amqueretaro.com
Domingo 07 de julio de 2013 / Querétaro, Querétaro
Sección H
Necesitamos medicarnos Kent Sepkowitz
publicidad
Cuantificando la salud
›› Los avances tecnológicos han revolucionado la ›› Muchos consideran que tanta información forma en que medimos nuestra actividad diaria
Alissa Quart
tendencias
Hoy he hablado por teléfono cuatro veces, con un promedio de 24 minutos por llamada; la última fue hace 22 minutos y 23 segundos, según el dispositivo digital de mi línea fija. La otra noche, el viaje en tren a Brooklyn demoró, exactamente, 45 minutos y 10 segundos: registré el tiempo con mi teléfono inteligente. Ayer corrí 5 kilómetros y el promedio/milla que mostró mi podómetro fue de 8 minutos y 45 segundos (nada de qué presumir, lo sé). Como tenía un plazo para entregar este artículo, solo caminé cuatro mil pasos en vez de los 10 mil recomendados. Gracias a Kindle, sé que he leído, justamente, 45 por ciento del excelente libro de no ficción de mi amiga (antes habría dicho que estaba “como a la mitad”). Puedo mantener una “tabla” en el gimnasio durante 54 segundos en vez del minuto que creía; lo sé gracias al cronóme-
tro de mi celular. Mi tiempo óptimo de sueño es siete horas y 20 minutos, y despierto dos veces por la noche —me enteré por un brazalete que mide la duración e intensidad del sueño— así que hoy estoy segura de lo que antes solo suponía: mi sueño es muy superficial si no tomo una pastilla para dormir. Bienvenidos a mi biografía al estilo 2013, la cual ofrece más puntos de información de los imag inable s ha ce 20 años y se suma a la obsesión n a c i o n a l d e e n u m e r a r, litera lmente, nuestros días. A decir de la reciente encuesta nacional “Internet & American Life Project” de Pew Research Center, 7 de cada 10 estadounidenses llevan registros personales cotidianos de su salud o del estado de otra persona y a tal fin, utilizan lo que sea: desde la memoria humana hasta una de bolsillo. Los temas de monitoreo más populares entre los tres mil adultos interrogados fueron peso y dieta, aunque un tercio de los encuestados también llevaba un registro de aspectos más esotéricos como presión sanguínea, sueño y glucosa en
lectura
Un verano más inteligente
disponible puede ser perjudicial para las personas
sangre. Aun cuando muchos conservan la información “en sus cabezas”, no menos de 50 por ciento g uarda un registro escrito de los datos, bien en medios digitales o en papel. Según la Asociación de A r tículos Electrónicos de Consumo, la categoría de deportes y acondicionamiento f ísico se conv ir tió en un negocio de 70 mil millones de dólares en 2012 y a principios del presente año, la f irma de análisis de mercado ABI publicó un informe en el cual calcula que, en 2018, circularán unos 485 millones de d isposit ivos d ig it a le s “usables”, como relojes y gafas inteligentes —de allí que Jawbone, compañía privada que produce “tecnología usable centrada en el humano”, esté valuada en mil millones de dólares o más. No son solo los diabéticos quienes v igilan su azúcar para sobrevivir; lo que está ocurriendo es un cambio más amplio que nos convertirá en investigadores científicos de nuestras vidas —como la amiga que, la semana pasada, sacó su teléfono inteligente en un
restaurante para mostrarme los (malos) hábitos de sueño que detectó su monitor de pulsera UP; y la colega que, durante un tiempo, dedicó sus ratos libres a ingresar cifras en la computadora para determinar cuál ciudad estadounidense sería idónea para ella y su flamante marido. La ambición de excelencia y hasta de trascendencia es lo que también nos lleva a convertirnos en expertos del propio ser. En su libro Fitness for Geeks, Bruce W. Perry escribe que “medir, ya sea con Fitbit, Zeo, Endomondo, su propio software o un simple archivo de texto, es un aspecto importante en la obsesión del geek del acondicionamiento (una obsesión saludable, en mi opinión)”. Además, el autor señala que debemos “reiniciar” los sistemas operativos de nuestros cuerpos. “Cuando un geekse enfoca en el acondicionamiento”, apunta, “ya no acepta sin chistar las insulsas órdenes de algún experto oficialmente ungido”. Los verdaderos creyentes del poder de la medición v a n m á s a l l á ; e s d e c i r,
rastrean cada bocado, paso o R E M y compa r ten sus descubrimientos con otros: el hombre que envía su índice de masa corporal (IMC) desde la báscula del gimnasio a la nube o la mujer que cuenta sus pasos en un podómetro y los publica en Facebook. Incluso individuos como el reportero Brian Stelter (New York Times) quien escribió el artículo “Mentiras, verdades y mi dieta Twitter”, donde confiesa que no podía ponerse a régimen por su cuenta así que “decidió apoyarse en Twitter. Me pareció que así me sentiría más comprometido porque tendría que escribir todo cuando comiera, al instante”.
›› ‘Es empoderador… No necesitamos que un doctor nos diga lo que debemos estar haciendo’ dice un entusiasta del QS.
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Nadie respeta a los antidepresivos, a pesar de que son el tercer medicamento más recetado en los Estados Unidos (detrás de los antipsicóticos y los medicamentos para los reflujos), con ventas anuales que sobrepasan los 11 mdd, muchos estudios han cuestionado su efectividad. Algunos expertos han sugerido que la manera de abordar la depresión con píldoras no es más que un invento de las compañías farmacéuticas. Un estudio financiado por la Unión Europea puede silenciar a algunos de sus detractores. Con información de 29 países europeos recopilada a lo largo de 15 años, investigadores examinaron la relación entre dos variables- las tasas de suicidio anual del país y las ventas anuales de antidepresivos- y encontraron dos tendencias: una disminución en los suicidios en casi todos los países y el incremento en la distribución de antidepresivos en los mismos. La clave era determinar si las píldoras fueron las causantes de ésta mejora en las tasas de suicidio, ya que la caída pudo haber sido a causa de muchos otros factores, así que los científicos detrás del estudio decidieron investigar más. Aún después de analizar la influencia de otros factores asociados a esta situación (desempleo, consume de alcohol, divorcio, etc.) se concluyó que los antidepresivos seguían siendo una razón significativa por la baja tasa de suicidios. Los investigadores no pudieron zanjar definitivamente la discusión. El gran tamaño de la muestra utilizada para el estudio es también responsable de que no sea una iniciativa 100 por ciento confiable. Y los escépticos pueden apuntar que en muchos países las tasas de suicidio ya estaban bajando antes del incremento de los antidepresivos, tal vez a causa de las agresivas campañas anti-suicidio de cada país. El estudio es un arma de doble filo: los partidarios de los fármacos se basan en el para apoyar su uso, mientras que los detractores usan las limitaciones del mismo para desacreditar los descubrimientos. Para el resto de nosotros, lo más deprimente de todo será la espera por estudios adicionales que aclaren qué es lo que funciona.
Querétaro
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Taxis de la muerte ›Pág.3
Especial
colombia
Tras las huellas de Diego Rivera
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amqueretaro.com / Domingo 7 de julio de 2013
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La locura de los datos corporales ›› La obsesión de los estadounidenses por cuantificar sus
actividades diarias se ha convertido en un lucrativo negocio
›viene de portada Si antaño la historia de nuestras vidas podía resumirse en una caja de zapatos repleta de viejas fotografías (que, obviamente, podrían perderse en una inundación), en adelante recordaremos el pasado utilizando Fitbit en el gimnasio; un sensor de calzado llamado Amiigo; una pulsera Basis; sistemas de monitoreo ambiental para interiores; el dispositivo UP de Jawbone (para sueño y acondicionamiento); Google Glass; cámaras usables para grabaciones “en primera persona” y videos lifelogging; y hasta el sofisticado monitor emWave2, que mide variaciones del ritmo cardiaco (a la venta en sitios como Groupon). Recogemos toda esa información pretextando la salud, el conocimiento personal, la organización o la eficacia, y nos convencemos de necesitarla para mejorar como individuos. Pero ¿qué ocurre cuando las ventajas no compensan las desventajas? ¿Qué sucede con nuestra identidad cuando no podemos dejar de hacer cuentas en nuestros inagotables ábacos digitales? ¿Renunciamos a los restos de intimidad que aún nos quedan cada vez que hacemos un registro personal y lo enviamos a la nube? Cuando Lisa Betts-LaCroix dio a luz a su primer hijo, en un parto doméstico, su marido no siempre estuvo a su lado. La observaba atentamente mientras tenía una contracción y después, corría a ingresar la información sobre el espasmo en una hoja de Excel. No lo hacía por razones médicas, sino para la eternidad. Este año, ella ha recompensado esas “atenciones” con un programa que cuantifica su relación de pareja. Luego de leer el libro His Needs, Her Needs, decidió que ciertas cosas contribuían a una relación positiva y otras desgastaban el matrimonio. La directriz de su estudio fue una cuenta bancaria donde cada cónyuge hacía “depósitos” en el matrimonio (ternezas, actos de generosidad) y si actuaba de manera egoísta o cruel, hacía el “retiro” equivalente de la cuenta mancomunada. Ese registro de aciertos y desatinos ha persistido varios meses. Betts-LaCroix no es científica computacional, sino una actriz de 48 años originaria de Toronto y madre de dos pequeños a quienes cría en su hogar del Área de la Bahía. Sin embargo, se describe como “una persona muy desorganizada y enamorada de la idea de la organización”. Ella y su marido son “autocuantificadores”, miembros del movimiento Yo Cuantificado (QS, por sus siglas en inglés), fundado en 2008 cuando Kevin Kelly y Gary Wolf, editores de la revista Wired, acuñaron el término para describir la infinidad de intentos de “hackear al yo” y alcanzar una vida óptima. Al cabo de cinco años, miles de fieles rastreadores asisten a los encuentros Yo Cuantificado de todo el país, y millones más empiezan a explorar el concepto. Los cuantificadores más modestos incluyen al diabético que intenta enviar datos de su monitor de glucosa sanguínea al reloj inteligente o el hombre que, diariamente, intenta cuantificar si su creciente consumo de mantequilla mejora su rendimiento mental. Otros miden su IMC, registran su ubicación exacta, secuencian su genoma o simplemente, se hacen autoevaluaciones psicológicas. Hay gente que intenta fortalecerse haciendo flexiones todos los días o registrando el tiempo de viaje a la oficina para determinar si la bicicleta es una alternativa viable. Los hay que cuantifican las actividades de sus mascotas con collares GPS y los japoneses hasta tienen el beneficio de Fitbit para mascotas; otros cuantifican a sus bebés, anotando información sobre estado mental, temperatura de la piel y movimiento (un hombre incluso monitorea las evacuaciones). El ubicuo Tim Ferriss, autor de The 4-Hour Body, ha introducido sus hackeos corporales en la lista de best sellers, pero si busca algo más “inspirado” consulte el sitio Web 750words.com, donde escribirá diariamente y después podrá hacer un análisis de sus
palabras y estado de ánimo. Riguroso cuantificador, Russell Poldrack —neurocientífico y experto en imágenes de la Universidad de Texas— lleva un estricto registro personal basado en múltiples escaneos cerebrales (IRM) y análisis de sangre semanales con los que trata de “caracterizar mis fluctuaciones cerebrales y metabólicas a lo largo de todo un año. Estoy muy interesado en comprender la dinámica de la función cerebral en períodos que abarcan desde días hasta meses e identificar su relación con la función cognitiva y el metabolismo corporal”. También hay cuantificadores “líricos”: esos progenitores que retratan a sus hijos todos los días, en la misma pose, para crear espeluznantes registros de crecimiento a intervalos. Si sumamos todo esto, podríamos decir que se trata de un fenómeno de “Grandes Datos DIY [Hágalo-Usted-Mismo]”. Betts-LaCroix dirige el grupo Silicon Valley Quantified Self Meetup, donde docenas de personas como ella se dan cita cada dos meses para comentar sus más recientes actividades de auto registro y compartir estrategias que dan resultados. En casa, ella y su marido han hecho gráficas de peso, ingesta de vitaminas y sueño, y se ciñen las cabezas con bandas Zeo (ya retiradas del mercado) para definir los momentos en que se quedan dormidos y despiertan. “Hackeo mi relación, mi aprendizaje, la educación de mis hijos, mi cuerpo y mi casa”, confiesa Betts-LaCroix, quien a menudo emplea experimentos “solo para dar relevancia a los datos; porque es muy fácil que las emociones nos dominen”. En vez de angustiarse por el aumento de peso o una disputa marital, la acumulación de datos la mantiene aislada de la carga emocional. Conversé con otras dos autocuantificadoras, Leigh Honeywell y Amelia Greenhall, quienes descubrieron esta subcultura leyendo el anuncio de una sesión local y desde entonces, han asistido a reuniones bimensuales y monitorean su peso y sueño.
››‘Si estoy perdiendo o ganando peso, si estoy estresado o no puedo dormir bien, lo sabré’, dice un apasionado de la autocuantificación. “Decidí averiguar qué me ocasionaba insomnio”, explica Honeywell (28 años), experta en seguridad de sistemas computacionales para una importante compañía de software de Seattle. Sus experimentos fueron bastante sencillos y luego de muchos años de fatiga, cuando al fin determinó que la cantidad de sueño que requería era de siete horas y media, comenzó a acostarse a las 11 de la noche despertando, sin necesidad de alarma, a las 6:30 de la mañana. “Corregí un trastorno de sueño de toda la vida”. “El lema de quienes hacemos QS es N=1”, explica Honeywell. “Es decir, la muestra poblacional de los experimentos es ‘uno de uno’, no ‘uno de dos mil’. Soy solo yo”. Greenhall (26 años), programadora de una nueva compañía de San Francisco y directora de un grupo de encuentros QS, dice que el movimiento se reduce a “una práctica de conciencia”: durante siete años, siguió diariamente el rastro de su peso y luego calculó el promedio de 10 días. “Ahora sé si pierdo o gano peso, si estoy estresada o no duermo suficiente”, señala. Además, mantiene al día un extenso documento de texto titulado “Leído, hecho, logrado”, donde anota hasta los libros que leyó en determinado año. En una conferencia TED, el escritor Gary Wolf, fundador del movimiento Yo Cuantificado, dijo que la información personal que ha empezado a reunir (las veces que se levanta por la noche, sus latidos por minuto, la cafeína consumida en un día) es una forma de “autoconocimiento”. En otras palabras, la autocuantificación es una filosofía
›› La incesante preocupación por el acondicionamiento físico
y la actividad deportiva puede generar problemas a las personas
La predilección por todas las cuestiones deportivas y de condición física ha crecido en los últimos años en los Estados Unidos./foto: Especial
de bienestar que, a su vez, es una filosofía personal: la creencia de que cuantos más detalles numéricos tengamos de nosotros mismos, más fácil resultará mejorar nuestras vidas cotidianas. Es verdad que algunos datos son útiles. Si llevamos un registro de nuestro consumo de alimentos y digestión, las cifras podrían inspirarnos a comer sanamente; si determinamos la glucosa sanguínea, podremos controlarla mejor; o un dispositivo como Asthmapolis (sensor inalámbrico en el inhalador para asmáticos, el cual registra el GPS de una persona que sufre un ataque o falta de aire) podría revelar detalles de la crisis para ayudarnos a aprender más sobre las plantas o sustancia químicas ambientales que precipitaron el episodio. Pese a que cualquiera podría ser precursor de QS —desde los fisicoculturistas de la década de 1950 y los diaristas compulsivos del siglo XVIII (como Samuel Pepys) hasta Benjamin Franklin y Andy Warhol (con su película de ocho horas enfocando el Empire State)— el atractivo masivo del autorrastreo “de punta” es estrictamente contemporáneo y ha sido posible debido a la abundancia tecnológica: sensores electrónicos mejorados y móviles omnipresentes que utilizamos de mil maneras, excepto para hablar por teléfono. Todos —los miles de millones de personas que tenemos acceso celular y generamos horas de petabits con datos de localización, movimiento, video, foto, voz y hasta información médicaformamos parte de un mundo cuantificado y en conjunto, enviamos casi tres mil millones de correos electrónicos al día (en su mayor parte, basura). “Los autocuantificadores encajan en el segmento de ‘grandes datos’”, informa Kenneth Cukier, autor de Big Data, libro optimista sobre la actual tendencia a recoger, almacenar y analizar información en una escala masiva. “Los datos son grandes no solo en términos de volumen, sino en cuanto a las innovaciones que pueden derivar de ellos. Recogemos información personal —respiración o frecuencia cardiaca— que antes ni siquiera considerábamos y generamos cifras sin necesidad de un gran laboratorio de investigación”. El objetivo es que la autocuantificación nos convierta en expertos de nosotros mismos en una época en que las investigaciones producen porcentajes y probabilidades para cualquier cosa, desde eficacia medicamentosa hasta votos, pero no revelan algo de relevancia personal. Para Jaron Lanier, científico computacional y autor de Who Owns the Future?, la sociedad puede beneficiarse de las personas normales que se ven obligadas a “actuar como científicos, desafiando sus prejuicios” y esclareciendo sus percepciones. Así mismo, habiendo estado “ciego a mi propio interior”, prosigue Lanier, es muy importante “per-
cibir, en tiempo real, algunas cosas que me suceden. Estoy en la cincuentena y apenas empiezo a aprender a usar mi cuerpo”. “Cuantificar es, en esencia, una forma de cuidarnos”, dice Cukier, quien comenta que estaba cargando su nueva banda UP para monitorear su sueño y fijar una alarma para la hora precisa en que despertaría restablecido. “Antes, los expertos hacían extensos estudios en laboratorios hospitalarios para descubrir esta información; ahora podemos utilizar bandas UP con un valor de 100 dólares”. En palabras de Betts-LaCroix, los QS “no buscamos aprobación de los demás. Es una filosofía de empoderamiento, con la que hago mía mi salud sin necesidad de que un médico me diga qué hacer. De eso trata esta subcultura” (según el estudio nacional Pew sobre “Cuantificación de la salud”, 40 por ciento de los cuantificadores reveló que la información que recogían les llevó a “formular nuevas preguntas para sus médicos o a buscar una segunda opinión”). Pero para Cukier, QS conlleva el aspecto negativo de la hipocondría. Si una persona se monitorea continuamente, podría imaginar que tropieza con el inicio de una enfermedad cuando, en realidad, sus síntomas son (en sus palabras) “ruido estadístico”. Según el psicólogo neoyorquino Steven Reisner, la cuantificación ha repercutido en sus pacientes. “La tendencia a cuantificar es tan arraigada, que tengo que ayudarles a abandonarla. Una pareja que vino a verme quejándose de que no se ofrecían ‘valor agregado’ uno al otro”. Honeywell y Greenhall cuestionan porqué docenas de nuevos sensores que han salido al mercado tienen como objetivo reducir el peso corporal. No es que sea un error: gracias a QS, Greenhall ha perdido casi 20 kilos en dos años. Sin embargo, Honeywell adelgaza con solo sentirse tensa. “Me gustaría decir a todas esas empresas que ofrecen sistemas de medición, que los consumidores deben tener la opción de apagar el diálogo dietético”, protestó Honeywell. “Me encantaría que Fitbit tuviera la opción de conservar el peso tanto por arriba como por debajo de cierto nivel”. “Las calorías tienen una enorme carga emocional para individuos con problemas de alimentación”, apunta Greenhall. Aunque es posible que la cuantificación sea de utilidad en algunos trastornos alimentarios y de otra índole, también podría tener repercusiones negativas: después de todo, la medición corporal obsesiva puede ser un síntoma revelador de anorexia o bulimia. Diana Freed, terapeuta especializada en alteraciones de la alimentación, escribió el año pasado acerca de la “proliferación de apps que, al cuantificar de manera obsesiva el consumo alimentario y el acondicionamiento físico… han transformado, radicalmente, los efectos de
la anorexia” (el artículo, publicado en el sitio Web The Fix, lleva el título “How Cell Phones Are Fueling Anorexia”). Para mí, es evidente que los fabricantes de sensores no han leído Fat Is a Feminist Issue, pero amén de su ignorancia en cuanto a la imagen corporal, me han obligado a cuestionar cuáles podrían ser otras desventajas de esta tendencia de rastreo y acumulación de datos. ¿Acaso esas cifras podrían utilizarse contra todos los autocuantificadores? Es evidente que la mayoría de los QS son geeksautónomos e imaginativos que cuantifican lo que sea, pero sus jefes también podrían estar cuantificándolos. “La invasión de la privacidad es un problema”, se queja Lanier. “Una empresa británica ha pedido a sus trabajadores que lleven dispositivos para monitorear la salubridad de su estilo de vida, cosa que me parece descabellada. En el contexto estadounidense la autocuantificación va dirigida a mejorar la salud, pero también enviamos información a los almacenadores de datos y algún día, alguien podría negarnos algún tipo de seguro”. No se trata de una situación hipotética: hace tres años, “escarbadores” de la compañía Nielsen trataron de acceder a información de empleados con padecimientos mentales que publicaban comentarios en un foro online privado. “Aun cuando los datos que cuantificas son de tu propiedad, cualquier persona puede explotarlos cuando los envías a un servicio de nube”, previene Lanier. “Te vuelves vulnerable”. Si sumamos todos estos Grandes Datos DIY con otra información circulante —no solo correos y búsquedas en Google, sino sensores del sistema de aguas, implantes médicos, cámaras de semáforos y detectores callejeros de disparos— la cantidad de datos es tal que, hace poco, Bruce Schneider, experto en seguridad, sugirió que “la Internet es un Estado de vigilancia”. Ref lexioné en las repercusiones de la autocuantificación cuando se hizo público que la Agencia de Seguridad Nacional dirigía un programa de vigilancia internacional que comprendía millones de comunicaciones Web y telefónicas. Mientras gobiernos y corporaciones pelean entre sí y contra los defensores de la privacidad en torno de esta turbia cascada de información digital, muchos de nosotros estamos creando información increíblemente detallada. Pese a ello, Betts-LaCroix, Honeywell y Greenhall están dispuestas a correr el riesgo o a descubrir la manera de salvaguardar la información que han divulgado. “QS nos enseña que podemos diseñar nuestras propias vidas, que podemos crearlas y cambiarlas a placer”, insiste la canadiense. “Como trabajadora independiente, a veces tienes la sensación de carecer de estructura, pero QS puede apuntalarte”.
EN NÚMEROS
TENDENCIA A LA ALZA
7
De cada 10 estadounidenses llevan registros personales cotidianos de su salud o del estado de otra persona.
70
Millones de dólares vale actualmente el negocio de los deportes y el acondicionamiento físico en EU.
485
Millones de dispositivos digitales “usables”, como relojes y gafas inteligentes, circularán en el mercado para el 2018.
Descubrí que me sentía intrigada por los cuantificadores más extremos, atraída más intensamente por su mayor impacto. Como tantas otras cosas en nuestra época, algunos de los conceptos que más han reconfigurado a la sociedad emergen de los pensadores extremos quienes, gracias a la Web, se han vuelto cada vez más visibles, organizados y eficaces. Con todo, cada vez que hablaba con ellos o leía sus blogs, en algún momento me asaltaba la pregunta: ¿Por qué? Recordé el cuento corto Funes el memorioso, donde Jorge Luis Borges describe a un hombre de memoria perfecta que “resolvió reducir cada una de sus jornadas pretéritas a unos 70 mil recuerdos, que definiría luego por cifras”. Pero esa prístina memoria autocuantificadora también era, extrañamente, limitante. Como dice Lanier: “La autocuantificación conlleva dos riesgos: uno es que compromete la privacidad y otro, que los participantes pueden terminar por limitarse. Los practicantes más extremos se ‘híper-concentran’ en ciertos tipos de cifras personales y eso les vuelve más robóticos que los demás”. Quizá sea muy pronto para saber, con precisión, cómo y qué ha sido transformado por QS. En otros tiempos, nuestros recuerdos estuvieron definidos por un juguete de la infancia, la borrosa fotografía de un amante perdido, un vestido de graduación o una postal apasionada. En el futuro, ese mismo registro podría estar dominado por nuestros patrones de sueño o el ritmo de nuestra respiración. “En vez de la camiseta de fútbol del bachillerato, ¿nos detendremos a rememorar nuestro pulso?”, sugirió Cukier. Con todo, ambos teníamos la absoluta certeza de que la autocuantificación es la modalidad rectora de nuestra era. “QS no es, meramente, un montón de gente rara”, insistió el autor. “Lo que hoy denominamos ‘Yo cuantificado’, mañana será atención de la salud. En el futuro, la cuantificación personal no será la práctica de unos cuantos, sino la regla”.
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amqueretaro.com / Domingo 7 de julio de 2013 / AM
El ‘paseo millonario’ ›› Los taxis en Bogotá son utilizados para realizar secuestros expres, convirtiendo una actividad cotidiana como transportarse en un peligroso juego de ‘ruleta rusa’ Toby Muse
inseguridad
El agente especial de la DEA, James “Terry” Watson se encontraba en Bogotá, Colombia, combatiendo el tráfico de cocaína en este país. Pero al final, no fueron las balas de los narcotraficantes las que terminaron con su vida. Watson, un operativo veterano que llevaba 13 años trabajando para la Administración de Cumplimiento de Leyes sobre las Drogas (D.E.A. por sus siglas en inglés), fue asesinado durante un “paseo millonario”, que es como los colombianos denominan a tomar el taxi equivocado: algunas veces el conductor se detiene para dejar subir a sus cómplices; otras veces el atacante se esconde en la cajuela del auto, emergiendo después por una abertura especial del asiento trasero para colocar un cuchillo sobre la garganta del pasajero. En la mayoría de los casos la víctima es golpeada hasta que no puede hacer nada, despojado de sus pertenencias y después llevado a varios cajeros automáticos para que saque todo el dinero posible. Es muy común que después las víctimas sean abandonadas en las afueras de la ciudad, golpeados, sin dinero y contando con la amabilidad de los extraños para regresar a su hogar. James Watson no corrió con tanta suerte. De acuerdo al embajador estadounidense Michael McKinley, una noche, después de mirar un partido de basquetbol en un restaurante localizado en un vecindario lujoso, Watson tomó un taxi en la calle. Unas cuantas cuadras después, el taxi se detuvo y dos hombres, que los habían seguido en otro automóvil, subieron a bordo. Después de una
Las farmacéuticas desarrollan nuevas estrategias de mercadotecnia para explotar la creciente inseguridad masculina./foto: Newsweek
¿Qué tan hombre eres? Kent Sepkowitz
medicamentos
En Bogotá algo tan sencillo como tomar un taxi puede convertirse en una situación de vida o muerte./foto: Especial
lucha, Watson fue capaz de liberarse de sus atacantes, pero habiendo sido apuñalado varias veces, muriendo poco después. Los “viajes millonarios” son una de las plagas de la ciudad, y los habitantes siempre urgen a los visitantes a no tomar taxis en la calle. Desafortunadamente, la capital colombiana no cuenta con metro ni otro sistema de transporte público, y aun entre los taxistas con licencia, hay quienes se comportan como bandidos. Los pasajeros se quejan de tarifas infladas o de conveniente falta de cambio por parte del conductor. En los días lluviosos- que son frecuentes aquílos taxistas exigen el doble de la tarifa normal. Es también una práctica común el que los conductores alteren los taxímetros, acumulando más kilómetros de lo debido. Los pasajeros también saben que discutir con el taxista pue-
Jimmy So y Lucas Wittmann
vacaciones
Así que te encuentras dirigiéndote a la playa/montañas/hamaca/campamento, ¿Qué es lo que llevarás? Para algunos, el verano es el mejor momento para la literatura escapista- liviana y rápida para la lectura- pero otros, como nosotros, pensamos que no hay mejor momento para profundizar que cuando el teléfono no esta todo el tiempo sonando junto a tu oído. A continuación nuestra lista de libros brillantes, placenteros e inusuales que prometemos te entretendrá más que cualquier otra novela de misterio que hayas estado guardando.
Para un verano lleno de crisis de identidad
El erudito Edward Said nació en Jerusalén cuando éste se encontraba en Palestina bajo el mandato británico, emigró a los Estados Unidos, fue bautizado en la iglesia episcopal, apoyó la independencia Palestina, se casó con una cuáquera libanesa, y se convirtió en un prominente profesor en la Universidad de Columbia. Con toda esta historia, no nos sorprende que su hija Najla, tuviera problemas acerca de su identidad. Si el Orientalismo de Edward nos provee de un esquema intelectual para comprender el postcolonial ismo, las memorias de Najda, Looking for Palestine, es la otra cara de la moneda, ya que es ahí donde describe todas las fuerzas que jalan su vida en diferentes sentidos al tiempo que trata de comprender quien ese ella.
Para el bebedor de Gin and Tonic
Sembrado en un tétrico coctel de medio siglo que incluye alcohol y trajes tipo Oxford, Dreadful cuenta la historia de John Horne Burns, maestro en un internado, homosexual escandaloso, y autor de una de las mejores novelas sobre la Segunda Guerra Mundial, The Gallery. David Margolick rescata ésta triste y reveladora historia de las sombras de la bebida, la Guerra y los prejuicios.
de traer graves consecuencias. Alguna vez, un amigo y yo comenzamos a discutir por 50 centavos de más que nos estaba cobrando (una suma insignificante para todos los involucrados, pero uno se llega a cansar de los abusos). Cuando salimos del vehículo pagándole solo lo del taxímetro, el taxista tomó su radio gritando: “¡Emergencia! ¡Emergencia”. Acto seguido nos encontramos rodeados por otros cinco taxis, bloqueando la calle en ambas direcciones. Solo tras convencer a los otros taxistas de que éramos víctimas de un abuso nos dejaron ir. Como respuesta a está penosa situación, alguien ha abierto una cuenta en Twitter, invitando a los colombianos a compartir sus historias. Hasta ahora, @denuncietaxista ha atraído a 40 mil seguidores, con ‘tweets’ que se burlan de lo poco que se ha hecho para solucionar el problema: “Cuando la policía reco-
mienda que no te expongas a los robos, lo que realmente quieren decir es que no salgas de casa.” Y si te llegas a encontrar sin opción alguna, haz como los bogotanos: aborda el taxista, dile al conductor a donde quieres ir, y comienza a rezar.
EN NÚMEROS
traslado mortal
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Denuncias se han registrado en lo que va del año en Bogotá por los denominados ‘paseos millonarios’. En promedio, las autoridades reciben una acusación cada cinco días.
A todos los hombres: hay algo nuevo por lo que preocuparnos y no es una cintura en expansión o calvicie prematura. Esta nueva problemática es la posibilidad de tener una deficiencia en testosterona, ese sentimiento de un líbido reducido y la pérdida de chispa que podrías experimentar conforme envejeces- o eso es lo que las compañías que hacen los tratamientos que remplazan la testosterona quieren hacerte creer. Sí, al tiempo que envejecen, los hombres producen menos testosterona. Pero ‘menos’ no quiere decir enfermedad. No importa, porque Big Pharma, buscando repetir el furor por el Viagra, está tan seguro de lograr que los hombres se preocupen que ha gastado más de 100 mdd en marketing para ‘crear’ este nuevo síndrome. Y esta funcionando: las ventas de estos tratamientos acaban de pasar la marca de los dos mdd. La buena noticia es que, tras analizar la información alrededor de esta ‘enfermedad’, la revista Consumer Reports, en su edición del Julio del 2013, contraataca, aconsejando a los hombres se mantengan alejados de estos tratamientos- excepto, claro, que los necesiten
por razones médicas. Es cierto que los hombres que se someten a estos tratamientos sí adquieren fuerza muscular y resistencia, así como una renovada sensación ‘retozona’. Pero estos modestos beneficios son más bien pocos frente a los muchos efectos secundarios: un temperamento corto, una líbido exagerada, una sensación de ansiedad y la salida de granos y espinillas. Además de unos cuantos cambios paradójicos: los hombres que toman testosterona pueden desarrollar senos y encontrarse con que ahora producen muchísimos menos espermatozoides que antes y unos testículos pequeños. Finalmente está el precio del tratamiento, que pueden ser cientos de dólares al mes. Pero lo peor de todo es que estudios han demostrado un incremento en complicaciones severas con el medicamento, que incluye ataques al corazón, coágulos, ataques, y un cáncer de próstata muy agresivo. De hecho, la Asociación Urológica Americana ha añadido la testosterona a la lista de tratamientos potencialmente dañinos que se usan en exceso. Su preocupación y los hallazgos de la revista Consumer Reports, pueden estar llegando demasiado tarde. La industria farmacéutica aprendió hace mucho tiempo que no hay inversión más segura que un producto dirigido a la insegura sexualidad masculina.
Lecturas inteligentes para el verano Para aquellos que sueñan con Camelot
Para aquellos que buscan perderse a sí mismos
Con el 50 aniversario de su muerte apunto de cumplirse, habrán varios libros sobre la muerte del presidente John F. Kennedy, pero el premio va para el historiador Thurston Clarke por su meticulosa reconstrucción de los últimos cien días de Kennedy (JFK’S Last Hundred Days). En ella vemos a un presidente en acción, un hombre madurando y desarrollándose como pensador y ejecutivo y así, quedamos hechizados, de nueva cuenta, por lo que pudo haber sido.
Es un libro que no debería ser interesante. Un periodista, Michael Paterniti, está en la búsqueda de un legendario quesero en España, pero para el momento en que llegues a la página número diez de The Telling Room, te darás cuenta de que estás en las manos de un narrador tan emocionalmente sutil y tan experto que estarás dispuesto a seguirlo a donde sea, incluso a una cueva. Y lo harás.
Para los que buscan escalofríos en un día sofocante
La sola mención de Shirley Jackson puede ponerle la carne de gallina a cualquier lector, y al mismo tiempo, dibujarle una sonrisa. Hangsaman está libremente basado en la desaparición de un estudiante de segundo año en 1946, y The Road Through the Wall, la primera novela de Jackson, ofrece el retrato de los habitantes de un pueblo de California que condenan al ostracismo a las familias judías y de clase trabajadora al otro lado un muro, hasta que éste es derribado.
Para el escape europeo justo en tu casa
Necesitarás unos cuantos meses en la playa para leer este. Zibaldone es el legendario e inmenso cuaderno que el gran poeta italiano del siglo 19, Giacomo Leopardi usaba para registrar miles de sus ingeniosas respuestas a sus lecturas en los campos de filosofía, literatura, historia, ciencia y el amor. Esto no es solo alimento para el cerebro, es el cerebro mismo.
Para el gringo (estadounidense) nostálgico
Viaje en el tiempo a los días de gloria de Coney Island, cuando en 1903, un elefante llamado Topsy (quién da nombre al libro) fue electrocutado. El responsable, Thomas A. Edison, gracias a una dosis de 6 mil 600 voltios. Michael Deli, colaborador de Newsweek y Daily Beast, hace entrega de una electrizante lectura acerca del sórdido mundo del circo y el nacimiento de los Estados Unidos modernos.
Para un escape a los Estados Unidos
En 1948, Estados Unidos todavía era joven y se encontraba deli-
rante con la expansión al oeste, pero pronto se encontró en medio de la Guerra Civil, que forjó la identidad de la Unión. Brenda Wineapple, autora de Ecstatic Nation, narra la historia de como los Estados Unidos maduraron y de sus coloridos personajesdesde P.T. Barnum hasta Frederick Douglass- quienes ayudaron a preparar a los Estados Unidos para el escenario mundial.
Para aquellos que suspiran por la Revolución
El muy esperado debut de una de las más brillantes mentes literarias y periodísticas actuales, Caleb Crain. Su novela, Necessary Errors, cuenta las experiencias de un joven en Checoslovaquia tras
Para los obsesionados con los carritos de comida
¿De verdad Marco Polo llevó a Italia la receta para cocinar pasta como la concebimos hoy en día de sus viajes por China? Jen Lin Liu, escritora sobre comida, come a través de la Ruta de la Seda para rastrear la evolución de, no solo los noodles, sino también otras comidas, como el dumpling. Desde China, Irán, y Turquía hasta el Mediterráneo en On the Noodle Road.
la Revolución de Terciopelo. Se perdió de las fogatas, pero las llamas no se habían extinguido del todo, y es este el momento justo para estudiar el paisaje cultural.
Para una dosis de fresca angustia noruega
El segundo libro de Min Kamp (no confundir con Mein Kampf, de Hitler) −la obra en seis volúmenes del ciclo autobiográfico noruego que ha sido comparado con En Busca del Tiempo Perdido de Proust por su detalle y alcance psicológico−, acompañamos a Karl Ove Knausgård en busca del amor, que hallará en los brazos de su esposa, Linda.
Para aquellos con delirios de grandeza
No hay biógrafo de las grandes figuras europeas mas entretenido que Nancy Mitford. (Si, de la famosa familia Mitford). Ella murió hace más de cuarenta años, pero gracias al New York Review of Books Classic, puedes leer sus incisivos y perfectamente balanceados relatos de Voltaire, Madame de Pompadour, Luis XIV, y ahora, el recién reeditado Frederick the Great (Federico el Grande, zar de Rusia), el más ilustrado de los tiranos.
Para cuando el atardecer se vuelve aburrido
Agasájate con el festín visual del
ultimo volumen de The Graphic Canon: Robert Crumb ilustra una escena de La Nausea de Jean Paul-Sartre; Matt Kish hace suyo Corazón de las Tinieblas de Joseph Conrad con una línea expresionista y unos paneles surrealistas; mientras tanto James Joyce obtiene tres adaptaciones; y artistas como Tara Seibel, Molly Crabapple, Lisa Brown, Emelie Östergren y Zak Smith tienen un día de campo con las obras de Pynchon, Nin, Nabokov, Burroughs, y Plath. *Nota del editor: Hemos mantenido los títulos de los libros en esta lista en su idioma original para facilitar su búsqueda por parte de nuestros lectores.
H.4 ❱ NW
amqueretaro.com / Domingo 07 de julio de 2013
/ AM
Querétaro
La deconstrucción de la historia ›› Algunas versiones indican que el afamado muralista guanajuatense pudo haber dejado huella en la ciudad Jair Rivera, Irma Rincón y Cupertino Ramírez
desmitificación
El historiador tomó entre sus manos el borrador escrito en un par de hojas gastadas por el manoseo. Y comenzó a leer: Por muchas razones, el mural de la “Inmaculada Concepción” ha estado escondido desde 1904. Es la huella del rito que derivó en el mito, porque como todas las vidas, la de Diego Rivera, dejó señales voluntarias o involuntarias. Ahí está su firma, paradójicamente, en una capilla localizada en el 71 de la calle Francisco Madero. Ahí, en la “Casa Mota” que se terminó de construir durante 1906, está la prueba de su paso por Querétaro. La casa, ahora ocupada por oficinas de diputados, recibe a sus visitantes con un patio central rectangular, en cuyo centro se erige una pequeña fuente de piedra rosa. Dentro del inmueble, se encuentra la capilla dedicada el ocho de diciembre de 1906 a “La inmaculada concepción” y que fue adornada en sus paredes por el joven muralista Diego Rivera y el padre Mosqueda, autor del fresco en las escaleras. Diego Rivera estuvo aquí. Está es sólo una de las pruebas. A unos 225 pasos está su nombre escrito, pero nadie se percata de su existencia. ¿Y cómo esperar tal acto? La huella está en una coladera cuadrada, que adorna el patio principal del edificio que hoy funciona como Archivo Histórico. Pero nadie baja la vista al piso para leer las once letras del muralista: Diego Rivera. Otra de las huellas es un boceto a lápiz, donde aparece el rostro de un bebé chupándose el dedo. Es una forma indirecta de rastrearlo. Al píe del boceto, en un cuarto de papel cartón, la firma de Frida Kahlo nos lleva no sólo a la presencia del muralista, sino a los años 30. Es, sin duda, el más inseguro de los rastros, pues fue descubierto en un bazar por el profesor Modesto Cervantes Sistos. Historiador de profesión, ha dedicado la mayor parte su vida a hurgar y descifrar en estos lugares lo que el tiempo muestra para ser explicado.
Las primeras dudas se dibujaron en el entrecejo del historiador, aunque el periodista se mostraba seguro tras atender más de una hora en la conferencia de la hija de Diego Rivera. Mayor fue el trabajo de transcribir y seleccionar de la grabación. El periodista se sentía seguro del trabajo, del rescate de los datos relevantes entre las anécdotas de quien recordaba a su padre. El historiador continuó leyendo, pero ahora con un ánimo de preguntar, de cuestionar: “La vida de Diego Rivera, desde que nació, fue una serie de aventuras”, sentencia con una sonrisa llena de confianza su hija, Guadalupe Rivera Marín, “¿por qué aventuras? Porque le sucedieron cosas que no son normales en la vida de nosotros los mortales”. Su aventura en el Querétaro de principios del siglo 20 cobra especial relevancia porque, con estos antecedentes, el de La Inmaculada Concepción es su primer mural, pues lo trabajó cuando tenía 18 años.
El historiador acabó de leer. Se quedó viendo unos segundos más el papel. Algunos de los datos no encajaban, algo no andaba bien. No existía un dato que amarrase a los demás. Todo esto era algo muy disperso…
EL ARCHIVO HISTÓRICO Y LA CONFUSIÓN
Caminaron desde el café hasta la calle de Madero, y luego
›› Un periodista y un historiador locales buscan esclarecer el mito sobre su presunto mural del artista en Casa Mota
hasta el Archivo Histórico. Era también una paradoja que, en el mismo lugar donde estaba la huella que buscaban, estaba otra huella en la coladera, que no les decía nada, ni un año, ni una fecha, menos aún, certeza alguna. Su búsqueda los llevó a encontrarse con un rastro que los llevaría a otro nivel de profundidad en este ir y venir de contradicciones. Encontraron un libro viejo, Querétaro Inédito, de Estrada Correa. En él se reescribían párrafos enteros de Donde la vida es sueño de José Julio Rodríguez. Y ahí apareció la fecha que contradijo todo lo demás: “Tenía Diego vente años, cuando desembarcó en la vieja capital queretana”. Veinte años, eso apuntaba precisamente al año de 1906. El historiador y el periodista tenían ya tres fechas posibles para la gran visita de Diego Rivera a Querétaro. Según Guadalupe Marín, 1904; según José Julio Rodríguez, 1906; según Estrada Correa, 1926. -Las fechas están muy dispersas- apuntó sobre lo obvio el historiador. -¿Cuál es la más lógica?- preguntó el periodista, más a sí mismo que a su compañero. Ese era el siguiente paso, encontrar cuál de las tres era la correcta. Ya sin pensar en la poca, nula o mucha importancia del misterio, los próximos días los dedicaron a leer biografías y autobiografías, construyeron en sus mentes una cronología confusa pero precisa. Los juicios sobre cada uno de esos años fueron claros y tajantes. En un manuscrito, al reverso de una servilleta, aun se puede leer: En 1904 Diego Rivera tenía 18 años, ya no estudiaba en San Carlos y según su hija, visitaba con frecuencia a sus tías Alcocer: “…es cuando empieza a venir con mucha frecuencia aquí a Querétaro porque le encantaba venir a visitar sus tías y le encantaba irse a sentar a la orilla del río y a dibujar…”
La fecha no parecía extremadamente descabellada. Había una duda, la casa fue terminada hasta 1906, ¿pintarían Diego Rivera y José Mosqueda en una capilla que se dedicaría hasta dos años después? Para 1906, Diego Rivera tenía ya 20 años. Es plausible que en el mismo año en que se terminó la capilla haya sido pintada. Pero también hay una duda, es el mismo año en que recibió la beca del gobierno de Veracruz para ir a Europa. Llega a España en diciembre de ese mismo año. ¿Es posible que en el mismo año haya tenido tiempo para pintar los murales y preparar un viaje a través del Atlántico, en barco? 1926 es la más improbable de las fechas. Diego era un pintor conocido en medio mundo, de cuarenta años, y con frescos en varios países. Ninguna narración podía coincidir con este año, sin embargo, el dato ahí estaba, como parte de las contradicciones, de las borrosas huellas del pintor en Querétaro.
EL MÁS RIDÍCULO DE LOS DATOS
Los ahora investigadores decidieron buscar una persona, ya no un libro, para indagar una fecha. El periodista intentó, a través de sus conocidos que trabajan para la Casa Mota, convertida en el recinto del Poder Legislativo de Querétaro, acceder a la capilla. La respuesta era unánime: no parecía haber forma. El historiador, en cambio, buscó otro amigo historiador, quien aseguro haber visto con sus propios ojos los ahora célebres pero escondidos murales. La firma, Diego Rivera, acompañada de un año, 1917. El historiador había resuelto el misterio -Mil novecientos diecisiete- le dijo con confianza al periodista. La sonrisa se dibujo en ambos. En 1917, en Querétaro, el 5 de febrero, se promulgó la constitución aún vigente. El presidente Venustiano Carranza había vivido en esta ciudad, en la calle de Madero, en el número 71, en el entonces “Palacio Mota”, en la ahora casa legislativa, en el mismo ombligo del mito.
01 1 En el centro del patio principal del Archivo Histórico, se encuentra un adorno con flores, en el que se ve la firma de Diego Rivera. 2 A pesar del valor histórico de los supuestos murales, las puertas permanecen cerradas./fotos:Archivo am de Querétaro
›› Su aventura en el Querétaro de principios del siglo 20 cobra especial relevancia porque, con estos antecedentes, el de La Inmaculada Concepción es su primer mural, pues lo trabajó cuando tenía 18 años ¿Habían convivido en la Casa Mota, Venustiano Carranza, José Mosqueda y Diego Rivera? Al menos era posible que, por ser la residencia oficial, arreglaran la capilla con murales. Más aún, el periodista regresó a Querétaro Inédito para encontrar un dato que en ese momento pareció importantísimo: durante 1917, Rivera vino a Querétaro acompañando al pintor Gerardo Murillo y pintó la momentánea casa de Carranza. Sí, sin duda, así había sido. Pero faltaba encontrar el error más básico de todos. Durante 1917, Rivera se encontraba en París. Incluso en su autobiografía precisa los meses y los días. Expuso en París en 1917, y no regresó a México hasta 1922, cuando el presidente Carranza fue derrocado por Álvaro Obregón. Una anotación se sumó a la servilleta: 1917: Eso se supone que dice el muro en cuestión, pero todo lo demás dice que no. Que Rivera no podía estar en Querétaro porque estaba en París.
LA CLAVE DE TODO
Ya para este punto no sabían bien a bien quién decía la verdad, si alguno estaba cerca, si era importante encontrarla. ¿Qué sabían, con certeza? Todos los datos se desmentían entre sí. El informante calificado, su hija, le había negado al periodista más datos. Le dijo que no podía darle más datos porque ella estaba haciendo un libro al respecto. Pero ahora, frente a su reflejo en el monitor, donde los datos peleaban en la incoherencia, pensaba que tal vez no había más datos, que Guadalupe Rivera sabía lo mismo que los demás. ¿Qué valor periodístico tendrá esto?- preguntó en voz baja, casi murmurando el historiador. Pues mucho, ¿qué no?, porque vas a revelar algo… ¿Revelar qué? Pues las contradicciones, que ya es mucho decir, ¿no? Mmm, bueno, pues sí, porque nadie tiene más razón que otro en su versión, incluido el experto: hija del pintor, historiadora y fuente de primera mano. Falta coherencia y más aún consuelo... Ahí estaba la importancia de las contradicciones. No en las respuestas, porque ninguna respondía con certeza, sino en las preguntas, que buscaban descubrir, reconstruir, revelar y encontrar una historia que se había perdido desde hace más de cincuenta años. En el tintero, y en la cabeza, tenían preguntas e hipótesis revueltas. El periodista y el historiador caminaron de nuevo por la calle Madero, esta vez sin hablar del tema, pero ambos convencidos
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de dos cosas muy claras. La primera era también un deseo personal: si los murales que están ahí, fueron pintados por Diego Rivera, deberían estar abiertos al público. La segunda era una esperan-
za cierta: la respuesta a toda la confusión se encontraba, dentro de la capilla de la Casa Mota, o en el rincón de un bazar empolvado, esperando que el tiempo lo muestre para ser explicado, como el retrato de Frida Kahlo.