de seres humanos de hambre cada año. En la parte más rica del planeta se gastan millones de dólares para combatir la obesidad. Consumimos en exceso, derrochamos los recursos naturales y producimos la basura que contamina a la Madre Tierra. Los países debemos priorizar el consumo de lo que producimos localmente. Un producto que recorre la mitad del mundo para llegar a su destino puede ser más barato que otro que se produce nacionalmente, pero, si tomamos en cuenta los costos ambientales del transporte de dicha mercadería, el consumo de energía y la cantidad de emisiones de carbono que genera, entonces podemos llegar a la conclusión de que es más sano para el planeta y la humanidad priorizar el consumo de lo que se produce localmente. El comercio exterior debe ser un complemento de la producción local. De ninguna manera podemos privilegiar el mercado externo a costa de la producción nacional. El capitalismo nos quiere uniformizar a todos para volvernos en simples consumidores. Para el Norte hay un sólo modelo de desarrollo, el suyo. Los modelos únicos a nivel económico vienen acompañados de procesos de aculturación generalizada para imponernos una sola cultura, una sola moda, una sola forma de pensar y de ver las cosas. Destruir una cultura, atentar contra la identidad de un pueblo, es el más grave daño que se le puede hacer a la humanidad. El respeto y la complementariedad pacífica y armónica de las diversas culturas y economías es esencial para salvar al planeta, la humanidad y la vida. Para que esta sea una ronda de negociaciones efectivamente del desarrollo y anclada en el presente y el futuro de la humanidad y el planeta debería:
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• Garantizar la participación de los países en desarrollo en todas las reuniones de la OMC poniendo fin a las reuniones exclusivas de la “sala verde”(5). • Implementar verdaderas negociaciones asimétricas a favor de los países en desarrollo en las cuales los países desarrollados otorguen concesiones efectivas. • Respetar los intereses de los países en desarrollo no limitando su capacidad de definición e implementación de políticas nacionales a nivel agrícola, industrial y de servicios. • Reducir efectivamente las medidas proteccionistas y los subsidios de los países desarrollados.(6) • Asegurar el derecho de los países en desarrollo a proteger por el tiempo que sea necesario sus industrias nacientes de la misma forma que lo hicieron en el pasado los países industrializados. • Garantizar el derecho de los países en desarrollo a regular y definir sus políticas en materia de servicios, excluyendo de manera expresa los servicios básicos del Acuerdo General de Comercio de Servicios de la OMC. • Limitar los monopolios de las grandes empresas sobre la propiedad intelectual, promover la transferencia de tecnología y prohibir el patentamiento de toda forma de vida. • Garantizar la soberanía alimentaria de los países eliminando cualquier limitación a la capacidad de los Estados a regular las exportaciones e importaciones de alimentos. • Asumir medidas que contribuyan a limitar el consumismo, el derroche de recursos naturales, la eliminación de gases de efecto invernadero y la generación de basura que daña a la Madre Tierra. En el siglo XXI, una “Ronda para el desarrollo” ya no puede ser de “libre comercio”, sino que tiene que promover un comercio que contribuya al equilibrio entre los países, las regiones y con la madre naturaleza, estableciendo indicadores que permitan evaluar y corregir las reglas de comercio en función del desarrollo sostenible.
Los gobiernos tenemos una enorme responsabilidad para con nuestros pueblos. Acuerdos como los de la OMC tienen que ser ampliamente conocidos y debatidos por todos los ciudadanos y no solamente por ministros, empresarios y “expertos”. Los pueblos del mundo tenemos que dejar de ser víctimas pasivas de estas negociaciones y convertirnos en protagonistas de nuestro presente y futuro.
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Notas: (1) El “Farm Bill 2008” fue aprobado el 22 de mayo por el Congreso de los Estados Unidos. Autoriza a realizar gastos que incluyen subsidios a la agricultura de hasta 307.000 millones de dólares en 5 años. De estos, aproximadamente 208.000 millones de dólares se podrán gastar en programas de alimentación. (2) El texto actual de agricultura propone rebajar los subsidios de EE.UU. en un rango entre 13 y 16.4 billones de dólares anuales. Sin embargo, los subsidios reales que actualmente aplica los EE.UU. son de aproximadamente 7 billones de dólares anuales. De otra parte, la Unión Europea está ofreciendo en las negociaciones de la OMC la reforma que realizó en el 2003 a su Política Agrícola Común (PAC), sin proponer mayores aperturas. (3) Los países en desarrollo tienen poco que ganar en la Ronda de Doha: las ganancias proyectadas serán del 0,2 % para dichos países, la reducción de la pobreza mundial será de 2,5 millones (menos del 1 % de los pobres en el mundo) y las pérdidas por aranceles no cobrados serán de al menos 63.000 millones de dólares. (Anderson, Martin, and van derMensbrugghe, “Market and Welfare Implications of Doha Reform Scenarios,” in Agricultural Trade Reform and the Doha Development Agenda, Anderson and Martin, World Bank/ / Back to the Drawing Board: No Basis for Concluding the Doha Round of Negotiations” by Kevin P. Gallagher and Timothy A. Wise, RIS Policy Brief #36) (4) Esta regulación debe incluir el derecho a implementar impuestos a las exportaciones, bajar aranceles para favorecer importaciones, prohibir exportaciones, subsidiar producciones locales, establecer franjas de precios, en fin toda medida que según la realidad de cada país mejor sirva al propósito de garantizar la alimentación de la población. (5) “Green room meeting” o “reuniones en la sala verde” es el nombre de las reuniones informales de negociación en la OMC en las cuales participan un grupo 35 países elegidos por el Director General. (6) Un recorte real de los subsidios de los EE.UU. debería ser menor a 7.000 millones de dólares al año.
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nales y fondos de inversión. Opera como un banco regional de promoción del comercio exterior. Por su parte, FLAR brinda préstamos garantías para apoyar la balanza de pago y asiste con créditos a sus miembros (Bolivia, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Perú, Uruguay y Venezuela).
Las instituciones financieras regionales en América Latina Por Eduardo Gudynas*
Está cobrando cada vez más importancia un conjunto de “instituciones financieras regionales” (IFRs) que otorgan préstamos y apoyan diversos emprendimientos en América Latina. A diferencia de las instituciones globales, como el Banco Mundial o el FMI, estas IFRs son controladas por los gobiernos latinoamericanos. Se abren así muchas posibilidades para financiar otro tipo de desarrollo aunque persisten muchos problemas con las dimensiones sociales y ambientales, donde no se deben repetir los mismos errores de las instituciones financieras globales. En la actualidad se pueden reconocer al menos ocho instituciones financieras latinoamericanas. Dos tienen cobertura continental: son el Banco Latinoamericano de Exportaciones (BLADEX) y el Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR). La Corporación Andina de Fomento (CAF) comenzó brindando préstamos a los países andinos pero ahora se ha ampliado notablemente, mientras que el Fondo Financiero para el Desarrollo de la Cuenca del Plata (FONPLATA) se restrin-
ge a los países de la cuenca del Río de la Plata. Existen dos bancos subregionales: el Banco Centroamérica de Integración Económica (BCIE) y el Caribbean Development Bank (CDB). Otros dos bancos son nacionales pero financian empresas y proyectos en los países vecinos: el Banco Nacional de Desarrollo Económico Social (BNDES) de Brasil, y el Banco de Desarrollo Económico y Social (BANDES) de Venezuela. Muchas de estas instituciones han pasado casi desapercibidas durante un buen tiempo. Pero hoy es posible advertir que son un grupo no solo numeroso, sino que manejan un enorme volumen de recursos. Su patrimonio acumulado supera las 27 mil millones de dólares. El mayor volumen se registró en el BNDES, que dispuso de 14.070 millones de dólares en 2007, seguido por la CAF con 4.125 millones de dólares. El BNDES se encuentra por debajo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID, cuyo patrimonio en 2007 fue de US$ 20.353 millones). Las IFRs son regionales en por lo menos dos sentidos: operan dentro de América Latina, y sus autoridades y la toma de decisiones están en manos de los gobiernos latinoamericanos. En cuanto a su operación, predominan los financiamientos convencionales, tales como proyectos en infraestructura y energía, la expansión empresarial privada o la cooperación técnica. Posiblemente una de las IFRs más notoria es la CAF, la que actúa desde 1970 como un banco de promoción del desarrollo y de servicios financieros. Sus actividades iniciales se centraron en los países andinos, pero se sumaron naciones de otras regiones, España y más de una docena de bancos privados. Su cartera de préstamos ha crecido continuamente hasta alcanzar los US$ 9.622 millones en 2007. Es el principal financiador de los países andinos. Además de los préstamos para obras clásicas de infraestructura, la corporación es una de los principales financiadoras de la Iniciativa en Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA). Bladex es una institución mixta ya que depende de bancos centrales y agencias gubernamentales de 23 países de la región, algunos bancos internacio-
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A nivel subregional existen dos bancos. El BCIE fue fundado en 1960 por cinco países centroamericanos, pero actualmente se han sumado otras naciones, incluso desde fuera de la región (República China – Taiwán y España). Financia proyectos de promoción comercial, integración y contra la pobreza. El CDB opera en el Caribe, apoyando proyectos de desarrollo económico y social. Fundado en 1969, 26 miembros (21 de ellos son caribeños, a los que se suman países como Alemania, Canadá, China, México, Reino Unido y Venezuela). También existe un fondo subregional, conformado por Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay (FonPlata), para el desarrollo de la Cuenca del Plata. Si bien su cartera de proyectos es modesta, apoya estudios previos de grandes proyectos y financia algunas obras; también mantiene al Comité Intergubernamental de la Hidrovía Paraguay Paraná, un antiguo megaproyecto de infraestructura que ahora es parte del IIRSA. El BID también podría ser considerado como una IFR. Si bien actúa en América Latina, entre sus miembros hay 21 países extra-regionales (como varias naciones europeas y Japón), y entre ellos Estados Unidos tiene una influencia determinante. En cambio, la propuesta de un Banco del Sur apunta a una membresía exclusivamente regional, y cuando se ponga en marcha deberá ser sumado a esta lista. Finalmente, entre los bancos nacionales se destacan dos casos debido a que sus acciones se extienden a los países vecinos. El BNDES de Brasil apoya la llamada “internacionalización” de las empresas brasileñas. Su presencia ahora es ubicua, por ejemplo financiando empresas de Brasil en obras relacionadas con IIRSA en varios países, o brindando fondos para que algunas corporaciones brasileñas compren empresas en los países vecinos. El BANDES es el agente financiador de la política exterior de Venezuela, apoyando programas e inversiones, especialmente en el área energética y banca local. Cuenta con menos recursos, y si bien requiere que al menos un 50% del emprendimiento sea con participación venezolana, otorga mayor atención a la complementación.
rio prestar una mayor atención a las IFRs latinoamericanas. A diferencia de las IFIs globales, donde la toma de decisiones descansa casi exclusivamente en Estados Unidos y la Unión Europea, distintos gobiernos latinoamericanos, en especial los progresistas, han buscado mayor autonomía apelando a estas instituciones regionales. Las áreas claves de financiamiento son infraestructura, tales como carreteras y puentes, emprendimientos clásicos como saneamiento y energía. En el caso sudamericano hay un claro énfasis alrededor de IIRSA. Por lo tanto, las IFRs también financian emprendimientos de alto impacto social y ambiental. Las directrices para enfrentar esos efectos negativos en unos casos son poco claras, en otros son débiles, los mecanismos de evaluación de impactos sociales y ambientales no siempre son los mejores y a veces son desconocidos, y los canales de acceso a la información y participación ciudadana son dificultosos. Es así que en algunos casos las IFRs repiten los mismos problemas que se enfrentan con las “instituciones financieras internacionales” (IFIs) como el Banco Mundial. De todos modos, contar con nuestras propias instituciones financieras es un paso adelante para recuperar autonomía frente a la imposición de IFIs. Es importante mantener ese control regional, y por lo tanto el proceso de sumar otras naciones (como países europeos o China) debe ser manejado con mucha precaución. Pero también se debe actuar para no repetir los errores y limitaciones de las IFIs, y que no sean meros canales de intermediación de capitales globales o repitan los mismos proyectos de alto impacto social y ambiental. De nada sirve contar con ese control latinoamericano si se termina actuando de la misma manera que lo ha hecho el Banco Mundial o el BID. Por lo tanto es necesario actuar para que los proyectos financiados sirvan genuinamente al desarrollo y la erradicación de la pobreza, con efectos positivos palpables tanto a nivel local como nacional en todos los planos, desde el económico al ambiental.
Esta apretada síntesis demuestra que es necesa—79—
* Analista en CLAES D3E (www.integracionsur.com). El presente artículo resume puntos esenciales de un reporte publicado por el Programa de las Américas. Fuente: Agencia Latinoamericana de Información email: info@alainet.org
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Un pueblo sin la conciencia de sus raíces pierde identidad Por Eduardo Domínguez Gómez Historiador. Magíster en Historia Profesor Titular en la Universidad de Antioquia Miembro de la Academia Antioqueña de Historia domin@une.net.co
Cuando nos reunimos para conmemorar una fecha de fundación, los historiadores aceptamos la presencia en estos actos ofreciendo las razones por las cuales vemos válido aceptar la invitación. Y esta oportunidad que nos abre el Simposio “Aguadas y la colonización antioqueña” nos sirve para hacer la siguiente proposición: Las efemérides, como los medios masivos de comunicación, sirven para informar, formar y entretener. Y, aspecto que no siempre logran los medios, nos permiten modificar nuestra mirada con respecto al valor de las distintas historias. Las pequeñas (o micro) historias, esas de la vida diaria, donde buscamos que la sociedad de masas no nos convierta en átomos anónimos; las biografías; las de familias o las del terruño donde empezamos nuestros primeros vínculos sociales. Y las macro-historias, definidas así por su cobertura geográfica de países –donde ejercemos la ciudadanía– subregiones, continentes o universo, donde nos realizamos como especie. • Contribuyen al crecimiento de la información
Un pueblo sin la conciencia de sus raíces pierde identidad. Una persona que no tiene interés por conocer quiénes fueron sus antepasados, dónde vivían, qué tipo de vida llevaban, etc., pierde la memoria de su pasado y, con ello, un gran tesoro de valores y realidades humanas que trasmitir a sus sucesores. (…) Las personas y las sociedades se hacen más libres, crecen y producen, si se conocen mejor a sí mismas, de dónde proceden y cómo han llegado a ser lo que son. (Cano S. Víctor. “¿Qué es la microhistoria?” www.bisabuelos.com/microhistoria.html, visitada el 6 de mayo de 2008)
Texto leído por el autor en la apertura del Simposio: “Aguadas y la colonización antioqueña”, realizado el 30 de mayo de 2008.
Por razones que la sociedad tiende a olvidar, los acervos documentales (archivos, colecciones públicas o privadas) para respaldar los estudios históricos sólo se atienden en coyunturas de conmemoración. Y entre los motivos para que así suceda están las concepciones mismas acerca de la historia, los intereses políticos, los presupuestos escasos y las urgencias impuestas por los modelos de desarrollo económico, social y cultural. De las concepciones acerca de la historia podemos decir que en los pueblos y naciones educados bajo la convicción de que el mundo actual es el resultado de los hechos pasados, es decir, que el presente está determinado única y fundamentalmente por el ayer, sus habitantes tienden a promover la idea de que el pasado merece toda pleitesía. Y, en consecuencia, viven en la añoranza, siempre con nostalgia de lo que pasó, pretendiendo entender todo como aciertos incomprendidos por los contemporá-
Hace 200 años, Aguadas, en el Departamento de Caldas, fue el primer pueblo que se fundó hacia el sur de los municipios antioqueños de Sonsón y Abejorral, cuando empezaba la colonización de los antioqueños sobre el sur-occidente colombiano.
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neos de las épocas anteriores. Y buscan las oportunidades en las fechas fundacionales para resucitar tradiciones y ensalzar a los personajes famosos, a los fundadores, a los ejércitos y sus batallas, o a las expresiones folclóricas, cuando no a denunciar con tristeza y pesimismo el deterioro ambiental. Todo tiende a perderse en la nebulosa de unos mitos que enceguecen al habitante que sólo alcanza a recibir las luces estridentes de quienes pueden contar “el verdadero pasado”. Polémicas van y vienen por encontrar los datos fieles y por demostrar que sus claves para interpretar son las únicas valederas. Tal enfoque es el historicismo haciendo daños. Creer que el presente es consecuencia del pasado paraliza a los pueblos. Los esclaviza en la adoración de los ancestros; les impide renovar su lenguaje, sus técnicas, sus relaciones políticas y sus convicciones. Siempre buscando “la esencia”, “la identidad”, “el linaje”, “las grandes obras” y toda suerte de datos que abruman al ciudadano de la calle y orientan su vida hacia un pasado glorioso pero imaginario. No obstante, siendo la idolatría por el pasado una equivocación y un impedimento para abrir la conciencia a favor de las innovaciones, la investigación histórica nos enseña que es una enfermedad cultural que puede ser tratada y tiene cura si convertimos las efemérides en una oportunidad para volver sobre las fuentes de investigación disponibles, agrandar ese patrimonio y ponerlo al servicio de las generaciones actuales que buscan orientarse en la vida cotidiana. A la mirada historicista, esa que piensa que, sin remedio, somos genio y figura hasta la sepultura porque los dioses y el pasado como fuerzas superiores así lo determinan, debemos sustituirla por una mirada prospectiva, la que nos invita a rescatar la capacidad humana de intervenir en sus propios destinos y que reconoce la herencia pero la proyecta hacia nuev os modos de vivir. Así, las conmemoraciones se constituyen en la oportunidad para abrir nuevos archivos, auscultar otras fuentes, proponer modelos interpretativos inéditos y acrecentar el acervo para que los argumentos se fortalezcan. • Transforman nuestra atmósfera espiritual Gracias a la oportunidad que las conmemoraciones dan, la conciencia de los ciudadanos y de los investigadores también se modifica. Ese “equipaje mental” del que hablaron los historiadores, compuesto por mentalidades, ideologías, representaciones colectivas e imaginarios, se verá interrogado por la información desconocida. Y, unas veces se empecinará en que los nuevos datos ratifican sus convicciones (conservacionistas), otras veces abdica de cualquier costumbre y se apega sin condiciones a las verdades que acaban de ser postuladas (esnobistas); pero en otras ocasiones, hace una buena reflexión, critica, compara, elige y, por sindéresis, hace síntesis renovadoras para identificar nuevos significados.
En esta conmoción de las conciencias es donde radica gran parte de la importancia de las historias locales. Es respetable lo que dice el epígrafe de Víctor Cano que introduce estas palabras de apertura, pero es equivocado: Un pueblo sin la conciencia de sus raíces pierde identidad. En primer lugar, la “identidad”, si la entendemos como el modo de ser y de existir en las circunstancias concretas de la vida, es imposible de evitarla. Todo pueblo y toda persona, por el mero hecho de hablar, relacionarse y cumplir con las demandas de la supervivencia, se percibe a sí mismo y es percibido por los demás. Y de esas percepciones se configuran las identidades. Otra cuestión distinta es el tipo de ingredientes que las componen. Cuando se ignora mucho o todo acerca del pasado, lo que sucede es que no comprendemos por qué somos como somos. Entramos en “crisis de identidad”. Es lo que sucede en Colombia y ha quedado registrado en la prensa (que la he examinado en las hemerotecas entre 1862 y 2008), en la literatura y en la política. La desazón que nos acompaña desde nuestras gestas de Independencia frente a España, hace 200 años, y que nos lleva con tanta frecuencia al recurso de la violencia para resolver dificultades mayores o menores, está nutrida, en parte, por esa falta de información acerca de nuestro pasado. Los otros factores provienen, entre otros, de los regímenes políticos instaurados desde entonces, siempre atendiendo las urgencias bélicas y los intereses de minorías poderosas; de los modelos educativos orientados al entrenamiento, la eficiencia y la productividad; y de los sistemas religiosos que infundieron e infunden miedo a lo nuevo y muestran a las ciencias y a las libertades como sospechosas de pactos con los demonios. Tampoco es acertada su afirmación, según la cual una persona que no tiene interés por conocer quiénes fueron sus antepasados, dónde vivían, qué tipo de vida llevaban, etc., pierde la memoria de su pasado y, con ello, un gran tesoro de valores y realidades humanas que trasmitir a sus sucesores. Cuando se ignora el pasado, es imposible perderlo porque no se ha adquirido; sucede algo peor: las fantasías ocupan el lugar del conocimiento comprobado. El mito reemplaza al saber y le abre paso al fetichismo. Este es el camino para el empecinamiento de muchas personas que siguen afirmando que todo tiempo pasado fue mejor. Entonces los valores y realidades no superan las tradiciones orales que se repiten sin crítica alguna, sólo por el placer de recordarlas. Con bastante frecuencia las vemos reproducidas en las biografías y en monografías de barrios, pueblos y ciudades. El efecto martirizador de esta ignorancia acerca del pasado es la nostalgia, especie de intimidación psicológica que impide a quien la padece elaborar una crítica de lo existente y proponer nuevos horizontes para sí y para los pueblos. La afirmación del autor Cano que sí merece todo respaldo es la que cierra el epígrafe: Las personas y las
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nes; es la catarsis o desahogo, como la conocemos entre paisas. Por eso se les llama fiestas. Sin embargo, nuestro deber como académicos, es llamar la atención acerca del segundo sentido de la palabra re-crear; la oportunidad que se abre con las efemérides: hacer el balance entre los tiempos para detectar los horizontes hacia los que individuos y pueblos pueden encauzar sus quehaceres.
Porque la historia, siendo un agradable y maravilloso recuento, no se agota allí, generando lecciones como lo hace con tanta frecuencia. Tampoco es un magisterio que nos conduzca inexorablemente por los caminos correctos. Y, menos todavía, alcanza a constituirse en un antídoto contra la posibilidad de repetir los errores cometidos. Estas son falsas ilusiones de la cultura moderna y positivista. sociedades se hacen más libres, crecen y producen, si se conocen mejor a sí mismas, de dónde proceden y cómo han llegado a ser lo que son. Agregándole, para mejorar el enfoque histórico, que también necesitan tomar conciencia de sus perspectivas, es decir, de las posibilidades que les abre su propio modo de ser alimentado en parte por las herencias y las circunstancias en que viven. Porque la historia, siendo un agradable y maravilloso recuento, no se agota allí, generando lecciones como lo hace con tanta frecuencia. Tampoco es un magisterio que nos conduzca inexorablemente por los caminos correctos. Y, menos todavía, alcanza a constituirse en un antídoto contra la posibilidad de repetir los errores cometidos. Estas son falsas ilusiones de la cultura moderna y positivista. La historia es, por encima de cualquier dogmatismo, una fuente de creatividad para las generaciones que la estudian cuando van a tomar decisiones, pero no garantiza que estas decisiones no se equivoquen, que sean completamente válidas o que inexorablemente den en el blanco. • Nos dan oportunidad de re-creación Llegados a este punto, podemos abordar el tercer elemento. La forma de entender las efemérides como recreación: como entretención lúdica o como crear otra vez (re-crear). En el primer sentido, toda conmemoración emociona por su capacidad de ponernos en contacto con lo desconocido o lo olvidado, pero también por reiterar o por cambiar lo existente. Nos invita al jolgorio como expresión del júbilo que permite descargar nuestras tensio-
En este simposio escucharemos las contribuciones de los doctores Javier Ocampo López (La fundación de Aguadas); Jorge Eliécer Zapata (La colonización antioqueña en la óptica de los analistas Otto Morales Benítez y Albeiro Valencia Llano); escucharemos también al historiador Albeiro Valencia Llano (El contexto histórico de la Fundación); José Fernando Ocampo Trujillo (El impacto de la colonización antioqueña sobre dos momentos decisivos de la historia del siglo XIX); y Antonio Estrada Álvarez, con su examen genealógico a una de las familias fundadoras de nuestro municipio. Testimonios históricos que nos dan fundamento para apoyar la creación de unos estudios permanentes acerca de Aguadas, la CÁTEDRA DE LA AGUADEÑIDAD. Iniciativa académica que debe llamar la atención de los jóvenes y los mayores para examinar con celo las razones por las cuales a los doscientos años de fundación nuestra ciudad presenta grandes problemas de inequidad social, de calidad de vida, de desempleo y falta de oportunidades para el trabajo, el estudio y la diversión. Estudios que deben ponernos de frente a los problemas y búsqueda de soluciones. Pena sentimos los aguadeños mayores cuando todavía transitamos por carreteras en permanente destrucción; caminos que impiden al cultivador sacar sus productos en condiciones de mercadeo que retornen sus esfuerzos en forma de utilidades decentes; pena nos da cuando nos enteramos de la falta de futuro para los jóvenes, dispuestos siempre a emigrar en busca de oportunidades en las ciudades industriales o comerciales; cuando la calidad de la educación y la salud no alcanzan a cubrir las demandas de toda la población en niveles de excelencia; cuando las obras de infraestructura prometidas eternamente por las distintas administraciones, se mantienen como una promesa pero no se concreta. Si estas reflexiones del Simposio nos sirven para despertar las mentes y ponernos en actividad cívica hacia un esfuerzo colectivo por mejorar las condiciones de vida y democracia en Aguadas, nuestra participación no habrá sido en vano. Y podremos dejar encendida una vez más la llama de la esperanza para que al llegar a los 250 años, nuestro municipio sea visto como un ejemplo a seguir por los demás pueblos de Colombia.
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La irrazonable lucha del Estado contra los pequeños proveedores del servicio de agua en Colombia* Por Germán Darío Valencia Agudelo** Profesor Asociado del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia
Si algo ha mostrado la historia colombiana reciente es que el servicio de agua es uno de los sectores que más genera movilidad, asociatividad y vínculos; con esto, por ejemplo, se está dejando de lado una oportunidad de crear capital social. Las 12.000 asociaciones de empresas comunitarias de acueducto son el material suficiente para un trabajo concertado, en red; una formación para el manejo integral del agua, el cuidado de las microcuentas, de los factores de riesgo y del uso racional del recurso.
Para Eric Hobsbawm, considerado como uno de los historiadores vivos más importantes del mundo, el siglo veinte comenzó con la revolución socialista de la Unión Soviética, en octubre de 1917, y terminó en 1990, con la caída del llamado socialismo real (Cf. Pardo, 2001, p. 9). El historiador estableció esta división porque consideraba que al nombrar su libro Historia del siglo XX (1995) con los años 1900-2000 era una decisión arbitraria, que no obedecía a procesos históricos concretos que dieran un giro al rumbo de la historia. De manera similar a Hobsbawm, se puede considerar que la historia del servicio público de agua en Colombia inicia en el siglo veinte en el año de 1920, con la Estatización y municipalización del servicio —luego de ser suministrado por el sector privado y de manera local—, y finaliza a mediados de la década de 1990, con la puesta en marcha de la Ley 142 de 1994, donde de nuevo se le permite a los particulares ofrecer este servicio y al Estado se le ordena asumir el papel de regulador (Cf. Valencia, 2004). De ser aceptada la anterior división, se podría decir que el siglo XXI para el servicio público de agua se inicia en 1994 (al igual que para los demás servicios domiciliarios). Lo que simboliza para algunos, dado el significado progresista que se tiene con la ciencia y la tecnología, que se ha pasado a un estadio mayor del desarrollo para este
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servicio. Sin embargo, la realidad es otra, o por lo menos la anterior opinión no es del todo cierta. A partir de 1994 el servicio público de agua se ha mejorado en algunos aspectos y para varios municipios, sobre todo los de gran población: los niveles de cobertura han aumentado, la calidad del servicio se ha mejorado y las inversiones han crecido, entre otros aspectos. Pero también se han presentado fuertes deficiencias, sobre todo en los municipios pequeños y en relación con la población de menores niveles de ingreso (Cf. Tobón y Valencia, 2006). Antes de 1994 el Estado era el encargado casi exclusivo de proveer el servicio de agua en Colombia. Lo hacía porque consideraba que el sector privado no contaba ni con los incentivos, ni con los recursos suficientes para ofrecer eficientemente y de manera equitativa el servicio. A mediados del siglo veinte, el Estado central, a través del Instituto Nacional de Fomento Municipal (Insfopal), era el encargado de realizar las inversiones, aumentar las coberturas y ofrecer el servicio a bajo costo y de manera equitativa, entre otros; responsabilidad que era compartida con otras empresas municipales como Empresas Públicas de Medellín, Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá y Empresas Municipales de Cali (Cf. Valencia, 2006). Lamentablemente, la alta burocratización del sector, el clientelismo y la ineficiencia, entre otros males de la administración pública (aunque no es exclusivo de este sector), se instauraron en estos sistemas, causando una baja atención a la demanda, altos riesgos para la prestación de los servicios, escasa atención a las quejas de los usuarios y otros graves problemas. Debido a lo anterior y sobre todo a la presión que ejerció el sector eléctrico, al llegar la década de 1990 se tuvo que cambiar la forma como venía operando el servicio público de agua en Colombia; éste se convirtió, al igual que los demás servicios públicos, en una mercancía, en un servicio que se compra y se vende como cualquier otro, donde los oferentes buscan rentabilidad o al menos autosostenibilidad en sus negocios (Cf. Muñoz, 1993). En esta lógica, se le pidió y exigió a los municipios que convirtieran sus sistemas de acueducto en empresas (EPS); que ajustaran las tarifas a los costos reales, permitiendo cubrir los costos de administración, operación y mantenimiento; que buscaran la forma de hacer inversiones y conseguir los recursos para las mismas; que los subsidios generalizados se focalizaran en los estratos socioecómicos más bajos y las vayan reduciendo hasta el punto, incluso, de desaparecer. Finalmente, se le pidió al Estado que cambiara su rol, por ello se crearon nuevas instituciones especializadas en planificar, regular, vigilar y controlar, dejando lentamente su papel de empresario para convertirse en regulador (Cf. Valencia, 2004). En esta nueva lógica de descentralización, desestati-
empresas, que pueden concentrar operaciones (facturación, mantenimiento, etc.) y con ello reducir costos.
A partir de 1994 el servicio público de agua se ha mejorado en algunos aspectos y para varios municipios, sobre todo los de gran población: los niveles de cobertura han aumentado, la calidad del servicio se ha mejorado y las inversiones han crecido, entre otros aspectos. Pero también se han presentado fuertes deficiencias, sobre todo en los municipios pequeños y en relación con la población de menores niveles de ingreso zación y apertura a la competencia y al sector privado, fueron configurándose en Colombia dos tendencias: una de grandes empresas que actúan bajo la lógica privada e intentan expandir sus activos1; la otra, de pequeños proveedores del servicio de agua (calculadas en 12.000 para 2004), que atienden a poblaciones con menos de 3.000 habitantes (Cf. Fernández, 1994). Esta doble configuración es resultado, en buena parte, de que los sistemas de acueducto que atienden a pequeñas poblaciones no han sido un negocio atractivo para el sector privado. En 2004 se contabilizaban sólo 90 municipios que habían entregado al sector privado sus sistemas de acueductos para su operación, administración y mantenimiento. No quedándole a las comunidades otra opción que continuar proveyéndose de agua a través de organizaciones comunitarias o pequeñas firmas administradas por los municipios. Lamentablemente, en Colombia las críticas a los pequeños sistemas de acueducto son considerables. En especial del Estado, quien ve a estos pequeños proveedores como un problema; pues según sus cuentas y forma de razonar, en un futuro estos sistemas no contarán con los recursos necesarios para expandirse, mantener las inversiones y sostener los equipos para la prestación del servicio, poniendo en riesgo las reformas de 1994 y la estabilidad del sistema; además, hace más compleja y costosa su actividad de regulación y control.2 A estas críticas se suman la racionalidad económica del sistema de mercado actual, que advierte que estos pequeños proveedores no son rentables y competitivos, al no poder aprovechar las economías de escala, de alcance y de aglomeración, de las cuales sí disfrutan las grandes
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Por ello, desde el inicio de las reformas de los noventa, el Estado le ha propuesto a las grandes empresas que asuman la responsabilidad de administrar, operar y mantener estos pequeños sistemas, brindándoles importantes incentivos como exenciones tributarias por varios años3; mientras que a los pequeños acueductos se les castiga, otorgándoles cada vez menos créditos y estableciéndoles una reglamentación más estricta al sistema de transferencias municipales para que no inviertan de manera libre en estos acueductos. Igualmente, se les exige que envíen una compleja información a la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios –en total deben presentar información de 102 ítems que incluyen aspectos administrativos, contables, financieros, técnico-operativos, institucionales y legales– que los pequeños prestadores no conocen y que eleva sus costos considerablemente. Incluso, el último Plan Nacional de Desarrollo 20062010, paradójicamente llamado “Estado comunitario: desarrollo para todos”, estableció como una de sus metas la lucha contra la atomización de los acueductos en el territorio nacional, que busca desincentivar los sistemas de acueductos municipales, veredales y comunales. Todo esto se hace en un ambiente dominado por pequeños sistemas de acueducto, donde prima la lógica del servicio y el sostenimiento, donde las grandes empresas no encuentran atractivo para invertir y donde las necesidades de intervención del Estado son mayores. Además, en un sector donde las coberturas son muy bajas:4 según el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, a 2002, solo el 12% de los hogares del sector rural poseía agua potable, mientras que el 56% poseía sólo acceso a agua, y donde el Estado invierte una menor proporción de recursos —46% de los recursos invertidos en acueducto son al sector rural entre 1993 y 2001— (Cf. Tadeo, 2006). En síntesis, es una lucha irrazonable del Estado por acabar con los pequeños proveedores de agua, catalogándolos de ilegales porque no son económicamente rentables o porque no actúan bajo la lógica capitalista de mercado. Con esto, el Estado está desconociendo la cultura, el ambiente y la forma de administrar en las zonas rurales. Los acueductos veredales, estas pequeñas asociaciones, tienen formas y prácticas muy diversas para administrar, operar y mantener sus sistemas de acueductos. Lógica que difiere de la de las grandes empresas, donde reducir costos y aumentar ganancias es su fin. Se desconoce incluso lo que la teoría y la evidencia empírica ha mostrado: que cuando las empresas son pequeñas se puede hacer un mayor control de la corrupción, se puede dar una mayor participación democrática a
los usuarios en la toma de decisiones, se atiende con mayor eficiencia las quejas, reclamos y demás inconvenientes. Incluso países desarrollados como Estados Unidos operan bajo la lógica de pequeñas empresas: cerca del 82% de los sistemas de acueductos sirven a poblaciones menores a 3.300 habitantes; en Paraguay las pequeñas empresas han mostrado similar nivel de eficiencia que las grandes empresas y en el Salvador, el Banco Mundial mostró las virtudes que tienen las pequeñas empresas frente a una que era la dominante (Cf. Tadeo, 2006). Con esta actitud, el Estado está excluyendo a las comunidades más necesitadas del acceso a recursos, subsidios y créditos. ¿O acaso hay que recordarle que los mayores niveles de pobreza en Colombia están concentrados en el campo, que las zonas rurales son las que están asumiendo el costo de la guerra y la violencia y que en manos del sector rural está, incluso, la estabilidad para la prestación de servicios públicos domiciliarios como el agua y la energía eléctrica en las grandes ciudades? El Estado, en lugar de seguir atacando los pequeños proveedores de agua, debería trabajar en diseñar y establecer una legislación apropiada para estos agentes, apoyarlos con recursos e incentivos para su fomento, prevenir abusos de posición dominante y proteger a estos pequeños agentes en la Comisión de Regulación de Acueducto y saneamiento básico (CRA) ante el gran poder que tienen los grupos de presión. La sociedad en su conjunto y las agencias de desarrollo no deben permitirse desaprovechar el gran potencial que tienen estos sistemas para mejorar el nivel de vida de los colombianos; por ejemplo, al potenciar la asociatividad y la confianza. Si algo ha mostrado la historia colombiana reciente es que el servicio de agua es uno de los sectores que más genera movilidad, asociatividad y vínculos (Cf. Uribe y Valencia, 2005); con esto, por ejemplo, se está dejando de lado una oportunidad de crear capital social. Las 12.000 asociaciones de empresas comunitarias de acueducto son el material suficiente para un trabajo concertado, en red; una formación para el manejo integral del agua, el cuidado de las microcuentas, de los factores de riesgo y del uso racional del recurso. Esto no quiere decir que los pequeños proveedores del servicio de agua no tengan responsabilidad, ellos deben trabajare entre muchos otros aspectos en: • Realizar estudios técnicos a sus sistemas de acueducto que permitan diagnosticar y detectar las necesidades de recursos y la viabilidad para conseguirlos. • Establecer metas claras y asequibles de inversión, en un horizonte temporal no inferior a diez años.
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• Organizarse a fin de ejercer mayor presión en los
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municipios sobre los tomadores de decisiones, para que tengan en cuenta las necesidades, prioricen y hagan las inversiones que la ley les exige. • Presionar al gobierno departamental y nacional para que hagan las respectivas pignoraciones de renta y pago de regalías, así como para que otorgue mayores créditos y subsidios y fomente las empresas comunitarias. • Participar activamente en las corporaciones autónomas regionales para el diseño de planes de manejo integral del agua. • Y, por último, trabajar entre los pequeños proveedores para hacer asociaciones, acuerdos, contratos y demás mecanismos para reducir costos y aumentar la sostenibilidad del sistema.
En conclusión, el Estado debería de dejar de atacar a los pequeños prestadores del servicio de agua en Colombia y, en su lugar, apoyarlos, aprovechar el gran potencial que tienen para generar capital social, mejorar las condiciones de vida de la población, sobre todo la más pobre, y cumplir con su deber constitucional de responsabilizarse por el suministro de agua a los colombianos. Por su parte, los municipios, las corporaciones autónomas regionales, las ONG y los pequeños proveedores deben trabajar en formas de asociación que permitan optimizar los escasos recursos que tienen, aumentar el conocimiento de la legislación, la institucionalidad y el uso de recursos. En síntesis, potenciar el control social para que se defiendan los derechos, se desarrolle el sector y se aumente la calidad de vida.
Este artículo fue presentado como ponencia en el Foro Aguas y Ambiente en el Oriente Antioqueño, realizado el 2 de agosto de 2008 en Rionegro, Antioquia, durante el Segundo laboratorio de paz del Oriente antioqueño, llevado a cabo por la Universidad de Antioquia y apoyado por la Unión Europea y la Presidencia de la República de Colombia con la Agencia Presidencial para la Acción Social y la Cooperación Internacional. *
Economista, especialista en Gerencia Social y magíster en Ciencia Política de la Universidad de Antioquia. Profesor Asociado del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia y miembro de los grupos de investigación Hegemonías, guerras y conflicto y Microeconomía Aplicada de la misma universidad. german.valencia@udea.edu.co y gdvalencia@yahoo.com **
Referencias bibliográficas Colombia. Congreso de la República. Ley 142/ 1994, Ley de Servicios Públicos Domiciliarios. ____________, (1994) Ley 143/1994, por la cual se regula el servicio público de electricidad. ____________, (2002) Ley 788/2002, por la cual se expiden normas en materia tributaria y penal del orden nacional y territorial; y se dictan otras disposiciones. ____________, (2006). Departamento Nacional de Planeación. Plan Nacional de Desarrollo 2006-2010. Estado comunitario: desarrollo para todos. Bogotá: Departamento Nacional de Planeación. Fernández, Diego. (1994). Desarrollo reciente del sector de agua en Colombia. Hobsbawm, Eric. (1995). Historia del siglo XX, 1914-1991. Barcelona: Crítica. Muñoz, Oscar. (Ed.). (1993). Después de las privatizaciones hacia el Estado regulador. Santiago de Chile: Cieplan. Pardo, Rafael. (Comp.). (2001). El siglo pasado. Bogotá: Red Multibanca Colpatria y Cerec.
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Tadeo Henao, Mariano. (2006). Provisión del servicio de agua en Municipios menores y zonas rurales de Colombia [en línea]. Disponible en: http://www.scribd.com/doc/2532041/PROVISION-DEL-SERVICIO-DE-AGUA-EN-MUNICIPIOS-MENORES-Y-ZONAS-RURALES-DE-COLOMBIA-MARINO-TADEOHENAO-2006-?page=15. [Consultado 22 de julio, 2008]. Tobón, David y Germán Valencia. (2006). La participación privada en la provisión del servicio público de agua potable: el caso de cinco municipios de Antioquia. Medellín: Centro de Investigaciones Económicas, Facultad de Ciencia Económicas, Universidad de Antioquia. Uribe, María Teresa y Germán Darío Valencia Agudelo. (2005, marzo). Tensiones y dilemas en la prestación de los servicios públicos domiciliarios: entre lo público, lo privado y lo estatal. Letras Jurídicas, 10 (1), Empresas Públicas de Medellín. Valencia Agudelo, Germán Darío. (2004, marzo). Metamorfosis del Estado: de empresario a regulador: El caso de los servicios públicos domiciliarios en Colombia. Ecos de Economía, 18. ____________. (1996). Economía política del servicio público de agua potable en Colombia. En: Álvaro Sánchez Bravo (1996) Agua: Un Recurso Escaso. Sevilla: ArCiBel Editores y Universidad de Sevilla.
Notas 1. Alrededor de 40 grandes empresas atienden cerca del 70% de la población 2. En 2004, por ejemplo, sólo 250 empresas, de cerca de 15.000 que existían, eran vigiladas y controladas por la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios. 3. Colombia. Congreso de la República. Ley 788/2002, por la cual se expiden normas en materia tributaria y penal del orden nacional y territorial; y se dictan otras disposiciones. 4. Según el Censo Dane en 1993 la cobertura rural de acueducto era de tan solo el 34%, cifra que pasó en el Censo de 2005 a un 46% y en las metas del Milenio a 2015 se pretende lograr un 81% de cobertura.
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Naturaleza del juicio jurídico Por Hubed Bedoya Giraldo Profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia
Uno de los problemas que más dificultades ha presentado no sólo para la teoría jurídica, sino para otras disciplinas que se ocupan de lo social, como la teoría política, la sociología y, aún, la teoría ética o moral, es el de identificar o definir cuál es la “naturaleza” de los juicios que se emiten dentro del ámbito jurídico. Sin duda, cuando hablamos de juicios jurídicos nos encontramos frente a una fórmula ambigua: pues, por ello podemos entender tanto los pronunciamientos que hacen los operadores jurídicos en desarrollo de su actividad –por ejemplo, los jueces mismos al momento de fallar sus casos– como las afirmaciones que, con carácter cognitivo, emiten las disciplinas teóricas que se encargan del derecho. Por este segundo aspecto, y al menos en principio, nos
encontramos con un orden de cosas relativamente identificable –fácilmente identificable, es lo que querríamos decir–, en la medida en que bastaría con dar cuenta del propósito de la disciplina dentro de la cual se hacen las afirmaciones y, dado el caso de que señalemos por ello una finalidad de conocimiento, tendríamos alguna seguridad para afirmar que se trata de postulados gnoseológicos o epistemológicos (en últimas, de conocimiento). Pero cuando de lo que hablamos o tratamos es de aquellos otros juicios que hacen comúnmente los operadores jurídicos –señaladamente, y como decimos, el juez–, la pregunta que se abre es una bastante difícil, no sólo de resolver sino incluso de plantear: ¿nos hallamos frente a un juicio de carácter técnico o nos hallamos frente a un juicio social? En el corto espacio que se nos ha señalado para este ejercicio tal vez no sea posible más que una presentación somera de las grandes líneas que sugiere el problema y, en consecuencia, no nos propondremos la solución del mismo sino un simple esbozo.
Juicios técnicos y juicios sociales Como queda indicado en la pregunta introducida dos párrafos atrás, la naturaleza de los “juicios” que hacemos los hombres es susceptible de entenderse encuadrada en una de dos grandes posibilidades: como juicios técnicos, por una parte, y como juicios sociales, por la otra. Sin desconocer las dificultades que generan los intentos de clasificar cualquier tipo de objeto, elegimos esta forma de separar los juicios que los hombres hacen en sus diversas prácticas para señalar que, por lo primero –juicios técnicos– entendemos aquellos enunciados mediante los cuales se pretende dar cuen-
La pregunta que nosotros planteamos empieza por delimitar el alcance de lo que entendemos por “juicio legal o jurídico” afirmando que éste es aquel tipo de enunciado mediante el cual un operador jurídico determina el alcance de una situación, en principio fáctica, en frente de una forma jurídica.
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ta, informar o calificar un estado de cosas o situación con base en criterios o herramientas provenientes de sistemas o lenguajes que se constituyen con reglas explícitas y claras suficientes para verificar el acierto o error que contiene el juicio. Nos hallamos, en este caso, frente a juicios que inscribimos en el campo de la ciencia, la técnica, los lenguajes formalizados, la matemática, etc., pero incluyendo de manera clara –aunque no a-problemática– los que denominamos como “juicios de experiencia”. Así, cabrá dentro del ítem de esta clasificación tanto el juicio que expresa una “ley de la naturaleza” científicamente construida, como la afirmación de conocimiento ordinario que afirma, por ejemplo, que “el sol calienta”. Lo que caracteriza, pues, este tipo de juicios es la posibilidad de verificarlos, testarlos o controlarlos con base en mecanismos o criterios que han sido previamente dispuestos y, en principio, aceptados para la práctica dentro de la cual el juicio tiene lugar. Así, puede decirse que la afirmación según la cual “dos más dos es igual a cuatro” –o, “2 + 2 = 4”– resulta acertada o verificable en frente de un lenguaje y conjunto de criterios implícitos en él como es la “matemática”. Por supuesto que, frente a un eventual rechazo o no aceptación del lenguaje citado –el de las matemáticas–, no sólo el carácter acertado de la afirmación quedará en duda, sino que fácilmente resultará imposible de clasificar siquiera como juicio. En el otro extremo, según esta clasificación simple, ubicamos los denominados “juicios sociales” cuya caracterización podemos hacer, justamente, destacando las particularidades contrarias a las que predicamos de los “juicios técnicos”; para los juicios sociales carecemos de criterios o herramientas preexistentes, previamente aceptadas o suficientemente claras y explícitas como para pretender que exista cierta garantía de llegar a resultados similares en el caso de someterse a evaluación por diferentes agentes.
titución (entidad) que está en capacidad de formular juicios con alcance dentro de las prácticas jurídicas, tal y como ocurre con los conceptos que profesionalmente emiten los abogados, las decisiones que toman los jueces frente a los casos particulares o concretos, los actos de la administración que definen situaciones jurídicas como las sanciones de tránsito o en materia de impuestos, etc., pero, aún, las opiniones que, en el rango de “doctrina”, emiten tanto particulares como organismos institucionales o instituidos del derecho. En segundo término, la anterior caracterización exige aclarar que, con el término “forma jurídica” –que parafraseamos o pretendemos parafrasear de Michel Foucault– nos referimos a diversos mecanismos o componentes, reconocidos o reconocibles, del derecho y que van desde las disposiciones mismas hasta las formas concretas y, quizá, personales bajo las cuales un operador entiende y aplica dichas disposiciones, pasando, por supuesto, por las diversas prácticas y procesos institucionales que resulta válido adjudicar a la “organización de lo jurídico”.
El lenguaje técnico del derecho En este orden de ideas, nuestro planteamiento querría ser contestado, básicamente por la academia, mediante la afirmación de que, al menos hoy, nos hallamos en frente de un mecanismo o sistema que ha definido, mediante procesos lentos pero firmes, la mayor parte de sus conceptos y herramientas con un alcance intersubjetivo de tal calidad que bien podría decirse no sólo que nos hallamos en frente de un lenguaje y sistema claramente técnicos, sino que se ha logrado en gran medida lo que parece la meta de todos los sistemas, la posibilidad de hacer una aplicación “objetiva” de sus elementos.
El caso patético, por supuesto, parecen representarlo los juicios de la moral y/o de la ética, de cuya aclaración y naturaleza se ha ocupado una extensa tradición sin mayores resultados o acuerdos.
Si se quiere, esa es una de las razones que fundan de manera clara la institución académica en el caso de disciplinas como el derecho, pues la posibilidad de transferir el conocimiento de éste desde sus “operadoresmaestros” hasta sus “aprendices” radica en la posesión de conceptos con un alto grado de claridad y precisión que muchos estiman lindante con la “objetividad”.
La pregunta que nosotros planteamos empieza por delimitar el alcance de lo que entendemos por “juicio legal o jurídico” afirmando que éste es aquel tipo de enunciado mediante el cual un operador jurídico determina el alcance de una situación, en principio fáctica, en frente de una forma jurídica. Esta caracterización exige aclarar, en primer término que, por operador jurídico entendemos a toda persona o ins-
Ejemplos no faltan o, cuando menos, son fáciles de hallar al hablar de instituciones como el “órgano legislativo”, para lo cual bastaría remitirse al artículo 114 de la Constitución Política de Colombia; o hacer referencia a su función legislativa (artículos 114 y 150 y siguientes de la misma codificación), o, finalmente, referirse a formas como la denominada “decisión judicial”, y otras por el estilo.
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Pero, pasando por alto el carácter en todo caso discutible de lo que cabe conceptualmente hablando cuando hacemos referencia a instituciones como éstas, ha de tenerse en cuenta que, al lado de las que parecen tener un contenido tan claro o preciso, hallamos un número muchísimo mayor de formas o, también, “instituciones” cuyo alcance bien podría resultar imposible asimilar como de carácter “técnico”. No necesitamos recurrir al extremo de lo que significa “administrar justicia” en los términos de la fórmula salvífica a la que recurre el juez al momento de emitir sus fallos, ni postular la inacabable discusión acerca de la forma como el derecho puede considerarse la realización de la política o, precisamente, lo contrario. Prácticamente basta con advertir o anunciar el problema para que, casi cualquier conocedor del derecho, admita que nos hallamos en otro mundo que aquel en el cual podemos hablar con propiedad de “juicios técnicos”. En este sentido, todavía, podemos reconocer que se alcanza algún grado de “tecnificación” del lenguaje del derecho cuando se lo administra académicamente encajándolo en formas o clasificaciones teóricas capaces de mostrar relaciones de principio o generales, bajo las cuales precisamente se posibilita y facilita la memorización y aprendizaje de ese lenguaje; pero quizá cualquier operador vigente estará en la posibilidad de reconocer la distancia que media entre el aprendizaje de esas formulaciones y la forma como ellas son llevadas a la práctica, aún por los más ortodoxos de sus cultores. La pregunta concreta o escueta es, pues: ¿por qué, frente a los mismos “hechos” o “casos” y, aún, considerando las mismas “formas jurídicas”, dos operadores jurídicos emiten “juicios” tan diferentes? ¿Es esta situación compatible con el supuesto carácter “técnico” del derecho, tal y como, decimos, es postulado de entrada de la actividad académica? O, de resultar imposible responder positivamente a esta cuestión, ¿sería necesario postular el encajamiento de los juicios jurídicos en el rango de los juicios sociales y, con ello, advertir la incertidumbre dentro de la cual se mueven?
El alcance de los “juicios sociales” En el entendimiento que proponemos para el término “juicios sociales”, pretendemos destacar, además del hecho de que para su elaboración no existen reglas fijas, precisas o claras, la imposibilidad de negar su legitimidad, validez o pertinencia para las prácticas sociales en las que nos movemos.
Reconocer la existencia de los “juicios sociales” no es un embeleco de carácter teórico o un ejercicio de corte intelectual, sino una forma de entrar en la explicación de algunas de las más cotidianas y sentidas prácticas que los hombres llevamos a cabo hoy. Hacemos un juicio social, como ya afirmáramos, cuando calificamos una conducta como correcta o incorrecta desde el punto de vista ético y, también, cuando evaluamos las circunstancias en las cuales debemos decidir un curso de acción como forma previa para tomar una decisión de conducta o comportamiento. Los juicios éticos se caracterizan, entonces, por permitirnos evaluar o juzgar, por una parte los cursos de acción que se nos ofrecen bajo determinadas circunstancias y hacer, así, posible la toma de decisiones para nuestra conducta, como, por la otra, y principalmente, juzgar o calificar las conductas efectivas realizadas por los otros. La consecuencia de los planteamientos previos frente a esta característica que destacamos para los juicios éticos es, sin duda, la falibilidad e incertidumbre en su elaboración, dada la condición sentada de que no existen reglas fijas, precisas o claras para hacerlos. Los “juicios sociales” por antonomasia, los morales y/o éticos, se debaten en la incertidumbre de que, además de expresarse bajo formas tan diversas que impiden garantizar un significado unívoco, cuando éste está determinado es fácil verificar alcances no sólo diferentes sino frecuentemente contrarios o contradictorios y, amén de ello y sin embargo, puede predicarse y sostenerse con claridad la validez o vigencia de ellos –que si no en su totalidad, en buen número y por encima de sus divergencias. Entre la “bondad” o “corrección” de un acto, en tanto juicios, y su “maldad” o “incorrección”, en el mismo orden, entonces, no hay manera de tomar una decisión que cualquier actor legítimo de lo social (ético, moral, etc.) encuentre o reconozca como acertada. Aun casos extremos o patéticos –piénsese en la calificación de hechos como el atentado contra las denominadas “Torres Gemelas” en New York en 2001- sólo es posible obtener una opinión más o menos concordante al cabo de múltiples, diversas y dispersas discusiones y, todavía luego de su logro es esperable que surjan opiniones contrarias que no resulta fácil descalificar.
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El juicio jurídico En los términos en los que lo hemos descrito vuel-
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ve a plantearse la pregunta: ¿se halla el juicio jurídico dentro de los límites que, así, quedan señalados para los denominados “juicios sociales”? O, como –valga la pena repetir– aducen algunas posturas teóricas, ¿se trata de juicios técnicos? No pocas veces el cliente del abogado se queja de la ambivalencia o diversidad de los conceptos que éste emite o, lo que es más corriente, de la diferencia y, aún, contradicción que se presenta entre los conceptos que rinden dos o más abogados; de la misma manera, no es extraño hallar que, frente a los “mismos hechos”, dos o más jueces se pronuncien diferente y, también, aún contradictoriamente. En el entendido que hemos propuesto de estas formas de práctica jurídica como “juicios”, puede concluirse fácilmente que nos hallamos frente a eventos claramente inscribibles en el rubro de “juicios sociales”, pues una inferencia legítima a partir de las circunstancias descritas es que no existen reglas fijas, precisas o claras que guíen la producción de esos juicios o, cuando menos, que si ellas existen, su uso no es uniforme en la práctica, lo que equivale a una forma de ausencia. Circunstancias como las que describimos son las que han generado la discusión en torno al inasible concepto de “seguridad jurídica” que, por ejemplo hoy en Colombia, ha derivado en la expedición de disposiciones como las contenidas en la Ley 963 de 2005 y que se conoce con el nombre de “Ley de estabilidad jurídica”, no obstante que su propósito concreto radica fundamentalmente en crear mecanismos destinados a promover la inversión económica. Todo ello provoca una exigencia que todos querríamos ver satisfecha: ¿qué explica esta situación de diversidad e incertidumbre frente a las formas y las prácticas jurídicas? O, en nuestra expresión actual: ¿qué explica la diversidad de juicios jurídicos? Y nuestra respuesta –como propusiéramos desde un comienzo, puramente provisional o esbozada– es: en el entendido de que los juicios jurídicos pertenecen a la órbita de las prácticas jurídicas concretas, no pueden sino responder a las condiciones de estas prácticas, queriendo ello decir o implicando que, en la medida en que no nos hallamos frente a un requerimiento como el que se plantea a las disciplinas técnicas, sino frente a la exigencia de dar salida o solución a situaciones que presentan las características de complejidad que corresponden a lo social, las formas de solución, las decisiones o, lo que para nosotros es lo mismo: los juicios, no pueden construirse con raseros de carácter
Hacemos un juicio social, como ya afirmáramos, cuando calificamos una conducta como correcta o incorrecta desde el punto de vista ético y, también, cuando evaluamos las circunstancias en las cuales debemos decidir un curso de acción como forma previa para tomar una decisión de conducta o comportamiento.
formal y simple, sino que deben elaborarse consultando variables que no pueden clasificarse ni identificarse antes de enfrentar el caso concreto y que sólo adquieren su valor o peso cuando son consideradas en ese caso específico. Así las cosas, si bien los esquemas del derecho en lo académico han pretendido superar la sujeción de sus juicios a condiciones o características como el color de la piel o las características personales, sociales, económicas, ideológicas, etc. de los sujetos, en la práctica resulta imposible descartar el peso que esas, y otras condiciones consideradas irrelevantes desde una posición teórica, tienen en el momento de elaborarse el juicio concreto y por un individuo en concreto. Parece claro que, todavía, no nos hallamos frente a la posibilidad de que los “juicios jurídicos” se formalicen o sometan a lenguajes matemáticos o matematizados, y que cabe en ellos el espectro de la subjetividad, que tanto temen los modelos “cientificistas”, de la valoración. Aparentemente, sin embargo, no parece posible que sea de otra forma, pues sólo la valoración de la vida justifica la introducción en ella de sistemas de control y valoración que, como el derecho, la moral y la ética, son los únicos que hacen posible que, por encima de las pretensiones desbocadas de la ciencia y el conocimiento, los hombres subsistan en una controlada armonía y orden al borde de la sinrazón y el caos.
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