La primera huelga petrolera en Bolivia
Desde aquel septiembre de 1926 fueron varios meses de trabajos forzados en todo el campamento de la Standard Oil, con pesados turnos de 12 horas diarias, fines de semana sin descanso, con mala alimentación, especialmente a los obreros bolivianos que además moraban con sus familias en rústicas chozas y sin asistencia médica regular.
Corría el año 1920 en la cordillera de los chiriguanos. Muy cerca de esas frescas y húmedas alturas, donde 110 años atrás (1810), forzando una amplia panorámica histórica, se desencadena lo que hoy se conoce como El Primer Grito Libertario en suelo Cruceño, encabezado por reconocidos personajes: coronel Antonio Suárez, el cura José Andrés Salvatierra, José Manuel Vaca (Cañoto), el jefe guaraní Barinday, entre otros. El escenario de aquella insurrección triunfal fue dentro y fuera de una empalizada enquistada en San Miguel de Membirai (Choreti, municipio de Camiri) donde moraban soldados de la corona española. Volviendo a los años 20, Siglo XX, indicar que a las tierras de la señora Carmen Gonzales de Vannucci, viuda que cargaba siete hijos en aquel entonces y dueña de un extenso territorio heredado de su esposo el italiano David Vannucci Foxzy, lugar donde, de a poco, se fue conociendo sobre el inicio de posibles actividades petroleras, noticias filtradas por un viento calmo que las traía del Sur, hizo que empezaran a llegar gentes de varios lugares en el intento de ser empleados por una empresa petrolera que ya se encontraba en camino.
En 1922 llegan personeros de la Standard Oil, toman en arriendo el terreno —que trocaban con combustible— colindante al río y se instala el campamento con la primera camada de per-
trechos que trajeran los adelantados de la petrolera norteamericana. Al llegar la gente de la Standard, armaron las primeras carpas del campamento de exploración, casi en las laderas de la serranía Sararenda, lugar denominado Peña Blanca. Entraron en tratativas con la propietaria consiguiendo un terreno que fue el puesto ganadero ‘Isipoti’. En la ribera del río instalaron una bomba de impulsión para la provisión de agua al campamento, hecho que dio paso para que la gente identificara a este lugar como ‘La Bomba’.
En 1923, desde la República Argentina continúa el ingreso de técnicos y cuadrillas de trabajadores de la compañía, una vez que se percataron de las altas probabilidades de la existencia de petróleo en el área de estudio. El año 1924, la Standard inicia sus trabajos en la serranía de El Candado, descubriendo petróleo en Bermejo. Los exploradores que incansablemente rastreaban el oro negro, llegan a orillas del río Parapetí, en el cantón Choreti donde se instaló el campamento, muy cerca de los cerros, pues el clima era más fresco, debido a la naturaleza que abrazaba a la serranía y había abundancia de carnes y vegetales; estaban en las faldas de la milenaria serranía Sararenda. Después de reconocer el terreno y registrar los datos en sus mapas, colocaron mojones, dando por terminada la primera fase. Continuando con el plan de exploración, la expedición del Dr. Bassler retornó a Orán, para reiniciar sus trabajos en otra dirección. Nuevamente fueron abriéndose paso a través de picadas en medio de la brava vegetación; ubicaron el campamento a orillas del río Bermejo, en la
frontera con Argentina. Poco a poco y en forma dificultosa fueron recorriendo la serranía hacia el Norte. La zona era totalmente inhóspita con temperaturas de hasta 37 ºC a la sombra. Los grupos salían todos los días, lloviera o no, a levantar croquis y a cavar pozos. Buscando información se había cubierto una distancia de 400 kilómetros en circunferencia en todo el Sudeste; cada zona figuraba en los mapas levantados con los informes tomados en el terreno.
Una vez finalizado el trabajo de campo, el Dr. Bassler, estampando su rúbrica sobre el grueso legajo de informes técnicos, planos y datos económicos, anunció la terminación de esta etapa exploratoria. Seguidamente, al despedirse de su gente les dijo: “Podemos irnos ahora a casa, satisfechos de un esfuerzo titánico. Os agradezco vuestra amistad y cooperación ¡No olvidaré jamás estos años pasados en una tierra milagrosa donde una riqueza fabulosa espera que los hombres la exploten!” [1].
El 20 de septiembre de 1926 llega al lugar la comisión de extranjeros conformada por el superintendente Sr. Chudiz, el jefe del campamento Sr. Pedersen y técnicos responsables de poner en marcha el proyecto de exploración del primer pozo en la serranía que fuera explorada con detenimiento una y otra vez: Sararenda. Necesitaban al menos dos meses para seleccionar el personal que sería de la partida desde el momento cero de este especial emprendimiento; sin embargo, por la premura del tiempo aceleraron las actividades y se conformaron rápidamente los equipos para cubrir los dos turnos
en el área de perforación, cada turno —una vez armada la torre— debía permanecer 12 horas en boca de pozo atendiendo las diferentes actividades definidas en el cronograma convertido a lo largo del tiempo en la rutina del trabajo diario de campo.
De la misma manera, todos los equipos de trabajadores que comprendía el sistema de personal fueron elegidos cuidadosamente tomando en cuenta las capacidades demostradas por cada convocado en las pruebas de admisión. Ese mismo día se organizan los turnos de perforación y los demás trabajos inherentes para su pronta ejecución.
ISIPOTI
Al darse por concluida la parte legal entre la petrolera y el Gobierno boliviano, personeros de la Standard Oil Company of Bolivia llegan, a lo que hoy es Camiri que en aquellos tiempos se llamaba Isipoti. El gerente de la petrolera T. Moors que vino a Bolivia a elegir entre Charagua, Incahuasi o Sararenda, ordena al jefe de caminos, Ernesto H. King, encaminar sus pasos hacia el cañón de Itanez en la serranía Sararenda, al lugar donde el geólogo Joe Tom puso su marca para comenzar la perforación del primer pozo petrolífero.
El 26 de septiembre, ‘el pito’ —se denominaba así a la sirena que funcionaba por la salida de vapor generado en los calderos y la presión disipada en forma de silbo agudo— sonó retumbando por todos los cañones de la cadena montañosa anunciando el comienzo de la perforación del pozo CAM X1 con la apertura de un agujero de 24 pulgadas de diámetro fijado certeramente produciendo en la atmósfera una cadena de alegres ecos presagiando tiempos mejores. Mientras tanto, los constructores de caminos y en una montaña próxima a Peña Blanca excavaban lo que vendría a ser el polvorín para guardar toneladas de pólvora a ser utilizada en perforación. Los carros tirados a mula tampoco paraban trasladando día y noche material tubular para el pozo exploratorio, desde Formosa (Argentina) hasta Peña Blanca (Bolivia).
FORMACIÓN DEL SINDICATO PETROLERO
Desde aquel septiembre de 1926 fueron varios meses de trabajos forzados en todo el campamento de la Standard Oil, con pesados turnos de 12 horas diarias y con fines de semana sin descanso; con mala alimentación, especialmente a los obreros bolivianos que además moraban con sus familias en rústicas chozas y sin asistencia médica regular. Debido a estas malas condiciones de trabajo, se organiza el Sindicato Petrolero de Obreros de la Standard Oil Bolivia, en marzo de 1927. Los dirigentes nombrados en asamblea fueron: Francisco Paneguine, Casimiro Pereira, Cristina Rivarola, José Medina y Manuel Vaca.
Inmediatamente se confecciona un pliego petitorio, escrito a mano y rúbricas al pie del papel, para ser presentado a las autoridades de la empresa, entre ellos al administrador del campamento Mr. N. G. Pedersen. También se les hace conocer a las autoridades del lugar, al subprefecto de Lagunillas señor Pedro Velasco y al jefe de Policía Modesto Salinas V. Por las dificultades que había para comunicarse con la central de la empresa que se encontraba en Buenos Aires, aceptan esperar el tiempo prudencial de un mes para que consideren la solicitud del pliego presentado y solucionen los graves problemas de los trabajadores.
El 15 de mayo entran en huelga los obreros del pozo CAM X1, situación inédita que obliga a los representantes de la empresa, recurrir a las autoridades del lugar, quienes llegan en busca de soluciones. El sindicalista de origen argentino, Paneguine, expone a la vista de las autoridades las chozas donde viven, les explica que reciben mala alimentación; solicitan ocho horas de trabajo, atención médica permanente y un mejor salario ya que los gringos ganan el triple que ellos y hacen el mismo esfuerzo. El administrador de la Standard Oil explica que ha enviado a Buenos Aires el pliego petitorio, pero que no recibieron respuesta hasta ese momento. Las autoridades locales ordenan al administrador mejoras en la alimentación, dotación de ropa y camas; y apoyan el aumento de salarios de los obreros. Aceptadas las deter-
minaciones impuestas por las autoridades de Lagunillas, se normaliza el trabajo.
A mediados de agosto, arriba al campamento, la comisión inspectora de los trabajos en perforación y en lo administrativo de la Standard Oil, que al terminar sus labores y conocer en detalle los orígenes de la protesta que desembocó en huelga de los trabajadores bolivianos en la serranía Sararenda, la primera conocida en la historia de nuestro país que fuera aplicada por un sindicato en el rubro petrolero. La comisión oficial de la petrolera deja —entre otras instructivas— ordenado el cambio del trabajador Francisco Paneguini, a los campamentos en la Argentina. Con esa medida y tácita actitud represiva quedó prácticamente desorganizado el primer Sindicato de Petroleros de Bolivia, sin que se manifieste oposición alguna de los sindicalizados, dado que en esta región el sindicalismo aún estaba en pañales y los trabajadores no contaban con el respaldo de las autoridades del gobierno central, tampoco existían normas laborales claras que los protegieran.
Mientras tanto, la expectativa crecía en hombres experimentados que llegaron de lejos; ellos vivían la espera a plenitud, cada pedazo de aquellos momentos lo expresaban con nerviosismo y sus rostros se ablandaron mostrándose más sorrisos, contagiando su entusiasmo a los lugareños que estaban a punto de vivir la única experiencia más grande de sus vidas. El momento esperado finalmente llega el 23 de septiembre, fecha en que la empresa y los lugareños habían esperado durante un año con ansiedad, con los nervios tensos y con esperanzas de un inicio prometedor. Aflora el petróleo y la noticia lentamente se expande al mundo; en La Paz y en Buenos Aires es comentada con aderezos en los lugares donde entienden la importancia del acontecimiento; sin embargo, eran pocos los que podían sospechar que esta riqueza se encontraba en un lugar que contenía las reservas más grandes de petróleo descubiertas en Bolivia.
(*)
[1]YPFB: 1936-2004. 68 años de aporte al país.
LA GUERRA, UN JUEGO POLÍTICO
Bodashka, un niño que soñaba
El planeta apesta, el sufrimiento está acumulado, el dolor aumenta cada día y la propaganda que nos rige habla de felicidad para el año que se avecina. ¡Ironía barata! Los maníacos siguen como dueños del mundo, resulta absurdo y grotesco esperar que ellos piensen en el bien común, en la evolución, en la paz o cualquier cosa que sea buena.
“A nosotros nos pertenece el miedo de la ternura” Herta Müller
Aveces, solo a veces, uno escribe para seguir viviendo. La mayor parte del tiempo, uno escribe porque está vivo. Como resulta bastante engorroso, para mí, pensar en escribir sobre el año que empieza y los buenos deseos que tengo para la humanidad, apenas, contaré sobre una noticia que llegó desde Ucrania.
Murió un niño, cuando creciera quería ser bombero de Kiev, un niño tierno, que a despecho de las dificultades de la guerra seguía soñado, como todos los niños, que están sufriendo en ese planeta plagado de miserias. Son muchos los niños, en el mundo, que cambiaron su niñez por reglas elementales de supervivencia.
Murió Bodashka, el niño ucraniano que no pudo crecer porque la guerra lo mató. Pero, Bodashka, no fue el único niño que murió el 25 de diciembre de 2022, murieron muchos niños por el hambre, en un planeta que tiene comida para todos, pero que los poderosos prefieren botarla como desperdicios a saciar el hambre del prójimo. El hambre es mucha; sin embargo, la injusticia es mayor. La falta de responsabilidad y compromiso con el otro aleja la piedad de la posibilidad de ser una categoría básica de la ética humana.
Murieron muchas niñas vejadas por psicópatas que disfrutan del ultraje. Pérdidas irreparables… Sin embargo, entiendo que la muerte de esas niñas representaba su salvación. ¡Y eran apenas niñas! Lo peor es que hay otras sufriendo en manos de esperpentos, esperando la muerte.
El planeta apesta, el sufrimiento está acumulado, el dolor aumenta a cada día y la propaganda que nos rige habla de felicidad para el año que se avecina. ¡Ironía barata! Los ma-
níacos siguen como dueños del mundo, resulta absurdo y grotesco esperar que ellos piensen en el bien común, en la evolución, en la paz o cualquier cosa que sea buena.
Ellos hacen las guerras dentro de fronteras y afuera hacen propaganda de cosas que no importan y las personas están amainadas como borregos, teleguiadas, obedientes a la propaganda creyendo que todo anda bien en el planeta azul.
Entiendo que el planeta no se pone mejor porque termina un año y empieza otro. El calendario cambia y las guerras siguen generando sufrimiento. Para mí, la guerra es un juego político vergonzoso que puede ocurrir en cualquier lugar, y no sé cuáles son los factores que desencadenan la locura y el mal.
Murió Bodashka, un niño de apenas seis años, su mirada tenía ímpetu y fuerza, y su rostro vida y calor, pero al final un misil ruso le dejó lívido y sin vida; es la suerte que corren los niños en las guerras.
Mientras tuvo vida, Bodashka, nunca dejó de soñar que la guerra acabaría y que de grande sería bombero de Kiev.
RUTA SUR DEL PATRIMONIO INDUSTRIAL MINERO
Herencia cultural del territorio potosino
Conjunto habitacional en Atocha Vieja, exasentamiento minero.
Campamento de Telamayu.
Templo de Chocaya Grande, Patrimonio Cultural Material Inmueble.
Antigua estación de andariveles en Siete Suyos.
El museo Casa Nacional de Moneda y casa curatorial Centro de la Revolución Cultural, entidades dependientes de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia (FC-BCB), emprendieron el registro y puesta en valor de 21 sitios de Patrimonio Industrial Minero en Bolivia a partir de 2021. En 2022, se completó el trabajo de investigación en la ruta sur del departamento de Potosí con la catalogación de 11 sitios adicionales para poner en valor la dinámica sociocultural y económica asociada a la producción y explotación de los minerales: plata, zinc, plomo, antimonio, estaño, boro, wólfram, cobre y oro.
La información de los distintos sitios de Patrimonio Industrial Minero en esta fase de investigación se relevó y analizó desde su estado actual, historia y su origen en torno a la actividad de extracción de minerales y/o la actividad concomitante. Se tomaron en cuenta sucesos trascendentales históricos reales, asociados a los conflictos socioculturales antes y después de la independencia, el proceso democrático, los cuales incidieron en favor o en contra del desarrollo de las actividades.
Chocaya, Ánimas, Siete Suyos, Atocha, Atocha Vieja, Quechisla, Chorolque, Telamayu, Tatasi, Portugalete y San Vicente son los sitios investigados por separado y en su conjunto, y los nexos existentes de unos con otros. Esos sitios son similares en cuanto al aspecto biofísico, es decir, relieve, suelo, agua, flora y fauna. Sin embargo, la característica de cada uno radica en el valor que la mujer, hombre y la comunidad asignó al espacio natural, en función a la vocación de cada sitio de patrimonio industrial. Estos difieren uno de otro
por ser mina, asentamiento minero, ingenio, espacio de comercio e intercambio u otros.
La interacción del ser humano con el medioambiente ha calado profundamente en el espíritu del paisaje cultural que expone la Ruta Sur del Patrimonio Industrial Minero. En el recorrido se descubrió que entre los sitios transcurre un itinerario cultural, se realza la interacción cultural existente entre los 11 sitios, aspectos que potencian el recorrido.
El elemento preponderante que respalda el Itinerario Cultural de la Ruta Sur es el histórico, hechos como: relevancia del mineral de Bolivia en las guerras, aparición de los barones del estaño, nacionalización de las minas, creación de la Corporación Minera de Bolivia (Comibol), relocalización de los mineros, consolidación de cooperativas e inversión actual para fomentar el campo de la extracción del mineral.
En otra dimensión se encuentra el legado de formas de trabajo, usos y costumbres de los actores sociales en torno a los socavones, áreas de producción y selección del material, formas de transporte del material, vida en el campamento, manejo de las herramientas y materiales, es decir, el conocimiento intangible heredado de una generación a otro en torno a la industria del recurso mineral.
A manera de conclusión, la investigación propone dar a conocer la relevancia de cada uno de los sitios considerando los aspectos socioambientales. De esta forma, traducir la información técnica presentada en una interacción dinámica que permita al lector y/o visitante de estos sitios involucrarse con el contenido del documento presentado y generar interés de todos aquellos que quieran incursionar en el campo del Patrimonio Industrial Minero.
Promoción de artistas emergentes
El arte fue la excusa para reunir en Potosí e integrar al país a una gran paleta de colores y cerámica, deleitaron a los concurrentes, quienes se encontraron
David Aruquipa PérezLa gestión 2022 fue sin duda el año de descubrir el talento boliviano a través del programa Artistas Emergentes de Bolivia, una iniciativa del Centro de la Revolución Cultural (CRC) dependiente de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia (FC-BCB), que fomenta la producción artística, promueve el diálogo entre artistas y visibiliza los discursos, narrativas e imaginarios visuales en torno al arte contemporáneo en nuestro país. Con mucho entusiasmo se presentó la exposición colectiva realizada el 9 de diciembre de la presente gestión, en instalaciones de la Casa Nacional de Moneda, en la ciudad de Potosí, convertida en un semillero de artistas. La exposición fue un homenaje a la ciudad de Potosí, cuna de grandes artistas, como Melchor Pérez de Holguín, Cecilio Guzmán de Rojas, Miguel Alandia Pantoja entre algunos, que son la inspiración de estas nuevas generaciones.
El arte fue la excusa para reunir en Potosí e integrar al país a una gran paleta de colores y técnicas, que, a través de 54 obras ganadoras, en pintura, dibujo, escultura, grabado y cerámica deleitaron a los concurrentes potosinos, quienes se encontraron con miradas diversas de nuestra amada Bolivia. Fue enriquecedor reunir a través de sus obras a jóvenes artistas de Oruro, El Alto, Cochabamba, Beni, Pando, Tarija, Chuquisaca y Potosí, quienes fueron protagonistas de este despliegue de emociones territoriales. No fue fácil llegar a esta muestra curatorial, cada departamento tuvo un proceso rígido de selección de las obras ganadoras, en la que un jurado calificador, de alta sensibilidad y capacidad técnica, seleccionó las mejores en cada especialidad, respetando la temática que se eligió en cada región. Además destacaron una de las creaciones artísticas por cada territorio, concediéndole la categoría de ‘Gran Premio’.
Emociona visitar las salas de exposición temporal de la Casa Nacional de Moneda, donde la población potosina, visitantes de todo el país y el mundo podrán reconocer a nuestros artistas noveles que inician sus carreras y que con el tiempo se consolidarán más y más. Les invito a recorrer por las obras ganadoras en cada uno de los departamentos.
ARTISTAS EMERGENTES DE ORURO
El departamento de Oruro abraza el Carnaval más importante del país, capital folklórica de Bolivia, cuenta con un patrimonio industrial minero notable, esta vocación permitió elegir estos temas para su convocatoria territorial, destacando el
Gran Premio con la obra El dolor de tus brazos, de Álex Iván Burgos Quiroz, la misma evoca el trabajo y la fuerza del minero orureño. Esta narrativa discursiva se conecta con las obras el Diablo, de Javier Rivera Choque; la Palliri, de Valeria Alejandra Cortez Quiroz y Anastasia Sdobnikova; Ofrenda al Tío, de Veimar Andrés Robles Ayma; y Ansiedad Minera, de Ariel Calla Callapa, un despliegue de sentimientos, fiesta y ritualidad de la mano de personajes que nos llevan a recorrer por el poder de tus brazos, Oruro.
ARTISTAS EMERGENTES DE EL ALTO
En esta joven y valerosa ciudad, la Carrera de Artes Plásticas de la Universidad Pública de El Alto fue la promotora para activar la iniciativa a través del VIII Salón de Invierno Wayna Arte (Arte Joven). El Gran Premio fue para la obra de Sergio Mamani Condori, quién plasma en su obra a sus personajes con un aspecto robusto, recordándonos al gran artista colombiano Fernando Botero que decía: ”Pinto gordos para crear campos de color”, a esta obra se unen las demás ganadoras de las/os artistas Noemí Celyme Quispe Juli, Jhonny Machaca Macuchapi, Edwin Víctor Tito Villa, Víctor Gabriel Mamani Avendaño y Gabriel Colque Alejandro, ya reconocidos como una generación joven de artistas de esta potente ciudad de ‘El Alto siempre de píe nunca de rodillas’.
ARTISTAS EMERGENTES COCHABAMBA
Cochabamba desde 2017 fue nombrada como ciudad creativa gastronómica por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), por lo mismo, la temática asumida para esta ciudad fue Gastronomía y Fiestas Populares. El gran premio fue para el grabado titulado Chicha, Elixir Valluno, de Nayeli Chumacero Murillo, esta obra manifiesta la importancia ritual y comunitaria que se genera a través de este patrimonio gastronómico, las demás obras ganadoras son Delirios de Todos Santos, de Daniela Andrea Mareño Rocha; K’Aj El Tutumaso, de Eliana Quisbert Apata; Warmi, de Mayra Claudia Pinedo Méndez; Tiempos de Cambio, de José Manuel Nina Maldonado; y la obra el Choripan.Za, de Diego Alejandro Gonzales Estrada, cada una nos envuelve en estas tierras vallunas, rica en sabores, olores y colores.
ARTISTAS EMERGENTES BENI
La belleza natural del Beni, su conexión con los llanos y las fiestas ignacianas dieron soporte para definir las temáticas del concurso enfocadas al medioambiente, flora y fauna y pueblos indígenas, la obra seleccionada como el gran premio fue el Achu Milenario, de Eduardo Hur-
TALENTOS
emergentes de Bolivia
y técnicas, que, a través de 54 obras ganadoras, en pintura, dibujo, escultura, grabado y encontraron con miradas diversas de nuestra amada Bolivia.
tado Antelo, personaje ritual que evoca a los abuelos o antepasados que visitan cada año a la gran fiesta de los Mojos, entreteniendo y amenizando la fiesta. La obra es una máscara de cerámica de gran tamaño, las otras obras ganadoras son Danza del Sumurucucú, de Yesica Quisbert Cortez; Realidad sirionó, de Soledad Pessoa; La ninfa de Moxos, de Remberto Parada Egüez; y la obra Caza del jaguar, de Eduamir Muñoz Almendras.
ARTISTAS EMERGENTES PANDO
Este departamento con su capital, Cobija, ‘La perla del Acre’, una ciudad nueva envuelta por la selva amazónica, eligió las temáticas de medioambiente y pueblos indígenas, siendo la obra ganadora Familia Machineri, de Yaneth Garzón, una artista joven que rescata la belleza y la vida comunal de este pueblo indígena que se encuentra en el municipio de Bolpebra, a orillas del río Acre, en la frontera con Brasil y Perú. A esta obra acompañaron otras magníficas propuestas denominadas: Gaia, de Jairo Ticona Aguirre, El sigiloso jaguar pandino, de Gabriel Puerta Cruz; Habitad, de Juan Choque, Inundación río Acre 2015, de Alejandro AbreTacú Amazónico, de Rey Josué Daza, todas estas obras nos invitan a visitar esta bella tierra pandina.
ARTISTAS EMERGENTES
TARIJA
Tarija, la tierra de Moto Méndez, un departamento que desborda en cultura, tradición y aporte artístico, se centró en San Roque la Fiesta Grande de Tarija, inscrita en la lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad (Unesco, 2021).
Este homenaje a la Fiesta de San Roque otorgó el premio mayor a la obra: Danza despierta, de Ricardo Fabio Terán Michel, un encuentro mágico con el personaje ritual de los chunchos, a esta acompañan las siguientes propuestas: Tradición, de Luis Miguel Maygua Quispe; A los pies de nuestro Sanador Roque Divino, de Eriqueta Maggi Aguirre Rivera; Tierra de fe, de Denavio Méndez Bedoya; Devoción, de Ericka Anjhela Vargas Ayarde; y Fiesta Grande de San Roque, de Brayan Jaaziel Codori Sóliz.
ARTISTAS EMERGENTES
CHUQUISACA
Chuquisaca eligió las temáticas de gastronomía, fiestas populares y patrimonio cultural, siendo acreedora del Gran Premio la obra Morena, de Pedro Quispe González, a esta magnífica pieza acom-
pañan las siguientes obras: Yawar Masinchik, de Jesús Reynaldo Ugarte Vallejos; Uno con el universo, de Néstor Hugo Bautista Molina; Tejiendo culturas, de Alexander Barrientos Quispe; Imaginador psicofásico de gran atracción, de Álvaro Rubén Torrico Dalence; y la obra Raíces, de Antonio Ríos Landa.
ARTISTAS EMERGENTES POTOSÍ
El departamento de Potosí ha elegido los ejes temáticos de minería, patrimonio cultural y medioambiente. Las obras ganadoras cuentan con un alto nivel técnico y reflexivo: El Tío Minero, de Alain Douglas Yucra Berrios; Potosí, cuna del charango, de Rubén Omar Cruz Loza; Potosina, de Paola Rubí Tapia Quispe; Estampa minera, de Diego Armando Soliz Gutiérrez; Aldabón grotesco, de Luis Ulises Alfaro Montero, a estas obras se sumó el gran premio otorgado a Saulo Mariscal Bellido, con su magnífica propuesta La fe escrita en un trozo de papel Cierro el recorrido con esta obra, porque el artista Saulo Mariscal logra impresionar a los espectadores con la sutileza y belleza que contiene, como dice el periodista Juan José Toro, a primera vista, la obra “no parece ser pintada en nuestro tiempo, sino en el siglo XVII”, además es histórica, ya que recrea una crónica descrita en la Historia de la Villa Imperial de Potosí, de Bartolomé Ar-
sánz de Orsúa y Vela. Una historia que relata los avatares de Juana Riquelme, que, en esos tiempos, al verse sola e imposibilitada de mantener a sus hijas que estaban en edad de casarse, busca desesperadamente dinero para la dote de su hija. Este relato es manejado con maestría por Mariscal, quién crea una escenografía realista a través de sus protagonistas, la mujer que espera, expectante, la reacción de un mercader que opera una balanza, visualizando en el lado izquierdo un pedazo de papel doblado y a la derecha varias monedas de plata, que, pese a su peso, no logran superar la levedad del papel. Una historia que te invita a recorrer las crónicas de Arsanz para saber porque sucedió este ‘milagro’.
Este recorrido por las 54 obras artísticas, muestra la riqueza de la producción novel en las artes visuales de nuestro país. La participación de los jóvenes artistas se hizo posible gracias a una alianza estratégica con universidades, institutos públicos y privados y espacios autogestionados de formación artística; alianza que fue determinante en la prosecución de cada una de las etapas. En este cierre de gestión queremos felicitar y homenajear a cada ganador/a con el compromiso de que el 2023 continuaremos con este programa que está dejando tan buenos resultados.
Personajes de la cultura boliviana que fallecieron en 2022
Comienza un nuevo año, sin embargo es necesario recordar a quienes aportaron al país desde diversos ámbitos para que la memoria colectiva no se pierda. Crónicas presenta la segunda parte de este homenaje a intelectuales, artistas, músicos e investigadores que partieron la pasada gestión.
JUAN WÁLTER ARAOS UZQUEDA (Antofagasta, Chile, 7 de febrero de 1952. 12 de febrero). Poeta, filósofo y lingüista chileno. Radicó en Bolivia desde 1984. Investigador del Departamento de Filosofía y Letras y de la Facultad de Teología de la Universidad Católica Boliviana San Pablo. Fue profesor de griego antiguo, latín, filosofía griega, filosofía medieval, hermenéutica, lógica, epistemología en la Universidad Católica y Mayor de San Simón de Cochabamba. Miembro de la Sociedad Boliviana de Estudios Clásicos y de la Sociedad Platónica Internacional.
ÓSCAR GUILLERMO HURTADO SUAREZ (Trinidad, 24 de noviembre de 1937. 25 de marzo). Historiador, poeta y escritor autodidacta. Decano de la Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos del Beni, premio departamental de Cultura (2011), medalla de Oro al Mérito Cultural (2021).
Fue director de la biblioteca Gerson Justiniano Guiteras, presidente de la Academia Beniana de Letras, asesor cultural y director de la Biblioteca y Archivo de la Casa de la Cultura de Trinidad.
RAMIRO REYNAGA BURGOA (San Pedro de Buena Vista, Potosí, 1938. La Paz, 13 de junio). Miembro del Ejército de Liberación Nacional, luego del Movimiento Indio Tupaj Katari (MITKA). Primer coordinador del Consejo Indio de Sud América (CISA), autor de Tawa-intisuyu: cinco siglos de guerra kheswaymara contra España, publicado con su nombre político ‘Wankar’, fue uno de los tres hijos del pensador indianista Fausto Reinaga.
PEDRO JIMÉNEZ MARÍN (Riberalta, Beni, 1 de agosto de 1947. 25 de junio). Poeta y educador. Estudió literatura en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), Educación en la Universidad Católica Boliviana La Paz, se especializó en Louisville, Kentucky (EEUU), Santiago de Compostela (España) y, en teatro, en Chateau de Vincennes, París (Francia).
AMANDA SÁNCHEZ GARECA (San Lorenzo, Tarija. Falleció el 3 de julio). Maestra e integrante del conjunto Los Montoneros de Méndez, de Tarija, compuesto desde sus inicios por maestros rurales, como Luis Maidana y el Sapo Mallea, fundado en 1967 en la ciudad de Tarija.
ÉDGAR ‘YAYO’ JOFFRÉ (La Paz, 4 de febrero de 1937. Ginebra, Suiza, 12 de julio). Músico, compositor e intérprete, vocalista del afamado grupo Los Jairas. Ganador del primer premio del II Festival de la Canción Lauro con el tema El llanto de mi madre
HILDA GOYOCHEA MÉRIDA (Quillacollo, 11 de julio de 1942. 18 de julio). Estudió periodismo en Bolivia y en la Universidad de los Trabajadores de América Latina (Venezuela). Inició su labor a sus 15 años en radio Germán Busch de Uyuni; luego en radio El Cóndor y radio Illimani la Voz del Estado Boliviano. La primera y única mujer que fue secretaria ejecutiva de la Federación de Trabajadores de Radio y Televisión de Bolivia (1992-1994).
MARCOS NIVARDO DÓMIC RUIZ (Llallagua, Potosí, 22 de julio de 1936. La Paz, 31 de agosto). Médico psiquiatra, integró la Juventud Comunista de Bolivia, fue primer secretario y secretario de Asuntos Internacionales del Partido Comunista de Bolivia (1996-2008); candidato por la Izquierda Unida a vicepresidente. Coordinador Nacional de la Alianza Revolucionaria Antiimperialista e integrante de la Red de Artistas e Intelectuales en Defensa de la Humanidad. Director de la revista Marxismo Militante del PCB y Columnista de Opinión de Cochabamba.
RAMÓN DAVID TITO COAQUIRA (La Paz, 24 de agosto de 1953. 27 de julio). Pintor y escultor. Estudió en la Academia Nacional de Bellas Artes Hernando Siles de La Paz. Realizó 82 exposiciones individuales y colectivas en Alemania, Bolivia, Estados Unidos y Japón. Su obra, que integra el Museo Nacional de Arte, fue reconocida por la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia.
DAVID RÍOS GASTELÚ (Oruro, 6
de agosto de 1931. 31 de julio). Periodista cultural, escritor y crítico de arte boliviano, se desempeñó como periodista en La Nación, El Diario, Última Hora y Presencia; en las radios Amauta, Illimani y El Cóndor, además del medio televisivo ATB, en los cuales se dedicó al periodismo cultural.
ERNESTO CAVOUR ARAMAYO (La Paz, 9 de abril de 1940. 7 de agosto). Músico, cantautor, artista, prolífico inventor de instrumentos musicales y autor de libros de historia y enseñanza musical. Inició su carrera como solista (1957), creó el Museo del Charango (1962), fundador del grupo Los Jairas, con ‘El Gringo’ Gilbert Favré, Yayo Jofrê y Alfredo Domínguez (1966), fundó la Sociedad Peruana del Valle (1973), formó el Trío Bolivia Corazón de América (1979) con Nicolás Soruco y Luis Rico. Ingresó a la Asociación de Inventores de Bolivia en 1997.
YOLANDA CABRERA ROSADO (Vallegrande, Santa Cruz, 26 de octubre de 1941. Santa Cruz de la Sierra, 29 de agosto). Etnomusicóloga, una de las principales investigadoras de la música e impulsora de la formación y el estudio de las danzas y los instrumentos folklóricos del oriente boliviano. Fue creadora de La Tamborita de la Normal Enrique Finot, que participó en el primer festival Sombrero e Sao (1984).
EDUARDO TRIGO O’CONNOR D’ARLACH (Tarija, 17 de octubre de 1936. 9 de septiembre). Escritor, abogado, diplomático, historiador y periodista. Desempeñó cargos en la Cancillería, docente y director de Cooperación y Relacionamiento Internacional en la Universidad Juan Misael Saracho. Fue corresponsal de Presencia y presidente de la Asociación de Periodistas de Tarija. Miembro de la Academia Boliviana de la Historia, Sociedad Boliviana de la Historia, Instituto Boliviano de Genealogía, Sociedad Geográfica y de Historia de Tarija y Sociedad Argentina de Escritores. Integró el Comité Editorial de la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia.
AMARU VILLANUEVA RANCE (La Paz, 5 de diciembre de 1985. Londres, Reino Unido, 18 de septiembre). Estudió Política, Filosofía y Economía en la Universidad de Oxford, Inglaterra, con maestría en el Oxford Internet Institute. Coeditor de El Desacuerdo, editor de Bolivian Express Magazine, enfocada en la difusión de la cultura boliviana en el mundo angloparlante. Artífice del Centro de Investigaciones Sociales y de la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia.
JOSÉ RENÉ MORENO KREIDLER nacio de Velasco, Santa Cruz, 2 de noviembre de 1931. Santa Cruz de la Sierra, 21 de septiembre). Músico, compositor. Estudió Ingeniería Indus trial en la Universidad Mayor de San Andrés, en La Paz. Inició sus estudios de guitarra (1949) e in tegró el conjunto Los Pascaneros (1955), formó el dúo (con Juan Melazzini) y más adelante el trío (con Miguel Butrón) Los Cambas. Autor y com positor de piezas memorables de la música orien tal, como Pan de arroz El carretero, Mi viejo Santa Cruz, Paica en carnaval y El aguilillo
PEDRO AQUILINO CHINO CHOQUE munidad de Santa Rosa, provincia Pacajes, 19 de octubre de 1956. La Paz, 5 de noviembre). Docente y bibliotecario. Trabajó en las biblio tecas itinerantes de Cepromin y en la biblio teca Casto Rojas del Banco Central de Bolivia. Docente titular de la carrera de Bibliotecología y Ciencias de la Información de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Mayor de San Andrés.
JORGE MEDINA BARRA (Comunidad de Chijchipa, Coroico, prov. Nor Yungas de La Paz, 24 de abril de 1968. La Paz, 23 de noviembre). Fue diputado por el Movimiento Al Socialis mo, líder defensor de los derechos del pueblo
afroboliviano. Impulsor de la Ley 045 Contra el Racismo y toda forma de Discriminación. Uno de los fundadores del Movimiento Cultural Saya Afroboliviano y del Centro Afroboliviano para el Desarrollo Integral y Comunitario. ENZO DE LUCCA CALDERÓN DE LA BARCA (La Paz, 18 de marzo de 1965. 28 de noviembre). Fotógrafo y documentalista anarquista. Vivió en Florencia, Italia, hasta 1986. Inició su labor en agencias de NNUU (19891996), fundador del diario La Prensa y el último fotógrafo de Presencia. Trabajó en matutinos nacionales e internacionales como fotoperiodista y en la Unidad de Comunicación del Estado Plurinacional. Formó un archivo fotográfico digital con más de 10 mil registros, por lo que integra el Diccionario biográfico de srchivistas de Bolivia. Jurado en la 6ta Convocatoria Letras
e Imágenes de Nuevo Tiempo, Senkata y Sacaba: Noviembre en la Memoria, de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia (2021).
RAÚL MARCELO THÓRREZ LÓPEZ (Sucre, 22 de julio de 1950. 14 de diciembre). Profesor normalista, etnomusicólogo, con especialización en Venezuela. Estudió Historia en la Universidad San Francisco Xavier. Jefe del Dpto. de Registro, Catalogación y Etnomusicología del Instituto Boliviano de Cultura MEC (1975-1976), jefe del Dpto. Catalogación y Etnomusicología del Musef (19791982), subdirector y jefe del Dpto. de Museo Archivo y Biblioteca de Casa de la Libertad (19901997) y coordinador general de la Casa Nacional de Moneda en Potosí (1998).
(*) Magister Scientiarum en Historias Andinas y Amazónicas y docente titular de la carrera de Historia de la UMSA.
REMEMBRANZAS
Catavi en la memoria
Los chalets y las lujosas viviendas, como la Casa Gerencia, tenían sus propios jardines ornamentados con una diversidad de flores, como rosas, gladiolos, tulipanes, girasoles y otros. No faltaban los campamentos que contaban con amplios huertos, donde incluso se producían tubérculos, legumbres y hortalizas.
Víctor MontoyaCuando crucé el umbral de la adolescencia algunos fines de semana abordaba una movilidad cerca de la iglesia de Llallagua y, con un mundo de ilusiones en la mente y el corazón latiéndome con regocijo, me iba por un serpenteante camino rumbo a esa población que ostentaba un microclima que, por entonces, permitía el desarrollo de especies forestales que no se conocían en Siglo XX ni en Llallagua, para conquistar a las hijas de los técnicos y médicos de la empresa minera, quienes salían a pasear y dar vueltas y vueltas en la plaza 6 de Agosto, que constituía el mejor punto de encuentro para amigos y enamorados, y en cuyo templete los fines de semana no faltaba la banda del sindicato para amenizar los días con música nacional.
En Catavi me reunía con algunos compañeros del colegio Junín para estudiar literatura marxista y preparar marchas de protesta, y sumarnos, en nuestra condición de estudiantes revolucionarios, a las luchas reivindicativas de los trabajadores, que eran nuestros padres, como las ‘amas de casa’ eran nuestras madres. De modo que Catavi fue uno de los centros mineros en el que desarrollé mi temprana actividad política junto a un grupo de aguerridos compañeros de lucha.
En Catavi no solo frecuenté la pequeña plaza, sino también el teatro Simón I. Patiño, ese majestuoso edificio construido con piedra labrada, como para que perdurara toda una eternidad, donde se exhibían, los siete días de la semana, películas a colores y en blanco y negro. Además, de tanto en tanto, el teatro se engalanaba con diversas actividades culturales, en las que no faltaban las actuaciones de consagrados artistas nacionales e internacionales, las funciones de títeres para niños y las funciones de teatro para adultos.
El teatro Simón I. Patiño, que se erigió en pleno centro de la avenida Bolívar antes de la revolución nacionalista de 1952, es todavía una portentosa construcción, aunque está algo abandonado por la dejadez de las autoridades del municipio llallagueño, quienes hacen poco o nada para conservarlo con el esplendor de otros tiempos. Sin embargo, aunque ahora está descuidado y rodeado de basura, donde merodean los perros hambrientos y pastan las ovejas a su regalado gusto, sigue siendo el monumento que testimonia la grandeza de la Era del Estaño; más todavía, así se produzca un cataclismo o un ventarrón salido de los últimos infiernos, el teatro será una de las pocas construcciones que, ante el asombro de propios y extraños, quedará en pie, como una roca apenas acariciada por el soplo del viento.
Ahora bien, la misma discriminación y desigualdad social que existía en los balnearios, se replicaba en el teatro Simón I. Patiño, donde las butacas de “preferencia”, tapizadas con cuero, estaban reservadas para las familias de los altos empleados de la empresa, mientras que los bancos de madera de ‘luneta’ estaban destinados a las familias de los obreros de interior y exterior mina.
Esta extraña realidad se daba, de manera natural y sin protestas, en una población donde estaban concentrados los sindicatos más revolucionarios del país, con tesis políticas que exigían los mismos derechos y obligaciones para todos los seres humanos. Pero, como es bien sabido, una cosa era la teoría y otra muy distinta la realidad, o como bien diría mi señora madre: “Del dicho al hecho…”.
CALLES Y VIVIENDAS DE LUJO
Caminar por las calles de Catavi, desde la Plaza Triangular que, los días viernes y a espaldas de los deteriorados campos deportivos, se llena de vecinos y comerciantes minoristas, es volver a revivir la grandeza de un glorioso pasado, pero también una de las peores maldiciones que le tocó vivir a esta población minera: el olvido.
Ya nada es lo mismo desde el D.S. 21060, que el gobierno de Víctor Paz Estenssoro promulgó el 29 de agosto de 1985, ocasionando que miles de familias abandonaran los campamentos y se marcharan rumbo a otros derroteros, para sobrevivir a la crisis económica que sacudió los cimientos de la nación, por el descenso de los precios del estaño en el mercado internacional y el inicio de un ciclo de gobiernos neoliberales.
A muchos años de aquel infausto Decreto Supremo, que provocó la muerte estatal de la mi-
nería nacionalizada y puso fin al sindicalismo revolucionario, los habitantes que decidieron permanecer en Catavi, contra todo pronóstico y a pesar de todo, viven en algunas casas que, como melladas por el paso inexorable del tiempo, parecen desmoronarse poco a poco. Desde luego que este panorama desolador es diferente al de ese Catavi de antaño que, a diferencia de las poblaciones aledañas, parecía un verdadero vergel, con un clima benigno que permitió el desarrollo de especies forestales que los técnicos gringos de la Patiño Mines, expertos en minería, se dedicaron a cultivar en un terreno yermo, con la intención de hacer más llevadera y saludable su estadía entre los abruptos cerros del altiplano.
Los chalets y las lujosas viviendas, como la Casa Gerencia, tenían sus propios jardines ornamentados con una diversidad de flores, como rosas, gladiolos, tulipanes, girasoles y otros. No faltaban los campamentos que contaban con amplios huertos, donde incluso se producían tubérculos, legumbres y hortalizas. Tampoco faltaban las calles donde los transeúntes podían descansar bajo la sombra de los eucaliptos, pinos, abetos y árboles de sauce llorón.
Llegar a la ‘avenida’ principal de Catavi, luego de bajar por un caminito serpenteante y asfaltado, es recobrar las esperanzas perdidas, porque se ve mayor movimiento de gente, que da la impresión de que en la población todavía se respira vida gracias al funcionamiento de algunas de las carreras de la Universidad Nacional Siglo XX, que tiene en marcha la construcción de nuevos edificios, con salones amplios y equipos de última generación, destinados a mejorar las condiciones de trabajo de los docentes y la calidad educativa de los estudiantes.
A LO LARGO DE LA AVENIDA BOLÍVAR
En la ‘avenida’ principal bautizada con el nombre del libertador Simón Bolívar no pueden disimularse, enfrente de las colinas artificiales de ‘lama’, levantadas durante décadas con los residuos del concentrado de mineral en el ingenio Victoria, las desoladas dependencias del antiguo Hospital Obrero y el Hospital del Niño Santa Albina que, en sus épocas de oro, fueron las más grandes y mejor equipadas del país, como lo fue la Escuela de Enfermeras. ¡Todo un orgullo de los cataveños!
En la ex Casa Gerencia, actualmente destinada a custodiar los documentos del Archivo Histórico Minero, destacan los pinos y abetos decorando la entrada principal. Ya no es la misma mansión donde vivían, a cuerpo de rey, los gerentes de la empresa Patiño Mines & Enterprises Consolidated, Inc., a pesar de las restauraciones que se le hicieron con miras a convertirla en el futuro Museo Minero de Catavi.
Al lado de esta mansión, con habitaciones de techos altos, jardín interior y vastos salones, están las deterioradas oficinas de la Gerencia que, desde la Nacionalización de las Minas, sirven a la estatal Corporación Minera de Bolivia (Comibol). En sus locales, tantas veces saqueados y desmantelados, se conserva todavía el escritorio y los principales muebles que usaron los jerarcas de la administración del magnate minero, junto a un antiguo teléfono de cableado que les permitía comunicarse con La Paz y los puertos de Arica y Antofagasta.
El afamado Club Social, que hoy tiene las ventanas con vidrios rotos y las paredes agrietadas, fue uno de los recintos más apreciados de la Empresa Minera Catavi, pues aquí se daba cita la crema y nata de la empresa y se realizaban las fiestas sociales; los hombres asistían ataviados con frac y las mujeres con prendas de exclusiva costura. El ingreso de los obreros y empleados de “bajo rango” estaba terminantemente prohibido por “órdenes de los capos”. En el exclusivo ambiente del Club Social, que contrastaba con la miserable forma de vida de las familias mineras, desfilaban garzones que servían platillos para los gustos más refinados y un “trencito” de destilados importados desde Europa, mientras una orquesta, contratada para la ocasión, amenizaba la fiesta hasta el amanecer.
A unos pasos más allá, como expuesto sobre una plataforma de mampuesto y argamasa, está el establecimiento del colegio Junín, que antes funcionaba en el primer edificio que se construyó en la pampa María Barzola. Enfrente, donde estaban las instalaciones del ingenio de tratamiento de minerales Victoria (bautizado con este
nombre en honor a una de las reinas de Inglaterra), se lee un letrero que dice: “Al infierno no le temo porque sé que en ese infierno se encuentra el anhelo que tanto quiero y por mi patria Bolivia ofrendaré… ¡¡¡Mierda!!! ¡¡¡Carajo!!!”. En efecto, aquí está acantonada una de las tropas del Regimiento de Infantería Illimani de la población de Uncía, cuyos soldados, que entran y salen por un enorme portón, parecen centinelas custodiando los pocos bienes que quedaron de la Empresa Minera Catavi después del D.S. 21060; una medida draconiana que provocó el inminente cierre de las minas y una forzosa “relocalización”, que por poco no dejó a Catavi reducida a una población cubierta de polvo y arenisca.
DE LA COOPERATIVA MINERA MULTIACTIVA A LA PLAZA 6 DE AGOSTO
Caminando en dirección a la plaza 6 de Agosto, es inevitable no advertir, al costado derecho, la infraestructura de la Cooperativa Minera Multiactiva, antecedida por una caseta de serenería y una valla metálica como puerta de acceso hacia un terreno de producción compartida, donde los trabajadores desarrollan una febril actividad para ganarse el pan del día; al costado izquierdo, sobre una pendiente terrosa y exenta de vegetación, permanecen mudas las paredes de la panadería, con sus ventanillas desvencijadas y sus puertas trancadas por dentro y por fuera. De la ‘pulpería’ que hasta 1986 estaba atestada de gente que acudía a sus almacenes para proveerse de los alimentos de primera necesidad no queda más que el recuerdo de los tiempos en que Catavi era una población envidiada por otros centros mineros del país.
En la curva cerrada del camino, frente a la puerta de acceso a la Cooperativa Minera Multiactiva, funciona un Garaje de Reparación, donde el visitante es sorprendido por el estridente ruido de los fierros, combos y martillos que los trabajadores matizan con risas y voces altisonantes. Desde allí es posible divisar el local de radio 21 de Diciembre, que no dejó de transmitir programas musicales e informativos desde el día en que salió a éter en octubre de 1952, y la plaza principal de Catavi, encuadrada por casitas con paredes de adobe y techos de calaminas de zinc, habitadas por las familias que decidieron permanecer en el lugar, a pesar del cierre de las minas y la “relocalización” de los trabajadores que dejó casi en ruinas esta histórica población minera, que constituyó el centro motor de la industria estañífera más sólida y vibrante de América Latina y el mundo.
Catavi, más para bien que para mal, pasó a formar parte de los recuerdos de mi infancia y adolescencia; una población donde se desarrolló la industria de la Patiño Mines & Enterprises Consolidated, Inc., cuyo propietario fue uno de los hombres más ricos de Bolivia y el mundo, pero también uno de los magnates que se enriqueció explotando la fuerza de trabajo de los obreros, quienes, junto a sus esposas y su numerosa prole, vivían hacinados en los campamentos mineros, sin más recompensa que una vida miserable y un salario de hambre.
EN LA FERIA 16 DE JULIO
Un fanático, una canción y el primer adiós
Los recuerdos pueden ser perecederos, pero las personas que pasan por la vida siempre dejan huella. Por eso cuando llega la despedida hay una suerte de intercambio implícito, somos como el viento, llevamos con nosotros algo de quienes conocimos.
“¿La conoces?”, me dijo.
—Sí, por la película Grease—, le respondí.
Conocí a Rafael Bautista, alias el ‘Chuño’, feriante (en sus ratos libres), albañil, autodidacta y fan alteño de Olivia Newton John hace más de quince años. En ese entonces, él era un hombre menudo pero robusto, lo vi en una de esas calles empinadas donde los comerciantes instalan su mercadería en el suelo y forman una especie de fila alineada como los soldados en los cuarteles. La música siempre lo acompañaba, cargaba un parlante en su carrito de metal y en cajones de cartón CD de varios artistas. Manejaba una especie de catálogo para sus clientes en un cuaderno que estaba forrado con la foto de aquella rubia de ojos grises. Mi bisabuela y abuela, ambas feriantes, tenían un puesto fijo en la feria 16 de Julio de la ciudad de El Alto, considerada como uno de los mercados callejeros más grandes del mundo. Según datos de la Cámara de Industria, tiene una extensión de 43 mil metros aproximadamente y cada vez crece más. Los domingos me convertía en una vendedora callejera, mi misión era ambular por los lugares más concurridos de esa feria con un carrito de metal que llevaba material escolar. Uno de esos domingos, repletos de gente, mi carrito de dos ruedas se chocó con otro parecido al mío, pero llevaba a cuestas un parlante con dos altavoces. El hombre que lo manejaba me hizo un guiño y me dijo que conocía un buen lugar donde podíamos estacionarnos. Sin pensarlo lo seguí, en efecto, el sitio al que llegamos era tranquilo y también había clientes.
Don ‘Chuño’ —le dijo una señora con tono desafiante—, me debe dinero, cuándo resolverá lo del alquiler, le preguntaba. Al hombre parecía no importarle y sonriente le dijo que uno de estos días conseguía un contrato y enseguida se lo pagaría.
PLEASE MR PLEASE
“Para mí eso no es nada, ese dinero en un día gano. Solo que ahora no puedo encontrar trabajo, pero ya aparecerá. Soy albañil, gano bien”, me dijo mientras colocaba en su reproductor un disco de Olivia Newton John.
Colocó Please Mr Please y enseguida me tradujo la canción. “En la esquina de la barra hay una máquina de discos, con lo mejor de la música country, lo viejo y lo nuevo. Puedes escuchar cinco canciones por un cuarto. Y las canciones de alguien más cuando las tuyas terminen. Tengo buen whisky de Kentucky en el mostrador y mis amigos alrededor para ayudarme a aliviar el dolor”.
—Sabe inglés—, le dije.
“No, ni siquiera sé leer bien, pero uno aprende solo al escuchar las canciones. Si quieres aprender tienes que saber escuchar, esa es la clave de la vida”, dijo mientras recordaba su infancia.
Don ‘Chuño’ no pudo estudiar porque se vino del campo a sus diez años, vivió con unos tíos, pero pronto lo abandonaron, él se buscó la vida.
“En estos años aprendí que puedes hacer todo lo que quieras, yo hubiera sido músico, pero ahora me conformo con grabar canciones en CD, traigo novedades, canciones que son buscadas por los coleccionistas”. Después, para ganarse la vida trabajaba de albañil. “Ese laburo sí me da para comer porque es rentable, pero esto de vender lo hago como un pasatiempo nomás”, alardeaba ladino.
IF YOU LOVE ME (LET ME KNOW)
Aquellas melodías campiranas me recordaban a las películas de vaqueros que mi papá veía.
Le dije que me gustaba esa música y me contó cuando se enamoró por primera vez. “Aquella chica tenía la sonrisa más dulce que jamás había visto, pero nos tuvimos que alejar, a veces tienes que dejar ir a quien amas”.
“Si me amas, déjame saber; si no, déjame ir”, eso es lo que dice, “pero a ti te falta mucho por saber y conocer”, me dijo.
TAKE ME HOME, COUNTRY ROADS
Don ‘Chuño’ desapareció el día que me iba a despedir. Su casera de api y el lustrabota con quien solía discutir sobre política dijeron que se fue al campo, a su hogar, de donde jamás debió salir. Entonces recordé lo que decía su canción favorita.
“Caminos de campo, llévenme a casa, al lugar
al que pertenezco (…) madre montaña, llévenme a casa, caminos de campo”.
Más de quince años pasaron de ese encuentro que jamás olvidaré y que siempre vuelve a mi mente cuando me toca decir adiós.
Aquí interrumpo este pequeño relato para agradecer a todos quienes escribieron en este suplemento que fue iniciado por Óscar Alarcón y que después, por casualidad y el aliento del entonces director Marco Antonio Santivañez comencé a dirigir, a quienes agradezco por sus enseñanzas, el cariño y la confianza. A todos siempre los llevaré en el corazón y los recordaré con una sonrisa, como cuando don ‘Chuño’ me miró por última vez y exclamó “Mira tú sonrisa de oreja a oreja, podría jurar que eres la chica más feliz de toda la feria, incluso de la ciudad de El Alto”.
¿Y quién no lo es cuando recibe tanto de la vida?