Dónde estamos lairotidE
Por Jorge Medina Méndez Presidente del Comité de Transparencia e Integridad Empresarial de Perú 2021 Director de Perú 2021
Prevenir y combatir la corrupción
L
a corrupción hace cada vez más precaria nuestra débil institucionalidad y daña seriamente nuestra democracia. Gobierno, sector privado y sociedad civil no pueden resolver el problema cada quien por sí sólo, pues la corrupción es un fenómeno muy complejo que funciona a través de redes y complicidades insertadas en casi todo ámbito de la sociedad. El nivel de informalidad, el incumplimiento de la ley y la impunidad reinantes en nuestro país, hacen necesaria la participación de la sociedad en su conjunto. Las estrategias deben tener un carácter holístico. Algunos aspectos básicos a considerar son los siguientes.
| Setiembre 2014
En primer lugar está la necesidad de una verdadera reforma del Estado que modernice la carrera pública e incorpore funcionarios capacitados y bien remunerados. Además, que invierta en tecnologías de la información y la comunicación, y mejore los procesos usando plataformas de internet en la relación de la administración pública con la empresa privada y la sociedad. Claro está que hay que priorizar la reorganización del Poder Judicial y la Policía Nacional, y hacer los cambios necesarios para mejorar la regionalización y el sistema político.
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En segundo lugar, hay que reconocer la relación directa que existe entre el nivel de corrupción y el grado de burocracia. Debe eliminarse toda tramitología y leyes engorrosas e innecesarias, pues es sabido que una de las fuentes más comunes de compras de voluntades está relacionada con las licencias, licitaciones y adquisiciones que hace el Estado. Invertir, crear empresas y generar trabajo, no pueden seguir siendo una suerte de vía crucis en el Perú; es como dispararnos a los pies. Las recientes iniciativas del gobierno sobre simplificación son positivas, pero totalmente insuficientes.
En tercer lugar, es fundamental reforzar los sistemas de transparencia y rendición de cuentas en la administración de los recursos públicos. Dicho esto, conviene hacer una autocrítica a quienes pertenecemos al sector privado y la sociedad civil. Es vital que seamos consecuentes y participemos proactivamente en prevenir y combatir la corrupción. No podemos seguir poniéndonos de costado, ni jugando el rol de víctimas. Lo que pasa en las regiones es solo la punta del iceberg. Si no actuamos con energía, liderazgo y coraje, pronto podríamos estar envueltos en una situación generalizada de corrupción, lavado de activos y narcotráfico, la combinación más perversa que podría ocurrirle al Perú. Hay que reducir las oportunidades y eliminar los incentivos que tienen los corruptos, cerrarles el caño de normas mal concebidas que estimulan el delito, asegurarnos que los castigos sean severos, y sobre todo, adoptar las mejores prácticas aplicadas en otros países para prevenir y combatir el crimen organizado, consistentes en incentivos que refuercen la ética. En otras palabras, no solo garrote, también zanahoria. Finalmente, una medida moderna que da buenos resultados es la sanción moral, llamada también sanción social, mediante la cual se logra que los corruptos sientan vergüenza de serlo. Claro que no es fácil señalarlos en forma directa, pues estos no otorgan facturas por sus fechorías, pero sí es posible limitar nuestra relación social, comercial y gremial con ellos, aislarlos, no asistir a sus círculos, ni invitarlos a los nuestros. Esto es algo que ha tenido éxito en varios países que han progresado en su camino hacia la ética, la transparencia y la rendición de cuentas. Ciertamente se requiere de una buena dosis de liderazgo y coraje, pero bien vale el esfuerzo, pues es algo que funciona.