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Congo: donde el cuerpo de la mujer es un campo de batalla Por Diana Hidalgo Delgado
Una niña de diez años es azotada hasta la muerte contra una pared de ladrillos. Antes había sido violada brutalmente a manos de un soldado combatiente de las FDRL, milicia ruandesa hutu denominada Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda. Los hutu son uno de los tres grupos étnicos que ocupa Ruanda –el mayoritario-, y Ruanda es un país muy pequeño de África Central que limita por el oeste con la República Democrática del Congo (RDC), también ubicada en África Central. Este hecho ocurrido el 27 de enero del 2009 es un claro ejemplo de lo que viene ocurriendo en el Congo hace varias décadas con total impunidad. Mujeres entre cinco meses y setenta años son violadas sistemáticamente. Cuarenta y ocho violaciones cada hora en promedio.
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eminicidio. El diccionario de la Real Academia Española (RAE) aún ignora el término. Sin embargo, es usado por millones de personas alrededor del mundo para denunciar y repudiar los maltratos y asesinatos en masa a mujeres en muchos lugares del planeta. Uno de los principales es el Congo, el segundo país más extenso del África. El país en donde ser mujer parece ser un castigo divino, un pecado o la peor suerte que uno puede correr –sin desearlo-, apenas nace. El término “feminicidio” es una adaptación de inglés “feminicide” y fue empleado por primera vez en 1976 en el tribunal internacional de Bruselas por la feminista sudafricana Diana Russell. Russell definía el término como: “el feminicidio se conforma en una suma de violencias aceptadas por una sociedad que ignora, silencia, invisibiliza y minusvalora las agresiones contra las mujeres”. En el Congo las estadísticas son espeluznantes. Cuarenta y ocho mujeres y niñas son violadas en promedio cada hora (1152 en un día). Y, sólo en un período de doce meses –entre el 2006 y 2007, 400.000 mujeres y niñas de 15 a 49 años fueron violadas. Las víctimas: mujeres entre cinco meses y setenta años. Estas cifras pertenecen al estudio titulado “Sexual violence against women in the Democratic Republic of the Congo: Population-based estimates and
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determinants”, publicado en mayo del 2011 en la revista científica American Journal of Public Health. Dicha investigación fue realizada por tres investigadores en salud pública: Amber Peterman, del International Food Policy Research Institute, Tia Palermo de la Stony Brook University, y Caryn Bredenkamp del Banco Mundial. Un informe publicado el 22 de enero de este año por Human Rights Watch, una de las principales organizaciones internacionales independientes que desde hace 30 años se dedica a la defensa y la protección de los derechos humanos, afirma que la situación presentada en el estudio de mayo del 2001, no ha cambiado. Que se sigue registrando un gran número de violaciones cometidas tanto por miembros del ejército como por los grupos insurgentes que operan en el territorio congoleño. Pero, lo peor, señala este último informe, es la aparente impunidad para estos crímenes.
“Salvo por el nombre geográfico, África no existe”, decía decía Ryszard Kapucinski para plasmar la compleja realidad del continente. En el caso del Congo, es una realidad aún más compleja. Con más de cuatro millones de habitantes, es uno de los países más pobres del mundo y su escaso poderío militar –está rodeado de pequeños Estados con Ejércitos mucho más poderosos que el suyo-, contrasta peligrosamente con la riqueza de sus recursos naturales.
“Salvo por el nombre geográfico, África no existe”, decía decía Ryszard Kapucinski para plasmar la compleja realidad del continente. En el caso del Congo, es una realidad aún más compleja. Con más de cuatro millones de habitantes, es uno de los países más pobres del mundo y su escaso poderío militar –está rodeado de pequeños Estados con Ejércitos mucho más poderosos que el suyo-, contrasta peligrosamente con la riqueza de sus recursos naturales. Uno de los más polémicos es el Coltán. Mineral por el que el país se ha bañado en sangre para que el resto del mundo pueda tener los mejores celulares o los aparatos tecnológicos más modernos. Muchos hechos que han provocado que durante décadas se viva allí un clima de inestabilidad y violencia. En el Congo se sigue viviendo una guerra civil que prácticamente comenzó en la Guerra Fría cuando Estados Unidos derrocó al presidente de turno –Patrice Lulumba-, y puso en su lugar a Laurent-Désiré Kabila. Kabila fue asesinado y tras su muerte se desató la guerra. En el 2005, Joseph Kabila (hijo del anterior presidente), asumió la presidencia del Gobierno junto a una supuesta pacificación del territorio. Sin embargo, lo que ha hecho es compartir el poder con algunos de los líderes de las facciones enfrentadas en la guerra civil. Actualmente, en la RDC, operan entre siete y nueve facciones armadas que luchan por el control de las zonas, el poderío, y los recursos naturales. Las que más destacan: La FDRL (Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda), mayor responsable de las barbaries cometidas en el territorio; Ejército de Resistencia del Señor (LRA); Fuerzas
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Democráticas Aliadas/Ejército Nacional para la Liberación de Uganda (AFD/NALU); Movimiento de Liberación Independiente de los Aliados (MLIA); Alianza por un Congo Libre y Soberano (APCLS); Coalición de Resistencia Patriota Congoleña (PARECO); Fuerzas Republicanas Federalistas (FRF); Frente de Resistencia Patriótica de Ituri (FRPI) y Frente Popular por la Justicia en el Congo (FPJC). Además, el ejército nacional del país, Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo (FARDC), también se suma a la lista de atropellos contra los derechos humanos cometidos por estos grupos insurgentes (en marzo del 2009, violaron en grupo a 21 mujeres y niñas). Uno de los principales, la violación sexual sistemática y violencia hacia las mujeres. Es decir, en el Congo se vive claramente una guerra asimétrica propiciada por un estado tremendamente fallido. Un Estado en el cual los grupos armados han superado y pisoteado la soberanía del gobierno. Un Estado sin garantías donde el Derecho Internacional ha fracasado y los derechos humanos son utopías inalcanzables. Justamente, estos grupos armados utilizan como una de sus armas de guerra por el poder a las mujeres. Tal como señala la ONG Anmistía internacional -organización que trabaja por el reconocimiento de los derechos humanos-: “Las violaciones a mujeres por los grupos armados es frecuente, ya que se utilizan las agresiones sexuales como táctica de guerra, para aterrorizar a la población civil. La RDC es actualmente el país con un mayor número de violaciones a mujeres a manos de grupos armados. En las guerras contemporáneas, como la de la RDC, alrededor del 95% de las víctimas mortales son civiles, lo que implica gravísimas violaciones de los tratados internacionales de Derecho Internacional Humanitario, entre los que destacan las Convenciones de Ginebra.”
Esta violencia hacia las mujeres no sólo incluye violaciones sexuales. Sino también maltrato psicológico y físico, mutilaciones, torturas, desfiguraciones, violaciones brutales en las que las víctimas mueren producto de las heridas, violaciones colectivas y escenas en donde los soldados obligan a un padre a violar a su hija, su madre o su hermana.
Esta violencia hacia las mujeres no sólo incluye violaciones sexuales. Sino también maltrato psicológico y físico, mutilaciones, torturas, desfiguraciones, violaciones brutales en las que las víctimas mueren producto de las heridas, violaciones colectivas y escenas en donde los soldados obligan a un padre a violar a su hija, su madre o su hermana. La peor catástrofe que se ha vivido en el país para ojos de muchos defensores de los derechos humanos. Con ello, los grupos armados ganan poder y se aseguran soberanía en el territorio a través del miedo, del silencio, la intimidación y las amenazas. Según estadísticas de la ONU, hasta la fecha se han desplazado 250,000 personas del territorio congoleño en busca de paz.
Por su parte, el Gobierno del país acepta las cifras y reconoce la terrible situación de la mujer en su país. Sin embargo, protege a su ejército y la mayoría de estos crímenes han sido pasados con total impunidad en los tribunales de la RDC. Quizá la mayoría de personas podría considerar a este conflicto como un enfrentamiento étnico –en parte lo es-. Pero, más allá de ello, es un conflicto que se convierte en económico y social porque involucra la lucha por la riqueza del país (sus recursos naturales), como se ha mencionado anteriormente. Una lucha por el poder y el control de un territorio y una sociedad sumamente golpeados por la violencia y el crimen.
Quizá la mayoría de personas podría considerar a este conflicto como un enfrentamiento étnico –en parte lo es-. Pero, más allá de ello, es un conflicto que se convierte en económico y social porque involucra la lucha por la riqueza del país (sus recursos naturales), como se ha mencionado anteriormente.