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Pepe Sánchez

del Congreso de USA, para robarle a Cuba, sus mejores talentos.

Algunos pocos han sucumbido a la tentación y se han convertido en “nuevos millonarios”, haciéndole el juego al imperio y rechazando los valores humanos éticos que aprendieron en Cuba. La mayoría terminan frustrados, trabajando en tiendas por departamento, en clubes nocturnos de poca monta y/o en negocios de comida rápida.

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Pero no nos llamemos a engaños triunfalistas, que subestiman las artimañas conspirativas, dirigidas por la famosa Agencia Central de Inteligencia (CIA), conocida por su perversidad criminal y sus asesinatos de primeros dignatarios que enfrentaron a EEUU.

Poco a poco esas campañas mediáticas, de voceros artísticos que se benefician en económicamente por su traición, han ido avanzando. Son sectores de jóvenes cubanos confundidos, los que ya han caído en esa trampa. El “sueño americano” es una falacia, sobre todo para los inmigrantes y es cuestión de tiempo para que cobren consciencia.

Esta dinámica se refleja en la gran cantidad de emigrantes profesionales de los últimos años, que buscan mejores condiciones de trabajo y remuneración económica, en el extranjero. En verdad, la mayoría no se van por razones políticas o ideológicas, sino por presiones económicas muy reales.

Además, es evidente que la dolorosa crisis de la Cuba de hoy, solo superada por la terrible época del llamado “Periodo Especial”, es muy preocupante. Esta etapa histórica de enorme escasez material, ocurrió a principios de la década del 1990, cuando se desmoronó la burocrática Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Ahora por primera vez en décadas, en Cuba es evidente el deprimente desabastecimiento, especialmente de los mercados agrícolas, las tiendas de artículos de primera necesidad y de los pequeños negocios. También el descalabro de la transportación pública, afectada por la falta de gasolina y el aumento vertiginoso y abusivo de los precios de la comida.

Todo lo anterior, descrito a nivel económico, social y político, sienta las bases objetivas para que tengan relativo éxito las campañas contrarevolucionarias. Enfrentar ese reto histórico es tarea no sólo de las cubanas (os), que viven en su territorio nacional, sino de todos los sectores políticos que apoyamos los principios socialistas de la heróica Revolución Cubana y su sagrado derecho a la soberanía.

Visitemos a Cuba, redoblemos las remesas, apoyemos a sus organizaciones solidarias alrededor del mundo y pongamos nuestro granito de arena, en la titánica lucha de resistencia y por la dignidad, que libran hoy más de 11 millones de cubanos (as).

En esta coyuntura, llegó el momento de multiplicar nuestro agradecimiento por su ejemplar desprendimiento y valentía.

El triunfo innegable de la Revolución Cubana sobre el modelo de explotación económica del gran capital, la erradicación del narcotráfico organizado y de los vicios de la sociedad de consumo, merecen de todo nuestro apoyo moral y un mayor grado de solidaridad internacional.

Su paz social y desarrollo cultural, es un referente para toda la humanidad. ¡A Cuba hay que defenderla, cueste lo que cueste!

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