Boris Svartzman
Miradas
Diagonal 183
Periféricas
Metrópolis. Cómo la crisis global aterriza en las ciudades de Occidente. // 02-03
Entrevistas. Conversamos con Darcus Howe y Richard Pithouse. // 04-05
Música. Los acordes de bajo retumban desde los guetos del Sur global. // 08 Olmo Calvo
Las metrópolis globales están atravesadas por una crisis urbana que multiplica la exclusión y la polarización social. En sus periferias, marcadas por la crisis pero también por la potencia, se juegan otras ciudades posibles.
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MIRADAS PERIFÉRICAS
Cuando la crisis aterriza en la ciudad Como un espejo distópico, la evolución y las tensiones de las macrociudades pueden ayudar a entender la actual crisis. Emmanuel Rodríguez Madrid A principios de los ‘90 Ramón Fernández Durán, el malogrado compañero al que tanto le deben los movimientos sociales autónomos, escribía La explosión del desorden. La metrópoli como espacio de la crisis global. A finales de los 2000 Mike Davis, quizás el más original de los analistas del campo urbano contemporáneo, acababa dando cuerpo a Planetas de ciudades miseria, en el que recogía y sintetizaba abundante información sobre la explosión del urbanismo informal en el Sur global. A pesar de las distancias biográficas y de los más de 15 años que median entre la publicación de ambos trabajos, la hipótesis política venía a ser la misma: las grandes megalópolis, y especialmente las inmensas bolsas de miseria y urbanismo informal que las componen, van a ser, son
ya, el espacio de mayor tensión del espectro social de nuestro tiempo. La urbanización masiva y caótica, proliferante y brutal, se ha vuelto otra vez, dentro de la larga serie que ya siguiera Dickens en la primera mitad del siglo XIX, Engels unas décadas después, o ya en los años ‘20 los sociólogos de Chicago, la incógnita descarnada del futuro de la sociedad humana, la excrecencia geográfica más destacable del capitalismo histórico. Así parecen atestiguarlo los más de 250.000 asentamientos informales que la ONU cartografía en todo el planeta y los cerca de 2.000 millones de personas que viven en ellos. Bidon villes, favelas, villas, conventillos, chabolas; igual da, la forma urbana contemporánea por antonomasia es la de las construcciones precarias, la mayor de las veces sin reconocimiento legal, sin títulos de propiedad, sin servicios homologables a los de la ciudad formal. Unos espacios opacos, impenetrables, que muchas veces sólo saltan a la luz por la desgra-
Políticas de vivienda que agravan las desigualdades En un documento presentado en agosto de 2012 por la relatora de Naciones Unidas para la vivienda, Raquel Rolnik, se estima que entre 1997 y 2004 los precios medios de la vivienda aumentaron un 149% en España, un 139% en el Reino Unido, un 187% en Irlanda, un 65% en los EE UU y un 227% en Sudáfrica. La ONU admite este año que “la financiación de la vivienda se ha convertido en un pilar central de los mercados financieros mundiales”. Rolnik, que emitió en 2009 un informe específico sobre el Estado espa-
cia o la catástrofe natural, por las oleadas de pequeña criminalidad o por su potencial político explosivo. Pero ¿pueden estos datos, estas imágenes, ayudar en algo a entender la crisis “urbana” que ahora se despliega sobre unos espacios mucho
ñol, presentaba un dictamen en el que subraya que las políticas sobre vivienda dominantes “han agravado las desigualdades en el acceso a la vivienda, la inseguridad de la tenencia, la mala ubicación y habitabilidad, la segregación social y a veces han aumentado el número de personas sin hogar”. La respuesta del Gobierno español a las recomendaciones de la ONU ha sido aprobar una reforma de la Ley del Alquiler que prosigue la línea de financiarización de las políticas de vivienda mediante beneficios fiscales.
más familiares y reconocibles para nosotros? ¿Puede analizarse alguna similitud, algún paralelismo significativo, entre la crisis permanente de macrociudades como Dakar, Calcuta, Lagos, o incluso Ciudad de México o Buenos Aires, con lo que sucede, o
está por suceder, en el Madrid global de la segunda década del siglo XXI o en la Barcelona neta i guapa, hasta hace poco especializada en la captación de flujos turísticos e inversiones residenciales? Seguramente poco si atendemos a los aspectos formales. No hay nada comparable, no desde luego en Europa, a las grandes extensiones chabolistas del Sur global, a la intensa migración que de un campo devastado por el agrobusiness y la destrucción de los sistemas de propiedad y regulación comunal y campesina, lleve a centenares de millones de personas cada año sobre unas ciudades que no tienen capacidad alguna de asimilarlos como ciudadanos de pleno derecho. Y esto aunque queden todavía Cañadas Reales y cerca
La informalización del trabajo, marca de las “ciudades miseria”, ha avanzado en Europa a golpes de reforma laboral de 40.000 personas en asentamientos informales en una ciudad como Madrid. Sin embargo, las comparaciones se vuelven inquietantes, como si de un espejo distópico se tratara, cuando atendemos a algunas de las líneas de evolución social de las grandes ciudades de Occidente durante las últimas décadas; líneas que la crisis sólo va a acentuar. Los elementos de comparación son efectivamente notables. La informalización del trabajo, que es la nota característica de las “ciudades miseria”, ha avanzado en Europa a golpes de reforma laboral, de ataques sobre
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Olmo Calvo
:BÁSICOS
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Irene G. Rubio
Richard Giles
Glosario sobre causas y efectos de la crisis urbana
el salario, de implantación de intermediarios laborales, de externalización empresarial, de deslocalizaciones masivas, etc. Así es como un segmento siempre creciente de la fuerza de trabajo urbana se ve sometido a la precariedad, la informalización y la expulsión de las formas estatutarias de la contractualidad laboral convencional. Incluso en la provinciana España, el reclutamiento de un ejército de trabajadores migrantes, que se cifra en más de cuatro millones, carne de cañón de la burbuja inmobiliaria, ha modificado radicalmente la vieja composición laboral del trabajo urbano: hoy los empleos peor pagados y más precarizados son servidos por migrantes, muchas veces mujeres, con un reconocimiento precario o inexistente de los derechos de ciudadanía más elementales. Por supuesto, la actual reordenación del continente europeo según la vieja línea Norte / Sur hace de los “rescates” y de la políticas de austeridad algo muy parecido a los programas de ajuste estructural que durante las décadas de 1980 y 1990 se aplicaron a los países del Sur global. Recuérdese que fueron éstos, dirigidos, como ahora en Europa, por los intereses de los acreedores, los que llevaron a la destrucción de los frágiles servicios sociales urbanos de América Latina, África y Asia, así como a la aplicación de una política de exportación, que determinó tanto la crisis de las ciudades del Sur como la reduplicación de los movimientos migratorios del campo a la ciudad. La palabra de orden es, por lo tanto, convergencia. La aparición del Sur en el Norte, y del Norte en el Sur. La forma metropolitana del presente, y su tendencia a futuro, no es así sólo la de una figuración postcolonial que se presenta como una colección de
sujetos de orígenes diversos, con formas de segregación racial evidentes, con abundancia de trayectorias diaspóricas, etc., etc., sino también la de un espacio progresivamente segregado y segmentado por un laberinto de muros visibles e invisibles que determinan la “pertenencia”, o mejor dicho la ciudadanía material, a lo que propiamente es la ciudad formal. El urbanismo informal de las ciudades europeas no es así el del chabolismo que también caracterizó a las periferias de Barcelona y Madrid durante las décadas de 1950, 1960 y 1970, sino el de las banlieues, el de las nuevas periferias donde se acusan todos los problemas de dificultad de acceso a la renta, dependencia de unos servicios públicos cada vez más degra-
La palabra de orden es convergencia. La aparición del Sur en el Norte, y del Norte en el Sur dados y exclusión de la ciudadanía. Sobre estos mimbres no es difícil anticipar, no tanto la forma de la protesta, cuyas declinaciones y objetivos serán determinados por la propia capacidad autónoma de constitución política, pero sí al menos la de los sujetos que serán sus protagonistas. Dos preguntas se apuntan, cruciales, en este cuadro. ¿Qué va a suceder en la descomposición de esas gruesas clases medias que hasta ahora han sostenido, pasivamente, la paz social en las grandes ciudades? El colapso de la burbuja financiera, y de las últimas muletas que a través del crédito
Ajuste estructural: En los años ‘80, los planes de ajuste estructural impulsados por el FMI y el Banco Mundial utilizaron el yugo de la deuda para reestructurar las economías de numerosos países del Sur. Entre sus consecuencias, además de un crecimiento de la pobreza o el desmantelamiento de servicios públicos, se encuentra la ruina que sufre el campesinado con las políticas de liberalización, abandonado a su suerte en un mercado internacional dominado por la agroindustria. Esta desposesión desencadena el éxodo del campo a la ciudad de una población que aterriza en áreas urbanas hiperdegradadas, abocada al trabajo informal y a la esclavitud de la deuda. A sen t a m i en t o s i nf o r m al es: Más conocidos por las denominaciones locales (villas miseria, bidonvilles, shanty towns, favelas...), son zonas urbanas construidas de forma improvisada --y generalmente no autorizada-- por sus pobladores, que suelen llegar del éxodo del campo a la ciudad. Forman un paisaje de viviendas de chabolas, con pésimas condiciones de salubridad y acceso a servicios, altas tasas de delincuencia y enfermedades. Según Mike Davis, mientras que en los países desarrollados sus habitantes tan sólo representan un 6%, en los países empobrecidos constituyen un 78,2% de todos los urbanitas. Banlieue: Aunque se refiere a los suburbios de una ciudad, el término se usa como un eufemismo para hablar de zonas de viviendas de protección oficial a las afueras de grandes ciudades, en las que habita población de bajos ingresos (tanto autóctona como de origen migrante). Muchas de ellas son antiguos cinturones rojos de las grandes ciudades en los que ahora emerge la violencia, la pequeña delincuencia, el racismo y
la exclusión. El término se utiliza sobre todo en Francia, pero tiene equivalentes en otros países, como los projects en EE UU. Der ec ho a l a ciu da d: El profesor David Harvey lo define como “el derecho a cambiarnos nosotros mismos cambiando la ciudad”, esto es, la capacidad de hacer y rehacer de forma colectiva las ciudades en que vivimos y reformar los procesos de urbanización. Hoy en día, este derecho está restringido a las élites políticas y económicas, que moldean las ciudades según sus propios deseos. Definido por primera vez por Henri Lefebvre, ha sido incorporado en las reivindicaciones de varios movimientos populares. Gent r ifi c aci ó n: Fenómeno por el cual una clase social es sustituida por otra de mayor poder adquisitivo en un espacio urbano. El desplazamiento de la población más pobre suele estar acompañado de una intervención institucional que ayuda a convertir un barrio anteriormente degradado en un lugar atractivo no sólo para habitantes de más recursos, sino también para empresas, negocios y turistas. Estas intervenciones urbanas incluyen infraestructuras culturales, obras de embellecimiento o construcción de edificios emblemáticos. Megaciudades: Las megaurbes, con poblaciones de más de diez millones de habitantes, son uno de los resultados más destacados de la explosión urbana (por la cual la población urbana sobrepasa a la rural, hasta el punto de que según la ONU, en 2030, tres de cada cinco personas vivirán en ciudades). La lista, que no para de crecer, incluye a Tokyo, Seul, Shanghai, Delhi, México DF o Nueva York. Su crecimiento va acompañado, especialmente en los países empobrecidos, de un aumento de la pobreza y las zonas degradadas, y de una intensificación de la exclusión y la desigualdad.
y la inflación de activos (de la vivienda en propiedad) permitían sostener la ficción de prosperidad y seguridad, ha dejado al desnudo un paisaje social que antes no se reconocía: devaluación del capital cultural (títulos académicos), precarización y proletarización de viejas y nuevas profesiones, trayectorias sociales descendentes, etc. Ciertamente mucho de lo que llamamos 15M es una respuesta a esta descomposición. Y por otro lado, ¿qué será de todo ese proletariado de los servicios, de composición multinacional, multiétnica, fuertemente feminizado, que ha sostenido, en pésimas condiciones laborales y salariales, máquinas urbanas como la del Madrid global o las economías turísticas de costa?
Las alianzas que debe articular la superación de la crisis urbana tiene ya un nombre: se llama democracia Sin expectativas de renta, ni siquiera en los habituales empleos de mierda, sin acceso a ninguna forma significativa de promoción social, pagano de la rápida destrucción de lo que quedaba del Estado de Bienestar, sus respuestas pueden ir de la pequeña criminalidad a la violencia de masas, de la resistencia hecha expresión cultural a la organización política en figuras nuevas. En cualquier caso, y sea como sea el juego de alianzas sociales y políticas que necesariamente deberá articularse, la superación de la crisis urbana tiene ya un nombre: se llama democracia.
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MODELOS DE GESTIÓN
Multiculturalismo vs republicanismo: ¿Ciudadanos o comunidades? Dalvera
El autor, del Observatorio Metropolitano, analiza los modelos dominantes de gestión migratoria.
Bibliografía recomendada
‘Quand la ville se défait. Quelle politique face à la crise des banlieues?’, Jacques Donzelot (2006). Los disturbios de otoño de 2005 en Francia llevan a Donzelot a analizar la violencia en las banlieues. ‘Todo se desmorona’, Chinua Achebe (1958). Primera obra de la trilogía de África del autor nigeriano, en ella se retrata la destrucción de los modos de vida tradicionales a manos del colonialismo.
Isidro López Madrid Como ya predijera Frantz Fanon, los procesos de descolonización liderados por los Movimientos de Liberación Nacional a mediados del siglo XX no supusieron tanto la independencia de los antiguos territorios coloniales cuanto una redefinición de sus formas de dependencia económica y social de la metrópoli. La relación estrecha entre las élites locales, ganadoras de los procesos de descolonización, con el poder económico de la antigua potencia es clave aquí. Lo cierto es que las grandes franjas del globo que se constituyeron en estados-nación en este periodo entraron a formar parte del nuevo arreglo espacial capitalista, la globalización, fundamentalmente como proveedoras de fuerza de trabajo excedente para ser explotada por unos capitales del centro que llevan sometidos a una crisis estructural de rentabilidad desde mediados de los ‘70. Tanto buscando, mediante la exportación de capital, fuerza de trabajo barata y relativamente sumisa para su explotación en sus lugares de origen, como favoreciendo los flujos migratorios a los lugares donde tienen lugar procesos de acumulación no deslocalizables, el capital ahorra en costes salariales y de reproducción mediante la incorporación geográfica de trabajadores anteriormente excedentes al proceso productivo. La exportación de capital mantiene a la fuerza de trabajo, los habitantes de la antigua colonia, enmarcada dentro de las fronteras de sus estados-nación, tradicionales muros de contención del conflicto social. Los flujos migratorios a las grandes ciudades de la metrópoli plantean un escenario político completamente diferente en la medida en que la presencia física de las poblaciones migrantes en el interior de las antiguas potencias provoca una caída parcial de la función excluyente y de contención que desarrollan los estados poscoloniales de América, África y Asia.
Dos modelos de gestión Las dos grandes líneas de intervención sobre las poblaciones migrantes, sobre todo con las segundas generaciones, desplazadas a las ciudades europeas, coinciden con las dos grandes expotencias coloniales, Francia e Inglaterra. Una primera línea, francesa y republicana, considera que los migrantes franceses, procedentes en su mayoría del Magreb, el África Subsahariana y, en menor medida, la antigua Indochina, son ciudadanos como cualquier otro ciudadano francés, sin más problemas de los que puedan tener éstos y, por tanto, sujetos a las mismas políticas genéricas. Frente
‘Los condenados de la tierra’, Frantz Fanon (1961). Escrito durante la guerra por la independencia de Argelia, analiza el legado del colonialismo.
líticas e institucionales en las que la comunidad tiene cierta autonomía política para absorber las grandes líneas de las políticas públicas en sus propios términos, suele significar que aparecen líneas de segmentación política y social que delimitan los espacios culturales y políticos donde la voz de la comunidad es aceptable. Lo mismo se podría decir
Las dos grandes líneas de intervención sobre las poblaciones migrantes coinciden con las dos grandes ex potencias Los flujos migratorios a las grandes ciudades de la metrópoli plantean un escenario político completamente diferente En Inglaterra se ha tendido a que sus comunidades étnicas sean un sujeto de derechos específicos
BANLIEUES EN FRANCIA. Un tren procedente de las periferias de París atestado de pasajeros en su trayecto al centro de la ciudad
a esta postura, en Inglaterra se ha tendido a que sus comunidades étnicas, sobre todo asiáticas (India, Pakistán y Bangladesh) y caribeñas, sean un sujeto de derechos específicos, de reconocimiento institucional y aún capaz de una cierta autonomía política. Es el llamado multiculturalismo. Resulta tentador asociar estos dos modos de gestión política con los modos en que ambos imperios entendieron la era del imperialismo en los últimos años del siglo XIX y primeros del XX. Mientras Francia seguía pensando, en términos clásicos, la colonización como una misión civilizatoria universal del hombre blanco y ponía un prefecto casi en cada aldea africana, Inglaterra prefería los esquemas del poder a distancia y buscaba las alianzas con las estructuras de jefatura tradicional para que fueran ellas las que desarrollaran el programa político del imperio británico. Aunque pudiera parecer más amable, la versión inglesa de la colonización, como cuentan las novelas del nige-
riano Chinua Achebe, fue absolutamente destructiva en términos culturales y un expolio despiadado en términos económicos. En el caso inglés, aunque el resultado final de sus políticas multiculturales ha acabado por parecerse a su política de colonización, no hay un proceso lineal de transposición entre unas y otras. Las poblaciones migrantes primero fueron ciudadanos del imperio británico, luego, tras la independencia, fueron considerados extranjeros sometidos a las regulaciones de extranjería y, sólo después de los fortísimos disturbios de Brixton en 1981, emergió la figura de la community, importada de los contextos multiétnicos norteamericanos pero coincidente en el tipo de racionalidad política y económica del gobierno a distancia durante el Empire.
Problemas y contradicciones Los estallidos regulares que viven las banlieues en las que jóvenes árabes y subsaharianos viven en condiciones de segregación persistente
de las dinámicas mainstream de la sociedad francesa han hecho poco por la reputación del modelo republicano. Jacques Donzelot ha señalado que la contradicción central de este modelo reside en una repetición obsesiva de la igualdad de todos los ciudadanos franceses ante la ley mientras que todos los vectores de exclusión imaginables, desde el sistema escolar hasta la red de transportes, caen sobre las poblaciones migrantes de segunda generación: “Si yo soy sólo francés, ¿por qué tengo los mismos problemas que los demás árabes o que los demás africanos?”. Además, Donzelot ha señalado que este enfoque permea todas las capas de las políticas urbanas francesas, favoreciendo un enfoque de la política urbana como intervención sobre los lugares, los barrios problemáticos o sensibles, en lugar de con las personas, las comunidades étnicas que comparten intereses y problemas. Al modelo multicultural británico también se le han señalado graves defectos. La creación de esferas po-
de los mercados de trabajo: una vez cristalizadas las comunidades, éstas pueden tender a especializarse en determinados nichos del mercado laboral, favoreciendo la cristalización de jerarquías étnicas salariales. En general, basta con fijarse en el país modelo del comunitarismo multicultural, EE UU, y ver que su ingente población reclusa es “casualmente” de mayoría negra e hispana, o que la esperanza de vida en los guetos negros de las grandes ciudades americanas es más de 20 años inferior a la de los blancos americanos, para darnos cuenta de que tampoco este modelo se puede defender acríticamente. De hecho, aunque desde Europa pocas veces se repara en ello, herencia de la construcción del Estado a partir de sectas protestantes, la forma del liberalismo americano es más comunitaria que propiamente individualista. Y esto quiere decir que la comunidad puede tener tanto de empoderamiento como de abandono de colectivos étnicos enteros ante el poder económico.
CARTOGRAFÍAS CRÍTICAS
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Mapas
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1. Mapa de Madrid realizado por el Observatorio Metropolitano (observatoriometropolitano.org). 2. Mapa para el Día del Trabajo del Counter Cartographies Collective (countercartographies.org). 3. Red Plan de la ciudad croata de Pula, por el Pulska Grupa. 4. Mapa del Fórum de Barcelona, realizado por diversos colectivos (sindominio.net).
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Poner en cuestión la mirada sobre el territorio Diversos colectivos utilizan los mapas como herramienta de investigación y cartografía del poder. Ana Méndez de Andes Observatorio Metropolitano, Madrid Los mapas nos ayudan a orientarnos en los intrincados territorios, llenos de signos, imágenes e información de las metrópolis contemporáneas. La ubicuidad de los dispositivos de geolocalización como los sistemas de GPS o GoogleMaps proporciona de manera continua una mirada cartográfica que aparece prácticamente naturalizada, mientras que el fiasco del nuevo sistema operativo de Apple nos recuerda la complejidad de estos procesos de representación y que los mapas son producidos en un momento determinado con unos objetivos concretos. Estos objetivos están marcados por quien tiene la capacidad de poner en marcha los complejos procesos de recopilación de información necesarios. Los mapas, por tanto, no son meros documentos técnicos que representan, en un formato bidimensional, un territorio delimitado físicamente con la suficiente exactitud y detalle a una escala
determinada. Son, principalmente, representaciones de los intereses de los agentes que los realizan. Desde los mapas exploratorios (de materias primas, vías de comunicación y poblaciones) de los imperios colonizadores a los aparentemente inofensivos mapas turísticos, las representaciones gráficas con las que nos manejamos por el mundo son todo menos inocentes herramientas de localización espacial. Son representaciones del poder.
de mapeado que no sólo investigan y reproducen, sino que ayudan a entender, diseminar, desarrollar o incluso bloquear los procesos que investigan. Así, los mapas realizados por el Observatorio Metropolitano para la investigación colectiva publicada en el libro Madrid ¿la suma de todos? (incluidos en el capítulo “Mapeando Mad-Madrid”, mapa 1) pretendían dotar de espacialidad a algunos de los análisis que desarrollaban algunas de las investigaciones recopiladas y trata-
Investigación crítica
Las representaciones gráficas con las que nos manejamos por el mundo son todo menos inocentes herramientas
Pero esta misma familiaridad con las representaciones territoriales (de territorios materiales o conceptuales) hace que los procesos cartográficos puedan ser también utilizados como un modo de investigación crítica que pone en cuestión, precisamente, la mirada misma sobre el territorio, así como las operaciones básicas (quién hace los mapas, cómo y para qué) de las que depende la representación. En los últimos años, diversos proyectos cartográficos han tratando de desarrollar procesos
ban de responder a una serie de preguntas planteadas por la hipótesis del libro: ¿Cómo se construye el espacio metropolitano? ¿A través de qué espacios se construye la escala global de Madrid? ¿Qué estructura urbana habitan los migrantes? ¿Cómo se desarrolla el metabolismo económico de nuestra metrópolis a través de grandes obras, pelotazos y campos de golf? ¿Qué arreglo espacial genera la desigualdad madrileña?
Como explicamos en la introducción a nuestro pequeño atlas, los procesos más complicados de representar son, precisamente, los cambiantes escenarios de contestación y resistencia. Los fluidos movimientos de los migrantes, las móviles líneas de fuga. En el seminario del Observatorio Metropolitano realizado en otoño de 2011, Sebastian Cobarrubias y Maribel Casas-Cortés, del Counter Carto grafies Collective, basado en la Universidad de Cypress Hill en Carolina del Norte, nos explicaron la disOrientation Guide (Guía de desOrientación). El mapeo surgió a partir de la celebración del Día del Trabajo y la reflexión sobre qué tipo de trabajo realizan estos distintos colectivos y combina los procesos geolocalizados con la producción subjetiva, indagando sobre los modos de producción de conocimiento en la universidad-empresa y el papel de estudiantes, profesorado, becarios, adjuntos y limpiadoras en el entramado económico-financiero de la universidad americana (mapa 2). Para la sesión del año próximo contaremos con la colaboración del Pulska Grupa que, partiendo del profundo conocimiento del territorio que habitan y de los procesos de resistencia en los que participan, realizaron tres mil copias en papel del Red Plan de Pula, una representación de los conflictos y las luchas ciudadanas de esta ciudad croata (mapa 3). En el otro extremo de la materialidad, la web del Migmap, desarrollada dentro del proyecto Transit Migration y realizado por Labor K3000, despliega un mapeo de los actores, discursos, los procesos legislativos y lugares y prácticas que intervienen en las
políticas europeas sobre migración. El mapa realizado por distintos colectivos de Barcelona con motivo de la celebración del Fórum de las Culturas (mapa 4) es, en cambio, un ejemplo profundamente territorializado y táctico que señala, de manera pragmática, las sedes de las empresas y corporaciones involucradas en ese gran evento.
Cartografías tácticas En 2006, el colectivo car_tac1 escribía: “Lo que a nosotras nos gusta denominar ‘cartografías tácticas’ son procesos que tratan de indagar y expresar la complejidad de las actividades subjetivas de los seres humanos en su acontecer sobre un territorio como modo de organización y producción de pensamiento. El mapa, como acto creativo, no sólo ‘calca’ el
“Aunque el mapa no es el territorio, hacer mapas es organizarse, generar nuevas conexiones” territorio sino que revela realidades previamente invisibles o inimaginables; no reproduce la realidad sino que reproduce una manera de mirarla. Y aunque el mapa no es el territorio, hacer mapas es organizarse, generar nuevas conexiones y ser capaces de transformar las condiciones materiales e inmateriales en las que nos descubrimos inmersas. [El mapa] no es el territorio, pero ciertamente produce territorio”.
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SONIDOS PERIFÉRICOS
Músicas del gueto: entre el sudor y el saqueo La capacidad de mantener la alegría define un buen puñado de músicas llegadas desde los barrios pobres globales. Víctor Lenore Madrid Hay una línea de bajo que nunca se apaga. Suena en las villas miserias argentinas, en las favelas brasileñas y en los autobuses de línea de Luanda. El retumbe de los graves cruza cada día el Atlántico para conectar Kingston con la emigración en Londres y los barrios latinos de Europa con México DF, Cartagena de Indias o Buenos Aires. Ese bajo también zumba en los clubes pijos de Ibiza, Las Vegas o Shangai. Hace al menos una década que el sonido dominante para bailar es el global bass, una bestia mutante que se alimenta de la creatividad de las zonas marginadas de Nueva Orleáns, At lanta o San Juan de Puerto Rico. Las fiebres del bounce, reggaetón, crunk y moombahton se suceden y superponen sin descanso. Estrellas globales como Calle 13, Pitbull y Don Omar construyen su discurso apoyados en la música de “los de abajo”. El siglo XXI llevó a los barrios pobres un mayor acceso a la tecnología. Bastó ese pequeño cambio para confirmar que podían competir con cualquier producción de la industria discográfica occidental. Las grandes estrellas, al menos las más espabiladas, se han apuntado al carro, con diversos grados de dignidad. Madonna, la peor, plagió sin permiso al artista de technobrega João Brasil.
Más pragmática, Shakira encarga sus bombas veraniegas al reggaetonero El Cata, autor de Loca o Rabiosa. Siempre a la penúltima, el rockero Andrés Calamaro intenta conectar con el público popular colaborando con Pablo Lescano, rey de la cumbia villera. Las músicas del gueto destacan por su sustancia política. A veces, de manera explícita, como pudo comprobarse con el hip hop gángster de EE UU, los rabiosos raperos de las banlieues francesas o el colectivo venezolano Hip Hop Revolución. Cualquier sociólogo que quiera conocer la realidad de estos barrios tendrá que recurrir a las rimas de artistas como NWA, Immortal Tech nique o Supreme NTM. Otras veces, la reivindicación consiste en conservar la alegría y sentimiento comunitario frente a los sueldos de miseria, jornadas extenuantes y políticas de exclusión. Si lo único que te dejan tener es tu cuerpo, habrá que exprimir al máximo el placer que te proporciona. Incluso en las músicas más festivas hay mensajes sociales rotundos. Basta escuchar el himno Modern Day Slavery del jamaicano Busy Signal o la desafiante Loíza, donde el puertorriqueño Tego Calderón recuerda que en su calle falta la justicia desde la colonización española. La champeta colombiana es otro estilo claramente enraizado en las comunidades originales de esclavos africanos.
DAMAS GRATIS. El grupo argentino sigue cosechando éxitos.
TRES CONCEPTOS CLAVE
Sound system Traducible como “sistema de sonido”. Son las potentes torres de altavoces con los que se difunden estas músicas en la calles, plazas o centros sociales, entre otros lugares. Su aportación ha sido clave para la difusión de la música electrónica, dominante en todo el planeta desde los ‘90 (también fueron esenciales en la difusión del hip-hop). Los sistemas de sonido han sido la mejor idea para dinamizar y democratizar la circulación de música.
Bajos Mientras la industria y la crítica convencional apuestan por las melodías, arreglos y la presunta “calidad literaria”, los géneros de barrio exploran los mil matices del retumbar de un bajo. Estar conectados por este sonido facilita el acercamiento de géneros. Véase el ejemplo de Arular (2005), el disco donde la estrella pop M.I.A. fusionaba The Clash, Missy Elliott y el Miami Bass con el funk de las favelas brasileñas.
Viralidad Los éxitos del gueto se hacen populares sin necesidad de la industria cultural. Su difusión es principalmente viral, usando mixtapes, blogs o soundclouds. Artistas sin contrato discográfico pueden arrasar en YouTube registrando millones de visitas. En la última década el fenómeno más impresionante es el de la resurrección de la cumbia, un estilo popular que lleva siete décadas mutando por toda América Latina.
Por desgracia, España ha acogido esta revolución sonora con frialdad. Desde mediados de los 2000, la mayoría del público despachó con desprecio la fiebre del reggaetón. Se han registrado incluso incidentes delirantes: en 2004 el periodista, DJ y gestor cultural Luis Lles fue desalojado de una cabina en el festival Monegros por atreverse a pinchar el éxito de Lorna Papi Chulo (el censor fue un ejecutivo de Máxima FM, emisora de la SER, patrocinadora del evento). Gran parte de la crítica musical y el público más selecto sigue tratando con desdén a Manu Chao, la primera estrella que consideró que la vida de los migrantes merecía inspirar un disco entero, el sensacional Clandestino (1998). Dentro de los festivales indies, ha provocado polémica la inclusión en el cartel de artistas sudamericanos como Julieta Venegas (Benicassim 2011 ) o Calle 13 (Sonorama 2012). Temazos tan adictivos como Inténtalo (3Ball MTY) o Abrázame (Los Rakas) tenían todos los ingredientes para convertirse en canción del verano en España. Si no lo han conseguido es porque ninguna discográfica, radiofórmula o revista se ha interesado por ellas. ¿Tenemos un problema de racismo cultural a la hora de acercarnos a estas músicas? Quien pretenda responder con un “no” tendrá que sudar tinta para argumentar su posición.