Periódico Redes no. 432

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San Juan Damasceno. Fiesta: 4 de diciembre.


hizo Jesús sobre la fe, no se los hizo ni a sus apóstoles, ni a sus compatriotas, ni a sus amigos. Se los hizo: a un centurión romano (Mt 8, 10 par), a una mujer cananea (Mt 15, 28 par) y a un leproso samaritano, que vino a dar las gracias a Jesús, frente a los nueve leprosos judíos que se dieron por satisfechos con el cumplimiento de “su ley” (Lc 17, 11-19).

F

rontera es la línea que separa y divide una nación de otra, un país de otro y, con frecuencia, también una cultura de otra. Por eso, las fronteras nos separan, quizá nos dividen y con frecuencia nos alejan a unos de otros. De ahí que, tantas veces, las fronteras nos enfrentan a los unos con los otros. Es inevitable. Dirán que se exagera lo negativo. Es posible. Pero nadie puede negar que la historia está repleta de sucesos y desgracias relacionadas con lo que acabo de apuntar. Dicho esto, por formación (o deformación) profesional, cuando vemos un problema o una situación, como la que estamos viviendo ahora mismo, en México, en Latinoamérica y en el mundo, echamos mano del Evangelio y preguntémonos: ¿me enseña Jesús de Nazaret algo que sirva para sensibilizarme en lo que está pasando? Jesús dio señales de nacionalista. Cuando envió a sus apóstoles a anunciar la llegada del reino de Dios, lo primero que les dijo es que no fueran a los paganos, ni a ciudades de samaritanos (Mt 10, 5, par). Y a la mujer cananea, que le pedía la salud

para su hija enferma, le dijo que él había venido sólo para las ovejas descarriadas de Israel (Mt 15, 24 par). Los estudiosos de estos relatos les buscan explicaciones a estos episodios extraños. Porque, entre otras cosas, sabemos de sobra que Jesús apreció en extremo a los samaritanos (Lc 9, 51-56; 10, 30-35; 17, 11-19; Jn 4). Y es que, según parece, en la mentalidad de Jesús, las “ovejas descarriadas” e s t a b a n precisamente en su pueblo, en Israel. De ahí, su insistencia en que los apóstoles atendieran, ante todo, a quienes vivían extraviados y perdidos. Lo de Jesús, no era una mentalidad nacionalista. Nada de eso. Era una mentalidad humanitaria. Pero no es esto lo más llamativo. Una de las cosas que más sorprenden, en los evangelios, es que los tres elogios más notables, que

El creciente fenómeno de la migración y de los desastres naturales nos interpela como cristianos y nos exige actuar según los sentires e ideales de Jesús. Es importante hacer notar que los esfuerzos por sensibilizarnos ante las historias de los migrantes, deben entenderse a la luz de una humanidad que clama justica y los óptimos derechos humanos que la Iglesia defiende férreamente. En la Diócesis de Celaya tenemos ciertas iniciativas que la pastoral social propone para unirnos ante esta urgencia: casa del migrante, Cáritas y las iniciativas de las parroquias. Lo más común que tenemos con los necesitados es la humanidad, la casa común y que no estamos exentos de padecer inesperadamente. Si está en nuestras manos: AYUDEMOS.


Mensaje al Pueblo de México “…al verlo, se conmovió profundamente, se acercó y le vendó sus heridas, curándolas con aceite y vino.” (Lc 10,33) con esperanza, generando procesos nuevos, superando el egoísmo, las desconfianzas y las descalificaciones, y trabajando por la unidad y concordia. Como el Buen Samaritano, queremos ayudar a sanar a quienes están heridos por muy diversos motivos. Con nuestra palabra de consuelo, de esperanza y de aliento, seamos “Iglesia en salida”. Con Cristo crucificado y resucitado vayamos a todos los lugares y las personas, sea de manera física, espiritual o virtual. “Todos tienen el derecho de recibir el Evangelio. Los cristianos tienen el deber de anunciarlo sin excluir a nadie…” (EG 14).

México, a 12 de noviembre del 2020. Prot. Nº110/20 Los obispos mexicanos, con abrazo fraterno nos dirigimos al Pueblo de Dios que peregrina en esta Nación mexicana en medio de una crisis profunda, acentuada por la pandemia del COVID-19, que llegó de manera inesperada, mostrando la fragilidad de las estructuras del País. Después de varios meses de prueba, parecía que había pasado lo más grave de la crisis, que habíamos tocado fondo y que volvíamos a una nueva realidad; sin embargo, cada día aumentan los contagios y las muertes: Son amigos, familiares, fieles, en muchos casos personas que tenían una responsabilidad familiar, social o pastoral. La crisis ha afectado todos los campos de la vida: Una economía en decrecimiento y muchas empresas en quiebra; el sistema de salud con pocos recursos, con graves deficiencias; la realidad política de una democracia incompleta, con resentimiento social; un sistema educativo débil; la violencia se ha incrementado. A esta situación, de suyo compleja, se suman los hechos constantes del narcotráfico y el crimen organizado, de las ideologías contra la vida que siembran desesperanza y descalificaciones. El cansancio, la soledad y desesperación aumentan cuando hay carencia de alimentos y medicamentos. Sin embargo, estas sombras, unidos a Cristo resucitado se transforman en signos de esperanza: Tantos hermanos que, aun en circunstancias de riesgo y miedo, como son: Médicos, enfermeros y enfermeras, personal de limpieza, cuidadores, voluntarios, familias, empresas, sacerdotes, religiosas, diáconos, agentes de pastoral, en un servicio generoso en distintas actividades, son manifestaciones de la

conciencia de ser familia, comunidad, de que vamos en la misma barca y nos ayudamos unos a otros. Como pastores, queremos ser responsables de caminar con ustedes, Pueblo de Dios, que esperan de nosotros una especial valentía profética frente a las circunstancias actuales de nuestro País, y quieren ver en nosotros un testimonio humilde y sencillo de cercanía auténtica. Queremos dar una palabra de consuelo: “Que todos nuestros espacios eclesiales sean verdaderos oasis de misericordia. El trato respetuoso, la palabra amable, la escucha paciente, la preocupación sincera por el sufrimiento del otro, son lugares privilegiados para testimoniar la redención de Jesucristo” (PGP 149). También queremos dar una palabra de esperanza: “El Reino de Dios no es sólo una promesa futura para después de la muerte, sino una realidad que ha comenzado ya en la persona de Jesús. Esta realidad tiene valores concretos que pueden descubrirse en la vida de la comunidad: …en los pequeños pasos que se dan en una familia para vivir el amor y la paz, en los logros de los grupos humanos por tener sociedades más justas y fraternas.” (PGP 119) Con la mirada puesta en Santa María de Guadalupe, llenos de esperanza, sigamos edificando la“Casita Sagrada” de nuestra identidad de Pueblo de Dios en nuestra Patria, en toda América y en el mundo entero, descubriéndonos y valorándonos como hijos del mismo Padre, favoreciendo el encuentro, el diálogo, la convivencia y solidaridad en actitudes fraternas marcadas por el perdón, el amor, la justicia y la paz (Cfr PGP 154). “De una crisis no salimos igual: o salimos mejores o salimos peores”, decía recientemente el Papa Francisco ante la ONU (25.09.20). Y con este espíritu nos animamos a preparar el futuro

Es urgente establecer tareas específicas en el campo de lo social: para los pobres y con los pobres, con el mundo del trabajo, con los empresarios, para la promoción de un desarrollo sustentable y socialmente responsable, “incorporando la Doctrina Social de la Iglesia como un eje transversal en la formación de los agentes de pastoral, en las catequesis ordinarias y pre-sacramentales de todos los fieles cristianos.” (PGP 176). En actitud de conversión pastoral, caminemos juntos, escuchándonos mutuamente y de corazón, sobre todo escuchando al Espíritu Santo que nos conduce y sostiene. Ejercitemos

también una conversión ecológica, de una nueva actitud “con la hermana madre tierra”, como lo expresa San Francisco de Asís. En preparación a las elecciones políticas en nuestro País el próximo año y siguiendo la inspiración del Papa Francisco, quien reitera que “la política es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común” (FT 180), conozcamos y analicemos las propuestas de los candidatos a los puestos públicos y participemos con responsabilidad. Santa María de Guadalupe, que “nos rescató del aislamiento y nos congregó con especial predilección para formar un pueblo, el pueblo de México” (PGP 177), nos sostenga en este camino de encuentro solidario y fraterno. Todos los Obispos de la Conferencia del Episcopado Mexicano Mons. Rogelio Cabrera López Arzobispo de Monterrey Presidente de la CEM Mons. Alfonso Miranda Guardiola Obispo Auxiliar de Monterrey Secretario General de la CEM


Vatican News

quien nos ha enseñado a hablar a los pobres, es Jesús quien ha venido por los pobres. Tiende tu mano al pobre. Has recibido muchas cosas, ¿y dejas que tu hermano, tu hermana, muera de hambre? Queridos hermanos y hermanas, que cada uno diga en su corazón esto que Jesús nos dice hoy, que repita en su corazón: “Tiende tu mano al pobre”. Y Jesús nos dice otra cosa: “Sabes, el pobre soy yo”. Jesús nos dice esto: “El pobre soy yo”.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

E

n este penúltimo domingo del año litúrgico, el Evangelio nos presenta la famosa parábola de los talentos (cf. Mt 25, 14-30). Forma parte del discurso de Jesús sobre los últimos tiempos, que precede inmediatamente a su pasión, muerte y resurrección. La parábola —la hemos escuchado— cuenta de un rico señor que debe partir y, previendo una larga ausencia, encomienda sus bienes a tres de sus siervos: al primero le encomienda cinco talentos, al segundo dos, al tercero uno. Jesús especifica que la distribución se hace "según la capacidad de cada uno" (v. 15). Así hace el Señor con todos nosotros: nos conoce bien, sabe que no somos iguales y no quiere privilegiar a nadie en detrimento de otros, sino que encomienda a cada uno un capital de acuerdo con sus capacidades. Durante la ausencia del amo, los dos primeros siervos se esforzaron hasta el punto de duplicar la suma que se les había encomendado. No así el tercer siervo, que esconde su talento en un hoyo: para evitar peligros, lo deja allí, a salvo de los ladrones, pero sin hacerlo fructífero. Llega el momento del regreso del amo, que pide cuentas a sus siervos. Los dos primeros presentan el buen fruto de sus esfuerzos; han trabajado, y el amo los elogia, los recompensa y los invita a participar en su fiesta, en su alegría. El tercero, sin embargo, al darse cuenta de que está en falta, inmediatamente empieza a justificarse diciendo: «Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste, por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento bajo tierra; aquí tienes lo que es tuyo» (vv. 24-25). Se defiende de su pereza acusando a su amo de ser “duro”. Esta es una costumbre que también nosotros tenemos: muchas veces nos defendemos acusando a los demás. Pero ellos no tienen la culpa, la

culpa es nuestra, el defecto es nuestro. Y este siervo acusa a los demás, acusa al amo, para justificarse. A menudo también nosotros hacemos lo mismo. Entonces el amo le recrimina: le llama siervo «malo y perezoso» (v. 26); hace que le quiten su talento y lo echen de su casa. Esta parábola vale para todos pero, como siempre, especialmente para los cristianos. También hoy es muy actual, hoy que es la Jornada de los Pobres, en la que la Iglesia nos dice a los cristianos: “Tiende la mano al pobre, tiende tu mano al pobre”. No estás solo en la vida, hay gente que te necesita; no seas egoísta, tiende la mano al pobre. Todos hemos recibido de Dios un “patrimonio” como seres humanos, una riqueza humana, del tipo que sea. Y como discípulos de Cristo, también hemos recibido la fe, el Evangelio, el Espíritu Santo, los sacramentos, y tantas otras cosas. Estos dones hay que emplearlos para hacer el bien, el bien en esta vida, como servicio a Dios y a los hermanos. Y hoy la Iglesia te dice, nos dice: “Utiliza lo que te ha dado Dios y mira a los pobres. Mira, hay muchos, también en nuestras ciudades, en el centro de nuestra ciudad, hay muchos. ¡Haz el bien!”. A veces pensamos que ser cristianos es no hacer el mal. Y no hacer el mal es bueno. Pero no hacer el bien no es bueno. Tenemos que hacer el bien, salir de nosotros mismos y mirar, mirar a quienes tienen más necesidad. Hay mucha hambre, incluso en el corazón de nuestras ciudades, y tantas veces entramos en esa lógica de la indiferencia: el pobre está ahí y miramos para el otro lado. Tiende tu mano al pobre: es Cristo. Sí, algunos dicen: “Estos sacerdotes, estos obispos que hablan de los pobres, de los pobres… ¡Nosotros queremos que nos hablen de la vida eterna!”. Escuchad, hermano y hermana, los pobres están en el centro del Evangelio. Es Jesús

La Virgen María recibió un gran don: Jesús; pero no se lo guardó para sí misma sino que se lo dio al mundo, a su pueblo. Aprendamos de ella a tender la mano a los pobres. Después del Ángelus Queridos hermanos y hermanas: Con la oración, estoy cerca de las poblaciones de las Filipinas, que sufren a causa de la destrucción y, sobre todo, de las inundaciones provocadas por un fuerte tifón. Expreso mi solidaridad a las familias más pobres y expuestas a estas calamidades, y mi apoyo a cuantos se esfuerzan por socorrerlas. Mi pensamiento se dirige a continuación a Costa de Marfil, que celebra hoy la Jornada Nacional de la Paz, en un contexto de tensiones sociales

y políticas que, lamentablemente, han provocado numerosas víctimas. Me uno a la oración para obtener del Señor el don de la concordia nacional, y exhorto a todos los hijos e hijas de ese querido país a colaborar responsablemente en la reconciliación y en una convivencia serena. Animo, especialmente, a los diversos actores políticos a que restablezcan un clima de confianza recíproca y diálogo en la búsqueda de soluciones justas que tutelen y promuevan el bien común. Ayer, en una estructura hospitalaria de Rumanía en la que estaban ingresados varios pacientes afectados por el coronavirus, estalló un incendio que provocó varias víctimas. Expreso mi cercanía y rezo por ellas. Oremos por ellas. Os saludo a todos vosotros, fieles de Roma y peregrinos procedentes de diversos países. No os olvidéis, que suene hoy en nuestro corazón esta voz de la Iglesia: “Tiende tu mano al pobre. Porque, sabes, el pobre es Cristo”. Me alegro en especial por la presencia del Coro de Voces Blancas de Hösel (Alemania). ¡Gracias por vuestros cantos! Os deseo a todos un buen domingo y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!


perpetua, la alegría de mi corazón; inclino mi corazón a cumplir tus leyes, siempre y cabalmente. —Salmo 118, 105-112— Este es el mandamiento, que se amen unos a otros. Juan 15,12 Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: “Tú eres mi bien”. Los dioses y señores de la tierra no me satisfacen. Multiplican las estatuas de dioses extraños; no derramaré sus libaciones con mis manos, ni tomaré sus nombres en mis labios. El Señor es mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano: me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad.

Y

a estoy en casa Jesús, tengo deseos de encender una candela y orar junto con los míos; experimentar que nuestra vida transcurre en torno tuyo y no en medio del sin sentido. Durante el día advertí que estoy rodeado de indiferentes. Ellos creen gobernarse a contentillo. No les importan tus decretos sino su dominio, su poder y su fama. No lo voy a negar, hay ocasiones en que parece que caigo

en su trampa. Me imagino viviendo sin ley interna; luego me viene la aflicción y me digo: Yo no me desviaré del camino, no traicionaré a mi Señor. No permitas que la indiferencia me lleve a perderte, Jesús, a intentar una vida como si Tú no existieras. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero; lo juro y lo cumpliré:

guardaré tus justos mandamientos; ¡estoy tan afligido! Señor, dame vida según tu promesa. Acepta, Señor, los votos que pronuncio, enséñame tus mandatos; mi vida está siempre en peligro, pero no olvido tu voluntad; los malvados me tendieron un lazo, pero no me desvié de tus decretos. Tus preceptos son mi herencia

Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha. —Salmo 15— Dios resucitó a Jesús, rompiendo las ataduras de la muerte. Hechos 2,24 Ya tenemos la luz encendida, protégenos, Señor Jesús, que nos refugiamos en ti. Ve que deseamos acallar nuestros alardes y presunciones, a semejanza tuya, que a pesar de tu condición divina, te hiciste nada y pasaste por uno de tantos. Permítenos descansar por esta noche, reconociendo tu gloria y tu poder. Que doblemos la rodilla junto con el cielo, la tierra y el abismo, y que proclamemos que Tú eres el Señor, para gloria de Dios nuestro Padre. Amén.


ILUMINACIÓN DESDE LA FE Por: Pbro. Carlos Sandoval Rangel

plir una misión ardua en compañía de una hermana y después de un viaje fatigoso llegaron a dormir en unas condiciones deplorables; y estando ya acostadas, la hermana le dice: hermana, estoy pensando que si yo me muriera aquí ¿usted qué haría sola?, a lo que Santa Teresa contestó: “hermana, si se muere, ya veré qué hago, pero por lo pronto déjeme dormir”. Efectivamente, ¿para qué gastar los talentos en lo que no es? ¿Qué has hecho con todos los dones que te he dado? ¿En qué has contribuido para que el mundo sea mejor? Esos serán los grandes interrogantes con que Dios nos recibirá cuando termine nuestro peregrinar terrenal. Ese es el camino del evangelio.

“Ustedes saben perfectamente que el día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando la gente esté diciendo: ¡Qué paz y qué seguridad tenemos! De repente vendrá sobre ellos la catástrofe… Pero a ustedes hermanos ese día no los tomará por sorpresa… porque ustedes no viven en tinieblas, sino que son hijos de la luz y del día” (1 Tes. 5, 1ss). El hombre podrá tener muchos logros y seguridades temporales, pero, al final, qué desgracia si no llega a la vida eterna. El Papa Benedicto XVI, en la encíclica “Salvados en la esperanza”, decía que en lo común el hombre de hoy piensa poco en la vida eterna, vive demasiado absorbido por las exigencias del tiempo como si su estancia terrenal fuera eterna. Desde luego, que la fe nos exige una verdadera responsabilidad, un gran empeño en las tareas del tiempo, pero estas deben estar proyectadas y hechas con un sentido tal que sumen a un proyecto que vaya más allá de lo temporal. En realidad, el camino que Jesús nos propone es algo muy práctico, hoy en concreto, nos invita a usar debidamente los talentos con que nos ha bendecido. Sí, efectivamente, Dios nos pedirá cuentas de los dones con que nos ha bendecido y del uso que hemos hecho de ellos. De ahí que, el Señor, Jesús al exponer el tema del Reino de los Cielos, presenta a los apóstoles la parábola de aquel hombre que va salir de viaje y encarga sus bienes a sus servidores de confianza: “A uno le dio cinco millo-

nes; a otro dos; y a un tercero, uno, según la capacidad de cada uno y luego se fue” (Mt. 25, 14-15). A su regresó les pidió cuentas, y como dice el evangelio, el que recibió cinco produjo otros cinco y el que recibió dos produjo otros dos, por lo cual los invitó a tomar parte de la alegría de su Señor, les invitó a formar parte de su reino. Pero el que recibió uno, lo escondió y no produjo nada; por lo que el Señor lo llama “siervo malo y perezoso”; y la sentencia contra él fue dura: “a este hombre inútil échenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación” (Mt. 25, 30). ¿Qué estamos haciendo con lo que Dios nos dio en administración? La existencia misma, nuestro cuerpo, nuestros sentidos y sentimientos; igual, ¿qué hacemos con las capacidades superiores como el amor, la inteligencia, la voluntad, la libertad, etc.? ¿Qué hemos hecho con nuestra casa, el mundo? ¡Qué duro que nos perdamos de la dicha del Reino por inútiles! Por lo tanto, no sólo los soberbios, sino también los mediocres, los flojos, los conformistas no pueden entrar en el Reino de los Cielos. Los que tienen miedo a usar los enormes talentos que Dios les dio, los que los guardan en vez de explotarlos para su bien y para el bien de los demás, los que no trascienden con sus enormes capacidades prefiriendo instalarse en un pequeño estatus de confort, esos no entrarán en el Reino de los Cielos.

Algo importante: ¿qué hacemos con el tiempo que Dios ha dispuesto para nosotros? Decía San José María Escrivá: “Cuando un cristiano mata su tiempo en la tierra, se coloca en peligro de matar su Cielo: Cuando por egoísmo se retrae, se esconde, se despreocupa” (Amigos de Dios, n. 46). A un enfermo le va bien que alguien lo visite; a un niño le sirve mucho que lo ayuden a hacer la tarea, a preparar su examen o que juguemos con él; para un anciano es fundamental que alguien lo acompañe; a una persona que está confundida le sirve ser orientada, etc., ¡y pensar que a veces no sabemos cómo ocupar el tiempo! Cuentan que Santa Teresa fue a cum-

“Cuando un cristiano mata su tiempo en la tierra, se coloca en peligro de matar su Cielo:


LA FAMILIA CATÓLICA MODERNA

Por: Silvia del Valle @SilviaMdelValle @smflorycanto

D

espués de escuchar que nuestro presidente ha vuelto a pedir que la iglesia y España le pidan perdón a los pueblos originarios, me hacen pensar que existe mucha ignorancia de parte de él y su equipo, ya que varios Papás lo han hecho; pero más allá de eso, veo que ignora los beneficios que vinieron de la evangelización pues no tienen punto de comparación. Pero dejando de lado la parte política, me ha hecho pensar en que debemos educar a nuestros hijos para que sepan perdonar y ofrecer el perdón de forma sincera y como un don. El perdón sana más al que lo otorga que al que lo pide, así que aquí te dejo mis 5Tips para educar a nuestros hijos en el perdón. PRIMERO. Que reconozcan lo que hacen.

Nuestros hijos deben aprender que la verdad debe ser antes que todo y que no importa si nos equivocamos, es mejor llegar a la verdad y reconocer el error para aprender de él. Y deben saber que nunca es tarde para reconocer que nos equivocamos y darle su lugar a la verdad. Ese es el primer paso para perdonar o pedir perdón. TERCERO. Que sepan hacerse responsables de su actos.

Es muy importante que nuestros hijos sepan reconocer lo que hacen y darse cuenta que cada acto tiene una consecuencia.

Ya que reconocieron el error, ahora es tiempo de hacer conciencia de las consecuencias de sus actos.

Sé que esto no lo saben por si solos m, así que es necesario ayudarles a que lo hagan.

Y que es necesario asumir estas consecuencias con humildad y sencillez.

Ante todo, es bueno que acostumbremos a darles una pequeñita explicación de por qué está bien o mal lo que hicieron para que aprendan.

Así podrán corregir lo que se hizo mal o ayudar a que el otro pueda reconocer la falta y otorgar el perdón.

Conforme van creciendo, es bueno que los cuestionemos sobre sus actos, así se les va formando la conciencia recta. También es muy importante educarlos con el ejemplo, así que debemos nosotros reconocer si nos equivocamos con ellos. SEGUNDO. La verdad ante todo. Siempre es mejor la verdad que tener la razón.

Recordemos que es un proceso y es poco a poco. CUARTO. El que ama más perdona primero. Para perdonar es necesario amar y amar mucho a la otra persona y buscar su bien, a pesar de sus errores. Es por esto qué hay que enseñar a nuestros hijos a amar a la persona y no a sus actos. Es importante que expresen su amor y su perdón a la otra persona

independientemente si el otro pide el perdón de corazón.

cuando menos lo merezco porque es cuando más lo necesito”?

Esto nos permite tener el corazón limpio y libre de rencores ya que donde hay amor no caben los resentimientos.

Pues eso es lo qué pasa cuando alguien te ofende. Debemos amarlo mucho, más de lo que esa persona nos ha amado, para comprender que nos ha ofendido por su poca capacidad de empatía o por su exceso de soberbia o de ignorancia, y no porque tenga algo en contra nuestra.

El amor todo lo perdona, es paciente y tolerante, esto que en la carta a los corintios nos dice San Pablo, debemos inculcarlo en el corazón de nuestros hijos. Que sea un estilo de vida familiar. Y QUINTO. La justicia es dar a cada quien lo que le toca. Y no darle a todos por igual. Esto es muy importante que lo comprendan ya que nos puede ayudar mucho a perdonar con más facilidad. ¿Has escuchado la frase “Ámame

Sólo de esta forma lograremos vencer los resentimientos y las rencillas que tanto daño nos hacen y que tienen al mundo de cabeza. Solo saliendo del “yo” para buscar el bien mayor para el “tu”, lograremos llenar el mundo de perdón por Amor. Dios te bendiga y la Santísima Virgen María te cubra con su manto.


A

nte la emergencia suscitada por el paso del huracán Eta, el Sr. Obispo, don Benjamín Castillo Plascencia ha invitado a dar una respuesta solidaria a nuestros hermanos afectados y que han perdido sus pertenencias. Para recabar a ayuda, se recomienda lo siguiente: * Acudir a la parroquia o rectoría más cercana con ayuda en especie (alimentos no perecederos, ropa limpia, artículos de limpieza). * Apoyar con efectivo, depositando en línea en este enlace: https://caritasmexicana.org/ publicacion2.php?id=162 * Depositar en la cuenta de Cáritas Nacional Cáritas Mexicana I.A.P. Banco: Bancomer Cuenta:0123456781 CLABE: 012 180 00123456781 5

Donaciones Internacionales: SWIFT: BCMRMXMMPYM En la Diócesis de Celaya, el coordinador diocesano, Pbro. Pedro Guerrero Mújica, se hará cargo de reunir la ayuda y hacerla llegar a los lugares afectados. Es momento de ayudar, movidos por la caridad cristiana.


La Asamblea Diocesana de Pastoral está cerca. Y, como lo ameritan las circunstancias, este año se realizará en modo virtual, echando mano de las tecnologías de comunicación que han

ayudado a llevar a cabo eventos que no pueden hacerse de forma presencial. Por ello, los sacerdotes de la Diócesis de Celaya, encabezados por el Sr. Obispo Benjamín Castillo

Plascencia, trabajarán a distancia, teniendo celebraciones y trabajos desde su casa. A continuación, presentamos el programa

de actividades, que los participantes podrán seguir a través de las páginas de Facebook de la Diócesis de Celaya.


Por Lic. Gustavo Ramírez

El stress de los adultos y la violencia contra los menores, impide que la casa paterna sea un verdadero “hogar” o lugar de amor, de encuentro, de protección, para convertirse en un lugar posiblemente de terror ante la violencia intrafamiliar. Es el momento que todas las Iglesias domésticas que son los hogares de los católicos, se conviertan en misioneros de las redes sociales para con los familias de los menores, con los cuales puedan tener contacto, bien con los padres, para asistirlos e invitarlos para que atiendan su stress o puedan enseñarles sobre la gestión de sus emociones, o aún denunciar la violencia, que puede ir de la leve a la grave o gravísima. No ser encubridores de la violencia intrafamiliar, porque eso daña enormemente a los menores y adolescentes; e impedir que estos últimos puedan buscar la forma de huir de casa ante la imposibilidad de defenderse de la violencia de los propios padres.

U

n factor de desunión en las familias es la adicción a los dispositivos móviles por parte de los adultos y la falta de responsabilidad al “soltar” a los niños y adolescentes un móvil, sin tener la edad para ello, más aún sin supervisión. El encierro o confinamiento, las noticias en exceso sobre la pandemia, el exceso de trabajo (o la ausencia del mismo) para las madres de familia y algunos padres de familia, el desempeñarse en los roles de trabajadores y padres, ha traído un desgaste superlativo, que ha soltado al monstruo de la violencia intrafamiliar, más fiero que nunca. De acuerdo a un reporte de la UNICEF, organismo dependiente de la O.N.U., cuya misión es la de proteger a la infancia, declaró que seis de cada 10 menores de entre 1 y 14 años han sufrido “disciplina violenta” a nivel familiar, una situación “agravada ahora con el confinamiento”, expresó Unicef. Durante esta crisis sanitaria, las llamadas a refugios reportando violencia aumentaron entre el 60 % y el 80%, mientras que las solicitudes de asilo en estos espacios subieron un 30%, detalló el organismo. Unicef también señaló el aumento de las llamadas de

emergencia por abuso, acoso, violación, violencia de pareja o violencia familiar durante la cuarentena. (fuente INFOBAE).

Llamadas vía telefónica o videoconferencias para estar al pendiente de sus reacciones y condiciones físicas y espirituales.

El daño a la familia por la incapacidad del manejo del stress, el aumento de consumo de alcohol y/o drogas en los padres, ha repercutido en los menores, pero eso no justifica la violencia, ya que esta es responsabilidad de cada padre; esto, aunado al aumento de divorcios o separaciones de parte del agresor o generador de la violencia y su consecuente incumplimiento para pagar alimentos a la familia.

Invitar a los menores a hacer oración con los familiares más cercanos vía telefónica, tales como tíos, padrinos o abuelos.

APOYO SILENCIOSO. - La familia extendida, más que nunca debe apoyar con la denuncia a la autoridad de los casos de violencia contra los menores, crear grupos de apoyo contra la violencia a través de las redes sociales, en plataformas como WhatsApp, Telegram u otras, a fin de que los menores y adolescentes puedan expresar sus emociones y reciban la ayuda necesaria en materia de psicología o medicina. Crear grupos de evangelización para los menores, comunicación constante, a fin mantener la expresión de sus emociones de manera vigente.

Este fenómeno social es grave, la desunión de las familias, el rompimiento, la agresión verbal o física, ayudemos con apoyo moral o económico a nuestros familiares para que puedan encontrar la paz y sus casas sean verdaderos hogares, recemos por ellos, hoy más que nunca; ayudemos. HASTA LA PRÓXIMA


Por Silvia Elisa García del Valle do a nuestros papás que buscan justamente evitarnos esa esclavitud. En el sacramento del Matrimonio nuestros papás reciben gracias especiales para poder guiarnos y educarnos conforme a la voluntad de Dios, pero también son humanos y se pueden equivocar, por lo que a nosotros nos toca rezar por ellos para que el Espíritu Santo los ilumine y puedan hacer lo que es mejor para nosotros. Existen muchos testimonios de santos que quieren algo que sus papás o familiares no les dejan y lo que hacen es rezar insistentemente hasta que Dios toca el corazón de su familia. La obediencia es la virtud de los Santos, y cuando hacemos el esfuerzo de obedecer y de hacer la voluntad de Dios, Él nos ayuda para que podamos cumplir el plan que tiene para nosotros.

E

l otro día, platicando con otro joven, comenzamos a comentar sobre la libertad de los jóvenes en la familia. Él decía que cuando uno obedece, es por inmadurez o porque no tiene la capacidad de tomar decisiones, porque, si la tuviera, haría lo que él cree, y no lo que le dicen sus papás. Yo creo que no así, o no debería serlo. Muchas veces los niños obedecen más fácilmente, porque es lo que les han enseñado y saben que si no lo hacen puede venir una consecuencia, que prefieren evitar. Pero conforme vamos creciendo, comenzamos a cuestionar muchas cosas, y así como los bebés van tanteando a ver hasta dónde pueden llegar, los adolescentes y jóvenes probamos que pasa si pasamos los límites, si nos dejan de importar las consecuencias o cuestionamos el por qué tanto de los límites, como de las consecuencias.

hacerla nuestra, es decir, pasamos a creer porque estamos convencidos y no porque mis papás me dicen. Pero hay algo que no deberíamos olvidar (aunque a muchos nos pasa): nuestros papás tienen experiencia, han pasado por esa edad, aunque a veces se les olvide un poco como es estar de éste lado, o eso parezca; ellos ya se golpearon contra algunos obstáculos y aprendieron como superarlos. Además ellos ven la situación desde fuera. Es decir, nosotros, podemos estar llenos de sentimientos que nublan un poco, o un mucho, nuestra mente, por eso a veces hacemos, o queremos hacer cosas que los demás hacen para ser integrados, aceptados, para no quedar mal, para demostrar que sí podemos, etc; aunque sepamos que está mal, o que nos puede perjudicar.

Así comenzamos un proceso en el que reflexionamos más las cosas y por lo mismo o las rechazamos o las hacemos más nuestras.

Yo creo que es mucho más sabio y maduro el escuchar lo que dicen nuestros papás y tratar de entender por qué lo dicen y, si ellos se prestan, cuando no estemos de acuerdo, compartir con ellos nuestro punto de vista y escuchar lo que opinan al respecto, de manera tranquila, sin gritar ni reclamar.

Poniendo como ejemplo la fe, también se lleva un proceso en el que debemos

Creo que descartar una opción sólo porque mis papás lo dicen no es inde-

pendencia, ni libertad, ni madurez, sino todo lo contrario, muestra una gran inmadurez, pues no importa si es la opción adecuada, el orgullo de no darles la razón es más grande y no soy libre de elegir la mejor opción para mí, pues soy esclavo de mi orgullo o soberbia. Obedecer también es un acto de libertad. No somos máquinas que reciben órdenes o comandos y hacen exactamente lo que se les piden, porque así están programadas. Nosotros decidimos si obedecemos o no. Además, muchas veces creemos que somos más libres esclavizándonos a la opinión y juicio de los demás, o por qué no decirlo, a los vicios, que obedecien-

Además yo creo firmemente que, sobre todo mientras vivamos en la casa de nuestros papás, somos su responsabilidad ante Dios, no importa si ya tenemos 18, 19, 20 años, o incluso un poco más, les pedirá cuentas de nosotros. Creo que por eso el dicho de “mientras vivas en mi casa obedeces mis reglas” o cualquiera que se le parezca aplica completamente. Pero aún con todo esto, eres libre para elegir si obedecer o no, por eso, muchas veces es un mayor acto de ir contracorriente el obedecer, muchas veces requiere más valentía, autocontrol y seguridad. A quien obedece por convicción no le falta personalidad, sino que la tiene completamente clara y por eso elige lo que cree mejor, aunque vaya contra lo que dicen o hacen los amigos.

Y tú ¿te animas a ser verdaderamente libre?

Él nos ayuda para que podamos cumplir el plan que tiene para nosotros.


E

n nuestra catequesis anterior vimos: LA PLEGARIA EUCARÍSTICA. Ahora veremos: UNA INSTRUCCIÓN SOBRE LA PLEGARIA EUCARÍSTICA En la Última Cena, Cristo instituyó el Sacrificio y banquete pascual, por el que se hace continuamente presente en la Iglesia el Sacrificio de la Cruz, cuando el sacerdote, que representa a Cristo el Señor, lleva a cabo lo que el Señor mismo realizó y confió a sus discípulos para que eso mismo hicieran en memoria suya.

Cristo tomó en sus manos el pan y el cáliz, dio gracias, lo partió, lo dio a sus discípulos, y dijo: “Tomen, coman, beban: esto es mi cuerpo: éste es el cáliz de mi sangre”. De ahí que la Iglesia haya ordenado toda la celebración de la liturgia eucarística, según estas mismas partes, con las palabras, gestos y acciones de Cristo. La Misa no es una repetición del sacrificio del Calvario, como si Cristo volviera a morir una y otra vez, sino que es el memorial o actualización sacramental de ese mismo y único sacrificio de la Cruz.


CATEQUESIS PARA TODOS

13

Cómo continuar la catequesis

amor de Dios, expulsando el miedo tan combatido por Jesús: “¡No teman, soy yo!” (Jn 6, 20). ¿De qué Dios podemos hablar hoy en esta situación? ¿Qué Dios podemos ayudar a descubrir a tantas personas atemorizadas? No puede ser otro sino el Dios que nos revela la vida de Jesús. La catequesis es un desafío para que anunciemos a ese Dios que está actuando, animando, impulsando, convirtiendo y transformando a muchas personas. Ciertamente la situación de confinamiento nos pone ante un desafío enorme: ¿qué cambia cuando tenemos que hacer la catequesis y compartir la experiencia de Dios a través de las redes sociales?

G

racia y paz queridos lectores; ante la realidad vivida por la pandemia, hemos migrado a nuevos ámbitos; como son las redes sociales para continuar llevando la Buena Nueva y dar sentido a la vida que pareciera está a punto de desmoronarse, y llevarlos al encuentro con el Dios de la Vida. ¿Cómo impedir que la Buena Noticia de Jesús se silencie? El COVID-19 no puede ser más fuerte que la resurrección y la esperanza que Cristo ha sembrado en nuestros corazones con su pascua. ¡El amor de Cristo nos apremia! ¡Ay de mí si no evangelizara! ¡Tuve fe, por eso hablé! Estas frases paulinas nos incitan a pensar cómo hacer en esta situación inédita e imprevista para que siga resonando el mensaje de Jesús.

Pero, ¿cuál es ese mensaje? La pandemia parece haber despertado –y con cierta razón– la religiosidad de muchas personas. Los resultados muestran, entre otros, que ahora muchas personas están orando en sus casas. La gente está acudiendo a Dios. Pero no vayamos tan rápido, no seamos tan ingenuos. Ciertamente, la amenaza de la muerte ronda. Y a estas alturas ya sabemos que no sólo son los ancianos quienes más corren peligro. Todos y todas estamos expuestos. Ciertamente, algunas enfermedades hacen que algunas personas sean más frágiles ante el virus que otras; pero, insisto, todas y todos estamos expuestos. Entonces el miedo puede estar provocando esa necesidad de

oración. Pero hace ya mucho tiempo que san Alfonso María de Ligorio (1696-1787), en tiempos de hambruna y de guerra, nos advirtió desde Italia que las conversiones motivadas por el miedo no son buenas, porque no tienen raíz. Pueden ser, en circunstancias dramáticas como las de hoy, un primer paso, una fisura que se abre en los corazones obstinados, distraídos por el frenesí existencial y productivo en el que veníamos. Ojalá sean eso: un primer paso que luego pueda madurar y aquilatarse en el

Antes de que comenzará la pandemia, por mi formación –más libresca que tecnológica–, creía que la tecnología nos infundía (imponía) un estilo de vida preciso: el de la velocidad y el de la pérdida de la palabra humana. Hoy, con la experiencia diaria del uso de las redes (Zoom, Hangouts, etc.), tengo la impresión que la velocidad no está solamente ni principalmente en los medios, sino en el corazón y en la mente. Pero esta segunda intuición requiere más reflexión y se me acabó el espacio. Solo quiero dejar la inquietud, para seguir pensándola. Tomado de: José María Siciliani Barraza. Bogotá, Colombia Después de la pandemia, ¿qué catequesis?, Ediciones Universidad Finis Terrae 2020. Equipo DIDIPAC.


LOS JÓVENES HABLAN

mente importante en el proceso vocacional, es decir, es nuestra realidad de quiénes somos. (Óscar) La familia es cuna de la vocación y es una parte fundamental de ella, en la cual uno puede sentirse apoyado y en el cual se manifiesta Cristo. (Tadeo) La familia es el primer acercamiento con la vocación. (Eric) La familia empieza a formar y a su vez nos encamina al descubrimiento de la vocación. (Carlos)

E

n la historia vocacional de cada uno de nosotros como sacerdotes suele ser muy distinta. ¿De dónde venimos? ¡De una familia como la de todos!, pero en la mayor parte de los casos surge en el contexto de una familia cristiana, donde la vocación germina en el contexto familiar. Los sacerdotes no somos seres extraordinarios con súper poderes; pero estamos llamados a hacer de lo ordinario a lo extraordinario, de ejercer el poder dado en nuestra ordenación en favor del Pueblo de Dios como el de administrar los Sacramentos, en especial la Reconciliación y la Eucaristía.

familia es quien se hace cargo de la situación tan penosa. El sacerdote al paso de los años va viendo como poco a poco se va quedando solo: mueren los papás, los hermanos, y con los que se queda son con los descendientes de estos últimos.

Ella va apoyando, caminando, y acompañando día a día desde que emprende su formación en el Seminario y en el mismo sacerdocio. Se convierte en uno de los valores fundamentales del sacerdote diocesano a diferencia del religioso. Por ejemplo, como sacerdotes tenemos un día a la semana para buscar un momento recreativo el cual se suele compartir con la familia. ¡Con ella compartimos la vida! ¡Qué mejor recompensa de compartir nuestra vida con aquellos que nos han apoyado incondicionalmente!

Como Director Espiritual del Curso Introductorio me di a la tarea de poder compartir con los seminaristas el papel de la familia en su vocación, y estas son algunas ideas que alcancé a rescatar:

Así, en la vida sacerdotal la relación familiar es fundamental para fortalecer la sana autoestima del sacerdote. Cuando el sacerdote es ordenado sale de su familia, cuando descansa el lugar idóneo debe ser la familia, cuando enferma la familia está presente, y cuando muere la

Por eso desde la formación en el Seminario la familia contribuye a la maduración cristiana de la vocación del que busca el sacerdocio, como a la aceptación de la llamada considerándola como una bendición, valorándola y sosteniéndola durante toda la vida. (RFIS 149)

La familia es ese pilar fundamental […] es el primer seminario.(Eusebio B.) La familia tiene un lugar muy importante en la vocación ya que en ella nos damos cuenta de nuestra realidad, pero también es donde podemos crecer para llegar a ser personas fructuosas (Moisés C.) La familia es un núcleo muy importante donde surgen las vocaciones ayuda en el crecimiento de la vocación. (Miguel Ángel) Realmente la familia es suma-

Como tal, no todas las familias de los sacerdotes son iguales, cada quien tiene su peculiaridad, pero el hecho más importante es que nos siguen sosteniendo por medio de su oración, sacrificios y con su apoyo. Para los papás seguimos siendo “hijos”, y eso es lo más importante porque cuidan de nosotros y de nuestra vocación. Sigamos orando por nuestras familias y nuestros sacerdotes, pero también por los que quieren responder al llamado de esta vocación para que encuentren en la familia el sostenimiento de la vocación.


https://www.ewtn.com/spanish/saints/Juan_Damasceno.htm Nació en Damasco hacia el año 676; murió en algún momento entre los años 754 y 787. La única biografía existente del santo es la de Juan, patriarca de Jerusalén, que data del siglo X (P.G. XCIV, 429-90). Esta vida es la única fuente de la que han sido extraídos los materiales de todas sus notas biográficas. Es extremadamente insatisfactoria desde el punto de vista de la crítica histórica. Sus principales características son una exasperante falta de detalles, una pronunciada tendencia legendaria y un estilo ampuloso. Probablemente el nombre del padre de Juan fue Mansur. Lo poco que se sabe de él indica que fue un cristiano auténtico al que el ambiente infiel no afectó en su fervor religioso. Aparentemente su adhesión a la verdad cristiana no constituía ofensa a los ojos de sus compatriotas sarracenos, pues parece haber gozado de su estima en grado eminente, y ejecutado los deberes de principal funcionario financiero del califa, Abdul Malek. El autor de su biografía sólo registra el nombre de dos de sus hijos, Juan y su medio hermano Cosmas. Cuando el futuro apologista hubo alcanzado la edad de veintitrés años, su padre buscó un tutor cristiano capaz de dar a sus hijos la mejor educación que permitía la época, en lo cual fue singularmente afortunado. Estando un día en la plaza del mercado descubrió entre los cautivos tomados en una reciente expedición a las costas de Italia a un monje siciliano llamado Cosmas. La investigación le demostró que era un hombre de profunda y amplia erudición. Por medio de la influencia del califa, Mansur consiguió la libertad del cautivo y lo nombró tutor de sus hijos. Bajo la tutela de Cosmas, Juan hizo tan rápidos progresos que, en el lenguaje entusiasta de su biógrafo, pronto igualó a Diofanto en álgebra y a Euclides en geometría. Iguales progresos hizo en música, astronomía y teología. A la muerte de su padre, Juan Damasceno fue hecho “protosymbulus”

o principal concejal de Damasco. Fue durante su incumbencia en este cargo cuando la Iglesia de Oriente comenzó a verse agitada por los primeros rumores de la herejía iconoclasta. En 726, a pesar de las protestas de Germano, patriarca de Constantinopla, León el Isáurico publicó su primer edicto contra la veneración de imágenes. Desde su seguro refugio en la corte del califa, Juan Damasceno inmediatamente se unió a sus opositores, en defensa de esta antigua tradición de los cristianos. No sólo se opuso personalmente al monarca bizantino, sino que promovió la resistencia del pueblo. En 730 el Isáurico publicó un segundo edicto, en el que no sólo prohibía la veneración de las imágenes, sino que incluso impedía su exhibición en lugares públicos. A este decreto real replicó el Damasceno con un vigor aún mayor que antes, y mediante la adopción de un estilo más sencillo puso el punto de vista cristiano de la controversia al alcance de la gente de la calle. Una tercera carta subrayaba lo que ya había dicho y advertía al emperador de que tuviera cuidado con las consecuencias de su ilegal acción. Naturalmente, estas poderosas apologías suscitaron la ira del emperador bizantino. Al no poder alcanzar al escritor mediante la fuerza física, buscó destruirlo con una estrategia. Habiendo conseguido una carta autógrafa escrita por Juan Damasceno, falsificó una carta, de letra exactamente igual, dando a entender que había sido escrita por Juan al Isáurico, y en la que ofrecía entregar en sus manos la ciudad de Damasco, la cual le envió al califa. No obstante la formal declaración de inocencia del consejero, aquél la aceptó como genuina y ordenó que se cercenara por la muñeca la mano que la escribió. La sentencia fue ejecutada, pero, según su biógrafo, por intervención de la Santísima Virgen, la mano amputada fue milagrosamente restaurada. El califa, convencido ahora de la inocencia de Juan, lo habría repuesto

con gusto en su anterior cargo, pero el Damasceno había oído una llamada a una vida superior, y con su hermanastro entró en el monasterio de San Sabas, a unas dieciocho millas al sudeste de Jerusalén. Tras la habitual probación, Juan V, Patriarca de Jerusalén, le confirió el ministerio del sacerdocio. En el pseudo Concilio de Constantinopla (A.D. 754) reunido por orden de Constantino Coprónimo, el sucesor de León, confirmó los principios de los iconoclastas y anatematizó por su nombre a los que se habían opuesto a ellos de manera destacada. Pero la mayor parte del rencor del concilio se reservó para Juan de Damasco. Se le llamó “maldito favorecedor de los sarracenos”, “traicionero adorador de imágenes”, “ofensor de Jesucristo”, “maestro de impiedad” y “mal intérprete de las Escrituras”. Por orden del emperador su nombre fue escrito “Manzer” (“Manzeros”, bastardo). Pero el Segundo Concilio de Nicea (Séptimo Concilio General en 787) hizo abundantes rectificaciones a los insultos de sus enemigos, y San Teófanes, escribiendo en 813, nos dice que sus amigos lo apodaron Crisorroas (corriente de oro) por sus dotes oratorias. En el pontificado de León XIII fue incluido entre los Doctores de la Iglesia. Su fiesta se celebra el 27 de marzo. Juan de Damasco fue el último de

los Padres griegos. Su genio no fue para el desarrollo teológico original, sino para la compilación de carácter enciclopédico. De hecho, el estado de pleno desarrollo al que había sido llevado el pensamiento teológico por los grandes escritores griegos y los concilios le dejaban poco más que la labor de un enciclopedista; y esta obra la realizó de manera tal que mereció la gratitud de todas las épocas posteriores. Algunos le consideran el precursor de los escolásticos, mientras que otros lo consideran como el primer escolástico, y a su “De fide orthodoxa” como la primera obra del escolasticismo. También los árabes deben no poco de la fama de su filosofía a su inspiración. La más importante y mejor conocida de todas sus obras es aquella a la que el propio autor dio el nombre de “Fuente de sabiduría” (pege gnoseos). Esta obra se ha tenido siempre en la máxima estima tanto por la Iglesia Católica como por la Griega. Su mérito no es el de la originalidad, pues el autor afirma, al final del segundo capítulo de la “Dialéctica”, que no es su propósito exponer sus propias opiniones, sino más bien cotejar y resumir en una única obra las opiniones de los grandes escritores eclesiásticos anteriores a él. Se le concede un interés especial porque es el primer intento de una “summa theologica” que ha llegado hasta nosotros.


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Felicidades a Joana Paola Grangeno Sánchez Santa Cruz de Juventino Rosas, quien fue a primera persona en enviarnos su fotografía. Los que enviaron después las suyas fueron:

Emmanuel Pérez Ariza y soy de Santa Cruz de Juventino Rosas; Rocio Calderón Ladinos Parroquia de la Santa Cruz de Juventino Rosas; Noé Salvador Medrano Murillo de Fraccionamiento insurgentes, San Miguel de Allende; Fátima Belén Cruz Barajas y Juan Jesús Cruz Barajas de San Juan de la Vega; Martha Milagros de San Bartolome; Luis Angel Luna y Tadeo Hernández Luna de la col. Rinconada de san Miguel; Mateo Estrada Morales; Jennifer Remedios Pérez Hernandez y Joseline Perez Juárez de Comonfort; Daniela Mairim Rivera Guzmán de Plancarte; María Fernanda Corona y Jesús Emiliano Corona, comunidad San Vicente de Apaseo el Alto; Regina Cabrera Mares de Empalme Escobedo; Andrea García y su abuelito Rafael León, parroquia de San Isidro labrador, Segunda Fracción de Crespo; Mónica Grisel Vega Lara y Azucena Vega Lara, parroquia del Señor de Esquipulas, comunidad La Sabana; María de Jesús Rodríguez Martínez. parroquia La Virgencita de las Tres Ave Marías, San Luis de la Paz; Ximena y Nicolás Caracheo Montalvo Valencia de Fuentes , Cortazar; Sara María Ribera Hernández de parroquia de San Luis Rey , San Luis de la Paz; Fátima Caracheo Montoya, Colonia: Los Mancera Celaya; María Méndes, Luis Enrique Frías , Mariana Guadalupe Frías , Luis Omar Frías, Enrique Frías , Jenifer Frías, Ovejas, Dolores Hidalgo; Petra Mendez Muñoz, Estación de Lourdes, parroquia Nuestra Señora de Lourdes; Isaac Tonatiúh Vázquez Bárcenas del Oratorio San Felipe Neri; Ramón Hurtado, col Lagos de Celaya; Juana Rodríguez Mancera de la comunidad de Roque, parroquia Nuestra Señora de San Juan de los Lagos; Ashley Ninel Ortega Arreguiín de Celaya; Grupo Jóvenes para Cristo, Los Dolores, San Luis de La Paz; Petra Martínez Sánchez de San José de Yustis; Juana Rosario Ramirez Coronilla de San Nicolás del Carmen San Luis de la Paz, parroquia San Luis Rey; Emmanuel Lino, La Cienega, San Luis de la Paz; Alejandro Díaz Montiel, Villagrán; Iker Hiroshi de Celaya; Santiago Martínez Sánchez, parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, Mexicanos; Jimena Enriquez Narváez y Miguel Ángel Enriquez Narváez, parroquia de la Natividad de María, La California; Angel Velázquez Ruiz y Silvino Alejandro Velázquez de Mineral de Pozos; Leonardo Rafael del Ángel Juárez, capilla de la Purisima Concepción, parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe Mexicanos; Marisol y José de Jesús González Rodríguez, Cerrito de Gasca, Juventino Rosas; Mariana Campos Rodríguez, parroquia San Pedro apóstol, Mineral de Pozos; Coro San Juan Pablo II, parroquia San Pedro Apóstol, Mineral de Pozos; María Fernanda Duarte Caballero, de Mineral de Pozos; Christian Marcos Juárez García, parroquia de La Natividad de la Santísima Virgen María, de Adjuntas del Monte; Sebastián, barrio del Zapote Celaya; Camila Beltrán Campos de San jose de Guanajuato, Celaya. Dulce Joana Mendoza Casas, parroquia San Juan Bautista, San Juan de la Vega; Brenda Lorena Grifaldo Cabrera, san Antonio del Tepozán, Nathaly Ramírez de Cerrito. Juventino Rosas, Itzayana Guadalupe y Juan Manuel Morales, col. Nueva Santa María, Celaya.


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