AÑO 1 - N°16
La danza que reivindica la vida y el honor se mantiene viva
Págs. 4-5
Arquitectura neoandina es la expresión de la cultura ancestral
‘Antología de Spoon River’, un extraordinario poemario
Falleció el comandante Rolo, archivista y militante comunista
Págs. 2-3
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//FOTO: JORGE MAMANI
DOMINGO 15 DE AGOSTO DE 2021
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DOMINGO 15 DE AGOSTO DE 2021
EXPERTOS EXPLICAN LA EVOLUCIÓN DEL DESARROLLO URBANO
La arquitectura neoandina surge como la expresión de la cultura ancestral El trabajo del arquitecto y constructor civil Freddy Mamani atrajo todas las miradas con sus obras que se distinguen en coloridos cholets, edificaciones con detalles ancestrales. Williams Ramírez Urquiza Es común ver reportajes dedicados a su trabajo en diarios como El País de España o los británicos The Guardian y el Financial Times, que no paran de elogiar a quien consideran el referente de este estilo y tienen razón, una centena de trabajos lo avalan. “En El Alto ya van 70 más o menos, y a nivel nacional e internacional alrededor de 100 cholets, he hecho uno en Juliaca, Perú, y en Brasiléa frente a Cobija”, explica Mamani, quien expuso en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York y en la Fundación Cartier de París. Mamani, quien empezó como albañil, estudió construcción civil en la Facultad de Tecnología en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), Ingeniería Civil y Arquitectura en la Universidad privada Boliviana de Informática de El Alto.
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//FOTOS: WARA VARGAS
ste estilo de arquitectura es propio de Freddy y aunque existen muchos que siguen sus pasos, su trabajo es único, así lo explica la fotógrafa Wara Vargas, quien hizo una exposición en Barcelona España sobre la obra de Mamani. “No me había dado cuenta de la magnitud de la obra de Freddy hasta que pude ver varias de sus obras arquitectónicas y de sus interiores”, explicó. El nombre cholet, al principio fue asociado al cholo, que es el mestizo de razas blanca e indígena y en el que, generalmente, prevalecen los rasgos étnicos indígenas, mientras que el chalet es un edificio de origen europeo concebido principalmente para su uso como vivienda unifamiliar. Ese estilo andino de hacer edificaciones típicas es catalogado como arquitectura neoandina, que al principio fue concebida como andina, nueva arquitectura andina, la de este milenio.
Uno de los Cholets más imponentes en El Alto.
DIRECTOR Marco Antonio Santivañez Soria
EDITOR DE CRÓNICAS Oscar Alarcón Ticona
CORRECCIÓN José Maria Paredes Ruiz
Redes Sociales
EDITOR GENERAL Oscar Alarcón Ticona
COLABORARON: Luis Oporto Ordóñez Homero Carvalho Oliva Melina Valencia Achá Williams Ramírez Urquiza Estéfani Huiza Fernández
FOTOGRAFÍA Gonzalo Jallasi Huanca
www.ahoraelpueblo.bo La Paz-Bolivia Calle Potosí, esquina Ayacucho N° 1220 Zona Central, La Paz Teléfono: 2902587
JEFE DE REDACCIÓN Clayton Benavides Arteaga
DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN Gabriel Omar Mamani Condo
3 El concepto andino es del siglo pasado con edificios emblemáticos como el Monoblock Central de la UMSA, Correos de Bolivia y muchos otros edificios. “Yo estoy introduciendo lo que es la arquitectura neoandina, o sea la nueva arquitectura andina, entonces es por eso que he tratado de hacer algo diferente y corregir las cosas acorde a los tiempos en que vivimos”, explica Freddy . Los nuevos edificios propuestos son la respuesta a los alteños que no se sentían identificados con la arquitectura universitaria, absolviendo el vacío de las universidades. Se rescatan elementos milenarios como la arquitectura de Tiwanaku y también los textiles que siguen vistiendo las autoridades originarias, esos colores y trazos geométricos de civilizaciones ancestrales hacen una fusión en la arquitectónica actual. Ambos conceptos, cholet y arquitectura neoandina, están registrados con el nombre de Freddy Mamani, la palabra neoandina como la percepción académica y la de cholets como lo artístico. La obra de Mamani estuvo a punto de ser vista en ciudades como Nueva York, California y también en Chile, pero se frustró por la pandemia, las fronteras no son obstáculos para esta arquitectura. Si bien cada cholet es diferente, tienen un común denominador, deben poseer funcionalidades diferentes, tiendas, galerías comerciales, salones de eventos, canchas deportivas, departamentos y por último en la cima la vivienda del propietario, un chalet que puede ser dúplex o triplex. Las fachadas tienen trazos geométricos con la iconografía tiwanacota con alto relieve, diferentes capas de relieve y con colores limpios, no tienen paisajes y en su estructura hay colores llamativos en el tono de un textil, más folklórico, como las vestimentas de un carnaval. La iconografía orgánica es esencial como el imponente cóndor, puma, katarí (serpiente), siempre elementos de la Akapacha, que es tiempo y espacio vital donde reside la Pachamama, el Manqha-
AMANECER EN EL ALTO: MIRADAS A LA OBRA DE FREDDY MAMANI La fotógrafa Wara Vargas llevó su obra a Casa América Catalunya en Barcelona, donde mostró a los europeos la otra faceta de los cholets y de la obra de Freddy. La exposición de la fotógrafa boliviana se instaló en España, desde el 2 de marzo hasta junio y hoy se aprecia en el Centro Cultural de España en La Paz, del 24 de julio hasta el 4 de septiembre. Durante dos meses, al romper el alba, con su cámara fotográfica Wara visitó los cholets más emblemáticos que Mamani construyó. “Fue un reto grande porque tenía que volver a ver algo que yo había visto hace tanto tiempo, hace tantos años, pero no me había sumergido tanto en la obra”, explicó. Vargas capturó con su lente lo que no todos los paceños ni alteños ven, que son las primeras luces del amanecer iluminando las coloridas fachadas.
pacha o infierno y el Alaxpacha, que es la dimensión donde se hallan los espíritus más sagrados, o sea el cielo, que se plasman con sus colores y significados porque cada elemento tiene su lenguaje propio de la arquitectura andina. Según el sociólogo investigador cultural David Mendoza, para comprender este nuevo estilo es necesario remontarse a la historia de la ciudad, cuando La Paz se transformó en diferentes periodos históricos, durante la Colonia, la República, la época de la modernidad y después la del nacionalismo en 1952. En cada momento histórico hubo un tipo de infraestructura construida a partir de la clase dominante que trata de imponer un tipo de ciudad a sus habitantes, como ocurrió en el siglo XX,
La exposición de Wara Vargas muestra el trabajo de Freddy Mamani.
UNA LARGA TRAYECTORIA Vargas se especializó en fotografía de prensa en el Instituto de Periodismo José Martí, en Cuba. Durante los últimos años trabajó para medios de comunicación en Bolivia y ha realizado regularmente exposiciones en Alemania, Estados Unidos, Colombia, Brasil, Uruguay, México, Italia y España. Sus proyectos fotográficos hablan de las mujeres e historias de Bolivia, profundizando en la mística de los rituales tradicionales y los imaginarios que construyen las identidades contemporáneas.
cuando La Paz pasa a ser sede de gobierno y la nueva clase liberal impone la modernidad como sede de gobierno después de la revolución federal a fines del siglo XIX, explicó Mendoza. Bajo esa concepción, La Paz cobra otra fisonomía, una ciudad totalmente construida sobre la base de modelos occidentales o europeos, ya que la clase dominante viajaba a menudo al Viejo Mundo para traer modelos de desarrollo urbano para crear una ciudad muy parecida a Europa. En ese contexto, Franz Tamayo, un intelectual y literato, formado en la filosofía occidental europea, reivindicó a los pueblos aymaras y quechuas revalorizando sus culturas. Entonces emergen los nuevos arquitectos y urbanistas como Emilio Villanueva, que restituye la participación de las civilizaciones prehispánicas, prueba de ello es la plaza Tejada Sorzano, donde se construye una réplica de Tiwanaku con el templete semisubterráneo y el monolito original que después fue sustituido por una copia en los años cuarenta del siglo pasado. Desde entonces, La Paz ya no es la misma, hay un estilo nacionalista tiwanacota que da origen a la estética de toda esa iconografía que se incorpora a algunos edificios, como el propio estadio Hernando Siles, la UMSA y emergen los nuevos arquitectos posdécada de 1970. “Desde la década de 1990 se construye con otro tipo de edificaciones conocida como arquitectura andina, aguayo, cuetillo o al estilo cholets, referido a las cholas, que no sucede de manera espontánea, sino por la irrupción de la lucha de las clases subalternas, entre ellas los indígenas”, agregó Mendoza. La estética mestiza e indígena que re-
salta en El Alto se construye con una terminación de fachada resaltada por los colores, figuras y formas, que para algunos arquitectos clásicos es fachadismo. Pese a que las construcciones representan la reivindicación de los pueblos indígenas, es ignorada por la academia y las universidades. Como pasa en las artes, la música, el teatro y las expresiones materiales de una clase que ha sido ignorada y que está tratando de mostrar una diversidad cultural, reconocida por investigadores internacionales. La Paz es una ciudad muy compleja que tiene una diversidad y pluralidad de estéticas que se sobreponen unas a otras, pero es algo inusual, algo único en América Latina y que cautiva la mirada del extranjero. Para el máster en ordenamiento territorial y planificación urbana, docente emérito de la Facultad de Arquitectura de la UMSA, José María Vargas, hablar de las manifestaciones arquitectónicas en El Alto remonta a la construcción de la línea férrea después de la Guerra del Pacífico en 1904, la fundación de la Escuela Militar de Aviación en 1923, el Lloyd Aéreo Boliviano en 1925. Estas obras y el desarrollo de las carreteras a Oruro, Viacha y Copacabana contribuyeron a estructurar el desarrollo urbano de la ciudad más joven del país. De esta manera se erige una arquitectura andina hecha de adobe que no pasa de dos plantas y que cambia del hormigón al ladrillo. Aparece en la década de 1960 Ciudad Satélite como el barrio más importante y donde hoy se manifiestan las obras de Freddy Mamani, explica el docente universitario. En la década de 1970, con la dictadura de Hugo Banzer Suárez, se da una transformación socioeconómica, el suelo va tomando valor y se desarrollan obras importantes por el poder adquisitivo de sus habitantes, que toman impulso con el desarrollo de la ciudad más alta de Bolivia. En el nuevo milenio aparece la expresión de Freddy Mamani como una novedad arquitectónica en Latinoamérica, que para muchos es agradable y que son expresiones de ostento, según Vargas, pero que no deja de ser interesante. Freddy está complacido por su aporte que se valora en el extranjero porque le da la oportunidad de mostrar al mundo el trabajo en El Alto. “Cualquiera es invisible pero la arquitectura se queda para siempre, ahí se quedan las obras y me parece importante hacer grandes cosas y eso es valorable, yo creo que el alteño siempre ha sido vanguardia de las luchas sociales y también es la vanguardia de los artistas para el mundo”, expresó Mamani.
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LA DANZA SE MANTIENE VIVA DESDE LA PRECOLONIA
El Jach’a Tata Danzante, el baile que reivindica el honor y la vida En el momento en que se pone la máscara, es otro; su cuerpo entra en un estado de quietud y calma, casi comparado con un hechizo. Sólo puede escuchar la música, y al ritmo del pinquillo da vueltas y vueltas, siempre hacia la derecha, para no despertar a los sajras (ser malvado, maléfico). Estéfani Huiza Fernández
El investigador Jhosmin Calla creció rodeado del folklore. Aprendió a tocar instrumentos autóctonos a temprana edad, viajaba de pueblo en pueblo con su pinquillo en mano y observaba en silencio aquellas danzas que para él eran desconocidas. En ese trajín descubrió las singularidades que caracterizan al danzante, presenció un desfile autóctono y quedó impactado, desde esa vez se propuso indagar más sobre el origen de aquel baile. En 2009, junto al grupo de Investigación de Música Autóctona (IMA) y la Comunidad 24 de Junio, visitó más de 50 localidades en busca de los rastros de esa danza.
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Ese hombre está castigado y debe bailar hasta morir”, le dijo su mamá cuando vio por primera vez al danzante. Jhosmin sintió empatía y curiosidad por aquel hombre que parecía exhausto, pero bailaba sin parar. Mientras danzaba se contoneaba de un lado a otro, de rato en rato se quitaba la careta y se tiraba al suelo, pero los músicos y sus acompañantes no lo dejaban descansar, de un tirón lo levantaban, le colocaban la careta y éste daba un brinco para continuar la coreografía. La idea de Calla y su familia era presentar al Danzante en la entrada del Gran Poder, pero antes decidió investigar aquel baile y comenzó a indagar sobre el tema en 2009, tarea que le llevó once años.
Jhosmin Calla y su grupo autóctono.
En la cosmovisión andina, el ser humano y la naturaleza deben vivir en equilibrio. La música y la danza juegan como mediadores, son expresiones culturales que interpretan lo subjetivo y simbólico de cada región. Pese al tiempo, el Jach’a Tata Danzante (gran señor danzador) no perdió su vigencia y aún se baila en cinco provincias del departamento de La Paz: Gualberto Villarroel, Omasuyos, Los Andes, Camacho y Aroma, explicó Calla. La máscara original del Danzante pesa alrededor de 50 kilos, está hecha de greda. En las comunidades donde aún se practica el baile es respetada y temida, tiene una connotación ligada a lo sobrenatural, la muerte y la fertilidad.
ORÍGENES Según el libro No se baila así nomás, de David Mendoza y Eveline Sigl, el Jach´a Tata Danzante es una tradición que se remonta a la época de la Colonia, por el traje característico de uso español del siglo XVIII. La “monstruosa careta”, el día que se presenta, que es el Corpus, simboliza al gigantón español, adoptado después de la guerra de la independencia. Sin embargo, Calla afirma que el Danzante quizá tenga sus orígenes en la época precolonial, ya que, de acuerdo con su investigación, en las comunidades que visitó la fecha en la que se baila esa danza varía y en cada una tiene sus particularidades, según las costumbres de cada región. “Siempre me dijeron que la danza es colonial, pero hay variantes. La estructura de la música, por ejemplo, las notas, las melodías que se usan son complejas, son notas que no encajan en el modelo europeo”, narró Calla. El investigador también contó que el nombre de la danza varía en cada región, otros lo llaman Danzanti, Jach’a Tata, Tocori y Niñito. Milton Eyzaguirre, jefe de Unidad del Museo de Etnografía y Folklore (Musef), indica que “los orígenes de la danza posi-
blemente estén en España (...) los elementos indican que esta festividad se impuso sobre una tradición que era anterior y su presencia es de carácter foráneo”.
EL BAILE DE LA VIDA El libro titulado El arte folklórico de Bolivia, de Rigoberto Paredes, describe al personaje como “un hombre ofrendado a los dioses, quien debía bailar durante tres días sin descanso, hasta que la muerte lo doblegue”. Paredes sostiene que lo más relevante del Jach´a Tata Danzante es el misterio que representa su figura porque nos acerca a ese instante tan temi-
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Entrada del Gran Poder de 2017.
EN LA FIESTA DEL GRAN PODER
//FOTOS: GRUPO IMA - COMUNIDAD 24 DE JUNIO
Calla afirma que seguirá investigando los orígenes de este enigmático baile, porque considera que todavía hay muchos elementos que no quedan claros. Como una forma de mantener viva la danza ancestral, en la ciudad de La Paz, la Comunidad 24 de Junio la presentó por primera vez en la festividad del Gran Poder en 2017. Sin embargo, el grupo IMA realiza cada año el recorrido del Danzante, que consiste en transitar las calles más
do por la visión occidental, la muerte. Sin embargo, para la cultura aymara la muerte se observa como un rito de paso, como el principio de un largo viaje, que se manifiesta en la danza a través de un ayni (reciprocidad). “Esta reciprocidad forma parte de uno de los miembros escogido por la comunidad, como representante de todo el grupo hacia la tierra, para mantener el diálogo con la vida y continuar floreciendo”, agrega el investigador. Calla recorrió más de 50 comunidades en busca de los rastros del Danzante, entabló amistad con los comunarios gracias a la música autóctona
que él practica y que le abrió espacio entre los lugareños. En la provincia Aroma, comunidad Umala, los achachilas (abuelos) le contaron que la última vez que murió alguien bailando la danza fue por los años 50 del siglo pasado. “La familia aún conserva la máscara con la que bailó aquel hombre, la tienen oculta y no la sacan porque es de mala suerte”, relató. Además contó que el nombre de la danza varía de comunidad en comunidad, al igual que el atuendo, los ritos, la música y su simbología. El investigador agregó que, aunque ya no se “baila hasta morir”, en algunas comunidades la danza sigue siendo polémica por su rudeza y representación. “No se la baila sólo en las fiestas patronales, hay un tiempo dedicado, que varía según el lugar y sus usos y costumbres”, relató.
EN CINCO PROVINCIAS El viento frío del altiplano, que mueve las tierras áridas de sus montañas como fieles protectores de sus habitantes, trae consigo una lluvia de tierra. Entre esas partículas de polvo parece resurgir un ser fantasmagórico, lleva una casaca de estilo español, con amplia manga con figuras en los puños, una faja en la cintura y el faldón blanco acampanado. Al atuendo complementa una pequeña chuspa (bolsa indígena). La careta es lo que más sobresale, el color puede variar al igual que la ropa, el color, el tejido, la máscara, la forma, los rituales y otros elementos que lo componen, sin embargo, el tamaño, peso y las facciones son casi las mismas, relata Calla. Esa danza que parece resurgir de la mitología andina aún vive en cinco provincias del departamento de La Paz. En la provincia Camacho es un ritual relacionado con la fertilización agrícola, se baila cuando se va a iniciar la cosecha, después de la anata, pero “sólo tiene una duración de 15 minutos”. Calla visitó las comunidades de Chipuspuri, Copusquia Chico, Chualluna,
importantes de la ciudad de La Paz para mostrar cada una de las peculiaridades del baile, incluida la música autóctona. El bailarín lleva una máscara casi igual a la original, pesa alrededor de 40 kilos. Calla relató que en las comunidades que él visitó hay molestia porque no se le otorga a la danza el valor que se le debería dar. “Hemos bailado en las guerras, en la sequía, en los desastres y eso nadie nos reconoce”, dijo un lugareño.
Sallapata, Kalancachi, entre otras. En ellas observó que al danzante lo acompaña otro personaje denominado diablico, que representa la visión de complementariedad andina. “Estos diablicos bailan con caretas, lo que simboliza un medio de comunicación con lo sobrenatural y representa sentimientos malos y buenos”. En algunas comunidades de la provincia Camacho se lo conoce con el nombre de Niñito, porque según la cosmovisión aymara, al morir volvemos a ser niños. “Cuando uno muere dice que nos volvemos niños al morir, tenemos que germinar para las nuevas cosechas, ésa es la función”, agregó. Al Danzante se lo denomina también Niñito porque “al morir las penas fenecen con todo lo malo, las penas y el dolor, para eso también se baila, para renovar”. Para Eyzaguirre, la muerte en el mundo andino no es determinante, regenera la vida, es un ciclo donde interviene lo pecuario, agrícola y el entorno familiar. La danza también se practica en el municipio de Achacahi, provincia Omasuyos del departamento de La Paz. Los comunarios recrean el ritual con el nombre de Jach’a Tata Thuquri: Gran señor bailador. Calla explicó que en la comunidad de Arazaya, del mismo municipio, se baila para evitar las plagas en el lago. Para el investigador, el Danzante que se baila en el municipio de Pucarani es el más llamativo. Entre sus características destacan que la máscara no lleva plumas, tampoco mucho adorno y su tejido es tupido. “En el bordado de la prenda se conoce la posición económica, social del bailarín, sus miedos y su situación sentimental”, narró.
La máscara del Danzante pesa 50 kilos.
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ROLANDO RAMÍREZ SIMON (1957-2021)
“Comandante Rolo”, militante comunista
Rolando Ramírez Simon.
Es un deber moral reivindicar su trabajo como historiador y archivista, a la par de su militancia desde su adolescencia hasta su muerte, con lealtad genuina al proceso de cambio y firmeza en la adversidad. Luis Oporto Ordóñez (*) Nació en La Paz el 28 de junio de 1957 y falleció en la misma ciudad el 10 de agosto de 2021. Sus amigos manifestaron su pesar a través de las redes sociales con mensajes que enaltecen su labor como historiador, archivista y revolucionario, defensor del proceso de cambio.
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studió la Licenciatura en Historia en la Facultad de Humanidades de la UMSA, donde se tituló con su proyecto de grado El Sistema de Archivo de la Aduana Nacional de Bolivia (2005). Entre varios cursos de posgrado, realizó el Diplomado en Gestión Documental y Archivos Históricos (2002) y la XII Escuela Taller de Archivos para Iberoamérica, en Madrid, España (2002). Fue tercero de cinco hijos del matrimonio conformado por Rosa Simón Raña, noble enfermera que trabajó en el Hospital Obrero Nº 1 y Gonzalo “Gordo” Ramírez Alcázar, artista plástico, artesano, combatiente por la liberación nacional, perseguido y exiliado por el dictador Hugo Banzer (1973). Sus padres inculcaron en sus hijos el amor a la patria, pero fue Rolando quien siguió las huellas de su padre, integrando desde la adolescencia la Juventud Comunista de Bolivia (JCB) en la que ocupó cargos de alta jerarquía y posteriormente pasó al Partido Comunista de Bolivia (PCB), donde se lo consideró un cuadro revolucionario.
POETA, MÚSICO Y DEPORTISTA
Cultivó la música y la poesía. Fue un aficionado al dibujo, la pintura y un excelente intérprete de la guitarra, con la que integró la agrupación musical Los Olvidados, para la que compuso Aves de paso, morenada grabada por el maestro Rolan-
do Encinas. En efecto, templaba muy bien la guitarra y destacó como buen compositor e intérprete de la música social. Otros temas son Vietnam, Siglo XX, homenaje a las minas del norte de Potosí, Canción para la BOA (Brigada Óscar Alfaro, responsable de pintar paredes y pegar afiches). Al respecto su hermano señala: “De formación marxista leninista, Rolando hizo de la música, como de toda su vida académica y de lucha social, una trinchera de combate, con el optimismo y la alegría que eran parte de su mirada”. Su vena poética dejó sus escritos Pasos interminables (1992), Como la paz de los cisnes en el agua, (1998), y dejó inédito su texto Todas mis ventanas dan a la calle. Como músico, participó en 1979 como solista en el primer festival universitario de la canción social donde ganó la medalla de plata con su composición País, que refleja su pensamiento revolucionario y su sentimiento a la patria profunda: No quisiera que tu historia/ nuestra historia, la de todos/ tenga tantas vergüenzas/ País. Incontables los tiranos/ vergonzantes las humillaciones/ que han abierto tus heridas/ País. Pero en cada uno de los tuyos/ hay cosas que son tu fuerza/ son tu semilla/ serán tu fruto/ serán tu cosecha/ País. Te hablo de los Katari/ de los hombres y mujeres/ que forjaron tu libertad/ País.
CUADRO REVOLUCIONARIO
Su padre, dirigente comunista, fue perseguido con saña por el Servicio de Inteligencia del Estado, dependiente del temible órgano represor Departamento II del Ejército, que lo apresó y torturó, enviándolo al exilio a París, en 1973. Su familia abrazó los ideales marxistas, con excepción de la madre. Su hermano Ramiro, prestigioso comunicador social, era dirigente de la Federación de Estudiantes de Secundaria, y desde esa organización resistió la dictadura banzerista, seguido de Rolando, quien fue apresado y enviado al exilio, junto a su padre, en 1974. Retornó al país a la caída del dicta-
dor Hugo Banzer y se reinsertó a la lucha social. Las redes sociales mostraron consternación con la noticia de su prematuro deceso, a raíz de una enfermedad terminal fulminante: “No pudimos hacer nada”, manifestó su hermano, Ramiro, a tiempo de dibujar una semblanza familiar íntima: “Fuiste un revolucionario sin par. Gracias a ti soy lo que soy. Lo que pienso, lo que creo. Tú me enseñaste a rebelarme ante todo y ante todos. Tú me enseñaste a cantar, tu partida nos deja vacíos y tristes. Eres el mejor de los cinco, el más sabio, el más fuerte, el más noble y tierno”. Los mensajes de sus camaradas —lo llamaban, con aprecio “Comandante Rolo”— dibujan su perfil de defensor del proceso de cambio, comunista leal y consecuente: “Comandante, en la distancia y la lejanía seguíamos vislumbrando un amanecer rojo, destruyendo los círculos de dante”.
LEALTAD GENUINA
Desde los archivos, se lamenta su desaparición: “Fue una persona que siempre compartió su conocimiento en archivos”, como en efecto lo demostró desde el lejano 1989. Forjó generaciones de archivistas en la praxis laboral diaria. Rolando Ramírez llevó en alto al Sistema Nacional de Archivos de la Aduana Nacional, que hoy cambió su rumbo, y esa fue precisamente una de las razones para solicitar su retiro de la institución. Es un deber moral reivindicar su trabajo como colega historiador y archivista, a la par de su militancia en el Partido Comunista de Bolivia, desde su adolescencia hasta su muerte, con lealtad genuina al proceso de cambio y firmeza en la adversidad. ¡Hasta la victoria, siempre, compañero Rolando! (*) Luis Oporto Ordóñez es historiador (UMSA) y presidente de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia.
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EXTRAORDINARIO POEMARIO
‘Antología de Spoon River’ Homero Carvalho Oliva Un libro es bueno no solamente por su contenido, también lo es porque nos permite hablar de amigos y de otros autores. Libros que tienen sus propias historias que contar. Aquí voy a hablar de uno de esos libros.
H
ace unos años, mi amigo Pablo Cingolani, poeta y caminante, me envío su epitafio, le respondí que era muy temprano para hacerlo y le prometí que si yo no me iba antes cuidaría de publicarlo en su tumba. En una parte de su poema /epitafio Pablo dice: “Crucé todos los desiertos. Libré miles de batallas. Me perdí en selvas inmensas. Huí de las ciudades. He vagado sin saber. He padecido violentos vientos pero también amé, amé profundo. He vivido, sí que lo hice, pero ahora estoy muerto.// No me arrepiento de nada. Salvo de no haber bebido más vino con mis amigos. Salvo de no haber cantado más y más fuerte junto a ellos bajo el sol y las estrellas.” Su epitafio me recordó un extraordinario poemario, de esos que relees cada vez que lo encuentras. Se trata de la Antología de Spoon River, del poeta norteamericano Edgar Lee Master. Revisé mis estantes buscándolo y primero me encontré una edición en inglés que me envió Claudio Ferrufino-Coqueugniot, como apenas chapuceo el idioma de Faulkner y Whitman -para no nombrar al archicitado autor de Inglaterra-, busqué una edición en castellano que compré en la librería “La casa verde”, en Lima, la encontré entre las novelas El viento de la luna, de Antonio Muñoz Molina y El país de la canela, de William Ospina.
IMAGINARIO PUEBLO
Esta antología reúne más de doscientos cincuenta poemas breves, en forma de epitafios, que al decir de prestigiosos escritores, lectores y críticos de literatura pueden ser leídos como si fueran una novela. Una novela sobre Spoon River y la colina donde están enterrados los muertos de este imaginario pueblo. Se publicó por primera vez en 1915 y se convirtió en un clásico instantáneo, alcanzando 19 ediciones en un año y a la fecha cuenta con más de cien ediciones y decenas de traducciones. El poemario se abre con un poema sobre la colina donde duermen los muertos que hablarán a lo largo del libro. Su autor, convertido en personaje, se pregunta: “¿Dónde están Elmer, Herman, Bert, Tom y Charley, / El débil de voluntad, el fuerte de brazo, el payaso, el borrachín, el luchador? / Todos, todos están durmiendo sobre la colina. / Uno murió de una fiebre, / Uno murió quemado en una mina, / Uno fue muerto en una pendencia, Uno murió en una cárcel, / Uno cayó de un puente trabajando asiduamente para sus niños y esposa. / Todos, todos están durmiendo, durmiendo, durmiendo sobre la colina”.
OCULTOS DEL DESTINO El poeta mexicano José Emilio Pacheco tradujo el poema titulado Theodore el poeta: “De niño te pasabas horas y horas / Sentado en la ribera del Spoon turbio. / Los ojos fijos en la entrada de la guarida, / Esperando que el cangrejo de río / Saliera y se arrastrara por la orilla arenosa. / Veías primero sus antenas trémulas, / Briznas de paja al viento. / Luego su cuerpo de color de greda, / Adornado por ojos negro-azabache. / Como en trance te preguntabas: / Qué sabe, qué desea, para qué vive el cangrejo. / Más tarde dirigiste la mirada / Hacia hombres y mujeres / Ocultos del destino en sus guaridas/ De las grandes ciudades/ Y esperaste que salieran sus almas / Para ver cómo/ Y con qué objeto viven / Y para qué se arrastran con tanto afán / Por la orilla arenosa en la que falta el agua / Cuando termina el verano”. Volverlo a leer me trajo recuerdo que el primer ejemplar que tuve fue en el año 1978, cuando un amigo llegado de México me lo obsequió y cumpliendo un sino fatal yo lo pasé a otro amigo. Con el tiempo llegué a tener varios ejemplares y siempre los prestaba, uno de ellos fue a parar a las manos del poeta Julio Barriga, impenitente lector.
Y, luego deja que los muertos cuenten sus historias. Lo hace de una manera tierna, sin perder la ironía, el humor negro y la crueldad de una sociedad campesina y conservadora. En el prólogo a la única edición en español. El escritor y traductor Jesús López Pacheco afirma: “Se podría decir, parafraseando a Whitman, que ‘quien toca este libro’, toca a cientos de seres humanos, y a través de ellos, a miles, a millones. Antología, sí, pero no literaria, sino vital, aunque sea paradójicamente a través de voces de muertos”.
Dos muestras de este poemario que ya está considerado entre los clásicos: Chase Henry: “En vida yo era el borrachín del pueblo; / Cuando morí el sacerdote rehusó enterrarme/ En suelo sagrado. / Lo cual redundó en mi buena fortuna. / Para los Protestantes vendieron este lote, / Y enterraron mi cuerpo aquí, / Cerca de la tumba del banquero Nicholas, / Y de su esposa Priscila. /Tomen nota, prudentes y pías almas, /De la contracorriente en la vida / Que brinda honor al muerto, quien vivió en la vergüenza”.
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A 200 AÑOS DE SU NATALICIO
Louis Vuitton: El rey de las maletas Llegó a París con los bolsillos vacíos. Con habilidad y estilo, revolucionó las maletas. Hasta el día de hoy, sus iniciales adornan accesorios de lujo. DW / Ahora El Pueblo ¿Tenía el entonces joven de 14 años idea de la carrera que haría y el imperio que construiría después de su viaje de más de 400 kilómetros? Louis Vuitton, nacido el 4 de agosto de 1821 en un pueblo del departamento francés de Jura, partió hacia París contra la voluntad de su padre, a pie.
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ouis venía de una familia pobre y le tocó hacer diversos trabajos en el camino, hasta que llegó a la capital francesa a los 16 años. Allí fue aprendiz del respetado fabricante de maletas Romain Marchéal. Louis no tardó en demostrar su talento, fue apreciado por su excepcional destreza, e incluso fue contratado por la emperatriz Eugenia como empaquetador exclusivo de maletas. En 1854, a la edad de 33 años, creó su propio negocio: ahí nace la marca “Louis Vuitton Malletier”. Desde el principio, creó bienes de lujo nobles que correspondían al espíritu de la época. Como empaquetador de maletas en la corte de Napoleón III había visto cómo se guardaban los poderosos vestidos y sombreros en pesadas cajas con tapas curvas. Louis Vuitton optó entonces por diseñar elegantes maletas apilables en su propio taller.
EXCLUSIVAS, ROBUSTAS Y APILABLES
No es sólo una cuestión de diseño: con el paso de las carrozas a los trenes y el creciente deseo de viajar, se necesitaba un equipaje funcional que no ocupara mucho espacio. Y como las pertenencias de los viajeros no se tratan precisamente con remilgos en los viajes, el hábil artesano Vuitton crea maletas robustas y herméticas, un punto de exclusividad. La serie “Louis Vuitton Damier Canvas” se convirtió en su marca registrada. Las maletas tenían tanta demanda que el francés invirtió en una fábrica en Asnières, un suburbio de París, sólo cinco años después de fundar la marca. Al principio empleó a 20 personas, más tarde a 225. Sin embargo, la producción de maletas siguió en manos de la familia. Junto
con su hijo Georg, desarrolla y patenta una cerradura de caja que se sigue utilizando hoy en día. En aquel momento, se trataba de un avance importante e innovador, porque los clientes adinerados querían urgentemente más seguridad para su costoso equipaje.
¿MALETAS QUE NO SE SUMERGEN?
Las leyendas siguen rodeando a las maletas de culto. Se dice que, tras el hundimiento del Titanic, el equipaje de lujo de la casa Vuitton flotó en la superficie del mar durante días. Las maletas también demostraron ser indestructibles en el rally automovilístico de 1907 de París a Pekín. Se dice que han sobrevivido a la travesía del agua mejor que muchas máquinas. Cuando Louis Vuitton murió a la edad de 70 años en su empresa y casa familiar de Asnières, su hijo Georg se hizo cargo del negocio de las maletas. En memoria de su padre, desarrolló el legendario “monograma de lona”: las iniciales de su padre entrelazadas con un estilizado motivo floral. En 1896 se desencadenó un culto a la etiqueta que ha perdurado hasta nuestros días: discreto pero muy visible, adorna los accesorios de los clientes de “LV”, entre los que se encuentran estrellas como Audrey Hepburn, Scarlett Johansson y Rihanna. En 1987, la empresa familiar se fusionó con el fabricante de bebidas alcohólicas Moët Hennessy para formar el grupo de artículos de lujo que cotiza en bolsa “LVMH”. Con un valor bursátil actual de más de 340.000 millones de euros, es una de las empresas europeas más valiosas. Los cimientos los puso un joven y talentoso maestro maletero, con una gran sensibilidad por la estética y la funcionalidad. Los productos se siguen fabricando a mano en los talleres de Asnières. Una parte de la finca familiar está dedicada a Louis Vuitton, el rey de las maletas, con un museo privado.
Louis Vuitton, un joven de familia humilde que supo desarrollar su talento.