Los gigantes de la Amazonia

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NOVIEMBRE DE 2024 | EDICIÓN 2

La socióloga Cecília Minayo creo métodos para estudiar los efectos de la violencia sobre la salud

LOS GIGANTES DE LA AMAZONIA

Una expedición va al estado de Amapá, en el norte de Brasil, para investigar el enigma científico de los árboles de 80 metros de altura

Los pueblos originarios grabaron marcas junto a las huellas de dinosaurios en el nordeste del país

Especial César Lattes: la trayectoria y el legado del físico brasileño que cumpliría 100 años

El combustible sostenible se erige como una alternativa para disminuir las emisiones del sector aeronáutico

FUNDACIÓN DE APOYO A LA INVESTIGACIÓN

CIENTÍFICA DEL ESTADO DE SÃO PAULO

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TRADUCCIÓN Damian Kraus, Ariel Kraus, Marisa Montrucchio y Geraldine Kraus (editorial)

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SECRETARÍA DE DESARROLLO ECONÓMICO, CIENCIA Y TECNOLOGÍA GOBERNACIÓN DEL ESTADO DE SÃO PAULO

CARTA DE LA EDITORA

Árboles altos y una pequeña partícula

Es sumamente improbable que quienes leen ahora este editorial hayan escuchado hablar alguna vez del Parque Nacional de las Montañas de Tumucumaque. Situado en los estados de Amapá y Pará, en la frontera norte de Brasil, es en extensión el parque nacional más grande del país y el mayor bosque tropical del mundo. Está deshabitado y se lo considera la región tropical que menos ha sufrido la acción humana, lo que lo convierte en un sitio ideal para la investigación científica. Este superlativo parque es además el hogar de algunos de los árboles más altos de Brasil. En la Amazonia central, los árboles raramente sobrepasan los 60 metros, en tanto que en el Parque de Tumucumaque se han avistado ejemplares de más de 80 metros de altura. Estos árboles extremadamente altos constituyen un enigma científico. Hasta entrado el siglo XXI, la existencia de especies arbóreas con tamaña altura en las zonas tropicales no estaba prevista. Se estimaba hasta entonces que la hidratación y la nutrición de árboles de semejantes dimensiones requerirían un clima más templado. Un equipo de Pesquisa FAPESP acompañó una expedición a Amapá cuyo objetivo implicaba la comprensión de las reacciones fisiológicas de la selva amazónica al cambio climático (página 6).

Las investigaciones hechas en Brasil con foco en la Amazonia y los cambios climáticos se mencionan en documentos elaborados en países tales como Estados Unidos, el Reino Unido y Alemania en los que se dan a conocer o se analizan políticas públicas. Las citas provenientes del exterior son más frecuentes que las nacionales. La Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo (FAPESP) llevó a cabo una encuesta para demostrar el impacto de estas investigaciones más allá del

mundo académico (pág. 26). Además de los temas antes mencionados, cobraron relieve otros en artículos redactados por autores que trabajan en instituciones científicas de São Paulo, tales como las enfermedades tropicales y los alimentos ultraprocesados. Un científico brasileño fue quien planteó en el año 2009 la idea de que una dieta con un alto grado de procesamiento de los alimentos contribuye al aumento de peso. El grupo de investigación de Carlos Augusto Monteiro, de la Universidad de São Paulo, propuso la clasificación Nova. Una entrevista con Monteiro se encuentra disponible en el sitio web de Pesquisa FAPESP en español (revistapesquisa.fapesp.br/es/).

La metodología está en el centro de la trayectoria de la socióloga Maria Cecília Minayo (pág. 20). La violencia, su objeto de estudio, es un fenómeno sociohistórico que impacta sobre la salud en diferentes dimensiones, según lo explica la investigadora de la fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz). Además de causar muertes y traumas físicos, provoca problemas mentales y emocionales, mengua la calidad de vida de la gente y repercute en los sistemas sanitarios, generando nuevos problemas en la atención preventiva o curativa.

César (Cesare) Lattes fue el científico brasileño más conocido de su tiempo. Mediante distintos enfoques, sus trabajos sobre los rayos cósmicos y con aceleradores de partículas le permitieron probar la existencia del mesón pi (pion), una de las partículas subatómicas previstas teóricamente. En lugar de hacer una carrera en el exterior, Lattes regresó a Brasil tras su paso por el Reino Unido y Estados Unidos, y se valió de su prestigio para apoyar la institucionalización de la ciencia en el país. Durante este año se celebra su centenario (pág. 34).

3 CARTA DE LA EDITORA

TAPA

6 Una expedición va al estado de Amapá, en el norte de Brasil, en busca de árboles gigantes para investigar su altura

Portada

Un investigador observa un ejemplar de angelim-vermelho en el bosque de Amapá

Contraportada

Un dron revela desde arriba del dosel las copas que llegan los 80 m

COOPERACIÓN

16 La Iniciativa

Amazonia+10 moviliza a científicos de 25 estados brasileños y de otros países para la realización de estudios sobre la región selvática

ENTREVISTA

20 Maria Cecília de Souza Minayo creó metodologías para investigar los efectos de la violencia sobre la salud

INDICADORES

26 Un estudio muestra que diversas investigaciones realizadas en el estado São Paulo aportan sustento al diseño de políticas públicas en varios países

MEDIO AMBIENTE

28 Desde el año 1985 se ha eliminado casi la tercera parte de los pastizales autóctonos del bioma de la Pampa brasileña

VIROLOGÍA

32 El virus causante del chikunguña provoca la inflamación de diversos órganos y puede llevar a la muerte

CÉSAR LATTES,

100 AÑOS

34 Los trabajos del físico brasileño impulsaron la realización de experimentos con rayos cósmicos y aceleradores de partículas

40 El descubrimiento del pion allanó el camino para entender la cohesión del núcleo atómico

COMPUTACIÓN

44 Sistemas basados en inteligencia artificial pueden monitorear la fauna que cruza las carreteras

SOSTENIBILIDAD

46 Brasil aspira a ejercer un rol destacado en la producción de combustible de aviación renovable

ENERGÍA

50 Una nueva generación de células solares de perovskita puede ganar en eficiencia

NUEVOS MATERIALES

55 Los tejidos humanos artificiales se erigen como una alternativa a los animales para la realización de pruebas de medicamentos y cosméticos

LINGÜÍSTICA

58 Estudios ponen en evidencia la diversidad de idiomas y los prejuicios lingüísticos existentes en Brasil

ARQUEOLOGÍA

64 Pueblos originarios del nordeste del territorio brasileño realizaron grabados rupestres junto a huellas de dinosaurios

LOS MISTERIOS DE LOS

ÁRBOLES

El tronco de un ejemplar de angelim-vermelho se asemeja a un muro en medio de la selva

En el estado brasileño de Amapá, la selva alcanza una altura aún inexplicable e inesperada para una zona neotropical

Es difícil recorrer durante más de 15 minutos la selva amazónica del estado brasileño de Amapá, en la región del Parque Nacional de las Montañas de Tumucumaque (PNMT), sin toparse con una especie de muralla rojiza cubierta de escamas que se extiende hacia lo alto hasta perderse de vista entre las copas de los otros árboles, alcanzando alturas de entre 60 y 80 metros (m), comparable a un edificio de 18 pisos. Se trata del árbol conocido como angelim-vermelho, traducido literalmente, angelín rojo (Dinizia excelsa), el más inmenso de todos los grandes árboles que existen allí. Hay ejemplares de otras especies que allí se agigantan, pero raramente alcanzan alturas superiores a los 60 m, entre ellos: pequiá o piquiá (Caryocar villosum), masaranduba (Manilkara huberi) y congolo o caobilla (Couratari guianensis).

Resulta sorprendente, porque hasta hace alrededor de una década no se pensaba que en los trópicos pudieran existir ejemplares que alcanzaran esos tamaños. Los árboles más altos que se conocen, que alcanzan los 115 m, son las secuoyas rojas (Sequoia sempervirens), que crecen en California (EE. UU.).

A partir de la comprensión del conocimiento acerca de estos colosos vegetales documentados desde hace mucho tiempo, surgió un paradigma: solo algunas regiones mediterráneas de clima templado, en donde no hace mucho calor ni existe una estación seca muy marcada, podían albergar árboles tan altos. Las secuoyas californianas, al igual que otros grandes árboles de Australia y de Chile, crecen bajo

condiciones muy especiales, cerca del mar, donde las fluctuaciones de la temperatura son menores y el aire fresco sobre la masa de agua contribuye a la formación de una neblina crítica que evita el estrés hídrico en la estación seca. “Estos árboles consiguen hidratarse a través de sus ramas y hojas, lo que hace que no dependan tanto de sus raíces”, explica el biólogo Rafael Oliveira, de la Universidad de Campinas (Unicamp). “Ello propicia su crecimiento en altura”. La temperatura también es importante porque el calor induce una mayor respiración, que conlleva una pérdida de carbono e impone restricciones al crecimiento.

“Durante mucho tiempo hemos ignorado la existencia de árboles gigantes en las regiones neotropicales, hasta que alrededor de la década de 2000 se los encontró en Borneo, Malasia, y hace pocos años en la Amazonia”, comenta. El enigma radica en que las condiciones amazónicas son muy diferentes a las que se registran en las regiones templadas. “El hecho de saber que allí existen árboles gigantes aporta un nuevo elemento al rompecabezas”.

A finales de octubre, la producción de este reportaje de Pesquisa FAPESP acompañó una expedición a Amapá, dirigida por el biólogo Paulo Bittencourt, investigador de la Universidad de Exeter, en el Reino Unido. El objetivo del trabajo es sentar las bases de un estudio a largo plazo, realizando un seguimiento mensual de parcelas permanentes que cubren una superficie de entre 30 y 50 hectáreas (ha). También está prevista la instalación de una estación meteorológica básica para medir la temperatura, la humedad y la presión del aire, las precipitaciones, la

GIGANTES

DE LA AMAZONIA

dirección y la velocidad del viento y la luminosidad, así como de dispositivos que monitoreen la humedad del suelo y parámetros de la fisiología y del crecimiento de los árboles. “Solo realizando un seguimiento año tras año se puede saber si ellos crecen con rapidez, por ejemplo”, dice el biólogo.

Bittencourt forma parte de un proyecto liderado por la ecóloga británica Lucy Rowland, que apunta a entender las reacciones fisiológicas de la selva amazónica al cambio climático. Además de los dos investigadores, el equipo contó con el apoyo técnico de la bióloga Danielle Ramos, también de la Universidad de Exeter, y recurrió al conocimiento de los guías locales, del ingeniero forestal Christoph Jaster, director del PNMT desde hace 20 años, y de un dron que despegaba desde los escasos claros de la selva para elevarse por encima del dosel y localizar las copas más altas.

En su gestión, Jaster se esfuerza por llamar la atención del público por la singular selva de la que se enorgullece. “El Parque Nacional de Itatiaia tiene el cerro Agulhas Negras, el Parque Nacional de Tijuca tiene al Corcovado, el Parque Nacional de Iguazú tiene las cataratas… yo estaba buscando algún emblema”, comenta. No fue sino hasta alrededor de 2016, en el marco de un monitoreo de la biodiversidad que comenzó en 2014, que la botánica Rafaela Forzza, quien en ese entonces trabajaba en el Jardín Botánico de Río de Janeiro (JBRJ), hizo hincapié en la altura excepcional de los árboles de Tumucumaque. “Empecé a llevar conmigo todo el tiempo el aparato para medir los árboles y todavía sigo buscando el más alto”, dice, al tiempo que revela su sueño: encontrar uno que se acerque a los 90 m. “Las

La navegación por el río Amapari pone a prueba la destreza de los remeros de proa (abajo) para superar los rápidos

imágenes captadas por el dron, que revelan copas de árboles muy prominentes en el horizonte, tal vez posibiliten hallazgos importantes”.

“Lo que vemos en Tumucumaque duplica la altura característica del resto de la Amazonia, donde el dosel de la selva se encuentra a unos 20 m de altura y los ejemplares más altos alcanzan los 40 m”, explica Bittencourt. Uno de los objetivos de la expedición consistía comprobar si los gigantes que Oliveira y él habían avistado en una visita fugaz al PNMT en 2019, cuando instalaron dispositivos de monitorización fisiológica en un árbol, eran una excepción.

No lo son. Cerca de la entrada del parque, el equipo detectó varios de ellos durante una tarde de caminata. En cierto punto, 15 ejemplares de

Dinizia excelsa muy juntos parecían alcanzar el cielo tras atravesar el dosel de la selva, que empieza a entre 30 y 40 m del suelo. Otro día, el equipo exploró un área situada a 20 kilómetros (km) río arriba y a lo largo del río Amapari, a instancias de Jaster, y constató una escala similar (véase la infografía de la página 15). “No tiene sentido, son desproporcionados”, repetía Bittencourt, mientras intentaba atisbar a través del techo que formaban las copas de los árboles. En cuatro días de trabajo, el grupo registró más de 80 árboles desproporcionados, en su mayoría (56) angelins-vermelhos.

Aún más llamativa es la discrepancia de su biomasa –el peso total de los árboles– en comparación con otras selvas. Mientras que los árboles estudiados por el proyecto AmazonFACE, cerca de Manaos, no suelen superar los 30 m de altura y 70 centímetros (cm) de diámetro, los de Tumucumaque a menudo superan los 70 metros de altura y alcanzan 2,5 m de diámetro. Una rama caída de estos árboles puede confundirse fácilmente con un enorme árbol caído.

En la Reserva Forestal Kabili-Sepilok, de Borneo –donde Bittencourt participa en otro proyecto de investigación–, los árboles gigantes son similares a los del PNMT en altura, pero no pasan de 1,5 m de diámetro. Su madera también es menos densa que la de los ejemplares amazónicos. “En Amapá, posiblemente tengamos la mayor densidad tropical de biomasa”, estima Bittencourt con base en datos aún preliminares. Entre las condiciones que subyacen al gigantismo parecen hallarse una cierta estabilidad climática, con temperaturas promedio de entre 23 grados Celsius (ºC) y 26 ºC y precipitaciones anuales superiores a 2.300 milímetros (mm). También parecen ser más favorables las zonas con menor incidencia de vientos fuertes y rayos, que causan daños a los árboles. “Nuestra región, especialmente el valle del río Jari, presenta un relieve moderadamente elevado y las áreas en donde crecen árboles gigantes generalmente se encuentran protegidas de los vientos fuertes por grandes colinas”, explica el ingeniero forestal Robson Borges de Lima, de la Universidad del Estado de Amapá (Ueap), quien desde 2019 ya ha participado en seis expediciones a lo largo del río Jari, que marca el límite entre los estados de Amapá y Pará, donde se han identificado los árboles más altos. El poseedor del récord, un angelim-vermelho de 88,5 m, se encuentra en Pará. “Remontamos el río durante cinco días hasta el último campamento, desde donde nos internamos 20 km selva adentro”, relata. Borges de Lima forma parte de un proyecto coordinado por los ingenieros forestales Diego Armando Silva, del Instituto Federal de Amapá

TUMUCUMAQUE

La biomasa de la selva supera la conocida para otros bosques tropicales

70 m 60 m 50 m 40 m

Los angelins-vermelhos (Dinizia excelsa) superan fácilmente los 60 m y sus ramas más bajas suelen hallarse a 20 m del suelo

Diámetros entre 50 cm y 250 cm

AMAPÁ Macapá 250 km
PARÁ
SURINAM GUAYANA FRANCESA Tumucumaque

El diámetro de los angelins-vermelhos debe medirse por encima de las protuberancias que contribuyen a su sostén

AMAZONFACE

La selva de los alrededores de Manaos es la más estudiada, porque alberga proyectos del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia (Inpa)

En esta región central de la Amazonia, los ejemplares de angelinsvermelhos no superan los 40 m de altura

(Ifap), y Eric Gorgens, de la Universidad Federal de Vales do Jequitinhonha e Mucuri (UFVJM), en Minas Gerais, centrado en los factores ecológicos que propician la existencia de árboles gigantes. El grupo había identificado el árbol récord, rodeado de otros siete ejemplares de más de 80 m, mediante sobrevuelos en un avión equipado con tecnología óptica lídar (detección de luz y medición de distancias) sobre casi 900 áreas, cada una de 375 ha, según un artículo publicado en 2019 en la revista científica Frontiers in Ecology and the Environment, cuyo autor principal es Gorgens. Se encuentra a 360 km del océano Atlántico, lejos de la influencia marítima que le permitiría existir, según el paradigma de los árboles de climas templados. Ese estudio es una derivación del mapa de la biomasa arbórea de la Amazonia, resultado de 901 sobrevuelos de aviones equipados con lídar, publicado en septiembre en la revista Scientific Data por el agrónomo Jean Ometto, del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe), en colaboración con Gorgens y otros, destinado a convertirse en una referencia para los investigadores (véase la infografía en la página 12).

Troncos de entre 50 cm y 250 cm de diámetro

En un trabajo conjunto con decenas de investigadores de diversas instituciones brasileñas –y algunas extranjeras–, Borges de Lima analizó los datos de más de 100.000 árboles jóvenes, con un diámetro de más de 10 cm, y adultos, de más de 70 cm, en 65 parcelas de la Amazonia. Según los datos publicados en septiembre en la revista Global Change Biology, la parte occidental de la selva alberga una mayor diversidad de especies forestales, pero el escudo guayanés o macizo guayanés (una formación geológica situada en el norte de la Amazonia, en Amapá inclusive) sobresale en lo que respecta a la variedad de árboles grandes.

Los datos recogidos sobre el terreno por el lídar pueden ayudar a desentrañar la arquitectura de los árboles y entender cómo éstos reaccionan a

las alteraciones del ambiente. “Esta técnica está revolucionando las posibilidades de medir el peso, la estructura y el contenido de carbono de los árboles”, dice el ingeniero forestal brasileño Matheus Nunes, de la Universidad de Maryland, en Estados Unidos. Según Nunes, coautor del artículo que identificó el ejemplar récord de Pará, entender la arquitectura de los árboles gigantes sería un factor clave que ayudaría a explicar su tamaño. “Podemos medir la distancia entre la base del tronco y las puntas de las ramas, estimando la distancia recorrida por el agua y los nutrientes; es posible que los árboles más altos necesiten tener ramas relativamente cortas para acortar esta distancia”, conjetura.

No se trata de una suposición vana: para formular esta hipótesis se basa en otros experimentos. En un artículo publicado en diciembre en la revista Nature Communications, por ejemplo, Nunes muestra lo que ocurre con la arquitectura de los árboles en un eventual escenario de desmontes. Utilizó un lídar para estudiar el suelo en las parcelas permanentes del Proyecto Dinámica Biológica de Fragmentos Forestales (PDBFF), que el Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia (Inpa) lleva a cabo desde hace 40 años en los alrededores de Manaos. “Comparé los árboles más altos de los bordes de los fragmentos de selva, que ya estaban allí y habían sobrevivido a la fragmentación, con otros similares en el interior de esas parcelas”, explica.

Según pudo comprobar Nunes, en los bordes los árboles sobrevivientes se habían vuelto más simétricos –por lo tanto, más resistentes al viento– y con menores trayectos por recorrer dentro de sus ramas. “Probablemente sean mecanismos de aclimatación que reducen el riesgo de embolia”, deduce. Se refiere a la entrada de aire en los vasos conductores que recorren el interior del tronco a causa del estrés hídrico que impide el transporte de agua, y supone que algo parecido sucede con los árboles que sobresalen por encima del dosel de la selva.

Aun así, alrededor del 10 % de los árboles sobrevivientes en los bordes presenta una altura mucho menor que la que sería esperable para el diámetro del tronco, lo que indica que podrían haberse quebrado por acción del viento. “Esto provoca una reducción de un tercio de su volumen”, estima. Aunque algunos ejemplares crezcan más, unas 3 toneladas de carbono por ha vuelven a la atmósfera como consecuencia de esta reducción de los árboles, un efecto equivalente al que ocasionan las sequías extremas. “Es la primera vez que se demuestra la conexión entre la fragmentación, la arquitectura arbórea y las reservas de carbono”.

KABILI-SEPILOK

La jungla de Borneo, en Malasia, tiene una altura equivalente a la de Tumucumaque; en otras áreas del país hay árboles aún más altos

Diámetro raramente superior a 150 cm

Se encontró un ejemplar de Shorea faguetiana de 100 m de altura, con un tronco más delgado que los de angelins-vermelhos

Borneo
Mar del Sur de China

LA CAMPEONA DE LA BIOMASA

Teniendo en cuenta el peso y la biodiversidad, la meseta de las Guayanas se destaca por su gigantismo

Mediciones obtenidas mediante la tecnología de escáner óptico lídar (detección de luz y medición de distancias) en toda la selva amazónica muestran que el escudo guayanés alberga la mayor cantidad de biomasa (y, por lo tanto, de reservas de carbono), medida en toneladas por hectárea

Datos de más de 100.000 árboles indican que la región de Amapá alberga la mayor diversidad de especies de árboles grandes

Recientemente, Nunes fue contratado por el Global Ecosystem Dynamics Investigation (Gedi), un gran proyecto de la agencia espacial estadounidense (Nasa) y la Universidad de Maryland que pretende cartografiar todas las selvas del mundo y sus dinámicas de carbono. En este caso, el equipo lídar está situado más lejos: se encuentra en órbita, a bordo de la Estación Espacial Internacional. La misión del investigador es plantear interrogantes ecológicos que puedan responderse a partir del enorme volumen de datos que se generan constantemente, y él está interesado en aplicar este recurso para estudiar los árboles gigantes.

En 2015, durante su doctorado, Nunes estaba realizando un trabajo de campo en Borneo cuando su director, el ecólogo David Coomes, de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), le informó que a través de un lídar había identificado algunos árboles más grandes que lo esperable, de unos 90 m. El brasileño se encontraba cerca y fue a comprobarlo con un dispositivo que mide distancias mediante un haz de láser, confirmando la sorprendente medición. “Yo no t rabajaba con la altura de los árboles”, recuerda, pero esta experiencia me incitó a dedicarme a investigar gigantes de este tipo. En la actualidad, Bittencourt, jefe de la expedición al PNMT, también estudia los árboles gigantes de Borneo como parte del proyecto coordinado por Rowland. Según un artículo publicado en 2022 en la revista New Phytologist, él ha constatado que las características hidráulicas ayudan a explicar la distribución y el funcionamiento de las especies. En zonas con suelos arenosos e incapaces de retener la humedad, las plantas exhiben estrategias de conservación de los recursos y su altura es menor: poseen vasos estrechos y cortos que les confieren una menor eficiencia hidráulica. Su xilema, por donde fluye el agua con los nutrientes, es resistente a la entrada de aire, o embolia. Para que los árboles de la familia de las dipterocarpáceas, como el llamado meranti amarillo (Shorea faguetiana), superen los 70 m de altura, necesitan un sistema hidráulico robusto. Al analizar el gradiente topográfico de la Reserva Forestal Kabili-Sepilok, su grupo notó que los árboles más altos solo existen en suelos sin restricciones de agua y con abundantes nutrientes.

Sin embargo, los que crecen en zonas más favorables son más susceptibles a los cambios en el patrón de humedad del suelo, como propusieron Oliveira y Bittencourt en un artículo de 2021 en la revista New Phytologist. Esta idea fue corroborada por otro artículo del grupo de Rowland, publicado en 2022 en la revista Funcional Ecology, en donde también se indica que los bosques sobre suelos más fértiles son menos resistentes. En los

500 km
AMAZONAS
Manaus
Belém
Macapá

Recolección de datos: un escalador utilizando un aro de bolsas de harina; Bittencourt y Oliveira midiendo árboles, y un dron para buscar las copas más altas

suelos pobres, la fotosíntesis y la respiración se vuelven limitadas, como estrategia para un uso eficiente de los nutrientes. En los suelos más ricos, el sistema hidráulico es más resiliente y menos resistente. “Es como si cada tipo de árbol tuviera un ingeniero diferente”, compara Bittencourt, en alusión a la variabilidad del sistema de transporte de agua y de la fotosíntesis, que se adapta a distintas condiciones. “Cada uno resuelve el problema de una forma específica”. Según dice, algunos son más vulnerables y poseen vasos que no resisten la entrada de aire en situaciones de sequía; otros, no. Aún no se sabe cómo lo hacen. Lo que importa ahora es descubrir si en la Amazonia, donde existe una acentuada estacionalidad entre estaciones secas y húmedas, las estrategias y la variedad de recursos son similares.

“La Amazonia es muy distinta al sudeste asiático”, analiza Bittencourt. “El principal factor es el suelo, mucho más antiguo y pobre, lo que lleva a los árboles a desarrollar estrategias vitales diferentes

a las de las plantas de Malasia”. En Tumucumaque (Amapá), no existe un gradiente de tipos de sustrato que puedan compararse, pero él espera encontrar, en comparación con el resto de la Amazonia, un sistema de transporte de agua diferente, un crecimiento más rápido y alta longevidad. “Para que un árbol alcance proporciones gigantescas, tiene que crecer mucho y por mucho tiempo”.

También se propone investigar cómo varía la estructura de los árboles desde el suelo hasta las copas, a lo largo de un gradiente donde enfrenta retos físicos y fisiológicos muy diferentes. “Una rama y otra pueden estar separadas por más de 30 m”, argumenta. Para lidiar con estas diferencias, una posibilidad son las estructuras anatómicas conocidas como membranas de la punteadura o membranas de cierre, que limitan el paso del agua y del aire entre los vasos. Sus propiedades determinan la capacidad de resistencia de una planta a la embolia, pero aún no está claro cómo. El problema es visualizarlas, porque su tamaño se altera cuando se corta una muestra del tronco, por no hablar de lo dificultoso que puede llegar a ser podar ramas a 80 metros del suelo. Otro misterio radica en cómo resisten el viento las copas que sobresalen, a menudo letal a partir de ciertas alturas.

“Las secuoyas poseen un mecanismo de válvulas reguladoras que impiden la propagación de embolias”. Bittencourt suele hacer una analogía con el uso de una pajita para sorber una bebida.

Si ingresa aire, como mucho llegan a la boca pequeños chorritos. Ahora bien, “imagínense una pajita de 90 m de largo”, compara. Y exagera: “La fuerza necesaria para hacer que la columna de agua llegue a las hojas de los árboles es prácticamente imposible físicamente”.

Pero, de hecho, imposible no es. Algunos árboles han hallado una solución y se estiran por encima de sus vecinos, gracias a estructuras anatómicas microscópicas que hacen que el agua se comporte como una cuerda de la que tira la presión negativa al respecto de la atmosférica. “Cada una de ellas puede transportar hasta unos 500 litros de agua diarios del suelo a la atmósfera”, subraya Bittencourt. La cuestión es descubrir cómo funcionan, para tratar de entender los retos a los que se enfrentan los bosques debido al cambio climático. En otros puntos de la Amazonia, experimentos que se realizaron en el pasado crearon una situación artificial de sequía y demostraron que los árboles más grandes son los primeros en sucumbir.

Los árboles gigantes de la Amazonia absorben mucho carbono: se estima que cada uno de ellos extrae 150 toneladas de dióxido de carbono (CO 2 ) de la atmósfera a lo largo de su vida. En el Bosque Nacional de Carajás, en el estado de Pará, los troncos de más de 1 m de diámetro corresponden a menos del 1 % de los árboles, pero albergan un tercio de las reservas de carbono de la región, según consta en un libro publicado en 2023, compilado por la ecóloga Tereza Cristina Giannini, del Instituto Tecnológico Vale. El ejemplar récord de la zona es un árbol llamado mureillo o cambará hembra (Erisma uncinatum), que alcanza los 30 m de altura con un tronco de unos 2 m de diámetro. Bittencourt añade que, en el contexto tropical, los árboles cuyo tronco es de un diámetro mayor que 60 cm no superan el 4 % de los ejemplares de esos bosques, pero contienen casi la mitad del carbono almacenado sobre la superficie del suelo en estas regiones. Por ende, una mortandad podría tener consecuencias para la atmósfera y dificultaría seriamente

los objetivos de contención del calentamiento global. Por ello, y también porque allí existen estrategias vegetales que aún no se conocen, los científicos hacen hincapié en la importancia de proteger el escudo guayanés. Su ubicación en una región remota, lejos de la frontera agrícola, supone una ventaja. Las reservas como el PNMT, que además de proteger la selva y acoger investigaciones científicas proporcionan educación y actividad económica a los habitantes de la región, son fundamentales. Los resultados de estos proyectos de investigación están dejando claro que no hay una reacción uniforme de los bosques a los factores ambientales, especialmente frente al aumento de la temperatura y la disminución de la humedad que ya se experimentan. La porción más estudiada de la Amazonia es bastante resistente a la sequía, según un artículo de la ecóloga Julia Valentim Tavares, quien realiza una pasantía de investigación posdoctoral en la Universidad de Upsala (Suecia), publicado en abril en la revista Nature, en coautoría con Oliveira y Bittencourt. Se trata de la región centro-oriental, cerca del río Tapajós, donde la influencia de eventos como El Niño puede haber conducido al desarrollo de estrategias fisiológicas relacionadas con la resiliencia hidráulica. El artículo advierte sobre el peligro de subestimar los efectos del cambio climático pensando que lo que se aplica para la región del Tapajós vale para toda la Amazonia. n

Los proyectos y artículos científicos consultados para la elaboración de este reportaje figuran en una lista en la versión online de la revista

Dinizia excelsa bebé y gigante: no se hallaron ejemplares de tamaño intermedio

Consulte la galería con más imágenes de la expedición

ITINERARIO DE VIAJE

Lejos de las áreas urbanizadas, el Parque Nacional de las Montañas de Tumucumaque (PNMT) conserva un bosque inalterado

DÍA 1, 27/10

Llegamos a Macapá

La capital del estado de Amapá está situada sobre la línea del ecuador y a orillas del río Amazonas

DÍA 2

Salimos de Macapá

La base del Instituto Chico Mendes de Conservación de la Biodiversidad (ICMBio) para el PNMT se encuentra en Serra do Navio, un municipio de alrededor de 5.000 habitantes. Último punto con señal de telefonía móvil

DÍA 3

Salimos de Serra do Navio

Con el nivel del río

Parque Nacional de las Montañas de Tumucumaque

DÍA 4

Parcela 1

En el área aledaña a la base, el equipo identificó ocho angelins-vermelhos gigantes, además de algunas otras especies. Un prototipo de monitoreo fisiológico instalado en 2019 en un Dinizia excelsa de 60 m de altura aún estaba allí, pero la mayor parte de los datos se habían estropeado

Incluso recorriendo un largo trayecto río arriba, la selva sigue siendo de proporciones gigantes

Amapari bajo a causa de la sequía, solamente los lancheros y la cocinera partieron en dos lanchas (denominadas localmente voadeiras) con la carga: se necesita aliviar peso y navegar con sumo cuidado

Los restantes miembros de la expedición hicieron ese trayecto en automóvil para embarcar en este último punto posible

Salimos de Sete Ilhas

Embarcamos en las lanchas –un grupo de 13 personas–con la carga, que incluía alimentos y una cocina. En uno de los rápidos, uno de los botes encalló y los pasajeros debieron empujarlo

Llegamos a la base Jupará cuando ya era de noche. Fue un alivio cuando instalamos las hamacas donde todos dormiríamos

DÍA 5

Parcela 2

Siguiendo el mismo recorrido del día anterior, los investigadores midieron y marcaron la ubicación de nueve angelins-vermelhos

Parcela 3

Lo más sorprendente fue el hallazgo de diecisiete angelins-vermelhos en un radio de 150 m, incluso sobre un terreno en pendiente

DÍA 6

En busca del ejemplar récord El objetivo de Bittencourt era hallar el árbol más alto que ya había sido avistado por Jaster; la medición hecha con el dron arrojó 80 m. La altura de la selva en este punto más alejado dejó claro que el gigantismo en los alrededores de la base no era la excepción, sino la regla en la región

RíoAmapari
Río Feliz

COOPERACIÓN

VIDA BAJO EL DOSEL DE LA SELVA

La Iniciativa Amazonia+10 congrega a investigadores de 25 estados

brasileños y del exterior para expandir la comprensión sobre la diversidad

social y biológica de la región

Fabrício Marques

Una niña lleva el agua que cargó en un estanque comunitario en la autopista Transacreana, en el estado de Acre: investigaciones que repercuten en el desarrollo de la región

En el marco de un esfuerzo coordinado para multiplicar el conocimiento sobre la diversidad biológica y social de la mayor selva tropical del planeta, investigadores de varios estados brasileños y de países europeos se internarán en la Amazonia durante los próximos tres años para recolectar datos sobre la vegetación y el clima, muestras de material biológico y mineral y elementos de la cultura nativa y popular de la región. Una convocatoria a la presentación de propuestas que estará abierta hasta el 29 de abril destinará alrededor de 96 millones de reales para financiar la organización y cubrir los costos logísticos de las expediciones científicas a zonas de la Amazonia poco conocidas y exploradas por los estudiosos.

Este pliego es el segundo lanzado por la Iniciativa Amazonia+10, inicialmente una articulación entre las fundaciones de apoyo a la investigación científica (FAP) de los nueve estados que

componen la Amazonia y la FAPESP (de ahí su denominación “+10”), que posteriormente se amplió y actualmente congrega a organismos de financiación de 25 estados brasileños. El Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq), la principal agencia federal de apoyo a la investigación científica de Brasil, invertirá 30 millones de reales en la iniciativa, e instituciones de fomento de países tales como el Reino Unido, Alemania y Suiza participarán con 37 millones de reales, mientras que las 19 FAP contribuirán con 29,2 millones de reales. Las expediciones deberán estar integradas por equipos multidisciplinarios coordinados por investigadores de al menos dos estados de la Amazonia. Será obligatoria la participación de un representante de los poseedores de los conocimientos tradicionales que estudiarán las misiones, como indígenas y quilombolas, comunidades de afrodescendientes que habitan en los quilombos o palenques.

La Iniciativa Amazonia+10 surgió en 2021, y se anunció en Glasgow (Escocia), durante la 26ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima, en virtud de la decisión de la gobernación del estado de São Paulo de destinar recursos para apoyar proyectos de investigación en la Amazonia en un momento en el que las instituciones de la región acusaban la falta de financiación para proyectos y becas. En ese entonces, la secretaria de Desarrollo Económico, Ciencia y Tecnología del Estado de São Paulo, Patrícia Ellen, quien a la sazón coordinaba el Consejo Nacional de Secretarios para Asuntos de Ciencia, Tecnología e Innovación (Consecti) de los estados brasileños, consultó a la FAPESP sobre la oportunidad de organizar ese esfuerzo. La Fundación, que en las últimas décadas ha invertido más

de 500 millones de reales en proyectos vinculados con la Amazonia, liderados por investigadores paulistas, sugirió que se incentivara la creación de redes de investigación en las que participaran instituciones de diversos estados de la Amazonia. En diciembre de 2021, la FAPESP, en un acuerdo con el Consecti, formuló y presentó la propuesta de creación de Amazonia+10, en el marco de una reunión del Consejo Nacional de Fundaciones de Apoyo a la Investigación Científica (Confap) de los estados brasileños celebrada en Foz de Iguazú. La iniciativa fue recibida con entusiasmo y aprobada por unanimidad. La FAPESP ya había promovido acuerdos bilaterales de apoyo a la investigación en el seno del Confap, pero esta fue la primera vez que implicó un apoyo a la investigación coordinado comprendiendo a varias FAP.

Se definió un modelo, consolidado en el primer llamado a la presentación de propuestas, basado en el apoyo a proyectos en colaboración con la participación de investigadores de al menos tres estados, uno de ellos necesariamente amazónico, y distribuidos en tres áreas amplias de interés: el estudio del territorio de la Amazonia y de las personas que viven en la selva y en las ciudades de la región y el afianzamiento de las cadenas de producción sostenibles. “El modelo tuvo una buena recepción y finalmente conseguimos la adhesión de 20 FAP ya en ese primer pliego, cada una financiando a los investigadores de su estado”, explica Odir Dellagostin, presidente del Confap, que coordina la iniciativa junto con el Consecti. Dellagostin también subraya que fue la primera vez que tantas fundaciones estaduales trabajaron en conjunto. “Las FAP poseen una amplia experiencia en cooperaciones bilaterales, incluso con instituciones internacionales, pero no entre varios estados simultáneamente”, dice. El CNPq participó en la primera convocatoria complementando la inversión de algunos estados que no disponían de fondos suficientes para financiar todos los proyectos aprobados, como por ejemplo Acre, Amapá y Pará.

El secretario ejecutivo de la Iniciativa Amazonia+10, Rafael Andery, comenta que una de las inspiraciones para el dispositivo previsto en el primer pliego fueron las convocatorias del Belmont Forum, un grupo integrado por 27 instituciones de fomento de la investigación científica de diversos países, entre ellas la FAPESP, que financia proyectos de investigación en red sobre los cambios ambientales. Una de las preocupaciones consistió en garantizar que los proyectos trataran sobre temas con impacto social en los estados de la Amazonia. “Una de las condiciones que estipulamos fue que los proyectos apuntaran a tener un impacto en el Venta de pescado en un mercado de Parintins, en el estado de Amazonas: el conocimiento de los recursos naturales locales puede generar riqueza

desarrollo de la región”, explica Marcel Botelho, director de la Fundación Amazonia de Apoyo a Estudios e Investigaciones (Fapespa), vinculada a la gobernación del estado de Pará, miembro del comité ejecutivo de la iniciativa junto con el director presidente del Consejo Técnico Administrativo de la FAPESP, Carlos Américo Pacheco, y Márcia Perales, directora presidenta de la Fundación de Apoyo a la Investigación Científica de la Amazonia (Fapeam).

“Consideramos esencial el estudio de lo que se encuentra debajo de la cubierta forestal de la selva, que es donde viven los amazónicos”, dice Botelho, a contramano de las investigaciones basadas en las imágenes de satélite que escudriñan la Amazonia por encima de las copas de los árboles. Las expediciones científicas también estudiarán el impacto económico de los resultados de las investigaciones. “Hoy en día, lo que se conoce de la Amazonia es lo que está situado a la vera de los ríos y carreteras. Conocemos 300 especies de peces de la región, cuanto mucho, pero ellas tan solo serían el 10 % de las que existen. La ampliación de estos conocimientos puede ayudar a generar riqueza para la región”.

El primer llamado estuvo abierto entre julio y agosto de 2022 y sorprendió por la cantidad de proyectos presentados: 152 en total. Fueron seleccionados 39 proyectos, con inversiones por casi 42 millones de reales, que abarcaron temas tales como biodiversidad, cambios climáticos, bioeconomía, uso del suelo y mejora de las condiciones de vida en la región amazónica. De ese monto total, la FAPESP invirtió 14,6 millones en 20 proyectos en los que participan investigadores del estado de São Paulo. Las fundaciones análogas de los estados de Amazonas y Pará destinaron 7,1

Creciente del río Negro en la zona rural de Manaos: tradicionalmente, la recolección de datos de la Amazonia se ha centrado mayormente a orillas de los cursos de agua y en las márgenes de las carreteras

Plantación de asaí en el interior de Pará: los diferentes frutos de la selva pueden impulsar la bioeconomía

y 5,3 millones de reales, respectivamente, seguidas por la del estado de Río de Janeiro (Faperj), con 5,2 millones de reales. “La convocatoria había planteado tres objetivos que se cumplieron exitosamente”, dice Andery. “Conseguimos inyectar fondos de emergencia en el sistema de ciencia y tecnología de la Amazonia en un momento de escasez aguda, mapeamos las redes de investigación existentes y, pese a lo breve del plazo dispuesto para la presentación de propuestas, también promovimos la formación de algunas nuevas redes”.

El biólogo Carlos Alfredo Joly, de la Universidad de Campinas (Unicamp), quien coordinó la evaluación científica de los proyectos de la iniciativa financiados por la FAPESP, dice que los grupos que ya estaban trabajando en la región fueron incluidos en este primer pliego. “Como hubo poco tiempo para presentar las propuestas, a aquellos equipos con experiencia de investigación en la Amazonia les resultó más fácil participar”, explica. Algunos proyectos, dice Joly, derivan de otro gran esfuerzo de investigación en la zona: el Programa a Gran Escala de la Biósfera-Atmósfera en la Amazonia (LBA), creado en 1998.

Un ejemplo es un proyecto sobre las consecuencias para el medio ambiente del crecimiento de la acuicultura en la región, en comparación con la huella de carbono producto de la cría de otros tipos de animales. El coordinador del proyecto en São Paulo es el agrónomo Jean Ometto, del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe), quien participó en el LBA. También hay un puñado de proyectos en el campo de la salud pú-

blica y la virología. En uno de ellos participan investigadores de nueve estados y pretende mapear la diversidad de protozoarios, virus y bacterias, analizando el riesgo que la degradación ambiental y los cambios en los patrones de uso del suelo pueden entrañar para los ciclos reproductivos de estos patógenos. Otro apunta a formar una red de investigadores para evaluar qué influencia pueden tener la deforestación en las inmediaciones de la autopista BR-319, en el estado de Amazonas, y la minería en la región de Carajás, en el estado de Pará, en la propagación de virus emergentes.

El estudio de los impactos del cambio climático está presente en proyectos como el que estudia la posibilidad de utilizar la herpetofauna (tortugas y otros reptiles y anfibios) de la Amazonia como referencia para las respuestas de la biodiversidad a los cambios de temperatura. Ocho proyectos se centran en el estudio de las cadenas de valor de los productos generados por la selva, que incluyen peces como el paiche y frutos como el asaí y las castañas de monte. “Ninguno de estos productos, por sí solos, parece tener fuerza como para impulsar la bioeconomía en la Amazonia, pero cuando vemos que hay un conjunto de ocho iniciativas con un objetivo convergente, aumentan las posibilidades de que surjan grandes contribuciones”, dice Joly, quien hace hincapié en la necesidad de invertir en la capacitación de los grupos de investigación para garantizar la estandarización y la correcta organización de los datos recabados.

En 2023, con la reanudación de las inversiones en ciencia y tecnología en el país, la Iniciativa Amazonia+10 consiguió captar nuevas fuentes de financiación y amplió su gobernanza. La principal agencia de fomento de la investigación científica del Reino Unido –UK Research and Innovation (Ukri)– ha puesto a disposición una partida de 4 millones de libras esterlinas para una convocatoria a la presentación de propuestas de expediciones científicas. “Es una nueva oportunidad para que los investigadores británicos trabajen conjuntamente con sus colegas brasileños, para estudiar áreas poco conocidas de la Amazonia y trabajar a la par con las comunidades tradicionales y los pueblos indígenas locales”, le dijo Rossa Commane, director de la Red de Ciencia e Innovación para América Latina de la Embajada Británica en Brasil, a Agência FAPESP. Entre noviembre de 2023 y enero de 2024 estuvo abierta una convocatoria a la presentación de propuestas para la financiación de talleres conjuntos de investigadores brasileños y del Reino Unido sobre temas de la Iniciativa Amazonia+10, a través de una subvención del gobierno del Reino Unido, cuyos resultados

Una tortuga en Ilha do Bananal, en Tocantins: estudios de la influencia del cambio climático sobre la biodiversidad

serán divulgados a la brevedad. Instituciones como la Fundación Nacional de Ciencia de Suiza y el Centro Universitario de Baviera para América Latina también invirtieron en este nuevo pliego. El CNPq también ha ganado protagonismo. “Tenemos una vasta trayectoria de investigaciones en la Amazonia y nuestro alcance nacional puede ser útil para impulsar la iniciativa”, dice el físico Ricardo Galvão, presidente del CNPq. “Además, somos los responsables de autorizar la participación de los científicos extranjeros en las investigaciones en Brasil, que será necesaria para las expediciones”. Está previsto el lanzamiento de otras convocatorias a la presentación de propuestas a lo largo del año en curso. Una de ellas tiene que ver con un programa de movilidad para promover el asentamiento de doctores en las instituciones de investigación de la región amazónica. “No sirve de mucho financiar estudios sobre la Amazonia sin formar recursos humanos que se radiquen en la región y continúen ampliando los conocimientos sobre la diversidad social y biológica de la selva”, dice Carlos Joly. “Los programas anteriores, como el LBA, no lo contemplaron y los investigadores acabaron retornando a sus estados de origen al finalizar sus proyectos”. Otra idea es invertir en la ampliación de la infraestructura científica de la región. “Si apuntamos a la permanencia de los investigadores, debemos garantizarles que haya laboratorios en donde puedan trabajar”, dice Odir Dellagostin. La iniciativa también debe generar spin-offs. “Hay grupos de trabajo que ya están evaluando la posibilidad de crear un programa similar para la Caatinga, un bioma con potencial para generar redes entre investigadores del nordeste brasileño y colegas de otros estados”, dice el presidente del Confap. n

UNA MIRADA SOCIOLÓGICA SOBRE LA SALUD

La investigadora emérita de la Fundación Oswaldo Cruz, en Brasil, creó metodologías para estudiar los efectos de la violencia en la vida de grupos como los de la tercera edad y la policía

Maria Cecília de Souza Minayo es una socióloga que se desempeña en diversos frentes de trabajo. Con más de 60 años de experiencia como docente y tres décadas como investigadora, contribuyó a introducir las ciencias sociales dentro del campo de estudios médicos y de la salud pública en Brasil. A partir de la observación de grupos sociales como los de los policías y los ancianos, diseñó metodologías para investigar de qué manera los diferentes tipos de violencia impactan sobre la salud de la gente, extrapolando el debate más allá de la seguridad pública. A lo largo de su carrera académica, De Souza Minayo coordinó más de 40 estudios sobre la relación entre la violencia y la salud, así como dirigió alrededor de 80 proyectos de posgrado, entre maestrías, doctorados y posdoctorados.

Profesora emérita de la Escuela Nacional de Salud Pública de la Fundación Oswaldo Cruz (ENSP-Fiocruz), De Souza Minayo fue presidenta de la comisión que formuló la Política Nacional para la Reducción de la Morbilidad y la Mortalidad por Violencia y Accidentes del Ministerio de Salud de Brasil en la década de 1990. Esa iniciativa estableció protocolos de conducta destinados a diferentes tipos de violencia que afectan a los servicios de salud, tales como los accidentes de tránsito y las agresiones domésticas contra mujeres y niños. Su trabajo más reciente, aún inédito, es un censo que evalúa las condiciones de vida de las personas mayores en el sistema penitenciario masculino y femenino del estado de Río de Janeiro. A sus 86 años, De Souza Minayo continúa ejerciendo la docencia y dirigiendo y coordinando investigaciones. Casada con el químico y sociólogo Carlos Minayo, con quien tiene dos hijas y cuatro nietos, acaba de recibir el Premio Internacional de la Academia Mundial de Ciencias (TWAS Awards). Para esta entrevista, recibió a Pesquisa FAPESP en su departamento ubicado en Aterro do Flamengo, en Río de Janeiro. ENTREVISTA Maria Cecília

¿Cuál es el recuerdo más marcante de su infancia?

Nací en 1938, en un pequeño distrito de Rio Piracicaba, Caxambu, un pueblo del interior de Minas Gerais. Empecé el colegio a los 7 años sabiendo leer, porque mi madre me había enseñado. La señora Ruth, la maestra, daba clases a primero, segundo y tercer grado, todos juntos. Siento un gran respeto y soy muy agradecida a esa maestra. Todos los niños de ese pueblo sabían leer y escribir, y también matemáticas, gracias a ella. Para mí fue importante tener una educación de calidad desde tan pequeña. Sin embargo, esa escuela rural solamente iba hasta el tercer grado y, en general, las familias del pueblo no animaban a sus hijos a seguir estudiando. Pero mis padres pensaban distinto. Mi madre era empleada del de la empresa estatal Correios y mi padre era un comerciante versátil e inteligente, y también fue un importante político local. Tenían una visión de futuro para las mujeres y decidieron inscribirnos, a mi hermana menor y a mí, en una escuela de Itabira, también en Minas Gerais, llamada Nossa Senhora das Dores. Yo tenía 9 años y ella 8.

ESPECIALIDAD

Sociología

INSTITUCIÓN

Fundação Oswaldo Cruz (Fiocruz)

ESTUDIOS

Graduada en Sociología en el Queens College de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (1979), maestría en Antropología Social en el Museo Nacional, de la Universidad Federal de Rio de Janeiro, (1985), y doctorado en Salud Pública por la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz, 1989)

EDAD 86 años

¿Ustedes iban a Itabira todos los días?

En aquella época desde la escuela hasta la casa de mis padres era un viaje de nueve horas. Hoy en día se demora una hora y media en coche. Antes teníamos que ir a caballo o en carreta hasta la estación de tren. Como era muy difícil, fuimos admitidas como internas en la institución. Solamente salíamos dos veces al año, para las vacaciones. Rápidamente fui una de las mejores estudiantes de la clase. Posteriormente realicé el curso de maestras normales, en la misma escuela. Era lo que las mujeres solían hacer en aquella época para tener una profesión. Terminé mis estudios a los 17 años, en 1955, y trabajé como profesora de esa escuela, en lo que hoy en día es la enseñanza media.

¿Por qué se fue a vivir a Río de Janeiro? Trabajé como docente en Itabira durante 10 años, hasta 1965. Como la escuela tenía una unidad en Río de Janeiro, me invitaron a dar clases allá. Las escuelas pertenecían a un grupo religioso muy católico. A finales de la década de 1950, debido a los cambios propuestos a la Iglesia por el papa Juan XXIII [1881-1963], se creó en Río de Janeiro el Instituto Superior de la Pastoral Católica [Ispac]. En la institución se dictaban las carreras de filosofía, teología, sociología, ética y moral, inspiradas en las encíclicas de Juan XXIII, que inducían a los católicos a actuar contra la pobreza y la miseria. Me inscribí en ese instituto y las clases me transformaron completamente. Empecé a cuestionar el hecho de que la congregación para la que trabajaba solamente atendía a estudiantes de clase media y no le prestaba ninguna atención a la pobreza que nos rodeaba.

¿Y qué pasó después de esa experiencia?

Mis padres tenían pocos libros en casa, pero recibían un boletín llamado São Geraldo que abordaba el tema de la pobreza y, sobre todo, traía noticias sobre el sufrimiento de la gente en África. Siempre fui una lectora voraz. Y ese boletín me permitía soñar. Desde muy joven soñaba con ser misionera. El Instituto Superior de Pastoral Católica me abrió la mente, pero no para negar el catolicismo, porque seguí siendo religiosa. Al mismo tiempo, comencé a cuestionar la pacata vida del grupo de docentes del que formaba parte y que trabajaba en la institución. Después, en la segunda mitad de la década 1960, empecé a relacionarme con los mo-

vimientos sociales. En simultáneo con las clases que daba, comencé a trabajar en la favela de Penha. Llevaba a mis alumnas y compañeras para conocer la realidad de este lugar y daba clases de educación popular. Empecé a hacer lo mismo en otras comunidades carenciadas de Río, como el complejo habitacional Guaporé, ubicado en la zona norte de la ciudad.

¿Conoció a su esposo durante estas actividades?

Sí. Carlos vino a Brasil desde España a finales de los años 1960 para ser director del Departamento de Química de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro [PUC-Río]. Cuando conoció la situación de pobreza de Río de Janeiro, también empezó a participar junto a los movimientos sociales. En esa época había varios cursos de educación popular en el país, que se dictaban fuera de las universidades, en espacios informales de conocimiento. A mediados de 1969, trabajando en Guaporé, lo conocí a Carlos. Me contó que había llegado ahí después de una experiencia que tuvo con tres amigos, en la favela de Rocinha. Ellos se habían mudado a la co-

munidad para dar clases, pero como estábamos en plena dictadura, la policía empezó a perseguirlos, entonces desistieron de vivir allá y se fueron a un lugar menos vigilado. Pero a medida que los meses iban pasando, la represión aumentaba. Y uno de los principales objetivos de los militares eran los educadores populares. Muchos comenzaron a ser detenidos.

¿Cómo impactó en su vida la dictadura militar [1964-1985]?

En el colegio católico donde yo daba clases, había una estudiante que era hija de un policía federal. Él simpatizaba mucho conmigo, pero no sabía que yo trabajaba en la educación popular. Un día llegué al colegio y él estaba allá porque había ido a buscar a su hija. Le dije que necesitaba conversar con él, fíjate cuánta ingenuidad de mi parte. Le comenté que estaban arrestando a varios compañeros que trabajaban en la educación popular y le pedí ayuda. Me pidió nombres, mencioné dos y me dijo que me mantuviera alejada de ellos porque eran “peligrosos”. Y me aconsejó que me hiciera humo antes de que me detuvieran a mí también. Quedé aterrorizada y resolví esconderme, pero no podía irme a la casa de mis padres en Minas Gerais, porque los pondría en riesgo.

¿Y qué hizo?

En mis investigaciones no hago seguridad pública. Busco comprender de qué manera la violencia impacta sobre la salud de los niños, las mujeres y los ancianos

Tenía una amiga que estaba casada con uno de los hijos del editor y librero José Olympio [1902-1990]. Ella también trabajaba en la educación popular. La llamé y le expliqué mi situación. Le dije que tenía la sensación de que me seguían todo el tiempo. Ella vivía en una mansión en la zona de la laguna Rodrigo de Freitas y me invitó a vivir con su familia por un tiempo. Me mudé y decidí pedir ayuda a la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil [CNBB] para liberar a mis amigos detenidos. Pero la situación política no hizo más que empeorar. Entonces resolví salir de la escuela donde daba clases y me mudé a Nova Iguaçu, en Baixada Fluminense, donde había un obispo, monseñor Adriano Hipólito [1918-1996], que protegía a las personas que trabajaban en la educación popular y estaban siendo perseguidas. Una amiga del colegio me acompañó en esta aventura. Nos quedamos por un tiempo, con la protección de este hombre religioso, cada una ganaba el equivalente a un salario mínimo para trabajar en un movimiento colectivo

que había sido creado por estudiantes e intelectuales para educar a la gente de esa región vulnerable.

¿Cómo fue su ingreso a la universidad? En 1974 ingresé a la carrera de Sociología en el Instituto de Filosofía y Ciencias Sociales de la Universidad Federal de Río de Janeiro [UFRJ]. Debido a la dictadura, era un ambiente en donde todo había que decirlo en clave, porque no estábamos seguros de lo que pensaban los docentes y los compañeros. Pese a todo, fue un tiempo de mucho aprendizaje. Yo sacaba buenas notas en todas las materias y ayudaba a mis amigos en la lectura de obras difíciles, como los libros del filósofo alemán Karl Marx [1818-1883].

¿Ya estaba casada en esa época? No. En 1971, Carlos volvió a España para visitar a su madre, que estaba muy enferma y falleció. Cuando iba a regresar a Brasil, unos amigos le avisaron que sería mejor quedarse en el exterior. Si volvía, corría riesgo de ir preso. Durante un interrogatorio, uno de nuestros compañeros que estaba preso fue obligado a dar nombres y terminó mencionando a Carlos, porque sabía que estaba fuera del país. Pero con esa información, entró en la mira de los militares. En esa misma época, un abogado que defendía a los presos políticos me advirtió que mi nombre también era mencionado en los interrogatorios. Entonces, sin haber terminado la facultad, decidí salir del país para encontrarme con Carlos. Ya estábamos juntos y decidimos casarnos en 1976, en Nueva York, Estados Unidos. Llevamos casados 48 años.

¿Cómo fue la vida en el exilio?

En Nueva York vivían varios especialistas en estudios brasileños de renombre que nos apoyaban. Uno de ellos era el historiador y antropólogo Ralph Della Cava, del Queens College de la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Me consiguió una plaza en esa universidad, donde concluí mi carrera de grado en 1979. En esa época, había en Francia un grupo que reunía a intelectuales y miembros de la Iglesia Católica para financiar a los exiliados de diversas partes del mundo. Este grupo estaba presidido por el pedagogo y educador Paulo Freire [1921-1997], que estaba exiliado en París. Mi esposo y yo recibíamos 500 dólares, lo que nos mantuvo en Estados Unidos.

Las administraciones se

han modernizado, pero la policía sigue obedeciendo las mismas reglas de mando y disciplina

Mi director fue el pedagogo y doctor en historia Víctor Vicente Valla [1937-2009]. Estudié las condiciones de vida de los trabajadores de la industria extractiva de mineral de hierro en la localidad de Itabira (Minas Gerais). Después de la defensa, empecé a dar clases en la PUC y entré en un proyecto que apuntaba investigar las diferentes situaciones de pobreza que existían en Brasil. La investigación fue financiada por el Ministerio de Planificación. Durante tres años, junto con un equipo, llevamos adelante un trabajo de campo en cinco zonas pobres de Río de Janeiro, incluidas las favelas de Rocinha y Roquete Pinto, esta última construida sobre palafitos. Terminé mi maestría y, ese mismo año, empecé mi doctorado en la Fiocruz.

¿Cómo fue la llegada de una socióloga a una institución que, en ese momento, se dedicaba solamente a las investigaciones en medicina y salud pública?

¿Y cuándo regresaron a Brasil?

En 1979, con la Ley de Amnistía. Ya estaba embarazada de mi segunda hija. La neurosis por miedo a ser preso era tan grande que, durante todo el viaje de regreso, en el avión, Carlos se la pasó rompiendo papeles, temiendo que la policía encontrara algo que pudiera incriminarlo. Pero pasamos por la aduana sin ningún problema.

¿Cómo reorganizaron su vida después del exilio, sin trabajo y con dos hijas pequeñas?

Como tuvimos que quedarnos tres años en Estados Unidos, la PUC le canceló el contrato a Carlos. A mi regreso, durante 10 años, hice traducciones y también algunas actividades con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia [Unicef], como la creación de un centro comunitario en la favela de Rocinha. También empecé mi trayectoria académica. La PUC-Río lo recontrató a Carlos dos años después de nuestra llegada y también empezó a dar clases en la Fundación Getulio Vargas [FGV], y posteriormente lo invitaron a trabajar en la Fiocruz.

¿Cuál fue el tema de su maestría?

Hice mi tesina en Antropología Social en el Museo Nacional de la Universidad Federal de Río de Janeiro entre 1981 y 1985.

Cuando entré a Fiocruz, sentí que había encontrado mi lugar, porque podía combinar mi preocupación con las cuestiones sociales y mis ambiciones académicas. En el doctorado, que defendí en 1989, diseñé una metodología para desarrollar investigación social cualitativa en el área de la salud. Este enfoque estudia aspectos subjetivos de los fenómenos sociales y del comportamiento humano, mediante métodos tales como entrevistas individuales o grupales, análisis de documentos y la observación. La metodología que creé surgió de mis conocimientos teóricos sobre el tema, pero también a través de las diferentes actividades que estaba realizando en ese momento. Por ejemplo, en la Fiocruz le daba clases de investigación sociológica a médicos de posgrado que estaban cursando sus maestrías o doctorados. Estaban acostumbrados a trabajar en la atención epidemiológica de la salud pública para grandes grupos, pero no sabían ver a la gente de una manera particular. En las clases yo hablaba sobre la importancia de estos análisis individualizados y me deparé con preguntas que me obligaron a repensar de qué manera podía explicarse el impacto de los problemas de salud en la vida social. A partir de estas experiencias, mi tesis abordó teorías, metodologías, estrategias, técnicas y ejemplos prácticos para la realización de investigaciones sociales en el campo de la salud. El trabajo doctoral fue publicado en un libro, bajo el título de O

desafio do conhecimento [El desafío del conocimiento, Hucitec Editora, 1992]. La obra ya va por su 15ª edición.

¿Y de qué manera la violencia se convirtió en su tema de investigación?

En la década de 1980, el reconocido investigador colombiano Saúl Franco llegó a la Fundación Fiocruz huyendo de la persecución del narcotráfico. El médico sanitarista Sérgio Arouca [1941-2003] era por entonces el presidente de la institución. Ambos consideraron que la Fiocruz necesitaba crear líneas de investigación para estudiar de qué manera la violencia afectaba la salud, algo que el investigador colombiano estaba desarrollando en su país. Franco viene investigando desde hace 40 años la violencia y el conflicto armado en Colombia, así como sus impactos en la vida y la salud de las personas. La violencia es un fenómeno sociohistórico y, en sí misma, no es una cuestión de salud pública ni un problema médico. Pero impacta sobre la salud en diferentes dimensiones. Provoca muertes, lesiones, traumas físicos y problemas mentales y emocionales. Disminuye la calidad de vida de las personas y repercute en los sistemas de salud, generando nuevos problemas para la atención médica preventiva o curativa. Arouca me invitó a liderar esta línea de estudios en la Fiocruz. Acepté el reto junto con dos investigadoras que son mis colegas de investigación hasta el día de hoy: la epidemióloga Simone Gonçalves de Assis y la psicóloga Ednilza Ramos de Souza. Son grandes compañeras, nunca nos soltamos de la mano.

¿Qué hicieron después?

Empezamos a investigar la situación en el municipio de Duque de Caxias, en Baixada Fluminense, que tenía los índices de mortalidad por violencia más altos del estado de Río. En esa época, eran pocos los que trabajaban con violencia y salud en Brasil. La jurista especialista en salud pública María Helena Prado de Mello Jorge, de la USP [Universidad de São Paulo], fue una de ellas. Con la investigación en Duque de Caxias, demostramos que la violencia no solamente afectaba la salud de las personas, sino que el propio sistema de salud era a menudo violento. El estudio sirvió de base para la creación, a finales de la década de 1980, del Centro Latinoamericano de Estudios sobre Violencia y Salud [Claves] de la ENSP.

Sus investigaciones sobre violencia y salud jugaron un papel importante en la formulación de políticas públicas. ¿Puede hablarnos sobre estos temas? En 1998, el Ministerio de Salud me invitó a actuar como presidenta de una comisión que iba a formular la Política Nacional para la Reducción de la Morbilidad y la Mortalidad por Violencia y Accidentes. Ese programa establece protocolos de conducta frente a distintos tipos de violencia que llegan hasta los servicios de salud, pero es una iniciativa difícil de poner en práctica. Muchos profesionales no creen, no les gusta o no quieren saber nada. Por ejemplo, cuando llega al centro de salud un niño lastimado, o una mujer con un brazo quebrado, es necesario identificar si estos casos constituyen violencia doméstica. En general, los médicos tratan las fracturas de brazos y otras lesiones, pero no preguntan cómo y por qué ocurrieron. Ellos necesitan aprender a derivar el problema a los psicólogos, al Consejo Tutelar o a las comisarías de mujeres.

¿Se implementó esta política en la década de 1990?

No. Recién fue promulgada en el año 2001; tardó un buen tiempo en ser institucionalizada por el Estado, bajo el nombre de Política Nacional para la Reducción de la Morbilidad y la Mortalidad por Violencia. Primero se adoptó con

relación a los accidentes. Fue uno de los elementos que colaboró, por ejemplo, en la creación del Servicio Móvil de Atención de Urgencias [Samu], en 2003. Entre 2003 y 2016, la propuesta se consolidó. Se establecieron centros de capacitación para abordar dichos protocolos de conducta en todos los estados, en los grandes municipios. El Claves tiene un convenio con el Ministerio de Salud para realizar estos cursos de capacitación, los cuales están dirigidos a profesionales de la salud designados por las secretarías de los estados y municipales. Estos cursos apuntan a formar profesionales para abordar adecuadamente el problema. Sin embargo, a partir de 2016, el proceso de institucionalización de esta política se estancó.

¿Cuál es el estado actual de esta política? Vivimos un momento de recuperación, pero aún queda mucho por hacerse. A pedido del Ministerio de Salud, estamos terminando una nueva evaluación del programa. Detectamos que el área que más absorbió esta política es la atención primaria de la salud, que es la principal puerta de entrada al Sistema Único de Salud [SUS]. Según la definición del ministerio, la atención primaria abarca un conjunto de acciones tendientes promover y proteger la salud, prevenir enfermedades y diagnosticar, tratar y rehabilitar a los pacientes. Pero todavía queda un largo camino por recorrerse antes de que esta política se institucionalice.

La violencia contra las personas mayores está históricamente naturalizada. Los ancianos siempre han sido maltratados en nuestra sociedad

¿Podría hablarnos de esta línea de investigación que analiza la violencia pensando en cuestiones que van más allá del delito?

Siempre explico que en mis investigaciones no hago seguridad pública. Lo que busco es comprender de qué manera la violencia y la agresión impactan sobre la salud de los niños y los adolescentes, las mujeres, los ancianos y los trabajadores. Y esto ocurre tanto a nivel individual, en la vida de cada persona, como en el sistema en su conjunto, en la medida en que esta violencia termina desembocando en los servicios de salud.

¿Fue con este enfoque que usted investigó las organizaciones policiales?

Junto con mis colegas, realicé dos estudios entre agentes de policía. El primero fue con policías civiles y el segundo con policías militarizados. En mis estudios mues-

tro cómo sufren los efectos de la violencia que viven a diario. Estos profesionales se quejan de que son tratados por la sociedad de forma generalizada, como si todos los policías actuaran de forma incorrecta. Se quejan de la falta de reconocimiento social y también dentro de la propia institución.

¿Cuáles son los retos que enfrenta en la actualidad la policía de Brasil?

Es una profesión difícil en todo el mundo, pero aquí hay mayores desafíos en comparación con Estados Unidos o los países europeos, por ejemplo. La formación en derechos humanos que se le ofrece a los agentes de policía es insignificante y los sueldos son muy bajos. El mundo se ha modernizado, las administraciones se han modernizado. Pero no es así en el ámbito policial. Siguen obedeciendo las mismas reglas de mando, disciplina y orden que en el pasado, especialmente la Policía Militarizada, la más grande del país. Solamente en São Paulo, tenemos más de 90.000 policías militarizados. En Río son más de 40.000.

¿Cómo impactan estos problemas en la salud mental de estos trabajadores?

Les escuché decir a varios comandantes lo solos que se sienten, porque tienen que dar órdenes y soportar las consecuencias solos, sin el apoyo de la institución. Los oficiales generalmente tienen más problemas de salud mental que los soldados. Esto se debe a que los soldados, pese a ganar poco, actúan según las órdenes dadas, mientras que los puestos de alto rango tienen un peso inmenso ya que deben tomar decisiones que impactan sobre la vida de todos los policías. Se ven obligados a acudir a los funerales de sus compañeros, lo que los afecta mucho, ya que es como si estuvieran ante su propia muerte. Al mismo tiempo, muchos se niegan a buscar ayuda psicológica. En mi investigación escuché a varios afirmar que no eran mujercitas ni estaban locos. Al único que suelen escuchar es el capellán. Y, si la única persona a la que escuchan es al capellán, entonces la solución sería que el capellán también fuera psicólogo. Sigo de cerca este tema no solamente en el ámbito académico, sino también dentro de mi propia familia. Uno de mis yernos es instructor de tiro y experto en secuestros en la Policía Civil de Río. La mayor cantidad de horas de clase en la formación policial es en entrenamiento

Durante la dictadura, le pedí al padre de una alumna, policía, que me ayudara a encontrar a mis amigos que estaban presos. Me aconsejó que me hiciera humo antes de que me arrestaran

de tiro. Él, que enseña en la Academia de Policía y para agentes de la Policía Militarizada, suele decir que una de las cosas más importantes de ser policía es aprender a no disparar a todo lo que se ve. Pero ¿qué pasa con las cuestiones humanas, incluidas las suyas propias?

Con tantas actividades, ¿tiene tiempo para distraerse?

Hago gimnasia una vez por semana y me gusta mucho leer. Durante las vacaciones de enero, por ejemplo, devoré cinco libros de literatura. También soy muy apegada a mis hijas. Tengo un nieto, dos nietas y una cuarta nieta que llega ahora, en mayo. Son la alegría de mi vida y todos son muy inteligentes. Una de mis nietas, que tiene 9 años, está escribiendo un libro para su hermanita que está por nacer.

¿Qué está investigando en este momento? Últimamente estoy estudiando mucho el tema de las personas mayores dependientes, que son las que más sufren en este grupo de edad, independientemente

de la clase social. Al no poder tener autonomía para llevar adelante sus vidas, son olvidados. Hago investigaciones empíricas y ya he mapeado varios casos de gente que sale para trabajar y deja a los ancianos solos, tirados en la cama, sucios y sin comer. Estoy dedicada a buscar aportes para que Brasil pueda crear una política específica para las personas mayores dependientes. Canadá, Estados Unidos y Europa cuentan con iniciativas en este sentido, que provienen de los gobiernos centrales y combinan la participación de gobiernos locales, las empresas y la sociedad civil. De esta manera, la familia no queda abandonada en esta función. También estoy culminando una investigación sobre personas ancianas en las cárceles de Río de Janeiro. Mi compañera, la psicóloga Patrícia Constantino, también de la Fiocruz, recogió declaraciones de todas las cárceles del estado y realizó un intenso trabajo de campo. Hay informes y hallazgos impresionantes. La mayoría de las personas mayores encarceladas en el estado solamente estudiaron hasta el cuarto grado, y el 15 % no sabe leer ni escribir; pero, por otra parte, el 81 % tiene expectativas positivas al respecto de su vida social en el futuro. Pese a que es un tema de investigación muy actual, estudio la violencia contra las personas mayores desde 1995. Esta violencia está históricamente naturalizada. Los más viejos siempre han sido maltratados en nuestra sociedad. Décadas atrás eran empujados desde precipicios, los dejaban sin comer. La idea de que en el pasado se les trataba mejor es un mito. Hoy en día Brasil cuenta con el Estatuto de las Personas Mayores [Ley nº 10.741, 2003], que fue un hito muy importante en la protección de este grupo en el país.

¿Y cuáles son sus proyectos para el futuro?

Debido al estudio sobre la población de ancianos privados de libertad en el estado de Río de Janeiro, este año recibí una invitación del Ministerio de Salud para coordinar una encuesta sobre las condiciones de salud de la población penitenciaria, en su conjunto, en el país. Es un gran desafío, pero decidí aceptarlo. Una va envejeciendo, pero sigue investigando, dando clases, dirigiendo proyectos y publicando libros. Tener un propósito es bueno y me hace creer en el futuro. Le doy gracias a la vida y a la generosidad de quienes me rodean. n

INDICADORES

INVESTIGACIÓN

La ciencia producida en Brasil, principalmente en temas tales como el cambio climático, la Amazonia y los biocombustibles, a menudo es mencionada en informes y documentos que proponen o analizan políticas públicas en diversos países, entre ellos Estados Unidos, el Reino Unido o Alemania. Según un estudio realizado en la base de datos Overton, un banco internacional de información sobre políticas públicas e investigaciones asociadas a éstas, un total de 25.391 trabajos firmados por autores vinculados a instituciones científicas del estado de São Paulo fueron citados en 33.398 documentos publicados en 123 países entre 2013 y 2022. Las fuentes de estos documentos fueron 1.017 organismos públicos e intergubernamentales, a los que se también se añaden think tanks, centros de investigación que reúnen a expertos para reflexionar sobre temas relevantes.

“Estamos interesados en analizar los beneficios generados por la investigación científica paulista que trasciende el ambiente académico y esta base de datos deja en evidencia su influencia en la formulación de políticas públicas

que aportan beneficios a la sociedad”, explica la agrónoma Connie McManus, gerente de Relaciones Internacionales de la FAPESP, quien llevó a cabo el estudio en colaboración con el inmunólogo Niels Olsen Câmara, investigador de la Universidad de São Paulo (USP) y asesor de la Dirección Científica de la Fundación. “La conclusión indica que la investigación paulista tiene una influencia significativa en las políticas públicas que se adoptan en Brasil y en varios otros lugares del mundo”.

Entre las instituciones intergubernamentales que más citan a las investigaciones paulistas, despuntan la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Comisión Europea, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Banco Mundial. Un dato peculiar es que de la lista de las 25 fuentes que más han mencionado los estudios brasileños, 23 son extranjeras y solo 2 son del propio país: el gobierno federal y el Instituto de Investigación Económica Aplicada (Ipea), una fundación vinculada al Ministerio de Planificación conocida por producir estudios sobre programas gubernamentales. “El Ipea es un think tank cuya misión es precisamente la difu-

sión del conocimiento para perfeccionar las políticas públicas. Nuestra producción tiene una gran afinidad con esta base de datos”, dice la economista Fernanda De Negri, coordinadora del Centro de Investigaciones en Ciencia, Tecnología y Sociedad del Ipea.

Entre los lugares cuyas instituciones más hicieron mención a las investigaciones realizadas en el estado de São Paulo en documentos vinculados a políticas públicas, Brasil figura detrás de Estados Unidos, la Unión Europea, el Reino Unido, Alemania, Canadá y Francia. A juicio de McManus, es posible que los organismos gubernamentales brasileños no basen sus políticas públicas en estudios científicos con el mismo empeño que las organizaciones de otros países. “Tal vez nuestros investigadores deban hacer un esfuerzo mayor para divulgar sus resultados en un lenguaje que llegue a los responsables de la toma de decisiones”, sugiere.

La investigación también revela cuáles son los temas de investigación brasileños que encuentran mayor eco en los documentos extranjeros. En el área de ingeniería y tecnología, los temas que se destacan son los biocombustibles y la emisión de gases de efecto invernade-

Los países y el bloque que citaron más publicaciones del estado de São Paulo en guías y documentos de políticas públicas – en cantidad de artículos citados por área del conocimiento (de 2013 a 2022)

n Agricultura n Ingeniería y tecnología n Humanidades n Ciencias médicas n Ciencias naturales n Ciencias sociales

QUE LLEGA A LA SOCIEDAD

Un análisis muestra que los estudios realizados en el estado de São Paulo sirven de referencia para las políticas públicas que se implementan en diversos países

Fabrício Marques

ro. En tanto, en las ciencias naturales y sociales, la Amazonia es un tema recurrente. En las ciencias médicas, sobresalen los estudios sobre las enfermedades tropicales y el daño que causan los alimentos ultraprocesados, mientras que en la agricultura, las investigaciones sobre las tilapias, los cítricos, los eucaliptos y la genética de plagas como la Xylella fastidiosa han sido mencionadas con frecuencia. El estudio también revela los nombres de los investigadores paulistas más citados en los documentos internacionales. El primero de la lista, con 137 documentos citados, es Paulo Artaxo, del Instituto de Física de la USP, un referente en los estudios sobre los aerosoles y conocido por su labor en el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). “La ciencia brasileña es tomada muy en serio en los informes internacionales y hay temas de investigación en los que desempeñamos el rol de líderes mundiales”, dice Artaxo, quien destaca el trabajo de los científicos brasileños en los estudios sobre el cambio climático. “Brasil es el segundo país, detrás de Estados Unidos, en cuanto al número de investigadores participantes en los informes del IPCC”.

Varios nombres de la lista figuran en prestigiosas clasificaciones académicas, como la lista de los investigadores altamente citados que elabora anualmente la empresa Clarivate Analytics. Es el caso de Carlos Augusto Monteiro, de la Facultad de Salud Pública de la USP, pionero en los estudios sobre los alimentos ultraprocesados, con 130 documentos citados; Pedro Henrique Brancalion, experto en restauración de selvas tropicales de la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz (Esalq), de la USP, con 82, o el psiquiatra André Brunoni, de la Facultad de Medicina de la USP, coordinador de estudios sobre la depresión, con 70. McMannus y Olsen Câmara también recopilaron datos del desempeño de todo Brasil en la base de datos Overton y los resultados coinciden con los de São Paulo en cuanto a las instituciones y países de origen de las citas y el perfil de las áreas más influyentes. “Esto no es sorprendente, porque en los últimos años los investigadores de São Paulo han sido responsables de más del 40 % de la producción brasileña”, dice McManus. Los estudios realizados en colaboraciones internacionales exhibieron un 71 % más de probabilidades de ser citados en los informes.

La socióloga Ana Cláudia Niedhardt Capella, experta en políticas públicas e investigadora de la Universidade Estadual Paulista (Unesp), campus de Araraquara, dice que en los últimos años, la producción de conocimiento en el país se ha orientado a la búsqueda de soluciones para problemas complejos de la sociedad, desde las desigualdades hasta los retos relacionados con la violencia, el acceso a la salud y la educación. En parte, ha habido un aumento de la capacidad académica, y por otro lado, las prácticas gubernamentales han empezado a valorar las políticas públicas y la búsqueda de una mayor eficiencia en sus inversiones.

“Es una gran noticia saber que la investigación brasileña en políticas públicas se ha convertido en una referencia a nivel internacional, pero aún queda un largo camino por recorrer”, dice Niedhardt Capella. “Necesitamos profundizar todavía más las conexiones entre investigadores y administradores, para que el conocimiento producido sea tenido más en cuenta y pueda respaldar la producción de políticas públicas en Brasil y para que las propias investigaciones estén cada vez más cerca de los problemas públicos que motivan las acciones gubernamentales”. n

EL DRAMA SILENCIOSO DE LA PAMPA BRASILEÑA

La zona pampeana de Rio Grande do Sul, cerca de la frontera con Uruguay y Argentina

En las últimas cuatro décadas, el 30 % de la vegetación

autóctona de este bioma ha sido sustituido por cultivos de soja e incluso por plantaciones de eucalipto

Meghie Rodrigues

El bioma Pampa, el penúltimo en Brasil en tamaño, con un área ligeramente superior a la del Pantanal, ha perdido un 30 % de su vegetación autóctona en las últimas tres décadas y media. Los pastizales son los más afectados y, en particular, han cedido terreno ante el avance de los cultivos agrícolas. Según los expertos, el daño que supone la supresión de estas áreas puede que no sea tan evidente en lo inmediato como en el caso de los bosques, pero no por ello es menos devastador.

Datos recientes de la red MapBiomas –una red de investigación colaborativa integrada por organizaciones no gubernamentales (ONG), universidades y empresas tecnológicas emergentes–confirman una pérdida sustancial de regiones no forestales (pastizales) en la Pampa: en 1985, estas extensiones abarcaban 9,3 millones de hectáreas (ha), aproximadamente la mitad de la superficie total del bioma. En 2022, se habían reducido a 6,5 millones de ha. Por otra parte, la agricultura y la ganadería aumentaron prácticamente en la misma proporción: entre 1985 y 2022, la superficie ocupada por estas actividades pasó de 5,6 a 8,4 millones de ha. En el caso de las zonas forestadas, su extensión aumentó ligeramente, pasando de 2,2 millones de ha en 1985 a 2,3 millones de ha en 2022. El biólogo Mateus Pires menciona que no se habla mucho de la Pampa, un bioma creado “recientemente” en términos oficiales. “En 2024 se cumplen 20 años desde que el IBGE [Instituto Brasileño de Geografía y Estadística] elevó a la Pampa a la categoría de bioma”, dice Pires, quien realiza una pasantía posdoctoral en el Laboratorio de Ecología y Evolución de la Universidad de Vale do Taquari (Univates), en Lajeado, Rio Grande do Sul.

Se trata de un bioma reciente solo en los papeles. “La Pampa es más antigua que el Bosque Atlántico, vestigio de un período, hace entre 40.000 y 20.000 años, en el que el clima era más frío que en el Holoceno actual”, explica Heinrich Hasenack, coordinador del Programa de Posgrado en Agronegocios en la Universidad Federal de Rio Grande do Sul (UFRGS).

Hace unos 11.000 años, a principios del Holoceno, la Tierra empezó a volverse más cálida y húmeda. Ello propició la expansión de las selvas. Lo que hoy en día se conoce como Bosque Atlántico se expandió hacia los pastizales pampeanos, desde las zonas más bajas hasta las más altas. “Los pastizales actuales son antiguos remanentes de áreas que no fueron ocupadas por los bosques”, dice Hasenack.

Este bioma cubre más de la mitad del estado brasileño de Rio Grande do Sul, se extiende por Argentina y Uruguay y en el imaginario brasileño remite a vastas extensiones de campos en donde viven los gaúchos, una figura asociada a la frontera sur en la que se mezclan las culturas ibérica e indígena. La Pampa está estrechamente asociada a la valoración de la identidad cultural de la región. La conservación del paisaje impulsa la cultura y la economía de muchos municipios gaúchos. “La contemplación del paisaje y el turismo con alojamiento en hoteles estancias son actividades económicas de importancia, pero si los campos se convierten en plantaciones el acceso a ello quedará vedado”, dice Pires. La bióloga Sandra Müller, coordinadora del Laboratorio de Ecología Vegetal de la UFRGS, opina lo mismo: “¿Qué sería del habitante gaúcho sin la Pampa?”. El sistema en su conjunto es mucho más complejo de lo que parece, es algo más que un conjunto de campos cubiertos de pastizales hasta

donde alcanza la vista. “En cada metro cuadrado del terreno hay un promedio de 30 especies diferentes de gramíneas y herbáceas. Un registro identificó 56 plantas distintas en un solo metro cuadrado. La diversidad vegetal es altísima, aunque la fisonomía de las regiones de praderas no difiera demasiado”, dice Müller.

Además de las áreas de pastizales, el bioma posee otros tipos de vegetación agrupados en regiones diferentes. Según Pires, el modelo más simple de clasificación divide a la Pampa en tres grandes sectores: llanuras con plantas de escasa alzada, adaptadas a las zonas húmedas y arenosas cercanas a la costa; vegetación arbustiva adaptada al frío y húmedo clima serrano, y gramíneas y arbustos bajos en los pastizales de la zona occidental de Rio Grande do Sul, más acordes con el clima seco y el estrés hídrico derivados de un régimen pluvial más espaciado.

Según Müller, hay estudios que dividen al bioma hasta en 10 regiones distintas. A los efectos de la conservación, esta meticulosidad es especialmente importante porque permite una mirada más detallada de las especies de la fauna y de la flora, teniendo en cuenta sus necesidades específicas de manejo.

“En todo el bioma existen más de 3.000 especies herbáceas identificadas”, recuerda Hasenack, y añade que, para ser una zona subtropical, que

normalmente no alberga tanta diversidad como las regiones tropicales, ésta es impresionante.

Los pastizales naturales, que probablemente son la estampa característica de la Pampa, cumplen un rol clave en términos de servicios ecosistémicos. Pires explica que estas áreas sirven como suministro para la ganadería, ya que ofrecen forrajes de alta calidad para el ganado bovino. “Las vacas criadas en pasturas naturales ganan peso y brindan un retorno financiero más pronto que las criadas en campos convertidos que emplean pasturas exóticas [con gramíneas que no son las típicas de la región]”, dice el investigador. La Pampa ofrece pasturas naturales y a la vez mantiene la diversidad vegetal típica y la estructura necesaria para el desarrollo de muchas especies vegetales autóctonas, dice Müller. “Esto es algo que los otros biomas no ofrecen”. La investigadora explica que en la Pampa crecen gramíneas con metabolismo C3 y C4. “Las C3 son más palatables, menos duras y añaden valor a la oferta forrajera. Son pastizales más refinados y productivos en invierno”, comenta.

La pérdida de estas áreas no forestadas preocupa a los investigadores. Según la red MapBiomas, el uso del suelo por la agricultura llegó a ser de 2,1 millones de hectáreas entre 1985 y 2022. En el mismo período, la silvicultura, esencialmente la implantación de bosques de pinos y eucaliptos, se ha incrementado en un impresionante 1.667 %, es decir, más de 720.000 hectáreas. “Esto me pre-

Cobertura y uso del suelo en la Pampa

Las áreas de explotación agropecuaria se expanden y los pastizales autóctonos se reducen

SITUACIÓN

Formación

Agricultura y ganadería

Bosques

n Bosque

n Silvicultura

n Agricultura

n Mosaico de usos

n Formación de pastizal

n

n

El roedor llamado tuco-tuco de Flamarión (Ctenomys flamarioni), que se encuentra en peligro de extinción y habita en las dunas costeras del bioma Pampa

ocupa sobremanera, porque la pérdida de hábitat propicia la desaparición de especies animales con una distribución muy acotada”, dice Müller. Una gran variedad de ñandúes, felinos, reptiles, aves de campo abierto y mamíferos como el tuco-tuco de Flamarión (Ctenomys flamarioni) –un roedor en peligro de extinción que habita en galerías bajo la superficie del suelo– han quedado expuestos a la presión de la expansión de la agricultura y la silvicultura en el bioma.

“Los cultivos de soja se expanden de norte a sur de la Pampa y la silvicultura, de este a oeste”, informa Hasenack. “Muchas áreas actualmente ocupadas por la soja son menos aptas para este cultivo, que requiere de un manejo mucho más cuidadoso y, aun así, corre riesgo de obtener menores rendimientos”, dice Hasenack.

La soja viene expandiéndose incluso sobre las áreas tradicionalmente ocupadas por los arrozales, que se adaptan mejor a las condiciones del bioma, donde existen muchas partes inundadas. “El arroz está perdiendo espacio porque no es una commodity”, comenta Hasenak.

El estado de Rio Grande do Sul es el mayor productor de arroz de Brasil. Según los registros del IBGE, su producción anual promedio fue de casi 8 millones de toneladas entre 2020 y 2022. En 2021, Brasil, que es el mayor productor de América, produjo 11,6 millones de toneladas de arroz. Según la estatal Embrapa [Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria], la producción de arroz en tierras altas, o en vegas naturales, cayó de 1,6 millones de toneladas en 2013 a 0,7 millón de toneladas en 2022. La plantación de arroz en las llanuras de inundación actualmente representa una fracción tan pequeña de la producción nacional que Embrapa ha dejado de contabilizarla desde 2018.

En el cultivo de arroz, el uso de fertilizantes y agrotóxicos es menos intensivo que en los cultivos de soja. Estos productos químicos contaminan las napas freáticas. “Además, las zonas húmedas de Rio Grande do Sul son grandes sumideros de carbono. Con menos sectores inundados, la capacidad de re-

tención de gases de efecto invernadero del bioma disminuye”, sopesa Pires. Al igual que la vegetación de los pastizales, las áreas de vega colaboran para sustraer dióxido de carbono de la atmósfera. La conservación de las áreas no forestadas de la Pampa también es importante por otro motivo. El subsuelo de este bioma alberga una parte del acuífero Guaraní, una de las mayores fuentes subterráneas de agua que se conocen en Brasil. “La vegetación autóctona cumple un papel importante para el mantenimiento de las reservas de agua en el subsuelo”, subraya Müller.

Según los estudiosos del bioma, el problema de la Pampa no es el mero avance de la producción agropecuaria, sino el crecimiento de las áreas ocupadas por cultivos que degradan el ambiente. En lugar del monocultivo, sugieren que sería mejor para la región promover una mixtura de cultivos diferentes para no degradar tanto el suelo y conservarlo productivo por más tiempo.

“La vid, por ejemplo, convive con la cría de ganado ovino y nunca tendrá la extensión de un cultivo de soja. Constituye pequeñas parcelas, un mosaico que no entrará en conflicto con el bioma de una manera tan agresiva. Allí donde se plantan vides, no se necesita remover toda la vegetación campestre, explica Hasenack. La lógica es interesante también desde el punto de vista turístico, como ya está ocurriendo en Serra Gaúcha, donde muchas vitivinícolas explotan un segmento del turismo asociado al paisaje regional. A diferencia de lo que ocurre en otros biomas, donde las zonas forestadas son taladas para convertirlas en pasturas para el ganado, la Pampa tiene en la actividad ganadera un aliado para su mantenimiento. Sus campos autóctonos, que han cedido terreno a la soja, son pastizales naturales. Para Hasenak, el gran agente de conservación de la Pampa debería ser el productor rural, al que deberían concedérsele más incentivos para que críe el ganado en pasturas naturales. “En Uruguay, donde se crían las mismas razas bovinas que en Rio Grande do Sul, el ganado de corte criado a campo con pasturas naturales es altamente valorado”, comenta. La conservación es importante porque restaurar la Pampa sería algo mucho más difícil. “No tenemos semillas de gramíneas autóctonas en los viveros y estamos perdiendo la oportunidad de conocer especies que incluso podrían comercializarse”, advierte Müller. “No sería sencillo restaurar los pastizales que están siendo convertidos en bosques de pinos, una especie exótica y muy agresiva”. A diferencia del desmonte en la Amazonia, que implica la tala de árboles, algo que suele generar noticias, la supresión de áreas de pastizales naturales en la Pampa todavía no es vista como un drama ambiental. n

FINAL DEL MISTERIO

El virus causante del chikunguña provoca inflamación en diversos órganos −en el cerebro inclusive− y puede llegar a ser mortal

El chikunguña es una enfermedad altamente incapacitante causada por un virus que se transmite a través de las picaduras de las hembras de los mosquitos del género Aedes Provoca fiebre alta, manchas rojas en el cuerpo y, principalmente, una inflamación y un dolor intenso en las articulaciones que pueden durar meses, obligando a las personas afectadas a caminar o mantenerse encorvadas. Sin embargo, se habla poco del riesgo de muerte, que es bajo, pero existe y, en ciertas regiones, incluso puede ser superior al promedio brasileño de muertes por dengue, que es de un caso por cada mil enfermos.

Desde su aparición en Brasil, en 2014, se ha comprobado que el virus del chikunguña ha infectado a 254.000 personas –los casos sospechosos de la enfermedad ascienden a 1.200.000– y ha matado al menos a 909. El estado más afectado en estos 10 años es Ceará, que

concentró el 31 % de los fallecidos. “Sabemos que el chikunguña puede matar, pero siempre quedaba la duda: ¿por qué mueren esas personas?”, indaga el virólogo brasileño William Marciel de Souza, de la Universidad de Kentucky, en Estados Unidos.

Para resolver el misterio, Marciel de Souza e investigadores de diversas instituciones de Brasil, Estados Unidos y el Reino Unido analizaron muestras de sangre y diversos tejidos de 32 personas que murieron como consecuencia de una infección aguda causada por el chikunguña en 2017 en Ceará. La información recabada fue comparada posteriormente con la de 39 individuos que desarrollaron formas más benignas de la enfermedad y sobrevivieron y con las de otros 15 donantes de sangre sanos. Los resultados de la investigación, financiada por la FAPESP, se publicaron en abril en la revista Cell Host & Microbe. La conclusión indica que el chikunguña mata porque el virus, conocido por las siglas CHIKV, se propaga por diversos

tejidos, incluido el cerebral, y causa una inflamación severa que daña los órganos, impidiéndoles funcionar correctamente. Al examinar las muestras, los investigadores constataron que, en general, los fallecidos presentaban una mayor concentración de sangre y una acumulación de líquido en los pulmones, el corazón, el hígado, el bazo, los riñones y el cerebro, aunque no tenían una mayor concentración de virus que los sobrevivientes ni estaban infectados por una variedad de CHIKV más agresiva.

La sangre de las personas que murieron también contenía niveles sustancialmente más altos de dos grupos de mensajeros químicos que los de los otros grupos: las citoquinas proinflamatorias, proteínas que coordinan las defensas, y las quimiocinas, un tipo de citoquinas que se encargan de atraer a las células del sistema inmunológico hacia los focos de inflamación. Estas moléculas, asociadas a un cuadro de hiperinflamación, alteran la permeabilidad de las paredes internas

de los vasos sanguíneos, permitiendo que la parte líquida de la sangre escape hacia el interior de los tejidos. También facilitan la penetración de las células de defensa en los tejidos que, al intentar eliminar al virus, a veces pueden destruir células sanas.

Entre los muertos, se observó la presencia de células de defensa en el corazón, el hígado, los riñones y, lo que más intrigó a los investigadores, en el cerebro. Los vasos que irrigan el sistema nervioso central poseen un revestimiento especial y altamente selectivo denominado barrera hematoencefálica. Ésta permite el paso del oxígeno, de nutrientes y de algunas pocas células de defensa de la sangre hacia el cerebro, pero suele impedir el ingreso de patógenos. Marciel de Souza y sus colaboradores notaron que en todas las víctimas fatales el virus se encontraba en el líquido cefalorraquídeo, el fluido que baña el cerebro y los demás órganos del sistema nervioso central, lo que indica que el CHIKV había atravesado la barrera hematoencefálica. El

Células del revestimiento de los vasos sanguíneos del cerebro intactas (arriba) e infectadas con el CHIKV y destruidas (al lado, en rojo)

virus se detectó en el 13 % de las muestras de cerebro, en el 20 % de las de corazón y los riñones, en el 28 % de las de hígado, en el 44 % de las de los pulmones y en el 52 % de las del bazo de las personas fallecidas.

Todos los infectados presentaban una desregulación metabólica, más intensa en los que murieron que en los sobrevivientes. Esta disfunción afectó la integridad y la permeabilidad de la barrera hematoencefálica, lo que puede haber facilitado la invasión de los agentes patógenos en el cerebro. Sin embargo, este no fue el único ardid utilizado por el virus. Las pruebas de laboratorio efectuadas por el grupo revelaron que también fue capaz de infectar a los monocitos, células de defensa que normalmente atraviesan la barrera, utilizándolos como una especie de caballo de Troya. “El virus se esconde en el interior de los monocitos y así llega al

cerebro”, explica la farmacéutica Shirlene de Lima, del Laboratorio Central de Salud Pública del Estado de Ceará (Lacen/CE), una de las autoras principales del estudio.

Al analizar los distintos órganos y tejidos afectados, los investigadores identificaron daños cuantiosos en el cerebro, con hemorragias y muerte celular. Aún no saben cuál de los factores –el desequilibrio hemodinámico, la inflamación exacerbada o la infección del sistema nervioso central– es el más importante para definir el desenlace fatal. “Debemos realizar más estudios para entender la contribución de cada uno de estos problemas y por qué afectan más a algunas personas que a otras”, dice De Lima. “Este conocimiento es fundamental para poder desarrollar mejores estrategias de tratamiento”. Actualmente, la terapia consiste en la administración de analgésicos, antitérmicos y antiinflamatorios para aliviar los síntomas.

“Este estudio aporta información relevante, especialmente sobre el comportamiento de las quimiocinas y las firmas moleculares asociadas a los pacientes que murieron”, dice el infectólogo Julio Croda, de la Fundación Oswaldo Cruz en Mato Grosso do Sul (Fiocruz-MS), quien no participó en la investigación. “La infiltración de monocitos infectados en el cerebro y su efecto constituye una novedad. Ahora necesitamos llevar a cabo estudios más amplios, con pacientes de diferentes etnias, edades y sexos para poder validar estas conclusiones”.

Hasta que se encuentre un tratamiento más eficaz, la esperanza está puesta en la llegada de una vacuna. En noviembre de 2023, la agencia que regula los alimentos y los medicamentos en Estados Unidos –Food and Drug Administration (FDA)– aprobó el uso en adultos del Ixchiq, un inmunógeno basado en el virus debilitado desarrollado por la empresa farmacéutica franco-austríaca Valneva. En Brasil, la compañía mantiene una colaboración con el Instituto Butantan, que actualmente está probando el compuesto en ensayos clínicos de fase III en adolescentes antes de presentar la solicitud de su aprobación ante la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa). n

Los proyectos y el artículo científico consultados para la elaboración de este reportaje figuran en una lista en la versión online de la revista.

EL FÍSICO QUE VIO MÁS ALLÁ

Lattes en el ciclotrón de Berkeley, en marzo de 1948

Sus estudios impulsaron los experimentos con rayos cósmicos y el uso de los aceleradores en la física de partículas

Marcos Pivetta

El 11 de julio de este año, el físico brasileño Cesare Mansueto Giulio Lattes (1924-2005) cumpliría 100 años. Nacido en la ciudad de Curitiba, la capital del estado de Paraná, en el seno de un próspero matrimonio de inmigrantes procedentes del noroeste de Italia, César Lattes, como era más conocido, fue una figura singular de la ciencia brasileña. Desde muy joven, ya viviendo en la ciudad de São Paulo, logró descollar en medio de una generación brillante de físicos y matemáticos graduados en las décadas de 1930 y 1940 en la en ese entonces recién creada Universidad de São Paulo (USP), como Marcello Damy (1914-2009), Mário Schenberg (1914-1990) y Oscar Sala (1922-2010). Los estudios que llevó a cabo poco después del final de la Segunda Guerra Mundial impulsaron dos áreas relacionadas, pero que utilizan enfoques diferentes para intentar comprender el origen y el papel de las partículas subatómicas, más pequeñas que el átomo: el estudio de los rayos cósmicos que llegan a la Tierra y la llamada física (de los aceleradores) de partículas.

Como investigador del diminuto mundo que se esconde dentro del átomo, propuso un perfeccionamiento de las denominadas emulsiones nucleares, un tipo de placa fotográfica especial que entonces se usaba para registrar el paso de partículas subatómicas de vida efímera, de fracciones de microsegundo. Su propuesta hizo posible incrementar la sensibilidad de las emulsiones y le permitió ver de antemano lo que otros no veían o solo podrían vislumbrar más tarde.

En 1947, cuando trabajaba en la Universidad de Bristol, en el Reino Unido, Lattes fue uno de los codescubridores de un nuevo tipo de partícula subatómica, el mesón pi, en la actualidad denominado pion, producido por los rayos cósmicos que caen sobre la Tierra. La función primordial del mesón pi es mantener la cohesión del núcleo atómico y, así, evitar que los protones y los neutrones escapen de su interior. Las placas mejoradas

permitieron vislumbrar los rastros de estas partículas en registros obtenidos en Francia y, sobre todo, en Bolivia. Al año siguiente, Lattes fue el primero en observar el mismo pion, en esta ocasión producido artificialmente en el interior del acelerador de partículas de la Universidad de California en Berkeley, Estados Unidos (véase el texto de la página 40). En 1950, el perfeccionamiento del método fotográfico de detección de partículas y la identificación del pion le valdrían el Premio Nobel de Física a su antiguo jefe de laboratorio en Bristol, el británico Cecil Powell (1903-1969). Aunque él mismo no ganó el Nobel, Lattes se ganó rápidamente el respeto y la fama. Su ingenio práctico le granjeó al brasileño un ascenso meteórico y los trabajos que llevó a cabo en su juventud cobraron repercusión dentro y fuera del país. En Brasil, en el cenit de su popularidad, fue tratado como una celebridad científica, tal como ya había sucedido antes con los médicos sanitaristas Carlos Chagas (1879-1934) y Oswaldo Cruz (1872-1917). Se convirtió en samba-enredo, la trama argumental de una escola de samba, y fue portada de revistas. Con su prestigio científico, fue uno de los fundadores del Centro Brasileño de Investigaciones Físicas (CBPF) en 1949 y apoyó la creación del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) en 1951. Todo esto lo hizo antes de cumplir 27 años. “No hay un libro sobre la historia de la física en el siglo pasado que no mencione la importancia del trabajo de Lattes con el pion”, comenta el historiador de la física Olival Freire Junior, de la Universidad Federal de Bahía (UFBA), actual director científico del CNPq. “Lattes es considerado un genio del mismo calibre que el matemático John Nash [1928-2015]”. Al igual que su colega estadounidense, que ganó el Nobel de Economía de 1994 por su contribución a la teoría de juegos, Lattes afrontó problemas mentales. Nash padecía esquizofrenia, una condición que en determinados momentos lo desconectaba de la realidad y le causaba alucinaciones. Lattes alternaba períodos de normali-

Sin chaqueta, Lattes posa entre su hermano Davide, su madre Carolina y su padre Giuseppe (arriba). Retrato de Lattes a los 19 años, con motivo de su graduación en la carrera de física de la USP en 1943 (al lado)

dad con episodios de depresión extrema y euforia exacerbada, un cuadro más o menos compatible con el trastorno bipolar. “Su enfermedad mental lo llevó a ser internado varias veces y se interpuso en su carrera. Su producción quizá hubiese sido mayor si no hubiera tenido que vérselas con ese problema”, comenta el filósofo e historiador de la ciencia Antonio Augusto Passos Videira, de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (Uerj) e investigador colaborador del CBPF. “Pero ello no le resta mérito a su labor”.

Lattes era un entusiasta de la física experimental y, a menudo, crítico de los matemáticos y los teóricos (Albert Einstein fue uno de sus blancos favoritos a lo largo de su vida). “Lo único que importa es lo que uno puede detectar o lo que puede inferirse a partir de lo que has detectado”, dijo en una entrevista inédita, que forma parte de la colección del físico que se conserva en la Universidad de Campinas (Unicamp), el último lugar en donde trabajó. “Lattes dominaba el saber hacer científico”, explica Heráclio Duarte Tavares, de la Universidad del Estado de Mato Grosso (Unemat), historiador de la ciencia, quien en los últimos años ha estudiado la trayectoria del físico.

Aunque fue uno de los primeros investigadores en demostrar el potencial de los aceleradores de partículas para generar nuevos conocimientos sobre el mundo subatómico, Lattes acabó dedicando la mayor parte de su carrera al estudio de los rayos cósmicos. Fue el área en la que comenzó y terminó su carrera científica.

Antes de radicarse en São Paulo a comienzos de la década de 1930, su familia vivió en Curitiba, en Porto Alegre y, durante seis meses, en Turín, Italia. En la capital paulista, César Lattes egresó en 1938 del equivalente a la actual enseñanza media brasileña en el colegio Dante Alighieri, un tradicional establecimiento privado de educación básica fundado por inmigrantes italianos que hoy en día sigue funcionando. Una conexión familiar le permitió al adolescente Lattes, con tan solo 15 años, ser aceptado como alumno de grado en la incipiente carrera de física de la USP.

Su padre, Giuseppe, era gerente de cambio del Banco Francés e Italiano en São Paulo y tenía un cliente especial: Gleb Wataghin (1899-1986), el ítalo-ucraniano captado por São Paulo para implementar en 1934 la carrera de física en la antigua Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras (FFCL) de la USP, antecesora de la actual Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas (FFLCH). El sueldo de Wataghin, quien estudiaba los rayos cósmicos, se abonaba en el banco donde trabajaba Giuseppe.

Un día, el padre de Lattes le preguntó al físico si aceptaba conversar con su hijo, a quien le apa-

sionaban las ciencias. El adolescente Lattes, quien había pensado en ser profesor de escuela primaria, fue a hablar con Wataghin y ambos congeniaron. Las normas de ingreso a la universidad tenían entonces cierta flexibilidad y el muchacho, tras aprobar unos exámenes académicos, fue aceptado en la carrera. Otro cliente del banco, el italiano Giuseppe Occhialini (1907-1993), quien también dictaba clases de física en la USP, pronto se convirtió en un referente para Lattes hijo.

Talento precoz, se graduó en 1943, a los 19 años. No defendió una tesis doctoral, pero ello nunca supuso para él un problema. En 1948, por el descubrimiento del pion, la USP le concedió el título de doctor honoris causa. Una vez recibido, Lattes pasó un tiempo estudiando los rayos cósmicos en experimentos de campo junto a dos colegas italianos también graduados en física en la USP, Ugo Camerini (1925-2014) y Andrea Wataghin (1926-1984), hijo de Gleb. En 1946, viajó al Reino Unido y se unió a Occhialini, quien ya estaba realizando investigaciones en el grupo de Powell en la Universidad de Bristol. Era la segunda estancia del italiano en el Reino Unido. Entre 1931 y 1934 había trabajado en el prestigioso Laboratorio Cavendish del Departamento de Física de la Universidad de Cambridge, entonces bajo la dirección de Patrick Blackett (1897-1974).

Fue responsable, junto a su jefe británico, de las mejoras en la llamada cámara de Wilson, o cámara de nubes, un recipiente cerrado que utiliza un vapor sobresaturado para detectar el paso de la radiación ionizante, como la de las partículas procedentes

Miembros del laboratorio H. H. Wills, de la Universidad de Bristol, dirigido por Powell (sentado a la izquierda, de traje y corbata). Lattes es el cuarto, de izquierda a derecha, de la segunda hilera posando sentados

de los rayos cósmicos. El dispositivo mejorado fue utilizado por el dúo para confirmar la existencia del positrón, el antielectrón con carga positiva. En 1948, Blackett ganó el Nobel de Física en solitario por estos trabajos. Una curiosidad: durante su paso por Cambridge, a mediados de la década de 1920, un joven Robert Oppenheimer (1904-1967), quien sufría de depresión, habría dejado una manzana envenenada sobre el escritorio de Blackett, su supervisor. La escena, ficticia o real, aparece al principio de la película biográfica Oppenheimer, ganadora del Oscar en 2024, sobre el físico estadounidense, el “padre” de la bomba atómica.

Fue el vínculo que forjó en la USP con Occhialini lo que hizo posible que Lattes fuera a Bristol en 1946. En el Reino Unido, el brasileño entraría en contacto con las emulsiones nucleares expuestas a los rayos cósmicos obtenidas por el italiano en una montaña de unos 2.800 metros de altura en los Pirineos franceses, el Pic du Midi de Bigorre. Las placas fotográficas más sensibles parecían haber captado las trazas dejadas por partículas del tipo de los mesones. Para estar seguro de su descubrimiento, Lattes propuso realizar un experimento similar en un lugar más elevado de los Andes bolivianos. En el monte Chacaltaya, a una altitud de 5.421 metros, la posibilidad de registrar partículas de este tipo procedentes de los rayos cósmicos, con una versión mejorada de las placas fotográficas, sería mucho mayor. Y así fue. Un episodio poco conocido estuvo a punto de poner fin tempranamente a la ascendente carrera de Lattes. En abril de 1947, antes de viajar a Bolivia para llevar a cabo el experimento de campo, Lattes debía pasar por Brasil. Como el viaje era financiado por los británicos, le aconsejaron que comprara el

Rastros dejados por los mesones (arriba) observados por el grupo de Bristol en las placas fotográficas (abajo)

pasaje aéreo en una compañía estatal, British South American Airways (BSAA). Era un vuelo agotador, que duraba más de un día. Despegaba de Londres y hacía escalas en Lisboa, Dakar y Natal antes de aterrizar en su destino final, Río de Janeiro. Lattes desoyó el consejo. Un empleado de la embajada brasileña en Londres le había dicho que las aeronaves británicas eran bombarderos de guerra modificados y el servicio a bordo dejaba mucho que desear. “La sugerencia de su interlocutor: viajar por la compañía brasileña Panair. Las razones: aviones nuevos, buena comida y bellas azafatas”, relata el periodista Cássio Leite Vieira en su libro César Lattes – Arrastado pela história, una breve biografía de Lattes publicada en 2017 por el CBPF que puede descargarse gratis en internet. El físico brasileño voló con Panair y pudo escapar de lo que probablemente habría sido su muerte. El avión británico se estrelló en Dakar. “Hay informes de que no hubo sobrevivientes”, escribió Leite Vieira.

Luego de la confirmación del descubrimiento del pion con el experimento en Bolivia y, en 1948, en el acelerador de Berkeley, Lattes regresó a Brasil con su prestigio en alza. Tras participar en la creación del CBPF y del CNPq, permaneció en Río de Janeiro durante la mayor parte de la década de 1950. Pasó una temporada en Estados Unidos, entre 1955 y 1957, en las universidades de Chicago y Minnesota. “Su producción científica en aquel período fue escasa, probablemente debido a su estado de salud mental, signado por episodios de depresión”, relata Leite Vieira en su libro. En 1960, Lattes regresó como catedrático al lugar en donde había iniciado su carrera: la USP. Dos años después, emprendió un gran proyecto internacional de investigación, la llamada Colaboración Brasil-Japón (CBJ), que estudió los rayos cósmicos durante cuatro décadas, especialmente en el laboratorio de física instalado en Chacaltaya (Bolivia). “Lattes podría haberse quedado en el exterior”, dice el historiador de la ciencia Climério Paulo da Silva Neto, del Instituto de Física de la UFBA. Pero siempre fue un nacionalista, quería desarrollar la ciencia brasileña y priorizó las colaboraciones con países sudamericanos y otros fuera de Europa y al margen de Estados Unidos. Pero su regreso a la institución donde se había recibido no sería definitivo. En 1967, poco después de haber pasado un año en la Universidad de Pisa, en Italia, donde trabajó más que nada en el campo de la geocronología, Lattes se trasladó a la Unicamp, que había sido creada el año anterior. El motivo de su salida de la USP fue un desacuerdo sobre un cargo de profesor titular allí. Y se llevó los proyectos de la CBJ a Campinas. La nueva

universidad instalada en el interior paulista fue el lugar donde Lattes pasó más tiempo como docente e investigador, hasta su jubilación en 1986 y su muerte, a los 80 años, en 2005.

Aunque procedía de una familia pudiente, Lattes siempre fue considerado una persona sencilla y accesible. Le encantaban los animales. Concedió entrevistas en las que dijo que si no se hubiera convertido en físico le hubiera gustado ser veterinario. Se cuentan muchas historias sobre uno de sus perros –Gaúcho–, un perdiguero que era su sombra en la Unicamp entre las décadas de 1970 y 1980. El can participaba en sus clases, solía ir al laboratorio y lo acompañaba en sus desplazamientos en automóvil. “Mi marido [José Augusto Chinellato, profesor de la Unicamp] defendió su tesis doctoral con Gaúcho en el salón”, recuerda jocosa la física Carola Dobrigkeit Chinellato. Docente en la misma universidad, la investigadora también fue dirigida por Lattes en su doctorado y, al igual que su marido, se dedicó a investigar los rayos cósmicos. Amigos y colegas refieren que Lattes, si bien tenía un carácter predominantemente amable y humilde, no siempre era una persona de fácil convivencia. En ocasiones podía ser duro y hasta injusto. Un episodio histórico fue su intento público de desacreditar la teoría de la relatividad de Albert Einstein (18791955) en 1980. “Recuerdo que me llamó por teléfono para decirme que quería organizar una conferencia para criticar el trabajo de Einstein”, relata el físico

Roberto Leal Lobo, director del CBPF entre 1979 y 1982. “Su llamado me sorprendió. Pero no había forma de rechazar la petición de Lattes, quien había sido el fundador del centro”.

En el CBPF, donde convocó a la prensa para el evento, realizó una presentación en la cual expuso sus controvertidas ideas. “Él [Einstein] tan solo pateó al arco. Creo que era un débil mental. Pero un débil mental, a veces, puede ver cosas que otros no ven. Dos remates suyos fueron gol: la teoría del efecto fotoeléctrico y la teoría del cuerpo negro, la base de la mecánica cuántica. Pero, por lo demás, creo que era una bestia”, dijo Lattes en un artículo publicado en el antiguo periódico Jornal do Brasil, el 15 de junio de 1980.

En su presentación en la Academia Brasileña de Ciencias (ABC), el físico carioca Jayme Tiomno (1920-2011), por entonces en la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro (PUC-Río), defendió las ideas de Einstein. “Posteriormente, Lattes se arrepintió de ese episodio”, dice el físico Edison Shibuya, profesor jubilado de la Unicamp que fue dirigido en su doctorado por el descubridor del pion, con quien trabajó en investigaciones sobre los rayos cósmicos y convivió durante casi cuatro décadas. “Lattes vio que las mediciones que había utilizado para testear la relatividad podían haber sufrido una interferencia de uno de los dispositivos utilizados”.

Lattes se casó y tuvo cuatro hijas, de las cuales tres aún viven. Ninguna estudió física ni se convirtió en investigadora. También tenía un hermano, Davide, quien fue dueño de una empresa constructora. En las universidades por las que pasó, además de su labor científica, dejó algunas centenas de descendientes académicos: investigadores que él dirigió en sus maestrías o doctorados y que, a su vez, formaron a nuevos alumnos en el posgrado. Para un maestro, no hay mejor legado que el éxito de sus discípulos. En abril de 2024, la Presidencia de la República incluyó el nombre de Lattes en el Livro dos heróis e heroínas da pátria [Libro de los héroes y heroínas de la patria]. n

Lattes arribando a Brasil en 1948

LA GRAN CONTRIBUCIÓN

Lattes en el monte Chacaltaya, en Bolivia, donde se registraron mesones en emulsiones nucleares

El descubrimiento del pion allanó

el

camino para entender la cohesión del núcleo atómico
Marcos Pivetta

Bastaban los dedos de una mano para contar la cantidad de partículas subatómicas que se conocían hace unos 75 años, cuando César Lattes desempeñó un rol decisivo en el descubrimiento del pion. Para ese entonces, se habían identificado los tres componentes básicos del átomo: los electrones en 1897, los protones en 1919 y los neutrones en 1932. Pero el conocimiento de las entrañas del átomo no iba mucho más allá de eso.

A finales de 1934, el físico japonés Hideki Yukawa (1907-1981), de la Universidad de Osaka, propuso una teoría para explicar por qué el núcleo atómico conservaba su cohesión. La integridad de esta estructura, que concentra el 99,9 % de la masa de un átomo, era un misterio. Compuesto por neutrones sin carga eléctrica y por protones con carga positiva, el núcleo atómico, en teoría, no debería permanecer intacto debido a la acción de la fuerza electromagnética. Dado que poseen la misma carga, los protones deberían repelerse y, al alejarse unos de otros, el núcleo se destrozaría. Como esto no ocurría, decía Yukawa, tenía que existir una partícula con una masa intermedia entre la del protón y la del electrón que transmitiera una fuerza (hoy en día conocida como fuerza nuclear fuerte) capaz de contrarrestar la acción del electromagnetismo y asegurar la integridad del núcleo. Según los cálculos del físico japonés, esta partícula hipotética, que pasaría a denominarse mesón, tendría una masa entre 200 y 300 veces mayor que la del electrón y entre 6 y 9 veces menor que la del protón. “Las ideas de Yukawa quedaron virtualmente en el olvido durante algunos años”, dice el filósofo e historiador de la ciencia Antonio Augusto Passos Videira, de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (Uerj)

e investigador colaborador del Centro Brasileño de Investigaciones Físicas (CBPF).

En 1936, los físicos estadounidenses Carl David Anderson (1905-1991) y Seth Neddermeyer (19071988), del Instituto de Tecnología de California (Caltech), descubrieron una partícula con una masa unas 200 veces superior a la del electrón mientras realizaban mediciones con rayos cósmicos. Originariamente se la denominó mesón mu y en la actualidad se la conoce como muon. Sin embargo, pocos años después, otros experimentos demostraron que el muon no estaba vinculado al mantenimiento de la cohesión del núcleo atómico y que no se trataba del mesón previsto por el físico japonés.

El asunto solo comenzó a dilucidarse tras el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando entró en escena una figura ajena a los grandes centros internacionales de la física: el joven César Lattes, con poco más de 20 años. Entre 1946 y 1948, el físico brasileño fue el primero en observar evidencias experimentales de los rastros que dejaban los mesones tanto en la naturaleza, en una lluvia de rayos cósmicos, como “artificialmente”, en el interior de un acelerador de partículas. La partícula que Lattes identificó en forma pionera fue denominada originariamente mesón pi, y posteriormente fue rebautizada como pion.

El descubrimiento del pion sobrevino cuando el uso de las llamadas cámaras de nubes, también conocidas como cámaras de Wilson, empezó perder terreno a favor del empleo de las emulsiones nucleares, placas fotográficas especiales utilizadas en los experimentos con rayos cósmicos, destinadas a registrar evidencias de la existencia de partículas subatómicas inestables. Estas placas permitían obtener resultados más precisos que los de la técnica anterior. En la Universidad de

Equipos embalados frente a la sede del CBPF, listos para ser despachados a los Andes bolivianos en el marco de la expedición de principios de los años 1950

São Paulo (USP), Lattes había aprendido a trabajar con las cámaras de nubes, recipientes cerrados que utilizan un vapor sobresaturado para registrar las trazas que dejaban las partículas con carga eléctrica. Lo había entrenado uno de sus profesores, el físico italiano Giuseppe Occhialini (1907-1993), en los años en que había sido docente en la universidad paulista. La trayectoria de las partículas aparece en forma de trazos en la imagen producida mediante el empleo de esta técnica.

Amediados de la década de 1940, Lattes conoció las emulsiones nucleares enviadas a Brasil por Occhialini, quien para entonces estaba trabajando en el laboratorio H. H. Wills, de la Universidad de Bristol, en el Reino Unido, bajo la dirección de Cecil Powell (1903-1969). El brasileño quedó maravillado con las posibilidades que auguraban las nuevas placas fotográficas, cuya sensibilidad era superior porque contenían una cantidad diez veces mayor de sales de plata (bromuro de plata). Entonces lo invitaron a ir a trabajar al otro lado del Atlántico. Aceptó la invitación y se marchó a Bristol en 1946. A esta altura de la historia, sucedió lo que sería el momento clave de la identificación del pion. Ya instalado en Bristol, Lattes le solicitó al laboratorio Ilford, que junto a la empresa Kodak fabricaba las emulsiones nucleares, la producción de placas fotográficas con un elemento adicional en la composición de su gelatina: el boro. La añadidura de boro aumentaba el tiempo de retención de las imágenes en las emulsiones y extendía el período de sensibilidad de las placas. Esta modificación permitió visualizar partículas subatómicas extremadamente rápidas y de vida efímera, como los mesones pi. Cuando una partícula ionizada atraviesa una emulsión, la plata y el bromo se separan. “Esto produce los trazos que vemos en la placa revelada”, comenta la física Carola Dobrigkeit Chinellato, de la Universidad de Campinas

(Unicamp), quien fue alumna de doctorado de Lattes e investiga los rayos cósmicos.

También en 1946, Occhialini se trasladó al Pic du Midi de Bigorre, una montaña en los Pirineos franceses con una altura de unos 2.800 metros, e intentó registrar partículas procedentes de los rayos cósmicos utilizando emulsiones nucleares con y sin boro. La idea de esta prueba se le atribuye a Lattes. A su regreso a Bristol, el italiano y el brasileño hallaron en las placas con boro evidencias de dos tipos de partículas inestables: el mesón pi, llamado así por ser la partícula primaria, cuyo decaimiento da lugar al mesón mu (muon). Este, a su vez, en ese entonces era considerado un mesón, una partícula nuclear con masa intermedia. Sin embargo, más tarde se descubrió que el muon es un leptón, un pariente pesado del electrón. Para verificar los hallazgos registrados en el Pic du Midi de Bigorre, Lattes propuso repetir el experimento en un lugar mucho más alto, en una montaña de los Andes bolivianos. “La cantidad de partículas cósmicas en Chacaltaya, a 5.500 metros de altitud, es 100.000 veces mayor [que en el Pic du Midi]”, recordó Lattes en una entrevista concedida en 1995 y publicada en la revista Ciência Hoje. La expedición a la montaña andina se organizó en Brasil, desde donde Lattes llevó las emulsiones al país vecino. Su objetivo se cumplió. Una serie de artículos publicados en la revista Nature, con los resultados de Pic du Midi y Chacaltaya, confirmaron el descubrimiento del mesón pi a partir de la observación de los rayos cósmicos. En 1947, Lattes se trasladó a la Universidad de California en Berkeley. Allí, en el acelerador de partículas conocido como ciclotrón de 184 pulgadas, Lattes logró visualizar los rastros de los mesones tan solo 10 días después de su arribo, algo que sus anfitriones no habían podido concretar. Los llamados mesones artificiales, producidos en el interior del acelerador, y no por los rayos cósmicos, también se hicieron realidad. Este descubrimiento fue atribuido a Lattes y al físico estadounidense Eugene Gardner (1913-1950), uno de los discípulos del físico nuclear estadounidense Ernest Lawrence (1901-1958).

EL NOBEL QUE NUNCA LLEGÓ

Un tema que siempre se reaviva cuando se relata la trayectoria de Lattes es si el brasileño no habría merecido ganar el Premio Nobel de Física de 1950 por su papel central en el descubrimiento del pion. El británico Powell, quien dirigía el grupo de investigaciones en Bristol, recibió el galardón en solitario. La Real Academia Sueca de Ciencias le concedió el Nobel “por su desarrollo del método fotográfico para el estudio de los procesos nucleares y sus descubrimientos relativos a los mesones producidos mediante la aplicación de este método”. El Nobel de Física del año anterior, en 1949, ya le había sido concedido a un investiga-

El ciclotrón de Berkeley en la década de 1940: allí se observaron los mesones artificiales

dor también vinculado al estudio de estas partículas, el teórico japonés Yukawa, quien propuso la existencia de los mesones.

Lattes recibió siete nominaciones al premio. Ninguna de ellas en el año 1950, según los archivos publicados en el sitio web oficial del Nobel. En 1949 y 1952, fue nominado dos veces, es decir, por dos personas. En 1951, 1953 y 1954, fue recomendado una vez.

Maestro de Lattes en la USP y compañero suyo en Bristol, Occhialini también suele ser mencionado como otro nombre olvidado por el Nobel de 1950. En el caso del italiano hay un agravante: ya había quedado al margen del Nobel de Física de 1948, concedido únicamente al británico Patrick Blackett, de la Universidad de Cambridge, por su desarrollo del método de la cámara de nubes y sus descubrimientos en el campo de la física nuclear y la radiación cósmica. Entre 1936 y 1969, Occhialini acumuló 32 nominaciones al Nobel, siempre sin éxito.

“El Nobel es un premio que profundiza las de sigualdades en la investigación científica”, reflexiona el historiador de la ciencia Climério Paulo da Silva Neto, de la Universidad Federal de Bahía (UFBA). “La distinción suele concedérsele a investigadores de instituciones prestigiosas o que ya han sido reconocidos públicamente”. La preferencia por figuras de renombre amplifica las repercusiones del premio y alimenta un ciclo que fomenta la notoriedad científica, tanto la del Nobel como la del galardonado. Da Silva Neto consultó documentos de la academia sueca, como las cartas de recomendación del nombre de Lattes, y está preparando un trabajo sobre el físico brasileño y el Nobel.

Durante décadas circuló un rumor de que existiría una carta firmada por el físico danés Niels Bohr (1885-1962), premio nobel de física en 1922 por sus estudios sobre la estructura del

átomo y la radiación que emana de él, dirigida a la academia sueca con críticas acérrimas por no haber elegido a Lattes. La hipotética misiva iba a darse a conocer en 2012, medio siglo después de la muerte de Bohr. Si realmente existe, nunca ha salido a la luz.

Lo cierto es que, poco después de que el grupo de Bristol observara los piones, el gran físico danés invitó al brasileño a dictar conferencias en Copenhague sobre ese trabajo. Al parecer, se llevaban muy bien. Sin embargo, según los registros públicos del premio, Bohr nunca propuso a Lattes para el Nobel siquiera. Quien recomendó el nombre del brasileño en tres oportunidades consecutivas (1952, 1953 y 1954) fue el químico suizo-croata Leopold Ružička (18871976), ganador del Nobel de Química en 1939. Resulta interesante señalar que en los primeros 50 años del Premio Nobel, entre 1901 y 1950, el lauro en física fue concedido en 35 oportunidades a un único investigador, ocho veces a un dúo y tan solo una vez a un trío. En seis ocasiones no se otorgó, básicamente debido a las dos guerras mundiales. En varias oportunidades, Lattes dijo que había sido bueno no haber ganado el Nobel, porque hubiera tenido que pasar el resto de su vida redactando cartas de recomendación a investigadores. En otras, adoptó posturas diferentes. En una declaración suya publicada en el periódico Jornal da Unicamp en 2004, dijo haber sido “robado en dos oportunidades”, en alusión al hecho de no haber recibido el Nobel por sus trabajos en Bristol y en Berkeley. En una entrevista concedida a la revista Superinteressante, publicada en marzo de 2005 con motivo de su muerte, Lattes afirmó que el Nobel debería haberlo ganado Occhialini y desdeñó ese honor para sí: “Estos premios grandiosos no ayudan a la ciencia”. n

TRÁNSITO LIBERADO EN LAS CARRETERAS

Sistemas basados en inteligencia artificial pueden entrenarse para monitorear casi en tiempo real el cruce de animales por las rutas

Giselle Soares 1

Los sistemas basados en inteligencia artificial [IA] que detectan objetos en movimiento pueden adaptarse y entrenarse para vigilar los cruces de animales en las carreteras brasileñas. Los modelos de este tipo, además de clasificar automáticamente a las especies atropelladas con mayor frecuencia, si se perfeccionan adecuadamente y se instalan en dispositivos electrónicos podrían emitir alertas casi instantáneas sobre la presencia de animales en los tramos de rutas vigilados. Estas son las conclusiones principales de un trabajo coordinado por investigadores del Instituto de Ciencias Matemáticas y Computación de São Carlos, de la Universidad de São Paulo (ICMC-USP), que evaluó el desempeño de 14 versiones de sistemas basados en la arquitectura informática Yolo (You only look once), utilizada para detectar y delimitar la ubicación de objetos específicos (en este caso, animales) en una imagen o video. El estudio salió publicado enero en la revista Scientific Reports Ninguna variante de los modelos realizó estas tareas a la perfección al cotejar con los registros de cinco tipos de animales silvestres que los algoritmos han aprendido a reconocer: tapir,

yaguarundi (felino), aguará guazú, puma y oso hormiguero gigante. Pero algunas versiones de los sistemas, como el denominado Scaled-YoloV4, obtuvieron un rendimiento superior al 85 % en la mayoría de los casos. “Los estudios comparativos son importantes para determinar cuál es el tiempo de respuesta necesario para que estos sistemas funcionen en forma eficiente en las carreteras, un escenario que comprende a vehículos circulando a gran velocidad, y evaluar si su implementación es factible”, comenta el científico de la computación Rodolfo Meneguette, jefe del grupo de investigación.

Las pruebas se llevaron a cabo en computadoras diminutas, del modelo Raspberry Pi 4, que pesan unos 50 gramos y poseen especificaciones modestas. En teoría, merced a su bajo costo y su tamaño reducido, este tipo de dispositivos podrían utilizarse en sistemas instalados en las carreteras que cuenten con conexión wifi a internet. La microcomputadora analizaría y clasificaría localmente las imágenes captadas y solamente transmitiría su veredicto vía internet (si hay o no un animal en la vía) a un sistema alojado en la nube. Esta estructura externa tendría la misión de activar, casi en tiempo real, algún tipo de advertencia a los automovilistas que circulan por la carretera.

Según estimaciones del Centro Brasileño de Estudios en Ecología Vial, unos 5 millones de animales de gran talla mueren cada año en las rutas brasileñas

Tres ejemplos de resultados proporcionados por los sistemas de análisis que delimitan y clasifican a los animales silvestres mediante imágenes

Según estimaciones del Centro Brasileño de Estudios en Ecología Vial (CBEE), vinculado a la Universidad Federal de Lavras (Ufla), de Minas Gerais, cada año mueren por atropellamiento unos 5 millones de animales de gran tamaño en las carreteras brasileñas, entre ellos carpinchos, yaguaretés, monos y aguará guazús.

Para entrenar a los algoritmos de la arquitectura Yolo a los efectos de que reconozcan específicamente a estas cinco especies de animales, los investigadores crearon una base de datos denominada BRA-Dataset, con 1.458 imágenes de las mismas. El banco de datos está compuesto por registros de los animales disponibles en forma gratuita en internet utilizando el buscador Google Imágenes. Para comprobar la celeridad con la que los modelos Yolo reconocían a los animales se utilizaron filmaciones de las especies grabadas por los autores del estudio en el Parque Ecológico de São Carlos, como así también videos gratuitos disponibles en internet.

La arquitectura Yolo combina procesamiento de imágenes e IA para formar redes neuronales convolucionales, de uso extendido en el área de la visión por computadora. “Este abordaje permite que la máquina, cuando recibe nuevas imágenes o videos, compare las características aprendidas con los tipos predefinidos”, explica el científico de la computación Gabriel Ferrante, autor principal del artículo, quien bajo la dirección de Meneguette, defendió su tesina de maestría sobre el tema en el ICMC-USP, en 2023.

Este tipo de red divide una imagen fija o en movimiento (video) en partes más pequeñas, en conjuntos de píxeles (puntos) que luego se convierten en datos numéricos. Mediante cálculos matemáticos y probabilísticos, estos datos se uti-

lizan para clasificar, con cierto grado de certeza, qué tipo de objeto aparece en la imagen y dónde está ubicado en el registro.

En el trabajo con los animales que cruzan carreteras, los sistemas Yolo proporcionaron resultados como los que se muestran en las fotografías más pequeñas incluidas en este artículo. El sistema trazó líneas rectas alrededor de la especie reconocida, formando un cuadrado o un rectángulo, y la clasificó según alguno de los cinco tipos que aprendió a reconocer. Al final del procesamiento, aparece en la imagen el nombre del animal que el modelo reconoció, seguido de un número entre 0 y 1. La expresión “tapir 0,90” significa, por ejemplo, que el sistema tiene un 90 % de certeza de que el objeto delimitado en la imagen pertenece a este tipo.

“Probamos distintos modelos de la arquitectura Yolo para tratar de entender cuál de ellos podría ser más idóneo para contextos específicos”, comenta el científico de la computación Luís Nakamura, del campus de Catanduva del Instituto Federal de São Paulo (IFSP), coautor del artículo. Incluso una vez entrenados, los sistemas son imprecisos para reconocer a los animales en escenarios complejos, como cuando están ocultos por otros objetos, aparecen camuflados en el paisaje o están muy lejos.

“Para entender los patrones de los píxeles de una imagen, los modelos de las redes neuronales convolucionales escanean secuencialmente las partes de ese registro”, explica Ferrante. “Si el entorno interfiere en el reconocimiento de características visuales importantes, tales como bordes, texturas y colores, a los modelos se les dificulta clasificar y definir el área que delimita a un posible objeto”.

Los sistemas que operan con imágenes en el rango de la luz visible no son adecuados para el monitoreo nocturno o en condiciones de baja visibilidad. En estos casos, una alternativa podría ser el empleo de cámaras infrarrojas, que son capaces de “ver” en la oscuridad. Este enfoque, empero, no se puso a prueba en el estudio.

Para el científico de datos Alexandre de Siqueira, quien no participó en el trabajo, el paso siguiente en este tipo de investigaciones consistiría en ampliar la cantidad de especies incluidas en la base de datos que se utiliza para entrenar a los sistemas. “Si esta tecnología se instala en cámaras estáticas, podría observarse, por ejemplo, si hay especies migrando entre las diferentes regiones del país”, dice De Siqueira, quien entre 2019 y 2022 trabajó en el Berkeley Institute for Data Science (Bids), de la Universidad de California. “También sería importante probar redes con arquitecturas diferentes a Yolo para evaluar cuál es la más rápida o barata, dependiendo del propósito de su aplicación”. n

El proyecto y el artículo científico consultados para la elaboración de este reportaje figuran en una lista en la versión online de la revista

La aviación es responsable de alrededor de un 2 % de las emisiones mundiales de dióxido de carbono

EN LA SENDA DEL COMBUSTIBLE RENOVABLE

Entre los esfuerzos mundiales para descarbonizar el sector aéreo, Brasil puede cumplir un rol destacado en la producción de una alternativa al combustible de aviación fósil

Afinales de 2023, un Boeing 787 de la compañía aérea británica Virgin Atlantic voló de Londres a Nueva York propulsado por combustible 100 % sostenible. El primer vuelo transatlántico de una gran aeronave comercial sin utilizar ni siquiera una gota de combustible de aviación de origen fósil acaparó titulares y fue calificado como un suceso histórico. Según la compañía, el combustible alternativo fabricado a partir de aceite de cocina usado y grasa animal, mezclado con un 12 % de querosén aromático sintético –de origen no fósil– proporcionó una reducción de hasta un 70 % de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), en comparación con un vuelo cubriendo el mismo tramo utilizando combustible de aviación tradicional.

Para la realización del vuelo de demostración, Virgin Atlantic obtuvo una autorización especial. En la actualidad, las compañías aéreas están habilitadas a mezclar en sus tanques un máximo de un 50 % de combustible de aviación sostenible, conocido por sus siglas en inglés SAF (sustainable aviation fuel), conforme a las normas establecidas por la Sociedad Estadounidense para Pruebas y Materiales (ASTM) y también por la Agencia Nacional del Petróleo, Gas Natural y Biocombustibles (ANP) de Brasil.

El SAF puede obtenerse a partir de distintas vías tecnológicas y con diversas materias primas que van desde oleaginosas a etanol y residuos sólidos urbanos. Todos estos insumos poseen un elemento común que es el carbono, el precursor principal de los hidrocarburos que componen el SAF.

La idea es que los aviones puedan utilizar indistintamente combustible convencional de aviación o SAF, o una mezcla ambos, ya que la molécula de SAF es prácticamente idéntica a la del querosén de aviación de base fósil, lo que evita tener que realizar modificaciones en los motores de los aviones y en la infraestructura de abastecimiento de combustible.

La restricción a una mezcla de SAF superior al 50 % es por razones de seguridad. “No todas las rutas tecnológicas de producción del SAF confieren a su composición una cantidad suficiente de hidrocarburos aromáticos, esenciales para evitar un cambio en la viscosidad del combustible o el congelamiento del líquido a grandes altitudes”, explica el ingeniero mecánico Fernando Catalano, director de la Escuela de Ingeniería de São Carlos de la Universidad de São Paulo (Eesc-USP).

El combustible de aviación fósil es una mezcla de varios tipos de hidrocarburos que suele contener entre un 10 % y un 25 % de aromáticos, considerados contaminantes, pero necesarios. “Es un problema que aún no ha sido resuelto, pero habrá que superarlo en el futuro”, dice Catalano, quien a la vez hace hincapié en otros dos obstáculos actuales para el empleo del SAF a gran escala: la producción mundial, de momento muy pequeña en comparación con la demanda, y su costo, que fluctúa entre tres y cinco veces más que el del combustible de aviación convencional.

La compañía de aviación brasileña Embraer también ha realizado ensayos con SAF en sus aviones. En junio de 2022, un avión de reacción comercial E195-E2 de la empresa voló con un 100 % de biocombustible en una de sus dos turbinas. Más recientemente, en octubre de 2023, dos aviones de propulsión a chorro ejecutivos de la fábrica de São José dos Campos [São Paulo] despegaron en un vuelo de prueba llevando solamente combustible de aviación sostenible en sus tanques.

LOS RETOS QUE PLANTEA LA DESCARBONIZACIÓN

El SAF es la gran apuesta del sector de la aeronáutica para reducir con más prontitud su huella de carbono. La aviación es responsable de alrededor de un 2 % de las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2), al arrojar a la atmósfera 800 millones de toneladas del gas. Se considera que este es uno de los segmentos más difíciles de descarbonizar y el avión es una de las formas de viajar más contaminantes.

En 2022, los estados miembros de la Organización de Aviación Civil Internacional (Oaci), aprobaron una meta global de emisión cero para el sector en 2050. A finales de 2023, en el marco de una reunión en los Emiratos Árabes Unidos, los estados miembros se comprometieron a reducir las emisiones de CO2 de la aviación internacional en un 5 % para 2030.

Según la Asociación Internacional de Transportes Aéreos (Iata), en 2023 se produjeron más de 600 millones de litros de SAF, duplicando el volumen del año anterior. Este año la producción se triplicará. A pesar de este incremento, ese volumen representará tan solo el 0,53 % de la demanda mundial de combustible de aviación. Los países que ya están fabricando este insumo son Estados Unidos, China, Japón, Singapur, Alemania, Noruega y México.

“Aún no está claro quiénes serán los grandes proveedores de SAF en el futuro, pero lo más

sensato es que sean las empresas petroleras que producen el combustible de aviación convencional”, dice Catalano, quien también es miembro del panel independiente de expertos de la Oaci que estudia el impacto ambiental de la aviación. Con la previsión de crecimiento del sector aeronáutico para los próximos años, que aún no se ha recuperado del bajo movimiento que impuso la pandemia, la reducción de las emisiones propiciada por las innovaciones tecnológicas, los nuevos modelos de aeronaves más eficientes y la optimización de las operaciones no será suficiente. Los combustibles alternativos aparecen en escena para contribuir a este objetivo. “Según estimaciones de la Iata, el SAF contribuirá con más del 60 % de las reducciones para alcanzar el cero neto en 2050”, informa Catalano.

En una industria global aún en mantillas, Brasil se encuentra ante la oportunidad de posicionarse como un actor central, auguran los expertos, tanto por la experiencia del país en la producción de biocombustibles como por la cantidad de biomasa disponible para la fabricación de SAF. “Si existe un lugar en el mundo donde la producción de SAF a gran escala será un éxito, es en Brasil”, supone la bioquímica Glaucia Mendes Souza, del Instituto de Química de la USP y miembro de la coordinación del Programa FAPESP de Investigaciones en Bioenergía (Bioen).

“Contamos con varios insumos en abundancia para producir este combustible, entre ellos el etanol. Pero de momento, la ruta de conversión del etanol en combustible de aviación sostenible, conocida como Alcohol-to-Jet [ATJ], no es económicamente competitiva”, dice la investigadora. “Tiene más sentido adoptar la ruta Hefa [Hydro-processing of Esteres and Fatty Acids]. En este caso, el problema es la sostenibilidad, ya que algunos países, sobre todo en Europa, no quieren utilizar aceite de palma, que en Brasil es la oleaginosa más productiva”.

Hefa y ATJ son dos de las rutas principales de producción de SAF homologadas. La primera de ellas, empleada en el vuelo de demostración de Virgin Atlantic, representa más del 80 % del SAF que actualmente se produce en el mundo. Europa no considera sostenible al aceite de palma porque gran parte de su producción, especialmente en los países del sudeste asiático, se realiza en

forma depredadora, destruyendo bosques autóctonos. En Brasil, el combustible aún no se produce a escala comercial, pero existen varios proyectos que comienzan a tomar forma. En la ciudad de Natal, la capital del estado de Rio Grande do Norte, el Instituto Senai de Innovación en Energías Renovables (ISI-ER) inauguró en septiembre del año pasado una planta piloto para producir SAF, el Laboratorio de Hidrógeno y Combustibles Avanzados (H2CA).

EL SECTOR

AERONÁUTICO

SE HA IMPUESTO LA EMISIÓN CERO DE CARBONO COMO META GLOBAL PARA 2050

El objetivo es aumentar la producción, aún a escala de laboratorio, de 200 mililitros (ml) por día a unos 5 litros (l). “En la actualidad ya estamos produciendo petróleo sintético en el laboratorio, que contiene SAF en su composición, a partir de una ruta conocida como Fischer-Tropsch [FT]”, informa la química Fabiola Correia, coordinadora del proyecto en el ISI-ER. “Estamos optimizando las condiciones del proceso para aumentar la eficiencia productiva”.

En la planta piloto, la materia prima principal es la glicerina procedente de la producción de biodiésel. “En el proceso de transesterificación del aceite, el 90 % del volumen generado corresponde a biodiésel y el 10 % restante a glicerina. Llega sucia, con contaminantes, lo que genera un pasivo para la industria del biodiésel. Nuestra idea es convertir la glicerina del biodiésel, junto con los contaminantes presentes en ella, en un producto con gran demanda industrial, el SAF”. Hoy en día, casi todo el volumen de glicerina generado en el país se vende a China a precios muy bajos.

Una aeronave del fabricante europeo Airbus siendo abastecida con biocombustible de aviación

Muestra de SAF producida en el Instituto Senai de Innovación en Energías Renovables de Natal (Rio Grande do Norte)

En otro proyecto del laboratorio de Natal, la materia prima utilizada para elaborar el gas de síntesis –con el que se produce el SAF por la ruta FT– es el CO2 extraído del aire y el hidrógeno verde, combustible limpio generado a partir de la rotura de la molécula de agua. “Actualmente estamos trabajando con estos dos procesos diferentes, la glicerina y el CO2 extraído del aire. Optamos por la ruta FT debido a su versatilidad, ya que podemos trabajar con una amplia variedad de materias primas”, subraya Correia. Además del ISI-ER, al menos cuatro empresas ya han anunciado que tienen en sus planes producir combustible de aviación sostenible en Brasil: Acelen, en Bahía; Petrobras, en Cubatão (São Paulo); Brasil BioFuels, en la Amazonia, y Geo Biogás, en Paraná. El grupo empresario brasileño ECB Group ha informado que su subsidiaria Be8 Paraguay construirá en el país una biorrefinería para producir 20.000 barriles diarios de biocombustibles avanzados, SAF inclusive.

Amediados de 2023, la empresa Raízen, la mayor productora mundial de etanol de caña de azúcar, anunció que había recibido una certificación (ISCC Corsia Plus), que la habilita a utilizar el etanol producido en una de sus plantas para la fabricación de SAF. El objetivo de la certificación del programa Esquema de Reducción y Compensación de Emisiones de Carbono para la Aviación Internacional (Corsia) gestionado por la Oaci es garantizar que los biocombustibles se fabriquen de manera sostenible. Las empresas fabricantes de aeronaves, al igual que varias compañías aéreas, en general apoyan la investigación, el desarrollo y la producción de SAF. En Brasil, Boeing está financiando la tercera fase del proyecto SAF Maps, a cargo de la Universidad de Campinas (Unicamp), con la intención de sumar información adicional a los criterios de sostenibilidad del Corsia. El portal incluye datos sobre la

biomasa de seis cultivos agrícolas (caña de azúcar, eucalipto, soja, maíz, aceite de palma y coyol) y de dos residuos de biomasa (sebo bovino y gases procedentes de la siderurgia) en 13 estados brasileños.

Por su parte, la empresa fabricante de aeronaves Embraer participó en las pruebas para la homologación de las tecnologías Hefa y SIP (isoparafina sintetizada a partir de azúcares fermentados e hidroprocesados). La compañía también tiene proyectos vinculados a estudios sobre el impacto del uso del suelo en el país, al mapeo de las oportunidades y los retos de la cadena de producción de SAF en Brasil y en Europa. También es miembro de la iniciativa BioValue, coordinada por el Laboratorio Nacional de Biorrenovables (LNBR), del Centro Nacional de Investigaciones en Energía y Materiales (CNPEM).

Con el apoyo de la FAPESP, BioValue es una asociación de 20 instituciones científicas y tecnológicas brasileñas y empresas que trabajan con investigadores europeos en el desarrollo de biocombustibles, especialmente para la aviación. En 2023, la FAPESP y Embraer inauguraron en el Instituto Tecnológico de Aeronáutica (ITA) el Centro de Investigaciones en Ingeniería para la Movilidad Aérea del Futuro, con miras a aumentar la competitividad de la industria aeronáutica nacional. Uno de los objetivos del centro es la disminución de las emisiones de GEI.

LA LEGISLACIÓN

Los expertos del sector consideran que la inversión en la producción de SAF aumentará tras la eventual aprobación del Proyecto de Ley nº 4.516/2023, que actualmente se tramita en el Congreso de Brasil, conocido con el nombre de PL del Combustible del Futuro, que prevé la creación del Programa Nacional de Combustible de Aviación Sostenible (ProBioQAV). “Su objetivo principal es promover la industria del SAF en el país”, dice Darlan Santos, de la Agencia Nacional de Aviación Civil (Anac). El texto establece que las compañías aéreas deberán reducir sus emisiones a partir de 2027, principalmente utilizando SAF. Para el primer año, la reducción obligatoria será del 1 % y en 2037 llegará al 10 %.

“Tal como está redactado, el PL permite almacenar el combustible en hubs –aeropuertos principales, como el de Guarulhos– cerca de los centros de producción. Esto también minimiza las emisiones derivadas del transporte del líquido”, argumenta Santos. Según él, se necesitan alrededor de cuatro años para poner a punto una planta industrial de SAF y que comience a suministrar combustible. Los proyectos anunciados empezarán a producir a partir de 2025 y 2026. n

Los proyectos consultados para la elaboración de este artículo figuran en una lista en la versión online de la revista

LA CARRERA POR LAS CÉLULAS DE PEROVSKITA

Grupos de investigación brasileños contribuyen al rápido avance del conocimiento sobre un tipo de material prometedor para la producción de energía solar fotovoltaica

En la frenética búsqueda mundial de la ciencia por nuevos materiales para producir energía limpia en forma más barata y eficiente, una estructura cristalina ha despuntado como semiconductor y, según las empresas del sector, está a punto de convertirse en la principal materia prima de una nueva generación de paneles solares fotovoltaicos, que transforman la luz solar en energía eléctrica. Los módulos de perovskita, tal como se le denomina a este nuevo material, producidos en laboratorio a partir de compuestos químicos tales como bromuro de plomo, yoduro de plomo y bromuro de cesio, son altamente capaces de convertir la energía fotónica en electricidad. Los esfuerzos por entender y explicar sus inusuales propiedades comenzaron en 2009, cuando un artículo científico que salió publicado en la revista Journal of the American Chemical

Pequeños módulos solares de perovskita desarrollados en el laboratorio del Instituto de Química de la Unicamp

Society demostró, por primera vez, su utilidad como componente de una célula solar fotoelectroquímica. Desde entonces, este material ha sido objeto de estudio de innumerables grupos de investigación de todo el mundo. El rápido avance en el conocimiento y el desarrollo de las células de perovskita desató una carrera entre científicos y startups para viabilizar su uso comercial. En menos de 15 años, el índice de eficiencia en la conversión de la luz solar en energía eléctrica mediante células, también llamadas celdas solares–que pueden ser flexibles, livianas y transparentes– pasó de un 3,8 % al 26,1 % actual. Estos resultados se obtuvieron en módulos de superficie reducida. La eficiencia de los paneles solares comerciales dominantes, a base de silicio, alcanza entre un 15 % y un 20 %.

Una tecnología más reciente, con una celda solar de perovskita superpuesta a otra de silicio, llamada célula solar en tándem, ha registrado en laboratorio una eficiencia del 33,7 %. El récord se logró en junio de 2023 en la Universidad de Ciencia y Tecnología Rey Abdalá (Kaust), de Arabia Saudita. El Laboratorio Nacional de Energías Renovables (NREL), de Estados Unidos, mantiene una tabla pública y actualizada con las mejores cifras alcanzadas y confirmadas por distintos centros de investigación del mundo en los últimos años. Empresas y startups chinas, estadounidenses y europeas prometen iniciar en los próximos meses la producción a gran escala de módulos solares con perovskita. Es el caso de la británica Oxford Photovoltaics, surgida a partir de la Universidad de Oxford, que posee una fábrica dedicada a la producción de celdas del tipo tándem en Alemania. En Estados Unidos, Caelux está construyendo una planta para aumentar su producción de vidrio fotovoltaico de perovskita, que podrá utilizarse para fabricar módulos solares a partir de este año. La empresa china GCL-SI presentó en 2023 un módulo de perovskita de 320 vatios que alcanza una eficiencia del 16 %, e informa que está siendo producido a escala piloto.

En Brasil, el que está más cerca de obtener un modelo comercial con células de perovskita es Oninn, un instituto privado sin fines de lucro con sede en Belo Horizonte [Minas Gerais], que hasta 2022 se llamaba CSEM Brasil. En la iniciativa participan investigadores de la Universidade Estadual Paulista (Unesp) y del Centro de Innovación en Nuevas Energías (Cine), un Centro de Investigaciones en Ingeniería (CPE) creado en 2018 por la FAPESP y Shell Brasil. Sin embargo, aún queda mucho por hacer hasta que pueda fabricarse una célula solar nacional técnica y económicamente viable.

Con base en su experiencia en el desarrollo de paneles solares con tecnologías basadas en células fotovoltaicas orgánicas, Oninn ahora está trabajando

para ganar escala en sus células a base de perovskita. El objetivo es aumentar el tamaño de estos dispositivos, cuyas dimensiones a escala de laboratorio van de milímetros a centímetros cuadrados (cm2), hasta alcanzar módulos más grandes, de centenas de cm2, el tamaño que demanda la industria.

“Fabricamos el primer prototipo de un panel solar de perovskita de 800 cm2, pero nuestro panel estándar, aún en desarrollo, es algo menor, de 500 cm2”, dice el físico italiano Diego Bagnis, director científico de la organización, quien trabaja en Brasil desde hace nueve años. “Estamos en la etapa de prototipos, con las primeras aplicaciones bajo condiciones reales para validar la tecnología”. Su meta es contar con una línea piloto de fabricación instalada para 2026 y sacar el producto al mercado en 2028, inicialmente para pequeñas aplicaciones.

La empresa no trabaja con celdas en tándem. “Nos hemos enfocado en lo que se denomina single junction, es decir, células con una capa única de perovskita”, informa Bagnis. “En Europa, tiene más sentido trabajar con la tecnología en tándem, combinando perovskita y silicio, porque allá la tecnología del silicio está afianzada y ese tipo de paneles se producen localmente. En Brasil eso no sucede”. El material de los paneles solares que se usan en el país es importado y los módulos a base de silicio solamente se ensamblan aquí.

A pesar de los avances de los últimos años y las promesas de lanzamiento de modelos comerciales a la brevedad, los investigadores brasileños entrevistados para la elaboración de este reportaje dicen que aún hay mucho que aprender sobre los fundamentos de este material emergente, principalmente acerca de la estabilidad de las celdas –su capacidad de mantenerse intactas durante largos períodos– y cómo extrapolar la eficiencia energética obtenida a pequeña escala, en módulos de laboratorio, a una escala mayor.

“También existen retos científicos y tecnológicos que demandan inversiones, tiempo y personal calificado para poder superarlos”, dice el físico Carlos Frederico de Oliveira Graeff, de la Facultad de Ciencias de la Unesp, en su campus de Bauru, quien trabaja con células solares de perovskita y es uno de los colaboradores de Oninn.

“Desde el punto de vista de la física y la ingeniería, el silicio es un material relativamente simple, con una estructura cristalina conocida, mientras que la perovskita presenta una gran complejidad, tanto física como química. Por lo general, se trata de un material compuesto por una parte orgánica y otra inorgánica, con diversos elementos y presenta una intensa movilidad iónica”, dice el experto. Uno de los proyectos más recientes de

CÓMO FUNCIONA LA CÉLULA

Está compuesta por materiales semiconductores que transforman la luz solar en una corriente eléctrica

Graeff, financiado por la FAPESP, se centra en el estudio de la estabilidad de estas células solares.

El físico Gustavo Dalpian, del Instituto de Física de la Universidad de São Paulo (USP), hace hincapié en que hay una serie de propiedades fundamentales de la estructura cristalina del material que aún no se comprenden totalmente. “Es bastante diferente de lo que vemos en otros materiales. En el silicio cristalino, por ejemplo, los átomos tienden a ocupar posiciones bien definidas, pero en las perovskitas su movilidad es alta. Se cree que éste es uno de los motivos por los que son tan inestables.”

La inestabilidad de la perovskita hace que ésta se degrade mucho más rápido que el silicio, y representa uno de los grandes retos por superarse. El módulo de silicio puede durar hasta 30 años sin grandes pérdidas de eficiencia, mientras que las celdas fabricadas con el nuevo material, como mucho, duran poco más de un año. Inicialmente se degradaban en horas o días. La humedad, el calor, el oxígeno e incluso la luz solar pueden causarles daño.

“Una vez que logremos comprender las propiedades fundamentales de la estructura de estos materiales y sus defectos, podremos elaborar o pensar en las maneras de evitar que se degraden con tanta rapidez como ocurre hoy en día”, dice Dalpian. El grupo de investigación bajo su liderazgo se especializa en la simulación de materiales por computadora y utiliza en estos estudios herramientas de big data y aprendizaje automático. El investigador estuvo recientemente en Colombia, en el marco de un proyecto Sprint de la FAPESP, desde donde habló con Pesquisa FAPESP. “Estamos evaluando nuevos proyectos conjuntos centrados en las perovskitas con gente

1. ABSORCIÓN DE LA LUZ

La luz solar atraviesa el sustrato de vidrio y es absorbida por la película de perovskita

2. SEPARACIÓN DE CARGAS

La energía de la luz absorbida (fotones) provoca la separación de las cargas eléctricas: la capa ETL transporta electrones (cargas negativas), la HTL, los huecos (cargas positivas)

3. GENERACIÓN DE CORRIENTE

Los huecos migran hacia el material conductor de la celda y los electrones llegan al metal, generando una corriente eléctrica

de dos universidades de Medellín, que formarán parte de esta iniciativa”, dice el investigador, quien también mantiene colaboraciones con un grupo experimental de la Universidad Federal del ABC (UFABC), institución en la que trabajó como docente hasta 2023, cuando asumió como profesor titular en la USP.

LUZ SINCROTRÓN Y PEROVSKITA

Un equipo del Cine fue pionero en la investigación del material en profundidad al observarlo con la ayuda de una de las fuentes de luz sincrotrón de Sirius, operada por el Laboratorio Nacional de Luz Sincrotrón (LNLS) del Centro Nacional de Investigaciones en Energía y Materiales (CNPEM), de Campinas. El Cine está integrado por investigadores de la Universidad de Campinas (Unicamp), de la USP y del Instituto de Investigaciones Energéticas y Nucleares (Ipen).

“La investigación sobre el uso de la perovskita en el campo de la energía solar fotovoltaica ha sido la de mayor crecimiento en el mundo, y nuestros experimentos con luz sincrotrón nos permitieron posicionarnos en un entorno supercompetitivo”, relata la química Ana Flávia Nogueira, directora del Cine y docente del Instituto de Química de la Unicamp, quien trabaja con materiales fotovoltaicos emergentes desde 1996 y en 2015 empezó a investigar los del tipo de las perovskitas.

La infraestructura científica del CNPEM hizo posible que los investigadores realizaran un mapeo del material a escala nanométrica. “Llevamos al equipo que produce la película de perovskita –un disco rotativo denominado spin-coater, similar al que se utiliza para fabricar los CD– a la línea de rayos X”, comenta Nogueira. Era la primera vez que se hacía esto. Pero, ¿cuál es la ventaja de este

HTL Transportadora de huecos

ETL Transportadora de electrones

Material conductor Metal Película de perovskita

Vidrio
Capa
Capa

Célula de perovskita en preparación para realizar los ensayos en el acelerador de partículas Sirius

experimento in situ? “Mientras se iba produciendo la película de perovskita, los rayos X incidían sobre la muestra y proporcionaban información importante sobre la estructura y la cristalización de la película en sus diferentes etapas”, relata Nogueira. Este y otros ensayos destinados a analizar la degradación del material también mediante técnicas in situ en Sirius dieron gran visibilidad a los investigadores del Cine, tanto es así que fueron invitados a escribir un artículo de revisión sobre el tema para la revista científica Chemical Reviews El texto, de 77 páginas, salió publicado a principios de 2023. “La invitación a redactar un artículo de revisión para una revista de altísimo impacto corona la labor que hemos hecho en los últimos años”, destaca Nogueira. Además de investigar la perovskita para su uso en células solares, el grupo también estudia el empleo del material en dispositivos emisores de luz, como ledes y láseres.

PARA ENTENDER CÓMO FUNCIONA

En Sirius, los experimentos se centran ahora en entender el funcionamiento de la célula solar de perovskita, y no solo en el material en sí. Son lo que se denomina experimentos operando. Uno de los retos que plantea este tipo de análisis es que la propia radiación sincrotrón puede causar transformaciones indeseables en el material.

“Estamos investigando los efectos de la dosis de radiación necesaria para estudiar estos dispositivos y cómo mitigarlos. Hemos creado dispositivos que permiten simular las condiciones de operación de la celda solar fotovoltaica y obtuvimos los primeros resultados”, subraya el físico Helio Cesar Nogueira Tolentino, jefe de la División de Materia Heterogénea y Jerárquica del LNLS. “Pretendemos encontrar las condiciones de trabajo ideales para obtener la información, utilizando la luz sincrotrón y sin degradar el material fotovoltaico. O degradándolo, pero de manera controlada”.

Según explica Nogueira Tolentino, la estructura cristalina de la perovskita se asemeja a un cubo, pudiendo variar en función del método de preparación o de las vías de síntesis adoptadas. En el primer experimento operando, los investigadores observaron el efecto de la luz solar sobre la estructura atómica del material. “Aún no tenemos una interpretación firme, pero hay evidencias de que las variaciones lumínicas alteran la estructura del material”.

Entre las posibles soluciones presentadas por los investigadores brasileños para corregir las características indeseables del material con la mira puesta en las finalidades pretendidas, existen aditivos, nuevas moléculas, diferencias en el proceso de producción de la película e incluso la aplicación de una delgada capa de perovskita bidimensional (2D) superpuesta a otra capa tridimensional (3D). Pero la inestabilidad que exhibe el material representa tan solo una parte de los desafíos tecnológicos. El mantenimiento de la eficiencia energética obtenida en pequeñas celdas en laboratorio cuando se pasa a una escala mayor, también constituye un rompecabezas.

“A menudo, cuando se pretende extrapolar las celdas a una escala mayor, la película no es homogénea”, explica Nogueira, de la Unicamp. “El proceso de cristalización que se produce cuando se forma la perovskita es distinto al de otros materiales que se utilizan en el sector fotovoltaico”. Según Graeff, los investigadores están tratando de encontrar fórmulas y procesos que vuelvan a la tecnología económicamente factible. “Necesitamos procesos de producción robustos que puedan utilizarse a gran escala. Mientras tanto, estamos aprendiendo mucha física y química básica. Estos son materiales nuevos y complejos en el área de los dispositivos electrónicos”, dice el investigador de la Unesp de Bauru. “La electrónica de los paneles actuales se basaba en un material muy simple y estable que es el silicio. Ahora disponemos de un material compuesto por diferentes elementos químicos y una estructura compleja”.

Las investigaciones en este campo ofrecen buenos ejemplos de una colaboración fructífera entre científicos teóricos y experimentales. Con base en las simulaciones realizadas por computadora, los teóricos pueden diseñar estructuras nunca fabricadas antes en laboratorio o ahorrar tiempo y dinero en la selección de los elementos por probarse en los experimentos.

“Analizamos distintos materiales e intentamos inferir o aprender sobre sus propiedades”, dice Dalpian, quien lleva publicados al menos cinco artículos científicos con el grupo experimental de la UFABC. “Mantenemos una colaboración muy productiva. Normalmente, son los investigadores experimentales quienes nos formulan pedidos, pero en este caso, es mejor que eso, porque también nos escuchan. En una oportunidad les dijimos que si añadían hierro a la perovskita, el material resultante tendría propiedades magnéticas atractivas. Lo hicieron y el resultado generó un artículo interesante”, dice Dalpian.

En el Cine, científicos teóricos y experimentales trabajan juntos en varios frentes. Uno de ellos es la búsqueda de alternativas que sustituyan el plomo (un elemento tóxico) en la composición de la perovskita. “Hay interés en reducir o eliminar totalmente el componente de plomo presente en estas estructuras”, dice el físico Juarez L. F. Da Silva, del Instituto de Química de São Carlos (IQSC), de la USP, coordinador del programa de ciencia computacional de materiales del Cine.

“La simulación por computadora hace posible el estudio de una gran cantidad de materiales que podrían sustituir a ese elemento en las perovskitas de baja dimensionalidad, tales como el estaño, el germanio o combinaciones de dos sustancias químicas”, explica Da Silva. Hay un conjunto de parámetros a los que el material debe acercarse

lo más posible. “Utilizamos la información de los experimentos para comprobar cuáles materiales tienen este potencial”.

En otro frente, dirigido por los experimentales del Cine, se estudia la interacción de las moléculas con las superficies de perovskitas. Las simulaciones permiten observar qué mecanismos pueden contribuir al proceso que degrada el dispositivo, explica Da Silva. “En las celdas solares, el cable metálico utilizado como contacto para conducir la corriente eléctrica interactúa con la perovskita, generando un proceso de difusión de especies químicas de un lado al otro. Dependiendo de la situación, éstas pueden desestabilizar la estructura del dispositivo”.

Según Dalpian, las células solares de perovskita tendrán espacio en varios frentes distintos, siempre y cuando se produzca un cambio de paradigma en esta área. “Se considera que las celdas solares deben durar de 20 a 25 años. Pero no tiene por qué ser así. Si las celdas fueran mucho más baratas, podrían reemplazarse cuando pierdan eficiencia, como se hace actualmente con las bombillas”, dice Dalpian. “En este caso, es necesario que haya un ecosistema que se ocupe de reciclar los paneles, minimizando el impacto ambiental asociado a su producción”. El objetivo de las investigaciones con las células de perovskita, subraya el científico, no es sustituir por completo los módulos de silicio, sino incorporar a la industria de la energía solar otro material con propiedades y características ventajosas. n

Los proyectos y los artículos científicos consultados para la elaboración de este reportaje figuran en una lista en la versión online de la revista.

Línea de producción de celdas de tipo tándem en la fábrica de Oxford Photovoltaics, en Alemania

Un chip simula parcialmente el organismo humano para probar la eficacia y la seguridad de los cosméticos

Visto desde arriba, el aparato se parece a una cinta de casete como las que se usaban en los grabadores antiguos. La diferencia es que, en lugar de dos agujeros, puede tener tres o cuatro. Cada uno de ellos contiene tejidos humanos reconstituidos: de piel, intestinales y hepáticos. Un líquido con nutrientes y oxígeno que circula entre los orificios simula el torrente sanguíneo y hace esos tejidos funcionen como órganos en miniatura interconectados. El dispositivo, llamado human-on-a-chip o body-on-a-chip (BoC), ha sido probado en distintos países por empresas de cosméticos y farmacéuticas para evaluar la toxicidad de sus productos en desarrollo, y también está ganando terreno en Brasil. La técnica de impresión 3D (lea en Pesquisa FAPESP, edición nº 276), utilizada para producir tejidos de piel e intestinales (el de

IMPRESIÓN DE TEJIDOS HUMANOS

Piel, hígado e intestinos producidos artificialmente asoman como alternativas a las pruebas de cosméticos en animales

Sarah Schmidt

hígado todavía se produce manualmente), también ha sido empleada experimentalmente para otros fines (véase el recuadro de la página 57).

“Aplicamos el ingrediente que pretendemos testear sobre la piel reconstituida y evaluamos su toxicidad, simulando el funcionamiento del cuerpo humano”, explica la bióloga Juliana Lago, investigadora del área de evaluaciones preclínicas de Natura, fabricante de cosméticos brasileña que adoptó esta tecnología a partir del primer semestre de 2023.

El BoC, un producto importado de una empresa alemana, se suma a otras técnicas en uso desde 2006 para reemplazar a los animales usados como conejillos de indias en los test de seguridad y eficacia de productos de belleza, higiene personal y perfumes, prohibidos en marzo de 2023 por el Consejo Nacional de Control de los Experimentos con Animales (Concea), del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MCTI) de Brasil.

Más allá de indicar cualquier daño causado por agentes externos, los tejidos que rellenan las cavidades del chip reproducen algunas funciones de los órganos reales. “El minihígado produce bilis [el fluido amarillo verdoso que facilita la absorción de las grasas y las vitaminas] y realiza todos los procesos de desintoxicación, mientras que los dos tipos de células intestinales forman una barrera con un epitelio [la capa externa] y liberación de moco [el líquido gelatinoso blanco o amarillento que facilita la eliminación de los excrementos]”, describe la bióloga Ana Carolina Figueira, del Laboratorio Nacional de Biociencias (LNBio) del Centro Nacional de Investigaciones en Energía y Materiales (CNPEM), de Campinas [São Paulo]. Ella fue la coordinadora del proyecto para el uso integrado del chip con otros tejidos, en colaboración con Natura. En 2023, el CNPEM le licenció la tecnología de producción y los derechos de comercialización de los tejidos hepáticos e intestinales a la startup 3D Biotechnology Solutions (3DBS), también de Campinas. A cambio, además de pagar regalías, la empresa ayudó a mejorar el proceso de producción de los tejidos intestinales por bioimpresión 3D y cedió la tecnología de fabricación de las pieles humanas.

LA PRODUCCIÓN DE TEJIDOS ARTIFICIALES

En 3DBS, el tejido intestinal se produce a partir de células compradas al Banco de Células de Río de Janeiro (BCRJ) y la piel se elabora con base en células humanas aisladas de tejidos procedentes de cirugías de fimosis [la eliminación del exceso de piel sobre el pene] practicadas a niños atendidos en un hospital de Santa Bárbara D’Oeste, en el interior paulista. “Las células descartadas

de las cirugías infantiles producen rápidamente colágeno tipo I, una proteína que necesitamos, porque le confiere resistencia y elasticidad a la piel”, explica la bióloga Ana Luiza Millás, directora de investigaciones de la empresa.

Una solución con distintos tipos de células es la materia prima que se emplea en las denominadas bioimpresoras, que producen estructuras tridimensionales con células vivas, moléculas y materiales biocompatibles. En este caso, en lugar del material plástico que inyecta una impresora 3D convencional para fabricar un objeto, una jeringa vierte una mezcla de células con una solución de colágeno, por ejemplo, sobre una placa transparente con divisiones internas, como las que se usan para fabricar hielo en el congelador. Una computadora envía a la máquina la información sobre las dimensiones y el formato del tejido que se desea producir, capa por capa. El tejido del instestino reconstruido forma una capa circular de 12 milímetros (mm) de diámetro en los compartimentos de la placa, posteriormente mantenidos en una incubadora a 37 grados Celsius (ºC) durante 21 días. En este período de tiempo, las células se diferencian y forman la barrera intestinal, responsable de la absorción de los nutrientes y la producción del moco. Una vez listos, los tejidos pueden utilizarse por el lapso de una semana.

En tanto, la solución con células de la piel, ni bien sale de la impresora necesita 10 días de incubación para adquirir su formato final: diminutos discos gelatinosos rosados de unos 6 mm

Tejido hepático reconstituido manualmente (a la izq.), y piel humana producida por bioimpresión

Ana Luiza Millás, de 3DBS, opera una bioimpresora; al lado, imagen resaltada de la jeringa que deposita una solución con células en los compartimentos de una bandeja

de diámetro. “En ese tiempo, las células forman cinco capas, en el modelo experimental dermoepidérmico, denominado piel humana full. Otro modelo, más sencillo, llamado epidermis humana reconstituida (RHE), posee solamente la capa epidérmica y se utiliza en pruebas de seguridad y eficacia de cosméticos”, comenta Millás.

Ella estudia la reconstrucción de tejidos humanos desde 2010, inicialmente con el propósito de producir piel para la medicina regenerativa. En su doctorado en la Universidad de Campinas (Unicamp), con apoyo de la FAPESP, trabajó con una sustancia extraída de la copaiba (Copaifera langsdorffii), un árbol originario de Brasil, que incorporada a fibras ultradelgadas puede servir como sustituto tridimensional de la piel.

OTRAS APLICACIONES

En Senai Cimatec, en Salvador (Bahía), la ingeniera de materiales Josiane Barbosa utiliza una bioimpresora de 3DBS para probar distintas fórmulas de carnes producidas a partir de células bovinas o proteínas vegetales. “La bioimpresión facilita el proceso de reproducción de productos con las dimensiones y la geometría necesarias. También ayuda a la adherencia celular, merced a que se deposita en capas, algo más difícil de hacer mediante técnicas manuales”, dice. A principios de octubre de 2023, la estatal de investigación agropecuaria Embrapa Recursos Genéticos y Biotecnología, de Brasilia, transformó ingredientes vegetales, tales como harina de soja, habas y garbanzos, en sucedáneos de filetes de pescado. Si esta investigación tiene éxito, podría dar lugar a nuevos alimentos, orientados principalmente a los mercados vegetariano y vegano. Hay otros avances en este campo. En un estudio publicado en octubre en la revista Science Advances, científicos brasileños y estadounidenses informaron del desarrollo de tejidos cutáneos con estructuras similares a folículos capilares mediante bioimpresión. Si esta técnica logra avances, podrá proporcionar células que podrían ser de ayuda para el tratamiento de heridas o en injertos, ya que las células de la base de los folículos son las que inician los procesos de cicatrización.

Los nuevos rumbos de las investigaciones llevaron a métodos de producción de piel por bioimpresión, desarrollados con expertos de la Universidad de São Paulo (USP) y de Natura, que se describieron en un artículo publicado en marzo de 2019 en la revista científica International Journal of Advances in Medical Biotechnology “Inicialmente producíamos pieles más grandes, con el doble del diámetro, pero las empresas y los centros de investigación los prefieren más pequeños, en mayor cantidad y de menor costo para sus pruebas toxicológicas”, dice la bióloga Gabriela Gastaldi, investigadora de 3DBS.

Los tejidos del hígado aún se producen manualmente con células importadas y del banco de Río de Janeiro, inmersas en una solución de agarosa y dispuestas en moldes con 81 orificios. Al cabo de cinco días de incubación, las células se agrupan formando agregados circulares denominados esferoides, de unos 300 micrones (µm) de diámetro, visibles a simple vista. Como la empresa comenzó a comercializar estos tejidos en 2022, el 80 % de su facturación procede de las bioimpresoras y los equipos de electrospinning o electrohilado, fabricados desde 2018 en el taller de 3DBS en São Paulo. La empresa también distribuye en Brasil los chips y las bombas que hacen circular a los nutrientes, fabricados desde 2019 por la empresa alemana Tiss-Use GmbH, de la que es su representante en Brasil. “Hemos apostado al crecimiento del uso de los tejidos y chips ante la necesidad de estandarizar los test de toxicidad y otras posibles aplicaciones que están empezando a vislumbrarse”, dice el administrador de empresas Pedro Massaguer, director de estrategia e innovación. n

Los proyectos y artículos científicos consultados para la elaboración de este reportaje figuran en una lista en la versión online de la revista.

LINGÜÍSTICA

VOCES PLURALES

Estudios sobre las variantes del portugués, el lenguaje de señas y las lenguas indígenas ponen en evidencia la diversidad y los prejuicios lingüísticos en Brasil

Un caso identificado en una investigación que llevó a cabo una jueza federal de segunda instancia en Brasil, hace unos 15 años, constituye un ejemplo que grafica la importancia del debate al respecto de la diversidad lingüística en el país. El portugués es aquí el único idioma oficial, pero en él habitan hablantes de más de 200 lenguas. En aquella ocasión, el Supremo Tribunal Federal (STF), la Corte Suprema de Brasil, denegó el pedido de habeas corpus presentado por un paraguayo detenido, al alegar que, si bien era comprensible, la solicitud había sido formulada en “portuñol”. Según la interpretación del STF, para que pudiera ser atendida, el solicitante debía haberse dirigido al Poder Judicial en portugués. Con el propósito de entender y darle visibilidad a la pluralidad idiomática y a las variantes del portugués que se utilizan en el territorio nacional, lingüistas, fonoaudiólogos y pedagogos han desarrollado investigaciones que han ayudado a echar por tierra la idea de que somos un país monolingüe. Algunos ejemplos de esos estudios, publicados en 2023, son el diccionario kaiowá, la lengua hablada por el pueblo Kaiowá, en Mato Grosso do Sul, y el de la lengua de señas Cena, utilizada por una comunidad de sordos en el interior del estado de Piauí. El Inventario Nacional de la Diversidad Lingüística (INDL), una herramienta oficial para la identificación, documentación y reconocimiento de las lenguas habladas por distintos grupos de la sociedad brasileña, fue creado en 2010 por el Instituto del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional (Iphan), a través del Decreto nº 7.387. Según el INDL, en el territorio brasileño se hablan unas 180 lenguas indígenas, otras 30 de inmigración, la lengua de señas y lenguas afrobrasileñas. “En todas ellas hay una amplia diversidad en térmi-

nos de fonética, morfología y sintaxis”, explica la lingüista Gladis Massini-Cagliari, de la Universidade Estadual Paulista (Unesp), en su campus de la localidad de Araraquara.

Según Massini-Cagliari, los primeros idiomas incorporados al inventario fueron el tukano, el baniva y el ñe’engatú o tupí moderno, todos indígenas, y este último considerado la lengua general de la Amazonia. Además de éstos, el INDL incluye en su base de datos al talian, un idioma creado a partir de los dialectos hablados por los inmigrantes italianos en Rio Grande do Sul y Santa Catarina, y otras lenguas indígenas. En agosto de 2022, el Iphan elaboró una propuesta de inclusión, que aún no ha sido regulada, de seis nuevas lenguas al inventario. Una de ellas es el yoruba, hablado casas de religión de matriz africana de origen nagó o yoruba, y otra, el hunsrückisch, se desarrolló a partir de una base dialéctica germánica hablada por inmigrantes alemanes.

“Aunque estén reconocidas por un instrumento oficial, en la práctica no ofrecen todas las posibilidades de comunicación disponibles para el portugués”, analiza Massini-Cagliari. Esto significa, por ejemplo, que son pocos los organismos de los sistemas sanitarios, educativos y judiciales que están preparados para atender a la gente en otro idioma que no sea el portugués. Y esto puede ocurrir incluso en ciudades como São Gabriel da Cachoeira (Amazonas) y Monsenhor Tabosa (Ceará), que a través de sus propias legislaciones municipales han adoptado idiomas indígenas como lenguas cooficiales. En el municipio amazonense, la segunda ciudad del país en cuanto a población indígena, las lenguas baniva, ñe’engatú, tukano y yanomami son cooficiales. Massini-Cagliari es una de las organizadoras del libro Understanding linguistic prejudice: Critical approaches to languaje diversity in Brazil

Christina

(Springer y editorial Unesp), junto con las lingüistas Angélica Rodrigues y Rosane de Andrade Berlinck, también de la Unesp. La obra, publicada en 2023, recopila los resultados de los estudios realizados por una red de investigadores de la Unesp y de las universidades de Sheffield (Inglaterra), Ottawa (Canadá) y Ámsterdam (Países Bajos).

Según Massini-Cagliari, las lenguas minoritarias que sobreviven en zonas geográficas específicas, como así también las variantes del portugués, cargan consigo un estigma que contrasta con la lengua oficial hablada en el país. “En nuestra investigación, apuntamos a poner en evidencia el vínculo existente entre los prejuicios lingüísticos y la discriminación social”, dice. “Los estudios muestran que el portugués ‘estándar’ o ‘culto’, en realidad, es una abstracción idealizada que en muchos aspectos se aparta de las variantes habladas y escritas del portugués de uso corriente en Brasil”, comenta.

La investigadora explica que, desde el punto de vista de la lingüística, frases como ‘os menino trabalha’ [literalmente, ‘los chicos trabaja’], por ejemplo, comunes en el portugués popular, no representan un error, pero exhiben un aspecto de la gramática del idioma que determina que la concordancia pronominal es una regla variable. “Desde esta perspectiva, solamente sería errónea una estructura agramatical, no reproducida naturalmente por ningún hablante nativo, como ‘o menino trabalham’ [literalmente, ‘el chico trabajan’]”, explica.

Para tratar de entender la diversidad lingüística brasileña, el lingüista Antonio Carlos Santana de Souza, de la Universidad Estadual de Mato Grosso do Sul (Uems), estudia desde la década de 1990 el portugués hablado por los quilombolas, los habitantes de los quilombos o palenques, en enclaves tales como el Quilombo do Cafundó, en Salto de Pirapora, en la región de Sorocaba (São Paulo), y el de Caçandoca, en la ciudad de Ubatuba (São

Paulo). También investiga en comunidades negras rurales y urbanas de afrodescendientes en los estados de Mato Grosso do Sul y Rio Grande do Sul. En las comunidades compuestas por descendientes de esclavizados y personas blancas que vivían en granjas cercanas, Santana de Souza identificó que los residentes empleaban la no concordancia de género en porcentajes muy altos en comparación con el portugués hablado en otras comunidades, es decir, diciendo ‘el niña’ o ‘la niño’.

“Investigaciones emblemáticas sobre el tema realizadas por el lingüista estadounidense William Labov sostienen que, en las comunidades rurales de afrodescendientes, es habitual que los varones introduzcan innovaciones en su forma de hablar, mientras que las mujeres conservan”, dice Santana de Souza. Sin embargo, en el trabajo realizado en Caçandoca, pudo comprobar que las mujeres estaban cambiando su forma de hablar, empezando a utilizar la concordancia de género con más frecuencia que los varones. “Descubrí que ellas habían pasado a implicarse más en la vida económica de la comunidad, vendiendo plátanos y atendiendo a los turistas. Este contacto provocó cambios en su forma de comunicarse”, dice el investigador de la Uems.

Las discusiones sobre las relaciones entre la lengua y la sociedad siempre estuvieron presentes en los estudios lingüísticos. El concepto de prejuicio lingüístico, si bien no con este nombre, ya aparece en los estudios del lingüista suizo Ferdinand de Saussure (1857-1913). Pero fue recién en la década de 1960 que surgió la sociolingüística, ciencia que estudia las relaciones entre el lenguaje y la sociedad. En aquella década, el concepto de prejuicio lingüístico se acuñó, principalmente, a partir de los estudios del lingüista estadounidense William Labov, quien estudió las variantes del inglés habladas por las comunidades afroamericanas. “Demostró la complejidad del idioma utilizado por esas per-

LOS INDÍGENAS DEL PUEBLO GUARANÍ-KAIOWÁ POSEEN, POR

EJEMPLO, DISTINTOS VERBOS PARA REFERIRSE AL ACTO DE PESCAR

sonas, ayudando a deconstruir la idea de que las lenguas distintas al inglés estándar eran inferiores o erróneas”, dice De Andrade Berlinck, de la Unesp. La adopción del portugués como único idioma oficial garantiza cierta unidad lingüística, lo que aporta beneficios prácticos a un país de dimensiones continentales como Brasil. No obstante, los investigadores sostienen que la ciencia puede ayudar a sacar de la invisibilidad a otras lenguas que se hablan en su territorio. “La sociedad no es muy consciente de las pérdidas que el monopolio de la lengua portuguesa acarrea para el país”, dice la profesora de historia indígena Graciela Chamorro, de la Universidad Federal del Gran Dourados (UFGD), en Mato Grosso do Sul. A su juicio, cuando una lengua se pierde, se lleva consigo la memoria y el acervo cultural de la comunidad en cuestión.

Objeto de sus investigaciones desde hace más de 30 años, los indígenas del pueblo Kaiowá tienen distintos verbos para designar el acto de pescar, que varían según el tamaño de los ejemplares recogidos y las técnicas empleadas. “Las diferentes palabras que utilizan para referirse a la pesca, por ejemplo, conllevan conocimientos sobre el tamaño del pescado y los instrumentos que deben utilizarse. Los vocablos son capaces de revelar un conocimiento técnico al que resulta imposible acceder si no se domina esa lengua”, argumenta Chamorro. Todos los idiomas hablados por menos de 100.000 personas en el mundo están en peligro de extinción, según un atlas publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en 2010. Es el caso de todas las lenguas indígenas de Brasil. “El kaiowá y el guaraní, lenguas hermanas muy próximas, suman 26.500 hablantes en Mato Grosso do Sul”, detalla. La lengua materna de la investigadora, nacida en Paraguay, es el guaraní de este país. Pero cuando empezó a investigar al pueblo Kaiowá de Mato Grosso do Sul, en 1983, notó que no entendía la lengua que allí hablaban. Esta dificultad la llevó a estudiar el kaiowá y elaborar glosarios, trabajos que en 2017 dieron origen al proyecto de un diccionario. Así fue que, en 2023, Chamorro publicó

un diccionario kaiowá-portugués con más de 6.000 palabras traducidas, además de notas culturales y lingüísticas que ponen de relieve la visión de mundo del pueblo Kaiowá. El libro, publicado por la editorial Javali, fue elaborado gracias a la colaboración entre indígenas y no indígenas.

Chamorro cita diccionarios históricos de idiomas indígenas, como el vocabulario elaborado por el jesuita Antonio Ruiz de Montoya (1585-1652), que sirvió como base para el estudio de las lenguas del grupo guaraní, del que el kaiowá forma parte. Asimismo, en 2014, durante su investigación de maestría realizada en la Universidad Federal de Mato Grosso do Sul (UFMS), Eliane Berendina Loman de Barros, de la Asociación Lingüística Evangélica Misionera, creó un diccionario bilingüe kaiowá-portugués que aún no ha sido publicado como libro. “La lengua kaiowá es estudiada desde hace más de 60 años por los lingüistas de esta asociación, con el propósito de traducir la Biblia, himnos, enseñanzas cristianas y conceptos ajenos a la cultura de la etnia. En mi caso, recorrí el camino inverso”, explica Chamorro. Dicho de otro modo, según la investigadora, los estudios realizados por esos religiosos fueron desarrollados, en última instancia, para llevarles sus mensajes a los indígenas, utilizando el kaiowá para traducir conceptos e ideas del portugués. A diferencia de ellos, Chamorro presenta en su diccionario los vocablos kaiowás “vestidos con la cultura kaiowá”. Al traducirlos al portugués, apuntan a una aproximación de dos experiencias lingüísticas y culturales, que a menudo revelan aspectos filosóficos profundos del pueblo Kaiowá. Un desafío que planteó este proceso consistió en traducir palabras como avy’a, por ejemplo, que en kaiowá es un verbo pleno, equivalente a “yo felizo” o “yo feliza”. Como este verbo no existe en portugués, en el diccionario se tradujo como “estoy feliz”.

“Los diccionarios de lenguas indígenas ayudan a combatir el riesgo de extinción de estos idiomas, promoviendo su revitalización en la modalidad escrita”, dice. Sin embargo, según ella, la vitalidad de estas lenguas depende, principalmente, de su uso en la forma hablada. “En este sentido, mi trabajo constituye una advertencia al pueblo Kaiowá sobre la necesidad de utilizar el kaiowá no solo en el entorno familiar, sino también en espacios públicos”, sostiene la investigadora.

La lingüista y pedagoga Ronice Müller de Quadros, de la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC), menciona que la Lengua Brasileña de Señas (Libras), utilizada por la comunidad sorda de Brasil, sobre todo en las áreas urbanas, está en vías de ser reconocida como lengua patrimonial por el Iphan. Para ello, la lengua tiene que ser descrita, documentada e inventariada por investigadores. Expertos de todo Brasil han trabajado con Libras, incluyendo al grupo de investigación que ella coor-

dina desde 2014, que cuenta con 35 miembros. Uno de los resultados de los estudios que llevó a cabo esta red, que trabaja en colaboración con investigadores sordos de todo Brasil, fue la publicación digital de una gramática de Libras por la editorial Arara Azul, en 2021, también disponible en el sitio web de la UFSC. La obra fue reeditada en 2023 por el Instituto Nacional de Educación de Sordos, en dos tomos ampliados y actualizados que suman más de mil páginas. “La edición de la gramática marca un hito significativo en el proceso de reconocimiento de la lengua. Con todo, aún queda mucho camino por recorrer”, dice Müller de Quadros. En este sentido, la estudiosa explica que el idioma Libras utiliza más recursos visuales y espaciales que otras lenguas, lo que permite, por ejemplo, utilizar las dos manos para producir significados múltiples y simultáneos. “Tenemos que realizar estudios para investigar estos significados complejos”, propone.

La Lengua Brasileña de Señas, reconocida como medio legal de comunicación y expresión de las personas sordas por la Ley nº 10.436, de 2002, se consolidó como objeto de investigaciones académicas a partir de 2006, cuando se crearon las primeras carreras de grado en esta lengua. Por entonces, la UFSC y otras nueve instituciones, incluyendo a la Universidad de São Paulo (USP), comenzaron a ofrecer este programa de profesorado. Hoy en día, existen unos 40 programas de grado en Libras, especialmente en las universidades públicas, y están presentes en todos los estados de Brasil. Otro hito legal significativo fue la modificación, en 2021, de la Ley de Directrices y Bases (LDB), para incluir la educación bilingüe para sordos como una modalidad diferenciada en la educación, de la misma forma que la educación indígena. De este modo, todas las redes educativas deben ofrecer servicios de apoyo educativo para atender las especificidades lingüísticas de los alumnos sordos, lo que incluye docentes bilingües en Libras y portugués, y material didáctico disponible en lengua de señas.

“Esta disposición está siendo implementada ahora por las redes educativas”, informa la fonoaudióloga Cristina Broglia Feitosa de Lacerda, docente del programa de posgrado en Educación Especial de la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar). Según la investigadora, los estudiantes pueden matricularse tanto en escuelas regulares como en instituciones específicas para sordos. La red municipal de São Paulo cuenta con seis unidades exclusivas para las personas con esta característica.

Según Broglia Feitosa de Lacerda, pese a que se ha avanzado en la oferta de carreras de formación docente para desempeñarse como educadores bilingües en Libras, Brasil se enfrenta al reto de crear herramientas para evaluar el desarrollo de estos

niños en el aula. La fonoaudióloga explica que, en la actualidad, los docentes analizan la evolución de los alumnos valiéndose de criterios subjetivos y las instituciones educativas no disponen de parámetros claros para el desarrollo de acciones específicas que estimulen su aprendizaje. Consciente de esta carencia, Broglia Feitosa de Lacerda ideó, en el marco de una investigación financiada por la FAPESP, concluida en 2023 y desarrollada en forma conjunta con investigadores de la Universidad de Barcelona (España), una herramienta para evaluar los progresos de los niños sordos en el uso de la lengua Libras. Para ello, analizó el desarrollo de las narraciones en 100 alumnos con esta característica en escuelas de São Paulo, creando una metodología que establece criterios comunes que han de aplicarse en las evaluaciones de otros estudiantes sordos. Además de Libras, Brasil cuenta con al menos otras 22 lenguas de señas de comunidades sordas, conforme a lo identificado en la investigación doctoral defendida en 2023 por la lingüista Diná Souza da Silva, bajo la dirección de Müller de Quadros, de la UFSC. “Estos idiomas fueron desarrollados por comunidades aisladas, que no tienen contacto con Libras y crearon su propia forma de comunicarse”, explica Müller de Quadros. Una de estas lenguas es la Cena, utilizada por una comunidad de personas sordas de la ciudad de Várzea Queimada, en el interior del estado de Piauí. “Se la considera autóctona, es decir, que fue creada sin haber recibido influencia de otras, y se encuentra en uso desde hace alrededor de 90 años”, dice el lingüista Anderson Almeida da Silva, de la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE), quien lleva a cabo estudios con la comunidad desde 2017. Con unos mil habitantes, el municipio hoy en día tiene 33 individuos sordos. Según Almeida da Silva, esta incidencia se debe a los muchos matrimonios consanguíneos que hubo en el pasado. “La lengua Cena corre el riesgo de desaparecer, ya que la última persona nacida con sordera en la localidad, hoy en día tiene 17 años”, informa. Aunque la ciudad cuenta con una escuela donde se enseña Libras, el idioma Cena todavía es muy utilizado, sobre todo por las personas mayores. Como resultado de las investigaciones desarrolladas por Almeida da Silva y un equipo de exper-

ADEMÁS DEL IDIOMA LIBRAS, BRASIL CUENTA CON OTRAS LENGUAS DE SEÑAS, COMO EN EL CASO DE LA LENGUA CENA, UTILIZADA EN EL INTERIOR DE PIAUÍ

tos, que incluyó también a la comunidad sorda de Várzea Queimada, en diciembre de 2023 se publicó el primer diccionario Cena con equivalentes en Libras y portugués, que contiene 250 palabras. La edición, auspiciada por la gobernación del estado de Piauí, tuvo un tiraje de 500 ejemplares impresos y este año saldrá una versión en formato de libro electrónico. “El diccionario permite preservar la memoria de la lengua y afianzar la identidad de la comunidad”, subraya.

También con el propósito de ampliar la comprensión de las lenguas de señas utilizadas en las pequeñas comunidades brasileñas de sordos, Rodrigues, de la Unesp, inició en 2023 una investigación, financiada por la FAPESP, sobre las lenguas de señas emergentes utilizadas en los municipios de Boa Vista (Roraima), Buriti dos Lopes (Piauí), Tiros (Minas Geras), Umuarama (Paraná), Várzea Queimada (Piauí), Vila de Fortalezinha (Pará), Centro Novo do Maranhão (Maranhão) y Centro do Guilherme (Maranhão). “Nos hemos propuesto comparar la edad de estas lenguas, la cantidad de generaciones que las utilizan, el modo en que se establecieron y su estructura lingüística. El objetivo final es elaborar un banco de datos virtual, abierto a consultas públicas”, informa Rodrigues. “Pretendemos ampliar su comprensión y divulgar el conocimiento sobre la diversidad lingüística existente en Brasil, para colaborar con la formulación de políticas públicas que tengan en cuenta las singularidades de la población”, enfatiza. En este sentido, ha habido avances recientes en el ámbito del Poder Judicial en lo que concierne al reconocimiento de la pluralidad lingüística brasileña. La jurista Inês Virgínia Prado Soares, jueza federal de segunda instancia, estudió la diversidad lingüística en su investigación doctoral en la Pontificia Universidad Católica de São Paulo (PUC-SP), defendida en 2007. En 2009, en

un libro sobre el Patrimonio Cultural Brasileño, analizó los mecanismos jurídicos de protección de los modos de hablar brasileños. Ella explica que la Constitución Federal cuenta con un artículo que instituye al portugués como idioma oficial de Brasil. Al mismo tiempo, contiene otro artículo que establece que los indígenas, migrantes y otros ciudadanos tienen derecho a hablar sus lenguas maternas en sus espacios y relaciones privadas y, en ciertas situaciones, para el caso de los modos de hablar brasileños, en sus relaciones con el poder público. “He escrito textos que analizan las normas nacionales relativas a este tema, para comprender de qué manera la determinación constitucional monolingüe convive con el derecho a la diversidad lingüística”, explica. En el curso de su investigación, la jurista se topó con el caso del pedido de habeas corpus presentado por el paraguayo detenido en Brasil –relatado al principio de este reportaje–, que fuera denegado por el STF. Un primer paso para evitar que las solicitudes como ésa sean rechazadas solamente por no estar redactadas en el idioma oficial fue dado en 2023, cuando el Consejo Federal de Justicia publicó los enunciados aprobados en el marco de la Primera Jornada de Derechos del Patrimonio Cultural y Natural, que se llevó a cabo a principios de año. Uno de ellos sostiene que las personas deben poder expresarse ante un Tribunal en otras lenguas o variantes del portugués, es decir, en modos de hablar brasileños. “Los enunciados no tiene fuerza de ley, pero hacen las veces de guía para orientar la labor de los jueces. De esta manera, contribuyen a ampliar el derecho de acceso a la Justicia en el país”, culmina diciendo Prado Soares. n

Las marcaciones realizadas junto a rastros que quedaron allí millones de años antes pueden denotar el interés humano por los fósiles

1

EN EL MISMO PASO

Pueblos originarios dejaron sus grabados rupestres hace milenios junto a huellas de dinosaurios en el estado de Paraíba, en Brasil

En el municipio de Sousa, interior de Paraíba, los dinosaurios constituyen una gran atracción. Repleto de huellas preservadas, el Valle de los Dinosaurios es una unidad de conservación abierta a los visitantes que también alberga un museo de fósiles que se encontraron en ese lugar. Por tal motivo, y hasta hace poco, los paleontólogos eran los más interesados en la región. Pero ahora ha surgido un nuevo atractivo para los arqueólogos: en el yacimiento de Serrote do Letreiro, a 11 kilómetros (km) de la ciudad, también hay grabados rupestres en el suelo realizados por personas que pudieron haber vivido allí hasta hace 9.000 años, asociados con las huellas dejadas por los animales entre 130 y 145 millones de años antes. Esa posible relación, nunca antes vista en Brasil, sugieren que los paralelos fueron intencionales, según un artículo publicado en marzo en la revista Scientific Reports.

“Este sitio contiene una sobredosis de información”, describe el paleontólogo Tito Aureliano, uno de los autores del estudio, investigador posdoctoral de la Universidad Regional de Cariri (Urca) y uno de los coordinadores de Diversity, Ichnology and Osteohistology Laboratory (Dinolab), de la Universidad Federal de Rio Grande do Norte (UFRN). “Existe en ese lugar una mezcla

temporal muy grande: hay rocas con casi 1.000 millones de años de edad, luego das 50 pasos y ves rastros del Período Cretácico [hace alrededor de 130 millones de años]; hay decenas de huellas de dinosaurios diferentes y grafías humanas realizadas hace unos milenios”, añade.

Serrote do Letreiro es un área de 15.000 metros cuadrados (m2) situada en el interior del estado de Paraíba, en una propiedad privada. El primero en registrar el lugar, a fines de la década de 1970, fue el paleontólogo italiano Giuseppe Leonardi, quien fue profesor de las universidades federal de Paraná (UFPR) y estadual de Ponta Grossa (UEPG), actualmente jubilado. En aquel momento, clasificó las marcas, o petroglifos, como una “grafía de los indios Cariri” y solamente se interesó por las huellas de los dinosaurios. “No se les prestó atención a esos grabados humanos”, comenta la paleontóloga

Aline Ghilardi, de la UFRN, también coordinadora del Dinolab y coautora del reciente trabajo.

“Siempre me intrigó el hecho de que nunca hubo respuestas sobre qué marcas humanas había en ese lugar, entonces decidí buscar a alguien que me ayudara”, relata la paleontóloga, que va a Serrote do Letreiro desde hace casi una década y en 2023 invitó al arqueólogo Leonardo Troiano, del Instituto del Patrimonio Histórico y Artístico Nacional (Iphan), a visitar el lugar. Desde São Paulo, Troiano

UN LUGAR DE DINOSAURIOS Y GENTE

El pueblo que vivió en lo que actualmente es parte de los estados de Paraíba, Ceará y Rio Grande do Norte, dejó marcas intrigantes

voló hasta Juazeiro do Norte, en Ceará, y desde allá viajó unos 190 kilómetros en autobús hasta Sousa, con otro tramo por camino de tierra hasta el sitio. Al final, hasta rasgó sus pantalones al pasar por una valla de alambre de púas.

El largo viaje, sin embargo, tuvo su recompensa. “Al atardecer, frente a una puesta del sol espectacular, las sombras de los últimos 15 minutos de luz solar resaltan las huellas y los grabados, es una maravilla”, comenta el arqueólogo. Durante esa visita, el grupo contrató al piloto de un dron, Arthur Sampaio, para producir imágenes de alta resolución; la intención de los investigadores participantes en el artículo es construir un modelo digital tridimensional del sitio. Los grabados tienen formato de tridígitos, en cuadrículas y círculos con líneas cruzadas, como estrellas.

Algunas inscripciones, según las interpretaciones de los investigadores, imitan las patas de tres dedos. A través de las huellas petrificadas pudieron identificar tres tipos de dinosaurios: terópodos, saurópodos y ornitópodos. Al respecto de los grupos humanos que allí vivieron, los arqueólogos los describen como grupos semisedentarios que acampaban, recolectaban y cazaban los recursos disponibles para luego trasladarse a lugares cercanos.

Los grafismos fueron realizados decenas de millones de años después de la extinción de los dinosaurios, pero su disposición armónica con relación a las huellas no parece haber sido por casualidad

João Pessoa PARAÍBA

Ya se han visto marcas similares en partes de Rio Grande do Norte y Ceará en regiones cercanas a Sousa, lo que indica que esas civilizaciones habitaron toda esa zona. La diferencia entre los registros encontrados en Serrote do Letreiro y los demás reside en que en ese lugar los grabados fueron realizados en el suelo. “Resulta curioso, porque los grabados asociados a esta cultura generalmente se concretaban en paneles verticales o inclinados, por lo que es una fuerte evidencia de que esta antigua población dibujó allí de esa forma precisamente debido a las huellas: hay una asociación directa entre las marcas”, infiere Ghilardi

Para el arqueólogo Valdeci dos Santos Júnior, del Laboratorio de Arqueología del Hombre Potiguar (LAHP), de la Universidad Estadual de Rio Grande do Norte (UERN), quien no participó del estudio y es autor del libro A pre-história do Rio Grande do Norte, la hipótesis publicada en Scientific Reports merece atención.

“Existe la posibilidad de que los autores gráficos hayan respetado el espacio de las huellas, porque los petroglifos no están superpuestos a ellas, están cerca”, sostiene. Por primera vez, afirma Dos Santos Júnior, un estudio revela evidencias de un lugar que estuvo habitado tanto por dinosaurios como por grupos humanos. “Pero no hubo convivencia entre los dos grupos, son dos épocas distintas”, subraya. Afirma que es necesario encontrar otros sitios con estas características, donde se pueda identificar un patrón para reforzar la hipótesis de que los seres humanos intentaron reproducir las huellas de los dinosaurios. “Pero no es una cuestión tan sencilla, los tridígitos son grafías comunes en el nordeste y pueden representar pájaros, huellas de otros animales o incluso plantas, como los cactus, comunes en el paisaje”.

Sin embargo, otros informes apuntan interacciones entre humanos y huellas de dinosaurios en Australia, Polonia y Estados Unidos. En Brasil, esta asociación no tiene precedentes, aunque la relación con los fósiles haya sido frecuente a lo largo de la historia. En Rio Grande do Sul, Troiano afirma que algunas construcciones, como las iglesias más antiguas, fueron construidas con madera fósil, que tiene una apariencia diferente a la madera común. Algunas leyendas e historias de la Antigua Grecia se inspiraron en el descubrimiento de fósiles, según explica el arqueólogo. Los huesos de mamuts y demás animales gigantes serían de los héroes en estas historias. “El lugar del Peloponeso en donde contaban que hubo una lucha entre dioses y titanes es un depósito de fósiles”, afirma el investigador. Para los especialistas, el hallazgo de registros humanos junto a las huellas de los animales sugiere que las antiguas comunidades brasileñas también les asignaban valor a los descubrimientos del pasado. “Estos pueblos vivieron en América durante 50.000 años en profunda armonía con el mundo natural, y estos descubrimientos ciertamente tuvieron para ellos un valor especial, no fue algo banal”, dice el arqueólogo.

La comprensión sobre los dinosaurios recién surgió en el siglo XIX, con la publicación de El origen de las especies, del naturalista británico Charles Darwin (1809-1882) y la popularización de la teoría de la evolución. “Hasta entonces, no era común que la gente pensara en animales grandes que ya no existían más”, dice Dos Santos Júnior. Estos registros simbólicos son marcas de grupos que precedieron la llegada del colonizador a Brasil. Se deberán realizar nuevas investigaciones para buscar más evidencias que respalden esta posible conexión entre las huellas de los dinosaurios y los petroglifos. n

El artículo científico consultado para la elaboración de este reportaje figura en la versión online de la revista

En una expedición a Serrote do Letreiro, los investigadores examinaron las marcas y registraron el sitio con un dron

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