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Testimonios retratan la masacre de Senkata de 2019 en la urbe alteña

Entre las víctimas están padres e hijos, cuyas edades varían entre 22 y 38 años, junto con ellas 31 personas fueron heridas por el régimen de Añez.

Militares y policías en la ciudad de El Alto durante la jornada de la masacre en Senkata.

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La bala vino de frente. Cuando yo grité ‘¡malditos militares!’, recibí la bala. Yo grité porque había una señorita herida en la rodilla que no podía pararse, yo grité por eso. Si yo no gritaba, tal vez no me iban a disparar, yo creo que me dispararon los militares por rabia”. (J. M. C.)

“Creo que me dispararon los militares por rabia”; “Cuando yo grité ‘¡malditos militares!’ recibí la bala”; “Una señora me contestó y me dijo que mi esposo estaba muerto en la iglesia San Francisco de la zona 25 de Julio. Me dijo que le habían disparado”, son parte de los testimonios desgarradores de las víctimas y sus familiares que retratan la masacre de Senkata en 2019.

El 19 de noviembre de ese año, la vida de 10 personas fue truncada en una operación ejecutada por militares que se desarrolló en la planta hidrocarburífera de Senkata, en la zona del mismo nombre ubicada en la ciudad de El Alto, en cumplimiento de la orden dictada por el gobierno de facto de Jeanine Añez, quien recibió la banda presidencial siete días antes de esta masa- cre, luego del golpe de Estado perpetrado en el país.

Entre las víctimas están padres e hijos cuyas edades varían entre 22 y 38 años, junto a ellas 31 personas fueron heridas, muchas se encuentran actualmente amparadas por el Programa de Protección a Víctimas y Testigos de la Fiscalía General del Estado (FGE), en el marco de la investigación de lo sucedido esa fatídica jornada.

El justificativo para el movimiento de tropas de uniformados, según las indagaciones de la Fiscalía, fue el desabastecimiento de combustible en la ciudad de La Paz y El Alto, que se había producido debido a las protestas que se registraban en contra del gobierno golpista, en consecuencia, a las 10.30 de ese 19 de noviembre se ejecutó “la Orden General de Operaciones

AGO ABREVIADO Nro. 01/19

Plan Operativo Conjunto (policial-militar)” para la exfiltración de combustible y gas licuado de petróleo desde la planta de Senkata hasta el Regimiento Ingavi, en El Alto, y el Colegio Militar de Ejército, en La Paz, con el anexo Plan de Operaciones Carburantes.

Pero antes de esta incursión, el 15 de noviembre, el gabinete en pleno de Añez firmó el Decreto 4078, más conocido como “el decreto de la muerte”, que prácticamente ‘blindaba’ a los militares en su actuación en contra de la población.

El artículo 3 de esta norma establecía: “El personal de las Fuerzas Armadas que participe en los operativos para el restablecimiento del orden interno y estabilidad pública estará exento de responsabilidad penal cuando en cumplimiento de sus funciones constitucionales actúen en legítima defensa o estado de necesidad”.

El general Franco Orlando Suárez González, en el marco del Plan de Operaciones Carburantes, elaborado por él, desplazó a los regimientos que estaban bajo su comando, de- nominados Bilbao Rioja, Max Toledo, Ayacucho, Teniente Coronel Germán Busch (satinadores), además de armamento con fusiles Galil, escopetas calibre 12, pistolas 9 MM de dotación, munición, personal militar (soldados, instructores y satinadores) y vehículos, todo para reforzar y dar seguridad a la planta de Senkata.

De acuerdo con un informe del Ministerio Público, el fallecimiento de las 10 personas fue a causa de impacto por proyectil de arma de fuego, de los cuales se identifica dos fallecidos por calibre 9 milímetros, un fallecido por calibre 5.56 y cuatro fallecidos por calibre 22, los demás cadáveres presentan orificios de entrada y salida.

Hoy, más de tres años después de esos sucesos, Añez, una de las principales responsables de lo sucedido, será juzgada en un proceso ante la justicia ordinaria luego de la determinación que asumió el juez Marco Antonio Amaru.

A eso de las cuatro de la tarde me comuniqué con él por última vez y me dijo que ya estaba viniendo, después a eso de las 16.30 volví a llamar a mi esposo, pero una señora me contestó y me dijo que mi esposo estaba muerto en la iglesia San Francisco de la zona 25 de Julio. Me dijo que le habían disparado”. (N. I. J. Ch.) De repente la gente empezó a correr y dije ‘¡corran a este lado!’, y levanté el brazo. Fue en ese momento en que sentí el impacto, no me hizo caer, pero me hizo dar una vuelta de 180 grados. Vi mi brazo sangrando”.

(M. L. A.)

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