15 suplemento niunamenos

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Primer caso de condena por femicidio Por Leila Ovando

P

arecía ser un día de junio como cualquier otro. Pero ese 10 de junio de 2013 marcó un antes y un después. Alrededor de las 21.15, Ángeles Rawson, una adolescente de 16 años, solía llegar a su casa de la clase de gimnasia. Pero esta vez no. Apenas los padres se dieron cuenta de que su hija no llegaba, la llamaron al celular: alguien atendió y cortó, para luego nunca más encenderlo. Fue en ese instante, cuando comenzó la incesante búsqueda que no paró hasta dos días después llegar al peor desenlace. El 12 de junio, el cuerpo de Ángeles fue encontrado en el predio de CEAMSE, en José León Suárez. Ángeles, esa joven “dulce y amorosa”, según sus padres, fue encontrada sin vida, con claros signos de haber sufrido golpes, estrangulación y abuso sexual. En un primer momento, “la inseguridad” fue la principal

sospechosa. Luego, aún sin tener ningún dato o evidencia, las acusaciones fueron contra su círculo íntimo, centrándose en su padrastro. Sin embargo, el caso que cayó en manos de los jueces Javier Ríos y Paula Asaro dio un giro inesperado. Las imágenes de una cámara a 20 metros del edificio de la familia Rawson, en el barrio porteño de Palermo, junto con las pruebas científicas, genéticas y médicas permitieron reconstruir el hecho. El nuevo acusado era Jorge Néstor Mangeri, encargado del edificio de la calle Ravegnani.

El 18 de febrero de 2015 comenzó el jucio a Mangeri con un abogado defensor que lo acompañaría por unos meses para luego renunciar, Miguel Pierri. Luego, el reconocido letrado Marcelo Biondi tomó la defensa, pero al enfrentarse a la creciente presión pública por uno de los femicidios más movilizantes en la ciudadanía, también decidió dejar el caso para abrirle camino a Adrián Tenca. El tercer abogado, pese a seguir declarando inocente a su defendido no tuvo nada que hacer. Las sogas sobre las muñecas, tobillos y cuello de Ángeles dentro de una bolsa de consorcio en lo pusieron en evidencia. Esta vez hubo justicia. Los jueces Ana Dieta de Herrero, Fernando Ramírez y Jorge Gettas condenaron a Jorge Mangeri el 15 de junio de 2015 a prisión perpetua por el delito de femicidio, en concurso ideal con abuso sexual y homicidio agravado.

Gentileza: Facebook Oficial Ni Una Menos


La tragedia que desencadenó en leyenda Por Daniela Cioffi “Te daré una y mil veces la muerte”, prometió Enrique Ocampo a una de las mujeres más atractivas de Buenos Aires en el siglo XIX, Felicitas Guerrero. Una bala en el omóplato derecho de la joven le bastó para cumplir sus palabras el 29 de enero de 1872. Hija del comerciante Carlos Guerrero y Felicitas Cueto y Montes de Oca, la hermosa Felicitas nació en 1846. A los 15 años sus padres la obligaron a casarse con Martín de Alzaga, reconocido porteño de la época que la triplicaba en edad. Si bien el matrimonio tuvo dos hijos, la tragedia estaba por comenzar: Félix, el primero, murió a los 6 años y

el segundo nació sin vida. Al poco tiempo Felicitas enviudó y se transformó en una de las mujeres más ricas: heredó $ 70 millones y tierras de su marido. Joven, soltera y adinerada, conoció a Samuel Valiente, de quien se enamoró perdidamente. Sin embargo, la desgracia no había terminado. Enrique Ocampo, su pretendiente no correspondido, jamás le perdonó la relación con Samuel y pidió verla a solas. Gritos y balazos se escucharon en la quinta de Barracas, ubicada hoy en Pinzón 1480. El expediente policial del asesinato está desaparecido del archivo judicial pero muchas son las versiones acerca de lo que sucedió después. Entre ellas, la más conocida es que el primo de la víctima, Cristian Demaría, ingresó al cuarto y al ver a Felicitas en el piso le sacó el arma a Ocampo, le disparó en el corazón y lo ultimó con un tiro en la boca.

Otras versiones señalan que Ocampo se suicidó después de dispararle a la joven, aunque el misterio continúa oculto un siglo y medio más tarde. Tras su muerte, los padres de Felicitas heredaron las tierras y, dolidos por el horror hicieron construir un templo para recordarla. Se llama Santa Felicitas y está ubicado en Isabel La Católica 520. Los hermanos de Felicitas decidieron edificar el “Castillo Guerrero” para que sus padres vivieran alejados del escándalo que desató el asesinato de su hija. La casona, hoy reconvertida en museo, se esconde entre árboles que dificultan que sea detectada desde la Ruta 210, en Domnselaar a 60 kilómetros de La Plata, y alberga el revólver con el que Enrique Ocampo asesinó a Felicitas.

“Piel de cordero con el demonio adentro” Por María Victoria Saucedo Cocheret

L

matado. Según la autopsia, y el relato del homicida, el crimen se produjo por una discusión en la chacra donde vivían. Monzón la apuñaló varias veces, después la descuartizó con un cuchillo de tipo de carnicero y trasladó sus restos, en el carrito de la beba que tenían, en cuatro bolsas de residuos. Los restos, fueron hallados en la localidad de Posadas, Misiones.

as estremecedoras declaraciones de Luisa, la madre de Horacelia Marasca, sobre el asesino de su hija impactaron a la prensa. El 16 de agosto del 2015, Martín Monzón (34) denunció la desaparición de su mujer, de 16 años, en la seccional séptima de la zona Oeste de Posadas, cerca de La madre de la joven asesinada contó a la policía que su hija le donde vivían. había mandado varios mensajes Nada se supo de la adolescente contándole las dificultades que eshasta que el 28 de agosto del taba atravesando con su marido, 2015, mientras se realizaba la entre ellas los reiterados episodios búsqueda, el marido de la joven de violencia. Por ejemplo agresioconfesó ante los peritos haberla

nes físicas, insultos y amenazas. Así mismo, la victima lo manifestaba en las redes sociales, con el estado de “una situación complicada “ desde el 2014. Según Luisa, su hija y su marido mantenían una relación conflictiva desde hace tres años y el hombre prácticamente no la dejaba salir de la casa ni tener amigas. De acuerdo a las fuentes policiales Martin Monzón permanece preso y el juez a cargo de la causa se decretó a la investigación como secreto de sumario, además se confirmó que no había denuncias por violencia de género por parte de la joven hacia su pareja.


Por Carolina Oiza

El 11 de abril de 2015, el asesinato de Chiara Paéz provocó un giro en la lucha por los derechos de las mujeres en Argentina. El crimen de la joven de 14 años, embarazada y asesinada por su novio de 16, causó conmoción en todo el país y principalmente en las redes sociales. Fue allí, donde un grupo de periodistas y feministas se vieron en la necesidad de movilizarse para pedir justicia y así, terminar con la violencia de género y los femicidios. En Twitter, Marcela Ojeda expresó: “Actrices, políticas, artistas, empresarias, referentes sociales... mujeres, todas, bah… no vamos a levantar la voz? NOS ESTAN MATANDO”. Luego, las respuestas vinieron por parte de Mercedes Funes (Editora General de Revista GENTE), Florencia Etcheves (Conductora en TN), Ingrid Beck (Directora de Revista Barcelona), Hinde Pomeraniec (La Nación) y Soledad Vallejos (redactora en Página 12). La conversación entre las mujeres, a través de la red social, generó una convocatoria bajo la consigna #NiUnaMenos (frase que pertenece a Susana Chávez, la poetisa y activista mexicana asesinada en 2011 por denunciar los crímenes contra las mujeres en México) para el día 3 de junio a las 17 horas en la plaza del Congreso de la Nación. Ese miércoles, la plaza estaba repleta de hombres y mujeres pidiendo algo que, de sólo pensarlo, erizaba la piel de cualquiera: “Basta de violencia machista”, “NO a la violencia de género”, “Por vos, por mí, por todas”, “No nos maten”, fueron algunos de los carteles que se leían. La convocatoria acercó a más de 200 mil per-

sonas a la Plaza de los Dos Congresos en Capital Federal, mostrando la adhesión de periodistas, artistas, familiares de víctimas muertas por femicidio como Lola Chomnalez, Wanda Taddei, Melina Romero, y muchas más. En el resto del país, se sumaron miles de personas en diferentes puntos de más de 70 localidades. Los artistas Juan Minujin y Erica Rivas, junto a la dibujante Maitena, le pusieron voz al documento redactado por las periodistas y activistas que organizaron la marcha. Se leyeron nueve puntos entre los que se pidió la creación de un registro de femicidios que fue concretado dos días después por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, conformando la Unidad de Registro, Sistematización y Seguimiento de femicidios y homicidios agravados por el género, a través de la Resolución n°1449. Argentina es un país que no contaba con un registro de muertes por femicidio y las estadísticas eran establecidas por instituciones privadas que se encargaban de esto, como La Casa Encuentro. Esta organización estableció que en 2014, 277 mujeres murieron por femicidio; en los últimos 5 años, hubo más de 1300 mujeres menos a causa de la violencia de género. Es decir, una mujer muere cada 31 horas en Argentina. Esta marcha se ubicó en la lucha de las mujeres contra la dominación patriarcal, contra la violencia, el desprecio y maltrato producido por una sociedad machista. Las mujeres siguen luchando para hacer reconocer sus derechos, como lo hicieron con el derecho al voto reconocido por las Naciones Unidas en 1975 y conmemorado por primera vez como el Día Internacional de la Mujer en 1977.


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